Ver contexto
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras:
La piedra que los constructores desecharon,
en piedra angular se ha convertido;
fue el Señor quien hizo esto
y es maravilloso a nuestros ojos? (Mateo 21, 42) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 21.

Entrada mesiánica en Jerusalén, 21:1-11 (Mar_11:1-10; Luc_19:29-40;
Jua_12:12-18).
1 Cuando, próximos ya a Jerusalén, llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una burra atada y con ella el hijo soltadlos y traédmelos, 3 y si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita; y al instante los dejarán. 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: 5 Decid a la Hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de burra. 6 Fueron los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús; 7 y trajeron la burra y el hijo, y pusieron sobre éste los mantos, y encima de ellos montó Jesús. 8 La numerosísima muchedumbre extendía sus mantos por el camino, mientras otros, cortando ramos de árboles, lo alfombraban. 9 La multitud que le precedía y la que le seguía gritaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 10 Y cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y decía: ¿Quién es éste? 11 Õ la muchedumbre respondía: Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea.

Esta entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén es relatada por los cuatro evangelistas. El que rechazó tantas veces honores porque aún no era su hora, consciente de que ésta ha llegado, va triunfalmente a la cruz y a la resurrección. No se olviden sus tres predicciones.
Cristo con sus discípulos sube camino de Jerusalén en plan de peregrinación pascual (Jua_2:12). Llegó en este viaje a Betania seis días antes de la Pascua (Jua_12:1). De aquí se va a dirigir, no se dice que el mismo día, a Jerusalén. En su caminar se acercaron a Betania y luego dieron vista a Betfagé, cerca del monte de los Olivos.
El significado del nombre de Betania es incierto. Según el Talmud, significaría casa de dátiles; según San Jerónimo casa de aflicción o de la obediencia; para otros sería una contracción de Beth-Ananía, casa de Ananías, expresión con que se la designaría cuando perteneció a la tribu de Benjamín. El nombre de Betfagé significa casa de higos verdes. 1
Cuando Jesús con sus discípulos se dirige de Betania a Jerusalén, da vista a la aldea de enfrente, que es probablemente la Betfagé que acaba de citar; manda a dos de sus discípulos, cuyos nombres no se dan, que vayan a Betfagé y que en seguida encontrarán una asna atada y a su hijo, sobre el cual nadie ha montado (Mc-Lc), para indicar el honor de llevar al Mesías. En el A.T. en algunos sacrificios sólo se podía ofrecer víctimas que no hubiesen llevado yugo (Num_19:2; Deu_21:3). Es probable sea ésta la intención honorífico-mesiánica de Mc-Lc en este detalle. Que los desaten sin más y se los traigan. Y que, si alguno les dijese algo, le respondan sencillamente que el Señor los necesita; y en seguida os lo enviará (Mt-Mc).
Mt y Jn citan a este propósito un texto profético en el que ven, a la hora de composición de los evangelios, el cumplimiento de lo que se habia profetizado. El valor doctrinal de todo este pasaje se expondrá al final del mismo.
Es un texto tomado, parte del mismo su principio , de Isaías: Decid a la Hija de Sión (Isa_63:11), es decir, Jerusalén; el resto es una cita abreviada del profeta Zacarías. El profeta habla del Rey-Mesías, que tiene su dominio universal, pero destacándose que El viene a reinar con humildad y mansedumbre, y el profeta cita, por puro paralelismo literario semita, que el Mesías hará su entrada sin tropas ni armas, sino montado en un asno, en un pollino hijo de asna (Zac_9:9). Los elementos descriptivos del profeta sólo miraban a exponer convencionalmente género literario la entrada bondadosa del Mesías en un imperio de paz. Los rabinos decían que, si Israel era puro, entonces el Mesías vendría sobre las nubes, conforme a Daniel (Dan_7:13); pero, si no, sobre un asno, conforme a Zacarías (Zac_9:9) 2. Aquí, en el relato, aparecen como realidad estos dos animales. Naturalmente, no sugiere esto una adaptación, sino una no rara realidad. Los discípulos encontraron allí una asna y un pollino. Estaba atado a una puerta, afuera, en el camino (Mc). Así, los discípulos lo encontraron todo como les había dicho (Lc). Pero, cuando empiezan a desatarlo, algunos de los que había allí (Mc), que, según Lc, eran los dueños de él, les van a llamar la atención por aquello que hacen. Toda la escena es de lo más natural. Los asnos están atados a una de las argollas o salientes de las casas, mientras sus dueños despachan sus asuntos o comercian en las tiendas. Pero algunos de los dueños están cerca, y se dan cuenta de la acción de los discípulos. Por eso les preguntan el porqué de aquello. A la respuesta de lo que había dicho Jesús, les dejaron llevarlo. Acaso eran discípulos, simpatizantes, amigos o conocidos, y les era un honor prestar así un servicio al que era maestro y taumaturgo famoso.
La palabra de Jesús a sus discípulos acusa doblemente profecía y señorío. Tal como les describe lo que va a pasar, no es un hallazgo casual ni normal.
Ambos animales son traídos a la presencia del Señor. El asno, en los países orientales de la antigüedad, no tenía sólo el sentido de pobreza que en los occidentales. Servía de cabalgadura a reyes y nobles (Gen_22:3; Exo_4:20; Num_22:21; Jue_5:10; Jue_10:4; 2Sa_17:23; 1Re_2:40; 1Re_13:13, etc.). Los discípulos pusieron sobre ellos (Ýð'áýôþí) (Mt)los mantos. Y luego montaron a Jesús. El poner sus mantos sobre estos animales es señal de honor. Es curiosa la forma de Mt: pusieron sus mantos sobre ellos, sobre los dos animales. De seguro que sólo se refiere a aquel sobre el cual se montó Jesús. Es una forma global de decir las cosas. Pues, según el mismo Mt, luego de poner los mantos sobre ambos animales, dice que montaron a Jesús también sobre ellos (åðÜíù áõôþí). Lo que no es posible. Pero ello mismo refleja esta amplia redacción del evangelista. Si no es que quiere conservar la materialidad del texto profético.
Jn pone aquí un comentario a todo esto que habían hecho los discípulos al traer estos asnos, y la vinculación que tenía todo esto con el pasaje profético de Zacarías. Dice, después de citar el pasaje del profeta: Esto no lo entendieron entonces sus discípulos, pero cuando fue glorificado Jesús, entonces recordaron que de El estaban escritas estas cosas, que ellos le habían hecho (Jua_12:16). No comprendieron entonces que estaban dando cumplimiento a una profecía mesiánica y que, con aquello que hacían, estaban también tomando parte en aquel profético acto mesiánico.
Así montado y rodeado de sus discípulos, algunos de los cuales iban seguramente conduciendo de una burra y de su hijo, ya que ésta era la costumbre que tenían los discípulos con los rabinos sus maestros 3, se encamina para entrar en Jerusalén. Con El debió de venir ya desde un principio un cierto cortejo de discípulos. Pero la turba que viene a engrosar este cortejo es la que sale de Jerusalén, al saber que llegaba, por efecto del milagro de la resurrección de Lázaro (Jua_12:18). Y así se formó un gran cortejo delante, y detrás de El otro acompañándole, que le aclamaban con entusiasmo.
Por eso, cuando estaban cerca (de Jerusalén), en la bajada del monte de los Olivos, fue cuando comenzó a desbordarse el entusiasmo. Porque a la vista de la ciudad y cuando Jesús bajaba así para entrar en Jerusalén, rodeado de sus discípulos y de la turba que le seguía (Mt), se encontraron con otra gran muchedumbre que había venido a la Pascua, y al saber que Jesús llegaba a Jerusalén, salieron gozosamente a su encuentro (Jua_12:12.13),
El entusiasmo se desbordó. Se habían cortado ramos de los árboles. Y unos tomaron ramos de palmeras (Jn), como se solía hacer en las fiestas importantes (Jdt_15:12 grec.; 2Ma_10:7) para unirse festiva y triunfalmente al cortejo, como el de Simón Macabeo, que entró en Jerusalén entre gritos de júbilo y ramos de palmas. (1Ma_13:51), o como lo escribe, en forma más imprecisa, Mc, cortaron hierbas de los campos y cubrían el camino, y también muchos extendían sus mantos sobre el camino (Mc), al estilo judío, en señal de homenaje 4. Como a Judit y a los Macabeos, así las turbas acompañaban con aclamaciones a Jesús.
Mt, Mc y Jn recogen el clásico Hosanna. Esta expresión, perdiendo su sentido etimológico primitivo (Yahvé salva), vino a ser una exclamación de júbilo susceptible de diversos matices. En esta escena de Cristo, el sentido natural del hosanna es nuestro equivalente ¡Viva!
Aparte de ser muy natural el hosanna en boca de las turbas, también surgía espontáneo al salir a recibir a Jesús con ramos y palmas. Precisamente en la fiesta de los Tabernáculos, todo judío llevaba en sus manos dos ramos el lulag y el 'etrong , el primero era de cedro, y el segundo, una palma, de la cual pendían ramos de mirto y sauce, y los agitaban en la procesión. Este ramo se llamaba también Hosanna. Mientras, se cantaban hosannas 5. Las aclamaciones llevan toda la estructura, tan tipificada, de un oriental 6.
Las aclamaciones que le dirigen, y que retransmiten los cuatro evangelistas, son mesiánicas. Se transcriben, para valorar mejor, en forma esquemática:
1) ¡Hosanna al Hijo de David! (Mt).
2) ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mt-Mc-Jn).
3) ¡Bendito el que viene, el Rey, en nombre del Señor!(Lc).
4) ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel! (Lc-Jn).
5) ¡Bendito el reino, que viene, de David, nuestro padre! (Mc). Esta frase es mesiánica, sin duda, en su intento. La expresión ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! está tomada del Sal_118:26. El salmo es un canto triunfal a Dios, que da beneficios a Israel. Esta fórmula, que lleva aneja en aposición el Rey de Israel, hace ver el valor, ciertamente mesiánico, en que se la utiliza aquí. Ninguna fórmula podía surgir más espontánea en los labios de aquellas turbas que ésta. Pues era el Mesías que llegaba. Así como El que viene lo caracterizó el Bautista (Mat_11:3; Luc_7:20).
Las demás fórmulas son la confesión del mesianismo de Jesús. El Hijo de David era la fórmula mesiánica más usual 7.
El Rey de Israel era el Mesías (Jua_6:14.15) 8.
Un escrito ambiental precristiano que sitúa con toda exactitud estas expresiones, son los Salmos de Salomón, en los que se lee:
Vos, Señor (Dios), haz surgir para ellos su Rey, Hijo de David, en el tiempo que tú has fijado, ¡oh, Dios! para reinar sobre Israel, tu siervo. 9
La fórmula de Mc en que se bendice el Reino de David, que. viene en Cristo, es evidentemente mesiánica, aunque su redacción sea posterior y posiblemente no judía.
La última expresión, ¡Hosanna en las alturas! (Mt-Mc), hace llegar el agradecimiento de este beneficio mesiánico a Dios en el cielo. La fórmula paralela que presenta Lc tiene una construcción especial: Paz en el cielo y gloria en las alturas. La segunda parte de ella es la equivalente a las de Mt-Mc: la gratitud a Dios en el cielo por esta obra y este día. Pero la primera parte, Paz en el cielo, ¿en qué sentido está? Se comprende muy bien el canto de los ángeles en el nacimiento de Cristo: Gloria a Dios en las alturas, por esta obra, por lo que viene a los hombres la paz (Luc_2:14). Pero aquí es a la inversa. Sin embargo, el pasaje de Lc está construido con un paralelismo sinónimo manifiesto. Probablemente la expresión de paz, que tiene un sentido tan amplio entre los semitas 10, haya de interpretarse aquí como sinónimo de gloria, de la glorificación que al cielo trae la obra mesiánica que realiza Jesús. En boca de las turbas, salvo que sea una interpretación de Lc, no se pueden incluir los altos conceptos de glorificación, reconciliación, que enseña San Pablo (Col_1:20). Si procede directamente del culto, su sentido evocaría el valor de la liberación redentiva ya hecha.
En un momento de esta marcha de Jesús, pero que no se precisa, sino sólo se da como indicación, cuando se acercó, al ver la ciudad, y que probablemente se debe de interpretar: cuando, acercándose al descenso del monte de los Olivos (Luc_19:37), vio la ciudad, entonces lloró sobre ella y le predijo la catástrofe de su destrucción, que se avecinaba, por no haber conocido, culpablemente, el tiempo de tu visitación (Luc_19:41-44). Sólo Lc trae este episodio. Su exposición se hace en el lugar correspondiente de su evangelio 11.
Mezclados insidiosamente entre las turbas de este cortejo se habían entrometido algunos fariseos (Lc). Insidiosamente, acaso más que para deslucir o apagar el prestigio del Maestro, para comprometer a éste si no hacía lo que iban a proponerle, lo que era tentarle una vez más, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Pero la respuesta de Cristo en aquella hora, que era la hora del Padre, los desconcertó y censuró, al tiempo que aprovechaba El aquella manifestación y el sentido de la misma. Si éstos callan, gritarán las piedras (Lc). Acaso esta expresión fuese un proverbio. Algo semejante se lee en el profeta Habacuc (Luc_2:11). Con esta hipérbole oriental quería decirles Jesús que aquélla era la hora del Mesías y que así estaba determinado por Dios, y que nadie en consecuencia podría evitarlo.
Y cuando el cortejo entró en la ciudad (Mt), ésta sintió como una fuerte sacudida, pues Jerusalén se conmovió como en un seísmo (Ýóåéóèç). La expresión es vista en el Evangelio con un cierto aumento ideal. Y, ante aquel cortejo y aquel entusiasmo, las turbas, sobre todo los peregrinos de la Diáspora que se encontrasen allí aquellos días, o incluso jerosolimitanos, preguntaban extrañados: ¿Quién es éste? La respuesta que reciben de la muchedumbre es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea. En la ciudad se había producido impresión a causa de la resurrección de Lázaro. Por ese motivo había ido a Betania una gran muchedumbre de judíos (Jua_12:9; cf. v.17.18; Jua_11:45.48).
Se esperaría la respuesta de ser el Hijo de David, el Mesías, u otro equivalente ¿Acaso estén mezclados grupos distintos de personas? ¿O acaso sea una redacción literaria con la que quiera evocarse, con la valoración ambigua que tenía en el ambiente, el Profeta-Mesías? (Jua_6:14; Jua_1:21) l2.
Este cortejo que acompaña a Cristo en esta entrada no requería revestir un volumen desorbitado. Podía pasar por una reunión de caravana de las que entonces estaban subiendo a la fiesta pascual, y a la que salían gozosos a recibir otros peregrinos, ya de antes llegados, sus compaisanos o amigos. Esto justifica la ausencia y falta de intervención en él de la autoridad romana.
El término de esta entrada mesiánica fue el templo (Mar_11:11).
Y a su término salió de la ciudad (Jerusalén) a Betania, donde pasó la noche.
Es manifiesto que el intento literario de los cuatro evangelistas es presentar este ingreso de Cristo en Jerusalén como mesiánico. Es el Mesías, que va, consciente de su dignidad y misión, a la consumación de su mesianismo espiritual. Pero ¿en su momento histórico tuvo este sentido? ¿O es una visión posterior de los evangelistas al desentrañar, después de la iluminación de Pentecostés, el sentido pleno que esto tuvo en el intento de Cristo y en el plan del Padre? Algunos datos podrían hacer pensar esto.
a) En Mt, las turbas dicen de Cristo, presentándole, que es Jesús el profeta de Nazaret de Galilea.
b) De ser una aclamación popular abiertamente mesiánica, ¿no lo habrían alegado luego los judíos en el proceso del sanedrín y no habrían intervenido rápidamente las autoridades romanas ante el peligro de un ambiente mesiánico pascual superexcitado?
c) Después de montar Cristo en un asno para hacer su entrada, Jn dice: Esto no lo entendieron·., desde luego, los discípulos; pero, cuando fue glorificado Jesús, entonces recordaron que de El estaban escritas estas cosas que ellos le habían hecho (Jua_12:16).
Sin embargo, estas razones no son decisivas contra el sentido histórico-mesiánico de esta escena. Estas razones tienen explicación.
a) Si en Mt se le llama el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea, antes, en la misma escena de Mt, se le aclama con el ¡Hosanna al Hijo de David! que es el título mesiánico más ordinario. En cambio, la primera pregunta citada, que es la última de la narración, se la da respondiéndose a la pregunta que hacen ciertas personas en la ciudad. Podría ser un modo prudente de responder por gentes galileas o entusiastas, o ser sencillamente el nombre de identificación con el que era conocido por todos el gran taumaturgo (Jua_1:45). El profeta, en ocasiones era el Mesías (cf. Comentario a Jua_1:21 b; cf. Jua_6:14). Ni se puede olvidar que en Galilea, la Pascua anterior, las gentes quisieron, entusiasmadas, tomarle para llevarle a Jerusalén y proclamarle Rey-Mesías (Jua_6:15), precisamente en las fiestas pascuales (cf. Jn 1:21-b) y en Mt (12:23) ya se preguntaban las gentes si no sería el Mesías.
b) Tampoco hay problema acerca de las denuncias farisaicas sobre la aclamación mesiánica. Presentarse como Mesías no era delito (cf. Luc_23:1-5). Y si en el proceso ante Pilatos se le presenta como un revolucionario que seducía la región de Galilea, ni en Mt ni en Mc se dice esto; sólo lo narra Lc. Los otros lo presentan como el Rey de los judíos. Lc narra esta seducción galilaica por razón del proceso ante Antipas, que luego va a referir. Fundamentalmente no difieren estas aclamaciones a su ingreso en Jerusalén de las que figuran en el proceso de Cristo y no bastaron como delito. Y cabría que estuviesen englobadas en ellas.
Ni la ausencia de la intervención romana extraña. Es verdad que la vigilancia debía estar alerta ante posibles brotes mesiánicos en aquellos días pascuales propicios a la exaltación; aparte que una intervención imprudente podía ser peligrosa (Mat_21:46; Mat_26:4; par). Además aquello debió de ser una cosa esporádica y por alguna gente a su alrededor. Lo cual, por su brevedad y reducción a su entorno, acaso ni trascendió a la autoridad romana; o por que aquello no tenía peligro.
Todo depende de cómo se conciba este cortejo. Ni hay inconveniente en suponer es lo lógico adiciones ideales sobre el volumen de la muchedumbre. No fue un anuncio protocolado de la entrada oficial del Mesías. Cristo sí la hacía, pues sabía que iba a la muerte redentora, y para eso pues ya llevaba varios días por allí pidió el asno. Todo ello no debió de pasar del volumen de una pequeña caravana acaso a la que para más disimular se unió de las que estaban llegando a la Pascua. Siendo conocido, seguramente que gentes lo saludaron y hasta vitorearon. ¿Con las mismas expresiones con que aparecen redactadas en los evangelios? ¿Se las recordaría entonces? Lo aclamarían con el título de Profeta (Jua_6:14; cf. Mat_21:10-11) y, acaso, en el entusiasmo pudo sonar alguna de estas aclamaciones, por algunos de los que rodeasen aquel pequeño grupo. Pero a la hora de la redacción evangélica y kérigma , se sabía que aquélla había sido la entrada oficial del Rey-Mesías, y se la describe con la realidad mesiánica que tuvo, mediante aclamaciones adecuadas, destacándola y, posiblemente, dramatizándola.
c) Por último, no obsta el citado texto de Jn. Pues éste, después de relatar que Cristo hizo su entrada montado en un asno, dice: Esto no lo entendieron entonces los discípulos; pero, cuando Jesús fue glorificado, entonces recordaron que de El estaban escritas estas cosas que ellos le habían hecho (Jua_12:16). Jn vincula sólo la comprensión de estas cosas ahora, que ellos no percibieron entonces, a que con aquel montar a Cristo sobre un asno, y con su contribución a ello en el cortejo, se cumplía la profecía de Zacarías sobre el modo de su ingreso jerosolimitano. Pero no que no lo hubiesen aclamado entonces (Zac_9:9), y visto, por lo menos ahora, con la portada mesiánica que tenía.

La purificación del Templo,Zac_21:12-13
(Mar_15:15-19; Luc_19:39; Jua_2:13-22).
Cf. Comentario a Jua_2:13-22.

12 Entró Jesús en el Templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendían y compraban en él, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas, 13 diciéndoles: Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones.

La escena de la purificación del Templo por Jesús, expulsando de él a los mercaderes, es relatada por los cuatro evangelistas. Pero con una diferencia fundamental: los tres sinópticos la ponen en la última Pascua de Jesús en Jerusalén, mientras que Jn la pone en la primera. ¿Se repitió la escena? ¿Es un procedimiento literario de desplazamiento? En este caso, ¿quién lo sitúa bien en su momento cronológico: Jn o los sinópticos? La escena es la misma en Jn y en los sinópticos. Y parece que es Jn el que la sitúa bien históricamente, en la primera Pascua. Se estudia este problema y se hace la exégesis de conjunto en el Comentario a Jua_2:13-22. Mt considera el acto como un acto de autoridad profética y mesiánica sobre el Templo.

Curación y aclamaciones en el Templo,Jua_21:14-17.
14 Llegáronse a él ciegos y rengos en el templo y los sanó. 15 Viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas las maravillas que hacía, y a los niños que gritaban en el templo y decían: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Respondióles Jesús: Sí. ¿No habéis oído jamás: De la boca de los niños y de los que maman han hecho salir la alabanza? 17 Y dejándolos, salió de la ciudad a Betania, donde pasó la noche.

Sólo Mt pone este episodio vinculado literariamente a la escena de la purificación del templo. Sin embargo, es difícil compaginar, tal como está ordenado, la expulsión de los mercaderes del templo con el revuelo que allí se armaría, y la exigencia de las autoridades, que le piden cuenta de su obrar así, y que a continuación se le presenten aclamaciones en el mismo templo, y que otra vez las autoridades vengan a protestarle. Debe de tratarse de un texto puesto en un contexto lógico, pero que, al percibirse en él un eco de las aclamaciones (v.15) de su entrada mesiánica, debe de suponer un momento histórico próximo a aquellos días.
Era contra los usos, basado en un pasaje de Samuel (2Sa_5:8), que cojos y ciegos entrasen en el templo. Posiblemente éstos pedían limosna a la puerta del mismo (Hec_3:2). Acaso estos cojos y ciegos se acercaran a El al llegar al templo y, llevados del entusiasmo de las turbas, entrasen en aquel momento, y El los curó.
También se cita, como en exclusiva, el que los niños (ðáiäáò) le aclamaban en el templo con la expresión mesiánica Hosanna al Hijo de David. El porqué de esta exclusiva acaso sea debido a la oportunidad de citar, conforme a su método, un salmo (Sal_8:3) o un pasaje del A.T., con el que viene, de alguna manera, a su propósito. El sentido del salmo es que el poder de Dios en la obra de Dios es tan evidente, que hasta los niños y los que maman se dan cuenta de ello; es una hipérbole, pero sumamente gráfica. Así aquí, hasta los niños le aclaman en el mismo templo, donde se esperaba que el profeta Elias lo ungiría 13. La aclamación de estos niños parece un eco de las aclamaciones en su entrada triunfal mesiánica. El título de Hijo de David era el más usual de los títulos mesiánicos 14.
Las autoridades príncipes de los sacerdotes y escribas se indignaron ante las curaciones maravillas que hacía y las aclamaciones de los niños, y protestaron, y le reprochan lo que están diciendo de El las aclamaciones. Se buscaba comprometerle con alguna afirmación positiva. Pero les respondió con un salmo que, hábilmente, era confesarlo y acusarlos a ellos de no ver lo que los niños veían 15.

La maldición de la higuera,Sal_21:18-20 (Mar_11:12-21).
18 Volviendo a la ciudad muy de mañana, sintió hambre, 19 y, viendo una higuera cerca del camino, se fue a ella; pero no halló en ella más que hojas, y dijo: Qué jamás nazca fruto de ti. Y la higuera se secó al instante. 20 Viendo esto los discípulos, se maravillaron y dijeron: ¡Cómo de repente se ha secado la higuera!

Esta escena es narrada sólo por Mt-Mc, Lc la omite. Acaso por haber narrado él sólo la parábola de la higuera (Mar_13:6-9) y pensar que pudiera ser de contenido equivalente a este relato.
Cristo sale de Betania por la mañana para dirigirse a Jerusalén. En el camino sintió hambre. Desde lejos (Mc) vio una higuera plantada junto al camino (Mt). Estaba llena de hojas (Mc) y fue por si encontraba en ella algún fruto que comer (Mc). Pero no encontró en ella más que hojas (Mt-Mc). Pero Mc tendrá buen cuidado en resaltar: porque no era tiempo de higos. Al verla sin frutos, dirá Cristo: Que jamás nazca fruto de ti. Y la higuera se secó al instante. Al ver esto los discípulos se maravillaron. En Mc los discípulos se aperciben al día siguiente que la higuera se había secado. Pero acaso en Mt haya un caso de paráfrasis que produzca el espejismo literario de un hecho instantáneo. Lagrange nota que este se secó en seguida (ðáñá÷ñÞìá), como en el v.19, no es por oposición a la duración de un día, sino por oposición a un desecarse natural, que sería progresivo y lento. 15
¿Cuál es el significado de esta maldición a una higuera? Por algunos críticos se lo enfoca como un caso de adaptación o contusión de los evangelistas basado en una parábola de Lc (Mar_13:6-9) l6.
Dos son las soluciones principales de este simbolismo.
a) La ordinaria y tradicional es que se trata aquí de una parábola en acción, es decir, una acción simbólica. Jesús sabe que en esa época las higueras no producen frutos. Mc tiene buen cuidado de resaltarlo. Luego, si no tienen higos y Jesús va allí por ellos, es que, en realidad, no va a buscar lo que sabe que no hay. Y si se comporta así es que da a su acción un valor simbólico. A esto mismo lleva el maldecir un árbol; primero, que no es responsable de nada, y segundo, por no dar frutos cuando no es época de darlos. Y esta posición se confirma con la parábola de Lc (Mar_13:6), donde la higuera tiene un valor simbólico. En los profetas se encuentran acciones simbólicas muy chocantes (Jer_13:1ss; Jer_19:1ss), en cuya línea se entroncaría muy bien ésta.
Establecido así el valor simbólico de esta acción, se le aplica a Israel. Es el mismo caso de la parábola de Lc (Jer_13:6). Israel, simbolizado en la higuera, fue plantada por Dios en su viña; la cultivó con su revelación y sus sacrificios y sus profetas. Pero, a la hora de dar el fruto de preparación para el Mesías, no dio fruto. Tenía sólo hojas de la apariencia. Cristo, con su maldición simbólica, indicaría lo que en otras parábolas (cf. Mat_12:1-12 y par.): que Israel era desechado. Sobre todo en sus jefes, después de su oposición mortal contra él en la escena del templo.
b) Otros autores, por el contrario, dan otro sentido. Sería un hecho prodigioso, y, al mismo tiempo, simbólico, con el cual quería enseñarles de modo bien ostensible el poder y eficacia de la oración, cuya enseñanza aparece vinculada por Mt-Mc a este hecho.
Esta última posición parecería más lógica, por dos razones. Una, porque, según dice Mc, Cristo va a buscar comida en la higuera cuando no era tiempo de higos. Por lo que no es la imagen más adecuada para enseñar que Israel debía ya de estar maduro para recibir al Mesías; y segunda, porque Mt-Mc vinculan a continuación el poder de la oración al ejemplo de la higuera que se seca rápidamente. Al menos en su situación literaria lleva a esto 17.
H. W. Bartsch supone que Mat_21:19b (= Mar_11:14ss)era originariamente una palabra escatológica, que anunciaba la proximidad del fin: Nadie comerá de tu fruto. La mala traducción de un imperfecto arameo por el optativo (Mat_11:14) ha sido la ocasión de que se entendiese el logion como una maldición y se le uniese con una expresión correspondiente. 17
Es muy problemática esta posición, y más aún su armonización con la ciencia de Cristo.
No obstante, la escena es chocante, y aún no está definitivamente resuelta, aparte de los retoques literarios.

El poder de la fe,Mat_21:21-22 (Mar_11:21-23).
21 Respondióles Jesús y les dijo: En verdad os digo que, si tuviereis fe y no dudareis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que, si dijereis a este monte: Quítate y échate en el mar, se haría, 22 y todo cuanto pidierais en la oración lo recibiríais.

La enseñanza de Cristo, aparte de otros dichos insertados aquí, pero fuera de su contexto histórico (Mat_17:20), es el poder de la fe, de la confianza en Dios al pedir algo, que si ello es conforme a su voluntad (1Jn_5:14), Dios la oye. Son formas sapienciales e hiperbólicas. Así se dice en Mc: Creed que recibiréis y lograréis todas las cosas que pidáis en la oración. Acaso procedentes también estas frases de otros contextos, pudieran referirse a las cosas necesarias para el apostolado. Pero aquí se parte del caso de la higuera. Mc lo expresa de forma más concreta y colorista. Os digo que todo el que diga a este monte que era el de los Olivos : Arráncate y échate al mar' probablemente al mar Muerto, que desde la cima del monte de los Olivos se distingue en lejanía , sin dudar en su corazón y creyendo que se hará lo que dice, lo obtendrá (Mc).
La expresión trasladar montes aparece en la literatura rabínica como comparación para indicar cosas que se hacen fuera del modo natural de obrar 18.
Naturalmente que este lenguaje oriental e hiperbólico lleva una enseñanza gráficamente expresada, pero que no supone una realización como está formulada. Dios no da el poder para hacer cosas inútiles o caprichosas 19. ¿Podría traérsela aquí por inquietud en la iglesia de Mt decadente en milagros o fe?
Probablemente el v.21 se trata de una incrustación aquí y es un duplicado (Mat_17:20; Mar_11:23; cf. Luc_17:6). Pertenece a un grupo de sentencias fuera de su contexto y reunidas en una agrupación de oportunidad.

Los Poderes de Jesús,Luc_27:23-27 (Mar_11:27-33; Luc_20:1-8).
23 Entrando en el Templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué poder haces tales cosas? ¿Quién te ha dado tal poder? 24 Respondió Jesús y les dijo: Voy a haceros yo también una pregunta, y si me contestáis, os diré con qué poder hago tales cosas. 2S El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos comenzaron a pensar entre sí: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no habéis creído en él? 26 Si decimos que de los hombres, tememos a la muchedumbre, pues todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondieron a Jesús: No sabemos. Díjoles El a su vez: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas.

Los tres sinópticos relatan este incidente. En Mc está paseando por uno de los pórticos del templo. Lc, aunque con mayor amplitud cronológica, pero la escena es la misma, dice que estaba enseñando al pueblo en el templo y anunciando la Buena Nueva, ya que los rabís tenían sus lecciones en el templo, cuando va a ser interrogado por la autoridad religiosa, que los tres sinópticos explicitan: príncipes de los sacerdotes, entre los que se contaban los ex sumos sacerdotes y representantes de estas familias, escribas, peritos en la Ley, y ancianos, representantes de las familias influyentes. Extraña el que intervengan los príncipes de los sacerdotes; deben de estar simplemente por el sanedrín. A él competía esta investigación. Se le exige a Cristo que dé cuenta de: ¿Con qué poder haces estas cosas? todos los acontecimientos desde su entrada mesiánica, y ¿Quién es el que te dio este poder? Poder de actuar prodigios, y en el templo, y poder de enseñar. ¿Acaso querían comprometerlo con un poder divino? Es lo que parece el dilema que les plantea.
El poder para enseñar oficialmente en Israel requería un largo aprendizaje con algún rabí y luego recibir de él, mediante la imposición de manos, este poder. Si no procedía de esta cadena, que se decía se entroncaba con Moisés, su enseñanza no era lícita, oficial ni ortodoxa. Así se tiraba la sospecha sobre su doctrina.
Y con relación a los actos mesiánicos en el templo, se buscaba comprometerlo, pues ya tenían de atrás organizada la persecución del mismo. Estaba en el ambiente rabínico que se pedirían o darían señales en el Mesías para acreditarse como tal 20.
Pero Cristo les plantea un dilema como condición para contestarles a esto. El prestigio del Bautista en Israel y la conmoción causada fue tal, que hasta el sanedrín le envió una representación para interrogarle si él era el Mesías (Jua_1:19ss). El historiador judío Josefo habla de su prestigio y conmoción en Israel 21.
Pero ellos no respondieron al origen de su bautismo. Pues si era del cielo, eran culpables de no haberlo oído, y reconocer a Cristo Mesías, a quien él preparaba el camino; o si decían que de los hombres, temían al pueblo, por lo que el Bautista representaba para ellos; o como dice Lc con frase redonda, temían que el pueblo entero les apedrease, como reaccionaba masivamente en ciertos casos religiosos (Jua_10:31; Hec_7:56-59). Al no responder ellos, Cristo tampoco lo hizo. Varias veces les dijo que si no lo creían a El, que creyesen a sus obras que le daba a hacer el Padre, como Nicodemo y otros dijeron (Jua_3:2) 22.

Parábola de los dos hijos,Jua_21:28-32.
28 ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y, llegándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. 29 El respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. 30 Y llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió: Voy, señor; pero no fue. 31 ¿Cual de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El primero. Díceles Jesús: En verdad os digo que los publícanos y las meretrices os preceden en el reino de Dios. 32 Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis creído en él, mientras que los publícanos y las meretrices creyeron en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis arrepentido creyendo en él.

Solamente Mt inserta a continuación la parábola-alegoría de dos hijos que su padre envía a su viña y que tienen actitudes distintas. Esta parábola aparece en dos formas diferentes en la tradición manuscrita; se invierte el orden: en una recensión se pone primero el hijo segundo, con todo lo anejo en la misma, y en la otra, al revés. Una tercera forma mixta no se considera auténtica 23. También los autores de crítica textual se hallan divididos en la reconstrucción de este texto. Si alguna razón de lógica interna pudiese valer, sería el orden, lógicamente puesto, en la aplicación. En cuyo caso tendría la prioridad la que pone primero en escena al hijo menor.
¿Cuál es el sentido de esta parábola? Jesucristo mismo lo da en el v.31. Les dice: En verdad os digo que los publícanos y las meretrices os preceden a vosotros en el reino de Dios.
Discuten los autores si el v.32 está bien situado en su contexto histórico o si fue incluido aquí por una cierta analogía con la cita de los publícanos y meretrices o por venir a referirse al pasaje anterior, sobre los poderes de Jesús, en el que se citó a Juan Bautista. Hasta se quería ver en él una alusión, en otra forma literaria, de un pasaje de Lc (Jua_7:29-30), en que situaría esta idea en otro contexto. En todo caso, esta parábola queda interpretada, evidentemente, por el v.31.
Los publícanos, gente odiada en Israel, hasta considerarse contaminados con su trato, y las meretrices, la hez de la sociedad, se contraponen aquí a los fariseos, los puros, los que conocen la Ley, los que la cumplen. En Mt las obras es un tema base. Pero esta aplicación concreta no sólo da la clave central de interpretación de la parábola, sino que la alegoriza. Así, su valor doctrinal central y alegórico es el siguiente:
1) El padre dueño de la viña es Dios.
2) La viña es el reino de los cielos, en su escatología terrestre.
3) El hijo primero, que dice que sí y luego no cumple la voluntad de su padre, son los fariseos. Como conocedores de la Ley, eran los primeros que debían haber ingresado en el Reino. Teóricamente decían que sí para aceptar al Mesías cuando viniese, pero de hecho, ante Cristo-Mesías, dijeron que no. Vieron las señales que Cristo hacía como garantía de su misión, pero no supieron, culpablemente, discernirlas (Mat_3:8.9). Y de ellos dijo el mismo Jesucristo, caracterizando esta hipocresía religiosa: Dicen y no hacen (Mat_23:3). Y también les dijo que no entráis (en el reino de los cielos) ni permitís entrar a los que quieren entrar (Mat_23:13).
4) El hijo segundo son otros hijos de Israel, los despreciados, los publícanos y las meretrices, que, no ingresando en un principio en el reino, después, al saber la obra de Cristo, se convirtieron e ingresaron. Así, v.gr., el publicano Zaqueo (Luc_19:1-10) y la mujer pecadora (Luc_7:37).
El gran comentario a esta parábola son las palabras de Jesucristo que en otro contexto refiere Le: Todo el pueblo que lo escuchó (al Bautista), que predicaba el camino de la justicia de Dios (Mt v.32), semitismo que indica la institución de la doctrina religiosa y moral (Mat_22:16), y los publícanos reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan; pero los fariseos y los doctores de la Ley anularon el consejo divino, no haciéndose bautizar por él (Luc_7:29-30) 24, con todo lo que llevaba anejo de ìå ôá íá á aquel bautismo.
Lo que los dirigentes vieron (v.32c) y no creyeron, fue el arrepentimiento de los pecadores.

Parábola de los viñadores homicidas,Luc_21:32-46 (Mar_12:1-12; Luc_20:9-19).
33 Oíd otra parábola: Un padre de familia plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre y la arrendó a unos viñadores, partiéndose luego a tierras extrañas. 34 Cuando se acercaba el tiempo de los frutos, envió a sus criados a los viñadores para percibir su parte. 3S Pero los viñadores, cogiendo a los siervos, a uno le atormentaron, a otro lo mataron, a otro le apedrearon. 36 De nuevo les envió otros siervos en mayor número que los primeros, e hicieron con ellos lo mismo. 37 Finalmente, les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo. 38 Pero los viñadores, cuando vieron al hijo, se dijeron: Es el heredero; ea, a matarle, y tendremos su herencia, 39 Y, tomándole, le sacaron fuera de la viña y le mataron. 40 Cuando venga, pues, el amo de la viña, ¿qué hará con estos viñadores? 41 Le respondieron: Hará perecer de mala muerte a los malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo. 42 Jesús les respondió: ¿No habéis leído alguna vez en las Escrituras: La piedra que los edificadores habían rechazado, ésa fue hecha cabeza de esquina; del Señor viene esto, y es admirable a nuestros ojos? 43 Por eso os digo que os será quitado el reino de Dios y será entregado a un pueblo que rinda sus frutos. 44 Y el que cayere sobre esta piedra se quebrantará, y aquel sobre quien cayere será pulverizado. 45 Oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas entendieron que de ellos hablaba, 46 y, queriendo apoderarse de El, temieron a la muchedumbre, que le tenía por profeta.

Los tres sinópticos ponen esta parábola inmediatamente después de la cuestión de los poderes de Jesús. La descripción de la viña es costumbrista. No era raro en Galilea que ciertos dueños arrendasen sus tierras y ellos se marchasen a vivir a tierras lejanas. La descripción en los tres sinópticos tiene pequeñas variantes literarias, suyas o de la catequesis, que no tienen más que simple valor descriptivo. Ya lo enseñaba San Agustín 25. El auditorio inmediato o, al menos, al que llega esta enseñanza, son los príncipes de los sacerdotes y los fariseos (v.45), y a los que se refiere en sus parábolas, pudiera ser en general el auditorio jerárquico del v.23. Y en el v.45, al oír esto los príncipes de los sacerdotes, al oír estas parábolas, entendieron que hablaba de ellos. Literariamente es un género mixto de parábola y alegoría, prevaleciendo ésta. Los elementos alegóricos que en ella aparecen son los siguientes:
1) El dueño de la viña es Dios.
2) La viña es Israel. Era una de las expresiones más características para simbolizar a Israel desde Isaías (Isa_5:1-7; cf. 27:2-6; Jer_2:21; Jer_12:10; Ez c.17; Ose_10:1; Sal_80:9ss, etc.). En el templo herodiano de Jerusalén, una gran vid de oro macizo y de proporciones colosales, colocada encima de la entrada del santuario, significaba a Israel 26. Los elementos descriptivos de la viña no tienen valor independiente: es sólo el cuadro y el esmero con que Dios la puso.
3) Los viñadores a quienes se arrienda es Israel, destacándose a los dirigentes espirituales, que son los principales cultivadores espirituales de la misma.
4) Los siervos que envían a su viña para recoger los frutos de aquella etapa y acelerar la fructificación de esta viña son los profetas (cf. Mat_23:29-38; Luc_11:47-51; cf. 13:34; Hec_51:52; Heb_11:36-37).
Basta recordar a Elías injuriado por Jezabel; Isaías, según la tradición judía, fue aserrado; Jeremías, lapidado en Egipto; Miqueas, aprisionado por Acab; Zacarías, apedreado por orden del rey Joás; el Bautista, decapitado por orden de Antipas; Jesucristo y los apóstoles, perseguidos y martirizados. Los diversos grupos y épocas no tienen un matiz alegórico específico. Son elementos literarios y parabólicos reclamados por el desarrollo del cuadro (2Cr_24:21; Heb_11:37; cf. Mat_23:37; Luc_13:34).
5) El dueño que, después de arrendar la viña, marchó a otro país por mucho tiempo, como se trata de Dios, es una ficción literaria para dar lugar al desarrollo histórico de la alegoría.
6) Los viñadores maltratadores y homicidas es la conducta de Israel con los profetas y enviados de Dios para ver el estado de Israel en que aparecen y fructificarlo en santidad: que diese fruto.
7) El fruto que van a buscar y alentar es la progresiva fructificación religiosa y moral de Israel para irse así preparando a recibir al Mesías.
8) La actitud del dueño que envía, sucesivamente, nuevos mensajeros para ver el rendimiento de su viña es la paciencia de Dios, atenta al desenvolvimiento del plan de su providencia.
9) La conducta deliberativa del dueño en enviar a su hijo está expresada antropomórficamente. En forma diversa los tres sinópticos reconocen que es el heredero de la viña, es decir, de las promesas mesiánicas (Rom_4:13.14; Rom_8:17; Heb_1:2). Su hijo se lo envía por último (ýóôåñïí = Mt; åó÷Üôïõ = Me; åó÷Üôïõ = Heb_1:2).
10) Se indica veladamente, máxime a la hora de la redacción, que, si es Hijo, es de la misma naturaleza divina de su Padre (cf. Jua_5:18; Flp_2:6; Col_1:15-19).
11) Los viñadores, las autoridades judías y la parte del pueblo seducido acuerdan matarlo (Mat_27:23.25; Hec_3:14.15). Es el propósito de su muerte. Mt-Lc dirán además que, echándolo fuera de la viña, lo mataron. Se refiere aquí a Jerusalén. Cristo padeció (su muerte) fuera de la puerta (de la ciudad) (Heb_13:12). El Calvario, en los días de Cristo, estaba fuera de los muros de Jerusalén, ya que este muro fue edificado por Agripa I.
12) El castigo que se anuncia a los viñadores, al Israel de esta época histórica, es doble:
a) Despedirá de mala manera a esos malhechores. Este anuncio profético de Cristo tuvo un cumplimiento histórico trágico: castigo a Palestina por Vespasiano, que culminó con la destrucción de Jerusalén el año 70 por Tito.
b) Se arrendará la viña a otros labradores que den los frutos a su tiempo. El pensamiento es el mismo en los tres sinópticos, aunque está más desarrollado en Mt. El Israel étnico terminó como transmisor de la revelación y de las promesas mesiánicas y pasó al Israel de Dios (Gal_6:16), la Iglesia 27.
La continuación que ponen los tres evangelistas ya no pertenece a la alegoría. Es un desarrollo o amplificación, un tema sugerido, por lo que significaba este rechazar de su viña al Hijo. Se cita la Escritura como argumento supremo en Israel. Al negar los príncipes de los sacerdotes y los fariseos que no sucedería esto, les pregunta: ¿Qué significa entonces lo que está escrito: La piedra que rechazaron los que edificaban vino a ser piedra angular?
Esta cita está tomada del Sal_118:22. El salmo es un canto de triunfo con el que se alaba a Dios por haber hecho triunfar a Israel, conculcado por invasiones y reyes. Y no sólo esto, sino que el Israel despreciado y oprimido por los gentiles vino a ser piedra angular, elegida por Dios, para que él sostuviese la esperanza mesiánica. La piedra angular es una gran piedra, como aún se ve en ruinas en Palestina, que servía para unir, por su ángulo, dos partes de un edificio. Es expresión muy usual (Jer_51:26), y lo mismo podía estar en el fundamento del edificio (Isa_28:6) que en partes intermedias, o incluso en el remate superior del mismo (Sal_118:22)28. Los judíos ya habían interpretado el salmo en sentido mesiánico, lo que le da un nuevo valor en su aplicación. En Hechos (Sal_4:11) se lo interpreta de la pasión y resurrección de Cristo.
Jesucristo, al aplicarse a sí este pasaje, hace ver que la verdadera piedra angular del mesianismo es El, como fundamento y como coronación sustentadora, y eso a pesar de que los edificadores de Israel, sus dirigentes religiosos, rechazaban esta piedra, que era fundamental de todo el edificio mesiánico. Y aquí también hay una alusión a la resurrección de Cristo, tema esencial en la Iglesia primitiva (Hec_4:11; cf. 1Pe_2:17).
Y Mt y Lc recogen la continuación del texto del salmo: Obra de Yahvé en esto, admirable a nuestros ojos (Sal_118:23). Esta inversión de valores es un misterio del plan de Dios.
El v.44 es lección críticamente discutida. Sólo la trae Mt. Dice así: Todo el que caiga sobre esta piedra, se estrellará. Y sobre quien ella caiga, lo aplastará. 29
Sobre el año 200 después de Jesucristo, decía el rabino Simeón ben José ben Lagonia: Si la piedra cae sobre la olla, ¡ay de la olla! Pero, si la olla cae sobre la piedra, ¡ay de la olla! 30
Acaso la estructura fundamental de esto, variando los términos de la comparación, fuese una especie de proverbio popular que Cristo utilizase, y reflejando, posiblemente, influjos literarios para la primera parte, de Isaías (Isa_8:14.15), y para la segunda, de Daniel (Dan_2:34.45ss), se expresa lo que será el efecto de esta piedra rechazada por los edificadores judíos. Si ellos chocan contra El los autores de su muerte , se estrellarán contra El; y si El, su justicia, tiene que venir contra ellos, entonces los aplastará. Es el pensamiento que acababa de anunciarles: el dueño de la viña irá (y) matará a los viñadores homicidas (Mc-Lc).
Se discute si este aspecto final de la piedra angular fue dicho por el mismo Cristo o es una adición del evangelista, ya que es un aspecto, se diría, distinto del de la parábola: en ésta se destaca el aspecto mortal de Cristo; en aquélla, el triunfal 31.
Ante estas exposiciones tan claras y abiertas, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos, que oyeron estas palabras (ôÜò ðáñáâïëÜò), conocieron que se refería a ellos, y deseaban prender a Jesús, pero temiendo al pueblo, que lo tenía por un profeta, lo dejaron y se marcharon (Mt).
La confrontación de estructura de esta parábola con el apócrifo Evangelio de Tomás del siglo II, Lc, Mc, Mt, hace ver un manifiesto proceso de alegorización en la misma. Sin embargo, hay que descartar que fuese originariamente una alegoría inventada por la Iglesia primitiva y puesta en boca de Cristo, pues se hubiese destacado claramente el tema central y triunfal de aquella época cristiana: la resurrección de Cristo.
El proceso alegorizante es vario. Sumamente simple en el Evangelio de Tomás. Lc, alegorizando, es más sobrio que Mt. Al principio sólo se trata de un criado el que va repetidamente a la viña. En Mt son grupos. En Mc, el hijo es muerto dentro de la viña; no se ven rasgos claros alusivos a la pasión, como en Mt-Lc. El hecho de enviar, por último, al hijo pudiera ser un rasgo lógico postulado por el desarrollo de la parábola como se indicará luego en Mc, de suyo, la alusión es más clara a Cristo al poner unido al hijo el calificativo de amado (Üãáðçôüí = Luc_20:13), que conecta con la voz del cielo en el bautismo y transfiguración (Mar_1:11; Mar_9:7; Luc_20:13).
Ante la paciencia asombrosa del propietario, la muerte del hijo y la esperanza de entrar en su herencia los viñadores, cabría pensar si esto no supone una interpretación alegórica en cualquier estadio de esta parábola. Sin embargo, estos datos responden a realidades históricas ambientales.
Los latifundios de Galilea se encontraban en gran parte en manos de gente extranjera, que incluso vivían fuera del país. El odio de los galileos contra estos dueños era bien conocido. Viviendo en el extranjero, se explican, ambientalmente, los cálculos de estos arrendatarios. Se debe tener presente una cláusula de derecho, según la cual una herencia, bajo determinadas condiciones, se considera como bienes sin amo, que cada uno puede tomar, teniendo preferencia el primero que la tome. La presencia del hijo les hace suponer que el dueño ha muerto y que el hijo viene a tomar posesión de la herencia. Muerto éste, piensan en esas determinadas condiciones que les harán legalmente dueños de la viña. Podría, originariamente, la parábola haber terminado aquí y así. ¿Qué significaría entonces? ¿Cuál era su finalidad didáctica?
Sería justificar, una vez más, la bondad de Dios y Cristo ante las críticas farisaicas por admitir al reino a los pecadores. Se la justificaría con una comparación parabólica o una sencilla alegorización, diciendo que ellos fueron los primeros llamados, pero que, ante sus reincidencias en el rechazo de aceptar el ingreso en el reino, se dio la viña a otros (Mc-Lc), que, por analogía con las parábolas del mismo género, serían los pobres (ðôù÷ïß)·
Ya en su estadio primitivo había base para una cierta orientación alegórica. La viña descrita es Israel (Isa_5:7); lo que todos sabían. Por tanto, los viñadores eran los jefes religiosos de Israel (Mar_12:12; Luc_20:19).
Pasado el momento histórico, la Iglesia primitiva la alegoriza, matizándola y potencializándola en su contenido cristológico, sin hacerle perder por ello, en su fondo, su probable sentido primitivo 31. Acaso en el v.43 se aluda también a la exigencia que tienen los discípulos cristianos de rendir obras de virtud.

1 Sobre la topografía de Betania y Betfagé, cf. Perrella, / liwghi santi (1936) p.197-201.202-205. 2 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I p.406; Strack-B., Kommentar. I p.842- 3 Strack-B., Kommentar. I p.527-529. 4 Targ. Esther 8:15; 2Re_9:13; Josefo, Antiq. II 8:5; cf. Strack-B.,/Comentar. I p.845. 5 Strack-B., Kommentar. I p.845-850. 6 Üuzy,'évang. s. St. Matth. (1946) p.272. 7 Strack-B., Kommentar. I p.640. 8 Bonsirven, Le Judaisme palestinwn. (1934) I p.360-369. 9 Sal. de Salomón, sal. 17.21. 10 Th Vargha, en Verbum Domini (1928) 371. 11 Comentario a Lev_19:41-43. 12 P. Van Bergen, L'entrée messianique de Jesús a Jerusalem: Les Quest. Liturg. et Paroiss. (1957) p.9-24; J. Dupont, L'entrée de Jesús a Jerusalem dans le redi de St. Matth. (Lev_21:1-17): Lum. et Vie (1960) p.1-8; Stanley,'£iwde>5 mathéennes: L'entrée messianique h Jerusalem: Scienc. Eccl. (1954); J. Blenkinsopp, The Hidden and His Entry into Jerusalem: Script. (1961) p.51-56.81-88. 13 Bonsirven, Le Judaüsw palestinien. (1934) p.406-407. 14 Strack-B., Komnwntar. I p.640. 15 C. Roth, The Cleansing of the Temple (Mat_21:12 par.) and Zechariah: Xov. Test. (Lciden 1960) p.174-181; I. Buse, The Cleansing of the Temple in the Synoptics and in John: Expos. Tim. (1958ss) p.22ss; R. B. Moxtgomery, The House'of Prayer, Mar_11:17 : Cilbibq (1959) p.21-27; G. W. Buchanax, Mark 11:15-19; Brígands in the Temple: The Hebrew Union College Annual (1959) 169-177; X. Q. Hamilton, Temple Cleasing and Temple Bank: Journ. of Bibl. Liter. and Exégesis (1964) p.365-372; J. J. De Vault, The Cleansing of the Temple: The Cath. Bibl. Quart. (1961) 470ss; J. W. Doeve, La Purificación du Temple et le Dessechement dufiguier: New Test. Studies (1954) p.297-308. 15Ll'awg. s. St. Matth. (1927) p.406. 16 Así Reus, citado por Lebreton en su La vie et l'enseignement deJ.-Ch., vers. esp. (1942) II p.134 n.12. 17 Fonck, / miracoli del Signare nel Vangelo (1914) p.580-611; Buzy, Les Paraboles (1932) p.116ss; Anzalone, II fico maledetto: Pal. Cíe. (1958) p.257-264; H. W. Bartsch, Die Verfluchung des Feigenbaumes (Mat_21:18-22 par.): Zeit. Neut. Wissen. (1962) 256-260; A. Robín, The Cursing of the Fig Tree in Mk 11. A Hypothesis: New Test Studies (1961ss) p.276-281; C. W. F. Smith, No Time for Figs (Mar_11:12-14.20-23): Journ. of Bibl. Literat. and Exeg. (1960) p.315-327; G. Münderlein, Die Verfluchung des Feigenbaumes (Mar_11:12-14): New Test. Studies (1963) p.89-104. 17 H w Bartsch, Die Verfluchung des Feigenbaumes: ? . ? . Wissen. (1962) p.256-260; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.276 nota 600. 18 Strack-B., Kommentar. I p.759; cf. 1Co_13:2; Stg_1:6.7. 19 J. Duplacy, La fot qui déplace les montagnes (Mat_17:20; Mat_21:21 par.): Mém. A. Gelin(1961)p.l73-187. 20 Strack-B., Kommentar. I p.640-641. 21 Josefo, Antiq. XVIII 5:20. 22 J. Coutts, The Authority of Jesús and Twelve in St. Mark' Gospel:The Journ. of Theolog. Studies (1957) p.111-118. 23 Vosté, Parabolae sekctae. (1933) I p.332-334. 24 Vosté, Parabolae selecta. (1931) I p.323-338; Buzy, Les Parábales. (1932) p.346-365; J. Jeremías, Die Glekhnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.98-99. 25 De consensu evang.: Mal_34:1142ss. Sobre las posibles interpretaciones de esta forma, cf. Plrot,'évang. s. St. Marc (1946) p.544. 26 Josefo, De bello iud. V 5:4; Antiq. XV 11:3. 27 Vosté, Parabolae selectae. (1933) I p.339-372; Buzy, Les parábales. (1932) p.404ss; J. Jeremías, Die Glekknisse Jesu (1958) 59-64; W. Kümmel, Hommage Go-guel (1950) 120-138. 28 Rev. Bib. (1920) 488. 29 Nestlé, N.T. graece et latine (1928) ap. crít. a Mat_21:44; R. Swaeles, L'arriere-fond scripturaire de Mat_21:43 et son lien avec Mat_21:44 : New Test. Studies (1959) p.310-313. 30 Strack-B., Kommentar. I p.877. 31 J. D. M. Derrett, Fresh Light on the Parable of the Wicked Vine-dressers (Mat_21:33-46 par.): Rev. Internat. Droits Antiq. (Louvain 1963) 11-41. 31 E. Bammel, Das Gleichnis von des bosen Winzem (Mar_12:1-9) und das jüdische Erbrecht: Rev. Intern. des Droits de l'Antiq. (1959) p.11-17 (y 14ss); J. Jeremías, Jerusalem zur Zeit Jesu (1962) p.363; Die Gleichnisse Jesu, vers. esp. (1970) p.91-95.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 21

II. ENTRADA EN JERUSALéN (21,2).

1. LLEGADA DE JESÚS A LA CIUDAD SANTA ( Mat_21:01-17).

En el Evangelio de san Mateo, el relato de la entrada corresponde a Mar_11:1-11. San Mateo amplió el pasaje con distintas adiciones realzando sobre todo con más vigor su trascendencia. A diferencia de san Marcos (Mar_11:15-19), inmediatamente añade la purificación del templo, después de la entrada de Jesús en la ciudad (Mar_21:12 s). Mientras que san Marcos solamente dice que Jesús entra en la ciudad y en el templo y que «lo observó todo» (Mar_11:1), san Mateo da mayor realce a la estancia en el templo, haciendo de ella una parte propia e importante. Jesús, después de presentarse, no sólo toma posesión de la ciudad, sino también del templo como Mesías, restablece su pureza, cura enfermos en él, recibe el homenaje mesiánico de labios de los niños (21,14-16). Así pues, el fin propio del relato de Mateo es el templo y la revelaci6n mesiánica realizada en él. Concluye la sección con un hecho del día siguiente, la maldici6n de la higuera y el diálogo sobre la fe, que san Mateo compendia (21,18-22), mientras que en san Marcos estaba separada por medio de la purificaci6n del templo (cf. Mar_11:12-25). Así la descripción de san Mateo resulta más cerrada y efectiva.

a) La entrada del Mesías (Mt/21/01-11).

1 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a esa aldea que está frente a vosotros, y en seguida encontraréis una burra atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos. 3 Y si alguien os dice algo, responderéis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá. 4 Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el profeta cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sión: Mira que tu rey viene a ti, lleno de mansedumbre y montado en un asna y en un pollino, hijo de una bestia de carga (Zec_9:9).

Según el relato de los tres primeros evangelistas Jesús aún no habría estado en Jerusalén durante su vida pública. (El Evangelio de san Juan informa de cuatro visitas diferentes a la ciudad santa: Joh_2:13; Joh_5:1; Joh_6:4; Joh_11:55). Así resulta más significativa esta hora. La pequeña comitiva se acerca a la ciudad por el camino habitual de los viajeros y de los peregrinos que iban a celebrar la fiesta de la pascua. Después de la ruta rocosa, solitaria y montañosa, se llega a la altura del monte de los Olivos y se ve enfrente la ciudad única en su género, separada por la profunda grieta del valle del Cedrón. Jesús antes de disponerse para la entrada, manda a dos discípulos que vayan a buscar una cabalgadura para este fin. Eso es muy inusitado, porque de ordinario los peregrinos. que se reúnen en la ciudad para la fiesta de la pascua, van a pie. La entrada será desacostumbrada. Los discípulos deben ir a buscar una burra y un pollino. Podemos ver lo que eso significa por un texto del profeta Zacarías, que san Mateo cita literalmente (Joh_21:5). Los escribas también veían en estas palabras un vaticinio del Mesías. El Mesías no vendrá a la hija de Sión ufano sobre un corcel, después de una batalla victoriosa, sino humilde y apacible, sobre una burra. Hasta ahora Jesús nunca ha dicho en público que él es el Mesías y sólo de los discípulos ha aceptado la explícita confesión, pero ahora prepara conscientemente una pública manifestación mesiánica. En la figura del rabino de Galilea montado en la burra deben reconocer los peregrinos al rey por las palabras del profeta (*). ¿Se concede, pues, a Israel y a la ciudad de Jerusalén una señal, que antes Jesús, por dos veces (12,38 ss; 16,1-4), había rehusado dar? Antes Jesús sólo había anunciado la señal de Jonás, que era la única que podía esperar esta generación. De este modo se hacía alusión al juicio del Hijo del hombre, que ya tendrá lugar en la crucifixión de Jesús y después en su segunda venida. Esta señal que aquí se da solamente está destinada a los creyentes, no a los incrédulos. Esta generación se ha negado a creer y tampoco quedará convencida con esta señal. Pero los que ya pertenecían a él y le habían reconocido, más tarde sabrán con absoluta claridad que realmente era el Mesías el que entró en Jerusalén.

También es desacostumbrado el modo con que Jesús se ha procurado el animal. En virtud de su dignidad ve cerca lo que está lejos y recurre a la facultad de disponer del animal. Si se presentan objeciones, los discípulos deben decir que el Señor necesita los animales. Jesús hasta ahora nunca había usado para sí este nombre de soberanía Kyrios, Señor. Pero ahora también ha llegado la hora de usarlo. Un nuevo rasgo resplandece en la figura del Mesías. Desde un principio aquí todo está determinado, rebosante de soberanía, todo es significativo. Aunque Jesús viene montado en la humilde cabalgadura, él es el Señor. Esta generación ahora no lo reconoce, sino que se enterará el día del juicio de que era el que vino «en el nombre del Señor» y, por tanto, también como el Kyrios.

..............

* El profeta habla con el paralelismo de un asna y de un animal joven, el pollino. Desde luego no quiere decir dos cabalgaduras, sino una. Pero en san Mateo son dos, «una burra atada, y un pollino con ella». Apenas nos lo podemos imaginar y no corresponde al acontecimiento histórico que se emplearan dos cabalgaduras. Pero se redactó así para indicar el cumplimiento de lo que dice el profeta del modo más literal posible.

...........

6 Fueron, pues, los discípulos e hicieron conforme les había mandado Jesús: 7 trajeron la burra y el pollino, pusieron sobre ellos los mantos, y Jesús se montó encima. 8 El pueblo, en su gran mayoría, extendió por el camino sus mantos, mientras otros cortaban ramas de los árboles para alfombrar el camino. 9 La gente que iba delante, igual que la que iba detrás, gritaba diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!

En vez de una silla de montar, los discípulos ponen vestidos sobre los animales, y Jesús se sienta encima de los vestidos. Una numerosa multitud, sobre todo peregrinos de Galilea, que vienen a celebrar la fiesta por el mismo camino y con la misma finalidad, extienden vestidos en el camino, y otros lo cubren con ramas de árboles. Sin palabras ya denotan la importancia de esta entrada. A pesar de la sencillez de las circunstancias parece que comprendan la magnitud del acontecimiento. El que está sentado humildemente en una burra es más que un jefe del ejército que regresa a su casa después del victorioso combate, y es más que un rey que toma posesión de la capital del país subyugado. A éstos en la antigüedad se les preparaba triunfales recibimientos. Pero ¿quién es éste, que por primera vez entra en la ciudad? Las voces de los peregrinos lo hacen saber. Se da la bienvenida al Hijo de David. El Hijo de David es el Mesías, es su título inconfundible. Así lo han llamado los dos ciegos delante de los que veían (9,27; 20,30s), así lo reconoció aquella mujer en país pagano delante de los hijos, las ovejas perdidas de la casa de Israel (15,22), sólo una vez se formuló la pregunta de si lo es o no (12,23). En esta ocasión se pregona en voz alta (*). ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Con este clamor saludaba la ciudad los grupos de peregrinos que iban llegando. Cada uno venía en el nombre de Yahveh, a quien quería adorar en Jerusalén. Pero este peregrino montado en la cabalgadura es bendito sobre todos. Ningún otro ha de ser recibido como Hijo de David con tal expectación y esperanza, porque ningún otro viene como él en el nombre del Señor. En esta hora sonó por primera vez como homenaje tributado a Jesús lo que la comunidad celebrante clama cuando va al encuentro de su Señor, después del prefacio de la celebración eucarística. Pero en cierto modo por medio del que llega, la bendición vuelve a Dios, en cuyo nombre viene Jesús. Por eso se dice: ¡Hosanna en las alturas! «En las alturas» como «en el cielo» es una alusión a Dios (**). Loado sea Dios en el cielo, donde ya cumplen su voluntad (6,10s) las multitudes de los espíritus celestiales. Ante el trono de Dios deben resonar las voces de bienvenida de aquí abajo. Por todos sea Dios alabado por causa de esta hora. El lector está desconcertado ante este acontecimiento. Después de todo lo precedente nunca se podría haber esperado tal cosa. A lo que es posible y probable en el terreno de la historia, le prestamos menos atención que a lo que quiere mostrar el evangelista. En lo que sigue aún aparece con mayor claridad que el Mesías de Dios toma posesión en el nombre de Dios de la ciudad santa y del templo. Tanto si la gente entonces llamaba así a todos, tanto si eran muchos o pocos, tanto si eran entusiastas galileos o fanáticos judíos (que quizás vieron venir la gran subversión), tanto si en general reconocieron como si no reconocieron la importancia de la señal y de la hora, el evangelista sabe que el Mesías vino en el nombre de Dios y se reveló como Hijo de David. El evangelista lo ve correctamente, porque lo ve con la fe. Sólo con la fe puede comprenderse la importancia de una parábola tan poco vistosa como la del grano de mostaza o la de la perla. Lo mismo pasa con los sucesos de la vida de Jesús. En ella los pequeños acontecimientos también adquieren una gran importancia por medio de la persona en que ocurren, y por medio de la hora en que ocurren.

..............

* Todavía es más largo el texto de la exclamación en san Marcos (Mar_11:9b.10), mientras que san Lucas lo ha asimilado al mensaje de los ángeles en los campos de Belén (Luk_2:14; Luk_19:38). Pero san Mateo habla de la persona que viene, con más claridad que san Marcos, que usa la expresión peculiar y dificultosa del reino que ya llega, de nuestro padre David.

** Hosanna propiamente significa: Dios es propicio. Pero también puede entenderse como exclamación de alegría y de homenaje.

10 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se puso en movimiento y se preguntaban: ¿Pero quién es éste? 11 Y la gente respondía: éste es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.

Jerusalén no permanece en silencio. La manifestación era bastante llamativa para poner en pie a toda la ciudad. Surge la gran pregunta: ¿Pero quién es éste? La respuesta quizás la dan los peregrinos de Galilea que acompañan a Jesús. Parece tan exacta como el texto de un documento de identidad. En ninguna otra parte de todos los Evangelios se encuentra una definición semejante de Jesús. Hace poco fue aclamado como Hijo de David, ahora se le designa como profeta; todavía resonaban los altos títulos, cuando se indica con sobriedad su origen: «Jesús, el de Nazaret». Y finalmente se dice: de Galilea. Un galileo estaba en medio de la metrópoli judía. Esta definición de Jesús es la más sobria que conocemos de los Evangelios. Está en vivo contraste con las solemnes aclamaciones de los que iban entrando. ¿Por qué se da así la respuesta? Los fieles creyentes pueden reconocer y alabar al Mesías, pero la Jerusalén incrédula sólo se entera de unos escuetos datos biográficos. Para Jerusalén, Jesús es profeta, y por cierto profeta de la condenación y ruina de la ciudad (capítulos 23 y 24). Para ésta, Jesús es una persona insignificante que viene del pueblecito de Nazaret y llega a la ciudadela judía de Jerusalén. Jesús es un galileo desconocido. San Mateo antes ya había dado a entender, con una larga cita del profeta Isaías, que el Mesías no era oriundo de Jerusalén, sino de Nazaret; con ello trataba de atenuar lo chocante que tal circunstancia pudiera resultar a oídos de los judíos (Luk_4:1 Ss). Ahora la reiterada declaración al pueblo de Jerusalén, de la procedencia del Mesías, producirá escándalo. El Mesías, a quien se saluda como Hijo de David, es el «profeta de Nazaret», ante quien Jerusalén deberá decidir.



b) Jesús en el templo (Mt/21/12-17).

12 Entró Jesús en el templo y expulsó a todos los que vendían y compraban en él; también volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, 13 mientras decía: Escrito está: Mi casa ha de llamarse casa de oración, pero vosotros la estáis convirtiendo en guarida de ladrones.

En el gran atrio de los gentiles la administración del templo había permitido recaudar la contribución del mismo (cf.17.14-27), y colocar puestos de venta para lo que se necesitaba en los sacrificios. Allí surgió el trajín comercial con todo el ruido y ostentosidad orientales en las compras y ventas. El templo es la casa de Dios, no es un sitio de comerciantes duchos en los negocios. Ante todo debe ser casa de silencio y de oración, no solamente para los piadosos visitantes de Israel, sino también «para todos los pueblos» del futuro. Así lo había contemplado el profeta: «Y a los extranjeros que se unen al Señor para honrarle, y amar su nombre... Yo los conduciré a mi santo monte, y en mi casa de oración los llenaré de alegría: me serán agradables los holocaustos y víctimas que ofrezcan sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos» (Isa_56:6 s).

Aquel ruido y el diligente regateo ¿cómo podía atraer a los pueblos gentiles a adorar allí al Dios verdadero? San Mateo omite el aditamento para todos los pueblos (Mar_11:17). Esto es digno de notarse. ¿Cuenta ya san Mateo con que el templo no pueda seguir cumpliendo esta predicción, ya que se convertirá en escombros y cenizas (Mar_24:2)? ¿Piensa Jesús que el templo ya está relevado por el que ahora lo purifica, ya que en él «hay uno más grande que el templo» (Mar_12:6)? No solamente viene el Señor del templo, sino el que lo reconstruirá espiritualmente después de tres días (Mar_26:61; Joh_2:19-22). Todos los pueblos para adorar a Dios ya no confluirán en el templo de piedra, sino en sus discípulos, puesto que «todos los pueblos» deben ser hechos discípulos (Joh_28:19). Jesús expulsa del atrio a los cambistas y comerciantes. Se emplean expresiones duras. Jesús echa al suelo las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores. «Porque me ha devorado el celo de tu casa» (Psa_68:10; Joh_2:17). El derecho de los hombres a efectuar sus negocios, es un agravio ejercerlo ante Dios, una profanación de su casa. El lugar de su graciosa presencia lo han convertido en una guarida de ladrones. Ya lo dijo antiguamente el profeta Jeremías, cuando puso al descubierto la escisión estridente entre la manera de vivir fuera y el servicio de Dios dentro. La casa de Dios se convierte en una guarida de ladrones, si no coinciden la vida y la fe, si se mata, se hurta, se cometen adulterios y luego se elevan las manos a Dios (cf. Jer_7:1-15). Así también ha sucedido ahora y Jesús sigue las huellas de Jeremías. No solamente acusa como el profeta, sino que obra. No invoca el juicio, sino que lo lleva a término. Porque Jesús procede con el poder y en el nombre del dueño de la casa, y como quien es más que el templo...

14 Luego se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los curó. 15 Cuando los sumos sacerdotes y los escribas vieron los milagros que acababa de hacer, y a los niños gritando en el templo: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Estás oyendo lo que dicen éstos? Pero Jesús les responde: Sí. ¿No habéis leído nunca que «de la boca de párvulos y niños de pecho te has procurado alabanza»? (Psa_8:3). 17 Y volviéndoles la espalda, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.

«Los ciegos ven, los cojos andan.» En esto debe reconocer Juan si Jesús es o no es el que ha de venir (Psa_11:5). Ahora en el santuario los ciegos y cojos son curados, y allí se debe reconocer quién es el que lo hace. También a Jerusalén se conceden milagros mesiánicos. No sólo la entrada sobre una cabalgadura, anunciada por el profeta, no solamente ]a purificación de la casa de Dios profanada, sino también las curaciones milagrosas. Los sumos sacerdotes y los escribas vienen para acusar, los ciegos y cojos vienen para ser curados. Los que son guías de ciegos y están espiritualmente ciegos caerán en el foso (Psa_15:4); los ciegos obtendrán la vista.

Cuando el rey David subió a Jerusalén para rescatarla de los jebuseos y tomarla en posesión, se mencionó a los ciegos y a los cojos para hacer mofa de él. Como castigo mandó el rey que ningún ciego ni cojo entrara en el templo (cf. 2Sa_5:6-8). Ahora viene el «Hijo de David», los ciegos y los cojos no se burlan de él, sino que en él buscan misericordia. No son excluidos, sino aceptados. El pueblo de Jerusalén no sabía quién era el que entraba (21,10). Pero los niños lo saben. Como los ciegos y los cojos forman parte de la gente sencilla, a quienes Dios lo ha revelado (11,25). De nuevo aclaman al Hijo de David, como lo hicieron en la entrada las multitudes que le acompañaban. Con el poder de su dignidad mesiánica ha limpiado Jesús el templo. Se le confirma este poder de boca de los niños. Dios se procura alabanza no de boca de los sabios y entendidos, sino de boca de los párvulos y niños de pecho. Así lo ha experimentado el salmista; ante la grandeza del cielo y el prodigio de la creación, cualquier alabanza sólo es tartamudeo de un párvulo y niño de pecho. Pero mediante este tartamudeo se hace enmudecer a los enemigos de Dios (cf. Psa_8:2 s). Sólo se escogen párvulos para elogiar la grandeza del Mesías, con el fin de hacer que enmudezcan sus enemigos. En todas las partes del Evangelio encontramos el mismo pensamiento. Dios elige lo bajo para confundir lo grande. Dios levanta al pequeño del polvo y derriba a los grandes del trono. Abre la boca de los pequeños y cierra la de los grandes. Jesús acepta a los pobres, enfermos y niños, pero deja estar a los prudentes escribas. Sólo puede recibirse el reino de Dios con la actitud del niño.

2. MALDICIÓN DE LA HIGUERA ESTéRIL (Mt/21/18-22).

18 Por la mañana, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre. 19 Y al ver junto al camino una higuera, se acercó a ella; pero no encontró en ella sino hojas solamente. Y le dice: ¡Nunca jamás brote en ti fruto alguno! Y al punto se secó la higuera. 20 Cuando los discípulos lo vieron, quedaron asombrados, y decían: ¿Cómo es que se ha secado al punto la higuera? 21 Jesús les contestó: Os aseguro que, si tenéis fe y no titubeáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que, si decís a este monte: «Quítate de ahí y échate al mar», así se hará. 22 Y todo cuanto pidáis en la oración con fe, lo obtendréis.

Al día siguiente por la mañana el pequeño grupo vuelve a la ciudad, y Jesús busca en una higuera algo para comer. Pero la higuera sólo tiene hojas y en cambio no ha producido ningún fruto. Jesús la maldice, después de lo cual se seca al instante. En todo el Evangelio no hay ningún pasaje paralelo a este suceso. Hay que compararlo con los prodigios con que se castigaba según las narraciones del Antiguo Testamento, como en el caso de Moisés y Aarón ante el faraón. Pero ¿cómo se explica que se castigue así a un árbol, máxime cuando es concluyente lo que sólo san Marcos observa, es decir que «no era tiempo de higos» (Mar_11:13)? Para nosotros el conjunto no es muy diáfano ni inteligible. ¿Había que dar a los discípulos una señal de que se arranca el árbol de Israel, porque permanecía estéril (cf. 3,10)? Más tarde se dice en la parábola que se quitará la viña a los arrendatarios que no entregaron ningún fruto, y ellos serán exterminados (21,41). Pero son extremos que no se avienen mutuamente, ya que Jesús buscó higos, porque tenía hambre. La escena misteriosa tenemos que dejarla en su obscuridad. No todo lo que se narra en el Evangelio tiene para nosotros claridad meridiana. El evangelista san Mateo toma el acontecimiento como ocasión para instruir a sus discípulos y para ofrecerles una visión intuitiva. Como anteriormente en otra ocasión (17,20) se trata aquí de la fe. La fe no solamente puede conseguir algo semejante a lo que acaban de ver, sino que puede trasladar montañas. Sólo es tan poderosa una fe en que no haya mezcla de duda. Sólo tiene perspectivas de ser escuchada una súplica a Dios, que esté soportada por una fe así. Más aún, incluso puede decirse que se accede con seguridad a cualquier ruego que se haga con esta fe. Así se comprende y explica medianamente la notable maldición del árbol. En él se representa el poder de la fe. Cualquier discípulo tiene este poder mediante su oración. No por la propia capacidad, sino por condescendencia de Dios.

III ULTIMAS CONFRONTACIONES CON LOS ADVERSARIOS (21,23-23,39).

I . POLéMICAS (21,23-22,46).

a) Pregunta sobre la autoridad de Jesús (Mt/21/23-27).

23 Entró en el templo, y, mientras estaba enseñando, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a preguntarle: ¿Con qué autoridad haces tú esas cosas y quién te dio esa autoridad? 24 Jesús les respondió: Yo también os voy a hacer una pregunta; si me la contestáis, también yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 El bautismo de Juan ¿de dónde era: del cielo o de los hombres? Pero ellos deliberaban entre sí diciendo: Si respondemos: Del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no creisteis en él? 26 Pero, si respondemos: De los hombres, tenemos miedo al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta. 27 Y respondiendo a Jesús, le dijeron: No lo sabemos. Contestóles también él: Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esas cosas.

Después de regresar a la ciudad Jesús va enseguida al templo. El día anterior había purificado enérgicamente el atrio y había curado enfermos, hoy empieza a enseñar en el templo. Se efectuó una señal mesiánica, o sea los milagros; ahora se añade la otra señal, que es la enseñanza autoritativa. No se dice adrede que enseñara con autoridad, pero el lector lo sabe desde 7,29: «Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.» Con esta potestad Jesús había enseñado en Galilea, lo mismo tiene que ocurrir también en la ciudad de Jerusalén. La delegación oficial del sanedrín, «los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo», pide a Jesús una prueba de esta autoridad. Con esta petición no se puede aludir en general al hecho de enseñar, puesto que esta actividad era de la incumbencia de cualquier israelita varón adulto. La pregunta apunta a la autoridad especial a que Jesús tiene derecho. ¿La reclama Jesús por sí mismo en virtud de un nombramiento oficial de rabino o en virtud de qué? Aquí habría ocasión para confesar abiertamente al Mesías. ¿Caerá Jesús en el lazo? Jesús podría ofrecer un motivo oportuno para ser denunciado como seductor mesiánico a la potencia ocupante. Jesús podría dar a la autoridad religiosa un pretexto para que se le hiciera un proceso, ya que seguramente se encontraría en él una teoría que no coincidiera con la doctrina oficial. La respuesta de Jesús se da con otra pregunta. Si ésta es contestada, Jesús está dispuesto a informar. La pregunta va dirigida al bautismo de Juan. La posición de los que preguntan sobre el bautismo del profeta pasa a ser el fiel de la balanza. ¿El bautismo de Juan era una orden de arriba o una presunción de abajo? ¿Procedía de Dios o del hombre? Jesús conoce de antemano la confusión en que su pregunta pondrá a los adversarios. El evangelista la describe detenidamente. Al mismo tiempo Jesús sabe que en la actitud que se adopte con Juan también decide la actitud con respecto a él mismo y a su autoridad.

Los sumos sacerdotes y los ancianos no creían en él porque no han creído en Juan, debido a que son una generación perversa y adúltera (12,39). «Porque llegó Juan, que ni come ni bebe, y dicen: Está endemoniado. Llegó el Hijo del hombre, que come y que bebe, y dicen: Este es un comilón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores» (11,18-19a). Juan ya había enseñado la llegada del reino de Dios (3,2), y Jesús había continuado su enseñanza con las mismas palabras (4,17). La autoridad del Bautista para administrar un bautismo de penitencia en el nombre de Dios, se fundaba en su grandioso mensaje. La autoridad de Jesús para enseñar en el templo en el nombre de Dios, se funda en el mismo mensaje del reino de Dios. Los adversarios han recusado al profeta Juan, así lo hacen también con el profeta Jesús. Por la misma razón que en el caso de Juan, también en el de Jesús temen los enemigos al pueblo. La gente tiene gran aprecio de ambos y los considera profetas. Poco después, se dice con respecto a Jesús: «Y aunque intentaban arrestarlo, tuvieron miedo a las multitudes, porque lo tenían por profeta» (21,46).

Así, pues, Jesús no se escuda con el Bautista. No se libra hábilmente del peligro con la pregunta sobre la autoridad de Juan. Antes bien con la pregunta acerca de Juan indirectamente se pone de manifiesto la actitud que adopta de frente a Jesús. Porque en las obras de ambos se reconocía la sabiduría de Dios (cf. 11,19b). Los adversarios no callan porque no sean capaces de hacer frente a la pregunta, sino porque están obstinados. «No lo sabemos» es una solemne mentira. Y con este espíritu mentiroso acusarán a Jesús. Pero Jesús los deja estar y rehúsa dar razón. Porque solamente recibe el obsequio de la verdad el que la busca con solicitud.

b) Parábola de los dos hijos (Mt/21/28-32).En san Marcos, la parábola de los viñadores homicidas había seguido a la discusión sobre la autoridad. San Mateo interpone la parábola de los dos hijos, con su aplicación (21,31b-32). A la parábola de los viñadores san Mateo junta la parábola del banquete de las bodas reales (22,1-14) y reúne así una tríada de parábolas. Estas tres parábolas van dirigidas a los adversarios y contienen un severo ajuste de cuentas. En su distinta dirección se complementan recíprocamente. También puede notarse una gradación. La primera parábola habla de la raíz de la recusación, la incredulidad. La segunda anuncia que los viñadores serán castigados y que se les quitará la viña (sobre todo 21,41). La tercera habla de la reprobación que ya se ha efectuado y del castigo que se llevó a cabo (sobre todo 22,7). En estas parábolas de un modo a duras penas velado se anticipa lo que en el capítulo 23 dice explícitamente el discurso antifarisaico.

28 ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Acercándose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la viña. 29 él le respondió: Voy, señor; pero no fue. 39 Se acercó luego al segundo y le dijo lo mismo. Este respondió: No quiero; pero después se arrepintió y fue. 31 ¿Cuál de los dos cumplió las voluntad del padre? Responden: El último.

Esta parábola no es una historia desarrollada, sino que propiamente consiste en una doble pregunta. Se contrapone a dos hijos de un padre, de una manera parecida como en la narración del hijo pródigo y del hijo que se había quedado en casa (Luk_15:11-32). Los dos hijos son invitados a ir a trabajar a la viña del padre. El primero se declara dispuesto, pero luego no va. El segundo al principio rehúsa, pero muda de parecer y va a trabajar. Se deja al descubierto el contraste entre lo que se dice y lo que se hace. Lo que importa es «cumplir la voluntad del padre». No deciden las palabras, sino las acciones. Aunque el segundo al principio se negó, con todo ha cumplido la voluntad de su padre. Eso los adversarios también tienen que reconocerlo a Jesús. Por otra parte, san Mateo hace resplandecer en la figura de este padre terreno la del Padre celestial. Dios encarga el trabajo y llama a los hombres para que le sirvan (cf. 20,1-16). Exige que realmente se cumpla su voluntad, con lo cual no se dispensa la confesión con los labios: «No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (7,21). El que oye y no hace, ha construido su casa sobre la arena. Cae la lluvia, los torrentes se precipitan y soplan los vientos y derriban la casa. Ha edificado la casa sobre la roca el que oye y hace, y así está firme en la tempestad del juicio (cf. 7,24-27). Poco después Jesús descubrirá la llaga de la doctrina y de la piedad farisaicas en la desavenencia entre lo que se dice y lo que se obra: «Pero no los imitéis en sus obras; porque dicen y no hacen» (23,3b). En esto se incluye el mayor peligro para servir cordialmente a Dios y a los hombres.

31b Díceles Jesús: Os aseguro que los publicanos y las meretrices llegan antes que vosotros al reino de Dios. 32 Porque se presentó Juan ante vosotros por el camino de la justicia, y no creisteis en él; pero los publicanos y las meretrices en él creyeron. Vosotros, en cambio, aun habiendo visto esto, no os habéis arrepentido para, finalmente, creer en él.

Jesús aplica la breve parábola a los adversarios en un ataque de aspereza inaudita. Los publicanos y las meretrices entrarán en el reino de Dios antes que ellos. Todos ellos oyeron el mismo llamamiento a la conversión y se les ha mostrado el camino de la verdadera justicia. Juan vino a todo el pueblo para llevarlo al Mesías. Pero lo han recusado, no se han convertido y no se han abierto a la fe. En cambio los publicanos lo hicieron (Luk_3:12). Estos no sólo han oído, sino que han preguntado por las obras: «¿Qué tenemos que hacer?» (cf. Luk_3:10-14). Son los mismos que también se abren a Jesús. Como Leví, que siguiendo la mera llamada de Jesús lo deja todo (Luk_9:9), como la pecadora en la casa de Simón, la cual se pone a los pies de Jesús con arrepentimiento y amor exuberantes (Luk_7:36-50). Y así se dijo que Jesús era «amigo de publicanos y pecadores» (Luk_11:19a). Los adversarios lo han visto, pero no lo han reconocido como una señal para ellos. Han percibido la voz, pero no en su calidad de llamada. Se quedaron como espectadores indiferentes. Aunque sus ojos veían, estaban tan ofuscados que no entendían nada (Luk_13:13). El camino acertado hubiese sido ver, convertirse, creer, bautizarse. «Vosotros, en cambio, aun habiendo visto esto, no os habéis arrepentido para, finalmente, creer en él» (Luk_21:32b). Así también lo ha descrito el evangelista san Lucas: «Y al oírlo, todo el pueblo, incluso los publicanos, reconocieron los designios de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la ley frustraron el plan de Dios respecto de ellos mismos no recibiendo el bautismo de aquél» (Luk_7:29 s). Los pequeños han entendido, los grandes se han negado... Juan vino por el camino de la justicia, puesto que él pregonaba el reino de Dios (Luk_3:2). Esta fue la señal de la verdadera justicia futura, que Jesús trae en su plenitud. El sermón de la montaña es la doctrina de esta verdadera justicia (capítulos 5-7). Este sermón desde un punto de vista humano es el verdadero camino hacia el reino de Dios. Y desde el punto de vista divino es la revelación de este reino como la revelación de la verdadera justicia. Así lo dice Jesús en la frase: «Buscad primero el reino y (= a saber) su justicia...» (Luk_6:33). Juan y Jesús no han enseñado dos caminos diversos, sino el mismo camino. En la actividad del Bautista y en la de Jesús se ha testificado la misma sabiduría divina (Luk_11:19b). El que no cree en Juan, tampoco creerá en el Mesías. El bautismo con que Jesús tiene que ser bautizado en su pasión (cf. Mar_10:38), no lo querrá recibir para llegar a la vida el que no tomó sobre sí su bautismo como corroboración de su voluntad de convertirse. Para él está interceptado el acceso al reino de Dios, porque no anduvo por el camino de la justicia. Porque solamente hay este único camino, fuera del cual ningún otro conduce al término. Con frecuencia nos sorprendemos de sólo recorrer un trecho, de este camino o de desviarnos por caminos laterales. No podemos aceptar el mensaje del amor y negarnos al mensaje de la pasión. No se puede alabar el amor al enemigo como la senda de la verdadera humanidad sin tener en cuenta la hostilidad a Satán y todo el mal que de él emana.

c) Parábola de los viñadores homicidas (Mt/21/33-46).

33 Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y construyó una torre; luego la arrendó a unos viñadores y se fue lejos de su tierra. 34 Cuando se acercó el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los viñadores, para percibir los frutos que le correspondían. 35 Pero los viñadores echaron mano a los criados, y al uno lo apalearon, al otro lo mataron, y al otro lo apedrearon. 36 Nuevamente envió otros criados más numerosos que los primeros, y con ellos hicieron lo mismo. 37 Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: A mi hijo lo respetarán. 38 Pero los viñadores, cuando vieron al hijo, se dijeron entre sí: éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedamos con su heredad. 39 Y, echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. 40 Cuando vuelva, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores? 41 Y le responden: Exterminará a esos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le paguen a su tiempo los frutos correspondientes. 42 Díceles Jesús: ¿Nunca habéis leído en las Escrituras: «La piedra que desecharon los constructores, ésa vino a ser piedra angular; esto es obra del Señor, y admirable a nuestros ojos»? (Psa_118:22 s). 43 Por eso os digo: Os quitarán el reino de Dios, y lo darán a un pueblo que produzca los frutos del reino. 45 Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que se refería a ellos. 46 Y aunque intentaban arrestarlo, tuvieron miedo a las multitudes, porque lo tenían por profeta.

(El v. 44 dice así: «El que caiga sobre esta piedra, se estrellará; y aquel sobre quien ella caiga, quedará aplastado». El texto se halla originariamente en Luk_20:18, y falta en una serie de importantes manuscritos del Evangelio de san Mateo. Difícilmente podría estar en este lugar, ya que cabría esperar este texto a continuación de la cita de 21,42; y el versículo 21,43 no admite en sí ninguna prosecución).

Esta segunda parábola tiene una fuerza insuperable. Sólo a duras penas puede verificarse el marco externo de una narración que sirve de ejemplo. El epílogo que está en el v. 43 saca explícitamente la consecuencia. No sólo pide cuentas de su actuación al incrédulo judaísmo contemporáneo, sino que, extendiéndose mucho más anuncia la sustitución del pueblo de la antigua alianza por un nuevo pueblo de Dios. En un cántico conmovedor, Isaías había comparado a Israel con la viña, que Dios había plantado y cuidado cariñosamente con la esperanza de obtener una buena y rica cosecha. «Y esperó hasta que diese uvas, y las dio agraces. Ahora, pues, habitantes de Jerusalén, y vosotros, ¡oh varones de Judá!, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué es lo que debí hacer, y que no haya hecho por mi viña?... Pues ahora os diré claramente lo que voy a hacer con mi viña: le quitaré su cerca, y será talada; derribaré su tapia, y será hollada» (Isa_5:2b.3.4a.5). Las primeras palabras de la parábola están configuradas de acuerdo con el cántico de la viña del profeta. Todos los oyentes fueron inmediatamente trasladados a la sombría atmósfera de este cántico.

Pero éste es sólo un punto de partida, y la historia de Jesús transcurre en otra dirección. No se altera el pensamiento fundamental de ambos textos: Israel es la viña; no ha dado ningún fruto y está maduro para el juicio. Con todo se patentiza la nueva dirección del relato de Jesús en que se arrienda la viña. En Isaías el dueño de la viña (Dios) y la viña (Israel) están fuerte y mutuamente enlazados. Dios planta la viña, se desengaña y amenaza con su destrucción. En esta parábola la viña ya no es Israel, sino el reino de Dios, lo cual se dice claramente en el último versículo: «Por eso os digo: Os quitarán el reino de Dios, y lo darán a un pueblo que produzca los frutos del reino» (21,43).

El reino de Dios fue confiado a los arrendatarios, así ha concebido san Mateo la parábola. Ahora empieza una cruel tragedia entre el dueño y los arrendatarios. En tiempo de la cosecha el señor de la viña envía a sus criados para ir a buscar el rendimiento. Pero los viñadores se portan cínica e indignamente. Se veja a los criados, más aún, se les da muerte. La próxima vez el dueño envía un número mayor para dar más peso a su voluntad e infundir mayor respeto a los arrendatarios. Pero eso tampoco hace ninguna impresión, se les maltrata y asesina del mismo modo. Por fin el señor se decide a mandar a su propio hijo con este encargo, esperando que los viñadores le respetarán. Ahora la malicia de los viñadores alcanza el punto culminante. Cuentan con el futuro, con que el hijo tome posesión de la herencia. Pero eso lo quieren impedir para ser ellos los que disfruten de la finca. Echan mano del hijo, lo arrojan fuera de su heredad y lo matan. Se cuenta una terrible historia de maldad humana, que ya no se puede exceder.

Casi es superfluo preguntar lo que hará el dueño con estos arrendatarios. Jesús hace sacar la consecuencia a los adversarios. Un doble castigo tiene que recaer sobre ellos: el dueño los matará y dará la viña a otros arrendatarios de confianza. La parábola es tan diáfana, que sólo la podemos entender aplicándola al pueblo desleal de Israel. No han obedecido a los mensajeros de Dios, sino que se han obstinado en su corazón. «Pero ellos no me escucharon, ni pusieron atención; sino que se abandonaron a sus apetitos, y a la depravación de su maleado ánimo; y volviéronme la espalda y no el rostro. Desde el día en que salieron sus padres de la tierra de Egipto hasta el día de hoy, yo os envié a vosotros todos mis siervos los profetas: cada día me daba prisa a enviarlos; mas no me escucharon, sino que se hicieron sordos y endurecieron su cerviz, y se portaron peor que sus padres», así es como se queja Dios nuestro Señor al profeta (Jer_7:24-26). Jesús continuará la letanía de la desobediencia (Jer_23:34-36). No han hecho caso de los profetas, tampoco harán caso del Hijo de Dios. Más aún, con él la malicia se vuelve especialmente grande, ya que no solamente echan mano de él y le matan como antes a los criados, sino que le arrojan fuera de la viña como prueba de especial oprobio. Así se trata al «hijo». Pero la sentencia que ellos llevan a término, reincide en ellos (cf. 27,25).

La viña fue entregada a los viñadores, para que produzca los frutos. Las imágenes aquí empiezan a confluir. La expresión de la parábola «pagar los frutos» viene a ser equivalente de «producir los frutos» en la vida. Las uvas de las cepas en la narración son los frutos del reino de Dios en el tema aludido. Los viñadores del relato corresponden al «pueblo» en la aplicaci6n (21,43). Un pueblo ha rehusado, no ha entregado ningún fruto e incluso ha defraudado de mil modos las esperanzas del propietario. Ha sido traspasada la viña, es decir el reino de Dios, al otro pueblo, que no defraudará los deseos de Dios, sino que producirá los frutos de este reino. Pero los frutos son la justicia que debe superar la de los escribas y fariseos (5,20)... Así pues, la parábola sugiere un castigo y una promesa. Los primeros poseedores serán despojados de su cargo y sustituidos por otros. La recusaci6n del antiguo pueblo de la alianza llega a su punto culminante en el asesinato del Hijo. El nuevo pueblo será fundado en la sangre de la alianza de Jesús (26,28). Allí se efectúa el prodigio inconcebible de que la piedra desechada como inútil pasa a ser piedra angular, que mantiene junto el edificio (Psa_118:22 s).

En tiempos del Nuevo Testamento apreció la Iglesia de forma especial estas palabras del salmo. En ellas la Iglesia vio prefigurado el gran prodigio de que el Mesías desechado fuera enaltecido como Señor mediante la resurrecci6n (Cf. Act_4:11; 1Pe_2:7.). Así pues, ya resplandece sobre el fondo sombrío la luz de la promesa. El plan de Dios de recibir el fruto que le ofrezca el género humano, no se frustra definitivamente por la recusación de Israel. Surgirá un nuevo pueblo, al que se confiará el reino y que producirá los frutos del mismo. Pero este fruto será «fruto del Espíritu» (Gal_5:22)...

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Escuchad otra parábola: Había un padre de familias, que plantó una viña y la cercó de vallado, y cavando hizo en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a unos labradores, y se partió lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que percibiesen los frutos de ella. Mas los labradores, echando mano de los siervos, hirieron al uno, mataron al otro y al otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y tendremos su herencia. Y trabando de él le echaron fuera de la viña, y le mataron. Pues cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?" Ellos dijeron: "A los malos destruirá malamente, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a sus tiempos". Jesús les dice: "¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, ésta fue puesta por cabeza de esquina? Por el Señor fue esto hecho, y es cosa maravillosa en nuestros ojos: Por tanto os digo que quitado os será el reino de Dios, y será dado a un pueblo que haga los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, lo desmenuzará". (vv. 33-44)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1
Después de la primera parábola puso otra, para darles a conocer que su acusación es muy grave y no merece perdón. Por esto dice: "Escuchad otra parábola: Había un padre de familia", etc.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
El padre de familia es Dios, que es llamado hombre en algunas parábolas, a la manera de un padre que habla con su pequeño hijo infantilmente, en sentido que le pueda entender y le instruye.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Se llama hombre por el nombre y no por la naturaleza, por semejanza y no en verdad. Sabiendo el Hijo que por llamarse con nombre humano había de ser blasfemado como un mero hombre, por esto llamó a Dios Padre hombre invisible, porque siendo Señor de los ángeles y los hombres por naturaleza, tiene la benevolencia de Padre.

San Jerónimo
Plantó una viña, de quien dice Isaías: la viña del Señor Sabahot es la casa de Israel (Isa_5:7). Prosigue: "Y la cercó de vallados".

San Jerónimo
Se refiere, o a la muralla de la ciudad o al auxilio de los ángeles.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
También puede entenderse por el vallado la defensa de los Santos Padres, que se levantaron como muralla en el pueblo de Dios.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
También puede decirse que el vallado es la defensa del mismo Dios, y el lagar es el sitio de las libaciones. Acerca de lo cual prosigue: "Y cavando hizo en ella un lagar".

San Jerónimo
Esto es, un altar, o aquellos lagares con cuyo título se designan tres Salmos (Sal 8; 80; 83), esto es, los mártires.

San Hilario, in Matthaeum, 22
También consideró a los profetas como a ciertos lagares en los que se encuentra de muchas maneras una gran abundancia del fuego del Espíritu Santo.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
El lagar es también la palabra de Dios que corrige al hombre contradiciendo la naturaleza de la carne. Prosigue: "Y edificó una torre".

San Jerónimo
Esto es, un templo de quien dice por Miqueas: Y torre nebulosa de la hija de Sión (Miq_4:8).

San Hilario, in Matthaeum, 22
En la torre colocó la magnificencia de la Ley que llegaba desde la tierra hasta al cielo y por la que podía verificarse la venida de Jesucristo. Prosigue: "Y la dio en renta a unos labradores".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Esto es, cuando fueron instituidos los sacerdotes y los levitas por medio de la ley, y tomaron a su cargo el gobierno del pueblo. Así como el colono, aun cuando cumpla con su deber no agradará a su amo si no le entrega las rentas de la viña, así el sacerdote no agrada tanto al Señor por su santidad, como enseñando al pueblo de Dios la práctica de la virtud. Porque su santidad es única, y la del pueblo es muy variada. Prosigue: "Y se marchó lejos".

San Jerónimo
No por haber variado de lugar -porque Dios no puede decirse que está lejos de ninguna parte, siendo así que todo lo abarca-, pero parece que se separa de su viña para dejar a los viñadores libertad para trabajar.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1
Se marchó lejos porque tuvo longanimidad, no queriendo castigar siempre los pecados de los malos.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Como el Señor había estado con los israelitas en la nube durante el día y en la columna de fuego durante la noche (Ex 13), en adelante ya no se les apareció en esta forma. El pueblo judío se llama, pues, viña, según Isaías. La amenaza del padre de familia se hace en contra de esta viña, y en el Evangelio no se inculpa a esta viña, sino a sus habitantes. Pero en el Evangelio se entiende por viña el reino de Dios, esto es, la doctrina que se encuentra en las Sagradas Escrituras. Y es el fruto de esa viña la vida irreprensible de los hombres. Según las Sagradas Escrituras la cerca fue puesta a la viña para que los frutos que ella tiene escondidos no sean vistos por los que están fuera. La profundidad de la palabra divina es el lagar de la viña, en el cual los que aprendieron la palabra de Dios derraman su saber como frutos. Y la torre edificada es la palabra que procede del mismo Dios y de las misericordias de Jesucristo. Entregó esta viña a sus campesinos -esto es, a los que vivieron antes que nosotros-, tanto sacerdotes como seglares. Y se marchó lejos a su estancia para dar a los campesinos ocasión de trabajar. Se acerca, pues, el tiempo de los frutos. Según sucede en cada una y generalmente en todas las creaturas, el primer tiempo de la vida se parece a la infancia, y entonces nada produce, únicamente tiene en sí mucha fuerza y vigor. Cuando empieza a poder hablar, es el tiempo de la generación. Todo lo que progresa el alma de un niño, progresa también la viña -esto es, la palabra de Dios-, y después que ha crecido, la viña produce el maduro fruto de la caridad, de la alegría, de la paz y de otras cosas por el estilo. Y para el pueblo, que recibió la Ley por medio de Moisés, se acerca el tiempo de que alguna vez dé frutos. Por esto sigue: "Y cuando se acercó el tiempo de los frutos", etc.

Rábano
Dijo muy oportunamente el tiempo de los frutos y no de los productos, porque el fruto del pueblo rebelde es nulo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. non.occ
Llama siervos a los profetas que ofrecen los frutos del pueblo, y como sacerdotes del Señor, hacen ostentación de su obediencia por medio de las obras. Estos, por lo tanto, no sólo fueron malos por no dar fruto, sino que indignándose contra aquéllos que vinieron a pedirlo, manchan sus manos con la sangre de éstos. Por esto sigue: "Mas los labradores echando mano de los siervos", etc.

San Jerónimo
Los arrojaron como a Jeremías (Jer 37), los mataron como a Isaías, los apedrearon como a Nabot (1Re 21) y a Zacarías, a quien mataron entre el templo y el altar (Mt 23).

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
La misericordia del Señor aumentaba conforme crecía la malicia de los judíos. Y a medida que se aumentaba la misericordia del Señor crecía la malicia de los judíos. Y así peleaba la malicia humana contra la clemencia divina. Por esto sigue: "De nuevo envió otros siervos", etc.

San Hilario, in Matthaeum, 22
Envió a muchos siervos, significando aquello tiempo en el que después de la predicación individual de los profetas, fueron enviados simultáneamente gran cantidad de vaticinadores.

Rábano
Los primeros siervos enviados fueron Moisés, el primer legislador, y Aarón, el primer sacerdote de Dios, los cuales fueron muertos por el látigo de la lengua y los despacharon sin nada. Por lo tanto, comprendamos que los otros siervos fueron la multitud de profetas.

San Hilario, in Matthaeum, 22
La venida de Nuestro Señor Jesucristo está representada por el hijo enviado. Por esto sigue: "Por último, les envió su hijo".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1
¿Y por qué no lo envió primero? Para poderlos acusar por lo que habían hecho con otros, y para que abandonando su rabia, respetasen al propio hijo que venía. Por esto sigue: "Tendrán respeto a mi hijo".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Envió a éste no para traer la sentencia del castigo a los que obraban mal, sino para ofrecerles el perdón por medio de la penitencia. Es decir, lo envió para humillarlos, y no para castigarlos.

San Jerónimo
Cuando dice, quizá respetarán a mi hijo, no lo dice porque ignore. ¿Cómo había de ignorar el padre de familia, que aquí representa a Dios? Pero se dice muchas veces que Dios anda dudoso, para que de este modo pueda conservarse inmune el libre albedrío en el hombre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,1
Dice también esto, anunciando lo que debía suceder. Porque convenía que ellos se avergonzasen. Por esto quiere dar a entender que es grande el pecado de aquéllos, y que carece de toda excusa.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Y aquello que dice: "Respetarán a mi hijo" parece que se cumple respecto de aquellos judíos que, conociendo a Jesucristo, creyeron en El. Pero está aquello otro que dice: "Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: éste es el heredero, venid, matémosle". En estas palabras se cumplió aquello de que, habiendo visto a Jesucristo y conociendo que era Hijo de Dios, sin embargo, lo crucificaron.

San Jerónimo
Preguntamos a Arrio y a Eunomio: he aquí que se dice, el Padre no sabe; todo lo que dicen respecto del padre, entiéndanlo también respecto del Hijo, que según dice, no sabe cuándo será el día del juicio (Mc 13).

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Dicen también algunos que, después de la encarnación, Cristo fue llamado el Hijo de Dios, por medio del bautismo, como sucede a los demás cristianos, a quienes desde este día muestra el Señor diciendo: "Enviaré a mi hijo". Cuando aun pensaba mandar a su Hijo después de los profetas, ya existía su Hijo. Por lo tanto, si se llama hijo de este modo, como todos los santos a quienes alcanza la palabra de Dios, debió también llamar a los profetas hijos como a Jesucristo, o decir que Jesucristo era siervo como los demás profetas.

San Jerónimo
Cuando dice: "Este es el heredero", demuestra el Señor claramente que los príncipes de los judíos no se proponían crucificar al Hijo de Dios por ignorancia sino por envidia. Comprendieron, por lo tanto, que El era aquél a quien el Padre le dice por medio del Profeta: "Pídeme y te daré todas las gentes en herencia" (Sal_2:8). La herencia del Hijo es la santa Iglesia que se formó de todos los gentiles, la que el Padre le dejó, no porque hubiese muerto, sino porque la adquirió de un modo admirable por su propia muerte.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Sin embargo, después que entró en el templo y arrojó fuera a los que vendían animales destinados a los sacrificios, entonces fue cuando pensaron matarle de una manera resuelta. Por esto dicen: "Venid y matémosle". Entonces decían entre sí: El pueblo dejará la costumbre de ofrecer sacrificios por la predicación de éste, y sus sacrificios constituyen nuestras ganancias. Y se dedicará a ofrecer el sacrificio de la santidad, que afecta a la gloria de Dios; y en este caso, este pueblo ya no será nuestro, sino de Dios. Pero si lo matamos, como no habrá quien exija al pueblo el fruto de la santidad, durará para siempre la costumbre de ofrecer sacrificios, el pueblo será nuestra dotación constante. A esto se refiere lo que sigue: "Y tendremos su herencia". Este es el pensamiento general de todos los sacerdotes materiales que no se cuidan de cómo podrá vivir el pueblo sin pecar, sino que se fijan sólo en lo que se ofrece en la Iglesia, considerando a esto como ganancia de su sacerdocio.

Rábano
Los judíos trataban de apoderarse de su herencia, extinguiendo la fe que de Dios procede y esforzándose en inculcar al pueblo que prefiriera la de ellos que procede de la Ley. Prosigue: "Y trabando de él lo echaron fuera de la viña y le mataron".

San Hilario, in Matthaeum, 22
Jesucristo fue llevado fuera de Jerusalén, como fuera de su viña, a sufrir la sentencia de su condenación.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Y cuando dice: "Le sacaron fuera de la viña", me parece que lo consideraron como extraño de la viña y de los colonos. Prosigue: "Pues cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?"

San Jerónimo
Les pregunta el Señor no porque no sepa lo que van a contestar, sino para que se condenen por su propia boca. Prosigue: "Ellos dijeron: A los malos destruirá malamente", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Como respondieron la verdad, no puede decirse que juzgaron con justicia, sino que la verdad les obligó.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Como Caifás, así éstos no vaticinaron por sí mismos contra sí, puesto que se les había de privar de la divina gracia que había de pasar a los gentiles los cuales habían de dar fruto a su tiempo; y el Señor, a quien mataron, vino en seguida resucitado de entre los muertos y perdió a los malos colonos de mala manera. Entregó entonces su viña a otros colonos (esto es, a los apóstoles), o sea a aquéllos que creyeron, procedentes del pueblo judío.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,70
San Marcos no dice que respondieran esto, sino que el Señor lo dijo cuando siguió hablando. Después de su pregunta, de alguna manera se respondió a sí mismo. Pero puede entenderse fácilmente que, o la voz de aquellos estaba tan confundida que no podían responder, o ellos respondieron sin comprender. Mas aún esta respuesta debe atribuirse al Señor, porque como dijeron la verdad, también respondería por ellos el que es la verdad misma.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2
En esto no hay contradicción alguna, porque sucedió lo uno y lo otro, esto es, primero respondieron ellos y el Señor reiteró la contestación.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,70
Lo que más llama la atención en San Lucas es que no sólo dice que ellos no respondieron esto, sino que también dieron una contestación contraria. Lo refiere así: "Habiendo oído esto -a saber, una sentencia que había salido de la boca del Señor- dijeron: De ningún modo" (Luc_20:16). Resta, por lo tanto, que comprendamos que del pueblo que oía algunos respondieron lo que dice San Mateo, y que los otros contestaron lo que dice San Lucas, esto es: "De ningún modo". Y no llame la atención lo que diga San Mateo, que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron al Salvador, y así, sin mediación de alguna persona une la narración hasta la parte donde se habla de la viña que fue entregada a otros viñadores. También puede creerse que habló todas estas cosas con los príncipes de los sacerdotes. Pero San Mateo calló en obsequio de la brevedad lo que refirió San Lucas, a saber, esta parábola no fue dicha solamente para aquéllos que preguntaron al Salvador, en virtud de qué poder hacía prodigios, sino para la plebe, entre quienes había algunos que dijesen: "Los perderá, y entregará su viña a otros colonos". Sentencia que con seguridad se entiende que es propia del mismo Dios, ya por la verdad, ya por la unión de los miembros con su cabeza. Había también algunos que contestando a los que respondían decían: "De ninguna manera", porque comprendían que la parábola era contra ellos.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Además San Lucas refirió según lo que estos habían contestado. Y San Mateo, según la contestación de su conciencia, porque en realidad se contradijeron, diciendo: "De ninguna manera", pero en su conciencia decían: "A los malos debe perderlos malamente"; así como cuando un hombre es cogido en una acción mala y se excusa con palabras, pero interiormente reconoce su delito.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2
El Señor por lo tanto les propuso esta parábola, para que ellos, sin saberlo, se sentenciaran a sí mismos, como sucedió a David, respecto de Natán. Comprendían además que lo que se había dicho se decía contra ellos, y por esto contestaron: "De ninguna manera".

Rábano
En sentido moral, a cada uno se le entrega su viña para que la cultive cuando se le administra el sacramento del bautismo, para que trabaje por medio de él. Es enviado un siervo, otro, y un tercero; cuando la ley, el salmo y la profecía dicen, en virtud de cuyas enseñanzas debe obrarse bien. Pero el enviado es muerto y arrojado fuera, se desprecia su predicación o lo que es peor, se blasfema de él. Mata al heredero en cuanto a sí, todo aquel que ultraje al Hijo de Dios y ofenda al Espíritu de su gracia. Una vez perdido el mal cultivador, la viña fue entregada a otro, como sucede con el don de la gracia, que el soberbio menosprecia, y el humilde recoge.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Después, como veía que no se convencían, les citó un testimonio de la Sagrada Escritura. Prosigue: "Les dijo Jesús: ¿nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban?", etc. Esto es, si no comprendéis mi parábola, al menos conoceréis este testimonio de la Sagrada Escritura.

San Jerónimo
Viene a decirse una misma cosa en diferentes parábolas: Los que en una de ellas se llaman operarios y colonos, en otra son llamados edificadores o constructores.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2
Llama a Jesucristo la piedra, los doctores de los judíos son los edificadores, que reprobaron a Jesucristo diciendo: "Este no procede de Dios" (Jua_9:16).

Rábano
Pero aun cuando ellos no querían, consolidó la piedra el cimiento del ángulo, porque unió por medio de su fe a todos los que quiso, procedentes de uno y otro pueblo. Por esto sigue: "Esta fue puesta para cabeza de esquina".

San Hilario, in Matthaeum, 22
Fue hecho cabeza del ángulo, porque hay cierta unión entre los lados de la ley y de los gentiles.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2
Después añadió, para que sepan que nada de lo que hacían los judíos podía contrariar a Dios: "Por el Señor fue esto hecho".

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Esto es, esta piedra es un don regalado por Dios al edificio del universo, y es la cabeza admirable que se presenta a nuestra vista para que podamos verla con la luz de nuestra inteligencia.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Como diciendo: ¿por qué no queréis entender que la piedra, una vez desechada por vosotros, se ha de poner en el ángulo de algún edificio que no será el vuestro sino otro? Si ha de levantarse otro edificio, debe abandonarse vuestra construcción. Por esto añade: "Por tanto, os digo, que quitado os será el reino de Dios", etc.

Orígenes, homilia 19 in Matthaeum
Llama reino de Dios a los misterios del reino de Dios, es decir, a las divinas Escrituras que el Señor ha dictado. En primer lugar, a aquel pueblo primitivo a quien fueron confiados los primeros misterios; en segundo lugar, a los gentiles que producían frutos. A nadie se concede la palabra de Dios, sino al que da de ella frutos. Y a ninguno se concede tampoco el reino de Dios si el pecado reina en él. Por lo tanto, ¿cómo les fue dado a aquéllos a quienes se le volvió a quitar? Pero observa que lo que se da, se da gratuitamente. Y aquéllos a quienes concedió esta gracia, no se la concedió en absoluto, como a sus escogidos y a sus fieles, a quienes la dio por juicio de elección.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Jesucristo es llamado piedra, no sólo por su firmeza, sino también porque es grande en la destrucción de sus enemigos, por esto sigue: "Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado", etc.

San Jerónimo
El que es pecador y sin embargo cree en El, cae en verdad sobre esta piedra y se quebranta, pero no se destroza por completo, sino que se le espera por medio de la paciencia para obtener su salvación. Y cuando cae sobre alguno (esto es quien de corazón ha negado a Jesucristo), lo quebrantará de tal modo que no quedará de él una sola teja en que pueda beber un poco de agua.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 40
Una cosa es ser quebrantado, y otra ser destrozado. De lo que se rompe queda algo, pero lo que se desmenuza queda reducido a polvo. Lo que da contra la piedra no se quebranta por la dureza de la piedra, sino por la fuerza con que choca; también según su peso, o la altura de donde cae. Esto sucede al cristiano que peca, que no sufre únicamente lo que Jesucristo puede hacerle perecer, sino que él se pierde por sus propias acciones, ya según la gravedad de su pecado o ya por la elevación de su dignidad. Pero los infieles únicamente en cuanto al uso que hacen del conocimiento que tengan de Jesucristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 68,2
Aquí da a conocer las dos clases de perdición: una que procede de cuando se ofende a Dios y se escandaliza a los demás, a la cual se refiere cuando dice: "El que cayere sobre esta piedra será quebrantado". Y la otra se refiere a la cautividad que habrá de sobrevenirle, como indica cuando dice: "Y sobre quien ella cayere", etc.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,30
Ahora se refiere a aquéllos que caerán sobre El, que lo desprecian de algún modo o lo injurian. Estos no perecen en absoluto pero quedan mal tratados y ya no marchan por caminos rectos. Cuando cae sobre éstos, vendrá sobre ellos en el día del juicio con la pena de la eterna perdición. Y por esto dijo: "Lo desmenuzará, para que sean como polvo del impío, a quien arrastra el viento por la faz de la tierra" (Sal_1:4).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



124 (H) La entrada triunfal en Jerusa(-)lén (21,1-11). Cf. Mc 11,1-11; Lc 19,28-38; Jn12,12-19. Mateo sigue el relato de Marcos, pe(-)ro lo altera totalmente por la inserción de la cita de cumplimiento en los vv. 4.5. El conjun(-)to describe una alegre procesión festiva con connotaciones mesiánicas. 1. Jerusalén: Capi(-)tal de Judea, identificada con Sión, era el cen(-)tro religioso del pueblo porque en ella se en(-)contraba el templo (-Geografía bíblica, 73:92-94). monte de los Olivos: Se elevaba so(-)bre la ciudad por el este; no tenía suministro propio de agua, así que solamente se encon(-)traban unas pocas aldeas, como Betfagé. 2. al pueblo de enfrente: Probablemente Betania. Aparecen dos animales porque Mateo inter(-)pretó la profecía demasiado literalmente. 3. el Señor: Se acentúa aquí en alto grado la pres(-)ciencia y señorío de Jesús. Mateo no tiene tiempo para la nimia consideración marcana de la devolución del borrico. Domina la ley re(-)volucionaria mesiánica, junto con la generosi(-)dad festiva. 4. decid: Ésta es la primera cita de cumplimiento que nos encontramos desde 13,35, y es la segunda hasta la última (27,9; -7 supra). 5. Mateo mezcla Is 62,11 con Zac 9,9. mira a tu rey: El evangelista elabora la ci(-)ta para intensificar la humildad y el carácter pacífico del rey. El paralelismo hebreo se refe(-)ría al mismo animal de dos formas diferentes, «borrica, es decir, un potro», pero Mateo, erró(-)neamente, nos presenta dos animales. 7. se sentó sobre ellos: Mateo ve a Jesús cabalgando sobre dos animales al mismo tiempo, lo que, ciertamente, resulta difícil de imaginar. La di(-)ficultad se evitaría si el pronombre «ellos» se refiriera a los mantos. 9. Hosanna al hijo de David: Hosanna significa «te ruego que me ayudes (o salves)». En nuestro texto forma parte de una cita del Sal 118,25.26, donde sim(-)plemente era una aclamación litúrgica, ¡salve! o ¡bendito! Es un salmo que se utilizaba en la liturgia de las fiestas judías, en las alturas: Puede referirse a Dios. Los dos hosannas for(-)man una inclusión en torno a la bendición central. Mateo omite la segunda bendición marcana con su mención del reino (cf. Did 10,6). 10. toda la ciudad se conmovió: cf. 2,3. Se plantea la cuestión sobre la verdadera iden(-)tidad de Jesús. 11. es el profeta Jesús, el de Na(-)zaret: La gente tiene una cristología baja, lo que da a su opinión una verosimilitud históri(-)ca (cf. B. A. Mastin, «The Date of the Triumphal Entry», NTS 16 [1969-70] 76-82).

125 (I) La purificación del templo (21,12-17). Cf. Mc 11,15-19; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22. 12. echó fuera a todos los que vendían y compraban: Esta acción profética es el único incidente del Evangelio que relaciona a Jesús con la violencia. Mateo omite la descripción marcana del bloqueo del templo para suavizar la nueva imagen de Jesús. El patio de los gen(-)tiles era una zona bastante amplia; aquí es donde se vendían las palomas y los demás ani(-)males para los sacrificios y se cambiaba el di(-)nero devaluado por el «fuerte» shekel tirio. Re(-)sulta difícil imaginar cómo podría una sola persona controlar toda esta zona. El aconteci(-)miento permanece en la penumbra histórica en sus detalles, pero expresa el celo de Jesús como reformador religioso y su aversión a un sistema en declive; también expresa el propio juicio de Mateo sobre un templo que ya estaba en ruinas cuando escribía su obra. 13. está es(-)crito: Las citas del AT deben leerse en su con(-)texto completo, casa de oración: Procede de Is 56,7, pero cf. 56,3-8. cueva de ladrones: Proce(-)de de Jr 7,11, pero el gran discurso de Jr 7,1-5 denunciaba la excesiva confianza en el tem(-)plo. Cf. Zac 14,21. Mateo omite el marcano «para todas las naciones»; cf. 28,19. 14. los cie(-)gos y cojos se acercaron a él en el templo: Este versículo es la gran contribución de Mateo a la unidad. En su contexto, calma el efecto del versículo precedente. En contra de lo que se dice en Lv 21,16-23 y 2 Sm 5,6-8, muestra las grandes diferencias que Jesús ha realizado en las vidas humanas, su revolución totalmente pacífica, que, sin embargo, incomoda a los di(-)rigentes en el v. 15. Jesús llama a los margina(-)dos de Israel a la salvación (9,10-13; 11,5; y a los niños en el v. 15). 15. los jefes de los sacer(-)dotes y los escribas: Los sacerdotes ven el peli(-)gro que Jesús implicaba para el status quo, es decir, para su colaboración con los romanos. 16. Jesús cita el Sal 8,3 (LXX), lo que resulta improbable desde un punto de vista histórico. 17. Betania: Una aldea que se encontraba en el monte de los Olivos; allí vivían María, Marta y Lázaro, según Jn 11,1 (- Geografía bíblica, 73:95).

126 (J) La maldición de la higuera (21,18-22). Cf. Mc 11,12-14.20-24. Mateo une las dos partes del sandwich marcano y las abrevia. Lucas omite este relato en su forma hístorizada porque ya lo había contado como parábola en 13,6-9. 19. higuera: El árbol es un símbolo de la vida; el higo, por ser el más dul(-)ce de los frutos orientales, es el símbolo bíbli(-)co de la felicidad. En esta perspectiva, la hi(-)guera estéril es el símbolo de la promesa destruida, del fracaso. Tal vez represente aquí el fracaso de los fariseos y los saduceos en su intento de renovar la vida del pueblo (21,43). Mateo omite el detalle marcano de que no era el tiempo de los higos porque haría poco razo(-)nable y caprichosa la intervención de Jesús, y así transforma el deseo en una maldición. In(-)tensifica el aspecto milagroso haciendo que se marchite inmediatamente en lugar de esperar a la noche. 20. Extrañamente omite Mateo el papel de Pedro. 21. sí tenéis fe y no dudáis: Pa(-)ra Mateo, la fe está siempre mezclada con la duda (14,31; 28,17). 22. pidáis en la oración: La fe lleva a la oración, que es la expresión de la fe.

127 (K) La autoridad de Jesús, cuestio(-)nada (21,23-37). Cf. Mc 11,27-33; Lc 20,1-8. Mateo sigue a Marcos. La relación de este pa(-)saje con lo que viene después es la siguiente. En primer lugar, nos encontramos con la dis(-)puta básica sobre la autoridad divina (vv. 23-27). A continuación, tres duras parábolas de juicio (vv. 28-32; 33-46; 22,1-14). Y, finalmen(-)te, cuatro diálogos de controversia sobre algu(-)nas cuestiones particulares: los impuestos, la resurrección, los mandamientos más impor(-)tantes y el hijo de David (22,15-22.23-33.34-40.41-46). En su conjunto desarrollan el con(-)flicto entre Jesús y los dirigentes de Jerusalén, que lo conducirá a su muerte en cruz. 23. su(-)mos sacerdotes y ancianos: Los dirigentes reli(-)giosos y civiles, respectivamente, con qué au(-)toridad: La palabra griega exousia significa poder y autoridad. En el ámbito religioso, a un profano le resultaría muy difícil verificarla. Je(-)sús no era un sacerdote judío de la tribu de Le(-)ví. Los métodos habituales consistían en recu(-)rrir directamente a Dios con el respaldo de los milagros, o, bien, a la tradición de los antepa(-)sados. En el evangelio de Juan, donde la cues(-)tión se debate extensamente (caps. 5-10), Je(-)sús recurre a sus obras (10,25.38). haces estas cosas: Se refiere a su ministerio en general, la purificación del templo, las curaciones, su cla(-)morosa acogida por la muchedumbre y su en(-)señanza. Siguiendo el estilo rabínico, Jesús responde con una contra pregunta. 25. Juan: Jesús apela a la tradición profética con un ejemplo reciente, Juan el Bautista. Esta tradi(-)ción es legítima en Israel (y en la Iglesia), pe(-)ro los dirigentes no pueden certificarla, dado que cae fuera del control de la ley. La ley in(-)tentó establecer unos criterios de verificación (Dt 13,1-5), pero los debates que hallamos en el libro de Jeremías (p.ej., 29,21.23.31) mues(-)tran las dificultades que encontró su aplica(-)ción. 27. no sabemos: Con esta respuesta, los dirigentes confiesan su incapacidad para re(-)solver estas cuestiones religiosas. Sin embar(-)go, ello no sería un obstáculo para que toma(-)ran parte en la muerte de Jesús (cf. Daube, The New Testament and Rabbinic Judaism 151-57.217-23 [- 76 supra]).

128 (L) La parábola de los dos hijos (21,28-32). Es la primera de una trilogía de parábolas que tratan del juicio. La primera es un producto de la redacción mateana; la se(-)gunda procede de Marcos, y la tercera de Q. Al tiempo que pone su mirada hacia delante, la primera parábola está también estrechamente relacionada con la disputa precedente. De he(-)cho, es un comentario midrásico sobre 21,23-27. Posee una función de transición actuando como una bisagra narrativa. Las tres parábo(-)las se dirigen a los mismos destinatarios, es decir, a los sumos sacerdotes y los ancianos (v.23) . Este pasaje declara que son culpables. 28. tenía dos hijos: ¿Quiénes son los dos hijos? La distinción no recae entre judíos y gentiles, si(-)no entre dos tipos de judíos, los dirigentes que no creen y los marginados que sí creen (v. 31), es decir, entre el falso y el verdadero Israel. Ahora bien, desde esta perspectiva, también los gentiles pueden incluirse entre los pecado(-)res creyentes, viña: Cf. comentario sobre 20,1.30. iré, Señor: Cf. 7,21. 31. hizo la voluntad del Padre: La fe obediente es siempre el criterio definitivo para Mateo. Los publicanos y pros(-)titutas forman parte del 'am ha-ares judío, pe(-)cadores ignorantes e impuros. La sorprenden(-)te paradoja de que ellos precederían a los otros en el reino constituye el núcleo del Evan(-)gelio; cf. Lc 7,29-30. 32. el camino de justicia: Frase habitual en la literatura sapiencial (Prov 8,20; 12,28; Sal 23,3), por no mencionar la doctrina de los dos caminos de LQ. La refe(-)rencia al Bautista relaciona el conjunto con 21,23-27. no os arrepentisteis: Esta conclusión contiene un giro irónico. Los pecadores públi(-)cos (el primer hijo) sabían que necesitaban arrepentirse. Los dirigentes, en cambio, pen(-)saban que eran justos y que no tenían necesi(-)dad de arrepentirse. La parábola, como su homóloga más famosa de Lc 15,11-32, el hijo pródigo, expresa una verdad psicológica: el hi(-)jo que se niega a obedecer resuelve su conflic(-)to edípico rebelándose primero y obedeciendo después (cf. Dupont, Béatitudes 3.213-25; H. Merkel, NTS 20 [1973-74] 254-61: A. Ogawa, NovT 21 [1979] 121-49).

129 (M) La parábola de la viña y los aparceros malvados (21,33-46). Cf. Mc 12,1-12; Lc 20,9-19. 33. propietario: Una palabra fa(-)vorita de Mateo, que se refiere a un terrate(-)niente ausente. Hay una cita implícita de Is 5,1-7. 34. cuando llegó el tiempo de los frutos: Mateo elabora esta oración para hacer que el lector piense en la cercanía del reino de Dios (v.43) . 35. hirieron a uno: Mateo añade el asesi(-)nato y la lapidación (¿tal vez como alusión a Santiago?). 36-37. Mateo resume a Marcos y omite el adjetivo «amado» aplicado a «hijo». 38. matémoslo: Los aparceros dan un salto a una conclusión poco realista; el propietario si(-)gue vivo y puede castigarlos. 39. Mateo invier(-)te el orden de los acontecimientos para ajus(-)tarlos a la perspectiva de la muerte de Jesús fuera de la ciudad (Jn 19,17; Heb 13,12-13). 40-41. El autor crea un diálogo en el que, irónica(-)mente, la dura respuesta la dan precisamente los jefes de los sacerdotes que han sido incri(-)minados por el relato. 42. Se cita el Sal 118,22-23. 43. se os quitará el reino de Dios y se entre(-)gará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos: Ésta es la principal contribución de Mateo a la parábola, que en su forma presente es una ale(-)goría de la historia de la salvación. Los envia(-)dos son los profetas que fueron asesinados por el pueblo de Israel, culminando en Jesús como el Hijo. El término «reino» podría significar al(-)go así como la posesión del favor y la protec(-)ción de Dios, pero los verbos en futuro pasivo hacen probable que se refiera a la promesa de la plena bendición en el tiempo final. «Pueblo» se refiere a la Iglesia, formada primeramente, para Mateo, por judíos creyentes, pero tam(-)bién por gentiles convertidos, que juntos for(-)man el nuevo pueblo de Dios, el verdadero Is(-)rael. Esta conclusión es más suave que la pará(-)bola; no se elimina a los aparceros malvados, pero se les quita la promesa.
(Dillon, R. J., «Toward a Tradition-History ot the Parables of the True Israel», Bib 47 [1966] 1-42. Hengel, M., «Das Gleichnis von dem Weingártnern Mc 12, 1-12 im Lichte der Zenonpapyri und rabbinischen Gleichnisse», ZNW 59 [1968] 1-39. Hubaut, M., La parabole des vignerons homicides [París
1976] . Snodgrass, K., The Parable of the Wicked Tenants [WUNT 27, Tubinga 1983].)

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXI.

1 Christ rideth into Hierusalem vpon an asse, 12 driueth the buyers and sellers out of the Temple, 17 curseth the fig-tree, 23 putteth to silence the Priests and Elders, 28 and rebuketh them by the similitude of the two sonnes, 35 and the husbandmen, who slew such as were sent vnto them.

[House of prayer.]

1 [ Mar_11:1 ; Luk_19:29 .] And when they drewe nigh vnto Hierusalem, and were come to Bethphage, vnto the mount of Oliues, then sent Iesus two Disciples,
2 Saying vnto them, Goe into the village ouer against you, and straightway yee shall find an Asse tied, and a colt with her: loose them, and bring them vnto me.
3 And if any man say ought vnto you, yee shall say, The Lord hath need of them, and straightway hee will send them.
4 All this was done, that it might be fulfilled which was spoken by the Prophet, saying,
5 [ Isa_62:11 ; Zec_9:9 ; Joh_12:15 .] Tell yee the daughter of Sion, Behold, thy king commeth vnto thee, meeke, and sitting vpon an Asse, and a colt, the foale of an Asse.
6 [ Mar_11:2 .] And the Disciples went, and did as Iesus commanded them,
7 And brought the Asse, and the colt, and put on them their clothes, and they set him thereon.
8 And a very great multitude spread their garments in the way, others cut downe branches from the trees, and strawed them in the way.
9 And the multitudes that went before, and that followed, cried, saying, Hosanna to the sonne of Dauid: Blessed is he that commeth in the Name of the Lord, Hosanna in the highest.
10 [ Mar_11:15 ; Luk_19:45 ; Joh_2:13 .] And when hee was come into Hierusalem, all the citie was mooued, saying, Who is this?
11 And the multitude said, This is Iesus the Prophet of Nazareth of Galilee.
12 And Iesus went into the temple of God, and cast out all them that sold and bought in the Temple, and ouerthrew the tables of the money changers, and the seats of them that solde doues,
13 And said vnto them, It is written, [ Isa_56:7 .] My house shall be called the house of prayer, [ Iere 7.11; Mar_11:17 ; Luke. 19.46.] but yee haue made it a denne of theeues.
14 And the blind and the lame came to him in the Temple, & he healed them.
15 And when the chiefe Priests and Scribes saw the wonderfull things that he did, & the children crying in the temple, & saying, Hosanna to the sonne of Dauid, they were sore displeased,

[A figtree cursed.]

16 And said vnto him, Hearest thou what these say? And Iesus saith vnto them, Yea, haue yee neuer read, [ Psa_8:2 .] Out of the mouth of babes and sucklings thou hast perfected praise?
17 And he left them, and went out of the citie into Bethany, and he lodged there.
18 Now in the morning, as hee returned into the citie, he hungred.
19 [ Mar_11:13 .] And when he saw a figge tree in the way, hee came to it, and found nothing thereon but leaues only, and said vnto it, Let no fruite growe on thee hence forward for euer. And presently the figge tree withered away.
20 And when the Disciples saw it, they marueiled, saying, How soone is the figge tree withered away?
21 Iesus answered, and said vnto them, Uerily I say vnto you, if yee haue faith, and doubt not, yee shall not onely doe this which is done to the figge tree, but also, if ye shall say vnto this mountaine, Be thou remoued, and be thou cast into the Sea, it shall be done.
22 And all things whatsoeuer yee shall aske in prayer, beleeuing, ye shall receiue.
23 [ Mar_11:27 ; Luk_20:1 .] And when he was come into the temple, the chiefe Priests and the Elders of the people came vnto him as he was teaching, and said, By what authoritie doest thou these things? and who gaue thee this authoritie?
24 And Iesus answered, and said vnto them, I also will aske you one thing, which if ye tell me, I in like wise will tell you by what authoritie I doe these things.
25 The baptisme of Iohn, whence was it? from heauen, or of men? and they reasoned with themselues saying, If we shall say, From heauen, hee will say vnto vs, Why did ye not then beleeue him?
26 But if we shall say, Of men, we feare the people, [ Mat_14:5 .] for all hold Iohn as a Prophet.
27 And they answered Iesus, and said, We cannot tell. And he said vnto them, Neither tell I you by what authoritie I doe these things.
28 But what thinke you? A certaine man had two sonnes, and he came to the first, and said, Sonne, goe worke to day in my vineyard.
29 He answered, & said, I will not: but afterward he repented, and went.

[Of the Vineyard.]

30 And hee came to the second, and said likewise: and hee answered, and said, I goe sir, and went not.
31 Whether of them twaine did the will of his father? They say vnto him, The first. Iesus saith vnto them, Uerely I say vnto you, that the Publicanes and the harlots go into the kingdome of God before you.
32 For [ Mat_3:1 .] Iohn came vnto you in the way of righteousnesse, and ye beleeued him not: but the Publicanes and the harlots beleeued him. And ye when ye had seene it, repented not afterward, that ye might beleeue him.
33 Heare another parable. There was a certaine house-holder, [ Isa_5:1 ; Jer_2:21 ; Mar_12:1 ; Luk_20:9 .] which planted a Uineyard, and hedged it round about, and digged a wine-presse in it, and built a tower, and let it out to husbandmen, and went into a farre countrey.
34 And when the time of the fruite drew neere, he sent his seruants to the husbandmen, that they might receiue the fruits of it.
35 And the husbandmen tooke his seruants, and beat one, and killed another, and stoned another.
36 Againe hee sent other seruants, moe then the first, and they did vnto them likewise.
37 But last of all, he sent vnto them his sonne, saying, They will reuerence my sonne.
38 But when the husbandmen saw the sonne, they said among themselues, [ Mat_26:3 ; Joh_11:53 .] This is the heire, come, let vs kill him, and let vs sease on his inheritance.
39 And they caught him, and cast him out of the Uineyard, and slew him.
40 When the Lord therefore of the Uineyard commeth, what will he doe vnto those husbandmen?
41 They say vnto him, He will miserably destroy those wicked men, and will let out his Uineyard vnto other husbandmen, which shall render him the fruits in their seasons.
42 Iesus saith vnto them, [ Psa_118:22 ; Act_4:11 .] Did ye neuer reade in the Scriptures, The stone which the builders reiected, the same is become the head of the corner? This is the Lords doing, and it is marueilous in our eyes.
43 Therefore say I vnto you, the kingdome of God shall be taken from you, and giuen to a nation bringing forth the fruits thereof.

[The marriage.]

44 And [ Rom_9:33 ; 1Pe_2:7 ; Isa_8:14 .] whosoeuer shall fall on this stone, shalbe broken: but on whom soeuer it shall fall, it will grinde him to powder.
45 And when the chiefe Priests and Pharisees had heard his parables, they perceiued that he spake of them.
46 But when they sought to lay hands on him, they feared the multitude, because they tooke him for a Prophet.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



5. Isa_62:11; Zac_9:9. "La hija de Sión" es Jerusalén.

9. Sal_118:25-26. "Hosana" es una palabra hebrea que significa: "¡Sálvanos!", pero tenía un valor y un uso análogos a nuestro "¡Viva!" de las aclamaciones.

12. Los "cambistas" y los animales eran necesarios para el funcionamiento del culto judío. Lo que provocó la reacción de Jesús fue el espíritu mercantil que se había infiltrado en el Templo.

13. Isa_56:7; Jer_7:11.

16. Sal_8:3.

19. En realidad "no era la época de los higos" ( Mar_11:13). Pero Jesús realiza una acción simbólica: Israel es la higuera que, al rechazar a Jesús, no produjo los frutos esperados, y por eso recibió su castigo. En Marcos la higuera representa directamente al Templo de Jerusalén, centro religioso de Israel.

33. Isa_5:2.

42. Sal_118:22-23. La "piedra angular" es la piedra que une entre sí dos paredes, afirmando y sosteniendo el edificio ( Isa_28:16). Cristo se aplica a sí mismo esta imagen, porque él es el fundamento sobre el que se afianza y sostiene el nuevo Pueblo de Dios. Ver Hec_4:11; Efe_2:20; 1Pe_2:7.

44. "El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquel sobre quien ella caiga será aplastado". Este texto, que falta en algunos manuscritos, está tomado de Luc_20:18.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Los inquilinos de la viña (ver Mar. 12:1-12; Luc. 20:9-19). Aquí el tema de la sustitución está explícito. El relato habla de un dueño ausente y unos arrendatarios que tienen la obligación de pagar al dueño una proporción fija del producto como renta. Su negación de hacerlo sería razón suficiente para reemplazarlos; el asesinato de su hijo hace que las cosas sean mucho más serias.

El punto del relato era obvio a los principales sacerdotes y los fariseos (45), y lo hubiera sido para cualquiera que conociera el libro de Isa., donde la parábola memorable de la viña (Isa. 5:1-7) simbolizaba el fracaso de Israel en cumplir las expectativas de Dios. Pero el enfoque aquí no era sobre Israel en su totalidad, sino en sus líderes, cuya ejecución del Hijo de Dios estaba por llevar a su clímax los rechazamientos repetidos de los profetas del pasado. Estos ahora sólo podían esperar un fin atroz, mientras que otros serían acomodados en sus lugares.

Los vv. 42-44 elaboran las implicaciones del relato. El v. 42 (cita Sal. 118:22) ilustra el trastrocamiento divino que ocurriría pronto, cuando el rechazado por los líderes de Israel fuera la persona elegida para el lugar de mayor honor. El v. 44 prosigue con la misma metáfora haciendo alusiones a las rocas destructivas de Isa. 8:14, 15 y Dan. 2:34, 35, 44, 45. El v. 43 es más directo: el reino simbolizado por la viña pertenece a Dios y no a ellos; y él la ha de confiar a alguien más responsable. Un pueblo sugiere no solamente un cambio de liderazgo, sino la misma composición del pueblo de Dios cambiaría (según los lineamientos sugeridos en 8:11, 12). Sin embargo, no sería un asunto sencillo de reemplazar a los judíos por los gentiles (esto requeriría en la expresión una referencia a pueblos en el plural, el término gr. normal para gentiles); más bien se estaba creando una nueva comunidad del pueblo de Dios (cf. sobre 16:18), en el cual tanto judíos como gentiles hallarían su lugar. Lo que los caracterizaría no sería su nacionalidad, sino que producirían frutos (cf. 3:8, 10; 7:15-20; 12:33-37; 13:8, 26; y especialmente 21:18-20).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Los viñadores malvados. Esta dura parábola nació como la expresión del agudo conflicto al que había llegado Jesús con los dirigentes de su pueblo y tomó un significado especial a partir del año 70 d.C. y de la destrucción de Jerusalén. Jesús ya veía cercana su muerte y sabía que hacia ella lo llevaba la violencia de los dirigentes. Ellos eran los primeros responsables de su muerte y como tales, unos asesinos. La oferta de Jesús de una sociedad fraterna, solidaria e igualitaria chocó con los intereses del sistema. La parábola contiene una amarga ironía que resume toda la historia de Israel: en el Antiguo Testamento había empezado como un humilde arrendatario y frente a Jesús terminaba como un asesino por interés.
Los líderes de Israel no han cultivado bien la viña, preparándola para el Mesías. Se han apropiado del pueblo y deciden la muerte de Jesús porque les arrebata su control sobre la gente sencilla. El heredero es asesinado fuera de la viña, como Jesús a las afueras de Jerusalén. Esos líderes judíos no van a tener ningún poder sobre el nuevo Pueblo de Dios porque ha pasado a manos de los discípulos de Jesús.
Tanto la Iglesia primitiva como la nuestra de hoy sabe que su existencia y su razón de ser están ligadas a la fidelidad a la misión de Jesús: hacer presente la novedad absoluta del reinado de Dios, que desde Jesús no se define tanto por la ortodoxia como por la praxis de liberación de los pobres y desheredados de este mundo.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Con estas dos parábolas se refiere el Señor al rechazo de Israel a su Dios y a la decisión divina de crear un nuevo pueblo (v. 43). La parábola de los dos hijos sólo viene narrada en Mateo y subraya la necesidad de la conversión (v. 32): Israel es como el hijo que dijo sí a Dios pero luego no creyó y no dio frutos (cfr v. 30), en cambio los pecadores que se convierten ante los signos de Dios (v. 32) cumplen la voluntad del Padre y entran en el Reino de Dios (v. 31). La parábola de los viñadores homicidas es como un compendio de la historia de la salvación (cfr nota a Mc 12,1-12). Mateo es el único evangelista que al narrar
la parábola habla de «un pueblo que rinda sus frutos» (v. 43), aludiendo a la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios: «El pueblo de Israel según la carne, que marchaba por el desierto, se llamaba ya Iglesia. [cf. 2 Esdr 13,1; Núm 20,4; Deut 23,1 ss.] De la misma manera, el nuevo Israel, que camina en este mundo en busca de su ciudad futura permanente, recibe también el nombre de Iglesia de Cristo. En efecto, Él la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y le dio los medios apropiados para ser una comunidad visible y social» (C. Vat. II, Lum. gent. 9).


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_118:22-23; Hch_2:33+; Isa_28:16; Rom_9:33; Efe_2:20; 1Pe_2:4-8

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_118:22-23; Hch_2:33+; Isa_28:16; Rom_9:33; Efe_2:20; 1Pe_2:4-8

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 21.3 Is 53.11-12. Cf. Mc 10.45; Col 1.13-14; 1 Ti 2.5-6; Heb 2.9; 1 P 1.18-19.

[2] 21.5 El Señor: o su amo (véase Mc 11.3 n.). Los necesita... devolverá: otra posible traducción: los necesita, y entonces él (es decir, el que objete) los dejará ir en seguida.

[3] 21.9 Zac 9.9. En Mc y Lc se habla de un solo animal.

[4] 21.13 ¡Hosana!: expresión hebrea que originalmente significaba ¡salva! y que llegó a usarse como grito de aclamación o alabanza. Cf. Sal 118.25-26.

[5] 21.13 Is 56.7.

[6] 21.16 Jer 7.11.

[7] 21.22 Sal 8.2 (gr.).

[8] 21.32 Mt 7.7-11; 18.19; Jn 14.13-14; 15.7.

[9] 21.33 Lc 3.12; 7.29-30.

[10] 21.42 Cf. Is 5.1-7.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Sal 118:22-23; Hch 4:11; Rom 9:33; 1Pe 2:6

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Sal 118:22-23 (según la versión griega de los LXX); Hch 4:11; 1Pe 2:7.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:

La piedra que desecharon los edificadores,

Ha venido a ser cabeza del ángulo.

El Señor ha hecho esto,

Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?j

j Sal 118:22-23.

Torres Amat (1825)



[1] Este monte estaba cerca del de Sión. Entre éste y Jerusalén estaba el valle de Josafat.

[4] Is 62, 11; Zac 9, 9.

[9] Hosanna, acalamación hebrea que se puede traducirSalud, Salve oViva.

[12] En el atrio.

[13] Is 41, 7; Jer 7, 11; Luc 19, 46.

[16] Sal 8, 3.

[42] Sal 116 (117), 22; Hech 4, 11.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

Sal 118:22-23.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Sal 118:22-23.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[i] Sal 118:22-23.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Esta parábola es la más trágica de todo el Evangelio. El tema lo ofrece una alegoría de Isaías.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Sal 118:22 *Is 28:16 *He 4:11 *1Pe 2:4

Jünemann (1992)


42 i. Cosa = esto.