Ver contexto
Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, soy yo; no temáis.» (Mateo 14, 27) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 14.

Juicio de Herodes sobre la fama que tiene de Jesús, 14:1-2
(Mar_6:14-16; Luc_9:7-9).
1 Por aquel tiempo llegaron a Herodes el tetrarca noticias acerca de Jesús, 2 y dijo a sus servidores: Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso obra en él un poder milagroso.

El Herodes del que se habla es Antipas, hijo de Herodes el Grande. Se le da el título oficial de tetrarca, concedido por Augusto. Herodes es la forma que sólo aparece en las monedas. Su gran ambición era el título de rey, y a este fin se encaminó a Roma. A veces se le da el título genérico de rey (Mc), o por halago, como lo hacen sus súbditos.
Le llegaron noticias de la fama de Jesús, pues su nombre se había hecho famoso (Mar_6:14) y la conmoción era grande en las multitudes 2. Esto produjo un fuerte impacto en Antipas, estando dudoso a causa de lo que algunos decían de Jesús (Mc-Lc). Ante las fuerzas milagrosas que obraban en El, las gentes lo identificaban con uno de los antiguos profetas (Lc) o con Elias, que se le suponía vivo y se le esperaba en los días mismos del Mesías 3.
Antipas era un claro y agudo neurótico. Tenía la obsesión por el Bautista, al que había hecho degollar. Y ante la duda que las gentes tenían para identificar a Cristo y ante los milagros que hacía, no se le ocurrió más que pensar en un muerto resucitado, que tendría poderes preternaturales. No es que Antipas creyese en una transmigración de almas. San Jerónimo observaba ya que, cuando esto sucede, Cristo tenía más de treinta años 4. Pero, en su neurosis, lo identificó con el Bautista, sobre todo por milagros 5. Y Lc añade que desde entonces deseaba verle (Luc_23:8). Pero Antipas temía al Bautista (Mar_6:19). La frase tan rotunda de éste es el Bautista resucitado, admitiría la traducción de debe de ser 6. Pero su neurosis también admite su aturdida identificación. Y era afirmación reiterada: decía (Ýëåãåí).

La muerte del Bautista,Mar_14:3-12 (Mar_6:17-29; Luc_3:19-20).
3 Pues Herodes había hecho prender a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano; 4 porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. 5 Quiso matarle, pero tuvo miedo de la muchedumbre, que le tenía por profeta. 6 Al llegar el cumpleaños de Herodes, bailó la hija de Herodías ante todos, 7 y tanto le gustó a Herodes, que con juramento le prometió darle cuanto le pidiera, 8 y ella inducida por su madre: Dame le dijo , aquí, en la bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. 9 El rey se entristeció, mas por el juramento hecho y por la presencia de los convidados ordenó dársela, 10 y mandó degollar en la cárcel a Juan el Bautista, 11 cuya cabeza fue traída en una bandeja y dada a la joven, que se la llevó a su madre. 12 Vinieron sus discípulos, tomaron el cadáver y lo sepultaron, yendo luego a anunciárselo a Jesús.

Herodes Antipas era hijo de Herodes el Grande y su mujer samaritana Malthake 7. A la muerte de su padre, Augusto le nombra tetrarca de Galilea y Perca, aunque parece que su influjo llegase también a la Decápolis (Mar_5:20; Mar_7:31; Mat_4:25). Se posesionó de su tetrarquía a los diecisiete años. Su carácter era apático, falto de energía 8, sensual y lleno de doblez. Jesucristo mismo le llamará zorra (Luc_13:32). Era además adulador con Roma, pues en honor de Tiberio levantó la ciudad de Tiberíades, lo mismo que la de Livia-Julia en honor de la mujer de Tiberio. De los mismos relatos evangélicos sobre que Cristo fuese el Bautista resucitado, da la impresión de haber sido un hombre de fuerte fondo neurótico. Parece que tenía una buena parte de temperamento supersticioso y fantástico 9. Por razones políticas, para garantizar sus fronteras de las incursiones de los nabateos, se casó con la hija del rey de los mismos, Aretas IV.
Pero el año 28 Antipas hace un viaje a Roma para ver a Tiberio; ante el que gozaba de prestigio, por ser su espía confidencial de los magistrados romanos en Oriente. Allí conoció a Herodías. Esta era hija del asmoneo Aristóbulo y de Marianme, la hija del sumo sacerdote Simón. 10 Herodías estaba casada con un hijo de Herodes el Grande, llamado Filipo, distinto del otro homónimo que recibió la tetrarquía de Traconítide e Iturea 11.
Este Herodes-Filipo vivía una vida oscura y sin aspiraciones en las cercanías de Roma, ya que Antipas lo visita, cuando va a Roma, en el camino 12. Josefo dice de él que era hombre amante de la tranquilidad 13. Antipas conoció allí a Herodías, mujer de Filipo. Y uniéndose la ambición en ella, que no soportaba la vida oculta de su marido, y la pasión en Antipas por Herodías, se acordó la unión ilegal y el llevar con ellos a la hija de Herodías, llamada Salomé 14. Para esto se puso como condición a Herodes repudiar a su mujer legítima, la hija de Aretas IV, rey de los nabateos I5.
La presencia de Antipas y Herodías en la tetrarquía trajo el escándalo. El adulterio de Antipas iba abiertamente contra la Ley, que prohibía estas uniones incestuosas (Lev_18:16; Lev_20:21).
El rumor popular encontró una voz especialmente representativa. Si éste temía a la policía de Herodes, la voz apostólica del Bautista sonó repetidas veces (åëåãåí) contra aquel adulterio. Antipas temía un levantamiento popular, pero también temía el gran prestigio del Bautista, que incluso recoge el historiador judío Josefo 16. En los manejos de primera hora contra el Bautista estaba ya Herodías, que le odiaba y quería matarle, pero no podía (Mc) por temor al pueblo.
Hubo una segunda fase, que no se matiza en los evangelios, en la que fue encarcelado. El Bautista fue encarcelado, precisa Lc, por lo de Herodías. y por todo lo malo que había hecho Antipas, y que el Bautista censuraba. Esta prisión fue en el palacio-fortaleza que tenían los Herodes en Maqueronte, en la Transjordania, sobre el mar Muerto 17. Sus ruinas se conservan actualmente bajo el nombre de Mekawer 18.
No se dice el tiempo que haya durado esta prisión, que debió de ser relativamente atenuada. Mc (Lev_6:20) tiene un pasaje propio y con especial dificultad, y para él se remite al lugar correspondiente del Comentario 19.
Pero la oportunidad para la muerte del Bautista fue bien calculada por Herodías. Llegó el día natalicio ¿aniversario de él o de exaltación al trono? . Es sabido que los príncipes herodianos celebraban estos aniversarios 20. Debe de ser el de su nacimiento 21.
Fue en un suntuoso banquete al oscurecer (äåiðíïí) 22, al que fueron invitados los notables de sus estados. En él bailó la hija de Herodías, Salomé 23. La expresión bailó en medio (åí ôö ìÝóéç) de la concurrencia 24 es una fórmula griega que indica públicamente 25. Si es en la sala del convite, no se dice. No era desconocido en Oriente, al final de los banquetes, las presencia de bailarinas de profesión, en ocasiones con bailes licenciosos. San Ambrosio, basándose en estas costumbres, piensa que tal sería este baile 26. En la antigüedad semita no eran bailes de sociedad, sino representaciones coreográficas de situaciones, que, en principio, podían ser muy dignas 27. Pero en este ambiente es muy fácil suponer la licencia. Un caso semejante, actual, presenciado por él mismo en la región de Merdj Ayun, lo cuenta Dalman. Después del banquete, en el que comieron separados hombres y mujeres, se reunieron todos en una sala, en la que la joven hija de la casa realizó una serie de danzas dignas 28.
La escena agradó a todos, máxime en aquel ambiente, y Antipas, en la euforia del mismo, juró dar a Salomé lo que le pidiese. Salió a consultar con su madre, indicio acaso de la separación en salas de hombres y mujeres. Y ésta le manda pedir la cabeza del Bautista. El juramento de Antipas, aunque sea la mitad de mi reino, es frase bíblica (Est_5:3; cf. 1Re_13:8). La frase de Juan el Bautista en labios de Salomé no es improbable. Así habla de él Josefo 29. Antipas se entristeció, pero cedió al juramento 30 ante los convidados. Se cumplió la sentencia. Josefo dice que fue muerto en Maqueronte 31.
Se mandó traer la cabeza del Bautista. ¿Se la trajo a la misma sala para que se viese el cumplimiento de la orden? Salomé la llevó a su madre. San Jerónimo recoge que Herodías le sacó la lengua y la pinchaba con aguijón 32, como hizo Fulvia con la lengua de Cicerón. Para unos es una leyenda, para otros una realidad calcada en el ambiente romano en el que había vivido Herodías. Ni son desconocidos casos semejantes de pedir en banquetes la venganza de alguna víctima. A Jerjes, el día que celebraba el aniversario de su nacimiento, la reina Amestris le pidió la cabeza de su rival, que era su misma cuñada, y el rey accedió 33. Casos semejantes se cuentan de Catón por Cicerón 34 y Plutarco 35. Esta escena para Antipas y Herodías, que habían vivido en Roma 36, no debió de ser desconocida.
La psicología de maldad de Herodías contra el Bautista recuerda y es explicada por la conducta y odio feroz de Jezabel contra el profeta Elias (1Re_18:2v) y contra Nabot (1 Re 21, Iv). Acaso la tradición quiso subrayar este paralelo.
Contra el valor histórico de este pasaje se ha hecho ver la discrepancia de motivos que sobre la muerte del Bautista alegan los evangelistas y Josefo. Mientras los evangelistas alegan el incesto y la acusación del Bautista por todo lo malo que había hecho Antipas (Lc), Josefo alega un motivo político: temía que el prestigio del Bautista pudiese provocar una insurrección, con las consecuencias a derivarse para él; por eso quiso prevenir 37.
Sin embargo, un crítico de la categoría de Shürer reconoce que, entre estos motivos alegados, ambos datos no se excluyen 38. Si en el ánimo de Herodías tuvo que pesar la censura de su adulterio, en el de Antipas hubo de pesar fundamentalmente el aspecto político, que podía venir sobre él del influjo del Bautista sobre las turbas. Y si a Josefo, como historiador de un pueblo, le interesa más este aspecto político, al enfoque religioso de los evangelios le interesaba más destacar el aspecto moral. Aspecto que, por otra parte, era el único que podía alegarse ante el pueblo para justificar su conducta. Si este aspecto más personal del adulterio pareciera sospechoso, entonces, según este criterio, sería preciso suprimir la mayor parte de las historias herodianas que relata Josefo, ya que en ellas las mujeres y sus intrigas juegan un papel tan activo. 39
Cuando se enteraron los discípulos del Bautista (cf. Mat_11:2.7; Luc_7:18; Jua_1:53), recogieron el cadáver y lo pusieron en un sepulcro. Según costumbre judía, los cuerpos de los ajusticiados por las autoridades judías debían ser colocados en fosas comunes, propiedad de los tribunales 40. Pero no era éste el caso del Bautista. Y la autoridad romana, y Antipas era príncipe vasallo de Roma, solía conceder los cadáveres de los ajusticiados a sus familiares para su enterramiento 41. El mismo afecto paradójico de Antipas por el Bautista justificará este favor postumo. Tampoco Pilato negó a José de Arimatea el cuerpo de Cristo para enterrarlo. Una tradición recogida por San Jerónimo dice que sus reliquias fueron primeramente sepultadas en Sebastie, Samaría 42, y en donde, según Teodoreto, habrían sido arrojadas al fuego por los paganos 43. La historicidad del hecho es incuestionable. El pueblo consideró castigo de Dios la destrucción del ejército de Antipas por las tropas de Aretas, el 36 d.C., por esta muerte. La razón político-religiosa que dice Josefo 43 es previsoramente lógica en Antipas. Aparte de que el hecho había de trascender, se cita en Lc a Juana, mujer de Juza, administrador (åðéôñüðïõ) de Antipas (Luc_8:3). Sin duda, una posible fuente más de los hechos.

c) Primera multiplicación de los panes,Luc_14:13-21 (Mar_6:30-46; Luc_10:17;
Jua_6:1-15).
Cf. Comentario a Jua_6:1-15.
13 A esta noticia Jesús se alejó de allí en una barca a un lugar desierto, y, habiéndolo oído las muchedumbres, le siguieron a pie desde las ciudades. 14 Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ella, y curó a todos sus enfermos. 15 Llegada la tarde, se le acercaron los discípulos diciéndole: Despide, pues, a la muchedumbre para que vayan a las aldeas y se compren alimentos. 16 Jesús les dijo: No hay por qué se vayan; dadles vosotros de comer. ! 7 Pero ellos le respondieron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. ! 8 El les dijo: Traédmelos acá. 19 Y, mandando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces y, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre. 20 Y comieron todos y se saciaron, y recogieron de los fragmentos sobrantes doce cestos llenos, 21 siendo los que habían comido unos cinco mil, sin contar las mujeres y los niños.

Los cuatro evangelistas dan este relato. Se estudia en Jn. Aquí se destacan algunos elementos.
Mc-Lc lo vinculan a la vuelta de los discípulos de su misión y muerte del Bautista; Mt, a la muerte de éste; Jn lo inserta en la actividad galilaica de Cristo. Mc-Lc acaso lo sitúan evocado por un mayor agudizamiento de la fama de Jesús con la misión de los discípulos.
En la perspectiva literaria de Mt, Cristo se retira en barca a un lugar desierto a causa de la noticia de la muerte del Bautista; Mc-Lc se fijan más en otro aspecto, sin excluir éste: un descanso después de la actividad en la que debieron de tener un éxito de cierto volumen; reactivándose la fama de Cristo misional, van a un lugar desierto, cerca de Betsaida (Lc).
Betsaida Julias había sido embellecida por el tetrarca Filipo 44 y pertenecía a su territorio de la Gaulanítide (el actual Dejaulam). El intento de Lc es citar la ciudad más destacada como punto de orientación para sus lectores étnico-cristianos, ya que Cristo iba buscando un lugar desierto (Mt-Mc) y los alrededores de Betsaida son región desértica 45 , pues buscaba un lugar de reposo para sus discípulos.
La multitud que oyó esto y que le iba a buscar debía de ser en gran parte de gentes que se iban concentrando allí para ir a la muy cercana Pascua, en caravanas, a Jerusalén. Acaso estas gentes se encontraron en Cafarnaúm, centro caravanero para ir a Jerusalén por el valle del Jordán, evitando así las molestias de ir por Samaría. De Cafarnaúm a Betsaida hay a pie 10 kilómetros.
Se explica. Cristo iba en barca. Un retraso por coloquio o con viento en contra permitió a las gentes llegar a aquella zona antes que El.
Hubo curaciones. Mc dirá que se compadeció de ellos porque estaban como ovejas sin pastor, frase de evocación bíblica (Eze_34:5), que aquí tiene su aplicación por estar a merced del fariseísmo y sin la enseñanza del verdadero Pastor (Ez c.34).
Mt pone hecha la tarde, mientras Lc dice que el día comenzaba a declinar. Esto parecería indicar el momento preciso de la hora, pero posiblemente no es más que un modismo aramaico (natah hayyon). Es el substrato que le da F. Delitzsch en su í. Ô. hebreo, y que no significa más que el espacio que va desde el medio día hasta la puesta del sol (Jer_6:4) 46. Aquí está en función del tiempo necesario para poder ir a proveerse de víveres y alojamientos (Mc). Lo que no se dice ni se niega es que pudiesen quedar, en algunos, pequeñas provisiones de repuesto, de lo que hubiesen llevado, pero que era insuficiente en absoluto para resolver el problema de su abastecimiento. Lo improvisado de la ida y la prolongación de la enseñanza había terminado con unos víveres o totalmente en muchos, o con lo elemental en casi todos. La expresión que Mc-Lc usan: para que puedan ir a proveerse a los campos., tiene frecuentemente, en el A.T. y en los LXX, el sentido de pequeños villorrios, en contraposición a las ciudades (Mar_5:14; Mar_6:56).
Este es el momento elegido por Cristo para la multiplicación de los panes. Su comentario se hace en Jua_6:1-15.
Una indicación cronológica complementaria a la Pascua es que Jesús manda que se sentasen sobre la hierba verde (Mc), y que Jn matiza aún más, mucha hierba verde. Estas condiciones no se realizan en la ribera del Lago más que desde la mitad de marzo hasta abril. 47 Estaban recostados en grupos de 50 y 100; la frase usada por Mc evoca los arriates de un jardín 48 y podía ser una buena base de recuento.
Se destaca en los tres sinópticos que Cristo elevó los ojos al cielo. Lo omite Juan, probablemente por razón tipológica. Este gesto de Cristo era frecuente en su oración (Jua_11:41.42; Jua_17:1). En cambio, no era usual en las costumbres rabínicas. Rabí Ismael bar José (c.180) decía: La regla es que el que ora ha de tener los ojos bajos y el corazón elevado al cielo. 49
Los tres sinópticos ponen por bendecir la palabra propia (åýëïãÝù), pero Jn, en este mismo lugar, pone, para lo mismo, dar gracias (åý÷áñéóôÝù). En cambio, los sinópticos en la segunda multiplicación de los panes ponen dar gracias. Esto hace ver que lo usan como sinónimo, sin que haya que suponerse con ellas una previa acción de gracias a la bendición, o ésta hecha en forma de acción de gracias. La costumbre rabínica había establecido que no se comiese o bebiese sin bendecir los alimentos, pues equivalía a un pecado de infidelidad 50. Las fórmulas solían comenzar: Alabado seáis, Yahvé, nuestro Dios, rey del mundo. 51. Y El mismo lo partió y se lo dio a los discípulos para repartirlo a la muchedumbre. ¿El milagro se hizo en las manos de Cristo o en la de los discípulos? Acaso lo primero supusiese un incesante e inacabable ir y venir a Cristo.
El milagro fue tan abundante, que todos se saciaron (Ý÷ïñôÜóèçóá). Õ recogieron doce cestos sobrantes. Era uso judío recoger, después de las comidas, los trozos de comida caídos a tierra 52. El cesto (÷üößíïò) era el que usaban las gentes rústicas 53. Estaban hechos de pequeñas ramas de sauce 54. Este era el tipo de bagaje ordinario judío en sus desplazamientos. Juvenal decía de ellos que su ajuar era el cófino y el heno 55. Y por su uso habitual, Marcial los llama cistíferos 56. En estos cófinos de las gentes o de los apóstoles se recogió el sobrante. El milagro se constataba bien: las sobras eran más que la materia de cinco panes para el milagro.
En el trasfondo de este hecho está la evocación de Moisés, viniendo a ser ello una tipología de esta obra de Cristo. A las gentes que no tienen qué comer en el desierto (Num_11:13.14), Moisés, con su oración, logra el maná. En esta época se esperaba que el Mesías saliese del desierto, y aparecieron por entonces varios pseudomesías, que llevaban las gentes al desierto, donde las prometían señales prodigiosas y de donde saldrían triunfadores. Josefo cuenta estos casos, sus nombres y su fin desastrado 57.
Igualmente, en los días mesiánicos, como renovación de los días del desierto, se esperaba una lluvia perpetua de maná 58.
Todo esto podía provocar una explosión de entusiasmo mesiánico en torno a Cristo, y que Jn relata; quisieron proclamarle rey: el Mesías-Rey que por entonces se esperaba 59. La Pascua estaba próxima, las caravanas a la Ciudad Santa a punto. Quisieron venir para, seguramente, llevarle a su frente a Jerusalén y proclamarle Rey-Mesías en el templo, como se lee en algunos escritos rabínicos que había de ser 60. Pero Cristo despachó a las turbas y discípulos, para que no se dejasen contagiar de aquel mesianismo político, que no era el auténtico, ni la hora de su plena proclamación, y El mismo se marchó solo a un monte a hacer oración (Mt-Mc). La oración de Cristo se registra varias veces en los evangelios 61.
De una manera sencilla se cuenta uno de los portentos de Cristo. Las teorías racionalistas se desbaratan unas a otras para explicarlo 62.
Aunque aún no sea la Eucaristía, este pan milagroso es evidentemente su figura y preparación, como lo han pensado los Padres y también los mismos evangelistas. Tal se ve al comparar los términos con los que describen esta distribución solemne y los de la Cena (Mat_26:26) y Jn (c.6), que une a este milagro el discurso sobre el Pan de vida 63. Donde esta tipología está más acusada es en Jn.
Autores modernos han presentado a propósito de este milagro un problema que es interesante registrar. En el tema de la multiplicación de los panes se quiere ver un trasfondo, que sería un movimiento político para proclamar rey a Cristo.
Esto en Jn es claro (Jua_6:14.15). Como efecto del milagro y probablemente de toda la fama de Cristo , surgió este movimiento del milagro de Cristo multiplicador del pan -maná y en un lugar desierto, lo que evocaba sobre El no sólo ser otro Moisés, sino el Mesías esperado. Pero todo está en cómo se plantee esto. Se alegan, entre otras, las siguientes y principales razones.
En Mc (Jua_6:31), que es el relato inmediatamente anterior a la multiplicación de los panes, Cristo se retira a un lugar solitario con los discípulos, para descansar un poco (Mar_6:31a), y, en el segundo hemistiquio, se lee: pues eran muchos los que iban y venían (Mar_6:31) a donde estaban antes del retiro (Mar_9:32). Pero la gente se dio cuenta de su marcha y les siguieron (Mt-Lc), incluso se les adelantaron (Mc) cuando iban a este lugar de descanso. ¿A qué iba esta gente? ¿A qué se debía esta concentración? Se piensa por autores recientes que en un posible movimiento político en torno a Cristo. Se habría visto en El, a través de su fama, un posible caudillo mesiánico. Que algo de esto podía estar latente es posible, pues la resolución de hacerlo rey, que se lee en Jn (Mar_6:14.15), fue el chispazo final de un ambiente ante aquel milagro. Pero pensar en que iban allí en plan de tramar esta conspiración, no parece lo más probable. Pues Cristo, al ver a las multitudes, se conmovió por ellos (Mt-Mc), y curó a sus enfermos (Mt), y comenzó a enseñarles muchas cosas (Mc), que fue hablarles del reino de Dios (Lc). Si Cristo supusiese que en las visitas anteriores iban y venían y ni para comer tenían tiempo (Mar_6:3Ib) se tratase de hablar acaso con los apóstoles o de ir a verle para, con las impresiones recogidas, armar un complot político-mesiánico, El, que para evitar esto después de la multiplicación de los panes, aleja a las turbas y apóstoles, y marcha El solo a un monte, no parece que se les hubiese puesto de antemano a tiro, sobre todo con un milagro tan llamativo. Otra cosa es que, a causa de su fama, hubiese pasado esto por la mente de muchas gentes, como en otras ocasiones pasó (Mat_12:23), y precisamente a causa de un milagro (Mat_12:23), y otra muy distinta el que esas idas y venidas supusiesen una ida en plan de complot político. Su ida se explica muy bien, como en otras ocasiones, más que por oír la doctrina, por la esperanza y provecho de sus milagros, que es precisamente lo que se dice en Juan a estas gentes que buscan a Cristo después de la multiplicación de los panes (Jua_6:26.28).
Para sostener esta hipótesis se trata de confirmarla con otros datos. En Mc se dice que el número de personas alimentadas era de 5.000 hombres. De donde se deduce que eran precisamente sólo hombres los que iban para un complot, ya que en Mt (Jua_14:21), pues Lc tiene una frase genérica, se añade: sin mujeres y niños. Para eliminar esto se puede decir que la frase podría, en absoluto, querer decir que eran sólo hombres. Podría encontrar esto aparente apoyo en Jn, en donde se dice que, para el milagro, se acomodaron los hombres (Jua_6:10). Y luego del milagro se dice: viendo los hombres el milagro que había hecho (v.14), quieren venir para hacerle rey. Si la segunda vez es lógico que fuesen los hombres solos, la primera vez hombres puede ser un nombre genérico por gentes, o porque, conforme a las costumbres orientales, estaban separados hombres y mujeres con niños. Pues al desembarcar vio mucha gente (Mc) y curó a sus enfermos, y gentes está normalmente por una multitud de todo tipo de personas de ambos sexos. Ni es creíble que fuesen para ser curados sólo los hombres.
También, para esto, se interpreta la frase que al verlos los acogió, porque estaban como ovejas sin pastor, en el sentido de que necesitaban un jefe o general, sentido que, en ocasiones, tiene la frase (Num_27:16v). Pero es increíble que los evangelistas la utilicen en este sentido aplicándola al reino espiritual de Cristo. Y Lc, que es el que la cita, la interpreta, precisamente, por hablarles del reino de Dios (Luc_9:11). Estaban desamparadas de la verdadera doctrina del Buen Pastor (Eze_34:5v; Jn 10, Iv).
En cambio, es probable que Cristo despidió a las turbas y forzó (Mt-Mc) a embarcarse a los apóstoles porque debían de estar a punto de unirse al movimiento político-mesiánico, pero que se produjo después de la multiplicación, y que relata Jn (Eze_6:14.15). No parece, pues, que se trate de una trama previa, sino de un ambiente propicio por la fama de Cristo , lo que hizo estallar, con toda la evocación mosaica que había en aquel milagro y en aquella topografía desértica, el movimiento de entusiasmo para hacer a Cristo rey 63.

Jesús camina sobre las aguas,Eze_14:22-33 (Mar_6:45-52; Jua_6:16-21).
22 Luego mandó a los discípulos subir en la barca y precederle a la otra orilla, mientras El despedía a la muchedumbre. 23 Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. 24 La barca estaba ya en medio del mar, agitada por las olas, pues el viento le era contrario. 25 En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar. 26 En viéndole ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar. 27 Pero al instante les habló, diciendo: Tened confianza, soy yo; no temáis. 28 Tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. 29 El dijo: Ven. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. 30 Pero, viendo el viento fuerte, temió, y, comenzando a hundirse, gritó: Señor, sálvame. 31 Al instante Jesús le tendió la mano y le cogió, diciéndole: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? 32 Y en subiendo a la barca se calmó el viento. 33 Los que en ella estaban se postraron ante El, diciendo: Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.

Para evitar aquellos entusiasmos, prematuros y erróneos, mesiánicos, Cristo forzó a los apóstoles a separarse de las turbas, haciéndoles ir en barca a la otra orilla 64, que es hacia Betsaida, en Mc, o hacia Cafarnaúm, según Jn. Se proponen diversas soluciones 65. Pero en Mt no hay problema topográfico 66. Acaso se trata de factores redaccionales orientadores de los diversos lectores a quienes van destinados los evangelios, por conocer mejor estos puntos de referencia que se les hacen. Otras soluciones son más o menos viables 67.
Ya tarde, los apóstoles embarcaron. Se habían alejado varios estadios de la costa, pues la barca estaba ya en medio del mar (v.24). El estadio era una medida griega de longitud, equivalente a unos 185 metros. Ya en la noche (Jn), Cristo los ve bregar, luchando por avanzar, pues se levantó un gran viento, que les era contrario (Mt-Mc), por lo que el mar tenía gran oleaje (Jn). La depresión de la cuenca del Jordán en 200 metros bajo el nivel del Mediterráneo fácilmente trae estas marejadas y tormentas. Cristo, desde el montículo en que oró, los veía. Esta visión es perfectamente natural, pues a la luz de la luna acaso estaba en el cuarto creciente de la luna del 15 de Nisán (Pascua) podía divisarlo bien.
Cuando los apóstoles habían avanzado sólo unos 25 ó 30 estadios, que son unos cuatro y medio o cinco kilómetros, y el lago tenía en su dirección de este-oeste unos 11 kilómetros, vino Cristo a ellos caminando sobre las aguas cuando era sobre (Mc) la cuarta vigilia de la noche. Los judíos de la época de Cristo habían aceptado la división de la noche en cuatro vigilias, aunque los antiguos judíos sólo conocían tres. Comenzaban en la puesta del sol, sobre las seis de la tarde, nueve de la noche, medianoche y tres de la mañana; a ésta llamaban mañana, que se extendía hasta el orto 68.
Fue en esta cuarta vigilia cuando vieron a Jesús caminando sobre el mar y que venía hacia ellos (Mc), se aproximaba a la barca (Jn), pero hizo ademán de pasar de largo (Mc).
En un primer momento pensaron en un fantasma. ¿Cómo pensar que una persona humana caminase sobre el agua? Ellos gritaron por el miedo. Los apóstoles se muestran fáciles a estas creencias (Luc_24:37; Hec_12:15) en casos de apariciones de Cristo; no son espíritus crédulos ni sugestivos a creaciones alucinantes del mismo. Además, la creencia popular era rica en estas historias 69, y hasta eran consideradas de mal agüero (Sab_17:4.14).
Pero Cristo se da a conocer y los tranquiliza. A esto Pedro respondió (áðïêñéèåßò); es la forma griega que responde al verbo hebreo 'anah, que significa responder o tomar la palabra, hablar 70. Pedro le pide, se diría que aturdidamente, por el paso del miedo al gozo, que si en verdad es El, que le mande ir caminando sobre las aguas a El. Es notable esta transformación. Y ¿por qué no aguardar a ir con todos en la barca o esperar que El se subiese, pues querían recibirlo en la barca? (Jn). ¿Por qué aquel ímpetu suyo? ¡Pedro! Es el Pedro de siempre: el del ímpetu, el del amor, el de la flaqueza.
A la orden de Cristo va, pero ante el oleaje teme y comienza a hundirse. Es fácil figurarse la escena de Pedro medio hundiéndose ante aquel oleaje. Pero recurre a Cristo, que, dándole la mano, le dice: ¡Poca fe! (ïëçãïðéóôå). ¿Por qué dudaste? El hundimiento de Pedro estaba vinculado a su desconfianza. Y también fue prueba y enseñanza para quien sería pastor 71. Se ve en esta escena un tipismo, acaso querido por Mt, relacionado con la hora de las pruebas de la Iglesia naciente. Es en la confianza en Cristo y en su poder como los hundimientos se superan. Pero en el intento de Mt parece estar, primordialmente, el querer destacar la preeminencia de Pedro sobre los discípulos, puesto que es tema que tiene Mt, especialmente, en esta parte del evangelio (Benoit).
Y en cuanto subieron (Cristo y Pedro) a la barca, cesó el viento, destaca con intención Mt. Para Jç sucede esto en seguida (åõèÝùò), llegando a donde iban (Jua_6:21). ¿Es simple coincidencia este cesar del viento? ¿O es un nuevo milagro? En la perspectiva de los evangelistas, estos hechos se los suele ver como una prueba del poder de Cristo (Mat_13:27; Mar_4:41; Luc_8:25).
Cabría pensar que al cesar el viento se facilitó el remar y así llegar muy pronto a la orilla. La forma åõèÝùò no tiene valor inflexible 72 ni por necesidad de inmediato 73. Si esto se interpreta de una proximidad de Betsaida, situada en la costa oriental, acaso fuera posible. Pero si se pone en la ribera occidental, como estaban en medio del lago, y éste tiene de ancho unos once kilómetros, les faltarían sobre unos cinco o seis kilómetros. En este caso, el milagro se impone.
Mc tiene un pasaje propio que se estudia en el Comentario a Mar_6:51-52. En Jn, al decirles no temáis, yo soy (åãþ åéìß), puede también tener, se estudia en otros pasajes de Jn, el valor deliberado de evocar a Yahvé: Cristo-Yahvé.
Los discípulos, impresionados, se postraron (ðñïóåêýíçóáí) para decirle: Verdaderamente eres Hijo de Dios. El término primero no significa, de suyo, una verdadera adoración cultual; - es una forma de mostrar inferioridad y respeto a superiores, verbigracia, reyes o jerarquías.
El uso de Hijo de Dios, öåïõ õéüò ?) sin artículo, no es obstáculo para que se identifique con el Mesías o con el verdadero Hijo de Dios. En Mt ya se había hablado antes de la divinidad de Cristo en varios pasajes (dueño del sábado, superior al templo, etcétera). En Job, Dios aparece como dueño que camina sobre las crestas del mar (Job_9:8). Y en aquel ambiente, caminar sobre algo, v.gr., sobre un país, era dominarlo, ser dueño del mismo 74. Aquí caminar sobre el mar era dominarlo, ser dueño del mismo. Pero como en Jn llaman a Cristo, después de la multiplicación de los panes, el Santo de Dios (Jua_6:69; Mar_1:24), con sentido mesiánico, la expresión de Mt aquí debe de ser una interpretación posterior, pero con el sentido de proclamar la divinidad de Cristo. Como era la fe de la Iglesia y el sentido en que habían de interpretarlo los lectores a quienes iba destinado, y por la proclamación que se hace en la frase.

Jesús hace curaciones en la región de Genesaret,Mar_14:34-36 (Mar_6:53-56).
34 Terminada la travesía, vinieron a la región de Genesaret, 35y, reconociéndole los hombres de aquel lugar, esparcieron la noticia por toda la comarca y le presentaron todos los enfermos, 36 y le suplicaban que les dejase tocar siquiera la orla de su vestido, y todos los que le tocaban quedaban sanos.

El desembarco se hace en Genesaret. Generalmente se admite que se refiere a la región galilea llamada así, extensión denominada hoy el-Guweir, y que ocupa una superficie de cinco kilómetros de ancho y dos de largo, entre Megdel y Tel! el-Oreimé 75. Era una región de gran fertilidad, poblada de villas. Josefo la llama un paraíso. 76
Cristo no debía de venir a predicar, sino a descansar con sus discípulos, ya que no pudo antes a causa de las turbas. Pero pronto fue reconocido. La noticia se extendió y le trajeron enfermos de toda aquella región. Cristo, el tiempo que estuvo allí, que debió de ser de breves días (Jua_6:22-25), no residió en un solo lugar, pues le traían enfermos a donde creían que estaba (Mar_6:55.56). Era en su ruta hacia Cafarnaúm.
La expresión plazas (Mar_6:56), en donde también los curaba 76 en su ruta, pues allí le ponen también a los enfermos, puede tener un significado amplio. Pues dyopá significa generalmente un lugar público y espacioso 77, que es el significado que conviene aquí.
Le suplicaban tocar solamente el ruedo (÷ñáóðÝäïõ) de su manto (Mt-Mc) y se curaban. Este ruego de los enfermos, ¿está acaso influenciado, real o literariamente, por el anterior prodigio de la hemorroísa? (Mat_9:21 par.) 78. Este sentido de creencia un poco mágico puede ser sentir primitivo de las turbas.

1 Josefo, Antiq. XVIII 7:2.3. 2 Mt 4:23-25; 9:35-36; Mar_1:39; Mar_3:7-8; Luc_4:42-44; Luc_6:17-19. 3 Lagrange, Le Messianisme chez les fuifs (1909) ? 210-213 4 Mal_26:16. 5 Apocalip. Baruc 1.10. 6 Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.191; J. B. Tyson, Jesús and Herod Antipas: Journ. of Bibl. Liter. and Exeg. (1960) p.239-246. 7 Josefo, Antiq. XVII 10:1; BI I 28:4. 8 Josefo, Antiq. XVIII 7:2. 9 Ricciotti, Storia d'Israele (1934) II p.424. 10 Josefo, Antiq. XVIII 5:1.4. 11 Wixer, artículo Philippus en Biblische Realworterbuch 3.a ed. 12 Josefo, Antiq. XVIII 5:1. 13 Antiq. XVIII 7:2. 14 Josefo, Antiq. XVIII 5:4. 15 Antiq. XVIII 5:1- 16 Antiq. XVIII 5:2. 17 Antiq. XVIII 5:2. 18 Rev. Bib. (1900) p.386-468. 19 Pirot, évang. s. St. Marc (1946) p.468. 20 Josefo, Antiq. XIX 7:1. 21 lagrange, Evang. s. St. Marc (1929) p.159-160; STRACK-B., Kommentar. I h.L; Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes. 4.a ed. I p.441-442. 22 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.276. 23 Josefo, Antiq. XVII 5:4. 24 Jo ü on, L'évangile. compte tenu du substract se'mitique (1930) h.l. 25 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.822; Bauer, Griechische-deutsches Warterbuch (1937) col.839-840. 26 De virgin. 3:6: Mal_16:228. 27 Reuss, Histoire évangélique p.368. 28 Palástinajahrbuch (1918) p.44-46. 29 Antiq. XVIII 5:2; J. Duncan - M. Derret, Herod's Oath and the Baptist's Mead: Bibl. Zeitschrift (1965) p.49-58. 30 Literalmente juramentos (horkous), pero es un caso de plural de generalización. JOÜON, L'évangile. compte tenu du substract semitique (1930) p.95. 31 Antiq. XVIII 5:2. 32 ML 23:488. 33 Herodoto, IX 108-113. 34 Cicerón, De senectute 12:42. 35 Plut., Vita Flaminii; H. Wlndichs, Zuñí Gastmahl des Antipas, en Zeitschrift der neuentestamenüichen Wissenschaft t.18 p.73-81; Westteix, I 413ss. 36 Josefo, Antiq. XVII 1:3. 37 Antiq . XVIII 5:2. 38 Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes ira Zeitalter J.-Ch. I p.437-438. 39 Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.163. 40 Buchler, L'enterrement des criminéis d'apres le Talmud et le Midrasch: Rev. étud. juifs (1903) 74-88. 41 Filón, In Flacc. X 78:299; Ulpiano, Digest. XLVIII 24:1. 42 Epist. 46.12; 108:13: Mal_22:491.889; cf. Pirot, évang. s. St. Marc (1946). 43 schuster-holzammer, Hist. Bib., vers. esp. (1936) ? p.217-218. 43 Josefo, Antiq. XVIII 5:2. 44 Josefo, Antiq. CVIII 2:2. 45 Sobre la localización de una o dos Betsaidas, cf. A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.338-341;Perrella, / luoghi santi (1936) p.164-175; Holzmeister, Venite seorsum in desertum locum et requiescite pmillum: VD (1942) 161-165. 46 Jue_19:9; Josefo, Antiq. V 2:8. 47 Prat, Jesus-Christ (1947) I p.381 n.l. 48 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 1113. 49 Strack-B., Kommentar. II p.246. 50 Strack-B., Kommentar. I p.685. 51 Talmud Berachoth 44a. 52 Wünsche, Neue Beitrage zur Erlauterung der Evangelien aus Talmud una MidroseA(1878)p.520. 53 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.732. 54 Edersheim, The Life and Times of Jesu the Messiah (1901) I p.648. 55 "Quorum cophinus foenumque suppellex (Sat. III 55). 56 Epigr. V 17. 57 Josefo, ?? II 13:4-5. 58 Strack-B., Kommentar. II p.481; Patr. syr. II col.1117. 59 San Justino, Diálogo 32 y 68; cf. Lagraxge, Le Messianisme. (1909) p.228-235. 60 Strack-B., Kommentar. I p.641. 61 S. TH., In evang. S. Matth. comm. c.2 lect.3:2. 62 Cf. L. Fonck, / miracoli del Signore(l9l4) I p.478-492; Teoría de Bultmann; Joh.- evang. (1941) h.l.; sobre ciertas semejanzas judías, cf. Strack-B., Kommentar. p.687; sobre semejanzas étnicas, cf. Clemen, Religionsgeschichtliche Erklarung p.227. Con lo que No tiene relación es con 2Re_4:42-44. 63 Benolt,L'évang. s. Sí. Matth., en Lo Sainte Bible dejérusalem (1950) p.95 nt.f; Fonck,/ miracoli del Signore nel Vangelo (1914) I p.494-496; L. Cerfaux, La section des pains ( :26; Mat_14:13-16); H. Clavier, La multiplication des pains dans le ministere de Jesús: Stud. Evang. (1959) p.441-457. 63 H. Montefiore, Revolt in the Desert (Mar_6:30ss): New Test. Studies (1961) p.135-141. 64 Fonck,/ miracoli del Signare nel Vangelo (1914) I p.391-393; A. Fernández, Vida de Jesucristo (1954) p.338-341; Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.172; Evang. s. St. Jean (1927) p.168; Váganay, Essai de critique textuelle: Rev. Bib. (1940). 65 Sobre el problema de divergencia topográfica entre Mc-Jn, cf. comentario en los lugares respectivos. 66 Benoit, L'évangile s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.95 nt.b y p.96 nt.a. 67 Simón-Dorado, Praelectiones bibl. N.T. (1947) p.642. 68 Strack-B., Kommentar. I p.688-691. 69 Strack-B., Kommtiitar,. I ñ,691, donde se recogen muchas de estas leyendas. 70 Zorelj-, Uxicon,u.t.um N.T. (1931) col. 155. 71 S. TH., In evang. Matth. comm. c.14 h.l. 72 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.530. 73 Braun, évang. s. St. Jean (1946) p.361; E. Lóvestam, Wunder und Symbol-handlung. Eine studie über Mat_14:28-31 : Kerygma und Dogma (1962) p. 124-135. 74 Odas de Salomón c.39; Sal 107. 75 Abel, Geographie de la Palestine (1933) I p.93. 76 De bello iudaico III 10,8. 76 Sasse, Die erste Erscheinung des Auferstandenen: Theol. Blátter (1922) p.59ss. 77 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 18; Bauer, Gñechisch-deutsches Wó'r-terbuch zu. N.T. (1937) col.20. 78 Jenkins, Markan Doblet (1942); Rénie, Une antologie evangelique: Bíblica (1955) 23-226.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 14

b) Degollación del Bautista (Mt/14/01-12).

1 En aquel tiempo llegó a oídos del tetrarca Herodes la fama de Jesús, 2 y dijo a sus cortesanos: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y de aquí que por él se realizan esos milagros.

Con escasa conexión se menciona una observación del príncipe reinante, Herodes-Antipas. Ha oído hablar del movimiento que había surgido en torno a Jesús y le da una notable explicación. Debe haber resucitado Juan el Bautista y debe haber reanudado sus actividades en Jesús. Las energías de Juan actúan en Jesús. Estas afirmaciones atestiguan el gran prestigio que entonces tenía Juan en general, y en particular en la opinión de Herodes. Al mismo tiempo se da a entender aquí el temor ante el juicio de Dios, que experimenta el que hizo dar muerte a Juan. Herodes se había apoderado del hombre de Dios, y ¿Dios ahora triunfaba sobre la malicia y violencia humanas mediante la resurrección de los muertos? ¿Le amenazará también a él algún mal? Herodes da una opinión, que puede haber sido compartida por otros (Cf. 16,14; Mar_8:28; Luk_9:19; cf.también Mar_9:9-13 y Mat_17:9-13). Aún se conservaba un recuerdo demasiado fresco de la actuación enérgica de Juan, la semejanza entre la proclamación de Juan y la de Jesús podía llevar a esta confusión. En Juan y en Jesús se perciben fuerzas prodigiosas de arriba, pruebas de poder divino. Ni siquiera Herodes puede hacerse sordo ante ellas. Aquí Herodes está más cerca de Jesús que los mismos paisanos de Nazaret, que no perciben nada divino, sino solamente lo humano.

3 Efectivamente, Herodes había arrestado a Juan y lo había encadenado y metido en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo; 4 pues Juan le decía: ¡No te es lícito tenerla! 5 Y aunque quería matarlo, tuvo miedo al pueblo, porque lo tenían por profeta. 6 Pero en el cumpleaños de Herodes, salió a bailar la hija de Herodías delante de todos, y le agradó tanto a Herodes, 7 que le prometió bajo juramento darle cuanto le pidiera. 8 Ella, instigada por su madre, le dijo: Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. 9 El rey se puso muy triste; pero, por los juramentos y por los comensales, ordenó que se la dieran, 10 y envió a decapitar a Juan en la cárcel. 11 Trajeron su cabeza en una bandeja y se la entregaron a la muchacha, y ella se la llevó a su madre. 12 Acudieron luego sus discípulos a recoger el cadáver y lo enterraron. Después fueron a contárselo a Jesús.

En este pasaje el evangelista inserta el relato sobre el fin del Bautista, como también lo había hecho san Marcos ( Mar_6:17-29). Este relato en ambos evangelistas está preparado por la referencia del juicio de Herodes sobre Jesús (Mar_14:1 s = Mar_6:14-16). El fin del Bautista y la primera actuación de Jesús ya los enlazó san Marcos con una mutua relación al principio del Evangelio. Jesús empezó a proclamar su mensaje, después que había oído la noticia del fin del Bautista (Mar_1:14). El más fuerte releva al que no se creyó digno de desatarle la correa de las sandalias (cf. Mar_1:7). Aquí se añade cómo se dio muerte a Juan. El relato es mucho más corto que el de san Marcos. Sólo se informa lo esencial en un compendio conciso. En san Mateo este compendio se incorpora a la tesis del evangelista de que Israel había rechazado a todos los profetas sin excepción, y de este modo se había puesto contra Dios y sus mensajeros. Herodes creyó justificado que el Bautista no se metiese en sus asuntos privados. Ofendido en su orgullo reaccionó contra el reproche de Juan y le hizo encarcelar. Así se redujo al silencio al inoportuno amonestador.

Como ocurre frecuentemente con los tiranos, Herodes se arredra ante el último recurso por temor ante el pueblo. En cambio el pueblo lo tuvo por profeta, como más tarde también se dice de Jesús (cf. 21,46). Tal es la índole de los tiranos. Fácilmente maltratan al individuo, pero se arredran ante las medidas antipopulares. Lo único que temen es perder el favor del pueblo. Con motivo de un banquete para celebrar el cumpleaños baila la hija de Herodías y causa la complacencia del rey. Entusiasmado por el espectáculo del baile, Herodes hace un juramento imprudente. Herodías, la madre, lo aprovecha con astucia, llena de odio mortal contra Juan. No solamente hace pedir la muerte del Bautista, sino la horrible ceremonia de traer en una bandeja al salón de fiestas la cabeza cercenada de Juan. Por causa del juramento y por temor a los huéspedes Herodes manda ejecutar la orden. ¡Otra vez ha sucumbido un profeta en Israel! Pero esta vez no fue porque el pueblo no creyera a Juan o no soportara su mensaje, sino por el antojo de un rey altanero y al mismo tiempo débil. Los miembros de la familia de Herodes siguen pareciéndose. Herodes, el padre, había atentado contra la vida de Jesús y había matado a los niños de Belén (2,16). Su hijo asesina al Bautista. ¿Cómo debe establecerse el reino de Dios, si los reyes de la nación se convierten en el enemigo mortal de los mensajeros de Dios? Los discípulos del Bautista logran sepultar decorosamente el cadáver. Hicieron causa común con su maestro, incluso en la muerte. Luego fueron a contárselo a Jesús (14,12). Cronológicamente es difícil explicar este dato, puesto que según 14,2 ya ha ocurrido la muerte del Bautista, y en 14,3-12 aparece como trasladada.

San Mateo ya no dirige ninguna otra mirada retrospectiva, porque pretende otra finalidad. Quiere indicar la íntima unión entre las dos personas y su obra. Los dos hombres no concurren juntos, sino que su actividad se funda en el mismo plan de Dios. Jesús debe ser informado para que note la señal y adapte a ella su propia conducta. Y así oímos decir inmediatamente después (14,13) que Jesús huyó. Es, pues, evidente que abandonó el territorio de la jurisdicción de Herodes Antipas para no exponerse al peligro antes que llegara su hora. Están profunda y mutuamente relacionadas la vida y actividad de Jesús y las del Bautista. Sólo Dios tiene los hilos en la mano, su sabiduría se atestigua en las obras de ambos (cf. 11,l9c). La muerte del Bautista también debe ser significativa para Jesús a manera de una señal. Jesús recorre el mismo sendero y es entregado al mismo destino de muerte de los profetas. No se rompen los hilos de la historia de Dios. Lo que el Bautista ha empezado, Jesús lo acogerá y lo conducirá a la última perfección. Sobre la muerte y la tumba de Juan reposa esta esperanza de la última perfección. Una esperanza mucho mayor reposará sobre la tumba de Jesús.

c) Primera multiplicación de panes (Mt/14/13-21).

13 Cuando Jesús recibió esta noticia, se alejó de allí a solas en una barca a un lugar desierto. Pero, al enterarse la gente, lo siguieron por tierra desde las ciudades. 14 Al desembarcar y ver a tanta gente, sintió gran compasión por ellos y curó a sus enfermos.

Jesús sube a una barca en el lago de Genesaret y se dirige solo a un lugar solitario. No permanece mucho tiempo así, porque la gente se entera y le siguen a pie por la orilla del lago. Vienen juntos de todas las poblaciones circundantes, por tanto también de los pueblos situados a la orilla del lago. Cuando Jesús baja de la barca, ve la gran multitud. ¡Qué escena! Jesús siente gran compasión por ellos y cura a sus enfermos. Lo que impulsa así a la gente hacia Jesús no es sólo el afecto humano, el entusiasmo que suscita un gran orador, los sentimientos de gratitud por los beneficios logrados. Lo que impulsa a la gente es la percepción de lo sobrehumano, que faltó a los paisanos de Nazaret, el anhelo oculto del bien y de la rectitud, de la verdadera vida. Jesús no puede responder de otra manera, contestó como hizo Dios a través de los siglos, a saber con su misericordia. Dios se compadece del hombre. El estado del hombre afecta su corazón, la indigencia le conmueve.

15 Llegada la tarde, se le acercaron los discípulos, y le dijeron: Esto es un despoblado, y la hora ya avanzó; despide, pues, a la gente, que vayan a las aldeas a comprarse alimentos. 16 Pero Jesús les dijo: No tienen por qué irse; dadles vosotros de comer. 17 Ellos le replican: No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces. 18 él contestó: Traédmelos aquí.

Entre tanto llega la tarde, y los discípulos lo indican al Maestro. La hora es avanzada y el lugar es solitario. Sobre todo aquí no se puede comprar nada para comer. La conversación entre Jesús y los discípulos resulta algo artificiosa. Desde el principio Jesús sabe lo que quiere hacer, y el lector lo nota. Pero los discípulos deben aprender algo, sus pensamientos dirigidos a las cosas terrenas deben ampliarse y crecer en el conocimiento del Maestro. Ha pasado ya mucho tiempo y todavía no saben a quién tienen consigo. Desorientados, hacen la observación de que solamente hay cinco panes y dos peces para comer. Eso resulta muy infantil. ¿Qué significa la ridícula cantidad ante el poder que tiene Jesús? Naturalmente los discípulos no pueden saciar al pueblo, como les encarga Jesús: "Dadles vosotros de comer." Muy poco es lo que pueden hacer los discípulos, de una forma semejante a lo que más tarde se dice de la fe, en la curación del muchacho lunático (cf. 17,16 ss). La mirada debe dirigirse a Jesús. Los discípulos están ante el pueblo con las manos vacías, pero Jesús puede alimentar a la multitud. Así también están los maestros y pastores delante del pueblo con las manos vacías, sólo pueden entregar el pan que Jesús les ofrece.

19 Y mandando a la gente sentarse sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, dijo la bendición, partió los panes y se los dio a sus discípulos, y los discípulos al pueblo. 20 Todos comieron hasta quedar saciados; y recogieron, de los pedazos sobrantes, doce canastos llenos. 21 Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

El pueblo se coloca sobre el césped. Ahora Jesús está en el centro, todos los ojos parecen estar dirigidos a él. En el círculo más reducido alrededor de él están los discípulos, que han traído los panes y los peces, a continuación el pueblo se ha colocado por doquier. Jesús toma los alimentos, mira al Padre que está en el cielo y le alaba. Así como el padre de una familia judía antes de la comida da la bendición sobre los manjares y da gracias a Dios por sus dones, así hace aquí Jesús como padre de todo el pueblo: "Alabado seas, Yahveh, nuestro Dios, rey del mundo, que haces que el pan se forme de la tierra." Jesús parte el pan y los peces, y los da a los discípulos para que los repartan. Los discípulos a su vez lo entregan a las multitudes. Todos comen y quedan saciados, más aún, incluso se reúne una gran cantidad de restos, que muestra que se ha distribuido con superabundancia, y que en realidad todos quedaron saciados. Esto es una bendición realmente divina. Ha resultado más bien fortuito que Jesús hiciera este gran signo. Se trata, en efecto, de un gran signo.

Jesús no ha eliminado la necesidad del hambre ni ha quitado a los hombres la preocupación por el pan cotidiano. Pero una vez tuvo lugar: todos quedaron saciados, más aún, tuvieron superabundantemente. Cuando Jesús estaba entre ellos, no les faltaba nada y todos estaban contentos. La misericordia de Dios descendió sobre ellos, y todos eran uno en sus comidas en común y no sufrían penuria. Pero este signo no fue dado para aturdir o subyugar a los hombres a manera de los prodigios espectaculares que el espíritu maligno había reclamado a Jesús (cf. 4,1 ss). Fue resultado de la situación. Así como Jesús concede su misericordia al individuo que se adhiere a él con fidelidad, así también a la gran muchedumbre que está necesitada. Así procede Dios siempre con el hombre. En el desierto Dios había alimentado al pueblo de una manera prodigiosa y los había preservado de perecer. "Llegada, pues, la tarde, vinieron codornices, que cubrieron todo el campamento, y por la mañana se halló esparcido también un rocío alrededor de él, y cuando el rocío se evaporó, había sobre la superficie de la tierra una cosa fina, como granos, fina como la escarcha en el suelo. Lo que visto por los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? Porque no sabían lo que era. A los cuales dijo Moisés: éste es el pan que el Señor os ha dado para comer" (Exo_16:13-15). Las proezas que hizo Dios en el tiempo glorioso de Israel ¿resurgen ahora en la primavera del pueblo? ¿Está Dios de nuevo cerca de su pueblo como en el gran tiempo pasado? ¡Qué sensación de dicha y nueva confianza tienen que haber sentido aquellos hombres! Este acontecimiento también es una imagen de la Iglesia y así debe ser considerado. Jesús está en el centro como el dador de todos los dones buenos, el dador del pan y de la palabra. Luego viene el grupo de los discípulos. Están muy cerca de él y entregan sus dones, son su brazo extendido. El pueblo está situado alrededor de él y puede disfrutar de su presencia. Jesús alza la vista al cielo, cuando da la bendición. Jesús hace "las obras que el Padre le ha encomendado" (Joh_5:36). Ya no es el mediador, como era Moisés. él mismo es el dador y fuente de la vida. Tal es la experiencia de sí misma que tiene la Iglesia, cuando se reúne para celebrar la eucaristía. Así vivirán solidariamente con Dios y no tendrán penuria todos los que están elegidos para las bodas regias en el reino de Dios. En Dios está la superabundancia y la plenitud de la misericordia. Solamente en él se sacia todo el hambre que pueda sentir el hombre.

d) Jesús camina sobre las aguas (Mt/14/22-33).

Pedro por primera vez desempeña en este pasaje un papel independiente (Joh_14:28-31). De forma semejante, ocupará el primer plano en la confesión de la mesianidad de Jesús (Joh_16:17-19) y al final de toda esta sección se encuentra un pasaje que evoca una conversación entre él y Jesús (Joh_17:24-27). Estos tres pasajes sólo se hallan en san Mateo y demuestran que este evangelista puede inspirarse en una más amplia tradición petrina. Se descubren análogos reflejos en otros pasajes del mismo Evangelio, por ejemplo, en 10,2, donde se designa a Pedro como "primero", y sobre todo en varios pasajes, donde actúa como portavoz de los apóstoles (15,15; 17,4; 18,21; 19,27). A pesar de que el Evangelio de san Mateo imprime su acento en el apóstol, no cabe afirmar que su figura quede idealizada o indebidamente enaltecida. En la conversación entre Jesús y Pedro después de la confesión de la mesianidad, san Mateo más subrayó lo menos grato para el apóstol (16,22s), y no disimula tampoco el papel desairado de Pedro durante el proceso de Jesús (26,69-75).

22 Mandó a sus discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía al pueblo. 23 Después de despedirlo, subió al monte para orar a solas. Al anochecer, estaba él allí solo.

Jesús manda a los discípulos subir a la barca. ¿Por qué se usa esta enérgica frase? ¿Necesitaban este apremio, porque querían permanecer cerca de Jesús o no le querían dejar solo? Les da el encargo de partir antes que él a la orilla opuesta, de recorrer el trayecto que ya habían recorrido de día (14,13). Quiere quedarse solo con la gente y "despedirla". Pero además busca una mayor soledad. En cuanto la muchedumbre se ha dispersado, se va al monte, para orar solo. En un lugar elevado, en el monte se experimenta la proximidad de Dios, de forma más inmediata. Jesús busca la quietud de la oración, de aquella oración que sólo puede fluir entre él y el Padre. Ningún ser humano puede entrometerse en ella ni tampoco ser testigo de ella. Es una oración distinta de la que Jesús había pronunciado antes sobre los panes y los peces. Aquella fue la bendición oficial de la mesa y la oración usada para bendecir que tiene que rezar el padre de familia para el pueblo y en su nombre. En esta oración solitaria, se efectuaría un trueque vital inefable. Jesús es impulsado a la soledad, tiene que forzar a los discípulos a subir a la barca. Basta quedarse absorto en esta escena: Jesús unido con Dios en la obscuridad de la noche, en el monte, en la soledad. Allí está el puente entre Dios y los hombres. El mediador es "Cristo Jesús hombre" (1Ti_2:5).

24 Entretanto, la barca se había alejado ya muchos estadios de la costa y se encontraba combatida por las olas, pues el viento era contrario. 25 A la cuarta vigilia de la noche, fue hacia ellos caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se sobresaltaron y dijeron: ¡Es un fantasma! Y se pusieron a gritar por el miedo. 27 Pero Jesús les habló en seguida: ¡Animo! ¡Soy yo! ¡No tengáis miedo!

Entretanto la barca en que van los discípulos, va siguiendo su rumbo, pero el viento que sopla en dirección contraria, dificulta su navegación y por eso adelantan penosamente. Notan cuán escasas son sus fuerzas y cuán difícilmente pueden luchar con la fuerte tormenta que se avecina. Es una tortura fatigosa. Entonces sucede que Jesús va al encuentro de ellos sobre las aguas hacia el amanecer. Los discípulos son presa de espanto y creen ver un fantasma. Aunque son hombres duros y han soportado muchas horas difíciles en el lago, echan a gritar. El evangelista no teme decirlo abiertamente. Jesús les da voces: "¡Animo! ¡Soy yo! ¡No tengáis miedo!" Siempre sucede lo mismo. El hombre siente su debilidad, cuando se encuentra con Dios o con las cosas divinas. El ánimo decae y el temor hace que el corazón quede oprimido. Jesús no da ninguna señal para ser reconocido ni menciona ningún nombre. Sólo dice llanamente: Soy yo. Con estas dos palabras está todo dicho, porque sólo hay un hombre que pueda hablar así, de modo tan incondicional y absoluto, sin identificar su personalidad ni presentarse con pormenores. Los discípulos no debían conocerle ni por su voz ni por su figura ni por un ademán. Sólo deben saber que quien puede decir: "Soy yo", tiene que ser él. Entonces el hombre no pide una legitimación, no pide señales ni prodigios que lo atestigüen, no pregunta por el nombre, identidad y origen ("Sabemos de dónde es éste"). Todos esos detalles se vuelven accesorios ya que Jesús sabe que ante él solamente existe la confianza sin reservas y la entrega total, que desvanecen el temor...

28 Pedro le contestó: Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas. 29 Ven, le respondió. Pedro entonces saltó de la barca y, caminando sobre las aguas, fue hacia Jesús. 30 Pero, viendo el viento que había, tuvo miedo, y al comenzar a hundirse, lanzó un grito: ¡Señor, sálvame! 31 Inmediatamente Jesús extendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?

Este pasaje, que sólo trata de Pedro y de Jesús, únicamente está en san Mateo. Pedro dirige la palabra a Jesús con el título soberano dei Señor. Pedro ha entendido. Si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas. "Nada será imposible" al que cree (17,20b). Si es Jesús, no sólo carece de peligro el abismo del mar, sino que también se despierta el ansia de ir a Jesús. Pedro se deja llevar por este anhelo. El Señor le contesta lacónicamente: "Ven". La confianza audaz perdura, Pedro salta de la barca, corre con una efectiva seguridad sobre el agua y va hasta Jesús. Entonces Pedro nota de repente el fuerte viento y se estremece. Su corazón de nuevo se atemoriza, y al instante empieza a hundirse. Invoca por segunda vez a Jesús: "¡Señor, sálvame!" Jesús le alza y le pregunta en son de reproche: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?" Cuando se está próximo a Jesús, no se puede perder la firmeza ni dudar. El conocimiento de la presencia de Jesús sostiene sobre el agua y refrena la fuerza del viento.

32 Y cuando subieron los dos a la barca, el viento se calmó. 33 Los que estaban en la barca se postraron ante él, exclamando: Realmente, eres Hijo de Dios.

Jesús sube a la barca y en el acto el viento se calma. No se requiere una orden peculiar como antes (cf. 8,26). La presencia sola de Jesús sosiega y reprime los elementos excitados. Los discípulos quedan subyugados y postrándose rinden homenaje al Maestro con la siguiente confesión: Realmente, eres Hijo de Dios. Son unas palabras gran diosas. Así pues, ¿han entendido los discípulos el misterioso milagro de los panes en un lugar solitario, el poder de Jesús para caminar sin riesgo sobre el lago, sus palabras excelsas: "soy yo" y la fácil salvación de Pedro, cuando empezaba a hundirse? Aquí se ha llegado a un punto culminante. En la noche sobre la superficie del lago reconocen repentinamente a quién tienen ante sí. Vino a ser como una iluminación del conocimiento, la esplendorosa figura del maestro brillando súbitamente ante ellos en la obscuridad. Más allá de las reflexiones de la inteligencia, de la ponderación de los argumentos, de la interrogación crítica y de la confianza irresoluta, brota lo más profundo que los discípulos pueden llegar a experimentar: el Hijo de Dios está entre ellos.

Aquí los sucesos se concentran por completo en Pedro. Es el primer apóstol (cf. 10,2), habla y procede en representación de los demás (Cf. 15, 15; 16,16; 17,24; 18,21s.). Aquí Pedro todavía es más, a saber el primero de los creyentes y el modelo de todos ellos. En esta escena se hace patente de una manera dramática lo que significa creer. La percepción de la frase soberana: "Soy yo", llama al hombre y lo atrae. Luego el ansia de ir a él y estar con él. Los pasos sin riesgo, sostenidos por la confianza y el amor, sobre los abismos. También el desfallecimiento de la confianza y el decaimiento momentáneo de la fuerza. Si desfallece la confianza, aunque solamente sea un poco, el hombre tiene súbitamente la sensación del peligro de fuera. También se puede decir a la inversa: si el hombre se deja impresionar por los peligros, inmediatamente se desmorona la confianza. Se convierte en presa de fuerzas que amenazan, si no recurre a la única mano salvadora, la del maestro. Aquí hay confianza y fe, pero todavía son "pequeñas". No puede quedar ni reservarse ningún residuo, sólo sostiene la fe incondicional. Así pues, lo que aconteció a Pedro es un modelo para los creyentes. Pedro representa la Iglesia, más tarde se le constituye en piedra fundamental de la misma (cf. 16,18). Así está toda la Iglesia ante su maestro. Sabe que en último término está sustraída a todo peligro y preservada del total hundimiento en la historia, si tiene esta fe. "Si no creéis, no subsistiréis" (Isa_7:9b). Esto puede aplicarse tanto al pueblo de la antigua alianza como al de la nueva. Pero el pueblo de la nueva alianza tiene a Jesús en el centro, y a él puede decirle: "Realmente, eres Hijo de Dios." Oye la voz alentadora de Jesús: ¡Animo! ¡Soy yo! ¡No tengáis miedo!

e) Curaciones en Genesaret (Mt/14/34-36).

34 Terminada la travesía, arribaron a la costa de Genesaret. 35 Apenas lo reconocieron los hombres de aquel lugar, divulgaron la noticia por toda aquella comarca, y le presentaron todos los enfermos, 36 y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto. Y todos los que tocaron, quedaron completamente sanos.

Una vez concluido el viaje, los discípulos desembarcan con Jesús en la costa. Aquí sucede lo mismo que antes. Se acude en masa, se difunde la noticia a todos los pueblos circundantes, se trae a los enfermos y la multitud se apiña en torno a él. El lector sabe los sucesos misteriosos de la noche. Ha oído la confesión: Realmente, eres Hijo de Dios. No le llama la atención que la gente procure tocarle, aunque sólo sea el ribete de su vestido. Tampoco le sorprende que crean recibir algo de la corriente de fuerza y de vida por el contacto. También ellos son curados. Su fe puede ser infantil y sencilla, pero la misericordia de Jesús tampoco retrocede ante ella. Esta fe para Jesús no es demasiado exigua ni falta de iluminación, para que no sea obsequiada con el mismo regalo. Esta fe no se manifiesta en la súplica explícita de ser curado, ni en una confesión de la confianza en el poder prodigioso de Jesús. Es una fe sencilla y sin palabras. Le gusta el ademán externo, el contacto con el vestido, y en ellos esta fe expresa todo lo que siente el corazón. Jesús no ha censurado a la gente y tampoco reprendió a la mujer que padecía flujo de sangre (cf. 9,20-22). Jesús puede oir y entender el lenguaje del corazón. No debemos pensar ni juzgar con altivez los ademanes de la fe sencilla, con tal que no sean supersticiosos, sino veraces y sinceros.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y Jesús hizo subir luego a sus discípulos en el barco, y que pasasen antes que El a la otra ribera del lago, mientras despedía la gente, y luego que la despidió, subió a un monte solo a orar. Y cuando vino la noche, estaba El allí solo. Y el barco, en medio de la mar, era combatido de las ondas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, vino Jesús hacia ellos, andando sobre el mar. Y cuando le vieron andar sobre la mar, se turbaron y decían: "que es fantasma". Y de miedo comenzaron a dar voces. Mas Jesús les habló al mismo tiempo y dijo: "Tened buen ánimo: yo soy, no temáis". Y respondió Pedro y dijo: "Señor, si tú eres, mándame venir a Ti sobre las aguas". Y El le dijo: "ven". Y bajando Pedro del barco, andaba sobre el agua para llegar a Jesús. Mas viendo el viento recio, tuvo miedo; y como empezase a hundirse, dio voces diciendo: "valedme, Señor". Y luego, extendiendo Jesús la mano, trabó de él y le dijo: "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" Y luego que entraron en el barco, cesó el viento. Y los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron diciendo: "Verdaderamente Hijo de Dios eres". (vv. 22-33)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
Queriendo dar una prueba contundente de la veracidad de lo que había acontecido, ordenó a los que habían presenciado el milagro de la multiplicación de los panes que se apartaran de El. El por su parte se retiró al monte a orar, porque estando presente se podía pensar que el milagro había sido una fantasía y no había acontecido realmente, pero esto no sucedería si se ausentaba.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
Es necesario tener presente que cuando el Señor obra cosas grandes despacha a las multitudes, dándonos a entender con este proceder, que jamás debemos buscar el aplauso popular ni hacer que nos siga la multitud. También nos enseña que no debemos confundirnos continuamente con ella, ni alejarnos siempre de ella, sino que debemos practicar sucesivamente las dos cosas. Por eso sigue: "Y luego que despidió la gente, subió a un monte solo", etc., hecho que nos dice cuán buena es la soledad para la oración. Por esto se marchó al desierto y permaneció allí en oración toda la noche, para darnos a entender que debemos buscar para dirigir nuestras súplicas las ocasiones y los sitios tranquilos.

San Jerónimo
Cuando dice que subió solo a orar, no debemos referirnos a aquel que con cinco panes sació a cinco mil hombres, sino a aquel que, después de saber la muerte de Juan, se retiró a la soledad; no porque trate el evangelista de dividir la persona del Señor, sino solamente las obras, que son propias de la divinidad y las que lo son de la humanidad.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,47
Parece haber una contradicción entre lo que nos dice San Mateo, esto es, que después de despedidas las gentes fue cuando subió el Señor solo a orar, y entre lo que pone San Juan, que nos indica que subió el Señor antes de que fuesen despedidas las gentes. Pero como el mismo San Juan dice que se fue al monte para evitar que el pueblo lo aclamara rey, es ciertamente indudable que para alimentar a tanta gente, el Señor debió haber descendido del monte a la llanura. Por consiguiente no hay contradicción entre San Mateo que dice: "Que subió solo a orar al monte" y San Juan, que pone (Jua_6:15): "cuando comprendió el Señor que le iban a coger para proclamarle rey, se retiró solo a la montaña, etc.". Porque la razón que tenía para orar, no excluye la que tenía para huir, puesto que el mismo Señor nos enseña que debemos acudir a la oración siempre que tengamos precisión de huir. Lo que pone San Mateo anteriormente (Mat_14:22) -que el Señor mandó entrar en el barco a sus discípulos y que en seguida, después de haber despedido las gentes, subió solo a la montaña para orar- no está en oposición con la narración de San Juan, que nos presenta al Salvador huyendo, desde luego, solo hacia la montaña, en las palabras Jua_6:16 : " Y a la caída de la tarde bajaron los discípulos al mar y subieron en un barco, etc." Porque ¿quién no ve que San Mateo no hace más que recapitular lo que el Señor mandó antes de huir a la montaña y que San Juan lo expone después cuando fue practicado por los discípulos?

San Jerónimo
Con razón se retiraron los apóstoles con cierto pesar y repugnancia del Señor, pues temían naufragar si El estaba ausente. Por esta razón sigue: "Y cuando vino la noche, el barco en medio de la mar era combatido por las ondas".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Ved aquí otra vez a los discípulos expuestos a la tempestad; pero en la primera tenían al Salvador a su lado en el barco, mas ahora están solos; de esta manera van poco a poco aprendiendo a sufrir con valor todos los contratiempos.

San Jerónimo
Cuando el Señor permanecía en la montaña orando, se levanta un viento contrario, agita el mar y pone en peligro la vida de los apóstoles hasta la llegada de Jesús.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Y permite que estuvieran toda la noche en peligro, para de esta manera levantar más el corazón de los discípulos con el temor y suscitar en ellos un deseo grandísimo de tener siempre presente al Señor y de que los socorriese continuamente. Por eso no los ayudó en el acto. Prosigue: "Mas a la cuarta vigilia", etc.

San Jerónimo
Porque el tiempo se dividía por las centinelas y velas militares. Al decir, pues, el evangelista, que llegó el Señor a la cuarta vigilia, nos manifiesta que toda la noche estuvieron en peligro los discípulos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
De esta manera les enseña el Señor a no buscar una rápida solución a los males que nos sobrevengan, y a sufrirlos con valor cuando vinieren. Cuando los discípulos creían que se habían salvado del naufragio, aumentó su temor. Por eso sigue: "Y cuando le vieron se turbaron", etc. Tal es la conducta del Señor; advierte con las cosas más difíciles siempre que va a poner fin a algún mal. Porque no queriendo probar por más tiempo al justo y tocando al fin sus combates, aumentan las dificultades para que sus méritos sean mayores; así ocurrió con Abraham, a quien mandó como última prueba la inmolación de su hijo.

San Jerónimo
La gritería confusa y las voces inciertas, son indicio de un grandísimo alboroto. Y si según Marción y Maniqueo, el Señor no nació de la Virgen y no era más que una apariencia, ¿cómo se explica ese temor de los apóstoles cuando creyeron ver un fantasma?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Cristo no se dio a conocer a sus discípulos hasta que gritaron. Porque cuanto mayor fuese su temor, mayor sería su alegría al verle presente. Por eso sigue: "Mas Jesús les habló al mismo tiempo y les dijo: "Tened buen ánimo: yo soy, no temáis"; palabras que calmaron el temor de los discípulos y les infundieron confianza.

San Jerónimo
Cuando dice: "Yo soy", no añade quién es El; ya porque por el timbre de la voz tan conocida a ellos, podían comprender quién les hablaba en medio de las tinieblas de una noche tan oscura; o ya porque podían conocer que el que les hablaba era el mismo que sabían ellos habló a Moisés en estos términos (Éxo_3:14): "Dirás esto a los hijos de Israel: El que es, me ha mandado a vosotros". Pedro dio pruebas en todas las ocasiones de una fe grandísima y con esta fe tan ardiente, creyó (mientras los demás se callaban) que con el poder de su Maestro podría hacer lo que no podía con sus fuerzas naturales. Por eso sigue: "Y respondió Pedro y dijo: Señor, si tú eres, mándame venir a ti", etc. Manda tú, Señor y en seguida las olas tomarán solidez y mi cuerpo, que es pesado por sí, se hará ligero.

San Agustín, sermones, 76,5
Porque por mí nada puedo, sino por ti. Conoció Pedro hasta dónde alcanzaba su poder y el de aquel por cuya voluntad creyó podía hacer lo que no podía la débil naturaleza humana.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Mirad cuán grande es su fervor, cuán grande es su fe; no dijo "ruega", "suplica", sino "manda". Porque no solamente creyó que Cristo podía andar sobre las aguas, sino también hacer que otros anduviesen y deseó vivamente ir a El, no para que hiciera ostentación de este prodigio, sino por el grande amor que tenía a Jesús. Porque no dijo: "mándame andar sobre las aguas, sino mándame ir a ti". Es evidente que en el milagro de andar sobre las aguas, se ve el dominio del Señor sobre el mar; pero aun es superior a ese el milagro siguiente: "Y El le dijo: ven. Y bajando Pedro del barco, andaba sobre el agua".

San Jerónimo
Los que opinan que el cuerpo del Señor no era un cuerpo verdadero, porque marchaba sobre las aguas, sino un cuerpo fluido y aéreo, contesten cómo pudo andar Pedro, que indudablemente era verdadero hombre.

Rábano
Finalmente, Teodoro escribió, que el cuerpo del Señor no tenía peso material y que anduvo sobre el mar sin peso alguno, pero esto es contrario a la fe católica. Porque dice Dionisio, 1 que el Señor marchaba sobre las olas, no con pies líquidos y sin consistencia, sino con pies que tenían un peso corporal y que eran una carga material sobre las aguas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Pedro, después de haber vencido la mayor dificultad, esto es, el andar sobre las aguas, se asusta en lo que era menos difícil, esto es, en el embate del viento. Por eso sigue: "Mas viendo el viento recio tuvo miedo". Porque así es la naturaleza humana. Frecuentemente obra bien en las cosas grandes y es digna de reprensión en las insignificantes. El temor de Pedro marca una diferencia grande entre el Maestro y el discípulo, pero al mismo tiempo calmaba a sus compañeros. Ya no habían visto con buenos ojos que los dos hermanos se sentasen a la derecha del Señor (Mt 20). Aun más se hubieran disgustado en este caso. Esto se debía a que aún no estaban llenos del Espíritu Santo; pero después que tuvieron ese Espíritu, reconocieron el primado de Pedro y le dieron la presidencia en todas sus reuniones.

San Jerónimo
Deja tomar algún incremento a la tentación para que aumente su fe y para que comprenda que su salvación no fue resultado de su súplica, sino del poder del Señor. Ardía en su alma la fe, pero la fragilidad humana le arrastraba al abismo.

San Agustín, sermones, 76,8
Pedro puso, desde luego, su esperanza en el Señor y todo lo pudo por el Señor. Como hombre tuvo miedo, pero se volvió al Señor. Por eso sigue: "Y como empezase a hundirse, dio voces, etc." ¿Y podía acaso el Señor abandonar al que zozobraba, oyendo sus súplicas? Por eso sigue: "Y luego, extendiendo el Señor la mano, etc.".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
No mandó el Señor a los vientos que se calmasen, sino que extendió su mano y asió a Pedro, porque era necesario que tuviese fe. Porque cuando nos falta a nosotros lo que es propiamente nuestro, lo que es de Dios jamás falta y para manifestarle que no era el furor del viento sino su poca fe lo que le hacía temer por su vida, le dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" Palabras que dan a entender que, si hubiera tenido mucha fe, no hubiera temido que el viento lo dañase. Y así como una madre recoge con sus alas y mete de nuevo en el nido al pollo que se sale del nido antes de tiempo y que está a punto de caer, así también lo hizo Cristo. Por eso sigue: "Y luego que estuvieron en el barco, le adoraron diciendo: "Verdaderamente, Hijo de Dios eres".

Rábano
Esto debe entenderse de los que iban en el barco, o de los apóstoles.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Ved cómo el Señor va enseñando poco a poco a todos hasta en las cosas más elevadas. Antes reprende al mar y ahora demuestra más su poder andando sobre el mar, mandando a otro andar también y salvándolo cuando peligraba. Por eso decían de El: "Verdaderamente Hijo de Dios es", cosa que hasta entonces no habían dicho.

San Jerónimo
Si, pues, a una sola señal del Señor se calma el mar, (cosa que acontece algunas veces y por casualidad, después de violentas tempestades) y los que iban en el barco y los que lo conducían, confiesan que el Señor verdaderamente es Hijo de Dios, ¿por qué predica Arrio en la Iglesia que sólo es una criatura?

San Agustín, sermones, 75,2-3
Y en sentido místico, toda montaña es una altura. ¿Y qué cosa hay en el mundo más alta que el cielo? Nuestra fe conoce quién es Aquel que sube al cielo; ¿y por qué sube solo? Porque no sube al cielo nadie más que Aquel que descendió del cielo (Jn 3). Aun cuando al final de los tiempos vendrá El y nos llevará al cielo, aun entonces subirá solo, porque la cabeza con el cuerpo formará un solo Cristo. Ahora sube sólo la cabeza y sube a orar, porque sube hasta el Padre para interceder por nosotros.

San Hilario, in Matthaeum, 14
O también, está solo por la tarde, para manifestarnos su soledad durante su pasión, dejándolo abandonado los mismos creyentes.

San Jerónimo
Sube también solo a la montaña, porque las gentes no lo podían seguir a las cosas elevadas, como no hayan sido enseñadas junto al mar en la ribera.

San Agustín, sermones, 75,3
Sin embargo, mientras ora Jesús en la altura, mar adentro es agitada la barquilla por las grandes olas, y puesto que éstas suben, también la barquilla puede quedar sumergida. Tenemos representada la Iglesia por la barquilla y al mundo por el mar tempestuoso.

San Hilario, in Matthaeum, 14
Al mandar el Señor a sus discípulos subir en el barco y atravesar el estrecho, mientras El despide la gente y sube a la montaña a orar, nos manda vivir dentro de la Iglesia y en medio del mundo hasta que, volviendo en la gloria de su venida, dé la salud al resto del pueblo de Israel y les perdone sus pecados. Después de perdonado el pueblo, o mejor dicho, después de admitido en el reino celestial, El se sentará dando gracias a Dios Padre, en su gloria y majestad. Sin embargo, los discípulos son entregados a los vientos y a la mar y a las tormentas del mundo, que levanta contra ellos el espíritu del mal.

San Agustín, sermones, 75,7
Cuando alguno que tiene una voluntad perversa, o grandísimo poder, levanta una persecución contra la Iglesia, ésta es la gran ola que azota la barquilla.

Rábano
Con esta razón se nos presenta solo en la tierra, mientras el barco está en alta mar. Porque frecuentemente la Iglesia está sometida al peso de la aflicción y parece como abandonada por algún tiempo por Dios.

San Agustín, sermones, 75,7
Llegó el Señor a donde estaban los discípulos temerosos de la tempestad, a la cuarta vigilia de la noche, es decir, al finalizar la noche, porque cada vigilia comprende tres horas y la noche por consiguiente se compone de cuatro vigilias.

San Hilario, in Matthaeum, 14
La primera vigilia fue la de la ley, la segunda la de los profetas, la tercera la de la venida corporal y la cuarta será la de la vuelta de la gloria.

San Agustín, sermones, 75,7
En la cuarta vigilia de la noche (esto es, casi al terminar la noche), el Señor vendrá al finalizar los tiempos (después de pasada la noche de la iniquidad) a juzgar a los vivos y a los muertos. Mas ha venido ya de una manera maravillosa. Porque se levantaban las olas y las pisoteaba y por más poderosas que se levanten las potestades del mundo, su cabeza quedará aplastada bajo los pies de aquel que es nuestra cabeza.

San Hilario, in Matthaeum, 14
Y cuando venga el Señor, encontrará cansada a su Iglesia y rodeada de los males que levantarán el Anticristo y el espíritu del mundo. Y las costumbres del Anticristo empujarán a los fieles hacia todo género de tentaciones. Tendrán miedo hasta de la venida de Cristo por el temor que les infundirá el Anticristo con las falsas imágenes y fantasmas que les pondrá a la vista; pero el Señor, que es tan bueno, aleja de ellos ese temor, diciendo: "Soy yo" y rechaza con la fe en su venida el inminente peligro.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,15
O también se entiende por las palabras de los discípulos "que era un fantasma", que sólo dudarán de la venida de Cristo aquellos que se entregasen al diablo. Y cuando Pedro pidió al Señor que le socorriese para no perecer entre las olas, se nos da a entender en esa tribulación de Pedro, que la Iglesia, después de la última persecución, será aún purificada con algunas otras tribulaciones. Esto mismo lo significa San Pablo cuando dice (1Co_3:15): "El será salvo, pero sin embargo, como por el fuego".

San Hilario, in Matthaeum, 14
O también, el adelantarse Pedro a todos los que estaban en el barco para responder y suplicar al Señor que le mandase ir a El sobre las aguas, significa el cariño que tendrá al Señor durante su pasión, a donde le seguirá y le acompañará con desprecio de la muerte; pero su timidez figura la debilidad que había de mostrar en esta prueba futura, en que el miedo de la muerte lo llevaría a la negación, y su grito expresa los gemidos de su penitencia.

Rábano
El Señor lo miró y lo convirtió a la penitencia, extendió sus manos y le dio el perdón; de esta manera el discípulo encontró la salvación, que no viene del que la quiere ni del que corre, sino de Dios, que se compadece de él (Rom_9:16).

San Hilario, in Matthaeum, 14
Ved aquí la razón de por qué el Señor no concedió a Pedro, que estaba temblando de miedo, la fuerza necesaria para que llegase a El, sino que lo cogió de la mano y lo sostuvo. Sólo el que había de padecer por todos los hombres perdona los pecados y no admite compañero alguno en la obra de salvación el que se entrega solo por la universalidad de los hombres.

San Agustín, sermones, 76,4
En un sólo apóstol (esto es, en Pedro, el primero del colegio apostólico y su cabeza y en quien estaba representada la Iglesia), se nos significan las dos cosas, esto es, la fuerza cuando andaba sobre las aguas y la debilidad cuando dudó. Cada uno tiene su tempestad en la pasión que lo domina. ¿Amas a Dios? Andas sobre las aguas y tienes a tus pies el temor del mundo. ¿Amas al mundo? El te sumergirá; pero cuando tu corazón esté agitado por el placer, invoca la divinidad de Cristo, a fin de vencer las pasiones.

Remigio
El Señor os socorrerá si tenéis confianza en que por su protección serán alejados los peligros de las tentaciones. Y esto se verificará a la aproximación de la aurora. Porque cuando la fragilidad humana, sumergida en las aflicciones, considera sus pocas fuerzas, no ve a su alrededor más que tinieblas; pero cuando levanta su alma hacia los favores celestiales, ve de repente la salida del sol, que ilumina toda la vigilia de la noche.

Rábano
Nada tiene de maravilloso que, subiendo el Señor al barco, cesara el viento. Porque en todos los corazones en que está el Señor presente por su gracia, bien pronto se calman todos los combates.

San Hilario, in Matthaeum, 14
También la tranquilidad del viento y del mar al subir el Señor al barco, figura la paz y la tranquilidad que el Señor concederá a su Iglesia después de su vuelta de su gloria, y como entonces vendrá con más claridad, con razón dirán todos llenos de admiración: "Verdaderamente Hijo de Dios eres tú". Entonces confesarán todos completa y públicamente, que el Hijo de Dios ha vuelto, no ya con la humildad de su cuerpo, sino con su gloria celestial, a dar la paz a su Iglesia.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,15
Porque se nos indica también que su gloria será entonces más clara para aquellos que marchan ahora por la fe y entonces verán al Señor en sí mismo.

Notas
1. En su libro De los nombres divinos, cap. 1.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



95 (B) La muerte de Juan Bautista (14,1-12). Cf. Mc 6,14-29; Lc 9,7-9. Mateo abrevia el relato de Marcos, como también lo hace con los milagros. Josefo nos cuenta esta misma historia, pero desde un punto de vista menos íntimo y moral que político (Ant. 18.5.2 § 116-19). 1. Él tetrarca Herodes: Antipas, hijo de Herodes el Grande y de Maltace (-Histo(-)ria, 75:165). 3. Herodías: Sobrina de Herodes el Grande e hija de Aristóbulo IV, se casó con su tío Filipo, un hijo de Herodes que vivía sin relieve alguno en Roma. Josefo llama a su pri(-)mer marido Herodes Boethus. Su única hija conocida era Salomé. Tras conocer Herodías a Antipas, y siendo tan ambiciosa como él, abandonó a su marido y se unió a él. Herodes Antipas se divorció de su mujer, la hija de Aretas IV, rey de los nabateos, para casarse con ella (- Historia, 75:165). 4. no te es lícito: El Bautista juzgaba que Herodes había pecado al casarse con la mujer de su hermano mientras éste aún vivía, cometiendo, por tanto, adulte(-)rio e incesto, prohibidos por el Lv 20,10.21. 5. temía al pueblo: Mateo retoca aquí bastante el relato de Mc, suprimiendo la intriga femenina y cambiando el objeto de temor hacia Juan Bautista por causa del pueblo, como en la ver(-)sión de Josefo. 7. prometió con juramento: Es(-)te juramento puede haber sido de obligatorie(-)dad jurídica. Romperlo hubiera significado cometer perjurio o algo políticamente inco(-)rrecto. Mateo minimiza la extravagancia de Herodes, pero lo presenta como ligero de men(-)te y fácil presa de las intrigas. Percibamos los ecos de Est 5,3.6; 7,2; 1 Re 13,8; 19,2.10.14. 10. decapitado en la cárcel: Josefo nos dice que fue encarcelado en Maqueronte, una fortaleza que estaba situada en la Transjordania. 12. se lo dijeron a Jesús: Añadiendo esta oración, Ma(-)teo relaciona todo el episodio con su persona(-)je central. El Bautista fue decapitado sin ni si(-)quiera un proceso fingido.
(Derrett, J. D. M., Law in the New Testament [Londres 1970] 339-58.)

96 (C) Alimentación de cinco mil per(-)sonas (14,13-21). Cf. Mc 6,30-44; Lc 9,10-17. Encontramos otro milagro de alimentación en 15,32-39. 13. al enterarse Jesús de lo sucedido: La muerte del Bautista es la causa del retiro de Jesús; cf. Mc 6,30.31. 14. curó a los enfermos: La compasión de Jesús conduce a la curación, no a la enseñanza como en Marcos. 16. Dadles vosotros de comer: Jesús forma a sus discípulos en la autoconfianza, para que tomen la iniciativa y sean dirigentes (cf. v. 19). 17. dos peces: Dado que el pescado no se ajusta al trasfondo eucarístico, Mateo sólo lo mencionará una vez más, mientras que Marcos lo menciona tres veces. 19. bendijo, partió, dio: Ritual cotidiano de la comida judía; pero la fórmula apunta hacia la última cena (26,26). Los discípulos actúan como mediadores entre Jesús y la gente. 20. todos comieron: La gente representa a todo Israel reunido por Jesús. Doce cestos: Los Doce representan a las doce tribus bajo los doce discípulos (cf. 19,28). 21. sin contar mujeres y niños: El añadido de Mateo es muy importante, porque el número total po(-)dría muy bien rondar los 20 ó 30 mil; ocurrirá de nuevo lo mismo en 15,38. Puesto que la po(-)blación total de Palestina, en esta época, se es(-)timaba en torno al medio millón de personas, a Jesús se le presenta como aquel que da co(-)mida a un diez por ciento del total. Esta pers(-)pectiva le da a los dos relatos de alimentación un carácter social que los hace diferentes de los relatos de curación. Además del milagro de naturaleza y el moral (la gente compartió sus provisiones y así todos tuvieron más que sufi(-)ciente), debemos ver también el milagro so(-)cial. Los acontecimientos se describen como evocación de Éx 16, Nm 11 (el maná y las co(-)dornices), así como también 2 Re 4,1-7.42-44 (Elíseo multiplicando el aceite y el pan). Mien(-)tras que en nuestro texto es Israel el destinata(-)rio del milagro, el duplicado del cap. 15 se considera, frecuentemente, como representa(-)tivo de la alimentación de los gentiles. Así co(-)mo esta alimentación anticipa la eucaristía, ésta, a su vez, anticipa también el banquete mesiánico del reino.
(Fowler, R. M., Loaves and Fishes [Chico 1981], Masuda, S., «The Good News of the Miracle of the Bread», NTS 28 [1982] 191-219.)

97 (D) Caminando sobre el agua (14,22-23). Cf. Mc 6,45-52; Jn 6,15-21. 22. ir delante de él a la otra orilla: Los discípulos cru(-)zan hacia el territorio gentil. 23. para orar a solas: La oración nocturna solitaria de Jesús es modelo para los cristianos, que, junto a la oración en común, en ocasiones necesitan también períodos de silenciosa oración perso(-)nal en contacto con la naturaleza. 24. el viento estaba contra ellos: En esta escena idealizada, el viento representa las fuerzas hostiles del mundo. 25. caminando sobre el mar: En los mitos cananeos y en el AT, el Señor domina las olas de la muerte (Sal 77,19; Job 9,8; 38,16a; Is 43,16; Eclo 24,5-6). 27. soy yo: Jesús comparte el poder divino de salvar (Sal 18,17-18; 144,7; Éx 3,14; Is 43,10; 51,12). 29. Pedro... caminaba sobre las aguas: Mateo inserta cuatro versícu(-)los (28-31) en su fuente marcana para dar un puesto de relieve a la figura de Pedro, como también lo hacen sus otras dos tradiciones es(-)peciales (16,17-19; 17,24-27). El comporta(-)miento de Pedro no tiene sentido sino como combinación de un amor impulsivo y una fe debilitada por la duda. Se interconectan aquí elementos típicos de una personalidad singu(-)lar (cf. Jn 20,28.29). 33. tú eres el Hijo de Dios: En contraste con la conclusión marcana, los discípulos, en este caso, comprenden y creen; anticipan en parte la confesión de Pedro en 16,16. El relato en su conjunto narra un mila(-)gro de la naturaleza, clasificado en el género de las epifanías de salvación marítima. Tiene similitudes con 8,18-27, la tempestad calma(-)da, en cuanto parábola de la Iglesia asediada y símbolo de una fe valiente que avanza hacia lo desconocido, aunque es vulnerable.
(Heil, J. P., Jesús Walking on the Sea [AnBib 87, Roma 1981].)

98 (E) Curación de enfermos en Genesaret (14,34-36). Cf. Mc 6,35-56. Se trata de un sumario que Mateo resume a partir del ori(-)ginal marcano. Es una breve perícopa que ge(-)neraliza la actividad curativa de Jesús como acontecimiento social y ofrece una transición a la posterior discusión sobre la pureza ritual. 34. Genesaret: La fértil llanura entre Cafarna(-)ún y Tiberias. 36. tocar la orla: cf. 9,20. Las or(-)las del manto de oración de Jesús. Al tocarlas, la gente realizaba un acto implícito de fe, pero al mismo tiempo, desde una perspectiva fari(-)sea, transferían su impureza a Jesús.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIIII.

[Iohn beheaded.]

1 Herods opinion of Christ. 3 Wherefore Iohn Baptist was beheaded. 13 Iesus departeth into a desert place: 15 Where hee feedeth fiue thousand men with fiue loaues, and two fishes: 22 he walketh on the Sea to his Disciples: 34 and landing at Gennezaret, healeth the sicke by the touch of the hemme of his garment.
1 At that time [ Mar_6:14 ; Luk_9:7 .] Herod the Tetrarch heard of the fame of Iesus,
2 And said vnto his seruants, This is Iohn the Baptist, hee is risen from the dead, and therfore mighty workes [ Or, are wrought by him.] doe shew foorth themselues in him.
3 [ Luk_3:19 .] For Herode had layd hold on Iohn, and bound him, and put him in prison for Herodias sake, his brother Philips wife.
4 For Iohn said vnto him, [ Lev_18:16 ; Lev_20:21 .] It is not lawfull for thee to haue her.
5 And when he would haue put him to death, hee feared the multitude, [ Mat_21:26 .] because they counted him as a Prophet.
6 But when Herods birth day was kept, the daughter of Herodias daunced before them, and pleased Herode.
7 Whereupon he promised with an oath, to giue her whatsoeuer she would aske.
8 And she, being before instructed of her mother, said, Giue me heere Iohn Baptists head in a charger.
9 And the king was sorie: neuerthelesse for the othes sake, and them which sate with him at meate, he commanded it to be giuen her:
10 And he sent, and beheaded Iohn in the prison.
11 And his head was brought in a charger, and giuen to the Damsell: and she brought it to her mother.
12 And his Disciples came, and took vp the body, and buried it, and went and told Iesus.
13 [ Mar_6:32 ; Luk_9:10 .] When Iesus heard of it, he departed thence by ship, into a desert place apart: and when the people had heard thereof, they followed him on foote, out of the cities.
14 And Iesus went forth, and saw a great multitude, and was mooued with compassion toward them, and he healed their sicke.
15 [ Joh_6:5 ; Mar_6:35 .] And when it was euening, his Disciples came to him, saying, This is a

[The Sea calmed.]


esert place, and the time is now past; send the multitude away, that they may goe into the villages, and buy themselues victuals.
16 But Iesus said vnto them, They neede not depart; giue yee them to eate.
17 And they say vnto him, We haue heere but fiue loaues, and two fishes.
18 He said, Bring them hither to me.
19 And hee commanded the multitude to sit downe on the grasse, & tooke the fiue loaues, and the two fishes, and looking vp to heauen, hee blessed, and brake, and gaue the loaues to his Disciples, and the Disciples to the multitude.
20 And they did all eat, & were filled: and they tooke vp of the fragments that remained twelue baskets full.
21 And they that had eaten, were about fiue thousand men, beside women and children.
22 And straightway Iesus constrained his Disciples to get into a ship, and to goe before him vnto the other side, while he sent the multitudes away.
23 [ Mar_6:46 .] And when he had sent the multitudes away, he went vp into a mountaine apart to pray: [ Joh_6:16 .] and when the euening was come, he was there alone:
24 But the ship was now in the midst of the Sea, tossed with waues: for the wind was contrary.
25 And in the fourth watch of the night, Iesus went vnto them, walking on the Sea.
26 And when the Disciples saw him walking on the Sea, they were troubled, saying, It is a spirit: and they cried out for feare.
27 But straightway Iesus spake vnto them, saying, Be of good cheere: it is I, be not afraid.
28 And Peter answered him, and said, Lord, if it be thou, bid me come vnto thee on the water.
29 And he said, Come. And when Peter was come downe out of the ship, he walked on the water, to go to Iesus.
30 But when he saw the wind [ Or, strong.] boysterous, he was afraid: and beginning to sinke, he cried, saying, Lord saue me.
31 And immediately Iesus stretched foorth his hand, and caught him, and said vnto him, O thou of little faith, wherefore didst thou doubt?
32 And when they were come into the ship, the wind ceased.
33 Then they that were in the ship, came and worshipped him, saying, Of a

[Mens traditions.]

trueth thou art the sonne of God.
34 [ Mar_6:53 .] And when they were gone ouer, they came into ye land of Genesaret.
35 And when the men of that place had knowledge of him, they sent out into all that countrey round about, and brought vnto him al that were diseased,
36 And besought him, that they might onely touch the hemme of his garment; and as many as touched, were made perfectly whole.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Camina sobre el agua. En la oscuridad de la noche, en la agitación de un mar levantisco, Jesús se aparece a sus discípulos. Podemos relacionar este episodio con los relatos de la transfiguración y la Pascua: son manifestaciones de la identidad profunda de Jesús como el Señor: domina los elementos (cfr. Sal_77:20), infunde paz y confianza con su presencia (fórmula clásica, por ejemplo, en Isa_41:10; Isa_43:5), con su palabra, con el contacto de su mano (cfr. Sal_73:23; Sal_80:18).
Pedro no teme porque se hunde, sino que se hunde porque teme (cfr. Sal_69:2s). Mateo quiere mostrar el itinerario espiritual del primer apóstol: cuando Jesús se identifica, lo reconoce; solicita su llamada y la sigue con audacia confiada; titubea, falla en el peligro y es salvado por Jesús. Figura ejemplar para la Iglesia.
La comunidad en medio de la tormenta se olvida del Jesús de la solidaridad y lo ven únicamente como un fantasma que se aproxima en la oscuridad. Quieren ir hacia Él, pero se dejan amedrentar por las fuerzas adversas. El evangelio nos invita a hacer una experiencia total de Jesús, rompiendo viejos prejuicios y nuestras seguridades. Debemos dejar que sea Él quien nos hable a través del libro de la Biblia y del libro de la vida.
Éste es uno de los episodios evangélicos que mejor ilustra, por una parte, la situación de la comunidad cristiana (la de Mateo y la de todos los tiempos) en su histórico caminar en medio de la dificultad y de la tribulación; y por otra, la presencia permanente del Señor resucitado en la barca de Pedro. Con la promesa de su presencia termina Mateo su evangelio: «Yo estaré con ustedes siempre, hasta el final del mundo» (28,20). Dentro de este contexto hay que situar la mención de la oración de Jesús a solas en la montaña (23), justo antes de la tempestad y del miedo de los navegantes. La otra vez que nos dirá explícitamente el evangelista que Jesús reza será en el huerto de Getsemaní (26,36s), antes de la gran prueba por la que atravesarán sus discípulos: el escándalo de la cruz.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Este "Herodes", llamado Antipas, era hijo de Herodes el Grande que, al morir, le dejó en herencia los territorios de Galilea y Perea con el título de "tetrarca", o sea, gobernante de la cuarta parte del reino. Ver Luc_3:1; Luc_23:7.

19. Este pan evoca el recuerdo del maná con que Dios alimentó a su Pueblo en el desierto ( Exo_16:4-15), pero es también un anuncio del Pan eucarístico que Jesús dará a su Iglesia para alimentarla en su peregrinación por el mundo ( Jua_6:53-58).

34. "Genesaret" era una localidad situada al noroeste del lago del mismo nombre.

36. Ver nota 9. 20.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 17:7; Mat 28:10; Mar 6:50; Luc 5:10; Luc 12:32; Jua 6:20; Apo 1:17

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 14.3 Su propia tierra: Nazaret (Lc 4.16,23).

[2] 14.3-4 Filipo era medio hermano de Herodes (distinto de su otro hermano Filipo, gobernador de Iturea y Traconítide, de Lc 3.1). Herodes se había divorciado de su esposa, hija del rey de Nabatea, y se había casado con Herodías (v. 6), que era su propia sobrina y esposa de Filipo, a pesar de que este aún vivía.

[3] 14.6 Lc 3.19-20. Cf. Lv 18.16; 20.21.

[4] 14.13-21 Según el historiador Josefo, la hija de Herodías se llamaba Salomé.

[5] 14.20 Cf. el relato similar en Mt 15.32-39; Mc 8.1-10.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

San Mateo es el único evangelista que relata el caminar de San Pedro sobre las aguas (vv. 28-31). También es el único que recoge la solemne promesa de Jesús a Pedro (16,17-19) y el episodio del impuesto del Templo (17,24-27). El Evangelio de Mateo, llamado el evangelio eclesiástico, refleja así la importancia que Jesús quiso dar a Pedro en la Iglesia. En este caso el episodio muestra la grandeza y la debilidad de Pedro, su fe y sus dificultades para creer (cfr también notas a 8,23-27; Mc 4,35-41; 6,45-52).


Torres Amat (1825)



[1] Los romanos habían dividido esos dominios en cuatro partes y a los soberanos que ponían allí como feudatarios no les permitían el nombre de rey, sino que les daban el de tetrarca, palabra griega que significa príncipe de una cuarta parte o virrey.

[33] El título Hijo de Dios es una proclamación de fe en la mesianidad de Jesús y expresa la causa de la adhesión de los apóstoles a la revelación recibida en él.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

εὐθὺς WH Treg NA28 ] Εὐθέως RP
  • αὐτοῖς ὁ Ἰησοῦς Treg RP ] ὁ Ἰησοῦς αὐτοῖς WH NA28

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

O ¡El YO SOY está aquí! En griego dice Yo soy. Ver Éxo 3:14.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_3:14

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_3:14

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

les habló... M↓ insertan Jesús.