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«Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Y os responderá: “No sé de dónde sois.” (Lucas 13, 25) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 13

b) Los acontecimientos invitan a la conversión (Lc/13/01-09)

1 En aquel tiempo se presentaron unos para anunciarle lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ellos ofrecían. 2 él les respondió: ¿Pensáis que esos galileos, por haber sufrido semejante suerte, eran mas pecadores que todos los demás galileos? 3 Nada de eso -os lo digo yo-; pero, si no os convertís, todos pereceréis igualmente.

Mientras hablaba Jesús del significado de la hora presente como de un tiempo de decisión fijado por Dios, se presentaron algunos, probablemente galileos, que le refirieron cómo el procurador romano, Pilato, había mandado degollar a algunos galileos en el atrio del templo mientras ofrecían sacrificios. Acerca de este hecho no tenemos información fuera del relato evangélico. Sin embargo, no parece imposible en la historia de la administración de Pilato. Los galileos propendían a la lucha, sobre todo si estaban afiliados al partido de los celotas, que querían imponer con la fuerza un cambio político. Pilato era duro y cruel. La acción era tanto más horrorosa, por cuanto la sangre de los sacrificantes se había «mezclado» con la sangre de los sacrificios. La cruel ejecución de los galileos tuvo lugar en una fiesta de pascua; en efecto, debido al gran número de víctimas, los hombres mismos inmolaban los corderos, cuya sangre derramaban los sacerdotes sobre el altar. Las gentes estaban horrorizadas al ver derramada sangre humana, profanados los sacrificios, y a los romanos atentando incluso contra lo que estaba consagrado a Dios.

Las gentes refirieron a Jesús lo sucedido, seguramente porque pensaban que también él quedaría impresionado y hasta quizá podría intervenir. Se preguntaban por qué Dios había dejado matar a aquellos galileos mientras sacrificaban y creían que la explicación estaba en que eran pecadores y habían recibido el castigo que merecían sus pecados. Los judíos decían: No hay castigo sin culpa; las grandes catástrofes presuponen graves pecados. Jesús enfoca el acontecimiento referido a la luz de su predicación acerca del sentido del tiempo presente. Aquí no niega la conexión entre pecado y castigo. Lo que no es correcto es concluir de este hecho que aquellos galileos castigados hubieran sido más pecadores que los demás galileos. Todos son pecadores, todos son reos del castigo de Dios. Por eso todos tienen necesidad de convertirse y de hacer penitencia si quieren librarse de la condenación que les amenaza.

4 Y de aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5 Nada de eso -os lo digo yo-; pero, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Tampoco de esta desgracia tenemos noticias extraevangélicas. La muralla sur de Jerusalén corría hacia el este hasta la fuente de Siloé. Probablemente había allí un torreón de la muralla. Podemos conjeturar que este torreón se había derrumbado durante las obras de conducción de aguas ejecutadas por Pilato. Todavía se recordaba la catástrofe. En este suceso se trata de una desgracia que no se debió directamente a intervención humana. En tal caso era todavía más obvio pensar que se trataba de un castigo de Dios. Jesús no niega el carácter de castigo del accidente. Sin embargo, lo sucedido es un aviso y un llamamiento a la conversión. Los dieciocho habitantes de Jerusalén que habían sido víctimas de la catástrofe no eran más culpables que los demás habitantes de la ciudad.

Los acontecimientos de la época no son interpretados por Jesús políticamente, sino sólo en sentido religioso. Dado que Jesús está penetrado de la idea de que se ha iniciado el tiempo final, enjuicia el tiempo con normas propias de los tiempos finales. Lo que sucede en el tiempo es evocación del tiempo final, las catástrofes políticas y cósmicas son señales de la catástrofe del tiempo final. El tiempo final exige decisión, conversión, penitencia. Incluso todas las catástrofes que se producen en el tiempo son una llamada a entrar dentro de nosotros mismos, anuncian la necesidad de volverse a Dios. Es endurecimiento de los hombres el no convertirse a pesar de las pruebas. «El resto de la humanidad, los que no fueron exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos, de modo que no dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar. Y no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos» (Rev_9:20 s).

6 Entonces les proponía esta parábola: Un hombre tenía plantada una higuera en su viña; fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró. 7 Dijo, pues, el viñador: Ya hace tres años que estoy viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a estar ocupado inútilmente el terreno? 8 Dícele el viñador: Señor, déjala todavía este año; ya cavaré yo en derredor de ella y le echaré estiércol, 9 a ver si da fruto el año que viene; de lo contrario, entonces la cortarás.

En las viñas de Palestina se suelen plantar también árboles frutales. Su cuidado, al igual que el de las cepas, está confiado al viñador que está al servicio del dueño de la viña. Las viñas eran lugar propicio y preferido para las higueras; por eso se explica que el propietario de la viña espere frutos de la higuera. Sin embargo, tres años había esperado en vano. Hay que arrancar el árbol que absorbe inútilmente los humores de la tierra. Sin embargo, el hortelano quiere hacer todavía una última tentativa bondadosa, a su árbol preferido quiere tratarlo con preferencia. Si esta última prueba resulta inútil, entonces se podrá arrancar ese árbol que no da fruto.

También esta parábola está destinada a interpretar el tiempo de Jesús. Es el último plazo de gracia que el Hijo de Dios recaba de su Padre. La elección de la imagen evoca la acción de Dios en la historia de la salvación. Los profetas habían comparado ya a Israel con una viña. «La viña de Yahveh Sebaot es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantío escogido» (Isa_5:7). La historia de la salvación ha alcanzado ahora su meta. El tiempo final ha alboreado, el juicio amenaza, se ofrece la última posibilidad de conversión, la acción de Jesús es el último ruego dirigido a Dios para que tenga paciencia, es la última y fatigosa tentativa de salvación. El tiempo de Jesús es la última posibilidad de tomar decisión causada por el amor de Jesús. Su obra es intercesión por Israel y juntamente acción infatigable encaminada a conducir a Israel a la conversión.

Todo lo que tiene lugar en el tiempo de Jesús es iluminado por el hecho salvífico que se ha iniciado con Jesús; todo: los hechos políticos, las catástrofes históricas, la acción de Jesús. El tiempo final ha llegado. Es la oferta hecha por Dios para que se tome decisión, es invitación a la conversión y a la penitencia. Como Juan, también Jesús predica que hay que hacer penitencia, que no hay que dejarlo para más tarde, que hay que dar fruto con el cambio de vida y con las obras. Jesús va más lejos que Juan. Aunque sabe que el juicio se acerca y que va a caer sobre Jerusalén la sentencia de destrucción; sin embargo, interviene en favor de su pueblo, ofrece amor, sacrificio y vida por Israel, a fin de que todavía se salve. Jesús es intercesor en favor de Pedro (22,32) y de Israel (23,34).

c) Se inicia la era de salvación (Lc/13/10-21)

10 Un sábado, estaba él enseñando en una sinagoga. 11 Y precisamente había una mujer que desde hacía dieciocho años tenía una enfermedad por causa de un espíritu, y estaba toda encorvada, sin poder enderezarse en manera alguna. 12 Cuando la vio Jesús, la llamó junto a sí y le dijo: Mujer, ya estás libre de tu enfermedad; 13 y le impuso las manos. lnmediatamente se puso derecha, y daba gloria a Dios. 14 El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dirigiéndose al pueblo, decía: Seis días hay a la semana para trabajar; venid, pues, en ellos para ser curados, pero no precisamente en sábado. 15 Pero el Señor le contestó: ¡Hipócritas! ¿Acaso cualquiera de vosotros, en sábado, no desata del pesebre su buey o su asno, para llevarlo a beber? 16 Pues entonces, a ésta, que es hija de Abraham, a la que Satán tenía atada desde hace dieciocho años, ¿no había que desatarla de esta atadura, aunque fuera en sábado? 17 Y mientras él decía esto, todos sus adversarios se sentían avergonzados; pero el pueblo entero se alegraba de todas las maravillas realizadas por él.

El tiempo de Jesús es un tiempo de decisión otorgado por Dios: comienzo de la eterna perdición, comienzo de la salvación eterna. La curación de la mujer encorvada es señal del alborear del tiempo de salvación. En pocos rasgos, pero con profundo sentido, se representa lo que significa el tiempo de Jesús. Delante de Jesús, la gran miseria: una mujer que lleva dieciocho años bajo el dominio del mal espíritu, enferma, encorvada, sin posibilidad de erguirse, completamente inclinada hacia la tierra, sin dirigir la mirada hacia arriba. Jesús se enfrenta con esta miseria: mira a la mujer lleno de compasión, la llama, le dirige su palabra, le impone las manos. Con esto se esboza todo lo que Jesús hacía siempre. La salvación alborea en esta mujer: ella se ve libre de las cadenas de Satán y de la enfermedad, se yergue y cobra alientos, se ve en libertad para glorificar a Dios. Lo que la primera aparición en la sinagoga había mostrado en forma programática, se cumplió también ahora: «Proclamar libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos» (4,18). La salud está aquí.

Pero el jefe de la sinagoga no conoce las señales del tiempo. Es uno de esos hipócritas que saben interpretar correctamente las señales en la tierra y en el firmamento, pero se hacen refractarios al alborear del tiempo de salvación y por eso no interpretan tampoco debidamente las señales que se producen. Su interpretación de la ley, su aferrarse encarnizadamente a la tradición humana, su inaccesibilidad al amor y a la misericordia con una persona afligida le quita la posibilidad de comprender debidamente el tiempo. Los adversarios de Jesús acaban confundidos: ante el pueblo y todavía más en el juicio de Dios.

El nuevo sentido que da Jesús al sábado ilumina también el tiempo de salvación que él anuncia y aporta. La ley del reposo sabático se pone al servicio del hombre, en él se glorifica Dios mostrando misericordia a los hombres. El hombre vuelve a recuperar dignidad; no debe posponerse a los animales (al buey y al asno). Ahora se cumplen las grandes promesas que había hecho Dios a Abraham al comienzo de la historia de salvación. La mujer es tratada como hija de Abraham. Se quebranta el dominio de Satán, el hombre se ve libre de las cadenas que le habían echado Satán y su séquito: el pecado, la enfermedad y la muerte. Jesús redime de la pesada carga que había impuesto a los hombres la interpretación de la ley. Por eso dice también: Hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mat_11:28). El sábado se convierte en día de gozo para todo el pueblo. Es la fiesta de la conclusión de la obra de la creación, la glorificación de Dios en la consideración de lo que había sucedido. «Y vio Dios que era muy bueno todo cuanto había hecho» (Gen_1:31). La obra de la creación halla su consumación en la obra salvífica del tiempo final; en la acción salvífica de Jesús se ha dado al sábado su más profundo sentido. El pueblo entero se alegraba de todas las maravillas que se habían realizado en él. «Aún le queda al pueblo de Dios un reposo sabático. Porque el que entra en el reposo de Dios, también él descansa de sus obras, como Dios de las suyas propias» (Heb_4:9-11). Al final no se halla el juicio, sino la redención y salvación definitiva del hombre, a condición de que quiera hacerse accesible al amor de Dios.

18 Decía, pues: ¿A qué se parece el reino de Dios, y a qué lo compararé? 19 Se parece a un grano de mostaza que un hombre tomó y echó en su huerto; creció y se convirtió en árbol, y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas. 20 Y nuevamente dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Se parece a un poco de levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa.

La fórmula introductoria que dice que el reino de Dios se parece a un grano de mostaza... a un poco de levadura. quiere decir que con el reino de Dios sucede como con... Lo que se compara es el contraste entre la pequeñez de los comienzos y el grandioso final. El grano de mostaza es la más pequeña de todas las semillas en el mundo entero (Mar_4:31), del tamaño de una cabeza de alfiler. Si se echa en la tierra y crece, se hace como un árbol, tan grande que los pájaros pueden anidar en sus ramas. En el lago de Genesaret alcanza el arbusto de mostaza una altura de dos metros y medio a tres. Algo parecido se puede decir de la levadura. La mujer hacía cada mañana el pan para la familia. La víspera metía la levadura dentro de la masa. Muy poco, un puñado basta para gran cantidad de harina (3 medidas = 36,44 litros). Durante la noche fermenta toda la masa gracias a ese poco de levadura. Se compara el comienzo insignificante y oculto con el grandioso resultado final.

El reino de Dios se ha iniciado con la acción de Jesús. Jesús lo anuncia y lo aporta, lo promete a los discípulos. También los discípulos lo anuncian. La acción de Jesús muestra que el reino de Dios está presente: sus curaciones, sus expulsiones de demonios son señales del alborear del reino de Dios. Pero esto no sucede de modo que cada cual pueda decir: Aquí está el reino de Dios. Sólo lo descubre el que tiene la sabiduría de Dios. Sólo la fe es el camino para llegar a este conocimiento. El reino de Dios es todavía un misterio en el que no son iniciados todos, sino solamente los discípulos. Los discípulos deben todavía orar para que venga el reino (11,2). Los discípulos que tienen participación en el reino son todavía un pequeño rebaño (12,32). Como en el caso del grano de mostaza y de la levadura es pequeño el principio, pero con la seguridad de que el reino vendrá con gloria y grandeza. Brota de comienzos pequeños. Ahora sólo ha alcanzado a pocos, pero un día lo penetrará todo.

Jesús, con su predicación y su acción, trajo el reino de Dios. Su tiempo es tiempo de salud, aunque con un comienzo pequeño e imperceptible. Una día alcanzará el reino de Dios su gran desarrollo. La parábola no se refiere sólo al comienzo y al fin, sino también al tiempo intermedio. El grano de mostaza se desarrolla y se convierte en un gran árbol, la levadura está oculta en la masa hasta que todo llega a fermentar; no está inactiva. El período que va desde la entrada de Jesús en el cielo hasta su venida en gloria no está abandonado por la actividad del reino de Dios. El reino de Dios ha venido y todavía tiene que venir, está visible en la acción de Jesús y todavía está en camino, es real y todavía tiene que realizarse... Cierto es que la acción de Jesús es presencia del reino de Dios. Cierto también que la consumación ha de aguardarse todavía; en cambio, sobre el período intermedio entre el principio y el fin no se ha dicho nada claro, porque Jesús se fija ante todo en el principio y en el fin. Sin embargo, crece... No hay poder capaz de detenerlo.

Parte tercera

CAMINO DE JERUSALéN (Continuación)

La vida itinerante de Jesús es renuncia. Así debe ser por disposición divina. Como tal, ha de ser modelo para los que le sigan, y muy en particular para sus discípulos. La primera sección del relato del viaje comenzó con el llamamiento a seguir a Jesús en su marcha hacia Jerusalén (9,51-62), la segunda muestra claramente adónde se va: a Jerusalén, a la ciudad de la glorificación de Jesús, pero también a la ciudad de su muerte. Quien quiera ser glorificado con él, debe estar también resuelto a tomar en serio su seguimiento como discípulo y a elegir. La tercera sección del relato del viaje conducirá cerca de Jerusalén: el reino de Dios está ya presente, el Hijo del hombre ha de venir. ¿Cuáles son las condiciones para que la venida no acabe en condenación, sino en salvación (17,11-19,27)? Lo que tiene lugar durante la marcha de Jesús hacia Jerusalén servirá de enseñanza a la Iglesia, que entra en la gloria mediante una labor itinerante de misión y pasando por persecuciones y sufrimientos. Se ponen en claro cuestiones actuales de la realidad de la Iglesia contemporánea de Lucas, y esto en función de Cristo. No son tratadas sistemáticamente, sino resueltas en escenas gráficas, para cuya composición posee Lucas un arte especial.

Il. EN EL CAMlNO (13,22-17,10).

1. HACIA JERUSALéN (13,22-35).

a) La ciudad de la glorificación (Lc/13/22-30).

22 Y atravesaba ciudades y aldeas, enseñando y siguiendo su camino a Jerusalén.

Jesús está en camino. Su viaje es viaje de misión, su caminar es acción, su acción es enseñar (Cf.4,15.31; 5,3.17; 6,6; 13,10; 19,47; 20,1.21; 21,37; 23,5). Enseña que las promesas divinas de salvación, contenidas en la Escritura, se están cumpliendo ahora por medio de él (4,21); enseña el camino de Dios (20,21), la forma de vida que aguarda Dios de los hombres; enseña los caminos de salvación (Act_16:17), lo que es necesario para alcanzar la salvación eterna (cf. 13,23).

Expone su doctrina en ciudades y aldeas; a todos se ofrece la salvación que él anuncia. Todos son llamados a tomar una decisión, a optar por la voluntad de Dios o contra ella en este tiempo de salvación, que se inaugura. Los dos escritos de Lucas están llenos de una dinámica apostólica sin reposo, impuesta por la necesidad de la misión divina (13,33), la voluntad salvadora de Dios. Jesús, que camina de un lugar a otro, es modelo de los apóstoles itinerantes, su camino prepara el testimonio apostólico. De los apóstoles se dice: «Después de dar pleno testimonio y de predicar la palabra del Señor... iban evangelizando muchas aldeas de samaritanos» (Act_8:25). «Felipe se encontró en Azoto y de paso iba evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea» (Act_8:40). Sobre todo Pablo es, según los Hechos de los apóstoles, el viajero infatigable. La aparición de Jesús en Israel indica la futura misión de la Iglesia y es su presupuesto histórico. La meta de la marcha de Jesús es Jerusalén (Act_9:51). Allí le aguarda la «elevación»: pasión y glorificación, muerte y ascensión al cielo. El término de su peregrinación es el cielo; los apóstoles le miraban mientras «se iba» al cielo (Act_1:10). Lo que Jesús experimenta y enseña en su marcha indica a los discípulos el camino de la resurrección personal y de la salvación. Los apóstoles son «siervos del Dios Altísimo, que anuncian el camino de salvación» (Act_16:17). «Confirman los ánimos de los discípulos, exhortándolos a permanecer en la fe y diciéndoles que por muchas tribulaciones tenemos que pasar para entrar en el reino de Dios» (Act_14:22).

23 Uno le preguntó: Señor, ¿son pocos los que se salvan?

¿Quién se salva? ¿Quién va al cielo? ¿Quién entra en el reino de Dios? Estas son preguntas candentes que se presentan en el camino de la vida. ¿A quién no le escuece en el alma la cuestión de la salvación y de la salud? Uno le pregunta por el número de los que se salvan. ¿Son pocos? Aquel hombre se dirige a Jesús como al Señor. Para él es Jesús una autoridad destacada en cuestiones de la salvación al final de los tiempos. Le hacían estas preguntas: «¿Qué haría yo para heredar la vida eterna?» (Act_18:18), «¿Cuándo vendrá el reino de Dios?» (Act_17:20), «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?» (Act_1:6). Como Señor que es, dispone del reino, porque el Padre se lo ha confiado (Act_22:28).

La doctrina de los fariseos dominante en la época de Jesús decía: «Todo Israel tiene participación en el mundo venidero» (Mishna, Sanhedrín 10,1) En otros círculos se pensaba en forma más pesimista: «Sólo a pocos traerá alivio el mundo venidero, a muchísimos, en cambio, fatiga» (4Ezr_5:47). ¿Qué decir? Jesús no zanja la cuestión, no quiere zanjarla. ¿Por qué pregunta el hombre por el número? ¿No busca ocultamente seguridad en el número? Si todo Israel se ha de salvar, entonces está uno seguro. Si el número es pequeño, ¿para qué, pues, molestarse? Los números son un impedimento para lo que quiere Jesús con su predicación. Jesús llama a tomar partido por el actual ofrecimiento de Dios. Esto es lo que importa, no saber el número...

23b él les contestó: 24 Esforzaos por entrar por la puerta estrecha; que muchos -os lo digo yo- intentarán entrar, pero no lo conseguirán.

La salvación al final de los tiempos se asemeja a un banquete que se celebra en una sala cuya puerta es estrecha. Hay que imaginársela muy estrecha. Con una imagen un tanto atrevida dice Jesús en una ocasión que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios (Ezr_18:25). Delante de la puerta se produce gran aglomeración. Todos quieren entrar y participar en el banquete. Sólo el que emplea la fuerza puede abrirse paso entre la multitud apiñada. Sólo el que se impone las fatigas de una competición puede lograr entrar.

El deportista pone en juego en los últimos minutos todas las fuerzas que han de decidir la victoria. Para salvarse es necesario emplear todas las fuerzas. Jesús invita: Esforzaos. Los escritos apocalípticos, que por los días de Jesús hablaban mucho del tiempo final y de la gloria, contaban entre las mayores satisfacciones de los que iban por los caminos del Altísimo, «el haber combatido en dura pelea para sofocar la malicia ingénita, de modo que ésta no los lleve de la vida a la muerte» (4Ezr_7:92). Jesús mismo combatió de esta manera en el huerto de los Olivos y poniendo en tensión todas sus fuerzas tomó en su mano el cáliz de la pasión y la muerte que le estaba reservada (Ezr_22:44). Para llegar a su elevación al cielo tiene que pasar por esta tensión y por este forcejeo. E1 camino de la salvación es el seguimiento de Jesús por el camino de Getsemaní y del Calvario, por la aceptación de la muerte y por la muerte misma (Ezr_9:57-62). De estos esfuerzos y de este combate escribe Pablo: «Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, para la que fuiste llamado y cuya profesión hiciste en una hermosa confesión ante muchos testigos» (1Ti_6:12). Y otra vez: «He combatido el buen combate, he realizado plenamente la carrera, he guardado la fe. Y ahora está ya preparada para mí la corona de justicia, con la que me retribuirá en aquel día el Señor, el juez justo, y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan mirado con amor su aparición» (/2Tm/04/07s).

La puerta estrecha sólo está abierta por cierto tiempo. Desde que Jesús anunció el tiempo de salvación, está abierta la puerta (1Ti_4:21). El plazo vencerá cuando venga el Señor a juzgar. ¿Cuándo será esta hora? ¿Cuándo se cerrará la puerta? Nadie lo sabe. Aun cuando el tiempo se «extienda» hasta el fin, permanece incierto el momento en que se ha de cerrar la puerta. Se ha inaugurado el tiempo de salvación, ahora es el tiempo final. El llamamiento de Jesús impele a tomar una decisión, que no se puede diferir.

Muchos... no lo conseguirán. Los discípulos, a quienes el Padre ha tenido a bien dar el reino, son sólo un pequeño rebaño (1Ti_12:32). «Es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que dan con ella» (/Mt/07/14). Así pues, Jesús, con estas palabras, ¿indica, con todo, un número y resuelve la cuestión de aquel hombre innominado con el pesimismo del libro cuarto de Esdras? Jesús no quiere indicar ningún número; lo que sí quiere es poner en guardia, urgir, estimular a emplear todas las fuerzas, llamar a una decisión.

25 Después que el amo de casa se haya levantado a cerrar la puerta, vosotros os quedaréis fuera y comenzaréis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. Pero él os responderá: No sé de dónde sois vosotros.

La situación ha cambiado. El amo de casa se ha levantado, el banquete comienza, se cierra la puerta. El que no haya entrado todavía tendrá que quedarse fuera. Los que están fuera llaman. Por un agujero de la puerta hablan con el amo de casa. él había enseñado por sus calles. Ellos eran sus contemporáneos. El amo de casa es Jesús. Todo llamar y todo rogar (1Ti_11:9 s) resulta inútil. No se utilizó la puerta que estaba abierta. Se ha perdido definitivamente el «ahora» para entrar. La llamada de Jesús no consiente dilaciones; es la llamada del profeta que prepara para el tiempo final, es la llamada de última hora. Una vez que ha pasado el tiempo de salvación, sólo queda el juicio. El que no aceptó la salvación ofrecida, queda excluido y no es reconocido por Jesús, amo de la casa (cf. 12,9).

26 Entonces os pondréis a decir: Hemos comido y bebido en tu presencia, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Pero él os repetirá: No sé de dónde sois; alejaos de mí todos los ejecutores de injusticia.

Los que quedan excluidos recuerdan al amo de la casa sus pasadas relaciones con él. Le recuerdan la comunidad de mesa: Hemos comido y bebido en tu presencia; le recuerdan la comunidad de maestro y discípulos: en nuestras plazas enseñaste. El Señor había entrado con ellos en la comunión del dar y recibir. Había vivido en su pueblo, había ejercido su actividad en medio de ellos. Todas las invocaciones de esta comunidad son ahora en vano. Su palabra no fue tomada en serio, no se procedió según la voluntad de Dios por él anunciada. Son ejecutores de injusticia.

Es voluntad de Dios que se oiga y se ponga en práctica el llamamiento de Jesús, que se siga su doctrina, que se acepte el ofrecimiento hecho por Dios por medio de él. No aprovecha el haber sido del mismo pueblo que Jesús, y ni siquiera el haber sido discípulo suyo, si no se pone en práctica lo que él proclama. «No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos» (/Mt/07/21).

No salva la comunidad de mesa con Jesús y el bautismo, ni el haber oído su palabra como discípulo, si todo esto no va unido con la obediencia de obra a las palabras de Jesús, con la decisión personal en su favor. Aunque nosotros, cristianos, tengamos comunidad de mesa con Jesús que mora entre nosotros, aunque oigamos su palabra en la liturgia y aunque comamos su carne y bebamos su sangre, todo esto no nos salva si no le obedecemos, si no cumplimos la voluntad de Dios anunciada por él, si no nos decidimos por él (cf. 1Co_10:1-11).

28 Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios y vosotros echados fuera. 29 En cambio, habrá quienes vengan de oriente y de occidente, del norte y del sur, a ponerse a la mesa en el reino de Dios. 30 Porque mirad que hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.

Allí, delante de la puerta cerrada, habrá llanto y rechinar de dientes. Es el conocido dolor de la desesperación, tantas veces expresado (Mat_8:12; Mat_13:42.50 ; Mat_22:13; Mat_24:51; Mat_25:30). Los que se han quedado fuera, los que han sido excluidos, descubren que rechazaron a la ligera la gracia de Dios y que ahora están irremisiblemente perdidos. Lloran. El remordimiento desesperado sacude todo su ser, su alma y su cuerpo, les rechinan los dientes. Ellos mismos se atormentan pensando que no aprovecharon el momento oportuno ni pusieron en juego todas sus fuerzas para alcanzar la salvación ofrecida.

Su dolor y los reproches que se hacen son tanto mayores, por cuanto ven en los patriarcas y profetas la espléndida salvaci6n que también para ellos estaba preparada, que les estaba destinada especialmente, porque Abraham, Isaac y Jacob eran sus patriarcas e intercesores, porque ellos tenían la enseñanza de los profetas, que conduce a la salvación. «Lanzan gritos los pecadores cuando ven cómo resplandecen aquéllos (los justos)» (Henoc 108,15). Les es especialmente doloroso ver la recompensa que está reservada a los que creyeron en los testimonios del Altísimo (4Ezr_7:83). Jesús habla de las suertes escatológicas en el estilo de la apocalíptica de la época, pero lo nuevo de su predicación está en que la decisión sobre salvación o perdición se pronuncia en razón del cumplimiento de su palabra, del seguimiento de Jesús, de la decisión personal en su favor.

Nadie puede culpar a Dios si no logra salvarse, pues hasta los gentiles pueden entrar en el reino de Dios. Ahora se cumple la predicción profética de la peregrinación escatológica a la montaña de Dios: «Yahveh Sebaot preparará a todos los pueblos, sobre este monte, un festín de vinos generosos, de manjares grasos y tiernos, de vinos selectos y clarificados..* Y destruirá a la muerte para siempre, y enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, y alejará el oprobio de su pueblo, lejos de toda la tierra» (Isa_25:6-8). Los que se hayan salvado cantarán el cántico de acción de gracias a que aluden las palabras del texto: De oriente y de occidente, del norte y del sur: «Alabad a Yahveh, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Digan así los rescatados de Yahveh, los que él redimió de mano del enemigo, y los que reunió de entre las tierras de oriente y de occidente, del aquilón y del austro» (Psa_106:1-3).

Los últimos tiempos invierten las condiciones presentes: Hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos. Hay paganos que entrarán en el reino de Dios, y judíos que serán excluidos de él. Los judíos habían sido privilegiados en la historia de la salvación. Por sus antepasados habían recibido las promesas llenas de bendiciones de Dios, y por los profetas la palabra y la guía de Dios; pero esta posición privilegiada no basta para salvarlos. Los gentiles estaban privados de los privilegios del pueblo de Dios, pero son admitidos en la celebración del banquete que es imagen del reino de Dios. Se salva el que acepta el mensaje de Jesús, se decide por él y le sigue.

En el tiempo de salvación, que se ha inaugurado con Jesús, ofrece Dios a los judíos como a los gentiles la salvación, de la que se decide según la posición adoptada frente a Jesús. Su palabra exige esfuerzo y lucha, seguimiento en el camino de Jerusalén, donde le aguarda la muerte y la ascensión al cielo. ¿Serán sólo pocos los que se salven? Nadie puede hacer valer derecho alguno a la salvación, pero en Jesús ha ofrecido Dios la salvación a todos.

b) La ciudad de la muerte (Lc/13/31-35).

31 En aquel momento se le acercaron unos fariseos para decirle: Sal y vete de aquí, que Herodes quiere matarte.

Jesús pasaba por el territorio de Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.), que comprendía Galilea y Perea (al este del Jordán). Los fariseos que se dirigen a Jesús parecen actuar por encargo de Herodes. Al tetrarca le inquieta la actividad de Jesús (Psa_9:7 ss). Teme a él y teme el alboroto que puede suscitar en el pueblo. Por eso quiere verlo lejos de su tierra. Si proyectaba efectivamente matarlo, es cosa de que se puede dudar; en efecto, la ejecución del Bautista hubo que obtenerla de él con astucia (Mar_6:24-26) y todavía no pudo olvidarlo durante largo tiempo (Mar_9:9). Ni siquiera aprovechó la oportunidad legal de matar a Jesús (Mar_23:15). El mensaje llevado a Jesús parece haber sido solamente una «falsa alarma», un tiro al aire con el fin de echar del país al hombre molesto e inquietante. Que se tomara en consideración y se expresara la idea de matar a Jesús, proyecta luz sobre la situación en que él se halla. Jesús se encamina a Jerusalén, donde le aguarda la muerte.

32 Pero él les contestó: Id y decid a ese zorro: Yo expulso demonios y realizo curaciones hoy y mañana, y al tercer día tendré terminada mi obra. 33 Sin embargo, hoy, mañana y pasado tengo que seguir mi camino, porque no cabe que un profeta pierda la vida fuera de Jerusalén.

El camino de Jesús no lo determinan los poderes de este mundo. Herodes interpreta la actividad de Jesús como peligro político y causa de desorden, por lo cual quiere alejarlo de su territorio sin hacer uso de la fuerza. Es un zorro, astuto y cobarde. Los zorros sólo salen de noche y secretamente para sus rapiñas; cuando la luz crea peligro, se esconden en sus madrigueras (Eze_43:4 s). Quiere desentenderse de Jesús con ardides, sin tomar partido por él o contra él. Algunos fariseos están identificados con él. Jesús exige decisión.

Herodes presume de poder disponer de la vida de Jesús. Pero no son hombres los que determinan su acción, sino Dios. Con poder divino expulsa Jesús demonios y realiza curaciones. «Dios ungió a Jesús con Espíritu Santo y poder; Jesús pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Act_10:38). Quien es señor que domina a los malos espíritus y libra de las enfermedades no sucumbe a la malicia de un zorro, de un homúnculo como era Herodes. La vida y la acción de Jesús sólo dependen de la voluntad de Dios.

Hoy y mañana realiza Jesús curaciones y al tercer día habrá terminado. Poco tiempo le queda ya para obrar. Su palabra es una advertencia para los que le advierten a él, pues también los fariseos contribuirán a su muerte (6,11; 11,53). Jesús sabe que le aguarda la muerte. No esquiva su muerte, pues ésta es voluntad de Dios que debe cumplirse. Ni su muerte destruye su trabajo, sino que lo corona y lleva a término su obra (12,50; Joh_19:30). La Iglesia se propaga, pese a todas las resistencias; Pablo llega a Roma, meta de su misión, pese a la conspiración de todos los poderes (2Co_11:23-33).

Con misteriosas palabras dice Jesús: hoy, mañana y al tercer día. En el profeta Oseas se hallan estas palabras: «él nos dará vida a los dos días, y al tercero nos levantará y viviremos ante él» (Hos_6:2). Proviene de un cántico de penitencia, que el profeta pone en boca de los dos pueblos hermanos, Efraím y Judá. En el infortunio nacional que ha pesado sobre ellos ve el profeta la mano de Dios que castiga, pero tiene también la firme seguridad de que Dios volverá a reanimar a los dos pueblos. Con sus misteriosas palabras parece Jesús aludir a este dicho del profeta y anunciar su resurrección (*). Su muerte, a la que sale al encuentro en Jerusalén, no es su fin; seguirá su revivificación y su glorificación. La palabra del profeta y la historia del pueblo de Dios aguardan este «tercer día» como día de la salvación. La marcha de Jesús hacia Jerusalén, donde le aguardan muerte y resurrección, cumple todas las promesas de la historia de nuestra salvación.

Dado que Jesús se reconoce como profeta, sabe también que le ha de tocar la suerte de los profetas (**). El profeta no puede perder la vida fuera de Jerusalén. Los judíos no son sólo «hijos de los profetas» (Ad 3,25), sino también hijos de los asesinos de los profetas (6,23; 11,47s). «¿A quién de entre los profetas no persiguieron vuestros padres? Hasta dieron muerte a los que preanunciaban la venida del Justo, de quien vosotros ahora os habéis hecho traidores y asesinos» (Ad 7,52). Una antigua queja se encierra en estas palabras de san Esteban. El profeta Jeremías formula contra su pueblo la queja: «La espada ha devorado a vuestros profetas como devora el león» (Jer_2:30). Nehemías reprocha a su pueblo: «Mataron a tus profetas, que los reprendían para convertirlos a ti» (Neh_9:26) (***). En Jerusalén se tocan las gracias de la proximidad de Dios y la obstinada rebelión contra la voluntad de Dios. El curso de la historia de la salud llega también a su término en el hecho de marchar Jesús hacia Jerusalén: la máxima gracia de la proximidad de Dios, la recusación hasta la ejecución de aquel en quien Dios visita a su pueblo (Neh_7:16).

...............

* El tercer día es muy significativo en la historia de Israel: Exo_19:10-11; Jos_1:11; Gen_22:4; ,3; Est_13:8-15, 15.

** Especialmente en Lucas aparece Jesús frecuentemente como profeta: Est_7:16-39; Est_24:19; Act_3:22 s; Act_7:37; cf. Joh_4:19; Joh_6:14; Joh_7:40; Joh_9:17.

*** Cf.también Jer_26:20-23; 2Ch_24:21; 1Ki_19:10.14.

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34 ¡Jerusalén, Jerusalén, la que meta a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis. 35 Mirad que vuestra casa se quedará para vosotros. Pero yo os digo: Ya no me veréis hasta que llegue el momento en que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

El profeta, Jesús mismo, ejecuta la lamentación sobre Jerusalén. Los enviados de Dios en los tiempos pretéritos ofrecieron de parte de Dios la salvación a esta ciudad, pero Jerusalén los mató y los apedreó como a blasfemos. La historia del repudio de Dios alcanza ahora su punto culminante. La palabra de Jesús es la última palabra de Dios, llamamiento a la decisión de los últimos tiempos.

Todo el amor de la acción salvadora de Dios en la historia está recogida en la misión y predicación de Jesús. En todo tiempo se había dejado oír ya en el Antiguo Testamento la palabra relativa al ave que cuida de sus polluelos y los protege, pero nunca con tanta ternura como en las palabras de Jesús. Dios «halló a su pueblo en tierra desierta, en región inculta, entre aullidos de soledad; lo rodeó y le enseñó, lo guardó como a la niña de sus ojos. Como el águila que incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así él extendió sus alas y los cogió, y los llevó sobre sus plumas» (/Dt/32/10s). «Como las aves que revolotean, así protegerá Yahveh Sebaot a Jerusalén, protegiendo, librando, preservando, salvando» (Isa_31:5). «¡Cuán magnífica es, oh Yahveh, tu misericordia; ampáranse los hombres a la sombra de tus alas!» (Psa_3:8) (*).

Jesús quería recoger a los hijos de Jerusalén, a todo Israel, ponerlos bajo la protección de Dios, cobijarlos en su amor, conducirlos a la salvación. Pero la oferta de salvación de Dios bocha por Jesús fue desechada. Vosotros no quisisteis. Esta ciudad, confiando soberbiamente en lo que es y tiene, repudia al que quiere traerle una nueva palabra de Dios. Se siente segura. Dios no tiene ya más que pedirle. La historia del amor de Dios y la historia del pecado, en el que el hombre se afirma contra Dios, halla su término, que acaba en catástrofe, en la marcha de Jesús hacia Jerusalén (Mat_21:33-39).

Jerusalén sucumbirá por haberse sustraído al llamamiento y a la guía de los mensajeros de Dios. La ciudad es grande y espléndida porque Dios la había elegido para su morada Esto se ha consumado con Jesús, pues con Jesús ha aparecido la gloria de Dios en el templo (Mat_2:21-37). Pero cuando Jesús sea entregado a muerte en esta ciudad, descargará sobre ella la catástrofe. Se le retirará la protección y el cuidado de Dios, quedará entregada a sus propias gentes, y su fin será la destrucción. Se cumplen las palabras del profeta Jeremías: «He desamparado mi casa, he abandonado mi heredad, he entregado lo que más amaba en manos de enemigos» (/Jr/12/07). Las amenazas de ruina fulminadas por los profetas son asumidas y llevadas a cumplimiento por Jesús: «Yo exterminaré a Israel de la tierra que le he dado y echaré lejos de delante de mí esta casa, que he consagrado a mi nombre, e Israel será el sarcasmo y la burla de todos los pueblos. Y esta casa será una ruina, y cuantos pasen cerca de ella se quedarán pasmados y silbarán» (/1R/09/07s). El fin de Jesús en Jerusalén es también el fin de Jerusalén.

La muerte que aguarda a Jesús en Jerusalén no es su fin. Viene un tiempo en que será saludado con la bendición con que se saluda a los peregrinos al final de su peregrinación en la montaña del templo: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Sal 118,[117],26). Jesús es el que viene, que viene por encargo de Dios que otorga la salvación, el Mesías. Jerusalén, la ciudad de la muerte, es también la ciudad de su glorificación. La muerte que allí se le prepara terminará en su exaltación, en su venida como Hijo del hombre con poder y gloria (cf. 22,69) (**).

El misterio de esta ciudad es el hecho de morar Dios en ella. Jerusalén ha sido condenada a la ruina, pero aún brilla un rayo de esperanza. Los habitantes de su ciudad dirán: Bendito el que viene en el nombre del Señor. Antes de que Jesús venga en gloria, Israel se convertirá y luego prestará homenaje a Jesús en su venida. «El encallecimiento ha sobrevenido a Israel parcialmente, hasta que la totalidad de los gentiles haya entrado. Y entonces todo Israel será salvo» (Rom_11:25 s). La Iglesia perseguida no es una Iglesia amargada; no se retira al ghetto abandonando el mundo a sí mismo y a los poderes demoníacos, sino que «muriendo» actúa todavía, porque cree en la promesa de triunfo y de gloria hecha por Dios y en su voluntad salvadora.

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* Cf. también Sal 17(16),8; 57(58),2; 61(60),5; 63(62),8; 91(90),4.

** El v. 35b es obscuro; algunos quieren referir la aclamación a la entrada de Jesús en Jerusalén antes de su pasión (Rom_19:38); pero parece que las palabras «Ya no me veréis hasta que llegue el momento en que digáis...» se deben referir a la muerte; en este caso la aclamación habrá de referirse a la segunda venida.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 13.

Exhortación a la penitencia, 13:1-9.
1 Por aquel tiempo se presentaron algunos, que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían, 2 y, respondiéndoles, dijo: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los otros por haber padecido todo esto? 3 Yo os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. 4 Aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿creéis que eran más culpables que todos los hombres que moran en Jerusalén? 5 Os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis. 6 Y dijo esta parábola: Tenía uno plantada una higuera en su viña y vino en busca del fruto, y no lo halló. 7 Dijo entonces al viñador: Van ya tres años que vengo en busca del fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala; ¿por qué ha de ocupar la tierra en balde? 8 Le respondió y dijo: Señor, déjala aún por este año que la cave y la abone, 9 a ver si da fruto para el año que viene; si no, la cortarás.

El relato es propio de Lc. Está reflejando lo que Cristo rechaza, y que era creencia ambiental, incluso reflejada en los evangelios (Jua_9:2-3): que toda desgracia era castigo por un pecado (Jua_9:3).
Y cita dos casos, conocidos sólo por los evangelios. Uno fue una matanza de galileos que hizo Pilato en el templo mientras ofrecían sacrificios. Este tipo de brutalidades cometidas por los procuradores romanos en el templo, lo mismo que por Arquelao o por otros, no eran raros. Se conocen por Josefo varios casos afines l. Y Pilato era capaz de ellos.
También le hablaron de la torre de Siloé, que se desplomó y mató a dieciocho personas. En las excavaciones de 1914, Weil ha descubierto los cimientos de una torre en esta zona. Acaso era una de las torres para guardar el acueducto de Siloé.
La respuesta de Cristo hace suponer que la pregunta venía con esta mentalidad. Pero les dice que eso no es verdad: que su muerte no significa culpa, sino planes de Dios (Jua_9:3). No por morir éstos eran más culpables que los demás galileos o gentes de Jerusalén. Pero les hace una gran advertencia: en el plan de Dios hay horas señaladas para el ejercicio de castigos o desgracias colectivas. Por eso, si no hacen penitencia galileos y jerosolimitanos , todos perecerán de la misma manera que estos casos que le contaron. Probablemente esta penitencia (????????? ) a que alude sea la rectificación moral de conductas para reconocerle como Mesías. Así el castigo llegó pereciendo Israel en la catástrofe del año 70, con la guerra de Vespasiano y Tito.
El anuncio es plastificado con una parábola. Una higuera infructuosa, que sistemáticamente no daba fruto. La higuera simboliza a Israel (Ose_9:10) e incluso al que no da fruto (Jer_8:13). Se la pensó cortar pronto, pero aún hubo paciencia, y se la cultivó con esmero por otro año. Mas no dio fruto. Y hubo que cortarla. Así se trató a Israel, cultivándolo repetidamente con avisos y profetas; luego el Bautista, y, por último, Cristo con su obra de enseñanzas y milagros. Pero Israel, los dirigentes, no le reconocieron por Mesías. Sólo fructificó. la muerte del Mesías. Y así perecieron en la catástrofe el 70 2.
A la hora de la inserción aquí por Lc puede tener ya una mayor amplitud moral 3.
Podría proceder la parábola como una versión más de las varias que había de la historia de Ahiqar (s.V a.C.). Pero a la hora del kérigma cristiano acaso pudiese tener una parte alegórica: los tres años (v.7) y el dueño (????? ) podría ser Cristo (J. Jeremías).
Lc, que omite la maldición de la higuera estéril, encuentra aquí un equivalente ¿duplicado? Vengo el Mesías en busca del fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala (v.7).

Curación en sábado de una mujer encorvada,Jer_13:10-17.
10 Enseñaba en la sinagoga un sábado. 11 Había allí una mujer que tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho años, y estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse. 12 Viéndola Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, estás curada de tu enfermedad. 13 Le impuso las manos y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. 14 Interviniendo el jefe de la sinagoga, lleno de ira porque Jesús había curado en sábado, decía a la muchedumbre: Hay seis días en los cuales se puede trabajar; en ésos venid y curad, y no en día de sábado. l5 Respondióle el Señor y dijo: Hipócritas, ¿cualquiera de vosotros no suelta del pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a beber? 16 Pues esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía ligada dieciocho años ha, ¿no debía ser soltada de su atadura en día de sábado? 17 Y diciendo esto, quedaban confundidos todos sus adversarios, y toda la muchedumbre se alegraba de las obras prodigiosas que hacía.

Milagro relatado sólo por Lc. Tiene el carácter de los episodios de controversia por curaciones en sábado.
v.13. Cristo, para curarla, le impuso las manos. Este término era tenido por propio de la taumaturgia helenística y uno de los argumentos del origen helenístico de los milagros. Pero en el Génesis apócrifo de Qumrán (1 QA 20:21.23.29), en el midrash de la escena de Abraham en Egipto, se narra cómo el patriarca sanó al faraón poniéndole su mano sobre él o sobre su cabeza.
v.15a. En la expresión Respondióle el Señor (o ?????? ), este término tiene, como es normal en el ambiente y redacción de Lc, el sentido trascendente de Cristo.
v.15b. Cristo argumenta a fortiori con lo que harían ellos con un buey o un asno en sábado, argumento de los más utilizados por los rabinos 4. Se lee en el Talmud: No sólo se permite en sábado llevar un animal a abrevar, sino también sacar agua para él. 5
v.16. El atribuir a Satanás la enfermedad era normal entre ellos, por razón de la amplia y especialísima idea que tenían los semitas del concepto de la causalidad. El honor de Dios no destruye el amor al ser humano, que es beneficencia y modo del amor a El. El hecho milagroso de Cristo bien demostró la verdad de este amor a Dios hecho en sábado. Cristo interpreta la Ley contra la casuística judía, y lo hacía como el que tiene autoridad. El atar y desatar nudos era uno de los 39 trabajos prohibidos en sábado (Shabbath 7:2).

Dos parábolas sobre el reino: el grano de mostaza y la levadura. 13:18-21 (Mat_13:31-33).
Cf. comentario a Mat_13:31-33.
18 Decía, pues: ¿A qué es semejante el reino de Dios y a qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto, y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas. 20 De nuevo dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda.

Ambas parábolas se introducen con la forma usual en la literatura rabínica. La parábola de la mostaza hace ver que, siendo algo muy pequeño (Mt), llega a hacerse tan grande, que se convierte en árbol, y las aves del cielo se cobijan en él. La imagen se usa en el A.T. para hablar de los grandes imperios que protegen a sus súbditos (Eze_31:6; Dan_4:9). Aquí es el desarrollo del reino. Al comienzo pequeño y casi inadvertido, llega, a la hora de la composición del Evangelio, a ser la grande y visible Iglesia de Dios. Se acusa preferentemente su fuerza expansiva 6.
La parábola del fermento, con igual procedimiento, acusa la vitalidad y expansión del Reino. Puesto en Israel y en el mundo, su vitalidad lo va extendiendo y fermentando en Cristo. Se destaca la fuerza transformadora del mismo 7.
El verbo habitar (???????????? ), aquí anidar, es término técnico escatológico. Estas parábolas debieron de ser pronunciadas en momentos distintos, pues la segunda falta en el Evangelio de Tomás. Responden a los críticos sobre la firmeza del reino, en el que ingresaban gentes pobres y pecadores. Cristo les responde con la más absoluta seguridad de su firmeza.

Reprobación de Israel,Dan_13:22-30.
22 Recorría ciudades y aldeas, enseñando y siguiendo su camino hacia Jerusalén. 23 Le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? El le dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos serán los que busquen entrar y no podrán; 25 una vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. El os responderá: No sé de dónde sois. 26 Entonces comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas. 27 El dirá: Os repito que no sé de dónde sois. Apartaos de mí todos, obradores de iniquidad. 28 Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. 29 Vendrán de Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios, 30 y los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.

En la perspectiva literaria de Lc, aunque Cristo predica en diversos pueblos de Galilea, ya está camino de su ida final a Jerusalén (Luc_9:51).
Se presenta en escena uno que le pregunta si son muchos los que se salvan. Por supuesto, se refiere a gentes judías, pues a los gentiles los excluían. Generalmente se admitía que todos los judíos se salvaban, por el hecho de ser tales 8. A veces se excluían en las discusiones ciertos pecados desorbitados. Pero hasta se buscaban, en otras escuelas, medios de salvar esta situación. En cambio, en el apócrifo libro IV de Esdras se dice claramente que son muchos más lo que perecen que los que se salvan (4 Esdr 9:15; cf. 8:1). Cristo va a responder a dos preguntas: a esta primera y al concepto erróneo que tenían sobre la salvación de los gentiles.
Saber el número no interesa. Lo que les dice es que para salvarse, para entrar en el Reino, han de esforzarse, han de luchar (????? '????? ), pues han de ingresar por una puerta estrecha (Mat_7:13ss). El Reino mesiánico era representado frecuentemente bajo la imagen de un banquete. Esta es la imagen subyacente. Muchos buscarán entrar y no podrán, no por falta de capacidad en la sala (cf. Jua_14:2), sino porque no se amoldan a entrar por esa alegórica puerta estrecha. Además, en un momento determinado, el dueño de la casa se levantará y cerrará la puerta. Ya no podrán entrar más. Ellos llamarán insistentemente y le alegarán, para que les abra, que le conocen (Mat_7:22), que son sus conciudadanos, que han comido y bebido con él, que le oyeron predicar en sus plazas. Una pintura del fariseísmo, mejor que suponer una aplicación moral original de mayor extensión. Pero les dirá que no les conoce con el sentido enfático de amor (Mat_7:23). No bastaba ser conciudadanos suyos para salvarse, como el rabinismo defendía por su descendencia de Abraham (Luc_3:8; par.), ni haber comido o bebido con él en banquetes a que le invitaron, para espiarle; ni haber oído predicar o presentarle insidias en sus plazas. Cristo los desconoce como miembros del Reino. No le oyeron como había que oírle, no obraron como exigía ese escucharle. Apartará de sí a todos los que fueron así obradores de iniquidad (Mat_7:23). Es Cristo, que aparece aquí con los poderes judiciales, que en el A.T. eran poderes divinos exclusivamente reservados a Yahvé, dando sentencia definitiva en el último juicio. Allí tendrán el terrible dolor expresado con la metáfora bíblica de desesperación: llanto y crujir de dientes (Mat_8:12).
Frente a esta condena del judaísmo contemporáneo, que no quiere escucharle e ingresar en su Reino, presenta el anuncio profetice del ingreso en el Reino a los gentiles, que ellos no consideraban. La cita de los cuatro puntos cardinales de la tierra (Mat_8:11) hace ver la universalidad de estas gentes, reunidas con los grandes padres y profetas de Israel y sentados a la mesa en el Reino de Dios.
Y así se cumple la sentencia varias veces repetida en los evangelios: que los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos (Mat_19:30; Mat_20:16). Israel debió ingresar el primero en el Reino, pero culpablemente no lo hizo. San Pablo hará ver en la epístola a los Romanos la verdad de esta sentencia a este propósito (Rom 9-11). Ya que esta sentencia se la encaja en contextos distintos.
Este pasaje de Lc parece una composición hecha con artificio pedagógico, a base de sentencias dispersas del Señor, como se ha ido viendo, al citar con ellas lugares paralelos de Mt. Con el motivo histórico de la pregunta se da la respuesta, estructurada didácticamente con diversas sentencias de Cristo. Algunas parecen estar moralizadas ya en la redacción. Lo mismo que se ve el interés en destacar la universalidad del reino.

Maniobra de Antipas,Mat_13:31-33.
31 En aquella hora se le acercaron algunos fariseos, diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Heredes quiere matarte. 32 El les dijo: Id y decid a esa raposa: Yo expulso demonios y hago curaciones hoy, y las haré mañana, y al día tercero consumaré mi obra. 33 Pues he de andar hoy, y mañana, y el día siguiente, porque no puede ser que un profeta perezca fuera de Jerusalén.

No se da cronología ni topografía de esta escena, exclusiva de Lc. Probablemente sucede en Perea, del dominio de Herodes Antipas. Unos fariseos le advierten que salga de sus dominios. Procedente de fariseos, el consejo no debía de venir con buen propósito. Probablemente Antipas los utiliza por un doble fin, al que ellos se prestan de buen grado. Uno es que el prestigio de Cristo crece, y puede temer una revuelta, como la temió con motivo del Bautista 9, mandando matarle. Teme pueda suceder algo parecido con Cristo, con peligro de revueltas. Pero teme también su obra de milagros (Luc_23:8), como, después de la muerte del Bautista, al oír hablar de Cristo y sus milagros, creyó que fuese la reencarnación de algún profeta o del Bautista. Lo mejor era evitar esto alejándolo. Y así, ante la amenaza, los fariseos, que eran varios testigos, se encargarían de desacreditarle por cobardía de huida. Pero Cristo no atendió aquella malévola insidia.
A no ser que sea una conjura combinada, o de estrategia farisaica, para atraerlo a Judea, donde el Sanedrín ejercía mayores poderes que en el territorio de Antipas.
El llamar a Herodes zorra lo dice por la astucia que muestra en este caso. Continuará su obra de expulsión de demonios y curaciones sus credenciales mesiánicas hoy y mañana, y al día tercero consumaré mi obra. Las expresiones indican, parabólicamente, los períodos de tiempo que tiene señalados en el plan del Padre para realizar su obra mesiánica. Pensar que anuncia su marcha para dentro de tres días sería acceder al deseo de Antipas, y el texto postula lo contrario, lo mismo que esta frase no se compagina bien con el v.33, donde el tercer día período responde a su estancia en Jerusalén. No le interesan las amenazas, sino el cumplimiento del plan divino. Pero su obra la terminará en Jerusalén. Es una forma primitiva y velada de su muerte. Conviene que el gran Profeta muera en Jerusalén. Era el plan del Padre. Jerusalén tiene mejores títulos para reclamar la sangre de los mensajeros de Dios. 9

Vaticinio sobre Jerusalén,Luc_13:34-35 (Mat_23:37-39).
Cf. comentario a Mat_23:37-39.
34 Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como el ave a su nidada debajo de las alas, y no quisiste! 35 Se os deja vuestra casa. Os digo que no me veréis hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

Mt sitúa esta amenaza antes del discurso escatológico. Lc lo inserta aquí por un encadenamiento semita. Ante el anuncio velado de su muerte en Jerusalén, tiene esta evocación, que es una profecía trágica.
Jerusalén mató a profetas y a los que le fueron enviados. La historia de Jerusalén prueba el aserto del Señor 10. Pero la obra de Cristo Mesías era salvadora. Quiso traerlos a sí, bajo el calor de su verdad y amor de Mesías, y Jerusalén no quiso (Isa_31:5). Allí se fraguó su muerte. Pero el castigo llega, e inminentemente: la casa, la ciudad, como cabeza de Israel, se quedará desierta. Dios la abandona, Cristo la abandona, y el castigo viene. Será la catástrofe del año 70.
Pero les anuncia que le volverán a ver. ¿Cuándo? Cuando le reconocerán por Mesías. Pues le aclamarán: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! La parusía parece una perspectiva excesivamente lejana, máxime ante la desescatologización que tan frecuentemente hace Lc de escenas del Evangelio, ante el retraso de ésta. ¿Pero no hubiera hecho alguna alusión a esto, ya pasada la catástrofe? ¿Acaso es su venida profetizada y triunfal en la destrucción de Jerusalén? ¿Acaso a la hora del ingreso de Israel en la fe, como enseña San Pablo? Es una manifestación de Jesucristo, que no será la manifestación suprema, y cuyo sentido está reservado al porvenir. 11 Acaso se refiera el evangelista a la segunda parusía (San Justino), que se esperaba en la Iglesia, distinta de la final, y como una manifestación triunfal, la que puede coincidir con la destrucción de Jerusalén, ya que no haría falta suponer una manifestación de total unanimidad judía en esta aclamación. La frase es de Sal_118:26, está relacionado con la fiesta de los Tabernáculos, y de marcado sentido mesiánico.

1 Josefo, Antiq. Xvii 9:3; Xviii 3:2; Xx 5:3; Bell. Ñtd. Ii 3:3; 9:4; V 1:3; J. Blinzler, Die Niedermetzelung Vom Galilaern Durch Pilatus (Lúe 13 Iss)· Nov Test (Leiden 1957) 24-49. 2 Vo s té Parabolae. (1933) Ii P.544-561. 3 N. Faccio, En Verb. Dom. (1951) 257-261. 4 Bonsirven, Le Judmsme Palestinien. (1934) I P.296. 5 Erubin, 20:2; Cf. Bonsirven, Textes. N.642-687.705, Etc. 6 Vosté, Parabolae. I P.221-236. 7 Vosté, Parabolae. I P.237-248; ? Dldier, Les Paraboks Du Grain De Séneve Et Du Levain (Mat_13:31ss, Par.): Rev. Dioc. De Namur (1961) 385-394; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970). 8 Lagrange, Le Messianisme. P.169. 9 Josefo, Antíq. XVIII 5:2; J. B. Tyson, Jesús And Herod Antipas: Journ. Bibl. Literal, And Exeg. (1960) P.239-246. 9 T. W. Manson, Sayings P.277. 10 Lagrange, évangüe s. St. Lúe (1927) p.395 v.35. 11 Lagrange, o.c., p.396.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



E iba por las ciudades y aldeas enseñando, y caminando hacia Jerusalén. Y le dijo un hombre: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Y El les dijo: "Porfiad a entrar por la puerta angosta, porque os digo, que muchos procurarán entrar y no podrán. Y cuando el padre de familias hubiere entrado y cerrado la puerta, vosotros estaréis fuera y comenzaréis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos, y El os responderá diciendo: No sé de dónde sois vosotros. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti comimos y bebimos, y en nuestras plazas enseñaste. Y os dirá: No sé de dónde sois vosotros: apartaos de mí todos los obradores de la iniquidad. Allí será el llorar y crujir de dientes cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente, y de Occidente, y de Aquilón y de Austro, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí que son postreros los que eran primeros, y que son primeros los que eran postreros". (v. 22-30)

Glosa
Después de las parábolas sobre la multiplicación de la doctrina evangélica, se propone extenderla por todas partes por medio de la predicación. Por esto dice: "E iba por las ciudades y aldeas".

Teofilacto
No sólo visitaba las pequeñas poblaciones, como hacen los que quieren engañar a los sencillos; ni sólo las ciudades, como hacen los que son amigos de la ostentación y buscan la gloria, sino que como Señor de todo y padre que a todos provee, andaba por todas partes. No visitaba, pues, ciudades principales, evitando entrar en Jerusalén, como si temiera las acusaciones de los doctores de la ley o la muerte, que podría ser consecuencia de ello. Y por esto añade: "Caminando hacia Jerusalén". Porque donde había más enfermos, allí convenía más que fuese el médico. Prosigue: "Y le dijo un hombre: Señor, ¿son pocos los que se salvan?".

Glosa
Esta cuestión parece referirse a aquello de que antes se trataba, porque había dicho en la primera parábola que descansarían las aves del cielo en sus ramas y por esto podía comprenderse que serían muchos los que se salvarían. Y como aquél sólo preguntaba por todos, el Señor no le respondió en singular. Continúa, pues: "Y les dijo: porfiad en entrar por la puerta angosta".

San Basilio, in Reg. brev. ad inter., 240
Así como en la vida humana el camino que se aparta de la rectitud es muy ancho, así el que sale del que conduce al reino de los cielos se encuentra en una gran extensión de errores. El camino recto es estrecho y tiene pendientes peligrosas, tanto a la izquierda como a la derecha; como sucede en un puente, desde el cual se cae al agua inclinándose a un lado o a otro.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr
La puerta estrecha significa los trabajos y la paciencia de los santos. Así como la victoria atestigua el valor del soldado en las batallas, así también se hace preclaro el que sufre los trabajos y las tentaciones con paciencia inquebrantable.

Crisóstomo, homil. 24 et 40
¿Cómo, pues, dice el Señor en otro lugar (Mat_11:30), "mi yugo es suave y mi carga ligera"? No se contradice ciertamente, sino que dice esto por la naturaleza de las tentaciones y aquello por el afecto de los que las sufren. Porque cuando tomamos una cosa con gusto, la consideramos ligera, por muy pesada que sea. Y si bien es verdad que el camino de la salvación es estrecho a la entrada, sin embargo, por él se llega a la mayor anchura. Por el contrario el camino ancho conduce a la perdición.

San Gregorio, 11, Moral., cap. 28. super Iob 14,2
Antes de hablar de la entrada de la puerta estrecha, dice: "Porfiad", porque si no se excita el fervor del alma, será imposible dominar las olas del mundo, que siempre hunden al alma en el abismo.

San Cirilo, ubi sup
No parece que el Salvador satisface al que pregunta si son muchos los que se salvan, cuando dice cuál es el camino por donde cada uno puede justificarse. Pero debe advertirse que el Salvador no acostumbraba a responder a los que le preguntaban, según lo que pensaban, cuando lo hacían sobre cosas sin importancia, sino atendiendo a lo que pudiera ser útil a los que le escuchaban. ¿Qué podría importar a los que oían si eran muchos o pocos los que se salvaban? Más necesario era saber el modo por el cual podría salvarse cada uno. Así que por su bondad, o contestando a las preguntas vanas directamente, lo hace hablando de lo que es más necesario.

San Agustín. De verb. Dom. serm. 31, ut sup
El Señor confirmó lo que oyó, esto es, que son pocos los que se salvan, porque entran pocos por la puerta estrecha. Dice esto mismo en otro lugar (Mt 7): "Es estrecho el camino que conduce a la salvación y son pocos los que andan por él". Por esto añade: "Porque os digo que muchos procurarán entrar".

Beda
Atraídos por el deseo de salvarse y no podrán, asustados por las asperezas del camino.

San Basilio, in Psalm. 1
En efecto, el alma vacila siempre, cuando reflexiona en la eternidad se decide por la virtud. Pero cuando mira lo presente prefiere los placeres de la vida. Aquí ve la sensualidad y los deleites de la carne, allí la sujeción y la servidumbre y cautiverio de la misma. Aquí la embriaguez, allí la sobriedad. Aquí las risas disolutas, allí la abundancia de lágrimas. Aquí las danzas, allí la oración. Aquí el canto, allí el llanto. Aquí la lujuria, allí la castidad.

San Agustín, De verb. Dom., serm. 32
No se contradice el Señor al decir que son pocos los que entran por la puerta estrecha, cuando en otro lugar dice (Mat_8:11): "Vendrán muchos del Oriente", etc. Son pocos en comparación de los que se pierden y muchos en la sociedad de los ángeles. Apenas se ven los granos cuando son trillados en la era, pero son tantos los granos que salen de esta era, que llenan el granero del cielo.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Que sean culpables los que no pueden entrar, lo declara con un ejemplo evidente al decir: "Y cuando el padre de familias hubiere entrado", etc. Como el padre de familia que convidó a muchos a un festín y después de entrar con los convidados y cerrada la puerta, llegan otros y llaman.

Beda
El padre de familia es Jesucristo, el cual, aunque por su Divinidad se halla en todas partes, se dice que está dentro para los que llena de alegría en el cielo con su presencia, pero que está fuera para aquéllos que pelean en esta peregrinación y a quienes ayuda invisiblemente. Entrará, pues, cuando lleve a toda la Iglesia a la contemplación de su grandeza. Cerrará la puerta cuando quite a los réprobos el tiempo de hacer penitencia. Los que llaman estando fuera, esto es, los que están separados de los justos, en vano implorarán la misericordia que despreciaron. Por esto sigue: "Y El os responderá diciendo: No sé de dónde sois vosotros".

San Gregorio, 2,4 Moral., super Iob 1,7
Para Dios el no conocer equivale a reprobar. Así como se dice que un hombre verídico no sabe mentir porque no quiere mancharse mintiendo y no se da a entender que no sepa mentir si quisiera, sino que no quiere, porque por amor a la verdad mira como cosa despreciable decir cosas falsas. Así, la luz de la verdad desconoce las tinieblas que reprueba. Y prosigue: "Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti comimos y bebimos", etc.

San Cirilo, ubi sup
Esto lo decía por los israelitas, que ofreciendo a Dios sus víctimas como mandaba la ley, comían y se regocijaban. Oían también en las sinagogas la lectura de los libros de Moisés, que daba a conocer en sus escritos, no lo suyo, sino lo de Dios.

Teofilacto
O bien se dice simplemente a los israelitas, porque Jesucristo había nacido de ellos según la carne, y comían y bebían con El y lo oían cuando predicaba. Pero también se refiere esto a los cristianos, porque comemos el cuerpo de Jesucristo y bebemos su sangre cuando nos acercamos todos los días a su sagrada mesa y enseña en las plazas de nuestras almas.

Beda
En sentido místico come y bebe delante del Señor el que recibe con avidez el alimento de su palabra. Por esto -como exponiendo- añade: "Y en nuestras plazas enseñaste". La Escritura es en lugares oscuros como una comida, porque se la parte, digámoslo así, al exponerla y se la toma el gusto meditándola. Y es como bebida en los lugares claros, en donde la recibimos como se encuentra. Este convite no ofrece atractivo al que no recomienda la piedad de la fe. Ni la ciencia de las Escrituras hace conocido de Dios al que hace indigno la iniquidad de sus obras. Por ello sigue: "No sé de dónde sois vosotros. Apartaos de mí", etc.

San Basilio, in Reg., brev. ad interrog. 282
Sin duda habla a quienes describe el Apóstol en su propia persona diciendo (1Co_13:1-3): "Si yo hablase lenguas de hombres y de ángeles, si tuviese en mí toda ciencia, si distribuyese todas mis riquezas para dar de comer a los pobres y no tuviese caridad, todo esto de nada me aprovecharía", porque lo que no se hace en vista del amor divino, sino para obtener alabanzas de los hombres, no es laudable delante de Dios.

Teofilacto
Observa también que son culpables aquellos en cuyas plazas enseña Dios. Por tanto, si lo oímos cuando enseña, no en las plazas, sino en los corazones pobres y humildes, no seremos detestables.

Beda
Hay, pues, doble castigo en el infierno: de frío y de calor. Por ello sigue: "Allí será el llorar y el crujir de dientes". El llanto proviene del ardor y el rechinar de dientes del frío. Además el rechinar de dientes manifiesta la indignación, porque el que se arrepiente tarde se irrita contra sí mismo.

Glosa
Rechinarán los dientes aquellos que aquí gozaban en la voracidad y llorarán los ojos que aquí se extraviaban en las concupiscencias. Por medio de estas dos cosas patentiza la verdadera resurrección de los impíos.

Teofilacto
También esto se refiere a los israelitas, con quienes hablaba, a los cuales sorprende que los gentiles descansen con sus padres mientras que ellos son rechazados. Por esto añadió: "Cuando viereis a Abraham, Isaac y Jacob en el reino de Dios", etc.

San Eusebio
Los padres citados, antes de publicarse la ley abandonaron el error de los politeístas, en la forma que el Evangelio ordena. Adquirieron sublime conocimiento de Dios y se igualaron a ellos muchos gentiles por la semejanza de su vida, en tanto que sus hijos se han separado de la disciplina evangélica. Por lo cual sigue: "Y he aquí que son postreros los que serán primeros y que son primeros los que serán postreros".

San Cirilo, ubi sup
Los gentiles han sido, pues, preferidos a los judíos, que ocupaban el primer lugar.

Teofilacto
Nosotros, según parece, somos los primeros, habiendo recibido desde la cuna la instrucción necesaria y acaso seremos postreros respecto de los gentiles, que creyeron cerca del fin de su vida.

Beda
Muchos que al principio son fervorosos, después se vuelven tibios y muchos que al principio son tibios, de pronto se hacen fervorosos. Muchos despreciados en esta vida habrán de ser glorificados en la otra y otros, honrados por los hombres, serán condenados al fin.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



138 (j) TODOS NECESITAN ARREPENTIRSE (13,1-9). Este pasaje, que encontramos sólo en Lucas, enseña a los discípulos que Jesús es compasivo pero no blandengue. Exige a los pecadores que se arrepientan antes de que sea demasiado tarde. El doble mandato de Jesús al arrepentimiento (vv. 3.5) constituye la base de la pregunta posterior sobre si serán pocos los que se salven (13,23). 1. galileos cuya sangre mezcló Pilato con sus sacrificios: Este dato no está atestiguado en ninguna otra parte. 2-3. La catástrofe del v. 1 (y también la del v. 4) no le ocurrió a esta gente porque fuesen manifiestos pecadores. Con su consejo de que los discípulos aprendan de la inesperada muerte de aquella gente a arrepentirse y a estar preparados para el juicio, Lucas conecta este pasaje con el tema del juicio del cap. 12, p.ej., vv. 20.40.46. 3. si no os arrepentís, también vosotros pereceréis de igual modo: Este versículo se repite casi al pie de la letra en el v. 5. Suena a refrán. Lucas también desarrolla su tema de la paz y de la no violencia: «...Jesús no muestra ningún signo de odio o venganza al ser informado de la crueldad de Pilato contra sus compatriotas» (Ford, My Enemy 101). 6-9. higuera: Por una parte, es una parábola sobre la compasión, que conforta al discípulo que sucumbe a lo largo del camino cristiano. Y, por otra, es una parábola que critica severamente a discípulos pasivos e improductivos.

139 (k) UN EJEMPLO DE LA NATURALEZA DEL REINO DE DIOS (13,11-17). En este rico pasaje, que encontramos exclusivamente aquí, muestra Lucas el significado del reino de Dios en acción; posteriormente, en 13,18-21, lo ilustrará mediante parábolas. 10. sinagoga: ?56 supra. sábado: ? 58.81 supra. 11. mujer: El reino de Dios no es solamente para hombres. Esta «pequeña», que responde al poder del reino de Dios en su vida alabándolo (v. 13), está en oposición a los dirigentes religiosos, cuya visión sobre cuándo puede Dios actuar les ciega ante la presencia de su reino y la necesidad de arrepentirse. 15-16. Jesús argumenta de lo menor a lo mayor: Si soltáis a los animales en sábado, ¿por qué no puedo yo liberar a un ser humano en sábado? hija de Abrahán: La herencia religiosa judía no está restringida a los sanos o a los varones. Esta mujer pertenece al Israel reconstituido (?23 supra). Cf. también 19,9, donde Jesús declara que Zaqueo, jefe de publícanos, otro marginado, es un «hijo de Abrahán». Lo que Jesús ha hecho por esta mujer es cumplir su encargo de liberar a los cautivos de las cadenas del mal (4,18). sábado: Lo que Jesús realiza en sábado es realmente una celebración de su sentido más profundo, es decir, la liberación de los efectos del orden caído. El objetivo del sábado, como Jesús lo ve, no es prohibir las obras de misericordia, sino fomentarlas. Cf. Busse, Wunder (?67 supra) 289-304; Wilson, Luke and the Law (?58 supra) 37; Witherington, Women (? 127 supra) 68-71.

140 (1) EL REINO DE DIOS CRECE A PESAR DE LAS OPOSICIONES (13,18-21). Estas dos parábolas sobre el reino, que se encuentran solamente en Lucas, tienen su paralelo en Mt 13,31-33. Estas parábolas no acentúan el contraste entre la in(-)significancia del comienzo y la grandeza del resultado final. En lo que se centran es en el crecimiento, que se desarrolla inexorablemente. En el contexto previo a estas parábolas, Lucas puso el acento en la oposición a Jesús (cf. 11,13-13,17); en lo que sigue, el tema de la oposición no será menos intenso (14,1-24; 15,1-2). Estas parábolas tranquilizan a los discípulos, que, en acompañando a su maestro en el viaje, tendrán que afrontar también la violenta oposición. También ayudan a explicar por qué la misión del reino de Jesús encontró la oposición. 19. pájaros del cielo construyeron sus nidos en sus ramas: Esta alusión compuesta del Sal 104,12 y Dn 4,9.18 se refiere a los diferentes seres humanos que encuentran su refugio en el reino de Dios. El tema lucano del universalismo se hace presente. Jesús padeció la oposición porque aceptaba comer con los marginados como símbolo del reino de Dios (cf. 13,28-29). 21. levadura que una mujer toma y mete: Al hombre de la parábola anterior corresponde ahora una mujer. R. VV. Funk (Int 25 [1971] 149-70) ha llamado la atención sobre tres extraños elementos de esta parábola: (1) El reino de Dios se compara con un elemento impuro y corrupto, la le(-)vadura; (2) el reino de Dios está oculto bajo la imagen de la levadura; (3) está oculto en la cantidad de harina utilizada para celebrar una epifanía divina (Gn 18,6; Jue 6,19). La comparación del reino de Dios con algo que es impuro desafía el concepto común de pureza y está en sintonía con el evangelio lucano (p.ej., 8,26-56). Este reino está ciertamente oculto, esp. para los sabios y entendidos (10,21). En este reino Jesús proclama con palabras y hechos que está aconteciendo una epifanía de Dios para todos los que abran los ojos y oídos para verlo y escucharlo. Los discípulos pueden estar seguros de que el reino de Dios está en acción, como el poderoso agente corruptivo, la levadura, y de que logrará su objetivo a pesar de todos los indicios contrarios.

141 (B) Parte segunda de la instrucción sobre el sentido del camino cristiano (13,22-17,10). Lucas continúa explotando el rico simbolismo del viaje de Jesús a Jerusalén y su cita con la voluntad de Dios, e instruye a los discípulos en las variadas dimensiones del camino cristiano.

(a) INSISTENCIA EN LA NECESIDAD DE ARREPENTIMIENTO (13,22-30). Lucas construye esta unidad fundamentándose en los mandatos de arre(-)pentimiento hallados en 13,3.5, y utilizando, posiblemente, material procedente de Q para los vv. 24-29. Insiste en que el camino cristiano exige una total fidelidad a Jesús, y proporciona compañeros de viaje de todos los ámbitos y lugares de la tierra para el banquete escatológico. 24. puerta estrecha: El contraste implícito parece ser el que existe entre las grandes puertas de las ciudades, por las que puede pasar una multitud de una sola vez, y aquellas otras puertas más pequeñas. 25-27. cierre la puerta: Lucas cambia la imagen por una puerta que Jesús cierra a los que se contentaban con jactarse de que lo conocían y sabían de su mensaje. No basta con comer y beber ocasionalmente con Jesús. Hay que participar en su vida, cuyo símbolo es la comunión de mesa con los humildes. 28-29. Abrahán, Isaac y Jacob: El reino de Dios se describe ahora como banquete escatológico (cf. Is 25,6-8). Quienes no quieren comprometerse con el camino de Jesús se encuentran fuera de él. Misericordiosamente, Dios abre el banquete a todos los pueblos. Son éstos quienes forman ahora el Israel reconstituido. 30. Lucas toca su querido tema de la inversión.

(b) JESÚS VIAJA OBEDIENTEMENTE A JERUSALÉN (13,31-35). Lucas acentúa en este pasaje la obediencia de Jesús a la voluntad de Dios (cf. 9,51) y su tierno afecto a la ciudad santa, Jerusalén, y a sus habitantes. Bajo estos amplios temas, prosigue Lucas con su típico motivo de la oposición a Jesús, el portavoz de Dios. 31. unos fariseos: Se trata de la única referencia positiva a los fariseos en todo el evangelio. 32. zorro: Jesús considera a Herodes Antipas (cf. 3,1.19-20; 9,7-9; 23,6-10) un personaje astuto y taimado. No deberíamos pasar por alto la importancia de esta crítica contra una personalidad política. En el evangelio lucano no se considera sacrosanto ni el orden social romano ni tampoco aquellos que, como Herodes, lo apoyan. Jesús los critica libremente. «Más aún, Jesús no se somete a los modelos y prácticas sociales aceptadas por los romanos y sus aliados. Rechaza la violencia y explotación que, sin embargo, ellos aceptaban como elementos normales de la existencia; sus enseñanzas y comportamiento iban en contra de muchos otros modelos que aceptaban y aprobaban» (R. J. Cassidy, Jesús, Politics, and Society [Maryknoll 1978] 61-62; trad. esp.: Jesús, política y sociedad [Madrid 1988]). ? 170 infra. al tercer día alcanzaré mi objetivo: Herodes no impedirá que Jesús prosiga llevando a cabo su misión del reino. Cuando a Dios le parezca conveniente, Jesús llegará a Jerusalén, y allí será levantado al tercer día como vindicación de Dios. 33. es necesario que continúe mi viaje: Con total resolución, acepta Jesús la voluntad de Dios, tal y como indica el término «es necesario» (gr. dei). Jerusalén no es solamente el lugar del asesinato de Jesús, sino también su agente. Sobre el motivo del «profeta rechazado», gracias al cual Lucas da sentido a la muerte de Jesús en Jerusalén, cf. -«? 61 supra. 34. gallina: Con esta imagen de tierno afecto y cálida protección, el Jesús lucano expresa su compasión por su propio pueblo. 35. casa: No se refiere necesariamente al templo. El trasfondo veterotestamentario parece ser Jr 22,1-9, donde «casa» significa la corte del rey. En el relato lucano de la pasión, son principalmente los dirigentes religiosos, los sumos sacerdotes, los responsables de la muerte de Jesús, cf. F. D. Weinert, CBQ 44 (1982) 68-76. bendito: Siguiendo la línea narrativa lucana, se trata de una referencia a 19,38 (? 163 infra).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIII.

[Pilates crueltie.]

1 Christ preacheth repentance vpon the punishment of the Galileans, and others. 6 The fruitlesse figge tree may not stand. 11 Hee healeth the crooked woman: 18 sheweth the powerfull working of the word in the hearts of his chosen, by the parable of the graine of mustard seed, and of leuen: 24 exhorteth to enter in at the straite gate, 31 and reproueth Herode, and Hierusalem.
1 There were present at that season, some that told him of the Galileans, whose blood Pilate had mingled with their sacrifices.
2 And Iesus answering, said vnto them, Suppose ye that these Galileans were sinners aboue all the Galileans, because they suffered such things?
3 I tell you, Nay: but except yee repent, ye shall all likewise perish.
4 Or those eighteene, vpon whom the towre in Siloe fell, and slew them, thinke ye that they were [ Or, debters.] sinners aboue all men that dwelt in Hierusalem?
5 I tell you, Nay; but except yee repent, ye shall all likewise perish.
6 Hee spake also this parable, A certaine man had a figtree planted in his Uineyard, and he came and sought fruit thereon, and found none.
7 Then said hee vnto the dresser of his Uineyard, Beholde, these three yeeres I come seeking fruit on this figtree, and finde none: cut it downe, why cumbreth it the ground?
8 And he answering, said vnto him, Lord, let it alone this yeere also, till I shall digge about it, and doung it:
9 And if it beare fruit, Well: and if not, then after that, thou shalt cut it downe.
10 And he was teaching in one of the Synagogues on the Sabbath.
11 And beholde, there was a woman which had a spirit of infirmitie eighteene yeeres, and was bowed together, and could in no wise lift vp her selfe.
12 And when Iesus saw her, he called her to him, and said vnto her, Woman, thou art loosed fro thy infirmitie.
13 And hee layd his handes on her, and immediatly she was made straight, and glorified God.
14 And the ruler of the Synagogue answered with indignation, because that Iesus had healed on the Sabbath

[The strait gate.]


ay, and said vnto the people, There are sixe dayes in which men ought to worke: in them therefore come and be healed, and not on the Sabbath day.
15 The Lord then answered him, and said, Thou hypocrite, doeth not each one of you on the Sabbath loose his oxe or his asse from the stall, and leade him away to watering?
16 And ought not this woman being a daughter of Abraham, whom Satan hath bound, loe these eighteene yeeres, be loosed from this bond on the Sabbath day?
17 And when hee had said these things, all his aduersaries were ashamed: & all the people reioyced for all the glorious things that were done by him.
18 [ Mat_13:31 .] Then said he, Unto what is the kingdome of God like? and whereunto shall I resemble it?
19 It is like a graine of mustard seed, which a man tooke, and cast into his garden, and it grew, and waxed a great tree: and the foules of the aire lodged in the branches of it.
20 And againe hee said, Whereunto shall I liken the kingdome of God?
21 It is like leauen, which a woman tooke and hidde in three [ See Mat_13:33 .] measures of meale, till the whole was leauened.
22 [ Mat_9:35 .] And he went thorow the cities and villages, teaching and iourneying towards Hierusalem.
23 Then said one vnto him, Lord, are there few that be saued? And he said vnto them,
24 [ Mat_7:13 .] Striue to enter in at the strait gate: for many, I say vnto you, will seeke to enter in, and shall not be able.
25 When once the master of the house is risen vp, & hath shut to the doore, and ye begin to stand without, & to knocke at the doore, saying, Lord, Lord, open vnto vs, and he shal answere, & say vnto you, I know you not whence you are:
26 Then shall ye begin to say, Wee haue eaten and drunke in thy presence, and thou hast taught in our streets.
27 [ Mat_7:23 .] But he shall say, I tell you, I know you not whence you are; depart from me all ye workers of iniquitie.
28 There shall be weeping and gnashing of teeth, when yee shall see Abraham, and Isaac, and Iacob, and all the Prophets in the kingdome of God, and you your selues thrust out.
29 And they shall come from the East, and from the West, and from the

[Dropsie healed.]

North, and from the South, and shall sit downe in the kingdome of God.
30 [ Mat_19:30 .] And behold, there are last, which shall be first; and there are first, which shall be last.
31 The same day there came certaine of the Pharises, saying vnto him, Get thee out, and depart hence; for Herode will kill thee.
32 And he said vnto them, Go ye and tell that Foxe, behold, I cast out deuils, and I doe cures to day and to morrow, and the third day I shall be perfected.
33 Neuerthelesse, I must walke to day and to morrow, and the day following: for it cannot be that a Prophet perish out of Hierusalem.
34 [ Mat_23:37 .] O Hierusalem, Hierusalem, which killest the Prophets, and stonest them that are sent vnto thee; how often would I haue gathered thy children together, as a henne doeth gather her brood vnder her wings, & ye would not?
35 Behold, your house is left vnto you desolate. And verely I say vnto you, ye shall not see me, vntill the time come when yee shall say, Blessed is hee that commeth in the Name of the Lord.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. De la acción de Pilato, como de la desgracia pública referida en el v. 4, no tenemos ninguna otra noticia fuera de este pasaje. Jesús alude a estos hechos, interpretándolos como una invitación providencial a la conversión.

6. La parábola de la higuera pone de manifiesto la paciencia divina, y se la aplica al Pueblo elegido. Dios lo espera misericordiosamente, y sólo si no da fruto, al final será rechazado. Ver nota Mat_21:19; Rom. 11.

19. Eze_17:23; Eze_31:6; Dan_4:9, Dan_4:18.

27. Sal_6:9.

28. "Rechinar de dientes": ver nota Mat_8:12.

31-33. Herodes temía que la actividad de Jesús provocara una agitación en sus dominios, y por eso trata de alejarlo con una amenaza. Los fariseos dan a Jesús un consejo aparentemente benévolo, aunque tal vez no haya que excluir una cierta complicidad con el tetrarca. Pero Jesús responde diciendo que la estratagema es inútil: la astucia humana -expresada en el epíteto "zorro" aplicado a Herodes- no puede impedirle cumplir la misión que el Padre le ha confiado. "Hoy y mañana", es decir, durante un breve tiempo, él debe continuar curando enfermos y expulsando demonios. Después, "al tercer día", irá a Jerusalén para morir y dar así pleno cumplimiento a su misión. Ver nota Jua_9:4.

35. Sal_118:26. Ver 1Re_9:7-8; Jer_12:7; Jer_22:5.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El ingreso al reino (cf. Mat. 7:13, 14, 22, 23; 8:11, 12). La mención de Jerusalén -donde Jesús sería crucificado- presenta un repentino recordatorio del contexto de la enseñanza de Jesús. ¿Serán muchos los que se salvarán, o sea que entran al reino de Dios? La respuesta ortodoxa era que todos los judíos, excepto los pecadores notorios y los herejes entrarían. Pero algunos grupos judíos limitaban el número a aquellos que eran verdaderamente religiosos de acuerdo con sus propias reglas. Jesús se negó a hacer especulaciones. Dijo que es mucho más importante asegurarse de que uno mismo entrara. El reino es como una casa con una puerta angosta que ofrece una admisión limitada. Se cierra cuando comienza la fiesta (Mat. 25:10) y entonces será demasiado tarde para entrar. No valdrá la pena clamar que se conoce a Jesús si no ha habido una respuesta previa a su mensaje. No hay posibilidad de una admisión automática para nadie. Algunos judíos serán excluidos y en su lugar se encontrarán gentiles de todo el mundo junto con los santos de los tiempos del AT. Los que piensen que deben ser los primeros se encontrarán con que serán los últimos. Una vez más se enfatiza la lección de la necesidad del arrepentimiento (caps. 12 y 13): la salvación y el juicio no pueden ser separados.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La puerta estrecha. Hay que esforzarse por «entrar por la puerta estrecha», lo cual quiere decir que hay mucho que aportar desde nuestras capacidades y posibilidades para nuestra propia salvación, entendida como una dimensión nueva de la vida que hay que comenzar a construir aquí. En la perspectiva de Jesús, algunos están dentro como participando de un banquete y otros quieren entrar, pero no pueden porque resultan tan extraños para el amo que no se les puede abrir la puerta. Es evidente que estos excluidos del banquete son los propios paisanos de Jesús que, habiendo recibido la fe desde épocas antiguas, no han sabido ponerla en práctica, por el contrario, se han creado una falsa seguridad pensando que por derecho propio deben ser los primeros en entrar al banquete.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

A propósito de una pregunta típicamente rabínica, Jesús expone su doctrina: la salvación no está ligada a un privilegio de raza, sino al combate espiritual. «Dios quiere que todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4), aunque para alcanzar la salvación los creyentes han de emplear todas sus fuerzas, según la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre» (C. Vat. II, Lum. gent. 40).


Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



El Maestro, sin responder a la curiosidad del rabino, le advierte que no todos los judíos ni solos ellos serán los que se salven. Le enseña, además, el modo de salvarse: esfuerzo personal y diligencia, pues la puerta es estrecha y llegará momento en que se cerrará. Al fin se anuncia proféticamente la entrada de los gentiles y cierta primacía sobre la masa de los judíos (Luc_13:29-30).

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Mat 7:22-23; Mat 8:12; Mat 25:10-12.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Mat_25:10-12

[2] |Mat_7:22-23

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Mat_25:10-12

[2] |Mat_7:22-23

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13:22-14:24 La nueva mención del camino en Luc 13:22 señala el comienzo de otra etapa del mismo. En ella domina el tema de la salvación que trae el reino y sus exigencias.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 13.6-9 Miq 7.6.

[2] 13.14 Cf. Is 5.1-7; Jer 2.21; 8.13.

[3] 13.30 Ex 20.9-10; Dt 5.13-14.

[4] 13.34 Mt 19.30; 20.16; Mc 10.31.

[5] 13.35 1 R 19.10; Jer 2.30; 26.20-23.

[6] 13.35 Jer 22.5. Hogar: puede ser también alusión al templo.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[o] Las mismas palabras de Jesús se leen en Mt 7,22: allí Jesús dialoga con malos cristianos. Aquí se trata de los compatriotas de Jesús: él niega los privilegios de sus hermanos según la carne (8,19) y los derechos de la raza de Abrahán.

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἐγερθῇ I] se levante

[I ἀποκλείσῃ I] cierre

[I ἄρξησθε I] comencéis.

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

Hay que entrar en el Reino antes que el Señor cierre la puerta, como cerraba el dueño al entrar sus convidados, o después de haberles asignado puesto.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

Κύριε WH Treg NA28 ] + κύριε RP

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

responderá... Lit. habiendo respondido.