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Ha llegado el momento
de esforzarse por tu heredad
y hacer que mis decisiones
sean la ruina de los enemigos
que se alzan contra nosotros.»
(Judith 13, 5) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;

El golpe decisivo (13:1-10).
1 Cuando ya se hizo tarde, los siervos de Holofernes se salieron aprisa, y Bagoas cerró por fuera la tienda e hizo a todos retirarse de la presencia de su señor, y se fueron a sus lechos, pues estaban rendidos, porque el banquete había sido largo. 2 Quedó Judit sola en la tienda, y Holofernes tendido sobre su lecho, todo él bañado en vino. 3 Dijo Judit a su sierva que se quedase fuera de la alcoba y aguardara su salida como en los días pasados, añadiéndole que saldría a la oración. Lo mismo había dicho a Bagoas. 4 Habíanse ido ya todos, sin quedar nadie, ni pequeño ni grande, en la estancia. Puesta entonces en pie junto al lecho de Holofernes, dijo en su oración: Señor, Dios todo poderoso: Mira en esta hora la obra de mis manos, para exaltación de Jerusalén, 5 pues ésta es la ocasión de acoger tu heredad y de ejecutar mis proyectos, para ruina de los enemigos que están sobre nosotros. 6 Y acercándose a la columna del lecho, que estaba a la cabeza de Holofernes, descolgó de ella su alfanje; 7 llegándose al lecho, le tomo por los cabellos de su cabeza, y dijo: Fortaléceme, Dios de Israel, en esta hora. 8 Y con toda su fuerza le hirió dos veces en el cuello, cortándole la cabeza. 9 Envolvió el cuerpo en las ropas del lecho, quitó de las columnas el dosel, y, tomandole, salió en seguida, entregando a la sierva la cabeza de Holofernes, 10aque ésta echó en la alforja de las provisiones, y ambas salieron juntas como de costumbre.

El banquete se había prolongado, y todos estaban rendidos por el sueño y el vino. Holofernes, no pudiéndose valer por sí mismo, fue arrastrado al departamento donde dormía, quedando tendido, inconsciente, sobre el lecho, vomitando el vino en cantidades hasta bañarlo. Bagoas, que ejecutaba puntualmente el plan prefijado por su amo, despidió a todos los presentes, menos a Judit, que debía pasar aquella noche en compañía de Holofernes. Antes de retirarse tiró la cortina (14:15) de la alcoba para no violar la intimidad de aquel encuentro del general con la joven viuda de Betulia. Judit recordó a Bagoas que, como en noches anteriores, saldría también aquélla para hacer oración. Judit cree llegada la hora de actuar aprovechando el estado inconsciente de Holofernes. En su oración no se vislumbra ningún odio personal ni deseo de venganza. En aquellos momentos Judit obra por puro patriotismo y por motivos religiosos. Jerusalén, la capital teocrática, está en peligro; la herencia de Yahvé puede pasar a manos extrañas. Una vez asegurado el auxilio del Dios de Israel, Judit avanza, se coloca junto a la columna del lecho, descuelga de ella su cimitarra (ten akimaken), se aproxima hasta rozar su cuerpo, agarra con la izquierda la cabellera desgreñada del general y con la cimitarra en su mano derecha descarga dos certeros golpes en el cuello de Holofernes, quedando la cabeza separada del tronco. El cuerpo del general rodó al suelo (14:15), envolviéndolo Judit con las ropas del lecho, acaso para empapar la sangre que a borbotones salía de la herida. Como trofeo y para que empapase la sangre que chorreaba de la cabeza, llevóse consigo el dosel que cubría las columnas del lecho (13:15). La cabeza de Holofernes fue entregada a la sierva, que la colocó en la alforja (pera) de las provisiones. Era llegada la hora de la oración, y ambas salieron como de costumbre.

Camino de Betulia (13:10-13).
10b Atravesando el campamento, rodearon el valle y subieron al monte de Betulia, hasta llegar a las puertas de la ciudad. 11 Gritó de lejos Judit a los que hacían guardia sobre las puertas: Abridnos, abridnos las puertas; Dios, nuestro Dios, está con nosotros, para mostrar una vez más su fuerza en Israel y su poderío contra los enemigos, corno hoy acaba de hacerlo. 12 Y en cuanto los hombres de la ciudad oyeron su voz, se dieron prisa en bajar a la puerta, y avisaron a los ancianos de la ciudad. 13 Todos, desde el pequeño hasta el grande, concurrieron, porque era para ellos inesperada la llegada de Judit. Abrieron la puerta, las recibieron, y, encendiendo fuego para alumbrar, las rodearon.

No dice que se purificara esta noche Judit en las aguas del torrente ni que se acercara a ellas. En 11:17 y 12-6 alega Judit que debía salir a orar a mi Dios; en 12:7 se dice que salía cada noche para bañarse en el agua de la fuente. La alegría que produjo su llegada a Betulia fue indescriptible. A pesar de la hora intempestiva, todos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, grandes y pequeños, corrieron a las puertas de la ciudad. La presencia de los ancianos era necesaria tanto para dar la orden de abrir las puertas como para ser testigos del triunfo de Judit. En contra de lo que dice el texto, debían todos esperar la vuelta de Judit, tanto más cuanto que expiraban las horas concedidas para entregar la ciudad.

Triunfo total (13:14-17).
14 Judit, levantando la voz, les dijo: Alabad a Dios, alabadle; alabad a Dios, que no ha apartado su misericordia de la casa de Israel: antes, por mi mano, ha herido esta noche a nuestros enemigos. 15 Y sacando de la alforja la cabeza, se la mostró, diciendo: Ahí tenéis la cabeza de Holofernes, el general en jefe del ejército asirio, y ahí el dosel bajo el que yacía en su embriaguez aquel a quien el Señor hirió por la mano de una mujer. 16 Yo juro por el Señor, que me ha guardado en todos rnis pasos, que mi rostro le sedujo para perdición suya, pero que no cometió contra mí pecado alguno que pudiera mancillarme o avergonzarme. 17 Todo el pueblo quedó estupefacto, y, doblando las rodillas, adoraron a Dios, diciendo a una voz: Bendito seas, Dios nuestro, que has aniquilado en este día a los enemigos de tu pueblo.

Judit reclama para Dios toda la gloria de haber triunfado sobre los enemigos. Dios no ha olvidado todavía a su pueblo; hoy como ayer y como siempre, Yahvé mantiene fielmente sus promesas mientras el pueblo se hace digno de ellas. La cabeza de Holofernes y el dosel de su cama atestiguan su victoria sobre el general asirio. La heroína quiere salir al encuentro de posibles torcidas interpretaciones, afirmando que sería blasfemo pensar que permitió Yahvé que ella saliera triunfante comprometiendo su honor y su virtud. Con energía vuelve a insistir diciendo que Holofernes no cometió contra ella pecado (amartema) alguno. De ahí que no debe avergonzarse de su hazaña, porque no se ha repetido en ella la aventura de Dina (9:2; Gen c.34).

Palabras de Ocias (13:18-20).
18 Ocias le dijo: Bendita tú, hija del Dios Altísimo, sobre todas las mujeres de la tierra, y bendito el Señor Dios, que creó los cielos y la tierra y te ha dirigido hasta aplastar la cabeza del jefe de nuestros enemigos. 19 Tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios. 20 Haga El que esto sea para tu eterna gloria y cólmete de todo bien, pues no has perdonado tu vida por librar a tu pueblo. En nuestra caída has sido su socorro, andando rectamente en la presencia de nuestro Dios. Y el pueblo contestó: Amén, amén.

Ocias pone de relieve que, en momentos difíciles para el pueblo, Judit no duda en exponer su vida para salvarle. Esto y su inquebrantable confianza en Dios la ha exaltado sobre todas las mujeres (Jue_5:24; Luc_1:42). La escena recuerda Gen_14:19.

1 J. E. Burns, Thegenealogy Ofjudith: Thecatholic Biblical Quarterly, 18 (1956) 19-22.
1 Virgilio, Aen. 1:336:7; Virginibus Tyriis Mos Est. Purpureoque Alte Suras Vincere Cothurno.
2 Sum. Theol 1-2 9.Uo 3.3 Ad 3.
1 L. Arnaldich, El pecado en el libro de Judit: Verdad y Vida, éü (1958) III.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIII.

2 Iudeth is left alone with Olofernes in his tent. 4 She prayeth God to giue her strength 8 She cut off his head while hee slept. 10 And returned with it to Bethulia; 17 They saw it, and commend her.
1 Now when the euening was come, his seruants made haste to depart, and Bagoas shut his tent without, and dismissed the
waiters from the presence of his lord, and they went to their beds: for they were all weary, because the feast had bene long.
2 And Iudeth was left alone in the tent, and Olofernes lying along vpon his bed, for hee was filled with [ Eccless. 31.20.25.] wine.
3 Now Iudeth had commanded her maide to stand without her bedchamber, and to waite for her comming forth as she did daily: for she said, she would goe forth to her prayers, and she spake to Bagoas, according to the same purpose.
4 So all went forth, and none was left in the bedchamber, neither little, nor great. Then Iudeth standing by his bed, said in her heart: O Lord God of all power, looke at this present vpon the workes of mine hands for the exaltation of Ierusalem.
5 For now is the time to helpe thine inheritance, and to execute mine enterprises, to the destruction of the enemies, which are risen against vs.
6 Then she came to the pillar of the bed, which was at Olofernes head, and tooke downe his fauchin from thence,
7 And approched to his bed, and tooke hold of the haire of his head, and said, Strengthen mee, O Lord God of Israel, this day.
8 And she smote twise vpon his necke with all her might, and she tooke away his head from him,
9 And tumbled his body downe from the bed, and pulled downe the canopy from the pillars, and anon after she went forth, and gaue Olofernes his head to her maide.
10 And she put it in her bag of meate, so they twaine went together according to their custome vnto prayer, and when they passed the campe, they compassed the valley, and went vp the mountaine of Bethulia, and came to the gates thereof.
11 Then said Iudeth a farre off to the watchmen at the gate, Open, open now the gate: God, euen our God is with vs, to shew his power yet in Ierusalem, and his forces against the enemie, as he hath euen done this day.
12 Now when the men of her citie heard her voyce, they made haste to goe downe to the gate of their citie, and they called the Elders of the citie.
13 And then they ranne altogether both small and great, for it was strange vnto them that she was come: so they opened the gate, and receiued them, and made a fire for a light, and stood round about them.
14 Then she said to them with a loud voyce, Praise, praise God, praise God, (I say) for hee hath not taken away his mercy from the house of Israel, but hath destroyed our enemies by mine hands this night.
15 So she tooke the head out of the bag, and shewed it, and said vnto them, Behold the head of Olofernes the chiefe captaine of the armie of Assur, and behold the canopy wherein he did lie in his drunkennesse, and the Lord hath smitten him by the hand of a woman.
16 As the Lord liueth, who hath kept me in my way that I went, my countenance hath deceiued him to his destruction, and yet hath hee not committed sinne with mee, to defile and shame mee.
17 Then all the people were wonderfully astonished, and bowed themselues, and worshipped God, and said with one accord: Blessed be thou, O our God, which hast this day brought to nought the enemies of thy people.
18 Then said Ozias vnto her, O daughter, blessed art thou of the most high God, aboue all the women vpon the earth, and blessed be the Lord God, which hath created the heauens, and the earth, which hath directed thee to the cutting off of the head of the chiefe of our enemies.
19 For this thy confidence shall not depart from the heart of men, which remember the power of God for euer.
20 And God turne these things to thee for a perpetuall praise, to visite thee in good things, because thou hast not spared thy life for ye affliction of our nation, but hast reuenged our ruine, walking a straight way before our God: and all the people said, So be it, so be it.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La noche decisiva. La noche fatal para Holofernes, noche de salvación para Judit y su pueblo, se enmarca en un banquete ofrecido por el general, ocasión para invitar a la huésped y oportunidad para poseerla. Hay un diálogo en el cual Judit, una vez más, va realizando una de las intenciones que contenía su plegaria: engañar con sus palabras. Esas palabras engañosas (12,4.14.18), únicas intervenciones de Judit, son suficientes para mantener a su enemigo tranquilo y confiado, lo demás será obra de la comida y el vino... Por su parte, Judit espera confiada.
El autor no revela aún en qué consiste el plan de la protagonista, pero ella sabe que este momento es decisivo, que es ahora o nunca que debe proceder, y se dirige al Señor interiormente para pedirle fuerzas en esta acción que, por demás, la hará famosa como irónicamente había vaticinado ya Holofernes (cfr. 11,23d). El plan de Judit se describe en 13,6-9. Con esto Judit ha cumplido una acción en la cual ha puesto en peligro su vida, pero sabe que es una acción de Dios el que haya tenido la valentía y el arrojo suficiente para hacerlo.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13:4-5 Esta oración (y la de Jdt 13:7) sirve para mostrar que estamos en el momento clave y para ofrecer el sentido religioso del relato. Judit no pide por ella, sino por la salvación de Israel. Véase Jdt 9:1-14.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Jdt 10:8.