Ajior respondió narrándoles las deliberaciones habidas en el Consejo de Holofernes, todas las cosas que él mismo había dicho ante todos los jefes de los asirios y las bravatas que Holofernes había proferido contra la casa de Israel. (Judith 6, 17) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Intervención de Holofernes (6:1-9).
1 En cuanto cesó el tumulto de las gentes que rodeaban al consejo, dijo Holofernes, general en jefe del ejército asirio, a Aquior y a los moabitas, en presencia de todo el pueblo extranjero: ¿Quién eres tú, Aquior, y vosotros, mercenarios de Efraím, para profetizar como lo habéis hecho hoy, diciendo que no luchemos contra la nación israelita porque la protege su Dios? 2 ¿Qué dios hay si no es Nabucodonosor? 3 Este ha enviado su ejército y los borrará de la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos; pero nosotros, siervos de Nabucodonosor, los aplastaremos como a un solo hombre, y no podrán resistir el empuje de nuestra caballería. 4 Con ella inundaremos su tierra, y bañaremos en sangre sus montañas, y llenaremos de cadáveres sus valles, y no podrán mantenerse en pie delante de nosotros, y todos enteramente perecerán, dice el rey Nabucodonosor, señor de toda la tierra, y sus palabras no quedarán sin cumplimiento. 5 Pero tú, Aquior, mercenario de Amón, que tales discursos has tenido este día de tu insensatez, no volverás a ver mi rostro hasta que yo no haya castigado a esa nación de huidos de Egipto. 6 Cuando yo vuelva, atravesará tu cuerpo el hierro de mi ejército, y la muchedumbre de mis lanceros tu costado, y caerás bañado en tu sangre. 7 Mis siervos te llevarán a la montaña y te pondrán en una de las ciudades de la subida, 8 y no perecerás hasta que con ellos seas aniquilado. 9 Ya que tan firme esperanza tienes de que no sean conquistados, no se abata tu rostro. De cuanto he dicho, ni una palabra caerá en el vacío.
Acallado el tumulto popular, intervino Holofernes violentamente. En presencia de Moab y de toda la muchedumbre de extranjeros increpó a Aquior y a los mercenarios de Amón. Su ejército les demostrará que se han equivocado al meterse en profetas de mal agüero. Holofernes rechaza la posibilidad de que el Dios de Israel, pueblo formado como huidos de Egipto, pueda prevalecer contra el omnipotente Nabucodonosor. Anuncia la derrota completa de Israel, que no podrá resistir el empuje de su caballería. Aquior será testigo de este desastre. Holofernes no menciona el nombre de Betulia, pero da a entender que los judíos preparan la resistencia en una de las ciudades de la subida. Estaba tan creído Nabucodonosor de su victoria, que no temía que Aquior revelara a los de Betulia sus planes guerreros. Pero la razón fundamental por la cual Aquior es entregado y colocado en Betulia es para que, una vez cortada la cabeza de Holofernes, diera fe de que era la del generalísimo del ejército de Nabucodonosor.
Aquior es llevado a Betulia (6:10-13).
10 Luego ordenó Holofernes a los siervos que estaban a su lado en la tienda que tomasen a Aquior y le llevaran a Betulia, entregándole a los israelitas. 11 Cogiéronle los siervos de Holofernes, y le condujeron fuera del campamento, que estaba en el llano, y le llevaron del llano a la montaña, a las fuentes que están por debajo de Betulia. 12 En cuanto los de la ciudad los vieron, tomaron sus armas y salieron a la cima del monte. Los honderos se mantuvieron en sus puestos y arrojaron piedras sobre los asirios. 13 Pero ellos, ocultándose en los repliegues de la montaña, amarraron a Aquior y le abandonaron a raíz del monte, volviéndose a su amo.
Por las palabras del texto se deduce que no existía un frente continuo, sino focos aislados de resistencia. De ahí que los siervos de Holofernes penetraran en territorio israelita y se acercaran a Betulia. Al divisarlos los hombres de la ciudad, en vez de salir a su encuentro y rechazarles, subieron a la cima del monte, desde donde los honderos lanzaban piedras contra los intrusos.
Aquior con los jefes de Betulia (6:14-17).
14 Bajaron de la ciudad los hijos de Israel, dieron con él y le desataron, y, llevándole a Betulia, le entregaron a los jefes de la ciudad. 15 Eran éstos en aquellos días Ocias, hijo de Mica, de la tribu de Simeón; Abrís, hijo de Otoniel, y Carmis, hijo de Malquiel; l6 los cuales convocaron luego a los ancianos de la ciudad. Todos los jóvenes y las mujeres concurrieron también a la asamblea, y, puesto Aquior en medio del pueblo, le interrogó Ocias acerca de lo sucedido. 17 Dióles cuenta él de los discursos habidos en la sesión de Holofernes, y de lo que había dicho a los príncipes asirios, y de las insolencias proferidas por Holofernes contra los israelitas.
Una vez regresaron los asirios a su campamento, descendieron los hombres del pueblo a la falda del monte; hallaron a Aquior y, desatándolo, le entregaron a los jefes (arjontes) de la ciudad, pertenecientes a la tribu de Simeón. El autor del libro trata de rehabilitar a Simeón, poco afortunado en la bendición de Jacob (Gen_49:5-7), y cuya tribu llevó siempre una vida lánguida y deslucida (2Cr_15:9; 2Cr_34:6), fundida con la tribu de Judá. Judit (2Cr_9:2-4) alaba a Simeón por haberse vengado de los extranjeros que habían violado a una doncella. Los otros dos arjontes eran Cabris (Num_26:45; Gen_46:17) y Carmis (Jos_7:1; 1Cr_2:7).
Oraciones y banquetes (1Cr_6:18-21).
18 Postrándose en tierra el pueblo, clamaron a Dios, diciendo: 19 Señor, Dios del cielo, mira el orgullo de éstos y apiádate de nuestro linaje humillado, y pon hoy tus ojos en el rostro de tus santos. 20 Consolaron a Aquior y le alabaron grandemente. 21 Ocias le sacó de la asamblea y le condujo a su casa, donde le dio un banquete, al que invitó a todos los ancianos. Toda aquella noche estuvieron invocando el auxilio del Dios de Israel.
Durante aquella noche perseveraron en la oración, invocando el auxilio de Dios. En este momento crucial para la ciudad no existen preparativos de carácter militar y estratégico. Saben ellos que la victoria o la derrota está en manos de Dios.
1 Chroru 2: PG 19:486.
2 Solino, 35:4-
3 Pliió, Hist. Natur. 13:41: Eßá vocant spadones, qui apud eos etiam regnaverg.
4 Çerüdïtï,6:48-49·
1 T. Chary, Les prophétes et le cuite a partir de l'exil (París 1955) 200-201,