Judit le respondió: «¿Quién soy yo para oponerme a mi señor? Haré prontamente todo cuanto le agrade y ello será para mí motivo de gozo mientras viva.»
(Judith 12, 14) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Agasajos y atenciones (12:1-4).
1 Mandó Holofernes que la alojaran en donde guardaba su vajilla de plata, y dispuso proveerle la mesa de sus propios manjares y darle a beber de su vino. 2 Pero Judit dijo: No comeré de tus manjares, pues podrían ser para mí tropiezo; comeré de lo que traigo conmigo. 3 Holofernes le contestó: Y cuando se agoten las provisiones que traes, ¿de dónde podremos traer otras semejantes para darte? Porque no hay entre nosotros ninguno de tu nación. 4 A lo que contestó Judit: Juro por tu vida, mi señor, que no consumirá tu sierva las provisiones que consigo trae antes que Dios realice por mi mano lo que tiene resuelto.
Había llegado la hora de retirarse a descansar después de una noche de ajetreo. En la tienda de Holofernes había muchos aposentos (10:20-22). Por deferencia, Judit fue alojada en la cámara de los tesoros (Vulgata), en la cual se guardaba la vajilla de plata. Se le señala una habitación con carácter permanente, porque opina Holofernes que Judit será su huésped por muchos días. Ella aceptó el alojamiento, pero rehusó los ofrecimientos que le hacía respecto de los alimentos y de la bebida para que no haya escándalo. Los manjares impuros serían un tropiezo para ella. Sabía Judit que, aun en el supuesto de comerlos inconscientemente, transgredía con ello una regla que concernía a la pureza legal, y que, por consiguiente, Dios se alejaría de ella (Dan_1:8; Tob_1:12; 2 Mac 6:18-7:2). La simple transgresión material de una prohibición era ya un pecado, una ofensa hecha a Dios.
Judit inicia su plan de vida (12:5-9).
5 La introdujeron los servidores de Holofernes en la tienda y durmió hasta medianoche; y se levantó hacia la vigilia matutina. 6 Y mandó recado a Holofernes, diciendo: Ruego a mi señor ordene que sea permitido a tu sierva salir a hacer oración. 7 Y ordenó Holofernes a los de la guardia que no la estorbasen. Permaneció tres días en el campamento, saliendo cada noche al valle de Betulia para bañarse en el agua de la fuente que estaba dentro del campamento. 8 Y en cuanto subía del baño, oraba al Señor, Dios de Israel, que encaminase sus pasos para exaltación de los hijos de su pueblo. 9 Luego que entraba limpia, permanecía en la tienda hasta que le traían la comida, a la caída de la tarde.
Los acontecimientos se suceden rápidamente; era necesario aprovechar el tiempo para cumplir su misión antes del plazo fijado para la rendición de Betulia (7:31). Judit se entrevistó con Holofernes a altas horas de la madrugada. Una vez hecha la presentación, tanto Holofernes como ella fuéronse a sus respectivas cámaras a descansar. Judit durmió hasta media noche. No se concibe que durmiera hasta esta hora y que, al despertar, mandara recado a Holofernes para que le autorizara a salir al campo. Algunos solucionan la dificuitad traduciendo el aoristo apésteilen en sentido de pluscuamperfecto: Había enviado a decir. Alega Judit motivos religiosos para salir a bañarse a aquellas horas intempestivas y en un sitio vecino a Betulia. En el v.7 se dice que salía para bañarse, y de esta manera purificarse de las impurezas que pudo haber contraído en el trato con los gentiles (Exo_30:17-21; Sal_26:6; Hec_16:13). Es curioso ver a una viuda joven y de extremada belleza deambular sola, de noche, por el campamento asirio y tomar sus baños en la fuente custodiada por cinco mil asirios (Hec_7:17). No se comprende tampoco cómo Holofernes accedió a una petición que podía poner en peligro su estrategia. Esta circunstancia del baño fue creada para realzar más el puritanismo de Judit y para facilitar el regreso de la misma a Betulia después de la muerte de Holofernes.
Bagoas el anfitrión (Hec_12:10-14).
10 Al cuarto día dio Holofernes un banquete sólo a sus servidores, sin invitar a ninguno de sus oficiales. ð Õ al eunuco Bagoas, que tenía la intendencia de todas las cosas, le dijo: Ve y persuade a esa mujer hebrea que tienes encomendada que venga acá a comer y beber con nosotros. 12 Sería vergonzoso que despidiéramos a tal mujer sin tener comercio con ella; porque, si no la conquistáramos, se iría riendo de nosotros. 13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes y vino a Judit, diciéndole: No vacile esta hermosa sierva en venir a mi señor, para ser honrada de él y alegrarse bebiendo vino con nosotros, haciéndose este día como una hija de los asirios que asisten en el palacio de Nabucodonosor. 14 Judit le contestó: ¿Quién soy yo para contradecir a mi señor? Todo lo que fuere grato a sus ojos lo haré con presteza, y será esto motivo de alegría para mí hasta el fin de mi vida.
Entre los antiguos orientales se encomendaba a los eunucos la custodia del harén, y no pocas veces se les conferían cargos de gran responsabilidad. A Holofernes le hastiaba la vida cenobítica de la joven judía y no veía la hora de poseerla. Buscando una ocasión propicia, pensó en celebrar un gran banquete, al cual se invitaría a Judit y a los íntimos colaboradores del general. Pudo excluir del banquete tanto a los oficiales del ejército como a los de los servicios auxiliares, y admitir tan sólo a los de su guardia personal. Judit acepta sin titubear, convencida de encontrar en este festín la ocasión propicia para acabar con Holofernes. Coincidía aquel banquete con la noche del cuarto día. Terminaba al día siguiente el plazo señalado por Ocias (Hec_7:31). Nótese que también en este libro como en el de Ester juegan un gran papel los banquetes, que deciden situaciones muy comprometidas.
En la sala del festín (Hec_12:15-20).
15 Y, levantándose, se atavió Judit con su traje y con todo su aderezo juvenil. Su sierva fue y le preparó en el suelo, enfrente de Holofernes, las pieles que para su uso cotidiano había recibido de Bagoas, para comer recostada sobre ellas. 16 Entrando Judit, se recostó. El corazón de Holofernes, fuera de sí, iba tras ella; su espíritu se turbó y abrigaba un deseo ardiente de unirse a ella. Desde el día que la vio estaba aguardando una ocasión para seducirla. 17 Díjole Holofernes: Bebe y alégrate con nosotros. 18 Y contestó Judit: Beberé, sí, señor, porque desde los días de mi nacimiento no había apreciado tanto la vida como hoy. 19 Tomó lo que la sierva le había preparado, y comió en presencia de Holofernes, 20el cual se alegró sobremanera con ella, y bebió tanto vino cuanto jamás lo había bebido desde el día que nació.
Debía Judit en este momento crucial herir el corazón de Holofernes con sus encantos juveniles. Asiste al banquete, pero, a pesar del ambiente sensual, supo mantenerse digna de su misión. Se recuesta sobre las pieles de su uso y come y bebe de lo que trajo consigo. Esta manera de instalarse en la mesa era considerada como un lujo en Israel antes del exilio (Eze_23:41). Antiguamente, los judíos se sentaban para comer (1Sa_20:24). Ester se tendió en un diván durante el banquete (Est_7:8). Holofernes se halla en el paroxismo de la pasión, que iba in crescendo, enardecida por la presencia de la hermosura de la joven (paidíske e halé). Con la pretensión de quebrantar su entereza con el vino, Holofernes la invitaba a beber, lo que hizo él copiosamente. Mientras él acariciaba el pensamiento de poseerla en breve, se alegraba ella pensando que su misión salvadora estaba para realizarse de un momento a otro. Los sendos vasos de vino que ingería Holofernes serían el principio de su ruina.