Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)
Despedida de Josué a las tribus orientales. 1-5 La generosa despedida de Josué a las tribus orientales forma un eslabón con los mandamientos en el cap. 1. Los elogió por haber cumplido escrupulosamente su encomienda de no abandonar a sus hermanos sino ayudarlos hasta que las tribus occidentales tuvieran reposo de los ataques de los cananeos (2, 3;
cf. 1:12-18). Habían desplega do resistencia en la fe al realizar esta misión durante
largo tiempo (
cf. 11:18; Heb. 12:1) y terminado su carrera (
cf. 2 Tim. 4:6-8). A ellos se pudo haber dicho: Bien, siervo bueno y fiel (Mat. 25:21). La reflexión de Josué sobre el
reposo (4a) mira atrás al prólogo (1:6), y su exhortación de guardar la ley de Moisés, cuya esencia se resume en un mandamiento, amar a Dios de todo corazón (4, 5;
cf. Deut. 6:5; 10:12; 11:13; Mat. 22:37-40) y repite la exhortación del Señor en el prólogo del libro (1:7-9). El amor era la estipulación básica en los tratados antiguos del Cercano Oriente. Nin guna ley puede lograr su meta si se tolera de mala gana. Debe estar fundada en asentimiento interior.
Corazón y
alma no especifican distintas esferas de la vida sino que refuerzan la devoción total a Dios. El
corazón designa la intencionalidad de la persona en su integridad, y
alma denota el yo íntegro, uniendo carne, voluntad y vitalidad.
6-8 Como líder carismático de Israel, Josué medió en la bendición de Dios sobre los hombres de la milicia oriental. Al enviarlos a un espléndido re torno al hogar con el botín que habían ganado (ver 11:10-15), los exhorta en las mejores tradiciones de la guerra santa a compartir con aquellos que se habían quedado atrás para proteger sus hogares (
cf. Núm. 31:27; 1 Sam. 30:16-25). Todos entraron a su reposo totalmente recompensados (
cf. Mat. 6:18; 16:27; Col. 3:24; 1 Tim. 5:18).
9-34 Estos fieles hombres de la milicia realizaron un acto final de lealtad al Señor, antes de reunirse con sus familias. Para que las futuras generaciones al occidente de Israel no impidieran a las tri bus orientales venir a adorar al Señor al occidente del Jordán donde él había hecho morar su nombre, edificaron
un altar ... imponente en Gelilot, cerca del Jordán, como testimonio de que el Señor los había elegido también a ellos para ser su pueblo.
Desafortunadamente, su acto visionario y creativo de fe fue malinterpretado por los occidentales como un altar rival al Señor. Las tribus del oriente y el occidente no estaban en desacuerdo en su interpretación de la ley en Deut. 12:4-14; ambos lados asumían que la ley prescribía que Israel adorara únicamente en el santuario central. Sin embargo, los occidentales pensaron que los orientales pretendían adorar al Señor de acuerdo con su propia voluntad, y no la suya. Observando la forma en que los dos grupos reconciliaron sus diferencias, podemos sacar principios sanos para resolver nuestras diferencias doctrinales (
cf. Mat. 18:15-20).
Las tribus occidentales, como la parte ofendida, comenzaron a componer la grieta en la siguiente forma:
se pusieron enseguida a tratar con al problema y no lo barrieron debajo de la alfombra (11, 12a)
tomaban tan en serio la apostasía, que pusieron la pureza sobre sus propias vidas, no comprando la paz a cualquier precio (12b)
enviaron a sus dirigentes más capaces, el sacerdote Fineas, que había mostrado celo por el Señor en el episodio de Baal de Peor (Núm. 25:7) y diez jefes representando a todas las tribus, para investigar el asunto y posiblemente restaurar a los ofensores, no actuando impetuosamente (13, 14)
enfocaron la ofensa percibida en forma objetiva como una prevaricación, un acto de rebeldía contra Dios, y no subjetivamente como un golpe a sus propios egos (15, 16)
argumentaron su caso sobre la convicción de que Dios castiga el pecado como se desplegó en Baal de Peor (o sea, los dejó con las semillas de la culpa histórica y la plaga del Señor, no en la conveniencia, 17)
también argumentaron sobre la convicción de que el pecado de algunos afecta a todos, como en el caso de Baal de Peor (17, 18) y en el caso de Acán (18, 20; ver 7:1) y que tal culpa corporativa no era algo intrascendente para ellos
respetaron las conciencias y convicciones de sus hermanos (es decir, que el Israel oriental estaba inmundo porque carecía del santuario santo de Dios), no negando la realidad y validez de sus débiles conciencias (19a;
cf. Rom. 14:1-23)
estaban dispuestos a sacrificar algunas de sus posesiones para restaurar a sus hermanos a una limpia conciencia y adoración apropiada, sin insistir en su propia interpretación de la ley (19b)
habiendo sido corregidos por los ofensores, accedieron a su expresión creativa de fe, no estorbando expresiones de fe nuevas y apropiadas, consistentes con la palabra de Dios (30, 31)
finalmente, los representantes informaron a toda la asamblea para su aprobación, no excediendo su autoridad (32)
Las tribus orientales, los ofensores, respondieron corrigiendo el malentendido mediante la presentación de los hechos en forma solemne, pía y vigorosa. Convinieron en tomar acción decisiva contra la apostasía, estando dispuestos a morir para impedirla (23) y luego explicaron clara y cabalmente su motivación. Dijeron que necesitaban un monumento apropiado, como esta reproducción de altar, para superar la barrera natural del Jordán, como un testimonio a las futuras generaciones de que sus hijos tenían igual derecho en la adoración a Dios (24-28; ver 4:5-7). No era la intención usarlo para sacrificios, y por lo tanto, no era una apostasía.
Como resultado de estos procedimientos saludables, los hermanos se separaron reconciliados unos con otros y alabando a Dios (30-34). Si la ausencia de apostasía es una causa para alabar a Dios por su presencia con su pueblo (31), luego su presencia debe impulsar a los creyentes a investigar la(s) posible(s) causa(s) de su desaprobación.