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«El señor alabó al administrador injusto porque había obrado con sagacidad, pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz. (Lucas 16, 8) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 16

5. HIJOS DE ESTE MUNDO (16,1-17-10).

El pecado no impide salvarse, supuesto que se efectúe la conversión ¿Cuáles son, pues, los obstáculos para salvarse? Esta sección parece dar la respuesta a esta pregunta. Se divide en dos subsecciones de análoga estructura: 16,1-18 y 16,19-17,10. Cada subsección comienza con un relato seguido de aplicaciones. La primera subsección se cierra con palabras dirigidas a los fariseos, que exigen un cumplimiento radical de la ley (16,14-18); la segunda termina con palabras dirigidas a los apóstoles relativas a la fe (17,5-10). El primero de los dos relatos muestra cómo puede el hombre servirse de sus bienes para la salvación, la segunda muestra cómo con los mismos puede acarrearse la ruina. En cada uno de los dos aparecen tres figuras. En la primera el terrateniente, el administrador y los deudores; en la segunda el rico, el pobre y Abraham. En la primera, el administrador da, y de esta manera se prepara un porvenir; en la segunda, el rico no da, y así se acarrea la ruina.

La propiedad y el hecho de tomar esposa impidieron a los invitados acudir al gran banquete a la hora señalada. El seguimiento radical de Jesús es renuncia a la propiedad y a la familia (14,25-34). Sin embargo, no a todos se exige este seguimiento radical. De todos modos, sin renunciar a algo es imposible ser verdadero discípulo de Cristo. Esta nueva sección doctrinal puede llevar por título: Hijos de este mundo (16,8), ya que se trata de la cuestión: ¿Cómo puede el discípulo de Jesús -cuyos pensamientos deben estar en lo alto, donde reina Cristo (Col_3:1)- defenderse contra los asaltos del mundo, que quiere apararlo totalmente? «Todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y el alarde de la opulencia (la ilusión de creer que toda salvación depende solamente del hombre) no proviene del Padre, sino que procede del mundo» (1Jo_2:16). A estas tres cosas se opone el orden en la administración de los propios bienes (los dos relatos con sus aplicaciones), la nueva ordenación de la ley del matrimonio (1Jo_16:18), la humildad (1Jo_17:10). Una composición análoga se halla también en Mateo (1Jo_19:2-20). Allí tenemos el mismo problema, la misma manera de tratarlo y la misma conclusión: La salvación es don de Dios, al que el hombre no tiene derecho alguno, aun cuando haya cumplido con lo exterior; en ambos casos se emplea diferente material de tradición.

a) El administrador infiel (Lc/16/01-13)

1a Decía también a los discípulos:...

En presencia de los fariseos y de los escribas (1Jo_15:2) se habla del gozo de Dios por el retorno y conversión de los pecadores. Los publicanos y los pecadores oyen esta buena nueva. Están presentes también muchos que marchan con Jesús. Ahora se dirige Jesús a los discípulos. a los que están resueltos a aceptar su palabra y a seguirla. También éstos tienen necesidad de instrucción que les ponga en claro lo que es necesario para alcanzar la gloria que se halla al final de la marcha.

1b Había un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue denunciado ante su dueño como malversador de sus bienes. 2 Lo llamó, pues, y le dijo: ¿Qué es lo que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque ya no podrás seguir administrando mis bienes.

El rico es terrateniente, probablemente extranjero. Explota sus bienes por medio de un administrador nativo, que está autorizado a obrar con gran margen de autonomía, pero que tiene que rendir cuentas al dueño. A este administrador lo han denunciado -con razón o sin ella- ante su señor como malversador de sus bienes. Para el señor es esta denuncia más que razón suficiente para pedirle cuentas al administrador. Hay que entregar documentos, recibos, facturas, pues entonces no se conocía una contabilidad en regla. Al mismo tiempo se notifica su cese al administrador. La pregunta que le dirige el dueño da claramente a entender que está muy disgustado y que ha decidido despedirlo. Al administrador se le presenta una situación nada halagüeña.

3 El administrador dijo entonces para sí: ¿Qué voy u hacer, ahora que mi señor me quita la administración? Para cavar, ya no tengo fuerzas; pedir limosna, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que tengo que hacer, para que, cuando quede destituido de la administración, las gentes me reciban en sus casas.

El diálogo que entabla el administrador consigo mismo revela el apuro en que se halla. Ha perdido el buen nombre. No puede ni pensar en «una buena colocación». Para trabajos pesados le faltan ya las fuerzas, el decoro no le permite mendigar. Se pone a considerar como el que quería construir la torre y como el rey amenazado por una guerra. Decide «perdonar», y así le darán buen trato a él. ¿Qué hay que hacer para asegurarse el porvenir? La gran cuestión en la peregrinación de la vida.

Al administrador no le atormentan escrúpulos de conciencia. Todavía tiene en la mano la posibilidad de crearse amigos que le queden obligados, que le ofrezcan albergue. Todavía es administrador, que puede negociar con lo que se le había confiado. Sólo le preocupa salvar su existencia futura.

No pierde un minuto; el momento crítico impone una acción rápida. La proclamación del tiempo final pone el sello a la parábola.

5 Y llamando uno por uno a los deudores de su señor, preguntó al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? 6 éste contestó: Cien medidas de aceite. Entonces le dijo él: Pues toma tu recibo, siéntate ahí y escribe en seguida que son cincuenta. 7 Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto debes? éste contestó: Cien medidas de trigo. él le dice: Toma tu recibo y escribe que son ochenta.

Los deudores son mayoristas, que tienen facturas atrasadas. En la parábola sólo se presenta a dos deudores. El trigo y el aceite eran los principales productos de la tierra en Palestina. Cien medidas (bat, en el texto original) de aceite eran la cosecha de 140-160 olivos, una cantidad de unos 365 litros. Cien medidas (cor) de trigo se pueden cosechar poco más o menos en 42 hectáreas de tierra, es decir, unos 360 hectolitros. Al primero le rebaja el administrador el 50% de la deuda, al segundo el 20%. En cuanto al valor, la suma es bastante parecida, unos 500 denarios. El denario de plata era el jornal ordinario de un trabajador del campo (Mat_20:2-13). El estilo narrativo oriental tiene preferencia por los grandes números. Dado que el administrador quiere asegurarse un largo porvenir, no puede contentarse con poco, tiene que atreverse a mucho.

8 Y alabó el señor al administrador infiel, por haber obrado con tanta sensatez. Pues los hijos de este mundo son más sensatos en el trato con los suyos que los hijos de la luz.

¿Quién es el señor que alaba al administrador? ¿El terrateniente? ¿Será éste tan poco egoísta, será capaz de tanto humorismo que se permita alabar la sagacidad del administrador infiel? El señor es Jesús (7,6; 11,39). Ahora bien, ¿cómo puede Jesús alabar por su sagacidad a este estafador tan redomado y tan ladino? La narración no es una historia, sino una parábola, ¿Dónde está su quid, su moraleja?

El objeto de la alabanza no es la taimada pillería y la desvergüenza del estafador, sino la audacia y la resolución con que se saca partido del presente con vistas al futuro; no lo es el fraude en cuanto tal, sino la ponderada previsión para el futuro, mientras todavía hay tiempo. Al administrador se le llama administrador «infiel», administrador fraudulento, injusto, sin conciencia. Las parábolas tratan de despertar la atención, de forzar a plantearse problemas.

Es sensato el discípulo que cuenta con que el Señor ha de venir y ha de pedir cuentas (12,42-46), el que no vive sencillamente al día, sino que conoce el imperativo del momento, el que procede con valor y decisión a fin de poder triunfar al fin, el que perdona a fin de poderse asegurar el porvenir. La parábola es un llamamiento escatológico: sé prevenido, y en esta última hora piensa en tu futuro de1 tiempo final.

Como una acusación suenan las palabras de Jesús cuando declara: Los hijos de este mundo son más sensatos que los hijos de la luz. «Este mundo» está bajo la influencia y el dominio de Satán, príncipe (Joh_12:31) y dios de este mundo (2Co_4:4). Los hijos de este mundo sólo se dejan guiar por los principios y los intereses de los hombres distanciados de Dios. No se preocupan de Dios y de su voluntad, ni de sus promesas y amenazas para el futuro. Para ellos la vida no tiene más objeto que este mundo. Se ponen bajo el influjo de Satán y constituyen su séquito y su reino. En cambio, los hijos de la luz se dejan guiar por la luz en su modo de pensar y de obrar. «Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz» (Joh_12:36). Luz es Dios (1Jo_1:5), luz es Cristo (Joh_8:12), luz es la gloria de Dios (Mat_17:2). Los cristianos son hijos de la luz. «Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas» (1Th_5:5). «En otro tiempo erais tinieblas; mas ahora, luz en el Señor» (Ef S,8). El administrador infiel es un hijo de este mundo. Se deja guiar por el cuidado de su existencia terrena. Con valor, con resolución y sin escrúpulos aprovecha lo que le puede proporcionar ventaja para su vida de la tierra. Los hijos de la luz tienen ojos que ven lo que es la vida, el hombre, el mundo delante de Dios. En la fe en la palabra de Dios reconocen el mundo futuro que se descubre tras el presente, el reino de Dios con todas sus promesas, la vida eterna. En cambio, los hijos de la luz, comparados con los hijos de este mundo, son irresolutos y flojos en su acción cuando se trata de cuidar de su espléndido futuro. Jesús tiene razón de quejarse. No en todos los sentidos son los hijos de este mundo más sensatos que los hijos de la luz. Son más sensatos... en el trato con los suyos, con la generación que es la suya, en la esfera de los asuntos de la tierra, en la vida económica y de los negocios, dondequiera que se trate de procurarse una vida vivible. En una cosa no son sagaces: su mirada no se extiende más allá de lo de la tierra, no reconocen el mundo futuro. Sagaz, tal como lo entiende Cristo, sólo es aquel que no se sumerge de tal modo en la existencia terrena que olvide que se acerca el reino de Dios. Es sagaz «el criado a quien su señor, al volver, lo encuentra haciendo así» (es decir, dedicado fielmente a su servicio) (1Th_12:42 ss).

9 Y yo os digo: mediante el Mamón injusto procuraos amigos, para que, cuando éste deje de existir, os reciban en las tiendas eternas.

El administrador infiel se aprovecha de los bienes que administra para hacerse amigos que se interesen por él cuando ya no pueda ser administrador. El discípulo de Cristo debe también, como el administrador, procurar, con sus bienes, ganar amigos que intervengan en su favor a la hora de la muerte, en la cual los bienes de la tierra pierden su valor (1Th_12:20). Gana amigos, con sus bienes, el que los emplea para hacer limosnas. «Vended vuestros bienes para darlos en limosna. Haceos de bolsas que no se desgastan, de un tesoro inagotable en los cielos, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que corroa» (1Th_12:33). Las limosnas y las obras de caridad son intercesores cerca de Dios, hacen al hombre digno de ver la faz de Dios y dan participación en el mundo futuro. Así se pensaba en el pueblo de Jesús.

La riqueza se llama Mammón («lo que es seguro y da seguridad») (*). Los hombres creen que con el dinero y los bienes pueden asegurar su existencia (1Th_12:15 s). Pero la riqueza no cumple lo que promete. Jesús la llama «Mamón injusto» también (1Th_16:11). Con frecuencia su adquisición y su empleo van acompañados de injusticia. «Entre el comprar y el vender se hinca el pecado» (Sir_27:2). Para adquirir las posesiones y para aumentarlas se perjudica al otro. El que confía en las posesiones se hace su esclavo y no puede ya servir a Dios (Mat_6:24), incurre en «injusticia», en pecado.

Dios recibe en las tiendas o tabernáculos eternos a los que practican el bien. «En casa del Padre celestial hay muchas moradas» (Joh_14:2). Cuando habla Jesús de la vida del más allá se expresa con frecuencia en el lenguaje de su ambiente, en el que también se decía: «Vi otra visión: las moradas de los justos y los lugares de reposo de los santos. Aquí vi yo con mis propios ojos sus moradas con sus ángeles justos y sus lugares de reposo con los santos, y éstos imploraban, intercedían y oraban por los hombres» (Henoc 39,4s).

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* Cf. H. HAAG - A. VAN DEN BORN - S. DE AUSEJO, Diccionario de la Biblia Herder, Barcelona, 4, 1967, col. 1151s. Nota del traductor.

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10 El que es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho, y el que es infiel en lo poco, también lo es en lo mucho. 11 Si, pues, no habéis sido fieles en el Mamón injusto, ¿quién os confiará el verdadero bien? 12 Y si no habéis sido fieles en lo ajeno, ¿quién os dará lo nuestro?

Al administrador se le exige que sea fiel (1Sa_12:42; 1Co_4:2). El administrador de la parábola no era fiel, sino injusto. Despilfarró los bienes que le había confiado su señor y los utilizó para sus propios fines con perjuicio de su dueño. El Señor no alaba la infidelidad del administrador, como si tal proceder rufianesco fuera sensato. El que tiene posesiones no es en todo caso más que administrador, puesto que el propietario de nuestros bienes es Dios. Los bienes que nos han sido encomendados deben administrarse fielmente, conforme a la voluntad de Dios.

Los bienes de la tierra no son el don supremo que Dios nos confía. Es solamente lo poco, no mucho. Mucho es lo auténtico, en lo que podemos basarnos y apoyarnos, lo venidero, la participación en el reino de Dios, la vida nueva, eterna. Los bienes de la tierra son sólo poco; no pueden asegurar verdaderamente la vida. No pueden impedir la muerte (12,22-31), ni siquiera añadir lo más insignificante a la duración de la vida y a la estatura (12,25). Sólo al que sabe administrar debidamente lo poco, se le confía lo mucho. Si no sois fieles en lo pequeño, ¿quién os dará lo grande? (cf. Mat_25:21). Dios da los futuros bienes celestiales sólo al que administra fielmente los bienes de la tierra conforme a su voluntad. El Mamón es lo ajeno; el reino de Dios, la nueva vida, es lo nuestro (*)17. Nosotros los hombres, que sólo existimos una vez, no confiamos lo nuestro, a lo que está apegado nuestro corazón, y lo que nos es caro y precioso, a un hombre que ni siquiera sabe administrar lo extraño, que no tiene profunda relación con nosotros. Si Dios nos da su reino y participación en su vida, nos da de lo suyo, en lo que él mismo, para hablar de Dios en términos humanos, está interesado. El Mamón le es ajeno, no tiene con él ninguna relación personal. Si nosotros no administramos fielmente lo ajeno, ¿cómo nos confiará Dios lo nuestro, como él lo llama? Mediante la fidelidad en la administración de los bienes terrenos se prueba al discípulo, para ver si es apto para recibir los bienes del mundo futuro.

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* Hay manuscritos en que se lee «lo mío», otros «lo vuestro»; lo mío es lo que pertenece a Jesús y lo que él da, el reino de Dios (Mat_22:28 s); lo vuestro es también el reino de Dios, la vida eterna, que verdaderamente nos pertenece a nosotros, cuando Dios nos la da; estos dones son, en efecto, inamisibles (vida «eterna»).

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13 Ningún criado puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No podéis servir a Dios y a Mamón.

El discurso sobre el reino y el capital se cierra con una palabra de amonestación. El servicio de Dios y el culto a la riqueza son dos cosas incompatibles. Dios y las riquezas reclaman al hombre entero. cada uno por su lado. Dios quiere ser amado «con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (Mat_10:27). Como muestra la experiencia, también la riqueza absorbe al hombre entero. Dinero, propiedad, ganancia encadenan al hombre, absorben sus fuerzas, lo dominan. ¿Cómo se puede conciliar tal servicio a dos señores, cada uno de los cuales exige entrega completa? ¿Puede un esclavo servir como esclavo a dos amos? Cada uno de los dos amos puede a cada momento exigir un servicio total. Nadie es capaz de prestar tal servicio simultáneo a dos señores. Las palabras de Jesús tienen por imposible un compromiso doble: servir a Dios y servir a Mamón; exigen una decisión; servir a Dios o servir a Mamón.

¿Qué elección se ha de hacer, qué decisión se ha de tomar? Dios es una realidad que no admite concurrencia. El que se halla ante la alternativa de decidirse por Dios o por el Mamón, debe decidir entre estas dos cosas: amar a Dios u odiarlo, despreciarlo o adherirse a él. Ahora bien, ¿quién querrá postergar a Dios, despreciarlo, odiarlo? Las palabras de Jesús invitan a reflexionar, causan inquietud, quitan la «bienaventuranza» de poseer. En el poseer hay peligro de que esto quite al hombre la libertad de seguir la llamada y la palabra de Dios: «Lo que cayó en zarzas son los que oyeron; pero con las preocupaciones y las riquezas y los placeres de la vida, se van ahogando y no llegan a madurar» (Mat_8:14).

Lo que Jesús dijo sobre la administración de los bienes y de las posesiones halla eco y explicación en las palabras de la primera carta a Timoteo: «A los ricos de este mundo, recomiéndales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en cosa tan insegura como la riqueza, sino en Dios, que nos provee de todo espléndidamente para nuestra satisfacción; que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que sean generosos, dadivosos, atesorando así para sí mismos un buen capital para el futuro, hasta lograr la auténtica vida» (1Ti_6:17 ss).

b) Los fariseos aficionados al dinero (Lc/16/14-18)

14 Estaban oyendo todo esto los fariseos, que son aficionados al dinero, y se burlaban de él. 15 Pero él les dijo: Vosotros os presentáis como justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestro corazón; porque aquello que es alto entre los hombres, es abominación ante Dios.

Los fariseos pasaban por aficionados al dinero. Jesús les echa en cara que devoran las casas de las viudas (1Ti_20:47). En la secta de Qumrán se los llama «gente embustera, que tiene puesta la mira en pasarlo bien y vivir en la abundancia». Del doctor de la ley Jokcanán (* 287) se ha transmitido esta sentencia: «Los miembros dependen del corazón, el corazón depende de la bolsa.» Entre los fariseos, la pobreza es mirada como una maldición. La riqueza es premio de la religiosidad, la pobreza es castigo por el pecado. «Riquezas, honra y (larga) vida son premio de la humildad y del temor de Yahveh» (Pro_22:4). Quien impugna la riqueza de los fariseos, pone también en duda su fidelidad a la ley y su moralidad. Jesús osa hacerlo y trastorna su doctrina. él va de una parte a otra como pobre (Pro_8:1), predica la renuncia a las posesiones y declara bienaventurados a los pobres, mientras que lanza conminaciones -«¡ay de vosotros!»- contra los ricos. En favor de ellos hay una larga tradición. Se burlan de él y lo desprecian.

Los fariseos, aficionados al dinero, aseguran su vida mediante las riquezas, y su existencia delante de Dios mediante «obras de justicia»: no olvidan la ley y hacen buenas obras. Se tienen por justos y están convencidos de que también Dios aprueba este dictamen. Por sus riquezas reconocen que Dios confirma su parecer. Jesús, en cambio, desbarata este juicio y este modo de pensar, destruye su seguridad, reduce a escombros su construcción religiosa, tras la que se atrincheran. Dios mira al corazón, a las intenciones de que proceden las obras. No buscan a Dios, sino su honra, se buscan a sí mismos (Mat_16:1-18). Al que Dios hace justo, ese es justo en verdad. Ahora bien, Dios sólo hace justo al que es pequeño ante Dios. Lo que es alto entre los hombres, es abominación ante Dios, impuro y repugnante como un ídolo. «El hombre será humillado, abatidos los varones, y bajados los ojos altivos» (Isa_15:5). Por Jesús invierte Dios el juicio de los fariseos: «Gloríese el hermano humilde en su exaltación, y el rico en su humillación, porque pasará como flor de heno» (Jam_1:9 s). La primera bienaventuranza del sermón de la montaña resuena en estas palabras: «Bienaventurados los pobres» (Jam_6:20), «Bienaventurados los pobres en el espíritu» (Mat_5:3).

16 La ley y los profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia el Evangelio del reino de Dios, y cada uno entra en él a viva fuerza. 17 Pero es más fácil que pasen el cielo y la tierra, que una tilde de la ley caiga.

Los fariseos se mofan de la novedad de la predicación de Jesús. No reconocen la hora de la historia de la salvación que ha sonado con él. El primer período de esta historia, el tiempo de la ley y de los profetas, el tiempo de la promesa, terminó con Juan Bautista. Ahora se proclama el reino de Dios como buena nueva y victoria. Ha llegado el tiempo de la realización; con Jesús está presente la salvación prometida. Jesús saca a la luz la nueva época (Mat_4:16 ss).

Todos se esfuerzan por entrar en el reino de Dios y cada cual emplea todas sus fuerzas para salvarse. Aquí asoma de nuevo la imagen del combate (Mat_13:24). En el espíritu de su obra histórica ve Lucas cómo una gran muchedumbre de gentes aceptan la buena nueva y se esfuerzan por alcanzar la salvación pese a las angustias y a las persecuciones. Su evangelio muestra cómo el pueblo, los publicanos y los pecadores se lanzan por este camino que está abierto a todos, en oposición contra los dirigentes del pueblo. Los Hechos de los apóstoles estarán precisamente penetrados de la idea de que la hora de salvación ha sido comprendida y aprovechada por los gentiles, por todos y cada uno. El entusiasmo y el júbilo que resuena en este «cada uno» muestra que no hay barreras que cierren el camino de la salvación. Pero, con todo, no se debe silenciar que es necesario esforzarse por entrar, que sólo a viva fuerza se puede entrar en el reino de Dios. El radicalismo de Jesús tiene sentido porque se ha iniciado el tiempo decisivo. Nadie puede hurtar el cuerpo a la decisión por la doctrina de Jesús. Cada uno se ve en la necesidad de imponerse esfuerzos con resolución. También el fariseo, pese a que él se tiene por justo, debe obedecer al imperativo de esta sentencia.

Los fariseos se tienen por justos. Están convencidos de que conocen y observan exactamente la ley. ¿Está justificada esta idea que se forman de sí mismos? Su celo por la ley ¿no los autoriza a burlarse del radicalismo de Jesús? ¿Qué se les puede reprochar? El mundo del reino de Dios y su presencia por Jesús no abroga la ley. El cielo y la tierra, lo más permanente que conoce el hombre, pasarán antes de que cese la ley de Dios y pierda su vigor la voluntad de Dios contenida en ella. Era necesario repetir esto contra aquellos que, llenos de entusiasmo por el alborear de los tiempos nuevos, querían deshacerse de todas las ataduras.

Por el hecho de tomar Dios posesión de su reino, se cumple la voluntad de Dios contenida y expresada en la ley. Esta se realiza ahora tan radicalmente, que no se descuida el menor detalle (la tilde es el adorno más pequeño que acompaña a diferentes letras hebreas). En el reino de Dios se impone plenamente la voluntad de Dios, pero también se exigen los mayores esfuerzos para que se cumpla completamente. La mutación, el paso decisivo del tiempo de las promesas al tiempo de la realidad es también la mutación decisiva en la entrega a la voluntad de Dios. El hombre no puede conservar ni reservarse para sí la más pequeña parte de su ser: todo, hasta las profundidades de su personalidad (corazón) debe estar disponible para la voluntad de Dios.

La ley bien entendida se mantiene en vigor, es superada por Jesús y se incorpora a la gracia del reino de Dios, que actúa omnipotentemente. Por eso puede también decir Jesús: «Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mat_5:20).

18 Todo el que despide a su mujer y se casa con otra, comete adulterio, y el que se casa con la despedida por su marido, comete adulterio.

La ley veterotestamentaria no se suprime, sino que la apremia el alborear del tiempo de la salud. La voluntad de Dios contenida en ella se hace valer sin concesiones a la flaqueza humana.

El Antiguo Testamento conoce la posibilidad del divorcio: «Si un hombre toma una mujer y llega a ser su marido, y ésta luego no le agrada, porque ha notado en ella algo de torpe, le escribirá el libelo de repudio, y poniéndoselo en la mano, la mandará a su casa» (Deu_24:1). Cuando existía el motivo de divorcio -algo torpe- y se había entregado el libelo de repudio, quedaban libres ambos, el hombre y la mujer, y ambos podían casarse de nuevo. Una escuela de doctores de la ley en tiempos de Jesús había interpretado tan ampliamente el motivo de divorcio, que por aquellos días todo matrimonio podía ser disuelto. En efecto, «un motivo cualquiera» era suficiente para el divorcio (cf. Mat_19:3).

Jesús, en cambio, proclama la indisolubilidad del matrimonio. Aunque se entregue el libelo de repudio, éste ha perdido su fuerza jurídica, y el matrimonio sigue existiendo. Por consiguiente, el nuevo matrimonio de los divorciados se equipara al adulterio. Ambos hombres incurren en culpa: el que toma una nueva esposa, y el que toma por esposa a la mujer divorciada. Ambos obran contra la santidad del matrimonio.

Los fariseos se tienen por justos porque observan la ley de Dios. Dios, sin embargo, exige una justicia que es mayor que la de los escribas y fariseos (Mat_5:20). Jesús les echa en cara que abandonan el precepto de Dios para conservar tradiciones de los hombres (Mar_7:8). Además, la ley del Antiguo Testamento no es la expresión acabada de la voluntad de Dios. Jesús es quien, al anunciar el reino de Dios, pone también de manifiesto la voluntad de la ley. Dado que ha sonado la hora escatológica, interviene Jesús, sin cuidarse de las condiciones y dificultades de este mundo, sin consideraciones con la flaqueza humana en relación con la voluntad de Dios, y presenta las exigencias de Dios en toda su integridad, exentas de todo compromiso.

El mensaje de Jesús va hasta la raíz de las exigencias de la ley. él eliminó las concesiones a la flaqueza humana, como en el caso del juramento (Mat_5:33-37), y con más consecuencias en el caso del divorcio ( Mat_5:31 s), y en la forma más tajante cuando se trata de no tomar represalias (Mt 5. 38-42) y del amor a los enemigos (Mat_5:43-48). De entre todos estos imperativos destaca Lucas únicamente la indisolubilidad del matrimonio. ¿Qué es lo que le mueve a ello? Los hombres que habían sido invitados al banquete no acudieron por causa de los bienes y de la mujer (Mat_14:20). Debido a la dureza de corazón de los judíos había tolerado Dios la disolución del matrimonio en el Antiguo Testamento (Mat_19:8). El apego a los bienes y el apego a la mujer son un obstáculo para la docilidad del corazón humano frente a la llamada de Dios. Esta docilidad se ha de lograr radicalmente gracias a la pobreza y a la virginidad (Mat_19:12.21). El estadio que precede al desprendimiento total de la propiedad y del matrimonio por razón del reino de Dios es la fiel administración de los bienes por medio de limosnas y la observancia de la indisolubilidad del matrimonio. Ambas cosas, el hacer el bien y el matrimonio indisoluble son distintivos de los discípulos de Jesús. Así entra el discípulo a viva fuerza en el reino de Dios. De esta manera debe cada día dar de nuevo prueba de sí mismo y optar por el llamamiento de Dios, nunca puede decir que lo ha hecho ya todo.

c) El rico epulón (Lc/16/19-31)

19 Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo, y todos los días celebraba espléndidos banquetes. 20 A su puerta yacía un pobre, llamado Lázaro, lleno de llagas, 21 el cual deseaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los perros se acercaban para lamerle las llagas. 22 Sucedió, pues, que el pobre murió, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Pero murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el abismo, estando en medio de tormentos, levantó los ojos y vio desde lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces gritó: Padre Abraham, ten compasión de mí, y envía a Lázaro para que, mojando en agua la punta del dedo, venga a refrescarme la lengua; que estoy sufriendo horrores en estas llamas. 25 Pero Abraham le contestó: Hijo, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en tu vida, mientras Lázaro, en cambio, los males; ahora, pues, él tiene aquí el consuelo, mientras tú el tormento. 26 Y además de todo esto, entre nosotros y vosotros ha quedado establecido un inmenso vacío, de suerte que los que quieren pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni tampoco atravesar de ahí a nosotros.

Se ha alcanzado ya la primera cima de la narración. Con una imagen de gran dramatismo se representa lo que significan las conminaciones lanzadas a los ricos que están hartos y que ríen, así como las bienaventuranzas de los desheredados, de los que tienen hambre y de los que lloran (Mat_6:20 ss). Lo que aquí se relata es una amonestación a los ricos y un consuelo para los pobres. Para el rico cada día es una fiesta regocijada, un espléndido banquete. Todos los días se viste de fiEsta: la indumentaria exterior es de lana adornada de púrpura fenicia, la interior, de lino finísimo importado de Egipto a Palestina. Las comidas son de fiesta. Este rico puede permitirse aquello con que soñaba para el futuro el rico labrador: «Descansa, come, bebe, y pásalo bien» (Mat_12:19). El reverso de la medalla, la contrapartida, es el pobre. Cubierto de llagas está echado a la puerta que lleva al palacio del rico; allá es llevado todos los días. El hambre lo atormenta. En las casas acomodadas se utilizan en la comida las migajas para limpiarse las manos y luego se tiran debajo de la mesa. El pobre suspira por ellas con avidez, pero nadie se las da. Los perros medio salvajes que vagan por las calles le lamen las llagas, sin que el pobre hombre pueda impedirlo. El nombre del pobre es Lázaro, el-azar, que quiere decir: Dios ayuda. Es uno de esos pobres que llevan su miseria con paciencia y confianza en Dios, que sólo pueden soportar su existencia porque se fían de Dios; es uno de esos que en los salmos y en las palabras de los profetas son consolados con las promesas de Dios, de esos a quienes van dirigidas las bienaventuranzas del sermón de la montaña.

El rico vive como si no existiera Dios. Lo tiene todo. ¿Qué falta le hace Dios? No ve a Dios, no ve al pobre. Vive a sus anchas, nadando en el placer y en la abundancia. No está contra Dios, ni tampoco oprime al pobre. Únicamente está ciego para no ver a Dios, al pobre, «a Moisés y a los profetas». El relato hace hincapié en lo que viene después de la muerte. Ambos mueren, el rico y el pobre. Del pobre y del rico se dice la misma palabra: «murió»; esto es común a los dos. En la muerte son los dos iguales. Sigue el entierro. Todavía una última diferencia. El rico es sepultado con pompa y fasto. El entierro del pobre no se cuenta, ni se menciona, porque ni siquiera era digno de mención. Sin embargo, ha comenzado ya la gran mutación. Los ángeles se lo llevan. «Cuando un justo pasa de este mundo al otro, le salen al encuentro tres coros de ángeles puestos a su servicio.» Llevan al pobre al banquete celestial. Allí recibe un puesto honorífico a la derecha del padre de familia, Abraham (Mat_8:11). El rico va después de su muerte al mundo inferior (el hades), que aquí se entiende como lugar de castigo y de tormento. Los muertos se hallan en lugares diferentes, según que en su vida terrena cumplieran o no la voluntad de Dios. La existencia del hombre no se restringe a la vida de la tierra, sino que perdura todavía después de la muerte. La historia narrada traza las líneas que van del ahora al entonces, indicando lo que significa lo presente para el futuro. Hay todavía algo más que el bienestar de la vida de la tierra.

El rico se halla en el lugar del tormento, Lázaro sentado a la mesa del banquete celestial, en el seno de Abraham (se comía recostado), en el lugar de la felicidad y bienaventuranza. «Tras el juicio aparece el foso de los tormentos, y enfrente el lugar de refrigerio, se hace visible el horno del infierno, y enfrente la dicha del Edén (del Paraíso)», así se expresa el cuarto libro de Esdras (7,36). De un lugar al otro se pueden ver y hablar los unos con los otros. En el mundo inferior puede el rico levantar los ojos y ver a Abraham desde lejos. Según el libro mencionado, las almas de los réprobos se ven atormentadas porque observan cómo hay ángeles que en profundo silencio guardan las moradas de las otras almas (4Ezr_7:85). Lo que dice Jesús en esta narración acerca de la vida de ultratumba se inspira en las ideas de su ambiente. No quiere decir que el otro mundo sea así en realidad. La historia del rico epulón no es una «guía de viaje» del más allá. Jesús utiliza las imágenes tradicionales para anunciar su doctrina de forma más gráfica y penetrante. El pobre está sentado a la mesa del banquete; el rico, lejos, está atormentado; el pobre goza del puesto de honor, el rico sufre una sed terrible, el pobre está harto, el rico ansía poder humedecer su lengua seca con un poco de agua. A los impíos les aguardan «sed y tormentos» (4Ezr_8:59). El que sufrió en su vida terrena es consolado, el que gozó es atormentado. Esto suena como si en el más allá todo se redujera a un reajuste de las suertes de la tierra. Ahora bien, ¿por qué es atormentado el rico? ¿Sólo porque fue rico? ¿Por qué es dichoso el pobre? ¿Sólo porque fue pobre? La primera parte de la narración necesita ser completada. La primera cima reclama la segunda.

La suerte del rico en el más allá es desesperada. Los judíos estaban convencidos de que su padre Abraham podía con su intercesión librarlos incluso del infierno. «Los que caminan por el valle de lágrimas son los que en esa hora son juzgados en el Gehinnon (el infierno); luego viene nuestro padre Abraham, los hace subir y los acoge.» El rico avariento clama en su tormento a su padre Abraham. ¡En vano! Entre el lugar del tormento y el lugar de la bienaventuranza hay un foso infranqueable: no hay intercesión que salve, no se puede esperar cambio de morada. Está desbaratada toda esperanza.

27 El rico respondió: Ruégote siquiera, padre, que lo envíes a casa de mi padre -28 porque tengo cinco hermanos-, con el fin de prevenirlos, para que ellos no vengan también a este lugar de tormento. 29 Pero Abraham le replica: Ya tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. 30 él insistió: No, padre Abraham; si, en cambio, se presenta a ellos alguno de entre los muertos, se convertirán. 31 Pero Abraham le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, ni aunque resucite uno de entre los muertos se dejarán persuadir.

Ahora aparece claro por qué es atormentado el rico. Disfrutó de la riqueza, se sentía seguro, no tenía órgano para percibir la constancia y el consuelo que se nos da por la Escritura (Rom_15:4), era sordo a la palabra de Dios y a su llamamiento. La riqueza y la vida en la abundancia habían vuelto ciego al rico, ciego para no ver a Dios, ciego para no ver al pobre, ciego para la otra vida; lo hicieron refractario al otro mundo. A las bienaventuranzas de los que por su aflicción ponen su esperanza en Dios y por ello tienen el corazón abierto a Dios, siguen las bienaventuranzas de los que son accesibles a los hombres y a su miseria (cf. Mat_5:3-6; Mat_5:7-10). Lázaro, que en su aflicción pone su esperanza en Dios, es admitido en el banquete del reino. La riqueza encierra peligros...

En Moisés y en los profetas, en la Sagrada Escritura, Dios nos dejó consignada su palabra, que quiere amonestarnos, apercibirnos, iluminarnos y guiarnos para que no vayamos a dar en el lugar de los tormentos. «Y tenemos así más confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón» (2Pe_1:19). Esta palabra lleva a reformar los pensamientos conforme a los pensamientos de Dios, es el comienzo del retorno a Dios y a la penitencia. El contenido de la Escritura es Jesucristo, su muerte y su resurrección (2Pe_24:27.46). El que oye la palabra de Jesús y la sigue es preservado de la suerte del rico, ya que el fruto del anuncio de la muerte y de la resurrección de Jesús es la penitencia y la conversión (Act_2:37 s).

El que no escucha la Sagrada Escritura, tampoco se deja convencer aunque venga un mensajero del otro mundo. Incluso el mayor milagro, la resurrección de un muerto, sería en vano. Lázaro de Betania fue resucitado, y con ello se consumó el endurecimiento de los judíos hostiles a Cristo (Joh_11:46 ss). Dios satisfizo el deseo del rico resucitando a Jesús de entre los muertos. En él dio a los doctores de la ley y a los fariseos la señal que exigían al igual que el rico: «Esta generación perversa y adúltera reclama una señal, pero no se le dará más señal que la del profeta Jonás. Porque así como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra tres días y tres noches» (Mat_12:39 s).

El rico, que está en peligro de apoyarse en su riqueza y de fiarse de ella, tiene que cambiar de dirección y buscar la voluntad de Dios. Fruto genuino de tal cambio de dirección y de tal retorno a Dios es el amor al prójimo con obras (Mat_3:10 s): «¿Sabéis qué ayuno quiero yo?, dice el Señor, Yahveh: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces opresores, dejar ir libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo; partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano» (Isa_58:6 s). La comunidad en la que pensaba ante todo Lucas tenía necesidad de la amonestación, como la consignó Santiago en una situación semejante: «Escuchad, hermanos míos queridos: ¿No escogió Dios a los pobres según el mundo, pero ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman? ¡Y vosotros habéis afrentado al pobre!... Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó misericordia» (Jam_2:5.6.12s).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 16.

Parábola del administrador astuto, 16:1-9.
1 Decía a los discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de disiparle la hacienda. 2 Llamóle y le dijo: ¿Qué es lo que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir de mayordomo. 3 Y se dijo para sí el mayordomo: ¿Qué haré, pues mi amo me quita la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza. 4 Ya sé lo que he de hacer para que, cuando me destituya de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5 Llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6 El dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu caución, siéntate al instante y escribe cincuenta. 7 Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? El dijo: Cien coros de trigo. Díjole: Toma tu caución y escribe ochenta. 8 El amo alabó al mayordomo infiel de haber obrado sagazmente, pues los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz. 9 Y yo os digo: Con las riquezas injustas haceos amigos, para que, cuando éstas falten, os reciban en los eternos tabernáculos.

Propia de Lc. El género de esta narración es parabólico. Algunos habían pensado en una alegoría, por razón de algunos detalles irreales, impropios de la naturaleza de una parábola. Esta suele ser una narración ficticia, pero hecha con elementos del mundo natural, verosímiles, ordinarios. Aquí extraña el fraude propuesto y el buscar amigos para el futuro. Esto dio lugar en la antigüedad a querer alegorizarla y hasta llegar a ver en su interpretación un enigma 1. Sin embargo, como método pedagógico, en la estructura de las parábolas puede haber elementos irreales, sin que exijan una interpretación alegórica, ya que se los utiliza para acusar más el relieve de la doctrina que trata de exponerse. Como aquí.
La trama es sencilla. Un administrador infiel va a ser destituido. Con ello, su fama y porvenir se hunden. La narración no resalta otros detalles intermedios, que podían suponerse; pero son elementos que no interesan a la finalidad propuesta. Este hombre, antes de ir a su dueño a rendir cuentas, se previene para el futuro, haciendo favores con fraude, ya que debe ser hombre débil que no puede ponerse a trabajar, y el mendigar le avergüenza: les rebaja en las cuentas parte de lo que debían.
El bato, medida judía de líquidos (bath), era equivalente a unos 38 litros; el coro responde al hebreo kor, y equivalía a unos 388 litros 2.
Esto representaba lo siguiente: los 100 batos era el producto aproximado de 150 olivos; y la otra de los coros, unos 40.000 litros, era la producción aproximada de unas 40 hectáreas de terreno. La ley sobre la usura prohibía exigir a los judíos interés por préstamos de cualquier clase (cf. Exo_22:25; Lev_25:36; Deu_23:19ss), pero siempre se había encontrado medio de evitar esta ley. Se decía que se daba para defender al adquisidor de ser estafado. Pero se interpretaba que si no tenía urgencia y tenía bienes se podía hacer una ganancia. Concretamente, se justificaba esto con el aceite y el trigo. Puesto que el deudor siempre tendría aceite para encender una lámpara o trigo para un pastel. Por eso se ha escogido a este propósito en la parábola el aceite y el trigo (W. J. Harrington). El interés por estos préstamos variaba mucho; sobre el trigo era un 25 por 100; pero sobre el aceite de oliva, que se podía mezclar con otros aceites, podía llegar al 100 por 100. Y no había contrato ni testigo (Derret, o. abajo c., p.216).
Cuando el amo se enteró de esta astucia final de su mayordomo, alabó al mayordomo infiel por haber obrado hábilmente.
Y Cristo saca explícitamente la lección: los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz para sus obras religiosas. Esta es la doctrina e intento directo: la necesidad de esmerarse sumamente en lograr el mayor provecho en la vida d.el Reino. Al menos en la redacción cristiana de Lc.
Y la aplicación se hace a un caso concreto: el saber administrar las riquezas, los bienes materiales, de tal manera que traigan gran provecho en el Reino: probablemente alude de una manera específica a la limosna, ya que el tema es de riquezas.
La frase con las riquezas injustas haceos amigos no justifica el robo, sino que, aludiéndose a la parábola que acaba de exponerse, y sabiendo que había de suponerse lo que era elemental suponer, se dice que las riquezas que se tengan se las administre esmeradamente para la vida eterna. Además, riquezas injustas es una frase del A.T. que significa riquezas terrenas (Eco_5:10). La palabra usada mamona es versión griega del arameo mamona, que significa riqueza.
Literariamente se presenta con una doble modalidad: una es ahora haceos amigos, que aquí son los pobres socorridos, que serán los que después intervendrán ante Dios, máxime cuando al hacer esto se hace al mismo Cristo (Mat_25:40). Rabí ben David decía del pobre y el rico que ambos se necesitan: Los ricos auxilian a los pobres en este mundo con sus riquezas; y los pobres, a los ricos en el mundo venidero. 3 La otra finalidad, definitiva, es lograr que os reciban en los eternos tabernáculos, expresión que es sinónima de cielo, y que se encuentra citada en el apócrifo apocalíptico Testamento de Abraham 4.
La expresión hijos del siglo (v.8) encuentra formas semejantes en Qumrán para designar los buenos y los malos (1QS 1:9; 2:16; 3:13.24; 1QM 1:1.3.9).
J. Jeremías piensa que, originariamente, se pueda aludir con ella a algún hecho reciente que indignó a la población, y que Cristo lo utiliza como una parábola de crisis por la actitud farisea ante el reino. Siquiera como el mayordomo ante su catástrofe que aprendan a no desperdiciar la última oportunidad.

Apéndices parabólicos sobre las riquezas, 16:10-13.
10 El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho: y el que en lo poco es infiel, también es infiel en lo mucho. 11 Si vosotros, pues, no sois fieles en las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? 12 Y si en lo ajeno no sois fieles, ¿quién os dará lo vuestro? 13 Ningún criado puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Estos versículos siguientes son un apéndice a la parábola, colocados aquí por Lc por razón del tema común y de la palabra riquezas. Se discute si, literariamente, este apéndice comienza en el v.10 o ya comienza en el v.9. Pues parece que el v.8 sea término natural y que incluye ya la finalidad de la parábola. Pero el v.9 puede ser una confirmación explícita de Cristo. Mientras que, si se lo supone comienzo absoluto de este apéndice, se justificaría mal este logion como comienzo. Literariamente, este apéndice es una serie de advertencias a los discípulos (v.l). Pero en la proyección real de Lc probablemente tiene una perspectiva más universalista 5. Sigue el tema lucano de los discípulos cristianos.
v.10 Está basado en una forma proverbial: el que no es fiel en lo poco, menos lo será en la custodia de una riqueza mayor. Y viceversa.
v.11. Si no se es fiel en las riquezas injustas, no se le confiarán las verdaderas. Las riquezas injustas, si aquí está sugerido por la expresión de la parábola anterior, es frase, de suyo, independiente y anterior a este momento literario (Eco_5:10) y se refiere a las riquezas terrenas. Al que no es fiel en las riquezas terrenas, ¿quién confiará a éste las riquezas verdaderas, que son los bienes espirituales? Esa fidelidad que se requiere en los bienes materiales en el discípulo de Cristo supone ya en el mismo el buen uso y desprendimiento de ellos. A esta actitud se le darán, sin duda, en abundancia los bienes espirituales que ha de fructificar.
v.12. Y si en lo ajeno no sois fíeles, ¿quién os dará lo vuestro? Con la expresión de falta de fidelidad en lo ajeno alude, en este contexto, al administrador infiel. Las riquezas que se tienen aquí abajo no son absoluta posesión del ser humano. Este es administrador de esos bienes de Dios. Debe, pues, serle fiel en ellos. Así recibirá los propios, que, en este contexto, por la contraposición establecida, parecen referirse a dones espirituales que Dios, a cambio de esa fidelidad requerida como actitud, conceda en abundancia al discípulo.
v.13. Los pensamientos de este versículo, que es la expresión parabólica y confirmativa de lo anterior, se encuentran completos y aislados en otro contexto de Mt (Eco_6:24). En ellos se pone la tesis y se da la razón de no poderse servir a dos señores: a Dios y a las riquezas. Naturalmente, entendido en el sentido de un apego total a ellas o en una adquisición o uso reprobable de las mismas. Está expresado con extremismo hiperbólico. Al narrador oriental le agrada la exageración; como Cristo hace en dos ocasiones 5.

Reprensión a los fariseos,Eco_16:14-18.
14 Oían estas cosas los fariseos, que son avaros, y se mofaban de El. 15 Y les dijo: Vosotros pretendéis pasar por justos ante los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que es para los hombres estimable, es abominable ante Dios. 16 La Ley y los Profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia el Reino de Dios, y cada cual ha de esforzarse para entrar en él. 17 Pero es más fácil que pasen el cielo y la tierra que el faltar un solo ápice de la Ley. 18 Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera, y el que se casa con la repudiada por el marido, comete adulterio.

Los fariseos oyeron estas cosas y se mofaban de El, porque son avaros. Incluso en documentos extrabíblicos se les acusa de avaricia 6. En el A.T. se prometían premios temporales a las buenas obras. Los fariseos presumían de justos ante los seres humanos e incluso querían ostentar sus riquezas como premio de Dios. Pero, aparte de lo que pudiese haber de robo en su adquisición, si ante los hombres sencillos podían hacer pensar esto, no ante el juicio de Dios, que veía sus corazones.
Ni esa pretendida bendición del A.T. tiene ya validez. Esa obra pasó; llega hasta Juan, que presenta al Mesías; y va a regir ya la Ley más perfecta del reino. Y para ser justos, lo más elemental es ingresar en él; no negarse al ingreso, como ellos. Y esto exige esfuerzos, no el privilegio de las riquezas. (En Mat_11:12ss) esto tiene un contexto distinto.
El v.16, como se vio en Mt, es difícil. El verbo ????? puede ser forma pasiva: el reino de los cielos padece violencia. O ser voz media: todos entran a la fuerza. Se sugiere otra forma: las acciones escatológicas de Dios en Cristo han desatado, como una tempestad, que se está abriendo paso hasta irrumpir toda zona humana.
No obstante haber caducado en muchas cosas el A.T., todo se ha de cumplir, la permanencia sustantiva de ambas leyes no cambia (v.17; cf. Mat_5:17-19).
Probablemente evocado también aquí por esta moral, idéntica, pero que en determinadas cuestiones pudo tener dispensa, o aspectos temporales, se cita aquí, como un modelo más de esta nueva Ley, antigua a su vez, la indisolubilidad del matrimonio: lo fue ya en su institución, pero se permitió su disolución temporalmente; ahora, con la venida de la moral del reino, se restituye esta ley moral a su pureza primitiva (Mat_19:3-9; par.).
Varias de estas sentencias aparecen citadas aisladamente en contextos distintos (Mat_5:18-32; Mat_11:12). Es un marco artificial en el que Lc coloca estas sentencias del Señor, por la oportunidad que les presta este tema de la riqueza para hacer ver la actitud de los fariseos frente a la riqueza y la Nueva Ley. Aparte de una cierta concatenación semita basada en la palabra ley 6 o su concepto (v. 18).

Parábola del rico y el pobre Lázaro,Mat_16:19-31.
19 Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino y celebraba cada día espléndidos banquetes. 20 Un pobre, de nombre Lázaro, estaba echado en su portal, cubierto de úlceras, 21 y deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico; hasta los perros venían a lamerle las úlceras. 22 Sucedió, pues, que murió el pobre, y fue llevado por los ángeles al Seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23 En el hades, en medio de los tormentos, levantó sus ojos y vio a Abraham desde lejos y a Lázaro en su seno. 24 Y, gritando, dijo: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que, con la punta del dedo mojada en agua, refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. 25 Dijo Abraham: Hijo, acuérdate de que recibiste ya tus bienes en vida y Lázaro recibió males, y ahora él es aquí consolado y tú eres atormentado. 26 Además, entre nosotros y vosotros hay un gran abismo, de manera que los que quieran atravesar de aquí a vosotros, no pueden, ni tampoco pasar de ahí a nosotros. 27 Y dijo: Te ruego, padre, que siquiera le envíes a casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento. 29 Y dijo Abraham: Tienen a Moisés y a los profetas; escúchenlos. 30 El dijo: No, padre Abraham; pero, si alguno de los muertos fuese a ellos, harían penitencia. 31 Y les dijo: Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se dejarán persuadir si un muerto resucita.

El tema de la riqueza lleva a Lc a insertar aquí la parábola del rico y de Lázaro el pobre. Es exclusiva de Lc.
Se trata de una versión libre de un cuento egipcio, traído a Palestina por judíos de Alejandría, donde era muy apreciado. Parece por un análisis comparativo que Cristo lo utiliza 7.
La descripción es minuciosa, con algunos elementos irreales (v.20-24), destacados por el autor para mejor lograr la finalidad del tema. El relato es una parábola de dos vértices (J. Jeremías). La finalidad de la misma está expresada por el contraste de dos personas: un pobre y un rico con dos suertes distintas: el rico aquí goza y después pena, y, en cambio, el pobre, aquí sufre y después tiene su felicidad; el otro vértice es el rechazo de la súplica del rico y urgencia de la conversión oyendo a los profetas. Así presentada la finalidad de la parábola, caben dos hipótesis: 1) ¿Se trata de expresar sólo la posibilidad de que el rico puede condenarse, puesto que las riquezas no garantizan la salvación como podría pensarse en la mentalidad del A.T. , suponiéndolas premio a una recta conducta, v.gr., los fariseos, mientras que los pobres, que aparecen, sin esta interpretación material de la Ley, como no bendecidos por Dios, pueden salvarse? 2) ¿O se trata del hecho de un mal uso de las riquezas, por lo que se condenan, mientras que el pobre, por ser pobre religioso ('ani), sometido en todo a la voluntad de Dios, se salva?
En la parábola no se habla de sola posibilidad; se trata de un hecho: una condena y una salvación. Pero esto supone un uso malo de las riquezas, ya que éstas, de suyo, ni son buenas ni malas; todo depende del uso que se haga de ellas. Igualmente, la pobreza ni es buena ni es mala; depende de la actitud religiosa que se tenga ante ella. Por eso, en esta parábola no se habla sólo de la posibilidad de que en el otro mundo se cambie la suerte de ricos y pobres, valorado esto en la mentalidad del A.T., sino que esta posibilidad se ve, porque se expone como un hecho este mal uso de las riquezas y la resignación religiosa ante la pobreza. Esta parábola es el más bello comentario a las palabras del Señor: ¡Bienaventurados los pobres! (Luc_6:20). Pero también aparece otro elemento doctrinal de gran valía: insistir en el valor del testimonio de Moisés y los profetas (v.31), sobre el valor y existencia de suertes distintas en el sheol. En el aspecto de la existencia de la otra vida, iría especialmente contra los saduceos.
v.20. El nombre de Lázaro es abreviatura de Eleazar = Dios ayuda. Tardíamente, en algunos manuscritos y versiones, se da al rico los nombres de Nínive o Fincas.
v.22. El seno de Abraham expresa en la literatura extrabíblica, más que el lugar donde estaban las almas de los justos, el estado de afección en que estarán con el padre de los creyentes 7. A él fue llevado por los ángeles. En la literatura rabínica se dice en diversos pasajes que al paraíso no se va si no es llevado por los ángeles 8.
v.23. El rico fue sepultado. La lectura: sepultus est in inferno de la Vulgata no es exacta. En el infierno levanta él los ojos y ve a Abraham. Es el sheol, en esta época infierno de los condenados, que Lc traduce para sus lectores por el término hades. En la literatura extrabíblica se habla de estos lugares como estados próximos, por lo que pueden verse; lo que aumenta más el sufrir de los condenados (4 Esd_7:85-93; cf. Henoc 9:13). Es lo que reflejan los elementos descriptivos de esta parábola.
v.26. Estas regiones son infranqueables. Hay entre ellas un gran abismo. No pueden ir de un lugar a otro. Es la eternidad de destinos (cf. v.23).
v.27-31. El rico condenado la parábola desea extender su doctrina pide a Abraham, que preside la mansión de los justos, judíos, que envíe a Lázaro a sus hermanos para que se corrijan y no vayan al infierno. Pero la respuesta es negativa: tienen a Moisés y a los profetas, que oyen en las sinagogas; con ellos saben lo que han de hacer para no venir al infierno. Un texto de Is (58:7) le decía concretamente lo que debía hacer en este caso; como, en general, los profetas. Tampoco harían caso a un muerto que les fuese a avisar. ¿No pensarían en un fantasma? ¿Qué pensaron tantos ante la resurrección de Cristo? Es que, en el fondo, no es cuestión de avisos extraordinarios, sino de la recta actitud moral para ello. Si ésta existe, basta, pues entonces ellos creen en lo que Dios dice para salvarse por Moisés y los profetas. 9
Se piensa que se trate originariamente de una parábola de crisis ante el problema inminente del reino. El acento, al menos en el segundo punto culminante de la parábola (v.27-31), sería ^urgencia por que los seis hermanos del rico tomen posición de ingreso en el reino. La aplicación moralizante a la hora cristiana era igualmente oportuna.

1 Vosté, Parabolae. P.718. 2 Vosté, O.C., P.724; Barrois, La Métrologie Dans La Bible: Rev. Bib. (1931) 432-433; J. Jeremías, O.C., P.220-222, Donde Se Valoran Muchos Detalles Ambientales; Cf. P. Gaechter, En Cbq (1950) P.121-131; J. D. M. Derrett, En Nts (1960-61) P.198-219. 3 Citado En Vosté, O.C., P.728. 4 Vosté, Parabalae. Ii P.718-737; Kramer, Adparabolam De Villico Iniquo: Verb. Dom. (1960) 278-291; G. Paul, The Unjust Steward And The Interpretation Of Luc_16:9, Theology (London 1958) 189-193; T. G. Jallaxd, A Note On Luc_16:1-9 : Stud. Evang. (1959) 503-505; F. Maass, Das Gleichnis Vom Ungerechten Haushalter, Luc_16:1-8 : T. Viat (1961) 173-184; R. R. Caemmerer, Investment For Eternity. A Study Of Luc_16:1-13; Contm (1963) 69-76; P. Gaechter, Die Parabel Vom Ungetreuen Verwauer (Luc_16:1-8 : Orientierung (1963) 149ss; P. Blgo, La Richesse Comme Intendance Dans Révangile. A Propos De Lúe 16:1-9: Nouv. Rev. Théol. (1965) 267-271. 5 Descamps, La Composüion Litteraire Du Lúe 16:9-13: Nov. Tesl. (1956) ? Hí-Vl 5 J. Jeremías, Parábolas. P.57-60. 6 Rev. Bib. (1912) P.220. 6 A. A. Balocco, Delleventuak Concatenazione Di Tre Versetti Del Vangelo Di S. Lucca (16:16-18): Riv. Larral. (1960) 126-150; J. A. Fltzmyer, En Cbq (1962) P.175-177; H. J. Cadbury, En Jbl (1962) P.339-402; K. Grobel, En Nts (1963-64) P.373-382. 7 Schnackenburg, Reino Y Remado De Dios (1967) P.124-128; Strack-B., Kom-Mentar. II P.225-227; Frey, Rev. Bib. (1932) 100-103. 7 Cf. J. Jeremías, Die Gleichnisse., P.223; Cf. P.222-227. 8 Strack-B., Kommentar. Ii P.223-225; F. Planas, En El Seno De Abraham (Lúe. 16:23): Cult. Bíbl. (1958) 148-152; Cf. Im. Dnt, 3, 825-826. 9 Vosté, Parabolae. Ii P.738-762; Maréchal, évang. S. St. Lúe (1946) P.201-203; Buzy, Les Parábales (1932) P.382ss; Papyrus Bodmer, De Lucas (P75); J. D. M. Oerkett,Freshlightonlkl6.: N.T. Studies (Cambridge 1960) 364-380;]. Canti-Nat, Le Mauvais Riche Et Lazare (Luc_16:19-31; Luc_16:1962) 19-26.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Y loó el señor al mayordomo infiel, porque lo hizo cuerdamente; porque los hijos de este siglo, más sabios son en su generación, que los hijos de la luz. Y yo os digo: Que os ganéis amigos de las riquezas de iniquidad, para que cuando falleciereis, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo menor, también lo es en lo mayor; y el que es injusto en lo poco, también es injusto en lo mucho. Pues en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os fiará lo que es verdadero? Y si no fuisteis fieles en lo ajeno, lo que es vuestro, ¿quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o al uno se llegará y al otro despreciará: no podéis servir a Dios y a las riquezas". (vv. 8-13)

San Agustín, ut sup
El señor alabó al mayordomo a quien despedía de su administración, porque había mirado al porvenir. Prosigue: "Alabó el señor al mayordomo infiel, porque lo hizo prudentemente". No debemos, sin embargo, imitarlo en todo, porque no debemos defraudar a nuestro señor para dar limosnas de lo que le quitemos.

Orígenes
Pero como los gentiles dicen que la prudencia es una virtud y la definen como el conocimiento de lo bueno, de lo malo y de lo indiferente, o el conocimiento de lo que se debe hacer o dejar de hacer, es preciso considerar si esta definición significa muchas cosas o una sola. Se dice, pues, que Dios dispuso los cielos con prudencia. Entonces es cierto que es buena la prudencia, porque con ella dispuso el Señor los cielos. Se dice también en el libro del Génesis (Gén_3:1) según los Setenta, que la serpiente era prudentísima, y no se llama virtud a esta prudencia, sino astucia que se inclina a obrar mal. En este sentido, pues, se dice que el amo alabó al mayordomo porque obró con prudencia, esto es, con astucia y ligereza. Y acaso se usó por error la palabra alabó y no en su verdadera significación; como cuando decimos que alguno se deja llevar por cosas mediocres e indiferentes y que deben admirarse las disputas y agudezas en que brilla el vigor del ingenio.

San Agustín, ut sup
Estas parábolas se llaman contradictorias para que comprendamos que si pudo ser alabado por su amo aquél que defraudó sus bienes, deben agradar a Dios mucho más los que hacen aquellas obras según sus preceptos.

Orígenes
Los hijos de este siglo se dice que no son más sabios, pero sí más prudentes que los hijos de la luz esto no en sentido absoluto ni sencillamente, sino en su generación. Sigue pues: "Porque los hijos de este siglo son más prudentes en su generación".

Beda
Se llaman hijos de la luz e hijos de este siglo, como hijos del reino e hijos de la perdición, porque cada uno se llama hijo de aquél cuyas obras hace.

Teofilacto
Llama hijos de este siglo a los que piensan en adquirir las comodidades de la tierra, e hijos de la luz a los que obran espiritualmente, mirando sólo al amor divino. Sucede, pues, que en la administración de las cosas humanas disponemos con prudencia de nuestros bienes y andamos solícitos en alto grado para tener un refugio en nuestra vida si llega a faltarnos la administración, pero cuando debemos tratar las cosas divinas, no meditamos lo que para la vida futura nos conviene.

San Gregorio, Moralium 18,11 super Iob 27,19
Para que los hombres encuentren algo en su mano después de la muerte, deben poner antes de ella sus riquezas en manos de los pobres. Prosigue: "Y yo os digo que os ganéis amigos de la mammona de la iniquidad", etc.

San Agustín, De verb. Dom. serm. 35
Llaman mammona los hebreos, a lo que los latinos llaman riquezas. Como si dijese: "Haceos amigos de las riquezas de la iniquidad". Interpretando mal estas palabras, roban algunos roban lo ajeno y de ello dan algo a los pobres y creen que con esto obran según está mandado. Esta interpretación debe corregirse. Dad limosna de lo que ganáis con vuestro propio trabajo. No podréis engañar al juez, que es Jesucristo. Si de lo que has robado al indigente das algo al juez para que sentencie a tu favor, es tanta la fuerza de la justicia, que, si lo hace así el juez, te desagradará a ti mismo. No quieras figurarte a Dios así, porque es fuente de justicia. Por tanto, no des limosna del logro y de la usura. Me dirijo a los fieles, a quienes distribuimos el cuerpo de Jesucristo. Pero si tales riquezas tenéis, lo que tenéis es malo. No queráis obrar más de este modo. Zaqueo dijo (Luc_19:8): "Yo doy la mitad de mis bienes a los pobres". He aquí cómo obra el que se propone hacerse amigos con la riqueza de la iniquidad y para no ser considerado como reo, dice: "Si he quitado algo a otro, le daré el cuádruple". También puede entenderse así: Riquezas de la iniquidad son todas las de este mundo, procedan de donde quiera. Por esto, si quieres la verdadera riqueza, busca aquella en que Job abundaba cuando, a la vez que estaba desnudo, tenía su corazón lleno de Dios. Se llaman riquezas de iniquidad las de este mundo porque no son verdaderas, estando llenas de pobreza y siempre expuestas a perderse, pues si fuesen verdaderas te ofrecerían seguridad.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,34
También se llaman riquezas de iniquidad, porque no son más que de los inicuos y de los que ponen en ellas la esperanza y toda su felicidad. Mas cuando son poseídas por los justos, son ciertamente las mismas, pero para ellos no son riquezas más que las celestiales y espirituales.

San Ambrosio
Llama inicuas las riquezas, porque sus atractivos tientan nuestros afectos por la avaricia, para que nos hagamos esclavos suyos.

San Basilio
Si heredases un patrimonio, recibirás lo acumulado por los injustos, porque entre tus antepasados necesariamente debe encontrarse alguno que las haya adquirido por usurpación. Supongamos que ni aun vuestro padre lo haya robado, ¿de dónde tienes el dinero? Si dices de mí, desconoces a Dios no teniendo noticia del Creador. Si dices que de Dios, dinos la razón por qué las has recibido. Por ventura ¿no es de Dios la tierra y cuanto en ella se contiene? (Sal_23:1). Luego si lo que nosotros tenemos pertenece al Señor de todos, todo ello pertenecerá también a nuestros prójimos.

Teofilacto
Se llaman riquezas de la iniquidad, todas las que el Señor nos ha concedido para satisfacer las necesidades de nuestros hermanos y semejantes pero que reservamos para nosotros. Debíamos, por tanto, entregarlas a los pobres desde el principio. Pero, como en verdad fuimos administradores de iniquidad, reteniendo inicuamente todo aquello que se nos ha concedido para la necesidad de los demás, no debemos continuar de ningún modo en esta crueldad, sino dar a los pobres para que seamos recibidos de ellos en los tabernáculos celestiales. Prosigue, pues: "Para que cuando falleciereis os reciban en las eternas moradas".

San Gregorio, Moralium 21,24
Si adquirimos las eternas moradas por nuestra amistad con los pobres, debemos pensar, cuando les damos nuestras limosnas, que más bien las ponemos en manos de nuestros defensores que en las de los necesitados.

San Agustín, De verb. Dom. serm. 35
¿Y quiénes son los que serán recibidos por ellos en las mansiones eternas, sino aquellos que los socorren en su necesidad y les suministran con alegría lo que les es necesario? Estos son los menores de Cristo, que todo lo han dejado por seguirlo y todo lo que han tenido lo han distribuido entre los pobres, para poder servir a Dios desembarazados de los cuidados de la tierra y, libres del peso de los negocios mundanos, levantarse como en alas hacia el cielo.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,34
No debemos entender que aquellos por quienes queremos ser recibidos en los eternos tabernáculos, son deudores de Dios, puesto que son los santos y los justos a quienes se alude en este lugar y que serán los que introduzcan a aquellos de quienes recibieron en la tierra remedio para sus necesidades.

San Ambrosio
Haceos amigos de la riqueza de la iniquidad, con el fin de que, dando a los pobres, podamos conseguir la gracia de los ángeles y de los demás santos.

Crisóstomo, hom. 33 ad pop. Antioch
Obsérvese que no dijo: para que os reciban en sus mansiones, porque no son ellos mismos los que admiten. Por esto cuando dice: "haceos amigos", añade "con las riquezas de la iniquidad", para manifestar que no nos bastará su amistad si las buenas obras no nos acompañan y si no damos en justicia salida a las riquezas amontonadas injustamente. El arte de las artes es, pues, la limosna bien ejercida. No fabrica para nosotros casas de tierra, sino que nos procura una vida eterna. Todas las artes necesitan unas de otras, pero cuando conviene hacer obras de misericordia, no es necesario otro auxilio que la sola obra de la voluntad.

San Cirilo
Así, enseñaba Jesucristo a los ricos que estimasen sobre todo la amistad de los pobres, y que atesorasen en el cielo. Conocía también la pereza de la humanidad, que es causa de que los que ambicionan riquezas no hagan ninguna obra de caridad con los pobres. Manifiesta, por tanto, con ejemplos claros, que éstos no obtendrán ningún fruto de los dones espirituales, añadiendo: "El que es fiel en lo menor, también lo es en lo mayor; y el que es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho". En seguida nos abre el Señor los ojos del corazón aclarando lo que había dicho antes, diciendo: "Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo que es verdadero?". Lo menor son, pues, las riquezas de iniquidad, esto es, las riquezas de la tierra, que nada son para los que se fijan en las del cielo. Creo, por tanto, que es fiel alguno en lo poco cuando hace partícipes de su riqueza a los oprimidos por la miseria. Además, si en lo pequeño no somos fieles, ¿por qué medio alcanzaremos lo verdadero, esto es, la abundancia de las mercedes divinas, que imprime en el alma humana una semejanza con la divinidad? Que sea éste el sentido de las palabras del Señor, se conoce claramente por lo que sigue: "Y si no fuisteis fieles en lo ajeno, lo que es vuestro, ¿quién os lo dará?", etc.

San Ambrosio
Son para nosotros ajenas las riquezas, porque están fuera de nuestra naturaleza y no nacen y mueren con nosotros. Jesucristo es nuestro porque es la vida de los hombres y vino a lo que es suyo.

Teofilacto
Así, pues, nos enseñó hasta aquí con cuánta caridad debemos distribuir las riquezas. Pero como la distribución de ellas no puede verificarse, según Dios, más que por la impasibilidad del alma, desprendida de ellas, añade: "Ningún siervo puede servir a dos señores".

San Ambrosio
No porque haya dos señores, siendo uno el Señor, pues aun cuando hay quien se esclaviza por las riquezas, sin embargo no da a éstas derecho ninguno de dominio, siendo él mismo el que se impone el yugo de la esclavitud. El Señor es uno sólo, porque sólo hay un Dios en lo que se manifiesta que el Padre y el Hijo tienen el mismo poder. Y explica la razón de ello cuando añade: "Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o al uno se llegará y al otro despreciará".

San Agustín, De quaest. Evang. 2,36
No habla así casualmente o sin reflexión, porque a nadie a quien se le pregunte si ama al demonio contestará que lo ama, sino más bien que le aborrece, mientras que casi todos dicen que aman a Dios. Así, pues, o aborrecerá al uno (esto es, al diablo) y amará al otro (esto es, a Dios), o se unirá con uno (esto es, con el diablo, buscando sus recompensas temporales) y despreciará al otro, esto es, a Dios, como acostumbran a hacerlo aquellos que, lisonjeándose con que su bondad los deje impunes, no hacen consideración de sus amenazas por satisfacer sus pasiones.

San Cirilo
Da fin a este discurso con lo que sigue: "No podéis servir a Dios y a las riquezas". Renunciemos, pues, a las riquezas y consagrémonos a Dios con todo celo.

Beda
Oiga esto el avaro y vea que no puede servir a la vez a Jesucristo y a las riquezas. Sin embargo, no dijo: quien tiene riquezas, sino el que sirve a las riquezas, porque el que está esclavizado por ellas las guarda como su siervo, y el que sacude el yugo de esta esclavitud, las distribuye como señor. Pero el que sirve a las riquezas sirve también a aquel que por su perversidad es llamado con razón dueño de las cosas terrenas y el príncipe de este siglo (Jn 12; 2Cor 4).


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


148 (f) LA NECESIDAD DE COMPARTIR LOS BIENES CON LOS NECESITADOS (16,1-31). El tema unificador de este capítulo, aparentemente sin coherencia alguna, es el uso de las posesiones para beneficiar a los demás, esp. a los necesitados. Cf. Karris, «Poor and Rich», PerspLA 121-23; Horn, Glaube und Handeln (?23 supra) 68-88. El capítulo está dividido en cuatro secciones interrelacionadas: 16,l-8a; 16,8b-13; 16,14-18; 16,19-31. l-8a. La parábola del «administrador infiel» termina en el v. 8a; el propietario del que se habla en el v. 8a no es Jesús, sino el rico terrateniente de los vv. 1,3.5. El sistema legal presupuesto por la parábola está ampliamente atestiguado y está en contra de la prohibición veterotestamentaria de la usura. El administrador estaba autorizado a hacer contratos vinculantes para el propietario. Los intereses del aceite y del trigo, por ejemplo, no se ponían en un documento diferente del contrato, sino que estaban incluidos en la suma global mencionada en él. Así, una persona que recibiese solamente 450 galones de aceite de oliva, por la aplicación del 100% de intereses, tenía que tener escrito en su contrato la cantidad de 900 galones (cf. v. 6). No hay evidencia alguna de que el administrador pudiese quedarse con el interés como comisión; el trabajo del administrador consistía en hacer dinero para el propietario. Cf. J. D. M. Derrett, NTS 7 (1960-61) 198-219. 1. rico: Esta designación clarifica lo que el relato presupone; cf. también 16,19. El propietario es un terrateniente ausente, no precisamente apreciado en la sociedad palestinense ni en la grecorromana, se presentaron cargos contra el administrador con intención claramente hostil. Éste es el significado normal, negativo, del término diaballein. 2. El propietario cree en la calumnia y se dispone a despedir a su administrador. 3-4. ya sé lo que voy a hacer. En su monólogo, que hace que el lector se identifique con él, el administrador, injustamente tratado, no cae ni en la autocompasión ni en otras tácticas de indecisión. Actuará con decisión. 5. los deudores de su amo: Dos veces se dice que las cantidades son propiedad del amo. Ninguna evidencia de que el administrador esté renunciando a su comisión. El administrador va a ajustar cuentas con su amo a expensas de este mismo. Cancela el beneficio usurero de su amo. Con toda seguridad, los deudores corresponderán a tal magnificencia (cf. v. 4). 8a. administrador inicuo: No se trata de una simple repetición de lo que está implícito en los vv. 1-2, sino que se refiere a la inicua conducta presentada en los vv. 5-7. alabó: El administrador no es golpeado ni castigado con otro medio (en contraste con 12,46). sagazmente: «El adverbio phronimos se refiere a la acción práctica para conseguir un determinado objetivo. No tiene nada que ver con la virtud de la justicia en su sentido más amplio» (P. Perkins, Hearing the Parables of Jesús [Nueva York 1981] 166). ¿Cuál es el significado de 16,1-8a? Puesto que Lucas es más aficionado al uso de «histo(-)rias ejemplares» que a las parábolas (cf. 10,29-37; 12,16-21; 16,19-31; 18,9-14), para centrar la atención de sus lectores y dar así una lección, se considera 16,1-8a como una historia ejemplar con dos posibles interpretaciones. La versión popular genera grandes problemas, pues sostiene que Jesús enseña a sus discípulos a imitar las injustas acciones del administrador. La versión académica sostiene que lo que debe imitarse es la sagacidad del administrador en el uso de las posesiones (aun cuando éstas no fueran suyas). Otros consideran que 16,1-8a es una auténtica parábola sobre el reino de Dios. Un punto de vista sostiene que el punto de conexión entre las acciones de la parábola y las de la audiencia de Jesús en su camino hacia Jerusalén es similar: Así como el administrador actuó con decisión ante la crisis, así también deberían actuar quienes escuchan a Jesús y aún vacilan en seguirle a él y su mensaje del reino. Otro punto de vista defiende que el punto de conexión es de diferencia: El sentido de justicia, normalmente implicado en el símbolo del reino, está en contra del comportamiento del propietario en el v. 8a. ¿Cómo puede alabar el propietario tal conducta injusta perpetrada contra él mismo, sin castigar al picaro? ¿Son anulados los modelos estándar de justicia en el reino que Jesús proclama? Por supuesto que sí; en el reino de justicia y poder de Jesús, ni siquiera los propietarios ajustan cuentas. Este significado de la parábola está en sintonía con el mandato lucano de Jesús de amar a los enemigos (6,27-35) y con sus enseñanzas en contra de la venganza y a favor del amor a los enemigos (cf. 9,51-55; 10,29-37; 17,11-19; 22,47-55; 23,34). Cf. B. B. Scott, Bib 64 (1983) 173-88.

149 8b-13. Se ofrecen varias interpretaciones de la parábola mediante el uso de palabras gancho. Se centran en el uso de las posesiones y presentan un primer ejemplo del pensamiento dualista de Lucas: mammón puede apartar a los discípulos de Dios, pero también pueden utilizarlo ahora como limosna. 8b. los hijos de este tiempo son más astutos: El administrador representa la entusiasta respuesta que la gente de este mundo muestra en sus relaciones, contrapuesta claramente a la parca respuesta de los discípulos al reino de Jesús. 9. dinero (mammón) injusto: El dinero en general («en el que ponemos nuestra confianza») pertenece a este mundo perverso. Los discípulos tienen que convertirlo en capital celestial compartiéndolo con los demás, esp. con el necesitado. Cf. 12,33-34. El mandato de Jesús de dar limosna afirma la permanente validez (cf.
16,16-17) de lo que sobre el asunto determinan la Ley y los Profetas (16,29-31). Sobre la relación entre 16,9 y 1 Tim 6,18-19, cf. S. G. Wilson, Luke and the Pastoral Epistles (Londres 1979) 50. 10. fiel: Esta aplicación de la parábola subraya la necesidad de la fidelidad diaria. 11. Si los discípulos no comparten las posesiones, no les será confiada la verdadera realidad celestial. 12. Si los discípulos comparten las posesiones, que son realmente un préstamo que reciben de otro, es decir, de Dios, se les entregará el tesoro del cielo como propiedad inalienable. Cf. Marshall, Gospel 624. 13. no podéis servir a Dios y al dinero: Los discípulos o son totalmente fieles a Dios, o sucumbirán a la esclavitud del dinero (mammón), y solamente se es fiel a Dios compartiendo el dinero con los demás, esp. con los que tienen necesidades.

150 14-18. Tras la publicación de la tesis de H. Conzelmann, según la cual 16,16 expresa la visión tripartita lucana de la historia de la salvación (cf. TL 32-33), se ha prestado más atención a la crítica de los pros y contras de su tesis que a indagar en cómo está conectado 16,14-18 con 16,1-13 y 16,19-31, que, obviamente, están interrelacionados por los temas de que tratan. Cf. Wilson, Luke and the Law (? 58 supra) 43-51. 14-15. fariseos: Tres son las conexiones de 16,14-18 con 16,1-13 y 16,19-31. (1) Los vv. 14-15 se dirigen a los sectarios fariseos cristianos como tipos del hombre rico (cf. 16,19-31) que se burlan de Jesús por su enseñanza sobre compartir los bienes con los necesitados que no forman parte de la comunidad (16,1-13). Previamente, Lucas ya había presentado a los fariseos como ejemplos negativos (?76-77.99-100.132.142). Al describir a los fariseos como avariciosos y orgullosos (vv. 14-15), Lucas se inspira en la tradición grecorromana de la polémica contra los falsos maestros, tal y como aparece también en 1 Tim 6,10 (avaricia) y 1 Tim 6,17 (orgullo). En otros autores del NT, la avaricia está relacionada con los pecados de naturaleza sexual (cf. Ef 4,19; 5,3.5). También Lucas relaciona la avaricia con los pecados sexuales en 16,14 y 16,18; cf. también una relación similar en 8,14 y Hch 24,25-26. (2) La enseñanza de Jesús cumple y continúa la Ley y los Profetas (16,16; cf. v. 29) en lo referido a la ayuda a los necesitados (16,1-13; 16,27-31). Además, lo que Dios ha hecho al resucitar al Jesús humillado (16,31) manifiesta que esta acción es el cumplimiento de su voluntad de salvar al pobre (16.16). Cf. J. Dupont, Les Beatitudes (Ebib, París 1973) 3.62-64. (3) El evangelio no es un mensaje restringido para ricos que se consideran elegidos (16,15.19-26). Es para todos (16.16). En resumen, Lucas advierte a los acomodados de su comunidad que eviten la avaricia (y la inmoralidad), siguiendo la enseñanza de Jesús sobre la limosna, en sintonía con la voluntad de Dios. En 16,19-31 continuará Lucas esta exhortación con el ejemplo del hombre rico.

151 19-31. Relato ejemplar en dos niveles (vv. 19-26.27-31), focalizado en el hombre rico, sus hermanos y los lectores. La pregunta que formula es la siguiente: ¿Seguirán los cinco hermanos y los lectores el ejemplo del rico, o harán caso a la enseñanza de Jesús y del AT sobre la solicitud por los necesitados, como Lázaro, siendo así realmente hijos de Abrahán? Si no siguen esta enseñanza los cinco hermanos ni los lectores, no tendrán puesto alguno en el banquete mesiánico. 19-26. Existen paralelos de esta primera parte del relato ejemplar en el folclore egipcio y en la historia de Bar Ma 'yan (cf. FEL, III, 749-50). Sin embargo, estos paralelos de la inversión en la vida futura de las condiciones tenidas en el presente no explican ni el diálogo entre el rico y Abrahán (vv. 23.24.25.27.29.30) ni el hecho de que el pobre, en la persona de Lázaro, no se recree en el castigo del rico. En contraposición, 1 Hen 92-105; ApPe 13. Cf. M. Himmelfarb, Tours of Heil (Filadelfia 1983). 19-20. rico... pobre: A pesar de los intentos de mostrar que los vv. 19-26 presentan al rico actuando perversamente (cf. Seccombe, Possessions [? 23 supra] 176-78), el texto no ofrece indicación alguna de que fuese culpable de alguna falta moral o de que Lázaro fuese moralmente bueno. Así pues, hay razones para sostener que los vv. 19-26, por sí mismos, condenan a los ricos por ser ricos y alaban a los pobres por ser pobres (cf. 1,51-53; 6,20-26). 23. seno de Abrahán: Referencia a la posición preferente al lado de Abrahán en el banquete mesiánico (13,28-29; cf. Jn 13,22). 24. lengua: cf. Himmelfarb, Tours 68-105, sobre ejemplos de este tipo de castigo de «ojo por ojo». 27-31. Este segundo nivel del relato ejemplar prosigue el diálogo entre el torpe rico y el Padre Abrahán, mostrando claramente que la falta de solicitud del rico por Lázaro no estaba de acuerdo con el AT (16,29-31) ni con la enseñanza de Jesús (16,9). 27. Padre (Abrahán): La referencia a Abrahán recurre a un tema lucano (? 23 supra). La mera palabra no convierte a uno en hijo de Abrahán ni, por tanto, en miembro del Israel reconstituido. «La afirmación del rico de que Abrahán es su padre no tiene efecto alguno, pues no ha producido las obras de misericordia que habrían demostrado el arrepentimiento de su estilo de vida egoísta e insensible» (G. VV. E. Nickelsburg, NTS 25 [1978-79] 338). 31. resucitar de la muerte: Se exhorta a los acomodados de la comunidad lucana a ayudar a los lázaros que hay entre ellos. Aunque 16,19-31 enseña que los pobres son salvados por la sola gratia, también ellos tendrán que responder al evangelio lucano de la acción divina que levanta al humillado en la muerte y resurrección de Jesús (16,31). Cf. FEL, III, 751-54.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XVI.

1 The parable of the vniust steward. 14 Christ reprooueth the hypocrisie of the couetous Pharisees. 19 The rich glutton, and Lazarus the begger.

[An vniust steward.]

1 And hee said also vnto his disciples, There was a certaine rich man which had a Steward, and the same was accused vnto him that he had wasted his goods.
2 And hee called him, and said vnto him, How is it that I heare this of thee? Giue an accompt of thy stewardship: for thou mayest bee no longer Steward.
3 Then the Steward said within himselfe, What shall I doe, for my lord taketh away from mee the Stewardship? I cannot digge, to begge I am ashamed.
4 I am resolued what to doe, that when I am put out of the stewardship, they may receiue me into their houses.
5 So hee called euery one of his lords detters vnto him, and said vnto the first, How much owest thou vnto my lord?
6 And hee said, An hundred [ The word Batus in the originall conteineth nine gallons 3.quarts.] measures of oyle. And hee saide vnto him, Take thy bill, and sit downe quickly, and write fiftie.
7 Then said hee to another, And how much owest thou? And hee said, An hundred [ The word here interpreted a measure, in the originall conteineth about foureteene bushels and a pottle.] measures of wheat. And hee saide vnto him, Take thy bill and write fourescore.
8 And the lord commended the vniust Steward, because he had done wisely: for the children of this world are in their generation wiser then the children of light.
9 And I say vnto you, Make to your selues friends of the [ Or, riches.] Mammon of vnrighteousnesse, that when ye faile, they may receiue you into euerlasting habitations.
10 Hee that is faithfull in that which is least, is faithfull also in much: and he that is vniust in the least, is vniust also in much.
11 If therefore yee haue not bene faithfull in the vnrighteous [ Or, riches.] Mammon, who will commit to your trust the true riches?
12 And if ye haue not bene faithful in that which is another mans, who shall giue you that which is your owne?
13 [ Mat_6:24 .] No seruant can serue two masters, for either he will hate the one, and loue the other: or else he will hold to the one, and despise the other: yee cannot serue God and Mammon.
14 And the Pharisees also who

[The rich glutton.]

were couetous, heard all these things: and they derided him.
15 And he said vnto them, Ye are they which iustifie your selues before men, but God knoweth your hearts: for that which is highly esteemed amongst men, is abomination in the sight of God.
16 [ Mat_11:12 .] The law and the Prophets were vntill Iohn: since that time the kingdome of God is preached, and euery man preasseth into it.
17 [ Mat_5:18 .] And it is easier for heauen and earth to passe, then one title of the law to faile.
18 [ Mat_5:32 .] Whosoeuer putteth away his wife, & marrieth another, committeth adultery: and whosoeuer marrieth her that is put away from her husband, committeth adultery.
19 There was a certaine rich man, which was clothed in purple and fine linnen, and fared sumptuously euery day.
20 And there was a certaine begger named Lazarus, which was layde at his gate full of sores,
21 And desiring to bee fed with the crummes which fel from the rich mans table: moreouer the dogges came and licked his sores.
22 And it came to passe that the begger died, and was caried by the Angels into Abrahams bosome: the rich man also died, and was buried.
23 And in hell he lift vp his eyes being in torments, and seeth Abraham afarre off, and Lazarus in his bosome:
24 And he cried, and said, Father Abraham, haue mercy on mee, and send Lazarus, that he may dip the tip of his finger in water, and coole my tongue, for I am tormented in this flame.
25 But Abraham saide, Sonne, remember that thou in thy life-time receiuedst thy good things, and likewise Lazarus euill things, but now he is comforted, and thou art tormented.
26 And besides all this, betweene vs and you there is a great gulfe fixed, so that they which would passe from hence to you, cannot, neither can they passe to vs, that would come from thence.
27 Then he said, I pray thee therefore father, that thou wouldest send him to my fathers house:
28 For I haue fiue brethren, that he may testifie vnto them, lest they also come into this place of torment.

[Of forgiuenesse.]

29 Abraham saith vnto him, They haue Moses and the Prophets, let them heare them.
30 And hee said, Nay, father Abraham: but if one went vnto them from the dead, they will repent.
31 And hee said vnto him, If they heare not Moses and the Prophets, neither will they be perswaded, though one rose from the dead.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El mayordomo injusto. Se presentó la sospecha de que el mayordomo empleado por un hombre rico para cuidar de su propiedad estaba manejando mal sus asuntos y posiblemente cayendo en concreta deshonestidad. Cuando vio que estaba en peligro de ser despedido, llamó a los deudores de su amo y les permitió poner cifras más bajas en las declaraciones de lo que ellos se habían comprometido a pagar. Eso haría que tuvieran un sentido de gratitud hacia él y quizá le ayudarían cuando se quedara sin trabajo. Había actuado con mucha astucia al perseguir sus propios intereses.

El mensaje de esta parábola es tema de discusión. Puede significar simplemente una forma de instar a prepararse con el mismo celo y prudencia que aquel mayordomo para la crisis que producía la predicación de Jesús. Por el otro lado, Jesús agregó el comentario de que los del mundo muestran más sagacidad que los que pertenecen al pueblo de Dios, lo que puede indicar que la parábola está dirigida a los discípulos (8) o a los fariseos cuya avaricia les excluía de la amistad de Dios (14; cf. 11:39-41). El punto central entonces sería que habría que aprender del mayordomo y usar la riqueza para hacer de Dios un amigo, de modo que, cuando el dinero ya no sea de ayuda, Dios los recibiera en su presencia (9). Una tercera posibilidad es la de que el mayordomo del relato de hecho no estaba actuando con deshonestidad, sino que estaba liberando a los deudores de las muy altas tasas de interés que les habían sido impuestas ilegalmente cuando les dieron los créditos. Si es así, el mensaje es que el guardar la ley y mostrar generosidad son caminos por medio de los cuales los ricos pueden hacer que Dios sea su amigo.

Ninguna de estas interpretaciones puede ser excluida. De hecho, la parábola puede tener una cantidad de enseñanzas y los vv. 8b-13 las muestran.

Notas. 6, 7 Como el aceite era más barato que el trigo las reducciones de las deudas eran más o menos las mismas. 8, 9 El señor puede ser el señor del mayordomo o el mismo Jesús y en este caso la palabra gr. kyrios significa el Señor. El mayordomo fue congratulado por su sagacidad y no necesariamente por su moralidad. El sentido deshonesto y mundanal tipifican a la gente y al dinero (lit. mamón) de esta presente era mala.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La parábola del administrador infiel puede desconcertarnos porque, a veces, entendemos las parábolas, que quieren resaltar una enseñanza, como alegorías en las que cada elemento o cada personaje tienen un significado. El Señor da por supuesta la inmoralidad de la actuación del administrador; pero quiere enseñar a sus discípulos que deben servirse de la sagacidad y el ingenio (v. 8) para la extensión del Reino de Dios: «¡Qué afán ponen los hombres en sus asuntos terrenos!: ilusiones de honores, ambición de riquezas, preocupaciones de sensualidad. -Ellos y ellas, ricos y pobres, viejos y hombres maduros y jóvenes y aún niños: todos igual. -Cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de nuestra alma tendremos una fe viva y operativa: y no habrá obstáculo que no venzamos en nuestras empresas de apostolado» (S. Josemaría Escrivá, Camino 317).

Tras la parábola del administrador infiel, el evangelio recoge unas sentencias del Señor (vv. 9-15). Vienen introducidas por la expresión de gran solemnidad -«yo os digo» (v. 9)- y, dentro de una cierta diversidad, tienen un matiz común: en todos los momentos de nuestra vida, en la riqueza y en la pobreza, en lo grande y en lo pequeño, debemos mirar a Dios.

Tal vez el centro de esas expresiones pueda ser el v. 13 donde el amor a las riquezas se concibe como una idolatría: «Todos se inclinan ante el dinero. A la riqueza tributa siempre la multitud de los hombres un homenaje instintivo. Miden la felicidad por la riqueza, y por la riqueza miden, a su vez, la respetabilidad de la persona. (...) Riqueza es el primer ídolo de este tiempo. Notoriedad el segundo. (...) La fama y el llamar la atención en el mundo se consideran como un gran bien en sí mismos, y un motivo de veneración. (...) La notoriedad, o fama de periódico como se la denomina también, (...) se ha convertido en una suerte de ídolo- (John H. Newman, Disc. sobre la fe. 5; cfr CCE 1723).


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_8:12+

NOTAS

16:8 Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos de los bienes de su amo y, como no percibía sueldo, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como de un excedente que representaba su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario, que había negociado. Su «injusticia», v. Luc_16:8, no está, pues, en la reducción de recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que han motivado su despido, v. Luc_16:1.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_8:12+

NOTAS

16:8 Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos de los bienes de su amo y, como no percibía sueldo, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como de un excedente que representaba su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario, que había negociado. Su «injusticia», v. Luc_16:8, no está, pues, en la reducción de recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que han motivado su despido, v. Luc_16:1.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



8. En esta parábola, no se alaban los medios injustos empleados por el administrador, sino su previsión para asegurarse el futuro cuando todavía podía hacerlo.

9. Lucas reúne aquí, como complemento de la parábola, una serie de sentencias del Señor sobre las riquezas. Habla del "dinero de la injusticia", porque con demasiada frecuencia las fortunas se logran gracias a medios poco recomendables (Ecli. 26. 29 - 27. 2).

12. Es una contraposición entre las riquezas -bienes externos al hombre- y los bienes espirituales, que son internos a él.

13. "Dinero": ver nota Mat_6:24.

22. "Seno de Abraham": esta imagen expresa la intimidad con Abraham en el banquete mesiánico. Ver Mat_8:11.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Luc 20:34; Jua 12:36; Efe 5:8; 1Ts 5:5

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El administrador astuto. Jesús no alaba tanto las artimañas del administrador cuanto su astucia y sagacidad para prever el futuro que le tocará enfrentar. La propuesta de Jesús a sus discípulos es que también ellos deben poner en juego su creatividad, ser astutos para prever el rumbo que la dinámica del reino debe tomar en medio de la sociedad; si bien el reino es de los humildes y sencillos, ello no quiere decir que se puede construir con ingenuidad.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Efe 5:8; 1Ts 5:5; (ver Jua 8:12).

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 16.10 Lc 5.29-30; 19.7.

[2] 16.13 Mt 25.21; Lc 19.17.

[3] 16.16 Mt 6.24. Riquezas: gr. mamonas, palabra tomada del arameo.

[4] 16.16 Juan: el Bautista.

[5] 16.17 Mt 11.12-13. A todos se les hace fuerza para que entren: otra posible traducción: todos se esfuerzan por entrar.

[6] 16.18 Mt 5.18; Lc 21.33.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*9:51-19:28 La segunda parte del evangelio tiene carácter eminentemente ético, presentando la moral cristiana como un caminar con Jesús hacia Jerusalén para compartir su muerte, resurrección y ascensión al cielo.

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

Alaba el amo (no Jesús) la listeza del mayordomo, pero no el fraude cometido. Así se recomienda usar de las riquezas para ganar el cielo; restituyendo lo mal adquirido y haciendo obras de caridad. Como Zaqueo.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



ALABÓ EL AMO: no es Jesús, sino el amo quien alaba; y lo que alaba no es el fraude, sino la sagacidad. La sagacidad de LOS HIJOS DE ESTE SIGLO para el mal es un reproche de la indolencia o inepcia de los hijos de la luz para el bien.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[c] administrador de riquezas mundanas. Alt. administrador deshonesto. Lit. administrador de injusticia.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

el Señor... Esto es, Jesús → §154.

Jünemann (1992)


8 c. Que.
d. Para tratar entre sí, para sus negocios.