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¿Soy inocente? Ni yo mismo lo sé.
¡Desprecio mi vida!
(Job  9, 21) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

תָּֽם‎(תָּם)

Hebrew|tˈām-|complete

Part-of-speech: adjective
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H8535] [w.az.ad] [2522c]
[תם] [GES8495] [BDB9359] [HAL9273]

אָ֭נִי‎(אֲנִי)

Hebrew|ˈʔānî|i

Part-of-speech: personal pronoun
Gender: unknown
Number: singular
Person: first person
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H589] [a.eg.aa] [129]
[אני] [GES567] [BDB598] [HAL620]

לֹֽא‎(לֹא)

Hebrew|lˈō-|not

Part-of-speech: negative particle
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H3808] [l.ab.aa] [1064]
[לא] [GES3708] [BDB4137] [HAL4092]

אֵדַ֥ע‎(יָדַע)

Hebrew|ʔēḏˌaʕ|know

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: singular
Person: first person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: qal


[H3045] [j.au.aa] [848]
[ידע] [GES2952] [BDB3292] [HAL3272]

נַפְשִׁ֗י‎(נֶפֶשׁ)

Hebrew|nafšˈî|soul

Part-of-speech: noun
Gender: feminine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5315] [n.en.ab] [1395a]
[נפש] [GES5232] [BDB5829] [HAL5720]

אֶמְאַ֥ס‎(מָאַס)

Hebrew|ʔemʔˌas|retract

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: singular
Person: first person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: qal


[H3988] [m.af.aa] [1139]
[מאס] [GES3928] [BDB4372] [HAL4322]

חַיָּֽי‎(חַיִּים)

Hebrew|ḥayyˈāy|life

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H2416] [h.cd.ag] [644f]
[חיים] [GES2362] [BDB2638] [HAL2631]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



9. Respuesta de Job a Bildad.
L as argumentaciones de Bildad son reconocidas en parte por el paciente Job, y éste sabe muy bien que no puede justificarse ante su Dios, que es omnipotente, y el hombre no puede encontrar valedor ni abogado contra lo que El determine. Domina las fuerzas de la naturaleza y decide la suerte de los hombres, la de los justos y la de los pecadores. Al que sufre no le queda sino suplicar que aparte el flagelo que sobre él pesa. La omnipotencia de Dios es absoluta, y, por tanto, el hombre no es quién para pedirle cuentas de su actuar. Los módulos de su oculta sabiduría están sobre los cálculos puramente humanos.

La omnipotencia divina (1-13).
1 Respondió Job, diciendo: 2 En verdad, yo sé que es así: ¿Cómo justificarse un hombre frente a Dios? 3 Si quisiera contender con El, de mil cargos no podría responder a uno. 4 El es sabio de corazón y robusto de fuerza: ¿Quién se le opondrá y saldrá ileso? 5 El desplaza los montes sin que se den cuenta, y en su ira los trastorna. 6 El sacude la tierra en su sitio, estremécense sus columnas. 7 El manda al sol, y éste no brilla, y guarda bajo sello las estrellas. 8 El solo tiende los cielos y camina sobre las crestas del mar. 9 El creó la Osa, el Orion y las Pléyades y las cámaras del cielo austral. 10 El obra cosas grandes e insondables, maravillas sin cuento. 11 Si pasa ante mí, yo no le veo; se desliza, y yo no lo advierto. 12 Si coge una presa, ¿quién se la arrebatará? ¿Quién podrá decirle: ¿Qué es lo que haces? 13 Dios no reprime su cólera: bajo El se encorvaron los auxiliares de Rahab.

Job sabe muy bien todo lo que le dicen, y particularmente reconoce lo que la visión nocturna le comunicó a Elifaz 1, ya que Dios es santísimo, y nadie puede medirse con El. En plan jurídico, el hombre no tiene defensa posible, pues de mil cargos que se le hagan, no sabrá responder a ninguno. Dios es el más fuerte, y el ser humano no puede justificarse ni conseguir abogado defensor que pueda medirse con el que todo lo puede y lo sabe (v.4) 2.
En el v.5 se inicia una verdadera doxología en la que se canta la omnipotencia divina, manifestada sobre las fuerzas de la naturaleza. Los montes inconmovibles son desplazados tan de repente y con tal facilidad, que ellos no se dan cuenta. Los terremotos son una prueba manifiesta del poder omnímodo divino. El hombre no puede hacer nada cuando la tierra se conmueve en sus cimientos. La misma tierra concebida como un edificio asentado sobre columnas se estremece y conmueve en los cataclismos sísmicos, como una casa que se viene abajo cuando se mueven sus basamentos 3. Incluso en los cielos existen trastornos periódicos. El mismo sol, destinado a alumbrar a los hombres, a una orden divina se eclipsa o oculta bajo las nubes 4, y también su voluntad pone un sello a las estrellas para que no brillen 5. Los astros, pues, lejos de estar fuera de la órbita divina, son plegados y sellados con la facilidad con que el escriba sella y pliega un libro (v.7).
Dios tiende los cielos como la tela de una tienda 6, y camina sobre las crestas del mar, las olas del océano. Su dominio se extiende no sólo a los cielos, sino también a los tenebrosos mares. Su poder llegó hasta crear las constelaciones astrales: la Osa, el Orion, las Pléyades y las cámaras o constelaciones del cielo austral (v.9) 7. Estas según la mentalidad de la antigüedad sostienen la bóveda celeste. Las maravillas y portentos de Dios no pueden contarse; por eso al hombre no le queda sino reconocer su ignorancia y adorar el misterio.
Pero el poder y presencia del Omnipotente no se extienden sólo a las fuerzas del cosmos, sino que intervienen misteriosamente en la vida de los seres humanos sin que se les perciba: si pasa ante mí, yo no le veo... (v.11). Es impenetrable en sus designios misteriosos, y por ello nadie puede decirle: ¿qué es lo que haces? (v.12). Bajo su cólera se encorvan hasta las fuerzas caóticas, los auxiliares de Rahab, el monstruo marino. Quizá en esta expresión aluda a los monstruos legendarios creados por Tiamat símbolo del caos para luchar contra el ejército de Marduk, según se narra en el poema de la creación babilónico 8. Rahab en la Biblia aparece formando trilogía con los monstruos marinos Leviatán y Tanin 9. Simboliza el mar, sobre todo el mar Rojo, y por ello designa a Egipto 10.

Es inútil luchar con Dios (14-21).
14 ¡Cuánto menos podría yo responderle y rebuscar razones contra El! 15 Aun teniendo razón, no podría responderle, y habría de implorar gracia para mi causa. 16 Y aunque le hablara yo y El me respondiese, no osaría creer que había oído mi voz. 17 El es quien por un cabello me aplasta ? y multiplica sin motivo mis heridas; 18 que ni respirar me deja y me harta de amarguras. 19 Si quisiera acudir a la fuerza, el robusto es El; si al juicio, ¿quién podrá emplazarle? 20 Si soy justo, mi boca me condena; si me creo inocente, me declara perverso. 21 Si me declaro inocente, es que no me conozco. Yo desprecio mi vida.

Si las fuerzas cósmicas tienen que plegarse ante el poder divino, resulta ridículo que un hombre como Job pretendiera medirse con El. Es inútil buscar razones para justificarse ante el que todo lo sabe. Es necio oponerse a la cólera divina. Aunque se sintiera totalmente justo, no podría contender con Dios, pues aun entonces habría de implorar su gracia (v.15). Y Dios es tan trascendente y elevado, que, aunque le respondiese favorablemente, Job no osaría creer que le había oído.
Por otra parte, no sabe qué pensar de las razones que tenga Dios para castigarle y probarle por un cabello, es decir, por cosas que Job estima nimias; de ahí que las heridas recibidas de El las estima sin justificación posible (v.17). Está tan agobiado bajo el peso duro de la mano de Dios, que ni le deja respirar; las amarguras son su pan cotidiano.
Pero no tiene posibilidad de defensa, ni por la fuerza ni en el juicio, porque Dios es el más fuerte, y nadie puede emplazarle a juicio (v.19). Aunque él personalmente se considera justo, sin embargo, ante el tribunal divino no puede justificarse, y entonces más vale declarar de antemano la propia culpabilidad: mi boca me condena (v.20). En realidad, al declararse a sí mismo inocente, prueba que no se conoce a sí mismo. Por eso su í ida es un enigma, y por ello la desprecia.

El dolor es patrimonio de justos y pecadores (22-31).
22 ¡Todo es uno! Por eso digo: ¡Consume al íntegro y al culpable! 23 Guando de repente una plaga trae la muerte, El se ríe de la desesperación de los inocentes. 24 La tierra es entregada a las manos de los impíos, y vela el rostro de sus jueces. Si no es El, ¿quién va a ser? 25 Mis días pasaron más veloces que un correo, huyeron sin ver la felicidad. 26 Se han deslizado como lancha de papiro, como águila que se lanza sobre la presa. 27 Si me digo: Voy a olvidar mis cuitas, cambiaré mi semblante y me pondré alegre, 28 temo todos mis dolores, sabiendo que tú no me declaras inocente. 29 Si soy culpable, ¿a qué fatigarme en vano? 30 Aunque me lavase con agua de nieve y purificase mis manos con lejía, 31 todavía me hundirás en el lodo 12, y mis vestidos me aborrecerían.

Apesadumbrado por el dolor, Job declara que no hay en esta vida trato diverso para el justo y el pecador: ¡todo es uno! Frente a las teorías de sus amigos, que suponen que los impíos no pueden prosperar en esta vida y que los justos son rehabilitados, está la realidad de su trágica existencia: en esta vida los premios y los castigos no dependen de los valores morales del sujeto, como pretendía la tesis tradicional sobre la retribución. Cuando llega un flagelo, se lleva por delante a todos, buenos y malos. Esta afirmación responde a las argumentaciones de Elifaz de que el justo se ríe de la devastación y del hambre y que los inocentes no perecen 13. Dios, en los momentos de exterminio, parece reírse de la desesperación de los inocentes, pues no sale en su favor (v.23). Las expresiones son duras, rayando con la blasfemia; pero expresan bien la situación amargada del desesperado Job, que no se aviene a admitir teorías que están en contradicción con hechos flagrantes.
Dios permite que los impíos se apoderen de la tierra, y parece como si velara el rostro de los jueces para que no vean sus demasías, Tantos son los atropellos que se cometen a diario en la sociedad impunemente! Job no distingue entre voluntad positiva y permisiva de Dios, y por eso todo lo que ocurre lo atribuye al que puede evitarlo: Sí no es El, ¿quién va a ser? (v.24). En definitiva, siendo Dios omnipotente, todo lo que sucede tiene su última razón en El.
Después de hacer estas afirmaciones generales sobre hechos que están al alcance de todos, Job vuelve al caso concreto de su existencia personal. Sus días pasan velozmente como el correo, pero no ha podido gustar de la felicidad. Con dos bellos símiles expresa la rapidez con que transcurren sus días sin felicidad: la de la lancha de papiro en el libro de Job hay muchas alusiones a los medios ambientales egipcios , que se desliza suavemente por el Nilo, y la del águila, que con toda celeridad se lanza sobre la presa.
Aunque quisiera cambiar de semblante y ponerse alegre, una pena interior le corroe, ya que sabe que Dios no le declara inocente (v.28). Y si realmente es culpable, ¿para qué fatigarse en vano buscando aparecer alegre, cuando el pesar domina su interior? Ante Dios no puede aparecer limpio, aunque se lavara con agua de nieve y se purificara con salitre o lejía; para Dios estaría aún sórdido, como si se hundiese en el lodo, en una situación que hasta sus mismos vestidos le aborrecerían para no contaminarse con la inmundicia.

No hay arbitro entre Dios y Job (32-35).
32 Que no es hombre como yo para responderle: ¡Vamos juntos a juicio! 33 No hay entre nosotros arbitro que ponga su mano entre ambos. 34 Que retire su vara de sobre mí, que no me espante su terror. 35 Yo hablaré sin temor, porque no soy tal a mis ojos 14.

No es posible entrar en litigio con Dios, ya que no hay proporción entre él y su Hacedor, que no es hombre. El ser humano no puede emplazarle ante un juicio por la superioridad divina y porque no hay arbitro posible a quien apelar, pues Dios no puede someterse a nadie fuera de El mismo; nadie tiene jurisdicción sobre el que todo lo puede. No queda sino que Dios, por su iniciativa, retire la í ara de castigo que pesa sobre el infortunado varón de Hus, víctima del terror punitivo de la divinidad (v.34). Quizá en una situación más desahogada de su espíritu pudiera encontrar el paciente argumentos para justificar la intervención justiciera de Dios. Job, pues, pide un alto el fuego en sus propios sufrimientos, para, en una especie de tregua con Dios, reconsiderar su triste situación y entonces reconocer su culpabilidad. Pero, mientras tanto, quiere hablar sin temor, seguro de que ante su conciencia ante sus ojos es inocente mientras no se le demuestre lo contrario. En esta situación de disgusto, sus desahogos destemplados tienen una justificación muy humana.

1 Job 4:17. 2 La expresión sabio de corazón se explica en el supuesto de que el corazón es la sede de la sabiduría según los hebreos. La frase es corriente en la literatura sapiencial (cf. Job_8:10; Job_37:24). 3 Cf. Job_38:4-6. 4 Cf. Exo_10:21-23. La palabra para designar sol es heres, que se relaciona con Horus, hijo de Ra, dios solar egipcio. Cf. E. drioton y J. vandier, Les peuples de l'Orient méditerra-néen: II. L'Egype (París 1028) p.ó3. 5 Cf. Isa_34:3. 6 Cf. Isa_40:22. 7 La identificación de las constelaciones está generalmente admitida según la nomenclatura expuesta: la Osa es la gran constelación septentrional. Orion, en heb. kasil (loco). Las Pléyades; algunas versiones traducen Arcturus. Algunos autores, como Driver-Gray lo identifican con Sirio. Las cámaras del sur parecen ser un grupo de estrellas: Argo, el Centauro y la Cruz del Sur. Véase P. dhorme, o.c., p.iiq; S. R. driver-g. B. gray, A critica! and exegetical Commentary on the book of Job (Edimburgo 1921) p.86-8g. 8 He aquí el texto del poema de la creación, llamado Enuma elish: (Tiamat) creó la hidra, el dragón-rojo, el gran león, el lobo espumante, el hombre-escorpión, las tempestades furiosas, el hombre-pez, el Capricornio; portadores todos de armas inexorables y sin miedo al combate. Sus órdenes son poderosas: son irresistibles. En total, creó once monstruos (tableta I, v. 140-145). Véase R. Labat, Le poéme babylonien de la création (París 1935). 9 Cf. Job_3:8 (véase coment.); Job_7:12. 10 Cf. Sal_74:13; Is30:7- 11 Así según la corrección de Dhorme. Lit. el TM: en la tormenta aplasta. 12 Así según los LXX y Vg ("leyendo beshuiot en lugar del TM, bashajat: en la fosa). 13 Cf. Job_4:7; Job_5:22. 14 La última frase es algo enigmática y diversamente traducida. Nuestra versión sigue a la de la Bib. de Jér.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IX.

1 Iob acknowledging Gods iustice, sheweth there is no contending with him. 22 Mans innocencie is not to be condemned by afflictions.
1 Then Iob answered, and said,
2 I know it is so of a trueth: but howe should [ Psa_143:2.] man be iust [ Or, before God.] with God.
3 If he will contend with him, he cannot answere him one of a thousand.
4 He is wise in heart, and mightie in strength: who hath hardened himselfe against him, and hath prospered?

[Gods power, and iustice.]

5 Which remoueth the mountains, and they know not: which ouerturneth them in his anger:
6 Which shaketh the earth out of her place, & the pillars thereof tremble:
7 Which commandeth the Sunne, and it riseth not: and sealeth vp the starres.
8 [ Gen_1:6 .] Which alone spreadeth out the heauens, and treadeth vpon the [ Hebrew: heights.] waues of the Sea.
9 [ Amo_5:8 ; Job_38:31 , etc.] Which maketh [ Hebrew: Ash, Cesil, and Cimah.] Arcturus, Orion and Pleiades, and the chambers of the South.
10 [ See Job_5:9 .] Which doeth great things past finding out, yea and wonders without number.
11 Loe, hee goeth by me, and I see him not: he passeth on also, but I perceiue him not.
12 [ Isa_45:9 ; Jer_18:6 ; Rom_9:20 .] Behold, he taketh away, [ Hebrew: who can turne him away?] who can hinder him? who will say vnto him, What doest thou?
13 If God will not withdraw his anger, the [ Hebrew: helpers of pride, or strength.] proud helpers doe stoupe vnder him.
14 How much lesse shall I answere him, and choose out my words to reason with him?
15 Whom, though I were righteous, yet would I not answere, but I would make supplication to my Iudge.
16 If I had called, and had answered me, yet would I not beleeue that he had hearkened vnto my voice:
17 For he breaketh me with a tempest, and multiplieth my wounds without cause.
18 Hee will not suffer me to take my breath, but filleth me with bitternesse.
19 If I speake of strength, loe, hee is strong: and if of iudgement, who shall set me a time to pleade?
20 If I iustifie my selfe, mine owne mouth shall condemne me: If I say, I am perfect, it shall also prooue me peruerse.
21 Though I were perfect, yet would I not know my soule: I would despise my life.
22 This is one thing, therefore I said it; he destroyeth the perfect and the wicked.
23 If the scourge slay suddenly, hee will laugh at the triall of the innocent.
24 The earth is giuen into the hand of the wicked: he couereth the faces of the Iudges thereof; if not, where, and who is hee?

[Gods power, and iustice. Mans righteousnesse.]

25 Now my dayes are swifter then a Poste: they flee away, they see no good.
26 They are passed away as the [ Hebrew: ships of desire.] [ Or, ships of Ebeh.] ships: as the Eagle that hasteth to the pray.
27 If I say, I will forget my complaint, I will leaue off my heauinesse, and comfort my selfe.
28 I am afraid of all my sorrowes, I know that thou wilt not holde me innocent.
29 If I be wicked, why then labour I in vaine?
30 If I wash my selfe with snow water, and make my handes neuer so cleane:
31 Yet shalt thou plunge me in the ditch, and mine owne clothes shall [ Or, make me to be abhorred.] abhorre me.
32 For he is not a man as I am, that I should answere him, and we should come together in iudgement.
33 Neither is there [ Hebrew: one that should argue.] any [ Or, Umpire.] dayes-man betwixt vs, that might lay his hand vpon vs both.
34 Let him take his rodde away from me, & let not his feare terrifie me:
35 Then would I speake, and not feare him; [ Hebrew: but I am not so with my selfe .] but it is not so with me.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Respuesta de Job a Bildad. Aunque estos capítulos presentan muchos problemas de texto y traducción, es claro que abundan en imágenes tomadas de la justicia legal. Job se asemeja, a veces, a un demandante que quiere llevar a Dios a los tribunales (9,3) pero, desafortunadamente, siendo el encausado y el juez la misma persona, ¿qué posibilidades tiene de obtener justicia? Otras veces, Job mismo es el encausado que tiene que responder, pues en ello le va la vida (9,14). La impotencia de nuestro héroe se va haciendo cada vez más patente, sobre todo frente al abrumador poder creador de Dios.
A pesar de todo, el lenguaje de Job se hace progresivamente más atrevido y franco. No puede ser justificado (declarado inocente), cuando el encausado y el juez son la misma y tan poderosa persona. No sabe qué hacer ni qué decir, pues diga lo que diga no va a servir para nada. A lo largo de los versículos que siguen, la abundancia de preguntas condicionales muestran a un Job perplejo, tanteando una u otra posible vía de salida.
La vida de Job se va consumiendo rápidamente, con la velocidad de un corredor o de un barco navegando por el Nilo o de un águila en la trayectoria de su vuelo. No puede salir victorioso de la contienda. Y aun en el caso de que lograra limpiar su reputación, Dios simplemente volvería a mancharla de nuevo (9,25-31).
Olvidado por sus amigos, Job desearía encontrar una tercera persona, un árbitro imparcial (cfr. 16,19; 19,25) que estableciera justicia entre Dios y él, pero sabe que esto es imposible. Presa de la desesperación, comienza de nuevo a aborrecer la vida (9,33-35b).
Job recurre de nuevo a las lamentaciones. A falta de otra cosa que decir, desea, al menos, desahogar su queja (como en 7,10): «qué tienes contra mí» (10,2). Job apela a la memoria de Dios, recordándole aquellos días felices en que el creador lo formó, al igual que un alfarero o artesano de quesos o un sastre que realiza su trabajo con cuidado y maestría (10,9-12). ¿Por qué Dios lo persigue ahora, acorralándolo como a un animal salvaje? (10,16). Como en 3,11 y 7,15, invoca de nuevo a la muerte de la cual no se regresa (10,18-22).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Aun ante el tribunal, Dios no me vindicaría. Job se imagina traer a Dios ante un tribunal a fin de forzarlo a darle un veredicto público de Inocente. Pero eso en realidad es imposible, porque ¿cómo podría un mero mortal escoger palabras o argumentos contra Dios? ¿Y cómo, si uno pudiera llevar a cabo un argumento legal con Dios, podría estar seguro de que Dios realmente estaría escuchando, ya que en este preciso momento está aplastando a Job con una tormenta (16, 17)? Aunque es inocente, Job está seguro de que de alguna manera hablará incorrectamente, y así, su propia boca lo condenaría (20).

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*9:1-24 Job recurre a la teología de la creación (Job 9:5-13), pero no para alabar a Dios, sino para poner de manifiesto su poder arbitrario y su prepotencia (Job 9:16-24).

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Ni yo mismo me conozco... Lit. no conozco mi alma1Jn 3:19-21.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 9.13 Rahab: monstruo mitológico que para los antiguos simbolizaba los poderes enemigos de Dios. Cf. Sal 87.4; Job 26.12; Is 51.9.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



13. Según la mitología antigua, "Rahab" era uno de esos monstruos vencidos por el Dios creador cuando hizo reinar el orden en medio del caos original.

Torres Amat (1825)



[9] Estrella del Norte.

[16] Sino por su infinita bondad y clemencia.

[27] Ni me lamentaré de mis males.