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Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.» (Lucas 10, 24) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 10

2. MISIÓN DE LOS SETENTA (10,1-24).

a) Designación y misión (Lc/10/01-16)

1 Después de esto, designó el Señor a otros setenta y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares adonde él tenía que ir. 2 Y les decía. Mucha es la mies, pero pocos los obreros; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

La misión de los doce va dirigida a Israel. Jesús designó además públicamente a otros setenta (*), que fueron enviados también. Para la antigua Iglesia tenía la mayor importancia saber que además de los doce había otro grupo que tenía encargo misionero. Además de los doce tienen también otros el nombre de apóstoles y llevan a cabo la misión de Jesús. La elección del número setenta hace referencia a los setenta pueblos de que se compone la humanidad según la tabla etnográfica de la Biblia (Gén 10). Jesús y su mensaje llaman a la humanidad. Los doctores de la ley estaban convencidos de que la ley se había ofrecido primeramente a todos los pueblos, pero sólo Israel la había aceptado. El tiempo final realiza y lleva a término el plan primigenio de Dios. El Señor designó e invistió a los mensajeros, con lo cual les dio encargo oficial y dio a su misión carácter jurídico. Son enviados de dos en dos, pues tienen que actuar como testigos.

Si dos testigos están de acuerdo sobre una cosa, entonces su testimonio tiene plena fuerza y validez jurídica (Deu_19:15; Mat_18:16). Los discípulos van delante del Señor; son sus pregoneros y tienen que preparar su llegada. Van por delante de él a todas las ciudades y lugares. Se traspasan los límites de Galilea, pero la acción está todavía restringida a Palestina. Sin embargo, estos límites se borrarán cuando el Señor haya subido al cielo. La mies es mucha. Los hombres son comparados con una mies que ha de recogerse en el reino de Dios. El campo de misión que tiene delante Jesús en Palestina, es el comienzo de un campo de recolección mucho más vasto, que se extiende al mundo entero. Jesús conoce a los muchos que tienen buena voluntad. Para el grande y apremiante trabajo hay sólo pocos obreros. Los llamamientos de discípulos han mostrado que hasta en hombres llenos de fervor y de buena voluntad se echa de menos la entrega total.

Dios es el dueño de la mies. Dispone de todo lo relativo a la mies. La acogida en el reino de Dios es obra y gracia suya. él da también las vocaciones de los discípulos. Por eso invita Jesús a orar para que despierte Dios en el hombre el espíritu de los discípulos que con entrega total e indivisa ayuden a introducir a los hombres en el reino de Dios. La oración por los obreros de la mies mantiene constantemente despierta en los apóstoles y discípulos la conciencia de haber sido llamados y enviados por la gracia de Dios. «Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1Co_15:10). «Lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento, Dios... Porque somos colaboradores con Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia que Dios me ha dado... puse yo los cimientos» ( 1Co_3:7-10).

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* La tradición textual vacila entre 70 y 72; en todo caso es exacta la referencia a la tabla etnográfica (de que se habla a continuación), pues también en Gén 10 existe la misma inseguridad: el texto hebreo dice 70 pueblos, los Setenta leen 72.

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3 Id. Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; ni saludéis a nadie por el camino.

Id. Con esto se expresa la misión. Es misión, encargo de partir, caminar y obrar. El aprovisionamiento es sorprendente. Sencillamente: Id. Lo primero y principal de este aprovisionamiento es el hecho de ser enviados por Jesús mismo, lo cual implica que el poder de Dios también los acompañará y armará.

Se retira a los discípulos todo aprovisionamiento y toda defensa humana. Son enviados indefensos, como corderos en medio de lobos. Israel se conoce como «oveja entre setenta lobos», pero confía también en que su gran pastor lo salva y lo custodia. Los setenta enviados por Jesús son el núcleo del nuevo Israel. A los sufridos e inermes se promete el reino de Dios (Mat_5:3 ss). Jesús envía a los discípulos como pobres. Cuando no se tiene bolsa, alforja ni sandalias, es uno totalmente pobre. La pobreza es condición para entrar en el reino de Dios (Mat_6:20) y distintivo de los que lo anuncian. Los discípulos deben tener constantemente ante los ojos su misión y no dejarse distraer por nada. No saludéis a nadie por el camino. La entrega total a la misión no consiente las complicadas y largas fórmulas de cortesía de Oriente. En Lucas todos los mensajeros tienen prisa: María, los pastores, Felipe (Act_8:30).

Jesús mismo y los tres llamamientos de discípulos al comienzo del relato del viaje han mostrado ya lo que caracteriza a los discípulos: desvalimiento y mansedumbre frente a la hostilidad, falta de hogar y pobreza, entrega total a la misión de anunciar el reino de Dios. Las figuras primigenias de este anuncio son Jesús, los doce, los setenta discípulos.

5 Y en cualquier casa en que entréis, decid primero: Paz a esta casa, 6 y si allí hay alguien que merece la paz, se posará sobre él vuestra paz; pero de lo contrario, retornará a vosotros. 7 Permaneced, pues, en aquella casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan; porque el obrero merece su salario. Y no os mudéis de una casa a otra.

El método de misionar es natural y sencillo. Los misioneros van de casa en casa. La misión cristiana se extiende de la casa a la ciudad. Paz a esta casa: esto es saludo y don. El anuncio y la proclamación comienza con deferencia y cortesía. Un consejo rabínico reza: «Adelántate en saludar a todos.» La paz que aporta el misionero de la salvación no da sólo salud y bienestar, que es lo que se sobrentiende en el saludo cotidiano «paz», sino el don de la salvación de los últimos tiempos. Los enviados cumplen la misión de Jesús, de la que se dice: «Tal es el mensaje que ha enviado (Dios) a los hijos de Israel anunciando el Evangelio de paz por medio de Jesucristo» (Act_10:36).

Las palabras de saludo producen lo que expresan, si topan con alguien que ha sido elegido por Dios para la salvación, alguien que «merece la paz». El nacimiento de Jesús trae la paz a los hombres, objeto del amor de Dios. La paz se posa sobre aquel que la recibe, como el espíritu sobre los setenta ancianos, a los que lo había comunicado Moisés: Descendió Yahveh en la nube y habló a Moisés: tomando del espíritu que residía en él, lo puso sobre los setenta ancianos, y cuando sobre ellos se posó el espíritu, pusiéronse a profetizar y no cesaban» (Num_11:26). «Los hijos de los profetas, habiéndole visto (a Eliseo), dijeron: El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo» (2Ki_2:15). La paz y el espíritu son los dos grandes dones saludables de los últimos tiempos. Aun cuando no se encuentre nadie que se abra a la salvación y se muestre digno de ella, no por eso carece de eficacia la palabra de saludo; la paz retorna a los mensajeros. «Por mí lo juro: sale la verdad de mi boca y es irrevocable mi palabra» (Isa_45:23). El saludo de paz no es una fórmula vana. Al don que aportan los predicadores corresponden los hijos de la paz con hospitalidad. La primera casa en que sean acogidos los discípulos, debe ser para éstos como su propia casa. Permaneced, pues, en aquella casa. No os mudéis de una casa a otra. El gran objetivo de los misioneros es el mensaje del reino de Dios. Lo decisivo no debe ser el bienestar personal, el buen trato y los cuidados de la hospitalidad. El que cambia de alojamiento muestra que el valor supremo no es para él la palabra de Dios, sino su propia persona. Perjudica y se perjudica. Desacredita a su huésped y se desacredita él mismo. No debe violarse la ley sagrada de la hospitalidad.

Los discípulos deben comer y beber de lo que se les ofrezca. No deben preocuparse pensando que molestan indebidamente a quien les da hospitalidad. El quehacer de los enviados no debe verse entorpecido por preocupaciones de la tierra. Lo que reciben es justa compensación por lo que ellos aportan: su don es mayor. «El obrero merece su salario» (1Ti_5:18). «Si nosotros hemos sembrado para vosotros lo espiritual, ¿qué de extraño tiene que recojamos nosotros vuestros bienes materiales?» (1Co_9:11). Pero los discípulos deben también contentarse con lo que se les dé.

8 En cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os presenten, 9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: Está cerca de vosotros el reino de Dios. 10 Pero, en cualquier ciudad donde entréis y no quieran recibiros, salid a la plaza y decid: 11 Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos pegó a los pies, lo sacudimos sobre vosotros. Sin embargo, sabedlo bien: ¡el reino de Dios está cerca! 12 Os aseguro que habrá menos rigor para Sodoma en aquel día que para esa ciudad.

La actividad de los discípulos es misión en las casas y en las ciudades. Una ciudad que los acoge muestra buena disposición. Los discípulos deben realizar aquello para que han sido enviados. Comed lo que os presenten. Los discípulos no deben preocuparse de si los alimentos son cultualmente puros o impuros. Así parece haber entendido Lucas estas palabras, aunque difícilmente sería esta la intención de Jesús. Para la misión entre los gentiles era de gran importancia esta libertad de conciencia (Cf.1Co_10:27; Act 15). La curación de los enfermos que se encargaba a los discípulos debe preparar para la hora de la historia de la salvación que ellos anuncian, debe demostrar en la práctica su poderoso alborear. Deben proclamar con la palabra eso a que preparan las obras: Está cerca el reino de Dios. El acercarse Jesús es acercarse el reino de Dios. Por eso dice Jesús: «Si yo arrojo los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros» (1Co_11:20). «El reino de Dios está en medio de vosotros» (1Co_17:21). Jesús mismo es el reino de Dios.

¿Y si una ciudad no acoge a los discípulos? Entonces han de expresar públicamente (por las calles) y solemnemente su separación y su anatema. Los judíos sacuden el polvo de sus pies cuando vienen de tierra de gentiles y ponen los pies en la tierra santa de Palestina. Con esto se quiere significar que no existe vínculo alguno entre Israel y los gentiles. Una ciudad que no acoge a los enviados de Cristo rompe los vínculos que la unen con el pueblo de Dios, desconoce la gran hora que ha sonado: Habéis de saber que el reino de Dios está cerca y que con él se acerca el juicio. Los mensajeros no anuncian que el reino de Dios está presente, sino que se acerca. Todavía es posible dar marcha atrás, pero ésta es ya la última posibilidad.

El que rechaza el anuncio del reino de Dios y así se cierra a Jesús, se atrae la sentencia de condenación. El desenlace de este juicio es más terrible que la condenación que se pronunció contra Sodoma. El juicio sobre esta ciudad nefanda ha venido a ser proverbial. La culpa de quien rechaza a Jesús y los bienes del reino de Dios es mayor que la culpa de Sodoma. La proclamación de los mensajeros de Jesús ofrece la gracia más grande y sitúa ante una decisión de conciencia cuya última consecuencia es la salvación o la sentencia condenatoria.

13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque, si en Tiro y Sidón se hubieran realizado los mismos milagros que en vosotras, ya hace tiempo que, sentados, cubiertos de saco y ceniza, se habrían convertido. 14 Por eso, en el juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿es que te vas a encumbrar hasta el cielo? ¡Hasta el infierno serás precipitada!

Las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm formaban al norte del lago de Genesaret un triángulo, en el que se había desarrollado con la mayor intensidad la actividad de Jesús. De ella se destacan los milagros en que se manifestó la virtud divina de Jesús. El centro de gravedad de la acción de Jesús estaba en Cafarnaúm. En esta ciudad se reproduce lo que se dijo acerca del rey de Babilonia: «Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi trono; me instalaré en el monte santo, en las profundidades del aquilón. Subiré sobre la cumbre de las nubes y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo» (Isa_14:15). Jesús elevó a Cafarnaúm al rango de «su ciudad» (Mat_9:1). A ella, como a las otras dos ciudades, ofreció Jesús salvación, poder y gloria. Las exaltó y quería darles participación en el reino de Dios. Los milagros que se realizaron en ellas estaban destinados a hacer reflexionar, a hacer reconocer la voluntad de Dios, a situarla en el centro de su vida, a abrir sus corazones y predisponerlos para la conversión. Pero las tres ciudades dejaron de cumplir lo que exigía la oferta de gracia por Dios. Jesús las amenaza con el juicio. Cuanto más grande era la gracia que se les había demostrado, tanto más se les ha de pedir en el juicio final.

Tiro y Sidón, las dos ciudades paganas, que eran consideradas como completamente orientadas hacia lo de la tierra (Léase Isa_23:1-11; Ez 26-28,), no recibieron esta gracia de las ciudades galileas. Jesús sabe que sus habitantes habrían hecho penitencia, cubiertos de saco y de ceniza, si Dios las hubiera visitado con su oferta de gracia. En señal de luto y de penitencia llevaban las gentes una túnica de crin y se sentaban sobre la ceniza o la esparcían sobre la cabeza. Precisamente porque sabe Dios que otros habrían usado de la gracia muy de otra manera, por eso juzgará con una medida inexorablemente justa, a unos con suavidad, a otros con severidad.

Conforme a este castigo que se anuncia a las ciudades galileas puede calcular cada ciudad lo que le sucederá si repudia a los enviados de Jesús. Estas palabras las pronunció Jesús al abandonar Galilea, donde había trabajado en vano. Lo que había de ser salvación se convierte en sentencia de condenación, porque no se prestó atención al llamamiento a la conversión. La amenaza de castigo formulada por Jesús y sus enviados es un último llamamiento de Dios dirigido al duro corazón humano.

16 Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia; pero quien me desprecia a mí, desprecia a aquel que me envió.

El enviado es como el que lo envía. En los enviados viene Jesús, y en Jesús viene Dios. La palabra que pronuncian los enviados, la pronuncia Jesús, y la palabra de Jesús la pronuncia Dios. Aceptación o repudio de la palabra de los enviados es aceptación o repudio de la palabra de Jesús, aceptación o repudio de la palabra de Dios. «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me envió» (Mat_10:40). «El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió (Joh_5:23).

Entre los enviados, Jesús y Dios existe una cadena cuyos eslabones no se pueden separar. Jesús es el mediador. Para su mediación con el pueblo se sirve de los enviados. El hombre es conducido a la salvación por medio de hombres. Cristo se reveló a Saulo, que, sin embargo, recibió este encargo: «Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer» ( Act_9:6). También él es enviado al mediador humano, aunque no se menciona a este por su nombre, pues lo que importa no es el mensajero, sino la palabra anunciada. Los mensajeros son «servidores de la palabra» (Act_1:2). Entre oír y desoír, o despreciar, no se da término medio. Nadie puede permanecer indeciso frente a la palabra de Dios. El que no está en favor de Jesús, está contra él. El que no oye la palabra, no la acepta y no la obedece, la desprecia.

b) Regreso (Lc/10/17-20)

17 Volvieron, pues, los setenta llenos de alegría diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre! 18 él les dijo: Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo.

De todo lo que experimentaron los setenta en su viaje de misión, sólo destacan una cosa: el poder sobre los poderes demoníacos. Hasta los demonios nos obedecen. No sólo las enfermedades se les sometían, no sólo los hombres obedecían la palabra de Dios; el colmo era la sumisión de las fuerzas satánicas. Volvieron llenos de alegría, porque habían experimentado el reino de Dios, que se había iniciado con Jesús. Los discípulos interpelan a Jesús con el nombre de Señor; al pronunciar su nombre habían recibido señorío sobre los demonios. Gracias al Señor alcanza el poder de los enviados hasta el mismo reino de los poderes y potestades que ejercen invisiblemente su influjo pernicioso sobre este mundo. El poder de Jesús y de sus discípulos domina no sólo sobre lo terreno, sino también sobre la esfera que influye en la determinación del curso de lo terreno.

En las expulsiones de demonios practicadas por los discípulos se hace visible el triunfo del reino de Dios sobre los poderes satánicos. Yo estaba viendo a Satán caer del cielo como un rayo. En las expulsiones de demonios veía constantemente Jesús que había quebrantado el poder de Satán. ¿Cuándo sucedió esto? De esto no dice nada la palabra. Pero sí da a entender que es imponente el triunfo sobre Satán. La exposición recuerda las palabras de Isaías sobre la imponente caída de Nabucodonosor, rey de Babilonia. «Tú... dominador de las naciones... al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo» (Isa_14:12.15). Esta victoria sobre Satán es fruto de la muerte de cruz de Cristo y de su glorificación: «Este es el momento de la condenación de este mundo; ahora el jefe de este mundo será arrojado fuera» (Joh_12:31). Es posible que Lucas pensara en las tentaciones en que fue derrotado el demonio. Con esta victoria de Jesús quedó sacudido para siempre el poder de Satán, aunque todavía no definitivamente. Definitivamente quedará despojado de su poder en el tiempo final, pero ya ha comenzado lo que era la gran esperanza del tiempo final: «Entonces aparecerá su reino en toda su creación, y entonces se acabará con Satán y se quitará la tristeza».

19 Mirad que os he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones, y contra toda la fuerza del enemigo, sin que nada pueda haceros daño. 20 Sin embargo, no os alegréis de eso: de que los espíritus se os sometan; sino alegraos más bien de que vuestros nombres están ya inscritos en los cielos.

También los doce toman parte en el triunfo de Jesús sobre Satán; lo que se aplica a los doce quiere extenderlo Lucas también a los setenta, a todos los que colaboran en la obra de Jesús. Tienen poder sobre serpientes y escorpiones. Precisamente estos animales taimados, que constituyen una amenaza para la vida, se consideran en la Biblia y en el lenguaje influido por la Biblia, como instrumentos de Satán. El Salvador que se espera salvará de serpientes y de escorpiones, y de malos espíritus. El Mesías, protegido por el ángel de Dios, camina sobre víboras y áspides y huella al león y al dragón (Psa_91:13). Cuando envió Jesús a los doce les dio también participación en este poder; de esta investidura les queda como resultado permanente el no estar ya a merced del poder de Satán, sino bajo la soberanía de Dios.

Lo que se dice sobre el poder de caminar sobre serpientes y escorpiones se amplía con la explicación que sigue: Los doce tienen poder contra toda fuerza del enemigo. Satán utiliza su fuerza para dañar a los hombres; su hostilidad no puede ya dañar, una vez que asoma el reino de Dios. Hay aquí un poder más grande y más fuerte. ¿Qué puede, pues, ya dañar? El canto triunfal de san Pablo tiene aquí su explicación: «Sin embargo, en todas estas cosas vencemos plenamente por medio de aquel que nos amó. Pues estoy firmemente convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo futuro, ni potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra cosa podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom_8:37-39). La inauguración del reino de Dios es un motivo de gozo todavía más profundo que el poder sobre los malos espíritus y el quebrantamiento del señorío de Satán. Para los discípulos, la suprema razón de alegrarse es su elección y predestinación a la vida eterna. Las ciudades de la antigüedad tienen listas de ciudadanos. El que está inscrito en la lista goza de todas las ventajas que ofrece la ciudad. También en el cielo, donde se representa la morada de Dios, se imaginan tales listas de ciudadanos, en las que están inscritos los elegidos de Dios; seguramente se identifican con lo que se llama el libro de la vida (*). El motivo de alegría que está por encima de todo es el hecho de poder participar en el reino de Dios, de alcanzar la vida eterna y de estar en comunión con Dios.

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* Psa_69:29 : «Sean borrados del libro de la vida, no sean inscritos entre los justos»; cf. Ex 32.52s; Isa_4:3; Isa_56:5; Dan_12:1; Rev_3:5; 13.8, etc.

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c) Júbilo de Jesús (Lc/10/21-24)

21 En aquel momento, Jesús se estremeció de gozo en el Espíritu Santo y exclamó: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra; porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así lo has querido tú.

Con el retorno de los discípulos y con el relato del mismo están asociadas una acción de gracias (2Ki_10:21), unas palabras de revelación (2Ki_10:22), y una fórmula de felicitación (2Ki_10:23). En el mismo momento en que regresaron los discípulos se estremeció de gozo Jesús. Estaba penetrado del júbilo del tiempo final y del tiempo de salvación que se anunciaba en la victoria sobre Satán y en la comunicación de la vida eterna. Jesús, portador de la salvación, fue ungido por el Espíritu, por lo cual salta de gozo y ora en el Espíritu Santo. Su oración es debida al influjo del Espíritu Santo; así oran Zacarías (2Ki_1:67), Isabel (2Ki_1:41) y María (2Ki_1:47). La vida de Jesús está sostenida por el Espíritu. «Todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Rom_8:14). En calidad de Hijo de Dios pronuncia Jesús su acción de gracias, su revelación y su fórmula de felicitación.

La oración de acción de gracias comienza con una interpelación y termina con un encarecimiento. En el medio se halla el motivo de la acción de gracias. La interpelación contiene alabanza de Dios y acción de gracias. Jesús alaba a Dios y con ello le da gracias. Reconoce interiormente la disposición divina y, alabando a Dios, expresa la unidad que reina entre su voluntad y la divina.

Yo te bendigo: te doy un sí con todo mi corazón. La acción de gracias y la alabanza de Dios se realiza de la mejor manera en la entrega a la voluntad de Dios. Todas las oraciones de Jesús que nos han sido transmitidas por la Escritura comienzan con la invocación: Padre. Esta palabra responde al arameo abba (Mar_14:36), palabra balbuceada por los niños pequeños cuando se dirigían a su padre. Jesús habla en singular intimidad con Dios, su Padre, pues regularmente nadie osaba decir abba a Dios, aunque también se le llama Padre (ab). A la invocación llena de confianza se añade el calificativo majestuoso de Señor del cielo y de la tierra. Dios creó el universo entero, y así dispone del universo entero. La confianza y la reverencia son los pilares de la oración.

Dios ha ocultado y ha revelado. El motivo principal de la alabanza no es el haber ocultado, sino el haber revelado. Pero Dios oculta también por el hecho de no revelar a todos ¿Qué es lo que ha revelado y ocultado? Los misterios del reino de Dios (Mar_8:10), la inauguración del reino de Dios en Jesús, la victoria sobre Satán, la elección para el reino de Dios... Dios ha ocultado esto a los sabios y entendidos y lo ha revelado a los menores sujetos a tutela, a los ignorantes, a los que no son nadie. En tiempos de Jesús eran los sabios y los entendidos los doctores de la ley, que se designaban como sabios y prudentes; los menores, sujetos a tutela, eran los que formaban parte del «pueblo maldito», de la hez de la tierra, que no tenían el menor conocimiento de la ley, eran ignorantes y, por tanto, ni siquiera se recataban del pecado. Así, un doctor de la ley del tiempo de Jesús decía: «Un ignorante no teme el pecado, y un am ha arez (uno que no conocía la ley a la manera de los doctores de la ley) no es piadoso.» La primitiva Iglesia hubo de experimentar que persistía esta elección de Dios en cuanto a revelar y a ocultar. En Corinto no pertenecían a la Iglesia muchos ricos, sabios y de alta alcurnia, sino los pobres, los necios, los plebeyos, los que no eran nada en este mundo (1Co_1:26 ss).

Jesús alaba y bendice a Dios por el plan salvífico según el cual da la revelación del reino precisamente a los pobres. Por el hecho de que estos aceptan el mensaje de Jesús, se cumple lo que se le había prefijado como programa de su vida: «Anunciar la buena nueva a los pobres» (1Co_4:18).

La oración de acción de gracias vuelve al comienzo con encarecimiento. Sí, Padre: con esto se resume gozosamente lo que se había expresado hasta aquí. Jesús no revoca nada, sino que ratifica el designio de Dios con su voluntad, alabanza y acción de gracias. Así lo has querido tu.

El designio de Dios, que está fundado en su voluntad, en su beneplácito, decide el querer de Jesús. Toda verdadera oración termina con un sí a la voluntad de Dios, en la victoria de la voluntad de Dios sobre la voluntad del orante, en la entrega al beneplácito de Dios. Cuando Jesús da un sí al designio salvífico de Dios, que no elige a los sabios y entendidos, a los fuertes y poderosos, sino a los ignorantes, débiles y pequeños, da también un sí a la cruz. Su mira está puesta en Jerusalén, donde le aguarda su «elevación». No busca nada, sino el beneplácito de Dios.

22 Todo me lo ha confiado mi Padre. Y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelárselo.

La oración empalma con las palabras de revelación. Jesús habla de su relación con Dios. Todo le ha sido confiado por el Padre. Le ha sido confiado lo que él anuncia. Lo que Dios ha confiado a Jesús, no es sólo la palabra, puesto que con la palabra está asociada la acción y el poder. Como Hijo del hombre que es, todo le ha sido confiado por Dios: todo poder, todos los reinos de este mundo, todos los hombres. «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mat_28:18). Lo que Satán había ofrecido a Jesús en la tentación, se lo confía el Padre, porque dice sí a su voluntad. El Padre ama al Hijo, y todo lo ha puesto en sus manos (Joh_3:35). La relación de Jesús con el Padre es la relación de Hijo a Padre. Como el Hijo lo ha recibido todo del Padre, de la misma manera Jesús lo ha recibido de Dios.

Jesús y el Padre están en la más estrecha comunión. Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo. Cuando nosotros conocemos a alguien, pensamos en él, recibimos su influencia, y él recibe la nuestra: recibimos de él y le damos, estamos en comunión con él, comunión que marca la existencia por ambos lados. Que el Padre conozca al Hijo y el Hijo al Padre se debe a que el Padre y el Hijo viven en la más íntima comunión. Jesús y Dios se conocen recíprocamente: el Padre conoce quién es el Hijo, y el Hijo, quién es el Padre. La vida consciente del Hijo está marcada por la comunión con el Padre, como la vida del Padre lo está por la comunión con el Hijo. Dado que nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre, y nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo, la comunión entre Padre e Hijo es única y exclusiva. Es una comunión singular, en la que nadie puede tener participación fuera del Padre y del Hijo. Lo que se dice acerca de esta comunión recíproca entre Jesús y Dios, se expresa por la relación de Hijo a Padre. También esta se da entre Jesús y Dios de una forma que no se repite entre otro hombre y Dios. Lo que expresa esta «perla» de todas las aserciones de Cristo sobre la relación de Jesús con Dios, se halla con frecuencia formulado en el Evangelio de san Juan: «Yo soy el buen pastor: yo conozco las mías, y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce a mi, y yo conozco al Padre» (Joh_10:14 s). El Padre conoce al Hijo, y el Hijo conoce al Padre, porque todo lo que Cristo llama suyo es también del Padre, y lo que es del Padre, es también suyo: «Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y así soy yo glorificado» (Joh_17:10). Jesús y el Padre son «uno» (Joh_10:30).

También conoce quién es el Padre aquel a quien el Hijo quiere revelárselo. Jesús tiene también poder para dar participación en su propio conocimiento del Padre. El Hijo puede revelar este conocimiento a quien quiere revelárselo. Por sí mismo no puede el hombre tener este conocimiento. Cuando Jesús revela a una persona que Dios es el Padre de Jesús, y lo hace en forma singularísima y en la más íntima comunión, entonces le da también participación en la comunión en que él mismo vive con el Padre, le da participación en la vida eterna. «Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti y al que tú enviaste» (Joh_17:3). El poder que se ha dado a Jesús lo utiliza él para otorgar el conocimiento del Padre y con ello dar vida eterna (Joh_17:2). La oración de Jesús es una eflorescencia del conocimiento mutuo del Padre y del Hijo, diálogo que procede de este conocimiento, júbilo del alma por esta mutua comunión de conocimiento. Aquel a quien Jesús revela quién es el Padre, llega a una oración semejante, que es un clamar «abba» (Rom_8:15; Gal_4:6), que es una exuberancia del conocimiento de fe y proviene del fondo de la comunidad de don con el Padre y el Hijo. El fondo más íntimo del que brota el diálogo del alma con Dios es la unión con él según el arquetipo de la unión de Jesús con Dios, del Hijo con el Padre.

23 Y vuelto hacia sus discípulos, les dijo a solas: Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. 24 Porque yo os digo: muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo, y no lo oyeron.

Sólo a los discípulos reveló el Hijo quién es el Padre. Los inició en su singularísima relación con el Padre. La entera historia salvífica aguardaba la satisfacción de este anhelo. Los profetas miraban y escudriñaban sólo desde muy lejos qué nos es aportado por la salvación y quién es el que nos la trae. La soberanía de los reyes era caduca y perecedera, imperfecta y limitada; ellos miraban al rey cuya soberanía no tiene límites. Los profetas eran portadores de la palabra divina, los reyes eran administradores del poder divino. Jesús reúne en sí a ambas prerrogativas, la palabra y la autoridad, la palabra llena de autoridad. Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. Los discípulos deben ser y permanecer conscientes de la gracia de que Dios les haya revelado el conocimiento del Mesías y el comienzo del tiempo de salvación. En estas palabras resuena también el júbilo de la Iglesia primitiva, que transmitió estas palabras, porque ella misma estaba penetrada del gozo del don de la fe. A los pequeños y a los ignorantes se reveló lo que se negó a los sabios y a los entendidos. Los discípulos son dichosos porque son pequeños y pobres. Oir lo que vosotros estáis oyendo. Sólo ver no basta. Al ver debe añadirse el oír. Sólo se puede ver debidamente a Jesús cuando se oye lo que dice sobre él la revelación. Ver los acontecimientos históricos y oír lo que la revelación de Dios dice sobre ellos: esto es lo que da al cristiano el verdadero conocimiento quo proporciona gozo.

3. OBRAS Y PALABRAS (Gal_10:25-42).

Jesús va por el país dispensando beneficios y anunciando la palabra de Dios. Los discípulos sólo están pertrechados con el amor al prójimo, que se extiende al mundo entero (Gal_10:25-37), y en la palabra, que se recibe escuchando a Jesús.

a) Amor al prójimo (Lc/10/25-37)

25 Entonces se levantó un doctor de la ley que, para tentarlo, le pregunta: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? 26 él le contestó: ¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Cómo lees tú? 27 Y él le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Jesús le dijo: Bien has respondido; haz esto y vivirás.

Jesús ha hablado de la victoria sobre Satán, los discípulos mismos han experimentado el reino de Dios, sus nombres están inscritos en las listas de ciudadanos del cielo, son llamados dichosos porque están viviendo el tiempo de la salvación: nada más normal que preguntar qué hay que hacer para entrar en la vida eterna. Asunto serio, cuestión candente, que el rico planteó a Jesús (/Mc/10/17) y que dirigían a los doctores de la ley sus discípulos. «Rabí, enséñanos los caminos de la vida, para que por ellos alcancemos la vida del mundo futuro».

El doctor de la ley preguntó a Jesús para tentarlo. Lo interpela como maestro y doctor, y quiere probarlo y ver qué puede responder a su pregunta candente. Hace la pregunta como la hacían los judíos y pregunta por las obras. Las obras exigidas por la ley, salvan; lo que se tiene en cuenta son las obras, no la actitud interior. ¿Qué obras y qué preceptos son los que importan? Los doctores de la ley hablaban de seiscientos trece preceptos (doscientos cuarenta y ocho mandamientos y trescientas sesenta y cinco prohibiciones).

La respuesta a la pregunta del doctor de la ley indica la ley misma, la ley escrita de la Sagrada Escritura. Jesús halla la respuesta en la ley, en la que se da a conocer la voluntad de Dios. La ley muestra el camino para la vida eterna. Los doctores de la ley habían tratado de compendiar los mandamientos y prohibiciones tan numerosos, reduciéndolos a unas cuantas leyes. Un medio de lograrlo era la «regla áurea»: Lo que a ti no te agrada, no lo hagas a tu prójimo; esto es toda la ley, todo lo demás es explicación (rabí Hilel, hacia el año 20 a.C.). Otro doctor de la ley indicaba el precepto del amor al prójimo (Lev_19:18). El doctor de la ley que interrogó a Jesús resumía toda la ley en los mandamientos del amor de Dios (Deu_6:5) y del amor del prójimo (Lev_19:18), al igual que Jesús (Mar_12:28). Esta manera de compendiar la ley no debía de ser conocida para el judaísmo del tiempo de Jesús (*). Jesús da la razón al doctor de la ley por hallar compendiada la ley en estos dos mandamientos. Las verdades de la revelación necesitan ser compendiadas y presentadas sistemáticamente a fin de que sirvan para la vida religiosa.

El precepto del amor a Dios (/Dt/06/05) con entrega de todas las potencias del alma a Dios, con una existencia dedicada a él sin reserva, era formulado diariamente mañana y tarde por los judíos del tiempo de Jesús en su profesión de monoteísmo. Este precepto liga al hombre con Dios hasta en lo más profundo de su ser. Con este precepto está asociado el precepto del amor al prójimo (Lev_19:18). E1 amor a uno mismo se presenta como medida del amor al prójimo.

Con esto se dice mucho. La actitud fundamental del hombre debe ser el amor. El hombre que cumple la voluntad de Dios y corresponde a su imagen, no es el que piensa únicamente en sí sino el que existe para Dios y para el prójimo. Dios es el centro del hombre, pues lo ama con toda su alma y con todas sus fuerzas. El amor a sí y el amor al prójimo está absorbido por esta entrega total a Dios. En el amor del prójimo se ha de expresar el amor a sí mismo y la entrega a Dios.

Todas las leyes dadas por Dios arrancan de este precepto del amor y desembocan en él como en su meta. El amor es el precepto más importante, el que todo lo abarca y todo lo anima. El amor es el sentido de la ley. Si se expone la ley de tal manera que se viole el amor o no se le permita desarrollarse, se comete un error. Toda ley, incluso las establecidas en la Iglesia, debe servir al amor. Para llegar a la vida no basta el conocimiento del mandamiento más importante y decisivo. Se requieren también las obras. Haz esto y vivirás.

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* En el Testamento de los doce patriarcas (escrito judío no exento de añadiduras cristianas), Testamento de Isacar 5,2, se dice: «Amad sólo al Señor y a vuestro prójimo».

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23 Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?

Los fariseos cuidaban mucho de su prestigio. Se justificaban. «El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios! Gracias te doy, porque no soy como los demás hombres...» (18,11). Jesús les echa en cara que se justifican delante de los hombres (16,15). ¿Merecía reproche el doctor de la ley cuando preguntaba, aunque sabía lo que hay que hacer para alcanzar la vida eterna? ¿No había todavía bastantes preguntas que reclamaban solución, aunque eran claros los mandamientos más importantes? El doctor de la ley hace una pregunta que no había hallado todavía una solución clara y decisiva. ¿Quién es mi prójimo? ¿Dónde están los límites del precepto del amor? La ley extiende el amor a los compatriotas y a los extranjeros que viven en Israel (Lev_19:34). En el judaísmo tardío se restringió el amor de los extranjeros a los verdaderos prosélitos (gentiles que habían aceptado la fe en un solo Dios, se circuncidaban y observaban la ley). Los fariseos excluían también del amor al pueblo ignorante de la ley. Se negaba el amor a los contrarios al partido. La ley de Dios deja por tanto cuestiones pendientes. Sólo el espíritu de Dios puede resolverlas en la debida forma.

30 Jesús continuó diciendo: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, que, además de haberlo despojado de todo y molido a golpes, se fueron, dejándolo medio muerto».

Jesús cuenta un relato. El Evangelio de Lucas narra cuatro más de este estilo. Las parábolas comparan el obrar divino con el humano. La acción de Dios se hace comprensible a partir de lo que hace el hombre. En cambio, en estos relatos se presenta el hombre a los hombres para que examinen su comportamiento tomando como norma al hombre mostrado por Jesús.

Jericó (350 m bajo el nivel del mar) está mil metros más bajo que Jerusalén (740 metros sobre el nivel del mar). El camino solitario y rocoso (unos 27 kilómetros) va por una región en que abundan los barrancos. Asaltos de ladrones se refieren desde la antigüedad hasta la edad moderna. Un hombre bajaba a Jericó. No se menciona su nacionalidad ni su religión. Era un hombre. Esto basta para el amor. Es posible que los ladrones fueran guerrilleros celotas fanáticos que se ocultaban en las grutas y escondrijos de aquella región y vivían de la rapiña, pero que no quitaban a sus compatriotas más que lo que necesitaban para vivir y, sobre todo, no atentaban contra la vida si ellos mismos no se veían atacados. Aquí aparece la víctima de los ladrones en un estado lastimoso: despojado de todo, molido a golpes, medio muerto. El hombre debió sin duda defenderse cuando se vio asaltado por los ladrones.

31 Casualmente, bajaba un sacerdote por aquel camino, y, al verlo, cruzó al otro lado y pasó de largo. 32 Igualmente, un levita que iba por el mismo sitio, al verlo, cruzó al otro lado y pasó de largo. 33 Pero un samaritano que iba de camino, llegó hasta él, y, al verlo, se compadeció; 34 se acercó a él, le vendó las heridas, ungiéndolas con aceite y vino, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a la posada y se ocupó de cuidarlo. 35 Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero, diciéndole: Ten cuidado de él; y lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando vuelva.

Jericó era una ciudad sacerdotal. Sacerdotes y levitas (servidores del templo, cantores) habían desempeñado su ministerio en el templo y volvían a casa. Con gran efecto se repite: Al verlo cruzó al otro lado y pasó de largo. Por qué pasaron de largo sacerdotes y levitas no se dice en la narración. Quizá porque les pareció que el hombre tan malherido estaba muerto y no quisieron tocarlo, pues el contacto con un cadáver causaba impureza legal (Lev_21:1). ¿Quizá porque temían caer también en manos de los ladrones? ¿O porque no querían detenerse? En todo caso les movía más su propio interés que la compasión por el miserable, si es que la sentían. En su calidad de sacerdotes y levitas servían a Dios. eran personas que encarnaban el precepto del amor a Dios. Pero ¿el amor al prójimo? Se establecía separación entre culto y misericordia

Los samaritanos son enemigos del pueblo judío. No hay contacto entre unos y otros. Se odia por las dos partes. Una vez más vuelve a decirse: Al verlo. Pero inmediatamente viene la mutación: Se compadeció. Esta compasión no es estéril. El samaritano obra como se debe obrar en esta situación. Cuidadosamente se describen los seis actos de amor que se practican con la mayor sencillez y naturalidad, no sólo en el momento presente, sino hasta la curación del herido. Los dos denarios dados al posadero era lo que se pagaba a los jornaleros por dos días de trabajo. No es mucho. En efecto, en Italia, hacia el año 140 a.C. se pagaba 1,32 denarios al día por la pensión completa. Lo que hace el samaritano no es precisamente un acto heroico, pero sí todo lo que era necesario para salvar al desgraciado.

36 ¿Cuál de estos tres te parece que vino a ser prójimo del que había caído en manos de los ladrones? 37 El doctor de la ley respondió: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Pues anda, y haz tú lo mismo.

La pregunta de Jesús suena como algo inesperado. El doctor de la ley había preguntado: ¿Quién es mi prójimo? Jesús le pregunta: ¿Cuál de estos tres te parece que vino a ser prójimo del que había caído en manos de los ladrones? En la pregunta del doctor de la ley ocupa el centro el que pregunta, en la pregunta de Jesús, el necesitado de socorro. Según el precepto de la ley, tal como lo interpreta Jesús, es prójimo todo el que tiene necesidad de ayuda. Nada tienen que ver aquí la nación, la religión, el partido. Todo hombre es prójimo. Donde la necesidad llama a la misericordia, también llama a la acción el precepto del amor del prójimo.

Jesús no dio una respuesta abstracta, teorética. No dijo: El prójimo es cualquier persona que se halla en estrechez y necesita ayuda. Da más bien una indicación práctica. La pregunta de Jesús se refiere a la acción, y la acción se rige conforme a las circunstancias. Al responder el doctor de la ley no pudo menos de confesar: El que practicó la misericordia con él. Jesús invita a obrar: Haz tú lo mismo. El amor al prójimo es amor de obrar. «Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino de obra y de verdad» (/1Jn/03/018). «Si un hermano o hermana se encuentran desnudos y carecen del alimento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué servirá esto?» (/St/02/15 ss).

Los dos ministros del culto divino solemne sirvieron ciertamente a Dios, pero no al prójimo que se hallaba en la necesidad. El samaritano los aventaja en el cumplimiento de la ley... Jesús echa mano de la doctrina profética: «Misericordia quiero, y no sacrificio» (Hos_6:6). La mejor preparación para el cumplimiento del precepto del amor al prójimo es un corazón accesible a la miseria, el sentir miserIcordia o, como lo expresa la sencilla psicología de la Biblia: el «conmoverse las entrañas» a la vista de la miseria humana. Cuando un hombre se siente mal al ver la miseria, está preparado para el amor. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mat_5:7). El mayor impedimento es el corazón endurecido. La misericordia debe convertirse en amor de obras, tal como lo exige el momento. El precepto del amor no puede desmenuzarse en artículos. Lo que la realidad muestra, exige y hace posible, eso debe hacerse. Así obró el samaritano en su situación. Así se pone en práctica la entrega a la voluntad de Dios. En efecto, el que ama prácticamente y sabe responder a todo llamamiento de la miseria humana, ése es obediente a Dios.

b) Escuchar la palabra (/Lc/10/38-42)

38 Siguiendo ellos su camino, entró Jesús en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

El comienzo de esta narración tiene semejanza con la primera del relato del viaje. Se pone de relieve el caminar de Jesús. Aquí halla Jesús lo que no había hallado en la aldea de Samaría: alojamiento. No se nos dice dónde se hallaba esta aldea ni cómo se llamaba. Según la tradición de san Juan se trataba de Betania (Joh_11:1), que estaba situada cerca de Jerusalén. Esto no podía decirlo Lucas, aunque lo supiera. En efecto, Jerusalén es la meta de la expedición, que sólo se podía alcanzar cuando hubiera llegado la hora de su muerte y de su ascensión al cielo.

Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Jesús se hospedó en la casa a fin de que fuera oída su palabra. Como Marta, también otras mujeres acogieron y alojaron a los mensajeros del Evangelio: «Escuchaba una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, y a la cual el Señor abrió el corazón para atender a lo que Pablo decía. Una vez que se hubo bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: Si me habéis juzgado fiel al Señor, entrad y quedaos en mi casa. Y nos forzó a ello» (Act_16:14 s).

39 Tenía ella una hermana llamada María, la cual sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta, entre tanto, andaba muy atareada con los muchos quehaceres del servicio; por fin, se presentó y dijo: Señor, ¿es que no te importa que mi hermana me deje sola para servir? Dile, pues, que venga a ayudarme.

María, hermana de Marta, se sentó a los pies de Jesús. Estaba sentada, como Pablo a los pies de Gamaliel, su maestro (Act_22:3). Jesús es maestro, María su discípula. Los doctores judíos de la ley no explican la ley a las mujeres. El Maestro, en cambio, que es también Señor, anuncia su doctrina también a la mujer (Act_8:2). Lucas presenta el hecho con palabras que procedían de la comunidad primitiva: Jesús es el Señor, María escucha la palabra. La Iglesia es la comunidad de los que no cesan de oír la palabra del Señor (Act_8:21). Jesús se ve honrado en su visita de dos maneras. María está sentada, sin hacer nada, a los pies del Señor y escucha sin pestañear su palabra. María andaba muy atareada, preocupada por el servicio de la mesa. Jesús es honrado con las obras de un amor que presta servicios y con el hecho de escuchar su palabra, como lo dijeron los padres de la Iglesia: con la vida activa y con la vida contemplativa. Marta sirve a Jesús atareada con muchos quehaceres, María sirve sin atarearse con muchos quehaceres, como dice san Pablo cuando recomienda la virginidad: «Y esto lo digo mirando a vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para una digna y solícita dedicación al Señor» (1Co_7:35).

Marta no comprende que María esté escuchando sin hacer nada, pues hay que preparar la mesa para los huéspedes. EL servicio de la mesa le importa más que el servicio de la palabra, que consiste ante todo y sobre todo en escuchar. No comprende que Jesús quiere ser primeramente el que da, no el que recibe; no comprende que ha sido enviado para anunciar la salvación y que la mejor manera de servirle consiste en o+r y cumplir su palabra de salvación. Habla a Jesús con un ligero acento de reproche y quiere que María deje de escuchar la palabra para dedicarse al servicio de la mesa. Da demasiada importancia a su servicio y rebaja el hecho de escuchar la palabra de Jesús, antepone las obras al hecho de oír la palabra.

41 Pero el Señor le contestó: Marta, Marta, por muchas cosas te afanas y te agitas; sin embargo, una sola cosa es necesaria. María ha escogido la buena parte, que no se le ha de quitar.

La repetición del nombre: Marta, Marta, proviene de simpatía, de solicitud y de amor. Jesús no deja de apreciar lo que hace, pero en las palabras con que designa su actividad muestra también cómo la enjuicia. Su acción es solicitud inquieta e inquietud solícita, dejando de lado lo principal. «Buscad su reino (el de Dios), y estas cosas se os darán por añadidura» (1Co_12:31). La palabra de Dios no puede llevar fruto si el que oye es retenido por una inquieta solicitud (1Co_8:14).

Una sola cosa es necesaria (*); María ha escogido la buena parte. Jesús presenta la audición de la palabra como lo único necesario. No dice que Marta habría debido preparar un solo plato (o pocos) a fin de poder oir la palabra de Dios; más bien no habría debido preparar nada, pues sólo una cosa es necesaria: oír la palabra que anuncia Jesús. El primer puesto corresponde a lo divino. «Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas...» También la lucha de Jesús contra el amor a la riqueza proviene de su preocupación, de su temor de que Dios no sea el único pensamiento que domine la vida del hombre. Para mostrar a los hombres que sólo una cosa es necesaria envió a sus mensajeros sin bolsa, sin alforja y sin calzado. él mismo sólo tiene un manjar: hacer la voluntad del que le envió (cf. Joh_4:31-34).

Oír la palabra es la buena parte. La palabra toma y da la salvación, la vida eterna. La buena parte, como tal, no se ha de quitar. La salvación dura siempre. En las palabras de Jesús a María laten sin duda las palabras del salmo: «La porción de mi herencia y de mi copa eres tú, Yahveh; tú eres el que cuida de mis suertes. En delicias me cayeron las medidas y mi herencia me place» (Psa_15:5 s). Jesús llama bienaventurados a los que oyen la palabra de Dios y la guardan (Psa_11:28).

Aunque no se puede negar que son también grandes el servicio de la mesa y todas las obras de caridad, puesto que, según la palabra de Cristo, son servicios prestados a él mismo (Mat_25:40), sin embargo, no por eso hay que rebajar y descuidar el hecho de escuchar la palabra. Conforme a esta palabra dejaron los apóstoles de servir a los pobres a la mesa a fin de quedar libres para la proclamación de la palabra y confiaron a los diáconos el servicio de los pobres (Act_6:1 s). El relato de la acción del buen samaritano tiene su necesario complemento en el relato de la visita a Marta y a María.

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* La tradición ha corregido mucho del versículo 42: 1) (Sólo) poco es necesario = no te preocupes por preparar muchos platos; 2) poco o sólo una cosa es necesaria = con poco nos basta; tú te fatigas demasiado; 3) el pasaje se suprime por completo; 4) la traducción que presentamos en el texto parece responder al texto original; cf. Mat_6:33.

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 10.

Misión de los setenta y dos discípulos, 10:1-20 (Mat_9:37; Mat_10:5-16; Mar_6:8-11).
Cf. comentario a Mat_9:37; Mat_10:5-16.
1 Después de esto, designó Jesús a otros setenta y dos y los envió, de dos en dos, delante de sí, a toda ciudad y lugar adonde El había de venir, 2 y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al amo de la mies mande obreros a su mies. 3 Id, yo os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y a nadie saludéis por el camino. 5 En cualquier casa en que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa. 6 Si hubiere en ella un hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros. 7 Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero es digno de su salario. No vayáis de casa en casa. 8 En cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os fuere servido, 9 y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros. 10 En cualquier ciudad en que entréis y no os recibieren, salid a las plazas y decid: 11 Hasta el polvo que de vuestra ciudad se nos pegó a los pies, os lo sacudimos, pero sabed que el Reino de Dios está cerca. 12 Yo os digo que aquel día Sodoma será tratada con menos rigor que aquella ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazeín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho, tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia. 14Pero Tiro y Sidón serán tratadas con más blandura que vosotras en el Juicio. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el Cielo? Hasta el Infierno serás abatida. 16 El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió. 17 Volvieron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre. 18 El les dijo: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre toda potencia enemiga, y nada os dañará. 20 Mas no os alegréis dé que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.

Esta misión de los setenta y dos discípulos es distinta de la misión confiada a los Doce. El número de setenta y dos es discutido, pues en gran número de códices se lee setenta 1. El número setenta y dos es preferible, ya que se explica mejor el haber reducido el número de setenta y dos a setenta, evocador de los setenta ancianos elegidos por Moisés (Num_11:16ss) para que lo ayudasen en el gobierno del pueblo, que no viceversa. Pero surge un clásico problema al ver que la redacción de los consejos de Cristo a sus discípulos son los mismos que se usan en el relato de Mt (Num_10:5-16) para la misión galilaica de los Doce, lo mismo, aunque más sintetizado, que esta misma misión de los apóstoles en Mc (Num_6:7-11). Además, algunas de estas sentencias aparecen también dispersas en otros lugares de Mt (Num_9:37ss; Num_11:21-23; Num_10:40). Para algunos son dos episodios históricos distintos; pero, como las advertencias habían de ser semejantes, se dan bajo una fórmula ya hecha. Otros, para salvar la identidad sustancial de conceptos, piensan que la misión de los apóstoles y la de los discípulos no fue más que una, pero que se presenta desdoblada por el evangelista y por la catequesis al aplicar estas sentencias a otros grupos más amplios de misioneros. Se pretendería con ello dar un especial relieve a la misión de los apóstoles. Pero, en este caso, también aparece con especial relieve la misión de los discípulos. Suponiendo que ambas misiones sean distintas, se explica bien la redacción literaria, sustancialmente igual, ya que las advertencias habían de ser, o suponerse, muy semejantes. En cambio, hay un hecho a favor de la distinción de ambas: el que Lc, que narra las dos, no ha de pretender repetirse (cf. Luc_9:1-6).
Cristo designó a otros setenta y dos (discípulos) y los envió de dos en dos delante de sí adonde El había de ir, a preparar el ambiente para la predicación del Reino.
El comentario a estas instrucciones se da en Mt (cf. Comentario a Mat_9:37; Mat_10:5-16). Pero Lc añade algo que Mt trae en otro contexto (Mat_11:20-24).
Los discípulos van en plan de misión. Y esto evocaba su personal misión en Corazeín, Betsaida y Cafarnaúm. A pesar de su evangelización y de sus milagros, estas ciudades no respondieron como debían a su ingreso en el Reino. No se puede jugar con la hora de Dios, como lo evoca su visita en esta misión de los discípulos. Y les anuncia la gravedad de su culpa y el castigo. Para ello las compara con las ciudades infieles clásicas, Tiro y Sidón. Adelanta la comparación de Sodoma, que también la trae en este cuadro Mt, posiblemente para dejar un cuadro de ritmo binario, o por efecto de encontrarlo así en su fuente o de oportunidad de clausura literaria a las advertencias del discurso, ya que el cuadro siguiente se ve que tiene una independencia literaria en las fuentes, como elemento comparativo de las ciudades que no quieran recibir el reino de Dios. Si con toda su maldad hubiesen recibido su presencia, su doctrina y sus milagros, se hubiesen vestido de saco y ceniza, atuendo oriental de duelo, y hecho penitencia. Por eso serán tratadas con menos rigor en el juicio. éste, término ya técnico ambiental, es el juicio postrero. El resto de los detalles se expone en el Comentario a Mat_11:20-24.
En el v.7 hace ver que a la hora de esta redacción, la discriminación de los alimentos no cuenta (1Co_10:27; Hec_10:25).
Lc relata a continuación la vuelta de los discípulos. Debieron de retornar en binas por turno. Pero presenta la síntesis de su misión. Volvieron llenos de alegría. La razón que se destaca, a pesar de habérseles dado poder sobre la curación de enfermedades (v.9), es el poder ejercido con éxito sobre los demonios, que se les sometían en el nombre de Cristo. Era no sólo lo más espectacular, sino lo que más los acreditaba como discípulos del Mesías, por ser signo de la llegada del Reino. Por eso, el imperio satánico va a llegar a su fin. Y Cristo se lo confirma. Satanás, del arameo Sataná', significa enemigo. Y es el adversario por excelencia de la instauración del reino de Dios. Por eso les dice, comentando su obra exorcista: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo 2. Durante su misión exorcista, Cristo, por su ciencia sobrenatural, estaba viendo la derrota del imperio satánico, lo que expresa con esta imagen. La comparación como un rayo indica acaso la evidencia y rapidez con que está disminuyendo el poder hostil de Satán contra la próxima y definitiva instauración del reino mesiánico (Jua_12:31). La caída de Satán es del cielo cósmico, como lugar donde, según creencias de entonces, se localizaba también la morada de los poderes demoníacos (Efe_2:2; Efe_6:12).
Estos poderes que Cristo les dio para que pudiesen realizar su misión están expresados por la metáfora de diversos animales venenosos (Sal_90:13), lo mismo que contra toda potencia enemiga, por la que se significan los poderes demoníacos (cf. Mar_16:17-18).
Pero que no se alegren sólo de que los demonios se les sometan en su nombre. Es ello algo carismático, transitorio, y en su gozo justo podría haber mezcla de elemento humano, como en otra ocasión sucedió a los apóstoles (Mat_17:19-21, par.). Que se alegren de que sus nombres, semitismo por ellos mismos, estén escritos en el libro de la vida. El término es usado en el A.T., y es usual en esta época 3. Porque ello no es otra cosa que ser privilegiados miembros del Reino, en este contexto, en su fase definitiva celeste.
Se ha intentado interpretar este pasaje como una ironía de Cristo. Este vería en los discípulos que estaban expuestos a creer que los exorcismos eran casi algo suyo, y Cristo les respondería así: como si ya viese la victoria antisatánica debida al poder de ellos. No parece haber base seria en el texto para esto 3.

Revelación del Hijo,Mat_10:21-24 (Mat_11:25-30).
Cf. comentario a Mat_11:25-30.
21 En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito. 22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo. 23 Vuelto a los discípulos, aparte les dijo: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, 24 porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Mt pone este pasaje en una forma independiente. Lc lo vincula al gozo de Cristo, a la vuelta de la misión de los setenta y dos discípulos. Aunque en la perspectiva literaria de Lc también quiera incluir a los apóstoles (v.23). Acaso se quiera dar también una proyección eclesial (1Co_1:26ss).
Y volviéndose a los discípulos, que aquí deben de ser los apóstoles, y cuya primera expresión, volviéndose, hace pensar en su inserción aquí en un contexto lógico, ya que Mt lo trae en otro pasaje (1Co_13:16-17), los llama dichosos, porque la obra del Padre a la que acaba de aludir les permitió ver y oír lo que fue la aspiración de todo judío: los días del Mesías, y que aquí lo sintetiza en reyes v.gr., David, de cuya dinastía procedería y profetas, que lo vaticinaron. Mt pone la variante de profetas y justos. Era el ansia de todo sincero israelita. El análisis de este importante pasaje se hace en el Comentario a Mat_11:25-30 4.
Los versículos podrían ser un himno de la Iglesia primitiva, tan conocido como para que fuera citado al pie de la letra, tanto por Mt como por Lc (C. Stuhlmueller, év. St. Lúe [1972] p.368).

La parábola del samaritano,Mat_10:25-37 (Mat_22:34-40; Mar_12:28-34). Cf. comentario a Mat_22:34-40.
25 Levantóse un doctor de la Ley para tentarlo y le dijo: Maestro, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna? 26 El le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? 27 Le contestó diciendo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo.28 Y le dijo: Bien has respondido. Haz esto y vivirás. 29 El, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? 30 Tomando Jesús la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder de ladrones, que lo desnudaron, lo cargaron de azotes y se fueron, dejándole medio muerto. 31 Por casualidad, bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndolo, pasó de largo. 32 Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, lo vio también y pasó adelante. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, llegó a él, y, viéndolo, se movió a compasión, 34 acercóse, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; lo hizo montar sobre su propia cabalgadura, lo condujo al mesón y cuidó de él. 35 A la mañana, sacando dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él, y lo que gastes, a la vuelta te lo pagaré. 36 ¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó en poder de ladrones? 37 EL contestó: El que hizo con él misericordia. Contestóle Jesús: Vete y haz tú lo mismo.

Este pasaje tiene en Lc dos partes. Primero es la pregunta que le hace un doctor de la Ley, pero tentándole. Mt hace ver que fue como una revancha de los fariseos porque, y en esto ellos lo aplaudían, había hecho callar a los saduceos a propósito de la resurrección. Este primer tema lo traen Mt-Mc. Con esto prosigue el tema de la condición de discípulo.
La ausencia de la parábola que aquí trae Lc en Mt-Mc hace suponer que su unión con lo anterior, por el tema del amor al prójimo, es obra de Lc o su fuente, con lo que quiere interpretar el concepto universalista de la caridad y del prójimo.
La pregunta que le hace no es, como en Mt-Mc, cuál sea el mayor mandato de la Ley, sino qué hará para alcanzar la vida eterna. Pero, como doctor, tenía que saberlo. Y Cristo, conforme al procedimiento rabínico, le responde con otra pregunta. Si él era doctor, debía saberlo. Y, efectivamente, le responde con los dos mandamientos: el amor a Dios y al prójimo. Mc es el que pone una transcripción más directa deja Ley (Deu_6:4-9; Deu_11:13; Lev_19:18). En Lc la respuesta es una combinación de Deuteronomio (Lev_6:4) y Levítico (Lev_19:18), como en Test, de Isacar.jEn Mc la respuesta del doctor recibe el elogio de Cristo. Pero, de suyo, era tan elemental, que el doctor quiso justificarse, preguntándole lo que era tema de discusión en las escuelas: quién era su prójimo. Y Cristo le responde con la parábola del buen samaritano, propia de Lc.
Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó: unos mil metros de descenso. El hecho de poner un hombre, y no un judío, es elemento necesario para valorar el prójimo, ya que para el judío sólo era prójimo otro judío. El camino, sobre todo cerca de Jericó, es abrupto y lleno de recovecos, muy propicio al asalto. San Jerónimo dice que una parte del camino, llamado ascensus Adommim (Jos_18:18), puede llamarse subida de los rojos, por la sangre de los frecuentes homicidios que allí había 5. Así le pasó a este hombre. Lc robaron todo. Los detalles de su desvalijamiento no tienen valor alegórico espiritual; son elementos descriptivos. Y lo dejaron medio muerto.
Pero, cercano a él, y viéndolo así, pasaron junto a él un sacerdote y un levita. El símbolo de la religiosidad oficial de Israel. Jericó era ciudad sacerdotal, y acaso volvían de cumplir su turno semanal en el templo. En el Deuteronomio se decía que, si el asno de tu hermano (judío) cae, lo ayudarás a levantarse (Deu_22:4; Exo_23:5). Y ellos sabían bien la Ley.
Pasó luego por allí un samaritano. Estos eran abominables para los judíos: como racialmente espúreos, y cismáticos. Su odio religioso aparece reflejado en la Escritura (Jua_4:9; Eco_50:25-26). Sin embargo, lleno de compasión, se acercó a él, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino, uso oriental ordinario en la antigüedad 6, y hasta entre ciertos beduinos de nuestros días 7; lo cargó en su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y tuvo con él todos los cuidados. Hasta adelantó para los primeros cuidados dos denarios, el doble de un jornal diario, prometiendo pagar el resto de los gastos a su vuelta, pues aún sigue interesándose por él.
Pero no es debida la falta de asistencia a no contraer impureza legal por el contacto con un muerto, pues éste no lo estaba. Además, el sacerdote bajaba (v.31) por el mismo camino, es decir, venía de Jerusalén, lo mismo que el levita (v.32). La motivación es poner esta ausencia de caridad al prójimo en la representación de los intérpretes de la Ley y lo más sagrado de la nación. La regla de tres en las narraciones populares (Mat_25:14-30 par.; Luc_14:18-20; Luc_20:10-12) omite lo que se esperaría un judío laico y presenta al samaritano.
La pregunta de Cristo está hecha con especial intención. Lc preguntaron que quién era el prójimo para él. Y Cristo le pregunta que quién obró como prójimo. Y así, con la práctica hizo ver que cada ser humano es prójimo para todos los humanos. Por lo que ha de estar próximo a él en todas sus necesidades. Es la paradoja oriental sirviendo de máxima pedagogía .

Marta y María,Luc_10:38-42.
38 Yendo de camino, entró en una aldea, y una mujer, Marta de nombre, lo recibió en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta andaba afanada en los muchos cuidados del servicio, y, acercándose, dijo: Señor, ¿no te da enfado que mi hermana me deje a mí sola en el servicio? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondió el Señor y le dijo: Marta, Marta, tú te inquietas por muchas cosas; pero pocas son necesarias, o más bien, una sola. 42 María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada.

Pasaje propio de Lc. La escena debe de tener lugar ya en esta ida de Cristo a Jerusalén. Va con los apóstoles 9. El tono del relato, la coincidencia de nombres y la familiaridad que estas mujeres tienen con Cristo, hace ver que son las hermanas de Lázaro y que se hospedó en Betania. Lc dice que lo recibe Marta en su casa. Esto indicaría, en la perspectiva literaria, según las costumbres orientales, que, ausente Lázaro, Marta es la mayor y ama de casa, o un arreglo literario para presentar la escena.
El contraste de la escena está entre María, que está sentada a los pies del Señor, que es la actitud de los discípulos ante el Maestro, para escuchar su palabra (????? ), el Evangelio, término técnico de la primitiva Iglesia.
Marta, en cambio, como superior en la casa, quiere atender con todo el esmero oriental al Señor y a sus acompañantes. De ahí todo el trajín doméstico. Siendo grande el moverse y el esmero, con la familiaridad que supone la pregunta, se queja al Señor de que María no la ayude en la preparación acaso de la comida [(????? ?? ?????????? ????????? ), y le pide que la fuerce a ayudarla.
La respuesta de Cristo tiene con ella el mismo tono de familiaridad al repetir su nombre dos veces. Pero le da la gran lección: se afana por muchas cosas. Pero pocas, o más bien una sola es necesaria. Tres lecturas hay de este pasaje, pero sólo dos son críticamente admisibles, y en nada cambian el sentido 10. Y María escogió la mejor parte, que no le será arrebatada.
La enseñanza que de aquí se desprende es, no que no se pueda atender a los menesteres del hogar, que también Dios los puso, sino que, con el pretexto de estas palabras de Marta, da Cristo una enseñanza, con contrastes hiperbólicos acusados: es más importante atender a la lección y vida del Reino que no el derramarse en excesivos menesteres, que pueden apartar de él.
Es la doctrina que Lc recoge en otros pasajes (Luc_4:4; Luc_8:21; Luc_11:27-28).
Es lo mismo que dijo con otras expresiones: Buscad primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura (Mat_6:33).
Pero no es directamente la enseñanza de la vida contemplativa sobre la activa, sino la necesidad de que los trabajos secundarios o importantes no impidan el atender a la doctrina del Reino, al Evangelio, que es la palabra que el Señor dirigía a María de Betania 11.

1 Nestlé, N.T. Graece Et Latine, Ap. Crít. A Luc_10:1; Cf. S. Jellicoe, En Nts (1959-1960) P.319-321. 2 Joüon, L'évangile. (1930) P.363. 3 Strack-B., Kammentar. Ii P.!69ss; G. G. Gamba, La Pórtala Universalista Dell'invio Dei Settanta (Due) Discepoli, Lúe 10:1ss (1963). 3 Citado Por ]. Jeremías En Die Gleichnisse Jesu (1970) P.151 Nota 33. 4 Benoit, L'évangile S. St. Matth., En La Sainte Bible De Jerusalem (1950) P.80 Nota E; Mertens, L'hymne De Jubilation Chez Les Syn&Ptiques: Mat_11:25-30; Luc_10:21-22 (1957); Cerfaux, L'évangile De Jean Et Le Logion Johannique Des Synoptiques, En L'évangile De Jean. Eludes Et Problemas (1938) P.147-160; Les Sources Scripturaires De Mat_11:26-27; Luc_10:21-22 : Eph. Theol. Lov. (1955) P.331-342; Charlier, L'actwn De Gráces De Jesús (Luc_10:17-24): Bibl. Et V. Chrét. (1957) 87-89. 5 Mal_24:726. 6 Strack-E.,Kommentar. I P.428-429; Columela, Vii 5:18; Plinio.Mzf. Hist. 7 F. Truyols, Vida De Jesucristo (1954) P.414-415; Julien, L'égypte (1895) P.276. 8 Vosté,Parabolae. (1933) Ii P.616-635; Llemd, Parábola Boni Samaritani: Verb. Dom. (1931) 262-264; Beauvery, La Route Romaine Dejerusalem Ajericho: Rev. Bibl. (1957) 72-101; J. Daniélou, Lc Bou Samaritain: Mél. Robert (1957) 457-465; H. Gloowitzer, Das Gleichnis Vom Barmherzigen Samariter: Bibl. Stud. 34 (1962). 9 Nestlé, ? . ? . Graece Et Latine, Ap. Crít. A Luc_10:38. 10 Nestlé, O.C., Ap. Crít. A Luc_10:4ib. 11 Rizo, Marta Y María.: Est. Bíbl. (1960) 851-857; Zerwick, En Verb. Dom. (1949) 294-298; P.Sacchi, Lc Varianti Di Lúe 10:42: Parola Del Passato (1956) 200-203; E. Laland, Die Martha-Maña-Peñkopt Lukas 10:38-42: Stud. Theol. (Lund 1959) 70-85; F. Puzo, Marta Y María. Nota Exegética A Luc_10:38-42.: Est. Ecle. (1960) 851-857.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



122 (c) LA ENSEÑANZA DE JESÚS SOBRE LA MISIÓN (10,1-24). Esta sección es la más extensa meditación lucana sobre la misión. Tiene sus paralelos en Q (Mt 9,37-38; 10,7-16; 11,21-23) y en Lc 9,1-6; 22,35-38; 24,44-49. Lucas no presta atención a la misión de los discípulos en cuanto tal, sino que centra más bien sus reflexiones en la naturaleza de la misión y en las causas de sus alegrías y tristezas. 1. setenta (y dos): La aplicación de los principios de la crítica textual no aclara de forma incuestionable si el texto original decía 70 ó 72; los antiguos manuscritos apoyan ambas lecturas. Parece que el texto veterotestamentario que se encuentra tras este número es Gn 10,2-31, la tabla de los pueblos de la tierra; el TM lee 70, mientras que los LXX leen 72. En todo caso, Lucas enraíza la misión universal de su Iglesia en el ministerio de Jesús, de dos en dos: Tres son las razones para esta distribución por parejas: la ayuda mutua; garantizar la verdad de su testimonio (cf. Dt 19,15); ser una expresión viviente del evangelio de la paz (cf. vv. 5-6). Posiblemente, la pareja misionera más famosa del NT sea la formada por Pablo y Bernabé (cf. Hch 13). 3. corderos en medio de lobos: Esta poderosa imagen tiene dos dimensiones: indefensión de los misioneros cristianos ante personas hostiles; la misión cristiana inaugura una nueva era de paz y reconciliación en la que el cordero se tumbará con el lobo (cf. Is 11, 6; 65,25). 4. no saludéis a nadie: Esta acción simbólica socialmente chocante, semejante a la de los profetas (Ez 4-5), parece entrar en contradicción con lo que implica la auténtica paz. Cf. Klassen, Love of Enemies (? 91 supra) 92-93. 6. hijo de paz: Esta singular expresión forma parte del énfasis lucano sobre el mensaje cristiano de la reconciliación se aplica a quien está dedicado a la consecución de la paz. 9. El reino de Dios se manifiesta en la misión cristiana mediante la predicación y la curación de los enfermos.

123 10-16. Hasta este momento, Lucas ha acentuado la índole esencialmente positiva de la misión cristiana. Ahora introduce su aspecto negativo: así como Jesús se encontró con la hostilidad y el rechazo, de igual modo le ocurrirá a sus misioneros. Pero, como mostrará la historia de Pablo en Hechos, la palabra de Dios triunfará aunque sus predicares no sean imprescindibles. 13-15. En su actual contexto lucano, estos versículos funcionan como una advertencia dirigida a las comunidades lucanas para que respondieran favorablemente a la palabra de Dios y no imitaran las respuestas dadas a la misión de Jesús por algunas ciudades de Galilea. 16. quien a vosotros os escucha, a mí me escucha: El sentido de la misión cristiana encuentra en esta frase su expresión lapidaria: escuchar la palabra anunciada por los discípulos es escuchar la palabra de Jesús; y escuchar la palabra de Jesús es escuchar la palabra de Dios. Cf. v. 22, sobre este mismo profundo fundamento de la misión cristiana.

124 17-20. La atención se centra en los efectos de la misión realizada en el nombre de Jesús. 17. demonios: Evoca el poder de Jesús sobre los demonios en Galilea (8,26-39) y el poder que confirió a los Doce (9,1-2). Los 70 (o 72) discípulos comparten la misma autoridad. 18. Los poderes del mal son atacados y vencidos en el ministerio de Jesús y de su Iglesia. 19. «La serpiente y el escorpión eran bien conocidos en Palestina por su mortífero veneno; pero es que, además, en el AT eran considerados símbolos de todo género de males» (FEL, III, 241). En el libro de Hechos, cuenta frecuentemente Lucas cómo el Señor Jesús salva a sus misioneros de las fuerzas destructivas (p.ej., 28,1-6). 20. Lucas mitiga el entusiasmo provocado por el éxito de la misión insistiendo en un don más duradero: el tener el propio nombre inscrito en la lista de los ciudadanos del cielo.

125 21-24. Lucas concluye sus reflexiones sobre la misión desde el ámbito de la sabiduría, a diferencia del ámbito de la representación que hallamos en el v. 16. El enfoque es posterior a la resurrección, pues los discípulos, en contraste con 9,45 y 18,34, poseen el don del conocimiento y de la visión profunda mediante el que pueden entender a Jesús como la revelación del Padre. 21. estas cosas: En el contexto lucano se refiere a la naturaleza del reino de Dios, a la comunión de los discípulos en la misión de Jesús y a las relaciones de Jesús con Dios. Aunque con unos términos diferentes, la idea es la misma que encontramos en 8,10. sabios... pequeños: La sabiduría familiar pone en contraste a los que no tienen necesidad de Dios con los pequeños, que son los discípulos que se acercan a Dios con una mente y un corazón abiertos. 22. La misión cristiana tiene su fundamento más profundo en la relación del Hijo con su Padre y en el don, totalmente gratuito, del Hijo de revelar a sus discípulos la identidad del Padre, todo: «Una vez más, el sentido de panta (10,22) en su marco original se nos escapa. En el contexto lucano (y mateano) se refiere al conocimiento que el Hijo tiene del Padre y al conocimiento que solamente él puede transmitir a sus seguidores, a los pequeños» (J. A. Fitzmyer, «Abba and Jesús Relation to God», Á cause de l'évangile [Fest. J. Dupont, ed. R. Gantoy, LD 123, París 1985] 36). 23-24. En la nueva era del cumplimiento, inaugurada por Jesús, los discípulos presencian con visión profunda su actividad misionera y participan de su poder para hacer el bien. Lo que estos «pequeños» experimentan no les fue concedido a los dirigentes religiosos y políticos del pasado.

126 (d) LA MISIÓN CRISTIANA Y LA OBSERVANCIA DE LA LEY (10,25-37). Este pasaje tiene dos caras. Por una, da una lección magistral sobre la misericordia hacia los necesitados; por otra, anuncia que los no judíos pueden también observar la ley y entrar, por tanto, en la vida eterna. Este relato de controversia consta de los siguientes elementos: 10,25, pregunta de un maestro de la ley; 10,26, contrapregunta de Jesús; 10,27, respuesta del maestro de la ley; 10,28, mandato de Jesús; 10,29, nueva pregunta del maestro de la ley; 10,30-36, contrapregunta de Jesús, que contiene la parábola del buen samaritano; 10,37a, respuesta del maestro de la ley; 10,37b, mandato de Jesús. 25. para probarlo: Parece que el jurista ha oído lo que Jesús acaba de decir sobre la misión cristiana en 10,1-24. La prueba tiene que ver con la función de la ley de Dios en la salvación proclamada por los misioneros. Lucas da dos respuestas: la ley sigue siendo válida; los no judíos que observen la ley heredarán la vida eterna. Posteriormente, en 18,18-30, Lucas ofrecerá una respuesta más específicamente cristiana a la misma pregunta sobre la herencia de la vida eterna. Sobre esta doble visión lucana de la ley, cf. Wilson, Luke and the Law (? 58 supra). 27. La respuesta del jurista procede de Dt 6,5 y Lv 19,18. 28. Jesús confirma la validez de la ley para la salvación y subraya la importancia de cumplir (cf., también, vv. 25.36) los dos mandamientos. 29. pró(-)jimo: La pregunta del jurista procede de los debates sobre quién pertenece al pueblo de Dios, y, por tanto, hay que amarlo como un prójimo. 30-35. La contrapregunta de Jesús en el v. 36 se introduce extensamente por esta famosa historia ejemplar, cuyo objetivo es detener la atención del lector para obligarlo a imitar el comportamiento de un paria, de un samaritano. un sacerdote... un levita: Estos dos destacados representantes de la observancia de la ley no ayudan al hombre que había sido totalmente despojado y se encontraba aparentemente muerto, por temor a contaminarse. 36. ¿quién... fue prójimo...?: La pregunta de Jesús da la vuelta a la del jurista: No preguntes quién pertenece al pueblo de Dios para que merezca mi amor como prójimo suyo, sino pregunta, más bien, cuál es el comportamiento que incumbe a un miembro del pueblo elegido por Dios. 37. el que practicó misericordia: El jurista no se atreve a decir «samaritano». Porque practicó la ley, el marginado samaritano muestra que es realmente un prójimo, un miembro del pueblo de Dios, heredero de la vida eterna. Cf. G. Sellin, ZNW 65 (1974) 166-89; 66 (1975) 19-60.

127 (e) EL DISCIPULADO ES PARA HOMBRES Y PARA MUJERES (10,38-42). Se destaca el universalismo lucano en la presentación de Jesús actuando tres veces contra las normas culturales judías: Jesús está solo con mujeres que no pertenecen a su familia; una mujer le sirve; Jesús enseña a una mujer en su propia casa. Cf. B. Witherington, Women in the Ministry of Jesús (SNTSMS 51, Cambridge 1984) 100-3. 38. en su casa: Algunos manuscritos han omitido esta frase para armonizar este pasaje con 19,6; cf. Hch 17,7, donde Lucas usa hypodechesthai, «recibir», sin especificación de complemento de lugar. El énfasis que recibe «casa» en este exclusivo episodio lucano concuerda con la redacción lucana de Q y Marcos, en la que añadió 28 referencias a «casa/hogar» (p.ej., 8,27; 14,23). Esta perspectiva responde a su visión del cristianismo como familia; las mujeres hospedan a la Iglesia en sus casas. Cf. J. Koenig, New Testament Hospitality (OBT 17, Filadelfia 1985) 103-07. 39. a los pies del Señor. Sobre esta postura del discípulo, cf. 8,35; Hch 22,3. 40. sirviendo: En tiempos del evangelio de Lucas, diakonein se refería al ministerio cristiano (cf. 1 Cor 4,1; Rom 16,1). Como ocurre frecuentemente en sus relatos sobre la comensalidad de Jesús (5,29-39; 7,36-50; 11,37-54; 14,1-24; 19,1-10; 24,13-35), el invitado, Jesús, se convierte en la figura dominante, en anfitrión, y responde a las preguntas sobre la vida comunitaria. 42. una cosa: El sentido no es que es mejor una cazuela que siete platos. Una sola cosa debe preocupar a todos cuantos sigan a Jesús: escuchar su palabra (v. 39; cf. 8,4-21); ésta es la parte mejor.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter X.

1 Christ sendeth out at once, seuenty disciples to worke miracles, and to preach: 17 Admonisheth them to be humble, and wherin to reioyce: 21 Thanketh his father for his grace: 23 Magnifieth the happy estate of his Church: 25 Teacheth the Lawyer, how to attaine eternall life, and to take euery one for his neighbour, that needeth his mercy: 41 Reprehendeth Martha, and commendeth Mary her sister.

[The haruest great.]

1 After [ Mat_10:1 .] these things, the Lord appointed other seuenty also, and sent them two and two before his face, into euery citie and place, whither hee himselfe would come.
2 Therefore said hee vnto them, [ Mat_9:37 .] The haruest truly is great, but the labourers are few; pray ye therefore the Lord of the haruest, that he would send foorth labourers into his haruest.
3 Go your wayes: [ Mat_10:16 .] Behold, I send you forth as lambes among wolues.
4 Cary neither purse nor scrip, nor shoes, and salute no man by the way.
5 [ Mat_10:11 .] And into whatsoeuer house yee enter, first say, Peace bee to this house.
6 And if the sonne of peace be there, your peace shall rest vpon it: if not, it shall turne to you againe.
7 And in the same house remaine, eating and drinking such things as they giue: For the labourer is worthy of his hire. Goe not from house to house.
8 And into whatsoeuer citie yee enter, and they receiue you, eate such things as are set before you:
9 And heale the sicke that are therein, and say vnto them, The kingdome of God is come nigh vnto you.
10 But into whatsoeuer citie yee enter, and they receiue you not, goe your waies out into the streetes of the same, and say,
11 Euen the very dust of your citie which cleaueth on vs, we doe wipe off against you: notwithstanding, be yee sure of this, that the kingdome of God is come nigh vnto you.
12 But I say vnto you, That it shall be more tolerable in that day for Sodome, then for that citie.
13 [ Mat_11:21 .] Woe vnto thee Chorazin, wo vnto thee Bethsaida: For if the mighty workes had beene done in Tyre and Sidon, which haue beene done in you, they had a great while agoe repented, sitting in sackcloth and ashes.

[Satans fall.]

14 But it shall be more tolerable for Tyre and Sidon at the iudgment, then for you.
15 And thou Capernaum, which art exalted to heauen, shalt be thrust downe to hell.
16 [ Mat_10:40 .] Hee that heareth you, heareth me: and he that despiseth you, despiseth me: and he that despiseth me, despiseth him that sent me.
17 And the seuenty returned againe with ioy, saying, Lord, euen the deuils are subiect vnto vs through thy name.
18 And he said vnto them, I beheld Satan as lightning fall from heauen.
19 Behold, I giue vnto you power to tread on serpents and scorpions, and ouer all the power of the enemie: and nothing shall by any meanes hurt you.
20 Notwithstanding in this reioyce not, that the spirits are subiect vnto you: but rather reioyce, because your names are written in heauen.
21 In that houre Iesus reioyced in spirit, and said, I thanke thee, O father, Lord of heauen and earth, that thou hast hid these things from the wise and prudent, and hast reuealed them vnto babes: euen so father, for so it seemed good in thy sight.
22 [ Many ancient copies adde these words, And turning to his Disciples he said.] All things are deliuered to me of my father: and no man knoweth who the sonne is, but the father: and who the father is, but the sonne, and he to whom the sonne will reueale him.
23 And he turned him vnto his disciples, and said priuately, [ Mat_13:16 .] Blessed are the eyes which see the things that yee see.
24 For I tell you, that many Prophets, and kings haue desired to see those things which yee see, and haue not seene them: & to heare those things which yee heare, and haue not heard them.
25 And behold, a certaine Lawyer stood vp, and tempted him, saying, [ Mat_22:35 .] Master, what shall I doe to inherite eternall life? He said vnto him,
26 What is written in the law? how readest thou?
27 And he answering, said, Thou shalt loue the Lord thy God with all thy heart, and with all thy soule, and with all thy strength, and with all thy minde, and thy neighbour as thy selfe.

[Who is a neighbour.]

28 And he said vnto him, Thou hast answered right: this do, and thou shalt liue.
29 But he willing to iustifie himselfe, said vnto Iesus, And who is my neighbour?
30 And Iesus answering, said, A certaine man went downe from Hierusalem to Iericho, and fel among theeues, which stripped him of his raiment, and wounded him, and departed, leauing him halfe dead.
31 And by chaunce there came downe a certaine Priest that way, and when he saw him, he passed by on the other side.
32 And likewise a Leuite, when hee was at the place, came and looked on him, and passed by on the other side.
33 But a certaine Samaritane as he iourneyed, came where he was; and when hee saw him, hee had compassion on him,
34 And went to him, and bound vp his wounds, powring in oile and wine, and set him on his owne beast, and brought him to an Inne, and tooke care of him.
35 And on the morrow when he departed, hee tooke out two [ See Mat_20:2 .] pence, and gaue them to the hoste, and saide vnto him, Take care of him, and whatsoeuer thou spendest more, when I come againe I will repay thee.
36 Which now of these three, thinkest thou, was neighbour vnto him that fell among the theeues?
37 And he said, He that shewed mercie on him. Then said Iesus vnto him, Goe, and doe thou likewise.
38 Now it came to passe, as they went, that he entred into a certaine village: and a certaine woman named Martha, receiued him into her house.
39 And shee had a sister called Mary, which also sate at Iesus feet, and heard his word:
40 But Martha was cumbred about much seruing, and came to him, and said, Lord, doest thou not care that my sister hath left mee to serue alone? Bid her therefore that she helpe me.
41 And Iesus answered, and saide vnto her, Martha, Martha, thou art carefull, and troubled about many things:
42 But one thing is needefull, and Mary hath chosen that good part, which shall not bee taken away from her.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y volviéndose hacia sus discípulos, dijo: "Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo, que muchos Profetas y Reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron: y oír lo que oís, y no lo oyeron". (vv. 23-24)

Teofilato
Como antes había dicho: "Nadie conoce lo que es el Padre, sino sólo el Hijo, y aquél a quien el Hijo quiere revelarlo", llama ahora bienaventurados a sus discípulos, a quienes el Padre se da a conocer por su mediación. Por lo que dice: "Y volviéndose a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos", etc.

San Cirilo
Se vuelve hacia ellos, porque rechazando a los judíos, sordos, que llevaban la ceguera en la inteligencia y no querían ver, se daba todo entero a los que le amaban. Y llama bienaventurados los ojos que ven lo que ellos veían antes que otros. Debe advertirse que ver no representa exclusivamente la acción de los ojos, sino también la recreación de la inteligencia en los beneficios recibidos; como cuando decimos: Este ha visto los buenos tiempos, esto es, se ha alegrado en los bienes de esta vida, según las palabras (Sal_127:5): "Veas los bienes de Jerusalén". Muchos de los judíos vieron al Señor (con los ojos del cuerpo) hacer milagros y, sin embargo, no a todos convino la beatificación porque no todos creyeron ni vieron su gloria con los ojos del alma. Son, pues, beatificados nuestros ojos en que vemos, por medio de la fe, al divino Verbo hecho hombre por nosotros, imprimiéndonos la hermosura de su divinidad, para hacernos conformes a El por medio de la santificación y de la justicia.

Teofilato
Beatifica simplemente a todos los que ven con los ojos de la fe, porque los antiguos profetas y los reyes desearon ver y oír a Dios. Por lo que sigue: "Porque muchos Profetas y Reyes", etc.

Beda, cap. 43 in fine
San Mateo llama más claramente a los profetas, reyes justos (Mt 13). Son, en efecto, grandes reyes, porque no cedieron a los movimientos de las pasiones, sino que reinaron sobre ellas.

Crisóstomo, ex homiliis in Joanes
De aquí deducen algunos que los profetas no tuvieron noticia de Cristo. Pero sí desearon ver lo que los apóstoles vieron; conocieron que vendría a los hombres y les dispensaría las gracias que les dispensó. Ninguno desea lo que no conoce; luego habían conocido al Hijo de Dios. Por lo que no dice simplemente: "Quisieron verme", sino "lo que vosotros veis"; ni "oírme", sino "lo que vosotros oís". Lo habían visto, en efecto, aunque no ya encarnado, ni tratando con los hombres, ni hablándoles con tanta majestad.

Beda
Ellos, viéndolo a lo lejos, lo vieron en espejo y en enigma; los apóstoles, teniendo presente al Señor y aprendiendo de El cuanto querían, no necesitaban ser instruidos por los ángeles ni por revelaciones de otras especies.

Orígenes
Y ¿por qué dice que muchos profetas, y no todos, desearon? Porque se dice de Abraham (Jn 8) que vio el día de Cristo, y se alegró. Esta visión no todos tuvieron, sino pocos. Los otros profetas y justos no fueron tan grandes que alcanzasen la visión de Abraham y la ciencia de los apóstoles; dice que éstos no vieron, sino que desearon.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Regreso de los setenta y dos (ver Mat. 11:25-27; 13:16, 17). Jesús vio en la expulsión de los demonios una señal de que el trono de Satanás se estaba tambaleando. Pareciera que estaba hablando de una manera metafórica. Tenía la visión de la derrota espiritual de Satanás que ocurriría en la cruz; y los exorcismos, la derrota de los servidores de Satanás, confirmaban su certeza de la victoria próxima sobre su amo (ver Apoc. 12:7-10).

Pero hubiera sido un error regocijarse demasiado por eso; era posible echar demonios y aun así ser excluido del reino (cf. Mat. 7:22, 23). Es mucho mejor regocijarse de que el propio nombre está escrito en el libro de Dios (cf. Fil. 4:3).

Después Jesús agradeció a Dios de que su revelación fuera dada a la gente común, y que no estuviera ligada a la sabiduría humana. Su oración terminó con una confesión de que ese conocimiento le había sido dado por el Padre. Hay un vínculo exclusivo y mutuo de conocimiento personal entre el Padre y el Hijo, de modo que sólo el Hijo puede hacer que el Padre sea conocido. Los discípulos habían recibido ese conocimiento de parte del Hijo. La gente del pasado pudo haber visto con agrado la venida del reino, pero sólo a los discípulos se les concedió ver y oír al Hijo de Dios.

Notas. 19 Serpientes y escorpiones son símbolos de maldad espiritual (Deut. 8:25; Sal. 91:13). 22 La autenticidad de este dicho ha sido muy discutida, pero el lenguaje es plenamente judío y posiblemente salió de los labios de Jesús. Todas las cosas significa toda la revelación más bien que todo poder. La palabra conoce era usada en heb. para referirse a un conocimiento personal (como en Gén. 4:1 sobre las relaciones matrimoniales) o la elección de una persona (como en Amós 3:2). El doble uso de este verbo expresa la mutua comunión entre Jesús y su Padre que se reflejaba en sus oraciones (cf. Mar. 14:36). Por ello, sólo Jesús está calificado para revelar al Padre a otras personas. El dicho está plenamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús en Juan (p. ej. Juan 10:15) y es un puente entre los tres primeros Evangelios y el cuarto.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



12. Ver nota Mat_11:23.

15. Isa_14:13, Isa_14:15.

18. Esta es una manera simbólica de expresar la derrota de "Satanás". Ver 11. 20.

27. Deu_6:5; Lev_19:18.

28. Lev_18:5.

32. Los "levitas" eran los colaboradores de los sacerdotes en el servicio del culto.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



De las tres estrofas de que constan estos Júbilos en Mateo (Mat_11:25-30), Lucas conserva las dos primeras: la doxología al Padre y la revelación de su propia divinidad; la amorosa invitación, que forma la tercera estrofa, la omite. Además de esta omisión, son propios de Lucas el preludio (Luc_10:21), expresión del GOZO DE JESÚS EN EL ESPÍRITU SANTO, y el epílogo (Luc_10:23-24), declaración de la bienaventuranza de los que le ven y le oyen.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 10.2 Setenta y dos: Algunos mss. dicen setenta, aquí y en el v. 17.

[2] 10.3 Mt 9.37-38; Jn 4.35.

[3] 10.7 Mt 10.16.

[4] 10.4-11 Mt 10.10; cf. 1 Co 9.14; 1 Ti 5.18.

[5] 10.15 Cf. Mt 10.7-14; Mc 6.8-11; Lc 9.3-5.

[6] 10.16 Is 14.13-15.

[7] 10.19 Mt 10.40; Mc 9.37; Lc 9.48; Jn 5.23; 13.20.

[8] 10.20 Sal 91.13; Mc 16.18; Hch 28.3-6.

[9] 10.22 Cf. Dn 12.1; Flp 4.3; Ap 3.5.

[10] 10.22 Jn 3.35.

[11] 10.25-28 Jn 1.18; 10.14-15.

[12] 10.27 Cf. Mt 19.16,19 y paralelo.

[13] 10.27 Dt 6.5.

[14] 10.28 Lv 19.18.

[15] 10.29 Lv 18.5.

[16] 10.38-39 Según Lv 19.18,33-34, el deber de amar al prójimo se limitaba a los israelitas y a los extranjeros establecidos en Israel.

[17] 10.42 Jn 11.1; 12.2-3.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

A este pasaje, también presente en San Mateo (cfr Mt 11,25-27), se le ha llamado tradicionalmente el «himno de júbilo» del Señor. Es uno de los momentos en que Jesús manifiesta su alegría al ver cómo los humildes entienden y aceptan la palabra de Dios: «Los niños no reflexionan sobre el alcance de sus padres. Sin embargo, sus padres cuando ocupan un trono y poseen inmensas riquezas, no vacilan en satisfacer los deseos de sus pequeñuelos (...). No son las riquezas ni la gloria (ni siquiera la gloria del cielo lo que reclama el corazón del niñito (...). Lo que pide es el amor... No puede hacer más que una cosa: ¡amarte, oh Jesús!» (S. Teresa de Lisieux, Manuscr. autobiogr. 9).


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El Padre y el Hijo. Sólo los «pequeños», los que no tienen la pretensión de condicionar a Dios ni exigirle que actúe según los intereses personales o de grupo, sólo los humildes y sencillos están capacitados para captar y entender la excepcionalidad del tiempo mesiánico y de aceptar que en Jesús, «uno del pueblo», Dios se está haciendo presente y se está acercando a cada uno; esto llena de gozo a Jesús y por eso exterioriza su alegría a través de estas palabras de alabanza al Padre.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

10:24 San Pablo ha insistido enérgicamente en los largos silencios que han rodeado al «Misterio»: Rom_16:25+. Ver también 1Pe_1:11-12.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

10:24 San Pablo ha insistido enérgicamente en los largos silencios que han rodeado al «Misterio»: Rom_16:25+. Ver también 1Pe_1:11-12.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*9:51-19:28 La segunda parte del evangelio tiene carácter eminentemente ético, presentando la moral cristiana como un caminar con Jesús hacia Jerusalén para compartir su muerte, resurrección y ascensión al cielo.

Torres Amat (1825)



[18] Jesucristo alude en estas palabras a la rápida propagación del evangelio o buena nueva del reino de Dios.

[42] Marta, que sirve al Señor entre muchas ocupaciones temporales, es una imagen de la vida activa y María, de la contemplativa.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Lc 11:31 *1Pe 1:12