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Nuestra heredad ha pasado a extranjeros,
nuestras casas a extraños.
(Lamentaciones  5, 2) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

נַחֲלָתֵ֨נוּ֙‎(נַחֲלָה)

Hebrew|naḥᵃlāṯˈēnû|heritage

Part-of-speech: noun
Gender: feminine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5159] [n.cp.ab] [1342a]
[נחלה] [GES5072] [BDB5665] [HAL5555]

נֶֽהֶפְכָ֣ה‎(הָפַךְ)

Hebrew|nˈehefᵊḵˈā|turn

Part-of-speech: verb
Gender: feminine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: perfect
Verbal stem: nif‘al


[H2015] [e.cb.aa] [512]
[הפך] [GES1950] [BDB2178] [HAL2178]

לְ‎(לְ)

Hebrew|lᵊ|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

זָרִ֔ים‎(זָר)

Hebrew|zārˈîm|strange

Part-of-speech: adjective
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H2114] [g.ay.aa] [541]
[זר] [GES2155] [BDB2402] [HAL2410]

בָּתֵּ֖ינוּ‎(בַּיִת)

Hebrew|bāttˌênû|house

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H1004] [b.bp.aa] [241]
[בית] [GES990] [BDB1071] [HAL1084]

לְ‎(לְ)

Hebrew|lᵊ|to

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[l.aa.ab] [1063]
[ל] [GES3706] [BDB4135] [HAL4089]

נָכְרִֽים‎(נָכְרִי)

Hebrew|noḵrˈîm|foreign

Part-of-speech: adjective
Gender: masculine
Number: plural
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H5237] [n.do.ad] [1368c]
[נכרי] [GES5153] [BDB5750] [HAL5643]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



5. Quinta Lamentación: Oración del Profeta.
Esta lamentación tiene unas características muy diferentes de las anteriores, ya que le falta el tono elegiaco, propio de aquéllas, y el metro alfabético; es más bien una plegaria con una descripción de la situación: el pueblo está sometido a una dominación extranjera, y el templo, desolado. El desastre de la nación es efecto de un castigo divino por las transgresiones que se acumularon a través de las generaciones. Se describen los sufrimientos del pueblo para mover a compasión a Yahvé. No hay indicios de rencor contra los enemigos. En este sentido, la plegaria tiene un elevado sentido espiritual. Algunos autores quieren ver en esta oración un reflejo de los tiempos calamitosos de la época de la persecución de Antíoco IV Epifanes en los tiempos de los Macabeos (s.11), pero en realidad no hay ninguna prueba definitiva que permita rebajar tanto la época de composición. Por otra parte, los tiempos ruinosos que siguieron a la destrucción por Nabucodonosor pueden bien dar pie a esta bellísima composición poética. La Vulgata la atribuye a Jeremías, pero su título, Oración de Jeremías, falta en el texto hebreo y griego. Sólo aparece en algunos códices griegos, siríacos y árabes. Parece, pues, una adición redaccional posterior. En la liturgia romana esta Oración de Jeremías constituye una de las piezas más emotivas de Semana Santa.

Invocación suplicante a Yahvé (1-3).
1 Acuérdate, joh Yahvé! de lo que nos ha sobrevenido; mira y contempla nuestro oprobio. 2 Nuestra heredad ha pasado a manos extrañas, nuestras casas a poder de desconocidos. 3 Somos como huérfanos, sin padre, y nuestras madres son como viudas.

Yahvé está enojado por los pecados de su pueblo, pero los sufrimientos pasados son tantos, que bien pueden calmar su ira justamente derramada. Debe tener, pues, presente la tristísima situación de su pueblo, convertido en objeto de oprobio y baldón para todos. La nación ha desaparecido como unidad política, y la tierra de Yahvé, la heredad recibida de los antepasados, ha pasado a manos extrañas. Los enemigos andan libres por el país. Los judíos se sienten extraños en su propia tierra, pues sus casas han pasado a poder de desconocidos. Se sienten huérfanos al ser privados de la protección divina, y las madres, separadas de sus maridos, deportados, son como viudas.

Situación económica precaria (4-10).
4 Bebemos de nuestra agua a precio de dinero y tenemos que comprar nuestra leña. 5 Somos perseguidos, llevamos yugo sobre la cerviz, estamos agotados, no hay para nosotros descanso. 6 Tendimos la mano a Egipto y a Asiría para saciarnos de pan. 7 Pecaron nuestros padres, y ya no existen; mas nosotros cargamos con sus iniquidades* 8 Esclavos señorean sobre nosotros, sin que haya quien nos libre de sus manos. 9 Con riesgo de nuestra vida vamos en busca de nuestro pan, afrontando la espada del desierto. 10 Nuestra piel abrasa como un horno por la fiebre del hambre.

Despojados de sus propiedades, los israelitas se ven obligados a pagar con dinero agua que en realidad les pertenece por derecho (v.4). La opresión del invasor es insoportable. La situación puede ser muy bien la inmediata a la destrucción de Jerusalén, cuando el pueblo que no había sido deportado se esforzaba por organizar su vida económica y social bajo la dirección del gobernador impuesto por los babilonios, Godolías 1. El profeta empieza a continuación a exponer teológicamente las causas de la gran catástrofe: Israel, en vez de buscar el auxilio divino, ha requerido la ayuda extranjera, unas veces en Egipto y otras en Asiría, los dos colosos que pugnaron siempre por dominar en el Próximo Oriente (v.6). Esto era desconfiar de Yahvé y exponerse a influencias religiosas extranjeras; por eso los profetas siempre se opusieron a estas relaciones políticas. El profeta reconoce este gran error de sus antepasados, pero, por otra parte, protesta por tener su generación que hacerse cargo con todas las culpas de sus padres. Jeremías había prometido que en adelante no se diría más nuestros padres comieron las agraces y nosotros sufrimos la dentera 2. Tanto él como Ezequiel se presentan ¡como los campeones del individualismo y de la responsabilidad personal 3.
Yahvé, pues, debe considerar que también la generación de la -desgracia tiene.derecho a algún alivio, ya que no fue peor que la anterior. Sin embargo, han llegado a una situación jamás soñada por sus antepasados. Los israelitas, que por su elección eran el pueblo de Dios, y, por tanto, señores de los otros pueblos, ahora se ven dominados por los que legítimamente debían ser sus esclavos (v.8); y no hay esperanza de salir de esta situación. La vida es un constante riesgo, ya que tienen que aventurarse en busca de pan, afrontando la espada del desierto, probable alusión a las razzias de los beduinos que merodeaban por los contornos del desierto de Judá y caían sobre los que, desprevenidos, caminaban por rutas extraviadas, buscando ayuda en pequeños oasis olvidados. Como consecuencia del hambre prolongada, han venido las enfermedades y la fiebre, a causa de la cual su piel abrasa como un horno.

Atropellos de los vencedores (11-14).
11 Violaron a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. 12 Colgaron de las manos a los príncipes y no respetaron la cara de los ancianos. 13 Los mancebos han sido puestos a la muela, y los niños se tambalean bajo la carga de leña. 14 Ya no van los ancianos a la puerta, ya no cantan los jóvenes.

Bellísima descripción de la opresión de los habitantes de Judá bajo el yugo enemigo. Ningún estrato social se ha visto libre del peso del invasor. Las mujeres son presa de la voluptuosidad de la soldadesca 4; es la secuela de todas las invasiones. Los príncipes han sido ahorcados, y los ancianos, tratados sin consideración. Los mancebos han sido puestos, como asnos, a mover la pesada muela, y sobre los niños se imponen cargas desproporcionadas. Además, ya no funcionan los tribunales o consejos de ancianos en la puerta, lugar tradicional de reunión de la ciudad 5.

Duelo general en la población vencida (15-18).
15 Huyó de nuestros corazones la alegría, nuestras danzas se han tornado en luto. 16 Cayó de nuestra cabeza la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado! 17 Por eso se angustia nuestro corazón, se nublan nuestros ojos, 18 porque el monte de Sión está asolado y por él se pasean las raposas.

Todo lo que constituía motivo de alegría ha desaparecido de la vida de la nación. Las tradicionales danzas de la juventud han dado paso al duelo general, y la humillación total es la consecuencia de la catástrofe: cayó de nuestra cabeza la corona. El pueblo israelita era el pueblo rey entre las naciones, pero ha perdido sus prerrogativas regias, castigado por su mismo Dios, y todo porque hemos pecado. La confesión es sincera y humilde. Y, sobre todo, la gran tragedia para todos es la asolación del monte de Sión, orgullo de la raza. Todo es un montón de ruinas, guarida de raposas. El templo, morada de Yahvé, se ha convertido en acervo informe de escombros.

Súplica angustiosa a Yahvé (19-22).
19 Mas tú, ¡oh Yahvé! reinas por siempre, y tu trono permanece por generaciones y generaciones. 20 ¿Por qué nos has de olvidar para siempre, nos has de abandonar por largo tiempo ? 21 Conviértenos a ti, ¡oh Yahvé! y nos convertiremos. Danos todavía días como los antiguos. 22 ¿Por qué nos has rechazado enteramente, te has irritado contra nosotros hasta el extremo?

La plegaria se abre con una doxología para captar la benevolencia divina. Dios es eterno e inmutable, en contraposición a los destinos de los pueblos. Por eso, la confianza del profeta es suma. Sabe que puede cambiar la trágica situación actual. Los pecados han sido muchos, y el castigo merecido; pero Israel es su pueblo elegido. ¿Cómo, pues, los va a olvidar para siempre? Por eso, en un supremo arranque, suplica a Yahvé que los restablezca como pueblo para después vivir vinculados a El: Conviértenos a ti, y nos convertiremos (v.21). Suplica la restauración nacional como en los tiempos gloriosos de la monarquía davídica: danos todavía días como los antiguos. La nueva teocracia debe distinguirse por una mayor fidelidad a Yahvé 6. Se trata, pues, en esta súplica del retorno de la nación como colectividad nacional a su estado primitivo, sin que esto excluya un retorno de los individuos como tales a Dios, centro de los corazones. Los teólogos se han basado, entre otros, en este texto para estructurar la teoría de las gracias prevenientes; no obstante, el contexto parece favorecer una súplica de rehabilitación de la nación judía, postrada como condición para después establecer una sociedad más vinculada a Yahvé. Así lo parece insinuar la segunda parte del v.21: danos todavía días como los antiguos; es decir, restaura nuestra nación en su plenitud política, como en tiempos anteriores, para favorecer la conversión de los corazones a Yahvé.
Y termina el profeta con una consideración que debe mover el corazón de Dios: Porque nos has rechazado enteramente, te has irritado contra nosotros hasta el extremo (v.22). La prueba ha sido demasiado dura, y ya es hora que llegue la misericordia divina. Algunos autores prefieren entender la frase en sentido interrogativo: ¿Nos vas a rechazar enteramente? ¿Te irritarás contra nosotros hasta el extremo? Lo que acentuaría el sentido de súplica del fragmento.

1 Cf. Jer-4:4s. 2 Cf.Jer31:2:9. 3 Cf. Eze_18:1. 4 Cf. Lam_3:51. 5 Cf. Amo_5:10; Amo_22:15; Zac_8:16; Pro_31:23. 6 Cf. Isa_1:21.26; Jer_2:2.


Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



acuerdate, Oh Jehovah

El último poema difiere de los otros tanto en forma (ver la Introducción) como en perspectiva, reflejando aparentemente un período cuando el sitio es taba bien en el pasado. Sin embargo, las consecuencias de la derrota continuaban en condiciones de vida miserables. Los cuadros de penalidades agobiadoras son aquí una patética reversión de lo que la vida en el pacto pudiera haber sido.

La tierra, una heredad del Señor (2; cf. Deut. 4:21), estaba ahora controlada por extraños, aunque el Señor había una vez expulsado de ella a otras naciones para dársela a Israel (el tema del libro de Josué). Las viudas y los huérfanos, los menes terosos, fueron antes encomendados al cuidado especial del pueblo de Israel (Deut. 14:28, 29), y ahora todo el pueblo era menesteroso como ellos, ni siquiera tenían el derecho de gozar de las bendiciones de la tierra ni de paz de enemigos y perse guidores (4, 5; cf. Deut. 8:7-10; 12:9). El pueblo podría y debería haber estado libre y satisfecho, si solamente hubiese confiado y obedecido al Señor. La demanda del AT de confianza en Dios es inflexi ble y viene a sus lectores modernos como a los antiguos.

La reflexión del pueblo sobre sus sufrimientos por causa de los pecados de generaciones anteriores (7) recuerda a Exo. 20:5. Se ve mejor como una alusión a la persistencia del pueblo en pecar contra el Señor, más bien que sugiriendo que ellos mismos no eran responsables por su suerte presente (ver v. 16; cf. Jer. 31:29-39; Eze. 18).

Siguen cuadros de desesperada miseria (11-16); mujeres indefensas contra el abuso (y tal vez desterrados como un resultado); jóvenes puestos en tareas humillantes; hombres ancianos privados de asociaciones normales, como también de su papel en la administración de los asuntos de su comunidad (14a); ausencia de gozo, de romance (14b, 15); recuerdos persistentes de atrocidades contra sus dirigentes (12; cf. Deut. 21:22, 23 por lo de gradante de este destino). Con el monte de Sion desolado, este es un cuadro poderoso de la miseria y caos potencial de la vida sin Dios.

El poema concluye (19-22) afirmando que Dios verdaderamente es rey. Estos mismos versículos tienen la forma de un lamento, sin embargo, con sus elementos de alabanza junto con protesta y petición. La oración en el v. 21 hace sonar una nota positiva abarcando a la vez un ruego a ser restaurado no sólo a una relación plena sino también a la posesión de la tierra, y también a un nuevo compromiso de parte del pueblo a un regreso al Señor (cf. Jer. 31:18). El último v. asegura que el poema no termine con una nota de complacencia. No obstante, la verdadera naturaleza de este poema, como de toda la colección, es una de petición. Puede haber esperanza sólo en un regreso al Señor. El libro de Lam. muestra esto en su desenmascaramiento de la falsa confianza del pueblo, que había traído sobre ellos tan deplorable juicio. Y lo muestra, sobre todo, en su conmovedora celebración 3:22-30 del amor y compasión de Dios. Estas son las cosas que permanecen, y que siguen siendo la esperanza de los cristianos, que las han visto reveladas en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Aun en Cristo, sin embargo, la iglesia necesita saber en su corazón que la paz radica en la confianza y obediencia.

Gordon McConville

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

A pitifull complaint of Zion, in prayer vnto God.
1 Remember, O Lord, what is come vpon vs: consider and beholde our reproch.
2 Our inheritance is turned to strangers, our houses to aliants.
3 We are orphanes and fatherlesse, our mothers are as widowes.
4 We haue drunken our water for money, our wood [ Hebrew: commeth for price.] is sold vnto vs.
5 [ Hebrew: on our necks are we persecuted.] Our neckes are vnder persecution: we labour and haue no rest.
6 We haue giuen the hand to the Egyptians, and to the Assyrians, to be satisfied with bread.

[The great miserie of the people.]

7 [ Jer_31:29 Eze_18:2 .] Our fathers haue sinned and are not, and wee haue borne their iniquities.
8 Seruants haue ruled ouer vs: there is none that doeth deliuer vs out of their hand.
9 We gate our bread with the perill of our liues, because of the sword of the wildernesse.
10 Our [ Psa_11:38 .] skinne was blacke like an ouen, because of the [ Or, terrors or stormes.] terrible famine.
11 They rauished the women in Zion, and the maides in the cities of Iudah.
12 Princes are hanged vp by their hand: the faces of Elders were not honoured.
13 They tooke the young men to grinde, and the children fell vnder the wood.
14 The Elders haue ceased from the gate, the young men from their musicke.
15 The ioy of our heart is ceased, our daunce is turned into mourning.
16 [ Hebrew: the crowne of our head is fallen.] The crowne is fallen from our head: Woe vnto vs, that wee haue sinned.
17 For this our heart is faint, for these things our eyes are dimme.
18 Because of the mountaine of Zion, which is desolate, the foxes walke vpon it.
19 Thou, O Lord, [ Psa_9:8 ; Psa_29:10 ; Psalms 102.13; Psa_145:13 .] remainest for euer: thy throne from generation to generation.
20 Wherefore doest thou forget vs for euer, and forsake vs [ Hebrew: for length of dayes.] so long time?
21 [ Jer_31:18 .] Turne thou vs vnto thee, O Lord, and we shall be turned: renew our dayes as of old.
22 [ Or, for wilt thou vtterly reiect vs?] But thou hast vtterly reiected vs: thou art very wroth against vs.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Quinta lamentación. La quinta y última lamentación es la composición que más se desgaja del grupo de las anteriores. Para algunos investigadores refleja la situación en la que quedó Israel tras la invasión babilónica (587 a.C.); es decir, sería posterior a las demás -algunas Biblias antiguas la titulan «Oración de Jeremías»-.
Estamos ante un típico ejemplo del género literario denominado «plegaria» -como Sal 44; 60; 74; 79; 80; 83-, con sus habituales características: uso del «nosotros», descripción del desastre e invocación a Dios. Se puede dividir en tres partes: situación de los supervivientes (1-18), invocación confiada a Dios (19-21) y lamento final (22).
¿Qué hacer cuando nos sale al encuentro el sufrimiento y la desgracia? A la reacción espontánea de culpar a Dios, de alejarnos de Él en un gesto de despecho y desencanto, esta lamentación nos enseña otro camino, el de la plegaria y la oración. Es el momento de descubrir el sentido misterioso del dolor, el rostro del Dios verdadero, capaz de transformar nuestra desolación en camino de solidaridad y de esperanza.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5 El contenido de este lamento se distancia del momento preciso de la caída de Jerusalén y refleja la situación creada tras este trágico suceso. Se destaca la inversión del orden normal de las cosas: antes todo era armonía, ahora es un caos. Sin embargo, se confiesa la eterna realeza del Señor, que volverá a manifestarse en una nueva aceptación de sus hijos: él los llamará de nuevo y ellos acudirán a su llamada (Lam 5:20-22). Esta es la esperanza del autor.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.19-22 La profesión de fe en la realeza del Señor (v. 19) y la súplica (vv. 20-21) marcan el punto culminante de esta quinta lamentación: ellas mantienen viva la esperanza en el Señor y en el poder que tiene para renovar la vida (cf. Ro 4.18-21).

Torres Amat (1825)



[12] Solían cortar la cabeza a los reos de muerte y colgarlos de una mano en un madero.

[19] Plegaria final expresando la esperanza de la restauración.