Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
8. Consagración de Aarón y sus Hijos.
L os c.8-9 son considerados como parte del texto
, y parecen continuación de Ex 40. Las funciones sacerdotales hasta entonces eran ejercidas por los jefes de familias, sin que hubiese una clase social determinada dedicada a ellas. Moisés, al organizar la teocracia, dejó bien sentado el principio de la exclusiva de los descendientes de Aarón respecto de los actos de culto, particularmente los sacrificios. Sin embargo, la antigua costumbre subsistió, y después de la muerte del legislador, una vez dispersadas las tribus en Canaán, surgió de nuevo el sacerdocio patriarcal. Así, encontramos personajes públicos que ejercieron funciones sacerdotales, como Gedeón, Jefté, Saúl, David y Salomón1, si bien esporádicamente y como excepción. Estos casos excepcionales no prueban que no existiera en Israel el sacerdocio legítimo organizado por Moisés, sino que son casos considerados por los hagiógrafos como anormales y aun ilícitos.
Consagración de Aarón y de Sus Hijos (1-13).
1
Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2
Toma a Aarón y con él a sus hijos, las vestiduras, el óleo de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el cestillo de panes ácimos, 3
y convoca toda la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión. 4
Hizo Moisés lo que le mandaba Yahvé, y, reunida la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión, 5
les dijo Moisés: He aquí lo que Yahvé ha mandado hacer. 6
Después hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua. 7
Vistió a Aarón la túnica, se la ciñó, le vistió la sobreveste y el efod y le ciñó con el cinturón del efod, atándoselo; 8
le puso el pectoral con el urim y el tummin, 9
cubrió su cabeza con la tiara, poniendo en la parte anterior de ella la diadema de oro, la diadema de santidad, como le había mandado Yahvé; 10
y, tomando luego el óleo de la unción, ungió el tabernáculo y cuanto en él había, y lo consagró. 11
Asperjó siete veces el altar y lo ungió con todos sus utensilios, como también la pila y su base, y los consagró. 12
Derramó el óleo de unción sobre la cabeza de Aarón, y le ungió, consagrándole. 13
Hizo luego que se acercaran los hijos de Aarón, y les vistió sus túnicas, los ciñó y les puso sus tiaras, como se lo había mandado Yahvé.
Como antes indicábamos, el oficio del sacerdocio estaba vinculado ordinariamente al jefe de familia, de la tribu, de la ciudad o de la nación. Tal era la ley común en la antigüedad, y en esto no era Israel una excepción, pues en la Biblia vemos que los patriarcas desempeñaban el oficio del sacerdocio como jefes de tribu. Moisés lo hacía como jefe del pueblo; Samuel, Saúl y David ofrecían a Dios sacrificios, y el mismo Salomón ejerció en la consagración del templo el oficio principal al pronunciar la oración consecratoria2. Pero la existencia de un
sacerdocio profesional no era desconocida en la antigüedad, fuera que esto estuviera vinculado a una familia o se hiciera el reclutamiento por la dedicación especial de los individuos al culto de una divinidad. Ya hemos visto atrás cómo la tribu de Leví estaba dedicada especialmente de algún modo al culto de Yahvé3. Si esta dedicación tuvo su origen en el episodio del becerro, o este episodio no fue más que un signo revelador de una dedicación más antigua y una confirmación de ella, no nos atrevemos a afirmarlo. En este último caso habremos de decir que Aarón pertenecía a esta agrupación de los devotos de Yahvé, según se colige de
Exo_4:14. Como quiera que sea, él con su familia es escogido ahora para ejercer el sacerdocio de Yahvé en Israel. El ritual empleado es el que dejamos indicado al comentar
Exo_29:1-37. Moisés, que es el consagrante, comienza por lavar a los ordenandos; luego viste a cada uno los ornamentos de su dignidad: a Aarón, los del sumo sacerdocio, y a sus hijos los de simples sacerdotes. En el curso de la vestición del padre y de los hijos consagra Moisés el tabernáculo y sus enseres; luego derrama el óleo de la unción sobre la cabeza de Aarón (v.12). El baño purificatorio previo simboliza la pureza de costumbres exigida para el ejercicio del culto al servicio inmediato de Dios. Ya en la época patriarcal se exigía este lavatorio y cambio de vestidos para los laicos que habrían de participar en el culto4. Sólo Aarón recibe la
unción del óleo sobre su cabeza; por eso al sumo sacerdote se le llamará sacerdote de la unción (
Hakkohen hammesiaj).
Sin embargo, hay otros textos en los que se insinúa que también los simples sacerdotes recibían la
unción5. Esto indica que hay varias tradiciones y diversos estratos redaccionales en los rituales de la época del desierto.
Ofrenda de los Sacrificios (14-30).
14
Hizo traer el novillo para el sacrificio del pecado, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre el novillo para el sacrificio por el pecado. 15
Moisés lo degolló y, tomando su sangre, untó con su dedo los cuernos del altar todo en torno, y lo purificó, derramando la sangre al pie del altar, y lo consagró para hacer sobre él el sacrificio expiatorio. 16
Tornó todo el sebo que recubre las entrañas, la redecilla del hígado y los dos ríñones con su sebo, y lo quemó todo en el altar. 17
El novillo, su piel, sus carnes y sus excrementos se quemaron fuera del campamento, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 18
Hizo que acercaran el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos le pusieron sus manos sobre la cabeza. 19Moisés lo degolló, y derramó su sangre en torno del altar. 20
Lo descuartizó, y Moisés quemó la cabeza y los trozos y el sebo. 21
Se lavaron en agua las entrañas y las patas, y Moisés quemó todo el carnero en el altar; era holocausto de suave olor, un sacrificio por el fuego, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 22Hizo que acercasen el otro carnero, el del sacrificio de inauguración, y Aarón y sus hijos le pusieron la mano sobre la cabeza. 23
Moisés lo degolló, tomó su sangre y untó con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 24
Hizo acercar a los hijos de Aarón, y les untó con la sangre el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el del pie derecho, derramando luego la sangre en torno del altar. 25
Tomó, después el sebo, la cola, todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, los dos ríñones con su sebo y el pemil derecho. 26
Tomó del cestillo de los ácimos, puesto ante Yahvé, un pan ácimo, una torta ácima amasada con aceite y un frisuelo, y los puso sobre el sebo y sobre el pernil derecho; 27
y después de haber puesto todo esto en las manos de Aarón y sus hijos, lo balancearon éstos como ofrenda a Yahvé. 28
Moisés lo tomó de sus manos y lo quemó en el altar encima del holocausto, pues era el sacrificio de inauguración de suave olor, combustión a Yahvé. 29
Moisés tomó luego el pecho del carnero de inauguración y lo balanceó ante Yahvé; ésta fue la porción de Moisés, como se lo había mandado Yahvé. 30
Tomó Moisés el óleo de unción y sangre de la que había en el altar, asperjó a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y a sus vestiduras, consagrando a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y sus vestiduras.
Moisés aparece aquí como mediador de la nueva alianza ofreciendo los sacrificios de consagración de los sacerdotes. Se ofrecen tres sacrificios: un novillo por el
pecado de los consagrandos, un carnero en
holocausto y otro carnero como sacrificio
pacífico de inauguración o consagración, específico del acto consecratorio de los sacerdotes. El sacrificio
expiatorio era por los pecados en general de los ordenandos, como hombres pecadores que debían purificarse y entrar en relaciones normales con Dios, pues tenían que comunicar con las cosas más santas del culto. El mismo altar debía ser purificado con la unción de la sangre de la víctima. Como es de ley en los sacrificios por el
pecado, se quemaron las. partes grasas sobre el altar, y el resto carne y piel fue quemado fuera del campamento, pues los sacerdotes no debían aprovecharse de nada de la víctima que era en expiación de sus propios pecados. Sólo cuando los sacrificios eran por los pecados de otros oferentes podían quedarse con parte de la víctima. Después se sacrificó un carnero en
holocausto, en señal de entrega total a Dios (v.18), y por fin se sacrificó un carnero de
inauguración en acción de gracias, como sacrificio
pacifico. La particularidad de este sacrificio estuvo en la unción de la
oreja derecha, del
pulgar de la mano derecha y del
pie derecho de Aarón y sus hijos con la sangre de esta víctima (v.23-24). La unción de la
oreja parece aludir a la docilidad y obediencia particular que con toda presteza han de procurar en el ejercicio del culto a Yahvé; la del
pulgar de la mano derecha parece relacionarse con las buenas obras, y la del
pie simbolizaría la prontitud en seguir
el camino de la justicia y de la santidad. Estas distintas partes del cuerpo representan la totalidad de la persona consagrada. En los sacrificios
pacíficos, los sacerdotes se quedaban con parte de la víctima y de las ofrendas. Aquí se quemó el
pemil derecho sobre el altar, y el
pecho quedó reservado a Moisés, que efectuó la consagración (v.29). Las ofrendas fueron quemadas también sobre el altar. Después Moisés asperjó con la sangre de la víctima y el óleo de la unción a Aarón y a sus hijos, consagrando sus vestiduras (v.30).
Ritos Complementarios (31-36).
31
Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: Coced la carne a la entrada del tabernáculo de la reunión; es allí donde habéis de comerla con el pan que hay en el cestillo de la inauguración, como yo lo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán. 32
Lo que reste de la carne y del pan lo quemaréis. 33
Durante siete días no saldréis de la entrada del tabernáculo de la reunión, hasta que se cumplan los días de vuestra inauguración, pues vuestra inauguración durará siete días, 34
como se ha hecho hoy para expiaros. Os quedaréis los siete días, día y noche, 35
a la entrada del tabernáculo de la reunión, y guardaréis lo que ha mandado Yahvé, para no morir, porque esto es lo que El me ha mandado. 36
Aarón y sus hijos hicieron lo que Yahvé les mandó por Moisés.
Los sacerdotes debían continuar durante siete días las ceremonias de la consagración. Debían estar a la entrada del tabernáculo, alimentándose con parte de las víctimas sacrificadas. En
Exo_29:35-37 se dice que durante siete días debe repetirse el sacrificio por el
pecado como expiación, sin decir nada de las otras dos víctimas. Pero aquí se insinúa que se repiten las mismas ceremonias del primer día. La prescripción de estar siete días a la entrada del tabernáculo tiene por finalidad inculcar la alta dignidad a que han sido elevados como guardianes de la casa de Yahvé. Se amenaza con la muerte al que infrinja el ritual descrito, para destacar la importancia de su oficio sagrado. En el c.10 se narra un caso concreto de transgresión del ritual, con el castigo consiguiente, para hacer ver que la amenaza de muerte no es una palabra baldía.
Con esta consagración, los sacerdotes son revestidos de una especial santidad, participación y revelación a la vez de la santidad de Yahvé. Su oficio exclusivo será en adelante velar por el culto de Dios, instruir a los fieles en su Ley y en el modo de honrarle como El quiere. Esta será la heredad de Aarón y de sus hijos,
y ella constituye la ventaja del sacerdocio profesional sobre el tradicional, vinculado a otro oficio más absorbente. Dice el Eclesiástico que esta consagración fue un pacto eterno para Aarón y para su descendencia por los días del cielo, para servir al Señor en
el ejercicio del sacerdocio y para bendecir en nombre del Señor a su pueblo. Entre todos los vivientes le escogió el Señor para presentarle las ofrendas, los perfumes y el buen olor para memoria, y hacer la expiación de su pueblo. Y le dio sus preceptos y poder para decidir sobre la ley y el derecho, para enseñar sus mandamientos a Jacob e instruir en su Ley a Israel.6 El profeta Malaquías, reprendiendo a los sacerdotes que en sus días se mostraban muy negligentes en el servicio divino, les trae a la memoria el pacto del Señor con Leví, su padre, es decir, la tribu de Leví. Este pacto fue para vida y paz, que Dios le dio; fue también de temor, pues ante el nombre del Señor se llenaba de temor. Tuvo en su boca doctrina de verdad y no hubo iniquidad en sus labios; anduvo con El en integridad y rectitud y apartó del mal a muchos, pues los labios del sacerdote han de guardar sabiduría, y de su boca ha de salir la doctrina, porque es enviado de Yahvé de los ejércitos.7 Sobre esta perpetuidad del pacto con Leví son de notar las palabras de Jeremías ponderando la firmeza del pacto divino con David y Leví8. Las palabras del profeta sobre la perpetuidad del sacerdocio levítico no tienen más realidad que las anteriores sobre la dinastía de David.
En Jesucristo, el Hijo de David, Rey a la vez que Sacerdote, tendrá la promesa del profeta una realización más alta de lo que pudieran imaginar los oyentes del profeta. Para expresar la altura de esa dignidad, el autor de la Epístola a los Hebreos dirá que
Jesucristo es Sacerdote, no a la manera de Leví, sino de Melquisedec, que fue a la vez rey y sacerdote, Todas éstas son expresiones humanas, que no alcanzan a declarar las realidades divinas, que se encierran en Jesucristo, verdadero mediador entre el cielo y la tierra.
1 Cf.
1Sa_13:9-12;
1Sa_15:15;
2Sa_6:13;
2Sa_24:25;
1Re_3:3-15;
1Re_8:5. 2
1Re_8:22s. 3 Cf.
Exo_32:26s. 4 Cf.
Gen_35:2. 5 Cf.
Exo_30:30;
Exo_40:14-15;
Lev_10:7;
Exo_29:21;
Lev_8:30. 6
Eco_45:19-26. 7
Mal_2:4-7. 8
Jer_33:148.