pues hacía poco que habían vuelto del destierro y apenas si acababa de reunirse el pueblo de Judea y de ser consagrados el mobiliario, el altar y el templo profanados.
(Judith 4, 3) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Pánico en Judea (4:1-3).
1 Así que los hijos de Israel que moraban en Judá oyeron todo cuanto había hecho a los gentiles Holofernes, general en jefe del ejército de Nabucodonosor, rey de los asirios, y cómo había saqueado todos los templos y los había destruido, 2 sintieron grandísimo miedo y se turbaron por Jerusalén y por su templo del Señor, su Dios; 3 pues recientemente habían subido de la cautividad, y hacía poco que se había reunido todo el pueblo de Judea, y el mobiliario y el altar y la casa habían sido santificados después de su profanación.
La noticia de que Holofernes destruía y saqueaba los templos cayó como una bomba sobre Israel. El texto supone la unidad nacional. Tanto los de Judá como los hijos de Israel forman parte de la nación hebraica. No se alude al reino del Norte (Israel) ni al del Sur (Judea), sino al pueblo que adora a un mismo Dios en su templo de Jerusalén. A pesar de su mucho temor (sfodra, sfodra, que corresponde al hebraico meod, meod), sabrán reaccionar hasta morir con tal de impedir que Holofernes repita en Jerusalén lo que hizo con los pueblos que se le rindieron. El pánico de los judíos era tanto más explicable cuanto que recientemente (prosfatos) habían subido de la cautividad y hacía poco (neosti) que se había reunido el pueblo en Judea en torno al templo.
¿Pertenece el v.3 al texto original? En dicho versículo se mencionan tres acontecimientos: 1) regreso de la cautividad; 2) reagrupación del pueblo en Judea; 3) purificación del templo y de su mobiliario. ¿De qué cautividad y repoblación habla el autor? Del famoso exilio de Babilonia y de la repoblación de Judea bajo la égida de Esdras y Nehemías. Impresionados por consideraciones religiosas, reaccionaron los judíos y decidieron morir antes que ver saqueado y destruido el templo (oikós, casa) del Señor. Si el pueblo judío está dispuesto a morir para defender a Yahvé y su templo, ¿no les protegerá Dios y será con ellos (5:21) al ver su buena disposición?
Resistencia al enemigo (4:4-5).
4 Enviaron, pues, a toda la región de Samaría y sus aldeas a Betorón, Belmain, Jericó, Joba, Aisora y al valle de Salem, 5 y ocuparon todas las cimas de los montes altos y amurallaron sus aldeas, y se aprovisionaron de vituallas en previsión de la guerra, pues recientemente habían recogido la cosecha de sus campos.
Se enviaron mensajeros a toda la región para anunciar el propósito de resistir a Holofernes. El sujeto del verbo enviar son los hijos de Israel, de que se habló en el v.1. Llevaban los enviados la orden de que se ocuparan las cimas de los montes, se adueñaran de los desfiladeros de las montañas, se amurallaran las ciudades y se hicieran provisiones. Se menciona en primer lugar la región de Samaría, porque se hallaba amenazada directamente. Ninguna alusión a la enemistad existente entre samaritanos y judíos después del exilio (Esd_4:1-5; Neh_4:33-35; Jo 4:9)· Toda la retahila de lugares geográficos se suprimen en la Vulgata, la cual se limita a decir: Y enviaron a toda la región de Samaría hasta Jericó. No es de suponer que el autor sagrado tenga mucho interés en dar a este elenco un valor geográfico estricto. Los israelitas habían segado ya (2:27), lo cual nos dice que los hechos narrados tienen lugar en los meses de junio-julio, o sea en pleno verano de Palestina.
Suma sacerdote y estratega (4:6-8).
6 Escribió Joaquín, que por aquellos días era sumo sacerdote en Jerusalén, a los moradores de Betulia y de Bet-Omestaim, enfrente de Esdrelón, ante la llanura que está junto a Dotan, 7 diciéndoles que resistiesen en las subidas de las montañas, pues por ellas era el acceso a Judea, y como éste era estrecho, sería fácil aun a sólo dos hombres impedir el paso a los que llegaban. 8 Ejecutaron los hijos de Israel las órdenes de Joaquín, el sumo sacerdote, y del senado de todo el pueblo de Israel, que tenía su asiento en Jerusalén.
Habiendo dado el autor un carácter religioso al ataque de Holofernes, era lógico que fuera el sumo sacerdote el que, en nombre de Dios, se enfrentara contra el general impío. Además de su cargo religioso, reunía en su persona la autoridad política suprema de la nación, ayudado en este cometido por un senado (gerousia; 2Ma_11:27). No había en Jerusalén ni rey ni gobernador; un sacerdote rige los destinos de la nación hebraica. La sede del mismo estaba en Jerusalén. Supone el texto la existencia de un santuario central y nacional en Jerusalén. El sumo sacerdote Joaquín (Vulgata Eliacim) figura en la línea de los sumos sacerdotes en Neh_12:10; Neh_12:12; Neh_12:26.
Betulia tiene la misión de aplastar la soberbia de Nabucodonosor. No hay duda de que el texto localiza la ciudad al norte de Samaría, no lejos del desfiladero que conduce a la planicie de Esdrelón. Según el texto, se hallaba Betulia en la subida de un monte al pie del cual brotaba un manantial (Neh_6:11; Neh_7:3.7)· Entre la ciudad y el campo de Holofernes (Neh_7:1-3) se extendía una pequeña planicie. Judit y su sierva atravesaron el campamento, rodearon el valle y subieron al monte de Betulia (Neh_13:10). Se hallaba cerca de Dotáin (Neh_4:6). La corriente más en boga entre los exegetas tiende a localizar Betulia en Sheik Shibel, a quince kilómetros al noroeste de Sanur y a ocho al sudoeste de Djenin. Entre Sheik Shibel y Dotáin se extiende la planicie de Schael Arrabeh, que produce abundantes pastos por la abundancia de aguas que manan de dos manantiales. Con los datos que se dan en los capítulos siguientes se puede llegar a una localización más exacta de Betulia. La orden de Joaquín era de ocupar las pendientes o subidas (anábaseis) de la montaña, porque por ellas era el acceso (eisódos) a Judea. Era fácil impedir el paso de los que, dada la estrechez del desfiladero (prosbasis), veíanse obligados a caminar de dos en dos. El tránsito de la planicie de Dotáin a Esdrelón es mucho más ancho de lo que supone el texto, cuyas palabras deben entenderse en sentido hiperbólico.
Oraciones, ayunos y sacrificios (Neh_4:9-12).
9 Todos los hijos de Israel clamaron con gran instancia a Dios y se humillaron con gran fervor; 10ellos, sus mujeres y sus hijos, todos los extranjeros o jornaleros, y sus esclavos, vistiéronse de saco. 11 Todos los israelitas, las mujeres y los niños, los moradores de Jerusalén, se postraron ante el santuario, cubriéndose de ceniza sus cabezas; mostraron sus sacos al Señor y revistieron de saco el altar. 12 Todos a una clamaron al Dios de Israel, pidiéndole con ardor que no entregase al saqueo sus hijos ni diese sus mujeres en botín, ni las ciudades de su heredad a la destrucción, ni el santuario a la profanación y al oprobio, regocijando a los gentiles.
Comprende el pueblo que, si no guarda Yahvé la ciudad, en vano vigilan sus centinelas (Sal. 127). La única fuerza efectiva con que contaba Israel era el favor de su Dios, que se había comprometido a no entregar a su pueblo predilecto en manos de los enemigos, a menos que le fuera infiel. Bien decía Aquior a Holofernes que, si en Israel no había ninguna culpa o pecado contra su Dios, pasara de largo y no le molestara, porque su Dios lo protegerá y será con él (Neh_5:20-21). La iniciativa de prepararse a la lucha con armas espirituales parte del pueblo. El autor del libro se contagia de este fervor religioso. Únicamente en este lugar se menciona el acto de revestir el altar del santuario con un saco. Para más forzar a Yahvé, extendían sus sacos ante el Señor (v.11), a la manera de Ezequías, que desplegó ante Yahvé (2Re_19:14) las cartas de Senaquerib. La ley mosaica sólo prevé un día de ayuno oficial al año, el día grande de la Expiación (Lev_16:29; Lev_23:27; Num_29:7). En los libros de Ester, Tobías y Judit se percibe mejor que en otros la importancia creciente que toma el ayuno en la piedad de los ambientes judíos (Est_4:1-3; Est_9:32; Est_14:2; Tob3.10-11; Est_12:8; Jud_4:8-10; Jud_8:6; Jud_9:1; Jud_12:9) 1.
Los sacerdotes, solidarios con el pueblo (Jud_4:13-15).
13 Escuchó el Señor sus clamores y miró su aflicción. Ayunaba el pueblo todos los días en toda Judea y en Jerusalén ante el santuario del Señor omnipotente. 14 Joaquín, sumo sacerdote, y todos los sacerdotes que asistían en la presencia del Señor y le servían, ceñían de saco su cintura al ofrecer el holocuasto perfecto y los votos y las ofrendas del pueblo, 15 y echaban cenizas sobre sus tiaras, y clamaban al Señor con todas sus fuerzas pidiendo que se dignase visitar a toda la casa de Israel.
En la Vulgata se representa a Eliacim (Joaquín) de viaje por todo Israel, exhortando a todos a perseverar en la oración y en el ayuno, prometiéndoles la ayuda divina. Los sacerdotes dan ejemplo a los fieles, que se solidarizan con ellos. El sumo sacerdote, los simples sacerdotes y los levitas clamaban al Señor con todas sus fuerzas al ofrecer el holocausto perpetuo y los votos y las ofrendas del pueblo. En vez de echar la ceniza sobre la cabeza, como los laicos, lo hacían sobre sus tiaras (kidareis)· (Exo_28:40; Exo_29:9).
En este capítulo se describe la reacción del pueblo judío al anuncio de la presencia de Holofernes en sus fronteras. Pensar en una rendición era temerario, mayormente después de la conducta de Holofernes para con los que pactaron con él. La oposición bélica que se planea es más ideal que efectiva; la verdadera fuerza del pueblo judío se halla en su vida religiosa y moral.