Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Preparación Espiritual del Pueblo (3:1-13).
1
Josué, levantándose bien de mañana, partió de Setim, él y todos los hijos de Israel, y, llegados al Jordán, hicieron allí alto y pasaron allí la noche antes de atravesarlo. 2
Al cabo de tres días, los oficiales recorrieron el campamento 3
y dieron al pueblo esta orden: Cuando veáis el arca de la alianza de Yahvé, vuestro Dios, llevada por los sacerdotes, hijos de Leví, partiréis de este lugar donde estáis acampados y os pondréis en marcha tras ella; 4
pero, dejando entre vosotros y ella una distancia de dos mil codos, sin acercaros a ella, para que podáis ver el camino que habéis de seguir, pues no habéis pasado nunca por él. 5
Y Josué dijo al pueblo: Santifícaos, porque mañana Yahvé hará prodigios en medio de vosotros. 6
Después habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Llevad el arca de la alianza e id delante del pueblo. Ellos llevaron el arca de la alianza, adelantándose al pueblo. 7
Yahvé dijo a Josué: Hoy voy a comenzar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo, como estuve con Moisés. 8
Tú da esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: Cuando lleguéis al borde de las aguas del Jordán, os paráis en el Jordán. 9
Josué dijo a los hijos de Israel: Acercaos y oíd las palabras de Yahvé, vuestro Dios. 10
Y dijo Josué: En esto vais a conocer que el Dios vivo está en medio de vosotros y que no dejará de arrojar delante de vosotros a los cananeos, los jéteos, los jeveos, los fereceos, los guergueseos, los amorreos y los jebuseos. 11
El arca de la alianza del dueño de toda la tierra va a entrar delante de vosotros en el Jordán. 12
Tomad doce hombres de entre las tribus de Israel, uno por cada tribu; 13
y cuando los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del dueño de toda la tierra pongan la planta de sus pies en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se partirán, y las que bajan de arriba se pararán en montón. Las sospechas levantadas por la presencia de espías en Jericó indujeron a Josué a obrar rápidamente, adelantándose a una posible coalición de reyezuelos de Canaán. La empresa era relativamente fácil, porque, según informes de los dos espías, los de la ciudad vivían confiados en que el Jordán llevaba mucha agua, por ser la época del deshielo, y no les sería posible a los israelitas vadearlo. Josué dio las órdenes de movilización de todo el campamento. La mención de los tres días en 1:11 y 32 da lugar a un pequeño conflicto cronológico. Dijimos en 1:11 que la frase
dentro de tres días pasarían el Jordán puede interpretarse en el sentido de dentro de tres días partiréis para la empresa de pasar el Jordán. En efecto, según la Vulgata, el orden de los acontecimientos pudo ser el siguiente: Tan pronto como los escribas dieron la orden al pueblo (1:11) de prepararse, enviaba Josué en secreto a dos espías a Jericó (2:2), adonde llegaron el mismo día al atardecer. Tres días permanecieron escondidos en la montaña (2:16-22), regresando al quinto día al campamento. En la mañana del sexto día dio Josué orden al pueblo de ponerse en marcha hacia el Jordán, en cuya ribera oriental permanecieron tres días. Según la Vulgata, los israelitas vadearon el río a los diez días del envío de los exploradores a Jericó. Otra ordenación cronológica de los acontecimientos es la siguiente: la fecha del envío de los espías y el anuncio de los escribas al pueblo de estar preparados coinciden. Los espías llegan a Jericó el mismo día por la noche, 7 de Nisán; durante la misma huyen al monte vecino (2:16), en donde moran todo el día siguiente, 8 de Nisán. Al oscurecer regresaron al campamento, en el que entraron al amanecer del tercer día, 9 de Nisán.
A la orden de Josué, el pueblo se puso en marcha, llegando al atardecer a orillas del Jordán, donde acampó aquella noche. La preparación espiritual incluía la limpieza de los vestidos y la abstención de todo comercio carnal (
Exo_19:10-14). Quizá el verso 4a sea una glosa inspirada en
1Sa_6:19-20;
2Sa_6:7. Por lo regular era incumbencia de los levitas llevar el arca (
Num_4:15;
Num_10:21), pero en casos extraordinarios se confiaba a los sacerdotes.
Dios habla a Josué y promete engrandecerlo a los ojos del pueblo con un hecho extraordinario para que se le obedezca como a Moisés y sepa el pueblo que Dios está con él (
Num_1:5-7). La arenga o conjunto de alocuciones de Josué tuvieron lugar antes del tránsito del río. Schulz considera los versos 7-13 como midrásicos, porque, además de romper la ilación existente entre el v.6 y 14, no es de suponer que Josué hablara tan largo tiempo a un pueblo en marcha. El éxito del paso del Jordán está asegurado por ir en vanguardia el arca de la alianza del Dios de toda la tierra (
Miq_4:13;
Zac_4:14;
Zac_6:5). Se eligen diez hombres de entre el pueblo a los que el texto no asigna misión especial. Trátase evidentemente de un anticipo del v.2 del c.4. Al poner los sacerdotes el pie en las aguas del Jordán, éstas se cortaron (
yikkaterun)
, formando un dique o bloque compacto, como si un monte o una colina (
ned)
interceptaran la corriente.
El milagro de las aguas (Zac_3:14-17).
14
Cuando hubo salido el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, precedidos por los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza, 15
en el momento en que los que llevaban el arca llegaron al Jordán y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca se mojaron en la orilla de las aguas pues el Jordán se desborda por todas sus orillas al tiempo de la siega , 16
las aguas que bajaban de arriba se pararon, se amontonaron a mucha distancia, desde la ciudad de Adam, que está cerca de Sartán, y las que bajaban hacia el mar del Araba, el mar de la Sal, quedaron enteramente partidas de las otras, y el pueblo pasó frente a Jericó. 17
Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahvé se estuvieron en seco a pie firme en medio del Jordán, mientras todo Israel pasaba en seco, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán.
Destaca el hagiógrafo la magnitud del milagro anotando que era la época de la siega de la cebada (marzo-abril), en cuya estación el río Jordán va crecido por la licuefacción de las nieves que cubren el monte Hermón. Las aguas interrumpieron su curso a unos veinticinco kilómetros al norte de Jericó, formando una barrera sólida hasta que todo Israel hubo pasado el Jordán. Las aguas descendentes siguieron su curso hasta el mar Muerto.
Los israelitas no vieron el dique o muro de aguas que se formó a mucha distancia al norte, en Adam, la ciudad que está junto a Sartán, dice el texto masorético. La ciudad de Adam (
1Re_7:46) se identifica con
tell el-Damíyeh, a unos veinticinco kilómetros al norte de Jericó, y a dos kilómetros de la ribera oriental del Jordán, en la confluencia del Yaboc, donde se encuentra hoy el puente
ed-Damiyeh, en la carretera de Naplusa a es-Salt. Sartán (
1Re_4:12;
1Re_7:46) se identifica corrientemente con Qarn
Sartabeh, promontorio de la parte oriental de la montaña de Efraím, que en forma de cuña se adentra en la cuenca jordánica, frente a
ed-Damiyeh. En tiempos talmúdicos era este promontorio uno de los lugares preferidos para anunciar el novilunio. Esta sentencia tradicional ha recibido un contratiempo principalmente por los estudios de N. Glueck7, que corrige el texto masorético como sigue: Desde Adam hasta la fortaleza (
mesad, en vez de
missad, lado) de Sartán. Este último lugar, según él, debe buscarse en
tell es-Saidiyeh, a dieciocho kilómetros al norte de
ed-Damiyeh. La historia recuerda otras dos ocasiones en que el desprendimiento de un inmenso bloque de un espolón oriental de la montaña de Efraím cayó sobre el lecho del río, interceptando el curso de las aguas. Tal fenómeno se produjo, según el historiador árabe Nuwairi, la noche del 6 al 7 de diciembre de 1267, en la región de
ed-Damiyeh. Mientras éste se produjo a consecuencia del reblandecimiento de la montaña por las lluvias torrenciales de invierno, el del año 1927 debióse a un terremoto. Que igual fenómeno se produjera en el preciso momento en que los israelitas se disponían a pasar el río Jordán, no lo afirma ni lo niega el texto sagrado. Aunque así fuera, no es menos cierto que todo fue previsto, querido y provocado por Dios con el concurso de los agentes naturales dóciles a su palabra.