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Y dijo a los presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.” (Lucas 19, 24) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 19

c) Zaqueo (Lc/19/01-10).

1 Entró en Jericó y atravesaba la ciudad. 2 Y había allí un hombre, llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y muy rico, 3 el cual trataba de ver quién era Jesús, pero no podía por causa de la multitud, ya que él era pequeño de estatura. 4 Y echó a correr hacia delante y se subió a un sicómoro para ver a Jesús, pues tenía que pasar por allí.

Jesús va por la ciudad. Hay gran aglomeración. Un hombre de estatura pequeña, al que nadie hace sitio, se abre paso por entre la multitud. Echa a correr delante de la gente. Trepa a un sicómoro que se halla junto al camino. El hombrecillo se llama Zaqueo («Dios se ha acordado» = Zacarías). El hombre era jefe de publicanos. Tiene arrendados los impuestos de la aduana y del mercado y los recauda por medio de ayudantes. Jericó era ciudad aduanera lindante con la provincia de Arabia, era ciudad exportadora de bálsamo. En su calidad de publicano, era Zaqueo, para los judíos, pecador; como rico que era, presentaba también un «caso difícil» para el mensaje de Jesús (18,24).

En este hombre, que aparentemente sólo vive para el dinero, que ha prostituido su fidelidad al pueblo de Dios y su honor de pertenecerle, arde el deseo de ver a Jesús. El ciego quiere oír, el publicano quiere ver. Por la vista y por el oído llega la salvación al hombre. Los mensajeros del Bautista recibieron de Jesús el encargo: «Id a contar a Juan lo que habéis visto y oído» (7,22). Como el ciego tiene que superar el obstáculo de la multitud que acompaña a Jesús, así también el jefe de publicanos. El ciego grita, el publicano trepa al árbol, que tiene sus ramas extendidas. Zaqueo no se cuida de su dignidad, no teme el ridículo de su parapeto ni las miradas sarcásticas y hostiles de los que lo conocen. Entrar en contacto con Jesús le importa ante todo.

5 Cuando llegó Jesús a aquel sitio, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja de prisa; porque conviene que hoy me quede en tu casa. 6 Bajó de prisa, y lo recibió en su casa muy contento.

Jesús, como profeta que es, conoce los corazones. Conoce también el deseo de Zaqueo. Mientras Jesús le mira hacia arriba, alborea para él el gran hoy de historia de la salvación. Hoy se cumple para él la Escritura que promete la buena nueva a los pobres y a los indigentes (4,18), hoy se le ha acercado el Salvador (2,11), hoy se encuentra en Jesús con la acción paradójica de Dios, que obtiene resultado allí donde humanamente no se esperaba (5,26).

El publicano es llamado por su nombre. Ahora se cumple en él lo que este nombre significa; Dios se acuerda de él y se compadece. Ha tomado bajo su amparo a su siervo, acordándose de su misericordia (1,55). En él se realiza lo que conviene, lo que ha sido decretado por la voluntad salvífica de Dios, que Jesús tiene que cumplir. Todo acontece con rapidez: la visita de Dios tiene que realizarse a su tiempo (1,39). La prisa, Jesús como huésped, la buena hospitalidad dispensada en casa del pecador, la alegría, la inesperada elección de Dios, el hacerse pequeño el grande... todo esto es indicio de lo que ha de aportar la subida a Jerusalén. Cuando Jesús sea «elevado», exaltado, se multiplicará lo que ahora tiene lugar en Jericó. Los apóstoles lo experimentarán constantemente en sus marchas apostólicas.

7 Al ver esto, todos murmuraban, comentando que había ido a hospedarse en casa de un pecador. 8 Pero Zaqueo se levantó y dijo al Señor: Mira, Señor; voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más.

El judío piadoso no se sienta a la mesa con publicanos y pecadores públicos (15,2). Todos se escandalizan y murmuran (5,30; 15,2). Israel murmura en el desierto cuando Dios no responde a sus exigencias. La voluntad salvífica de Dios tropieza con incomprensión y murmuración. Jesús cumple la voluntad de Dios y pasa por encima de las murmuraciones de los hombres. «Bienaventurado aquel que en mí no encuentre ocasión de tropiezo» (7,23); conviene recordarlo, cuando él no procede como se había esperado.

El publicano captó el «hoy» del tiempo de la salvación, con su oferta divina (Deu_30:15-20), y se convirtió. Su sinceridad se manifiesta en su voluntad de cumplir radicalmente las prescripciones de la ley. No sólo restituyó el 120 % del valor que ha adquirido injustamente (Lev_5:20-26), sino que además piensa dar una compensación del cuádruplo (cf. Exo_21:37). Los doctores de la ley exigen que se dé también una cierta suma de dinero a los pobres si el arrepentimiento ha de mostrarse sincero. Ellos proponían un quinto del capital como primera prestación y la misma proporción de los ingresos anuales como prestación sucesiva (cf. Num_5:6 s). También esto tiene intención de cumplir el publicano. Esto ante todo, pues no consta si ha perjudicado a alguien con extorsión, que era el pecado de los publicanos. Como él ha oído interiormente el mensaje de la salvación, pone en práctica lo que exige la ley y todavía más. Como el amor de Dios le ha alcanzado en Jesús, rebasa él lo que exige la ley y lo que quiere la exposición de la ley. Dios santifica a su pueblo cuando Jesús se interesa por los pecadores.

9 Entonces le dijo Jesús: Hoy ha llegado la salvación a esta casa; pues también éste es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

Hoy ha llegado la salvación a la casa de Zaqueo. Lo que en el nacimiento de Jesús fue anunciado a los pastores, que entre la gente piadosa eran tenidos por pecadores, se realiza en el jefe de los publicanos por la palabra de Jesús. En efecto; allí se dijo: «Hoy os ha nacido un Salvador» (Num_2:11). En el camino hacia Jerusalén se lleva a cabo lo que se había anunciado en el comienzo del tiempo de salvación. Al publicano no se le reconocía ya que era hijo de Abraham, pero su fe y su acogida por Jesús lo ha acreditado como verdadero hijo de Abraham. él «espera contra toda esperanza» cuando le alcanza la oferta salvadora de Dios (Rom_4:18 ss). La descendencia de Abraham es ampliada, de modo que tengan participación en las promesas de Abraham incluso los que no son de su sangre. La misión de Jesús se cumple mediante la acogida de los pecadores. Dios lo envió para que aportara salvación, no perdición; salud, no condenación; vida, no muerte. «Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores» (1Ti_1:15). Por él se cumple lo que el profeta había anunciado acerca del tiempo de salvación: «Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma; guardaré y apacentaré con justicia las justas y robustas» (Eze_34:16). En Jesús sale Dios al encuentro a su pueblo como buen pastor: «Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré» (Eze_34:11). Lo que se significó en las parábolas relativas al amor a los pecadores, se efectúa en la realidad de la vida. Jesús es el salvador de los que estaban perdidos.

En el relato de la conversión de Zaqueo están reunidas todas las palabras y conceptos preferidos del Evangelio de los pobres: hoy, salvación; para salvar lo que estaba perdido; pequeño, pecador, publicano; el «convenía» de la voluntad salvadora de Dios, la prisa, la acogida en la casa, la alegría. Gracia rebosante de Dios y buena voluntad rebosante del hombre se manifiestan en Jericó, ciudad sobre la que pesaba una antigua maldición (Jos_6:26), en casa del jefe de los publicanos y pecador, que es rico. Jericó es la ciudad de donde Jesús emprende la subida a Jerusalén, es como la puerta para la ciudad en la que aguarda la consumación de la historia de la salud, de la que proviene la salvación.

d) Parábola de las diez minas (Lc/19/11-27)

11 Mientras ellos escuchaban estas cosas, Jesús añadió una parábola, porque estaba ya cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse inmediatamente.

Jesús sube a Jerusalén en el tiempo de la fiesta de pascua. Grandes caravanas de peregrinos afluyen para celebrar juntos en la ciudad santa la salvación de Israel de la esclavitud de Egipto. Están despiertas todas las grandes esperanzas de restauración del reino davídico. El ciego ha confesado a Jesús por Hijo de David y Jesús no ha rechazado el título; ante Zaqueo se ha dado a conocer como el Pastor mesiánico prometido. Después de la muerte de Jesús confiesan los discípulos que habían esperado que había de redimir a Israel (Jos_24:21) y restablecer el reino (cf. Act_1:6). En esta situación resulta comprensible la pregunta: ¿Va a manifestarse inmediatamente el reino de Dios? Esta pregunta está viva también en los primeros tiempos de la Iglesia. En algunos ambientes se espera la pronta venida del Señor (*). Sin embargo, el Señor se hizo esperar. No faltan burlones que dicen: «¿Dónde está la promesa de su parusía? Desde que murieron los padres, todo sigue como desde el principio de la creación» (2Pe_3:4). La parábola de las minas pone freno a la entusiástica espera de la pronta venida del Señor, y a la vez alimenta la esperanza escatológica.

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* 1Th_4:15 ss; 1Co_7:29 ss.; 1Co_10:11; Rom_13:11 s; Phi_4:5; Rev_1:3; Rev_3:11, etc. Cf. LéON-DUFOUR, Vocabulario de teología bíblica, Herder, Barcelona 4, 1967, p. 582 ss, art. Paz.

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12 Dijo, pues: Un hombre de familia noble se fue a un país lejano, para recibir la investidura del reino y volver luego. 13 Llamó a diez criados suyos, les dio diez minas y les dijo: Negociad hasta que yo vuelva. 14 Pero sus compatriotas lo aborrecían, y enviaron tras él una embajada que dijera: No queremos que sea éste nuestro rey.

Jericó, donde se cuenta la parábola, es ciudad de Arquelao. Conforme al testamento de Herodes, se habían de repartir su territorio sus tres hijos, Herodes Antipas, Filipo y Arquelao. Arquelao había de recibir la región de Judea con el título de rey. Sin embargo, tuvo que negociar para obtener este título del emperador romano Augusto. A este fin se dirigió a Roma. Una embajada de cincuenta judíos logró que no se cumpliera el deseo del soberano. Augusto le otorgó sólo el título de etnarca en espera de que hiciera méritos. La parábola parece inspirarse en la historia de la época. El hombre de familia noble que va a un país lejano, es Arquelao. En la parábola, el hombre de familia noble que pretende la corona hace referencia a Jesús, que está subiendo a Jerusalén. No va a recibir inmediatamente el reino, sino que primero tiene que ir a un país lejano, al cielo a través de la muerte; de allí volverá con poder y dignidad regia.

Para el tiempo de la ausencia, el pretendiente a la corona confía dinero a sus «criados», para que lo empleen en negocios. El número de diez de estos funcionarios parece que no tiene otra finalidad sino encarecer la dignidad del aristócrata. La mina que recibe cada uno, no es una cantidad extraordinaria; un jornalero podía ganarla en un trimestre. Los «criados» han de demostrar su fidelidad en lo poco (16,10). Mientras Jesús está ausente de los suyos, confía a sus discípulos la administración de sus bienes. «¿Quién es, pues, el administrador fiel y sensato, a quien el señor pondrá al frente de sus criados, para darles la ración de trigo a su debido tiempo?» (12,42). El tiempo que va de la ascensión de Jesús al cielo a su segunda manifestación en gloria, es tiempo de trabajo, tiempo de misión. Al pretendiente a la corona le odian sus conciudadanos; no quieren que sea su rey. En el tiempo de la ausencia de Cristo no descansan sus enemigos. Hacen todo lo posible para que no sea reconocida la realeza de Cristo. El tiempo de la Iglesia es tiempo de persecución, en la que se prueba la fidelidad y la perseverancia (17,22; 21,12 ss). Jesús viene en el esplendor de la realeza, pero no viene «inmediatamente».

15 Cuando volvió, investido ya de la dignidad real, mandó llamar a aquellos criados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.

El pretendiente tiene éxito en su viaje. Vuelve con el título de rey. Los criados son llamados para rendir cuentas. Hay que ver quiénes y cómo han negociado. Sólo se le puede confiar mucho al que ha dado buena prueba en lo poco (16,11). Jesús, a su retorno, exigirá cuentas de la administración (12,41 ss).

16 Se presentó, pues, el primero, diciendo Señor, tu mina ha producido diez minas. 17 Muy bien, criado bueno, le dijo. Puesto que has sido fiel en lo poco, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18 Llegó el segundo, que dijo: Tu mina, señor, me ha producido cinco minas. 19 Díjole también a éste: También tú estarás al frente de cinco ciudades.

Sólo se presenta a tres de los diez criados. El arte de la narración no consiente que aparezcan los diez. Las parábolas quieren hacer impacto, no aburrir. Los dos primeros criados han negociado con éxito. Con modestia no hablan de su propio esfuerzo. Las minas han proporcionado la ganancia. «Dios es el que produce el crecimiento» (1Co_3:6 s). La aprobación se refiere a la fidelidad en lo poco. Los criados reciben un encargo mayor, son puestos como gobernadores al frente de algunas ciudades, proporcionalmente a la ganancia que han reportado. Los discípulos que sean fieles en servir al Señor reinarán juntamente con Cristo (1Co_12:43; 1Co_22:30).

20 Llegó luego el otro, que dijo: Señor, aquí está tu mina, que tenía guardada en un pañuelo; 21 pues tenía miedo de ti, porque eres hombre severo: te llevas lo que no depositaste y cosechas lo que no sembraste. 22 él le contesta: Criado malo, por tus propias palabras te juzgo. Sabías que yo soy hombre severo: que me llevo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré. 23 ¿Por que, entonces, no pusiste mi dinero en el banco? Así yo, a mi vuelta, lo habría retirado con sus intereses.

El tercer criado no había emprendido nada con su dinero, lo había guardado y custodiado en un pañuelo como los que se llevan al cuello para protegerse contra el ardor del sol. Los amargos reproches contra su señor vienen de su mala conciencia. Se acusa al señor: se le trata de déspota cruel, de negociante avaro y rapaz, de egoísta sin consideraciones. él tiene la culpa de que le faltaran ánimos al criado y de que el miedo lo paralizara. El criado quiere estar seguro y por eso no se arriesga. Quizá se trasluce aquí el sentido originario de la parábola, que quería alcanzar a los fariseos. éstos sólo conciben a Dios como alguien que exige sin misericordia. Observan con ansiedad la letra de la ley, levantan una cerca alrededor de la ley, a fin de que no pueda ser violada; observan, pero no se arriesgan. Jesús, en cambio, concibe a Dios como el que da y el que ama. Exige más de lo que exige la ley, pero enseña que la justicia es don de Dios; que su reino lo exige todo, porque lo da todo

El pretendiente a la corona no se contenta con que le sea simplemente restituido el dinero confiado. Mantiene su encargo: Negociad. El criado perezoso no lo ha cumplido. Ha impedido incluso que el dinero mismo, sin trabajo por su parte, reportara ganancia en el banco. Lo que exige el Señor es fidelidad en la administración, valor para obrar, trabajo discreto. La auténtica actitud escatológica no es una espera inactiva, llena de temor. La espera del Señor que ha de venir, que ha de pedir cuentas, no paraliza, sino que estimula a la acción. Si paraliza, es que se ha entendido mal.

24 Y mandó a los que estaban presentes: Quitadle la mina y dádsela al que ya tiene diez. 25 Ellos le dijeron: Señor, que ya tiene diez minas. 26 Yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Cuando viene el rey, celebra juicio. La mina que todavía tiene en la mano el mal criado, se le quita. En cambio se da al emprendedor, al animoso que más ha ganado. Esto sorprende, anima. La seguridad no está en guardar, sino en osar y en ganar. Tampoco en la vida de los discípulos hay capital en reposo, haberes inactivos. El que quiere conservar tranquilamente lo poseído, pierde incluso lo que posee.

27 En cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia.

El rey procede con sus enemigos como un soberano oriental, sin gracia ni misericordia. Cuando regresó Arquelao -aunque sin la dignidad que había esperado- se vengó sangrientamente de sus adversarios. Cristo obra a su retorno como juez. Al criado malo se le quita lo que tiene; los enemigos son aniquilados. El juicio responde al grado de la culpa (12,46-48). Una sentencia mucho más dura que la de los criados indo]entes se pronuncia contra los enemigos. La venida de Cristo está por encima de la vida, la acción, la persecución y las suertes de la Iglesia.

Parte cuarta

EN JERUSALéN 19,28-21,38

I.ULTIMAS ACTlVIDADES DE JESÚS EN PUBLICO (19,28-48).

Jesús entra en Jerusalén como rey Mesías (19,28-40); pero como la ciudad rechaza la oferta salvífica de Dios, le predice su ruina (19,41-44). En la ciudad toma Jesús posesión del templo y lo constituye en centro de su actividad y del nuevo pueblo de Dios (19,45-48). Se echan los cimientos para la Iglesia primitiva en Jerusalén (cf. Act_2:41-47; Act_4:32-37).

1. ENTRADA TRIUNFAL (Lc/19/28-40) JERUSALEN/ENTRADA

28 Cuando acabó de decir estas cosas, caminaba delante, subiendo a Jerusalén.

Se disipa el equívoco acerca de lo que iba a suceder: La entrada en Jerusalén no erige todavía el esplendoroso reinado del Mesías. La marcha continúa. El profeta, «poderoso en obras y en palabras», camina en medio de sus discípulos, el Hijo de David se dirige a la fiesta de la redención de Israel. Muchos de los que caminan con él eran testigos de sus obras y de sus palabras. Todos están convencidos de que se acerca la hora en que se cumpla lo que se había prometido a Israel. Pero no se comprende cómo ha de suceder esto (Act_18:34).

29 Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a esa aldea que está enfrente, y, al entrar en ella, encontraréis atado un pollino, en el cual no se ha montado nunca nadie; desatadlo y traedlo. 31 Y si alguien os preguntara: ¿Por qué lo desatáis?, responderéis: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron, pues, los enviados y encontraron conforme Jesús les había indicado. 33 Mientras ellos estaban desatando el pollino, les preguntaron los dueños: ¿Por qué lo desatáis? 34 Ellos respondieron: Porque el Señor lo necesita.

Betfagé («casa de la higuera») estaba situada en la vertiente occidental del monte de los Olivos; Betania («casa de la tribulación») está sobre la vertiente sudoeste del mismo. Quien viaja de Jericó a Jerusalén llega primero a Betania, luego a Betfagé. Una vez más se mira el camino desde Jerusalén (Act_17:11), el viaje se enjuicia en función de la meta; sólo así se puede comprender debidamente la marcha.

En Betfagé se someten los peregrinos a los ritos de la purificación, antes de hacer su entrada en la ciudad santa. Se preparan. También Jesús se prepara para su entrada en Jerusalén. Envía una pareja de discípulos como había enviado por parejas a sus precursores (Act_10:1). Esta vez no habían de preparar su llegada con la palabra, sino trayendo lo que era necesario para su entrada triunfal como rey. E1 oficio de aquellos consiste siempre en preparar para la venida del Mesías.

Jesús tiene necesidad de una cabalgadura; ésta tiene que ser el pollino de una asna. Los guerreros montan a caballo; el asno es la cabalgadura de los pobres y de las gentes de paz. Aquí se cumple lo que había predicho el profeta Zacarías: «Alégrate con alegría grande, hija de Sión. Salta de júbilo, hija de Jerusalén. Mira que viene a ti tu rey, justo y salvador, montado en un asno, en un pollino hijo de asna. Extirpará los carros de guerra de Efraim y los caballos de Jerusalén, y será roto el arco de guerra, y promulgará a las gentes la paz, y se extenderá de mar a mar su señorío y desde el río hasta los confines de la tierra» (Zec_9:9 s)(Cf. Mat_21:5; Zec_9:9; Joh_12:15; Isa_40:9). Se elige un pollino porque todavía no ha servido a nadie. Como el animal sacrificado no debe usarse para ningún trabajo corriente, pues está reservado a Dios, así también la cabalgadura de Jesús, el rey Mesías, ha de ser un pollino en que todavía no haya montado nadie (Deu_21:3; Num_19:2). Jesús sabe a ciencia cierta dónde se ha de hallar este pollino y dispone que le sea entregado por sus dueños. Tiene ciencia sobrehumana y señorío sobre los señores. En él se manifiestan santidad divina, saber divino y poder divino, y le acompañan en su camino incomprensible para los hombres.

35 Lo llevaron, pues, ante Jesús y echando encima del pollino sus mantos, hicieron que Jesús se montara en él. 36 Mientras él caminaba, las gentes extendían sus mantos por el camino.

Hicieron que se montara. Estas palabras usadas esta vez, y sólo esta, en el Nuevo Testamento, evocan un hecho memorable del Antiguo Testamento, en el que se usan las mismas palabras: «Cuando estuvieron en presencia del rey (el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Banayas, hijo de Joyada), el rey les dijo: Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón sobre mi mula y bajadle a Gihón. Allí el sacerdote Sadoc y Natán, profeta, le ungirán rey de Israel, y tocaréis las trompetas, gritando: ¡Viva el rey Salomón! Después volveréis a subir tras él y se sentará en mi trono para que reine en mi lugar, pues a él le instituyo jefe de Israel y de Judá» (lRe 1,33-35). El ciego de Jericó proclamó a Jesús Hijo de David; como hijo real de David, como príncipe de la paz, entra Jesús en Jerusalén. También el hecho de extender los vestidos como una alfombra al paso de Jesús forma parte del ceremonial de la coronación de los reyes. Cuando Jehú fue aclamado rey «tomaron todos sus mantos y los pusieron debajo de él en las gradas, y, haciendo sonar las trompetas, gritaron: ¡Jehú, rey!» (2Ki_9:13). Lo que hacen los discípulos responde al plan salvífico de Dios; tributan homenaje a Jesús como a rey Mesías.

37 Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que habían visto, 38 y exclamaban: ¡Bendito el que viene, el rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!

Quien desde Betania va acercándose a la pendiente del monte de los Olivos ve a Jerusalén delante de sí. A la vista de la magnificencia del templo y de la ciudad se llena de fe entusiástica la multitud que acompaña a Jesús. Del lado del monte de los Olivos es esperada la entrada del Mesías (Zec_14:4). El pueblo se acuerda de las obras de poder que había visto durante el tiempo de la actividad de Jesús, «cómo Dios lo ungió con Espíritu Santo y poder, y pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Act_10:38). Dios mismo ha visitado en Jesús a su pueblo, aportándole la salvación.

En una aclamación de homenaje se condensa todo lo que llena de alegría a la multitud. A los peregrinos que se dirigen al templo les gritan los sacerdotes desde el interior del santuario las palabras de bendición: «¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!» (Psa_118:26). Estas palabras de bendición se convierten en aclamación de homenaje a Jesús. él es rey, al que Dios ha dado misión y poder. Dios lo ha bendecido, y el pueblo lo bendice, el pueblo que lo recibe como rey, lo saluda y lo acompaña a la ciudad real, Jerusalén. El rey Mesías entra en Jerusalén: se cumplen las promesas de Dios.

Ha alboreado una gran hora en la historia de la salvación. El pueblo que acompaña a Jesús se hace cargo de lo que tal hora entraña en sí. Su grito de aclamación lo expresa: ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! Aquí resuena lo que los ángeles habían anunciado la noche de navidad (2,14). El rey Mesías, rey de paz, entra en Jerusalén y toma posesión del reino; esto es señal de que Dios procura la paz a los hombres y se glorifica como Dios. Por el momento hay paz y gloria en el cielo. Lo que sucede en el cielo tendrá efecto en la tierra. En efecto, se formula una oración que dice: «La paz reina en las alturas, quieras procurarnos paz a nosotros y a todo el pueblo de Israel.» La entrada de Jesús, rey de paz, en Jerusalén, no trae todavía el reino de la paz; primero tiene todavía que morir él y ser elevado al cielo. Cuando él vuelva a venir, vendrá la paz a la tierra (19,11). Se han reunido tres jalones de la historia de la salvación: El nacimiento del rey de la paz, su entrada en Jerusalén para la pasión y la glorificación, y su retorno para la erección definitiva del reino de Dios.

39 Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 Pero él contestó: Yo os digo, que si éstos se callan, gritarán las piedras.

Entre la multitud que rinde homenaje a Jesús se hallan también fariseos. Antes habían puesto ya a Jesús en guardia contra Herodes (13,31), ahora vuelven a advertirlo. Lo que aquí se desarrolla es acción de alta política. ¿Qué va a decir la potencia romana de ocupación? Con mucho retintín lo llaman maestro; maestro con autoridad puede llamarse si quiere, pero también rey y Mesías. Le insinúan que mande guardar silencio. ¡Cuántas veces se lo impuso también él a sus discípulos! Pero ahora ha pasado ya el tiempo de callar. Dios quiere que se deje aclamar como rey Mesías.

Jesús aprueba la aclamación y la confesión por Mesías de sus discípulos, como en Jericó había aprobado el grito de socorro del ciego que lo aclamaba como Hijo de David. La confesión tiene que pronunciarse. Un proverbio, que es un eco del profeta Habacuc, confirma esta necesidad: «Chilla en el muro la piedra y le responde en el enmaderado la viga» (Hab_2:11). La frase suena a proverbio: Si se hace callar a sus discípulos porque la realeza de Jesús es rechazada por su pueblo, entonces las ruinas de Jerusalén destruida gritarán testimoniando que se ha rechazado injustamente la reivindicación mesiánica de Jesús. Jerusalén se convertirá en un montón de escombros, no porque sea peligrosa la confesión mesiánica, sino porque Jesús es rechazado como rey, no se reconoce la hora de la historia de la salvación y no se acepta la oferta salvífica de Dios.

2. LAMENTACIÓN SOBRE JERUSALéN (Lc/19/41-44)

41 Cuando se acercó, al contemplar la ciudad, lloró por ella, 42 diciendo ¡Ah, si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ¡ay! queda oculto a tus ojos.

Jerusalén se ofrece a los ojos de Jesús en todo su esplendor. Jesús sabe que la ciudad será reprobada y destruida. Lo que dijo Dios a Jeremías se cumple ahora en Jesús: «Diles, pues, así (a los falsos profetas): Mis ojos lágrimas derraman día y noche sin cesar, pues la virgen hija de mi pueblo ha sido quebrantada con gran quebranto, herida con gravísima plaga» (Jer_14:17). Jesús llora por la ciudad.

El castigo viene sobre ella. Jesús no lo puede ya desviar. Ya sólo puede decir: Si hubieras comprendido lo que es para tu paz. Las lágrimas revelan su impotencia. Ha expulsado demonios, curado enfermos, resucitado muertos, convertido a publicanos y pecadores. En esta ciudad tropieza su poder con barreras y resistencias. Su llanto de impotencia encierra un profundo misterio. En la antigua Iglesia pareció a algunos tan enigmático y escandaloso para la fe en el poder de Cristo, que no querían tenerlo por verdadero. Dios oculta su poder en el amor y en la debilidad salvadora de Jesús. Toma tan en serio la libre decisión del hombre, que prefiere llorar de impotencia en Jesús antes que privar al hombre de su libertad. El llanto de Jesús es el último llamamiento a la conversión dirigido a la ciudad endurecida.

Este día de la entrada de Jesús como Mesías en Jerusalén pone término a la larga historia de la oferta de salvación por Dios a la ciudad. Lo que los profetas predijeron para Jerusalén, la «ciudad de paz». y lo que imploraron las oraciones del pueblo de Dios, había de ser otorgado ahora: la paz, la suspirada salud mesiánica (*). Pero Jerusalén tenía únicamente que reconocer que Jesús es el príncipe de la paz de los últimos tiempos enviado por Dios, como lo expresaron los discípulos en su aclamación, como lo reconocieron en Jericó el ciego y el jefe de los publicanos, Zaqueo. Jerusalén se niega a reconocerlo; mató a los profetas y apedreó a los que Dios había enviado (Jer_13:34). El pueblo de Jerusalén se cierra a la palabra de Dios: «Es gente sin consejo, no tienen conocimiento» (Deu_32:28).

La ciudad no acepta la oferta de paz hecha por Dios. En lugar de rendir tributo a Jesús como Mesías, lo reprobará y lo llevará a la cruz. Lo que significa esta hora de la entrada en Jerusalén, está oculta a sus ojos por Dios. La incredulidad de Jerusalén y su empedernido repudio de Jesús forma parte de lo que debe suceder por designio divino, al igual que su muerte. Pero esto no impide que la lamentación de Jesús sea auténtica lamentación y que la culpa de Jerusalén sea auténtica culpa. Jesús, en su llanto por Jerusalén, por la perdición de la ciudad, reconoce a Dios como Dios y le da razón. Cuando en su actividad de predicación vio que los sabios se hacían refractarios a sus palabras y que los pequeños creían, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre; así lo has querido tú» (Deu_10:21).

Jerusalén no reconoció a Jesús como Mesías, y por eso ha sido herida de ceguera espiritual, que hace irrealizable el deseo de Jesús. La sentencia se ha fallado ya. El plazo de gracia ha vencido, el castigo está en curso. Jesús sólo puede ya decir: Si hubieras comprendido. Lo que Dios dijo en otro tiempo a Jeremías se cumple también ahora: «Tú me dejaste a mí y me volviste la espalda; y yo voy a extender contra ti mi mano y te abatiré sin duelo» (Jer_15:5).

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* La paz es un concepto central de la predicación profética, en particular en las profecías de Jeremías y Ezequiel; es un tema de la promesa salvífica del tiempo mesiánico (Isa_57:19; Isa_66:12; Jer_33:6; Eze_34:25; Eze_37:26). El Mesías, con el título de Príncipe de la paz, aporta la paz perfecta y eterna (Isa_9:7; Isa_32:17 s; Psa_72:7) El creyente implora la paz como don de Dios (Is 26,]2; Psa_35:27; Psa_85:9 ss; Psa_122:6 ss). Cf LEON-DUFOUR, o.c., p 465 ss art Mesías, NT I.

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43 Porque días llegarán sobre ti, en que tus enemigos te cercarán de empalizadas, te sitiarán y te oprimirán por todas partes; 44 te arrasarán a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por no haber conocido el tiempo en que fuiste visitada.

El profeta de infortunio tiene la palabra. Siniestramente se repite «y» hasta que la opresión se convierte en aniquilamiento. Los enemigos acampan delante de la ciudad, penetran en ella, los hombres perecen, no queda piedra sobre piedra en la ciudad. La soberbia ciudad queda extinguida. El tono profético de las palabras conminatorias es garantía de su irrevocabilidad (Cf.Is 29,3; Hos_14:1; Nah_3:10; Sal 137 [136] 9).

Una vez más surge la pregunta sobre la razón de este castigo. Jerusalén no aceptó el tiempo decisivo de la visita misericordiosa de Dios, no reconoció culpablemente su desbordante bondad en concederle este tiempo: ni la conoció, ni la reconoció. El tiempo de salvación de Jesús, fue introducido con estas palabras: «Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a ver a su pueblo y a traerle el rescate... por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, por las cuales vendrá a vernos la aurora de lo alto (el Mesías), para iluminar a los que yacen en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pasos por la senda de la paz» (1,68-79). En el punto culminante de la actividad de Jesús en Galilea confiesa el pueblo que Dios lo ha visitado misericordiosamente (7,16). Jerusalén, en cambio, se hace refractaria al reconocimiento de esta visita misericordiosa de Dios, que se le otorgó con la entrada del príncipe de la paz. Jesús es signo y objeto de la decisión.

3. PURIFICACIÓN DEL TEMPLO (/Lc/19/45-48)

45 Y entrando en el templo, comenzó a expulsar a los vendedores, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en guarida de ladrones.

Inmediatamente va Jesús al templo, que es la meta de su entrada en Jerusalén (*). Lo que es Jerusalén, lo es por el templo de Sión. El templo, a su vez, recibe su esplendor de la presencia de Dios (1Ki_8:10 s 16). Jesús, con su entrada, le da nuevo sentido. Ahora se cumple lo que dice el profeta Malaquías: «Luego, en seguida, vendrá a su templo el Señor a quien buscáis y el ángel de la alianza que deseáis» (Mal_3:1). Este día trae la sentencia: «Y ¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién podrá mantenerse firme cuando aparezca? Porque será como fuego del fundidor y como lejía del batanero» (Mal_3:2). Pero el día aporta también la salvación: «Entonces agradará a Yahveh el sacrificio de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados y como en los años antiguos» (Mal_3:4). La purificación del templo se refiere con muy pocas palabras. No se describe a Jesús con fuertes sentimientos. La poderosa acción profética resuena también a través de las breves palabras: «Comenzó a expulsar a los vendedores.» Bastaba con el comienzo... Los negocios desdicen de la casa de Dios. El templo es casa de oración (Isa_56:7); los vendedores, y tras ellos la autoridad judía, que toleraba aquel tráfico y se lucraba con él, lo han convertido en una «guarida de ladrones» (Jer_7:11). Jesús continúa la acción de los profetas, no sólo de palabra, sino todavía más de obra. Se cumple lo que se espera del tiempo mesiánico: «No habrá aquel día más mercader en la casa de Yahveh Sebaot» (Zec_14:21). El culto de Dios se restaura contra el culto de Mamón. Según Marcos, el templo es llamado «casa de oración para todas las naciones» (Mar_11:17). Lucas no escribe acerca de este destino mundial. El templo no será ya lugar de oración para las naciones paganas, pero la Iglesia naciente de Jerusalén se reunirá allí para la oración (Act_2:46; Act_3:1; Act_5:20.21.25.42; Act_21:16). Para ella consagra Jesús el templo con su presencia y su acción mesiánica, antes de que sea destruido. La Iglesia de Jesús está ligada con Israel, el pueblo de Dios veterotestamentario. La historia de la salvación se realiza en un proceso conducido por Dios a su término.

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* Mc 11.11.15 son omitidos por Lucas; así, según él, Jesús va al templo, pero no a la ciudad de Jerusalén.

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47a Todos los días estaba enseñando en el templo.

Jesús, que a los doce años se quedó en Jerusalén, fue hallado en el templo en medio de los doctores de la ley, oyéndolos y haciéndoles preguntas; todos los que lo oían, se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas (2,46s). Ahora enseña él mismo en el templo. Entonces se mostró su gran seguridad de sí: «¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre?» (2,49); ahora actúa con la autoridad del Mesías e Hijo de Dios (20,44). Lo que Jesús comenzó en el templo, lo continuarán los apóstoles después de su ascensión al cielo; enseñarán en el templo (Act_5:12; Act_5:202Ki_25:42). Se tiende un arco de la ida del niño Jesús al templo a la entrada de Jesús como rey antes de su pasión y glorificación, y finalmente a la actividad docente de los apóstoles en el templo después de la venida del Espíritu Santo. Los grandes momentos de la Iglesia naciente son la encarnación, la muerte y glorificación, y la venida del Espíritu Santo. La infancia y la venida del Espíritu Santo deben considerarse en función de la muerte y la glorificación.

Antes de ser destruido el templo, logra su plenitud y su total esplendor. El Mesías enseña en él y congrega a su pueblo. En tanto el judaísmo no había repudiado definitivamente el Evangelio, el antiguo lugar del culto no perdió todavía todo enlace con el nuevo culto fundado por Jesús. Este enlace debía representar el puente entre el antiguo Israel y la Iglesia de los gentiles. Sin embargo, san Esteban, con su intervención en favor del culto espiritual, hizo presentir la desaparición del santuario construido por manos de hombres (Act_7:48 ss). Pero sus palabras fueron consideradas como blas£emia, lo que dio lugar a su ejecución. Algunos años después, la ruina de Jerusalén selló el endurecimiento del judaísmo. éste había excluido a los cristianos de sus filas y había roto así con la Iglesia.

47b Pero los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo intentaban acabar con él; 48 sin embargo, no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios.

Con la purificación del templo se acarreó Jesús la hostilidad de las autoridades religiosas del judaísmo. Los sumos sacerdotes y la aristocracia sacerdotal no estaban al margen del tráfico que se practicaba en la plaza del templo. El sumo sacerdote en funciones es presidente del consejo supremo o sanedrín, suprema autoridad del judaísmo. El sanedrín está constituido por la aristocracia sacerdotal, los doctores de la ley y los seglares conspicuos. Los dirigentes judíos traman la muerte de Jesús; también después de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles continuarán sus manejos para impedir que se vaya formando la Iglesia (Cf. Act_4:1; Act_5:17).

El pueblo, sin embargo, sigue adherido a Jesús, está pendiente de sus labios. La gran masa («todo el pueblo») está de su lado. Escuchan la palabra de Jesús. Cuando los apóstoles comiencen a edificar la Iglesia sucederá lo mismo. El pueblo acudía junto a Pedro y Juan (Act_3:11); éstos hablan al pueblo (Act_4:1); el pueblo tenía en gran estima a la Iglesia naciente (Act_5:13). En este pueblo se diseña el verdadero pueblo de Dios de Israel, que está pronto a aceptar el mensaje de Dios anunciado por Jesús. De este pueblo se formará el nuevo pueblo de Dios de la Iglesia (*). Por temor al pueblo no osa el sanedrín proceder abiertamente y con violencia contra Jesús (cf. Act_5:26). En Jesús, Señor de la Iglesia naciente, ve la Iglesia su propio destino.

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* El original griego usa la palabra laos. Es característica de los escritos lucanos. En éstos se usa con frecuencia para designar a Israel como pueblo de Dios del Antiguo Testamento (por ejemplo: Luk_2:32; Act_26:17.23; Act_28:27.28; Luk_19:47; Luk_22:66; Act_4:8.23; Luk_24:19). De ahí pasa a la Iglesia de Cristo: en los Hechos (l5,14; 18,10) y en particular en los escritos paulinos y en la literatura influida por ellos. La Iglesia «es el verdadero laos, en medio del cual mora Dios, y que tiene acceso a él, porque es santo en cuanto santificado por Cristo». Aquí se expresa con toda concisión una certeza, que a la Iglesia con su patrimonio religioso, la liga tan sólidamente con el Pueblo de Dios veterotestamentario, como la distingue de su estadio precedente dejado atrás, por razón de la acción salvadora de Cristo. (STRATHMANN).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 19.

Zaqueo el publicano, 19:1-10.
1 Entrando, atravesó Jericó. 2 Había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de publícanos y rico. 3 Hacía por ver a Jesús, pero a causa de la muchedumbre no podía, porque era de poca estatura. 4 Corriendo adelante, se subió a un sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. 5 Cuando llegó a aquel sitio, levantó los ojos Jesús y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa. 6El bajó a toda prisa y le recibió con alegría. 7 Viéndolo, todos murmuraban de que hubiera entrado a alojarse en casa de un pecador. 8 Zaqueo, en pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuádruplo. 9 Díjole Jesús: Hoy ha venido la salud a tu casa, por cuanto éste es también hijo de Abraham; 10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

La escena es en la Jericó herodiana, a 3 kilómetros al sur de la vieja, que era la única habitada. Lc es el único que narra esta escena. A la fascinación que causan las riquezas, y que Lc expuso en el pasaje del joven que no siguió a Cristo por sus muchas riquezas, la conversión de Zaqueo presenta un ejemplo en contrapartida. Es otro caso, aquí con hechos, del tema de la misericordia de Cristo, tan destacado por Lc.
Zaqueo, que significa el puro, el justo, o, si es abreviatura de Zacarías, Dios se acordó, es presentado por Lc en dos caracteres íntimamente unidos entre sí. Es jefe de publícanos y hombre rico.
Los publícanos eran los recaudadores de los impuestos de Roma a Israel. Por eso eran aborrecidos por los judíos, como cofautores de la dominación romana. La autoridad de Roma admitía de éstos una cantidad alzada, y luego ellos podían resarcirse en los cobros del pueblo. Ello dejaba un margen de abuso manifiesto en los beneficios. Acaso por eso era rico. Máxime siendo jefe de los publícanos de toda aquella zona de Jericó (cf. Luc_3:12-13).
El buen deseo se ve en este hombre de estatura pequeña, por lo que se sube a un árbol, y no tiene reparo en correr para situarse por donde Cristo ha de pasar.
A su paso, Cristo lo miró, lo llamó, y Lc dijo que bajase pronto en esta palabra hay un ansia espiritual de ganarle , porque hoy tengo (?? i) que hospedarme en tu casa. El bajó con toda prisa. Este rasgo de Lc corresponde al ansia que Cristo tiene de él. Y lo recibió en su casa con alegría. La murmuración judía no podía faltar al ver que se hospedaba en la casa de un pecador. Esta palabra tenía para ellos el sentido de un hombre inmerso en toda impureza legal, que aquí también podía ser moral por su oficio.
Lc es rápido en la descripción. Pero va a lo fundamental de los hechos. Zaqueo está convertido. El confiesa su satisfacción: Doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuadruplo.
En la Ley se exigía el cuadruplo en casos de robo (Exo_21:37; Exo_22:1). Pero en caso de fraudes sólo se exigía una quinta parte, a más de la devolución o compensación de lo defraudado (Lev_5:24; Num_5:6.7). En el uso de esta época sólo estaba vigente la satisfacción de una quinta parte sobre lo robado 1.
Así, la oferta de Zaqueo es: la primera, como una indemnización; y la segunda, un acto de generosidad muy por encima de lo que la justicia exigía entonces.
Con Cristo llegó a Zaqueo la salud. También él, aunque degradado por los fraudes y malos negocios, era digno de ser hijo de Abraham: de la suerte de los judíos dignos y rectos. Y, sin duda, también a toda su casa (Hec_10:2; Hec_11:14; Hec_16:15.31; Hec_18:8), lo mismo que antes participarían de riqueza de iniquidad.
Y se hace ver que ésta era la misión de Cristo. Lo criticaban por comer y beber con los publícanos y pecadores (Luc_15:1) y les respondió con las parábolas de la misericordia. Y aquí se responde, aparte de los hechos, con destacar que ésta era la misión del Hijo del hombre: que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. Esta sentencia de Cristo debe de provenir de otro contexto. Pero es el complemento sapiencial al hecho de esta conversión. San Ambrosio ve en Zaqueo un fruto maduro que cae del árbol a la primera sacudida que le hace Cristo 2.
Siendo histórica la escena, es de una destacada temática y elaboración lucana: Cristo invitado a un banquete (v.5); alegría (v.6); desprendimiento (v.8); salud universal (v.10a); Cristo amigo de pecadores (v.l0b). La propuesta de Bultmann que sea una reelaboración de Mar_2:14-17, no tiene base.

Parábola de las minas,Mar_19:11-28 (Mat_25:14-30).
Cf. comentario a Mat_25:14-30.
11 Oyendo ellos esto, añadió Jesús una parábola, por cuanto estaba próximo a Jerusalén, y les parecía que el reino de Dios iba a manifestarse luego. 12 Dijo, pues: Un hombre noble partió para una región lejana para recibir la dignidad real y volverse; 13 llamando a diez siervos suyos, les entregó diez minas y les dijo: Negociad mientras vuelvo. u Sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron detrás de él una legación, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15 Sucedió que, al volver él, después de haber recibido el reino, hizo llamar a aquellos siervos a quienes había entregado el dinero, para saber cómo habían negociado. 16 Se presentó el primero, diciendo: Señor, tu mina ha producido diez minas. 17 Díjole: Muy bien, siervo bueno; puesto que has sido fiel en lo poco, recibirás el gobierno de diez ciudades. 18 Vino el segundo, que dijo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 19 Díjole también a éste: Y tú recibe el gobierno de cinco ciudades. 20 Llega el otro diciendo: Señor, ahí tienes tu mina, que tuve guardada en un pañuelo, 21 pues tenía miedo de ti, que eres hombre severo, que quieres recoger lo que no pusiste y segar donde no sembraste. 22 Díjole: Por tu boca misma te condeno, mal siervo. Sabías que yo soy hombre severo, que rengo donde no deposité, y siego donde no sembré. 23 ¿Por qué, pues, no diste mi dinero al banquero, y yo, al volver, lo hubiera recibido con los intereses? 24 Y dijo a los presentes: Tomadle a éste la mina y dádsela al que tiene diez. 25 Le dijeron: Señor, ya tiene diez minas. 26 Díjoles: Os digo que a todo el que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 Cuanto a esos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traedlos acá y, delante de mí, degolladlos. 28 Y diciendo esto, siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén.

La parábola de las minas de Lc es la misma parábola de los talentos de Mt. Es generalmente admitido, y basta para ello la comparación y estructura de ambas. No obstante, la finalidad que se expone es distinta. En Mt es la necesidad de rendir los dones que Dios concedió a cada uno; pues se ha de rendir cuenta de ellos a él en su juicio, en la parusía. En Lc, en cambio, la finalidad es distinta, buscada, seguramente, por el mismo evangelista. La trae con elementos que no tiene Mt, y en éstos está su finalidad. Se ve ya en la introducción. Cristo cuenta la parábola porque estaba próximo a Jerusalén y les parecía que el reino de Dios iba a manifestarse luego. La sobreexcitación mesiánica se agudizaba, después de tantos milagros de Cristo, al ir a celebrar la Pascua 3.
Por eso, la finalidad directa de la parábola no es, como en Mt, rendir cuentas de los ahorros aunque alude incidentalmente a la parusía (v.19), sino hacer ver la necesidad de la ida de Cristo y la tardanza de su retorno en la parusía. Mientras, se han de rendir los dones de Dios, para darle cuenta a El en su venida.
Era esto una grave preocupación en la Iglesia primitiva (2Pe_3:4; 2Te_2:1ss). Comparada con Mt se ve que en ésta se mezclan dos parábolas. Son las siguientes, con una introducción-tema:
V.II=tema/ v.12-13 y 15b-26 (las minas)! 14-15a.27 (adquisición de un reino: es alegoría) /v.28=indicación histórico-geográfica.
En el Evangelio de los Nazarenos, apócrifo, se encuentra otra versión de esto. Son tres siervos: uno gasta su mina con rameras; otro la aumenta con el comercio; el otro la esconde y no gana nada. Por ello, uno es aceptado con alegría; otro, reprendido; y el tercero es puesto en prisión. 3
Esta parábola es mixta; tiene varios elementos alegorizados.
El auditorio, aunque no se dice, son los apóstoles. Parece que son los que pueden relacionar la ida a Jerusalén con esta declaración allí, pública y oficial, de su mesianismo.
v.12. Este hombre que va a recibir la dignidad real es Cristo, que va a lograr el mérito de establecer el reino mesiánico en la cruz. Volverá visiblemente en la parusía, como lo exige el contexto de rendir cuentas. La imagen parece tomada de la ida a Roma de Herodes el Grande, y después de su hijo Arquelao, para lograr la dignidad real de Augusto. La primera fue el año 40 antes de Cristo, y la segunda, el 4 después de Cristo. 4
v.13. La mina era la moneda tipo en Grecia. Era equivalente a 100 dracmas (igual a 100 denarios).
v.14. El aborrecimiento de sus conciudadanos se refiere a los Herodes. Y hasta enviaron una legación para que no le confirmasen la dignidad real, porque no querían que reinase sobre ellos. Esta historia refleja la ida a Roma de Arquelao, el odio que contra él había y la embajada que se envió tras él para esto 4. En sentido alegórico, este rey es Cristo. Sus conciudadanos, en frase redonda, le aborrecían. La embajada se pone para más acusar a los que no quieren que reine sobre ellos. Pero también se ve cumplido esto en el proceso de Cristo ante Pilato al pedir su muerte y proclamar que no tienen más rey que al Cesar.
v.15. Vuelve después de recibir el reino. Es Cristo en su parusía. Mt lo dice claramente. Vuelve después de mucho tiempo. Ya desde aquí coincide con Mt. Los dones de Dios se los ha de hacer fructificar. El fijar el número en la rendición de cuentas de tres siervos es por razón de abreviar. Pero en ellos está un máximum, un medio y una falta total de rendimiento.
v.17. El gobierno sobre diez ciudades es premio a la fidelidad que tuvo al rey en su ausencia. Reinará con él. Su fidelidad le ha ganado la plena confianza del rey. Así participará de su confianza en el gobierno del reino.
v.24-25. Extraña que se dé la mina del que no la había hecho fructificar al que rendía el máximum. Con ello se indica que el que más rinde es más digno de premio. Lo mismo que el despojo de los bienes dados al que no los hace rendir.
v.26. La primera parte es el comentario a lo anterior: a todo el que tiene se le dará. En cambio, al que no produjo se le quitarán, en castigo, esos dones que no hizo rendir. Bienes que aquí están dados y fructificados o esterilizados en orden al reino, a la vida eterna. Al que no tiene esa fructificación, aun lo que tiene, esos primeros dones dados por Dios y por él no fructificados, le será quitado en castigo. Este doble proverbio, incluso en forma más paradójica, se encuentra citado en otros pasajes evangélicos (Mat_13:12; Mar_4:25; Luc_8:18).
v.27. El degüello de sus enemigos ante él es un modo oriental de describir un castigo máximo. Es el infernal, sentenciado oficialmente en la parusía 5.
En su sentido original debió de ser una parábola de crisis dirigida a los fariseos, que no hicieron rendir los dones que se les dieron la ciencia de Dios para llevar el pueblo judío al reino, y el anuncio de su responsabilidad ante la parusía.

Entrada mesiánica en Jerusalén,Luc_19:29-40 (Mat_21:1-9; Mar_11:1-10; Jua_12:12-29). Cf. comentario a Mat_21:1-9.
29 Al acercarse a Betfagé y Betania, en el monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30 diciéndoles: Id a la aldea de enfrente, y, entrando en ella, hallaréis un pollino atado, que todavía no ha sido montado por nadie; desatadlo y traedlo. 31 Y si alguno os dijere: ¿Por qué lo soltáis? diréis así: El Señor tiene de él necesidad. 32 Fueron los enviados y lo hallaron así como les había dicho. 33 Desatando ellos el pollino, les dijeron sus amos: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Les respondieron: El Señor tiene necesidad de él. 35 Lo llevaron a Jesús, y, echando sus mantos sobre el pollino, montaron a Jesús. 36 Según El iba, extendían sus vestidos en el camino. 37 Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, comenzó la muchedumbre de los discípulos a alabar alegres a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto, 38 diciendo: ¡Bendito el que viene, el Rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! 39 Algunos fariseos de entre la muchedumbre le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 El contestó y dijo: Os digo que, si ellos callasen, gritarían las piedras.

Los cuatro evangelistas relatan aunque con variantes, este ingreso mesiánico de Cristo en Jerusalén, en el viaje a su muerte.
El relato es común a los tres sinópticos. En el Comentario a Mt se expone. Jn lo matiza más. Sin embargo, Lc da una serie de detalles de este cortejo. La gran aclamación comenzó al acercarse a la bajada del monte de los Olivos. Era el momento en que se divisaba bien Jerusalén, y el entusiasmo se desbordó (v.37). El asno podía ser la cabalgadura de un príncipe que entraba en son de paz (Zac_9:9).
La aclamación que le dan es:
Bendito el que viene (Luc_7:20). el Rey (Jua_12:14.15), en nombre del Señor (Sal_118:26); paz en el cielo, y gloria en las alturas
Las primeras aclamaciones son títulos mesiánicos. La redacción de Lc, comparada con la de Mt-Mc, está más comprensible para sus lectores helenistas. Los dos últimos hemistiquios son una alabanza a Dios por enviar al Mesías. Omite a Mar_11:10 acaso porque sus lectores no piensen en un reino davídico material.
Los fariseos invitan a Cristo a que corte aquellas aclamaciones. Pero, aparte que ellos lo decían por envidia, era la hora del mesianismo, la hora de Dios. Por ello, si ellos callasen, gritarían las piedras. La frase podría ser un proverbio (Hab_2:11). Estos v.39-40 son propios de Lc. Algo parecido se encuentra en el Talmud b. (Hagigah 16 a).
No hay que figurarse el cortejo como algo insólito. No debió de pasar del volumen, o poco más, de una caravana que llegaba a la Ciudad Santa. Lo inesperado y rápido del desarrollo del mismo explica el pasar inadvertido o no inquietante para la autoridad romana, máxime en aquellos días de exacerbación mesiánica, en los cuales una intervención imprudente podía peligrosamente acentuarlos. La valoración que parece probable se expone en Comentario a Mat_21:1-9.

Llanto sobre Jerusalén,Mat_19:41-44.
41 Así que estuvo cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: 4 ¡Si al menos en este día conocieras lo que hace a la paz tuya! Pero ahora está oculto a tus ojos. 43 Porque días vendrán sobre ti, y te rodearán de trincheras tus enemigos, y te cercarán, y te estrecharán por todas partes, 44 y te abatirán al suelo a ti y a los hijos que tienes dentro, y no dejarán en ti piedra sobre piedra por no haber conocido el tiempo de tu visitación.

Propio de Lc. Al bajar el monte de los Olivos, ya acercándose a Jerusalén, y contemplarla, y enfrente el templo herodiano, lloró a causa de la ciudad. Lc acompañaban la aclamación de sus discípulos y gentes galileas y algunos judíos. Pero veía lo que le aguardaba a él y a ella. ¡Si Jerusalén hubiese conocido en este día, como extrema tabla de salvación, toda la misión de paz mesiánica que El le traía! Pero eran muchas las pasiones que estaban en juego contra El. Y la historia de un pueblo que esperaba al Mesías para su gloria y su paz, cuando éste llegó., lo va a crucificar. Es lo que el Señor ve y por lo que derrama sus lágrimas. Pero con ellas, como garantía de su verdad, da la profecía de su castigo. Es la catástrofe de Jerusalén en el año 70.
La descripción, detallista, no supone, parece, el cumplimiento de la ruina de Jerusalén para su descripción. Son los elementos usuales para la descripción del asedio de una ciudad. Algo semejante se encuentra en Isaías para hablar del asedio de Jerusalén por los asirios (Isa_29:3-7) 6, y más aún en Ezequiel (Isa_4:2.3). Si hubiera sido redactado literariamente este pasaje después de los hechos no en sentido profético de Cristo , posiblemente hubiera tenido una descripción más vivida, y concretamente el incendio del templo. Es posible objeción a la fecha de la composición de este evangelio. Cabría, sin embargo, que procediese el relato de una fuente anterior y que se hubiese respetado e incorporado, o por querer respetar el estilo profético con clisés tradicionales. En todo caso es discutible su valoración.
La descripción de esta catástrofe en Flavio Josefo y la arqueología han probado la verdad del mensaje profético del Señor.
Todo ello por no haber conocido el tiempo de su visitación. La visita de Dios es frase frecuente en el A.T. para indicar castigos o premios. El tiempo de su visitación es todo el período mesiánico de Cristo, de enseñanza y milagros, en Galilea y Judea, en sus repercusiones en Jerusalén, y, más en concreto, sus visitas enseñanzas y milagros mesiánicos en Jerusalén (= paz).

Expulsión de los mercaderes del templo,Isa_19:45-48 (Tm 21:12-13; Mar_11:15-19; Jua_2:13-22).
Cf. comentario a Jua_2:13-22.
45 Entrando en el templo, comenzó a echar a los vendedores, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. 47 Enseñaba cada día en el templo; pero los príncipes de los sacerdotes y los escribas, así como los primates del pueblo, buscaban prenderle, 48 y no sabían qué hacer, porque el pueblo todo estaba pendiente de El escuchándole.

La descripción que hace Lc de la expulsión de los mercaderes del templo es la más sintética de todas. Casi es una alusión, ante la descripción de Mt-Mc y, sobre todo, Jn, que le da un mayor complemento histórico y una expresa valoración teológica. Casi es una alusión a este pasaje.
Cristo, al purificar el templo expulsando a unos y otros, dice que mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. La cita es de Jeremías (Jua_7:11). El pasaje de Lc es demasiado concreto. Pero, a la luz del relato de Jn (Luc_20:1-2), se ve que fue un acto de tipo mesiánico.
En cuanto al momento histórico de la escena, parece que los sinópticos la han desplazado, retardando su narración a la última Pascua, cuando el momento histórico parece ser el de Jn, es decir, la primera Pascua. Es en Jua_2:13-22 donde se hace el Comentario a este pasaje ?
No deja de extrañar que Lc, que tanto destaca la oración, y la oración de Cristo, no comente más este tema. Acaso deja este aspecto para Act 7 y los días de la Iglesia (C. Stuhlmueller). Aquí se lo prepara como escenario de su enseñanza.

1 Strack-B., Kommentar. Ii P.25ü. 2 Ml 15:1792. 3 Josefo, Antiq. XIV 14:4-5. 4 E. Hennecke, N.T. Apocrypha 1:149 4 Josefo, Antiq. XVIII 9:3-4; Bl Ii 2:1-3. 5 Vosté, Parabolae. Ii P.522-533; Marechal, évang. S. St. Lúe 1946) P.225-228; M. Zerwick, Die Parabel Vom Thonanwarter, Lúe 19:11-27: Bibl. (1959) 654-674; J. Jeremías, Die Gleichnisse. P.72-78. 6 Rev. Bibl. (1894) 263ss.
7 Ervijn,L'expulsion des vendeurs du Temple: Rev. Bibl. (1929) 178-200: The clean-sing ofthe Temple: Bullet. J. Rylands Libr. (1950) 271-282; N. Q. Hamilton, Temple Cleansing and Temple Bank: Journ. Bibl. Literat. Exeg. (1964) 365-372; I. Buse, The Cleansing of the Temple in the Sinopties and in John: Exp. Tim (1958) 22ss.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Oyendo ellos esto, prosiguió diciéndoles una parábola, con ocasión de estar cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego se manifestaría el reino de Dios. Dijo pues: "Un hombre noble fue a una tierra distante para recibir allí un reino, y después volverse. Y habiendo llamado a diez de sus siervos les dio diez minas, y les dijo: traficad entre tanto que vengo: Mas los de su ciudad le aborrecían: y enviando en pos de él una embajada, le dijeron: No queremos que reine éste sobre nosotros. Y cuando volvió, después de haber recibido el reino, mandó llamar a aquellos siervos a quienes había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Llegó, pues, el primero, y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Y le dijo: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades. Y vino otro y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas. Y dijo a éste. Tú tenla sobre cinco ciudades. Y vino el tercero, y dijo: Señor, aquí tienes tu mina, la cual he tenido guardada en un lienzo: Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio de condición, llevas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te condeno: sabías que yo era hombre recio de condición, que llevo lo que no puse y siego lo que no sembré. ¿Pues por qué no diste mi dinero al banco, para que cuando volviese lo tomara con las ganancias? Y dijo a los que estaban allí: Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas. Y ellos le dijeron: Señor, que tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo aquel que tuviere, se le dará y tendrá más: mas al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Y en cuanto a aquéllos mis enemigos, que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y matadlos delante de mí". (vv. 11-27)

San Eusebio
Creían algunos que vendría el reino del Salvador en su primera venida y creían que esto se verificaría cuando subiese a Jerusalén; tanto les habían admirado los milagros divinos que hacía. Por esto les da a conocer que no se recibirá el Reino dado por el Padre antes de ir al Padre por los hombres. Y así dice: "Oyendo ellos esto, prosiguió diciéndoles una parábola con ocasión de estar cerca de Jerusalén".

Teofiactus
Pero el Señor les desvanece la ilusión de sus pensamientos; porque el reino de Dios no es sensible. Manifiesta también que, como Dios, conoce sus pensamientos, proponiéndoles la siguiente parábola. Prosigue: "Dijo, pues: Un hombre noble fue a una tierra distante a recibir allí un reino y después volverse".

San Cirilo
El espíritu de esta parábola describe todos los misterios de Jesucristo desde el primero hasta el último, porque Dios se ha hecho hombre existiendo como Verbo, y aun cuando se ha convertido en siervo, es, sin embargo, noble, según su inefable nacimiento del Padre.

San Basilio, in Isaiae, cap. 13 visione 13
El Señor no sólo es noble según la Divinidad sino también según su naturaleza humana, puesto que descendía de David según la carne. Se había marchado a una región muy distante, no tanto por la distancia local como por sus condiciones naturales. Porque el mismo Dios está cerca de nosotros cuando nos aproximan a El nuestras buenas obras, y está distante siempre que, esforzándonos por perdernos, nos colocamos a distancia de El. Vino, por lo tanto, a esta región terrena muy distante de Dios para recibir el reino de los gentiles, según las palabras del Salmo: "Pídeme y te daré todas las gentes como heredad tuya" (Sal_2:8).

San Agustín, De quaest. evang. 2,46
O bien la región distante es la Iglesia de los gentiles, que llega hasta los confines de la tierra, porque se marchó para que pudiese entrar la plenitud de las naciones y volverá para que pueda salvarse todo Israel.

San Eusebio
Esta marcha a una región distante significa su ascensión desde la tierra al cielo. Y cuando añade: "Para recibir un reino y volverse después" da a conocer su segunda venida gloriosa y regia. Y así en primer lugar se llama hombre por su nacimiento según la carne; después se llama noble. Y no se llama todavía rey porque no ostentaba aún la majestad real en su primera venida. Por esto dice muy oportunamente: "a recibir un reino" porque dándoselo el Padre, lo obtuvo según las palabras de Daniel: "He aquí que el Hijo del hombre venía sobre las nubes, y se le dio un reino" (Dan_7:13).

San Cirilo
Subiendo, pues, a los cielos, está sentado a la diestra de la majestad en lo Alto (Heb 1); y antes de subir dispensa a los creyentes diferentes gracias divinas, así como las facultades del amo pueden trasmitirse a los siervos para que las hagan fructificar, haciéndolos dignos de recompensa. Prosigue: "Y habiendo llamado a diez de sus siervos, les dio diez minas".

Crisóstomo
Acostumbra la Sagrada Escritura a usar como señal de perfección el número diez, para pasar del cual es preciso empezar otra vez por la unidad, como si la decena tuviese un término, y por eso se dice en la distribución de los talentos que ha llegado hasta la perfección del divino servicio el que ha recibido diez minas.

San Agustín, ut sup
O bien por diez minas significa la ley a causa del Decálogo, y los diez siervos son aquellos que estaban sometidos a la ley y a los que se anunció la gracia. Así debe entenderse que se les han concedido las diez minas para su uso, después que han entendido que la ley representaba al Evangelio, aunque encubierta por un velo.

Beda
La mina, pues, que los griegos llaman mna, tiene cien dracmas y toda la Sagrada Escritura resplandece con el valor del número ciento, porque figura la perfección de la vida eterna.

San Eusebio
Por medio de aquellos que reciben las minas significa a sus discípulos, a los que dando minas les encarga que hagan igual dispensación a todos, y les manda negociar. Sigue, pues: "Y les dijo: Negociad mientras vengo". Este negocio no era otro que la doctrina del Reino de los Cielos que habían de predicar sus discípulos a los hombres. Una misma había de ser la doctrina para todos, una misma fe y un solo bautismo. Por esto se da una mina a cada uno.

San Cirilo
Hay mucha diferencia, sin embargo, entre éstos y aquellos que han combatido el reino de Dios, de los cuales dice: "Mas los de su ciudad le aborrecían", etc. Esto es lo que Jesucristo reprochó a los judíos diciéndoles: "Ahora me han visto, y me aborrecen a mí y a mi Padre" (Jua_15:24). Renunciaron a su reino, diciendo a Pilato: "No tenemos otro rey que el César" (Jua_19:15).

San Eusebio, ut sup
Cuando dice "sus ciudadanos", se refiere a los judíos nacidos de la misma progenie según la carne, y también porque cumplía como ellos con los preceptos de la ley.

San Agustín, De quaest. evang. 2,61
Enviaron también legados después de El, porque aun después de su resurrección persiguieron a los apóstoles y despreciaron la predicación del Evangelio.

San Eusebio, ut sup
Después que el Salvador dijo que esto se refería a su primera venida, anuncia a continuación su vuelta majestuosa y gloriosa diciendo: "Y cuando volvió después de haber recibido el reino", etc.

Crisóstomo, hom. 39, in 1 ad Cor
La Sagrada Escritura hace mención de dos reinos de Dios: el uno de la creación, en virtud del cual es considerado como el rey del Universo por derecho de la creación, y el otro de la sumisión, según el cual domina sobre los justos sometidos a El voluntariamente, y éste es el reino que se dice recibió.

San Agustín, De quaest. evang. 2,41
Vuelve después de recibido el reino, porque habrá de venir con un brillo clarísimo quien antes apareció humilde entre los hombres cuando dijo, según San Juan: "Mi reino no es de este mundo" (Jua_18:36).

San Cirilo
Cuando vuelva Jesucristo después de recibido su reino, merecerán alabanzas los ministros de la palabra, y tendrán suma complacencia en los honores celestiales, porque multiplicaron el talento habiendo adquirido otros muchos. Por esto añade: "Llegó, pues, el primero y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas".

Beda
El primer siervo es el orden de los doctores enviados al pueblo de la circuncisión, que recibió una mina para que fructificase, porque se le mandó predicase una sola fe; pero esta mina produjo diez, porque su enseñanza asoció con ellos al pueblo que vivía bajo el yugo de la ley. Le dijo, pues: "Está bien, siervo bueno: pues que en lo poco has sido fiel", etc. El siervo es fiel en lo poco, porque no adultera las palabras de Dios. Todos los dones que recibimos en la vida presente son pocos en comparación con los de la otra vida.

Grieg
Pero como recibió la gracia de los propios bienes se le dice que mande en diez ciudades. Acerca de estas promesas, juzgando algunos de una manera baja, creen que se habrán de conceder dignidades y prefecturas en la Jerusalén de la tierra reparada con piedras preciosas si cumplen bien con Jesucristo, dominada su alma por la ambición del poder y de las preferencias.

San Ambrosio
Las diez ciudades son las almas, a las que preside con derecho el que haya depositado en el corazón de los hombres el tesoro del Señor y su santa palabra como plata acrisolada (Sal 11). Porque así como se dice que Jerusalén ha sido edificada como una ciudad (Sal 120), así sucede con las almas pacíficas; y del mismo modo que los ángeles gobiernan, así gobernarán también los que merezcan la vida de los ángeles.
Prosigue: "Y vino otro, y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas".

Beda
Aquel siervo figura a los que han sido enviados a predicar a los gentiles, cuya mina (esto es, la fe evangélica) había producido cinco minas; porque convirtió a la gracia de la fe evangélica a las naciones esclavas de los sentidos del cuerpo. Prosigue: "Y a éste le dice: Y tú gobierna sobre cinco ciudades". Esto es, brille tu justicia sobre las almas en que has imbuido la fe.

San Ambrosio
O bien, adquirió cinco minas el que enseña la moral, porque son cinco los sentidos corporales; el que adquirió diez, el duplo, representa a aquellos que enseñan los preceptos místicos de la ley y la santidad de la moral. También podemos entender aquí por diez minas las diez palabras (esto es, la doctrina de la ley), y las cinco minas son las enseñanzas de la doctrina, pero el legisperito debe ser perfecto en todas las cosas. Y con razón dice, hablando de los judíos, que sólo dos habían devuelto el dinero multiplicado, no ciertamente por el dinero, sino por su buena administración. Porque una cosa es la usura del dinero, y otra la de la doctrina celestial.

Crisóstomo
En efecto; porque con los bienes de la tierra no se enriquece uno si no se empobrece otro; pero respecto de las cosas espirituales no puede enriquecerse uno sin enriquecer a los demás. En las cosas corporales, pues, disminuye esta participación; en las espirituales aumenta.

San Agustín, De quaest. evang. 2,46
Cuando dice que uno de aquellos que agenciaron bien las minas adquirió diez y el otro cinco, da a conocer que éstos son los que entran en el rebaño del Señor, porque ya conocen la ley en virtud de la gracia, por los diez mandamientos de la ley, o porque el que la dictó escribió cinco libros. A esto se refieren también las diez y las cinco ciudades que pone bajo sus órdenes, porque la variedad o diversidad de cada precepto o de cada libro multiplica su inteligencia, y reducida o convertida en un sentido, forman como una ciudad de los que viven de pensamientos eternos, porque una ciudad no es una reunión de animales cualesquiera, sino de racionales que viven unidos por una misma ley. Que los siervos que dan cuenta de lo que han recibido sean alabados por el fruto que han hecho, significa que dan buena cuenta los que emplean bien lo que han recibido para aumentar las riquezas del Señor, por aquellos que creerán en El; pero los que no quieren obrar así, son retratados en aquel que guarda su mina en un lienzo. Por esto dice: "Y vino el tercero diciendo: Señor, he aquí la mina que me entregaste, y que he guardado en un lienzo". Hay algunos hombres que, haciendo alarde de su maldad, dicen: es suficiente que cada uno dé cuenta de lo que ha recibido. ¿Qué necesidad hay de predicar a otros y de ayudarles para tener que dar cuenta también de ellos? Pues no tendrán excusa delante de Dios aquellos a quienes no se les halle anunciando la ley, ni tampoco aquéllos que no hayan obedecido al Evangelio después de haberle oído, puesto que por la criatura pudieron conocer al Creador. Por esto sigue: "Porque tuve miedo de ti que eres hombre severo", etc. Esto es tanto como segar donde no se ha sembrado; esto es considerar como reos de impiedad a aquéllos por quienes no ha sido anunciada la ley ni el Evangelio. Por esto, queriendo evitar el peligro de la cuenta que habrán de dar, se abstienen del trabajo de predicar la divina palabra, y esto equivale a esconder la mina en un lienzo.

Teofiactus
Con el lienzo o sudario se vela la cara de los muertos. Con razón, pues, se dice que este perezoso había envuelto la mina en un lienzo, porque ocultándola y no usando de ella, no mejoró su condición ni aumentó su valor.

Beda
El colocar la moneda en un sudario, es tanto como sepultar los dones recibidos bajo el ocio de una muelle pereza. Pero lo mismo que dijo para excusarse se convirtió en su acusación. Por esto sigue: "Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te condeno". Es llamado mal siervo, porque fue perezoso en el cumplimiento de su deber, y soberbio en acusar el juicio del Señor. "Sabías que yo era hombre severo, que llevo lo que no puse, y siego lo que no he sembrado, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?". Como diciendo: Si sabías que yo era duro y que me gusta utilizar lo ajeno, ¿por qué este pensamiento no te ha llenado de premura, previendo que yo había de buscar lo mío con mayor solicitud? El dinero o la plata es la predicación del Evangelio y la palabra divina, porque la palabra de Dios es santa y pura como el oro probado por el fuego (Sal 11). Esta palabra del Señor debía ponerse en el banco, o lo que es lo mismo, inculcarla en los corazones que están dispuestos y preparados.

San Agustín, ut sup
O bien, el banco en que debe colocarse el dinero es la profesión de la religión que públicamente se propone como medio necesario a la salvación.

Crisóstomo
En las riquezas materiales, los que deben no están obligados más que a conservarlas, porque han de entregar tanto cuanto reciben, y nada más se les exige. Mas en las cosas divinas, no solamente tenemos obligación de conservarlas, sino que se nos amonesta para que las aumentemos. Por esto sigue: "Para que cuando volviese lo tomara con las ganancias".

Beda
El que recibe el dinero de la palabra creyendo en lo que se le enseña, queda obligado a devolverlo con ganancias trabajando; o bien que, según lo que ha oído, procure entender lo que aún no ha aprendido por boca de los predicadores.

San Cirilo
Es obligación de los doctores inculcar en los oyentes la doctrina santa y provechosa; pero corresponde a la gracia divina el atraer obedientes a los que la oyen, haciendo fecundo su entendimiento. No merece, por tanto, alabanza este siervo ni se hizo acreedor a que se le honre, sino que más bien debe condenársele por perezoso. Por esto sigue: "Y dijo a los que estaban allí: quitadle la mina y dádsela al que tiene diez".

San Agustín, ut sup
Por esto da a entender que este siervo podía perder la gracia de Dios, porque teniéndola obraba como si no la tuviese; esto es, que no la utilizaba, y por esto debía aumentarse a aquél que teniéndola, la tiene; esto es, usa bien de ella.

Beda
En sentido espiritual esto quiere decir (según yo creo), que cuando entrase la plenitud de las gentes se salvaría todo Israel (Rom 11) y que entonces se concedería la abundancia de la gracia espiritual a los doctores.

Crisóstomo, hom, 43 in Acta versus finem
Por tanto, dice a los que estaban presentes: "quitadle la mina", porque no es propio del prudente el castigar por sí mismo, sino que necesita de otro cualquiera (esto es, de un ministro), para que ejecute lo que el juez le ordene; porque no es Dios mismo quien aplica los castigos, sino que lo hace por medio de sus ángeles.

San Ambrosio
Nada dice de los demás siervos, que pródigos han perdido como deudores lo que habían recibido. En los dos siervos que ganaron se designa a los pocos que son destinados dos veces al cultivo de la viña; en los demás a todos los judíos. Prosigue: "Y ellos le dijeron: Señor, que tiene diez minas"; y para que no se crea que esto no es justo, añade: "Que a todo aquél que tuviere se le dará".

Teofiactus
Porque como ha aumentado las diez, duplicándolas, es evidente que duplicando un número mayor dará un beneficio más importante a su Señor. Se le quitará aun lo que tiene al desidioso y ocioso que no se esfuerza en aumentar lo que tiene. Por esto sigue: "Mas al que no tiene se le quitará aun lo que tiene", para que no sea infructuoso el dinero del Señor, siendo así que puede darle a otros que lo aumenten. Esto no se refiere sólo a la predicación y a la enseñanza, sino también a las virtudes morales; porque el Señor nos da por ellas sus gracias, dotando a uno del ayuno, a otro de la oración, a otro de la mansedumbre y de la humildad, cuyas virtudes multiplicaremos si vigilamos; pero si nos damos a la ociosidad, las perderemos. Después añade hablando de los contrarios: "Y en cuanto a aquellos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, matadlos", etc.

San Agustín, ut sup
En esto da a conocer la perfidia de los judíos, que no quisieron convertirse a El.

Teofiactus
A quienes entregará a la muerte arrojándolos al fuego exterior, pero en este mundo fueron inmolados de una manera lamentable por el ejército romano.

Crisóstomo
Esto es contra los marcionitas; 1 porque Jesucristo dice: "Traed a mis enemigos y matadlos en mi presencia"; no obstante, éstos dicen que Jesucristo es bueno pero que es malo el Dios del Antiguo Testamento. Pero es evidente que el Padre y el Hijo hacen una misma cosa; porque el Padre envía un ejército a su viña (Mt 21), y el Hijo hace matar en su presencia a los enemigos. 2

Crisóstomo, hom. 79 in Math
Esta parábola de San Lucas se diferencia de la que refiere San Mateo hablando de los talentos. En la primera el mismo capital recibido da diferentes productos porque con una mina uno ganó diez talentos y el otro ganó cinco; y en la de San Mateo dice lo contrario, porque el que recibió dos ganó otros dos, y el que recibió cinco ganó otros cinco; por tanto los premios no son iguales.

Notas
1. Originario de Sínope, en el Ponto (en la actual Turquía), Marción dio origen a la herejía que lleva su nombre (marcionismo). Nació, según se cree, a principios del siglo II. Enseñaba que uno es el Dios del Antiguo Testamento, creador del mundo material, justiciero y malo, y otro distinto el Dios del Nuevo Testamento, Padre bondadoso y Redentor de misericordia. Consecuencia de esto es el rechazo del Antiguo Testamento y la aceptación del Nuevo, depurado de toda doctrina que lo asemeje al judaísmo; de allí que sólo aceptara diez libros del canon neotestamentario negando la inspiración de Mateo, Marcos y Juan, las cartas pastorales y la carta a los Hebreos entre otros. Desde su rechazo a la materia, profesa una cristología docetista, negando la humanidad real del Señor Jesús. Marción fundó una Iglesia heterodoxa que alcanzó cierta difusión, subsistiendo incluso hasta el inicio del Medioevo. Fue combatido por los grandes apologistas: San Ireneo, Orígenes, Tertuliano, Justino, etc.
2. Indica la continuidad y unidad entre la concepción de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento. La figura utilizada, propia del estilo oratorio, no debe llevarnos a creer que Jesús es cruel. Son figuras que indican que los pecadores sufren la consecuencia de sus propios pecados.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


160 19,1-10. Este relato es exclusivo de Lucas. 2. Zaqueo: El nombre significa «puro». Vincula dos ámbitos simbólicos lucanos: es un publicano que responde con generosidad a la llamada de Dios (cf. 3,12-13; 5,27-32; 7,29-30; 15,1-2; 19,9-14); también es un rico que tiene gran dificultad en liberarse del apego a las posesiones (18,24-27). 5. hoy: cf. v. 9 y el comentario a 2,11. es necesario: De acuerdo con el plan de Dios, Jesús se autoinvita a casa de Zaqueo; cf. comentario a 2,49. 7. todos murmuraban: «Todos» en general murmuran contra el hecho de que Jesús traspase los límites entre lo puro e impuro. 8. Mientras que anteriormente era Jesús quien respondía a las objeciones hechas contra él y sus discípulos por reunirse con publicanos (5,27-32), ahora es el publicano quien responde a las objeciones, doy... devuelvo: Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre la traducción de estos vb. en tiempo presente. Si consideramos el presente como futuro, entonces lo que dice Zaqueo es que dejará de ser un pecador; es decir, decide cambiar su vida. Si consideramos el presente como iterativo o habitual, entonces Zaqueo alega que él no es un pecador, porque su conducta habitual es generosa y justa. Según esta última interpretación, en el v. 9 Jesús vindicaría la buena reputación de Zaqueo. Cf. R. C. White, ExpTim 91 (1979) 21. Preferimos la primera interpretación. La segunda interpretación reduce la profundidad de las afirmaciones soteriológicas de los vv. 9-10, pues indicaría que Zaqueo habría logrado la salvación por sí mismo, dejando a Jesús fuera de aquélla. 9. salvación... hoy: Por el deseo de Jesús de estar con Zaqueo, su aceptación y su cambio de vida, la salvación llega a toda su casa. «...La presencia de Jesús hace posible lo que es humanamente imposible. ¡Un rico consigue pasar por el ojo de una aguja! Pero no sin algunos cambios radicales» (Pilgrim, Good News to the Poor [?72 supra] 133). hijo de Abrahán: Este marginado no está fuera de los límites del pueblo elegido de Dios (? 23 supra). 10. salvar lo que estaba perdido: Como el Dios-pastor de Ez 36,14, Jesús busca a los perdidos para salvarlos. Así resume Lucas su visión sobre Jesús, el predicador de la misericordia de Dios.

161 (g) LOS DISCÍPULOS DEBEN ASUMIR LOS RIESGOS DE SEGUIR A JESÚS, EL REY (19,11-27). Esta parábola, que procede de Q (cf. Mt 25,14-30) y de la propia elaboración de Lucas, debe interpretarse desde su contexto: ¿Qué respuestas deben darse a Jesús, el rey? Cf. L. T. Johnson, NovT 24 (1982) 139-59. 11. ellos escuchaban estas cosas: Este «ellos» parece incluir a los discípulos de Jesús, al pueblo y a sus adversarios. «Estas cosas» se refieren, por lo menos, a 19,1-10. En aquella perícopa como también en ésta, de lo que se trata es de cómo usar los bienes materiales como respuesta a la venida de Jesús en la propia vida, reino de Dios: En 18,17.24-25.29, Lucas trató de las condiciones de entrada en el reino de Dios. Aquí establece el fundamento de un nuevo aspecto de su enseñanza sobre el reino de Dios. No habrá una manifestación espectacular del reino de Dios en Jerusalén. Lo que se hará presente en Jerusalén será la firmeza y fidelidad de Jesús, el rey (19,38; 22,29-30; 23,3.11.37-38), obediente a la voluntad de su Padre. Desde esta perspectiva, el rey de la parábola puede, ciertamente, parecer exigente y estricto, pues él mismo ha asumido el riesgo de la fe, ha pasado por el crisol del sufrimiento y viste como galas regias las marcas de la cruz. 12. viajó a un país lejano para recibir la investidura real: El material que hallamos en los vv. 12-27 no se opone a la expectación evocada en el v. 11: Jesús aparecerá como rey a lo largo del relato; el pueblo, los jefes religiosos y los discípulos responderán de forma diferente a Jesús rey. En el relato no se prevé un largo retraso. 14. no queremos que ése reine sobre nosotros: Notemos que, frecuentemente, en lo que sigue, Lucas contrasta la respuesta positiva del pueblo (laos) con la respuesta negativa de los dirigentes religiosos a Jesús, el rey (19,47-48; 20,1.19; 21,37-38; 22,2.52-53.66; 23,10.13.27.35). 15-19. siervos: Esta es la tercera parábola lucana sobre los «siervos», que se refiere al discipulado cristiano (? 136, 152 supra). A los discípulos que son fieles a Jesús en el camino se les recompensará abundantemente y se les confiarán, incluso, responsabilidades mayores. «No hay una posición de seguridad. El único camino para tener éxito es asumir el riesgo de los dos primeros siervos» (Perkins, Parables [? 148 supra] 150). 20-23. El tercer siervo, paralizado por el temor, ha sido desobediente e improductivo. 24-26. La generosidad del rey es abundante. 27. matadlos delante de mí: La imagen de la aniquilación de los que rechazaron aceptar al rey pone de manifiesto que la aceptación de que Dios reine sobre uno es un momento crítico de decisión. Desgraciadamente, algunos optaron contra la vida que el rey Jesús traía. El significado cristológico de esta parábola es profundo: Jesús, el rey, tiene un papel decisivo en el destino humano, pues la vida y la muerte dependen de la respuesta que se le dé.

162 (VI) Jerusalén rechaza al Profeta, a 162 (VI) Jerusalén rechaza al Profeta, al Hijo y al templo de Dios (19,28-21,38). En
esta sección, Lucas depende ampliamente de Mc 11,1-13,37, pero desarrolla sus propios temas, principalmente mediante la inclusio de 19,47-48 y 21,37-38: Jesús enseñaba al pueblo (laos) diariamente en el templo, y los dirigentes religiosos estaban contra él. Jesús, el rey que trae la paz de Dios (19,28-40), que es rechazado por los dirigentes religiosos (19,41-44), toma posesión del templo y él mismo es el templo (19,45-46). Todo cuanto Jesús enseña en 20,1-21,36 ocurre en el templo e ilumina la identidad de Jesús, el verdadero culto a Dios y la pertenencia al Israel reconstituido. Esta enseñanza se desarrolla en medio de la controversia y anuncia la oposición contra los miembros del Israel reconstituido, cuya piedra angular es Jesús, aquel que es rechazado.

163 (A) Jesús toma posesión del templo de Jerusalén (19,28-48). Es importante que advirtamos que el primer acto del Jesús luca(-)no al finalizar su viaje a Jerusalén (cf. 9,51-19,27) es la entrada en el templo (19,45).

(a) JESÚS, ACLAMADO COMO REY (19,28-40). 28. Jesús siguió su viaje: Jesús está terminando su viaje de regreso al Padre, que inició en 9,51. Sus acciones últimas en Jerusalén profundizarán las instrucciones de 9,51-19,27 sobre el significado del discipulado y de la misión de los que transitan por el camino de Jesús. El camino cristiano recibe su autoridad del éxodo de Jesús en su pasión, muerte, resurrección, ascensión y envío del Espíritu Santo. Jerusalén: Desde 9,51, Jesús ha estado viajando hacia este destino; desde éste, la misión cristiana viajará hasta los confines de la tierra. «Jerusalén se convierte casi en un símbolo geográfico de la continuidad de las acciones de Dios» (Shweizer, Good News 301). 29-30. A través del teologúmeno de la presciencia de Jesús, manifiesta Lucas que Jesús controla su viaje hasta su Padre, conoce su voluntad y le es fiel y obediente. un pollino que nadie ha montado todavía: Esta frase está copiada de Marcos y parece aludir a Zac 9,9. Sin embargo, Lucas no explotará este texto veterotestamentario sobre el reinado. Tiene su propio punto de vista de cómo Jesús es rey dando vida a través de la muerte. 35-36. mantos: En lugar de palmas, Lucas menciona el uso de una de las prendas de vestir más caras. Fiel a su tema del rico y del pobre, describe Lucas la respuesta de la gente a Jesús, el rey, mediante el uso de sus posesiones. Cf. Mars(-)hall, Gospel 714. 37. hechos portentosos: Se trata de una afirmación que resume el ministerio de Jesús a favor del ciego, cojo, paralítico y pobre como cumplimiento de la Escritura (cf. 4,18-19; 7,22); manifiesta que el poder regio de Jesús vence a los enemigos de la paz: la enfermedad, los demonios y la muerte. Además, su ministerio previo se relaciona ahora (cf. v. 38) a Jesús Rey, cuyo regio gobierno glorioso a favor del marginado se manifestará mediante el sufrimiento (cf. 23,42-43). 38. rey: El salmo de peregrinación (118,26) es usado como base para la proclamación lucana del status regio de Jesús. El tema de Jesús como rey, anunciado en 1,32 y 18,38.40 («hijo de David [el rey]»), se desarrollará en los capítulos finales del evangelio. Cf. 22,16.18.29-30; 23,3.37.38.42. que viene: Esta frase alude a 7,19 y a la pregunta del Bautista, que fue respondida por las acciones portentosas de Jesús como cumplimiento de las promesas de Dios en Isaías (7,20-22). Jesús es, ciertamente, aquel que viene (al templo de Dios), anunciado por Mal 3,1 (LXX), y lo es no sólo por las acciones portentosas, sino también por la enseñanza de lo que significa el verdadero culto a Dios y por asumir el gobierno y la salvación de los marginados desde la cruz, paz en el cielo: Esta referencia, que forma también una inclusio con 2,14, indica que toda la misión de Jesús consiste en traer el don celestial de la paz a hombres y mujeres. Si «en cielo» sustituye a «Dios», el significado puede ser «que la inevitable muerte de Jesús es el acontecimiento que creará la paz entre la humanidad alienada y Dios» (J. R. Donahue, The Way 22 [1982] 95). 39. Los fariseos se oponen a Jesús maestro. Durante su ministerio en el templo habrá continuas referencias a Jesús como maestro (del camino de Dios). Cf. 20,21.28.39; 21,7. En cada fase del ministerio de Jesús, Lucas mostrará la verdad de lo anunciado por Simeón sobre la caída y elevación (2,34). Cf. 4,16-30 (Galilea); 9,51-55 (viaje a Jerusalén). 40. las piedras gritarán: El trasfondo veterotestamentario de este difícil versículo parece ser Hab 2,11. Lo que quiere decirnos es que si los discípulos tuviesen que callar, entonces las piedras, que personifican el testimonio de la vindicación divina de la injusticia, proclamarían la llegada de Jesús, el agente de la vindicación de Dios. El testimonio de estas piedras contra quienes no han respondido a Dios recibe una expresión más dramática en 19,44; 21,6; 20,17. Cf. FGL 1252.

164 (b) JESÚS LLORA POR JERUSALÉN (19,41-44). Jesús se detiene antes de entrar en el templo. En contraste con 4,16-30, donde el tema de la universalidad domina sobre el del rechazo, y también en contraste con 9,51-55, donde éste queda oscurecido por el tema de la oposición a la venganza exigida por la ley del talión, 19,41-44 insiste en el tema del rechazo de Jesús por los dirigentes religiosos (19,39). La ciudad, cuyo nombre significa paz, no reconoce la visita de Jesús, el agente de la paz enviado por Dios (cf. 13,34-35). La lamentación de Jesús tiene una prehistoria profética. «El pathos de este relato lo constituye la identificación del profeta sufriente, de Moisés en el Deuteronomio, de Jeremías, Isaías y Oseas, con la rabia, angustia, frustración y dolor de Dios por Israel» (Tiede, Prophecy and History 78). El gran amor de Jesús por el pueblo de Dios, puesto de manifiesto en 19,41-44 al iniciar su entrada en Jerusalén, tiene su paralelo en 23,27-31, cuando abandona Jerusalén para morir. 43-44. tus enemigos te rodearán de empalizadas: Aunque esta descripción de la caída de Jerusalén concuerda con los hechos históricos del 70 d.C., su significado es más profundo. El hecho de que los vv. 43-44 dependan intensamente de la descripción profética de la caída de Jerusalén (cf. FGL 1258-59) indica que los dirigentes religiosos están repitiendo el error de sus antepasados, lo que tendrá severas consecuencias.

165 (c) JESÚS TOMA POSESIÓN DEL TEMPLO; ÉL ES EL TEMPLO (19,45-46). Como muy bien dijo H. Conzelmann (TL 113), la única finalidad de la entrada de Jesús es tomar posesión del templo. La presencia de Jesús en el templo ha sido preparada desde el principio (1,9-10; 2,27.49; 4,9; cf. Ernst, Lukas 530); su entrada cumple Mal 3,1 (LXX). entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían: Puesto que el templo era el lugar del verdadero culto a Dios, de la enseñanza sobre la voluntad de Dios, del tesoro y, esp., el lugar donde Dios se hacía presente, la toma de posesión por Jesús dice mucho sobre sí mismo. «Cuando Jesús entra en el templo o está en el templo, entonces el templo es realmente templo» (K. Baltzer, HTR 58 [1965] 275). En su enseñanza dentro del templo (20,1-21,36), Jesús dirá cuál es la voluntad de Dios y en qué consiste el auténtico culto. Fundamentará al Israel reconstituido sobre sí mismo, la piedra angular. Como revelará 23,44-45, mediante él, Dios se hace presente a todos. Una nota final que suena en este pasaje es la del dinero: La finalidad de Jesús «es purificar la casa de su Padre (2,49) del incompatible servicio a mammón» (FGL 1266).

166 (d) REACCIONES DEL PUEBLO Y DE LOS LÍDERES RELIGIOSOS ANTE JESÚS (19,47-48). Ésta es la primera parte de la inclusio lucana; la segunda parte es 21,37-38. Todas las enseñanzas de Jesús se desarrollan en el templo. La gente (laos), que formará el Israel reconstituido, escucha atentamente las palabras de Jesús, mientras que los dirigentes religiosos conspiran contra él. Cf. J. Kodell, CBQ 31 (1969) 327-43, sobre este importante y persistente contraste en los caps. 19-23.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIX.

1 Of Zacheus a Publicane. 11 The ten pieces of money. 28 Christ rideth into Hierusalem with triumph: 41 weepeth ouer it: 45 driueth the buiers and sellers out of the Temple: 47 teaching dayly in it. The rulers would haue destroyed him, but for feare of the people.
1 And Iesus entred, and passed thorow Iericho.
2 And behold, there was a man named Zacheus, which was the cheefe among the Publicanes, and he was rich.
3 And he sought to see Iesus who he was, and could not for the prease, because he was litle of stature.
4 And he ranne before, and climed vp into a sycomore tree to see him, for he was to passe that way.
5 And when Iesus came to the place, he looked vp and saw him, and said vnto him, Zacheus, make haste, & come downe, for to day I must abide at thy house.
6 And he made haste, and came downe, and receiued him ioyfully.
7 And when they saw it, they all murmured, saying, That he was gone to be guest with a man that is a sinner.
8 And Zacheus stood, and said vnto the Lord, Behold, Lord, the halfe of my goods I giue to the poore, & if I haue taken any thing from any man by false accusation, I restore him foure fold.
9 And Iesus said vnto him, This day is saluation come to this house, forsomuch as he also is the sonne of Abraham.
10 [ Mat_18:11.] For the sonne of man is come to seeke, and to saue that which was lost.
11 And as they heard these things, he added, and spake a parable, because he was nigh to Hierusalem, and because they thought that the kingdome of God should immediately appeare.
12 [ Mat_25:14.] He said therefore, A certaine noble man went into a farre countrey, to receiue for himselfe a kingdome, and to returne.
13 And hee called his ten seruants,

[Money giuen out.]

and deliuered them ten [ Mina here translated a pound, is twelue ounces and an halfe, which according to fiue shillings the ounce, is 3.pounds two shillings sixe pence.] pounds, and said vnto them, Occupy till I come.
14 But his citizens hated him, and sent a message after him, saying, We wil not haue this man to reigne ouer vs.
15 And it came to passe, that when he was returned, hauing receiued the kingdome, then hee commaunded these seruants to be called vnto him, to whom he had giuen the money, that hee might know how much euery man had gained by trading.
16 Then came the first, saying, Lord, thy pound hath gained ten pounds.
17 And he said vnto him, Well, thou good seruant: because thou hast bene faithfull in a very little, haue thou authoritie ouer ten cities.
18 And the second came, saying, Lord, thy pound hath gained fiue pounds.
19 And hee said likewise to him, Bee thou also ouer fiue cities.
20 And another came, saying, Lord, behold, here is thy pound which I haue kept layd vp in a napkin:
21 For I feared thee, because thou art an austere man: thou takest vp that thou layedst not downe, and reapest that thou didst not sow.
22 And hee saith vnto him, Out of thine owne mouth will I iudge thee, thou wicked seruant: Thou knewest that I was an austere man, taking vp that I layde not downe, and reaping that I did not sow.
23 Wherefore then gauest not thou my money into the bancke, that at my comming I might haue required mine owne with vsury?
24 And he said vnto them that stood by, Take from him the pound, and giue it to him that hath ten pounds.
25 And they said vnto him, Lord, he hath ten pounds.
26 For I say vnto you, [ Mat_13:12 .] That vnto euery one which hath, shalbe giuen, and from him that hath not, euen that hee hath shalbe taken away from him.
27 But those mine enemies which would not that I should reigne ouer them, bring hither, and slay them before mee.
28 And when he had thus spoken, he went before, ascending vp to Hierusalem.
29 [ Mat_21:1 .] And it came to passe when he was come nigh to Bethphage and Bethanie, at the mount called the mount

[Stones would cry.]

of Oliues, he sent two of his disciples,
30 Saying, Goe ye into the village ouer against you, in the which at your entring ye shall find a Colt tied, whereon yet neuer man sate: loose him, and bring him hither.
31 And if any man aske you, Why do ye loose him? Thus shall ye say vnto him, Because the Lord hath neede of him.
32 And they that were sent, went their way, and found euen as hee had said vnto them.
33 And as they were loosing the colt, the owners thereof said vnto them, Why loose ye the Colt?
34 And they said, The Lord hath need of him.
35 And they brought him to Iesus: and they cast their garments vpon the Colt, and they set Iesus thereon.
36 And as he went, they spread their clothes in the way.
37 And when he was come nigh euen now at the descent of the mount of Oliues, the whole multitude of the disciples began to reioyce and praise God with a loud voice, for all the mighty workes that they had seene,
38 Saying, Blessed bee the King that commeth in the Name of the Lord, peace in heauen, and glory in the Highest.
39 And some of the Pharisees from among the multitude saide vnto him, Master, rebuke thy disciples.
40 And he answered, and said vnto them, I tell you, that if these should holde their peace, the stones would immediatly cry out.
41 And when he was come neere, he beheld the city and wept ouer it,
42 Saying, If thou hadst knowen, euen thou, at least in this thy day, the things which belong vnto thy peace! but now they are hid from thine eyes.
43 For the dayes shall come vpon thee, that thine enemies shall cast a trench about thee, and compasse thee round, and keepe thee in on euery side,
44 And shall lay thee euen with the ground, and thy children within thee: and they shall not leaue in thee one stone vpon another, because thou knewest not the time of thy visitation.
45 [ Mat_21:12 .] And he went into the Temple, and began to cast out them that solde therein, and them that bought,
46 Saying vnto them, It is written,

[The parable of the Vineyard let out.]

My house is the house of prayer: but ye haue made it a denne of theeues.
47 And he taught daily in the Temple. But the chiefe Priestes and the Scribes, and the chiefe of the people sought to destroy him,
48 And could not finde what they might doe: for all the people were [ Or, hanged on him.] very attentiue to heare him.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Parábola de las diez minas

Como el ministerio de Jesús llegaba a lo que los discípulos esperaban que sería un clímax en Jerusalén, creían que algún tipo exitoso de revolución habría de ocurrir y llevar al establecimiento de un nuevo orden (22:24-30; Mar. 10:35-45). Esta parábola estaba dirigida a corregir esa actitud advirtiendo que el Mesías sería rechazado y que habría un período durante el cual él estaría ausente, y sus seguidores debían ocuparse en un fiel servicio hasta su regreso.

Como relato terrenal la parábola suena como las historias sobre varios miembros de la familia herodiana que fueron a Roma a hacer peticiones o a buscar confirmación de su posición real sobre sus dominios. Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, fue a Roma en 4 a. de J.C., para que se le confirmara el legado de su padre, que le designaba como sucesor. Pero una embajada de judíos fue pisándole los talones con una protesta al emperador: No queremos a éste como rey; como consecuencia, Augusto limitó seriamente sus poderes. Probablemente Jesús usaba este episodio como base para la parábola. El destino de los súbditos desobedientes simplemente reflejaba las antiguas formas de actuar despóticamente. No hay registro de que el mismo Arquelao realmente haya actuado de ese modo, y no hay ninguna indicación de que Jesús mismo aprobara tal crueldad.

El centro de interés de esta parábola, sin embargo, no son los súbditos rebeldes, sino los diez siervos (probablemente un número redondo) que recibió cada uno una mina con la cual comerciar y sacar ganancia. Los dos primeros siervos, al manejar bien el dinero, recibieron el privilegio de un puesto alto. Pero un tercero, no la había manejado bien, al extremo de ni siquiera prestarla para obte ner un interés. Llegó a criticar a su amo por ser un hombre duro que injustamente tomaba las ganancias de otros. Quizá tenía miedo de perder el dinero y encontrarse en problemas (cf. las opiniones de los agentes de bolsa: su inversión puede aumentar pero también bajar). La perspectiva de una recompensa y una pérdida quedaba así planteada a los discípulos.

Notas. Esta parábola tiene similitudes con la de los talentos en Mat. 25:14-30. También contiene algunos puntos curiosos. En el v. 20, otro es realmente el otro siervo, como si originalmente hubiera habido sólo tres como en Mat. Es curioso que da una mina extra como recompensa adicional a la persona que ya ha recibido diez ciudades, lo que provoca una protesta. Finalmente, la parte de la historia sobre el gobernante y los súbditos rebeldes no figura en la parábola de los talentos y quizá es algo extraña en un relato sobre negocios y comercio. Muchos eruditos piensan que hubo dos historias separadas contadas por Jesús y que han sido reunidas en una, cambiando algunos de los detalles ligeramente al contarlas. Algo similar puede haber ocurrido en el relato de Mat. 22:1-14 que también parece la combinación de dos parábolas (pero ver la nota allí). Naturalmente, estos puntos no afectan las verdades básicas enseñadas en los relatos. 13 Ofrecer equivalencias modernas para monedas antiguas, especialmente en períodos de inflación, es casi imposible. La nota de la RVA indica que una mina equivalía a cien denarios (un denario era el salario de un día), o sea unos tres meses de sueldo. Esto nos da una idea de su valor adquisitivo. 21 La descripción del señor como severo y el relato de su conducta en el v. 27 no tienen la intención de ser tomados como un cuadro de cómo es Dios, aunque ciertamente el hecho del juicio divino es algo que debe tomarse seriamente.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



9. "Hijo de Abraham": la condición de hijos de Abraham confería a los judíos el derecho a participar de los privilegios espirituales de que fue objeto el Pueblo de Dios. Ver Rom_9:4-5.

11. Esta parábola previene contra la falsa idea de la inminente manifestación visible del Reino de Dios. Antes de revelarse su gloria, Jesús debe ausentarse, y los suyos tendrán que vivir un período de fe, de esperanza y de lucha.

12. Lucas fundió en una sola, la parábola de los talentos ( Mat_25:14-30) con la del pretendiente al trono, donde hay aparentes alusiones históricas al viaje de Arquelao a Roma, para hacer confirmar en su favor el testamento político de su padre, Herodes el Grande.

13. Cada una de estas "monedas de plata" equivalía a cien "denarios". Ver nota Mat_18:28.

26. Ver nota Mat_25:29.

38. Sal_118:26. Ver 2. 14.

42. "Mensaje de paz": alude a la paz mesiánica anunciada por los Profetas ( Isa_11:6-9; Ose_2:20-24), fruto de la intervención salvadora de Dios.

43-44. Jesús anuncia el Juicio de Dios sobre la Ciudad santa, describiéndolo con imágenes comunes en la antigüedad para expresar el tema del asedio ( Ose_5:43) y de la destrucción total ( Ose_5:44).

46. Isa_56:7; Jer_7:11.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La parábola, para los oyentes de Jesús, tiene resonancias de hechos de su tiempo. Cuenta Flavio Josefo que tras la muerte de Herodes (hacia el año 4/3 a.C.) su hijo Arquelao fue a Roma para recibir oficialmente la confirmación de su título real. Sin embargo, algunos notables judíos fueron también a ver al César para que no se la concediese, habida cuenta de la crueldad que veían en Arquelao. Por otra parte, algunos de los servidores de Arquelao protegieron sus propiedades cuando éste estaba en Roma (cfr Ant. 17,299-314; De bel. iud. 2,1-19).

Con esta parábola Jesús corrige la visión humana de los discípulos que pensaban en su inminente manifestación gloriosa como Mesías y la instauración del Reino de Dios (cfr v. 11). Jesús enseña que efectivamente vendrá como Rey y juzgará: sus servidores fieles no deben preocuparse de los enemigos del Reino (v. 14), sino de hacer fructificar la herencia que les ha encomendado.


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El dinero encargado. La tarea del Mesías, en la mentalidad de la época, era un asunto exclusivamente suyo, nadie tenía que intervenir ni para bien ni para mal, porque el Mesías se encargaría de todo, de un solo golpe su reinado quedaría instaurado (11). Jesús no ve así las cosas, por el contrario, se esfuerza por hacer entender que en la tarea del Mesías y en la instauración del reinado de Dios está involucrado cada uno de los creyentes según sus capacidades y dones; todos deben poner su empeño en la instauración del proyecto de Dios.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 19.4 Lc 9.22,44.

[2] 19.7 Un árbol: lit. un sicómoro.

[3] 19.13 Lc 5.30; 15.2.

[4] 19.26 Una gran cantidad de dinero: lit. una mina, moneda que equivalía aprox. a 100 denarios, o sea al salario correspondiente a cien días de trabajo.

[5] 19.38 Mt 13.12; Mc 4.25; Lc 8.18.

[6] 19.38 ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor!: Sal 118.26.

[7] 19.41 Lc 2.14.

[8] 19.43-44 Jesús lloró por ella: Cf. Lc 13.34-35.

[9] 19.46 Véase Lc 1.68; cf. Ex 20.5; 32--34.

[10] 19.46 Is 56.7.

[11] 19.47 Jer 7.11.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Esta parábola de las minas es semejante a la de los talentos, que en San Mateo (Mat_25:14-30) forma parte de la Apocalipsis sinóptica. Son, con todo, dos parábolas distintas. Si bien su moraleja es parecida, la imagen parabólica es demasiado diferente para que se las pueda confundir.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Luc_20:16

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*18:31-19:28 La última etapa del camino comienza con un nuevo y detallado anuncio de la pasión, muerte y resurrección; el final será la llegada a la meta: Jerusalén.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Luc_20:16

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I ἔχοντι I] que tiene.

Torres Amat (1825)



[5] Jesucristo lo llamó por su nombre, con lo cual le manifestó que era el Mesías.