Bajaron después a Egipto, porque el hambre se extendió sobre el territorio de Canaán, y permanecieron allí mientras tuvieron alimentos. Allí se multiplicaron de tal manera que no se podía contar a los de su raza. (Judith 5, 10) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Holofernes ante la resistencia de Israel (5:1-4).
1 Llegó a noticias de Holofernes, generalísimo del ejército asirio, que los hijos de Israel se preparaban para la guerra; que habían cerrado las entradas de las montañas y habían fortificado todas las cumbres de los montes altos y colocado barreras en el llano. 2 Montado en cólera, llamó a todos los príncipes de Moab, a los capitanes de Amón y a todos los sátrapas de la costa, 3 y les habló en estos términos: Decidme, hijos de Canaán, ¿qué pueblo es ese que mora en las montañas? ¿Qué ciudades habitan? ¿Cuál es el número de sus soldados? ¿En qué está su fuerza y su poder? ¿A quién tienen por rey y jefe de su ejército? 4¿Por qué desdeñan venir a mi encuentro, a diferencia de todos los moradores del occidente?
Dos fuerzas opuestas se hallan frente a frente. Holofernes vivaquea en las inmediaciones de Betsán. Le llegan noticias de que Israel se prepara a la lucha; de que los judíos han cerrado las entradas (diodol) de los montes, fortificado sus cumbres (4:5) y sembrado de obstáculos las llanuras. La audacia de Israel tiene la virtud de inquietar el ánimo de Holofernes. La guerra relámpago que había practicado hasta ahora se acaba en el límite de la frontera con Judea. En vez de atacar, pierde el tiempo coleccionando consejos y escuchando informes. Llama a los príncipes de Moab, a Jos generales de Amón y a los sátrapas del litoral para cerciorarse acerca del pueblo judío. La encuesta gira en torno a un triple tema: 1) étnico-histórico; 2) estratégico y político; 3) psicológico.
Aquior demuestra tener un conocimiento profundo de la historia del pueblo de Israel. Su testimonio es tanto más valedero en cuanto que él es príncipe y jefe de Amón, pueblo que no tuvo relaciones amistosas con Israel (Núm c.22-24; Deu_23:4; Jue 10:7-11:33; 1Sa_11:1). Aquior demuestra simpatía hacia Israel y pone mucho calor en sus palabras, lo que recuerda el episodio de Balaam al bendecir contra su voluntad al pueblo de Israel (Núm c.22-24). Exalta la protección de Yahvé sobre su pueblo. En prueba de sus buenos servicios, Aquior quedó agregado a la casa de Israel (1Sa_14:10), al igual que lo fue Rahab en otro tiempo, y por idénticos motivos (Jos_2:9-11). Sin embargo, en Deu_23:4 se decía que amonitas y moabitas no serán admitidos ni aun a la décima generación; no entrarán jamás.
La situación descrita en todo el capítulo no exige un período histórico determinado, sino que puede ajustarse a todo el decurso de la historia del pueblo judío, a todo lo largo y ancho de la historia de Israel. A la tesis defendida por Aquior opone Holofernes esta otra: Nabucodonosor es el único dios, y las armas darán razón de un pueblo indefenso que ha tenido la osadía de oponérsele. Los dos poderes, material y espiritual, se enfrentan en una lucha de la cual, ya desde ahora, se vislumbra el fin.
Prehistoria de Israel (Deu_5:5-9).
5 Le contestó Aquior, jefe de todos los hijos de Amón: Escuche mi señor una palabra de boca de tu siervo, y te diré la verdad acerca del pueblo que habita estas montañas próximas adonde tú estás, que no saldrá mentira de la boca de tu siervo, 6 Este pueblo es originario de Caldea; 7 habitaron primero en la Mesopotamia; y por no seguir a los dioses de sus padres, que vivían en la Caldea, 8 la abandonaron y dejaron su culto para adorar al Dios del cielo, el Dios que se les había dado a conocer. Los padres los arrojaron de la presencia de sus dioses, y ellos huyeron a Mesopotamia, donde habitaron muchos días. 9 Les dijo su Dios que salieran de sus moradas, y se encaminaron a la tierra de Canaán, donde peregrinaron, enriqueciéndose de oro y plata y muchos rebaños.
Según Aquior, Israel es originario de Caldea (Gen_11:28-31), desde donde emigró Abraham estableciéndose en Jarán (Gen_11:31; Gen_12:4). El motivo de este desplazamiento fue por no querer adorar a los dioses de sus padres, establecidos en Caldea. Abraham rompió con la tradición idolátrica de sus antepasados para adorar al Dios del cielo (Esdr 5:11ss; 6:9; Papiros de Elefantina).
Permanencia en Egipto (5:10-17).
10 Bajaron a Egipto, porque el hambre había invadido la tierra de Canaán, y se instalaron allí, donde hallaron alimentos, multiplicándose hasta hacerse incontable su número, u Pero se levantó contra ellos un rey de Egipto, que los oprimió con trabajos de hacer ladrillos, y los humillaba, convirtiéndolos en esclavos. 12 Clamando a Dios, hirió éste toda la tierra de Egipto con plagas, para las cuales no había cura, hasta que los arrojaron los egipcios de su presencia.
La protección divina sobre Israel se revela también en el tiempo que permaneció en Egipto. Si Yahvé escuchó a su pueblo y castigó a Egipto, ¿no puede acontecer ahora lo mismo?
13Secó su Dios el mar Rojo delante de ellos 14 y los encaminó al Sinaí y a Cadesbarne; y, arrojando a todos los que moraban en el desierto, 15a habitaron en la tierra de los amorreos, y con su poder aniquilaron a todos los habitantes de Hesebón.
Mientras el texto griego consigna los hechos de la salida de Egipto y el paso del mar Rojo, la Vulgata subraya el carácter milagroso de ambos episodios.
Atravesaron luego el Jordán, y se posesionaron de la montaña; 16 expulsaron pronto a los cananeos, a los fereceos, a los jebuseos, a los siquemitas y a todos los guergueseos, y habitaron mucho tiempo en esta tierra. 17 Todo les fue bien mientras no pecaron contra Dios, porque éste, que aborrece la iniquidad, estaba con ellos.
Por una providencia extraordinaria de Dios penetraron los israelitas en Canaán, apoderándose en un principio de la región montañosa, por no poder enfrentarse en las tierras bajas con los carros de combate de los cananeos. Ellos recibieron esta tierra en herencia (ekleronómesan). La permanencia pacífica de los israelitas en la Tierra Prometida estaba condicionada a su fidelidad al pacto de la alianza. La prosperidad y la ruina de Israel dependen de su adhesión al mismo.
Pecado y arrepentimiento (5:18-19).
18 Pero cuando se apartaron del camino que les había señalado, luego fueron destruidos con muchas guerras y llevado! cautivos a tierra extraña, y el templo de su Dios convertido e ruinas, y sus ciudades ocupadas por los enemigos. 19 Ahora q se han convertido a su Dios, han subido de la región en donde estuvieron dispersos, y se apoderaron de Jerusalén, donde está su santuario, y se establecieron en la montaña, que estaba despoblada.
Los principios señalados por Aquior se confirman con dos acontecimientos: cautividad y regreso a la tierra. En el exilio encontró Israel ocasión propicia para reflexionar sobre las causas que lo motivaron. Para muchos, la cautividad significaba el fracaso de la doctrina de la alianza y un indicio de la impotencia de Yahvé para salvaguardar a su pueblo frente a sus enemigos. Para otros, en cambio, impresionados por la predicación de los profetas, este desastre nacional fue el principio de una total y sincera conversión a Yahvé. Gracias a ello les ha sido posible a los israelitas poder regresar (nuper, añade la Vulgata) a su patria.
Conclusión (5:20-21).
20 Ahora, pues, dueño y señor: ¿Hay escándalo en este pueblo? Si hay en él alguna culpa o pecado contra su Dios, entonces subamos, que los derrotaremos. 21 Pero si no hubiese en ellos iniquidad, pase de largo mi señor, porque su Dios los protegerá y será con ellos, y vendremos a ser objeto de oprobio ante toda la tierra.
Del discurso de Aquior puede Holofernes deducir que las preguntas que él dirigió al estado mayor indican un desconocimiento de la situación. Lo importante y justo hubiera sido cerciorarse de si Israel tenía o no culpa o pecado contra Dios. En caso afirmativo puede atacarle, seguro de conseguir la victoria; en caso contrario, pase de largo.
Efectos del discurso (5:22-24).
22 Y así que acabó Aquior de pronunciar estas palabras, todo el pueblo, que estaba en torno de la tienda, rompió en murmullos de reprobación. Los magnates de Holofernes y todos los moradores de la costa y de la región de Moab pidieron que Aquior fuese descuartizado. 23 Porque nunca temeremos - decían - nada de los hijos de Israel. Es un pueblo sin ejército, sin fuerza para sostener una lucha dura. 24 Subamos, pues, y serán pasto de todo tu ejército, señor Holofernes.
Mal eco encontró el discurso de Aquior entre los seguidores de Holofernes. Ninguno de ellos dejóse impresionar por la tesis teológica desarrollada, estando todos acordes en admitir que las armas son las que deciden las batallas. A la concepción religiosa yahvista de la historia oponen Holofernes y su estado mayor la fuerza de las armas.