Ver contexto
y además que a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día. (Judas 1, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

LEGÍTIMA DEFENSA DE UNA COMUNIDAD AMENAZADA

1. El autor de la breve carta de Judas no era por naturaleza un polemista. Quería aplicar toda su atención a escribir sobre la salvación común (v. 3). Le interesaba la meditación, la condensación de los conocimientos religiosos en pequeñas unidades estimulantes. No es casual que, en su carta, todo esté ordenado en tríadas. Los bienes de la salvación son: misericordia, paz y caridad (v. 2); los grandes valores religiosos del cristiano: la oración en el Espíritu Santo, la perseverancia en el amor de Dios, la misericordia de nuestro señor Jesucristo (v. 20s); se concibe la eternidad como pasado, presente y futuro infinitos (v. 25); el Dios uno es trino (v. 20); en la generación del desierto, la caída de los ángeles y la destrucción de Sodoma y Gomorra se dan juicios amonestadores de condenación (v. 5-7); Caín, Balaam y Coré son figuras bíblicas de falsos maestros (v. 11). Este hombre, con su amor y su alegría por el «sagrado» patrimonio de la fe, se encontró frente a los maestros del error, los gnósticos. Los últimos estudios sobre la gnosis muestran su fuerza fascinadora y su acción disolvente cuando puede desplegarse en el seno de la comunidad cristiana. La carta de Judas resume el peligro en tres frases notables: «Manchan la carne, desprecian la dignidad del Señor, insultan las glorias» (v. 8). Lo santo ya no es considerado como tal. Las palabras de la profesión de fe recibida se desvirtúan, separando sutilmente las palabras (v. 19). Se usan mal algunas expresiones difíciles de la teología paulina (psíquicos) (v. 19; cf. 2Pe_3:16). Se pone en ridículo a los creyentes sencillos («escarnecedores»; v. 18).

2. En los contrarios había, junto con la falsedad de su doctrina, un extravío de las costumbres. Decían: todo está permitido; el pecado que se produce en la carne no toca al espíritu, antes bien, ofrece ocasión de hacer aparecer la grandeza y el esplendor de la gracia de Dios (cf. Rom_6:1). Se separan rigurosamente Dios y el mundo, el espíritu y la materia, el alma y el cuerpo. Así se explica el tono violento con que Judas condena la conducta moral de los falsos maestros. Se les reprocha, sobre todo, su codicia y su lujuria. En su «abandonarse a la libertad» no se preocupan por la ley moral. Llevan una vida desenfrenada e invierten el sentido de la «vida nueva» en Cristo. Esta postura se expone a la luz y se amenaza con el castigo de Dios, para causar un santo temor en los creyentes y servir a la verdad.

La carta de Judas es uno de los primeros documentos de una serie de escritos polémicos que luchan contra la gnosis no tanto con una confrontación y refutación cuanto repudiándola severamente. Probablemente con este método servía mejor a sus lectores. Esto sólo se entiende plenamente si se tienen en cuenta los grandes males que amenazaban la existencia de las comunidades. Se trataba de todo. Sin embargo, el autor de la carta no era un hombre que buscase la polémica. Su preocupación es la pastoral. Nuestra carta no fue escrita para grandes teólogos, sino para cristianos sencillos que debían enfrentarse a los gnósticos. Amor pastoral se desprende de la instrucción que se da a los fieles sobre la forma de tratar a los que están en el error. No se abandona ni siquiera a los inaccesibles; también para ellos se pide amor pastoral (v. 22s).

3. La gnosis destruye la profesión de fe de la Iglesia. Quien quiera seguir siendo cristiano debe retener la verdad de fe recibida como patrimonio «sagrado» e intocable, dado de una vez para siempre, al que no se puede quitar ni añadir nada. La carta de Judas reconoce el gran valor del patrimonio de fe confiado a la Iglesia, que no es una filosofía ni una mitología, sino la tradición que el Cristo histórico ha confiado a sus apóstoles para que la conserven y la expliquen fielmente (cf. 1Ti_6:20; 2Ti_1:12.14). Así se condena todo cambio humano de la revelación dada por Dios a los hombres. El hombre debe aceptar en obediencia lo que Dios ha dicho y hecho y la forma en que lo ha dicho y hecho. Sólo quien ha renunciado a sí mismo puede tomar esta decisión.

Judas acusa a los maestros del error de ser ateos. Lo son, no porque no acepten ningún ser divino, sino porque no se inclinan ante Dios que se revela en la verdad de la fe. Aceptar con fe la manifestación de Dios no es un mero asentir intelectual a un conjunto de ideas, sino una entrega al Dios viviente que se manifiesta a los hombres mediante su actuación histórica. Sólo en esta obediencia a la fe sale el cristiano de su egocentrismo y llega a la verdadera entrega a Dios que es el fin de lo religioso. Si se reprocha a los maestros del error repetidas veces su lujuria y su codicia, esto quiere decir que no se han elevado por encima de su yo y por tanto no han sido capaces de llevar a cabo una verdadera entrega a Dios. Sólo reconocer humildemente la fe, tal como nos ha llegado, puede dirigir, proteger y robustecer la vida cristiana.

ENCABEZAMIENTO (1-2)

En dos sentencias bimembres, siguiendo la fórmula tradicional de encabezamiento del Nuevo Testamento, se menciona el remitente y el destinatario (v. 1); sigue una bendición con tres deseos (v. 2).

1. REMITENTE (v. 1a).

1a Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago...

El autor se presenta como Judas, siervo de Jesucristo. Es apóstol de Cristo; por eso ya no se pertenece; pertenece a Jesucristo; se ha puesto a su servicio y a su disposición. Así se expresa la grandeza y la pequeñez del apóstol. Se presenta con autoridad suma, pero habla sólo en servicio de Jesús y con la autoridad de éste. Escuchando al apóstol se escucha a Jesucristo, que le ha enviado. «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha, y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia» (Luk_10:16). Judas es hermano de Santiago. Con esto quiere presentarse como hermano del «hermano del Señor» 1, muy estimado en la Iglesia, que dirigía la Iglesia de Jerusalén 2, En los catálogos apostólicos del evangelista Lucas aparece un «Judas de Santiago» (Luk_6:16; Act_1:13). En Marcos y Mateo no aparece; se menciona a Tadeo (Mat_10:3; Mar_3:18). Desde los primeros tiempos se identifica a «Judas de Santiago» con Tadeo; sería, pues, uno del círculo de los doce. El autor habla con doble autoridad: como apóstol y como pariente de Jesús. Esta es la intención del encabezamiento.

Santiago, el hermano del Señor, sufrió martirio el año 62 después de Cristo. Judas quiere continuar en esta carta la labor apostólica de su hermano. Con la triple denominación: Judas, hermano de Santiago, apóstol de Cristo, debe quedar claro que hay que recibir la carta con respeto. Detrás del autor está la Iglesia primitiva de Jerusalén, los doce apóstoles y el mismo Jesucristo. La carta de Judas quiere ser testimonio de la tradición que, a través de la Iglesia y de los testigos mediatos e inmediatos, se remonta a Jesucristo.

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1. Cf. Mar_6:3; Mar_15:40; Luk_24:10; 1Co_15:7.

2. Cf. Act_12:17; Act_15:13; Act_21:18; Gal_1:19; Gal_2:9.

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2. DESTINATARIOS (v. 1b).

1b a los llamados, amados en Dios Padre y guardados por Jesucristo.

La carta está escrita a los llamados; vale para todos los cristianos; es una «carta cató1ica». Va dirigida a todos nosotros. Nosotros somos los llamados y escogidos por Dios de entre los hombres 4. Dios ha tenido la iniciativa al escogernos y llamarnos a ser cristianos. él es quien ha puesto los cimientos de la obra de nuestra salvación.

Lo que movió a Dios a llamarnos fue su amor. «Dios nos libertó y llamó con su santa vocación, no por nuestras obras, sino por su beneplácito y por la gracia que nos ha sido otorgada en Jesucristo antes de todos los siglos» (2Ti_1:9). Los cristianos son los amados de Dios. Desde la eternidad ha dirigido hacia ellos su amor y éste les protege continuamente. Como cristianos, estamos rodeados y protegidos por el amor paterno de Dios. Es la atmósfera en que vivimos y debemos vivir.

El fin de la vocación es guardarnos para Jesucristo. En orden a Cristo nos ha dado Dios su amor y nos ha llamado. Nos ha escogido para que obedezcamos a Jesucristo y nos ha predestinado para hacernos conformes a la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos 5. él ha empezado en nosotros la obra salvadora: guardar incólumes y sin mancha nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo para la venida de nuestro señor Jesucristo (1Th_5:23), para trasladarnos al reino de su Hijo amado.

Lo decisivo de la obra salvadora ya lo ha hecho Dios. Ha dirigido hacia nosotros su amor y sigue amándonos; ha empezado a guardarnos para la plenitud y continúa guardándonos. Lo que Dios ha hecho ya en nosotros por Jesucristo nos da seguridad plena de que llevará a término lo que ha empezado. Nuestra vida está en tensión entre la donación del amor, hecha por Dios Padre desde la eternidad y el guardarnos para Jesucristo en el acontecer escatológico, entre el comienzo creador del Padre y la plenitud, obra de Cristo. Estamos, pues, doblemente cobijados.

La salvación se atribuye unas veces a Dios Padre y otras, a Jesucristo. Es obra del Padre y, por tanto, obra del Hijo. Porque Dios actúa en Jesucristo y por Jesucristo. En él se funda nuestra confianza en Dios. En él tenemos todas las riquezas, porque plugo al Padre hacer habitar en él toda la plenitud de Dios. Ya en una frase tan sucinta podemos entrever algo de esta riqueza.

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4. Cf. Rom_1:6; Rom_8:28; 1Co_1:24; 1Pe_1:1; 2Pe_1:10; Rev_17:14.

5. Cf. 1Pe_1:2; Rom_8:29; Col_1:18; Phi_3:21.

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3. BENDICIóN (v. 2).

2 Que abunden en vosotros misericordia, paz y amor.

Misericordia, paz y caridad son bienes que Dios da a los fieles. Judas reúne estos tres dones en forma original; designan la gran realidad de que habla la carta, realidad que es fundamental para el cristiano. La donación gratuita del Padre se manifiesta, ante todo, como misericordia. Nos ha elegido y llamado sin ningún mérito nuestro. Ha borrado los pecados y cancelado la culpa. Seguimos necesitando continuamente su misericordia, porque seguimos faltando siempre. La pedimos en cada padrenuestro; la esperamos, con confianza, en el juicio...

El don divino es también paz. La paz, que cada uno recibe y experimenta en sí mismo, es una participación en la «gran» paz que Dios ha firmado con el mundo mediante la obra reconciliadora de su Hijo. Cuando la culpa ha sido perdonada, estamos en paz. Todos han de llegar a ser partícipes de esta paz; por eso se nos desea con abundancia, con riqueza desbordante.

Pero el don mayor es el amor, pues es Dios mismo, se desborda de su corazón sobre el nuestro. «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rom_5:5). Es la prenda poderosa de nuestra esperanza, el don de la plenitud ya «mientras peregrinamos», porque el amor permanece, mientras todo lo demás pasa.

La salvación nos ha sido ya dada, pero debe crecer continuamente. Es vida que pide desplegarse y fructificar. El crecimiento de la misericordia, de la paz y de la caridad proviene de Dios. El objetivo primero y más profundo de nuestro deseo y de nuestra oración es el aumento de estos bienes. ¡Que se nos dé abundancia de misericordia, paz y amor!

TEXTO DE LA CARTA (v. 3-23)

La intención de Judas era escribir sobre nuestra salvación común; habiéndose introducido en la Iglesia falsos maestros, se ve obligado a hacérselo notar a los fieles (v. 3-16); después les instruye sobre la forma de comportarse ante esa amenaza para la Iglesia (v. 17-23).

I. INTROMISIÓN DE LOS FALSOS MAESTROS (v. 03-16).

En la Iglesia se han introducido falsos maestros (v. 3-4). Pertenecían a la Iglesia, pero ahora van hacia la perdición (v. 5-7). Se saca a la luz su actuación (v. 8-13) y se los amenaza con la perdición en el juicio futuro (v. 14-16).

1. PELIGRO LATENTE (V. 34).

a) El cristiano, en situación de combate (v. 3).

3 Amados, cuando quería aplicar toda mi atención a escribiros sobre nuestra salvación común, me veo en la necesidad de hacerlo alentándoos a que luchéis por la fe transmitida a los santos una vez para siempre.

La exhortación del apóstol procede del amor. Exhorta a los cristianos porque los ama. Los ama porque los cristianos son «amados» de Dios, que los ha elegido, de los demás cristianos, sus hermanos. El amor es el clima de la existencia y de la vida cristianas. A Judas y a la Iglesia los apremia anunciar la salvación que Dios nos ha preparado. La salvación es la liberación de todo lo que oprime al hombre: liberación de la enfermedad, de la miseria, de la culpa y de la muerte. Dios «enjugará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no existirá ya, ni llanto, ni lamentos ni trabajos existirán ya; porque lo anterior ya pasó» (Rev_21:4). Salvación es todo lo que hace feliz al hombre. Da «misericordia, paz y amor» y permite participar en todo lo que Dios dio a su Hijo cuando le ensalzó y le glorificó: resurrección, transfiguración del cuerpo, vida eterna y señorío eterno. «Acerca de esta salvación indagaron y escudriñaron los profetas, que predicaron la gracia a vosotros destinada. Ellos investigaban a qué tiempo y a qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos y que testificaba de antemano los padecimientos reservados a Cristo y la gloria que a ellos seguiría» (1Pe_1:10s). El hombre religioso anhela sumergirse en esa salvación y contemplarla; es el gran anhelo de su espíritu.

La salvación nos es común. Dios, en su gracia, quiere salvar a todos los hombres, dar la salvación al «mundo» y renovar toda la creación 6. Su plenitud empezará cuando llegue «la nueva tierra y el nuevo cielo». La predicación cristiana es el mensaje de la salvación del mundo, que, inicialmente, se hizo real en Cristo y llegará a su plenitud al final de los tiempos. Nuestra concepción del cristianismo sería inexacta si no quisiéramos ver en el más que una proclamación de obligaciones morales, una sabiduría o una concepción filosófica del mundo. El cristianismo ofrece la salvación que ha sido dada en Jesucristo y que puede salvar a todo el hombre, en el presente y en el futuro.

Judas quiso escribir una meditación sobre la salvación, pero tuvo que redactar una carta contra los falsos maestros. Valdría la pena aplicar toda la diligencia en ahondar en el camino salvador de Dios. Pero contra la proclamación de la verdad se alza la propagación del error. La Iglesia de este mundo no puede ser sólo Iglesia contemplativa; debe ser Iglesia combatiente. La entrada en el reino de Dios, el servicio apostólico, la vida cristiana exigen, sobre todo, lucha, no buscada, pero que se impone 7.

El campo en que hay que sostener la batalla es, ante todo, el de la fe, dada una vez para siempre, el de la verdad de fe recibida, el del tesoro precioso de la revelación de Dios. Este alto patrimonio ha sido entregado a los santos. Los santos son los cristianos. Dios los ha separado de los demás hombres, los ha librado del pecado, ha hecho de ellos hombres nuevos, los ha puesto a su servicio. Por la fe y por el bautismo forman el «nuevo Israel», al que Dios ha dado los privilegios que había prometido al antiguo Israel. Entre éstos se encuentra el de que su pueblo sea un pueblo santo 8. No sólo el bautismo convirtió y convierte a los cristianos en santos; también lo hace la fe en la verdad recibida, porque la santidad procede de la obediencia a la verdad 9.

TRADICION/FE La Iglesia recibe el patrimonio de la fe por tradición. La Iglesia recibe como verdadero lo que desde el principio transmitieron los testigos inmediatos y servidores de la palabra (Luk_1:2). Pablo transmite además lo que él ha recibido 10. Lo que un testigo de la tradición ha recibido de otro debe confiarlo a hombres fieles «los cuales, a su vez, estarán capacitados para enseñarlo a otros» (2Ti_2:2). No podemos buscarnos nuestros maestros; sólo en la cadena ininterrumpida de la tradición tenemos la seguridad de oír realmente lo que Dios ha dicho.

El depósito recibido de la fe lleva este sello: «una vez para siempre». Dios ha hablado una vez. La tradición creada por los hombres no tiene validez (Col_2:8) La Iglesia no puede añadir ni quitar nada a la verdad recibida. Toda la revelación está contenida en lo que ha sido transmitido, porque con Jesucristo la revelación llegó a su plenitud. «En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios a nuestros padres por medio de los profetas en tiempos pasados. Ahora, en estos días postreros, nos ha hablado por medio del Hijo» (/Hb/01/01s). El que en la Iglesia enseña algo nuevo peca contra la verdad; no reconoce que la revelación divina está cerrada, ni que la garantía de la verdad radica en la transmisión fiel e ininterrumpida. En medio de la confusión de ideas, que se llaman todas «cristianas», en medio de los numerosos intentos de entender el cristianismo en forma nueva y moderna, la fe, entregada una vez para siempre, constituye el fundamento seguro sobre el que se puede construir; con ella hay que medir todo lo nuevo.

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6. Cf. 1Ti_2:4; Joh_3:17; Joh_12:47; Rom_8:19-22.

7. Cf. Luk_13:24; Col_1:29; 2Ti_4:1 ss; 1Co_9:25; Eph_6:10-17.

8. Cf. Exo_19:6.

9. Cf. 1Pe_1:22; Act_15:9; Joh_13:10.

10. Cf. 1Co_15:3; 1Co_11:23.

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b) Nuevos apóstoles (v. 4).

4 Se han filtrado algunos hombres, ya desde antiguo señalados para este juicio, impíos que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único dueño y señor nuestro Jesucristo.

La verdad de la fe está amenazada. Los nuevos apóstoles y maestros no fueron «llamados». Su trabajo es anónimo («algunos hombres»), se han infiltrado, vienen como ladrones. No están autorizados públicamente en la comunidad. Quien quiere enseñar en la Iglesia, debe justificar su misión.

Pero Dios protege su revelación. Quien no habla por encargo suyo, sino que se infiltra como ladrón entre los maestros de la Iglesia, incurre en el juicio divino. Dios ha emitido de antemano en la Sagrada Escritura su veredicto sobre los falsos maestros. Están señalados para el juicio a que se alude en los versículos siguientes (v. 5-7). Como impíos, les alcanza el veredicto de Dios sobre los impíos. Su condenación está determinada de antemano. No está determinado que sean impíos, sino que, porque son impíos, están destinados al juicio de condenación.

El núcleo de la frase lo constituye la palabra impíos. Quien anuncia como revelación de Dios lo que se opone a la verdad transmitida de la fe es un impío, porque no respeta la revelación que Dios ha hecho de sí mismo. No es Dios quien está en el centro de su vida, sino él mismo. No habla en nombre y por encargo de Dios, sino en nombre propio. Su vida es una negación práctica de Dios. Puesto que su vida fue sin Dios, su fin será también ser rechazado de la faz de Dios. La fe es obediencia y respeto a Dios, que se revela, y al depósito de la fe, que contiene esta revelación.

Los falsos maestros, cuya intromisión desenmascara Judas, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje. ¡Qué desviación! Toman el perdón benévolo de Dios como ocasión de desenfreno sexual. Seguramente pensaban: «Hemos de permanecer en el pecado, para que la gracia sea copiosa» (Rom_6:1). «Tenemos el favor de Dios; lo que hagamos desde el punto de vista sexual no puede arrebatarnos ese favor.» «Somos perfectos y tenemos el Espíritu; la carne no puede dañar al Espíritu, porque éste es más fuerte que la carne.» Su pasión ha trastocado e invertido la verdad.

La gracia que Dios nos da no nos autoriza al desenfreno, sino que nos obliga a una nueva vida, que esté de acuerdo con la gracia. El bautismo ha eliminado la culpa y nos ha procurado el favor y la gloria de Dios; por eso exige una vida que esté de acuerdo con la pureza radiante de ese nuevo comienzo. «Considerad que estáis realmente muertos al pecado y que vivís ya para Dios en Cristo Jesús» (Rom_6:11).

Con el libertinaje, se niega prácticamente a Jesucristo como «único dueño y Señor». El que obra movido por la lujuria niega con sus acciones que Jesucristo sea el único Señor, aunque de palabra lo profese. Jesús ha adquirido derecho de propiedad sobre nosotros 11. El lujurioso abusa de lo que es propiedad de Cristo. El respeto al único Señor y dueño, Jesucristo, debe poner freno a nuestra pasión. Como Señor divino, Jesús debe guiar todas nuestras fuerzas y capacidades. Como Señor fuerte, da fuerza para que tomemos por las riendas nuestros apetitos desordenados.

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11. Cf. 2Pe_2:1; 1Pe_1:18.

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2. INCURREN EN EL JUICIO DE CONDENACIÓN (v. 5-7).

Los falsos maestros vivían convencidos de que estaban salvos, de que su salvación estaba asegurada por el bautismo y de que la vida moral no tenía importancia. Contra esto, Judas, con tres ejemplos del Antiguo Testamento (cf. Sir_16:5-10), muestra que la salvación que el cristiano ha recibido en el bautismo solamente está asegurada para siempre, incluso en el día del juicio, cuando el cristiano permanece fiel en su profesión de fe y lleva una vida moral de acuerdo con tal profesión, reconociendo el señorío de Cristo.

a) La muerte en el desierto (v. 5).

5a Quiero recordaros a vosotros, que lo habéis aprendido todo de una vez para siempre...

El que profesa la verdad de fe transmitida a la Iglesia conoce, de una vez para siempre, todo lo relativo a la revelación y a la salvación. No necesita recibir nuevas verdades de fe de los falsos maestros. El que quiera anunciar algo nuevo peca contra el principio fundamental de que la fe ha sido dada una vez para siempre. Este principio es, al mismo tiempo, una pregunta que se nos dirige a nosotros: ¿Sé yo, de una vez para siempre, todo lo relativo a la verdad de fe recibida? Las palabras afirmativas de la carta: que sus lectores lo saben todo, pueden ser una fórmula de cortesía exigida por el estilo de la carta. Pero se puede decir, sin exagerar, que la Iglesia nos entrega, a los fieles, todo lo que necesitamos.

Para la vida cristiana es decisivo que las verdades de fe tengan actualidad y determinen la acción en cada momento. Por eso el principio fundamental de toda enseñanza religiosa suena así: «Quiero recordaros.» En la Sagrada Escritura se nos recuerdan las grandes obras de Dios para la salvación del hombre 12. Igualmente, la predicación de la Iglesia quiere recordar a los fieles el acontecimiento divino 13. La celebración de la eucaristía es «memorial» de toda la obra salvadora de Jesús: «Haced esto en memoria mía» (1Co_11:24). La acción de Dios en la historia debe seguir siendo siempre actual en la Iglesia, pues igual que ha obrado en el pasado obra ahora y continuará obrando en el futuro 14.

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12. Cf. Rom_15:4; 1Co_10:11.

13. Cf. 2Pe_1:12; 2Ti_2:8.14; Tit_3:1.

14. Cf. 2Pe_1:12.13; 2Pe_3:1s; Deu_15:15; Lc 24,S; Jnl2,16; 14,26; Ron 15,15.

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5b... que el Señor, después de salvar de Egipto al pueblo, hizo perecer luego a los que no creyeron.

La acción salvadora del Antiguo Testamento es la liberación de Israel de Egipto. ¿Quedó el pueblo de Israel, de una vez para siempre, definitivamente, en posesión de la salvación después de su salida de Egipto? ¡En modo alguno! Dios (el Señor) exigió a su pueblo, en el desierto, una prueba de fe, antes de entrar en el país prometido. El que no dio prueba de su fe, sino que, incrédulo, murmuró contra Dios, hubo de perecer en el desierto 15. Una vez salvó Dios al pueblo: cuando le sacó de Egipto y éste le seguía; la segunda vez le dejó perecer, porque fue desobediente y no creyó. La primera liberación no garantizaba la segunda. El bautismo no está unido necesariamente con la salvación en el juicio. En la vida cristiana hay dos acontecimientos decisivos: la primera salvación en el bautismo y la segunda en el juicio. Entre ambas está la perseverancia fiel en el caminar hacia la vida eterna. Sólo quien conserve su fe y cumpla la voluntad de Dios se salvará definitivamente.

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15.Cf. Num_11:33; Num_14:26-35; cf. 1Co_10:5.

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b) La caída de los ángeles (v. 6).

6 Y a los ángeles que no conservaron su primacía, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados para el juicio del gran día con cadenas eternas bajo tinieblas.

Dios dio a los ángeles gran dignidad; tienen poder y son príncipes celestiales. Pero una parte de ellos abandonaron sus moradas en las regiones del cielo. ¿Por qué? Judas presupone que la culpa de los ángeles es conocida (v. 7). Sus indicaciones permiten adivinar que al imaginarse la caída de los ángeles utiliza un libro, profundo, sí, pero que no pertenece a la Sagrada Escritura: el libro de Henoc (cap. 6s). El autor de nuestra carta lee y usa algunos pasajes oscuros del Antiguo Testamento en un sentido que intenta superar su oscuridad. La Escritura contiene numerosos pasajes que son difíciles de entender y suscitan problemas que Dios no ha querido resolver y que también la Iglesia deja sin respuesta.

BI/INTERPRETACION: El libro de la creación (Gen_6:2) narra: «Vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas y las tomaron por mujeres, a su gusto.» El libro de Henoc 16 y otros escritos contemporáneos identifican a «los hijos de Dios» con los ángeles; dejaron el cielo, se unieron a mujeres terrestres y engendraron con ellas a los gigantes. Como castigo de este pecado, según esta interpretación, los ángeles caídos fueron sepultados en el seno tenebroso de la tierra, entre rocas agudas, y tenidos en custodia hasta el día del juicio final. En él recibirán su castigo definitivo, que se cumplirá en un inmenso abismo de fuego. Incluso después de la carta de Judas, el castigo de los ángeles caídos es sólo pasajero; sólo será definitivo en el juicio final del último día. La interpretación de Gen_6:2-4 que aquí se presupone es un intento de exégesis condicionado por la época. No era, ni mucho menos, la intención de Judas dar una solución definitiva al problema que se esconde en este pasaje. Hay interpretaciones de la Sagrada Escritura que están condicionadas por la época y no pueden ser emitidas como solución definitiva de los misterios.

Es importante, ante todo, la exhortación que brota de este ejemplo. Dios dio a los ángeles bienes señoriales; ¿estaba definitivamente asegurado ese don? También ellos debían perseverar. Los ángeles abandonaron sus moradas, el cielo, renegaron de Dios e incurrieron, por eso, en la perdición. Nadie puede alardear de los bienes que no ha hecho más que recibir. El que se desvía, camina hacia la perdición. El abuso de la libertad encontrará su castigo. «El que se sienta seguro, tenga cuidado de no caer» (1Co_10:12).

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16. Cf. 6s; 1Co_9:4s; 1Co_12:4,

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c) El exterminio de Sodoma y Gomorra (v. 7).

7 Como Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, que lo mismo que ellos se prostituyeron y marcharon tras carne ajena, quedan como ejemplo suFriendo el castigo de un fuego eterno.

El exterminio de Sodoma y Gomorra y de las ciudades circunvecinas, Adma y Seboím 17, es un juicio de condenación de Dios al que se alude a menudo en la Escritura 18. No se puede olvidar lo que allí sucedió. Se nos han de recordar continuamente las acciones de Dios y sus juicios.

El pecado de estas ciudades fue de lujuria 19 contra la naturaleza. Se prostituyeron y marcharon tras carne ajena, como los ángeles. Nuestra carta interpreta la narración veterotestamentaria en el sentido de que el peor delito de estas ciudades lujuriosas consistió en que los habitantes de ellas quisieron poner sus manos sobre los dos ángeles que habían ido como huéspedes a casa de Lot. Los ángeles se habían prostituido con mujeres terrestres, los hombres querían prostituirse con ángeles. Las ciudades pecadoras son hasta la actualidad un ejemplo estremecedor del castigo divino 20. Donde una vez, en un paisaje esplendoroso, estaban estas ciudades que brillaban por su riqueza, se extiende hoy el mar Muerto. «En testimonio de su perversidad, una tierra desolada está todavía humeando; los arbustos dan fruto que no madura» (Wis_10:7). La gloria dada por Dios no asegura aún la salvación duradera, sino que exige la perseverancia.

La redención eleva a los hombres a una altura insospechada. El pueblo del Señor es liberado mediante una redención maravillosa. Los ángeles poseen primacía, Sodoma y Gomorra se glorían de su riqueza y de su esplendor. Somos un pueblo salvado, propiedad del Señor, participamos en el señorío de Cristo y la gracia de Dios sobreabunda en nosotros. ¿Podemos pensar que estamos ciertos de poseer la salvación para siempre y que ya no tenemos que esforzarnos más? Si utilizamos mal la gracia de Dios, si hacemos de ella un pretexto para la maldad, si no seguimos la conciencia iluminada por el Espíritu Santo, la condenación nos alcanzará, aunque hayamos poseído la gracia.

La condenación que amenaza y que se inflige en el juicio es perdición, destrucción, segunda muerte 21, destierro eterno en las tinieblas, fuego eterno. Estas imágenes, que describen los castigos divinos con palabras y formas de concebir humanas e insuficientes, permiten sospechar la grandeza de la desgracia. Todas las expresiones ponen en primer plano lo irrevocable de la decisión: aniquilación, infinitud, eternidad. También el hombre redimido se encuentra entre la salvación y el juicio. En su revelación Dios se nos aparece como Dios de amor, que nos salva, pero también como Dios de justicia, que puede castigar.

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17. Cf. Gen_14:2; Deu_29:22; Hos_11:8.

18. Cf. Jer_23:14; Ez 16.48-50; Mat_10:15; Mat_11:24; Rom_9:29.

19. Cf. Ia descripción del acontecimiento en Gen_19:4-25.

20. Cf. Rom_1:26 ss.

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3. DUROS REPROCHES (v. 8-13).

La narración bíblica del triple castigo debiera asustar a los falsos maestros, pero siguen pecando, a pesar de ello, por lujuria y envanecimiento. Son blasfemos irrespetuosos (v. 8-10), hacen lo que hicieron las figuras más infames de la Biblia (v. 11), son hipócritas egoístas (v. 1213). Cada acusación que se les hace termina con una amenaza de juicio (v. 10.11.13).

a) Blasfemos irrespetuosos (v. 8-10).

8 Semejantemente, también éstos, en su delirio, manchan la carne, desprecian la soberanía (del Señor) e injurian a los seres gloriosos.

Los falsos maestros deliran. Falsos profetas, adivinos y visionarios llama ya el profeta Jeremías a esta gente (Jer_34:9). Lo que anuncian no es una verdad que procede de Dios, sino un delirio que brota del hombre. La revelación de Dios es verdad y corresponde a la realidad; el delirio es un testimonio de la fantasía humana, al que no corresponde nada. La conducta de estos soñadores no es inofensiva. «Manchan la carne.» Con su conducta lujuriosa y su desenfreno sexual atentan contra la santa dignidad del cuerpo cristiano. No se mancha sólo la carne, lo externo del hombre, sino todo el hombre, su razón y su conciencia (cf. Tit_1:15). Quien no domina sus pasiones echa a perder la imagen de Dios que hay en él y arrebata su cuerpo a la soberanía de Cristo. «Habéis costado caro. Honrad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1Co_6:20).

Los falsos maestros «desprecian la soberanía (del Señor)». Su conducta inmoral se funda en el desprecio de Jesucristo, cuyo señorío no reconocen. Si le honraran como Señor no obrarían así. Han olvidado que sólo le pertenecen a él y que han llegado a ser «un solo espíritu» con el Señor. Pablo pregunta a los corintios: «¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy entonces a arrancar unos miembros de Cristo para hacer de ellos miembros de una prostituta? ¡De ningún modo!» (1Co_6:15). «¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es como un templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, y que habéis recibido de Dios? Ya no os pertenecéis a vosotros» (1Co_6:19).

«Injurian a los seres gloriosos.» Las potencias angélicas que rodean a Dios participan de la gloria de Dios 22. Incluso los espíritus malos, en los cuales, a pesar de la caída, existe poder, pueden ser llamados seres gloriosos. «Osados, arrogantes, no temen injuriar a los seres gloriosos» (2Pe_2:10b). Los falsos maestros injurian a los malos espíritus, pues los consideran más débiles que ellos mismos; con su conducta desafían al demonio y quieren poner a prueba «las profundidades de Satán» (cf. Rev_2:24).

Manchar la carne, despreciar la soberanía de Cristo, e injuriar al mundo angélico: he aquí tres actitudes que brotan de una raíz común: la falta de respeto a Dios. Como no tienen ningún respeto se apartan de la revelación de Dios y se entregan a sus propios deseos y sueños. No es a Dios, sino a sí mismos, a quien ponen en el centro del mundo, como norma de su juicio y directriz de su vida. En lugar de inclinarse ante la verdad de fe dada una vez para siempre, afirman su propia independencia.

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22.Cf. Hab_9:15; Rev_18:1.

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9 El arcángel Miguel, cuando oponiéndose al diablo discutía sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio injurioso, sino que dijo: «Que el Señor te reprenda.»

Los hombres se atreven a insultar las glorias. Pero Miguel, cuyo nombre significa: «Quién como Dios», y que es príncipe de los ángeles 23 no se atrevió a proferir un juicio injurioso contra el diablo, porque tenía en cuenta la grandeza de la naturaleza angélica, que conservaba incluso el ángel caído. Los ángeles superan a los hombres en grandeza y gloria, pero están llenos de respeto por las criaturas de Dios.

La narración a que Judas alude es extraña. Es una leyenda judía que procede probablemente del escrito denominado Asunción de Moisés y representa una interpretación de las palabras del Antiguo Testamento: «Yahveh enterró a Moisés» (Deu_34:6). El entierro de este gran hombre se atribuye no a Dios, sino a los ángeles. La leyenda adorna este relato: Miguel y el diablo luchan por el cadáver de Moisés. La sentencia condenatoria está tomada del profeta Zacarías (Zec_3:2). Judas utiliza la interpretación bíblica que estaba extendida entre aquellos a quienes escribía. No se remonta a las fuentes divinas de la revelación, sino que utiliza una literatura en la que el pueblo creía y que era fácilmente comprensible para éste. Los materiales con que los autores sagrados construyen su obra proceden de diversos sitios; utilizan muchas cosas que hoy nos son extrañas. Lo mismo sucede con muchas imágenes y expresiones que Jesús usa. Lo importante es conocer el sentido y la finalidad de las leyendas populares: ni siquiera el príncipe de los ángeles se atrevió a proferir palabras injuriosas contra Satán, caído. El juicio es de Dios. ¡Los juicios son suyos! ¡Cuánto más tienen que tener esto en cuenta los hombres!

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23. Cf. Dan_10:13.21; Dan_12:1; Rev_12:7.

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10 Pero éstos insultan lo que ignoran. Y en lo que conocen por instinto, como los animales irracionales, se echan a perder.

Los falsos maestros se apoyan, para su conducta blasfema, en su sabiduría (gnosis); se creen «sabios», «conocedores», gnósticos. Sus blasfemias delatan a estos sabios como ignorantes. ¿Cómo podrían proferir injurias si su sabiduría fuera verdadera? No es una sabiduría más alta la que los dirige, sino su naturaleza desenfrenada, con sus instintos y tendencias. Para poder entender las cosas celestiales y espirituales no basta la naturaleza sola, es necesario el Espíritu, los dones sobrenaturales del Espíritu Santo. «Esto es lo que Dios nos ha descubierto por el Espíritu. Porque el Espíritu lo explora todo, aun las profundidades de Dios... el hombre dotado del Espíritu posee un criterio universal, que no ha recibido de ningún otro» (1Co_2:10.14s).

b) Figuras bíblicas monitorias (v. 11).

11 ¡Ay de ellos, porque se han ido por el camino de Caín; por una recompensa se han sumergido en el extravío de Balaam, y han perecido en la rebelión de Coré!

El «ay» va dirigido a los que están destinados a la perdición eterna, como el «bienaventurado» corresponde a los que participarán en el reino de Dios y en su gloria ( Mat_5:3-10). Sólo al final se producirá la distinción auténtica y definitiva entre el «ay» y el «bienaventurado».

Caín, según la interpretación de los contemporáneos, es el conductor y maestro de los hombres que se entregan a la orgía, a la rapiña y a toda maldad y que están destinados a la perdición eterna. Los falsos maestros viven como Caín y, por eso, también ellos recorrerán el camino de la perdición.

A Balaam se le considera prototipo del codicioso, del blasfemo y del seductor. Igual que éste condujo a Israel a la idolatría (Num_31:16), los falsos maestros conducen al pueblo de Dios del Nuevo Testamento a la apostasía y al libertinaje. Como a Balaam, es la búsqueda de riquezas lo que les guía 25.

El delito de Coré es la rebelión contra Moisés y el sacerdocio de Aarón (Num_16:1-35). él y los suyos fueron aniquilados por el castigo de Dios. Igual que Coré, los falsos maestros se oponen a los representantes de la Iglesia y se rebelan contra los decretos divinos y contra la verdad divina. También ellos están destinados a la perdición, ya ahora, porque se han separado por su cuenta y riesgo de la doctrina transmitida, y en el juicio, cuando su destino será sellado definitivamente.

Hay que pensar que se trata de falsos maestros dentro de la Iglesia, de la falsificación de la doctrina cristiana. Lo que Dios nos dice no está en nuestras manos, no tenemos derecho a interpretarlo según nuestra voluntad ni a darle valor según nuestro arbitrio. Dios exige, para conducirnos a la libertad, que nos inclinemos ante sus palabras. El orgullo de la voluntad propia sólo puede morir si ésta se doblega ante la voluntad de Dios. Toda desobediencia, aún disimulada, aleja de él y conduce a la perdición.

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25. Cf Deu_23:5; Neh_13:2.

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c) Seducción sin fruto (v. 12-13).

12a Estos son los escollos en vuestros ágapes; que banquetean sin vergüenza, que se apacientan a sí mismos.

La celebración de la eucaristía estaba unida en la Iglesia primitiva a un banquete 26, al que aquí se llama ágape. Esta expresión muestra, con sencillez maravillosa, el núcleo de la celebración. En la eucaristía se repite el misterio de la muerte del Señor, de su amor hasta el fin. Sólo en virtud de este amor puede ser celebrada con fruto, porque el amor crea el clima en el que la eucaristía puede ser entendida y puede actuar salvadoramente para todos.

Los falsos maestros participan en este banquete sagrado, pero mancillan la asamblea santa, porque les falta el amor. Banquetean con la comunidad, sin recato. El ágape representa para ellos sólo ocasión de comer. No es el respeto por el banquete sagrado el que les guía, sino la gula. Profanan lo santo con su gula y celebran indignamente el banquete santo, porque no están impregnados de temor ante el misterio de la muerte del Señor..

Se apacientan a sí mismos. El verdadero pastor no se apacienta a sí mismo, sino al rebaño. Los falsos maestros quieren ser pastores, pero su actuación está dirigida por el egoísmo. Celebran la eucaristía, en la que Cristo, con el mayor abandono de sí mismo, es pastor de la comunidad, pero, al celebrarla, ellos piensan sólo en su provecho. Transforman en su contrario el mandamiento vital de Cristo, el mandamiento de amor servicial. Lo que más se opone a la celebración del banquete eucarístico es cualquier forma de egoísmo y satisfacción propia.

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26. Cf. Act_2:46; 1Co_11:17-34.

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12b (Son) nubes sin agua llevadas por los vientos; árboles de final de otoño, sin fruto, dos veces muertos, arrancados de raíz.

De los falsos maestros no hay que esperar ningún fruto para la vida cristiana. Las nubes sin agua no producen lluvia fructífera; la tierra permanece árida. Los árboles de final de otoño, cuyos frutos ya han sido cogidos, no pueden producir nada que sirva de refrigerio. Los falsos maestros despiertan esperanzas, pero no tienen más remedio que defraudar. Sus doctrinas pueden parecer nuevas, interesantes, sensacionales, espirituales; su vida puede causar impresión por su estilo de miras amplias, liberal, meditado. En realidad, todo es sin valor y exagerado, no produce fruto nutritivo. Sólo la verdad sobria no engaña nunca.

Los falsos maestros son dos veces muertos y arrancados de raíz. Están muertos porque se han separado de la verdad vivificadora y muertos además porque están destinados ya a la segunda muerte, la condenación 27. Están arrancados de raíz, porque han abandonado el terreno nutritivo de la verdad. Sólo quien vive de toda la verdad recibe vida, produce fruto y puede transmitir la vida.

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27. Cf. Rev_2:11; Rev_20:6.14; Rev_21:8.

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13 (Son) olas furiosas del mar que arrojan la espuma de sus vergüenzas; astros errantes para los que está reservada para siempre la lobreguez de la tiniebla.

¿Quién puede medir y entender el ritmo de las olas del mar, furiosas y azotadas por la tempestad? También el camino de los «planetas», meteoros y cometas (estrellas errantes) es, según parece, incalculable, caprichoso y sin ley. Las olas del mar y los planetas tienen vida, pero la desarrollan -según la concepción de la época- sin orden ni ley. La doctrina falsa produce a menudo al surgir la impresión de que tiene mayor vitalidad que la fe verdadera, pero su vitalidad no es vida, sino «espuma», porque la vida es orden; vitalidad sin orden es movimiento vacío.

Las olas furiosas producen espuma. Las estrellas errantes son luces por las cuales nadie puede orientarse, porque hoy lucen aquí y mañana allí. Lo que produce la vitalidad de los falsos maestros es un desenfreno vergonzoso de los instintos, un extravío deslumbrante, producido por falsas luces, que lleva a las tinieblas 28. «Guardaos de los falsos profetas... por sus frutos los conoceréis» (Mat_7:15s).

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28. Probablemente Jud_1:13b está también en relación con Henoc. Según este libro, los ángeles que se habían prostituido con las hijas de los hombres fueron transformados en estrellas que abandonan su órbita y son precipitadas en un abismo tenebroso. Henoc 18-21; 88; Mat_90:21-24.

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4. AMENAZADOS POR EL JUICIO (v. 14-16).

En los falsos maestros se cumple una profecía de juicio del libro apócrifo de Henoc (v. 14-15); sus palabras muestran cuál será el fin de su actividad (v. 16).

a) La profecía del juicio (v. 14-15).

14 También sobre ellos profetizó Henoc, el séptimo después de Adán, diciendo: «Mirad, ha venido el Señor con sus santas miríadas 15 a hacer juicio contra todos y a confundir a todos los impíos por las obras de impiedad que cometieron y por todas las insolencias que pecadores impíos profirieron contra él.»

Judas cita un pasaje del libro de Henoc. De hecho las palabras son muy parecidas a las del pasaje en que dice: «Y, mira, él (Dios) viene con miríadas de santos para juzgar a todos, y aniquilará a los impíos y reprenderá a toda carne por todas las obras impías que los pecadores impíos hicieron, y por las palabras coléricas que dijeron, y por todo lo malo que han dicho de él» 29. Se denomina a Henoc el séptimo después de Adán, porque en la serie de los patriarcas ocupa el séptimo lugar (Gen_5:18). Sólo algunas alusiones misteriosas indican que Henoc llevó una vida santa y entregada a Dios: «Caminaba con Dios.» Es el único de los patriarcas que fue arrebatado por Dios. «Y de repente ya no estaba allí, porque Dios se lo había llevado» (cf. Gen_5:22-24). Se vio en él un hombre de confianza de Dios, que conoció secretos escondidos, sobre todo respecto a las «últimas cosas». El libro que figuraba bajo su nombre gozaba de gran prestigio. Judas no teme citar un pasaje de él, porque lo que allí se dice sobre el juicio de Dios coincide con todo lo que la Sagrada Escritura dice sobre el tema. Un ejemplo de la amplitud de miras que se podía tener ya en tiempos de los apóstoles con tal de que se proclamase por todos los medios la verdad 30.

Vendrá el Señor. Para Judas, el Señor es Cristo. En el lenguaje profético se dice: «Ha venido el Señor.» Es tan cierta su venida que se la considera como un acontecimiento del pasado. Los profetas, a causa de la seguridad que tienen, hablan de las cosas futuras como si ya hubieran sucedido. La palabra del Señor no engaña. Tiene delante de sí, en intemporalidad, la historia. Las miríadas santas son las milicias angélicas que le acompañan 31. Entonces se manifestará con todo esplendor la gloria de Cristo y su dominio del mundo.

Aquí hay, ante todo, revelación del juicio. Todas las acciones y palabras serán llevadas ante el tribunal. ¿Pueden esperar los falsos maestros que se les perdone? ¿Puede un bautizado estar seguro, por su bautismo, de que el juicio no caerá sobre él? Tres veces se repite la palabra impíos. Los falsos maestros fueron presentados como blasfemos irrespetuosos. Están ya amenazados por el juicio. Cuando la gloria de Dios se manifieste en el juicio, cuando las miríadas de ángeles anuncien la majestad del Señor, ¿qué podrán decir los blasfemos irrespetuosos? Sólo mirando al juicio podemos ver las cosas con toda claridad. El juicio debe despertar en nosotros un temor santo y saludable.

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29. Cf. Henoc etiópico 1,9 citado en BILLEBBECK III, p.788.

30. El libro de Henoc gozaba de gran estima en el judaísmo y en la Iglesia. La carta de Bernabé (hacia el año 130) lo cita como escritura sagrada (16,5). Pero la Iglesia no lo ha incluido en la serie de los escritos inspirados por Dios y por eso se le considera «apócrifo». En él encontró Judas formulado en los rasgos esenciales lo que él quería decir: que los impíos van al encuentro del juicio severo de Dios. Su autor no es Henoc, de quien habla Gen_5:21, sino un personaje desconocido del siglo II antes de Cristo. Judas lo cita según era costumbre entonces.

31. Cf. Mat_25:31; Hab_12:22.

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b) Pecadores impíos (v. 16).

16a Son murmuradores, se quejan y caminan según sus concupiscencias.

La murmuración procede de la rebelión, sin fe, contra Dios. Los israelitas murmuran en el desierto 32; los contemporáneos de Jesús, cuando él les habla del pan de la vida 33, los jornaleros, cuando el Señor les paga lo justo, es cierto, pero no lo que ellos esperaban 34. Los falsos maestros están descontentos de la verdad recibida y se quejan de Dios. Creen saber más, se sienten limitados y encadenados.

Caminan según sus concupiscencias, practicando la lujuria y entregándose a la codicia. Con palabras altisonantes pregonan que están totalmente redimidos y por tanto libres, que la satisfacción del placer no puede empañar su conciencia de estar redimidos. ¿No se revolvió su conciencia cuando hacían lo que la pasión les sugería? ¿No procede su murmurar contra Dios de que llevaban y sentían la contradicción en sí mismos? No cuidaron de ellos mismos porque creían que poseían ya la plenitud, mientras que ésta se ha prometido sólo para el futuro. «Nada nos puede suceder.» También dentro del cristianismo puede uno caer en la ilusión, si no acepta toda la verdad, es decir, la cruz sobre todo. La muerte de Jesús nos revela cuán pesados son delante de Dios los pecados y que no pueden ser tomados a la ligera. Nos muestra que no debemos ver nuestro camino hacia el reino de los cielos como un caminar «con banderas desplegadas», con sobreabundancia de sentimiento religioso, sino como un caminar obedeciendo humildemente a Dios y siguiendo al Señor que sufre. Esto equivale a superarse cada día.

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32. Cf. Exo_16:7-12; Num_14:27 ss.

33. Cf. Joh_6:41.

34. Cf. Mat_20:11.

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16b Su boca habla insolencias, y adulan por interés.

Los falsos maestros hablan con arrogancia y blasfemando, y quieren prescribir a Dios lo que ha de hacer. Su murmurar y sus palabras desmedidas están estrechamente unidos. Se ponen a sí mismos como medida de Dios, porque no se inclinan ante la doctrina garantizada por la tradición. Usan la acepción de personas, favorecen a los grandes y a los poderosos, con miras a su interés. Su ponerse a disposición de los hombres no procede de respeto y amor, sino de deseo de lucro y de egoísmo.

La codicia lo altera todo: adula al hombre y se rebela contra Dios, destrona a Dios y convierte a los hombres en esclavos. ¿Cómo puede el hombre que sólo se busca a sí mismo tener respeto fiel por la palabra revelada de Dios?

La lujuria y la codicia realizan su temible juego con estos hombres que, con palabras altisonantes, se llaman a sí mismos perfectos, espirituales y libres. Ni el murmurar contra nuestro destino ni las palabras enfáticas (¡Como si no necesitásemos de Dios en todo momento!) nos salvan; nos salva sólo la confianza en la gracia de Dios y el esfuerzo por adecuarnos a su voluntad.

II. LOS DEBERES DE LOS FlELES (v. 17-23).

La carta va dirigida a los fieles, y éstos luchan con el siguiente problema: ¿Por qué deja Dios que surjan falsos maestros que amenazan a la Iglesia? Los creyentes no pueden maravillarse ni escandalizarse de que surjan falsos maestros, porque el Apóstol lo ha predicho (v. 17). La doctrina apostólica habla expresamente de ellos (v. 18); los falsos maestros actuales responden a la caracterización apostólica (v. 19). En este tiempo de peligro, los auténticos creyentes deben llevar una intensa vida religiosa (v. 20-21) y, preocupados por los que se extravían, encontrar la forma de comportarse frente a ellos (v. 22-23).

1. ¿POR QUé HAY FALSOS MAESTROS? (V. 17-19).

17 Pero vosotros, queridos, acordaos de las cosas predichas por los apóstoles de nuestro señor Jesucristo.

Los fieles viven en el amor. Dios, que vela por ellos con amor, ha tomado también precauciones para que los fieles no se extravíen al surgir los falsos maestros. Peligro conocido no es tanto peligro.

Los apóstoles han hablado de antemano sobre el surgir de los falsos maestros. Pablo, en el conmovedor sermón de despedida que tuvo en Mileto ante los ancianos de la Iglesia de éfeso, dice que irrumpirán en la comunidad lobos feroces y arrastrarán a los discípulos 35. En las cartas pastorales recuerda que el Espíritu dice que por la actividad de los falsos maestros muchos apostatarán de la fe en los últimos tiempos 36, Tras las palabras del Apóstol está la profecía de nuestro señor Jesucristo de que al final de los tiempos surgirán falsos mesías y falsos profetas 37. Son pruebas a que Dios somete a su Iglesia y que ésta debe resistir con valentía.

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35. Cf. Act_20:29.

36. Cf. 1Ti_4:1-3; 2Ti_3:1-5.

37. Cf. Mc 13.22.

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18 Os decían: En los últimos tiempos habrá escarnecedores que caminan según sus impías concupiscencias.

A los falsos maestros se les llama escarnecedores. No lo son porque se burlen de determinadas opiniones y doctrinas de la Iglesia 38, sino porque no cumplen con las exigencias de la revelación de Dios. Los que temen a Dios fueron siempre asediados por tales escarnecedores 39. Cristo mismo estuvo expuesto a ellos en su pasión 40. La burla procede de la presunción, de la sobreestima del propio juicio. A algunos esto puede herirles profundamente, sobre todo cuando uno intenta alcanzar el reino de Dios sencillamente, como un niño, con una entrega y una disponibilidad pura. Muchos, incluso dentro de la Iglesia, se burlan de esto, considerándolo una simplicidad ingenua.

El surgir y la intromisión de los falsos maestros muestra a la antigua Iglesia que el final de los tiempos ya alborea 41. Mientras dure el período doctrinal habrá falsos maestros. Es un aspecto de la lucha de Satán contra el imperio de Cristo. Primero se extravía el pensamiento, pronto lo harán las acciones: «Caminan según sus impías concupiscencias.» La historia de la Iglesia lo muestra reiteradamente.

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38. Cf. 2Pe_3:3, que expone de modo diverso.

39. Cf. Isa_3:4; 2Ma_7:27.29.

40. Cf. Mar_10:34; Mar_15:20.31.

41. Cf. 1Jo_2:18; 2Pe_3:3.

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19 éstos son los que desunen, hombres de vida animal, que no tienen espíritu.

Los falsos maestros querían sacar sus opiniones de la doctrina recibida. Para esto se servían de un arte racional muy refinado. Delimitan un concepto frente a otro, distinguen dos significados, luchan con palabras vacías e introducen de contrabando sus opiniones en el depósito de la fe. 42. Sólo en la corriente de la tradición apostólica, que es confirmada por el testimonio unánime de toda época, pueden conservar los conceptos el sentido que Dios ha querido. ¡Cuántos significados puede tener el título «hijo de Dios»! Unos opinan que significa sólo una persona acepta a Dios; otros, una criatura de Dios; otros ven en él sólo una expresión de la fe en la «significación salvadora» de Jesús. Sólo en la tradición viva podemos conservar la verdad divina que enunciamos en la profesión de fe: «Nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre, por quien fueron hechas todas las cosas.» Puesto que los falsos maestros se guían sólo por su pensamiento y sus facultades naturales (psykhe) y no por el Espíritu Santo, se les llama hombres de vida animal, hombres con mentalidad terrena (psykhikoi en el texto griego). Cuando hablan de la verdad, juzgan sólo según su conocimiento natural, no con la luz que el Espíritu Santo da a los creyentes 43. Los falsos maestros que anuncian algo distinto de la doctrina recibida, muestran, al obrar así, que no hablan dirigidos por el Espíritu Santo. «El hombre de vida animal no capta las cosas del Espíritu de Dios» (1Co_2:14). No es la herejía, sino la Iglesia, quien tiene el Espíritu de Dios. Aquélla no juzga según «la sabiduría que viene de arriba», sino según la sabiduría «terrena y animal» (Jam_3:15).

Los contradictores se consideran hombres espirituales (pneumatikoi), que poseen el Espíritu y la libertad y tienen poder sobre los demonios y las pasiones, y consideran a los otros como hombres animales (psykhikoi), que sólo tienen a su disposición fuerzas humanas. Invierten la realidad: ¡sucede exactamente lo contrario! ¿Cómo se puede descubrir quién tiene razón? ¿No es precisamente ésta la gran dificultad: orientarse en medio de la maraña de opiniones que se llaman todas cristianas (¡sectas modernas!)? ¿Dónde se debe buscar la prueba de la verdad, sino en la doctrina apostólica y en la interpretación transmitida por la tradición?

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42. Cf: 1Ti_6:4; 2Ti_2:14; Tit_3:9; 2Pe_1:16.

43. Cf. 1Co_2:13-15; cf.15,44-46.

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2. EDIFICACIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA (v. 20-21).

20 Pero vosotros, carísimos, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro señor Jesucristo para la vida eterna.

Los fieles deben preocuparse por hacer de sí mismos un edificio compacto, que es la Iglesia 44. Un miembro soporta al otro, le confirma y le ayuda, para que todo el edificio permanezca compacto y seguro, capaz de dar a los fieles la fuerza nueva que de él esperan. El fundamento de este edificio espiritual de la comunidad cristiana lo constituye la verdad de fe, llamada aquí solemnemente nuestra «santísima fe». Si no se la admite en su plenitud, caen por tierra la unidad y la solidez. El hecho de que cada individuo permanezca fiel a la verdad recibida robustece la fe de los demás. Lo que Dios ha dado debe ser para nosotros intocable y digno de respeto. A la fe viva es superior la oración. La oración cristiana se hace en el Espíritu Santo. «Habéis recibido el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: Abba!, ¡Padre!» (Rom_8:15). «Y el Espíritu ayuda a nuestra flaqueza; pues, no sabiendo qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene, el mismo Espíritu hace nuestras peticiones con gemidos que son inexplicables. Pero aquél que penetra a fondo los corazones, conoce lo que desea el Espíritu, por cuanto pide por los santos según Dios» (Rom_8:26). El Espíritu Santo transforma la oración en oración cristiana, porque la convierte en oración de los hijos de Dios, la apoya con su intercesión y la llena de contenido agradable a Dios. La verdad de fe que no se pide, no se vive... El Espíritu Santo transforma nuestra fe en oración.

Conservaos en el amor de Dios. Dios nos ha dado sobreabundantemente su amor. Debemos conservarlo, acrisolándolo siempre. Si la fe se expresa en la oración, saldrá airosa en la vida y en el amor. La oración en el Espíritu Santo enseña al cristiano que tiene a Dios por padre, que vive en el amor del Padre, Dios, y que, por tanto, debe ajustar, con amor, su obrar a la ley. La ley del Espíritu es el amor a Dios y a los hijos de Dios. El cristiano vive en la espera de la parusía del Señor en el juicio. Nuestra postura no es sólo de temor ante el juicio, aunque la carta no descuida el despertar este temor, sino de espera confiada en que nuestro señor Jesucristo usará de misericordia. Ni siquiera el justo puede resistir el juicio si el juez usa sólo de justicia y no de misericordia. Sólo la misericordia de Jesucristo puede abrirnos la entrada a la vida eterna...

Nuestro actuar debe ser única y exclusivamente amor. Conservad el amor es la única expresión de actividad del versículo; todo lo demás a que se nos exhorta participa del amor: la fidelidad en la fe, la oración en el Espíritu, la esperanza en la misericordia final. Tras nuestra vida cristiana está el Dios trino. El Padre nos da el amor; del señor Jesucristo aguardamos misericordia; el Espíritu Santo ora en nosotros y con nosotros. El Padre tiene la iniciativa, dándonos su amor; el Espíritu Santo es la fuerza vivificadora de nuestro caminar; el señor Jesucristo nos da la plenitud final de la salvación, la vida eterna. ¡Toda la riqueza de Dios se nos ofrece, para que lleguemos a la meta!

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44. Cf. 1Pe_2:5; Eph_2:20; Col_2:7; 1Co_6:16.

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3. CONDUCTA CON LOS QUE YERRAN (v. 22-23) 45.

22 Compadeceos de unos, de los que dudan; 23 salvad a los otros arrancándolos del fuego; de los demás compadeceos con temor, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su carne.

La actividad de los falsos maestros hace dudar a muchos. No se han apartado aún totalmente de la verdad apostólica ni se han decidido por entero por la herejía. A éstos hay que corregirlos y convencerlos de la verdad. La exhortación va dirigida a todos los fieles. A todos se les impone, por amor -lo que se recuerda con la expresión: «carísimos» (v. 20)-, la obligación de preocuparse por los que están en peligro.

El segundo grupo ha sucumbido ya al error y, por ello, están ya bajo la amenaza del fuego castigador. Si no se convierten, ciertamente serán condenados. También de ellos deben ocuparse los fieles. ¡Salvadlos! ¡Arrancadlos del fuego! Su miseria es grande, pero hay que esperar que sean aún accesibles a la conversión.

El último grupo se ha entregado de tal forma al error que son inaccesibles a la conversión. También de ellos hay que compadecerse. Esto puede quizá manifestarse en oraciones de intercesión o , en todo caso, en una mentalidad de amor y de celo por su salvación. «No odiarás a nadie; a unos los corregirás, por otros orarás, a otros los amarás más que a tu alma» 46.

La compasión debe ir acompañada de temor a mancharse y contagiarse. ¿Qué se debe hacer? Gráficamente y con gran fuerza se dice que los fieles deben odiar incluso la túnica que llevan los falsos maestros. Su sola proximidad es contagiosa y corruptora; se debe, pues, evitar todo trato externo y toda proximidad. Son, por entero, «carne»; están entregados al pecado y cerrados al Espíritu Santo. Hay que tratarles con misericordia en cuanto hombres, pero hay que ser inflexibles cuando se trata de la verdad. El amor debe proceder con prudencia y precaución, para que no lleve a perderse cuando intenta salvar a otros.

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45. Según la lección más llana y más inteligible de estos versículos, que no supone, desde luego, ser por estas cualidades de claridad la mas genuina, se distinguen tres grupos de gentes en el error y consecuentemente se aconseja un triple comportamiento; cf. también Mt 18.15-17; St 5.19s.

46. Doctrina de los doce apóstoles 2,7.

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA (v. 24-25)

La carta concluye, sin noticias ni saludos personales, con una doxología solemne 47. A las blasfemias de los impíos, mencionadas a menudo, se opone un himno de adoración y glorificaci6n de Dios. Es la respuesta de la fe al Dios de la verdad.

24 A aquel que os puede guardar sin pecado y presentaros ante su gloria irreprensibles, con júbilo, 25 al único Dios, nuestro salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, magnificencia, fuerza y poder antes de todo siglo, y ahora, y por todos los siglos. Así sea.

Comienza alabando el poder de Dios. En el poder divino se funda el cumplimiento de lo que pedimos en nuestra oración. Dios es poderoso, ante todo, para darnos la salvación anhelada. Sólo la alcanzaremos si Dios mismo nos protege de la caída y nos coloca, sin mancha moral, ante su faz. Sólo Dios puede hacernos tales que podamos subsistir ante su santidad.

Dios nos pone ante «su gloria». ¡Qué maravillosa imagen! Dios descubrirá su ser y podremos contemplarle como es. Los justos exultaban ya en el templo al experimentar la proximidad de la gloria de Dios 48; los que puedan participar en el gozo del tiempo final exultarán mucho más. Será un acto de culto que el oído y la vista no nos permiten sospechar ni aun de lejos 49. La celebración de la liturgia en la tierra puede ser ya un débil anticipo del júbilo imperecedero del cielo.

La alabanza va dirigida al Dios único, el Salvador. Dios es el absolutamente único al que ningún ser puede equipararse. Es el Salvador, porque de él procede toda salvación. Pero su salvación la obra por medio de Jesucristo, nuestro Señor. él es el mediador de todas las obras de Dios, de la creación del mundo, de la revelaci6n y de la reconciliación, del juicio y de la consumación. Sólo a través de él podemos caminar hacia el Padre; él es la puerta... Sólo podemos pregonar la alabanza de Dios si proclamamos, balbucientes, lo que hemos experimentado y lo que hemos conocido en esta experiencia. Cuatro notas se proclaman aquí. Dios posee gloria: el poder y el esplendor con que Dios se manifiesta en su revelación y en sus obras. Tiene magnificencia, grandeza que todo lo supera. Dios tiene fuerza y supera en ella a todo ser; nada puede resistírsele; suya es la victoria. Dios tiene poder, es el independiente, el que dispone, con libertad, de su acción y de todos los seres. Tres de estas notas pertenecen a la lengua usual de estas doxologías, pero el «poder» (texto original exousia) se encuentra sólo en la carta de Judas. Los falsos maestros hablaban mucho de su poder y de su libertad, que usaban como pretexto para su vida inmoral. Sólo uno tiene poder y obra con libertad soberana: Dios, el Santo.

Todo esto lo posee Dios «antes de todo siglos». Lo irrepresentable de la eternidad se expresa con el rodeo de un tiempo sin principio y sin fin. En el pasado, en el presente y en el futuro Dios posee todo lo que se dice de él en la doxología. Existe siempre en la plenitud de su ser.

Amén, «así sea», es la respuesta del pueblo a las palabras del que dirige la oración. Así asiente a la alabanza y la hace propia 50. Cuando la Iglesia pregona la alabanza de la gloria de Dios, debe encontrar eco en el amén de los creyentes.

El error hace de las suyas y no sin consecuencias, pero los fieles no deben desanimarse. La Iglesia vive de la actuación poderosa de Dios. él es su salvador y redentor, por medio de Cristo, su señor. La victoria es de Dios. Su gloria, magnificencia, fuerza y poder nos protegen para la vida eterna contra todos los poderes seductores. La carta, que usa a veces un tono y un vocabulario llenos de irritación y de dureza, termina con los sones solemnes y santos de la adoración, con la seguridad de que Dios, a pesar de todos los ataques y de todas las debilidades, nos llevará a la visión jubilosa de su gloria. A este camino de la Iglesia, que conduce, a través de la lucha, a la gloria de Dios y que es nuestro camino por la vida, asentimos con nuestro «amén» de adoración y alabanza.

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47. Estas doxologías son alabanzas esquematizadas, en forma de himno, de Dios (de Cristo); cf., por ejemplo, Rom_16:25-27; Eph_3:20s; 1Ti_1:17; 6,l5s; 1Pe_5:11.

48. Cf. Sal 51(50),8-14.

49. Cf. Sal 126(125),2.5s; 1Pe_4:13; Rev_19:7.

50. Cf. 1Ch_16:36; Neh_8:6; Psa_41:14; Psa_72:19; Psa_89:53; Psa_106:48.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)




Encabezamiento y saludo, 1-2.
1 Judas siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo; 2 la misericordia, la paz y la caridad abunden más y más en vosotros.

Judas
era un nombre muy frecuente entre los judíos por haber sido el nombre del hijo principal de Jacob. A pesar de que el autor de nuestra epístola era un pariente del Señor, sin embargo, pasa en silencio este título tan honorífico, presentándose humildemente como siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, obispo de Jerusalén, muy conocido en la Iglesia primitiva. Dirige su carta a los que Dios, en su amor, llamó a la fe y los preservó uniéndoles a Jesucristo. Los fieles han sido el objeto de un llamamiento divino. La iniciativa de este llamamiento pertenece a la voluntad amorosa de Dios Padre 1. Los fieles, una vez llamados, son conservados en Cristo, incorporados a él, como los miembros del Cuerpo místico. En cambio, los herejes, los falsos doctores, se han separado de Dios y de Cristo.
Judas desea a sus lectores una triple bendición divina: la misericordia de parte de Dios, la paz del alma con El, tal como Cristo la había prometido a sus discípulos 2, y la caridad para con el prójimo (v.2). Las semejanzas que presenta el saludo de Judas con el saludo de la 2 Pe 3 y con otros escritos apostólicos parecen indicar que tales fórmulas eran frecuentes en la Iglesia primitiva.



Ocasión de la carta, 3-4.
3 Carísimos, deseando vivamente escribiros acerca de nuestra común salud, he sentido la necesidad de hacerlo, exhortándoos a combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos. 4 Porque disimuladamente se han introducido algunos impíos, ya desde antiguo señalados para esta condenación, que convierten en lascivia la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro, Jesucristo.

De estos versículos parece deducirse que Judas tenía pensado escribir una epístola general acerca de nuestra común salud (í.â), para exhortar a los cristianos a ser más fieles a Cristo. Pero llegaron repentinamente noticias alarmantes sobre la actividad de los falsos doctores. Y, ante la inminencia del peligro, escribió esta carta-epístola, que es una carta de combate y, en su mayor parte, una diatriba contra los falsos doctores. En ella les exhorta a combatir por la fe, es decir, a luchar por conservar intacto el conjunto de verdades dogmáticas y morales que ha sido dado a los santos (v.3). La fe es considerada como ya transmitida de una vez para siempre. Forma ya una tradición que no cambia, un depósito que se ha de conservar intacto4. Esto no excluye el progreso dogmático, sino que condena toda heterodoxia. Santos designa a los cristianos.
El peligro para la fe de los lectores de Judas procede del hecho de que hombres perversos se han ido introduciendo disimuladamente entre los fieles y siembran entre los hermanos doctrinas subversivas con el fin de destruir su fe (v.4). San Ignacio Mártir conocía también predicadores ambulantes que esparcían doctrinas contrarias a la fe, de los cuales hay que huir como de las bestias salvajes 5. Su suerte ya está decidida desde antiguo. Están prefigurados en los severos castigos infligidos a los impíos, de que nos habla la Sagrada Escritura. En el v.5-y recordará algunos de estos terribles castigos. Se señalan dos inculpaciones principales contra esos falsos doctores: abusan de la gracia de Dios y de la libertad evangélica para entregarse a la lascivia y a la intemperancia y por su conducta inmoral niegan prácticamente la autoridad de Dios y de Jesucristo. El autor sagrado emplea el término äåóðüôçò, empleado ordinariamente para designar a Dios, atribuyéndolo a Cristo juntamente con el título de Êýñéïò. De donde se deduce que Judas reconoce claramente la divinidad y el supremo dominio de Cristo.




Primera Parte: Los Falsos Doctores, v.5-16.
P ara poner en guardia a los lectores contra las ideas corrosivas de los falsos doctores, les recuerda que esos malvados no escaparán a la justicia divina. Aduce tres ejemplos famosos de castigos que se leen en el Antiguo Testamento.



El castigo que amenaza a los falsos doctores, 5-7.
5 Quiero recordaros a vosotros que ya habéis conocido todas las cosas, cómo el Señor, después de salvar de Egipto a su pueblo, hizo luego perecer a los incrédulos; 6 y cómo a los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio del gran día. 7 Cómo Sodoma y Comorra y las ciudades vecinas, que, de igual modo que ellas, habían fornicado, yéndose tras los vicios contra naturaleza, fueron puestas para escarmiento, sufriendo la pena del fuego perdurable.

Judas trae a la memoria algunos ejemplos, muy conocidos ya de los cristianos, en los que Dios infligió un severo castigo por el pecado. El primero está tomado de Num_14:1-36, en donde se nos dice que Dios hizo perecer en el desierto a los israelitas incrédulos, sin que pudieran llegar a la tierra prometida. La lección que los cristianos han de sacar de este hecho 6 es que no deben presumir de sus privilegios, ya que los israelitas, que habían sido liberados de Egipto mediante una serie de portentosos milagros, murieron, no obstante, en el desierto a causa de su incredulidad. Es digno de tener en cuenta que en nuestro texto, como en el de 1Co_10:4-9, los sucesos del éxodo son atribuidos a Cristo preexistente, que opera en la historia del mundo. El paralelismo con la 1 Cor autoriza para considerar a Jesús como sujeto, aunque se prefiera la lección Señor.
El segundo ejemplo se refiere a la caída de los ángeles y al castigo que Dios les infligió (v.6). Los ángeles habían sido creados sublimes entre todos los seres de la creación. Dios les había encomendado el gobierno del cosmos7 y les había dado la misión de interceder por los seres humanos 8. Pero ellos se rebelaron contra Dios, y entonces fueron arrojados del cielo, en donde habitaban con Dios, y aherrojados en las regiones tenebrosas del infierno. En el orco tenebroso están reservados en perpetua prisión hasta el día del juicio final, cuando los ángeles rebeldes recibirán su sentencia definitiva. En la 2Pe_2:4 se encuentra un pasaje paralelo. Ciertas expresiones de Judas pueden ser esclarecidas por textos del Libro de Henoc 9, tan estimado por nuestro autor.
El tercer ejemplo alude a la destrucción de las ciudades de la Pentápolis (v.7), que es narrada en Gen_19:455. Además de Sodoma y Comorra, la tradición había conservado el recuerdo de otras dos ciudades, Adama y Seboím, que habían desaparecido en la misma catástrofe 10. Acerca de la expresión ôïí äìïéïí ôñüðïí ôïýôïéò - simili modo (NÁc.-CoL.: de igual modo que ellas), algunos autores (Calmes, De Bruyne, Leconte) afirman que Judas asimila la falta de los sodomitas a la cometida por los ángeles, inspirándose en la interpretación sexual de Gen 6. Otros autores (Chaine, Nácar-Colunga, etc.) creen que la comparación se hace entre las ciudades secundarias de la Pentápolis y las nombradas en el texto sagrado, en cuyo caso ôïýôïò se referiría a los habitantes de Sodoma y Comorra. Pero también ôïýôïéò podría hacer referencia a los falsos doctores del v.4. A nosotros, sin embargo, nos parece más probable que Judas, influenciado por el Libro de Henoc y la literatura apócrifa, haga referencia a la idea, muy extendida entonces, de que ciertos ángeles habían pecado con mujeres n. Judas menciona juntamente el pecado de los ángeles (v.6) y el de Sodoma, como lo hacen los apócrifos judíos; por ejemplo, los Testamentos de los XII patriarcas. Los ángeles de que nos habla Gen_6:2-4 se habían aparecido en forma corporal, como los que visitaron a Abraham y a Lot. Por eso, el pecado con las mujeres sería un pecado contra naturaleza, por no ser los ángeles de naturaleza humana. Del mismo modo, Judas dice que los sodomitas habían fornicado yéndose tras los vicios contra naturaleza (v.7). El autor sagrado haría referencia aquí al hecho de que los habitantes de Sodoma, según Gen_19:1-11, quisieron infligir un trato infame a los ángeles que habían venido a visitar a Lot. Los sodomitas quisieron pecar con una carne que no era humana, que era diferente a su naturaleza. De ahí que Judas hable de los vicios contra naturaleza. Sin embargo, la mayoría de los autores entienden los vicios contra naturaleza de los pecados de sodomía.
Las ciudades de la Pentápolis, manchadas con tan abominables pecados, fueron terriblemente castigadas, sufriendo la pena del fuego perdurable (v.7). Ya el Deu_29:22ss consideraba las ruinas de estas ciudades pecadoras como tipo de los castigos reservados a los enemigos de Dios. La región donde estaban esas ciudades está constituida por tierras improductivas, quemadas; en donde las emanaciones bituminosas y de azufre, así como los vapores de fuentes de agua caliente, hacen pensar en el fuego eterno 12.



Las blasfemias de los falsos doctores, 8-11.
8 También éstos, dejándose llevar de sus delirios, manchan su carne, menosprecian la autoridad y blasfeman de las dignidades. 9 El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio de blasfemia, sino que dijo: Que el Señor te reprenda. 10 Pero éstos blasfeman de cuanto ignoran; y aun en lo que naturalmente, como brutos irracionales, conocen, en eso mismo se corrompen. 11 Ay de ellos, que han seguido la senda de Caín y se dejaron seducir del error de Balam por la recompensa y perecieron en la rebelión de Coré!

Aquí tenemos la aplicación de los ejemplos a los falsos doctores. A pesar de los terribles castigos, los falsos doctores se conducen del mismo modo que los grandes culpables a los cuales Dios castigó: manchan su carne, entregándose a la lujuria más degradante, como los sodomitas; menosprecian la soberanía y blasfeman de las glorias (v.8). Los falsos doctores rechazan la soberanía de Cristo, nuestro Señor, no haciendo caso de sus ordenaciones y entregándose a una vida licenciosa y a especulaciones heréticas. Además injurian a las glorias, es decir, a los ángeles, en los que se refleja la majestad divina. Aquí, a diferencia de 2Pe_2:10, los ángeles no son considerados como malos, sino como buenos. La blasfemia contra los ángeles caídos no constituiría un grave pecado al lado de los pecados de lujuria y de rebelión contra la soberanía del Señor.
En contraste con la ultrajante conducta de los falsos doctores, está la moderación que San Miguel muestra en su disputa con el diablo a propósito del cuerpo de Moisés (v.9). Mientras aquéllos injurian a los ángeles buenos, el arcángel San Miguel no osa siquiera insultar al demonio. Judas parece depender aquí del apócrifo Asunción de Moisés, según dicen expresamente Orígenes 13 y Clemente Alejandrino 14. Sin embargo, en los fragmentos de la Asunción de Moisés llegados hasta nosotros no se encuentra este pasaje. Las especulaciones judías posteriores sobre la muerte de Moisés se apoyan en Deu_34:6, en donde se atribuye al mismo Yahvé el enterramiento de Moisés. Filón atribuye a los ángeles el enterramiento de Moisés 15. La Asunción de Moisés lo atribuye a San Miguel. Cuando es enviado por Dios para enterrar a Moisés, el diablo se le opone. Satán reclama el cuerpo de Moisés, pues se considera señor de la materia. Una tradición referida por Ecumenio 16 narra que el diablo se oponía a una sepultura honorable de Moisés por considerarlo asesino, ya que había matado a un egipcio 17. La discusión con Satanás terminó con la réplica del arcángel San Miguel: Que el Señor te reprenda. Esta especie de imprecación se parece a aquella otra pronunciada por el ángel de Yahvé contra Satán en el libro de Zacarías 18: ¡Que Yahvé te reprima, ¡oh Satán!; que Yahvé te reprima, pues El ha elegido a Jerusalén!19
Los falsos doctores están en el polo opuesto de la discreción de San Miguel. Incapaces de elevarse hasta el conocimiento del mundo espiritual y hasta las realidades de la fe, blasfeman de cuanto ignoran (v.10). Por lo que se refiere al mundo material, aunque lo conocen, lo conocen a la manera de las bestias irracionales; es decir, siguiendo las inclinaciones de la naturaleza corrompida, las pasiones sensuales, que los arrastran y les causan la ruina moral y después la eterna 20.
Después los falsos doctores son comparados con tres personajes del Antiguo Testamento, que son como los prototipos de los grandes pecadores: Caín, Balam, Coré. La idea que quiere exponer Judas es que los falsos doctores son tan criminales como ellos. Porque imitan la conducta homicida de Caín, matando espiritualmente a los hermanos con sus perversas doctrinas y licenciosa vida21. Como Balam, permiten que la codicia ahogue la voz de la conciencia e incitan a toda clase de obscenidades 22.
A ejemplo de Coré, los falsos doctores no obedecen, siguen sus propias ideas 23. Por eso, les aguarda un terrible castigo en el fuego eterno.



Perversidad de los falsos doctores, 12-16.
12 Estos son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza, apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua, arrastradas por los vientos; árboles tardíos sin fruto, dos veces muertos, desarraigados;13 olas bravas del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; astros errantes, a los cuales está reservado el orco tenebroso para siempre. 14 De ellos también profetizó el séptimo desde Adán, Henoc, cuando dijo: He aquí que viene el Señor con sus santas miríadas 15 para ejercer un juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas las impiedades que cometieron y de todas las crudezas que contra El hablaron los pecadores impíos. 16 Estos son murmuradores, querellosos, que viven según sus pasiones, cuya boca habla con soberbia, que por interés fingen admirar a las personas.

Judas utiliza una serie de metáforas tornadas de la naturaleza para describir el deplorable estado en que se encuentran los falsos doctores. Participan en los ágapes de la comunidad, cuando los cristianos se reunían para comer juntamente los alimentos que llevaban como signo de unión y de mutuo amor 24. Pero ellos, con su conducta escandalosa y de crápula, se convertían en escollos 25 que hacían naufragar la fe de los que se reunían con ellos. Su arrogancia, su doctrina está vacía de todo significado. Es engañosa como las nubes que prometen agua, pero que luego son arrastradas por el viento 26. Su vida está vacía de obras virtuosas. Por eso son semejantes a los árboles otoñales que debieran estar cargados de frutos, pero son estériles. Los falsos doctores, considerados como desarraigados (v.1a), no forman ya parte de la comunidad. Están dos veces muertos, porque, viviendo espiritualmente muertos antes de su conversión, han vuelto a morir a la gracia de Cristo; o bien porque, estando muertos al presente por el pecado, han incurrido ya en la segunda muerte, en la condenación 27.
La conducta impetuosa y obscena de estos malvados es comparada a las furiosas olas del mar, que arrojan a la costa impurezas y fango (v.13). Así también ellos arrojan sobre los fieles sus vergonzosas doctrinas y pésimos ejemplos. Pretenden ser lumbreras, pero no son sino extraviados que, al apartarse de la sana doctrina, se asemejan a una estrella fugaz que desaparece en la oscuridad para siempre. Las estrellas o los cometas simbolizan aquí a los falsos doctores que aparentaban ser buenos cristianos, pero que no tardaban en apartarse de Dios, y que serán arrojados para siempre en las tinieblas del infierno. Quizá se aluda a una leyenda antigua, según la cual los planetas habrían abandonado el puesto que tenían señalado 28.
La alusión al castigo que aguarda a los falsos doctores lleva al autor sagrado a citar un texto del libro de Henoc, que hace referencia al castigo final de los impíos (v.14). Henoc es llamado el séptimo patriarca desde Adán. O sea, en la serie de patriarcas antediluvianos, Henoc ocupa el séptimo puesto (Adán, Seth, Enos, Cainan, Malaleel, Yared, Henoc). El autor sagrado precisa de este modo para impedir que se confunda con el tercero llamado Enos 29. Además, el número siete implica perfección, y es indicio, símbolo, de predilección del patriarca por parte de Dios. En efecto, por el Gen_5:22-24 sabemos que anduvo constantemente en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios. 30
La expresión profetizo hay que tomarla en sentido amplio y en conformidad con las costumbres literarias apocalípticas de la época en que fue compuesto Henoc. Aunque la cita no sea una auténtica profecía, sin embargo, contiene una doctrina verdadera. Del uso que hace Judas del libro de Henoc no se sigue que lo haya considerado como canónico e inspirado. El texto citado es Henoc 1:9. Chaine 31 compara varias recensiones de este texto y concluye que Judas introduce algunas modificaciones, citando el texto de memoria. En él se describe el juicio divino como universal, y anuncia la suerte terrible reservada a los impíos en el gran día del Señor, cuando Cristo aparezca rodeado de sus santas miríadas, es decir, de sus ángeles 32. Entonces todo será conocido y retribuido, no sólo las obras impías, sino también las palabras ultrajantes contra Dios (v.15). Porque los falsos doctores cometen pecados análogos a los de Caín, Balam y Coré (cf. v.11): son murmuradores y querellosos (v.16), descontentos siempre de su suerte, se quejan de la Providencia, viven a su antojo, cuyo lenguaje es presuntuoso, pero que por interés condescienden con la adulación.




Segunda parte: Exhortación a los fieles, 17-23.
L a segunda parte, en claro contraste con la primera, tiene carácter exhortativo. Inculca la fidelidad a la enseñanza de los apóstoles, y recomienda las tres virtudes teologales como medio de conseguir la vida eterna.



La enseñanza de los apóstoles, 17-19.
17 Pero vosotros, carísimos, acordaos de lo predicho por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos os decían que a lo último del tiempo habría mofadores que se irían tras sus impíos deseos. 19 Estos son los que fomentan las discordias; hombres animales, sin espíritu.

Los fieles no han de admirarse de la presencia de los falsos doctores en la comunidad cristiana. Han de recordar las palabras que los apóstoles les habían dicho acerca de esto. Sin duda que todos los apóstoles en sus instrucciones al pueblo les habían prevenido contra los impíos que habían de surgir (v. 17-18). El autor se expresa como si él mismo no fuera apóstol. Sin embargo, tomadas las palabras en sentido estricto, pudieran entenderse en el sentido de que algunos apóstoles, no todos, habían muerto 33. Con todo, creemos que este versículo de Judas, así como la ausencia del título de apóstol en el v.1, constituye un argumento en favor de la no identificación de Judas hermano del Señor y Judas apóstol 34.
Las enseñanzas apostólicas que recuerda Judas no son palabras escritas, sino la enseñanza transmitida por la catequesis oral. La autoridad apostólica constituye el sólido fundamento de la Iglesia de Cristo 35. Este versículo de Judas hace ver la importancia fundamental para la Iglesia de la tradición apostólica, fuente de la revelación.
Una vez más el autor sagrado vuelve a mencionar a los falsos doctores, tratándoles de fomentadores de discordias 36, de hombres animales, sin espíritu (v.18). Los falsos doctores, con su maligna propaganda, introducen cismas y divisiones en la comunidad 37; y es posible que traten a los demás de hombres carnales. Judas se revuelve contra su orgullosa pretensión, tratándolos de hombres carnales, que se guían únicamente por los deseos malignos de la carne, pues son hombres sin espíritu, es decir, no tienen en sí el Espíritu Santo, no son movidos por el Espíritu Santo 38. Hay, sin embargo, autores que creen que aquí espíritu no se refiere al Espíritu Santo, sino que Judas compara simplemente estos herejes a bestias sin razón. Por las epístolas paulinas sabemos que psíquico se opone a pneumático, y designa a los que no son guiados por el Espíritu Santo 39.



El deber de la caridad, 20-23.
20 Pero vosotros, carísimos, edificándoos por vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna, 22 Cuanto a aquéllos, a unos reprendedlos, pues que todavía vacilan; 23 a otros salvadlos, arrancándolos del fuego; de los otros compadeceos con temor, execrando hasta la túnica contaminada por su carne.

Después de una última crítica contra los falsos doctores, Judas se vuelve a los fieles para indicarles el camino que han de seguir. Les propone un programa de vida cristiana: mientras los herejes destruyen poco a poco la Iglesia de Cristo, los verdaderos fieles han de apoyarse cada día más firmemente en la fe. Para esto han de impetrar en la oración la ayuda del Espíritu Santo, que les hará permanecer en el amor de Dios y les obtendrá misericordia para la vida eterna (v.20-21).
La fe es considerada como el fundamento del edificio de todas las virtudes y prácticas cristianas. La fe de la que aquí se habla es la fe objetiva, pero la invitación a apoyarse sobre ella mira a la fe subjetiva. Los fieles, una vez integrados en el edificio de la Iglesia, en el Cuerpo místico de Cristo, son vivificados por el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, y los dispone para el cumplimiento de obras saludables. Estas obras se dividen en dos grupos: por una parte, la oración en el Espíritu Santo 40; por otra, el esfuerzo ascético mediante el cual cada uno trata de perseverar en el amor y en la gracia de Dios. Toda la vida cristiana consiste en la observancia de los preceptos del Señor para permanecer en el amor de Cristo y del Padre41. Y el que permanece en este amor puede esperar con alegría el juicio del Señor misericordioso. Es digno de notarse la doctrina trinitaria de los v.20-21.
En los v.22-23 seguimos la lección larga de los códices A y Í - (S), y Vgta, que menciona tres clases de delincuentes. El cód. B. prefiere el texto corto de dos cláusulas: Tened de los unos, de los que vacilan, salvadlos, arrancadlos del fuego; en cuanto a los otros, tened piedad de ellos. En estos versículos, el autor sagrado recomienda la prudencia caritativa para con todos. Judas señala la conducta a seguir con los cristianos seducidos más o menos por la herejía. Distingue tres clases: Los que vacilan como los neófitos, etc., deben ser instruidos por los que conozcan mejor la doctrina apostólica. La segunda clase estaba en peligro más grave: habían flaqueado ya, pero aún podían ser rescatados. Estaban envueltos en llamas, pero todavía podían ser socorridos. Con los de la tercera clase, que son hombres manifiestamente depravados y sin esperanza de ser salvados, han de portarse con temerosa misericordia y mantenerlos a distancia por temor a contaminarse42.



Doxología final, 24-25.
24 A aquel que puede guardaros sin pecado y haceros ante su gloria irreprensibles con alegría, 25 el solo Dios, salvador nuestro, por Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, la magnificencia, el imperio y la potestad desde antes de los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.

Judas concluye su epístola con una solemne doxología dirigida a Dios Padre, Salvador, por Jesucristo nuestro Señor. La doxología tiene cierto aire litúrgico, ya que, como las oraciones litúrgicas de la Iglesia, se dirige al Padre per Christum Dominum nostrum. El autor sagrado pone de relieve cuatro atributos divinos en el v.25: la gloria, la magnificencia, el imperio y el poder. La expresión, el solo Dios, o bien, el único Dios, aparece con frecuencia en boca de autores judíos y cristianos. Por eso no parece necesario ver aquí una indicación contra los gnósticos, que admitían diversos eones salvadores. San Pablo emplea la misma frase en su doxología de la epístola a los Rom_16:27.
El v.24 es importante desde el punto de vista doctrinal. San Judas afirma que sólo con el auxilio de la gracia de Dios podrán los fieles mantenerse firmes en la fe. Dios es el único que podrá conservarlos sin tacha y sin pecado, a fin de que puedan presentarse ante la majestad divina totalmente irreprensibles.

1 Cf. Jua_15:16. - 2Jn_14:27. - 3 2Pe_1:1; cf. 1Pe_1:1. - 4 J. Chaine, o.c. p.295. Es un cuerpo de doctrina, como en Gal_1:6-9; Rom_10:8. - 5 AdEph. 7:1; 9:1. - 6 Cf. Sal. 95.7-10 - 7 Cf. Henoc 43:2; 60:10-23:82:7-20. - 8 Gf. J. Bonsirven, Le Juda'isme palestinien I p.231-233. - 9 6:7; 10:4-13; 13:1-2; 15:2-3. En Henoc 21,2ss se describe el pecado de los ángeles. - 10 Deu_29:22; Ose_11:8. - 11 Esta idea se encuentra en Henoc 7; Ose_9:8; Ose_10:11; Ose_12:4; Ose_15:4-12; Ose_19:1-2; Ose_19:69; 86; en los Jubileos 4:15.22; 9 -10; enlos Testamentos de los XII patriarcas (Rubén 5; Neftalí 3); en Josefo Flav., Anf. iud. 1:3:1; en los textos rabínicos (cf. strack-bill., III 781-783), y también en muchos Padres, como San Cipriano (De habitu virginum 14), San Ambrosio (Apología prophetae David 1:4). Cf. J. chaine, o.c. p.304; A. Robert, Les fus de Dieu et les filies de l'homme: RB (1895) 348-366; A. Dubarle, Lepéchédesangesdansl'építredejude: Mém. Chaine, p.145-148- - 12 Cf. Sab_10:7-8. - 13 De principiis 3:2:1: PG 11:303. - 14 Adumbrat. in Epist. Iud.: PG 9:733. - 15 De vita Moisis 2:291. - 16 Jn epist. ludae: PG 119:713. - 17 Exo_2:12. -Exo_18 3:1-2. - 19 Cf. P. Joüon: Bíblica 6 (1925) 318-321. - 20 Cf. 2Pe_2:12. - 21 Gen_4:7; Sab_10:3. - 22 Num_22:7; cf. 2Pe_2:15. Según Josefo Flavio (Ant.iud. 4:6:6-9), fue Balam el que aconsejó a Balac de incitar a los israelitas a la idolatría mediante las mujeres madianitas. - 23 Núm 16. Cf. G. H. Boobyer, The Verbs injud 11: NTS 5 (1958-59) 45ss. - 24 Cf. 1Co_11:20s. - 25 Vg: maculae; Nácar-Colunga: deshonra. - 26 Tal vez haya una alusión a Pro_25:14 : Nube y viento sin lluvia es el hombre que se jacta de vana liberalidad. - 27 Cf. 2Pe_2:20-22; Rev_2:11; 20:Rev_6:14; Rev_21:8. - 28 Cf. Henoc 18,14ss; Rev_21:3. - 29 Gen_5:6. - 30 Cf. Eco_44:16; Heb_11:5. - 31 O.C. p.322. - 32 Cf. Dan_7:10; Mat_25:21. Cf. J. Azpiazu, Las profecías de Henoc en San Juan: Razón y Fe 42 (1915) 17-27- - 33 Cf. 2Pe_3:2. Es posible que Judas se refiera al testimonio primitivo y más colegial de los apóstoles. - 34 J. Chaine, o.c. p.327. - 35 Cf. 1Co_3:4-7; 1Co_15:9-11; Efe_2:20; Efe_3:5. - 36 Vg: segregarit semetipsos; en el griego no se encuentra el semetipsos. - 37 Cf. 2Pe_2:1. - 38 Cf. Rom_5:5; Rom_8:11-15; 1Co_2:13-15; 1Co_3:16. Cf. 1 Cor 2:13-3:3; - 39 15:44-46. - 40 Cf. Rom_8:26. - 41Jn_15:9-10. Cf. U. Holzmeister, Compendium officiorum christianorum a S. luda 20s propositum: VD 5 (1925) 367-369. - 42 Cf. 1Co_5:5; 1Ti_1:20.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


7 (I) Comienzo de la carta (1-2). 1. Ju(-)das: Como siervo de Jesucristo, Judas se pone al lado de otros siervos tales como Moisés (Dt. 34,5), David (2 Sm 7,5-29), Pablo (Flp. 1,1) y Pedro (2 Pe 1,1), y por tanto es un represen(-)tante autorizado y fiel de Jesús, hermano de Santiago: Judas alega ortodoxia en virtud de su íntima relación con una «columna de la Iglesia» (Gál. 2,9). llamados: No se dirige a nin(-)guna Iglesia en particular; «a los que han sido llamados» indica la intención católica o uni(-)versal del documento. La Iglesia a la que va di(-)rigida la carta es un grupo perfectamente de(-)finido, claramente diferenciado de otros grupos existentes en el mundo: (a) «llamados por Dios», por tanto un grupo concreto; (b) «amados», es decir, miembros de un grupo vinculado a una alianza; y (C) «guardados por Cristo Jesús», es decir, pertenecientes al grupo de Jesús. Estas etiquetas específicas de grupo se deben vincular con otros marbetes del do(-)cumento que dialécticamente sirven para dis(-)tinguir a este grupo de un grupo heterodoxo. misericordia, paz y amor: Se ora pidiendo un aumento del amor de alianza, de la armonía comunitaria y de la solidaridad grupal, ora(-)ción comprensible a la luz de la evidente divi(-)sión existente dentro del grupo (?Cartas del NT, 45:8A).
8 (II) Ocasión de la carta (3-4). 3. nece(-)sario: El autor destaca su papel de expositor de la fe con la sensación de verse en la necesi(-)dad de exhortarles a luchar por defender la fe, un sistema claro de enseñanzas, transmitida: Término técnico aplicado a «tradición» (véanse 1 Cor. 11,23 y 15,3). En una cultura que acep(-)ta el pasado como normativo, el llamamiento a la fe transmitida de una vez para siempre ha(-)ce las veces de profesión de ortodoxia contra la enseñanza novedosa (véase el v. 5; cf. Mc 7,13). 4. se han introducido solapadamente: Si el pasado fue un tiempo de armonía, los maes(-)tros heterodoxos no pertenecían a él desde el principio, sino que entraron después a hurta(-)dillas como seductores o ladrones. Dado que están «ya de antiguo señalados como destina(-)dos» para el juicio oportuno, su aparición se tomaba ya entonces en consideración (véanse los vv. 17-18). impíos: Sinónimo de pecadores (Prov. 11,31; 1 Tim 1,9), siempre censurados (Rom. 1,18); el juicio sobre estas personas im(-)pías llegará a ser un tema destacado en los vv. 15.18. convierten en libertinaje la gracia: El vi(-)cio peor es la perversión de la gracia (véase 2 Pe 2,20-22); aunque llamados y salvados, los herejes transforman la gracia en pecado. Cosa típica de esta cultura, el resultado final de una mala teología es la recaída del espíritu en la carne, incluso en la corrupción sexual (véase Rom. 1,24-27). reniegan de nuestro único due(-)ño: Como en 2 Pe 2,1, estos herejes son como los hombres sarcásticos de los Salmos, que, o bien niegan que Dios sepa lo que hacen, o dan a entender que Dios es impotente para juzgar(-)los; la falta de respeto por las leyes del Señor se entiende como «negación» del poder y jurisdicción del Señor. No está claro si los here(-)jes niegan formalmente el juicio de Jesús o si el autor entiende que ésta es la consecuencia de su error.

9 (III) Avisos de juicio (5-15). No hay menos interés en refutar la doctrina heterodo(-)xa que en invocar el juicio sobre quienes la de(-)fienden. Judas apela a las Escrituras, y a otras tradiciones también, como ilustraciones del juicio venidero de los herejes.
(A) Juicios pasados de Dios (5-7). 5. re(-)cordaros: Si la tradición de fe es un hecho del pasado, «recordarla» correctamente se con(-)vierte en la principal tarea de la Iglesia (véase Jn. 2,22; Lc. 24,6). Los ejemplos escriturísticos de los vv. 5-7 sirven como prueba contra los pecadores del momento presente. Hacién(-)dose eco de la advertencia de 1 Cor. 10,5-13, Jds. alude al ejemplo del justo juicio de Dios pronunciado sobre la generación del éxodo. Liberados de la esclavitud y convertidos en pueblo santo de Dios, pecaron y fueron des(-)truidos en el desierto. 6. ángeles: También ellos cayeron en «des-gracia», del cielo al infierno, de la luz a la oscuridad (Gn. 6,1-4). La natura(-)leza ejemplar de estas referencias estriba en el hecho de que los ángeles están ya encarcela(-)dos, aguardando la gran sesión del tribunal di(-)vino. guardados con cadenas: Un principio de retribución subyace al v. 6; los ángeles no «guardaron» su lugar y por eso son «guarda(-)dos» por Dios en otro lugar. 7. Sodoma y Go(-)morra: Un tercer ejemplo hace hincapié no tanto en la caída en des-gracia, como simple(-)mente en el crimen y su castigo: Sodoma se dio a los peores vicios (la homosexualidad -«se fueron tras una carne diferente» [Gn. 19,4-8] y la fornicación), vicios de los cuales el autor acusa a los herejes en los vv. 4.8.12. castigo de fuego: Destruida por el fuego, Sodo(-)ma puede servir de prueba del juicio ardiente del Señor (véanse Mt 3,10; Mc 9,43-48), juicio que es definitivo y eterno.
10 (B) Declaración del juicio de Dios (8-10). 8. de igual manera: El v. 8 remacha la lección de los vv. 5-7: dos cosas hacen a los he(-)rejes como los juzgados en el AT: (a) su crimen (como Sodoma y los ángeles caídos, estas per(-)sonas «manchan la carne») y (b) su castigo. Son «soñadores», etiqueta aplicada a los falsos maestros en Dt. 13,1-5 y Jr. 27,9. desprecian la autoridad: Niegan la autoridad, probablemen(-)te el futuro juicio de Jesús sobre los pecadores (véase el v. 4); esto lleva al libertinaje sexual, es decir, a «manchar la carne». Los w. 4 y 8 for(-)man una inclusión:
Versículo 4 Versículo 8
A. inmoralidad sexual A. manchan la carne
B. reniegan de nuestro único Dueño B. rechazan la autoridad

se ríen de los gloriosos: Un tercer pecado; pues(-)to que la «blasfemia» no es lo mismo que «manchar» la santidad de la Iglesia, los glorio(-)sos no son los santos de la Iglesia (v. 3). Más bien son los ángeles de Dios, los querubines de la gloria (Heb. 9,5; TestXIILev 18,5). Blasfemar de los ángeles de Dios significa negar al Señor y rechazar la autoridad; así, si los herejes re(-)chazan la ley y el juicio de Dios, también nie(-)gan cualquier mención de los ángeles como dadores de la lev de Dios o representantes del juicio celestial (véase el v. 14). 9. Miguel... el diablo: El argumento de los w. 9-11 tal vez alu(-)da a AsMo (? Apócrifos, 67:49). Un glorioso, Miguel, disputaba con Satanás -situación tra(-)dicional de batalla cósmica (véanse Dn. 10,13; Ap. 12,7)-. Lo importante de la alusión son las palabras de Miguel, una declaración del juicio de Dios: «Que te reprenda el Señor» (cf. Zac. 3,2). La situación simboliza la que vive el au(-)tor: como Miguel, el autor afirma el juicio del Señor (véanse los w. 5-7.11.14). A diferencia de Miguel, que no se «atrevió a pronunciar contra él juicio alguno por su blasfemia», este autor censura a los herejes por su «blasfemia» contra todos aquellos que representan el jui(-)cio. Como en el v. 8, el ejemplo se aplica de manera patente: lo mismo que blasfemaron contra los gloriosos, blasfeman ahora contra lo que no conocen; los vv. 8, 9 y 10 están hil(-)vanados por la palabra repetida «blasfemar». 10. animales irracionales: Al llamar a sus ad(-)versarios ignorantes e irracionales, el autor los considera menos que humanos, «brutos ani(-)males», destinados por naturaleza a ser captu(-)rados o matados (o juzgados).
11 (C) Ejemplos de juicio (11-13). 11. Ay de ellos: Como en los juicios de Is 5,8.11.18 o Mt 11,23-24, sobre estos herejes se pronuncia una maldición. Este versículo los compara con tres pecadores bíblicos, un trío ocasionalmen(-)te catalogado como «los que no tendrán parte en el mundo venidero» (Abot R. Nathan 41). Esta comparación guarda un estricto paralelis(-)mo: «a la manera de Caín... en el descarrío de Balaán... en la rebelión de Coré». ¿Por qué es(-)tos tres? Según la tradición, Caín negó el justo juicio de Dios (véase Gn. 4,13; cf. «negar al Se(-)ñor», v. 4); Balaán, profeta de Dios, pervirtió su cometido para maldecir a Israel por dinero (véanse Nm. 22-24; 31,16; cf. «convierten en li(-)bertinaje la gracia», v. 4); y Coré se rebeló con(-)tra Moisés, legítima autoridad de Dios en la co(-)munidad de la alianza (véase Nm. 16; cf. «desdeñan al señorío», v. 8). Igual que Dios castigó a este trío de pecadores, castigará tam(-)bién a los herejes. 12. manchas: La opinión ex(-)presada aquí se parece bastante a la perspecti(-)va de Pablo en 1 Cor. 5 sobre la contaminación que corrompe a una comunidad santa: lo mis(-)mo que la levadura pecadora corrompió una hornada santa (1 Cor. 5,6-8), estos herejes son borrones en las comidas sagradas y actúan sin escrúpulos en sus fiestas solemnes, se apacien(-)tan a sí mismos: Como ciertos corintios, igno(-)ran la santidad e integridad del grupo, ya que cuidan sólo de sí mismos (véanse 1 Cor. 13,5; 10,29; Flp. 2,4.21). Su capacidad para dividir es, pues, una amenaza para un cuerpo íntegro y santo (véase 1 Cor. 1,11-13). nubes sin agua... árboles... sin frutos: Para equilibrar la compa(-)ración anterior, se pasa ahora a etiquetar a los herejes con cuatro metáforas: nubes, árboles, olas y estrellas. La elección está determinada por varios factores: (a) estas nubes carecen de humedad; estos árboles, de frutos; y puesto que por sus frutos se les conocerá, los herejes son estériles, infructuosos y quedan condenados; (b) las nubes son «zarandeadas por el viento», las olas rompen «salvajemente», y las estrellas «van errantes», indicando la anarquía inconformista y la conducta descontrolada de los he(-)rejes; (c) las olas ensucian de espuma, lo mis(-)mo que los herejes corrompen (v. 12); y (d) lo mismo que el árbol es arrancado de raíz y las estrellas son encerradas, sobre estos pecadores se pronunciará un juicio.
12 (D) Predicción de juicio (14-15). 14.
Henoc: La importancia de Henoc estriba en el contenido de la cita que de él se hace y en la función de ésta dentro del argumento. 1 Hen. (1,9), como Mc 8,38 y 13,24, describe la veni(-)da del Señor con los ángeles a juzgar a los pe(-)cadores (véase AOT 185; ? Apócrifos, 67:7-15). Jds. llega a afirmar que Henoc estaba «profeti(-)zando» contra estos mismos herejes, y así la cita hace las veces de un juicio más tradicional contra los adversarios de Judas, comparada con los ejemplos bíblicos de juicio de los vv. 5-7.11. el séptimo: Es decir, la séptima genera(-)ción desde Adán (véase Gn. 5,18-23 para el re(-)lato bíblico de Henoc; cf. su posición en la genealogía lucana de Jesús [Lc 3,27; FGL 494,503]). 15. impíos: Los herejes son llamados por tres veces asebeis, lo cual vincula esta acu(-)sación con otras anteriores relativas a su im(-)piedad (v. 4) y con predicciones de ella (v. 18). La impiedad connota rebelión (Is. 1,28; véase Coré en el v. 11) y anarquía (véase la negación de la autoridad y el señorío en los vv. 4 y 8).
13 (IV) Pecadores y santos (16-23). Se compara a los herejes con los miembros idea(-)les de la Iglesia santa de Judas.
(A) Rasgos de los pecadores (16-19). En estos versículos encontramos un resumen de las maldades atribuidas a los herejes, yuxta(-)puestas a la lista de las características positi(-)vas de los miembros ortodoxos del grupo en los w. 20-23. Dos resúmenes de sus vicios (vv. 16 y 19) forman una inclusión en torno a una predicción apostólica de su venida: (A) prime(-)ra lista de maldades (v. 16), (B) predicción de dichas maldades (vv. 17-18), (A) segunda lista de maldades (v. 19). 16. murmuradores: Así son los herejes (véanse Ex. 15,24; 17,3): quejo(-)sos descontentos, libertinos, aduladores ver(-)bosos; no encajan en la Iglesia regulada y obe(-)diente. 19. sin espíritu: Por tanto sensualistas carnales y, lo peor de todo, causa de división en la Iglesia una (véanse 1 Cor. 1,11-13; 3,3). 18. vendrán hombres sarcásticos: La presencia de herejes es perturbadora, pero queda miti(-)gada por el recuerdo de una profecía apostóli(-)ca convencional: el Pablo lucano predijo que los lobos atacarían a la Iglesia (Hch 20,29-30), y otro tanto anunció Pedro (2 Pe 3,3). Se sos(-)tiene que la herejía no es propia del comienzo ideal de la Iglesia (véase el v. 3), sino que se in(-)trodujo sigilosamente en ella más tarde, «en los últimos días». La profecía, pues, hace las veces de advertencia convencional de tiempos difíciles, de fórmula para etiquetar a los ad(-)versarios (hombres sarcásticos, impíos) y de llamamiento a mantenerse firmes en la tradi(-)ción primitiva y correcta de la fe transmitida de una vez para siempre.
14 (B) Características de los santos (20-23). 20. vosotros: Se describe a los fieles en marcado contraste con los herejes, santa: Los creyentes son santos en virtud de su fe correc(-)ta y porque oran en el Espíritu Santo. Los he(-)rejes no tienen el Espíritu (v. 19) y son impuros o impíos. 21. manteneos: Los fieles mantienen el amor de Dios, a diferencia de los que no mantienen la gracia y el favor de Dios (vv. 4.6a), y así son mantenidos para el juicio (vv. 6.13). aguardando: Los santos esperan la misericor(-)dia de Cristo obedeciendo la ley de Dios y pre(-)parándose para una inspección divina (2 Cor. 5,10) , mientras que los herejes niegan el juicio de Dios (v. 4). vida eterna: Los cristianos de Jds. entran en la vida eterna, que contrasta con las tinieblas eternas preparadas para los malvados (v. 13). 22-23. ¿Cómo han de tratar los santos con los impíos? Jds. distingue entre los que tie(-)nen remedio y los que no (véase 1 Jn. 5,16-17). A los primeros se les ha de salvar del fuego del juicio. Los segundos son otro caso: la Iglesia debe tratar con ellos «con temor», y odiar in(-)cluso el contacto con su mera superficie, sean sus ropas o su piel. Jds. manda dos veces que la Iglesia «muestre misericordia con ellos». Edi(-)tores posteriores de este texto lo interpretaron como «decláreles culpables», lo cual, aunque no es la lectura textual correcta, expresa el sen(-)tido del mandato. Los declarados culpables son discutidores (véase el v. 9). Han manchado sus ropas, un eco del v. 12, donde se dice que son gente manchada que mancha a la Iglesia.
15 (V) Conclusión de la carta: doxolo(-)gía (24-25). Como Rom. 16,25-27, esta carta concluye con una doxología. 24. guardaros: El Dios cristiano es el Dios único, capaz de cus(-)todiarnos (véase el v. 1). sin pecado: Dios nos guarda de tropiezo, es decir, de perder la ver(-)dadera fe (véase 1 Cor. 10,32); Dios hace que permanezcamos en pie, es decir, que nos acer(-)quemos a la sede del juicio divino confiados y sin confusión. Dios nos mantiene sin tacha o sin pecado (1 Tes. 5,23). 25. gloria, majestad, poder y autoridad: La gloria se da normalmen(-)te a Dios, a quien Jds. asigna otros tres atribu(-)tos: majestad, poder y autoridad -con lo cual probablemente afirma lo que los herejes nie(-)gan (véanse los w. 4.8) y confirma la doctrina tradicional del justo juicio de Dios (véanse los w. 5-7.9.14-15)-. antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos: Propio del verdadero Dios es ser a la vez eterno en el pasado y perdura(-)ble en el futuro, nota teológica encontrada en Is 41,4 y también en Ap. 1,4.8 y 4,8.
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]



La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Falsos maestros. El versículo 3 comienza con el adjetivo «queridos» o «amados», tercera vez que nos encontramos con la palabra amor, lo cual indica su importancia en la carta y en la teología de Judas. Es desde la clave del amor desde donde el autor invita a desarrollar los motivos de la carta: luchar por la fe y resistir contra quienes desde dentro amenazan la armonía de las comunidades (3s). La lucha es tarea no sólo de los dirigentes, sino de todos los cristianos, considerados santos en virtud de una fe recibida (3). Los adversarios se caracterizan por ser falsos, manipuladores, impíos y apóstatas. Su condenación estaba preanunciada por su adhesión a la larga lista de hombres y mujeres que en la historia de salvación optaron por el proyecto faraónico o proyecto del mal, a pesar de que Dios quiso liberarlos de dicha esclavitud (5a). Es importante destacar que un hecho fundante de la fe de Israel es la liberación de Egipto (Éxo_12:51). En los versículos 5b-8, Judas señala tres episodios de condenación en el Antiguo Testamento: en primer lugar, los incrédulos, que no lograron superar actitudes faraónicas durante el desierto: murmuraciones (Éxo_16:2s), codicia (Éxo_16:20), idolatría (Éx 32), etc. En segundo lugar, los ángeles «caídos» por causar caos en el orden divino y desobedecer la voluntad de Dios (Gén_6:1-6). Finalmente, la inmoralidad sexual que causó la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gén_19:1-25). La expresión «perdidos en sus sueños» (8) es una manera sutil de identificar a los adversarios como falsos profetas (Deu_13:2.4; Jer_23:27.32; Jer_27:9).
En los versículos 8-16, el autor se dedica a caracterizar a los adversarios con epítetos caricaturescos, duros y amenazadores. Respalda sus argumentos con citas del Antiguo Testamento y de la literatura apócrifa. La lista de delitos es larga: la inmoralidad, el desprecio de la autoridad divina y la blasfemia (8); la falta de humildad (9; cfr. el apócrifo de la «Asunción de Moisés» y Zac_3:2); su presunción de una sabiduría superior -típico del gnosticismo- y su inmoralidad (10; cfr. 8); la envidia violenta de Caín, la codicia económica de Balaán y la rebeldía sin causa de Córaj (11); la contaminación de las celebraciones y el rompimiento de la comunión (12); murmuran de su suerte; son inmorales, blasfemos y egoístas (16). La actitud pecaminosa que más se repite es la «inmoralidad» (3 veces).
El autor refuerza sus acusaciones con cuatro metáforas sapienciales tomadas de la naturaleza (12s) que indican el contraste entre la posibilidad de ser buenos y la opción de los adversarios por no serlo, por una vida estéril, desvergonzada y sin claridad: nubes que no dan agua, árboles sin fruto y muertos, olas desvergonzadas y estrellas que dan tinieblas. En los versículos 14s, Judas se vale de Enoc (Gén_5:18-24), patriarca justo y fiel a Dios, para introducir el tema del juicio a los culpables.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter I.

[Called in Christ.]
Hee exhorteth them to bee constant in the profession of the faith. 14 False teachers are crept in to seduce them: for whose damnable doctrine and manners horrible punishment is prepared: 20 Whereas the godly, by the assistance of the holy Spirit, and prayers to God, may perseuere, and grow in grace, and keepe themselues, and recouer others out of the snares of those deceiuers.
1 Iude the seruant of Iesus Christ, and brother of Iames, to them that are sanctified by God the Father, and preserued in Iesus Christ, & called:
2 Mercie vnto you, and peace, and loue be multiplied.
3 Beloued, when I gaue all diligence to write vnto you of the common saluation: it was needfull for mee to write vnto you, and exhort you that ye should earnestly contend for the faith which was once deliuered vnto the Saints.
4 For there are certaine men crept in

[Euill Angels.]

vnawares, who were before of olde ordained to this condemnation, vngodly men, turning the grace of our God into lasciuiousnesse, and denying the onely Lord God, & our Lord Iesus Christ.
5 I will therefore put you in remembrance, though ye once knew this, how that the Lord hauing saued the people out of the land of Egypt afterward destroied them that beleeued not.
6 And the Angels which kept not their [ Or, principalitie.] first estate, but left their own habitation, he hath reserued in euerlasting chaines vnder darkenesse, vnto the iudgement of the great day.
7 Euen as Sodom and Gomorrha, and the cities about them, in like maner giuing themselues ouer to fornication, and going after [ Greek: other.] strange flesh, are set forth for an example, suffring the vengeance of eternall fire.
8 Likewise also these filthy dreamers defile the flesh, despise dominion, and speake euill of dignities.
9 Yet Michael the Archangel, when contending with the deuill, he disputed about the body of Moses, durst not bring against him a railing accusation, but said, [ Zec_3:2 .] The Lord rebuke thee.

[Balaams reward.]

10 But these speake euill of those things, which they know not: but what they knowe naturally, as brute beastes, in those things they corrupt themselues.
11 Wo vnto them, for they haue gone in the way of Kain, and ranne greedily after the errour of Balaam, for reward, and perished in the gainsaying of Core.
12 These are spottes in your feasts of charitie, when they feast with you, feeding themselues without feare: cloudes they are without water, caried about of winds, trees whose fruit withereth, without fruit, twise dead, plucked vp by the rootes.
13 Raging waues of the sea, foming out their owne shame, wandring stars, to whom is reserued the blacknesse of darkenesse for euer.
14 And Enoch also, the seuenth from Adam, prophesied of these, saying, Behold, the Lord commeth with ten thousands of his Saints,
15 To execute iudgement vpon all, and to conuince all that are vngodly among them, of all their vngodly deeds which they haue vngodly committed, and of all their heard speaches, which vngodly sinners haue spoken against him.

[The last time.]

16 These are murmurers complainers, walking after their owne lustes, and their mouth speaketh great swelling wordes, hauing mens persons in admiration because of aduantage.
17 But beloued, remember yee the words, which were spoken before of the Apostles of our Lord Iesus Christ:
18 How that they tolde you there should be mockers in the last time, who should walke after their own vngodly lustes.
19 These be they who separate themselues, sensual, hauing not the spirit.
20 But yee beloued, building vp your selues on your most holy faith, praying in the holy Ghost,
21 Keepe your selues in the loue of God, looking for the mercy of our Lord Iesus Christ vnto eternall life.
22 And of some haue compassion, making a difference:
23 And others saue with feare, pulling them out of the fire: hating euen the garment spotted by the flesh.
24 Now vnto him that is able to keepe you from falling, and to present you faultlesse before the presence of his glory with exceeding ioy,
25 To the onely wise God our Sauiour, be glory and maiestie, dominion and power, now and euer. Amen.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. "Santos": ver nota Hec_9:13.

4. La "gracia de Dios" es aquí la libertad cristiana ( Gal_2:4), que los falsos doctores interpretaban erróneamente considerándose dispensados de toda disciplina moral. Esta actitud implica negar prácticamente la soberanía de Cristo.

5. Ver Num_14:35.

6. Alusión al pecado de los ángeles del que se habla en Gen_6:1-2.

7. Ver nota Mat_11:23.

8. Ver nota 2Pe_2:10.

9. Judas se hace eco de una tradición contenida en un libro apócrifo del Judaísmo, denominado Asunción de Moisés.

11. Ver Gen_4:3-15; Num_22:28-33; Núm. 16.

12. Los falsos maestros se habían infiltrado en el seno de la comunidad. Ver 1Ti_1:3-7; 2Ti_2:16-17; 2Pe_2:1-3.

14-15. En estos versículos se cita libremente el Libro de Henoc ( 2Pe_1:9), que es otro de los apócrifos del Judaísmo.

18. Ver 2Te_2:3-12.

23. "Aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo": esta dura expresión exhorta a no contaminarse con la inmoralidad de los falsos maestros. Ver Stg_1:27; 2 Jn. vs. 10-11.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Recordatorios Del Castigo de Dios Por Las Desobediencias Pasadas

Judas respalda su argumento con tres ejemplos que muestran que la posición en sí misma no es una garantía de salvación. Primero, Israel fue liberado de Egipto, pero los incrédulos murieron en el desierto. Segundo, los ángeles tienen un llamado especial de Dios, sin embargo, los que fueron desobedientes encontraron un seguro castigo. Tercero, Sodoma y Gomorra (ver 2 Ped. 2:6-8) eran ciudades de la tierra prometida, en la cual vivían siervos de Dios, y, sin embargo, fueron destruidas a causa de su persistente inmoralidad.

5
Ya que todo lo habéis sabido presumiblemente se refiere a la enseñanza catequística que se daba antes del bautismo. Hay tres variantes posibles para la lectura el Señor. Un ms. omite cualquier nombre como sujeto dejándonos que suplamos uno a partir del fin del versículo anterior. La mayoría dice el Señor, lo que se adecua mejor al uso del AT. Sin embargo, unos pocos, incluyendo dos mss. antiguos, dicen Jesús, lo que según algunos podría referirse a Josué (forma heb. de Jesús). Como la misma persona tiene que ser el sujeto del v. 6, parece mejor aceptar la lectura el Señor. Después es lit. la segunda vez. Exo. 6:9 se ha sugerido como el primer caso de incredulidad. Sin embargo, como el sentido y el orden hacen que esta palabra vaya más de acuerdo con destruidos, es preferible tomar le de esta manera. De otro modo podría referirse al diluvio (que se menciona en 2 Ped.) como la primera oportunidad de castigo de Dios. En 1 Cor. 10:1-11 hay una alusión útil sobre este episodio.

6 Angeles puede ser una referencia a Gén. 6:1-4. Este episodio se describió más detalladamente en ciertos libros apócrifos a los que se refiere Judas (ver el paralelo en 2 Ped. 2:4). Su propia morada era el cielo, excepto cuando eran enviados a la tierra para asuntos divinos. El pecado los llevó a querer quedarse en la tierra (Gén. 6). Para más sobre las tinieblas y las prisiones eternas, ver sobre 2 Ped. 2:4. 7 Fornicaron y fueron tras vicios contra lo natural lit. es se permitieron inmoralidad sexual y fueron por caminos carnales extraños. Esto puede relacionarse con la referencia en el v. 6 a Gén. 6. porque el pecado de los hombres de Sodoma alcanzó el máximo cuando buscaron relaciones íntimas con los dos ángeles que fueron enviados a Lot (Gén. 19:5). Pena del fuego eterno es lo que Jesús enseñó en Mat. 18:8; 25:41 y Mar. 9:48.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Reina-Valera 1995 Notes:



[1] 1 Judas: Véase Introducción.

[2] 3-16 Esta sección es muy parecida a 2 P 2.1-22; véanse las semejanzas citadas en las notas que siguen.

[3] 3|r |iFe: Véase 2 P 1.1 nota c ; cf. Jud 20.

[4] 4 A Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Otra posible traducción: A nuestro único soberano y señor, Jesucristo .

[5] 4 2 P 2.1-2.

[6] 5 El Señor: Dios.

[7] 5 Ex 12.51.

[8] 5 Nm 14.29-30,35; 1 Co 10.1,5.

[9] 6 2 P 2.4. Probable alusión a Gn 6.1-4. En el libro de Enoc (véase Jud 14-15 n.) se escribe detalladamente sobre el castigo de los ángeles a los cuales parece referirse el citado pasaje (cf. Gn 6.2).

[10] 7 2 P 2.6. Cf. Gn 19.1-24.

[11] 8 2 P 2.10.

[12] 9 Miguel: mencionado en Dn 10.13,21; 12.1; Ap 12.7.

[13] 9 El cuerpo de Moisés: Dt 34.5-6.

[14] 9 Dijo: "El Señor te reprenda": Cf. Zac 3.2; 2 P 2.11. Según una tradición judía, cuando Moisés murió, el arcángel Miguel vino a llevarse su cuerpo y el diablo trató de reclamarlo para sí mismo, con el pretexto de que Moisés había sido un asesino (Ex 2.11-12).

[15] 10 Cf. 2 P 2.12.

[16] 11 Caín: Gn 4.3-9; Heb 11.4; 1 Jn 3.12.

[17] 11 Cf. 2 P 2.15-16, que es más explícito. Balaam: Cf. Nm 22.4-35; Ap 2.14.

[18] 11 Coré: Nm 16.1-35.

[19] 12 Ágapes: es decir, comidas en común, en las que se celebraba la Cena del Señor (véase 1 Co 11.20-22 n.). Cf. el comportamiento de algunos de Corinto (1 Co 11.17-21).

[20] 12 2 P 2.13.

[21] 12 Cf. Ez 34.8.

[22] 12-13 Imágenes tomadas del libro de Enoc, citado en los v. 14-15. Este escrito pertenece a la literatura judía y no forma parte de la Biblia. En él se habla de la falta de lluvia y de frutos, y se hace referencia al encarcelamiento de las estrellas.

[23] 14-15 Esta cita es del libro de Enoc (véase Jud 12-13 n.), el cual contiene supuestas visiones que Enoc (Gn 5.18,21-24) tuvo después de haber sido llevado al cielo (cf. Heb 11.5).

[24] 17-18 2 P 3.2-3. Cf. 2 Ti 3.1-5.

[25] 19 Los que causan divisiones: Ro 16.17; 1 Co 1.10; Tit 3.10.

[26] 22 A algunos que dudan, convencedlos: otros ms. dicen: Tened compasión de los que dudan.

[27] 23 Arrebatándolos del fuego: Cf. el castigo de fuego que sufrieron Sodoma y Gomorra (v. 7), y el de Coré (v. 11); cf. también Mt 13.42,50.

[28] 24-25 Cf. 2 P 3.14.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 2Pe 2:4;b Mat 10:15; Mat 11:22; Mat 11:24; Mat 12:36; Hch 17:31; 2Pe 2:9; 2Pe 3:7

Torres Amat (1825)



[4] La libertad que da el Evangelio. 2 Tim 3; 2 Pe 2.

[9] El arcángel Miguel quería, según la disposición de Dios, que quedara oculto el sepulcro de Moisés, y el demonio procuraba manifestarlo para que los judíos lo idolatraran. Este suceso no se halla en ninguno de los libros del antiguo testamento. Judas lo sabría por tradición oral o por revelación.

[11] En su rebeldía contra Dios.

[14] La profecía de este patriarca, el séptimo desde Adán, se conservaría por tradición. San Jerónimo y otros dicen que este libro de Enoc estaba custodiado en el arca en tiempo del diluvio. Ap 1, 7.

[17] 1 Tim 4, 1; 2 Tim 3, 1; 2 Pe 2, 3.

[23] No se deben corregir todos los herejes o pecadores de la misma manera. A unos se les tratará con dulzura para convertirlos; a otros con severidad acompañada de sincera caridad.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Pe_2:4; Gén_6:1-2

NOTAS

6 Dejándose seducir por las hijas de los hombres, Gén_6:1-2 : tema desarrollado por el libro de Henoc, Henoc 12:4; 10:6.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Pe_2:4; Gén_6:1-2

NOTAS

6 Dejándose seducir por las hijas de los hombres, Gén_6:1-2 : tema desarrollado por el libro de Henoc, Henoc 12:4; 10:6.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

En esta carta encontramos, en forma más breve, temas similares a los de la Segunda Carta de San Pedro. San Judas, tras exponer el motivo por el que se ve obligado a escribir (vv. 3-4), recuerda cómo Dios castigó a aquellos hombres cuya conducta blasfema y licenciosa están imitando ahora algunos (vv. 5-16) y, en contraposición, anima a los fieles a mantenerse firmes en la fe y en la caridad (vv. 17-23). Concluye con una solemne alabanza a Dios por Cristo (vv. 24-25).


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

2Pe 2:4; 2Pe 2:9.