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Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, (Marcos 6, 54) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 06

d) Incredulidad y repudio de Jesús en su patria (Mc/06/01-06a).

1 Salió de allí. Se va a su tierra y le acompañan sus discípulos. 2 Llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga; y los numerosos oyentes quedaban atónitos y decían: «¿Pero de dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es ésa que le ha sido dada, y esos grandes prodigios realizados por sus manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, y hermano de Santiago y de José, de Judas y de Simón? ¿Y no viven sus hermanas aquí entre nosotros?» Y estaban escandalizados de él. 4 Entonces Jesús les decía: «A un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» 5 No pudo, pues, hacer allí milagro alguno, fuera de curar a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. 6a Y quedó extrañado de aquella incredulidad.

El repudio incrédulo de Jesús en su patria de Nazaret está en contraste con los relatos precedentes, expuestos con la finalidad de suscitar la fe. La mujer sencilla del pueblo había creído y Jairo, el jefe de la sinagoga, había acudido a él lleno de confianza. Es precisamente en su patria donde Jesús choca con una incredulidad crasa. Históricamente no hay por qué dudar de ello -acerca de los «hermanos» de Jesús, cf. Joh_7:3 ss-; aunque el evangelista persigue además un interés teológico. El ministerio de Jesús no resulta evidente para sus contemporáneos, el misterio de su persona se les esconde más de una vez bajo sus grandes milagros. Muchos no salen de su asombro (cf. 5,20), y en la resurrección de la hija de Jairo la multitud se burla incluso de Jesús. La paradoja de la incredulidad no hace más que destacar con mayor relieve entre las gentes de Nazaret; son el caso típico de quienes «ven, pero no perciben; oyen, pero no entienden» (4,12). Se trata de la misma experiencia y enseñanza que expresa el cuarto evangelista al final del ministerio público de Jesús: «A pesar de haber realizado Jesús tantas señales en presencia de ellos, no creían en él» (Joh_12:37). Descubrimos aquí la otra línea que perseguía el evangelista mediante esta sección: el hecho de la incredulidad y su carácter incomprensible. Parece que Jesús se presenta ahora por vez primera en la sinagoga de su patria como maestro. La exposición rebosa ingenuidad y vida. Jesús, como ocurre en Luk_4:16-21 aunque todavía de un modo más gráfico e impresionante (*), hace uso del derecho que asiste a todos los israelitas adultos de hacer la lectura bíblica y su exposición. Pero sus paisanos están asombrados de que tenga la capacidad de hablar tan bien y de interpretar la Escritura. Nada se dice aquí de la «autoridad» de Jesús (Luk_1:22), ni escuchamos nada acerca de su pretensión de que «hoy» se cumplan los vaticinios proféticos (Luk_4:21). Nada de ello le interesa aquí al narrador; le basta con que exista un asombro incrédulo. Se habla ciertamente de los prodigios realizados en otros lugares, pero a Jesús se le niega la fe. Los habitantes de Nazaret conocen a Jesús como «el carpintero» o -según otra lectura- «el hijo del carpintero» (**). Jesús ha ayudado a su padre en el trabajo y con él ha aprendido el oficio manual. También se le conoce como «hijo de María» y «hermano» de otros hombres que forman su familia (***). También sus «hermanas» habitan allí, como miembros más o menos lejanos del clan afincado en Nazaret. Por ello la gente no puede entender que Jesús tenga algo especial y se escandaliza en él. Es la palabra típica para indicar el tropiezo en la fe, y que también ha entrado en el lenguaje comunitario (Luk_4:17). Para cuantos lo leen, el episodio constituye una severa señal de advertencia: quienes piensan conocer a Jesús, no le comprenden y se alejan de el. Hay muchos tropezones y caídas en el terreno de la fe. Hasta los discípulos más allegados a Jesús han tomado escándalo de él en una hora oscura: cuando Jesús se dejó conducir sin resistencia alguna por sus enemigos (Luk_14:27-29). A sus paisanos incrédulos les lanza Jesús una palabra, que tal vez fuese proverbial entre ellos: «A un profeta sólo lo desprecian en su tierra.» La expresión nos la ha transmitido también Juan (Luk_4:44) en otro contexto, indicando siempre una experiencia amarga. Los enviados de Dios es precisamente en su patria donde encuentran la oposición y el repudio. Así. Jeremías no puede por menos de quejarse de que sus conciudadanos alimenten contra él intenciones malvadas y hasta atenten contra su vida (Jer_11:18-23). No otra es la suerte que espera al último enviado de Dios, que está por encima de todos los profetas. En la actitud de los nazarenos se anuncia ya a los lectores cristianos el misterio de la pasión de Jesús; pero en el destino de su Señor reconocen también su propio destino. Jesús se ha apartado de sus parientes y se ha creado una nueva «familia» (cf. 3,35) y también sus discípulos lo han abandonado todo por causa del Evangelio (10,30). Los discípulos de Cristo tienen que comprender que habrá discordias en las familias por causa de la fe (cf. 13,12). A la sentencia del profeta que originariamente sólo es despreciado en su propia «tierra», ha añadido expresamente el evangelista «entre sus parientes y en su casa». Con frecuencia Dios no ahorra esa amargura a los que llama. La consecuencia de la incredulidad es que Jesús no puede realizar en Nazaret ningún gran milagro, sino que cura simplemente a algunos enfermos imponiéndoles las manos. ¿Por qué no «pudo» Jesús actuar allí con plenos poderes? Nada se dice al respecto, aunque tampoco aparece por ninguna parte la salida apologética de que Jesús no pudo obrar porque no quiso. Según el pensamiento bíblico es Dios quien otorga el poder de hacer milagros. Habría, pues, que concluir que es el mismo Dios quien ha señalado el objetivo y los límites al poder milagroso de Jesús. Jesús no debe llevar a cabo ningún portento allí donde los hombres se le cierran con una incredulidad obstinada. Todo su ministerio está subordinado a la historia de la salvación, al mandato del Padre. Las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan suenan como un comentario: «De verdad os aseguro: nada puede hacer el Hijo por sí mismo, como no lo vea hacer al Padre» (5,19). Los milagros ostentosos, que los incrédulos requerían de él, los ha rechazado siempre. La generación perversa que reclama un signo del cielo le hace suspirar (8,11s). Esto es también una enseñanza saludable para la fe que no debe impetrar ningún signo evidente ni pruebas definitivas. Jesús «quedó extrañado de aquella incredulidad». Con esta frase se cierra el relato haciendo que el lector siga meditando sobre el enigma de la incredulidad.

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* Lucas desplaza la escena al comienzo del ministerio público de Jesús y presenta un relato detallado que tomó de una tradición particular (4,16-30). Ese relato puede muy bien proyectar alguna luz sobre el ministerio de Jesús: el cumplimiento presente de la profecía de salvación (v. 18-21), una visión anticipada de la incredulidad de Israel y de la elección de los paganos (v. 25-27), tal vez incluso una alusión al destino profético de Jesús (v. 29: véase 13.33 Y 34)

** El texto primitivo de Marcos sonaba probablemente así: «El carpintero, el hijo de María»; la otra lectura se explica por influencia del texto de Mateo donde aparece «el hijo del carpintero». El hecho de que se señale a Jesús como «el hijo de María» no supone ninguna tendencia teológica -nacimiento virginal-, sino que se explicaría si para entonces ya había muerto José

*** Este pasaje es importante porque da algunos nombres personales; los hombres que aquí se nombran pueden identificarse en parte con personas que nos son conocidas por la tradición y que, por lo mismo. no pueden ser verdaderos hermanos carnales de Jesús. Así, Simón y Judas eran hijos de un Klopas o Cleofás, hermano de José; cf. J. SCHMID, Los «hermanos de Jesús», en El Evangelio según san Marcos. Herder. Barcelona 1967, p. 126-128.

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3. MISIÓN DE LOS DOCE. INCOMPRENSIÓN CRECIENTE (6,6b-8,30). Tras su llamamiento y elección, se abre ahora una nueva perícopa sobre los discípulos, con la misión de los doce; perícopa que, al menos en su estructura, resulta clara. Si atendemos una vez más al fundamento histórico, que es la predicación de la comunidad y la redacción del evangelista, comprenderemos fácilmente las miras que han inducido a Marcos en la composición y ordenamiento del material tradicional. Desde un punto de vista histórico, después del período de la gran actividad en Galilea, Jesús parece entregarse a una peregrinación constante que le lleva hasta el corazón de una región pagana (Tiro 7,24) y a recluirse en el estrecho círculo de sus discípulos. Pensando en sus lectores oriundos del paganismo, Marcos quiere tal vez aludir al universalismo de Jesús, aun cuando su misión permaneció limitada a Israel (cf. 7,27). Excepcionalmente Jesús ha hecho uso de su virtud salvadora incluso entre los gentiles (7,24-30). Con todo ello, sin embargo, aún no se ha logrado el objetivo que el evangelista persigue con el pensamiento puesto en sus lectores. En medio de este cuadro tan lleno de movimiento se encuentra un largo fragmento doctrinal sobre lo puro e impuro (7,1-23), destinado al comportamiento moral y a la vida de las comunidades. A esta misma luz hay que contemplar la multiplicación de los panes (6,30-43), que debe hablar directamente a la comunidad. A esa comunidad cristiana, que celebra la eucaristía, le permite una profunda comprensión de sí misma: ella es el nuevo pueblo que Dios misericordiosamente se ha elegido, que Cristo, el pastor mesiánico, ha reunido en torno suyo, beatifica con su presencia y colma con sus dones. El dispensador de esta bendición divina es el mismo que en el relato teofánico del final se revela a los discípulos caminando sobre el mar, aun cuando éstos no lo comprendiesen entonces. De este modo se confunden y mezclan los objetivos históricos, catequéticos y redaccionales. Los temas comprenden una vez más a Cristo y la comunidad, se refieren a la fe y la incredulidad, a la decisión y a la conservación de la fe, a la vida misionera, cúltica y moral de la comunidad. Junto a los discípulos, que en esta sección alcanzan aún mayor relieve que en las anteriores, el pueblo desempeña una función nada desdeñable. Jesús quiere retraerse de ese pueblo porque no encuentra en él la fe adecuada; pero el pueblo corre en su seguimiento y Jesús se compadece de aquella gente (6,30-34). Le alimenta con la palabra de la doctrina y lo sacia con el pan que él mismo le proporciona. Una inmensa multitud se ha congregado en un lugar solitario, en el «desierto», como antiguamente Israel durante el período de gracia de su peregrinación (6,35-43). También en la ribera occidental se agolpan de nuevo las gentes a su alrededor y él las cura (6,53-56). De este modo reúne Jesús a un nuevo pueblo en el que la comunidad cristiana puede reconocerse. Mas también aparecen los enemigos. Su animosidad crece hasta el punto de dejar entrever el tenebroso final de la actividad terrestre de Jesús, final que a su vez parece preanunciar la muerte violenta de Juan el Bautista (6,17-29). Para la comunidad posterior, los enemigos de Jesús representan una doctrina (7,1-23) y una forma de pensar (8,15-18) de las que deben mantenerse alejados quienes creen en Cristo. El relato pleno y variado se explica tal vez por una doble tradición que el evangelista tuvo a mano. En una especie de narración doble el lector se encuentra en cada caso con una multiplicación de los panes (6,34-43; 8,1-9), con una travesía de los discípulos (6,45-52; 8,10), con un enfrentamiento de Jesús con sus enemigos (7,1-23; 8,11s), con un diálogo sobre el «pan» (7,24-30; 8,14-21) y con un milagro de curación (el sordomudo: 7,31-37; y el ciego de Betsaida: 8,22-26). Pero ambas tradiciones están reelaboradas en un relato continuo, el resumen de 6,53-56 y el recorrido marítimo están sobrepuestos, los temas de los diálogos difieren en el contenido y las proporciones. El largo fragmento sobre lo puro e impuro viene a constituir el centro de gravedad de la sección. De este modo el evangelista parece tener ante los ojos esta subdivisión:

1. Misión de los discípulos y retorno, la multiplicación de los panes y el paseo sobre las aguas con nueva actividad entre el pueblo (6,6b-56). 2. Divorcio de la falsa piedad legalista judía (7,1-23). 3. Correrías apostólicas hasta una región pagana, creciente incomprensión, balance del ministerio en Galilea (7,24-8,30).

El final del primero de estos capítulos está señalado por un relato compendiado, el del tercero por la pregunta a los discípulos y la confesión de Pedro. Al mismo tiempo, el comienzo y final de esta sección forman un gran paréntesis: el envío de los discípulos, que actúa programáticamente sobre todo el conjunto, encuentra eco en el diálogo de Cesarea de Filipo También las opiniones populares, consignadas en 6,14s, enlazan el comienzo con el fin donde los discípulos repiten de modo parecido las opiniones del pueblo (8,28). Mas la pregunta de quién es Jesús, que también atraviesa de un extremo al otro los relatos anteriores, la plantea ahora el propio Jesús y la responde Pedro. Jesús es el Mesías, pero no según las esperanzas judías, sino en un nuevo sentido que Jesús explica a través de los inmediatos anuncios de la pasión. Los lectores están suficientemente preparados para esa revelación: el camino de Jesús que empezó en Galilea termina consecuentemente en la cruz de Jerusalén. De este modo, la conclusión del ministerio de Galilea sirve al propio tiempo de punto de partida para la exposición siguiente que versa sobre el camino de Jesús hacia la muerte. La salvación, que Jesús anuncia de palabra y obra, sólo se realizará mediante su pasión y muerte.

1. ENVÍO Y RETORNO DE LOS Discípulos. ACTIVIDAD ENTRE EL PUEBLO (6,6b-56).

A pesar de la incredulidad, que se ha puesto de manifiesto en la patria de Jesús, éste envía a los doce de dos en dos para que lleven su mensaje a todos los lugares de Galilea. Jesús no se deja engañar en su misión y da a los discípulos el encargo y potestad de actuar por doquier en su nombre. Este primer envío histórico de los doce viene a ser el modelo de cuantas misiones se le han encomendado a la Iglesia. La Iglesia, constituida después de pascua, hereda el encargo de reanudar la predicación y ministerio de Jesús y de realizarlos en el mundo. Las fuerzas contrarias empiezan por encarnarse en el «rey» Herodes Antipas, que gobierna en Galilea y que ha hecho ejecutar al precursor de Jesús, Juan el Bautista. En el gran predicador penitencial se cumple el destino de los profetas; más aún, en la suerte que ha corrido este precursor mesiánico se anuncia ya la muerte que Dios ha dispuesto para el mismo Mesías (cf. 9,13). Mas eso todavía no ha llegado y todavía el pueblo se agolpa sobre Jesús, quien considera su misión reunirle como Pastor mesiánico (6,34). Así se llega a la significativa multiplicación de los panes en el desierto. Mas Jesús no se llama a engaño, se aparta del pueblo y se revela a sus discípulos en una excursión por el mar. Los discípulos, sin embargo, no le comprenden ni entienden tampoco el sentido profundo de la convocatoria y alimentación del pueblo. El capítulo se cierra con un relato-compendio, que muestra a Jesús, al igual que hasta el presente, como el salvador del pueblo del que brotan las fuerzas salvadoras. Sigue incomprendido aquel en quien está presente la salvación de Dios.

a) Envío de los doce y consejos misioneros (Mc/06/06b-13).

6b Recorría las aldeas circunvecinas enseñando. 7 Convoca a los doce, y los fue enviando de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros; 8 y les mandó que, fuera de un solo bastón, nada tomaran para el camino: ni pan, ni alforja, ni moneda de cobre en el cinturón; 9 sino: «Id calzados con sandalias, pero no os pongáis dos túnicas.» 10 Advertíales también: «Cuando hayáis entrado en una casa, seguid alojados en ella hasta que tengáis que partir de allí. 11 Y si algún lugar no os recibe, ni quieren escucharos, retiraos de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.» 12 Partieron, pues, a proclamar el mensaje para que se convirtieran. 13 Y expulsaban a muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos y hacían curaciones.

Es un relato antiguo que todavía conserva el colorido localista de Palestina. La observación introductoria sólo sirve para crear un marco: Jesús se encuentra en medio de su actividad docente en Galilea; pero sólo alcanza a un estrecho círculo de aldeas y quiere extender su actividad. Para ello se sirve de los doce que había elegido con anterioridad (3,13-16) y los envía de dos en dos. El envío por parejas era una costumbre habitual en el judaísmo (*)47. Con ello se les facilita la tarea a los discípulos; pero no sólo eso: deben ser también testigos que con su testimonio concorde confirmen el mensaje de Dios. Y en el caso de que los rechacen, actuarán también de testigos en el juicio de Dios contra todos aquellos que se negaron a su mensaje (v. 11). No se trata únicamente de un envío a modo de sonda o de un episodio insignificante. Es ahora cuando los discípulos ejercen la función para la que Jesús los ha elegido (3,14s). Después de haber compartido durante un tiempo lo bastante largo la vida en común con Jesús, tienen que compartir ahora sus tareas y potestad. Los doce, representantes de Israel por voluntad de Jesús, tienen que llamar a la conversión al Israel de su tiempo y mostrarle la salvación escatológica (expulsiones de demonios, curaciones de enfermos); pero, si son rechazados, se convertirán ellos a su vez en mensajeros del juicio. Para el evangelista y sus lectores, sin embargo, esta misión de los discípulos constituye el modelo de la misión que ha sido impuesta y confiada a la Iglesia.

La misión es un acontecimiento salvador, una prolongación del ministerio de Jesús que enfrenta a los hombres con la gran decisión. Es una oferta de salvación en nombre de Dios, que sólo en caso de endurecimiento se trueca en juicio. El primer envío de los discípulos de Jesús constituye asimismo una admonición y el espejo en que debe mirarse la conciencia de los predicadores que vendrán después. Los consejos que Jesús dio a los doce conservan su sentido y valor para todos los futuros mensajeros de la fe y los obligan a reflexionar si desempeñan su cometido en el espíritu de Jesús. Para el recorrido Jesús permitió a los discípulos un bastón, que casi resultaba imprescindible como protección, y unas sandalias sin las que no se podía caminar por el suelo pedregoso de Palestina. Lucas, menos familiarizado con las circunstancias palestinenses, prohíbe incluso este equipaje (Luk_9:3; Luk_10:4). A Jesús lo que le interesa es el espíritu de simplicidad y de sobriedad. Los discípulos deben renunciar a todo lo superfluo, a las provisiones y a la bolsa, al vestido duplicado y al dinero. En las aldeas a las que lleguen deben buscar un hospedaje y no andar cambiando su cuartel de operaciones sin dejarse agasajar y mimar con exceso por las casas. Su principal deseo debe orientarse a la predicación. La renuncia a todo lo superfluo debe confirmar su mensaje: la salvación de Dios llega para los pobres y los enfermos, aunque exige también la fe y la conversión. Quien no acoge a los emisarios de Dios se cierra a sí mismo el camino de la salvación, se enfrenta al juicio divino y será condenado por la declaración de sus testigos. En señal de que los mensajeros nada tienen en común con tales lugares, deben hasta sacudirse el polvo de los pies. Pese a lo desvalido de su aspecto externo, los discípulos son los enviados de Jesús, revestidos de su dignidad y fuerza. La Iglesia primitiva comprendió que los consejos de Jesús, que en su momento tenían actualidad, no seguían obligando literalmente, como lo demuestran las suavizaciones que aparecen en Mateo y en Lucas. Lo que importaba era el espíritu de sencillez apostó11ca. Las palabras de Jesús, pronunciadas en las circunstancias concretas de un determinado momento histórico, necesitan una exposición y aplicación adecuadas al cambio de situación. Aunque no pueden mitigarse sus exigencias de cara a los predicadores; no se dice una palabra de un régimen de vida adecuado al rango. Por otra parte, tampoco se pide nada inhumano; la Iglesia primitiva ha conservado también estas palabras de Jesús: «El obrero merece su sustento (salario)» (Mat_10:10; Luk_10:7; cf. 1Co_9:14). Las comunidades deben proveer a las necesidades vitales de los predicadores. En este aspecto hay que preguntarse también sobre la rapidez con que debía interrumpirse la predicación cuando los emisarios de Cristo tropezaban con la negativa de los habitantes. Cuando Jesús pronunció estas palabras se trataba de una situación histórica determinada, de una hora apremiante dentro del tiempo que Dios había señalado a Jesús. La situación actual del mundo, en el tiempo de la Iglesia, también parece haber cambiado desde el punto de vista de la historia de la salvación. La importancia y gravedad del anuncio de la salvación deben mantenerse. No puede darse la impresión de que se trata de una oferta que a nada compromete; después de la venida de Cristo, los hombres no son libres de volverse a cualquier religión o visión del mundo que se les brinde. Mas debemos también pensar que la humanidad de hoy no comparte los mismos presupuestos religiosos que el judaísmo del tiempo de Jesús, que estaba preparado para la venida del Mesías. En todo caso no tenemos que levantar la tienda antes de tiempo. Una sola frase describe la puesta en práctica del encargo de Jesús, la actividad de sus enviados. Al igual que el Maestro sólo «proclamaban» la proximidad del Reino de Dios. Respecto al contenido sólo se menciona la exigencia de conversión, pues eso es lo más decisivo para tener parte en el reino de Dios (1Co_1:15).

La predicación de la palabra va ligada, como en Jesús, a los signos de ese reino de Dios que irrumpe (1Co_1:27.39; 1Co_6:2). Los discípulos «expulsaban a muchos demonios» en los que se manifestaba el dominio de Satán (cf. 3,23-27) y curaban a muchos enfermos, otra señal de la llegada del tiempo de salvación. La unción con óleo es sólo una expresión externa de la curación de los enfermos, como lo era la imposición de manos por parte de Jesús (6,5). Para los judíos contaba sólo como un medio externo y debía llamar la atención de los discípulos sobre la salud que llega de Dios. ¿Obtuvieron los discípulos un gran éxito con esta misión? Tal es la impresión que podría sacarse; pero no se nos dice una sola palabra sobre el eco del ministerio de los discípulos ni sobre el número de convertidos. La continuación del relato evangélico más bien nos hace pensar en un fracaso y, en todo caso, no hubo una abundante cosecha de fe como Jesús deseaba. Las opiniones del pueblo (6,14s; 8,28) no responden a las esperanzas de Jesús, y él se retira cada vez más de la gente. Marcos, sin embargo, ha escrito las últimas frases con la mirada puesta en la misión de la Iglesia primitiva para subrayar la fuerza del Evangelio y alentar a los misioneros. Ligando ambos elementos, el fracaso histórico y el discurso confortante, creeremos en la fuerza del reino de Dios sin forjarnos demasiadas esperanzas terrenas. La palabra de salvación es eficaz y la fuerza de Dios inquebrantable sólo con que cumplamos nuestro deber en obediencia y lealtad.

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* La costumbre existía en el judaísmo, tanto para los mensajeros particulares -por ejemplo, los discípulos de una maestro de la ley- como para los emisarios oficiales. Se llamaba a los dos mensaje«os «compañeros de yugo; el portavoz de ambos debía tener junto a sí al compañero en confirmación de la verdad del mensaje

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b) Herodes Antipas y Jesús (Mc/06/14-16).

14 Oyó hablar el rey Herodes de Jesús, pues su nombre se había hecho célebre, y se decía: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos; de aquí que por él se realizan esos milagros.» 15 Pero otros decían: «Es Elías.» Otros, en cambio: «Es un profeta como uno de los demás profetas.» 16 Cuando esto llegó, pues, a oídos de Herodes, decía: «Este es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.»

El soberano de Jesús, Herodes-Antipas, tiene noticias del movimiento que Jesús ha puesto en marcha y se preocupa. No es posible determinar cuando le llegó el rumor; en este pasaje lo único que quiere indicar el evangelista es la creciente amenaza que se cierne sobre Jesús. Al igual que sus enemigos judíos le acechan maliciosamente y le atacan de modo artero (3,22), así ahora le amenaza también el peligro de la autoridad política. Por las mismas fechas en que la predicación se expande y gana en fuerza se organizan también los poderes contrarios. Herodes tiene noticia de los rumores que circulan entre el pueblo. Estas opiniones populares le interesan también al evangelista porque revelan la fe deficiente entre la gran muchedumbre. Pues, por honrosas que puedan parecer, no se elevan hasta la fe en la peculiaridad, la proximidad a Dios y la filiación divina de Jesús, mostrando además en su misma diversidad la inseguridad de criterios. Surge en primer lugar la idea de que Juan el Bautista haya resucitado y, como tal, sea ahora más poderoso operando los milagros que no había realizado en vida. Se trata de la creencia judía de que un inocente asesinado puede regresar a la vida, y tratan de explicar así la sorprendente actividad de Jesús. ¿Se trata en realidad de una vaga salida, de una escapatoria al problema acuciante de «¿Quién es éste?» (4,41). Lo mismo ocurre con la segunda respuesta: «Es Elías.» Cierto que se reverenciaba al antiguo profeta y que era una de las figuras populares entre el judaísmo de entonces, un abogado y protector en todas las necesidades posibles (cf. 15,35); pero este reducir a Jesús a remediador de necesidades equivale a rebajarle. Sigue siendo problemático que se considerase también a Elías como el restaurador del pueblo, que debía reconciliar a los padres con los hijos y a los hijos con sus padres antes de la llegada del día del Señor (Mal_3:23), o si el pueblo sólo consideraba a Jesús como precursor del Mesías, pues no resuenan aquí ecos de esperanzas mesiánicas. Tampoco la tercera opinión de que Jesús es «un profeta como uno de los demás profetas» merece mayor atención por parte del evangelista. Aquella gente no tenia a Jesús por el profeta mesiánico (Deu_18:15.18), el único que hubiese tenido verdadera importancia; el pueblo le coloca más bien en la misma linea que los antiguos profetas. Y hasta resulta difícil que pudiesen pensar en que uno de los grandes profetas de la antigüedad hubiese resucitado en él (cf. Luk_9:8); más probable resulta que vieran en Jesús un abogado y protector que Dios les había suscitado como en los tiempos difíciles de antaño. Quien no alimenta una fe plena en Jesús, quien le coloca en cualquier categoría humana, aunque sea religiosa, no acierta con la respuesta que Dios esperaba de los hombres al enviar a su amado Hijo único (cf. 1,11). Cualquier explicación humana de Jesús resulta deficiente; más aún, equivale a la incredulidad. El «rey» Herodes (*) se suma a la primera interpretación. En boca de este helenista, que ciertamente no creía en la resurrecci6n, es difícil tomar en serio dicha opinión. Aun cuando «escuchaba con gusto» (6,20) al vigoroso predicador penitencial, no se dejó mover a conversión. Su frase tiene probablemente un sentido irónico: «¡Ese Juan a quien yo hice decapitar ha resucitado!» Se puede hacer frente a muchas situaciones con la burla (cf. Luk_23:11). Los hombres con ambiciones políticas todo lo subordinan a su idea dominante. Así como Herodes hizo encarcelar y decapitar sin preocupaci6n alguna a aquel hombre justo y santo, también estaría dispuesto a seguir la vía rápida con este «Juan resucitado» si llegase a resultarle peligroso. Tal amenaza se cierne sobre el período intermedio que interrumpe el relato sobre la misión de los discípulos.

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* Se trata de uno de los hijos de Herodes el Grande, del tetrarca -«príncipe de una cuarta parte»- Herodes Antipas, a quien correspondieron Galilea y Perea después de la muerte de su padre. No poseía oficialmente el título real, pero el pueblo le llamaba «rey».

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c) El fin de Juan el Bautista (Mc/06/17-29).

17 Efectivamente, el propio Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encadenado en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la cual se había casado. 18 Pues Juan le decía a Herodes: «No te es lícito tener la mujer de tu hermano.» 19 Por ello Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía; 20 porque Herodes le tenia miedo a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y procuraba resguardarlo; cuando lo oía, quedaba muy perplejo, aunque lo escuchaba con gusto. 21 Pero llegó el momento oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a los grandes de su corte, a los jefes militares y a los principales personajes de Galilea: 22 entró la hija de la tal Herodías, se puso a bailar y agradó a Herodes y a los comensales. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras, que te lo daré.» 23 Y le añadió bajo juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» 24 Salió ella y preguntó a su madre: «¿Qué pido?» Ella contestó: «La cabeza de Juan el Bautista.» 25 En seguida entró la muchacha apresuradamente ante el rey y le hizo esta petición: «Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.» 26 El rey se puso muy triste; pero, por los juramentos y los comensales, no se atrevió a faltarle a su palabra. 27 Inmediatamente mandó a un guardia con la orden de traer la cabeza de Juan. El guardia fue, lo decapitó en la cárcel, 28 trajo la cabeza en una bandeja y se la dio a la muchacha; y la muchacha se la entregó a su madre. 29 Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Esta historia sucedió antes del tiempo en que los discípulos saliesen para su primera misión. Cuenta el final del gran predicador penitencial del Jordán y precursor de Cristo que, a los ojos del evangelista desempeñó la función del profeta Elías y del que más tarde se dirá que «hicieron con él cuanto se les antojó» (9,13). No se puede dejar de reconocer en él los mismos rasgos que caracterizaron el destino del antiguo profeta a quien la reina Jezabel, esposa del rey Acab, persiguió con odio mortal (1Ki_19:2). Sólo que, a diferencia de Elías, Juan fue víctima de la perfidia de Herodías y sufrió una muerte cruel. El poder del mal triunfa sobre el varón santo y justo, imagen del Mesías que recorrerá idéntico camino. Marcos acepta una versión popular del final del Bautista, sin preocuparse de los detalles históricos. Antes de que Herodes Antipas la tomase por mujer, Herodías no fue la esposa de Filipo sino de otro hermanastro del gobernante de Galilea, que también se llamaba Herodes («sin tierra»). Filipo era un hermanastro distinto, en todo caso tetrarca (Luk_3:1), que más tarde desposó a la hija de Herodías. El historiador judío Flavio Josefo da como motivo de la ejecución algunas razones políticas. Al evangelista le interesan las circunstancias trágicas que su versión popular consideró dignas de crédito. La hija de Herodías -cuyo nombre era Salomé, según Flavio Josefo- obtiene con su danza, que era impropia de una princesa, el aplauso de los invitados y del soberano. Herodes quiere -cosa muy verosímil- comportarse como un rey y le promete un regalo. «Hasta la mitad de mi reino» es una expresi6n fanfarrona que recuerda la palabra del gran rey de Persia, pronunciada también con ocasi6n de un banquete y en favor de la reina Ester (Est_7:2). Herodes refuerza su palabra con un juramento que después le pondrá en aprietos. Cierto que el juramento no le obligaba frente a aquella petición macabra; pero tales reflexiones resultan inútiles, pues el rey quiere mantener su palabra delante de los invitados y no quebrantarla. Y así da la orden fatídica. Condescendencia débil y criminal que fácilmente podía recordar a los lectores cristianos la postura de Pilato en el proceso contra Jesús. El hombre de Dios encontró así la muerte como consecuencia de una conducta frívola y mundana, contra la que había advertido su llamamiento a la penitencia, como consecuencia de la maldad de una mujer y de la debilidad de un rey. El poder de las tinieblas se revela en la insensatez y hasta en el absurdo de la fiesta celebrada en Maqueronte. Hasta en el sentir de los mismos paganos el aniversario de un gobernante tenía que caracterizarse por actos de clemencia, por la liberación de encarcelados.

Aquí, en cambio, sucede justamente lo contrario: la alegría desenfrenada desemboca en la escena macabra que tiene lugar durante el banquete; un suceso horrible hasta para los hombres antiguos. Son las mismas tinieblas que todavía se harán más densas en la hora en que «el Hijo del hombre sea entregado a manos de los pecadores» (Est_14:41). Así pues, en plena actividad de Jesús en Galilea, externamente todavía esperanzada, se perfila ya un augurio fatídico del pavoroso final que en sus inescrutables designios ha decretado Dios para su Mesías. Mas tal vez la última observación de que los discípulos de Juan vinieron y sepultaron su cadáver, no deje de ser significativa. Viene a ser como un remate consolador: el varón de Dios ha encontrado su reposo. Y es como una visión luminosa: también el crucificado será puesto en un sepulcro sobre el que resonará después el mensaje de la resurrección.

d) Retorno de los discípulos (Mc/06/30-34).

30 Vuelven a reunirse los apóstoles en torno a Jesús, y le refirieron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 El les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco.» Pues eran tantos los que iban y venían, que ni para comer tenían tiempo. 32 Se fueron, pues, a solas, en la barca a un lugar desierto. 33 Pero muchos los vieron partir y se dieron cuenta del rumbo, entonces, acudieron allá, por tierra, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Al desembarcar y ver Jesús a tanta gente, sintió compasión por ellos, pues andaban como ovejas sin pastor; y se puso a instruirlos largamente.

El regreso de los discípulos produce la impresión de que su misión ha sido un éxito. Así parece explicarse la gran aglomeración de pueblo. Pero sorprende que los enviados sólo refieran en general «lo que habían hecho y enseñado». El conjunto debe reflejar ya la imagen futura de la misión cristiana. Los discípulos vienen designados aquí como «los apóstoles», tal vez todavía en el sentido original de «los enviados»; pero resuena ya el sentido fuerte que tendrá después para los primeros misioneros cristianos la palabra «apóstol» (*). Ahora se dice también que enseñaban . Desarrollan la misma actividad que con tanta frecuencia se atribuye a Jesús y que tanta importancia va a tener para las comunidades posteriores. En el ministerio de Jesús y de sus primeros discípulos se cumple de un modo auténtico y ejemplar aquello que se le encomendó a la Iglesia primitiva. También la invitación de Jesús a retirarse a un lugar solitario y descansar un poco adquiere un sentido que sobrepasa la situación histórica. Cierto que externamente encaja bien con el marco y que los considerandos siguientes no harán más que darle un mayor relieve. Pero desde un punto de vista histórico el retiro de Jesús hacia la tranquila ribera oriental no resulta claro. Según Mateo, Jesús se retira premeditadamente porque le han llegado noticias de la actitud de Herodes (**). Lucas habla sólo en general de la retirada de Jesús hacia la región de Betsaida y transmite después una frase en la que Jesús revela su propósito de no permitir que Herodes ponga condiciones a su actividad (Est_13:31-33). Marcos alude a otros intentos de retiro de Jesús (Est_6:45 :Est_7:24; Est_8:10). Así se descubre aquí una nueva tendencia: Jesús quiere apartarse del pueblo de Galilea porque no ha demostrado la fe esperada. Poco a poco Jesús se va recogiendo en el círculo, más íntimo, de sus discípulos, el cual servirá de modelo a las comunidades posteriores, en las cuales, junto a la acción misionera, se cultivará el recogimiento y la meditación. Ambas cosas: actividad de cara al exterior y recogimiento, pertenecen a la vida cristiana (cf. Luk_10:38-42). Pero el pueblo no se separa de Jesús, observa su retirada y le sigue hasta la soledad. De nuevo se ve Jesús rodeado de una gran muchedumbre y le invade la compasión, porque andaban como ovejas sin pastor. Si reúne una vez a la multitud en derredor suyo y la instruye, no es por un sentimiento de compasión puramente humana. La imagen de las ovejas dispersas y privadas de pastor está tomada del Antiguo Testamento. Según el libro de los Números, Moisés pide a Dios un varón «que pueda ir delante de dlos, y que los saque e introduzca, a fin de que el pueblo del Señor no quede como ovejas sin pastor» (Luk_27:17). Eso fue entonces Josué y eso es ahora Jesús que se hace cargo de la comunidad del Señor. En el gran capítulo que Ezequiel dedica a los pastores (Ez 34) se reprocha a los que hasta entonces tuvo Israel el abandono de sus deberes, y Dios, verdadero Pastor de su pueblo, se compadece de los dispersos: «Iré en busca de las ovejas perdidas y recogeré las descarriadas; vendaré las heridas de las que han padecido alguna fractura, daré vigor a las débiles y conservaré las que están sanas y gordas» (v. 16). Es una promesa que mira al fin de los tiempos. Dios dará un pastor mesiánico al pueblo que no tiene guía: «Y estableceré sobre mis ovejas un solo pastor que las apaciente, esto es, a David mi siervo; él las apacentará y será su pastor» (v. 23). Jesús, pues, actúa aquí como el Mesías prometido que defiende la causa de Dios. La misma imagen late, cuando las circunstancias han cambiado, bajo otras palabras proféticas que Jesús recordará más tarde anunciando la dispersión de los discípulos: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas» (Luk_14:27; cf. Zec_13:7). La comunidad se ve a sí misma como el rebaño de Dios sobre el que el Mesías Jesús ha sido establecido como pastor. Impelido por su compasión mesiánica, Jesús se vuelve una y otra vez a su pueblo, le enseña y le conduce, le alimenta y le conserva la vida (cf. Jn 10).

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* Que los «apóstoles» se identifiquen con los doce es una interpretación a la que nos tiene habituados Lucas (Hechos de los apóstoles). Pero se dio además un concepto más amplio de apóstol, que se encuentra sobre todo en Pablo. «Apóstoles» eran los primitivos misioneros cristianos, cuya misión emanaba del Señor resucitado (cf. 1Co_15:7.9). En Eph_2:20 y 3,5 se les menciona en unión de los primitivos profetas cristianos; en 1Co_12:28 y Eph_4:11 aparecen al frente de una lista de carismas. En Mar_6:30, la expresión sólo indica a los «enviados» en general (cf. Joh_13:16); pero los lectores pueden revocarse perfectamente a aquellos primitivos misioneros. Acerca del difícil problema del apostolado, pueden citarse a título de ejemplo: E.M. KREDEL. art. Apóstol en el Diccionario de teología bíblica, de J.B. BAUER. Herder, Barcelona 2ª ed.,1971, con abundante bibliografía.

** Mat_14:13 : «Cuando Jesús recibió esta noticia, se alejó de allí...» Antes se ha dicho que los discípulos de Juan, después del sepelio del maestro, vinieron a contárselo a Jesús. Pero el fin del Bautista había tenido lugar mucho tiempo atrás, con lo que no se puede precisar la situación histórica.

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e) La gran multiplicación de los panes (Mc/06/35-44).

35 Pero, haciéndose ya muy tarde, se le acercan sus discípulos y le dicen: «Esto es un despoblado y la hora es ya muy avanzada. 36 Despídelos, para que vayan a los caseríos y aldeas del contorno a comprarse algo que comer.» 37 Pero él les respondió: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le replican: «¿Pero vamos a ir nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» 38 El les pregunta: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo.» Y después de averiguarlo, le dicen: «Cinco, y dos peces.» 39 Entonces les mandó que hicieran sentarse a todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se sentaron por grupos de cien en cien y de cincuenta en cincuenta. 41 Y tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos, para que los sirvieran a la multitud: igualmente dio a repartir los dos peces entre todos. 42 Todos comieron hasta quedar saciados. 43 Y recogieron doce canastos llenos con las sobras de los panes y de los peces. 44 Los que comieron de los panes eran cinco mil hombres.

La gran multiplicación de los panes en un lugar solitario, que aquí se narra con palabras sencillas, representa uno de los puntos cimeros de la actividad de Jesús entre el pueblo -hasta ahora no se habían dado números-; pero además tiene un sentido simbólico más profundo. El tiempo de gracia durante la peregrinación por el desierto, que en el judaísmo era una imagen del tiempo mesiánico, se repite ahora. El marco del desierto de entonces está dado claramente; no sólo se recuerda el «lugar desierto», sino que también el estar al aire libre y el distribuirse en grupos de ciento y de cincuenta (cf. Exo_18:25). Jesús aparece como un segundo Moisés -más claramente aún en Joh_6:14.32- que reúne al pueblo de Dios (cf. v. 34) y lo alimenta en el desierto con el pan vivificante que Dios envía. En este sentido soteriológico Jesús es el Mesías, el profeta mesiánico prometido en el vaticinio de Moisés (cf. Joh_6:14). La comunidad cristiana debe reconocerse con el nuevo pueblo de Dios, en el que se cumplen las antiguas profecías. Pero el contenido ideológico de esta exposición es todavía más rico para los lectores cristianos. En la acción de Jesús pueden contemplar de antemano el banquete sagrado que Jesús instituyó en la última cena. En la celebración eucarística se reúnen con su Señor en una comunión estrecha de convidados al banquete que encontrarán su plena realización en el reino de Dios (cf. 14,25). La «hierba verde», que en aquella región sólo se da en primavera, indica el tiempo pascual (cf. Joh_6:4), lo cual también está en relación con la última cena. Marcos no subraya el hecho; no dice que Jesús no subió entonces intencionadamente a la fiesta de la pascua en Jerusalén y que quiera celebrar otra nueva pascua con el pueblo de Dios. Pero tales ideas están ya latentes y las desarrollará la Iglesia primitiva (*). El presente relato de Marcos es el más antiguo de cuantos presentan los cuatro evangelistas acerca de la multiplicaci6n de los panes. Conserva las peculiaridades de la exposici6n marciana, especialmente por lo que respecta a Jesús, que actúa tranquilo y sabiendo lo que quiere, aun que evitando todo relumbrón. Después del gran milagro obliga en seguida a los discípulos a reembarcarse, despide al pueblo y se retira a un monte a orar (v. 45s). No se describe la reacción de los asistentes; pero sí dice que los discípulos no entendieron entonces el sentido profundo del hecho (cf. v. 52). El diálogo de Jesús con ellos antes de la multiplicación del pan muestra cómo sus pensamientos estaban presos en las apariencias. La invitación del Maestro a que den de comer al pueblo los desconcierta por completo. Su bolsa contiene doscientos denarios, caso de decidirse, para comprar pan. Mas Jesús les pregunta por sus propias provisiones, a lo que responden decididos: quedan cinco panes y dos peces. Cuando después actúan según las indicaciones de Jesús, el milagro se realiza en sus mismas manos. Luego que el pueblo se ha recostado en grandes grupos, los discípulos reparten los panes y peces y, finalmente, recogen las sobras que llenan doce canastos. El sentido profundo que late en aquel acontecimiento milagroso sólo se les reveló más tarde, cuando reconocieron a Jesús en su verdadero ser. Mas los lectores creyentes pueden y deben descubrir ese sentido en la mera exposición del hecho. Una vez más la acción de Jesús constituye el centro de gravedad. Toma los cinco panes y los dos peces y levanta sus ojos al cielo. Es éste un gesto especial que revela la confianza de Jesús en su Padre celestial y su íntimo acuerdo con él; en la súplica de bendición los judíos miraban más bien al pan que tenían en las manos. Lo que Jesús hace entonces no es otra cosa que lo que solía hacer el padre de familia en la mesa pronuncia la oración de bendición y parte en varios trozos los delgados panes en forma de disco para que los distribuyan entre los presentes. Pero este tomar y bendecir, este romper y dar a los discípulos, recuerda lo que hizo en la última cena (Joh_14:22). En aquel lugar retirado Jesús distribuye el pan a la multitud hambrienta, y todos se sacian. Pese a las circunstancias de pobreza y necesidad, es una comida sagrada y prodigiosa, un banquete mesiánico con el pueblo de Dios. Más tarde, en la sala de la última cena, sólo le rodea el pequeño círculo de discípulos; pero esos discípulos representan a la comunidad futura, y el banquete de despedida adquiere un sentido nuevo y único mediante la institución de la eucaristía. Este comer del pan y beber del vino da una participación en el cuerpo y en la sangre del siervo de Dios que se entrega a la muerte en favor de muchos. De ese pan vive el nuevo pueblo de Dios que se constituye de muchos pueblos. De este modo la escena del desierto en la que muchas gentes del antiguo Israel se reúnen en torno a Jesús está cargada de contenido, convirtiéndose en la imagen de la comunidad cristiana en el mundo. Los creyentes han encontrado en Jesús a su pastor y guía. él les prepara la mesa del pan y de la palabra, les da la enseñanza y el alimento. Hace de ellos una comunidad santa que está en el mundo, pero que se diferencia del mundo. Siguen siendo siempre el pueblo peregrinante de Dios, pero bajo la bendición del tiempo mesiánico.

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* En Joh_6:4 esto resulta claro, pues se dice expresamente: «estaba próxima la pascua, la fiesta de los judíos»; aquí el simbolismo pascual y la influencia litúrgica se dejan sentir con mayor fuerza aún.

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f) Jesús camina sobre las aguas (/Mc/06/45-52).

45 Inmediatamente mandó a sus discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, hacia Betsaida, mientras él despedía al pueblo. 46 Después de despedirse de ellos, se retiró al monte para orar. 47 Ya anochecido, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Y al verlos remar muy fatigados, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche, viene hacia ellos caminando sobre el mar; e hizo ademán de pasar adelante. 49 Ellos, al verlo caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar; 50 pues todos lo habían visto y se sobresaltaron. Pero él habló en seguida con ellos diciéndoles: «¡Animo! Soy yo. No tengáis miedo.» 51 Subió entonces con ellos a la barca, y el viento se calmó. Pero ellos se quedaron más asombrados aún; 52 pues no habían comprendido el milagro de los panes, porque tenían endurecido el corazón.

El relato del paso de Jesús sobre las aguas, que también en Mateo y en Juan cierra la multiplicación de los panes -en Lucas falta todo esto hasta la confesión de Pedro- contiene una experiencia de los discípulos que se grabó profundamente en los íntimos de Jesús. Cada una de las exposiciones contiene numerosos rasgos (Juan) y peculiaridades (Mateo) nada desdeñables; pero todas culminan en el encuentro de Jesús con sus discípulos en el mar y en las sublimes y consoladoras palabras del Maestro: «Soy yo. No tengáis miedo.» Después de la revelación mesiánica de Jesús al pueblo con la multiplicación de los panes, se manifiesta ahora a sus discípulos de un modo directo y con una grandeza sobrehumana, en una forma que permite reconocer el misterio de su ser divino. Mateo ha explicado esto a sus lectores presentando a los discípulos arrodillados en la barca delante de Jesús y confesando: «Realmente, eres Hijo de Dios» (Mat_14:33). Marcos, en cambio, corre un velo sobre aquella experiencia única y deja entender a través de la incomprensión de los discípulos que entonces éstos ni penetraron ni podían penetrar el sentido del acontecimiento, porque sólo habían de comprenderlo después de la resurrección de Jesús. Cualquier cavilación sobre el hecho histórico resulta tan inútil como las reflexiones acerca de las apariciones del resucitado. Sólo quien cree en la resurrección de Jesús puede afirmar el hecho de este episodio numinoso, de esta epifanía de lo divino en el marco terrestre y entender el sentido de la manifestación de Jesús. La torpeza de los discípulos aquella noche en el lago de Genesaret es para la comunidad una exhortación a creer en el Señor resucitado y a contemplar su vida terrena bajo esta luz. Dentro de la misma exposición de Marcos hay numerosas tensiones. No se comprende perfectamente el destino del viaje marítimo «hacia Betsaida», un lugar que queda al extremo septentrional del lago. De hecho los discípulos desembarcan en la llanura de Genesar, en la ribera occidental (*). La primera indicación temporal: «Ya anochecido», deja un largo espacio intermedio hasta «la cuarta vigilia de la noche», que son las últimas horas nocturnas y es cuando tiene lugar el paso de Jesús sobre las aguas. ¿Han estado los discípulos navegando en el lago durante todo ese tiempo? Esto no seria imposible con un viento en contra muy fuerte. ¿Por qué quiere Jesús pasarles de largo? Esperaríamos más bien que hubiese subido inmediatamente con ellos a la barca. Después del encuentro, el viento se calma. ¿Se piensa aquí en un hecho milagroso como el apaciguamiento de la tempestad? Nada se dice al respecto. Dejemos de lado todos estos interrogantes e intentemos comprender el sentido que el narrador ha querido dar a la narración.

Marcos presenta el conjunto como una epifanía, como un destello de la gloria divina de Jesús ante los ojos de sus discípulos. La inmediata retirada que Jesús impone a los discípulos merece atención. Se dice que les mandó que subieran inmediatamente a la barca. Jesús parece perseguir un fin especial; y una buena razón al respecto es el hecho de que no se embarque con ellos: desea despedir al pueblo. Pero después de despedirlo, Jesús sube «al monte» a orar. Esta búsqueda del monte, que indica la proximidad de Dios (cf. 9,2), y el permanecer en oración (cf. 1,35) revelan por sí solos un propósito especial. El v. 47 describe la situación durante las últimas horas de la tarde: la barca con los discípulos se encuentra en el lago y Jesús, solo, en tierra (**). Mas tan pronto como Jesús ve a los discípulos avanzando penosamente porque tienen el viento en contra, va a su encuentro caminando sobre las olas. Entretanto ha pasado casi toda la noche. Esto apenas se comprende, si no es que Jesús ha aguardado intencionadamente esta hora y situación para revelarse a sus discípulos. Así se comprende también la observación siguiente: «e hizo ademán de pasar adelante». Ellos debieron ver algo de su gloria, como Moisés cuando en el Sinaí vio «pasar delante de él» la gloria de Dios (Exo_33:21-23) o como cuando Elías vio pasar delante de él al Señor en el monte Horeb en una suave brisa (1Ki_19:1 Is). Jesús «viene hacia ellos» al igual que Yahveh vino hacia los antiguos varones de Dios, no en la plenitud de su majestad, sino sólo en un acercamiento misterioso a fin de que cobrasen conciencia de su presencia concreta. Los discípulos deberían haber sacado consuelo y fuerzas de la proximidad y presencia benevolente de su Señor. Pese a todo, los discípulos no comprenden nada. Creen ver un fantasma y empiezan a gritar. No pueden dudar de la aparición misma porque «todos le habían visto»; pero el hecho les desconcertó. Es entonces cuando Jesús se les revela de una manera inconfundible. «Habló en seguida con ellos»; no quiere que imaginen un fantasma. Su palabra, su forma de hablarles, desvanece todos los pensamientos desatinados y cualquier temor. Ellos escuchan el tono familiar de su voz, que les dice: «¡Animo! Soy yo. No tengáis miedo.» Con la palabra Soy-yo ya se les da a conocer inmediatamente; pero esa palabra tiene además un sentido más profundo. Es el majestuoso «Soy yo» característico con que suele revelarse el Dios del Antiguo Testamento al pueblo de su alianza. Con esa palabra Yahveh promete a su siervo Israel ayuda y salvación: «...a fin de que conozcáis, creáis y comprendáis que yo soy... yo soy, sí yo soy el Señor, y no hay otro Salvador sino yo» (/Is/43/10s). No es sólo una revelación cargada de majestad, sino una revelación que promete protección y felicidad. Por ello la voz de Jesús debe expulsar cualquier temor y angustia de los discípulos: «No tengáis miedo.» Los discípulos no comprendieron entonces el sentido de este encuentro nocturno ni las profundas resonancias de las palabras de Jesús. El significado pleno de aquel majestuosamente divino y salvador «soy yo» sólo lo comprendieron ciertamente después de la resurrección. Con las apariciones del resucitado ocurrió desde luego algo parecido. Los discípulos llegaron a entender que era el mismo Jesús que ellos conocían como hombre, que había colgado de la cruz, que llevaba las llagas y que ahora aparecía en medio de ellos con el saludo de paz. Era el Señor que ahora se les aparecía con su presencia beatificante y con su poder salvador. La última consecuencia sólo Juan la ha sacado en su Evangelio. En él Jesús emplea una y otra vez aquella fórmula de revelación: «Yo soy» vinculando a ella sus promesas de salvación: «Yo soy la luz del mundo» (1Ki_8:12; 1Ki_9:5); «Yo soy la resurrección y la vida» (1Ki_11:25); «Yo soy el pan de vida» (1Ki_6:35.48)... En Marcos todavía está encubierto este sentido más profundo; en él sólo se dan «epifanías secretas». Lo que destaca precisamente es la incomprensión de los discípulos, para esclarecer así el carácter oculto de la gloria de Jesús durante su vida terrena. Jesús sube con ellos a la barca, el viento cede; todas las penalidades y esfuerzos de la noche han pasado. Pero los discípulos experimentan aquel espanto íntimo ante lo extraordinario y humanamente incomprensible que en el Evangelio de Marcos es la impresión característica que Jesús produce en la muchedumbre (1Ki_1:22; 1Ki_2:12; 1Ki_6:2; 1Ki_7:37; 1Ki_11:18). En el pasaje que nos ocupa Marcos utiliza la misma expresión «quedaron más asombrados aún») con que describe la reacción que el poder de Jesús sobre los horrores de la muerte provoca con la resurrección de la hija de Jairo (1Ki_5:42). Los discípulos se comportan como después del apaciguamiento de la tempestad, cuando «quedaron sumamente atemorizados» (4.41). Es el estremecimiento religioso que invade también a las mujeres al escuchar el mensaje angélico en el sepulcro del resucitado, hasta el punto de que no se lo dijeron a nadie (1Ki_16:8). Las distintas expresiones reafirman siempre lo mismo; a saber: que la revelación terrena de Jesús en autoridad y hechos prodigiosos (1Ki_5:15) suscita aturdimiento, pavor y sobresalto, pero no una fe clara. Los discípulos no constituyen una excepción en ese sentido. En el pasaje nuestro llega incluso a decirse que «su corazón estaba ofuscado» (cf. 8,17), que «no habían comprendido el milagro de los panes»; y esta no reflexión recuerda la actitud de quienes «viendo ven, pero no perciben, y oyendo oyen, pero no entienden». Parece una contradicción, ya que los discípulos son aquellos «a los que se les ha dado el misterio del reino de Dios»; pero debe quedar bien claro que, como hombres, se encuentran en la misma situación que los demás y que sólo Dios puede iluminarlos. Es una amonestación a la comunidad para que no endurezca su corazón y se abra a la fe en Jesús con la luz de la mañana pascual. La última observación del evangelista pone el paso de Jesús sobre las aguas en estrecha relación con la multiplicación de los panes. De haber entendido los discípulos el acontecimiento ocurrido en un lugar desierto, también habrían podido explicarse la aparición nocturna de Jesús en el lago. El dispensador de vida es también vencedor de la muerte; el que se vuelve a las necesidades del pueblo es el mismo que camina sobre las olas. En el Antiguo Testamento las profundidades de las aguas son el símbolo de las potencias maléficas (Psa_32:6; 69,2s.15s,etc.). Pero Dios camina «sobre las crestas del mar» (/Jb/09/08), tiene su trono en las alturas por encima del fragor de todas las aguas (Psa_93:2 ss) y puede salvar de las aguas impetuosas (Psa_144:7). El paseo de Jesús sobre el lago es una revelación de su poder divino, su venida a los discípulos una promesa de protección y salvación divinas. Lo que es para el pueblo quiere serlo también de un modo más excelente para sus discípulos: el salvador y redentor. Pero a ellos les ha revelado también que su obra mesiánica supera todas las esperanzas judías. No es sólo el remediador de las necesidades terrenas, un segundo Moisés, el profeta del fin de los tiempos ni un simple personaje humano, sino que está lleno de los poderes divinos; más aún: posee el ser divino, es el Hijo verdadero de Dios.

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* También se puede suponer que los discípulos, por haber sido desviados por el viento contrario, desembarcaron en la costa occidental. No está justificado suponer una segunda Betsaida en la orilla occidental.

** Un cómputo de las horas, según el cual cuando Jesús despidió al pueblo era ya de noche y que por la oscuridad no pudo ver a los discípulos en el lago, y otras interpretaciones parecidas (E. HAENCHEN) están fuera de lugar, pues el narrador no pretende dar un relato históricamente exacto, sino que se concentra por completo en la epifanía de Jesús a sus discípulos.

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g) En la llanura de Genesar (Mc/06/53-56).

53 Terminada la travesía, arribaron a la costa de Genesaret, y atracaron. 54 Apenas salieron ellos de la barca, las gentes, que lo reconocieron en seguida, 55 recorrieron toda aquella región y se pusieron a traerle los enfermos en sus camillas allí donde oían que se encontraba. 56 Y adondequiera que llegaba, aldeas o ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto: y cuantos lograban tocarlo, todos sanaban.

También esta sección la cierra Marcos -como 3,7-12- con un relato compendio. Quiere cerrar la excursión de Jesús a la orilla oriental (6,31), que le llevó a la gran multiplicación de los panes, con un resumen narrativo y redondear así la composición del envío de los discípulos y del eco que encontró entre el pueblo. El compendio, obra del evangelista, no contiene nada nuevo; resume simplemente los motivos que ya han aparecido en perícopas anteriores. La enorme afluencia popular no disminuye, los enfermos quieren tocarle (3,10; 5,28) porque emana de él una fuerza curativa (cf. 5,30). Después de las grandes manifestaciones de Jesús en la multiplicación de los panes y en el paso sobre las aguas, vuelve, pues, el evangelista a la imagen habitual y muestra que la actitud del pueblo sigue invariable: la gente busca a Jesús como salvador del pueblo y como taumaturgo, sin que germine en su corazón una fe más profunda. Después de la epifanía divina de Jesús ante sus discípulos con el hecho que tuvo lugar a solas y de noche en el lago, este relato devuelve a los lectores a la actividad de Jesús entre el pueblo de Galilea. Pese a todos los acercamientos y contactos, se descubre el distanciamiento interno entre Jesús y el pueblo. No es que Jesús se retire del pueblo, como no se ha retirado de las gentes que le siguieron hasta la soledad. Allí les enseñó y aquí vuelve a curarlos. «Genesaret» indica una localidad de la llanura de Genesar, en la ribera occidental, una fértil franja de terreno, de unos cinco kilómetros de larga, entonces densamente poblada. De la antigua ciudad de Genesaret (hebreo Kinnereth) había tomado su denominación el lago. La cercana aldea de Magdala era la patria de María Magdalena, y más al norte, ya algo alejada de la llanura, estaba Cafarnaúm. Jesús, pues, se encuentra de nuevo en la región de su más intensa actividad, en la patria primera del Evangelio. Con ello se indica también la persistencia de su ministerio en Galilea. Poco a poco, sin embargo, va manifestándose un creciente alejamiento del pueblo de Galilea. Pronto empezará Jesús sus peregrinaciones a regiones más alejadas (7,24). Los lectores cristianos tienen que aprender que es preciso «tocar» a Jesús en un sentido más profundo de lo que hicieron los galileos; hay que creer en él como el Mesías prometido que reúne al pueblo de Dios y como el verdadero Hijo de Dios. Marcos presenta aquí a Jesús como un «hombre divino» del que emanan prodigiosas fuerzas curativas. Tales ideas gozaban también de amplia difusión entre los paganos helenistas. Jesús aparece como el remediador y médico de los pobres y de los enfermos. Después de la multiplicación de los panes y del paso sobre las aguas los lectores creyentes sabemos mejor que se trata de alguien superior a los taumaturgos y curanderos helenistas. Su poder procede de Dios mismo, hunde sus raíces en el misterio de su peculiar filiación divina.







Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 6.

Cristo en Nazaret, 6:l-6
(Mat_13:53-58; Luc_4:16-30).
Cf. Comentario a Mat_13:53-58.
1 Salió de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. 2 Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es esta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros? 3 ¿No es acaso el artesano, hijo de María, y el hermano de Santiago, y de José, y de Judas, y de Simón? Y sus hermanas, ¿no viven aquí entre nosotros? y se escandalizaban de El. 4 Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos enfermos les impuso las manos y los curó. 6a El se admiraba de su incredulidad.

Esta narración de Mc-Mt tiene discrepancias con la narración de Lc. Los problemas que esto crea han sido ya expuestos l.
V.l Cristo sale probablemente de Cafarnaúm y vino a su patria. Esta es Nazaret (Mar_1:9.24; Luc_4:16).
V.2. ¿Cómo se hacen por su mano tales milagros? Los nazaretanos oyeron hablar de los milagros de Cristo, y reconocen que los realiza, pero como un simple instrumento o intermediario.
Por eso, la sabiduría que tiene le ha sido dada, y los milagros se hacen por su mano. Es lo mismo que se dice de Moisés (2Cr_35:6). Pero su creencia en El, aun como taumaturgo, es muy rudimentaria. Por conocer a sus familiares desestiman sus poderes y se escandalizan de él. Probablemente desconfían del valor de sus obras, mientras no sean reconocidas por tales en Jerusalén por los doctores (Jua_7:3-5). Es un caso de estrechez aldeana y familiar. Aparte, que era creencia que no se sabría el origen del Mesías.
V.3. A Cristo se le hace artesano (o ôÝ÷ôùí). La palabra griega usada significa un artesano que trabaja preferentemente en madera 2. Pero entonces, y en aquel villorrio, los oficios de un artesano podían extenderse a otros pequeños menesteres. Se citan hermanos y hermanas de Cristo. Estos son parientes en grado diverso del mismo 3.
V.4. No deja de extrañar el que Cristo diga aquí que sólo en su patria y entre los suyos es desestimado un profeta, cuando precisamente viene de la región de los gerasenos, de donde le rogaron se marchase. Acaso las escenas que tienen esta contigüidad literaria no la tengan históricamente tan inmediata. Mt lo pone en otra situación literaria, sin que la condicione su esquema sistemático. La frase es un proverbio. En todo caso, Cristo en la región de Gerasa se presentó como un desconocido, mientras que en Nazaret vino precedido de la gran fama de los milagros.
V.6. Esta admiración verdadera que Cristo tiene a causa de la incredulidad que tenían en él, en nada va contra la plena sabiduría que tiene por su ciencia sobrenatural, ya que esto no es más que un caso del ejercicio de su ciencia experimental, como la teología enseña 4. Y, sobre todo, la descripción popular: un modo de acusar su actitud ante ellos.

La misión de los apóstoles,Jua_6:6-13 (Mat_10:1-42; Luc_9:1-6-10).
Cf. Comentario a Mat_10:1-42.
6b Recorría las aldeas del contorno enseñando. 7 Llamando a sí a los Doce, comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros, 8 y les encargó que no tomasen para el camino nada más que un bastón, ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón, 9 y se calzasen con sandalias y no llevasen dos túnicas. 10 Les decía: Dondequiera que entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis de aquel lugar; n y si un lugar, no os recibe ni os escucha, al salir de allí sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. '2 Partidos, predicaron que se arrepintiesen, 13 y echaban muchos demonios, y, ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban.

Esta misión de los doce apóstoles la traen los tres sinópticos, aunque con mucha mayor extensión Mt. En realidad, Mt unió a ella una serie de instrucciones dirigidas por Cristo en otras ocasiones a los apóstoles en orden a la misión universal extrapalestina (Mat_10:17ss), como se ve por la perspectiva que les abre. Pero este pasaje de Mc tiene su correspondencia en la primera parte de Mateo (Mat_10:5-17) y en Lc (Mat_9:1-6), aunque también aquí el relato de Mc es más amplio.
Cristo, que asoció a los apóstoles a su obra, los comienza enviando de dos en dos por las ciudades, seguramente de Galilea. Así les permitía atender a un mayor número de gentes. La forma binaria en que los envía, les permitía ayudarse y tutelarse. Nadie podía sospechar de aquel que tiene un testigo. Repartidos en esta forma diseminada, impedía el provocar una reacción excitada, pero permitía hacer despertar más esta idea mesiánica, preparando su venida. Y les señaló el tema de la predicación, la conducta que debían seguir, y les acreditó con el poder que les confirió de hacer milagros.
Sin embargo, en Mc hay tres puntos que se han de precisar.
V.9. Dentro de las prohibiciones que les hace, les manda calzarse con sandalias. En cambio, en Mt se les prohibe esto. En Lc se omite. Podría tratarse de una simple citación quoad sensum. Se piensa si los primeros misioneros cristianos prescindieron de esto para competir con los apóstoles cínicos del medio helenístico. Se ha pensado que Mc, con esta inserción, querría corregir estos excesos ascéticos 5.
V.12. (Los apóstoles) partieron y predicaron que se arrepintiesen (ßíá ìåôáíïþóéí). Tal como está esta redacción de Mc, parecería que el tema de la predicación eran sólo las disposiciones morales de los oyentes. En cambio, en Mt-Lc, el tema es: Se acerca el Reino de los cielos. Lo que incluye la actitud respuesta moral que ha de tenerse ante el mismo, que es lo que destaca Mc.
Pero, dado que los contextos son idénticos, el sentido de la frase de Mc es elíptico: es la rectitud moral, precisamente en orden a la digna recepción del Reino.
En otros pasajes, el tema de esta predicación se anuncia completo: Arrepentios, porque se acerca el Reino de Dios (Mat_3:2; Mat_4:17; Mar_1:15). Son citaciones que se matizan en función del tema, o que respetan las fuentes.
V.13. Y ungiendo con óleo a muchos enfermos, los curaban. El aceite era un remedio medicinal muy usado en la antigüedad 6. Su práctica en Oriente era usual7 hasta en nuestros días 8. Los apóstoles usan lo que era un remedio corriente. Pero en todo el contexto resalta que los apóstoles, que han recibido poderes taumatúrgicos, no los van a emplear como simple remedio medicinal. Es lo que parece más lógico. ¿Curaban todos a los que se lo aplicaban? No se dice. La frase general de Mc deja un amplio margen de valoración. Estas unciones tenían, al menos en muchos casos, valor instrumental de poder sobrenatural.
Naturalmente, se pensó en la analogía que este rito de curación pudiera tener con el rito sacramental de la Unción de los enfermos. Pero la finalidad directa por la que usan este rito los apóstoles en esta misión es taumatúrgica: para curar las enfermedades corporales milagrosamente, conforme al poder que Cristo les confirió. Ni los apóstoles tenían aún el poder de perdonar sacramentalmente los pecados (Jua_20:22-23). Por eso, no pasa esto de ser un preludio del sacramento de la Extremaunción. El concilio de Trento, al hablar de este sacramento, dice: Fue instituida esta unción sagrada de los enfermos como verdadero y propio sacramento del Nuevo Testamento por Cristo Nuestro Señor, insinuado ya en Marcos (apud Marcum [Mar_6:13] quidem insinuatum) y por Santiago... promulgado. 9
La expulsión de los demonios los presentaba como ministros del Mesías, anunciando la llegada del Reino.

Juicio de Herodes sobre Cristo y muerte del. Bautista. 6:14-29
(Mat_14:1-12; Luc_9:7-9).
Cf. Comentario a Mat_14:1-12.
14 Llegó esto a oídos del rey Herodes, porque se había divulgado mucho su nombre, y decía: Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por esto obra en él el poder de hacer milagros; 15 pero otros decían: Es Elías; y otros decían que era un profeta, como uno de tantos profetas. 16 Pero Herodes, oyendo esto, decía: Es Juan, a quien yo degollé, que ha resucitado. 17 Porque, en efecto, Herodes se había apoderado de Juan y le había puesto en prisión a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. 18 Pues decía Juan a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Y Herodías estaba enojada contra él y quería matarle, pero no podía, 20 porque Herodes sentía respeto por Juan, conociendo ser hombre justo y santo, y le amparaba, y, oyéndole, vacilaba, pero le escuchaba con gusto. 21 Llegado un día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños ofrecía un banquete a sus magnates, y a los tribunos, y a los principales de Galilea, 22 entró la hija de Herodías y, danzando, gustó a Herodes y a los comensales. El rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras y te lo daré. 23 Y le juró: Cualquier cosa que me pidieras, te la daré, aunque sea la mitad de mi reino. 24 Saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué quieres que pida? Ella le contestó: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Entrando luego con presteza, hizo su petición al rey, diciendo: Quiero que al instante me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista. 26 El rey, entristecido por su juramento y por los convidados, no quiso desairarla. 27 Al instante envió el rey un verdugo, ordenándole traer la cabeza de Juan. Aquél se fue y le degolló en la cárcel, 28 trayendo su cabeza en una bandeja, y se la entregó a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Sus discípulos que lo supieron, vinieron y tomaron el cadáver y lo pusieron en un monumento.

Mc-Lc son, de los tres sinópticos, los que narran con más detalle este primer episodio de la opinión de Antipas sobre Cristo. Mientras para algunos Cristo era o Elías, que en la creencia popular se pensaba que no había muerto, aguardando su retorno en los días mesiánicos, para ungir y presentar al Mesías 10, o un nuevo profeta como los clásicos profetas de Israel, al modo como el pueblo tenía al Bautista por profeta (Mat_14:5), Antipas aseguraba, en su obsesión neurótica, que era el mismo Bautista, que había resucitado (Mc-Mt). Lc da una formulación un poco distinta, aunque sustancialmente la misma. A la segunda parte del episodio es Mc el que le da más extensión 11.
Mc destaca que el tetrarca, cuando tenía prisionero al Bautista, temía a Juan, porque sabía que era hombre justo y santo, y lo guardaba. ¿De quién? Probablemente de las insidias de Herodías y sus sicarios (cf v. 19.20). También detalla Mc que Antipas le oía con gusto, haciéndole traer, seguramente, de la prisión. Y luego Mc trae una frase que es discutida: ðïëëÜ Þðüñåé. Se dan varias interpretaciones de ella:
a) Y oyéndole, hacía muchas cosas de las que le oía, o por su consejo. Pero la frase siguiente: y le oía con gusto, resulta una repetición innecesaria.
b) Por eso, la mayor parte de los autores aceptan la otra lectura, más difícil, testificada por buenos códices (Alef, B, L, W) y seguida por ediciones críticas relevantes (Von Soden, Nestlé, Vogels, Merk) 12. Esta lectura es la siguiente: Y oyéndole, estaba muy perplejo (Üðüñåéí), a causa de las observaciones y enseñanzas que hacía.
c) También se ha querido dar a este verbo (áðïñåßí) otro sentido. Sería éste: Y oyéndole, le proponía muchas cuestiones. Sin embargo, este sentido del verbo, aunque atestiguado por Aristóteles 13, parece reservado a las discusiones dialécticas 14.
También es sólo Mc el que trae, unido al juramento de Antipas a Salomé después del baile, que le daría lo que pidiese, aunque sea la mitad de mi reino. Esta frase tiene antecedentes bíblicos, y además Antipas no tenía reino, sino tetrarquía. Es verdad que ya antes (v.14) Mc llamó a Antipas rey.
Antipas buscó el ser rey I5, pero no obtuvo de Roma más que el título oficial de tetrarca. Si Mc le nombra rey, puede ser como un título genérico, como hace el mismo Mt en el curso de su narración; comienza a nombrarlo con el título oficial de tetrarca (v.l) y luego, en la narración, lo llama rey (v.9); o por reflejar el uso que popularmente, por halago, le diesen los súbditos, o acaso por estar un tanto condicionado por la segunda frase usada: la mitad de mi reino.
Esta frase aparece en el libro de Ester (Est_5:3; cf. 1Re_13:8).
Pero si esta frase, literariamente, pudiese provenir del pasaje semejante del libro de Ester, no habría ningún inconveniente en que el mismo Antipas hubiese añadido esta expresión genérica, como sinónima de su tetrarquía, en un momento de exaltación bajo el vino y el halago de los presentes.

Retorno misional de los apóstoles y multiplicación de los panes. 6:30-44
(Mat_14:13-21; Luc_9:10-17; Jua_6:1-15).
Cf. Comentario a Mat_14:13-21.
30 Volvieron los apóstoles a reunirse con Jesús y le contaron cuanto habían hecho y enseñado. 31 El les dijo: Venid, retirémonos a un lugar desierto para que descanséis un poco, pues eran muchos los que iban y venían y ni espacio les dejaban para comer. 3 2 Fuéronse en la barca a un sitio desierto y apartado. 33 Pero les vieron ir, y muchos supieron dónde iban, y, a pie, de todas las ciudades concurrieron a aquel sitio y se les adelantaron. 34 Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles largamente. 35 Siendo ya hora avanzada, se le acercaron los discípulos y le dijeron: El sitio es desierto y avanzada la hora; 36 despídelos para que vayan a las alquerías y aldeas del contorno y se compren algo que comer. 37 El, respondiendo, les dijo: Dadles vosotros de comer. Y le dijeron: ¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? 38 El les contestó: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Habiéndose informado, le dijeron: Cinco y dos peces. 39 Les mandó que les hicieran recostarse por grupos sobre la hierba verde. 40 Se recostaron por grupos de ciento y de cincuenta. 41 El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los entregó a los discípulos para que se los sirvieran, y los dos peces los repartió entre todos. 42 Comieron todos y se hartaron, 43 y recogieron doce canastos llenos de las sobras de los panes y de los peces. 44 Los que comieron de los panes eran cinco mil hombres.

Mc-Lc relatan la vuelta de los apóstoles de esta primera actuación misional binaria. A su retorno le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Cristo les quiere proporcionar unos días de descanso. Por eso les lleva a un lugar desierto y, que estaba cerca de Betsaida (Lc). La razón es que ni aun después de su trabajo misional, especialmente intenso, les dejaban solos: las gentes venían a Cristo. Mc describe esta premura de las turbas con su lenguaje grafista: pues eran muchos los que iban y venían, y ni espacio les dejaban para comer 16. Acaso estas multitudes que vienen en estos momentos puedan ser un indicio del fruto de esta misión apostólica. A fin de lograr este retiro, se embarcaron para ir en dirección de Betsaida-Cafarnaúm.
V.30. Es la única vez que Mc cita la palabra apóstoles. Aquí aparece con el sentido técnico denominativo de los Doce 17.
V.34. Al desembarcar vio Cristo una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Esta expresión es del ambiente bíblico (Num_27:17; 1Re_22:27; 2Cr_18:16; Exo_34:5). Pero este pasaje , puesta en el evangelio, tiene, sin duda, una evocación de valor mesiánico. En el A.T., el pueblo había sido comparado a un rebaño, y el Mesías al pastor. Dios dice en Ezequiel: Suscitaré para ellos un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David (el Mesías), él las apacentará, él será su pastor (Eze_34:23). Y Cristo, en la última Cena, se identificó con el pastor, y los apóstoles pueblo con el rebaño, conforme a la profecía de Zacarías (Zac_13:7). Y se proclamó el Buen Pastor (Jua_10:11ss). Es sumamente probable que esta expresión tenga un manifiesto intento mesiánico, máxime con el mismo valor que tuvo precisamente el ser multiplicación de panes y en lugar desierto donde se realizó, conforme se expuso al comentar este pasaje en Mt 18.
La descripción del rito de Cristo puede estar influenciada por el rito de la liturgia eucarística de la institución (cf. Mar_14:22), aunque mucho más en el relato de Jn.

Cristo camina sobre el Mar_6:45-52 (Mat_14:22-33; Jua_6:16-21).
Cf. Comentario a Mat_14:22-33.
45 En seguida mandó a sus discípulos subir a la barca y precederle al otro lado frente a Betsaida, mientras El despedía a la muchedumbre. 46 Después de haberlos despedido, se fue a un monte a orar. 47 Llegando el anochecer, se hallaba la barca en medio del mar y El solo en tierra. 48 Viéndolos fatigados de remar, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar e hizo ademán de pasar de largo. 49 Pero ellos, así que le vieron andar sobre el mar, creyendo que era un fantasma, comenzaron a dar gritos, 50 porque todos le veían y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: Animo, soy yo, no temáis. 51 Subió con ellos a la barca, y el viento se calmó, y se quedaron en extremo estupefactos, 52 pues no se habían dado cuenta de lo de los panes; su corazón estaba embotado.

Mt es el que narra con más extensión y detalle este episodio. Jn lo abrevia mucho. Los datos característicos de Mc se consideran a continuación.
Mc omite el episodio, sólo narrado por Mt, del caminar de Pedro sobre las aguas. Probablemente la razón de esta omisión en Mc se deba a ser el compañero de Pedro y que pone por escrito su catequesis. Por razones de modestia, Pedro omitiría este detalle en la catequesis. Lo que explica igualmente su omisión en Mc.
V.45. Según el relato de Mc, Cristo, después de la multiplicación de los panes, obligó a los apóstoles a embarcarse, y les ordena ir a la otra orilla, hacia (ðñïò) Betsaida. Pero, según Jn en el lugar paralelo, Cristo les da la orden de ir hacia (åéò) Cafar-naúm (Jua_6:17). Cafarnaúm y Betsaida no se encuentran en la misma ribera. Cafarnaúm se halla en la orilla occidental del Lago; Betsaida, en la parte nordeste del mismo. Una primera solución sería que fuesen más bien costeando, por lo cual, para ir a Cafarnaúm (Jn), tendrían que pasar en la dirección de Betsaida (Marcos), que es marítima. Pero ellos van a la otra parte del mar. Y efectivamente llegaron a donde se dirigían (Jua_6:21) y desembarcan en Genesaret (Mt-Mc), sin duda a la región que ocupa unos cinco kilómetros sobre el Lago. Esta doble orientación Cafarnaúm-Betsaida ha hecho que algunos autores piensen en una doble Betsaida, situada cerca de Cafarnaúm. Problema este muy discutido 19. Algunos interpretan la partícula hacia (ðñïò) en sentido de enfrente. Jesús diría: Id al otro lado del mar, precisamente al que está frente a Betsaida. Pero es extraño que de lugares tan conocidos se dé una terminología tan vaga. Enfocando el problema desde otro punto de vista, se propone otra solución. Al comentarse el v.13 de este capítulo de Mt se ha escrito: Nada hay en el relato de Mt ni en el de Mc, bien comprendido, que obligue a buscar este lugar sobre la ribera oriental del Lago. Jesús ha podido atravesar de norte a sur costeando la costa occidental; por eso, el otro lado de un punto cualquiera del Lago no es forzosamente la ribera opuesta de éste. 20 Pero, si se localiza la escena de la multiplicación de los panes y del embarque en la ribera oriental, hay que localizar también, como admiten algunos, otra
Betsaida en la región oriental. De lo contrario, no se explicaría cómo Cristo les mandase ir hacia Betsaida (Mc). Pues a donde iban es hacia Cafarnaúm (Jn), a la región de Genesaret (Mt-Mc). Acaso falten datos precisos en el relato con los que cada evangelista aluda a estas órdenes distintas, o que haya alguna redacción imprecisa.
Pero también cabría el que Mc y Jn citasen libremente. Buscarían con ello sólo orientar a los lectores. A Jn, que va a situar los discursos de Cristo sobre el Pan de vida en Cafarnaúm (Jua_6:24.59), le interesa destacar como punto de referencia el que iba a ser escenario de estos discursos. Mc, acaso, cita a Betsaida como punto de referencia de sus lectores, porque fuese mejor conocido para los mismos, ya que era la patria de Pedro (Jua_1:44).
V.51b. Mc destaca la impresión causada en los apóstoles por la escena de Cristo caminando sobre el mar; quedaron en extremo estupefactos. Y añade la razón: pues no se habían dado cuenta de lo de los panes (la multiplicación); su corazón estaba embotado.
No es que no se hubiesen dado cuenta de la multiplicación de los panes y peces, puesto que ellos reconocieron primero que no había más que cinco panes, y luego recogieron de sobras doce cestos, sino que no habían sacado la conclusión que de allí se había de deducir: el mesianismo de Cristo. Ellos mismos habían recibido el poder de hacer milagros en su misión por Galilea (Mar_6:6.7, par.), y así, siendo ellos hombres, no acababan de ver lo que significaba el poder que en propiedad tenía Cristo: estaban embotados para esto 21. Esta conclusión de Mc está completamente en situación. En Mt, los apóstoles se postraron y le confesaron, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios (Mat_14:33), que es una interpretación posterior.

Curaciones en la región de Genesaret. 6:53-56. (Mat_14:34-36).
Cf. Comentario a Mat_14:34-36.
53 Hecha la travesía, llegaron a tierra de Genesaret y atracaron. 54 En cuanto salieron de la barca le conocieron, 55 y corrieron de toda aquella región, y comenzaron a traer en camillas a los enfermos donde oían que El estaba. S6 Adondequiera que llegaba, en las aldeas, o en las ciudades, o en las alquerías, colocaban a los enfermos en las plazas y le rogaban que les permitiera tocar siquiera la orla de su vestido; y cuantos le tocaban quedaban sanos.

Recogen esta escena Mt-Mc. Es una descripción de tipo general, como un cuadro global, con el que se quiere evocar, como Mt hace en ocasiones, la grandeza de Cristo y las reacciones de la multitud.

1 Cf. Comentario a Mat_13:53-58, y especialmente Comentario a Luc_4:16-30. 2 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.1307-1308; Hoepel, Nenne hic est fabñfiliusJ: Bíblica (1923) 41-55. 3 Sobre este tema, cf. Comentario a Mat_13:55-56. 4 ST. TH., Summ. TheoL 3 q.15 a.8 ad 1; W. H. P. Hatch, A Conjecture Concer-ning the Original Text of Mark,Mat_6:6 : Journ. of Bibl. Literal, and Exeg. (1956) VII. 5 Konox, The Sources of the Synoptic Gospels II p.48-49; Ahern, Staffor no Staff (Mat_10:10; Mar_6:8): Cath. Bibl. Quarterly (1943) 332-337. 6 columela, vn 5:18; plinio, Nat. Hist. xxix 9. 7 Isa_1:6; Jer_8:21.22; Lev_10:34; Josefo, Antiq. XVII 6:5; Strack-B., Kommen-tar. I p.428-429; II 11-12. 8 M. Julien, L'égipte (1895) p.276. 9 Denzinger, Ench. symb. n.908. 10 Lagrange, Le Messianisme chez les Juifs (1909) p.210-213. 11 Sobre el problema del nombre del marido de Herodías, que Mc-Mt nombran Filipo, y Josefa Herodes, cf. Comentario a Mat_14:3. Pirot, évang. s. 12 St. Marc (1946) p.468. 13 Zorell, Lexicón graecum X. T. (1931) col. 158. 14 Huby, L'évang. s. St. Marc (1948), en La Sainte Bible de Jer úsale m p.37 nota c. 15 Josefo, Antiq. XVII 1:3; XVII 9:4; J. B. Tyson, Jesús and Herod Antipas: Journ. of Bibl. Literal, and Exegesis (1960) 239-246. 16 Cf. Comentario a Mar_3:20-21. 17 Dupont ,L¿ nom ¿'apotres a-t-il e'te donne aux Douce par Jesús?: L'Orient chrét (1956) p.267-290. 18 Cf. Comentario a Mat_14:13-23. 19 Cf. Comentario a Mat_14:22, y la bibliografía allí citada correspondiente a las notas 63-65. 20 Benoit, L'évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible deje'rvsalem (1950) p.95 nota b, y p.96 nota a. 21 E. Lóvestan, Wunder und Symbolhandlung. Eine Studie über Mat_14:28-31 : Kerygma und Dogma (1962) 124-135; L. Cerfaux, La section des pains (Mc 6:31-8:26): Synoptischen Studien (A. Wikenhauser (1954) p.64-67.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



37 (E) Rechazo de Jesús por su propio pueblo (6,l-6a). Esta sección del evangelio termina con un relato sobre el rechazo de que fue objeto Jesús por parte de sus propios pai(-)sanos. Resume alguno de los temas desarrolla(-)dos hasta ahora; el discipulado y la fe, Jesús como maestro y hacedor de milagros, y la in(-)comprensión y el rechazo. La versión lucana de este incidente (Lc 4,16-30) aparece en el co(-)mienzo del ministerio público de Jesús, mien(-)tras que Marcos nos ha ido preparando a la luz de lo leído hasta ahora. 1. salió de allí: Los acontecimientos anteriores (5,21-43) han teni(-)do lugar cerca de la ribera occidental del mar de Galilea (5,21). Ahora Jesús se mueve tierra adentro, hacia Nazaret. a su pueblo: El térmi(-)no griego patris puede tener el sentido más amplio de «patria», pero interpretar 6,1-6 co(-)mo el rechazo de todo Israel a Jesús va dema(-)siado lejos. Lo que en este texto se nos dice es que sus paisanos lo rechazaron, mientras que había gente de Cafarnaún y de otros lugares que lo habían aceptado hasta el punto de se(-)guirlo en su regreso a Nazaret. 2. se puso a en(-)señar en la sinagoga: La descripción que se ha(-)ce de Jesús como maestro y sanador nos recuerda lo dicho en 1,21-28. La reacción ini(-)cial a su sabiduría y obras poderosas es el asombro. La pregunta sobre el origen de am(-)bos, «¿De dónde le viene a éste todo esto?», tiene un carácter irónico: Mientras que sus paisanos buscan la respuesta en la filiación de su maestro, resulta que el origen de sus pode(-)res se encuentra en Dios. 3. ¿no es éste el car(-)pintero, el hijo de María, el hermano de Santia(-)go, de José, de Judas y de Simón?: La ironía se agrava con los comentarios más duros y nega(-)tivos que aparecen en este versículo. La des(-)cripción de Jesús como el «hijo de María» po(-)dría ser un insulto, puesto que a los judíos se les conocía tradicionalmente por el nombre del padre, en nuestro caso, «hijo de José». Las explicaciones que se han dado a la expresión «hijo de María», argumentando que José ya habría muerto o que se trataría de una alusión a la concepción virginal de Jesús, son impro(-)bables. Sobre el significado de «hermanos» y «hermanas», véase MNT 65-72; cf. Mc 15,40. y se escandalizaban por su causa: El significado básico de skandalon es «piedra de tropiezo». La reacción positiva o quizá neutral hacia Je(-)sús se ha vuelto negativa. 4. un profeta sólo es despreciado en su tierra...: Este proverbio sir(-)vió como una interpretación pertinente del re(-)chazo que sufrió Jesús en el pueblo de Naza(-)ret. 5. y no pudo hacer allí ningún milagro: Mt 13,58 suaviza la frase («No hizo muchos mila(-)gros allí»); Lc 4,16-30 la omite. La segunda oración («tan sólo...») modifica y suaviza la primera. A Marcos le interesaba más el pro(-)blema de la falta de fe de la gente que lo que el Jesús terreno pudo hacer o los aspectos psico(-)lógicos de la curación mediante la fe. 6. estaba sorprendido por su falta de fe: La parte anterior del evangelio terminaba con la siniestra noti(-)cia de la oposición de fariseos y herodianos a Jesús (3,6).

38 (IV) Jesús incomprendido por sus discípulos en Galilea y su entorno (6,6b-8,21) . La primera parte (6,6b-34) se centra en los discípulos de Jesús, presentándolos bajo una luz favorable. Pero al final de la tercera parte (7,24-8,21) se expone su incomprensión mediante una serie de preguntas brutales. Las dos últimas partes (6,35-7,23; 7,24-8,21) tienen una estructura similar (tres relatos de milagro y una controversia); en ambas encontramos una comida milagrosa de la muchedumbre.

39 (A) La misión de los discípulos y la muerte de Juan (6,6b-34). La parte inicial de esta sección principal utiliza la técnica del «sandwich». Comienza con el envío de Jesús a sus discípulos a una misión (6,6b-13), narra la historia de la muerte de Juan Bautista (6,14-29) y, después, describe el regreso de los discí(-)pulos (6,30-34). El discipulado puede implicar el sufrimiento y la muerte; el destino del Bau(-)tista presagia el de Jesús y sus discípulos.

40 (a) La misión de los discípulos (6,6b-13). Marcos ha construido un marco redaccio(-)nal (6,6b-7.12-13) en el que ha incluido unos dichos sobre las provisiones para el ministerio (6,8-9) y cómo afrontar la hospitalidad y el re(-)chazo (6,10-11). Las actividades de los discí(-)pulos extienden el ministerio jesuano de la proclamación del reino de Dios con palabras y hechos. Antes de llegar a los tiempos de los mass media, las ideas filosóficas y religiosas se propagaban principalmente a través de misio(-)neros itinerantes. Así, las instrucciones dadas en 6,8-11 habrían servido a la Iglesia primitiva como un manual de control para misioneros y para quienes los hospedaban. La intencionali(-)dad de estos dichos es subordinar las cuestio(-)nes materiales y físicas a la tarea de la predi(-)cación del reino de Dios. Los detalles reflejan las condiciones de la Palestina del s. I. 6. reco(-)rría las aldeas del contorno enseñando: Si lee(-)mos 6,6b en relación con 6,6a, parece que la decisión de enseñar en otros sitios fue conse(-)cuencia del rechazo. Ahora bien, si lo leemos en relación con 6,7-13, entonces se marca un nuevo período en el ministerio galileo de Je(-)sús, cuando compartió su predicación y poder de curación con los Doce. 7. poder sobre los es(-)píritus inmundos: Marcos presenta la misión de los Doce como extensión del propio minis(-)terio de enseñanza y curación (principalmente los exorcismos) de Jesús. Véase 9,18, donde los discípulos son incapaces de expulsar un demonio. 8. que no tomaran nada para el ca(-)mino: La falta de preocupación por el confort material del viaje refleja la urgencia de la la(-)bor de los discípulos y la confianza en Dios que ello exige, excepto un bastón: Mt 10,10 y Lc 9,3 prohíben que los discípulos tengan un bastón. La singularidad marcana puede expli(-)carse como tendencia a la moderación o como lectura errónea del arameo T, «excepto», por el original /, «no», ni zurrón ni dinero en la fa(-)ja: El zurrón contendría una suma sustancial de dinero, mientras que en la faja sólo se lle(-)vaba una pequeña cantidad. Se prohíbe la uti(-)lización de cualquier recurso financiero. 9. calzaran sandalias: Mt 10,10 y Lc 10,4 prohí(-)ben que los discípulos tengan sandalias; quizá se refieran a otro par extra, porque caminar a pie desnudo por la rocosa Palestina sería difí(-)cil. dos túnicas: El término griego chitón se re(-)fiere a la ropa interior que estaba en contacto con la piel. 10. cuando entréis en una casa, quedaos en ella: Los misioneros itinerantes dependen de la hospitalidad local. Este man(-)dato intentaba prevenir la «trepa social», e.d., gastar tiempo y energías para conseguir un acomodo mejor. Los misioneros itinerantes re(-)presentaban un problema para las comunida(-)des locales. En este sentido, la Didajé (11,4-5) aconseja que se acogiera al apóstol durante uno o dos días, pero que si se quedaba más tiempo era señal de que se trataba de un falso profeta. 11. sacudid el polvo de la planta de vuestros pies: En el caso de que no se les aco(-)giera, se ordena a los discípulos que realizaran solamente una acción simbólica, evitando to(-)da represalia violenta; esta acción tenía como objetivo provocar la reflexión en la gente del pueblo. Puede haber cierta conexión entre sa(-)cudir el polvo de los propios pies y el regreso a Palestina; la idea sería que un pueblo no hos(-)pitalario no pertenecía al verdadero Israel. 12. predicaban que se convirtieran: El resumen de la predicación de los discípulos recuerda el re(-)sumen de la predicación de Jesús en 1,14-15, subrayando el tema de la participación de los discípulos en la misión del maestro. 13. expul(-)saban muchos demonios y ungían con aceite a muchos enfermos: A excepción de la referencia a la unción con aceite (cf. Lc 10,34; Sant 5,4), la descripción evoca las actividades de Jesús que ya nos ha contado el evangelio. En la an(-)tigüedad se utilizaba el aceite para curar las enfermedades.

41 (b) Muerte de Juan (6,14-29).
Entre el envío de los discípulos por Jesús (6,6b-13) y su regreso (6,30-34), Marcos inserta un informe sobre el interés que Herodes Antipas sentía por Jesús y lo que la gente opinaba de él (6,14-16), que desemboca en un relato retrospectivo sobre la muerte de Juan Bautista (6,17-29). Al colocar estos relatos en el contexto de la mi(-)sión de los discípulos, Marcos nos indica cuál sería el coste final del discipulado. Lo que Marcos busca especialmente con su narración de la muerte del Bautista es desarrollar un pa(-)ralelismo entre su destino y el destino de Jesús (y, también, el de los discípulos). 14. el rey He(-)rodes: Se trata de Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande. El título más apropiado es el de «tetrarca» (cf. Mt 14,1; Lc 9,7; ? Historia, 75:165). No parece que el inte(-)rés que Herodes sentía por Jesús se debiera a razones políticas, decían: Aunque el singular elegen, «él (Herodes) decía», aparece en la ma(-)yoría de los manuscritos, el plural elegon, «de(-)cían», encaja mejor con 6,15. La gente identi(-)ficaba a Jesús con el Bautista, Elías o uno de los profetas (sobre esta misma lista de nom(-)bres, cf. 8,28). Juan el Bautista ha resucitado de la muerte-. La idea de la resurrección del Bautista remite a la resurrección de Jesús. Jn 10,41 afirma que «Juan no hizo ningún sig(-)no», lo que no es incoherente con la idea que tenía Herodes de que un Juan redivivus sí po(-)día hacer milagros. 15. es Elías: La idea del re(-)torno de Elías se basaba en que había sido arrebatado al cielo (2 Re 2,11). Sobre la espe(-)ra de su retomo en un contexto escatológico, cf. Mal 3,1.23. un profeta como los antiguos profetas: Con esta frase puede aludirse a cual(-)quier personaje profético o al profeta como Moisés que se había prometido en Dt 18,15. 16. Herodes decía: Juan, a quien yo decapité, ha resucitado: Marcos presenta la opinión de He(-)rodes como un gemido de desesperación («Otra vez Juan el Bautista»). La referencia a Juan en este contexto da pie a que Marcos nos cuente la historia de cómo Herodes fue el res(-)ponsable de la muerte del Bautista. 17. Hero(-)días, la mujer de su hermano Filipo: Herodías era sobrina de Herodes Antipas. Se había ca(-)sado no con Filipo, sino con otro hermano de Antipas, que también se llamaba Herodes (Jo(-)sefo, Ant. 18.5.4 § 136; ? Historia, 75:165). El error del parentesco se debió a la tradición o al propio Marcos. Filipo estaba casado con Sa(-)lomé (cf. Ant. 18.5.4 § 137). 18. no te es lícito tener la mujer de tu hermano: La acusación de Bautista se fundamentaba en Lv 18,16 y 20,21, que prohibía que un hombre se casara con la mujer de su propio hermano. 19. quería ma(-)tarlo: Marcos atribuye la muerte del Bautista a la furia de Herodías por la acusación profética contra su matrimonio con Antipas, mientras que Josefo (Ant. 18.5.2 § 118) la relaciona con la amenaza política que suponía la creciente popularidad del Bautista. La figura de Jezabel, en 1 Re 21, puede haber sido el modelo litera(-)rio en el que Marcos se inspiró para crear su retrato de Herodías. 20. Herodes temía a Juan: Se ponen en relación la impotencia de Hero(-)días para asesinar a Juan con la peculiar fasci(-)nación que Herodes sentía por él. 21. magna(-)tes, tribunos y nobleza de Galilea: La presencia de estas personas en la fiesta de cumpleaños de Herodes sugiere que la celebración tuvo lugar en Tiberias, la capital de Galilea. Pero Josefo (Ant. 18.5.2 § 119) dice que el Bautista fue eje(-)cutado en la fortaleza de Maqueronte, en la orilla oriental del mar Muerto. Herodes podía haber invitado a sus hombres de confianza a unas vacaciones en Maqueronte, donde el Bau(-)tista estaba encarcelado por razones de seguri(-)dad (e.d., para apartarlo de la gente). 23. hasta la mitad de mi reino: Las palabras de Herodes son las mismas que dijo el rey persa Asuero a Ester (cf. Est 5,3). Que la chica agrade al rey evoca Est 2,9, y el ambiente del banquete real nos recuerda inmediatamente la escena del banquete de Est 1,1-22. Pero interpretar este relato evangélico como un midrás del relato veterotestamentario de Ester va más allá de es(-)tos pocos paralelismos. 24. la cabeza de Juan el Bautista: La respuesta inmediata de Herodías a la pregunta de Salomé indica que Herodías lo tenía todo planeado de antemano. Esto la implica como culpable y convierte a Herodes Antipas en víctima de su atolondrada prome(-)sa. 25. en una bandeja: El término griego pinax, que originalmente describía una «plan(-)cha» o «tablón», fue posteriormente utilizado para referirse a una bandeja ancha y plana. La rapidez con que la chica hace su petición («in(-)mediatamente») y la horrorosa idea de colocar la cabeza de Juan sobre la bandeja en medio del banquete provocan repugnancia en el lec(-)tor. 26. el rey se entristeció por su juramento: Jefté representa el paradigma veterotestamen(-)tario del voto atolondrado (Jue 11,29-40). Mar(-)cos presenta a Antipas como una presa cogida entre su fanfarronada de que daría a Salomé cuanto le pidiese y la realidad concreta de su petición. El hecho de que su palabra y reputa(-)ción fuesen más importantes que la vida de Juan añade más sordidez al relato. 28. se la en(-)tregó a la joven: La entrega de la cabeza que el soldado hace a Salomé y ésta a Herodías cons(-)tituye otro de los terroríficos detalles del rela(-)to. 29. sus discípulos fueron a recoger el cadá(-)ver y le dieron sepultura: Esta descripción se evocará en la escena que nos presenta el trata(-)miento dado al cadáver de Jesús en 15,45-46; el paralelismo entre el destino de Juan y del Je(-)sús parece haber sido el objetivo principal que Marcos quería lograr con esta perícopa.

42 (c) El regreso de los discípulos (6,30-34). Se podría sugerir que estos versículos constituyen el comienzo del relato de la comi(-)da de los cinco mil (6,35-44). Sin embargo, sus obvias relaciones verbales con el encargo mi(-)sionero (6,6b-13) y el «sandwich» que estos dos pasajes forman con 6,14-29, indican que pertenecen a la sección 6,6b-29. No obstante, hay ciertos elementos en 6,30-34 que contri(-)buyen a crear el escenario para la multiplica(-)ción de los panes y peces. La perícopa subraya la participación de los discípulos en el minis(-)terio del maestro, el entusiasmo de la gente y la compasión de Jesús. 30. los apóstoles: La utilización que, en esta ocasión, hace Marcos del término «apóstol» podría deberse a que en 6,29 había llamado «discípulos» a los seguido(-)res del Bautista, todo cuanto habían hecho y enseñado: Este resumen un tanto impreciso de la misión de los discípulos se relaciona con las partes redaccionales marcanas de la tarea mi(-)sionera (6,7.12-13), lo que sugiere que tam(-)bién fue añadido por Marcos. 31. venid a un lugar solitario: Este versículo y los restantes nos preparan para la escena de la multiplica(-)ción de los panes (6,35-44). El hecho de que Jesús y sus apóstoles estuvieran en un lugar solitario y sólo tuvieran alimento suficiente para ellos crea la situación remota para que acontezca la alimentación milagrosa de los cinco mil. 33. llegaron antes que ellos'. La mu(-)chedumbre que iba a pie llega antes que Jesús y sus discípulos, que viajaban en barca. Su inesperada presencia provee la situación pró(-)xima para la multiplicación. 34. como ovejas sin pastor: La frase se basa en Nm 27,17; 1 Re 22,17 y Ez 34,5-6.
43 (B) Actos de poder y una controver(-)sia (6,35-7,23). Esta sección y la siguiente (7,24-8,13) tienen una estructura similar: unas acciones milagrosas a las que sigue una con(-)troversia. Todos los episodios se centran en Je(-)sús, el hacedor de milagros, el sanador y el maestro. Pero lo más importante de todo son las declaraciones cristológicas implícitas de Mesías (6,35-44), Hijo de Dios (6,45-52) e in(-)térprete autorizado de la ley del AT (7,1-23).
44 (a) Alimenta a cinco mil (6,35-44). La alimentación milagrosa nos recuerda la ali(-)mentación del pueblo por Dios en el desierto y el milagro de Elíseo, que dio de comer a cien hombres (2 Re 4,42-44). Nos remite a la idea de la vida en el reino de Dios, concebido como un banquete que preside el Mesías. Se trata, por consiguiente, de una enseñanza que da Je(-)sús sobre la naturaleza del reino de Dios que ya llega. Hay algunas conexiones obvias con la última cena (cf. 6,41; 14,22), lo que da a nues(-)tro relato una dimensión eucarística. Marcos y sus lectores vieron en este acontecimiento una anticipación de la última cena y del ban(-)quete mesiánico que se celebraban en las eu(-)caristías comunitarias. El relato de la alimen(-)tación de los cinco mil hombres se cuenta en los cuatro evangelios (cf. Mt 14,15-21; Lc 9,12-17; Jn 6,1-15); un relato paralelo de alimenta(-)ción de cuatro mil se encuentra en Mc 8,1-10 y Mt 15,32-39. 35. sus discípulos: Marcos re(-)toma su forma habitual de llamar a los segui(-)dores de Jesús. En la primera parte de este re(-)lato (6,35-38), los discípulos entablan un diálogo con Jesús y no logran percibir sus ob(-)jetivos. Posteriormente se desarrollará este te(-)ma de su errónea comprensión de Jesús, el lu(-)gar está despoblado y ya es muy tarde: Con su primera intervención, los discípulos dejan cla(-)ro los problemas que conllevaba alimentar a una muchedumbre. En 6,36 sugieren que Je(-)sús mande a la gente a comprar víveres. La descripción del lugar como eremos, «solita(-)rio», puede tener alguna conexión con el mo(-)tivo veterotestamentario del maná, aunque no podríamos considerar que este lugar rodeado de pueblos fuera realmente un desierto. Tra(-)dicionalmente se localiza en la zona de etTabgha (E. Bagatti, Salmanticensis 28 [1981] 293-98). 37. dadles vosotros de comer: La res(-)puesta que da Jesús a su sensata sugerencia los deja sin argumentos; en su segunda inter(-)vención, en la que le dicen que harían falta unos doscientos denarios para comprar pan, se percibe un tono cercano a la hostilidad. Re(-)cordemos que un denario era lo que un jorna(-)lero ganaba por un día de trabajo (Mt 20,2). 38. dos peces: La referencia a los peces (6,41.43) parece una idea secundaria. Los es(-)pecialistas han dado varias interpretaciones a la función que desempeñan en el relato. Para unos sería un indicio de que en algunas euca(-)ristías del cristianismo primitivo se utilizaba el pescado como criaturas marinas comesti(-)bles en correspondencia con las codornices con las que Israel se alimentó en el desierto (Nm 11,31; Sab 19,12). Otros autores opinan que sería una anticipación de las criaturas marinas que formarían parte del banquete mesiánico (4 Esd 6,52; 2ApBar 29,4). Esta úl(-)tima interpretación parece la más probable. 40. por grupos: El griego prasia significa «un lecho para puerros», que se plantaban en hile(-)ras rectas. La gráfica descripción de la mu(-)chedumbre en 6,39-40 da una sensación de or(-)den y decoro, y contribuye así a la idea del banquete mesiánico. 41. levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes: La semejanza entre las frases de 6,41 y 14,22 (la última cena) indica que esta comida en el desierto se interpretó como una anticipación de la eucaristía (que a su vez anticipaba el banquete mesiánico). La bendición habría si(-)do la tradicional bendición judía previa a la comida, los fue dando a los discípulos para que los distribuyeran: En ocasiones se describe la actividad de los discípulos como parte de la anticipación eucarística, pues se les presenta como aquellos que distribuyen el pan. 42. co(-)mieron todos hasta quedar saciados: Otro ele(-)mento del trasfondo del relato puede haber si(-)do la alimentación milagrosa de cien hombres realizada por Eliseo (2 Re 4,42-44), en la que todos comieron y quedaron sobras. 43. doce cestos llenos de fragmentos: El término gr. klasmata, «fragmentos», aparece en un contexto eucarístico en Did 9. Él número doce puede aludir simbólicamente a Israel; cf. el número siete (¿una referencia a los gentiles?) en 8,8. 44. cinco mil hombres: La gran cantidad de personas alimentadas significa que Jesús su(-)peraba con creces a Eliseo.
(Fowler, R. M., Loaves and Fisches [SBLDS 54, Chico 1981]. van Cangh, La multiplication des pains et lEucharistie [LD 86, París 1975].)

45 (b) Caminando sobre las aguas (6,45-52) La aproximación a este relato como una epifanía/teofanía es sumamente coherente con la presentación que hace Marcos. Jesús y sus discípulos constituyen el doble objeto de la focalización: (1) El caminar sobre las aguas, el paso junto a ellos y su palabra «soy yo» nos su(-)gieren la identidad divina de Jesús. (2) Los dis(-)cípulos experimentan toda una gama de emo(-)ciones que concluye con el asombro y el co(-)mentario que hace Marcos sobre su incomprensión de la verdadera identidad de Jesús. 45. a la otra orilla, en dirección a Betsaida: Betsaida Julia estaba en el lado nororiental del mar de Galilea. Pero según 6,53 desembarca(-)ron en Genesaret, en el lado noroccidental, de(-)bajo de Cafarnaún. 46. orar: El hecho de que Jesús orara tras el milagro de los panes y an(-)tes de caminar sobre el agua dejaba bien claro que la fuente de su poder era el Padre. 47. la barca estaba en medio del mar: Con esta frase no se quiere decir que se hallaban en el centro geográfico del mar de Galilea sino que estaban lejos de la costa en la que Jesús se encontraba. él estaba solo en tierra: Mediante la preposi(-)ción epi, «sobre», se ubica a Jesús sobre (en) tierra; el hecho de que esta preposición apa(-)rezca en esta expresión dificulta que interpre(-)temos epi tés thalassés (6,48) como «caminan(-)do sobre el mar». 48. pues el viento les era contrario: El viento (cf. 6,51), aunque tiene cierto protagonismo en el relato, no cumple el mismo papel que tenía en el relato de la tem(-)pestad calmada (4,35-41). cuarta vigilia de la noche: Según el cómputo romano, la cuarta vi(-)gilia correspondía a la franja horaria entre las tres y las seis de la mañana, caminando sobre el agua: Marcos quería decir «sobre el agua», no simplemente «por la orilla»; no podemos elaborar una teoría que explique este fenóme(-)no de forma natural a partir de la utilización que aquí se hace de la preposición epi (cf. 6,47). Para el AT sólo Dios puede caminar so(-)bre el agua (cf. Job 9,8; 38,16). La representa(-)ción de Jesús caminando sobre el agua conlle(-)va, por tanto, una afirmación implícita de su divinidad, hizo ademán de pasar de largo: La afirmación cristológica implícita se ve reforza(-)da por el uso del verbo parelthein, que está co(-)nectado con la tradición teofánica en los LXX (cf.Éx 33,19.22; 34,6; 1 Re 19,11). El hecho de que se encuentre en la traducción griega de Amos (7,8; 8,2) sugiere también que Jesús que(-)ría ayudar a sus discípulos en la adversidad (H. Fleddermann, CBQ 45 [1983] 389-95). 50. soy yo: En el contexto de autorrevelación y teofanía, esta frase debe aludir a la fórmula de revelación que el AT (Éx 3,14; Dt 32,39; Is 41,4; 43,10) aplica a Yahvé, contribuyendo, de este modo, al mensaje cristológico implícito de to(-)do el texto. La fórmula egó eimi tiene una gran relevancia en el evangelio de Juan. 52. no ha(-)bían entendido lo de los panes: Marcos atribu(-)ye el asombro de los discípulos a su dureza de corazón (cf. 8,14-21, en donde la crítica es aún más fuerte). Es posible que, en la perspectiva de Marcos, el problema residiera en la forma en que los discípulos percibían a Jesús. Tenían que ir más allá de su interpretación como Me(-)sías que preside el banquete mesiánico (cf. 6,35-44) para entenderlo como el Hijo de Dios (cf. 1,1; 15,39), e.d., como un ser divino.

46 (c) Curaciones (6,53-56).
El vocabula(-)rio de la perícopa indica que fue Marcos quien la compuso, posiblemente sobre la base de al(-)gunas tradiciones ya existentes. Aunque posee un carácter contrario al clímax logrado tras la multiplicación de los panes y el caminar sobre el agua, vuelve a situar en el centro de nuestra atención un tema clave del evangelio, Jesús el sanador. La recepción entusiasta dada por el pueblo contrasta con la actitud criticona de los adversarios en la siguiente controversia (7,1-23). 53. en Genesaret: El viaje, que partió para Betsaida Julia, termina en Genesaret, bien le(-)jos del objetivo inicial (cf. comentario sobre 6,45) . Esta desviación se explica por la acción del viento (6,48) o (más probablemente) por la conexión de unidades de la tradición que eran originalmente independientes. 56. que les deja(-)se tocar siquiera la orla de su manto: Esta idea, que aparece en el relato de la curación de la mujer en 5,25-34, se generaliza ahora, y que(-)daban curados: El término griego esózonto también puede significar «salvados». Con toda seguridad, el sentido literal de curación es el que aquí se quiere comunicar en primer lugar, pero la elección de éste verbo sitúa la curación en el contexto del kerigma cristiano.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 Christ is contemned of his countreymen. 7 He giueth the twelue power ouer vncleane spirits. 14 Diuers opinions of Christ. 18 Iohn Baptist is beheaded, 29 and buried. 30 The Apostles returne from preaching. 34 The miracle of fiue loaues and two fishes. 45 Christ walketh on the Sea: 53 And healeth all that touch him.
1 [ Mat_13:54.] And hee went out from thence, and came into his owne countrey, and his disciples follow him.
2 And when the Sabbath day was come, he began to teach in the Synagogue: and many hearing him, were astonished, saying, From whence hath this man these things? And what wisedome is this which is giuen vnto him, that euen such mightie workes are wrought by his hands?
3 Is not this the carpenter, the sonne of Mary, the brother of Iames and Ioses, and of Iuda, and Simon? And are not his sisters heere with vs? And they were offended at him.
4 But Iesus sayde vnto them,

[Disciples sent out.]

[ Joh_4:4 .] A Prophet is not without honour, but in his owne countrey, and among his owne kinne, and in his owne house.
5 And he could there doe no mightie worke, saue that he laid his hands vpon a few sicke folke, and healed them.
6 And he marueiled because of their vnbeliefe. [ Mat_9:35 Luk_13:22 .] And he went round about the villages, teaching.
7 [ Mat_10:1 .] And he calleth vnto him the twelue, and began to send them foorth, by two and two, and gaue them power ouer vncleane spirits,
8 And commanded them that they should take nothing for their iourney, saue a staffe onely: no scrip, no bread, no [ The word signifieth a piece of brasse money, in value somewhat lesse then a farthing, Mat_10:9 .but here it is taken in generall for mony.] money in their purse:
9 But be shod with sandales: and not put on two coats.
10 And he said vnto them, In what place soeuer yee enter into an house, there abide til ye depart from that place.
11 [ Mat_10:14 .] And whosoeuer shall not receiue you, nor heare you, when yee depart thence, [ Act_13:51 .] shake off the dust vnder your feet, for a testimonie against them: Uerely I say vnto you, it shalbe more tolerable for Sodom and Gomorrha in the day of iudgement, then for that citie.
12 And they went out, and preached that men should repent.
13 And they cast out many deuils, [ Jam_5:14 .] and anointed with oyle many, that were sicke, and healed them.
14 [ Mat_14:1 .] And king Herod heard of him (for his name was spread abroad:) and hee said that Iohn the Baptist was risen from the dead, and therefore mightie workes doe shew foorth themselues in him.
15 Others said, That it is Elias. And others said, That it is a Prophet, or as one of the Prophets.
16 [ Luk_3:19 .] But when Herod heard thereof, he said, It is Iohn, whome I beheaded, he is risen from the dead.
17 For Herod himselfe had sent forth and laid hold vpon Iohn, and bound him in prison for Herodias sake, his brother Philips wife, for hee had maried her.
18 For Iohn had said vnto Herod, [ Lev_18:16 .] It is not lawfull for thee to haue thy brothers wife.
19 Therfore Herodias had [ Or, an inward grudge.] a quarrel against him, & would haue killed him, but she could not.
20 For Herod feared Iohn, knowing that he was a iust man, and an holy,

[Iohn beheaded.]

and [ Or, kept him or saued him.] obserued him: and when he heard him, hee did many things, and heard him gladly.
21 And when a conuenient day was come, that Herod on his birth day made a supper to his lords, high captaines, and chiefe estates of Galilee:
22 And when the daughter of the said Herodias came in, and danced, and pleased Herod, and them that sate with him, the king said vnto the damosell, Aske of me whatsoeuer thou wilt, and I will giue it thee.
23 And he sware vnto her, Whatsoeuer thou shalt aske of me, I will giue it thee, vnto the halfe of my kingdome.
24 And she went forth, and said vnto her mother, What shall I aske? And she said, The head of Iohn ye Baptist.
25 And she came in straightway with haste, vnto the king, and asked, saying, I will that thou giue me by and by in a charger, the head of Iohn the Baptist.
26 And the king was exceeding sory, yet for his othes sake, and for their sakes which sate with him, hee would not reiect her.
27 And immediatly the king sent [ Or, one of his guard.] an executioner, and commaunded his head to be brought, and he went, and beheaded him in the prison,
28 And brought his head in a charger, and gaue it to the damosell, and the damosell gaue it to her mother.
29 And when his disciples heard of it, they came and tooke vp his corpse, and laid it in a tombe.
30 [ Luk_9:10 .] And the Apostles gathered themselues together vnto Iesus, and tolde him all things, both what they had done, and what they had taught.
31 And he said vnto them, Come yee your selues apart into a desert place, and rest a while. For there were many comming and going, and they had no leisure so much as to eate.
32 [ Mat_14:13 .] And they departed into a desert place by ship priuately.
33 And the people saw them departing, and many knew him, and ranne afoote thither out of all cities, and outwent them, and came together vnto him.
34 [ Mat_6:39 .] And Iesus when he came out, saw much people, and was moued with compassion toward them, because they were as sheepe not hauing a shepherd: and hee beganne to teach them many things.

[Miraculous feeding.]

35 [ Mat_14:15 .] And when the day was now far spent, his Disciples came vnto him, and said, This is a desert place, and now the time is farre passed.
36 Send them away, that they may goe into the countrey round about, and into the villages, and buy themselues bread: for they haue nothing to eate.
37 He answered and said vnto them, Giue yee them to eate. And they say vnto him, Shall we goe and buy two hundred [ The Rom. penie is seuen pence halfe penie as Mat_18:28 .] penniworth of bread, and giue them to eate?
38 He saith vnto them, How many loaues haue yee? goe, and see. And when they knew, they say, Fiue, and two fishes.
39 And he commanded them to make all sit downe by companies vpon the greene grasse.
40 And they sate downe in rankes by hundreds, and by fifties.
41 And when he had taken the fiue loaues, and the two fishes, he looked vp to heauen, and blessed, and brake the loaues, and gaue them to his disciples to set before them; and the two fishes diuided he among them all.
42 And they did all eate, and were filled.
43 And they tooke vp twelue baskets full of the fragments, and of the fishes.
44 And they that did eate of the loaues, were about fiue thousand men.
45 And straightway he constrained his disciples to get into the ship, and to goe to the other side before [ Or, ouer against Bethsaida.] vnto Bethsaida, while he sent away the people.
46 And when hee had sent them away, he departed into a mountaine to pray.
47 [ Mat_14:23 .] And when Euen was come, the ship was in the midst of the Sea, and he alone on the land.
48 And he saw them toiling in rowing (for the wind was contrary vnto them:) and about the fourth watch of the night, he commeth vnto them, walking vpon the Sea, and would haue passed by them.
49 But when they saw him walking vpon the Sea, they supposed it had bene a spirit, and cried out.
50 (For they all saw him, and were troubled) and immediately hee talked with them, and saith vnto them, Be of good cheere, It is I, be not afraid.
51 And hee went vp vnto them into

[Mens traditions.]

the ship, and the wind ceased: and they were sore amazed in themselues beyond measure, and wondered.
52 For they considered not the miracle of the loaues, for their heart was hardened.
53 [ Mat_14:34 .] And when they had passed ouer, they came into the land of Genesareth, and drew to the shore.
54 And when they were come out of the ship, straightway they knew him,
55 And ran through that whole region round about, and beganne to carrie about in beds, those that were sicke, where they heard he was.
56 And whithersouer he entred, into villages, or cities, or countrie, they laide the sicke in the streetes, & besought him that they might touch if it were but the border of his garment: and as many as touched [ Or, it.] him, were made whole.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El Señor de la naturaleza (ver Mat. 14:22-33). Cuando todos se habían retirado y Jesús había enviado a los discípulos en una barca para regresar a Betsaida, subió a un monte para estar a solas en oración. Había alimentado a las multitudes como Moisés había alimentado a Israel en el desierto con el maná. ¿Sería posible que esa multitud lo siguiera meramente en la esperanza de obtener comida, al igual que antes lo habrían seguido puramente con la esperanza de ser sanados? (ver Juan 6:26). La oración de Jesús fue interrumpida por su interés en sus discípulos. Desde el monte él podía ver la barquilla a lo lejos sobre el lago no pudiendo avanzar por causa del viento. De manera que en lo más obscuro de la noche él caminó hacia ellos andando sobre las aguas. Es imposible pensar de esto como que anduvo sobre la ribera o a lo largo de la playa, como algunos han querido interpretar. Los discípulos, siendo pescadores conocían muy bien el lago, y eso no los hubiera horrorizado. No hay dificultades en que Jesús caminara sobre las aguas si recordamos que él era el Hijo de Dios. En el AT Dios dominó las aguas turbulentas, y en este lugar su Hijo estaba haciendo lo mismo.

No sabemos por qué Jesús quería pasarlos de largo. Es posible que quiso que lo reconocieran y le pidieran ayuda, o demostraran su fe de alguna otra manera. Si así fuese, él se desilusionó, porque cuando clamaron era solamente por el terror que tenían. Pero aun este clamor de terror fue suficiente para que Jesús se allegara a la barca desde la cual él calmó el viento. Ellos se habían olvidado del milagro de la multiplicación de los panes; como también de que él ya había calmado otra tormenta. La reacción de ellos fue de asombro completo porque no comprendían, a pesar de que los poderes del reino de Dios ya habían sido demostrados con claridad.

Al desembarcar, Jesús se encontró con una multitud de gente trayéndole sus enfermos para ser sanados. La fe de estas personas era como la de la mujer con el flujo de sangre; sólo pedían poder tocar el borde de su manto, porque sabían y creían que él podría sanarlos. A veces los cristianos más sencillos pueden ver de inmediato las verdades espirituales a las cuales los teólogos son ciegos.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Atravesando, pues, el lago, arribaron a tierra de Genesaret, y abordaron allí. Apenas desembarcaron, que luego fue conocido. Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron (las gentes) a sacar en camillas a todos los enfermos, llevándolos a donde oían que paraba. Y doquiera que llegaba, fuesen aldeas, o alquerías, o ciudades, ponían los enfermos en las calles, suplicándole que les dejase tocar siquiera el ruedo de su vestido; y todos cuantos le tocaban quedaban sanos. (vv. 53-56)

Glosa
Después de haber expuesto el evangelista el peligro que habían corrido los discípulos en el mar, y cómo fueron salvados, refiere ahora a dónde llegaron, diciendo: "Atravesando, pues, el lago".

Teofilacto
Después de largo espacio de tiempo, arribó el Señor a dicho lugar; y por esto dice el evangelista: "Apenas desembarcaron, que luego fue conocido", es decir, por los habitantes.

Beda, in Marcum, 2, 28
Lo conocieron por su nombre, no por el rostro; o acaso lo conocieron muchos por la grandeza de sus milagros y por su rostro. Observemos cuánta era la fe de los hombres de la tierra de Genesaret, que no se contentan con tener ellos la salud, sino que avisan a otros pueblos de las inmediaciones, para que se apresuren a venir al médico. "Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron las gentes a sacar en andas", etc.

Teofilacto
No le invitaban a que fuese a curar a las casas, sino que le llevaban ellos mismos los enfermos. "Y donde quiera que llegaba, fuesen aldeas, o casas de campo", etc. El milagro de la mujer del flujo de sangre había llegado a oídos de muchos, y les inspiraba mucha fe, por la cual sanaban.

Beda, in Marcum, 2, 28
En sentido místico, debemos entender por la franja de su vestido el menor de sus preceptos, porque el que lo quebrante será llamado el menor en el reino de los cielos; o el asumir nuestra carne, por lo que tenemos acceso al Verbo de Dios, y gozaremos después de su Majestad.

Pseudo-Jerónimo
Lo que sigue: "Y todos los que le tocaban quedaban curados", se cumplirá cuando cese el gemido.


Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



11. "Sacudan hasta el polvo de sus pies": ver nota Mat_10:14. 22. Otros manuscritos dicen: "Su hija Herodías".

37. "Denarios": ver nota Mat_18:28.

56. Ver nota Mat_9:20.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 6.7 Mc 3.14-15.

[2] 6.11 Sacúdanse el polvo de los pies: en señal de rechazo; cf. Hch 13.51.

[3] 6.8-11 Lc 10.4-11.

[4] 6.13 Cf. Stg 5.14.

[5] 6.14-15 Mt 16.14; Mc 8.28; Lc 9.19. Cf. Mal 4.5-6; Eclo 48.4,10.

[6] 6.17 Véase Mt 14.3 n.

[7] 6.17-18 Lc 3.19-20; cf. Lv 18.16; 20.21.

[8] 6.30-44 Cf. el relato similar en Mc 8.1-10 y Mt 15.32-39.

[9] 6.34 Cf. 1 R 22.17; Ez 34.5; Mt 9.36.

[10] 6.42-43 Cf. 2 R 4.43-44.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Desde 4,35 hasta aquí, prácticamente todos los acontecimientos relatados se sitúan en distintos viajes alrededor del mar de Galilea. Este sumario final resume dos de las notas que han presidido esta parte: sus milagros y, frente a la perplejidad de los discípulos, el reconocimiento de Jesús por parte de la gente.


La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Sanaciones en Genesaret. En este nuevo sumario o síntesis (1,32-39; 3,7-12) el evangelista resalta la itinerancia misionera de Jesús que busca a la gente de pueblo en pueblo, y la fe de la gente que busca acercarse a Jesús para encontrar alivio a sus dolencias y exclusiones.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*6:30-8:31 Esta sección del Evangelio según san Marcos se conoce con el nombre de «sección de los panes» porque en ella se habla varias veces de «los panes».

Torres Amat (1825)



[1] Nazaret, en donde se había criado.

[3] De Santiago el Menor. Gal 1, 19.

[5] No quería, por la dureza de corazón de sus paisanos. Mat 13, 58.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

εὐθὺς WH Treg NA28 ] εὐθέως RP

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] * Mc 3:7 * Mc 3:7 * * Mt 4:23 * Mc 1:39 * Lc 4:44 * Mt 9:35 * Mt 14:35 * Lc 6:17