Ver contexto
Porque se ha embotado el corazón de este pueblo,
han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado;
no sea que vean con sus ojos,
con sus oídos oigan,
con su corazón entiendan y se conviertan,
y yo los sane. (Mateo 13, 15) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 13

Parte segunda

ACTIVIDAD DEL MESÍAS EN GALILEA Continuación

VI. LAS PARÁBOLAS (13,1-52).

Conocemos ya dos grandes discursos en el Evangelio de san Mateo, a saber, el sermón de la montaña (capítulo 5-7), y la «instrucción de los discípulos» (capítulo 10). Ahora llegamos al tercer gran discurso, al capítulo 13, que refiere las parábolas. San Marcos ya ofrece una pequeña compilación de parábolas que él mismo había preparado o acaso adoptado de otra (Mar_4:1-34). San Mateo acoge esta pequeña compilación y la amplía. Este precioso capítulo está construido y ordenado tan artificiosamente como las otras secciones de discursos. Sin violentar el texto se divide en tres partes. La sección primera contiene la parábola del sembrador, un fragmento intermedio sobre el sentido del lenguaje de las parábolas y la explicación de la parábola (Mar_13:3). La sección segunda empieza con la parábola de la cizaña, a continuación siguen las dos parábolas del grano de mostaza y de la levadura, unas frases de carácter general con una cita del profeta, y finalmente la explicación de la parábola de la cizaña (Mar_13:24-43). La sección tercera contiene tres parábolas más breves, la del tesoro, la de la perla y de la red barredera (Mar_13:44-50). La instrucción se concluye con una parte que redondea y que al mismo tiempo coloca todo el capítulo a la luz que intentaba dar el evangelista (Mar_13:51s).

En este discurso se han reunido en total siete parábolas y dos explicaciones de parábolas, además un número de importantes textos intermedios que se refieren por regla general al modo de hablar usado en las parábolas. Mediante dichos textos intermedios el capítulo viene más bien a ser como una compilación de textos instructivos semejantes, también se convierte en una pequeña teoría sobre el lenguaje de Jesús en las parábolas y su importancia para la Iglesia. El reino de Dios es el gran tema que enlaza entre sí todas las parábolas. Antes ya hemos oído hablar de este tema fundamental del mensaje de Jesús. Ahora lo encontramos expresado en forma de parábola, lo cual es característico de Jesús. Todavía hay muchas otras parábolas, que han sido transmitidas en los Evangelios. Todas las aquí reunidas se refieren en sentido más estricto al misterio del reino de Dios. Esto se dice algunas veces con claridad en la introducción («el reino de los cielos se parece...» 13,24. y así en otros pasajes. Estamos acostumbrados a esta traducción literal. Pero detrás de esta fórmula hay un arraigado modismo rabínico, que siempre expresa con una forma abreviada la comparaci6n entre dos cosas y siempre quiere decir: «en el reino de los cielos ocurre como en...»).

El lenguaje de las parábolas puede muy bien esclarecer el carácter del reino, futuro y, sin embargo, también presente, oculto en los designios salvíficos de Dios y, sin embargo, manifiesto en el tiempo presente. En efecto, la parábola emplea la manera de hablar de la comparación, no la directa inmediatez. Toma los modos de ver de algún sector de la realidad, las parábolas de Jesús los toman principalmente de la vida y de los trabajos de la gente sencilla en el campo o en la ciudad. Pero la realidad aludida siempre es el reino de Dios. Está en el oyente descubrir esta relación, reconocer lo que propiamente se alude. El oyente no sólo tiene que oír bien, sino que ha de ser capaz de captar el sentido propuesto. Debe aplicarse a meditar y, sobre todo, ha de encontrar el ámbito de la fe. Sólo puede entender íntegramente lo que quieren decir las parábolas el que escucha con fe, por tanto el que se abre a Jesús y pone su confianza en las palabras de Jesús. Sólo eso ya distingue las parábolas de las visiones apocalípticas del tiempo futuro, en las que se dan pormenores precisos sobre la vida en el infierno o en el reino de los cielos, sobre el tiempo del fin del mundo y los acontecimientos que entonces tendrán lugar. Pero Jesús quiere que el hombre sea afectado por la realidad de Dios y crea, y con la fe recorra el camino de la conversión y de la nueva vida. ésta es su doctrina del reino de Dios. La parábola es una forma de enseñar antiquísima y corriente en muchas literaturas. Jesús enlaza esta forma instructiva con los profetas y con las enseñanzas de la sabiduría en Israel, pero también con los rabinos que han expuesto especialmente el reino de Dios con bellas y profundas parábolas. Se conserva gran número de estas parábolas rabínicas. Se puede aclarar lo común y lo distintivo entre ellas y las parábolas de Jesús. Las parábolas de Jesús sobresalen por su gran sencillez y concisión, por su aspecto simple y por su profundo significado. Para entender una parábola no se requiere haber estudiado ni tener mucha ciencia. La parábola es sencilla y fácilmente accesible a cualquier hombre. El que se orienta en la forma debida, comprende el sentido de la parábola, tanto si es persona culta como si tiene una manera sencilla de pensar.

1. SECCIÓN PRIMERA (13,3).

a) Parábola del sembrador (Mt/13/01-09).

1 Aquel día salió Jesús de casa y fue a sentarse a la orilla del mar. 2 Un gran gentío se reunió en torno a él, de forma que tuvo que subirse a una barca y sentarse en ella, mientras todo el pueblo permanecía de pie en la orilla. 3a y les habló de muchas cosas por medio de parábolas, diciendo:...

Al principio el evangelista traza un cuadro escénico que ha de aplicarse a todo el discurso: Jesús sale de la casa y se sienta a la orilla del lago de Genesaret, mientras confluyen las multitudes para oírle. «La casa» se concibe con frecuencia en el Evangelio como el ambiente de la intimidad familiar o también de la instrucción especial para los discípulos o para un grupo todavía más reducido de los apóstoles. Hay enseñanzas especiales para un pequeño grupo y la proclamación dirigida a todos. A todos hay que aplicar lo que ahora sigue. La aglomeración es tan grande que Jesús sube a una barca, para poder hablar a todos. ¡Qué escena! Jesús está sentado en la barca, a suficiente distancia de la orilla, para poderlos ver a todos. Allí se coloca el pueblo formando una mezcla abigarrada; todos están pendientes de los labios de Jesús, para que nada se les escape. ¡Qué hambre de la palabra! ¡Qué interés por la salvación! ¡Qué fuerza de atracción debía de tener Jesús! Los hombres acuden donde realmente puede oírse la voz de Dios, donde su Espíritu da testimonio eficaz de sí mismo, aunque tenga que servirse de palabras humanas.

En el sermón de la montaña Jesús estuvo sentado como maestro enaltecido sobre el pueblo y por lo mismo sacado de su medio ambiente (5,1s). El mensaje de Jesús procedió de arriba. Ahora está sentado frente al pueblo, pero separado por la barca y el agua. Habla a los hombres desde la otra orilla. Jesús habla por medio de parábolas. Con esta locución el evangelista dice en seguida de qué manera de enseñar se sirve Jesús en lo que sigue y cómo se establece la unidad de toda la composición del discurso. Con esta locución también se indica el otro tema -junto al tema del reino de Dios-, que también debe tratarse objetivamente en las próximas secciones: qué sentido tiene en general el lenguaje parabólico de Jesús. Desde el principio hemos de prestar atención a ello y aceptar la instrucción que contiene este capítulo sobre las parábolas de Jesús. Es una instrucción que recibimos de labios del evangelista y por tanto del corazón y pensamiento de la antigua Iglesia.

3b Salió el sembrador a sembrar. 4 Y según iba sembrando, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. 5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde había poca tierra; brotó en seguida, porque la tierra no tenía profundidad; 6 pero, en cuanto salió el sol, se quemó; y como no había echado raíces, se secó. 7 Otra parte cayó entre zarzas, y como las zarzas también crecieron, la ahogaron. 8 Otra parte cayó en tierra buena y dio fruto: una al ciento por uno, otra al sesenta, otra al treinta. 9 El que tenga oídos, que oiga.

La narración empieza con sencillez: «Salió el sembrador a sembrar.» Lo que llegará a ser la semilla, no se decide por su calidad o cantidad, sino por el suelo en que cae. Porque la semilla de nada es capaz sin este suelo. Sólo lleva fruto, cuando puede echar raíces y lograr el suficiente alimento. Para comprender la parábola se tienen que conocer las circunstancias de Palestina. Allí el labrador con un saco, en que está la simiente, va al campo que todavía está yermo desde la última cosecha. No ha sido labrado para recibir la nueva simiente. La labranza se hace después de la siembra. Así se explica más fácilmente por qué muchas semillas caen en el camino, otras entre zarzales, otras en un suelo pedregoso, privado de tierra a causa de la lluvia. Después de la labranza queda decidido definitivamente lo que llegará a ser la semilla.

La que cayó al borde del camino no dará fruto, porque los granos después de algún tiempo son comidos a picotazos por los pájaros sobre el suelo endurecido por las pisadas. Lo que cayó entre zarzas (es decir, en medio de la maleza), no puede desarrollarse, porque la simiente de la mala hierba crece con mayor rapidez y ahoga el tallo tierno. Lo que cayó en suelo pedregoso hace ya tiempo que se secó. Pero también hay semillas que cayeron en terreno bueno. Estas semillas son las que fructifican: al treinta, al sesenta, al ciento por uno. La semilla se ha multiplicado de una manera maravillosa. Es pequeña y contiene en apariencia exigua virtud, pero de ella procede el tronco robusto con sus espigas y granos. No todos los troncos dan el mismo fruto, las tierras de pan llevar especialmente fértiles dan también abundante rendimiento. En otros parajes, que son pedregosos o están mal abonados, el rendimiento resulta más exiguo. Eso lo sabe cualquier campesino de Palestina.

¿Qué significado debe tener esta narración? No se nos ha dado ninguna ayuda. ¿Quizás esta ayuda nos la debería dar la breve frase final: «El que tenga oídos, que oiga»? Entonces la historia sólo trataría de la conveniente audición y describiría la esterilidad o el éxito de la adecuada audición. Pero esta breve frase sólo hay que entenderla como exhortación a escuchar bien y hacer reflexionar sobre lo que se ha oído. Al principio de la parábola nunca se dice que se trate de una comparación con el reino de Dios. Tampoco llegamos a conocer quién puede ser el sembrador y qué es la semilla. Pero el evangelista ha insertado la narración en la gran serie de las parábolas del reino de Dios. Evidentemente ha de darse algún conocimiento sobre este tema. Preguntémonos qué debe llamar la atención en la historia y qué debe hacer reflexionar a los oyentes. Podría ser el diferente destino de la semilla, la distinta calidad de la tierra de labranza o también la actividad del sembrador. Nada de eso es el punto esencial. Antes bien lo esencial es lo que acontece en la siembra. Debe mostrarse cómo se efectúa la siembra y cómo se dan juntos el fracaso y el éxito. Hay que notar un triple fracaso que va en aumento: primeramente ya se consume el grano, luego se destruye la nueva simiente, finalmente la planta. Tres veces no se consigue éxito. Hasta aquí podría parecer que el esfuerzo del campesino haya sido en balde. Pero entonces viene la otra parte: el éxito sorprendente. El fracaso se compensa con el abundante fruto. Contra toda apariencia y, a pesar de las circunstancias adversas, se manifiesta ahora finalmente el verdadero sentido de la siembra. La simiente germina y da un beneficio ubérrimo. Debemos entender: aunque el fracaso podría aparecer como regla, al fin triunfa el éxito. La obra cunde. El sembrador en último término no se siente defraudado. ¿Qué clase de obra es la que cunde? La realización del reino de Dios. Ahora en el tiempo decisivo de Jesús, penetran las fuerzas del reino. Pero es muy poco lo que puede percibirse del dominio y la majestad divinas. La respuesta son los oídos sordos y la resistencia de corazones duros. No obstante, dice Jesús, el éxito decisivo es seguro. La obra y la palabra de Dios no pueden resultar estériles. Eso no lo dice una fe optimista, sino el conocimiento del ser divino de Dios y la llegada inapelable de su reino. Debemos llenarnos de esta confianza, cuando leemos este relato. Todavía resuena otra idea. Si se habla del sembrador, de la semilla, del campo labrantío, del definitivo fruto y, por tanto, también de la cosecha, entonces el hombre de antaño percibía al mismo tiempo, lo que es el último objetivo de la historia, el juicio de Dios. Simiente, fruto y cosecha son imágenes corrientes de la acción de Dios con el género humano y de la separación del juicio final, al fin de los tiempos. El fruto que debe producirse es propiamente el de nuestra vida, lo que nuestra existencia terrena llegue a rendir, con la posibilidad de almacenar este fruto en los graneros eternos. En la explicación de la parábola (13,18-23) se insiste de forma especial en que es el hombre mismo quien ha de producir el fruto válido ante Dios. La misma parábola ya insinúa esta aplicación monitoria. Por tanto no sólo oímos el mensaje alentador de que el plan de Dios consigue con seguridad su objetivo, sino simultáneamente la advertencia a procurar no encontrarnos sin el fruto el día de la cosecha...

b) Finalidad de las parábolas (Mt/13/10-17).

10 Y acercándose a él los discípulos le dijeron: ¿Por qué les hablas por medio de parábolas? 11 Y él les respondió: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos, no. 12 Porque, al que tiene, se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun aquello que tiene se le quitará.

Difícilmente podemos imaginar cómo los discípulos se acercan a Jesús en el lago, y pueden dirigirle sus preguntas. El evangelista ya no presta atención al cuadro que antes ha delineado (13,1-3a). Le interesa referir por separado la doctrina enseñada al pueblo y la instrucción dada a los discípulos. Lo que ahora sigue son palabras dirigidas al grupo íntimo, a los entendidos e iniciados que están a distancia del pueblo. Los discípulos empiezan preguntando por qué les habla en parábolas. Este pronombre se refiere, sin duda, a las multitudes (13,2). Con este pronombre se indica que el lenguaje parabólico es considerado como una especie de lenguaje secreto, no como abierta instrucción sobre el reino de Dios. Es una pregunta que solamente podía originarse cuando la proclamación de Jesús no daba los frutos que debía dar. ¿Quizás la recusación, la actitud cerrada y la incredulidad se debían a que Jesús no hablaba abiertamente y con bastante claridad, sino que envolvía su mensaje con parábolas? Jesús contesta con la frase difícilmente inteligible de que «a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos», pero a ellos no. Se habla de los misterios. No se manifiesta espontáneamente lo que es en realidad el reino de Dios, no se impone ni supera al hombre. Es un misterio, que solamente lo conoce el oyente solícito y por él es reconocido. Jesús llama a todos y no olvida a nadie, su palabra va dirigida a todos los grupos de hombres sin distinción. Pero allí, en diferentes campos de labranza, se decide si se acepta o se rechaza la palabra de Jesús, si puede echar raíces y dar fruto, o si se pierde en seguida o en el curso del tiempo. Pero todavía queda un residuo. No se dice qué son los misterios del reino de Dios. En nuestro contexto se suscita en primer lugar el pensamiento de que con la palabra misterios se hace alusión a las explicaciones de las parábolas. El capítulo contiene dos explicaciones circunstanciadas (13,18-23; 13,36-43).

Estos textos evidentemente desempeñan un gran papel para san Mateo y para su manera de entender el capítulo. Dos veces se dice que la explicación sólo se confía a los discípulos: «Escuchad, pues, el sentido de la parábola del sembrador» (13,18), y también: «Entonces dejó las muchedumbres y se fue a casa» (13, 36a). En estas explicaciones debe exponerse el verdadero contenido de los relatos, la realidad aludida. ésta sólo se da a conocer a los que no solamente se han abierto al mensaje de Jesús, sino que ya son «discípulos». La relación entre la parábola y la explicación de la misma aparece como la relación entre la catequesis preparatoria y la propiamente dicha. En la frase final del capítulo también se dice del verdadero escriba que está instruido sobre el reino de los cielos y como tal se asemeja al dueño de una casa (13,52). El iniciado e instruido, el discípulo de Jesús, conoce el reino de Dios, es decir sus misterios, su verdadera realidad.

Los v. 16 y 17 todavía llevan algo más lejos. Se alaba a los discípulos como bienaventurados, porque ven y oyen, es decir, aquí ven y oyen tal como conviene. Pero lo que ven y oyen es la persona y la palabra de Jesús. En su palabra y en su persona está el misterio más profundo del reino de Dios. Ya no hay que formularlo con ninguna frase instructiva, ni tampoco con ninguna explicación de parábolas. Pero este misterio central ha resplandecido ante los ojos de los discípulos y sus oídos lo han percibido. Por consiguiente pueden y tienen que ser «discípulos», porque el reino de Dios se les ha abierto en la persona del maestro. La separación pasa también necesariamente por entre los discípulos (los que están dentro y entienden) y las muchedumbres, o sea, los que están fuera y son sordos. Suena con dureza en nuestros oídos que aquí se diga: A vosotros se os ha concedido, pero a ellos no se les ha concedido. Hay en esta distinción un supremo misterio, que tampoco es aclarado por esta frase, un misterio de la vocación y de la elección sobre el cual el hombre en último término no puede dar informes. Este misterio está encerrado sólo en Dios y en su soberana voluntad dominadora, y no le conviene al hombre preguntar a Dios sobre este particular ni pedirle cuentas (Cf. Rom_9:19 ss.). Lo que es cierto es que el camino para dar fruto sólo está abierto al oyente bien dispuesto. Pero eso no puede ser mal entendido como una relación entre una condición necesaria y una consecuencia, de tal modo que el hombre por sí mismo pudiera calcular o incluso exigir, si cumple la condición. Entonces el conocimiento del reino de Dios y la admisión entre los discípulos sigue siendo un misterio de Dios. Entonces también siguen siendo elección y gracia, puro obsequio. «Yo usaré de misericordia con quien quiera, y haré gracia a quien me plazca» (Exo_33:19)... Aquí el evangelista añade acertadamente la frase porque, al que tiene, se le dará y tendrá de sobra... Esta frase recuerda la conclusión de la parábola con su gradación del fruto, según que éste sea del ciento, del sesenta o del treinta por uno (Exo_13:8). Esta frase muestra que Dios tiene amplias miras y espera otorgar sus dones profusamente. Recibimos «gracia sobre gracia» hasta conseguir el tesoro exuberante de la vida eterna, el cual es superior a toda ponderación. No tiene nada que esperar el que no tiene nada, quien nada trae consigo, es decir, según el v. 11, aquel a quien Dios no ha dado nada, y según el v. 13 aquel que no se abre con el oído ni con la vista. Por el contrario, así como al otro se le añade, a él se le quita incluso lo poco que tiene. Más aún, por fin se le quitará todo, cuando llegue el día del juicio. Entonces su vida se encogerá, y será vaciada hasta llegar a carecer por completo de sentido. Este es el destino del infierno que Jesús describe muy a menudo poniéndolo ante nuestra mirada. Este destino aquí relampaguea desde lejos. Con todo cualquiera entiende que se trata de una decisión radical y que esta decisión queda en manos de Jesús.

13 Por eso les hablo por medio de parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. 14 Y en ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: «Con vuestros oídos oiréis, pero no entenderéis; y viendo veréis, pero no percibiréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido y con sus oídos pesadamente oyeron, y cerraron sus ojos; no sea que perciban con sus ojos y oigan con sus oídos y entiendan con su corazón y se conviertan, y que yo los sane» (/Is/06/09s).

Ahora Jesús contesta directamente a la pregunta de por qué les habla por medio de parábolas. Lo hace refiriéndose a las palabras del profeta Isaías, que se citan inmediatamente con bastante extensión (13,14s). El profeta había recibido directamente de Dios el encargo de endurecer el corazón de este pueblo. Este corazón está maduro para la completa aniquilación, porque es obstinado, nunca siguió realmente el llamamiento de Dios ni obedeció al Señor de la alianza. La aniquilación empieza con el endurecimiento del corazón, que ya no puede oír ni entender, y por consiguiente no puede capacitarse para la curación. Dios encarga al profeta que anuncie el juicio sobre el pueblo, juicio que ya tiene lugar con sus palabras. Se tiene que conocer este punto de partida para comprender la respuesta de Jesús. Sólo un desengaño que perduró a través de los siglos, y una desobediencia que se había ido acumulando, hacen que llegue a ser comprensible este juicio de Dios, pronunciado por el profeta contra el pueblo. Jesús había empezado de nuevo y acababa de proclamar el mensaje de la gracia. Cualquiera podía acercarse y nadie estaba excluido. Pero también aparece en la generación de Jesús el misterio de la obstinación. Sólo un pequeño grupo se le había unido y había creído en él. Pero los demás han visto y, sin embargo, no han visto; han oído y, sin embargo, no han entendido. Así pues, ya está dictada la sentencia contra ellos, así como antes contra la generación de los profetas. No se les anuncia abiertamente el misterio, sino con un encubierto lenguaje en parábolas, porque han permanecido estériles y han desperdiciado la oportunidad (El texto de san Marcos (/Mc/04/11s) todavía es más duro, cuando dice que Jesús habla en parábolas «para que viendo, vean, pero no perciban...» Aquí no se designa la obstinación como motivo, sino como finalidad del lenguaje parabólico. Sobre este particular, cf. sobre todo J. Schmid. El Evangelio según san Mateo, Herder, Barcelona 1967, p.316s). Así se vieron las cosas más tarde: Las comunidades creyentes, que habían conocido el misterio real de Jesús después de su resurrección, volvieron sus ojos a los tiempos de Cristo. Pero el conocimiento pleno propio de aquellas comunidades no es adecuado para medir aquella predicación en parábolas, que, naturalmente, se limita a insinuar y envuelve su contenido en imágenes. Los judíos de aquel tiempo no eran dignos de este conocimiento, porque no habían creído. De aquí conocen los fieles (y ello puede servirles de ejemplo) que la misma Palabra que trae la vida, puede convertirse en perdición. La ocasión desperdiciada puede tener consecuencias irreparables para la vida. La decisión ya se abre camino al primer momento en que uno se abre con prontitud o se cierra con dureza de corazón...

16 Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque os lo aseguro: muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo y no lo oyeron.

En estos versículos tenemos la llave para todo este pasaje, a partir del v. 10. Jesús dirige la palabra directamente a los discípulos, y los alaba llamándolos dichosos. Sus ojos son felices, porque ven, y sus oídos lo son, porque oyen. Hay una doble acción de ver y oír. Es una percepción y acogida meramente óptica y acústica y una concepción de la realidad, que se da a conocer con imágenes y palabras. Muchos profetas y justos han deseado ver lo que véis, y oir lo que oís. ¿Qué es lo que vemos y oímos? En primer lugar lo que ocurrió cuando vino Jesús. La actuación preparatoria del Bautista con su enorme amplitud. Y luego el mismo Jesús con la proclamación de su mensaje, la afluencia de la multitud, las señales prodigiosas y las palabras llenas de Espíritu. Se dice con prudencia «lo que vosotros estáis viendo», sin que se den pormenores. Antes hemos oído hablar de los «misterios del reino de los cielos» (13,11). En el fondo se alude a lo mismo: a Jesús. La realidad del reino de Dios, de su venida misericordiosa y de su manifestación en Jesús, el Mesías. Eso se podía ver y oir. Los unos permanecieron ciegos y sordos, los otros llegaron a ver y entender. Jesús les llama dichosos. Salvación para vosotros, los que habéis encontrado el camino y las huellas. Habéis encontrado el propio, el verdadero objetivo, no solamente para vuestra vida personal y para su última consumación, sino el objeto final del mundo y de la historia. Los profetas y los justos han vivido siglos antes que vosotros y han esperado con ansia esta manifestación de Dios, de la cual ellos no fueron testigos, sino que permanecieron en el adviento. Ahora el adviento se ha trocado en la verdadera «venida». Hay pocas palabras de Jesús que irradien y resplandezcan como éstas. Es el tiempo de la consumación, tiempo decisivo y tiempo de gracia, tiempo de la visitación de Dios, única e irrepetible. En la plenitud y fuerza de esta conciencia se hace presente el Señor. Y podemos decir que es cierto que quien se ha hecho cargo de esto y, en consecuencia, puede aplicarse a sí mismo estas palabras, es también dichoso: el que ve y conoce, el que oye y entiende. Dichoso el que cree y ha experimentado en Jesús el misterio de Dios. Es el misterio fundamental del mundo, que estaba escondido y ahora se ha manifestado en Cristo Jesús (cf. Col_1:24 ss).

c) Explicación de la parábola del sembrador (Mt/13/18-23).

18 Escuchad, pues, el sentido de la parábola del sembrador. 19 Cuando uno oye la palabra del reino sin profundizarla, viene el malo y arrebata lo sembrado en su corazón; éste es lo sembrado al borde del camino. 20 Lo sembrado en terreno pedregoso representa al que oye la palabra y de momento la recibe con alegría; 21 pero no echa raíces en él, porque es hombre de un primer impulso, y apenas sobreviene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, al momento falla. 22 Lo sembrado entre zarzas figura al que oye la palabra; pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra, y no da fruto. 23 Lo sembrado en tierra buena representa al que oye la palabra y la entiende y da fruto y llega al ciento por uno, al sesenta o al treinta.

Después de todo lo dicho, resulta evidente que la explicación sólo se da a los que entienden. Ellos llegarán a conocer el verdadero sentido de la parábola. Aunque no estuviera aquí está exposición o se diera de una forma algo distinta, en el fondo entenderíamos así la parábola basándonos en la fe. Pero la explicación es un ejemplo de cómo es acogido el discurso de Jesús por el creyente, la Iglesia y su proclamación apostólica, y cómo es aplicado a la situación propia de ellos. Es una disertación para los que están dentro, y no para los que están fuera. Es una especie de declaración de sí mismo y un resultado de la experiencia misional, tal como pudo inferirse de la práctica de la Iglesia. Sorprende el rigor con que la explicación se adapta a la estructura de la parábola. En conjunto ambas discurren paralelas. Según san Marcos al principio de la exposición estaba la frase lacónica: «El sembrador va sembrando la palabra» (/Mc/04/14).

Con esta frase se interpretó exactamente la importancia de la semilla en el sentido de la parábola. Se trata de la palabra, del mensaje del reino, de la nueva de la venida de la salvación. San Mateo pasa en seguida a describir los sucesos y en ellos hace recaer dos acentos importantes: se trata del oyente («cuando uno oye...») y de «la palabra del reino» (13,19). Con las dos expresiones Jesús ya establece la dirección de lo que ha explicado. Deben presentarse diferentes clases de oyentes del mensaje de salvación del reino de Dios. Esta dirección no coincide exactamente con la de la parábola. En ésta se encuentra en primer término lo que sucede en la siembra, es decir la obra de Dios en la proclamación de Jesús. En la explicación está en primer término la recepción subjetiva y la diferente respuesta que se da a la palabra. En la parábola hay que robustecerse con la esperanza del éxito otorgado con seguridad. En la explicación hay que precaverse del riesgo que amenaza, de la completa destrucción de la semilla. Así pues, el peso fuerte de un estímulo confiado en vista del menguado éxito se cambia en una exhortación a dar buena acogida al mensaje. Escucharemos, pues, esta explicación, y nos daremos por aludidos con ella. De este modo los dos textos -parábola y explicación- se complementan ventajosamente. El camino, al que ha sido echada la semilla, y del que ha sido quitada a picotazos por los pájaros, es comparado con una persona, que ha escuchado, pero no ha entendido. Sólo las palabras llegaron a su oído, pero el sentido de las palabras no penetró en su corazón. Ha percibido exteriormente el sonido, pero no ha abierto de veras su manera de pensar al contenido de la palabra, y por tanto al mismo Dios. Satán se acerca rápido y arrebata lo que se ha oído superficialmente.

Un segundo grupo de hombres lo forman, los que al principio escuchan y reciben con entusiasmo, pero no se mantienen firmes. El terreno es demasiado tenue, la semilla no puede echar raíces. Vienen las tribulaciones y la persecución. Se cansan, se escandalizan y recusan. Así como el grano se seca por los rayos del sol, así también perece su fe, que todavía no se ha fortalecido.

Un tercer grupo también escucha la palabra y la acepta, pero no puede defenderla contra las exigencias y los demás ofrecimientos seductores de la vida. Las preocupaciones y las riquezas impiden el crecimiento de la palabra, y permanece estéril. También aquí había una fe auténtica, pero ni pudo imponerse ni tomar a su servicio toda la vida. Pero el Evangelio exige la completa disposición y el primer derecho. «No podéis servir a Dios y a Mammón» (6,24c). «No os afanéis por vuestra vida: qué vais a comer; ni por vuestro cuerpo: con qué lo vais a vestir...» (6,25).

Por fin el último grupo, del que todo depende y que debe ser expuesto principalmente en la parábola, son los que oyen y entienden. Estos entienden bien, no sólo al principio e imperfectamente, ni tan sólo por algún tiempo o mientras resulte fácil y dé alegría creer, sino en las tribulaciones e indigencias, en la dura polémica con las otras fuerzas que quieren dominar nuestra vida. Entender en estas condiciones es entender plenamente, es una comprensión de que Dios quiere ser Señor por completo, siempre y en todas partes, es comprender que el hecho de ser discípulo importa un compromiso para toda la vida en su altura y amplitud. Al que así ha «entendido» se le da constantemente, se le provee ubérrimamente con dones de Dios, lleva mucho fruto. A cada cual según la medida de su conocimiento se le da el ciento por uno, el sesenta o el treinta. La Iglesia apostólica sabe que hay diferencias en la manera de entender. No consiguen la plena madurez del conocimiento todos los que se han adherido a la fe. La fe da en germen el conocimiento y la sabiduría de Dios. Pero, con la medida de amor y renuncia aportada por el individuo, se decide cuán profundamente es introducido él en el conocimiento de Dios. San Pablo fue uno de los que Dios obsequió con un conocimiento inusitado. La carta a los Hebreos también distingue entre la fe incipiente una verdad primordial (la «leche»), y una sabiduría más elevada (la «comida sólida») para los perfectos (/Hb/05/11 ss). La misma manera de ver encontramos también en la parábola de los talentos (25,14-30).

Son diferentes los dones que el Señor de la casa reparte antes de partir de viaje. También es proporcionalmente distinta la ganancia que obtienen los criados. A los que han tenido éxito según la medida de sus dones, se les añaden nuevos dones en la rendición de cuentas. Pero el criado perezoso que había enterrado su talento, no sólo es arrojado a las tinieblas exteriores, sino que se le quita lo poco que tenía y se añade al que ya poseía la mayor parte: «Quitadle ese talento, y dádselo al que tiene los diez. Porque a todo el que tiene, se le dará y tendrá de sobra; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (25,28s). Los dones de Dios son diferentes, y el hombre no tiene derecho a interrogar a Dios sobre ellos o a quejarse de él. La comunidad debe admirar y recibir agradecido la riqueza de Dios y la variedad de sus dones. Se alegra de todos los que no sólo dan fruto al treinta por uno, sino al sesenta o al ciento por uno, como los santos de entre ellos.

2. SECCIÓN SEGUNDA (13,24-43).

a) Parábola de la cizaña (Mt/13/24-30).

Sigue otra parábola basada en la vida del campo. Es similar a la del sembrador por pertenecer al mismo ámbito de vida, por la contemplación del campo, de la sementera y de la cosecha. También está estrechamente ligada con la parábola de la red barredera (13,47s). Las dos constituyen como una doble parábola. No son raros tales ejemplos (Cf. el grano de mostaza y la levadura en 13,31-33; el tesoro y la perla en 31,44-46, la oveja perdida y la dracma perdida en 15,4-10, etc.).

24 Les propuso esta otra parábola: El reino de los cielos se parece a un hombre que siembra buena semilla en su campo. 25 Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. 26 Luego cuando brotó la planta y se formó la espiga, entonces apareció también la cizaña. 27 Los criados del padre de familia fueron a avisarle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? 28 El les respondió: Esto lo ha hecho algún enemigo. Los criados le dicen: ¿Quieres que vayamos a recogerla? 29 Pero él les contesta: No; no sea que, al querer recoger la cizaña, arranquéis con ella el trigo. 30 Dejad crecer los dos juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo, almacenadlo en mi granero.

Tenemos que representarnos, en forma viva, lo que aquí se nos narra. Un campesino ha estado durante el día en el campo, para sembrarlo. Un vecino que le odia mortalmente, lo ha observado. Se le ocurre un pensamiento abominable y lo realiza aquella misma noche. Pasa disimuladamente y sin ser visto por el mismo campo y esparce Ia semilla de cizaña. El vecino duerme tranquilo y, al principio, no se nota nada, pero cuando el trigo germina, aparece también la cizaña, en cantidad tan grande que sorprende. El hecho de que no fuera notada antes, puede ser debido a que una determinada cizaña, el joyo, al comienzo tiene un parecido sorprendente con el trigo. Pero ahora por primera vez se puede ver todo el infortunio. Los criados proponen al campesino la cuestión en sí razonable de si no se tiene que arrancar la cizaña. Pero quizás ya es demasiado tarde para ello, dado que ya «se forma la espiga» (13,26). No obstante sorprende que el campesino rechace la propuesta. Quiere que ambos crezcan juntos, para que el trigo no sufra ningún perjuicio, escardando el terreno. No tiene ningún sentido que se escarde ahora. En lugar de esto habrá pronto la siega, y entonces los segadores cumplirán el encargo del campesino de poner aparte la cizaña y atarla en gavillas para quemarla.

En Palestina la madera es escasa, por eso se desea tener material suplementario de combustión. Pero el trigo se guardará en el granero. La conducta del campesino es extraña de suyo. Cualquier hombre razonable, primero se ocupará en quitar la cizaña para que el grano tenga más aire. ¿No ha de temer el agricultor que la cizaña crezca más aprisa y más alta que el trigo, y lo ahogue, como se describe en la parábola precedente? (13,7). Esta sorpresa ya indica la dirección, en que hay que buscar la declaración, el sentido de la parábola. Lo que se quiere declarar, lo transparenta más esta parábola de la cizaña que la del sembrador. Se nota más claramente a quién se alude, cuando se habla del padre de familia (13,27). El vocablo es característico de san Mateo y se emplea con frecuencia de tal modo que el oyente haya de pensar en Dios o en Jesús, el padre de la familia de los discípulos (Cf. 10,25; 20,1.11; 21.33). Pero además hay otro sembrador, un «enemigo» (13,25.28). De las condiciones existentes en el campo no es responsable solamente el padre de familia. Si cuando se habla de él se señala a Dios, al hablar del enemigo se señala a su gran antagonista y rival, el malo y enemigo por antonomasia (cf. 13,19.38). Aquí se hace resaltar la siega con más fuerza que en la primera parábola. Al fin el juicio está en perspectiva. Pero lo principal consiste en otra cosa. Es la decisión del padre de familia. Se rechaza la propuesta de los criados, que es reemplazada por la decisión del señor de la casa. Esta decisión ha de respetarse, es decir, la cizaña y el trigo han de permanecer juntos hasta la siega. Toda separación y juicio antes de tiempo es una intromisión en el plan del señor de la casa. él se ha reservado el juicio. Soporta la cizaña y también el perjuicio que causa al trigo. Cuanto más lejos del hombre esté esta manera de pensar, tanto más ha de aceptarla. Esta decisión no se revoca.

Para el discípulo del reino la situación del mundo es difícilmente soportable, es una constante tentación de su confianza o de su propia voluntad de poner orden antes de tiempo. El día de la siega se quitará el tormento de los corazones de los buenos, y a los malos les sobrevendrá el destino que les corresponde. Dios tiene los hilos sujetos en la mano. Sabe que todo es llevado a la finalidad que él y ningún otro ha establecido. Dios sabe que el trigo no se perderá, sino que se conserva para ser recogido en el granero divino. Deben observar una actitud como la de Dios los que se han subordinado al dominio de la voluntad divina. Se requiere una gran fe y mucha bondad y madura sabiduría para poder pensar así. Dios se ha reservado el juicio para sí solo, «a mí me corresponde la venganza; yo daré el pago merecido, dice el Señor» (Rom_12:19). Cuando los discípulos quisieron hacer bajar fuego sobre una aldea samaritana que rehusó alojar a Jesús y a los suyos, Jesús se lo prohibió (Luk_9:54s). «No juzguéis y no seréis juzgados» (Luk_7:1).

b) Parábola del grano de mostaza (Mt/13/31-32).

31 Les propuso esta otra parábola: El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. 32 Con ser ésta la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la mayor de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que los pájaros del cielo pueden venir y anidar en sus ramas.

La pregunta de la que proviene la parábola, puede haber sido semejante a la pregunta de la parábola del sembrador. ¿Cómo debe representarse el poderoso reino de Dios en unos principios tan raquíticos? ¿Qué debemos conservar en este pequeño número, en la exigua eficacia del apostolado de Jesús, en el tenue eco del llamamiento de Jesús? ¿Es todo eso digno de Dios y del tiempo incipiente de la salvación?

En Palestina es proverbial que el grano de mostaza es la más pequeña de todas las semillas. Pero el arbusto desarrollado de la mostaza crece rápidamente hasta una altura de dos o tres metros, y es visible desde lejos. Es verdad que no se convierte en un «árbol», como se dice en la parábola. Aquí se introduce otra imagen, que es familiar al Antiguo Testamento, la imagen del árbol universal: «Así dice el Señor Dios: Yo mismo tomaré de la cumbre del cedro, de sus ramas más altas yo arrancaré un tierno ramo. Lo plantaré sobre una montaña muy elevada. Sobre un monte elevado de Israel lo plantaré. Echará ramas y dará frutos. Se convertirá en un magnífico cedro. Todos los pájaros habitarán a la sombra de sus ramas» (Eze_17:22s). El profeta menciona la antigua imagen del árbol universal, el vetusto símbolo de la fertilidad, de la vida y de la estabilidad. El mismo Dios plantará de nuevo el árbol en el tiempo futuro. Jesús hace aparecer la imagen y habla del árbol, al que vuelan los pájaros del cielo y anidan en sus ramas. Así sucederá al fin con la obra de Dios, que empieza humildemente como una insignificante semilla. Poniendo la mirada en este tiempo futuro el discípulo soporta con alegría el tiempo presente. Sabe que los pequeños principios actuales y las sencillas señales no pueden compararse con la obra consumada. El discípulo confía en Dios enteramente y sin reserva, confía en que Dios puede hacer grande una cosa tan exigua. Dios puede sacar de estas piedras hijos de Abraham, es decir, puede formarse un pueblo de la nada (cf. 3,9). Dios tiene normas distintas de las que tenemos los hombres. Lo exiguo ante él es grande, y lo grande que tienen los hombres, ante él es horrible. En la parábola todavía resuena otro pensamiento, el del crecimiento. No sólo debe aparecer gráficamente la relación entre la pequeña semilla y el gran árbol, sino también la índole dinámica del reino de Dios, en constante crecimiento y progreso, siempre encaminado a su objetivo. El reino prosigue y adelanta, Dios conduce los acontecimientos hacia su glorioso objetivo. El creyente está seguro de esta meta y de la acción de Dios, eficaz e impulsora de la historia, a pesar de que con frecuencia no aparezca como tal, sino que, por el contrario, dé la impresión de deterioro y no de mejora, y aun cuando otras veces el hombre se crea envuelto en el eterno girar del retorno de lo idéntico.

c) Parábola de la levadura (Mt/13/33).

33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos se parece a un poco de levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa.

Esta parábola se cuenta con mucha llaneza y concisión en un versículo. Una mujer quiere cocer pan. A la gran cantidad de harina se añade una porción insignificante de levadura, la mujer mezcla las dos, las cubre con un paño y las deja. Después de algún tiempo ha ocurrido algo admirable: toda la harina ha fermentado. La pequeña cantidad hizo un gran efecto. Como en la parábola del grano de mostaza también aquí se trata, en primer lugar, de lo sorprendente, del cambio brusco, de la comparación asombrosa entre el principio y el fin. Así sucede con el reino de Dios. Por sus humildes indicios no se puede juzgar su pleno poder, desarrollo y grandeza. Pero aquí todavía es más importante el pensamiento de la eficacia. La pequeña parte de levadura tiene en sí una vigorosa fuerza vital. La levadura puede hacer fermentar una gran masa de harina, de forma que pueda cocerse y producir pan. Es, por así decir, el principio vital del conjunto. El pequeño número y la cantidad minúscula no pueden engañar. Ante Dios no sólo tiene validez otra medida en la relación entre lo grande y lo pequeño, sino también entre lo eficaz y lo débil. Interiormente está lleno de fuerza vital lo que exteriormente puede parecer débil e indigente. Con la debilidad externa del mensajero se desarrolla la fuerza interna del mensaje (Cf. Gal_4:13; 1Co_1:25.27; 1Co_2:3; 2Co_12:8s). Son realmente divinos el nuevo corazón y el nuevo espíritu, que Dios ha prometido y que ahora quiere formar en la plenitud del tiempo. La persona que se subordinó por completo al dominio de Dios y se dejó transformar por él es como una levadura para su ambiente. La efectiva fuerza vital, que fluye y palpita en esta persona, comprende todo lo que está alrededor de ella y se le confía. No sólo los grandes acontecimientos, sino nuestra pequeña vida cotidiana nos muestran esta fuerza vital, si está incorporada en personas vivientes. También nos muestran su eficacia y su capacidad de irradiación sobre los demás. Jesús ha dicho al pequeño grupo de sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo..., vosotros sois la sal de la tierra..., no puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte» (cf. 5,14-16). ¿Conocemos el tesoro que Dios ha insertado en nuestra vida? ¿Creemos que estamos llamados para dedicarnos a nuestro ambiente con esta fuerza, para hacerlo fermentar con la vida de Dios, aunque lo hagamos con tentativas muy humildes, poco vistosas y quebradas por nuestras debilidades y fragilidad? Esta es la vida de Dios.

d) La enseñanza por medio de parábolas (Mt/13/34-35).

34 Todo esto lo dijo Jesús a las muchedumbres por medio de parábolas, y sin parábolas no les decía nada. 35 Para que se cumpliera lo anunciado por el profeta: En parábolas abriré mi boca, declararé lo que desde la creación está oculto.

A continuación siguen dos versículos sobre el sentido del lenguaje de Jesús en las parábolas. Estos versículos concluyen esta sección de enseñanza del pueblo, que se contrapone a la parte siguiente, que sólo se dirige a los discípulos. Con relación al pasaje anterior (13,10-15) estos dos versículos tienen otra dirección. Deben mostrar que el modo de hablar de Jesús en las parábolas corresponde a la Escritura. Las palabras del Antiguo Testamento no están en ningún profeta, sino en el libro de los salmos, aunque de una forma algo distinta: «Yo abriré a las parábolas mi boca. Expondré los arcanos de los tiempos idos... » (Psa_77:2). Jesús sólo habla al pueblo con parábolas, porque el pueblo no presta atención al mensaje y no cree. Las parábolas sólo pueden ser aclaradas a los que les gusta escuchar y ya han entendido. Aquí el evangelista sigue utilizando este pensamiento de 13,10-15. El embotamiento de Israel no se debe a Dios ni a Jesús, su causa no es la manera enigmática de la proclamación del Señor. Este posible error está excluido por la palabra de la Escritura, según la cual el elegido de Dios ha de hablar con parábolas. Eso quiere decir el evangelista, así lo pudieron entonces entender los judíos, a quienes era familiar esta manera de expresarse de la Escritura. Se reconoce claramente que estos versículos (como también 13,10-15) incluyen la experiencia del tiempo posterior. La misión entre los judíos en conjunto había fracasado. Israel no sólo había rechazado al Mesías, sino también a los misioneros después de pentecostés. Se vuelve la mirada a los acontecimientos y se procura dilucidar la recusación, que difícilmente se puede comprender. Un medio para entender es la explicación del lenguaje parabólico del Señor. Aquí se introduce la separación entre oyentes solícitos y embotados. A los primeros se les hace comprender las parábolas añadiéndoles la explicación de las mismas (cf. Ias explicaciones de las parábolas del sembrador y de la cizaña). Pero los demás, los que están fuera, sólo llegan a conocer las parábolas sin la clave, es decir sin la explicación, porque se han colocado fuera. Tenemos que esforzarnos por separar entre sí las dos cosas: la parábola primitiva, tal como Jesús la ha contado y nos la transmite inmediatamente, y por otra parte la explicación de las parábolas en general, que son un fragmento de la teología cristiana primitiva y que debían ayudar a poner en claro el endurecimiento de Israel para la Iglesia de aquel tiempo. Dios ofrece el pleno sentido y la verdadera comprensión de sus misterios sólo a los que han abierto su espíritu y su corazón para entenderlos. Así sucedía en Israel, así sucede en la Iglesia.

e) Explicación de la parábola de la cizaña (Mt/13/36-43).

36 Entonces dejó a las muchedumbres y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos para decirle: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 él les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del malo; 39 el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es el final de los tiempos; los segadores son los ángeles.

Jesús regresa a la casa de donde (13,1) había salido. La predicación oficial a todos está separada de la instrucción especial a los discípulos. Ahora los discípulos piden expresamente una explicación: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Luego sigue una explicación, que en esta forma está una sola vez en toda la tradición evangélica. En primer lugar casi todas las personas y acciones del relato son transferidas a la realidad religiosa, y son enumeradas como en una lista (*). El Hijo del hombre es el sembrador; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del malo; el enemigo es el diablo; la siega es el final de los tiempos; los segadores son los ángeles. En esta enumeración ya se ve que en la explicación se pretende algo esencialmente distinto de lo que se pretendía en la parábola. En ésta se trataba de la decisión del padre de familia de dejar crecer ahora la cizaña y el trigo, aquí se trata de la siega futura, de la muerte definitiva de la cizaña y del trigo.

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(*) Hoy día se reconoce casi generalmente que esta explicación de la parábola de la cizaña no procede de labios de Jesús, sino que reproduce la predicación de la antigua Iglesia, que, sin embargo, no sólo tiene que considerarse como palabra inspirada, sino que también tiene derecho por sí misma a una alta consideración. Un conjunto de observaciones lingüísticas hacen incluso probable que sea una explicación original del evangelista san Mateo

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Por la parábola se descubre el drama del juicio final. Este drama debió realmente inducir a explicar y nombrar las distintas figuras. Pero la explicación manifiesta un profundo deseo de la antigua Iglesia. Los predicadores tenían interés en impugnar una temeraria seguridad que podía difundirse entre los llamados a la salvación. Al mismo tiempo se puso ante la mirada la gravedad y el terror del juicio, hacia el que también se dirigen los que se han salvado, con la esperanza de ser también salvados le segunda vez. Se revela el drama del fin del mundo. Quien domina el mundo y en todas partes arroja su semilla es el Hijo del hombre. No el humilde peregrino de Galilea, ni el supuesto revolucionario fracasado y condenado a muerte, ni tampoco el rey del tiempo final, que venía sobre las nubes del cielo y fue contemplado por el profeta como "uno que parecía el Hijo del hombre" (Dan_7:13); sino el Señor del tiempo actual del mundo, computado desde la presentación de Jesús hasta su segunda venida para el juicio, el Señor de las comunidades y de todas las naciones. El campo puede significar simplemente el mundo. No se hace ninguna diferencia entre el terreno laborable primitivo, el pueblo de la alianza del Antiguo Testamento (el pueblo primeramente destinado a la salvación), y los pueblos paganos que se agregan. Todos ellos son ahora sin distinción terreno laborable para la semilla del divino sembrador. De él procede la buena semilla, éstos son los hijos del reino. Reino aquí es una dicción abreviada de la forma más completa "reino de los cielos" o "reino de Dios". Los hijos del reino son los que a él están llamados y han seguido este llamamiento por propia decisión. Ahora ya forman parte del reino, pero conseguirán un día la plena filiación, si de su actual vocación también dimana la definitiva elección (Sobre la diferencia entre vocación y elección, cf. Io que se dice a propósito de 22,14; sobre la filiación al fin de los tiempos, cf. Io que se dice a propósito de 5.9). Así pues, los hijos del reino son los aspirantes a poseerlo definitivamente. Aunque no tengan ninguna garantía, tienen una esperanza justificada de conseguir esta posesión, porque han sido llamados y han seguido este llamamiento. Es un honroso título ser hijo del reino de Dios. Se oponen con violencia los hijos del malo, que el demonio ha diseminado y de él proceden. Aquí no se distingue entre los que sólo están comprometidos en parte con el malo, y otros que están enteramente a merced de él. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los hijos del reino también son tentados y pueden caer, es decir, están constantemente amenazados por el malo. La mirada se dirige al fin, en el que cada uno ha obtenido su "forma" definitiva y su decisión ha madurado plenamente para una cosa o la otra. Incluso entre los miembros de la comunidad los hay propiamente malos. Hay quienes han pretendido destruir, sembrar discordia, causar confusión, seducir y atraer a la apostasía. Aquí no se ha de preguntar si dichos miembros son enteramente malos y ya no son capaces de conversión o si sólo se han convertido temporalmente en el instrumento del malo. En cualquier caso cooperan con el malo y contra Dios y su obra. Los que tienen el nombre y la dignidad de hijos del reino, pueden ser interiormente hijos del malo. Esto se hace patente al fin. La segunda parte de la explicación cuenta cómo se llevará a cabo la separación.

40 Pues lo mismo que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así sucederá al final de los tiempos: 41 el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los escandalosos y a todos los que cometen la maldad, 42 y los arrojarán al horno del fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 43 Entonces los justos, en el reino de su Padre, resplandecerán como el sol. El que tenga oídos, que oiga.

Lo que sucede en el campo, cuando se recoge la cizaña y se quema en el fuego, eso también ocurrirá al fin del mundo. El Hijo del hombre es el que juzga. En esta segunda parte de la parábola se habla sobre todo del destino de los malos. Se los debe prevenir. Solamente al final se les opondrán los justos: brillarán como el sol, en el reino del Padre (13,43a). Los malos ya no tendrán ninguna esperanza, sino que serán arrojados muy lejos de Dios. Las expresiones corresponden al tiempo y son corrientes para los rabinos como para todos los contemporáneos de Jesús. Allí está el "horno del fuego", y reina el "llanto y el rechinar de dientes". Estas expresiones tienen que ser explicadas para que las comprendamos. Porque no se trata de tormentos físicos, sino de la exclusión definitiva de la gloria y de la vida de Dios. Por esta exclusión los condenados se sumergen en la desesperación y en la rabia impotente. En este pasaje llegamos a conocer mejor la índole de estos hijos del malo. Se nombran dos grupos, los "escandalosos" y los que "cometen la maldad". En san Mateo se habla con frecuencia de los escándalos y de los que los provocan. Esta expresión no debe ser privada de su fuerza. El escándalo afecta siempre a la totalidad de la persona y principalmente a la fe. El que se escandaliza, pierde la fe, se aleja de Dios y de su llamamiento, quizás por un motivo insignificante. Dar escándalo a un tercero significa ser motivo de caída para el otro, que deja de cumplir con su dignidad de cristiano. Tales escandalosos son los peores seductores, contra los que se previene con las más graves amenazas (cf. 18,6s). En este pasaje pueden entenderse los escándalos en sentido personal u objetivo. Cabe suponer que se ha incluido en ellos todo lo que la comunidad cristiana consideraba como tal: los que se escandalizan y caen, y por este motivo se convierten, a su vez, en ocasión de tropiezo para sus propios hermanos en la fe y para los extraños, y los que, como escándalos vivientes, merodean por la comunidad y, mediante sus doctrinas erróneas y sus graves extravíos, seducen a otros. Una fuerza realmente inquietante. El segundo grupo lo forman los que cometen la maldad. ¿Qué clase de gente es ésta? En el sentido del evangelista son personas sin ley, porque ellos mismos se constituyen en ley: son sus propios legisladores. La verdadera ley del nuevo pueblo de Dios es la perfecta ley del amor (22,40) cumplida por Jesús (cf. 5,17), "la perfecta ley de la libertad" (Jam_1:25). En esta ley se ha perfeccionado la ley del Antiguo Testamento. Esta ley ahora ha venido a ser la norma competente para los discípulos de Jesús. Se puede contravenir a esta ley, si se recae en el servicio de la ley del Antiguo Testamento y cada uno por su parte procura cumplir puntualmente los mandamientos que allí se dan, y quiere obligar a los demás a cumplirlos. Este era el peligro de una dirección que procedía de la Iglesia madre de Jerusalén y contra la cual san Pablo se resistió apasionadamente. Pero también se puede contravenir a esta ley, rechazándola en general y si uno se llena de ilusiones y se entrega a una falsa libertad y, con ello, al desenfreno y a la disolución (cf. Gal_6:13s). Ambos grupos son culpables. Ambos hacen traición a lo propio de la obra de Jesús, a la nueva vida del amor en la perfección de la nueva ley. No tienen esperanza de ser liberados, si han conducido a la comunidad por caminos erróneos y se colocaron fuera de la salvación, que Jesús también a ellos les había traído. Se puede desacertar en la Iglesia la voluntad de Dios y el orden de vida establecido por Jesús, si se recae en la manera legal de pensar del Antiguo Testamento o si se rechaza por principio la manera de pensar perfeccionada por Jesús, la "ley de Cristo" (Gal_6:2).

También hoy día se dan las dos tentaciones, también hay portavoces y seductores para una u otra de las dos clases de corrupción. Estos dos grupos ya muestran que se piensa sobre todo, aunque no exclusivamente, en las relaciones dentro de la Iglesia. La cizaña también crece en las propias filas. En ellas hay traidores, embusteros, personas insensibles, pecadores de toda clase, herejes y seductores. ¿Cómo es esto posible, si la Iglesia es el pueblo santo de Dios, y los creyentes son discípulos de tal maestro? El espanto debido a esta causa fue al principio mucho más intenso del que hoy día sentimos, aunque agobie gravemente a todos los que adoptan una actitud seria. Los creyentes de todos los tiempos lo han experimentado como carga y prueba, a menudo como una prueba mayor y más molesta que las tribulaciones provenientes de un poder estatal corrompido o de artes de seducir en tiempos de inmoralidad. ¡Cuántas veces se intentó salir de esta sociedad poco selecta, y fundar una Iglesia de los limpios y santos! Estas palabras aquí nos dicen que también el otro sembrador está constantemente actuando, y que no es de la incumbencia de los hombres el juicio ni la separación por la violencia; se nos dice que el hombre debe esperar ansiosamente el gran juicio que lleva a cabo el Hijo del hombre por encargo de Dios. "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Todas las naciones serán congregadas ante él, que separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos" (25,31s).

3. SECCIÓN TERCERA (13,44-52).

a) Parábola del tesoro (Mt/13/44).

44 El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; un hombre lo encontró y lo escondió, y se va lleno de alegría, vende cuanto tiene y compra el campo aquel.

El vocablo tesoro suscita imágenes misteriosas. Leyendas y fábulas giran alrededor de tesoros que desde hace milenios de años yacen en alguna parte, y azuzan la curiosidad y el deseo de aventuras. Los hombres dejan su casa, lo abandonan todo y se ponen a buscar la gran fortuna, se imponen toda clase de privaciones, solamente tienen ante su vista un único objetivo: encontrar el gran tesoro, la mina de oro, el diamante fabuloso, en la esperanza de que entonces toda su vida discurrirá por otros cauces, en la esperanza de liberarse de todas las preocupaciones y molestias que atosigan a los mortales. El gran descubrimiento habrá de cambiar el rumbo de la vida. Jesús habla de este tesoro. Alguien lo halla casualmente, cava más, reconoce el valor. Entonces hace algo que los demás observan meneando la cabeza. Vende cuanto tiene, y adquiere aquel campo. El precio de compra es tan alto, que tiene que arriesgarse todo lo que se posee, por modesto que sea. Se ha de vender todo, hay que entregarlo todo por causa de este valioso objeto. Este tesoro requiere una inversión alta, más aún, una inversión total. Todavía se añade otro pensamiento. Es la alegría inmensa de haber encontrado el tesoro. Esta alegría induce a la inversión inusitada. Ya no se calcula con sobriedad ni se sopesa en frío. En comparación con este tesoro todo lo demás que se posee es escaso, su valor no tiene proporción con el tesoro. Las cosas que se tienen, por muchas que sean, se vuelven insignificantes ante el verdadero valor por cuya causa vale la pena vivir. Este tesoro es el reino de Dios, y por tanto el mismo Dios. El que ha encontrado a Dios mediante el mensaje de Jesús, renuncia con alegría a todo lo demás. Ha encontrado la verdad y la vida. El que tiene a Dios, lo tiene todo. Sólo Dios basta. Esta verdad únicamente puede aprenderse en la vida real. Nuestra mentalidad mundana, el temor de perder o desatender algo y el programa que nos fijamos para nuestra propia vida tropiezan una y otra vez con esta verdad.

b) Parábola de la perla (Mt/13/45-46).

45 También se parece el reino de los cielos a un comerciante en perlas finas; 46 encontró una de mucho valor, fue a vender cuanto tenía y la compró.

Esta breve parábola juntamente con la anterior forma una doble parábola y versa sobre el mismo tema. La palabra perla no sólo suscita la idea de un altísimo valor, sino también de la belleza inmaculada. El reino de Dios no solamente es el más excelso valor, sino también el bien más bello y perfecto que se puede conseguir. Con respecto a la parábola del tesoro hay una novedad y es que se trata de un hombre que se dedica a buscar perlas finas. En el tesoro del campo se podía pensar en una persona que lo halla casualmente y luego saca las consecuencias. Así también muchos pueden haber encontrado a Jesús sin tener el afán ni la intención de encontrar el tesoro. Pero fueron dominados por él. Aquí se podría pensar en alguien que busca la verdad, como Nicodemo, que viene a Jesús de noche (Joh_3:1 ss). Aquí se habla de un gran comerciante que trafica en joyas. Nunca ha encontrado una perla tan preciosa y fina. Sin reflexionar va a vender cuanto tiene, todo el inventario de su negocio para adquirir esta perla. Por su experiencia sabe que la perla recompensará la inversión. El corazón del hombre se queda intranquilo, hasta que la ha encontrado. Pero cuando la ha encontrado, está dispuesto a entregarlo todo por causa de este único objeto valioso. ¡Qué inversión se exige, qué exigencia tan profunda! Jesús no la suaviza en nada, pero también muestra el atractivo y la alegría que produce el hallazgo de la valiosa salvación. Cuando lo hemos encontrado, hemos de procurar permanecer con la fascinadora alegría inicial del descubrimiento. Cuando nos dedicamos a la búsqueda, no podemos descansar hasta haber encontrado lo que buscábamos.

c) Parábola de la red barredera (Mt/13/47-50).

47 También se parece el reino de los cielos a una red barredera que fue echada al mar para recoger de todo; 48 cuando estuvo llena, los pescadores la sacaron a la orilla, se sentaron y recogieron lo bueno en canastos, y echaron afuera lo malo.

Las dos últimas parábolas hablaban del tiempo presente, de la oferta que ahora obtiene el hombre, y de la puesta que ahora debe hacer. Esta parábola de la red habla del tiempo futuro. Se echa al lago una red barredera y recoge muchos peces de diferente clase y calidad. La red tiene que ser extendida entre dos barcas y arrastrada sobre el lago. Cuando los pescadores están en tierra, sacan despacio la red con el hervidero multicolor, ponen los peces en la orilla y los clasifican. Sólo se clasifican en dos grupos, buenos y malos, aprovechables y sin valor. Los buenos se recogen en cubos, y los malos se echan afuera. Antes se empleó la metáfora de la siega, en la que se separan el trigo y la cizaña. Aquí es una pesca de peces, en la que se recoge sin distinción todo lo que la red barre, y luego es clasificado. Al fin, tiene lugar la verdadera separación. Aquí ahora no están separados, sino juntos, y la mirada del hombre está oscurecida para llevar a cabo la separación; sobre todo no tiene derecho ni poder para efectuarla. La separación sólo es de la incumbencia de Dios, él es el gran pescador, que ha echado la red y nadie se escapa de ella. Entonces se hará justicia, de acuerdo con el valor de cada uno. La parábola habla de Dios como del Señor del juicio. San Mateo también conoce que Dios ha traspasado el juicio al Hijo: "Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces dará a cada uno conforme a su conducta" (Joh_16:27). El Hijo del hombre ejercerá el juicio de Dios, "su gloria" (cf. 25,31) será la gloria del Padre...

49 Así sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos 50 y los echarán al horno del fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

La aplicación está estrechamente ligada con la anterior explicación de la parábola de la cizaña. La doctrina es la misma, también se describen los mismos sucesos, aunque con una forma mucho más breve y primitiva. Al fin del mundo los ángeles saldrán y separarán a los malos de entre los justos y serán echados al horno del fuego, al infierno. Nada más se dice de la suerte de los "justos" (cf. 13,43: "resplandecerán como el sol"). Las palabras deben hacer resaltar el juicio, suscitar el temor de la reprobación. Aunque en la vida de un hombre en el mundo no salga a luz lo malo cuando tiene éxito y prestigio, cuando es estimado, cuando exteriormente aparece intachable y excelente, sin embargo no perdamos de vista que el día del juicio sacará a luz la verdadera calidad. Todos debemos pensar en eso, especialmente los cristianos que un día han encontrado la perla preciosa y el tesoro en el campo. También ellos pueden encubrir su propia vida bajo la máscara de la piedad. Interiormente pueden ser "malos", cuando no buscan a Dios, sino a sí mismos.

d) Conclusión del discurso de las parábolas (Mt/13/51-52).

51 ¿Habéis entendido todo esto? Ellos le responden: Sí. 52 Entonces les dijo: Por eso todo escriba convertido en discípulo del reino de los cielos se parece a un padre de familia que saca de su almacén lo nuevo y lo viejo.

No solamente importa oír, sino entender. La pregunta del Señor se refiere a si los discípulos han entendido el verdadero tema y sentido de las parábolas. Esta comprensión es lo que importa. Los discípulos obtienen la ayuda de las explicaciones circunstanciadas, que deben traducir un lenguaje metafórico al sentido que se intentaba. La acción depende de la adecuada inteligencia. Sólo quien interiormente acepta lo que se ha proclamado, puede proceder debidamente guiándose por este conocimiento. Puedo oír la parábola del tesoro en el campo, y no quedar afectado por ella, a lo sumo considerarla como saludable o necesaria para otros. Si me esfuerzo por entender esta parábola, entonces noto que se refiere a mí y que no puedo desviarme de lo que ella reclama. El hecho de entender lo que aprovecha a mi persona, deja libre el camino para la acción conforme con la palabra. La respuesta de los discípulos no solamente es importante para su salvación personal, sino también para su posterior tarea en la Iglesia. Deben aprender lo que han oído. Sólo pueden enseñar con el mismo derecho que Jesús, si han entendido, si se han identificado con lo que oyeron, si han creído. El capítulo de las parábolas también es una parte didáctica. El evangelista lo ha concebido así, y al final lo dice claramente una vez más (13,52). El que quiere enseñar, tiene que estar bien instruido. El que quiere anunciar el reino de Dios, tiene que haber aprendido la verdad sobre este reino. El capítulo de las parábolas también debe servir para aprender esta verdad. Dice a los predicadores y catequistas cómo debe expresarse la verdad del reino de Dios y cómo se puede mostrar el camino que conduce a la auténtica comprensión. Es un modelo para la enseñanza de la Iglesia. En el seno del nuevo pueblo de Dios se forma una nueva categoría de escribas. En Israel hay escribas a los que está confiada la palabra de Dios, para que la expongan y hagan aplicaciones. Pero no han acertado el verdadero sentido y no han conocido la verdadera voluntad de Dios. Ahora habrá verdaderos escribas, a quienes se concede la conveniente comprensión. También habrá una nueva "Sagrada Escritura", la recopilación de las palabras y acciones de Jesús, que ponen por escrito los primeros heraldos. Se debe aprender y estudiar, exponer y aplicar esta Escritura. Cada uno de los teólogos es primeramente y en el fondo intérprete de la Escritura, cada uno de los teólogos instruidos debe ser un escriba. Aquí hay que descubrir -en medio del Evangelio- una de las fuentes de la teología y de su configuración científica.

El maestro de la Iglesia debe estar en la comunidad, como padre de familia, así como un padre de familia cuida de los suyos, da a los que viven en la casa lo que necesitan, y lo da en la medida y de la manera como lo necesitan. Saca lo nuevo y lo viejo del arca de su tesoro. No solamente lo nuevo, lo atractivo y actual, lo moderno y chocante sino también lo viejo, lo transmitido y acreditado, que debe unirse con lo nuevo. Jesús no ha suprimido la ley del Antiguo Testamento ni en su lugar ha colocado una ley nueva. Ha conservado lo viejo con profundo respeto, pero lo ha perfeccionado con lo nuevo (Cf. el comentario a 5,17-19). Así también en el capítulo de las parábolas están aunados lo viejo y lo nuevo. Lo antiguo es el gran tema del reino de Dios, desde que Dios empezó la historia con Israel. Lo nuevo es la última perfección de lo viejo mediante la venida y el mensaje de Jesús. Dios no quiere la ruptura radical con el tiempo pasado, sino la unidad del tiempo pasado, presente y futuro. Así debe enseñarse en la Iglesia, así se debe proceder en ella. Lo viejo siempre es actual en la tradición a través de las generaciones, pero siempre ha pretendido una comprensión más profunda, un conocimiento de causa más perfecto, una realización mejor.

VII. EL MISTERIO DEL MESíAS (13,53-17,27).

1. REVELACIÓN GRADUAL (13,53-16,12).

Desde aquí en adelante san Mateo sigue exactamente el curso de los acontecimientos en san Marcos. En la gran sección de 13,53-17,22 (= Mar_6:1-9, 32) solamente faltan en san Mateo unas breves palabras sobre la misión (Mar_6:6-13), que san Mateo ya había transmitido en su discurso a los discípulos (Mar_10:1-42), y el relato de la curación de un ciego (Mar_8:22-26), que san Mateo omite en este pasaje. En cambio el primer evangelista tiene dos relatos, cada uno de los cuales narra la curación de dos ciegos (Mar_9:27-31; Mar_20:29-34). Con los puntos esenciales de las distribuciones milagrosas de alimentos, de la confesión mesiánica de Pedro, de la transfiguración en el monte, de los anuncios de la pasión del Mesías, se puede designar esta sección como gradual revelaci6n mesiánica. Siempre aparece con mayor fuerza la creciente separación entre la gran masa del pueblo, que continúa en la incredulidad, y el grupo de discípulos que es conducido a una inteligencia más profunda. Así pues, las revelaciones del Mesías tienen un efecto que al mismo tiempo separa y guía.

a) Incredulidad en Nazaret (Mt/13/53-58).

53 Cuando Jesús terminó todas estas parábolas, se fue de allí. 54 Y, llegando a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de modo que quedaban sorprendidos y decían: ¿Pero de dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos prodigios? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Y no se llama su madre María, y sus hermanos Santiago y José y Simón y Judas? 56 ¿Y no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, le viene a éste todo eso?

Jesús va a Nazaret, a la que se llama "su patria". Allí se había establecido y domiciliado José con María y el niño después de regresar de Egipto. Esta manera de proceder estaba de acuerdo con la voluntad de Dios, como lo demuestra lo que dice la Escritura (Mar_2:23). Jesús también propone allí su mensaje durante la normal asamblea del sábado en la sinagoga. La gente queda sorprendida, como también se informó después del sermón de la montaña (cf. 7,28s). Pero aquí no es la sorpresa por la propia insuficiencia, no es la consternación por la alta reivindicación de Dios, sino la sorpresa de la irritación, de la protesta y de verse heridos en la propia estimación. Existen las dos posibilidades, las dos respuestas en cierto modo instintivas, que pueden darse a la proclamación del mensaje. Los unos están conmovidos hasta el fondo de su alma y perciben el llamamiento a cambiar la vida; los otros se sienten amenazados y se colocan a la defensiva por el orgullo ofendido. Sus paisanos preguntan: ¿Pero de dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos prodigios? Reconocen la sabiduría, pero como algo ajeno y más excelso, que cae fuera de su horizonte de comprensión o no puede ser proclamado con obligatoriedad, ya que Jesús es uno de los suyos y no puede evadirse de esta solidaridad. Las acciones vigorosas de Jesús les producen la sensación de desafío y no de señal propicia. La razón de su altiva pregunta es el hecho de que le conocen. Por lo menos saben "de dónde" procede. No puede haber traído nada extraordinario, ya que su familia pertenece a la clase pobre del lugar, su madre, sus hermanos y hermanas son muy conocidos y todavía viven allí. Quizás hayan evitado intencionadamente decir "el hijo de José", para expresar la relación que le unía a él, y así han dicho "el hijo del carpintero".

Tal vez José sea el único carpintero del lugar, pero en todo caso ésta es una profesión normal, socialmente incorporada a la colectividad del pueblo. ¿Qué hace por iniciativa propia este "hijo", que procede de condiciones normales, de una casa sencilla y de una profesión honorable? Además dan algunos nombres de hermanos y también mencionan a sus hermanas, todos los cuales viven entre ellos y todavía están con ellos (Acerca de la cuestión de las personas a quienes se llama "hermanos de Jesús" (la cual, por desgracia, siempre grava el diálogo confesional entre católicos y protestantes), cf. Hermanos de Jesús, en H. HAAG - A. VAN Den BORN - S. DE Ausejo, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 4, 1967, col 829-831). Semejantemente subrayan también que "están entre nosotros". No han salido del marco en que se les había puesto, no han abandonado el medio de vida ni la comunidad del pueblo, sino que han permanecido en el lugar y en el redil gozando de simpatía. Pero ¿qué pensar de éste? Tras esta sensación de que sea un extraño un hijo del pueblo que ha salido de la comunidad, y ahora también es rechazado de la comunidad, se advierte también otra cosa. El problema fundamental es éste: ¿De dónde le viene a éste todo eso? Solamente el lector del evangelio sabe la respuesta, a saber, que Jesús estaba engendrado "por obra del Espíritu Santo" (cf. 1,18) y que "el Espíritu de Dios" había descendido sobre él (3,16). Pero los habitantes de Nazaret se cierran el acceso a Jesús, porque hacen la segunda pregunta antes de la primera. La primera pregunta se formula así: ¿Qué se dice aquí?, y no: ¿De dónde viene eso? Sólo si se ha escuchado y entendido de la forma debida, se puede preguntar por el origen. La pregunta por la procedencia "¿de dónde?" ya muestra que no quieren oír y que en la sinagoga en realidad no han oído.

57 Y estaban escandalizados de él. Pero Jesús les dijo: A un profeta sólo lo desprecian en su tierra y en su casa. 58 Y por aquella incredulidad no hizo allí muchos milagros.

Para la actitud de los hombres ante Jesús sólo existen dos posibilidades: abrirse con la fe o cerrarse por el escándalo. Los paisanos estaban escandalizados de él. Eso es exactamente lo contrario de la actitud de la fe. El escándalo procede de abajo, del hombre y del malo, destruye la fe y no la deja medrar. El mismo Jesús se convierte en motivo de escándalo, sin que él haya contribuido en nada al mismo. Sólo se decide en el hombre qué camino y qué dirección toma su vida. La pregunta por la procedencia "¿de dónde?" para muchas personas, incluso modernas, se convierte en motivo de escándalo. Especialmente para los que han estudiado y conocen la historia. Ellos también piensan "que saben". Entonces Jesús pasa a ser el fundador de una religión como Buda o Mahoma. La doctrina de Jesús se interpreta como un sistema doctrinal religioso o solamente como la experiencia originaria de un corazón genial; se ve a sus discípulos como un círculo de entusiastas adeptos, semejante al que se forma siempre en torno a la personalidad de promotores religiosos. Pero nada más. Se piensa que se puede contestar la pregunta sobre la procedencia, "¿de dónde?", por el Antiguo Testamento, por la tradición religiosa de los pueblos circundantes, por el movimiento resurgente de la comunidad de Qumrán, por el apocalipsis del judaísmo posterior y por la tradición escolar rabínica. Pero nada más. No se puede hacer la segunda pregunta antes de la primera, antes que se haya realmente oído lo que se dice. El mismo Jesús cita un proverbio, según el cual ningún profeta vale nada en su tierra ni en su familia. Parece ser como una ley que se inicie el escándalo donde menos se le debía esperar. En el propio ambiente es donde será más fácil al hombre recusar, porque difícilmente distingue entre lo que viene de abajo, de la tradición de la familia y del pueblo, y de la virtud de la sangre, y lo que se dice desde arriba y penetra en el mundo. Esta disposición defectuosa ya es incredulidad por la raíz de donde proviene. La incredulidad -no la propia impotencia- hace que sea imposible que Jesús pueda efectuar acciones milagrosas. Porque el milagro se enlaza con la franqueza y la confianza del hombre. Sólo se da por añadidura todo lo demás a quien ha dado el primer paso, y ha cumplido la condición fundamental de escuchar con el ánimo dispuesto. Hará "obras... aún mayores" que las del maestro (Joh_14:12).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 13.
E n este capítulo, Mt expone muchas de las parábolas de Jesucristo, cinco de las cuales la cizaña, el fermento, el tesoro escondido, la perla, la red sólo él las expone. Conforme al estilo y estructura de su evangelio, este capítulo también está sistematizado. Jesucristo no inaugura ahora su hablar en parábolas (Mat_5:13-16; Mat_6:26-30; Mat_7:6.13-14; Mat_8:24-27; Mat_9:16-17; Mat_11:16-17, etc.). Aquí, con ellas, se va a exponer el ministerio del reino término corriente en la apocalíptica judía (Henoc, IV Esdras, Qumrán) : el por qué no aparece éste al modo del mesianismo ambiental, ni súbitamente. Con este capítulo comienza el tercer gran discurso de Cristo en Mt.

Parábola del sembrador,Mat_13:1-9 (Mar_4:1-9; Luc_8:4-8).
1 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. 2 Se le acercaron numerosas muchedumbres. El, subiendo a una barca, se sentó, quedando las muchedumbres sobre la playa, 3 y El les dijo muchas cosas en parábolas: Salió un sembrador a sembrar, 4 y de la simiente, parte cayó junto al camino, y, viniendo las aves, la comieron. 5 Otra cayó en sitio pedregoso, donde no había tierra, y luego brotó, porque la tierra era poco profunda; 6 pero, levantándose el sol, la agostó, y, como no tenía raíz, se secó. 7 Otra cayó entre cardos, y los cardos crecieron y la ahogaron. 8 Otra cayó sobre tierra buena y dio fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 9 El que tenga oídos, que oiga.

Cristo está en Cafarnaúm. Para esta predicación salió de la casa. Debe de ser la suya (Mat_4:13). La muchedumbre que se le reúne es grande, y utiliza una barca, y, cercano a la orilla, les predica muchas cosas en parábolas (Mt-Mc). En la perspectiva literaria y, en parte, histórica de Mt, éste fue el gran día de las parábolas.
V. 4. La frase cayó junto al camino, probablemente corresponde al arameo al'urha, que significa en. Probablemente la traducción vertió materialmente por el primer sentido, cuando el lógico es el segundo,1. No junto al camino, sino en él. En aquellas costumbres agrícolas se sembraba primero y luego se araba todo el terreno, incluidos los pequeños caminos de las parcelas.
V.7. Estampa real. Estos cardos palestinos junto al Lago pueden alcanzar en tres meses un metro de altura (Willam). Literalmente ahogan la simiente al desarrollarse.
V.8. Mt-Mc dan el éxito de la que cayó en tierra buena con una triple clasificación, de estilo más oriental, pedagógica y muy convencional. Los fellahs de Belén estiman normal la cosecha de trigo que rinde el 2 o el 4 por 1 2. En la trapa deEl-Atroum (Palestina) no sobrepasa el 10 por 1. En un ensayo hecho en Et-Tabigha, junto al Lago, y en una tierra bien preparada, se llegó a producir el 50 por 1 3. Excepcional mente junto a Genesaret se dio el 240 y 250 por 1 4.
V.9. La frase el que tenga oídos, que oiga ???? ??? ?????? ? ???????) (Mt-Lc), literalmente: el que tenga oídos, oír oiga, es un modismo (Gen_2:17) para indicar el esmero en oír. Este aforismo no se encontró en la literatura rabínica, aunque aparece usado por el autor del Apocalipsis (Gen_2:7.11.17.29; Gen_3:6.13.22). Los rabinos equiparaban los grupos oyentes al oído y esponja, según que les resbalaba lo que oían o se empapaban en ello, y también los comparaban al embudo, filtro y tamiz 5. Pero la frase de Cristo es más bien, un anticipo, un toque de alerta.

Razón de las parábolas,Gen_13:10-17 (Mar_4:10-12; Luc_8:9-10).
10 Acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? '' Y les respondió diciendo: A vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino dé los cielos, pero a ésos no. 12 Porque al que tiene, se le dará más y abundará, y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado. '3 Por esto les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden; 11 y se cumple con ellos la profecía de Isaías: Cierto oiréis y no entenderéis y no conoceréis. 13 Porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho duros de oídos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus ojos y no oír con sus oídos, y para no entender con su corazón y convertirse, que yo los curaría. 16 ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! 17 Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

Los tres sinópticos se plantean en este mismo lugar el porqué de las parábolas. El problema parte de los apóstoles: ¿Por qué les hablas (a los otros) en parábolas? No deja de ser chocante el desarrollo de este tema. A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ésos no. ¿Por qué? ¿A qué se debe esta distinta finalidad o efecto?
Lo primero que se nota es que este pasaje está desplazado de su contexto lógico. Pues es aquí cuando se presenta la primera parábola, al menos en su plena forma redaccional. Antes sólo hubo un esbozo de ellas (Mar_3:23; Luc_4:23; Mat_9:15-17; Mat_7:24-27; Mat_12:43-45).
La parábola es, de suyo, un método pedagógico clarificador. Se dice en Me: Y con muchas parábolas como éstas (es decir, toda enseñanza de tipo mashal) les proponía la Palabra (el Evangelio), según podían entender, añadiendo con una hipérbole ritmo negativo que no les hablaba sin parábolas (Mar_4:33). Pero añade que a los discípulos se las explicaba todas aparte (Mc).
Si este método parabólico es pedagógico, el mismo Mc hace la siguiente observación: que todas las cosas les vienen a ser parábolas a los de fuera. Estos, para los rabinos, eran los gentiles o judíos no ortodoxos; aquí son las muchedumbres.
Naturalmente, la doctrina del Reino era difícil y exigía esmero en recibirla. Como hacen en ocasiones los apóstoles, que le preguntan aparte lo que no entendieron. Y a esto apunta Lc cuando en la exposición de la parábola del sembrador dice: Mirad, pues, cómo (ðþò), de que'modo escucháis. (Luc_8:18). Que es lo que dice Mt en este pasaje: Porque al que tiene, se le dará más y abundará, como a los apóstoles, que al preguntar sobre la enseñanza recibida logran su explicación y más luz; pero al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado, como a las turbas, que, al no pedir nueva explicación ni tener interés por ella (Jua_6:26), venían a perder el fruto de la primera explicación 6.
Lo que más choca es la justificación que quiere darse a esto con un pasaje de Isaías. En el texto masorético dice:

Ve y di a ese pueblo:
Oíd y no entendáis,
ved y no conozcáis.
Endurece el corazón de ese pueblo,
tapa sus oídos, cierra sus ojos.
Que no vea con sus ojos,
ni oiga con sus oídos,
ni entienda su corazón,
y no sea curado de nuevo (Isa_6:9-10) 6.

Presentada así esta redacción, choca a una mentalidad occidental. Parece como si Dios enviase al profeta para perder al pueblo con una ceguera moral, que él causaba por orden de Dios, cuando ha de ser todo lo contrario, ya que la misión del profeta es llevar el pueblo a Yahvé. Ni será improbable que el profeta acentúe este fracaso al escribir su obra después de haber visto con los hechos la actitud de Israel ante su mensaje profético. La versión de este pasaje en los LXX se formula de otra manera, quitando ya estas asperezas. Ya no se ve en la redacción esta finalidad penal del profeta, sino que se presenta sólo el hecho de que el pueblo lo oye, pero viene a ser como si no lo oyese, y de tal manera obran, que no se convierten, pues de lo contrario yo [Dios] los curaría.
Los evangelistas, al relatar este pasaje, crean la misma dificultad. Mt suaviza la interpretación redaccional de este pasaje: les predica en parábolas, ya que con ello va a suceder (???) lo que dijo Isaías. Aquí se reconoce que con esta predicación van a ver y no verán.
Pero en Mc-Lc el problema en su redacción literal se agudiza, pues el hablarles en parábolas tiene por finalidad (ßíá) que, viendo, no vean. y no se conviertan. Sin embargo, la idea de un juicio de Dios que se cumple bajo la forma de un endurecimiento es familiar al A.T. y al judaismo.
A causa de esta partícula de finalidad, diversos autores han tomado una doble actitud con relación a la predicación en parábolas. Para unos, Cristo les habla de esta manera por castigo tesis de la justicia, al no escuchar ni atender debidamente su predicación, Cristo castigaría a las gentes velándoles su doctrina; otros sostienen que el uso de las parábolas, como método pedagógico, tiene una finalidad docente tesis de la misericordia.
Sin embargo, la tesis de la justicia no es admisible, tanto desde el punto de vista literario como desde el punto de vista de la conducta de Cristo: sencillamente, su misión salvadora-docente.
Cristo, en los evangelios, siempre aparece en su misión salvadora. El Hijo del hombre no vino a perder almas, sino a salvarlas (Luc_9:56; cf. Luc_15:3-7; Mat_18:12-14; Mat_15:24; Mar_2:17; Mar_4:33, etc.).
En primer lugar, estas partículas, de aparente finalidad, en la koiné no tienen la fijeza clásica, y pueden significar lo mismo una consecuencia a seguirse. No se predica para que no entiendan, sino que predicando se va a seguir, v.gr., que no oirán, no comprenderán.
Y el pasaje de Isaías, en su contexto, era ir a predicar, que era ilustrar. Pero se seguiría que no se le escuchaba. Y acaso la redacción material esté hecha con matices del poco éxito del profeta. Y valorados además con el concepto semita de causa y efecto, según el cual todo lo que de alguna manera se puede aplicar a Dios v.gr., permitiendo, no oponiéndose positivamente a algo , se lo atribuyen sin más a El. Así, porque el faraón no permitió salir de Egipto a Israel hasta la última plaga, se lo describirá diciendo que Dios endureció el corazón del faraón, cuando con las plagas buscaba que cediese (Exo_11:10; cf. 9:2; Deu_2:30; Eze_39:7; Sal_119:2).
Las parábolas, siendo método pedagógico para ilustrar, venían en ocasiones, indirectamente, a ser motivo de oscuridad por culpa de los oyentes.
Si se plantea aquí este problema con motivo de las parábolas, debe de ser un recurso artificioso para abordar un tema general en la predicación de Cristo: en ocasiones era difícil de comprender (Jua_14:9) y exigía esmero que no siempre había en los oyentes (Jua_6:26). Además, parábola puede estar por el amplio vocablo mashal.
Piensan algunos si el planteamiento aquí de este problema no sería una preocupación de la Iglesia primitiva, que quería justificar el porqué de no haber pasado al cristianismo un mayor número de judíos, y en concreto de las clases dirigentes. Pero si a la Iglesia primitiva le preocupaba este problema, Cristo mismo también lo tenía ante sí, como se ve en los evangelios, y también a El le interesaba justificarlo. Muchos son los llamados (al reino), y pocos los escogidos (los que ingresan en él), y otros hechos semejantes (Mat_22:14; Mat_8:11-12).
Hay un pasaje de Mc (Mat_4:33.34) en que parecería una contradicción: en el primer versículo (v.33), la parábola tiene el sentido pedagógico de ilustración; pero en el segundo (v.34), las parábolas se las tiene que explicar a sus propios discípulos.
¿Qué valor puede tener esto? Se indicó ya, en ocasiones, la necesidad del esmero en oír su enseñanza y tratar de profundizarla. Pero también pudiera Mc, en este pasaje doble, indicar que al pueblo se le hablaba según podían entender, y que, aparte, tenía exposiciones a grupos más reducidos, como los apóstoles y otros discípulos, a quienes explicaba el sentido no sólo de las parábolas, sino a los que proponía también temas que exigían una mayor preparación y fidelidad (Jua_6:59-69; cf. Mat_13:34.35). Aunque es conocido el procedimiento literario en la literatura desde el siglo I (d.C.) y en las controversias judeo-cristianas, este esquema de exponer, v.gr., un escriba es preguntado con intención polémica por un gentil, se le responde, y, una vez retirado éste, descubre a sus discípulos el sentido profundo de su enseñanza. En algunas parábolas parece haber sido utilizado este esquema, ya que se acusa en ellas el estilo propio de los evangelistas y porque hay alegorizaciones que aparecen como secundarias. Por eso, habrá de verse en cada caso si este procedimiento es histórico o redaccional 7.
Mt inserta a continuación un pasaje que Lc refiere en otra parte. Ellos ven al Mesías y oyen el mensaje que ansiaron ver los justos y profetas de Israel y todo el Israel histórico. Pero vino a los suyos, y ¡tantos! no lo recibieron (Jua_1:11).
Acaso en este apartado de los tres sinópticos se quiera incluir toda esta amplia problemática 7.
Estudios recientes (J. Jeremías, C. H. Dodd) han hecho ver que las parábolas han experimentado en ocasiones diversas modificaciones al ser vividas, utilizadas y situadas en la Iglesia primitiva. Esta las adapta, las interpreta y alegoriza en ocasiones por motivos de analogía o en servicio de la parénesis. Algunas observaciones generales son las siguientes:
a) Hay tendencia a transformar auditorios; lo dicho a escribas y fariseos, ahora se dice a discípulos de Cristo, con las adaptaciones convenientes, v.gr., la actitud de ambos con relación al reino.
b) Lo dicho en orden a la parusía, ahora se etiza; se acusa la necesidad de amoldar la vida diaria en orden a aquélla, y a sus problemas individuales o eclesiales.
c) Parábolas que originariamente fueron dichas por Cristo a los jefes religiosos de Israel, o a enemigos, se las adapta, convenientemente, como dichas a jefes religiosos cristianos, por la facilidad a que se prestaban las imágenes primitivamente usadas, como siervo, pastor, y para tener, por analogía, indicaciones de Cristo sobre la vigilancia y solicitud pastorales de los jefes religiosos de las comunidades cristianas 7.

Explicación de la parábola del sembrador,Jua_13:18-23 (Mar_4:13-20; Luc_8:11-15).
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador. 19A quien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el Maligno y le arrebata lo que se había sembrado en su corazón; esto es lo sembrado junto al camino. 20 Lo sembrado en terreno pedregoso es el que oye la palabra y, desde luego, la recibe con alegría;21 pero no tiene raíces en sí mismo, sino que es voluble y, en cuanto se levanta una tormenta o persecución a causa de la palabra, al instante se escandaliza. 22 Lo sembrado entre espinas es el que oye la palabra, pero los cuidados del siglo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y queda sin dar fruto. 23 Lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.

Los tres sinópticos narran a continuación la explicación de la parábola. La alegorización de la parábola no habría inconveniente en atribuirla, fundamentalmente, a Cristo. Es problema análogo a la misma primera parte, donde la parabolización se matiza mucho. Y aquí hay temas que Cristo toca en su vida, v.gr., el joven que deja a Cristo por las riquezas (v.22), etc.
Lagrange, Plummer, etc., admiten como originaria de Cristo esta alegorización de diversas clases de oyentes, aunque en la redacción se utilizase un léxico de la Iglesia primitiva.
Para otros, J. Jeremías, Taylor, la alegorización se debería a la Iglesia primitiva, que adaptaría la parábola fundamental a necesidades concretas de su medio ambiente. Para otros (Bonnard) parábola y explicación serían de Mt, aunque elaboradas sobre el fuerte eco de la de Cristo. La matización tan minuciosa y moralista en el alegorismo de la misma, lo mismo que el lenguaje usado en ella, que no se usa en otros pasajes evangélicos, y sí en los escritos de la Iglesia primitiva, llevaría a esto, sin alterar el fundamento histórico de la parábola primitiva de Cristo.
Para ellos ésta sería la siguiente: así como la semilla llega a la cosecha a pesar de las múltiples dificultades por las que ha de pasar, igualmente el reino llegará a su meta de establecimiento a pesar de las dificultades y contrariedades que se le opongan. Y acaso al exponerla tuviese ya el trasfondo de las dificultades y frustraciones de Nazaret, Corozaín, Betsaida (Mat_13:53-58, par). La adaptación en este caso haría ver dificultades morales por las que el reino no se establece, mientras que el reino fructifica moralmente en proporción a las condiciones del sujeto.
En efecto, a esto lleva el abundante léxico usado en los tres sinópticos a este propósito; el que se encuentren en este fragmento afirmaciones sobre la Palabra que nada tienen que ver con el resto de la predicación de Jesús, y sí son corrientes en la época apostólica; se desplaza el acento de lo escatológico probablemente originario de la parábola a lo psicológico; y parece confirmar esto la ausencia de esta interpretación en el Evangelio de Tomás, apócrifo de la primera mitad del siglo ð, que tiene la exposición de la parábola, pero no la explicación. Y parecen percibirse ecos de las grandes persecuciones contra la Iglesia (v.21) bajo Domiciano (a. 81-96). Lo mismo que las seducciones es tema corriente en esta época (Efe_4:22; Col_2:8; 2Te_2:10; etc.).

Parábola de la Cizaña,2Te_13:24-30.
24 Les propuso otra parábola, diciendo: Es semejante el reino de los cielos a uno que sembró en su campo semilla buena. 2S Pero, mientras su gente dormía, vino el enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se fue. 26 Cuando creció la hierba y dio fruto, entonces apareció la cizaña. 2? Acercándose los criados al amo, le dijeron: Señor, ¿no has sembrado semilla buena en tu campo? ¿De dónde viene, pues, que haya cizaña? 28 Y él les contestó: Eso es obra de un enemigo. Dijéronle: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? 29 Y él les dijo: No, no sea que, al querer arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo. 30 Dejad que ambos crezcan hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: Tomad primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, y el trigo juntarlo para guardarlo en el granero.

Propia de Mt. Acaso fue predicada junto al Lago (Mat_13:36). La forma literaria introductoria: El reino es semejante a. es la forma más usual de exponer los rabinos sus comparaciones. Es una parábola; sus elementos son ambientales palestinos, aunque hay algunos rasgos algún tanto irreales: los trabajadores que preguntan al dueño, extrañados, por la cizaña que hay en el campo, siendo natural su mezcla con el trigo. Pero se trata de destacar elementos para la alegorización. Esta cizaña es el lolium temulentum, como ya escribía San Jerónimo, muy difícil de discernirla del trigo hasta echar espiga, por la semejanza que tiene con él 8. Al judaísmo era impensable la coexistencia del bien y del mal máxime prolongados en los días mesiánicos. De ello se hacen eco, verbigracia, los Salmos de Salomón (Mat_2:38; Mat_4:27; etc.; cf. Isa_60:21). La venida del Mesías sería súbita y terminaría no sólo con los enemigos materiales, sino que haría una purificación total. Expuesto el cuadro, pasa a exponer otras dos parábolas. Algunos autores piensan que esta parábola sea un duplicado de la parábola de la semilla que crece secretamente (Mar_4:26-29) 9. No parece probable. Es demasiado desemejante su estructura y finalidad. Lo que se ve es el choque con el judaísmo polémico del tiempo de Mtg.

Parábola del grano de mostaza,Mar_13:31-32 (Mar_4:30-32; Luc_13:18-19).
31 Otra parábola les propuso, diciendo: Es semejante el Reino de los cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en su campo; 32 y, con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidarse en sus ramas.

La frase a qué compararemos tal cosa, es fórmula también usual rabínica 10. La mostaza se la echa en el campo (Mt) o en la tierra (Mc); Lc pone en su huerto. Pero esto es adaptación a su público gentil, pues la mostaza estaba prohibido sembrarla en los huertos o jardines, según los judíos.
La frase la más pequeña de todas las semillas es ambiental y término ordinario de comparación de las cosas pequeñas. Se decía: pequeño como un grano de mostaza. 11
En Oriente abundan las diversas clases de mostaza. Esta es la vulgar mostaza (mustum ardens), la cual crece rápidamente, puede llegar a tres o cuatro metros y se hace leñosa en su base, posándose en ella los pájaros en bandadas 12.
Los árabes hablan de árboles de mostaza. 13 Por eso se dice en la parábola que se hizo árbol, pues tiene el tallo como de madera (Biever). El verbo usado (÷áôáó÷çíïõí) no significaba propiamente anidar, sino simplemente establecerse, habitar 14. Es además un término técnico escatológico para la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios. El árbol alto era también imagen corriente del poder terreno (Ez c.31; Dan c.4).
Es una parábola, pues sus elementos descriptivos son reales directos. La comparación fundamental es ésta: He aquí la paradoja (doctrinal): de lo mínimo se hará lo máximo. 15 Es la universalidad de la Iglesia. Bien lo ha probado la historia.
No es semita que sea parte esencial de la parábola el fieri de su crecimiento, aunque lo supone. El objetivo directo es hacer ver el hecho: el Reino de pequeño se hará grande, universal. Incluso en Mc-Lc, que en la narración de esta parábola ponen su crecimiento, parecen ser elementos descriptivos del objetivo directo de la parábola 16. Tampoco se trata de corregir el error político-nacionalista judío de una inauguración súbita y esplendorosa del Reino. El tema no es la instauración súbita, sino la extensión del mismo. Ni el elemento de los pájaros parece pueda tener un valor alegórico por los fieles, aunque esta imagen esté en el A.T. (Dan_4:11.21; Eze_17:23; Eze_31:6) y surja espontánea en el lector de la parábola, porque no es el tema directo de la misma 17.


Parábola del fermento,Eze_13:33 (Luc_13:20-21).
33 Otra parábola les dijo: Es semejante el Reino de los cielos al fermento que una mujer escondió en tres medidas de harina hasta que todo fermenta.

La escena es de un gran realismo palestino 18. El sato (óÜôïí) es la traducción del arameo sa'tha' (hebreo, se oh). Era medida usual para áridos, como ya testificaba San Jerónimo 19. El se'ah es la tercera parte del epha, y éste tenía algo más de 13 litros 20; tres se'ah de harina eran unos 13 litros.
El tema de la misma es claro: el vigor que tiene el Reino para hacer fermentar a todo el mundo. Es semejante a la anterior, y se pensaría en una forma binaria de exposición o de agrupación literaria.
Varios autores (Jülicher, Loisy) piensan que es otra forma redaccional idéntica a la anterior. Hay diferencia literaria. En la primera se habla del hecho de la universalidad, lo que supone el vigor para la extensión; en ésta se acusa más directamente el vigor que tiene para la fermentación, extensión 21.
El motivo histórico por que se pronuncian estas dos parábolas ha podido ser la necesidad de afirmar el Reino que Cristo enseñaba, tan distinto del esperado ambientalmente. Parábolas de respuesta a dudas, especialmente ambientales de polémica judeo-cristiana. Y hasta, acaso, se destaca frente al brillo triunfal del Reino esperado, que aquí la masa del fermento Reino se escondió.

Reflexión del evangelista,Luc_13:34-35 (Mar_4:33-34).
34 Todas estas cosas dijo Jesús en parábolas a las muchedumbres, y no les hablaba nada sin parábolas, 35 para que se cumpliera el anuncio del profeta, que dice: Abriré en parábolas mi boca, declararé las cosas ocultas desde la creación.

La afirmación rotunda que nada hablaba sin parábolas es una hipérbole oriental. Este pasaje está entroncado con el tema anterior de la finalidad de las parábolas. Pero Mt quiere, conforme a su método, justificarlo con algún testimonio profético.
Cita un pasaje del Sal_78:2. El salmo es de Asaf, y éste era considerado profeta en la Escritura (2Cr_29:30) y en el uso de los rabinos 22. Acaso aluda al espíritu profético de los Salmos. En qué sentido se utilice este versículo, es discutido. Conforme a la argumentación rabínica, que suponía la Escritura llena de misterios y sentidos ignotos, todo lo que de alguna manera podía relacionarse con un pasaje bíblico se lo consideraba como vinculado. No que Mt estuviese iniciado en estos procedimientos, como lo estaba San Pablo (1Co_10:1), pero estos procedimientos podían haber trascendido de las explicaciones sinagogales o ser procedentes de o tras fuentes. Otros piensan en un sentido típico: lo que sucedía a Asaf era tipo de lo que sucedería en Cristo. Así San Jerónimo 23, Lagrange 24. Para Maldonado se trata de un sentido acomodado 25. Buzy admite que es también posible haya sido considerado por el evangelista en sentido amplio, como una profecía de los tiempos mesiánicos. 26 Durand, en cambio, escribe: Si el evangelista añade que todo esto tuvo lugar., etc., es para hacer entender que se verificaba de nuevo en Jesús lo que el salmista había escrito de sí mismo, no por una simple coincidencia, sino en función de una analogía de situación que estaba en el plan de Dios. 27

Explicación de la parábola de la cizaña,1Co_13:36-43.
36 Entonces, dejando a la muchedumbre, se vino a casa, y sus discípulos se le acercaron, diciéndole: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37 El, respondiendo, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 39 el enemigo que la siembra es el demonio; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles. 40 A la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será a la consumación del mundo. 41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su Reino todos los escándalos y a todos los obradores de iniquidad, 42 y los arrojarán en el horno del fuego, donde habrá llanto y crujir de dientes. 43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

La alegorización de la parábola es de gran interés. Se destacan los versículos que tienen un valor especial. Se hace a los discípulos en casa, a petición suya.
V.37. El sembrador es el Hijo del hombre. No es usual ni técnico por Mesías. Tomado de Daniel (1Co_7:13), lo utilizará Cristo para hacer su profesión mesiánica ante el Sanedrín v.38a. El campo es el mundo (÷üóìïò). Esta expresión no puede recibir aquí el sentido restringido de Israel, sino que significa todo el mundo 29. Toda la alegorización se desenvuelve teniendo en cuenta el fin del mundo y el juicio de Dios sobre los seres humanos. Se expresa la universalidad del reino.
V.38c-39. En un versículo se habla del Maligno como sinónimo del Diablo. En arameo, Maligno como sinónimo de Diablo es desconocido. En arameo, el nombre de Diablo es Satanás. Diablo falta en Mc, y pertenece a un estadio literario posterior evangélico. Los hijos del Maligno o del Mal lo son por cualidad suya.
V.39b. La siega es la consumación del siglo presente (Mat_24:3; Mat_28:20; Heb_9:26) 30.
V.41. En este juicio final (v.39b), los ángeles aparecen como ministros de la justicia divina (Mat_24:3; Mat_28:20; Heb_9:26). Pero es de la máxima importancia doctrinal la afirmación que Cristo mismo enviará a sus ángeles para su obra de justicia. Se presenta a Cristo como dueño de los ángeles. Pero esto en el A.T. es atributo de Dios. Con ello se equipara Cristo a Yahvé, que mandará a sus ángeles a que guarden los caminos del justo (Sal_91:11; Heb_1:7).
Lexicográficamente es extraña la expresión: los ángeles del Hijo del hombre, expresión que no se encuentra en el í. Ô. más que en Mt (Heb_16:27; Heb_24:31). Igualmente la expresión del Reino del Hijo del hombre, también exclusiva de Mt (Heb_13:41; Heb_16:28). El concepto del Reino de Cristo no se encuentra en el estadio primitivo de la tradición evangélica. Supone una mayor penetración de la naturaleza de Cristo y un estadio algo posterior que suponga esta formulación literaria.
Los ángeles recogerán en esa hora todos los escándalos; son, propiamente, los hombres escandalosos; mejor, los actos de los hombres en cuanto son ocasión de peligro (Mat_16:23).
V.42. La expresión griega usada ÷Üìéíïò, lo mismo puede significar camino que horno (Rev_9:2). Esta es la que aquí conviene (Dan_3:6). En tiempo de Cristo, el Horno de fuego y la Gehenna vinieron a ser las dos imágenes usuales del infierno 3I. El suplicio que allí les aguarda es expresado con la fórmula amplia, usual y popular estereotipada , del llanto y crujir de dientes (Mat_8:12; Mat_13:42.50; Mat_21:13; Mat_25:30, etc.). El llanto es metáfora que expresa dolor; rechinar de dientes, furor de la desesperación.
V.43. Los justos, en contraposición, brillarán.. La luz aparece en la Escritura como símbolo de gloria y felicidad. Este pasaje está descrito además con elementos apocalípticos, análogos a otros pasajes (Dan_12:13; Sal_3:7; Eclo 50:Eco_6:7), lo mismo que al IV de Esdras, buena síntesis de los apocalípticos (4 Esd_7:97).
Esta interpretación alegorizada de la parábola, ¿a quién se debe? J. Jeremías ha hecho ver con abundancia de datos lingüísticos y de contenido y a su obra 32 se remite, pues su análisis aquí sería excesivamente amplio que la interpretación alegórica de esta parábola procede del mismo Mateo. Si el estilo es de Mateo, muchos de estos conceptos pertenecen, algunos fundamentales ya se indicaron, a un estadio teológico posterior al de la hora primitiva e histórica. Y una confirmación de eso se ve en el apócrifo Evangelio de Tomás, de la primera mitad del siglo II, en el que se expone la parábola, pero no aparece la interpretación.
El tema primitivo de la parábola debió de ser una exhortación a la paciencia a causa de la coexistencia de la cizaña con el trigo, tomados estos términos en sentido de malos y buenos. La Iglesia primitiva la alegorizó Mateo en sentido escatológico en función de las necesidades concretas que había contra la Iglesia naciente, parte por las polémicas judeo-cristianas, y parte por la situación de coexistencia de fieles y pecadores; junto con la presencia de herejes. Pero en el trasfondo se percibe la necesidad primitiva de la exhortación a la paciencia 32 hasta que llegue esta hora judicial de Cristo.
La coexistencia de buenos y malos en la Iglesia era preocupación grande, y convenía justificarla. No era el mesianismo el sueño ideal que presentaba el IV libro de Esdras (Esd_6:27.28) en plena época cristiana y con máxima difusión. Así situada, esta enseñanza aparece con una cierta necesidad 33. El escatologismo encuentra un fuerte rechazo en esta alegoría. El valor doctrinal secundario es grande: se enseña la existencia del cielo e infierno, lo mismo que dos fases terrena y celeste eclesiales 34.

Parábola del tesoro,Esd_13:44.
44 Es semejante el Reino de los cielos a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta y, lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo.

Estampa realista palestina. No solamente Josefo habla de las gentes que escondían objetos preciosos por temor a la guerra 35, sino el mismo Talmud. Del siglo 3-o leemos quejas curiosas sobre la inutilidad de ocultar tesoros, diciendo que no servía ya de nada, pues había hurones de tierra (que buscaban en tierra tesoros escondidos), perforadores de vigas (que los buscaban en las oquedades del maderamen de las casas), golpeadores de paredes (que descubrían los huecos ocultadores en las paredes con ciertos golpes) 36.
Se narra en la parábola que, descubierto el tesoro, lo oculta, y, en su alegría, va a vender cuanto tiene para comprar el campo con el tesoro. Estos detalles, irreales, son complementos para destacar más la estampa. En la legislación romana estos tesoros, encontrados fortuitamente y de propiedad desconocida, eran del que los descubría 37, pero en la legislación judía eran propiedad del terrateniente. Estas precisiones aquí no cuentan; sólo se trata de destacar la enseñanza fundamental. Por eso, tampoco se considera aquí el aspecto jurídico-moral38.
La enseñanza es clara: así como por un tesoro que se encuentra se vende todo lo que se tiene para adquirir el campo en el que se oculta aquel tesoro, así también para adquirir el Reino se ha de vender y desprender la persona que lo encuentra de todo lo que sea obstáculo para adquirirlo: ingresar en él.
La doctrina, fundamentalmente, se refiere al ingresar por vez primera en el reino 39. Pero su aplicación etizante a las primeras comunidades cristianas se hacía sola.

Parábola de la perla,Esd_13:45-46.
45 Es también semejante el Reino de los cielos a un mercader que busca perlas preciosas, 46 y, hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra.

Como la anterior, es propia de Mt. La escena es la de un mercader técnico en perlas: busca perlas preciosas. La construcción parabólica es irregular. El Reino de los cielos no es semejante al mercader, sino a la perla. Esta, en la antigüedad, era el summum del precio de todas las cosas. 40 Un día, en su búsqueda, encuentra una excepcional, y vende todo lo que tiene para comprarla.
La enseñanza doctrinal parabólica es clara, como en la anterior: hay que dejar todo lo que sea obstáculo para ingresar en el Reino. Tiene un matiz especial: se busca positivamente lo bueno; pero el reino es lo mejor.
El que en la parábola anterior se encuentre el tesoro fortuitamente y aquí se encuentre buscando la perla (que, en el fondo, también la halla fortuitamente), no afecta en nada en la enseñanza formal, que es dejar todo lo que estorbe por ingresar en el Reino 41.

Parábola de la red, 13:47-50.
47 Es también semejante el Reino de los cielos a una red barredera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte, 48 y, llena, la sacan sobre la playa, y, sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran. 49 Así será a la consumación del siglo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, 50 y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes.

Propia de Mt. La descripción es una escena realista en el lago de Genesaret. Un índice de este realismo es el sentarse para el recuento y clasificación de los peces 42. Se calculan en el lago de Genesaret unas treinta especies distintas de peces; aunque de calidad distinta, todas comestibles. Sólo estaba prohibida una sola variante de la especie Silúrides: el dañas macracanthus; los judíos lo consideran legalmente impuro43; en cambio, era sumamente apreciado por los paganos de la región 44.
La comparación parabólica es global: esta separación de malos y justos sucederá también al fin del mundo, destacándose más la obra sobre los malos. La suerte de los buenos está de sobra supuesta en la comparación.
Sobre el horno de fuego y el llanto y crujir de dientes, se remite a la parábola de la cizaña (Mat_13:42), donde se valoran. E igualmente se acepta aquí lo que allí se dijo sobre el valor y primitivo sentido de la parábola. Modificado y adaptado posteriormente por la Iglesia primitiva, concretamente por Mt, acaso también en orden a preocupación de su Iglesia. A la hora de la Iglesia primitiva, con mezcla de fíeles y herejes y pecadores, se hace ver la perspectiva de la discriminación en el juicio. Mientras, ¡paciencia! 45

1) Conclusión de las parábolas,Mat_13:51-52.
51 ¿Habéis entendido todo esto? Respondiéronle: Sí. 52 Y les dijo: Así, todo escriba instruido en la doctrina del Reino de los cielos es como el amo de casa, que de su arca saca lo nuevo y lo añejo.

Mt es el único que trae este pasaje. La pregunta debe de dirigirse a los discípulos, que son los que en la perspectiva de Mt están en situación. La palabra de este escriba instruido en el reino de los cielos es un doctor o discípulo, pues ambas cosas pueden significar la palabra griega ìáèçôåõèåÀò usada. Dalman ha propuesto como substrato judeo-aramaico: Todo escriba que vino a ser discípulo del reino de los cielos 46, que es también la versión siríaca Peshitta: mettalmad, hecho discípulo.
Sin embargo, no parece que el texto se refiera a un escriba judío que se haga discípulo del Reino 47, aunque en absoluto no se excluya. Pues Cristo mismo, en Mt, dice que envía profetas, sabios, y escribas. a Israel (Mat_23:34), y los afrentarán y matarán. El contexto parece indicar que se refiere a los apóstoles, que con la preparación que reciben quedarán habilitados como verdaderos doctores o escribas del Evangelio.
Y para que vean lo que esto significa, les pone una comparación. La expresión tesoro âçóáõñüò) que se usa, se refiere mejor a un arcón donde se guardan las cosas mejores o necesarias al hogar 48, excepto las alimenticias 49.
El hombre rico provisto no sólo guarda en sus arcas las cosas viejas y heredadas, aunque de valor, sino que se surte y repone con las cosas nuevas: se halla perfectamente provisto.
De igual manera, el escriba instruido en el Reino saca del tesoro de la doctrina cosas nuevas y viejas; expresión que no parece estar con valor alegórico, sino para expresar, globalmente, la riqueza doctrinal que posee.
Acaso pudiera verse en su trasfondo una alusión a la armonía que debe haber entre el A.T. y el í. Ô. No es destrucción de la Ley (Mat_5:17). El espíritu de ésta ha de ser valorado con la portada del í. Ô. Así este escriba tendrá la riqueza del plan de Dios sobre el Reino.

11) Jesús, en su tierra. Los
hermanos de Jesús, 13:53-58 (Mar_6:3; Mar_3:32).
53 Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí,54 y, viniendo a su tierra, enseñaba en la sinagoga, de manera que, admirados, se decían: ¿De dónde le viene a éste tal sabiduría y tales prodigios? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? 56 ¿Sus hermanas no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? 57 Y se escandalizaban en El. Jesús les dijo: Sólo en su casa y en su patria es menospreciado el profeta. 58 Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.

Después de esta jornada de las parábolas, partiendo de allí, se vino a su tierra, que era aún Nazaret. Cuando llegó el sábado (Mc), se puso a enseñar en la sinagoga. Esto era frecuente en El (Luc_4:16; cf. Mar_1:39). La explicación del texto sagrado no era exclusiva de rabinos o escribas. Podía hacerlo una persona distinguida, capacitada, ofreciéndose espontáneamente a ello o siendo invitado por el jefe de la sinagoga 50.
El tema de la enseñanza de Cristo, que no transmiten Mt-Mc, era siempre sorprendente, pues su palabra iba acompañada de autoridad (Luc_4:31), no como los escribas (Mar_1:22).
Su doctrina y su autoridad hizo estallar la admiración en sus paisanos. Pero esta admiración era de escándalo (Mt-Mc). No era sólo la clásica mentalidad aldeana estrecha, que no concibe cómo uno de los suyos pueda ser distinto de ellos, máxime con la altura que Jesús les demostraba. Su argumento contra la fama de taumaturgo que ya corría por la región y contra la doctrina y los hechos ¿De dónde le viene a éste la sabiduría y los milagros? era que conocían a sus padres y a sus familiares. Pero este detalle es precisamente la clave de la solución del escándalo de los nazarenos, ya que Juan alude y explica el porqué de esto. Dicen los judíos: ¿Será verdad que (Jesús) es el Mesías? Pero de éste sabemos de dónde viene; mas el Mesías, cuando venga, nadie sabrá de dónde viene (Jua_7:26-27). En efecto, en la creencia de entonces estaba divulgado que del Mesías nadie sabría su origen 51. Por eso, la gran contradicción que tenían sus paisanos era ésta: la sabiduría y los milagros le acreditaban como Mesías. Era lo que le dirá un día Nicodemo (Jua_3:2). Pero, conociendo ellos a sus padres el artesano y María y a sus hermanos y hermanas, al enfrentarse ellos con la creencia popular del origen desconocido del Mesías, se escandalizaban de El como Mesías. Un día le dirán sus mismos hermanos, ante esta tremenda duda, que vaya a Jerusalén, sin duda para que la autoridad religiosa vea estas cosas y las juzgue (Jua_7:3.5).
La respuesta de Cristo, si no es un proverbio (Jua_4:44), es una observación de evidencia cotidiana, y que los evangelistas, incluso Lc, recogen, aunque citada quoad sensum. Sólo en su pueblo y familia es uno desestimado de los suyos, aunque sea profeta.
Y tal era la actitud de desconfianza de los nazaretanos ante su obra, que El se maravillaba. Cristo sabía todas las cosas por su ciencia sobrenatural. Pero aquí usaba la psicología de su ciencia experimental. Y esta conducta de sus paisanos, que cerraban los ojos a la evidencia, era, en el plan de Dios, obstáculo a que El se prodigase en milagros allí: Hizo pocos milagros por su falta de fe (Mt), que es confianza en El. Sólo impuso las manos a unos pocos enfermos y los curó (Mc). El milagro está encuadrado en su poder salvífico.
Tanto Mt como Mc recogen aquí, en este escándalo de los paisanos del Señor, lo que decían: que ellos conocían a los familiares del mismo. Pues Mt sólo transmite el dicho de las gentes: que era hijo del artesano (ôÝ÷ôùí). Y Mc recoge que a El mismo le hacían del mismo oficio: ¿No es éste el artesano (ó ôÝ÷ôùí)? El término griego usado no corresponde específicamente a carpintero, sino a artesano, a obrero, aunque más frecuentemente se diga del que es carpintero 52. El que se considere por los nazaretanos como hijo del artesano, ignorantes ellos de la concepción virginal de Jesús, no significa sino que hablan de El como lo que legalmente aparecía 53. Por otra parte, de esta afirmación nada se deduce sobre si vivía ya o había muerto San José. Pero después de citar a María, su madre, habla de sus hermanos. Esto plantea el problema, ya célebre, de los hermanos de Jesús.
Que María no tuvo más hijos después de Cristo, que es el primogénito (Luc_2:7), no solamente es dogma de fe la perpetua virginidad de María , sino que también es bíblicamente manifiesto. Ya es indicio de ello la escena que relata Lc. Cuando Jesús tenía doce años, suben al templo, según costumbre, con el Niño. El cumplimiento estricto de la Ley el bar miswah (hijo del precepto o de la Ley) comenzaba para los varones a los trece años cumplidos 53. Pero los judíos acostumbraban ya a llevar a sus hijos antes al templo, lo mismo que a otras prácticas, para acostumbrarlos. Esto sugiere que, si Jesús a los doce años, antes de la obligación usual, es llevado por sus padres, según costumbre iban cada año , es que no tenía más hermanos, pues María debería haber quedado al cuidado de ellos, ya que habían de ser pequeños, y la mujer no estaba obligada a subir a Jerusalén.
Otra indicación bíblica de esta perpetua virginidad de María es la escena del Calvario. Cristo, moribundo, encomienda a María a San Juan, quien desde entonces la recibió en su casa (Jua_19:26.27). Pero, si María hubiese tenido más hijos esto supone también la muerte de San José , Jesús no tenía por qué encomendar a nadie su cuidado temporal, pues por derecho correspondía a sus propios hijos. Máxime cuando bastantes años después vivía en Jerusalén Jacobo el hermano del Señor (Gal_1:19).
No deja de ser notable que, siempre que se habla de estos hermanos del Señor, jamás se diga que son hijos de María. Tampoco choca ver la conducta de estos hermanos que se portan como hermanos mayores de Cristo, pues le daban consejos (Jua_7:3) y querían reducirle a casa, pues les extrañaba su modo de conducirse (Mar_3:21). Pero estos pequeños detalles son igualmente de interés a este propósito. Ya que esto, en las costumbres de Oriente, sólo era permitido a los hermanos mayores, pero no viceversa 54. Pero Cristo era el primogénito. También a esto puede añadirse que, según el relato de la anunciación, María, entonces desposada, o, según otros, ya casada, tiene hecho un propósito de perpetua virginidad en el matrimonio (Luc_1:34). Pero ¿habría de ser motivo para quebrantar este propósito el haber sido hecha madre del Mesías y Madre de Dios? ¿No es éste un motivo más para mantener su voto? 55
La razón fundamental de hablar de estos hermanos y hermanas de Cristo, que no son sino parientes y familiares, es que ni en hebreo ni en arameo hay una palabra que exprese específicamente estos grados de parentesco; éste ha de expresarse por un circunloquio o suponerse por otro capítulo 56. Ejemplos de esto aparecen numerosos en la Biblia (Exo_2:11; Lev_10:4; 1Cr_23:21-22; 2Cr_36:4; cf. 2Re_24:17; Jer_37:1; 2Sa_2:26, etc.). Así, Abraham dice que él y Lot son hermanos ('ahím) (Gen_29:15), cuando es el mismo libro el que dice que Lot era sobrino de Abraham, hijo de una hermana (Gen_29:13; Gen_28:2; Tob_8:7).
Pero no sólo estas razones hacen ver que no se trata de hijos de María, sino que el mismo Evangelio da los nombres de la madre de estos hermanos de Jesús. Estos hermanos de Jesús son los siguientes: Santiago y José, Simón y Judas (Mat_13:55; Mar_6:3). De las hermanas no se dan nombres. Pues bien, son los mismos evangelistas que dan estos nombres de los hermanos de Jesús los que dan el nombre de la madre de ellos. Al hablar de las personas asistentes en el Calvario a la crucifixión de Cristo, donde estaba presente María la madre de Jesús (Jua_19:25), Mt cita a María la madre de Santiago y José (Mat_27:56) y Mc cita igualmente a María la madre de Santiago el Menor y de José (Mar_15:40). Luego ni por realidad histórica ni por la perspectiva de los evangelistas, esta expresión de hermanos de Jesús se puede referir a hijos de María, sino a familiares o parientes.
La identificación del otro grupo, Judas y Simón, es más difícil de precisar por no darse específicamente el nombre de su madre en los evangelios. Según el historiador Hegesipo, este Simón que se cita como hermano del Señor es hijo de María (mujer) de Cleofás (Jua_19:25) 57. Sobre la identificación de Judas que cita con Simeón, es cuestión debatida.
Pero la conclusión que se desprende de lo expuesto es que, en la perspectiva real y literaria de los evangelistas, estos hermanos del Señor no son presentados como hermanos de sangre, sino como parientes o familiares más o menos próximos. Y, por tanto, que no es su intento suponer que María no fuese perpetuamente virgen 58. Lo mismo ha de decirse de las hermanas que se citan.
Se objeta a esto que, efectivamente, en hebreo y arameo la palabra hermano 'ah tiene un sentido más amplio que en griego. Los LXX que traducen hermano por su estricto áäåëöüò, hacen ver esto (cf. Gen_13:8; Gen_14:14.16; Gen_29:4.15): que se traduce hermano por sobrino. Pero se añade: los textos de Pablo, los Hechos y Juan, ¿hablarían tan simplemente de hermanos de Jesús, en griego, dirigiéndose a oyentes de lengua griega, si esta palabra no hubiese de recibir su sentido griego universalmente admitido? Pero la objeción se explica.
En primer lugar, se ve que el griego no es el texto original de Mt, lo mismo que las fuentes en otros evangelistas , y que la traducción griega vierte el término, como es lógico incluso sin pensar en la perpetua virginidad de María , de una manera material. Además, el mismo evangelio y los otros dan los nombres de sus madres. ¿Podrían dar lugar a equívocos en los lectores, cuando en el mismo evangelio como en los otros se dan los nombres de sus madres, como se dijo?
Además, ¿no se traduce en la epístola a los Romanos (Gen_9:12), materialmente, una frase del A.T. en esta forma? Pues para decir que Dios elige a Jacob en lugar de Esaú, que era el primogénito, para seguir la línea patriarcal, se pone que Dios eligió a Jacob y odió (heb. = sane'ti; griego = åìé'óçóá) a Esaú. Pero esto no es más que la traducción material griega del original hebreo del A.T. ¿Un lector greco-romano tendría que entender que Dios odió verdaderamente a Esaú, cuando sólo significa que tuvo más amor a Jacob?

1 Para la descripción de esta vida palestina, cf. F. M. Willam, Das Lebenjesu im Laude und Volke Israel, vers. esp. (1940) p.243-244/ 2 Vosté, Parabolae (1933) I p.188. 3 Biever, Conferences de St. Etienne (1911) p.275. 4 J. Sonnen, en Bíblica (1927) 8ss; Holzmeister, en VD (1940) p.219-223. 5 Strack-B., Kommentar. I p.7. 6 L. cerfaux, La connaissance des sécrets du Royanme d'aprts Mat_13:11 : New Test. Stud. (1955) 238-249; Rec. L. Cerfaux (1963) p.123-138. 6 Sagrada Biblia Nácar-Colunga: Bac n.L; Bertram, Theol. Wórt, ? . ? . art. épfíov, II,Mat_637:28ss. 7 D. Daube, Public Pronouncement and Prívate Explanation in the Gospels: Expositor Times (1945-46) p.175-177; j Sanh. l,19b; Pesiq. 40ab; b.Hul. 27b; Lev. r.4 sobre 4,ls; j Ber. 9:12d-13a; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.120-123. 7 Skrinjar, Le but des parábales sur le Rtgne et l'e'conomie des turnares divines d'apres fécriture S.: Bíblica (1930) p.291-321.426-449; M. Dldier, Les parábales du semeur et de la sémence qui crolt d'elle-meme: R. D. Namur (1960), 185-196; C. H. Dodd, The Parables o/the Kingdom (1961); J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1962); T. X. Mullins, Parables as Literary Forras in the N.T.: The Luther Quarterly (1960) 235-241; Hugh Martin, The Parables of the Cospel (1962); H. Sokger, Jesús' Use of Parables Mt 13¿ R. Expos. (1962) p.82-89.149-158. 7 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970); C. H. Dodd, Las parábolas del Reino (1974). 8 Vosté, Parabolae I p.177-206; Bvz,évangile s. St. Matthieu (1946) p.167-174; Lagrange, évangile s. St. Matth. (1927) p.255-266; Buzy, Parábales (1932) p.3-41; J. Jeremías, Die Glekhnisse Jesu (1962), vers. esp. (1970) p.95-98. 8 Wlllam,Z)o$ Lebenjesu, vers. esp. (1940) p.248; San Jerónimo: Mal_26:94; Biever, Conférences de St. étienne (1910-1911) t.2 p.279. 9 C. W. F. Smith, The Jesús of the Pambles (1948) 86-88. 10 Strack-B., Kommentar. II p.7ss. 11 Strack-B., Kommentar. I p.669. 12 D. Biever, Conférences de Saint-Etienne (1910-1911) t.2 p.281. 13 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.250. 14 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.684; JEREMíAS, o.c., p.181. 15 Vosté, Parabolae (1933) p.229. 16 Lagrange, évangile s. St. Matth- (1927) p.270. 17 Vosté. Parabolae. í1933) I p.221-236; Lagrange, évangile s. St. Matth. (1927) p.269-270;'Etmg¿/¿ s. St. Marc (1929) p.llS-;'évangile s. St. Lúe (1927) p.385-286; Buzy, évangile s. St. Matth. (1926) p.176-178; Paraboles (1932) p.52-68; Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.180-184; Bonsirven, Le regne de Dieu (1957) p.207. 18 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.250-251. 19 Comm. in evang. Matth. h.l.: Mal_26:958. 20 Strack-B., Kommeníar. I p.670; Barrois, La me'trologie dans la Bible: Rev. Bib. (1931) 242. 21 Vosté, Parabolae. (1933) I p.237-248; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.270; évangile s. St. Lúe (1927) p.386-387; Buzy/évang. s. St. Matth. (1946) p. 178-180; Paraboles. (1932) p.69-79; Fonck, en VD (1933) 341-346; M. Dldier, Les parábales du grain de se"neve et du levain (Mat_13:31ss par.): R. D. Namur (1961) p.385-394; O. Kuss, Zum Sinngehalt des Doppelgleichnisses von Senfkarn und Sauerteig: Bib. (1959) 641-653; J. Jeremías., o.c., p.180-184. 22 Strack-B., Kommentar. I p.670. 23 Mal_26:93. 24 évangile s. St. Matth. (1927) p.272. 25 Com. al evang. de S. Mat. (1950), vers. esp. (BAC) p.507. 26 Buzy, Evang. s. St. Matth. (1946) p.180. 27 Durand, St. Matth. (1924) p.263; para la relación Mt-Mc, cf. Bonnard, o.c., p.203. 28 Lagrange, Rev. Bib. (1908) 280-285. 29 Wilke-Grim, Lexicón graeco-latmum in libros ? .? . (ed.4.a) p.249, h.v. n.7; Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.730 5a. 30 Strack-B., Kommentar. I p.67l. 31 Strack-B., Kommentar. I p.673. 32 J. Jeremías, Die Glekhnisse'jesu, vers. esp. (1970) p.99-105. 32 ^£s bien piensan en sentido contrario sobre este último punto R. Bult-Mann,Z)¿? Geschichte der synoptischen Tradition (1958) p.203, yj. Jeremías, o.c., vers. esp. p.100. 33 Lagrange, Le Messianisme. 148-157. 34 Vosté, Parabolae. (1933) I p.275-290; Lagraxge, évangile s. St. Matth. (1927) p.272-276; L. Fonck, Parábola zizaniorum agri: VD (1926) 327-334; Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.181-184; Parábales (1932) p.425-251; M. De Goedt, L'explication de la parábale de l'ivrai (Mat_13:36-43): Rev. Bibl. (1959) 32-54; J. Mous-Son, ExpUcatur parábola de zizania Mt 13: Collect. Mechl. (1959) 171-175. 35 FL. Josefo, De bello iudaico VII 5:2. 36 Wlllam,DasLebenJesu. vers. esp. (1940) p.252; Strack-B., Kommentar. I p.674. 37 Digest. 1.41 tít.l ad c.31. 38 Vosté, Parabolae I p.251. 39 Vosté, Parabolae I p.249-258; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.276-277; BUZY, évang. s. St. Matth. (1946) p.184-185; Parábales. (1932) p.80-88; H. Faccio, De thesauro abscondito: VD (1950) 237-242; J. Dauvillier, La parabole du tre'sor (Mat_13:44) et les droits orientaux: Rev. Intern. des Droits de l'Antiq. (1957) 107-115; J. D. M. Derret, Law in the N.T.: The Treausure in the Field (Mat_13:44): Z. N. W. (1963) 31-42; M. Dldier, Les parábales du tresor et de la perle (Mt 13-45ss): R. D. Namur (1962) 296-302. 40 Plinio, Hist. Nat. 1. 41 Vosté, Parabolae I p.259-268; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.276-278; Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p. 185-186; Les Parábales (1932) p.89-94; O. glombitza, Der Perlenkaufmann: New Test. Stud. (1960) 153-161. 42 Buzy, évang. s. St. Matth. (1947) p.187. 43 Josefo, De bello iud. III 10,8. 44 Dom Biever, Conférences. p.293-300. 45 Sobre el valor de estos elementos, cf. Comentaño a la parábola de la cizaña, Mat_13:42. Vosté, Parabolae I p.291-302; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.278-280; Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p. 186-188; Les paraboles (1946) p.452-460; Renié, Elegerunt bonos in vasa: Rev. Se. Rehg. (1948) 271ss; Bartina, en Est. Bíb. (1960) 215-227. 46 Dalman, Das Worte Jesu p.87. 47 J. Hoch, Der chnstliche grammateas (Mat_13:52): Biblische Zeitschrift (1926) p.256-269. 48 Zorell, Lexicón col.592. 49 Willam, Das Leben Jesu, vers. esp. (1940) p.253. 50 Felten, Storia dei tempi del í. Ô. (1932) II p. 114-115. Sobre el problema de esta estancia de Cristo en Nazaret, cf. Comentano a Luc_4:16-30. 51 Lagrange, Lc Messianisme. p.221-222; Strack-B., Kommentar. II p.488. 52 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.1307-1308. 53 C. S. C. Williams, Aterations to the Text of the Synoptk Gospels and Acts (1951). 53 Misha: Nidda 5:6; Aboth 5:21. 54 Ceuppens, Theologia Bíblica (1948) IV p.201. 55 Sobre las objeciones de esto, tomadas de Mateo (1:25): No la conocía hasta que dio a luz., y Lucas (2:7) cuando se dice que dio a luz a su hijo primogénito, véanse las exposiciones en el lugar correspondiente del Comentario. 56 Gesenius-Buhl, Hebraisches und aramaisches Handwórterbuch über das A.T. (1921) p.22 voz 'oh. 57 Eusebio DE C., Hist. Eccl III 2:32. 58 Durand, Les frtres du Seigmur, en Dict. Apol. II p. 131-138; S. Grzybek, Habuitne Christusfmires?: RuBi (1958) 231-238; J. Blixzler,Zuw Problem der Brüder des Hern: Trierer Theolog. Zeitsch. (1958) p.129-145.224-246.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)




85 (A) La parábola del sembrador (13,1-9). Cf. Mc 4,1-9; Lc 8,4-8. 1. se sentó jun(-)to al mar: Jesús prefiere enseñar a la intempe(-)rie antes que en el cálido ambiente de la casa. 2. mucha gente: La presión de la gente debe de haber sido lo bastante fuerte como para justi(-)ficar la posición extraña y sin precedentes de enseñar desde una barca. 3. sembrador: La pa(-)rábola sobre un sembrador estaba pensada pa(-)ra suscitar el interés de unos destinatarios que eran campesinos rurales. 4. el camino: El pri(-)mero de los cuatro tipos de terreno sobre el que cae la semilla. El camino no podía ararse, así que la semilla caería en la superficie, don(-)de los pájaros se la comerían. 5. terreno pedre(-)goso: La mayor parte de Palestina es rocosa y el suelo cultivable es poco profundo. La semi(-)lla brota demasiado pronto, sin la sujeción de un suelo profundo y sin posibilidad de echar raíces. 6. se secó: Bajo el aplastante sol de Pa(-)lestina, los brotes se queman y se secan. 7. ca(-)yó entre zarzas: Aquí el suelo es suficientemen(-)te profundo, pero surge otro problema; ya está ocupado por hierbajos bien arraigados que impiden los nuevos brotes. 8. suelo bueno: Cuando la semilla cae en suelo profundo, sin trabas, produce con abundancia, aunque no en igual medida. Extrañamente, no se utiliza el término propiamente griego para semilla, sperma, en ninguna parte de la parábola. 9. el que tenga oídos para oír, que oiga: Este refrán corriente (11,15; 13,43) constituye una invita(-)ción al destinatario para que piense en la apli(-)cación a la vida humana de la figura utilizada. La audiencia debe participar si la parábola quiere lograr su efecto. La parábola se expli(-)cará en los vv. 18-23. Suponiendo que la expli(-)cación haya surgido tardíamente, podríamos conjeturar que el sembrador puede ser Dios, Jesús, uno de los mensajeros de Dios, o la Da(-)ma Sabiduría. La semilla puede ser tanto la re(-)velación divina como el reino de Dios. Los di(-)ferentes suelos representan las diferentes formas de recepción humana. El mensaje es que, a pesar de algunos fallos, la obra del sem(-)brador tendrá finalmente éxito en su mayor parte. El signo del éxito es el fruto que produ(-)cen los receptores. El relato da esperanza y ánimos.

86 (B) La finalidad de las parábolas (13,10-17). Cf. Mc 4,10-12; Lc 8,9-10. 10. ¿por qué les hablas...?: La pregunta de los discípu(-)los se introduce, como una intromisión, en el discurso que Jesús dirige a la muchedumbre. Si tomamos en serio el escenario de los vv. 1-2, entonces, la muchedumbre también debió de escuchar la respuesta desmoralizadora de Jesús. Pero esto es menos probable que la con(-)sideración teológica que Marcos introdujo en este punto. Mateo lo sigue, pero sin afirmar que Jesús estaba solo cuando le preguntaron (cf. Mc 4,10). 11. los misterios del reino: Mateo cambia el singular marcano mysterion por el plural y reduce la insinuación de una distin(-)ción entre dos círculos diferentes de oyentes, uno exterior y otro de carácter esotérico. El término tiene el sentido de la palabra semítica raz que encontramos en Dn y QL, y se refiere a los planes o designios ocultos con los que Dios dirige la historia y, en particular, al esta(-)blecimiento de su poder contra las fuerzas del mal (cf. R. E. Brown, The Semitic Background of the Term «Mystery» in the New Testament [FBBS 21, Filadelfia 1968], 12. porque al que tiene se la dará: Tanto en este versículo como en el anterior, los verbos en pasiva son de ca(-)rácter teológico (ZBG § 236), es decir, el suje(-)to es Dios; Él es quien dará. La implacable verdad de lo que se dice no se entiende desde un punto de vista económico (aunque tiene también tiene sus implicaciones), sino espiri(-)tual e intelectual: si te abres a ti mismo con fe y esperanza a la revelación del plan de salva(-)ción de Dios, progresarás rápidamente en su comprensión. Pero sí te cierras a él, perderás la oportunidad. 13. que mirando no puedan ver: Se ha producido una gran contienda entre los intérpretes para intentar comprender el término «que»; ¿significa que Jesús no quería que la gente comprendiera, o simplemente constataba que éste era el resultado (no pre(-)tendido) en muchos casos? Mateo ha suaviza(-)do claramente a Marcos en este último senti(-)do. Pero la forma marcana, más difícil, tiene su fundamento en el lenguaje bíblico de la predestinación y elección, que afirma que es Dios quien controla todo y será quien gane al final. 14-15. Mateo cita todo el texto de Is 6,9-10, al que alude el v. 13, para que el lector pue(-)da ver su intencionalidad positiva salvífica, que queda patente al final con la frase «y yo los sane». 16. dichosos vuestros ojos: Mateo añade en este punto una bienaventuranza pro(-)cedente de Q (Lc 10,23-24), cambiando el tér(-)mino «reyes» por el de «justos» (uno de sus grandes temas es precisamente la justicia). La bienventuranza expresa el papel privilegiado de los discípulos como testigos oculares.

87 (C) Explicación de la parábola del sembrador (13,18-23). Cf. Mc 4,13-20; Lc 8,11-15. Excepto los cambios del comienzo y final, Mateo sigue a Marcos muy de cerca, aun(-)que la configuración del conjunto conduce a un importante incremento de significado. 19. la palabra: Posteriormente se especifica que se trata de la palabra «del reino»; su rechazo es fruto de la «incomprensión», no de su escucha. el maligno: Forma más genérica de llamar a Sa(-)tanás; la sede donde se produce el fallo es «su corazón». 23. comprensión: De nuevo se intro(-)duce como una de las características del buen discípulo, junto con la «acción». En el v. 21, la causa del fallo es «la tribulación o la persecu(-)ción», mientras que en el v. 22 se trata de la «seducción del dinero». Las dos causas proce(-)den de Marcos. El conjunto viene a decir lo mismo que 4,11. Únicamente quien ama a Dios con el corazón, con el alma (hasta el punto del martirio durante las persecuciones) y con la fuerza (riqueza) (Dt 6,5; mBer. 9,5), es quien verdaderamente recibe su palabra. Los fraca(-)sos proceden de los defectos del corazón, del alma o de la fuerza (Gerhardsson). Así, todo se centra en el puro amor a Dios como medio pa(-)ra recibir y comprender la palabra del reino. Sobre un paralelo judío, cf. 2 Esd 8,41-44.

88 (D) La parábola del trigo y la cizaña (13,24-30). Tal como se ha entendido tradi(-)cionalmente, esta parábola carece de parale(-)los, pero actualmente se está reconociendo co(-)mo una reescritura mateana de Mc 4,26-29, la parábola de la semilla que crece ocultamente. Mateo no solamente adaptó la antigua pará(-)bola para aplicarla a las necesidades de su co(-)munidad, sino que también le añadió una ela(-)borada interpretación alegórica (vv. 36-43). Considerada en sí misma, se trata de una pa(-)rábola del reino, la primera en donde el térmi(-)no aparece explícitamente (cf. v. 19). Las si(-)guientes cinco parábolas comenzarán también con la palabra «reino». 24. un hombre: Se tra(-)ta de un «propietario» que tiene «esclavos» (v.27). Los esclavos se sorprenden de que haya cizaña. 30. dejad que crezcan juntos hasta la cosecha: Es la parte crucial de la respuesta, en la que se pide paciencia y tolerancia hasta la clasificación final. La mención del término «recoger» cuatro veces sugiere que la parábo(-)la trata, en cierto modo, de la comunidad. So(-)bre su aplicación, véanse vv. 36-43.

89 (E) Las parábolas del grano de mos(-)taza y la levadura (13,31-33). Cf. Mc 4,30-32; Lc 13,18-21. Estas parábolas aparecen juntas en Mt y Lc; los protagonistas son, respectiva(-)mente, un hombre y una mujer, lo que refleja la igualdad con que Jesús trataba a ambos sexos. Desde el punto de vista de la crítica de fuentes, la situación es compleja: la primera parábola se conserva según la forma en que se encuen(-)tra en Mc y Q, mientras que la segunda proce(-)de de Q. Mateo se inspira en las dos fuentes. 31-32. El núcleo de la parábola del grano de mostaza es el cambio rápido y sorprendente desde la casi completa invisibilidad del reino hasta su completa grandeza y su universal hos(-)pitalidad que abarca a todos. El v. 32 contiene alusiones al Sal 104,12; Dn 4,9.18.21.22; Ez 17,2-24; 31,2-9. 33. como la levadura que una mujer toma: En aquella época era privilegio de la primera mujer de la casa amasar el pan pa(-)ra toda la familia y los empleados; ver la masa creciendo como resultado del efecto cataliza(-)dor del fragmento de levadura mezclado con ella era una experiencia doméstica bastante co(-)nocida. Jesús utiliza esta imagen para expresar el sorprendente efecto que un pequeño movi(-)miento puede tener en toda la sociedad, y có(-)mo el plan de Dios se realiza casi invisible(-)mente para llevar a cabo sus propósitos. La levadura tenía a menudo en la tradición judía el significado simbólico del mal, es decir, de la predisposición o la tendencia a pecar del indi(-)viduo, y se relacionaba con los rituales de la Pascua como la fiesta del pan ácimo (Éx 12,19; 13,7; Dt 16,3; 1 Cor 5,6-8). Pero, en este caso, Jesús utiliza la levadura en sentido positivo, como símbolo del poder de Dios. Un significa(-)do colateral de esta parábola es que es posible ver a Dios presente y activo en las cosas de ca(-)da día si se las contempla con asombro.
(Crossan, J. D., «The Seed Parables of Jesús», JBL 92 [1973] 244-66. Dahl, N. A., Jesús in the Memory od the Early Church [Minneápolis 1976] 141-66.)

90 (F) La razón del uso de las parábo(-)las por Jesús (13,34-35). Cf. Mc 4,33-34. 34. en parábolas: Este versículo es casi poético por su cuidada estructura equilibrada mediante un paralelismo antitético. Mateo omite que Je(-)sús tenga necesidad de explicar todo a sus dis(-)cípulos, pues, en general, comprenden su en(-)señanza (compárese el v. 36 con los vv. 51-52). 35. para que se cumpliera: Se añade otra cita de cumplimiento (-7 supra); en esta ocasión se trata del Sal 78,2, que explica por qué Jesús, el hijo de David, hablaba en parábolas. El pri(-)mer verso sigue exactamente a los LXX, pero el segundo, «publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo», es una reelabo(-)ración independiente que regresa a la idea del misterio oculto del reino de los vv. 10-17. Lo que quiere decir Mateo es que Jesús está ente(-)rado, secretamente, de los pensamientos divi(-)nos. La unidad sirve como amortiguador que rompe la serie de las parábolas e invita al oyente a reflexionar sobre lo que ha oído.

91 (G) La interpretación de la parábo(-)la de la cizaña (13,36-43). Mateo descubre ahora con todo lujo de detalles alegóricos el significado de los vv. 24-30. En los vv. 37-39 ofrece las equivalencias escatológicas de los siete elementos de la parábola de una forma más bien estática. En la segunda parte de la explicación (vv. 40-43) ofrece una presenta(-)ción dinámica del juicio final y de la separa(-)ción que se producirá entre los «malvados» (lit., los obradores de iniquidad) y los «justos». 38. el campo es el mundo: El término kosmos se refiere al mundo humano, es decir, a la hu(-)manidad. el maligno: El mal se personifica, co(-)mo en 5,37; 6,13; 13,19; pero en el versículo si(-)guiente se le llama «el diablo». 41. su reino: Esta frase se ha utilizado en el pasado para distinguir entre el reino del Hijo (la Iglesia ac(-)tual) y el reino de Dios, pero esta diferencia no tiene fundamento alguno en el texto. El reino de Dios se da al Hijo del hombre, y él será quien lo desarrolle plenamente en la tierra «hasta el fin del mundo» (vv. 39.40). 42. horno de fuego: Es un genitivo de cualidad; equivale a decir «horno ardiente». Mateo aplica pasto(-)ralmente aquí y en otros pasajes (p.ej., 25,31-45) la visión apocalíptica del infierno, llorarán y rechinarán: Es casi un cliché en Mateo (8,12; 13,50; 24,51; 25,30); cf. Lc 13,28. 43. entonces los justos: Esta frase positiva evoca Dn 12,3 pero con importantes cambios: quienes brilla(-)rán no serán los sabios, sino, más bien, los jus(-)tos, y el lugar de su esplendor será «el reino». Los detalles no deberían oscurecer el núcleo fundamental de la parábola: el reino es, en la tierra, un cuerpo mixto formado por santos y pecadores, hasta la criba final que realizarán los agentes de Dios. Por consiguiente, la tole(-)rancia, la paciencia y el dominio de sí mismo son actitudes necesarias. Nadie debería usur(-)par el juicio divino. Este punto de vista podría parecer tópico, pero, de hecho, difiere, en cier(-)to modo, de la visión paulina de una Iglesia de «santos», un punto de vista que indujo a los teólogos posteriores a afirmar que Iglesia ver(-)dadera era una realidad oculta o invisible, mientras que otros insistían en su visibilidad. Los grupos puritanos que querían excluir a to(-)dos los pecadores acabaron en comunidades pequeñas o de poca duración. Tomada en su conjunto, la visión de Mateo urge a la prepa(-)ración para el juicio y protege a la comunidad contra las acusaciones de hipocresía. El único problema con esta perspectiva es que puede forzarse en el sentido de que no hay nada que pueda hacerse contra el mal y que la única res(-)puesta posible sería la indiferencia pasiva. Pe(-)ro ésta no es toda la verdad. La cizaña dejada en libertad puede asfixiar al trigo, así que de(-)be mantenerse bajo control aunque no pueda eliminarse totalmente. La Iglesia necesita re(-)forma constante y acciones positivas que in(-)cluyan la búsqueda de la santidad, pero debe evitar los puritanismos o angelismos, que no son nada realistas. Se trata de un equilibrio di(-)fícil de lograr pero necesario. Una única pará(-)bola no puede decirlo todo. La parábola de la red barredera (vv. 47-50) viene a decir lo mis(-)mo, es decir, que el reino es un cuerpo mixto; la paciencia es necesaria y la criba se debe de(-)jar totalmente a Dios.

92 (H) La parábola del tesoro, la perla y la red barredera (13,44-50). Se trata de tres parábolas sobre el reino que son exclusi(-)vas de Mateo. En las dos primeras, el proble(-)ma hermenéutico reside en decidir si el centro de interés se encuentra en el valor ilimitado del tesoro o de la perla, o, más bien, en el com(-)portamiento de quienes lo venden todo para adquirir el objeto encontrado. Este último sentido resulta claro en el relato de la perla y, probablemente, pueda aplicarse también al del tesoro. 44. alegría: Esta nota no debe in(-)fravalorarse: el reino es un tesoro de tan alto valor que un entendido lo daría gozosamente todo para conseguirlo; es la gran oportunidad de la vida. Las medias tintas no ayudan a con(-)seguir el reino de Dios (cf. J. Dupont, «Les paraboles du trésor et de la perle», NTS 14 [1967-68] 408-18; J. D. Crossan, Finding in the First Act [Filadelfia 1979]). 47. como una red barre(-)dera: La parábola se desarrolla en los vv. 47-48 y su interpretación en los vv. 49-50. El mensaje es el mismo que el de la parábola de la cizaña (vv. 24-30) y su interpretación (vv. 36-43): el reino es un cuerpo mixto que está formado por santos y pecadores (peces buenos y malos). La criba final debe dejarse a Dios y a sus ángeles. Mientras tanto, la tolerancia y la paciencia de(-)ben guiar la práctica de los que están en él.

93 (I) Lo viejo y lo nuevo (13,51-52).
51. ¿habéis entendido?: Los discípulos, corpo(-)rativamente, responden afirmativamente. Pa(-)ra Mateo, la comprensión es una de las carac(-)terísticas del buen discípulo (cf. Mc 8,17-21).52. todo escriba que se ha hecho discípulo: Es(-)te versículo es importante por diferentes razo(-)nes. En primer lugar, en el marco de su con(-)texto inmediato se trata de una especie de pa(-)rábola que concluye el capítulo dedicado a las otras siete. Es una parábola que trata de la ela(-)boración de las parábolas, es decir, una metaparábola que invita al lector/oyente a entrar en el proceso parabólico mediante la creación de nuevas parábolas que se añadan a las que ya se han dado, nuevo y viejo: El problema de la in(-)terpretación se centra en el significado de esta frase. La opinión más común considera que lo viejo se refiere al AT y lo nuevo a la enseñanza de Jesús sobre el reino. Pero A. Schlatter (Der Evangelist Matthaus [Stuttgart 41957] 450-51) defiende que lo antiguo incluye tanto el AT co(-)mo la enseñanza de Jesús, y que lo nuevo es lo que queda por delante, es decir, la crucifixión, etc. J. Dupont objeta que esta visión está lejos de la intención de Mateo (5,17-19). Se hace ne(-)cesario, por tanto, que hagamos una matización: Mateo no concibe una innovación de la ley moral (kalaká), pero practica y fomenta la narración de historias para hacer más atracti(-)va y comprensible la ley (hagadá). En segundo lugar, este versículo sugiere que en la Iglesia de Mateo había escribas cristianos que ejer(-)cían su propia actividad (23,34). Y, en tercer lugar, se ha interpretado, con bastante funda(-)mento, como un dato autobiográfico o auto(-)rretrato del evangelista. En esto tendría afini(-)dades con Pablo.
(Dupont, J., Etudes sur les évangiles synoptiques, 2.920.28. Zeller, D., «Zu einer jüdischen Vorlage von Mt 13,52», BZ 20 [1976] 223-26.)

94 (VII) Reconocimiento por los discí(-)pulos (13,53-17,27).
(A) Rechazo de Jesús en su pueblo (13,53-58). Cf. Mc 6,1-6; Lc 4,16-30.
En este punto comienza una nueva sección del evangelio. Está formada por relatos que, en su mayor parte, proceden de Mc, en los que Mateo desarrolla ciertos elementos relaciona(-)dos con Pedro (14,28-31; 16,16-19; 17,24-27). De forma más explícita, comienza Jesús el ca(-)mino de la cruz y predice su pasión, al tiempo que forma a sus discípulos en su seguimiento. No por casualidad comienza la sección con el relato de un rechazo. 53. cuando Jesús acabó: Véase el comentario sobre 7,28a. 54. su sina(-)goga: Desde aquí en adelante, Mateo sigue es(-)trechamente a Marcos. De nuevo cambia la frase «la» sinagoga por «su» (de ellos) sinago(-)ga (véase comentario sobre 4,23; 10,17). 55. hijo del carpintero: Mateo cambia la frase marcana que presenta a Jesús como carpintero (o albañil) por la menos innoble «hijo del carpin(-)tero». En el Talmud se alaba a los carpinteros o ensambladores (naggár) por su conocimien(-)to de la Torá (yYebam. 8.9b; yQidd. 4.66b). hermanos: El término podría referirse a me(-)dio hermanos o parientes en general (cf. FGL 723-24; MNT 65-72; - Pensamiento del NT, 81:142). 56. La familiaridad genera desprecio. Los paisanos de Jesús no ven la presencia de Dios en él simplemente porque conocen sus orígenes y el contexto humano humilde del que también ellos forman parte. Al despreciar(-)lo a él, se están despreciando a ellos mismos. 57. un profeta no tiene honor: El dicho puede haber sido proverbial, pero identifica a Jesús como profeta. 58. no hizo: Mateo cambia el marcano «no pudo hacer» (que sugiere un fra(-)caso involuntario) por «no hizo» (que implica una decisión voluntaria y libre).
(Batey, R. A., «Is not This the Carpenter?», NTS 30 [1984] 249-58.)

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y llegándose los discípulos, le dijeron: "¿Por qué les hablas por parábolas?" El les respondió, y dijo: "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque al que tiene se le dará, y tendrá más: mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no veréis: porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y las orejas oyeron pesadamente, y cerraron sus ojos, para que no vean de los ojos, y oigan de las orejas, y del corazón entiendan, y se conviertan y los sane. Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven, y vuestras orejas, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos Profetas y justos codiciaron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron". (vv. 10-17)

Glosa
Comprendiendo los discípulos que eran oscuras las cosas que decía el Señor al pueblo, quisieron impedirle el que hablara con parábolas. Por eso se dice: "Y llegándose los discípulos, le dijeron", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
Son dignos de admiración los discípulos, que teniendo deseo de saber, saben cuándo conviene preguntar al Señor, porque no le preguntan delante de todo el mundo, y esto es lo que nos manifiesta San Mateo cuando dice: "Y llegándose los discípulos". San Marcos expresa más claramente esta reserva, diciendo: "Que ellos se aproximaron en particular" (Mc 4).

San Jerónimo
Debemos preguntar: ¿y cómo estando Jesús en la nave se le aproximaron? Se puede contestar, diciendo que estando ellos en la nave con el Señor, le hicieron allí la pregunta sobre la explicación de la parábola.

Remigio
Dice el evangelista: "Y llegándose", para manifestar que efectivamente le preguntaron y se pudieron acercar a El, aunque fuese corta la distancia que los separaba.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
Es preciso considerar aquí la rectitud de sus corazones, y lo preocupados que estaban por el bien de los que les rodeaban, y cómo su primer cuidado era el prójimo; porque no dijeron al Señor: ¿por qué no nos hablas en parábolas a nosotros?, sino: ¿por qué les hablas a ellos en parábolas?; y por eso el Señor les contesta: "Porque a vosotros os es dado conocer los misterios del reino de los cielos".

Remigio
A vosotros, digo, que me seguís y creéis en mí. Llama misterios del reino de los cielos a la doctrina del Evangelio, que no es dado conocer a aquellos, esto es, a los que están fuera, y no quieren creer en El, es decir, a los escribas, a los fariseos, y a todos los demás que continúan en la incredulidad. Acerquémonos, pues, al Señor con un corazón puro, en compañía de los discípulos, para que se digne interpretarnos la doctrina evangélica, según aquello: "Los que se acercan a los pies de El, reciben su doctrina" (Deu_33:3).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
Mas dijo esto no para expresar una fatalidad ni una necesidad, sino para demostrar que los que no han recibido ese don son la causa de todos sus males, y para hacernos ver que es un don de Dios y una gracia que viene del cielo el conocer los misterios divinos. No se destruye por esto el libre albedrío, como se ve por lo que se ha dicho y se dirá más adelante. Porque el Señor, a fin de no desesperar a los unos ni dejar en la pereza a los que han recibido este don, nos hace ver que el principio de estos dones viene de nosotros. Por eso añade: "Porque al que tiene se le dará". Como si dijera: a aquel que tiene deseo y celo se le dará todo lo que viene de Dios; por el contrario, a aquel que está privado de este deseo y no pusiere de su parte cuanto puede para conseguirlo, ése no recibirá los dones de Dios y lo que tiene se le quitará, no siendo Dios el que se lo quita, sino el hombre que se hace indigno de poseerlo. De aquí es que si viéremos nosotros que oía alguno con pereza la palabra de Dios, y que a pesar de nuestros esfuerzos no podíamos persuadirlo a que atendiera, no tenemos más remedio que callar, porque si insistimos, aumentaremos la pereza. Más al que desea aprender lo atraemos con facilidad y lo hacemos capaz de recibir muchas cosas. Y bien dijo según otro evangelista (variante del texto de San Marcos, 4, 25): "Al que parece tener", porque el mismo no posee lo que tiene.

Remigio
Y el que tiene deseo de leer, recibirá la facultad de entender, y al que no tiene deseo de leer, le serán quitados los dones que recibió de la naturaleza. O al que tiene caridad, se le darán las demás virtudes, y al que no la tiene, se le quitarán las otras virtudes, porque sin caridad no puede haber bien alguno.

San Jerónimo
O también, a los Apóstoles, que creyeron en Cristo, les fue dado lo que les faltaba en virtudes; y a los judíos, que no creyeron en el Hijo de Dios, se les ha quitado hasta los bienes naturales que poseían, y no pueden comprender nada con sabiduría, porque carecen del principio de la sabiduría.

San Hilario, in Matthaeum, 13
Los judíos, que no tienen fe, perdieron hasta la ley que habían tenido. Y por eso la fe en el Evangelio tiene la plenitud de los dones, porque una vez recibida nos enriquece con nuevos frutos, mientras que si se rechaza nos quita los dones que hemos recibido en el primer estado de naturaleza.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
Y para expresar con más claridad lo que había dicho, añade: "Por eso hablo en parábolas a aquellos que viendo no ven", etc. Si ellos no pudieran abrir los ojos, esta ceguedad sería natural, pero como es voluntaria, por eso no dijo: "No ven", sino: "viendo, no ven": ellos efectivamente vieron lanzar a los demonios, y dijeron: "Lanza los demonios en nombre de Beelzebub" (Mat_12:24): veían que atraía a todos a Dios, y dicen: "No viene este hombre de Dios" (Jua_9:16). Y puesto que publicaban lo contrario a lo que veían y oían, por eso se les quitó la facultad de ver y de oír. De esto no sacan utilidad alguna, sino que se precipitan a una condenación mayor. Por esta razón no les habló el Señor al principio en parábolas, sino con toda claridad, y si ahora les habla en parábolas, es porque pervierten lo que han visto y lo que han oído.

Remigio
Y es de notar que no sólo eran parábolas sus palabras, sino hasta sus mismas acciones, es decir, que eran símbolos de cosas espirituales, lo que se ve claramente cuando dice: "A fin de que los que ven, no vean"; y las palabras no se ven, sino que se oyen.

San Jerónimo
Dice esto de aquellos que están en la ribera y que no pueden oír lo que decía Jesús, a causa de la distancia que los separaba de El y del ruido de las olas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
En seguida, a fin de que no pudieran decir: "Nos calumnia este enemigo nuestro", cita el pasaje del profeta Isaías que dice lo mismo de ellos. Por eso sigue: a fin de que tenga cumplimiento la profecía de Isaías, que dice: "Oiréis con el oído y no entenderéis, y viendo veréis" (Is 6),

Glosa
esto es, oiréis con el oído las palabras, pero no entenderéis el sentido que encierran. Viendo veréis, esto es, la carne; y viendo no veréis, esto es, no comprenderéis la Divinidad.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1
Todo esto lo dijo el Señor porque se les quitó a los judíos, que tenían cerrados los oídos y los ojos y engrosado el corazón, la facultad de oír y de ver; y no sólo no oían, sino que oían mal. Por eso sigue: "Ha sido engrosado el corazón de este pueblo".

Rábano
El corazón de los judíos ha sido engrosado por el peso de la malicia, y por la multitud de sus pecados comprendieron mal las palabras del Señor y las reciben con ingratitud.

San Jerónimo
Con el objeto de que no creyéramos que este peso del corazón y sordera de los oídos eran resultado de su naturaleza y no de su voluntad, expresa el Señor el pecado hijo de su libertad, diciendo: "Y cerraron sus oídos".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,1-2
En todo este pasaje demuestra el Señor la profunda malicia y la aversión estudiada que le tenían los judíos; mas con el fin de atraerlos, añade: "Para que se conviertan, y los sane"; palabras que demuestran que si se convirtiesen serían sanados, que es como cuando dice uno: si me lo suplicaren, en seguida los perdonaré, da a entender además la voluntad de reconciliarse con ellos en las siguientes palabras: "Cuando se conviertan los sanaré"; palabras que demuestran la posibilidad de que se convirtiesen, hiciesen penitencia y se salvasen.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 14
O de otra manera, cerraron sus ojos para no ver con ellos, esto es, ellos mismos dieron motivo para que Dios les cerrase los ojos; y otro evangelista dice: "Cegó sus ojos" (Jua_12:40); ¿pero acaso para que no volvieran a ver? ¿o acaso para que no vean de manera que les cause tedio su ceguera y puedan, condoliéndose humillados y conmovidos, confesar sus pecados y buscar a Dios con arrepentimiento? Porque así lo expresa San Marcos: "Por si se convierten y se les perdonan los pecados" (Mar_4:12); de donde resulta que merecieron por sus pecados el no entender, y aun en esto brilla la misericordia de Dios, porque de este modo podían conocer sus pecados, convertirse y merecer el perdón. San Juan refiere este pasaje en estos términos: "No podían ellos creer, porque Isaías dijo: Cegó los ojos de ellos, endureció su corazón, para que no vean con los ojos, ni comprendan con su corazón, no sea que se conviertan, y yo los sane" (Jua_12:39-40). Este texto parece oponerse a la interpretación anterior y nos obliga a entender las palabras: nequando videant oculis, no: " Para que jamás vean con los ojos", no en el sentido de que ellos puedan ver alguna vez con sus ojos, sino en el sentido de que jamás vean. San Juan efectivamente lo dice muy claro: "Para que no vean con los ojos", y añade: "Y por esto no podían creer". Se ve bien claro que no quedaron ciegos a fin de que en alguna ocasión se convirtiesen por la penitencia (cosa que no podían hacer sin preceder la fe; de suerte que con la fe debían ser convertidos, con la conversión sanados y con la salud podían comprender), sino que nos manifiesta el evangelista que quedaron ciegos para que no creyesen. Porque dice muy claramente: "Por esta razón no podían creer". Y si esto es así, ¿quién no se levanta a defender a los judíos y dice en voz alta que ellos no son culpables si no creyeron? Si ellos no han creído es porque Dios les ha cerrado sus ojos; pero siendo imposible que Dios sea culpable, nos vemos precisados a confesar que merecieron por ciertos pecados anteriores quedar de tal manera ciegos, que quedaron incapaces de creer, porque las palabras de San Juan son éstas: "No podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos". En vano intentamos entender que quedaron ciegos para que se convirtiesen, siendo así que sin la fe era imposible su conversión, y no podían tener fe porque estaban ciegos. No es un absurdo decir que hubo algunos judíos que podían ser sanados, pero, sin embargo, estaban en tan grande peligro por su desmedida soberbia, que no les convino creer primero. Y quedaron éstos 1 ciegos para que no comprendiesen las parábolas del Señor, y no comprendiéndolas no creyesen en El, y no creyendo en El le crucificasen en unión con los demás desesperados, para que así, después de la resurrección se convirtiesen y amasen más con la humillación y arrepentimiento de la muerte del Señor a Aquel que les había perdonado tan enorme crimen. Era tan grande su soberbia, que era preciso abatirla con esa humillación. Y si alguno cree que todo esto no está en su lugar, que reflexione sobre las palabras que se leen en los Hechos de los Apóstoles (Hch 12), conformes completamente con lo que dice San Juan: "Por eso no podían creer, porque les cegó sus ojos para que no vean", palabras que nos dan a entender que quedaron ciegos a fin de que se convirtiesen. Esto es, quedaron ciegos para las verdades del Señor, ocultas en sus parábolas, a fin de que se arrepintiesen después de la resurrección mediante una penitencia más saludable. Porque cegados ellos por la oscuridad del discurso del Señor, no comprendieron sus palabras, y no entendiéndolas, no creyeron en El; no creyendo en El, lo crucificaron; pero después de la resurrección, asombrados de los milagros que se hacían en su nombre, se arrepintieron a la vista de su gran crimen, y abatidos hicieron penitencia. En seguida, después de aceptado el perdón, su conversión se apoyó en un amor intensísimo, pero a algunos de ellos aquella ceguera no sirvió para que se convirtiesen.

Remigio
También puede entenderse este pasaje de esta manera: sobreentiéndese en cada miembro la partícula no ; esto es, a fin de que no vean con los ojos, y que no oigan con los oídos, y de que no entiendan con el corazón, y de que no se conviertan, y de que no los sane.

Glosa
Los ojos de los que ven y no creen son desgraciados; mas los vuestros: "Bienaventurados vuestros ojos porque ven, y vuestras orejas porque oyen".

San Jerónimo
Si no hubiéramos leído más arriba que el Señor estimulaba a sus oyentes a que lo entendiesen con las palabras: "El que tenga orejas para oír, oiga" (Mat_13:9) pudiéramos creer que estos ojos y estas orejas que perciben la felicidad son los del cuerpo; pero me parece que los ojos bienaventurados son los que pueden conocer los misterios de Cristo; y dichosas las orejas aquellas de quienes dice Isaías: "El Señor me ha dado una oreja" (Isa_50:5).

Glosa
El ojo es el alma capaz por su naturaleza de entender aquello a que se dirige, y la oreja es también el alma; porque ésta no aprende sino enseñada por otro.

San Hilario, in Matthaeum, 13
O también habla aquí de la dicha del tiempo de los Apóstoles, cuyos ojos y oídos tuvieron la felicidad de ver y comprender la salud de Dios, cosa que los profetas y los justos desearon ver y comprender, y que estaba reservada para la plenitud de los tiempos. Por eso sigue: "En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron".

San Jerónimo
Parece contradecir este pasaje a lo que se dice en otra parte: "Abraham deseó ver mi día, lo vió y se alegró" (Jua_8:56).

Rábano
También Isaías (Is 6) y Miqueas (Miq 7), y otros muchos profetas vieron la gloria del Señor y por eso fueron llamados los que ven (1Sam 9).

San Jerónimo
Mas no dijo: Todos los profetas y justos, sino muchos. Porque podía acontecer que entre muchos hubiera algunos que vieron y otros que no vieron. Sin embargo, no deja de ofrecer algún peligro esta interpretación, porque parece establecer entre los santos diferentes grados de mérito (es decir, en cuanto a la fe en Cristo). Abraham, pues, vio en figura, en enigma. Pero vosotros tenéis y poseéis a vuestro Señor entre las cosas presentes. Vosotros le preguntáis cuando queréis y coméis con El.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 45,2
Lo que vieron y oyeron los Apóstoles fueron su presencia, sus milagros, su voz y su doctrina. Y en esto los prefiere, no sólo a los malos, sino a los que fueron buenos, porque dice que fueron más dichosos que los justos de la antigüedad, puesto que ven no sólo lo que no vieron los judíos, sino lo que los profetas y los justos desearon ver y no vieron. Porque aquellos solamente contemplaron a Cristo con la fe, y éstos lo vieron con sus ojos y con más claridad. Ved aquí, pues, cómo se enlaza el Antiguo Testamento con el Nuevo; porque si los profetas hubieran sido servidores de un Dios extraño o contrario a Cristo, jamás hubieran deseado verlo.

Notas
1. Los que podían ser sanados.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIII.

[Parables of seed, and of tares.]

3 The parable of the Sower, and the seed: 18 the exposition of it. 24 The parable of the tares, 31 of the mustardseed, 33 of the leuen, 44 of the hidden treasure, 45 of the pearle, 47 of the drawnet cast into the Sea, 53 And how Christ is contemned of his own countrymen.
1 The same day went Iesus out of the house, [ Mark.4.1.] and sate by the sea side.
2 And great multitudes were gathered together vnto him, so that hee went into a ship, and sate, and the whole multitude stood on the shore.
3 And hee spake many things vnto them in parables, saying, [ Luk_8:5 .] Behold, a sower went foorth to sow.
4 And when he sowed, some seedes fell by the wayes side, and the foules came, and deuoured them vp.
5 Some fell vpon stony places, where they had not much earth: and foorth with they sprung vp, because they had no deepenesse of earth.
6 And when the Sunne was vp, they were scorched: and because they had not root, they withered away.
7 And some fell among thorns: and the thornes sprung vp, & choked them.
8 But other fell into good ground, and brought foorth fruit, some an hundred folde, some sixtie folde, some thirty folde.
9 Who hath eares to heare, let him heare.
10 And the disciples came, and sayd vnto him, Why speakest thou vnto them in parables?
11 He answered, and said vnto them, Because it is giuen vnto you to know the mysteries of the kingdome of heauen, but to them it is not giuen.
12 [ Mat_25:29 .] For whosoeuer hath, to him shall be giuen, and he shall haue more abundance: but whosoeuer hath not, from him shall be taken away, euen that hee hath.
13 Therefore speake I to then in parables: because they seeing, see not: and hearing, they heare not, neither doe they vnderstand.
14 And in them is fulfilled the prophecie of Esaias, which saith, [ Isa_6:9 ; Mar_4:12 ; Luk_8:10 ; Joh_12:40 ; Act_28:26 ; Rom_11:8 .] By hearing ye shall heare, and shall not vnderstand: and seeing yee shall see, and shall not perceiue.
15 For this peoples heart is waxed

[Parables of seed, and of tares.]

grosse, and their eares are dull of hearing, and their eyes they haue closed, lest at any time they should see with their eyes, and heare with their eares, and should vnderstand with their heart, and should be conuerted, and I should heale them.
16 But blessed are your eyes, for they see: and your eares, for they heare.
17 For verely I say vnto you, [ Luk_10:24 .] that many Prophets, and righteous men haue desired to see those things which yee see, and haue not seene them: and to heare those things which ye heare, and haue not heard them.
18 Heare ye therefore the parable of the sower.
19 When any one heareth the word of the kingdome, and vnderstandeth it not, then commeth the wicked one, and catcheth away that which was sowen in his heart: this is hee which receiued seede by the way side.
20 But he that receiued the seed into stony places, the same is he that heareth the word, & anon with ioy receiueth it:
21 Yet hath hee not root in himselfe, but dureth for a while: for when tribulation or persecution ariseth because of the word, by and by he is offended.
22 He also that receiued seed among the thorns, is he that heareth the word, and the care of this world, and the deceitfulnesse of riches choke the word, and he becommeth vnfruitfull.
23 But he that receiued seed into the good ground, is hee that heareth the word, and vnderstandeth it, which also beareth fruit, and bringeth foorth, some an hundred fold, some sixtie, some thirty.
24 Another parable put he forth vnto them, saying; The kingdome of heauen is likened vnto a man which sowed good seed in his field:
25 But while men slept, his enemy came & sowed tares among the wheat, and went his way.
26 But when the blade was sprung vp, and brought forth fruit, then appeared the tares also.
27 So the seruants of the housholder came, and said vnto him, Sir, didst not thou sow good seede in thy field? from whence then hath it tares?
28 He said vnto them, An enemy hath done this. The seruants said vnto him, Wilt thou then that we goe and gather them vp?
29 But he said, Nay: lest while yee

[Mustard seed, tares, and hid treasure.]

gather vp the tares, ye root vp also the wheat with them.
30 Let both grow together vntil the haruest: and in the time of haruest, I will say to the reapers, Gather ye together first the tares, and binde them in bundels to burne them: but gather the wheat into my barne.
31 Another parable put he foorth vnto them, saying, [ Mar_4:30 Luk_13:19 .] The kingdome of heauen is like to a graine of mustard seed, which a man tooke, and sowed in his field.
32 Which indeed is the least of al seeds: but when it is growen, it is the greatest among herbes, and becommeth a tree: so that the birds of the aire come and lodge in the branches thereof.
33 [ Luk_13:20 .] Another parable spake he vnto them, The kingdome of heauen is like vnto leauen, which a woman tooke, and hid in three [ The worde in the Greek is a measure conteining about a peck and an halfe, wanting litle more then a pinte.] measures of meale, till the whole was leauened.
34 [ Mar_4:33 .] All these things spake Iesus vnto the multitude in parables, and without a parable spake hee not vnto them:
35 That it might bee fulfilled which was spoken by the Prophet, saying, [ Psa_78:2 .] I will open my mouth in parables, I wil vtter things which haue bin kept secret from the foundation of the world.
36 Then Iesus sent the multitude away, and went into the house: and his disciples came vnto him, saying, Declare vnto vs the parable of the tares of the field.
37 He answered, and said vnto them, Hee that soweth the good seed, is the sonne of man.
38 The field is the world. The good seed, are the children of the kingdome: but the tares are the children of the wicked one.
39 The enemie that sowed them, is the deuill. [ Joe_3:13 .reue,14.15.] The haruest, is the ende of the world. And the reapers are the Angels.
40 As therefore the tares are gathered and burnt in the fire: so shall it be in the end of this world.
41 The Sonne of man shall send forth his Angels, and they shall gather out of his kingdome all [ Or, scandales.] things that offend, and them which doe iniquitie:
42 And shall cast them into a furnace of fire: there shall be wayling and gnashing of teeth.
43 [ Dan_12:3 .] Then shall the righteous shine foorth as the Sunne, in the kingdome

[Mustard seed, tares, and hid treasure.]

of their father. Who hath eares to heare, let him heare.
44 Againe, the kingdome of heauen is like vnto treasure hid in a field: the which when a man hath found, hee hideth, and for ioy thereof goeth and selleth all that hee hath, and buyeth that field.
45 Againe, the kingdome of heauen is like vnto a marchant man, seeking goodly pearles:
46 Who when hee had found one pearle of great price, he went and solde all that he had, and bought it.
47 Againe, the kingdome of heauen is like vnto a net that was cast into the sea, and gathered of euery kind,
48 Which, when it was full, they drew to shore, and sate downe, and gathered the good into vessels, but cast the bad away.
49 So shall it be at the ende of the world: the Angels shal come forth, and seuer the wicked from among the iust,
50 And shal cast them into the furnace of fire: there shall be wailing, and gnashing of teeth.
51 Iesus saith vnto them, Haue ye vnderstood all these things? They say vnto him, Yea, Lord.
52 Then said he vnto them, Therefore euery Scribe which is instructed vnto the kingdom of heauen, is like vnto a man that is an housholder, which bringeth foorth out of his treasure things new and old.
53 And it came to passe, that when Iesus had finished these parables, hee departed thence.
54 [ Mar_6:1 ; Luke.4.16.] And when hee was come into his owne countrey, he taught them in their Synagogue, insomuch that they were astonished, and said, Whence hath this man this wisedome, and these mighty works?
55 [ Joh_6:42 .] Is not this the Carpenters sonne? Is not his mother called Marie? and his brethren, Iames, and Ioses, and Simon, and Iudas?
56 And his sisters, are they not all with vs? whence then hath this man all these things?
57 And they were offended in him. But Iesus said vnto them, [ Mar_6:4 ; Luk_4:24 ; Joh_4:44 .] A Prophet is not without honour, saue in his owne countrey, and in his owne house.
58 And hee did not many mighty workes there, because of their vnbeliefe.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La parábola del sembrador (y su explicación) (ver Mar. 4:1-9, 13-20; Luc. 8:4-8, 11-15). Los discípulos de Jesús, sin duda, hallaron muy difícil entender cómo la proclamación de Jesús acerca del reino de Dios, ante la cual ellos habían respondido con tanto entusiasmo, no recibía la misma acogida por todos los que la escuchaban. Esta parábola, con sus cuatro escenas, indica que la respuesta no sólo depende del mensaje (es la misma semilla en cada caso), sino también en el grado de una buena disposición de los oyentes para recibirla. Las tres áreas improductivas (el camino, los pedregales y los espinos) son interpretadas en los vv. 19-22 como representando diferentes tipos de escuchas: aquellos que simplemente no quieren escuchar, aquellos cuya respuesta es sencillamente superficial, y aquellos que están preocupados con otros intereses. Las tres son situaciones familiares a todo predicador del evangelio, en aquel entonces y ahora. Los discípulos, por lo tanto, no debieran estar sorprendidos por las respuestas divididas ante la predicación de Jesús.

La culpa radica en los que oyen y no en el mensaje. Cuando la semilla cae en buena tierra, dará su fruto. En esta manera Jesús aseguró a sus discípulos que, a pesar de las hostilidades y las respuestas inadecuadas, habría una cosecha. Aun en la buena tierra, sin embargo, hay lugar para alguna variación en el grado de productividad, a ciento, a sesenta o a treinta. En otras palabras, los discípulos no pertenecen a un solo tipo o tamaño, y en el reino de Dios hay lugar para lo ordinario como también para lo espectacular.

Como en 7:24-27 no es meramente el oír la palabra lo que importa, sino la comprensión (19, 23). De esta manera la parábola del sembrador se prepara para los vv. 10-17, donde se hace una distinción aguda entre los oidores que no comprenden las parábolas y aquellos que poseen el secreto para resolverlas. En un sentido, es como una parábola acerca de parábolas. Por lo tanto, es apropiado que concluya en el v. 9 con una apelación a todos nosotros a que nos demos cuenta; la forma en que oímos determinará si nuestro discipulado es fructífero.

Notas. 1 El contraste entre lo privado de la casa (cf. v. 36) y las multitudes al lado del lago simboliza la distinción, que cuidadosamente se aclara en todo este capítulo, entre las multitudes a las que Jesús enseñaba solamente en parábolas y los discípulos a quienes él las explicaba en privado.

10-17 Cómo operan las parábolas (cf. Mar. 4:10-12, 25; Luc. 8:9, 10, 18; 10:23, 24). Como lo indica el v. 12, lo que uno saca de cualquier cosa depende de lo que uno le pone. Igualmente con parábolas: el mismo mensaje, como lo ha indicado la parábola del sembrador, ha de recibir respuestas diferentes dependiendo de la receptividad del oyente. Al explicar las parábolas a sus discípulos Jesús les abrió los misterios del reino de los cielos. Tiene su propia lógica, que el razonamiento humano no puede penetrar; su verdad debe ser revelada. El ser un discípulo significa asistir a la escuela de la revelación.

Los que no tienen este don, como lo había predicho claramente Isa. 6:9, 10, nunca recibirán más que un oír superficial del mensaje de Dios, y no les hará ningún bien. Pero el formar parte del grupo de los discípulos de Jesús es un privilegio mayor que el que disfrutaron los más grandes del pueblo de Dios del pasado (profetas y justos), que tuvieron un indicio preliminar del reino de los cielos, pero que aún no conocían su realidad.

Jesús no está diciendo aquí que las parábolas están diseñadas para esconder la verdad, y de esa manera cerrar la entrada a tales personas al reino de los cielos, sino que en realidad no todos tienen la habilidad de penetrar su significado. Dicha habilidad es algo dado a los discípulos, en vez de ser el resultado de la perspicacia humana. Pero este pasaje no explica el asunto de cómo llegar a ser discípulo. Se presume que los discípulos a los que estaba hablando Jesús en un tiempo no fueron iluminados; si ellos pudieron aprender estos misterios por medio del ministerio de Jesús, otros también podrían. Pero ya que que las divisiones existen y hay diferentes tierras donde puede caer la semilla, las parábolas seguirán revelando esa división.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El sembrador - El sentido de la parábola. A través de las parábolas que aparecen en el Nuevo Testamento podemos acercarnos a lo que Jesús sentía y pensaba sobre el reinado de Dios que venía a anunciar, y a la experiencia propia de Jesús sobre el modo de actuar de Dios, su Padre. El tema de las parábolas es el reinado de Dios, no como teoría, sino como proclamación que exige una respuesta para ser comprendida. Quien lo acepta, comprende; quien no quiere aceptar, se niega a comprender.
La parábola del sembrador es justamente la dramatización de esta diferente actitud ante el mensaje del reinado de Dios. Aquellos hombres y mujeres que se reunieron en torno a Jesús representan a los que aceptando la palabra, van comprendiendo y entrando en el misterio del reinado de Dios. Eran, en su mayoría, trabajadores pobres, hartos de bregar con una tierra ingrata, rocosa y poco fértil, como era el suelo de Palestina.
Las dificultades del crecimiento de la semilla que va arrojando el sembrador eran bien sabidas por aquellos oyentes acostumbrados a recoger una pobre cosecha de apenas un 10 por ciento, y de la que debían dar la mayor parte a los amos de la tierra que vivían en las ciudades. El énfasis de la parábola, sin embargo, no está en las dificultades, sino en lo espectacular de la cosecha: el 30, el 60 y hasta el 100 por uno. Una cosecha superabundante, inimaginable. ¡Eso sí que era una buena noticia! Pero sólo para los que tienen los oídos bien abiertos: «el que tenga oídos, que escuche» (9).
Los discípulos piden a Jesús una explicación de la parábola (10). Mateo, con toda seguridad, está pensando en las comunidades cristianas a las que dirige su evangelio y que llevaban a cabo su misión en un ambiente hostil de rechazo y persecución. Necesitaban una palabra de aliento ante el lógico cansancio y la frustración de predicar a oídos sordos, pero, sobre todo, necesitaban comprender que la causa del reinado de Dios no es un paseo triunfal, sino que lleva siempre consigo el sufrimiento y la tribulación.
Jesús, en primer lugar, conforta a sus discípulos y les asegura que ellos, al aceptar su palabra, han entrado ya en el proceso de comprensión de los misterios del reinado de Dios, lo que significa recibir abundancia sobre abundancia. Los llama dichosos (16) y testigos de excepción de un acontecimiento de tanta plenitud y tan largamente esperado (17).
A los que no aceptan el reinado de Dios, a los «que miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden» (13), Jesús les dirige las duras palabras del profeta Isaías (Isa_6:9s). Son palabras de denuncia y de condena, pero son, sobre todo, una invitación al arrepentimiento y a la conversión.
Ésta es también la lección que quiere dar Mateo a sus comunidades cristianas (y a las de hoy): el aparente fracaso de reinado de Dios, el rechazo del mensaje y la hostilidad a sus mensajeros, más que desanimar a una Iglesia marginada y perseguida en su misión de anuncio y de denuncia, debe, por el contrario, fortificar su compromiso y su testimonio, pues es precisamente en la persecución y en la prueba donde se revela el poder y la verdad de la Buena Noticia. El misterio mayor y más difícil de comprender del reinado de Dios es el sufrimiento, la muerte y la resurrección de su primer testigo y mensajero, Jesús. La instauración del reinado de Dios en el interior de la persona y en las estructuras de la sociedad es siempre un camino doloroso, lleno de fracasos. Sólo a la luz de la Pascua sabemos que el fracaso y la muerte no serán la última palabra de la historia.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



12. Esta expresión paradójica significa que el pleno conocimiento del Reino de Dios será concedido a quienes reciben la palabra de Jesús con un corazón bien dispuesto. Los que rechazan esa palabra, en cambio, perderán incluso aquel conocimiento que tenían del designio de Dios revelado en el Antiguo Testamento.

La misma sentencia se vuelve a encontrar en Mar_4:25 y Luc_8:18, a propósito de las parábolas del Reino, como también en 25. 29 y Luc_19:26, a propósito del servidor que no hizo fructificar los bienes recibidos de su señor.

13. Las parábolas velaban la predicación de Jesús y exigían un esfuerzo para penetrar en su contenido. La mala voluntad de algunos los hacía incapaces de realizar ese esfuerzo y, por lo tanto, de descubrir el secreto del Reino de Dios.

14-15. Isa_6:9-10.

20. "La Palabra" es una expresión característica del lenguaje cristiano, que designa la Buena Noticia de la salvación proclamada por Jesús y los Apóstoles. Ver 1Te_1:6; Stg_1:21-23; 1Pe_3:1.

25. La "cizaña" es una planta nociva que crece en los sembrados. Es muy semejante al "trigo", de manera que cuando están juntos no se los puede distinguir fácilmente hasta que el trigo no produce espigas.

32. Eze_17:23; Eze_31:6; Dan_4:9, Dan_4:18. La semilla de mostaza no es absolutamente la más pequeña, pero sí lo bastante como para dar lugar a la comparación de Jesús. Ver 17. 20.

33. La parábola del "grano de mostaza" expresa el poder de expansión que tiene el Reino de Dios. La de la "levadura" se refiere, sobre todo, a su poder para transformar interiormente a los hombres. En ambos casos, se pone de relieve el contraste entre la pequeñez de los comienzos y la magnitud del final.

35. Sal_78:2.

52. "Lo nuevo" y "lo viejo" son todas las riquezas espirituales contenidas en la Nueva y en la Antigua Alianza.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Las parábolas son un medio habitual de la predicación de Jesucristo. También los rabinos de la época las utilizaban para explicar frases de la Escritura, pero Jesús las utiliza más abundantemente y con una finalidad propia: revelar los misterios del Reino de Dios.

«Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza (cfr Mc 4,33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino (cfr Mt 22,1-14), pero exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cfr Mt 13,44-45); las palabras no bastan, hacen falta obras (cfr Mt 21,28-31). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra (cfr Mt 13,3-9)? ¿Qué hace con los talentos recibidos (cfr Mt 25,14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para conocer los Misterios del Reino de los Cielos (Mt 13,11). Para los que están fuera (Mc 4,11), la enseñanza de las parábolas es algo enigmático (cfr Mt 13,10-15)» (CCE 546).

En cuanto a su forma, la parábola puede ser una simple comparación o una narración detallada. En ocasiones las parábolas toman un tono paradójico del que Jesús se sirve para fijar la atención y excitar la curiosidad. Por otra parte, las parábolas, al partir de imágenes cotidianas, se hacen comprensibles a todos. Pero para alcanzar su mensaje hay que querer penetrar más allá de la imagen expresada. Por eso, quien no está dispuesto a querer entender se queda sólo en la anécdota. De esa sordera acusa Jesús a quienes están cerrados a su mensaje. Para el sentido de los vv. 14-15, cfr nota a Mc 4,10-12.


Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

fue engrosado... La pasiva indica la acción invisible de un tercero. En este caso expresa el misterio del endurecimiento de Israel → Rom 11:7; Rom 11:25; §032;
se arrepientan... Gr. epistréfo. Otras traducciones posibles: regresen, se vuelvan;
Aun así... El adversativo (aun así) lo exige el súbito cambio de los verbos: del subjuntivo (vean, oigan, entiendan, se conviertan) al futuro de indicativo (sanaré) → Isa 6:10; §237.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13 El anuncio de la llegada del reino de los cielos (Mat 4:17) ha suscitado entusiasmo y seguimiento, pero también polémica y rechazo; llega, pues, el momento de explicar en qué consiste aquel reino. A este fin sirven las parábolas del reino, que son relatos breves y sugerentes, con imágenes y comparaciones tomadas de la vida cotidiana, que pretenden hacer pensar al oyente y que van evocando los diversos aspectos del reino de Dios. El lenguaje poético y simbólico al que recurre Jesús pretende llevar al oyente o al lector a interrogarse sobre su propia situación ante un Dios que ofrece su reino.

Torres Amat (1825)



[12] A los ingratos a la gracia o beneficio de Dios se les quitará en castigo aun lo que han recibido. Luc 8, 18.

[13] Si les propusiera la verdad desnuda la despreciarían, por eso les hablo en parábolas; pero ni aun hacen caso de mi doctrina.

[14] Is 6, 9.

[35] Sal 78 (77), 2.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Las palabras de Jesús consignan un hecho, no expresan finalidad; el texto de Isaías expresa finalidad, pero esta finalidad es de los mismos judíos, que cierran sus ojos para no ver. Y aun la expresión de esta finalidad es irónica.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 13.12 Algunos mss. omiten el v. 47.

[2] 13.14-15 Mt 25.29; Mc 4.25; Lc 8.18; 19.26.

[3] 13.16-17 Is 6.9-10.

[4] 13.54 Lc 10.23-24; Heb 11.13; 1 P 1.10-12.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Isa 6:9-10.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[a] Isa 6:9-10.