Ver contexto
Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» (Juan  10, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 10.
L a situación de esta parábola Cristo Puerta y Pastor parece estar en relación de contraste con los anteriores pasajes de los fariseos. Tendrían un cierto valor polémico. Contra el monopolio de la rectoría espiritual de éstos sobre el pueblo al que apartaban de Cristo Mesías , va a contraponer Cristo que es él la única Puerta para ir, en la hora mesiánica, al pueblo, y el único Pastor al que han de seguir todos, como rebaño, para salvarse l

La parábola del Buen Pastor, 10:1-21.
El evangelista, después de hacer el primer relato, en el que se traza una estampa de la vida pastoril, destacándose en él la puerta del redil y características del pastor de las ovejas, dice que Cristo les dice esta paroimía.
El evangelista, después de exponer el primer cuadro (v.1-6), dice que Cristo habló esta ???????? (cf. Jua_16:25-29; Eco_39:3; etcétera). Esta palabra griega traduce la hebrea marshal, que abarca, genéricamente, todo tipo de sentencias: enigmas, parábolas, alegorías, proverbios, etc. Con este amplio sentido aparece en el ? .? . (2Pe_2:22)2. Se ve que aquí es un género mixto de alegoría 3 y parábola alegorizante 4. Ya que la estructura fundamental es el de una narración verosímil, excepto algún detalle puesto en orden a la alegorización. Como ésta ha de explicarse, es Cristo el que luego la va a alegorizar en un doble aspecto: el de la Puerta y el del Pastor.
La división primaria de ella es la siguiente:
1) Cuadro descriptivo parabólico (v.1-6).
2) Aplicación de la misma .... Cristo puerta (v.7-10).

Cristo pastor (v.11-18).

1 En verdad, en verdad os digo que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador; 2 pero el que entra por la puerta, ése es pastor de las ovejas. 3 A éste le abre el portero y las ovejas oyen su voz, y llama a las ovejas por su nombre y las saca fuera; 4 y cuando las ha sacado todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; 5 pero no seguirán al extraño; antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. 6 Les dijo esta semejanza; pero no entendieron qué era lo que les hablaba.

La imagen supone un redil, un seto de ovejas en el campo. Según la costumbre palestina, están hechos con un muro de piedra o con una simple empalizada de madera. Un guardián, que aquí llama portero, por la importancia alegórica que va a tener la puerta, vela durante la noche para defender el rebaño de posibles robos. Los pastores suelen retirarse del redil, y hasta, en ocasiones, ir a la tienda, donde les espera, acampada, su familia.
Si el pastor tiene que entrar en el redil, entra por la puerta, que le abre el destacado portero (??????? ). En cambio, el que pretende venir para robar o hacer una venganza en las ovejas de su vecino, ése lo hace calladamente; no entra por la puerta; entra por otra parte. Es ladrón (??????? ), que usa de astucia, y salteador (?????? ) que usa incluso de violencia. Ambas expresiones son, de hecho, sinónimas y pleonásticas (Abd_1:5), para expresar el robo y bandidaje.
El pastor, que entra por la puerta del redil por la mañana, va a sacar sus ovejas. Es frecuente que en un redil se guarden las ovejas de diversos dueños.
El pastor, cintrando, llama a sus ovejas. Estas conocen su voz y su llamada característica. Y hasta llama a sus ovejas por su nombre. De este detalle escribe Lagrange: Es aún el uso de los pastores de Palestina, como nosotros lo hemos comprobado frecuentemente.5 Recientemente todavía los pastores palestinos dan nombres a los principales animales de su rebaño 6.
Así llamadas y reagrupadas en torno suyo, las saca. Y, cuando ya están fuera, él se pone delante de ellas, a diferencia del uso de Occidente, en que los pastores suelen ir detrás. Y, llamándolas, nuevamente le siguen, porque conocen su voz. En Oriente, el pastor llama de tiempo en tiempo a sus ovejas a su presencia lanzando un grito agudo. Ellas conocen su voz y le siguen; pero, si un extraño lanza el mismo grito, se paran al punto y levantan la cabeza, como alarmadas. Si se repite este grito, se revuelven y huyen, pues no conocen la voz del extraño. Esto no es un adorno., sino un hecho. 7
Terminada la exposición de este modo, dice el evangelista que los oyentes, sin duda fariseos, no entendieron qué era lo que les hablaba. Si toda parábola o alegoría exige saber qué es lo que con ello se quiere enseñar o ilustrar, los fariseos, rectores espirituales de Israel, no podían sospechar que ellos fuesen salteadores espirituales del rebaño que estaba guardado en el redil de Israel. Cristo va a exponerlo.
Robinson piensa si en este relato no se encontrarán fusionadas dos parábolas. La primera, v.l-3a, trataría del portero; la segunda, v.3b-5, del pastor 7.

1) Cristo es la
Puerta. 10:7-10.
7 De nuevo les dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas; 8 todos cuantos han venido eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no les oyeron. 9 Yo soy la puerta; el que por mí entra se salvará y entrará y saldrá y hallará pasto. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante.

Cristo comienza identificándose, alegóricamente, con la puerta del redil. Este es Israel (v.16). El esla puerta de las ovejas. Pero el contexto exige que se refiera no a las ovejas, Israel, que entren o salgan por él, con el valor semita que esto tiene, sino a los pastores que se acercan o quieren regir, religiosamente, a Israel. Escritores antiguos interpretaban la puerta como el lugar por donde habían de pasar las ovejas (íg. De Antioquía, Ad Phil 9:1; Hermas, Pastor, comp. 9:12:3). Pero la contraposición está muy acusada entre los que vinieron antes de él, y a los que las ovejas no los oyeron; porque, siendo él la Puerta, tienen que entrar por él esos a los que las ovejas no oyeron; pues esos ladrones del v.8=al ladrón del v.10, está contrapuesto a las ovejas. El es, pues, la puerta para ingresar, lícita, digna y provechosamente, a regir el rebaño religioso de Israel (Jua_21:15-17). Pero sucedió que todos los que vinieron 8 a esta obra de rectoría religiosa eran ladrones y salteadores. Pero, aunque vinieron con estas pretensiones, las ovejas no les oyeron. ¿Quiénes eran éstos? Naturalmente no se refiere a la legítima autoridad del A.T., puesta por Dios. Se sostienen dos opiniones:
a) Los falsos mesías. Se alega para esto que no pueden ser los fariseos, pues estaban ya en el redil de Israel, por lo que no tenían que forcejear para entrar, y, siendo de hecho los rectores, no se puede decir que hacían violencia en su rectoría. Y, de hecho, el pueblo judío los seguía, los oía. Por exclusión deben de ser los falsos mesías, de los que se registran varios 9. Estos venían a Israel con una función mesiánica. Pero no podían venir rectamente. Sólo fueron para Israel, y los hechos lo demostraron, ladrones y salteadores.
b) Los fariseos. Si la vinculación de este pasaje no es histórica con la discusión y condena de la ceguedad de los fariseos, del capítulo anterior, a propósito de la curación del ciego de nacimiento, al menos tiene una manifiesta vinculación literaria. Y, por tanto, de propósito del autor contra los fariseos.
No se refiere Cristo, probablemente, a los que vinieron a Israel en estadios muy anteriores a El, sino que, con el Mesías presente, ya no cabía otra licitud para ir religiosamente a Israel que por medio de El.
Y para confirmar que los fariseos, en general, vinieron a ser para Israel ladrones y salteadores, que boicotearon el ingreso del pueblo en la fe de Cristo Mesías en el redil cristiano de Israel , basta leer los evangelios, y concretamente dos secciones de Mt y Lc, que son dos cuadros terribles a este propósito (Mat_23:1-36; Luc_11:39-52; cf. Jer_23:1.2, etc.).
El mismo Cristo se compadecerá, un día, de las muchedumbres, que, desorientadas religiosamente, estaban fatigadas y decaídas, como ovejas sin pastor (Mat_9:36).
Mientras que el ladrón del rebaño no entra por la puerta del redil, porque entra clandestinamente para perjudicar, así aquí, en cambio, siendo El la puerta, el que entra en el rebaño de Israel por medio de Cristo, que es con su fe y autoridad, ése será salvo, irá y vendrá, y encontrará pasto.
La frase ir y venir es un semitismo bien conocido, con el que se expresa las libres idas y venidas en la vida ordinaria (Num_27:17; Deu_28:6; 1Sa_29:6, etc.; Hec_1:21), con el buen suceso o éxito en una empresa.
En íntima unión con esta frase parece ha de interpretarse la primera: será salvo. Entendido de los pastores que entran al rebaño de Israel, en el contexto, este será salvo, mejor que significar que, entrando así, no se deberá temer del juicio de Dios por esta obra rectora (Jua_3:17; Jua_5:24-29; Jua_12:47; 1Jn_2:28; 1Jn_4:17), parece ser sinónimo de los versículos posteriores, y venir, nleo-násticamente, a indicar la facilidad que encontrará en su misión y el buen éxito de su empresa.
Por eso, encontrará pasto, el buen pasto espiritual, para su rebaño. Era metáfora ya usada en el A.T. para expresar una vida abundante y garantizada (Isa_49:9ss; Eze_34:14; Sal_23:2).
Y el motivo de estas facilidades en la misión de los pastores que entran al rebaño de Israel por Cristo-Puerta, y los buenos y saludables pastos que encontrarán para sus ovejas, es que Cristo no vino como los salteadores, que vienen para matar el ganado, sino que vino para que tengan vida, y la tengan abundante.
Al entrar por Cristo-Puerta, reciben de El lo que necesitan para su oficio pastoral. Y como ellos han de dispensar al rebaño la vida eterna, que es la que Cristo dispensa (v.28; cf. Jua_3:16.36; Jua_5:40; Jua_6:33.35.38; etc.), así se les dispensará esta vida que Cristo comunica, y se la dará abundantemente, que es la vida que generosamente da Cristo (Mat_25:29; Luc_6:38).
La Vulgata vierte por el comparativo más abundantemente (abundantius); pero el texto griego no pone el comparativo, sino el positivo abundantemente (???????? ). Que es lo que exige el contexto, ya que la comparación se establece entre la vida que dispensa Cristo y sus pastores y la obra de los salteadores y ladrones del rebaño. Pero éstos no confieren ninguna. Luego la vida que dispensa Cristo no es más abundante que la que comunican los otros, sino que es, simplemente, abundante.
En todo el pasaje está clara la enseñanza de que en la Iglesia habrá pastores secundarios del Príncipe de los pastores (1Pe_5:4), distintos del rebaño, habilitados, capacitados por Cristo para esta misión, y que para conducir el rebaño han de tener autoridad y todo lo que supone este apacentamiento espiritual,, que es dispensar la vida: enseñanza, sacramentos, gobierno. Es la enseñanza latente de la jerarquía y sacerdocio cristianos. Por el contrario, el que se acerca al rebaño sin entrar por Cristo, es ladrón y salteador; no está capacitado por Cristo para su oficio; por eso su obra, que en el contexto son los fariseos contemporáneos de Cristo, no es otra que venir para robar, matar y destruir (v.10) la fe en Cristo, y, en consecuencia, la vida, que sólo El dispensa.
Se pensó sobre el posible origen de donde se toma esta imagen de la Puerta. Se dice que de la gnosis precristiana, donde la puerta es de uso muy frecuente. Se citan las Homilías pseudode-mentiras (III 52), pero éstas son de época cristiana, y están influidas por Jua_10:7.9. Otros piensan en el Sal_118:20 (LXX): Esta es la puerta del Señor, los justos entrarán por ella. De este mismo salmo, los v.22 y 26 son citados como mesiánicos en los evangelios (Mat_21:42 par. y Mar_11:9 par.). Acaso pudo haber sido sugerido por este salmo mesiánico: sería Puerta mesiánico-divina.

2) Cristo es el
Buen Pastor, 10:11-18.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas; 12 el asalariado, el que no es pastor dueño de sus ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata y dispersa las ovejas, 13 porque es asalariado y no le da cuidado de las ovejas. '4 Yo soy el buen pastor y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, ! 5 como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y pongo mi vida por las ovejas. 16 Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que Yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto el Padre me ama, porque Yo doy mi vida para tomarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; soy yo quien la doy de mí mismo. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Tal es el mandato que del Padre he recibido.

El segundo cuadro que Cristo presenta, alegorizando la parábola base, es anunciarse El como el buen pastor.
El se presenta como el Pastor, el bueno. Con ello quiere decir que en El se encuentran las condiciones eminentes de un pastor; es decir, de un pastor espiritual digno de este nombre. Y dos veces va a usar aquí este tema, en el que expresará varios aspectos de su obra de buen pastor.
1) La primera es que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Si en absoluta exigencia moral no se exigiese tanto, con ello se expresa la solicitud del Buen Pastor, Cristo, apuntándose con ello elementos alegóricos. Acaso esté inspirado en lo que David, tipo del Mesías, cuenta de sí mismo cuando era pastor: que perseguía al león o al oso que le había robado una oveja, hasta quitársela de sus fauces (1Sa_17:34-36; cf. Eze_34:23; Isa_31:4).
Pero frente al buen pastor está el pastor asalariado, que no puede tener, naturalmente, esta estima por el rebaño. Y así, al ver venir al lobo, que es el enemigo tradicional de las ovejas 10 (Eco_13:21; Isa_11:6; Mat_10:16; Luc_10:3), abandona el rebaño, poniéndose a salvo, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Algunos Padres (San Agustín, San Crisóstomo) y varios autores pensaron que en el pastor asalariado se significaba a los fariseos, y en el lobo, que arrebataba y dispersaba las ovejas, se significaba al diablo. Tratándose fundamentalmente de una parábola alegorizante, se ve ya que no todos los elementos exigen una interpretación alegórica. Aunque en el ? . ? . se usa la imagen de lobos rapaces para indicar las infiltraciones heréticas (Hec_20:28ss), aquí parece ser un elemento más para la descripción del tipo, como no pasan, probablemente, de serlo los osos y los leones que David mataba (1Sa_17:34-36). No lo es, en cambio, el ver en la pintura del pastor asalariado, no un simple recurso literario de contraste, sino una alusión intencionada a los malos pastores de entonces en Israel, los fariseos, ya que instintivamente se piensa en ellos por la estructura del pasaje.
Frente a estos malos pastores, que huyen ante los peligros de su rebaño, Cristo es para su rebaño de Israel el buen pastor, que de tal manera lo vigila y apacienta, que hasta llega a dar su vida en provecho de sus ovejas. Lo que aquí dice, sapiencialmente, como condición de todo buen pastor, con el que se identifica, será tema que lo expondrá ampliamente luego (v.15; c.17.18). Es la enseñanza y profecía de la muerte redentora de Cristo.
2) El segundo aspecto de su obra de buen pastor es el conocimiento que El tiene de sus ovejas, lo mismo que el que ellas tienen de El. Y esto en su doble aspecto: a) las ovejas de Israel; b) las de los gentiles.

Yo soy el Pastor, el bueno,
y conozco a las mías (ovejas)
y las mías me conocen a mí,
como el Padre me conoce a mí
y yo conozco al Padre.

Entre Cristo y sus ovejas hay un conocimiento recíproco. Pero el conocimiento universal y sobrenatural de Cristo a las ovejas de su rebaño está muy acusado. No es por alguna señal externa, sino por algo más íntimo, más profundo y auténtico, basado en una semejanza de como el Padre y el Hijo se conocen, que no es solamente por un conocimiento intelectual, sino por un conocimiento a la vez intelectual y amoroso. No se trata aquí de las relaciones metafísicas del Padre y el Verbo, sino de las relaciones mutuas del Padre y el Hijo encarnado conocimiento y amor recíproco de ambos (Mat_11:27 par.) , que es el tema del evangelio de Jn, y cómo podrá el Hijo dar su vida por las ovejas (v.15c). Jn dice en otro pasaje, suponiendo este conocimiento amoroso: El que ama es nacido de Dios ya Dios conoce. El que no ama no conoce a Dios ( 1Jn_4:7.8; Jua_15:15; Sal_1:6, etc.). Calcado este conocimiento y amor en el conocimiento amoroso del Padre y del Hijo encarnado, se sigue que, en sus ovejas, este conocimiento es sobrenatural, y este amor es de candad. Estas ovejas aman a Cristo como al Hijo de Dios encarnado.
Si en el fondo de todo este conocimiento amoroso hay una predestinación (Jua_6:44.65), lo que resalta inmediatamente es la ternura con que Cristo conoce y ama. Y son las ovejas que conocen su voz (v.3c), y El va delante de ellas en su vida y las llama por su nombre. Así llamó a sus apóstoles e incluso materialmente a Pedro, cambiándole el nombre y preguntándole un día por su amor (Jua_21:15ss), lo mismo que llamó por su nombre a María Magdalena (Jua_20:16).
Pero, diciendo aquí que conoce a sus ovejas, y que éstas, y no habla de otras, le conocen, al modo amoroso que indica, hace ver que se refiere a sus discípulos. Es ya un conocimiento amoroso actual. Por tanto, saben quién es El el Hijo de Dios ; y así le aman. Y amándole como a tal, le siguen: son sus discípulos. Es ya el conocimiento postpentecostal en ellos, y la teología de Jn extendida a la Iglesia.
3) Un tercer aspecto de la obra de este Buen Pastor es que tiene que extender su solicitud a la universalidad del rebaño (v.16). Por eso proclama con el ansia del verdadero Buen Pastor:

Y tengo otras ovejas que no son de este redil,
y a éstas es preciso que yo las conduzca y que oigan mi voz;
y serán un rebaño (??? ?????? ), un pastor (??? ?? (??? ).

Las otras ovejas, contrapuestas a las que ya tiene en el redil del cristiano Israel, el redil que estaba bajo la conducción del Pastor divino, son los gentiles.
Muriendo por todos (Jua_11:52), conviene (??? ) pero en el sentido de ser necesario, como es tan frecuente en Jn, por ser los planes de Dios (Jua_3:14.30; Jua_9:4; Jua_12:34; Jua_20:9) que a todos los tenga en su rebaño; que oigan, eficazmente, su voz (Jua_5:25; Jua_18:37; Jua_3:29), que le conozcan amorosamente, como las ovejas cristianas del otro redil, a fin de que El las conduzca como rebaño único, que El guía a la vida eterna (v.28), que abundantemente (v.10) les da. Y así no habrá más que un Pastor, el único, el Buen Pastor, que conduce al cielo, a la vida, a un único rebaño, compuesto de los fieles de Israel y de todo el mundo. Es a un tiempo la enseñanza de la vocación universal de las gentes y la profecía de su incorporación al rebaño de Cristo. Es el tema que Juan se complace en destacar (Jua_11:51.52).
Pero esto era dar también cumplimiento a las profecías mesiánicas sobre la función pastoral del Mesías. Lo que era un modo de evocar sobre sí el valor mesiánico de las profecías, y, al conectarse con ellas, presentarse como el Mesías-Pastor. Así se decía, por ejemplo, del Mesías-Pastor:

Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará.
Mi siervo David (el descendiente, el Hijo de David; Mat_21:9),
él las apacentará, él será su Pastor (Eze_34:23).

Ni parece improbable que también se quiera aludir con ello a la divinidad de Cristo, ya que Yahvé es presentado reiteradamente como el Pastor de su pueblo.
4) Un cuarto aspecto de Cristo, el Buen Pastor, es que da su vida en provecho (???? ) de las ovejas (v.15c). En esta expresión está manifiesta la alusión a su muerte sacrificial redentora (Jua_6:51; 1Jn_3:16).
Pero en los v.17 y 18 se alude a tres aspectos de esta muerte de Cristo.
Uno es el aspecto triunfal de su muerte: muere para resucitar. En el evangelio de Jn, la hora de Cristo, más que el aspecto de su muerte, es ésta, pero como paso para su triunfo en la resurrección (Jua_11:23-33; Jua_17:1-5). Da ahora su vida para tomarla de nuevo.
Otro aspecto de su muerte es la libertad con que muere. Nadie le quita la vida por fuerza, sino que El la da libremente. Más ansia que los enemigos por llevarle a la cruz, la tiene El para así glorificar al Padre (Luc_12:50).
Tanto para dar su vida como para tomarla de nuevo resucitado, el Padre le dio potestad. Esta potestad (??????? ) que tiene del Padre es el poder disponer de ella; sin su consentimiento, nadie hubiese podido quitársela. Es tema que Jn se complace en destacar repetidamente en su evangelio (Jua_13:3a; Jua_14:31; Jua_17:19; Jua_18:4; Jua_19:30). Igualmente se recoge en otro pasaje una alusión al poder de Cristo en la obra de su resurrección, puesto en función de este pasaje: Destruid este templo su cuerpo ? en tres días lo levantaré (Jua_2:19).
Por último, se expone que, para esta obra, Cristo tiene un mandato del Padre. Cristo en toda su obra no hace más que obedecer el plan del Padre. El mismo dirá, valorando este mandato recibido: Si guardáis mis mandatos, perseveraréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y persevero en su amor (Jua_15:10; Jua_12:49; Jua_15:12.13). Es la doctrina que el ? . ? . enseña sobre Cristo: su obediencia a los mandatos del Padre (Flp_2:8; Rom_15:19; Heb_5:8).
Y así, por esta obediencia y sumisión total a los planes del Padre, por todo esto, Cristo está siendo también siempre amado por el Padre (Jua_5:20).
En este pasaje se enseñan las cuatro notas de la Iglesia, del rebaño de Cristo:
a) Una: Será un solo rebaño.
b) Santa: Cristo da la vida para que tengan vida abundante.
c) Católica: Al redil cristiano de Israel se añaden las ovejas de la gentilidad.
d) Apostólica: Es menos expreso. Pero habrá otros pastores secundarios, de los cuales, los primeros fueron los apóstoles.
Toda la enseñanza de este concepto de Iglesia rebaño se desenvuelve bajo el concepto de un rebaño sensible, pues es social, y para eso tiene sus pastores.

Valoración originaria de esta parábola alegorizante.
La parábola primitiva v.1-6 fue dicha contra los fariseos. En la hora mesiánica sólo se entra en el reino por Cristo y sólo se pastorea a los fieles por delegación de El. Acaso haya sido ésta la enseñanza fundamental de la parábola primitiva. ¿Lo es también la doble alegorización de Cristo?
En principio no puede negarse. Pero se ve, sin embargo, en la doble redacción una concepción y desarrollo de la teología de San Juan, aparte de su vocabulario, aunque el fondo de los cuadros sea semita; pero Jn lo es.
Esto hace pensar, como en la alegorización posterior de otras parábolas de Cristo, por parte de la Iglesia primitiva en los sinópticos, que aquí haya unaalegorización por parte de Jn de la parábola primitiva, siguiendo la línea homogénea de la misma, y en la que hay sentencias de Cristo; v.gr.,Yo soy el Buen Pastor, para precisar bien la doctrina en la crítica situación por la que pasaba la Iglesia de sus días. Nacían entonces las primeras herejías, aludidas en el ? . ? . Jn mismo llamará a sus fautores anticristos (1Jn_2:18), que salieron de nosotros (1Jn_2:19), y que ha escrito esto (a la Comunidad) sobre los que os engañan (1Jn_2:26).
No eran, pues, esos secuaces cristianos los que entraban así en el rebaño de Cristo, ni lo podían pastorear en su nombre. Jn no hacía más que matizar, adaptándola a esta situación nuevo-analógica, la parábola primitiva de Cristo contra los fariseos.
Ni sería esto otra cosa que un caso particular de todo el evangelio de San Juan, que es el desarrollo de un sentido pleno de la enseñanza de Cristo, con un enfoque característico a la luz pospentecostal, y destacándose, en orden a los gentiles, la universalidad de la redención 10.

3) Diversas reacciones ante estas enseñanzas de Cristo,1Jn_10:19-21.
19 Otra vez se suscitó desacuerdo entre ellos a propósito de estos razonamientos. 20 Pues muchos de ellos decían: Está endemoniado, ha perdido el juicio; ¿por qué le escucháis? 21 Otros decían: Estas palabras no son de un endemoniado, ni el demonio puede abrir los ojos a los ciegos.

Evangelista pone las diversas reacciones entre los judíos a propósito de estas enseñanzas. Se produjo entre ellos desacuerdo.
Para unos, fariseos, a quienes especialmente se dirigía, la reacción era la esperada. Hostil. Y llamarle loco y endemoniado. Para ellos, sólo un insensato podría ir en contra de lo que pensaban. Por endemoniado podían querer decirle lo que en otras ocasiones: que obraba en virtud de Satanás (Mat_12:44ss) .
Pero otro grupo de personas, probablemente fariseos del tipo de Nicodemo, que creían en El a causa de sus milagros (Jua_2:23-25; Jua_3:1.2), empiezan a abrir los ojos a la luz de Cristo. Les mueve a ello la grandeza de su doctrina, pero también los milagros. Se alude al milagro del ciego de nacimiento. Se reconoce que fue milagro y que sólo Dios pudo hacerlo. El resaltar que el demonio no puede abrir los ojos a los ciegos, alude, seguramente, a la vieja insidia lanzada por grupos de fariseos, según los cuales Cristo obraba sus prodigios en virtud del príncipe de los demonios (Mat_12:24ss par.), y a la que Cristo refutó irrebatiblemente. La luz iba alumbrando a muchos ciegos de alma en Jerusalén.

Enseñanza en la fiesta de las Encenias,Mat_10:22-39.
El relato que pone Jn a continuación responde a un tiempo bastante alejado de los últimos acontecimientos. Va a tener lugar en los días de la fiesta de la Dedicación o de las Encenias. Los discursos anteriores debieron de estar más próximos de la fiesta de los Tabernáculos (Jua_7:2; c.9). De ser así, entre ambas fiestas tenían que transcurrir unos dos meses, ya que la fiesta de la Dedicación se celebraba el 25 de Kasleu (nov.dic.), y la de los Tabernáculos en el mes de Tishri (sept.-oct.).

22 Se celebraba entonces en Jerusalén la Dedicación; era invierno, 23 y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Le rodearon, pues, los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si eres el Mesías, dínoslo claramente. 25 Respondióles Jesús: Os lo dije y no lo creéis; las obras que Yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí; 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, 28 y yo les doy la vida eterna, y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que mi Padre me dio es mejor que todo, y nadie podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre somos una sola cosa. 31 De nuevo los judíos trajeron piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió: Muchas obras os he mostrado de parte de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 33 Respondiéronle los judíos: Por ninguna obra buena te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34 Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra Ley: Yo digo: Dioses sois? 35 Si llama dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios, y la Escritura no puede fallar, 36 de aquel a quien el Padre santificó y envió al mundo decís vosotros: Blasfemas, porque dije: Soy Hijo de Dios? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero si las hago, ya que no me creéis a mí, creed a las obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí, y Yo en el Padre.39 De nuevo buscaban cogerle, pero El se deslizó de entre sus manos.

La escena pasa en Jerusalén, en los días en que se celebraba la fiesta de la Dedicación. El término griego significa innovar, y, en sentido derivado, consagrar o dedicar. En hebreo se llama la fiesta hanukkah (Esd_6:16ss; Dan_3:2), del verbo hanak, innovar, dedicar.
Esta fiesta tenía por objeto conmemorar anualmente la purificación del templo por Judas Macabeo, en el año 148 de los Seléucidas, que corresponde al 165 a.C., después de la gran profanación que de él había hecho Antíoco IV Epífanes (1Ma_4:36-59; 2Ma_1:2-19; 2Ma_10:1-8).
Comenzaba esta festividad el día 25 del mes de Kasleu (nov.-dic.). La fiesta duraba ocho días (2Ma_10:6). Tenía un ceremonial calcado en el de la fiesta de los Tabernáculos (2Ma_1:9; 2Ma_10:6). Más tarde vino a caracterizarse por las luminarias (2Ma_1:19-22), tanto que se la llamó, por antonomasia, la fiesta de las Luminarias 12. Pero no tanto por las luminarias cuanto por la luz de la libertad, según Josefo.
Para la fiesta de la Dedicación no era obligatoria la peregrinación a Jerusalén, como en las otras tres grandes fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 13.
La escena tiene lugar cuando Cristo se paseaba en el templo, por el llamado pórtico de Salomón. Así se llamaba a una sección del pórtico oriental 14. Estaba situado este pórtico en la parte exterior oriental del templo y dominaba un profundo valle, el Cedrón; sus muros medían 400 codos (sobre 200 metros), y estaba construido con blanquísimas piedras de sillería, cada una de las cuales medía 20 codos de largo (sobre 10 metros) y seis de alto (unos tres metros); era la obra del rey Salomón, 15 y el pórtico más antiguo de los conservados.
Probablemente, al referir que se estaba en invierno y que se paseaba Cristo por este pórtico, es que sería lugar acogedor en esta estación del año. Es además una indicación para los lectores de la gentilidad, para precisarles la época de esta fiesta.
En este escenario, un día de la fiesta de la Dedicación, los judíos, que son indudablemente, por su argumentación, los fariseos, lo rodean, lo estrechan así en un círculo para forzarle a una respuesta. Es lo que parece seguirse de todo el episodio, del tipo de argumentación farisaica insidiosamente usada y de su emplazamiento literario en este preludio final yoanneo de la muerte de Cristo. Las ideas, fundamentalmente, se repiten. Así le dicen y preguntan:
¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso?; literalmente: ¿Hasta cuándo (tendrás) levantada nuestra alma?; es decir: le preguntan hasta cuándo los va a tener en incertidumbre sobre algo que les interesa grandemente. Por eso concluyen: Si eres el Mesías, dínoslo claramente; y por el término griego usado aquí y en otros pasajes de Jn, probablemente significa, no sólo claramente, sino dicho con plena libertad (Jua_7:13.26; Jua_18:20).
Lagrange notó muy bien que Juan está, por eso, aquí perfectamente de acuerdo con los sinópticos sobre el secreto mesiánico, tan notable, sobre todo, en Marcos. 16
La respuesta de Cristo es que ya se lo dijo repetidas veces, no tomando la misma palabra de Mesías, pero sí con las obras, que, hechas en nombre de mi Padre, dan, por lo mismo, testimonio de El. Pero, a pesar de todo, ellos no creen. ¿Por qué? Cristo va a dar la razón honda de esto, al tiempo que, con este motivo, va a hacer una declaración terminante de su divinidad. El razonamiento se puede sintetizar así:
No creen porque no son de sus ovejas,
pues éstas oyen su voz, por lo que se sigue
que por eso no perecerán, por eso no perecerán, [El las conoce, ellos le siguen.
El les da la vida eterna]
pues nadie las arrebatará de mi mano.
Y como esto (éstas) es don del Padre a Cristo,
nadie puede arrebatar nada del Padre.
Y el Padre y Cristo son una misma cosa en esto.

Varios son los puntos doctrinales de este pasaje. Son los siguientes:
1) En la fe en Cristo, y, por tanto, en sus obras, que son signos, si inmediatamente hay causas diversas, v.gr., malas disposiciones, temor de la luz (Jua_3:19-21), espíritu terreno (Jua_8:23), en el fondo de ello existe una predestinación. Braun ha escrito, comentando este pasaje: La doctrina de la predestinación no tiene que hacer nada aquí. 17 Pero esta afirmación va en contra del contexto del evangelio de Jn, en donde ya se dijo, a propósito de la incredulidad en Cristo, que nadie puede venir a mí si el Padre no le trae (Jua_6:44; cf. 8:47), y contra el contexto inmediato, en donde se dice que los que creen en El es don del Padre (v.29).
2) Cristo se presenta con un conocimiento sobrenatural y universal de sus ovejas; con un oficio de Pastor que llama a sus ovejas de modo real, aunque misterioso, porque aquéllas oyen su voz; con un poder vitalizador, pues les da la vida eterna (v.28); y se presenta dotado de un poder trascendente, pues nadie puede arrebatar de su mano estas ovejas.
3) Todo este rebaño espiritual es un don del Padre a El. Pero la formulación de este hemistiquio tiene una dificultad clásica de lectura y de interpretación. Son las siguientes:

a) Mi Padre, el que (?? ) me dio a mi
es más grande que todo.

b) Mi Padre, lo que (?? ) me dio,
es más grande que todo.

Críticamente, la pnmera lectura es admitida por muchos, apoyada en ? S L W, Vet. lat., Vulg., Tert., HiL, Ag. 18. Por crítica interna se ve que es lectura más fácil. Además deja sin complemento lo que el Padre dio a Cristo. La segunda es la ordinariamente admitida. En ella puede ser traducido el más grande por más precioso (Mat_23:17.19). Así, su lectura es:

Lo que el Padre me dio es más precioso que todo.

¿Qué es eso que el Padre dio a Cristo? A tres pueden reducirse las posiciones.
a) La naturaleza divina. San Agustín es el primer representante de esta posición. 19. Entre los exegetas que le han seguido están Cornelio A., Knabenbauer, Patrizi, Lebreton. Con esta posición parece concordar lo que se dice en el concilio IV de Letrán (a. 1215): El Padre, generando eternamente al Hijo, le da de-dit su sustancia, conforme a lo que El mismo dice: Lo que me dio el Padre es más grande que todo. 20 Pero, como nota oportunamente Prat,se sabe que la prueba escrituraria no es definida con la doctrina que ella ilustra 21, y los autores católicos lo interpretan diversamente.
b) El poder divino. Sería el poder divino que el Padre le había comunicado, tanto para hacer milagros como para conducir las ovejas y darles la vida eterna. Así Belser, Schanz, Tillmann.
Pero el contexto, como se verá, exige otra interpretación, distinta de estas dos propuestas. Cristo no iba a decir algo incoherente. Pues si aludiese a que este don del Padre era la naturaleza divina o el poder divino, ¿quién pretendería arrebatar del Hijo la naturaleza divina o el poder divino de que estaba dotado?
c) Las ovejas que oyen su voz. Esta interpretación es exigencia del ritmo conceptual progresivo del pasaje. La garantía de que las ovejas que oyen su voz no perecerán es:

a) Que nadie las arrebará de mi mano, o poder.
b) Porque es un don que le dio el Padre, el cual don es más precioso que todas las cosas. Nada es comparable a la vida eterna, que Cristo dispensa (Jua_17:1-4). El mismo lo dijo en otra ocasión: ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mat_16:26; Luc_9:25) 22.
c) Y de la misma manera que nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre, que aquí son las ovejas, así tampoco se las puede arrebatar de las suyas.
d) Porque, en definitiva, Yo y el Padre somos una sola cosa.
Así, el pensamiento tiene un ritmo de desarrollo progresivo perfectamente lógico. Y conceptualmente encuentra otros pasajes paralelos en el mismo cuarto evangelio (Jua_6:37.39; Jua_17:24; compárese con Jua_17:24).
4) Por último, Cristo, como garantía de este poder salvífico que tiene para sus ovejas, proclama su divinidad, diciendo: Yo y el Padre somos una cosa (?? ????? ).
Directamente se expresa esta unidad entre el Padre y el Hijo en el poder. El Padre y el Verbo encarnado son una sola cosa. Pero lo son no sólo como un profeta, en el plan, conocimiento y actividad de Cristo para su obra salvadora. Sino también, por razón de la persona divina, tiene una unión ontológica divina con el Padre.
Esta expresión encuentra su clarificación en la oración sacerdotal, en la que Cristo pide al Padre que le glorifique con la gloria que tuve cerca de ti antes de que el mundo existiese (Jua_17:5.24), lo mismo que en el prólogo, en el que se enseña abiertamente que el Verbo, que se va a encarnar, era Dios.
Y que éste es el intento del evangelista no cabe dudarlo después de lo que enseña en el prólogo, en la tesis de su evangelio, y por la reacción que recoge de los judíos fariseos que le oyeron, pues trajeron piedras de las que había allí mismo en el templo aún en construcción, y de las que se sirvieron los judíos en más de una ocasión para apedrear a la guarnición romana 23, para apedrearle como blasfemo, pues dijeron que tú, siendo hombre, te haces Dios (v.31-33).
Al argumentarle los fariseos, sacando la conclusión que encerraba su enseñanza, que se hacía Dios, quisieron apedrearle, puesto que este tipo de pena era el que correspondía a los blasfemos. Y el argumento que Cristo va a esgrimir contra ellos es éste:
En la Ley 23, que son los Salmos, pero que Jn cita así en otras ocasiones la Escritura (Jua_7:49; Jua_12:34; Jua_15:25), se lee la siguiente personificación escenográfica: Dios cita a su juicio a los jueces inicuos, y para nombrarles y constituirles como tales, les dice: Yo dije: Sois dioses Elohím athem , todos vosotros hijos del Altísimo (Sal_82:6). A los jueces, por recibir su poder de Dios (Rom_13:1) y porque el juicio es de Dios (Deu_1:17; cf. Deu_19:17), se los llama, en esta mentalidad semita, dioses, por participadores de este poder divino (Gen_1:27).
Partiendo de esto, Cristo va a usar un argumento a fortiori, de tipo rabínico, llamado del ligero y de grave (qal washomer) 24. Y así les argumenta: Si la Escritura, palabra de Dios, que no puede fallar, llama dioses a unos hombres por participar un simple poder judicial, no puede ser blasfemia que El, a quien el Padre consagró y envió al mundo, y la prueba de lo que dice son los milagros, diga que es Hijo de Dios.
Si los fariseos no negaban las obras milagrosas de Cristo, y aquí no las atribuían, como en otras ocasiones, a Satanás (Mat_12:24 par.), el argumento era incontrovertible. Y que no podían hacerlo es lo que decía el ciego de nacimiento: que Dios no oye a los pecadores (Jua_9:31); y los milagros suyos eran tan evidentes, que aquí mismo los alega como testimonios inexcusables; precisamente los milagros fueron lo que hizo creer en El a Nicodemo y a otros grupos de fariseos (Jua_2:23; Jua_3:1-2). Pero no por negarlos desvirtuaban su valor objetivo; tanto que esto les hacía a ellos inexcusables (Jua_9:39-41; Jua_12:37ss; Jua_15:24). Más que un simple juez dios era el que el Padre envió al mundo como su Mesías, y que, proclamándose el Hijo de Dios, lo rubricaba apologéticamente con milagros.
Por eso alega esto, como en otras ocasiones (Jua_5:36; Jua_10:25; Jua_14:10.11), para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Si Dios estaba jurídicamente presente en los jueces, tenía que estarlo realmente en el que se decía su Hijo.
Esta presencia mutua del Padre y del Hijo no es sólo una presencia moral, ni aun s implemente física por la acción del milagro, del cual Cristo es instrumento, sino que es más profunda. La presencia moral de Dios, y viceversa, la tenía todo judío piadoso; la física parecería explicarlo. Sería la profunda presencia y unión con el Padre en sus obras, ya que El nada hacía sin el Padre (Jua_5:30). Pero la lógica de la argumentación es que, no habiendo retirado nada de su proposición primera, por la que querían lapidarle, puesto que tú, siendo hombre, te haces Dios (Jua_10:33), aquí la conclusión abocaba a lo mismo. Si inmediatamente indica la absoluta unión (v.30) y presencia (v.38) del Padre y del Hijo en el obrar, está expresándose esta unión íntima y total ontológica de Cristo con el Padre el Hijo de Dios encarnado , que se expuso a propósito del v.30. Esto es lo que entienden los judíos, pues quieren volver a apoderarse de El, sin duda para lapidarle. Pero esto es a lo que lleva por necesidad, además, el intento del evangelista, por la semejanza conceptual con otros pasajes de Cristo y de Juan.
De Cristo basta ver los atributos divinos que reclamó para sí en el capítulo 5 (Jua_5:19-30) 25.
En el capítulo 14 dirá Cristo: El que me ha visto a mí (como Hijo), ha visto al Padre. El Padre, que mora en mí, hace sus obras. Creedme, que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; al menos, creedlo por las obras (Jua_14:9-11; cf. Jua_17:21).
Y el evangelista dice del Verbo encarnado que el Verbo estaba en Dios (en el Padre) 26, y el Verbo era Dios (Jua_1:1).
Y queriendo apoderarse de El, se salió de sus manos. No había llegado su hora, tema que tanto cuenta en el evangelio de Jn (Jua_7:30; Jua_8:20, etc.). El mismo logró evadir aquello ¿Cómo? No se dice. ¿Es que la lapidación no había sido más que una amenaza? ¿O acaso el pueblo se puso de su parte? 27. Acaso, una vez más, la grandeza de Cristo, sin aparatosidad, se impone.

Cristo se retira hacia el Jordán,
Jua_10:40-42 (Mat_19:1.-2; Mar_10:1).
El evangelista consigna un dato histórico-teológico sobre Cristo: se retira cerca del Jordán. También lo recogen los sinópticos (Mat_19:1.2; Mar_10:1). Sin duda es un episodio que tiene su valor propio, pero en el plan de Jn viene a servir de introducción a la resurrección de Lázaro.

40 Partió de nuevo al otro lado del Jordán, al sitio en que Juan había bautizado la primera vez, y permaneció allí. 41 Muchos venían a El y decían: Juan no hizo milagro alguno, pero todas cuantas cosas dijo Juan de éste eran verdaderas.42 Y muchos allí creyeron en El.

Después de estas disputas y peligros farisaicos, Cristo se retira otra vez, por relación a la narración ya hecha por el mismo Jn (Mar_1:19ss). Fue a Betania, en TransJordania (Jua_1:28), pues dice que era el lugar en que Juan había bautizado la primera vez, en contraposición a Enón, cerca de Salím, adonde posteriormente vino y bautizaba (Jua_3:23). Allí permaneció Cristo algún tiempo. Lejos de Jerusalén y de las disputas y persecuciones, debieron de ser aquellos días en Perea un oasis de tranquilidad.
Pero se debió de dedicar allí mismo al apostolado, pues venían muchos a El. Y muchos allí creyeron en El.
En Betania de TransJordania debió de quedar vivo el recuerdo del Bautista, Mas también allí mismo se evocaban sobre Cristo los vaticinios mesiánicos del Bautista acerca de Cristo.
La impresión de las gentes ante Cristo debió de ser muy fuerte. Pues, a pesar de la grandeza del Bautista, contrastaron y proclamaron dos cosas: a) que el Bautista no había hecho ningún milagro, recordándose allí los milagros de la vida apostólica y taumatúrgica de Cristo, si no es que, acaso, allí también entonces hizo milagros; b) pero que, en cambio, todo lo que el Bautista había dicho de Cristo era verdad.
Acaso no sea imposible que, al contrastarse aquí que el Bautista no hizo ningún milagro, sea un dato más en el esquema yoanneo de situar la figura del Bautista en inferioridad ante Cristo, a causa del excesivo relieve que le habían dado algunas sectas bautistas (Hec_19:3).

1 P. W. Meyer, En Jbl (1956) P.232-235. 2 Vosté, Parabolae Selectae. (1933) II P.788-789. 3 Buzy, Introduction Aux Parábales Evangeliques (1912) P.427ss. 4 Braun, L'évang. S. St. Jean (1946) P.395; Leal, Forma, Historicidad Y Exegesis De Las Sentencias Evangélicas: Est. Ecl. (1957)285-289; Mollat, Les Déclaraíions De Jesús Sur Lui-Meme Dans Le Iv évangile: Nouv. Rev. Théol. (1948) 854-855; Faggio, Christus Ovium Et Pastor: Verb. Dom. (1950) 168-175; Bauer, Oves Meae Quaenam Suntf: Verb. Dom. (1954) 321-324. 5 Lagrange, évang. S. St. Jean (1927) P.276. 6 Jaussen, Naplouse P.305. 7 Thomson, The Lana And The Book P.205; Fillion, Vida De N. S.J.-C. Vers. Esp. (1942) 111 P.331 Not.159; Power, Pastor Et Grex In Palaestina Antigua Et Moderna: Verb. Dom. (1951) 21-25. 7 J. A.T. Robinson, The Parable Of John 10:1-5: Zeits. Neut. Wissens. (1955) 233-240. 8 Algunos Códices Añaden: Antes De Mí, Pero Es, Considerado Como Una Adición. Cf. Lacrare,'évangile S. St.Jean (1927) P.277-278. 9 Hec_5:36.37; Josefo, De Bello Iud. Ii 8:1; Antiq. 18:1:6; Lagrange, Le Messia-Nisme. P. 18. 10 L. Cerfaux, Le Theme Parabolique Dans Cévangile De St. Jean: Rlc Ii P. 17-26; J. Leal, Forma, Historicidad Y Exégesis De Las Sentencias Evangélicas: Estecl (1957) P.285-289; D. Mollat, Les Declarations De Jesús Sur Lui-Meme Dans K Iv évangile: Nouv. Rev. Théol. (1948) 854-855; E. F. F. Bishop, The Door Of The Sheep: Exposit. Tim. (1960) 307-309. 11 Acaso Esta Doble Expresión Pudiera Ser Una Fórmula Pleonástica Hecha: La Enfermedad Causada Por Espíritus Diabólicos. 12 Josefo, Antiq. XII 7:7. 13 Sobre La Fiesta De La Dedicación, Cf. Strack-B., Kommentar. 11 P.539-541; Hópfl, Das Chanukafest: Bíblica (1922) 165-179. 14 Rev. Bib. (1928) 472. 15 Josefo, Antiq. Xx 9:7. 16 Lagrange, évang. S. St. Jean (1927) P.286. 17 Braun,'évang. S. St.Jean (1946) P.299. 18 Nestlé, N.T. Graece Et Latine (1928) Ap. Crít. A Jua_10:29; P.78 Nota 1; J. N. Birdsall, En Jts (1960) P.342-344. 19 In Evang. Lo. Tractatus Tr.48:6.7. 20 Denzinger, Ench. Symb. N.432. 21 Prat, Jésus-Christ (1947) Ii P.78. 22 Cf. Ench. Bib. N.530. 23 Josefo, Antiq. XVIII9:3; De Bello Iud. Ii 12:1. 23 Los Judíos A Veces Se Referían A Todo El A.T. Con El Título De Ley (Cf. Strack-B., Kommentar. Ii P.542ss.). 24 Strack-B., Kommentar. Iii P.223ss; Bonsirven, Le Juda'isme. (1934) I P.296ss. 25 Comentario A Jua_5:19-30. 26 Comentario A Jua_1:1. 27 Braun, évang. S. St. Jean (1946) P.401.


Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 10

EL BUEN PASTOR (10,1-42)

El capítulo 10 es el último discurso de revelación y de polémica con «los judíos». Su tema principal lo forman las afirmaciones «yo soy»: «yo soy la puerta» y «yo soy el buen pastor». Ambas afirmaciones expresan algo definitivo, una cumbre real, a saber: la exclusividad de la revelación y de la mesianidad de Jesús, y ello en el sentido delineado por Juan. A mi entender, en la imagen del «buen pastor» se perfila la peculiar imagen del Mesías que tiene el círculo joánico. En ella se manifiestan el modo y el origen de la mesianidad de Jesús tal como los entiende Juan frente a las concepciones mesiánicas del judaísmo. Las diferentes afirmaciones de estos textos, que apuntan a la muerte y resurrección de Jesús y que permiten establecer una serie de conexiones con «los discursos de despedida», explican el carácter kerigmático de la sección. Se trata, en efecto, de exponer la imagen cristiana del Mesías, que sólo se puede entender rectamente desde la muerte en cruz de Jesús.

El capítulo 10 plantea a la exégesis toda una serie de problemas objetivos y crítico-literarios. La redacción actual produce, en realidad, un efecto de confusión y desorden, hasta el punto de hacer pensar en cambios y trastrueques de folios en la redacción final. (...)

Aunque siempre he sido cauto con los cambios, y en principio lo sigo siendo, me parece que en este caso se justifica una transposición, lo que no quiere decir que con ello se eliminen todas las durezas del texto. El orden propuesto quedaría así:

1º. Ulterior enfrentamiento acerca de la curación del ciego (10,19-21);

2º. Introducción al discurso del buen pastor: la fiesta de la dedicación del templo en Jerusalén (1(),22-26);

3º. Yo soy la puerta (10,7-10);

4º. El discurso enigmático (10,1-6);

5º. Yo soy el buen pastor (10,11-15.16-18.27-30);

6º. La disputa acerca de la filiación divina (10.31-39); 7º. Jesús se esconde (10,40-41).

Esta distribución debería hacer más comprensible el texto en su conjunto.

1. ULTERIOR ENFRENTAMIENTO ACERCA DE LA CURACIÓN DEL CIEGO (Jn/10/19-21)

19 De nuevo hubo división entre los judíos por causa de estas palabras. 20 Pues muchos de ellos decían: Es un endemoniado y está loco. ¿Por qué lo escucháis? 21 Pero otros replicaban: Estas no son cosas de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?

No hay duda de que estas palabras entran todavía en el ciclo de la curación del ciego, sin que tengan un lugar adecuado en el contexto del discurso del pastor (cf. una situación parecida en 7,15-18). Como reacción de «los judíos» a palabras y hechos de Jesús se han conservado de nuevo en un tono tan general, que pueden trasladarse sin dificultad alguna a otro lugar. En efecto, que las paiabras y obras de Jesús originen una división, un pro y un contra, es algo característico del discurso joánico de revelación (cf. 7,43; 9,16), porque ése es precisamente su efecto. Pero en el presente contexto eso no es de esperar todavía. Los versículos encajan mejor como reacción a la sentencia final de 9,38-41 y a su carácter provocativo. Se trata de una sentencia judicial. Y su efecto inmediato es que se llegue a una división, que, por lo demás, ya está establecida en todo el relato (9,16). La división se pone de manifiesto en la actitud contrapuesta frente a Jesús. Unos dicen: Tiene un demonio y está loco; hacen, pues, a Jesús el reproche de estar poseído por el diablo y de padecer una megalomanía (cf. 7,20; 8,48.49.52); no tiene sentido alguno seguir escuchándole (v. 20).

Por el contrario, otros acogen el mensaje de la señal y expresan sus reflexiones de índole bien diferente No son éstas las palabras de un hombre poseído por el demonio. Las palabras de Jesús les han impresionado de tal forma que rastrean bajo las mismas un poder muy otro que el del demonio. Y se preguntan, dentro por completo del sentido que tiene la historia de curación: ¿Acaso un hombre poseído por el demonio puede abrir los ojos de los ciegos? Este sentido de reflexión que late en la pregunta evidencia una situación abierta: abierta a la verdadera comprensión de Jesús y, por ende, abierta a la fe.

2. INTRODUCCIÓN AL DISCURSO ACERCA DEL BUEN PASTOR: LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO (Jn/10/22-26)

22 Celebrábase entonces en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, 23 y Jesús estaba paseando en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Lo rodearon los judíos para preguntarle. ¿Hasta cuándo nos vas a traer en vilo? Si tú eres el Mesías dínoslo claramente. 4 Jesús les respondió: Os lo dije ya, pero no queréis creerlo: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. 26 Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.

La perícopa de los v. 22-26 traza el marco histórico-geográfico para el discurso del buen pastor. Nos hallamos aquí una vez más ante el gran interés de Juan por fijar y localizar con la mayor exactitud posible los discursos y obras de Jesús, por lo que siempre nos sorprenden el conocimiento topográfico y la familiaridad de Juan con las fiestas judías. Y así, también aquí se nos dan el tiempo y el lugar del discurso siguiente. Tiempo: «la fiesta de la dedicación del templo», en el invierno; el lugar: Jerusalén, el templo, y más en concreto «el atrio de Salomón».

En la fiesta de la dedicación del templo, en invierno, se trataba de recordar la nueva consagración del lugar santo, profanado con las infamias de la persecución religiosa de Antíoco IV Epífanes; consagración que llevaron a cabo Judas Macabeo y su gente el 25 de kislev (nov./dic.) del año 164 a.C. (cf. lMac 4,36-59). «Judas, sus hermanos y toda la asamblea de Israel establecieron que la fiesta de la dedicación del altar se celebrara con alegría y regocijo a su debido tiempo, año tras año, durante ocho días, desde el veinticinco del mes de kislev (lMac 4,59). «Esta fiesta -dice Flavio Josefo- la celebramos desde aquel tiempo hasta hoy y la llamamos la fiesta de las luces porque, según creo, el libre ejercicio de nuestra religión nos llegó de forma tan inesperada como un rayo de luz». La fiesta de «khamukkia» la celebran los judíos hasta el día de hoy como la fiesta de la luz, en los días próximos a la fiesta de navidad.

El «atrio de Salomón», con dos alas, estaba junto al muro oriental del templo. Según Josefo, el rey Salomón había apisonado el terreno en el lado oriental para el templo y sobre el terraplén había levantado un atrio único. Según Act_5:12 el «atrio de Salomón» fue también el lugar de reunión de la comunidad primera.

Juan tiene interés en dar el marco adecuado al último discurso de revelación ante «los judíos». Jesús «pasea» por el atrio de Salomón; es decir, permanece allí, evidentemente enseñando. Allí acuden «los judíos» y le rodean (v. 24). La escena resulta extremadamente dramática. Habida cuenta de las preguntas siguientes, se tiene la impresión de que al formar un círculo en torno a Jesús, ya no quieren dejarle libre mientras no les haya dado la respuesta que aguardan de él. La información que buscan la indica el v. 24b: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo?» ¿Hasta cuándo vas a tenernos en tensión? (literalm. «tener colgada nuestra alma»). Aquí la palabra alma está en lugar de unas personas vivas, movidas y también conmovidas y excitadas. Si tú eres el Mesías dinoslo libremente. La cuestión decisiva, que aquí plantean «los judíos» es la cuestión mesiánica, y lógicamente también el discurso sobre el buen pastor hay que entenderlo como una respuesta joánica a esa cuestión. Los judíos desean, pues, de Jesús una palabra clara y no una palabra enigmática y equívoca, que se preste a equívocos y que hace echar de menos la información adecuada que persiguen los enemigos. Sin duda que tal exigencia anuncia ya el equívoco, pues para Juan la diferencia entre palabra clara y palabra enigmática y figurada no se resuelve con ninguna explicación complementaria, como aparece en un pasaje de los discursos de despedida (Act_16:25 ss). Ello se debe a que, para Juan «entender» se identifica con «creer», así como la incredulidad equivale a no saber. La exigencia de que les hable, por fin, «claro» o abiertamente, pone de manifiesto que los enemigos argumentan desde el horizonte de la incredulidad, pues de otro modo ya tenían que haber entendido a Jesús. Mientras persista ese supuesto, ninguna explicación ulterior podrá aportar la aclaración deseada.

La respuesta de Jesús confirma este diagnóstico (v. 25-26). No se trata de una explicación complementaria de cuanto ya ha dicho frecuentemente a «los judíos», se trata de creer. Están también los testimonios, en forma de las «obras que yo hago en nombre de mi Padre». En Joh_10:25, y ante el apremio de los enemigos judíos por una demostración clara y comprobable de su mesianidad, Jesús les habría remitido a la circunstancia de haber hecho por su parte, de palabra y de obra, todo cuanto podía probar su mesianidad. Es por parte de ellos que falta la correspondiente fe. Sin ella no se puede penetrar y ver la demostración de Jesús.

Por «obras» se entienden las diferentes señales, que en su conjunto demuestran la única «obra», a saber: a Jesús en persona y a su importancia salvífica para el hombre. El v. 26 agrega el motivo y fundamento de la incredulidad: los enemigos no pertenecen a las «ovejas» de Jesús. Con ello aparece la palabra clave que va a servir de introducción a las afirmaciones siguientes. Las «ovejas-de-Jesús» -como ahora resulta ya claro- es una metáfora para designar a «los creyentes», a los que más tarde calificará también como «los suyos». Creer y pertenecer a las ovejas de Jesús son la misma cosa. Para esas personas, el lenguaje de Jesús es una palabra «clara» y abierta, sin enigmas de ninguna clase. «Finalmente es importante que el discurso sobre el buen pastor sea el último discurso de revelación ante el pueblo. Como se trata de las relaciones del revelador con los suyos, proporciona al final -sin decir objetivamente nada más que los discursos precedentes- ver la posibilidad suprema de la fe como la última llamada apremiante al mundo».

3. YO SOY LA PUERTA J/PUERTA (Jn/10/07-10)

7 Jesús les dijo de nuevo: De verdad os aseguro: Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí, ladrones y salteadores son, pero las ovejas no los escucharon. 9 Yo soy la puerta: el que entra por mí, será salvo; Podrá entrar y salir, y encontrará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, y matar, y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida, y la tengan exuberante.

El discurso metafórico de la «puerta» en el actual texto joánico no es inequívoco, como lo demuestran las diferentes interpretaciones de los v. 8 y 9b-d. En el primer caso es evidente que se piensa en el acceso a las ovejas; mientras que en el caso segundo se trata de la entrada y salida de las mismas ovejas. Como ambas interpretaciones de la imagen de la puerta difieren por el hecho de que parten de una diferente concepción de la realidad, lo mejor será renunciar a cualquier violencia del texto para reconstruir un sentido unitario y congruente. La metáfora y su desarrollo más bien muestran que el autor o los autores no proceden según una lógica preconcebida, sino que hacen variaciones sobre la imagen de la puerta según unas asociaciones conceptuales más o menos libres.

PUERTA/SIGNIFICADOS: El discurso metafórico empieza con la afirmación de Jesús, introducida, a su vez en el original por la doble solemne aseveración «amen, amen»: «Yo soy la puerta de las ovejas.» Ese genitivo «de las ovejas» puede significar: la puerta por la que las ovejas salen y entran, como se entiende en el v. 9; o también: la puerta por la que alguien tiene acceso a las ovejas. Esta última interpretación es la que está desarrollada en la imagen del pastor.

La metáfora «la puerta» tiene diversos antecedentes. «La elección de la puerta como símbolo del portador de la salvación podría relacionarse con la exposición mesiánica del Sal 118 (117), cuyo v. 20 dice: "Esta es la puerta para el Señor... sólo los justos pueden entrar por ella", ya que ese salmo fue objeto en otros pasajes de interpretaciones mesiánicas.» Aunque en este caso hay que contar también con influencias gnósticas. Así, se dice por ejemplo en las Actas de Juan: «Alabamos tu acceso a la puerta. Alabamos tu resurrección, que nos ha otorgado. Alabamos tu camino». O también: «Nada hallé cerrado para mí, pues yo me convertí en la puerta para todo». «Sácanos de las ligaduras de las tinieblas, ábrenos la puerta, por la que lleguemos hasta ti» (OdSal 42,165).

Hay que mencionar asimismo el Apocalipsis de Juan: «Después miré, y he aquí que había abierta una puerta en el cielo, y la voz primera, que yo había escuchado como una trompeta, habló conmigo y dijo: Levántate, ven y te mostraré lo que ha de suceder» (Apc 4,1).

«Puerta» puede significar, pues, el acceso al mundo celeste. Según esta representación, el mundo terreno y el celeste son dos campos diferentes e incomunicados entre sí, aunque la puerta puede hacer posible la comunicación entre ellos. Desde este punto de vista, el aserto «Yo soy la puerta» puede interpretarse: En mi propia persona yo soy la conexión entre el reino humano, terreno, y el reino divino. Pero puede también significar: Yo soy el acceso a la salvación, a la vida eterna. Ambos significados no tienen por qué excluirse. En nuestro pasaje es evidente que el acento principal recae sobre la significación segunda. La afirmación: «Yo soy la puerta», quiere decir que Jesús en persona es el paso a la salvación, y de hecho el único acceso, toda vez que él es el acceso a Dios.

El v. 8 nada tiene que ver en apariencia con este sentido, sino que se relaciona más bien con el motivo del pastor, cuando dice: «Todos los que vinieron antes de mí, ladrones y salteadores son; pero las ovejas no los escucharon.» Aquí no hemos de pensar ciertamente en los tipos que pretendieron jugar el papel de «puerta», sino en quienes intentaron más bien conseguir alguna forma de dominio sobre las ovejas. Mas, dado el puro lenguaje metafórico, no se puede precisar con seguridad quiénes fueron en concreto los «ladrones y salteadores» que llegaron antes que Jesús. Aunque está claro que no se debe pensar en dirigentes veterotestamentarios, como Moisés y los profetas. Parece mucho más verosímil pensar en gentes que pretendieron hacerse pasar por mesías antes, al tiempo y después de Jesús, y que alardeaban de ser portadores de la salvación. «Ladrones» o «bandidos» (lestes) era la designación oficial romana para calificar a los dirigentes y miembros del movimiento libertario zelota, que defendía un mesianismo político. «Las ovejas» no los siguieron es una aseveración formulada desde el lado cristiano, ya que en el bando judío contaron con numerosos seguidores. Se trata, pues, en el v. 8 de combatir categóricamente cualquier pretensión de dominio sobre «las ovejas», y de legitimar como la única válida la pretensión de Jesús sobre las mismas. Sólo él es el verdadero portador de la salud. En el v. 9 cambia la imagen ligeramente. Aquí está claro que la puerta es Jesús; es decir, el único acceso a la salvación. Quien entra por esa puerta alcanza la salvación y se salva. Entrará, saldrá y encontrará pastos. La última expresión volvería a introducir la imagen dei pastor, cf. Psa_23:1-3 :

Yahveh es mi pastor: nada me falta.

Sobre los frescos pastos

me lleva a descansar,

y a las aguas tranquilas me conduce.

él restaura mi aliento...

La imagen de «encontrar pastos» significa la vida buena y feliz. El v. 10 vuelve a contraponer la imagen del «ladrón», que hace el papel de antagonista. En efecto, roba, mata y hace estragos en las ovejas, siendo así el antitipo exacto del donador de vida; más bien es el seductor y corruptor. También aquí se puede pensar en dirigentes y agitadores pseudomesiánicos, así como en el trágico desenlace de la guerra judía, que acabó con la destrucción de Jerusalén y del templo. Jesús, por el contrario, ha venido a traer la vida escatológica: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan exuberante» (cf. 1,16). Esta afirmación designa a Jesús como el salvador sin más, único que otorga la verdadera vida.

4. EL DISCURSO ENIGMÁTICO (Jn/10/01-06)

1 De verdad os aseguro: El que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino saltando por otra parte, ése es ladrón y salteador; 2 pero el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas. 3 A éste le abre el portero, y las ovejas atienden a su voz; él va llamando a sus propias ovejas por su nombre, y las saca fuera. 4 Cuando ha sacado a todas las suyas, va caminando delante de ellas; y las ovejas le siguen porque conocen su voz. 5 Pero nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque desconocen la voz de los extraños. 6 Este ejemplo les puso Jesús, pero ellos no entendieron lo que quería decirles.

El versículo 6 designa como una paroimia el discurso de los v. 1-5; literalmente eso significa «discurso oculto», metafórico o enigmático, que los oyentes judíos no entienden. Esta designación puede referirse sin duda a todo el discurso metafórico de la «puerta» y del «pastor». Cierto que, echando una mirada al texto actual, la designación como discurso enigmático parece un tanto sorprendente, pues ni los diferentes elementos metafóricos son especialmente misteriosos ni por sí mismo resulta ininteligible. Si, pese a ello, son palabras que no se entienden y que producen el efecto de un enigma, eso depende a todas luces de la incredulidad de los oyentes, que, a su vez, produce la falta de comprensión. La inteligencia o no inteligencia del discurso depende también aquí una vez más de la actitud abierta o cerrada, del creyente o incrédulo que lo oye. No se trata de definir el género literario del texto, sino del efecto que produce en quienes lo escuchan.

El texto se interesa por establecer la distinción entre el ladrón y salteador, por una parte, y el «pastor de las ovejas», por la otra, así como de la distinta conducta que observan respecto de las ovejas. La afirmación del v. 1, introducida una vez más con el doble amen, amen caracteriza al ladrón y salteador porque no entra en la majada de las ovejas por la puerta, sino por cualquier otro sitio, irrumpiendo por la cerca o por el muro. El pastor, en cambio, entra por la puerta, y en ese gesto se le reconoce precisamente como el pastor de las ovejas (v. 2). El acceso legítimo o ilegítimo al rebaño es lo que caracteriza y diferencia al ladrón y el salteador, de un lado, y al pastor, del otro.

Hay otra nota que se suma al personaje del pastor, y es la de la gran confianza que media entre él y sus ovejas; se conocen y se tratan mutuamente. Cuando, por la mañana temprano, el pastor acude al establo (v. 3), el portero le abre de inmediato, y las ovejas atienden su voz; por su voz conocen al pastor. El pastor tiene una relación personal con sus animales; cosa que se manifiesta por el hecho de haberles puesto nombres y llamar a cada una por el suyo, sin que sean para él simples números. Según Gen_2:19s, la facultad de imponer nombres a los animales y de llamarlos por su nombre, es un privilegio que sitúa al hombre por encima de los irracionales. Aquí se agudiza aplicándola al uso que hacen los pastores. E1 pastor «saca» a las ovejas, llevándolas de la majada al campo libre, a los pastos. Y va delante del rebaño, que le sigue (v. 4). Pero las ovejas le siguen justamente porque conocen su voz, porque confían en él. Hasta qué punto pueda precisarse más la metáfora de la «voz» es algo que sigue discutiéndose. Pero debe quedar claro «que las ovejas conocen al pastor con una seguridad instintiva... Lo que la comparación pretende decir con ello está perfectamente claro: los suyos conocen al revelador con la seguridad infalible con que las ovejas conocen a su pastor». Las cosas discurren a la inversa con el «extraño»: porque no conocen su voz, se espantan de él, emprenden la huida y no le siguen.

Desde el punto de vista objetivo en este texto se trata, pues, principalmente de las relaciones del «pastor» con las «ovejas», del «salvador» con «los suyos», que en cuanto relaciones de mutua confianza se apoyan en el conocimiento habitual e íntimo. Las «ovejas» conocen al pastor por su «voz», lo que incluye tanto la manera de hablar como las indicaciones o impulsos transmitidos por el tono. Frente a él están en una relación de seguimiento. Por lo que hace a las figuras del «ladrón, salteador» y del «extraño», no pueden identificarse sin más con los tipos mencionados en los v. 8 y 10; bien pueden tratarse también en los v. 1-5 de los falsos maestros que propalan falsas doctrinas. En este sentido se entendió muy pronto Joh_10:1 ss. En tal situación la imagen dice que es precisamente la confianza interna con Jesús, con la voz del pastor lo que en definitiva impide a los creyentes que sigan al «extraño» y al falso maestro.

5. YO SOY EL BUEN PASTOR (Jn/10/11-18)

11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 El asalariado, el que no es pastor ni es dueño de las ovejas, apenas ve acercarse al lobo, abandona las ovejas y sale huyendo, mientras el lobo las arrebata y las dispersa; 13 como es un asalariado, le traen sin cuidado las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor: yo conozco las mías y las mías me conocen a mi, 15 como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas. 16 Tengo, además, otras ovejas, que no son de este redil: también a ellas tengo que conducirlas; ellas oirán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por esto el Padre me ama: porque yo doy mi vida para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy. Poder tengo para darla, y poder tengo para volverla a tomar. Tal es el mandato que recibí de mi Padre.

J/BUEN-PASTOR: Con el v. 11: «Yo soy el buen pastor», empieza propiamente lo que llamamos el discurso acerca del pastor. La metáfora «pastor» enlaza con una tradición milenaria, familiar en el Oriente próximo. Al incorporarse el Jesús joánico a esa tradición y referirla a sí mismo, manifiesta que personalmente es el cumplidor de esa tradición y como tal ha de entenderse, así como su culminación escatológica como el verdadero pastor mesiánico.

La imagen del pastor es una metáfora firmemente establecida en el lenguaje figurado del antiguo Oriente para designar a los gobernantes, así como el «apacentar» equivale frecuentemente a «gobernar». El oficio pastoril del rey abraza toda la actividad gubernativa, Ia solicitud por el bienestar económico y político del país.

En el Antiguo Testamento se designa al propio Yahveh como el «pastor de Israel», o se aplican diversas imágenes del mundo de los pastores al pastoreo de Yahveh. Así, se dice en :

Escucha, pastor de Israel,

el que como rebaño conduces a José;

manifiéstate, tú que tienes tu trono sobre los querubines.

Delante de Efraím, Benjamín y Manasés

aviva tu pujanza y ven para librarnos.

Restáuranos, oh Dios de los ejércitos:

haz esplender tu rostro

y seremos liberados.

Según W. Eichrodt la imagen pastoril designa «la bondad de Yahveh como cumplimiento de la alianza que estableció una vez con Israel». En correspondencia Israel es el rebaño de Yahveh: «Pues nosotros somos tu pueblo, el rebaño de tus pastos» ( Psa_79:13; cf. Psa_95:6s; Psa_100:3). También el hombre individual puede confiar en la solicitud de Yahveh como su pastor, imagen expuesta con singular belleza en el Sal 23. Según Isa_40:10 (Deuteroisaías), cuando Yahveh aparece como el libertador de su pueblo de la cautividad de Babilonia actúa como el «buen pastor»

Mirad al Señor Yahveh,

que viene con poder y su brazo gobierna.

Mirad, su recompensa con él viene

y su ganancia ante él.

Como un pastor apacienta su rebaño,

él, con su brazo, recoge los corderos

y, en su regazo, los lleva

y conduce las madres.

Especialmente instructivo es el gran discurso contra los pastores de Israel en el capítulo 34 de Ezequiel. El discurso empieza reprendiendo a los pastores de Israel en un pasaje que no se refiere solo a los reyes y sus funcionarios en general, sino que apunta a todo el sector dirigente de la sociedad, incluidos desde luego los sacerdotes (/Ez/34/01-10). Todos ellos son «pastores que se apacientan a sí mismos» y que no cumplen con sus deberes hacia las ovejas. «No fortalecéis a las débiles, no curáis a las enfermas, no vendáis a las que están heridas, no traéis a las descarriadas, no buscáis a las perdidas, sino que las domináis con dureza y crueldad» (Eze_34:4). La consecuencia era que las ovejas, al no tener ningún pastor, se dispersaban. Y el profeta traza aquí el modelo del pastor. Primero empieza por presentar al propio Yahveh como el buen pastor de Israel (Eze_34:11-16). De lo que se trata es de la reunificación salvífica de las ovejas «de todos los lugares por donde andan dispersas...»

En Eze_34:23s se dice: «Pondré al frente de ellas un solo pastor que las apaciente: mi siervo David. él las apacentará y él será su pastor. Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yahveh, lo he dicho.» Si esta sentencia como opina W. Zimmerli, se debe al mismo profeta Ezequiel, tendríamos aquí -al lado de Jer_23:5s y 30,9- uno de los testimonios más antiguos sobre el origen de la esperanza mesiánica en forma del restablecimiento del reino davídico. «En la figura de David que retorna» promete el profeta Ezequiel «la fidelidad de Dios a su historia primitiva. Con su palabra no satisface la curiosidad del demandante que querría saber cómo se comporta lo nuevo con lo antiguo, el David nuevo con el primero. Le basta con proclamar que en el futuro un pastor, que devolverá su rebaño a la unidad primitiva y que como legítimo pastor de Dios convertirá el derecho divino sobre su pueblo en un honor, «estará en medio de él». Después, en Eze_34:25-31, llega la descripción del futuro tiempo de salud. El v. 31 describe el estado escatológico remitiéndose a la antigua fórmula de alianza, y dice: «Vosotras, ovejas mías, sois las ovejas de mi rebaño, y yo soy vuestro Dios;-oráculo del Señor Yahveh-.»

Las relaciones más importantes con el discurso joánico del pastor son: la promesa de un único pastor de la casa de David, lo que incluye asimismo la idea de un solo rebaño; la reunificación del rebaño que estaba disperso; la vida de Israel, salvado de la dispersión, consiste sobre todo en que «sabrán que yo, Yahveh, su Dios, estoy con ellos» (Eze_34:30s); finalmente, el carácter de promesa de toda la parte segunda del discurso. También en los cap. 89-90 de Henoc etiópico tiene un papel decisivo la figura del pastor en su lucha entre lobos y ovejas. Se dice, en efecto:

Después vi cómo los lobos seguían oprimiendo a las ovejas con toda violencia. Entonces llegó a las ovejas su Señor y empezó a dar golpes a aquellos lobos. Empezaron entonces los lobos a lamentarse, mientras las ovejas se tranquilizaban y cesaban en sus lamentos... Y el Señor de las ovejas salió con ellas como su guía, y sus ovejas le seguían; pero su rostro era resplandeciente y soberano, con un aspecto que daba espanto.

También en el libro le Zacarías se encuentran alegorías y sentencias sobre el pastor (Zec_11:417; Zec_13:7-9), aunque ciertamente que no son fáciles de interpretar. Zec_13:7-9 «profetiza también de un pastor de Dios, que es muerto y cuya muerte provoca un cambio de situación... Es evidentemente idéntico al misterioso "traspasado", por el que el pueblo hace duelo (Zec_12:10)».

La imagen neotestamentaria del pastor está en buena parte marcada por la tradició6n del Antiguo Testamento. Mar_6:34 (cf. Mat_9:36) afirma de Jesús: «Al desembarcar y ver Jesús a tanta gente, sintió compasión por ellos, pues andaban como ovejas sin pastor, y se puso a instruirlos largamente» (cf. Núm 27.17). Ahí aparece ya Jesús como el buen pastor. Está además la parábola del pastor, que tan afanosamente busca a la oveja perdida hasta que la encuentra (Luk_15:4-7, Mat_18:12-14). Enlazando con Isa_53:6 el texto de 1Pe_2:25 designa asimismo a Jesús como pastor: «Estabais extraviados como ovejas, pero ahora os habéis vuelto al pastor y obispo de vuestras almas.» De modo similar aparece la comunidad cristiana como «rebaño de Dios» (1Pe_5:2).

Estos ejemplos bastan para demostrar que la imagen joánica del pastor descansa sobre un vasto fundamento veterotestamentario y judío. Asimismo está suficientemente asegurada la interpretación mesiánica de la imagen del pastor, sin que sea necesario remitirse a modelos gnósticos. Por el contrario hay que considerar con mayor atención la posibilidad de que Is 53, el Siervo sufriente de Dios o el «traspasado» de Zec_12:10 representen el fundamento directo del «buen pastor» joánico, ya que la idea de la «expiación vicaria» en su concepción joánica no se puede separar de dicha imagen. No se puede poner en duda que aquí expresa Juan sus propias ideas.

Jesús es personalmente «el buen pastor»; así lo indica ante todo la afirmación: «Yo soy.» El atributo «bueno (griego kalos = literalm. «bello», «recto», «adecuado»); afirma que Jesús es en todos los aspectos el pastor recto, el único verdadero; y ello no sólo en el sentido de una pretensión absoluta de pastor frente a las pretensiones de otros pastores de su entorno, sino sobre todo en el sentido de la única conducta adecuada. «No sólo su carácter absoluto, su resolución, es lo que se designa mediante el adjetivo kalos, sino también su ser para...». Así ocurre en virtud de la afirmación del v. 11b que dice explícitamente en qué consiste el ser bueno de ese pastor único: el buen pastor da la vida por sus ovejas. La expresión «dar la vida» o «poner la vida» (griego: tithenai ten psykhen) no sólo afirma el compromiso más radical en el sentido de un «ser para los otros...», sino que enlazando con la preposición «para» o «por» («las ovejas», «los amigos», etc.) constituye la fórmula soteriológica más importante del Evangelio según Juan. Con tal fórmula expresa Juan la idea de la entrega vicaria de la vida. Posiblemente late bajo la misma el texto de Isa_53:12 : «para que su vida sea entregada a la muerte» (así LXX). Por lo contrario, la fórmula joánica -en perfecta sintonía con la historia joánica de la pasión- acentúa principalmente el elemento de la entrega de sí mismo, de la iniciativa generosa del propio Jesús. Es él mismo quien se entrega a la muerte por sus ovejas. Este es, como dice Joh_15:13, el amor mayor que puede darse. La fórmula «dar la vida por...» enlaza la muerte de Jesús con el motivo básico, último y definitivo de la acción salvadora de Dios, es decir con el amor. Desde ese fundamento recibe todo su peso y alcance la afirmación «Yo soy el buen pastor».

En los v. 12s se contrasta la conducta del «buen pastor» con la del tipo negativo que es el «asalariado», que no es personalmente el pastor ni le incumbe la propiedad de las ovejas; de ahí que su interés por las ovejas sea mucho menor que el del pastor. Cuando llega el lobo -el enemigo por antonomasia de las ovejas- el asalariado deja al rebaño en la estacada y se pone a seguro sin pensar en más. No realiza ciertamente el «dar su vida» y ése es sin duda el punto esencial en que se diferencia del «buen pastor». Las consecuencias son inevitables: el lobo «arrebata» y «dispersa» las ovejas. Son los giros típicos que aparecen una y otra vez en los diferentes textos del Antiguo Testamento acerca del pastor. También en Isa_53:6 se dice: «Todos nosotros, como ovejas, errábamos, cada uno a su camino nos volvíamos; pero Yahveh hizo que le alcanzara la iniquidad de todos nosotros.» El efecto típico del abandono del rebaño por parte de su pastor es el dispersarse, el descarriarse de las ovejas.

El v. 13 subraya, una vez más, que semejante conducta de abandono suele ser propia del status de asalariado, que trabaja por un jornal y que, por tanto, no tiene excesivo interés por el rebaño.

Con los v. 14-16 empieza un nuevo razonamiento. De primeras se repite de nuevo la afirmación: «Yo soy el buen pastor», enlazándola con la idea del mutuo conocimiento y reconocimiento. El motivo ya resonaba en el v. 4, al decir que las ovejas conocen la voz del pastor y que por ello le siguen. Aquí se habla ahora de un conocimiento mutuo: «Yo conozco a las mías, y las mías me conocen a mí.» Esa idea de reciprocidad entre Jesús y el creyente la recuerda el Evangelio de Juan repetidas veces. Este conocimiento mutuo no es, desde luego, un saber teórico, sino un saber acerca del otro, sostenido por el amor mutuo y en un sentido amplio y abierto. No se trata de unos contenidos determinados, sino del intercambio pleno y mutuo de la vida. Es algo que vuelve a subrayar el v. 15, poniendo en paralelismo el mutuo conocimiento de Jesús y el creyente como el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo. De modo parecido al momento de la despedida era Jesús: «Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, y así el mundo sepa que tú me enviaste.» O bien: «Yo en ellos, y tú en mí, para que lleguen a ser consumados en uno, y así el mundo conozca que tu me enviaste y que los has amado como tú me has amado a mí» (17,21.23). Queda así claro que ese conocimiento recíproco, por el que los creyentes están unidos a Jesús como éste lo está con el Padre, comporta la idea de la comunión divina perfecta como compendio de la salvación. Ahora bien, esa salvación se funda en la entrega que Jesús hace de su vida por «las ovejas», y por tanto en la cruz como acontecimiento salvador.

El v. 16 introduce una nueva idea. Hay otras ovejas que no son de este redil. Objetivamente esto señalaría la distinción entre Israel y los pueblos del mundo. También en Juan cuenta la diferencia entre «judíos y gentiles»; diferencia que desde luego ha quedado superada con la muerte del buen pastor «por las suyas» (v. 11). En esa categoría de (ovejas) «suyas» entran en primer término los creyentes, sean judíos o paganos. Con las «otras ovejas» pueden indicarse en este pasaje sólo los no israelitas, que en el futuro habrán de pertenecer también al rebaño del buen pastor. Una peculiaridad de la misión salvífica de Jesús («tengo que») es que no sólo favorece a Israel sino a la humanidad entera. El círculo joánico no defiende ningún concepto de la salvación particularista, sino universal y que abraza a la humanidad entera. También las «otras ovejas» tienen que ser conducidas: escucharán la «voz» de Cristo y llegarán a la fe. El resultado será un solo rebaño y un solo pastor, expresando así la idea de la unidad escatológica de todo el rebaño de Cristo, del pueblo definitivo de Dios.

En el Evangelio de Juan se encuentra tres veces la idea de reunificación: 4,36; 10,16; 11,52. El primero de los textos (4,36) refiere la «reunificación» a la «cosecha del Mesías», que se entiende como un acontecimiento escatológico. En los otros dos pasajes es la muerte de Jesús el hecho que produce la «reunificación de los dispersos». Con lo cual queda también claro que la idea gnóstica de reunificación apenas si tiene ahí correspondencia. Con su venida, muerte y resurrección Jesús introduce de modo definitivo la «reunificación de los dispersos»; pero no en el sentido de la escatología nacionalista judía de «reunificación de los hijos dispersos de Israel», sino en un sentido universal como «reunificación de todos los hijos de Dios dispersos por el mundo», que han de congregarse para formar el «rebaño mesiánico».

Los v. 17-18 vuelven a introducir una nueva idea, que recoge y desarrol1a el motivo de la entrega de la vida. Lo cual confirma una vez más que es ésa precisamente la idea central en la imagen joánica del pastor. Si en el v. 11 se trataba de la entrega de la vida «del buen pastor» por «las ovejas», ahora se trata de la libre voluntad de Jesús al hacer esa entrega de la vida. El Padre ama al Hijo en razón de semejante generosidad, que viene a ser la expresión suprema de la obediencia del Hijo Jesús a su Padre. Que el Padre «ama» al Hijo pertenece al núcleo esencial de la cristología joánica. Es un elemento presente ya en la preexistencia del Hijo unigénito «antes del tiempo» (17, 24; 3,35). Jesús entrega voluntariamente su vida, para volver a tomarla en seguida. Se anuncia así la idea de que Jesús, como portador y donador definitivo de la vida posee la misma vida de una forma divina completa y universal, de manera que es también el «Señor de la vida». Con esa expresión enlaza la idea de que Jesús ha resucitado de entre los muertos «por su propia virtud».

El v. 18 subraya el dato de que nadie puede arrebatar la vida a Jesús, sino que la entrega «por sí mismo», con una libertad soberana. La historia joánica de la pasión refrendará esta idea en múltiples aspectos. Jesús es el portador de unos plenos poderes divinos, que consisten precisamente en que puede «dar» la vida, en que puede llegar hasta la muerte, pero que también dispone de la fuerza para volver a recuperar esa misma vida en la resurrección de entre los muertos. Es el mandato que ha recibido del Padre, y que ya no puede entenderse como un mandamiento externo, sino que supone la plena e ilimitada filiación divina de Jesús. Las afirmaciones joánicas, como las que aquí se hacen, sólo son posibles en el supuesto de una participación interna y suprahumana de una filiación divina de Jesús en la vida misma de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, Ilega al mundo de la muerte y se somete al poder de la muerte; pero la muerte no puede retenerle, porque la vida, que alienta en él1, escapa radicalmente al mundo de la muerte.

27 Mis ovejas oyen mi voz: yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos. 29 Mi Padre, que me las ha confiado, es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de las manos del Padre. 30 El Padre y yo somos una sola cosa.

La perícopa siguiente (v. 27-30) recoge otro motivo del discurso del pastor, para desarrollarlo de manera independiente, a saber: que las ovejas del buen pastor oyen su voz y que le «siguen», siendo como es el buen pastor. Y resuena asimismo una vez más el motivo del conocimiento. El verbo «seguir» (akeolouthein) recuerda la idea del seguimiento de Jesús. También aquí se trata una vez más de la familiaridad y estrecha conexión entre pastor y rebaño. Ahora se subraya de nuevo que esa conexión consiste esencialmente en que los creyentes, gracias a Jesús, llegan a ser partícipes de la vida eterna y, por tanto, de la salvación; y que esa vida eterna constituye una realidad definitiva y permanente. Nadie puede arrancar las ovejas del poder de Jesús; con ello se dice también que nunca incurrirán en la perdición eterna.

Más bien la comunidad de vida con Jesús, fundada en la fe, tiene el carácter de una validez duradera, definitiva y eterna. Esa validez definitiva tiene su fundamento último más profundo en que es el propio Padre el que ha encomendado las ovejas a Jesús (cf. también 6,37s.44). Justamente porque, tras el pastoreo de Jesús y en su acción salvadora, se esconde la voluntad del propio Dios, «del Padre», y porque en la acción pastoral de Jesús se realiza el pastoreo de Dios, como un pastoreo concebido para la salvación definitiva de todos los hombres, por eso tampoco existe poder alguno capaz de frenar o de dar marcha atrás al status de salvación. Entre el pastoreo de Jesús, el pastor mesiánico, y el pastoreo del Padre (de Yahveh) ya no puede haber contradicción alguna, sino que predomina la concordia más completa.

Desde esa base hay que entender asimismo la afirmación del v. 30: «El Padre y yo somos una misma cosa.» El «una misma cosa» está expresado en griego con el numeral neutro, al igual que la versión latina: Ego et Pater unum (¡no unus!) sumus. Entre Jesús y Dios, entre el Hijo y el Padre hay unidad. En esta afirmación hemos de atender sobre todo al contexto. Se trata, por tanto, de establecer que el rebaño de Jesús, del buen pastor, es a la vez el rebaño de Dios, y que Jesús actúa aquí enteramente por encargo de Dios, incluso en el compromiso por «los suyos» llevado hasta el extremo. Ahí queda también asegurado el carácter definitivo de la salvación. Y tal salvación tiene su fundamento último en la unidad del Padre y el Hijo. El v. 30 subraya la idea de esa unidad en su forma más extremada. La formulación -y lo hace observar con razón Bultmann en este pasaje- va más allá de cuantas afirmaciones se han hecho hasta ahora, y enlaza estrechamente con la sentencia de 1,1c «y la Palabra era Dios». Nos hemos referido ya igualmente a las afirmaciones unitarias en la oración de despedida de Jesús. La teología posterior, influida por el pensamiento griego, entendió esta afirmación en el sentido de una unidad de esencia entre el Padre y el Hijo, olvidándose a menudo de que aquí se trata de una revelación, cuyo propósito directo es mostrar el último sentido y fundamento de la acción y de la existencia de Jesús. El hombre Jesús dice aquí que su actuación y obra en el mundo se fundamentan en su unidad con Dios. Para los judíos presentes esto representa ciertamente una provocación.

6. LA DISPUTA ACERCA DE LA FILIACIÓN DIVINA (Jn/10/31-39)

31 De nuevo tomaron piedras los judíos pera apedrearlo. 32 Jesús les respondió: Os he hecho ver muchas buenas obras que vienen del Padre, ¿por cuál de ellas me queréis apedrear? 33 Respondiéronle los judíos: No te queremos apedrear por una obra buena, sino por blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios. 34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije dioses sois? (Psa_82:6). 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes les fue dirigida la palabra de Dios -y no puede rechazarse la Escritura-, 36 de aquel a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿cómo decís vosotros: Tú blasfemas, porque dije: Hijo soy de Dios? 37 Si no realizo las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero si las realizo, aunque a mí no me creáis, creed en esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. 39 Intentaron nuevamente prenderle, pero él se les escapó de las manos.

De nuevo los oyentes (como en 8,59) se sienten tan irritados por la afirmación de Jesús, que toman piedras para tirárselas. Entienden la sentencia del v. 30 como una blasfemia, concluyendo que Jesús pretende una posición que únicamente compete a Dios (v. 31). Jesús aspira a una «filiación divina» tan singular, que, según el sentir judío, parece amenazada la unicidad de Dios, el monoteísmo radical. Esa concepción judía sigue vigente hasta hoy, y es realmente muy difícil llegar a un acuerdo en este punto. La fe cristiana subraya, en efecto, la singularidad de Jesús frente a todos los hombres por lo que respecta a sus relaciones con Dios. Por ello se empeña en mostrar claramente al no cristiano, sea judío o musulmán, que no pretende poner en entredicho el monoteísmo. La doctrina cristiana de la Trinidad tiene también importancia para demostrar que la singular posición de Jesús como Hijo frente a Dios en definitiva no representa ninguna merma ni atentado al monoteísmo bíblico. Y habrá que seguir meditando sobre ello.

Por lo demás -como lo evidencia la continuación de nuestro texto- ya el círculo joánico tuvo sus dificultades a este respecto, como vemos en la discusión presente. Naturalmente que tampoco ahora pueden los judíos echar mano a Jesús (cf. asimismo v. 18). En esta difícil situación la palabra de Jesús vuelve a imponerse, demostrando así que es el verdadero Señor de los acontecimientos. Jesús se refiere a las «obras»: «Os he hecho ver muchas buenas obras que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me queréis apedrear?» (v. 32). Las «buenas obras» son aquí en primer término las «señales» que Jesús ha realizado; pero también los discursos de revelación acerca de la vida eterna. Se trata siempre de la salvación del hombre. Es importante la expresión «que vienen del Padre», que pone de manifiesto cómo en la cristología joánica entra siempre el problema de Dios. ¡En el enfrentamiento con Jesús late siempre un enfrentamiento con Dios! La cristología no es ningún «sector especial» que pueda tratarse con independencia de la doctrina de Dios! Eso es precisamente lo que pretende decir la idea de la unidad de Jesús con Dios.

Los judíos se defienden de la recriminación de que quieran matar a Jesús por sus «buenas obras»; no se trata de eso. Si pretenden lapidarle es a causa de su blasfemia contra Dios, la cual consiste en su pretensión de hacerse a sí mismo Dios, cuando no es más que un simple hombre. ése es para ellos el punto clave (v. 33). En la concepción y formulación joánicas la «blasfemia contra Dios» está en que Jesús alimenta una pretensión total y absolutamente injustificada y hasta imposible como es la de hacerse Dios no siendo más que un hombre. Es algo que no va en modo alguno.

La respuesta de Jesús a semejante reproche es ante todo un argumentum ad hominem. Acude a la Escritura y se sirve de la conocida argumentación rabínica a minori ad maius (de lo menor a lo mayor). Dicho argumento escriturístico suena así: «¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije: dioses sois?»

La cita procede del Sal 82 (juicio de Yahveh sobre los jueces divinos), cuyo tenor suena así: «Yo me había dicho: Dioses sois hijos. todos vosotros, del Altísimo. Empero, como mortales moriréis, seréis, como uno más de los tiranos» (/Sal/082/06-07).

Se discute la interpretación de todo el salmo, porque no se puede establecer con seguridad si los «dioses» de los que aquí se habla son poderes celestiales, o si más bien se trata de hombre a los que se les da el tratamiento de «dioses». Para H.G. Kraus debe de tratarse de una «depotenciación de los dioses expresada de forma auténtica», que se «ordena a una proskynesis cúltica ante Yahveh, rey, Dios y juez supremo». Según F. Notscher, por el contrario, a los que el salmo se dirige es a los hombres, y más en concreto a «los poderosos injustos, que descuidan sus obligaciones jurídicas, actúan de una manera asocial y partidista e introducen la confusión en el ordenamiento público».

La exégesis judía ha referido este pasaje de Psa_82:6 a los israelitas, que han sido liberados del poder del ángel de ia muerte. Y así se dice en una baraitha: «El rabino José (ha. 150 d.C.) decía: Los israelitas han recibido la tora sólo para que el ángel de la muerte no tenga ningún poder sobre ellos, cf. Psa_82:6 : Yo mismo he hablado: Dioses sois vosotros e hijos del Altísimo todos. Habéis corrompido vuestros actos: En verdad moriréis como hombres, Psa_82:7».

También Juan parte de la idea de que el versículo del salmo «Yo dije: dioses sois» se dirige a hombres, y en concreto a aquellos «a los que fue dirigida la palabra de Dios», es decir a los israelitas de otros tiempos (v. 35a). E1 v. 35b introduce otro argumento, con el que en principio tenían que estar de acuerdo los judíos, y es el de que «no puede rechazarse la Escritura». Lo cual quiere decir que la Escritura, y por tanto cada una de las palabras bíblicas, es válida para todos los tiempos. Y el sentido es éste: Si Dios ha podido en tiempos dirigirse a los hombres como a «hijos de Dios», también hoy es válida su palabra, también hoy sigue siendo posible, sin que se pueda descartar simple y llanamente con el veredicto de que es una blasfemia contra Dios. Y ahora llega la conclusión «de menor a mayor». Luego también hoy es un argumento falso que los judíos condenen por blasfemo a Jesús, «al que el Padre ha santificado y enviado al mundo», es decir. al enviado y revelador divino, porque ha dicho «Yo soy Hijo de Dios». Late aquí la idea de que Jesús puede reclamarse a la Escritura en favor de la concepción personal que tiene de sí mismo como Hijo de Dios. Ese calificativo de «hijos de Dios» se les había aplicado ya a los oyentes a los que Dios había dirigido su palabra, luego ¡con cuánto mayor derecho se le puede aplicar a Jesús!

Es ciertamente un argumento de doble filo, pues se le podría poner a Jesús en la misma categoría de los primeros destinatarios de la palabra divina. Pero no deja también de ser cierto que, si la Escritura atribuye una filiación divina a todos los oyentes de la palabra de Dios, y en primer término a los judíos, no puede ser ninguna blasfemia el que Jesús se designe a sí mismo como «Hijo de Dios».

Pero ¿dónde radica «lo peculiar» de la filiación divina de Jesús? Aquí resulta muy significativo que los v. 37s vuelvan a referirse sobre todo a «las obras». ¿Por qué no creen los judíos a ese Jesús, que realiza «las obras del Padre», unas obras divinas que proceden de Dios? Si de hecho realiza tales «obras», los oyentes deberán creer a las mismas; si es que no quieren creer personalmente a Jesús, al menos las obras deberán convencerlos. Sus criterios habrán de ceder ante las obras. Lo cual vale tanto más cuanto que los propios judíos habían dicho que no apedreaban a Jesús por una obra buena, sino sólo por su pretensión desmedida.

Deben dejarse, pues, convencer por las obras; luego también para ellos debería ser posible reconocer que Jesús pertenece de hecho al ámbito de Dios o, dicho de manera más enfática, «que el Padre está en mí y yo en el Padre» (v. 38c). En este pasaje la fe en la filiación divina de Jesús constituye, por tanto, un argumento práctico y moral. Según este texto, «las buenas obras» demuestran la unidad de Jesús con Dios. También aquí vale aquel principio: «Por sus frutos los conoceréis» (Mat_7:16.20). La perícopa se cierra con la observación de que los judíos quisieron de nuevo echarle mano, probablemente porque había subrayado una vez más su unidad con Dios «el Padre en mí y yo en el Padre». «Pero él se les escapó de las manos», porque no son los enemigos de Jesús quienes deciden el tiempo y la hora de su muerte, sino que eso sólo compete al Padre y al propio Jesús.

7. JESÚS SE RETIRA (Jn/10/40-42)

40 De nuevo se fue al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado primeramente bautizando, y se quedó allí. 41 Acudieron a él muchos, que decían: Juan no realizó señal alguna; pero todo lo que él dijo acerca de éste, era verdad. 42 Y muchos creyeron en él allí mismo.

El texto relata que Jesús, sin duda para evitar nuevos enfrentamientos y para ponerse a seguro, se retiró a la otra ribera del Jordán, y en concreto al lugar donde primero había bautizado Juan, es decir, a Betania (cf. 1,28); y allí se quedó por algún tiempo. En este pasaje no se aducen otras razones; puede que en el fondo Juan piense en la idea de que la «hora» de Jesús todavía no había llegado (*). En cambio Jesús vive un refrendo ulterior por parte de la gente que recibe el testimonio del Bautista en favor de Jesús. Ese parece ser el motivo principal de que se mencione una vez más el primer emplazamiento del bautismo: porque allí había empezado el testimonio del Bautista acerca de Jesús. Las gentes dicen: Cierto que Juan Bautista no hizo ninguna «señal», pero todo lo que afirmó acerca de Jesús ha resultado verdadero. Con tal aseveración esas gentes están en contraste manifiesto con «los judíos», que habían recibido el testimonio del Bautista, pero que no lo siguieron y, por ello, tampoco llegaron a la fe. Entre las gentes aquí mencionadas, y que según parece no eran judíos, el testimonio del Bautista logra su propósito, que es la apertura a la fe en Jesús. Así lo vuelve a confirmar el v. 42. La alusión retrospectiva al testimonio del Bautista y a la fe de las gentes del Jordán es algo que muy probablemente entra en las intenciones del evangelista. Ahora todos los testimonios en favor de Jesús están ya sobre la mesa. En este punto se cierra un periodo de la actividad y de la vida de Jesús. Con el relato siguiente acerca de la resurrección de Lázaro la confrontación desemboca en un conflicto abierto, que terminará con la muerte de Jesús.

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* SCHNACKENBURG aduce toda una serie de razones que pudieron haber influido de manera decisiva en el retiro de Jesús a Betania: 1º Jerusalén y su entorno se han convertido en zona demasiado peligrosa. 2º Allí donde «los judíos» no pueden influir en la opinión pública, la gente cree en Jesús. 3º La conexión entre la actividad del Bautista y la actividad última de Jesús. 4º El recuerdo del testimonio del Bautista. 5º El propósito incidental de acentuar la superioridad de Jesús sobre el Bautista. 6º La transición a la historia de Lázaro. Entre todos estos motivos el más importante es la referencia al testimonio de Juan Bautista.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



134 (E) JESÚS, EL BUEN PASTOR (10,1-42). Durante la fiesta de la Dedicación, tres meses después de la de los Tabernáculos (? Institu(-)ciones, 76:151-54), tiene lugar un nuevo en(-)frentamiento de Jesús con los judíos. La divi(-)sión que se crea entre la multitud (w. 19-21) hace alusión a la curación del hombre ciego. La imagen del pastor reaparece en los vv. 26-29. Por tanto, no podemos interpretar los w. 1-21 simplemente como continuación de los hechos ocurridos durante la fiesta de los Ta(-)bernáculos sin tener en cuenta la complejidad literaria del capítulo. Ninguna de las propues(-)tas dirigidas a reorganizar las unidades temá(-)ticas de este capítulo ha obtenido un consen(-)so suficientemente amplio como para citarla aquí.
135 (i) Im parábola del pastor y el rebaño (10,1-6). 6. pero ellos no comprendieron: El evangelista informa al lector de que Jesús ha contado unaparoimia, «un proverbio»; en sen(-)tido más general un masál (hebr.) que puede significar «proverbio», «acertijo», o, en la ter(-)minología sinóptica, una «parábola». Este co(-)mentario quizás se base en una tradición como la descrita en Mc 4,10-12. El discurso parabólico evita que los «de fuera» compren(-)dan y se arrepientan, a la vez que resulta claro para los discípulos. La imagen del pastor apa(-)rece también en los sinópticos: (a) la multitud se compara a ovejas sin pastor (Mc 6,35); (b) la parábola de la oveja perdida es una res(-)puesta a las críticas de los fariseos acerca de la proximidad de Jesús a los pecadores en Lc 15,3-7; (c) los creyentes son comparados a ovejas que deben prevenirse contra los lobos (Mc 7,15, contra los falsos profetas que se ori(-)ginan en la misma comunidad; 10,16); (d) los justos son «ovejas» que serán salvadas el día del juicio (Mc 25,32-34). Cabe considerar tam(-)bién la rica tradición de este tema en el AT. El Señor es el pastor de su pueblo (Gn 49,24; Sal 23) . Ez 34 castiga a los líderes del pueblo por ser malos pastores que se enriquecen a costa de las ovejas. Dejan a las ovejas abandonadas y errantes a merced de los lobos (34,1-10). El Señor promete intervenir y reunir a sus ovejas, que se hallan dispersas entre las naciones, y llevarlas a los buenos pastos (34,11-16). Este capítulo de Ezequiel debió resultar especial(-)mente atractivo para Juan, puesto que conclu(-)ye que el pueblo reconocerá en su pastor a Dios: «Y sabrán que Yo Soy (egó eimi) el Señor su Dios y que ellos, los israelitas, son mi pue(-)blo, Oráculo del Señor. Vosotros sois mis ove(-)jas, las ovejas que yo apaciento, y yo soy vues(-)tro Dios» (Ez 34,30-31 LXX). (Véase P.-R. Tragan, La parabole du «Pasteur» et ses explications [SAns 67, Roma 1980].)
136 Algunos exegetas distinguen dos pa(-)rábolas diferentes en los w. 1-5; (a) w. l-3a es un contraste de las diferentes maneras de acer(-)carse a las ovejas. Los que no pasan por la puerta son malvados; (b) los vv. 3b-5 tratan de la relación entre el pastor y las ovejas. Las ove(-)jas responden solamente a la voz de su propio pastor. Para el lector que acaba de ser infor(-)mado de la ceguera de los fariseos, resulta evi(-)dente que el autor le está aconsejando que no preste atención a las enseñanzas de los fari(-)seos.
137 (ii) Jesús, la puerta y el buen pastor (10,7-18). La interpretación incorpora ambas metáforas. Jesús es la puerta que da acceso a las ovejas (w. 7-10); y es el «buen» (= ideal, modélico) pastor (vv. 11-19). Cada imagen se repite dos veces. 8-10. La elección de la «puer(-)ta» como símbolo mesiánico quizás se inspire en el Sal 119,20. Otros versículos del Sal 119 fueron interpretados como profecías mesiánicas en el cristianismo primitivo (Jn 12,13; Mc 1, 10; Mt 23-39). Juan insiste en que Jesús es la única fuente de salvación. Los que vinieron antes que él (probablemente una referencia a los maestros judíos y a sus tradiciones) son considerados ladrones (v. 8). La comparación con los ladrones que no pueden salvar recuer(-)da Ez 34. Juan ha reformulado el tema en su propio lenguaje: Jesús ha venido para que ten(-)gan vida (cf. 14,6, Jesús es «el camino, la ver(-)dad y la vida»).
138 11-13. el buen pastor: El gr. kalos, «bueno», significa «bueno» en el sentido de «noble» o «ideal», no simplemente «capaz de» o «hábil». A diferencia de los malos pastores que permiten que los lobos devoren a las ove(-)jas, Jesús da la vida por ellas. En Mc 14,27, Je(-)sús cita Zac 13,7 acerca de la ejecución del pastor y la dispersión de las ovejas. Así, la imagen de Jesús buen pastor que muere por sus ovejas pertenece a las narrativas cristianas tempranas acerca de la pasión. 14. conozco a mis ovejas: Esta segunda afirmación resulta más característica de Juan, puesto que com(-)para la relación entre el pastor y las ovejas con la relación íntima entre Jesús y el Padre. Esta relación es la causa del sacrificio de Jesús por el bien de las ovejas. Jn 15,12-17 utiliza la ima(-)gen de la amistad para describir la muerte de Jesús en el contexto de esta relación. 16. otras ovejas que no están en este redil: Esta afirma(-)ción interrumpe la reflexión sobre las relacio(-)nes pastor/ovejas para referirse a «otras ove(-)jas» que también oirán la voz de Jesús. En otros lugares del evangelio, este tipo de inte(-)rrupciones introducen una referencia a las fu(-)turas generaciones de creyentes (p.ej., 17,20; 20,29) . También es posible relacionar esta afir(-)mación con la futura conversión de los genti(-)les, «los griegos» que aparecen dos veces en el cuarto evangelio (7,35; 12,20-22). En la fecha en que se completó el evangelio, la comunidad joánica sabía también de la existencia de otras comunidades cristianas, esp. las que tienen como referente a Pedro y le atribuyen el título de «pastor» (21,15-19). La expresión «otras ovejas» puede referirse, por tanto, también a los cristianos que no forman parte de la co(-)munidad joánica.
139 17. el Padre me ama porque yo doy mi vida: Los primeros cristianos enfatizaban el hecho de que Jesús ofreció su vida de forma voluntaria por obediencia a Dios (restaurando así la relación con Dios interrumpida por la desobediencia de Adán; cf. Flp 2,8; Rom 5,19; Heb 5,8). La transposición joánica de este te(-)ma enfatiza el amor que existe entre el Padre y el Hijo (cf. 3,35) y la libertad soberana de la muerte de Cristo. La libertad se demuestra en el hecho de que, a diferencia de los hombres condenados a perecer si Cristo no les da la vi(-)da, Cristo puede «tomar de nuevo su vida». El énfasis en el hecho de que Cristo ofrece su vi(-)da por las ovejas debería dejar claro que el cuarto evangelio no presenta a Cristo toman(-)do su vida de nuevo a la manera del Señor de los gnósticos docéticos que posee una «esencia espiritual» que no muere nunca. Juan nos ad(-)vierte también contra la interpretación de la muerte de Cristo como una victoria sobre sus enemigos. Es probable que los cristianos joá(-)nicos tuvieran que enfrentarse a oponentes que consideraban imposible que Jesús tuviera una unión íntima con el Padre o fuera fuente de vida para el mundo (p.ej., 5,21), y a la vez hubiera sido ejecutado entre los más misera(-)bles criminales.
140 (iii) División: ¿Está Jesús endemonia(-)do? (10,19-21). Aunque estos versículos hacen referencia a la curación del ciego de naci(-)miento, el evangelista los utiliza a modo de in(-)terludio para enfatizar la importancia de la afirmación de Jesús. 20. está poseído de un es(-)píritu malo: La acusación que Jesús «está en(-)demoniado» apareció ya en 7,20, donde la multitud primero niega que nadie quiera ma(-)tar a Jesús para luego afirmarlo en 7,25; y también en 8,48.52 en relación con la preten(-)sión de Jesús de ser «superior a Abrahán».
141 (iv) Las ovejas de Jesús reconocen su voz (10,22-30). 22. Él contexto no solamente presenta otra fiesta judía como oportunidad para atentar de nuevo contra la vida de Jesús, sino que lo sitúa de nuevo en el recinto del Templo que había abandonado tras el intento de lapidación de 8,59. 23. el pórtico de Salo(-)món: Estaba adosado al muro exterior, en el lado este del Templo (véase Hch 3,11; Flavio Josefo, Bell 5.5.1 § 185). 24. claramente: La de(-)manda de una respuesta «pública» (parrhésia) a las preguntas acerca de su identidad como «Mesías» remite al lector a las disputas de Jn 7-8. Jesús había rechazado la petición de sus hermanos de realizar en Jerusalén signos que demostraran públicamente (parrhésia; 7,4) su identidad mesiánica. El pueblo no se atrevía a hablar en público de Jesús «por miedo a los ju(-)díos» (7,3). La aparición pública de Jesús en Jerusalén conduce a especular sobre si será el Mesías (7,26). 25. os lo he dicho con toda clari(-)dad y no me habéis creído: La multitud no en(-)tiende a qué se refiere; solamente los creyentes pueden comprender. Jesús ha afirmado ante la samaritana que es «el Mesías» y ante el ciego de nacimiento que es «el Hijo del hombre». Ambas escenas destacan el hecho de que el sujeto de dichas afirmaciones no es otro que Jesús, «el que te está hablando». Jesús, na(-)turalmente, también afirmó públicamente su identidad en el mismo recinto del Templo en la fiesta anterior mediante el uso del «Yo Soy» divino en 8,24.58. El evangelista quiere asegu(-)rarse de que no olvidamos su afirmación prin(-)cipal y concluye esta sección insistiendo en la unidad existente entre el Padre y el Hijo (v. 30). Las obras de Jesús dan también testimo(-)nio de su identidad (cf. 5,36, un hecho correc(-)tamente interpretado por el ciego de naci(-)miento y repetido en las preguntas de la multitud en 10,21).
142 26-29. La imagen del pastor aparece de nuevo cuando Jesús se refiere a la falta de fe mediante otra metáfora acerca de los «orí(-)genes», no tan hostil como la de 8,42-47. Allí se distingue a los hijos «de Abrahán» de los «del diablo» y se acusa a estos últimos de buscar la muerte de Jesús. Aquí Jesús se dirige también de forma ofensiva a la multitud que lo escu(-)cha, pero no los acusa de formar parte de la conspiración urdida en su contra. En 6,44 se afirma que nadie puede venir a Jesús si no ha sido «llamado por el Padre», y en 6,65 se reto(-)ma esta afirmación para explicar el abandono de algunos de los discípulos de Jesús. Estos ejemplos sugieren que la comunidad joánica utilizó las tradiciones acerca de la llamada personal de Dios a la fe para hacer inteligibles sus experiencias de rechazo, de abandono de la fe o de persecución activa. Estas experien(-)cias también han dejado huella en este pasaje. Puesto que es Dios quien «ha dado» estas ove(-)jas a Jesús, nadie (incluidos los líderes religio(-)sos que actúan en nombre de Dios como los del cap. 9) pueden arrancarlas de su lado. Na(-)die puede frustrar la misión de Jesús, el don de la vida eterna para los que creen (cf. 17,2.6).
30. el Padre y yo somos uno: Los discursos de despedida muestran cómo la unidad del Padre y el Hijo incluye a la comunidad de discípulos (cf. 17,11; Teología joánica, 83:50-54).
143 (v) Intento de lapidar a Jesús por blas(-)femo (10,31-39). 31. para apedrearlo: Tal como el lector es inducido a esperar, la afirmación de unidad con el Padre provoca que Jesús sea acusado de blasfemia. 32-33. Por haber blas(-)femado, se rechaza el recurso de Jesús a sus «buenas obras» (cf. 5,16-18). 34. ¿no está es(-)crito?: Jesús se defiende citando las Escrituras para argumentar «del caso menor al mayor»; si las Escrituras aplican a los hombres en ge(-)neral el apelativo de «dioses» (Sal 82,6 LXX), cuánto más podrá aplicarse al representante consagrado del Padre. Quizás se espera ade(-)más que el lector recuerde la continuación del versículo citado, «y todos vosotros sois hijos del Altísimo». 37-38. Tras apelar a las Escritu(-)ras para legitimar el uso de la expresión «hijo de Dios» con relación al representante de Dios, Jesús debe aún convencer a su audiencia de que él es el representante de Dios. Para ha(-)cerlo, apela de nuevo a sus obras (cf. 5,36), aunque deja claro que sus obras no sirven pa(-)ra nada si no conducen al reconocimiento de que Jesús y el Padre «están» el uno en el otro (cf. 14,10-11; 17,21).
144 (vi) Jesús se retira a la Transjordania (10,40-42). Algunos exegetas consideran pro(-)bable que en una primera versión del evange(-)lio el ministerio público de Jesús acabara aquí.
Si así fuera, la acción terminaría en el mismo lugar donde empezó, en el territorio de la pre(-)dicación de JBau. El ministerio de Jesús se si(-)tuaría en continuidad y completaría el de JBau, puesto que los habitantes de la Transjor(-)dania aceptan su testimonio y creen en Jesús.
145 (C) Jesús da vida y recibe muerte (11,1-12,50). El mayor «signo» de Jesús, el don de la vida, conduce al acto definitivo de la falta de fe, la decisión formal de que Jesús de(-)be «morir por el pueblo» (11,1-57). Alrededor de dos episodios tradicionales del relato de la pasión, la unción de Jesús (12,1-8) y la entrada en Jerusalén (12,12-16), Jn 12 desarrolla el te(-)ma de la conspiración contra Lázaro y Jesús.
146 (a) La resurrección de Lázaro (11,1-44). La curación del ciego de nacimiento ha demostrado que Jesús es la «luz» del mundo. Ahora Juan se dispone a demostrar mediante otro milagro tradicional que Jesús es también la «vida» del mundo (véase C. F. D. Moule, Theology 78 [1975] 114-25). El episodio de Lá(-)zaro puede incluso ser visto como el cumpli(-)miento de las promesas de 5,24-29. Este signo demuestra que el Padre ha concedido al Hijo poder sobre la vida y la muerte (5,26).

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, aquél es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y a las ovejas propias llama por su nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no le siguen, antes huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños". Este proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía. (vv. 1-6)

Crisóstomo, in Joanem hom 58
Como el Señor había sostenido una disputa sobre la ceguedad de los judíos, a fin de que ellos no dijesen: no es por nuestra ceguedad por lo que no nos acercamos a ti, sino que nos apartamos como huyendo del error, quiere probar que El no es un impostor, sino que es el verdadero pastor, fijando las señales que distinguen al ladrón del pastor. Y en primer lugar enseña quién es el impostor y el ladrón, diciendo: "En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, aquel es ladrón y salteador". El se refiere de una manera tácita a todos aquellos que vinieron antes que El y a los que vendrían después, al anticristo y a los falsos cristos. Llama puerta a las Escrituras, porque éstas enseñan el conocimiento de Dios; ellas son las que guardan las ovejas y no dejan que se acerquen los lobos, cerrando la entrada a los herejes. Así, pues, el que no usa de las Escrituras, sino que sube por otra parte, esto es, adopta otra vía distinta y no legítima, éste es un ladrón. Dice sube y no dice entra, a la manera del ladrón que trata de escalar el muro y hace todas las cosas rodeado de peligros. Dice por otra parte designando de una manera tácita a los escribas, que enseñaban las máximas y las doctrinas humanas, y al mismo tiempo violaban la Ley. No debe extrañarnos que El se llame a sí mismo puerta, porque se presenta a sí mismo también como pastor y como rebaño. El se llama puerta por ser el que nos conduce al Padre, y se llama pastor por ser el que nos guía.

San Agustín, in Joanem tract 45
O de otro modo: Hay muchos que por la manera ordinaria que tienen de obrar se llaman hombres buenos, que al parecer observan lo que en la Ley se manda; sin embargo, no son cristianos y las más de las veces se jactan como los fariseos: "Pues qué, ¿nosotros somos también ciegos?" (Jua_9:40). Como que ignorando a qué fin dirigir sus acciones, obran inútilmente; pero el Señor, bajo la figura de rebaño y de puerta por la que se entra al redil, les dice: "En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta", etc. Digan en hora buena los paganos, digan los judíos o los herejes, nuestra vida es buena; si no entran por la puerta ¿de qué les sirve? La buena vida debe proporcionar a cada uno la vida eterna, y no puede decirse que viven bien los que ignoran por ceguedad el fin del bien vivir, o por orgullo lo menosprecian. Nadie puede tener esperanza de vivir siempre, si no conoce la vida (que es Cristo) y entra por esta puerta en el redil. Todo aquel que quiere entrar en el redil, entre por la puerta; y no solamente predique a Cristo, sino busque su gloria y no la gloria propia. Pero Cristo es una puerta humilde; el que entra por esta puerta debe bajar su cabeza para que pueda entrar con ella sana. Mas aquel que no se humilla sino que se ensalza, ése quiere escalar el muro; por tanto, se eleva para caer. Muchas veces tales hombres pretenden persuadir a los demás a que vivan bien sin ser cristianos; éstos quieren subir por otra parte, robar y matar. Son, pues, ladrones, porque se apropian lo ajeno; son salteadores, porque matan lo que roban.

Crisóstomo, ut supra
Has visto cómo describe al ladrón; mira ahora la definición del pastor: "Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas".

San Agustín, De verb Dom. Serm 49
Entra por la puerta el que entra por Cristo, el que imita la pasión de Cristo, el que conoce la humildad de Cristo, que siendo Dios se ha hecho hombre por nosotros. Conozca el hombre que no es Dios, sino hombre, porque el que quiere parecer Dios siendo hombre, no imita a Aquel que siendo Dios se hizo hombre. Porque no se te ha dicho: seas algo menos de lo que eres; sino, reconoce lo que eres.
"A éste abre el portero".

Crisóstomo, ut supra
Nada impide llamar portero a Moisés, porque a él fue confiado el depósito de las palabras de Dios.

Teófilacto
O bien el Espíritu Santo es el portero que, abriéndonos las Sagradas Escrituras, nos muestra a Cristo.

San Agustín, in Joanem tract 46
O de otra manera: Por este portero debemos entender al mismo Señor. En las cosas humanas hay más diferencia entre un pastor y una puerta, que entre un portero y una puerta, y sin embargo, el Señor se llama a sí mismo pastor y puerta. ¿Por qué no hemos de ver en El al portero? El que se manifiesta a sí mismo, es el mismo que se abre. Si buscas que otro sea el portero, puedes reconocer, sin duda, bajo este nombre al Espíritu Santo, de quien el Señor dice: "El mismo os enseñará toda la verdad" (Jua_16:13). La puerta es Cristo, que es la verdad. ¿Quién abre la puerta sino el que enseña la verdad? Debemos cuidar, sin embargo, de no estimar más al portero que a la puerta, porque en las casas de los hombres el portero es más que la puerta, y no la puerta más que el portero.

Crisóstomo, ut supra
Como que ellos le habían tenido por un impostor y se empeñaban en probarlo por su misma infidelidad diciendo (Jua_7:48): "Quién de los príncipes creyó en El", enseña ahora que, puesto que no le escuchan, son excluidos de la condición de ovejas: "Las ovejas oyen su voz". Y si es propio del pastor entrar por la puerta verdadera, por la que El mismo entró, síguese que se separan del rebaño las ovejas que no oyen su voz.
"Y a las ovejas propias llama por su nombre".

San Agustín, in Joanem tract 45
Porque El conoce el nombre de los predestinados. Por eso ha dicho a sus discípulos (Luc_10:20): "Alegraos, porque vuestros nombres están escritos en el cielo". "Y las saca".

Crisóstomo, in Joanem hom 58
Sacaba a sus ovejas cuando las enviaba, no ya lejos de los lobos, sino en medio de ellos. Estas palabras parece que se dirigen al ciego de una manera indirecta, porque le sacó llamándole de en medio de los judíos.

San Agustín, ut supra
¿Y quién es el que saca las ovejas sino Aquel que perdona los pecados, para que desembarazados de sus duras cadenas puedan seguirle? "Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas".

Glosa
En verdad, las saca de las tinieblas de la ignorancia a la luz, cuando va delante de ellas como en columna de nube y de fuego.

Crisóstomo, ut supra
Los pastores hacen lo contrario, siguiendo ellos mismos a las ovejas; mas El dice de sí mismo lo contrario, conduciendo las ovejas a la verdad.

San Agustín, ut supra
¿Y quién es el que va delante de las ovejas sino Aquel que resucitando de entre los muertos no muere ya más (Rom_6:9), y dijo al Padre (Jua_17:24): "Quiero que aquellos que tú me diste estén conmigo en donde yo estoy".
"Y las ovejas le siguen, porque ellas conocen su voz. Mas al extraño no le siguen", etc.

Crisóstomo, ut supra
Llama extraños a Judas y a Teudas 1 y a los demás falsos apóstoles que debían venir después de ellos. Para no confundirse con ellos, se distingue en muchas cosas. En primer lugar por la doctrina de las Sagradas Escrituras, por las cuales Cristo atraía a sí a los hombres, mientras que ellos separaban a los hombres de esas mismas Escrituras. En segundo lugar, por la obediencia de las ovejas, pues los hombres creyeron en El no sólo durante su vida, mas a ellos los abandonaron inmediatamente

Teófilacto
Significa también el anticristo, que después de haber engañado un tanto a los hombres, no hará prosélitos después de su muerte.

San Agustín, ut supra
¿Pero cómo resolver esta cuestión? Algunas veces las que no son ovejas oyen la voz del pastor; tal aconteció a Judas, que aunque era lobo, oyó esta voz, y las ovejas no la oyen; porque algunos de los que crucificaron a Cristo eran ovejas, y sin embargo, no oyeron su voz. Podrá decir alguno que aquellas no eran ovejas cuando no oían su voz; mas una vez que fue oída esta voz, fueron cambiados, de lobos que eran, en ovejas. Aún me asusta lo que el Señor, por boca de Ezequiel, reprende a los pastores, diciéndoles, entre otras cosas, acerca de las ovejas (Jua_34:6): "No llamaste a la que andaba errante". El le dice errante y la llama oveja ; no andaría errante, si oyera la voz del pastor; por eso anda errante, porque oyó la voz del extraño. He aquí lo que yo digo: el Señor conoce los que son suyos, por presciencia (2Ti_2:19); conoce a los predestinados; éstos son las ovejas. Algunas veces no se conocen ellas mismas, pero el pastor las conoce; porque hay muchas ovejas fuera del redil, y muchos lobos están dentro. De los predestinados es de quien habla. Hay una cierta voz de pastor que las ovejas reconocen; no la del extraño; y en la que las que no son ovejas no oyen a Cristo. ¿Qué voz es ésta? "El que perseverare hasta el fin, éste será salvo" (Mat_10:22). Esta voz no la desprecia el hijo; no la oye el extraño. "Este proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía", porque el Señor apacienta con palabras claras y ejercita con palabras oscuras. Cuando dos oyen las palabras del Evangelio, el uno piadoso y el otro impío, y lo que oyen es de tal naturaleza que ambos no lo entienden, el uno exclama: es verdad lo que dijo, es bueno lo que dijo, pero nosotros no lo entendemos. Este ya llama, porque cree; es digno de que se le abra si insiste en llamar. El otro dice: nada dijo; que oiga aun esta palabra: "Si no creyereis, no entenderéis" (Isa_7:9).

Notas
1. Entre los falsos mesías, a que hace referencia Gamaliel en su discurso de Hch_5:36-37, están, Judas el Galileo, hijo de Ezquías, quien se sublevó hacia el 6 a.C.; y un tal Teudas, sobre cuya identidad hay cierta incertidumbre.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter X.

1 Christ is the doore and the good Shepheard. 19 Diuers opinions of him. 24 He proueth by his workes, that he is Christ the Sonne of God, 39 Escapeth the Iewes, 40 and went againe beyond Iordane, where many beleeued on him.

[The good Shepheard.]

1 Uerily, verily I say vnto you, He that entreth not by ye doore into the sheepefold, but climeth vp some other way, the same is a theefe, and a robber.
2 But hee that entreth in by the doore, is the shepherd of the sheepe.
3 To him the porter openeth, and the sheepe heare his voyce, and he calleth his owne sheepe by name, and leadeth them out.
4 And when he putteth foorth his owne sheepe, he goeth before them, and the sheepe follow him: for they know his voyce.
5 And a stranger will they not follow, but will flee from him, for they know not the voyce of strangers.
6 This parable spake Iesus vnto them: but they vnderstood not what things they were which he spake vnto them.
7 Then said Iesus vnto them againe, Uerily, verily I say vnto you, I am the doore of the sheepe.
8 All that euer came before me, are theeues and robbers: but the sheepe did not heare them.
9 I am the doore by me if any man enter in, he shall be saued, and shall goe in and out, and find pasture.
10 The theefe commeth not, but for to steale and to kill, and to destroy: I am come that they might haue life, and that they might haue it more abundantly.
11 [ Isa_40:11 ; Eze_34:23 .] I am the good shepheard: the good shepheard giueth his life for the sheepe.
12 But hee that is an hireling and not the shepheard, whose owne the sheepe are not, seeth the woolfe comming, and leaueth the sheep, and fleeth: and the woolfe catcheth them, and scattereth the sheepe.
13 The hireling fleeth, because he is an hireling, & careth not for the sheepe.
14 I am the good shepheard, and know my sheepe, and am knowen of mine.
15 As the father knoweth me, euen so know I the father: & I lay downe my life for the sheepe.
16 And other sheepe I haue, which are not of this fold: them also I must bring, and they shall heare my voyce; [ Isa_37:22 .] and there shall be one fold, and one shepheard.

[Christs sheepe.]

17 Therefore doth my father loue me, [ Isa_53:7-8 .] because I lay downe my life that I might take it againe.
18 No man taketh it from me, but I lay it downe of my selfe: I haue power to lay it downe, and I haue power to take it againe. [ Act_2:24 .] This commandement haue I receiued of my father.
19 There was a diuision therefore againe among the Iewes for these sayings.
20 And many of them said, He hath a deuill, and is mad, why heare ye him?
21 Others said, These are not the words of him that hath a deuill. Can a deuill open the eyes of the blind?
22 And it was at Hierusalem the [ 1; Macc.4.59.] feast of the dedication, & it was winter.
23 And Iesus walked in the temple in Solomons porch.
24 Then came the Iewes round about him, and said vnto him, How long doest thou [ Or, hold vs in suspence.] make vs to doubt? If thou be the Christ, tell vs plainely.
25 Iesus answered them, I told you, and ye beleeued not: the workes that I doe in my Fathers name, they beare witnesse of me.
26 But ye beleeue not, because ye are not of my sheepe, as I said vnto you.
27 My sheepe heare my voyce, and I know them, and they follow me.
28 And I giue vnto them eternall life, and they shall neuer perish, neither shall any man plucke them out of my hand.
29 My father which gaue them me, is greater then all: and no man is able to plucke them out of my fathers hand.
30 I and my father are one.
31 Then the Iewes tooke vp stones againe to stone him.
32 Iesus answered them, Many good workes haue I shewed you from my Father; for which of those workes doe ye stone me?
33 The Iewes answered him, saying, For a good worke we stone thee not, but for blasphemy, and because that thou, being a man, makest thy selfe God.
34 Iesus answered them, [ Psa_82:6 .] Is it not written in your law, I said, ye are gods?
35 If hee called them gods, vnto whom the word of God came, and the Scripture cannot be broken:
36 Say ye of him, whom the father hath sanctified and sent into the world,

[Lazarus dieth, and is raised to life.]

Thou blasphemest; because I said, I am the Sonne of God?
37 If I doe not the workes of my Father, beleeue me not.
38 But if I doe, though yee beleeue not me, beleeue the works: that ye may know and beleeue that the Father is in me, and I in him.
39 Therefore they sought againe to take him: but hee escaped out of their hand,
40 And went away againe beyond Iordane, into the place where Iohn at first baptized: and there he abode.
41 And many resorted vnto him, and said, Iohn did no miracle: but all things that Iohn spake of this man, were true.
42 And many beleeued on him there.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Jesús como el pastor

La ilustración del pastor en esta sección es en forma de alegoría en la cual se aplican varios aspectos de una manera espiritual. Es similar a las parábolas de los Sinópticos, pero en una forma más desarrollada. Es importante no poner énfasis en los detalles.

1-6 El punto principal de esta sección es el medio por el cual se distingue lo verdadero de lo falso. La metáfora del pastor es familiar en el AT (cf. Jer. 23; Eze. 34; Zac. 9). En esta sección el pensamiento está fuertemente influido por Eze. 34, donde los pastores de Israel son criticados. Probablemente se quiere establecer una conexión estrecha entre el tema del cap. 9 y la ilustración del pastor y esto se enfatiza en las palabras de cierto, de cierto os digo del v. 1. El contraste es entre el mal pastoreo de los fariseos (como se vio en su actitud hacia el ciego) y el buen pastor. Los rediles orientales tenían una sola puerta, que el mismo pastor cuidaba cuando había un solo rebaño, o un portero cuando estaban encerrados varios rebaños. En el último caso, el portero conocía a los pastores. Los ladrones se veían obligados a entrar por otros medios. Es probable que no se quiera mostrar una diferencia entre un ladrón y un asaltante. No hay necesidad de atribuir una interpretación particular al portero (3). Es meramente un detalle de la ilustración para asegurar la entrada del pastor. Lo que es importante es la relación entre las ovejas y el pastor. La característica de un verdadero pastor es que él no sólo reconoce sus ovejas sino que las llama por su nombre y las guía a las pasturas (4). Es claro que tal relación personal no podría existir entre un extraño y las ovejas (5). Los oyentes eran incapaces de entender la verdad que había tras aquella figura de expresión.

7-10 Ahora cambia la metáfora, pues Jesús mismo se ve como la puerta. Declaró su derecho exclusivo de permitir la entrada. El v. 8 ha presentado dificultades si se supone que ninguno de los que vino antes de Jesús fuera sino ladrón o asaltante, lo que claramente sería incompatible con el AT. Algunos mss. omiten las palabras antes de mí, pero lo más probable es que sean originales. El significado más lógico es que los que vinieron antes de Jesús y declaraban ser el único camino de entrada eran falsos; una referencia a los muchos falsos mesías que abundan en la historia de ese período. Ciertamente el capítulo anterior muestra lo desastroso de los reclamos de los fariseos. En el v. 9 el reclamo del mismo Jesús se repite en una forma más extensa. Ahora promete tanto la salvación como el sostén.

Estos dos beneficios se resumen entonces como vida en abundancia (10). El contraste entre lo verdadero y lo falso aquí es especialmente notorio. Jesús trae vida; los falsos pastores traen muerte. La abundancia de la vida que Jesús da es un tema característico de Juan.

11-18 Ahora se introduce otro contraste entre el buen pastor y el asalariado. La primera cualidad del pastor es la disposición a sacrificarse por las ovejas. Habiendo prometido antes vida abundante a otros, Jesús habla de dar la suya propia. A la luz de esto parecería que las ovejas están expuestas a un peligro inmediato, pero Jesús va más allá de la metáfora para señalar una verdad espiritual profunda. Atrae la atención a un acto voluntario de sacrificio que beneficiaría a las ovejas (11). La muerte del pastor se ve como un acto en beneficio de otros. El contraste entre esto y la acción del asalariado que huye (12) presenta en forma vívida la naturaleza del sacrificio de Jesús. La falta de cuidado se nota particularmente (13). Los vv. 14-18 forman una especie de comentario sobre la afirmación del v. 11. Comienza con un énfasis sobre el mutuo conocimiento del pastor y las ovejas que es como el conocimiento mutuo del Padre y el Hijo (14, 15). No puede haber una intimidad más estrecha que ésa. Coloca completamente fuera de cuadro al asalariado. Tal intimidad entre el pastor y las ovejas ya ha sido insinuada en los vv. 3-5.

El v. 16 introduce otra línea de pensamiento, esta vez basada en la idea de diferentes rebaños. Las otras ovejas a que se refería Jesús tienen que ser los gentiles. Pero aunque hay rediles diferentes, sólo hay un rebaño, así como hay un solo pastor. Esta afirmación da testimonio de la variedad en la comunidad del pueblo de Dios, aunque su unidad esencial es en Cristo mismo. Por esto (17) puede referirse al versículo anterior con el significado de el Padre me ama porque yo soy el buen pastor o de acuerdo con el versículo siguiente, caso en el cual el amor del Padre se basa en el sacrificio del Hijo. Pero no se puede suponer que el amor del Padre dependía de la acción del Hijo, sino más bien que se demostraba por medio de ella. La cláusula final en el v. 17 muestra que el sacrificio no se consideraba como un fin en sí mismo. La resurrección estaba en mente como conclusión triunfante. El carácter plenamente voluntario de la ofrenda de sí mismo y la autoridad investida en Jesús son los puntos subrayados.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

San Juan muestra ahora cómo los hombres podemos llegar a la salvación por la fe en Cristo y por medio de su gracia. Jesús es la puerta por la que se entra en la Vida Eterna, el Buen Pastor que nos conduce y ha dado su vida por nosotros. Con las imágenes del pastor, las ovejas y el redil, se evoca un tema preferido de la predicación profética en el Antiguo Testamento: el pueblo elegido es el rebaño y el Señor su pastor (Cfr Sal 23). Los profetas, especialmente Jeremías y Ezequiel, ante la infidelidad de los reyes y sacerdotes, a quienes también se aplicaba este nombre, prometen unos nuevos pastores. Más aún: Ezequiel señala que Dios iba a suscitar un Pastor único, descendiente de David, que iba a apacentar a sus ovejas, de modo que estuvieran seguras (Ez 34). Jesús se presenta como ese Buen Pastor que cuida de sus ovejas. Se cumplen, por tanto, en Él las antiguas profecías. El arte cristiano se inspiró muy pronto en esta figura entrañable del Buen Pastor y dejó así representado el amor de Cristo por cada uno de nosotros.

Cristo se aplica la imagen de la Puerta por la que se entra en el aprisco de las ovejas que es la Iglesia (v. 7): «La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas» (C. Vat. II, Lum. gent. 6).

Como aparece a menudo a lo largo del evangelio, hay aquí una referencia explícita a la eficacia redentora del sacrificio de Cristo (cfr vv. 15-17). Jesús da su vida incluso por las ovejas que no son del redil de Israel. Su misión es universal pues convoca a todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia (v. 16).

Finalmente (vv. 19-21), el evangelista muestra las reacciones contrapuestas que causan las palabras de Jesús en los oyentes (cfr 6,52; 7,12.25-27.31.40.43). Son las mismas que se dan a lo largo de la historia. «Jesús: por dondequiera que has pasado no quedó un corazón indiferente. -O se te ama o se te odia» (S. Josemaría Escrivá, Camino 687).


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



11. La imagen de Dios como Pastor de Israel es un tema de la literatura religiosa judía (Sal. 23; 79. 13; 80. 2; 95. 7; 100. 3; Isa_53:6), que se aplica sobre todo al Mesías (Ez. 34). Jesús reivindica para sí el título mesiánico de "Pastor" por excelencia, anunciado y prometido por Dios a su Pueblo. Él es el "verdadero" Pastor, el "modelo" de pastor, que realiza perfectamente la función pastoral, entregando su propia vida para conducir a los hombres a la Vida eterna.

22. La "fiesta de la Dedicación" recuerda la purificación del Templo realizada por Judas Macabeo en el año 165 a. C. ( 1Ma_4:52-59), para reparar la profanación cometida por Antíoco Epífanes ( 1Ma_1:54). Ver nota Mat_24:15.

34. Sal_82:6. La Escritura llama "dioses" a los jueces, porque "el Juicio pertenece a Dios" ( Deu_1:17).

35-36. Jesús, razonando otra vez a la manera rabínica, concluye que si no es una blasfemia llamar "dioses" a los jueces, mucho menos lo es que el Enviado del Padre se llame a sí mismo Hijo de Dios.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Este pasaje se divide marcadamente en tres partes:
1) el verdadero pastor (Jua_10:1-6);
2) la puerta del redil (Jua_10:7-10);
3) el buen pastor (Jua_10:11-18).

Sigue la conclusión (Jua_10:19-21). La primera es una parábola enigmática, en que se expone solamente la imagen parabólica sin ninguna indicación de su moralidad. Esta moralidad se expone en la segunda y en la tercera partes en forma de alegoría. Los dos puntos más salientes de la imagen parabólica, la puerta y el pastor , en vez de aplicarse a Jesús (como suele hacerse en las parábolas comunes, se transforman en dos alegorías, conexas por el sentido, pero literalmente independientes. De ahí el carácter singular de este pasaje, mitad parábola y mitad alegoría.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El buen pastor. Lo que Yahvé era para su pueblo en el Antiguo Testamento (Sal 23), Jesús lo es para los suyos. Como Jesús, sus seguidores también están llamados a ser pastores. Juan hace un contraste primero entre el pastor y los ladrones y asalariados, para pasar a hablar directamente del buen pastor y su relación con las ovejas. Jesús sigue hablando en presencia de los fariseos de 9,40s. Los fariseos ciegos son los ladrones y bandidos que pueden llevar las ovejas a la ruina (6). Jesús es a la vez la puerta y el pastor de las ovejas. Solamente en Jesús y con Jesús se encuentra la verdadera vida. El buen pastor está dispuesto al sacrificio, conoce íntimamente a sus ovejas y se sacrifica por ellas (11.15.17s); así les revela su amor. Hay otras ovejas que no pertenecen al rebaño de Israel; Jesús las va a recoger en el rebaño de su Iglesia. El sacrificio de Jesús será el punto de atracción y de reunión de su rebaño (12,32). Los judíos seguían divididos. No eran capaces de aceptar a Jesús y de convertirse en ovejas suyas.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 10.14-15 Mt 11.27; Lc 10.22.

[2] 10.16 Jn 11.52; 17.20.

[3] 10.22 La fiesta de la Dedicación (heb. hanuká ), celebrada durante ocho días en diciembre, conmemora la restauración y consagración del templo de Jerusalén por Judas Macabeo en 164 a.C., después que lo había profanado Antíoco Epífanes (cf. Dn 9.27; 11.31; 1 Mac 4.36,52-59; 2 Mac 1.18; 10.5).

[4] 10.23 Pórtico de Salomón: un pórtico o galería al oriente del templo, en el lado interior del muro que lo rodeaba (cf. Hch 3.11; 5.12).

[5] 10.33 Cf. Lv 24.15-16.

[6] 10.34 Sal 82.6.

[7] 10.41 Jn 1.26-36.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἀκολουθήσουσιν WH Treg NA28 ] ἀκολουθήσωσιν RP

Torres Amat (1825)



[11] Is 40, 11.

[17] Is 53, 7.

[18] Jesucristo habla como un hombre sometido a la voluntad de su Padre, que se identifica con la suya.

[29] El Padre dio a su Hijo su misma naturaleza divina.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I οὐ μὴ I] de ningún modo.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 2:19