Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Campaña contra el norte de Palestina (11:1-15).
1
Al tener noticia de estos sucesos Jabín, rey de Jasor, mandó una embajada a Jobab, rey de Madón; al rey de Simerón, al rey de Acsaf, 2
y a los reyes que estaban al norte de la montaña, y en el Araba, al sur de Queneret, en la llanura, y en las alturas de Dor, al occidente, 3
y a los cananeos de oriente y de occidente, a los amorreos, a los jéteos, a los fereceos, a los jebuseos de la montaña y a los jeveos del pie del Hermón, en el territorio de Masfa. 4
Salieron con ellos todos sus ejércitos, gente Innumerable, como las arenas que hay a las orillas del mar, con una gran muchedumbre de caballos y carros. 5
Reuniéronse todos y vinieron a acampar concentrados junto a las aguas de Merom para combatir a Israel. 6
Yahvé dijo a Josué: No los temas, porque mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel: desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros. 7
Josué y todos los hombres de guerra llegaron de improviso cerca de las aguas de Merom y se precipitaron sobre ellos. 8
Yahvé los dio enteramente en manos de Israel, que los batió y persiguió hasta Sidón la grande, hasta las aguas de Misrefot y hasta el valle de Masfa, a oriente. Los batió sin dejar escapar uno solo. 9
Josué los trató como Yahvé se lo había dicho; solto sus caballos y dio al fuego sus carros. 10
Entonces se volvió Josué y tomó y pasó a su rey al filo de la espada. Jasor era antes la capital de todos estos reinos. Pasaron a filo de la espada a todos los vivientes que en ella se hallaban, dándolos todos al anatema; nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fue dado a las llamas, 12
Josué tomó todas las ciudades de estos reyes, y tomo a todos sus reyes y los pasó a filo de la espada, dándolos al anatema, como se lo había mandado Moisés, siervo de Yahvé. 13
Israel no quemó ninguna de las ciudades de la montaña, fuera de Jasor, que incendió Josué. 14
Todo el botín de estas ciudades y sus ganados los tomaron los hijos de Israel para ellos; pero pasaron a filo de espada a todos los hombres, hasta exterminarlos, sin dejar uno. 15
Lo que había mandado Yahvé a Moisés, su siervo, lo mandó éste a Josué, que lo ejecutó sin quitar palabra de cuanto Yahvé había mandado a Moisés.
Es desconcertante la noticia del v.43 del capítulo anterior de que una vez terminada la conquista de los territorios del mediodía de Palestina, Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Caígala. En el presente capítulo describe el autor a grandes rasgos la campaña del norte de Palestina. La iniciativa de formar una coalición para oponerse al avance de los israelitas parte del rey de Jasor (v.1-5). Dios promete a Josué la victoria sobre estos nuevos enemigos (v.6) y, confiado en el auxilio divino, los ataca de improviso y los desbarata (v.7-8), expugnando sus ciudades y devastando toda la región.
Se observa en la redacción de este capítulo una sorprendente analogía con la del capítulo anterior. En ambos se habla de una confederación de reyes, de la derrota de sus ejércitos, de la devastación del territorio y de un balance de la campaña. Como en el capítulo anterior, Dios promete a Josué la victoria sobre los enemigos; Josué parte también de Caígala para ir en busca del enemigo; una y otra vez Josué cae de improviso sobre el ejército contrario. En el v.6 promete Yahvé a Josué que mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel, lo que no puede tomarse al pie de la letra, por mediar entre Caígala y Jasor una distancia de más de cien kilómetros, que no puede salvarse en un día.
Al llamamiento de Jabín, rey de Jasor (
Tell el-Qedah, o
Tell Waqqas, a seis kilómetros al sudoeste del lago Hule, 12:19; 19:36), acudieron los reyes de Madón (
Jirbet Madin, a nueve kilómetros al oeste de Tiberíades,
Deu_3:17), de Simerón (
Semuriya, a doce kilómetros al oeste de Nazaret) y de Acsaf (
Kefr Yasif, a diez kilómetros al nordeste de Acre). Secundaron el movimiento los reyes que ocupaban la parte septentrional de la región montañosa de Judea, los de la planicie al sur del lago de Genesaret, los de la Sefela (
Deu_9:1) y los de la región de Dor, hoy Tantura, entre el monte Carmelo y Cesárea (
Deu_12:23; )· En estos territorios habitaban diversos pueblos, tales como los cananeos, establecidos en las llanuras del Jordán y de la costa mediterránea; los amorreos, jéteos, fereceos, jebu-seos, en la montaña; los jeveos, al pie del Hermón (
Deu_9:7). El v.3 parece una adición redaccional para indicar que la región del norte de Palestina estaba poblada por idénticos pueblos y razas que la del sur. No se tiene noticia de que los jebuseos ocuparan otro territorio que el de Jerusalén y alrededores. Usando una expresión familiar en la Biblia (
Gen_22:17), dícese que estos pueblos acudieron al llamamiento de Jabín tan numerosos como las arenas que hay en las orillas del mar. Todos acamparon junto a las aguas de Meforn (
Meirum)
o del lago Hule. únicamente Jasor fue entregada al anatema; de ella nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fue dada a las llamas, tratando a las otras ciudades con más benevolencia. Con el aniquilamiento de los reyes coligados no se adueñó Josué de toda la tierra del norte de Palestina ni la ocupó. Tomados los puntos estratégicos, las ciudades fueron cayendo después, una tras otra, en manos de los israelitas. Josué persiguió al enemigo hasta Sidón, la ciudad fenicia que con Tiro fue una de las capitales del reino (
Gen_10:15); se conoce la Sidón marítima y la
ciudad alta. El lugar que ocupaba la ciudad de Jasor (
Tell el-Qedah)
ha sido explorado sistemáticamente durante los años 1955-1957 por Y. Yadin, de la Universidad hebraica de Jerusalén. De entre los valiosos resultados de las excavaciones merece destacarse el hecho de la destrucción de la ciudad cananea del Bronce reciente en el siglo XIII antes de Cristo, coincidiendo con la destrucción de Laquis y de Dabir. Este dato confirma una vez más la fecha de la entrada de los israelitas en Palestina hacia el año 1200 a.C.1
Sumario (Gen_11:16-20).
16
Así se apoderó Josué de todo este territorio, de la montaña, de todo el mediodía, de todo el distrito de Gosen, de la llanura, del Araba, de la montaña de Israel y de sus llanos, 17
desde la montaña desnuda que se alza hacia Seír, hasta Baal Gad, en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Tomo a todos sus reyes y les dio muerte, 18
La guerra que hizo Josué contra todos estos reyes duró largo tiempo; 19
no hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, fuera de los jeveos, que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza de las armas; 20
porque era designio de Yahvé que estos pueblos endureciesen su corazón en hacer la guerra a Israel, para que Israel los diese al anatema, sin tener para ellos misericordia, y los destruyera, como Yahvé se lo había mandado a Moisés.
Este sumario es muy parecido al que se da en 10:40. Conquistó Israel el macizo central (
hahar)
en torno a Jerusalén (9:1; 10:40); el Negueb (de
nagab, ser seco, árido), o sea, la extremidad meridional de Palestina, desde Bersabé hasta el desierto de Sin; la Sefela, territorio comprendido entre el macizo central y la costa mediterránea, y la Araba, nombre con que se designa la cuenca del Jordán, desde el lago de Genesaret hasta el mar Muerto. El término Gosen designa un territorio o ciudad del sur de la montaña de Judá (10:41; 15:51). Como límites meridional y septentrional de todo el territorio conquistado se señalan la montaña desnuda (
hehalaq),
que corresponde al actual
Gebel Halaq, al nordeste de Abdeh, en el extremo sur de Palestina en dirección a Cadesbarne (
Deu_1:2;
Deu_9:23) y Baal Gad, en el valle del Líbano, a los pies del Hermón (
Deu_12:7;
Deu_13:5)·
Se dice que ninguna ciudad hizo las paces con los hijos de Israel, no porque no la pidieran, sino por ser designio de Dios entregarlas al anatema y destruirlas. Pero no endureció Dios el corazón de los enemigos, como pudiera dar a entender el texto masorético, perdiendo únicamente su endurecimiento con vistas al bien religioso Moral
de los israelitas. Como se indica en el v.18, la conquista del norte de Palestina exigió largo tiempo.
Exterminio de los enaquím (Deu_11:21-22).
21
En este tiempo se puso Josué en marcha y exterminó a los enaquim de la montaña de Hebrón, de Dabir y de Anab, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel. Josué los dio al anatema con todas sus ciudades. 22
No quedó un enaquim en todo el territorio de los hijos de Israel; sólo quedaron en Gaza, en Gat y en Azoto.
Se introduce con indicaciones cronológicas muy vagas la noticia de la campaña contra los enaquim. Es posible que en la conquista del sur de Palestina les atacara Josué, pero supervivieron largo tiempo, batiéndolos Caleb (
Jos_15:13-19;
Jos_14:13-15). Pertenecían los enaquim a una raza de grande estatura que había impresionado fuertemente a los exploradores israelitas, ante los cuales se consideraban como langostas (
Num_13:25;
Num_13:29-34;
Deu_2:10). La imaginación popular exageró sus facultades físicas para explicar con ello la construcción de los monumentos megalíticos esparcidos por toda la región. Habitaban en Hebrón (
Deu_10:36), Dabir (
Deu_10:38-39) y Anab; (
Deu_15:50) es decir, en el sudoeste de Hebrón. Gaza, Azoto y Gat pasaron a Israel bajo David (
1Sa_6:17).
Conclusión y transición (1Sa_11:23).
23
Se apoderó Josué de todo el territorio, conforme a todo lo que Yahvé había dicho a Moisés, y se lo dio en heredad a Israel por partes, según sus tribus, y la tierra descansó de la guerra.
En el v.23 termina el autor sagrado la primera parte de su libro. A base de un número determinado de hechos reales presentados de un modo épico, ha probado suficientemente la tesis de que Dios cumplió su promesa de entregar a su pueblo el territorio de Canaán, ocupado por pueblos idólatras. La invasion en Palestina, lejos de ser pacífica, exigió un grande esfuerzo bélico, que tuvo éxito
gracias a la intervención constante de Dios. Esta providencia divina, que tan desinteresadamente combatió
al lado de Israel, obligaba a éste a corresponder a sus beneficios con una fidelidad ciega a los preceptos divinos y una conducta ajustada a las leyes de la alianza. Además de haber limpiado Dios el territorio de enemigos, había facilitado a los israelitas el cumplimiento de sus deberes religiosos y morales, con la orden de exterminar a los habitantes de Canaán para que no fueran motivo de tropiezo y escándalo. Con ello se justifica el rigor con que se trató a los pueblos paganos, aniquilando a sus hombres, mujeres y niños.