Ver contexto
Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. (Mateo 24, 43) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 24.
E ste capítulo de Mt, como los paralelos de Mc (c.13) y Lc (21:5-38), contienen el Discurso escatológico de Jesucristo, llamado así por versar sobre los finales de la Ciudad Santa y el mundo, y también Apocalipsis sinóptica, por ser la revelación de Jesús sobre el fin de Jerusalén y del mundo. Lo traen los tres evangelistas sinópticos en un marco muy preciso.
La interpretación exacta de este discurso es tema difícil. Prueba de ello son las diversas posiciones tomadas en orden a su exacta interpretación.
La primera pregunta que ha de hacerse, en orden a la valoración de un estilo bien conocido de los autores neotestamentarios, es ésta: ¿Pronunció Jesucristo el discurso tal como está en los evangelios, o es una adaptación literaria, basada en un contexto lógico, hecha posterior y pedagógicamente? Pero esta pregunta supone a su vez otra cuestión: ¿Hay en este discurso dos temas distintos yuxtapuestos, la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo, o se trata del segundo tema fin del mundo , superpuesto al primero castigo de Jerusalén , de lo que se hablaría directamente en este discurso? Otros autores antiguos, en cambio, piensan que todo el discurso se refiere al fin del mundo.
Ordinariamente se admite que son dos temas distintos destrucción de Jerusalén y fin del mundo que se van alternando en su desarrollo, pero discrepando luego en señalar las partes que corresponden a cada uno de estos temas, sea por ser uno como tipo del otro, sea por considerarlo en un contexto lógico bajo la razón común de juicio de Dios.
Se excluyen de esto las posiciones racionalistas de tipo escatologista, según las cuales Jesucristo hablaba del fin del mundo por creerlo inminente, y para sacar de ello la conclusión de que Jesucristo estaba equivocado.
Frente a esta variedad de posiciones, y reconociéndose en ellas mismas lo difícil de enfocar bien la solución de este problema, parece que se pueden establecer como base tres conclusiones:
1) La estructura literaria de este discurso escatológico, tal como está en los sinópticos, no es obra de un evangelista. Pues no explica cómo los otros dos mantienen, fundamentalmente, la estructura del mismo. Esto supone un origen común, sea que el mismo Jesucristo lo pronunció así, sea que así lo estructuró la catequesis primitiva, conforme al uso bien reflejado en los evangelios de agrupar en un contexto lógico materias semejantes, aunque pertenecientes a un contexto histórico distinto.
2) En el discurso escatológico ciertamente se habla de la destrucción de Jerusalén y del fin del mundo, como se ve por responder Jesucristo a la pregunta de los discípulos de ¿cuándo sucederá esto? que era preguntar sobre la afirmación de Jesucristo que del templo no quedaría piedra sobre piedra (Mat_24:2, par.), y por responder también con su discurso a la pregunta de los discípulos, que le interrogan: ¿Cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo? (Mat_24:3).
3) Es cierto que todas las expresiones o cuadros del discurso pueden explicarse, como se verá en el análisis, directamente, literalmente, de la destrucción de Jerusalén. Pero no, porque se pueda interpretar así, se sigue que haya de interpretarse literalmente de ella. Esto será efecto de una valoración distinta.

Ocasión de pronunciarse el discurso,Mat_24:1-3 (Mar_13:1-2; Luc_21:5-6).
1 Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo. 2 El les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido. 3 Y sentándose en el monte de los Olivos, llegáronse a El aparte unos discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.

Jesús sale del templo para pasar el torrente Cedrón y subir al monte de los Olivos. Cuando iban caminando (Mc), sus discípulos, que Mc concreta en uno, se le acercaron. Podría esto hacer suponer que Jesús, como en otras ocasiones, se adelantaba solo, aunque esta frase en Mt debe de ser simple forma literaria de poner en escena a alguien, para mostrarle a él las construcciones del templo. El texto acusa la admiración y orgullo judío de aquel soberbio edificio. Maestro, mira qué piedras y qué construcción (Mc). Y Lc mismo pone en boca de algunos discípulos el comentario de admiración sobre esto: decían que estaba decorado con hermosas piedras y exvotos (ÜíáèÞìáóéí). Esta palabra griega expresaba estatuas, columnatas, soportes, etc. 1. La visión del templo tenía que ser verdaderamente deslumbrante en un día de sol.
Herodes el Grande, para ganarse la voluntad de los judíos y para satisfacer un poco a ellos de su origen idumeo y usurpador, reconstruyó el templo, pobre, de Zorobabel (Esd_3:12-13), en proporciones colosales y con una riqueza de ornamentación fabulosa. Josefo describe la vista impresionante del mismo 2.
La respuesta de Jesucristo a esta invitación de los discípulos fue la más sorprendente y tajante de todas. Pues, de todo aquello que veían, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida (Mc). Los enormes bloques de piedra se derrumbaron. Por orden de Tito el suelo fue allanado. Además el templo fue destruido por el fuego. La falta de esta indicación en el relato hace ver el respeto a los datos históricos de Cristo, de los evangelistas, sobre el relato de este episodio.
La sorpresa para los apóstoles tuvo que ser fuerte; no sólo por lo que significaba la destrucción de la gran fortaleza, sino, y mucho más, por lo que significaba la destrucción del templo de Dios, centro y vida del pueblo judío. ¿Cuándo sería? La profecía quedaba hecha y deliberadamente sumida en tiempo incierto: Vendrían días.
Siguieron su camino, pasaron el torrente Cedrón y subieron al monte de los Olivos. Y como estuviese sentado precisamente frente al templo (Mc), se le acercaron los discípulos, que Mc precisa fueron cuatro: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Mt habla de los discípulos y Lc lo cita en una forma totalmente impersonal: a unos que decían. Y a la vista de aquella soberbia construcción y ante el verdaderamente maravilloso espectáculo le hicieron unas preguntas que son diversamente formuladas por Mc-Lc y Mt. Lc sólo dice que le preguntaron: ¿Cuándo sucederá esto? (v.7). Pero antes, en el relato, sólo se consigna la profecía de la destrucción del templo. Mc lo formula así, pero sin preceder literariamente más que la profecía de la destrucción del templo: ¿Cuándo sucederá esto y cuándo será la señal de que todo se va a cumplir? (v.4). Mt, en cambio, tiene una precisión mucho más grande. Explícitamente se le hacen dos preguntas: ¿Cuándo sucederá esto y cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo? (v.3).
Naturalmente, siendo la estructura fundamental de las tres narraciones de este discurso las mismas y siendo formulada expresamente en Mt la pregunta de los discípulos, no sólo sobre la destrucción del templo, sino también sobre el fin del mundo, se ve que la respuesta de Jesucristo, en este discurso, abarca, en la forma que sea, a los dos temas. La forma que pone aquí por tu venida (ðáñïõóßáò), significa literalmente presencia, y era palabra que, ya desde el siglo ni de nuestra era, como se ve en los papiros, significa la visita triunfal de un emperador o de un rey a una nación o villa, y con cuya visita o por el acontecimiento de su ascensión al trono podía decirse que comenzaba para la nación o pueblo una nueva época 3.
Los cristianos la usaron para expresar el segundo advenimiento triunfal de Cristo al fin del mundo, como frecuentemente se ve en los escritos neotestamentarios. Pero en absoluto puede expresar, según los contextos, una venida triunfal de Cristo antes del fin del mundo (2Pe_1:16), como lo esperaba la antigua generación cristiana, según San Justino.
Algunos autores (v.gr., Bultmann), después de hacer un estudio de las veces que se dirigen a Cristo cuestiones por adversarios o discípulos (cf., v.gr., Mar_4:10; Mar_7:17; Mar_9:11; Mar_10:28; Mar_13:3; etc.), los tiene por redacciones artificiosas o redacciones secundarias. En este tema, en Mc lo plantea uno de sus discípulos, en Lc algunos hablando del templo, en Mt son sus discípulos. Como se ve, el argumento no es muy decisivo.

Señales dolorosos precursoras,Mar_24:4-14 (Mar_13:5-13; Luc_21:8-11).
4 Jesús les respondió: Cuidad que nadie os engañe, 5 porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. 6 Oiréis hablar de guerras y de rumores guerreros; pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. 7 Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares; 8 pero todo esto es el comienzo de los dolores. 9 Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. 10 Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; 11 y se levantarán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos, 12 y por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos; 13 mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. 14 Será predicado este evangelio del Remo en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

Los evangelistas presentan un cuadro trágico de preludios de catástrofes. Se va a presentar, primeramente, un esquema de ellos. Todo eso será antes del fin (Mt v.6; Mc v.7; Lc v.9); todo esto no será más que el comienzo de los dolores (Mt v.8); después de esto vendrá el fin (Mt v.17). Este panorama trágico, esquemáticamente expresado, es el siguiente. Habrá:

1) Falsos mesías (Mt-Mc-Lc).
2) Guerras (Mt-Mc-Lc).
3) Hambres (Mt-Mc-Lc).
4) Pestes (Mt-Lc).
5) Terremotos (Mt-Lc).
6) Habrá prodigios grandes y espantosos en el cielo (Lc).

Y, dirigido personalmente en el contexto a vosotros, a los apóstoles , se les anuncian las siguientes calamidades:

1) Se os prenderá y se os llevará a los tribunales (Mc-Lc).
2) Se os entregará a los azotes y tormentos (Mt-Mc).
3) Seréis odiados por todos a causa de mi nombre (Mt-Mc-Lc).
4) Se os matará (Mt-Mc-Lc).

Y dirigido en general, según Mt-Mc, y considerando personalmente a los discípulos, según Lc, sucederá:

1) Habrá odios, hasta el punto de traicionarse y entregar el hermano al hermano, el padre al hijo, los hijos a los padres (Mc-Lc; cf. Mt v. 10).
2) Habrá muchos falsos profetas, que seducirán a muchos (Mt).
3) Se enfriará con todo ello la caridad de muchos (Mt).

Pero se dan garantías previas:

1) Antes del fin se predicará (el Evangelio del reino) en el mundo entero, como testimonio para todas las naciones (Mt-Mc).
2) No deben preocuparse de su defensa, pues el Espíritu Santo les sugerirá lo que hayan de decir (Mt-Mc-Lc).
3) No se perderá ni un cabello de vuestra cabeza (Lc), con lo que se expresa la providencia especialísima de Dios sobre ellos.
4) El que perseverare hasta el fin, ése se salvará (Mt-Mc-Lc).

Esta descripción esquemática está toda ella incluida aparte de su valor histórico en el género apocalíptico. Y sus frases no sólo tienen su reflejo en el A.T., sino que son como clisés conocidos y usuales de anuncio de males en este género apocalíptico, viéndose en todo esto hasta un influjo literario. Así:

1) Guerras: passim (cf., v.gr., Isa_10:5-6).
2) Hambres: Tribulación y hambre invadirán la tierra (Isa_8:21).
3) Terremotos: Temblará la tierra en su lugar (Isa_13:13b; Sal_18:8).
4) Pestes: Morirán de una gran peste (Jer_21:66).
5) Conmociones cósmicas: Haré estremecer a los cielos. (Isa_13:13).
6) Odios entre los familiares (2Cr_15:6; Deu_28:54).

Y hasta aparecen en forma de clisés de conjunto. Así, v.gr.: Morirán por la espada (guerra), por el hambre y por la peste (Jer_21:9a). Palabra de Yahvé: para la espada, para la peste, para el hambre (Jer_34:17). Una tercera parte morirá de pestilencia y de hambre; otra tercera parte caerá en derredor tuyo a la espada (guerra) (Eze_5:12; cf. Rev_6:8; Rev_18:8).
Un género literario donde se consigna todo este tipo de castigos, y que es la fuente de inspiración literaria de profetas, hagiógrafos y apocalípticos es el Levítico (Rev_26:3-33) y el Deuteronomio (Rev_28:15-46). Ni exigen su cumplimiento material: son, de suyo, impactos psicológicos.
Todas estas expresiones, y, sobre todo, el conjunto literario del A.T., lleno de ellas, hacen ver que las del í. Ô., en concreto las de este discurso escatológico, tienen su reflejo e influjo literario en ellas. Y que sus afirmaciones rotundas, universales, no tienen que ser, de suyo, valoradas universalmente. Ni sus mismas afirmaciones, por lo simplemente literario, tienen ninguna novedad que hiciese, por lo mismo, pensar en una especial intención y contenido. Admiten una explicación más restringida. Por otra parte, toda esta sección es generalmente admitido que se refiere a los preludios de la destrucción de Jerusalén.
El cuadro de estos preludios (Mt v.6.8.17; Mc v.7.8c; Lc v.12), de gran catástrofe, tiene más el valor de prueba genérica y por acumulación que por su mismo valor concreto. Es propio de este estilo. No obstante, interpretado de los preludios de la destrucción de Jerusalén, se ven en ellos puntos que tuvieron su realidad histórica como se anuncian.
Es muy propio en épocas de grandes cataclismos pensar y señalar un posible fin. En la mentalidad de entonces de los apóstoles, imbuidos en el medio ambiente de excitación mesiánica, se creía que la venida del Mesías su aparición triunfal en Israel iría precedida de una serie de grandísimas tribulaciones, que no se podía precisar en qué consistirían, pero que eran por todos admitidas.
A su pregunta de cuándo sucederá esto, Jesús, no manifestándoles ¿1 cuándo y utilizando para ello el estilo apocalíptico, ya pro/éticamente velaba el tiempo y expresaba más gráficamente la grandeza de estos acontecimientos, describe lo que ha de pasar antes de que esa catástrofe suceda. El va a venir. Precisamente le preguntan los apóstoles cuál será la señal de tu venida. Pero la venida de Jesucristo iba a ser doble: una al final (ðáñïõóßá), pero otra iba a ser ahora su visita, ya que su primera parusía fue su presentación como Mesías. Ya antes se indicó cómo la expresión parusía significa presencia o advenimiento, pero que no exige en los autores neotestamentarios que sea siempre sinónima de su última venida al fin del tiempo. Y de esta venida suya, de esta parusía triunfal la que no requiere su presencia corporal , describe sus preludios con una descripción genérica, algún tanto vaga, situada en el género apocalíptico del A.T. Por eso, su interpretación exige una gran cautela en el intento de precisiones. Pues la fuerza de la argumentación apocalíptica no está en manifestar lo que dicen singularmente las palabras, sino sugerir la magnitud de lo que se dice por la acumulación de los elementos que integran este estilo 4.
Entre los elementos que encuentran concreción histórica antes de la destrucción de Jerusalén están los siguientes:
Falsos mesías y falsos profetas. Muchos vendrán en mi nombre (Mt-Mc-Lc). No quiere decir venir en mi nombre que vengan como representantes suyos, sino que vendrán, como abiertamente dice Mt, como falsos mesías (Mt v.5; cf. Mar_13:22). Que es lo mismo que se dice en Lc, cuando aparecerán diciendo: Yo soy y Ha llegado el tiempo (Lc v.8). El efecto que causarán es que engañarán a muchos (Mt-Mc).
La Historia ha recogido el nombre de varios de estos seductores que se presentaron como mesías. Los Hechos de los Apóstoles dan el nombre de tres. Uno se llamaba Teudas, que reunió en torno suyo como unos cuatrocientos hombres. Anunció que pasaría triunfalmente las aguas del Jordán 5; fue muerto, y todo se disolvió (Hec_5:35-36). Otro, en los días del empadronamiento después de la deposición de Arquelao, fue Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí. Pero también él pereció y todos los que le seguían (Hec_5:37). Otro fue un egipcio, que provocó una sedición y llevó al desierto cuatro mil sicarios (Hec_21:38). Prometió a las turbas que lo acompañaran al monte de los Olivos, y verían cómo a su mandato caerían las murallas de Jerusalén, y así entraría triunfalmente 6.
El mismo Josefo dice que por esta época, bajo el procurador Félix (52-60), numerosos impostores persuadían a la multitud para que los siguiesen al desierto, donde Dios les mostraría toda clase de prodigios y signos. Muchos, creyendo todo esto, sufrieron el castigo correspondiente de Félix 7. Los Hechos de los Apóstoles recogen también las pretensiones de Simón Mago en Samaría, que venía practicando la magia en la ciudad y maravillando al pueblo de Samaría, diciendo ser algo grande. Todos, del mayor al menor, le seguían y decían: Este es el gran poder de Dios (Hec_8:9-11).
Mirando especialmente a la seducción de los falsos mesías, Jesucristo les previene desde ahora: Mirad que nadie os engañe (Mt-Mc-Lc).
Guerras. Pueblo contra pueblo. Lo justifica de sobra la guerra de Roma contra Judea, comenzada por Vespasiano y terminada por Tito, con la destrucción de Jerusalén. Fue Israel el que se levantó contra el poder de Roma. Desde el comienzo de la insurrección judía, todo eran levantamientos y aplastamientos sistemáticos.
Hambres, pestes y terremotos. Es un clisé que puede expresar, como concreción histórica, una sola cosa.
Una gran hambre la hubo sobre toda la tierra bajo Claudio (a.41-54) (Hec_11:28). Josefo justifica esta gran hambre en Jerusalén 8. Sin contar el hambre feroz y la peste que se desencadenó en la misma Jerusalén durante el asedio que acabó con la ciudad. Y en un horizonte más amplio, Tácito habla de una peste que arrebató en Roma, en pocos meses, 30.000 personas 9. Y entre los años 60-70, los temblores de tierra fueron frecuentes en todo el Imperio 10.
Persecuciones, tormentos, muertes. Los apóstoles fueron llevados ante el Sanedrín y después azotados (Hec_5:41). Luego, la persecución de Agripa I (41-44) contra la Iglesia naciente, teniendo en la cárcel a Pedro y mandando decapitar a Santiago el Mayor (Hec_12:1-4). Y antes la muerte de San Esteban (Act c.6-7), y aquel día comenzó una gran persecución contra la Iglesia (Hec_8:1-3). San Pablo testifica sus persecuciones. Y las iglesias nacientes iban experimentando el odio y la persecución (1Te_2:14-16). En Roma estallará en el 64 la gran persecución de Nerón.
Odios y traiciones. Esto puede referirse a que diversos cristianos apostatarán y se volverán contra sus hermanos. Se expresa en la forma más terrible. Los padres entregarán a los hijos y éstos a los padres (Mat_10:21; Mat_10:35-38). Otros piensan en las luchas intestinas que dividieron a los judíos mismos durante el asedio de Jerusalén: Se odiarán mutuamente (Mt v.10).
Es natural, en todo este lapso de tiempo, que, barajándose todos los hechos y creciendo la maldad aspecto positivo semita , se enfríe la caridad de muchos aspecto semita negativo.
No obstante esto, el evangelio del reino se predicará en el mundo entero, en testimonio para todas las naciones (Mt-Mc). Este mundo entero y su sinónimo todas las naciones es el mundo conocido de entonces: el mundo grecorromano; no es una universalidad absolutamente geográfica de esta predicación. Y, en efecto, por los Hechos de los Apóstoles y por San Pablo se sabe que antes del 70 estaba difundido el Evangelio en su mayor parte valor que pretenden tener estas expresiones absolutas de todo el mundo y en todas las naciones por el mundo grecorromano (Act, varios pasajes). Y San Pablo, sobre el 51, dirá que se ha difundido el Evangelio en todo lugar (1Te_1:8). Y dirá de la fe de los romanos que es conocida en todo el mundo (Rom_1:8), así como él tiene el mandato de promover a la fe a todas las naciones (Rom_1:5). Y sobre el 63 añadirá que el Evangelio llegó a los de Colosas, como en todo el mundo (Col_1:6). Y lo reafirmará al decir que el Evangelio ha sido predicado a toda criatura (Col_1:23; cf. 1Ti_3:16).
Todo lo expuesto hace ver que todas estas expresiones de apariencia literaria universal y redonda son un género literario bíblico oriental muy conocido y no exige interpretarse en toda su estricta universalidad. Por consiguiente, mientras no conste su exigencia por otro capítulo, ha de valorárselas en su ambiente, y, por tanto, en tono más restringido. Luego todo este largo pasaje analizado no requiere por necesidad darle un anuncio de males que rebasan la perspectiva de la destrucción de Jerusalén el año 70.
Pero todo esto no es el fin (Mt v.6.14); todo esto es sólo el comienzo de los dolores (Mt-Mc). Esta última frase es igualmente imagen bíblica para anunciar los preludios de los juicios divinos (Isa_13:8; Isa_26:17; Isa_66:7; Jer_6:24; Jer_13:21; Miq_4:9-10; Ose_13:13, etc.). Precisamente la creencia popular judía era que la venida del Mesías sería precedida de estos juicios, lo que hacía temer también la venida del mismo. Los rabinos vinieron a consagrar, para exponer esto, una frase elíptica: Los dolores del Mesías, que eran los dolores (castigos previos para el alumbramiento, manifestación) del Mesías. 11
Esto es el principio de los dolores. El fin de esto será, en la perspectiva inmediata, la destrucción de Jerusalén.
A sus discípulos se les dice que no se preocupen por lo que han de decir ante los tribunales y jueces: proponeos no preocuparos de vuestra defensa (Lc). Porque en esa hora no serán ellos los que hablen por sí mismos, sino que recibirán sabiduría tal, que no os podrán resistir o contradecir todos vuestros adversarios (Lc), pues hablarán lo que se les comunique en aquel momento (Mc); no hablarán ellos, sino el Espíritu Santo (Mc). Se promete una serie de ilustraciones y asistencias por parte de Dios, que vendrán a ser como unos instrumentos en manos del Espíritu Santo. El mismo í. Ô. testifica la verdad de esto en muchos casos. Así habló Pedro, lleno del Espíritu Santo, ante el sanedrín al ser interpelado (Hec_4:8). Y San Esteban ante el sanedrín, que le examina, y se levanta contra él, pero sin poder resistir la sabiduría y el Espíritu con que hablaba (Hec_6:8-10).
Jesús, hasta aquí, vaticinó a sus discípulos, con un género apocalíptico, la época de trastornos y dolores que precederán a la destrucción de Jerusalén.

La gran tribulación,Hec_24:15-31 (Mar_13:14-27; Luc_21:20-28).
Esta segunda sección del discurso escatológico tiene tres aspectos, que son recogidos por los sinópticos, excepto el segundo, que sólo lo recogen Mt-Mc.

1) Señales de la Ruina de Jerusalén,Luc_24:15-22 (Mar_13:14-20; Luc_21:20-24).
15 Cuando viereis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel, en el lugar santo! 6 (el que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; 17 el que esté en el terrado no baje a tomar nada a su casa, '8 y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto. 19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! 20 Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni en sábado. 21 Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, 22 y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos.

Esta primera sección describe las señales que preludian la ruina de Jerusalén. Se la preludia con una frase que recogen sólo Mt-Mc: Cuando viereis, pues, en el lugar santo, la abominación de la desolación, la anunciada por el profeta Daniel. 12
La profecía de Daniel (Dan_11:31; Dan_12:11) se refiere a la abominación del devastador; es decir, el devastador es Antíoco IV Epifanes, cuando, en su invasión destructora, el día 15 del mes de Casleu (168 a.C.) edificaron sobre el altar (de los holocaustos) la abominación de la desolación (1Ma_1:57; cf. 6:7; cf. 2Ma_6:1-5). Debió de ser un ídolo colocado sobre el altar de los holocaustos, el cual era, al mismo tiempo, realidad y símbolo de la suprema profanación del templo. La abominación de la desolación era el ídolo (objeto de abominación) puesto en el templo por orden del devastador, que todo lo desolaba, Antíoco IV Epifanes.
Pero este anuncio de Jesucristo, ¿supone una profanación semejante? Algunos así lo creyeron, por lo que vieron el cumplimiento de esta profecía de Cristo cuando Adriano (117-138) mandó colocar la estatua de Júpiter Capitolino en el templo de Jerusalén. Pero esto es posterior al vaticinio. Otro hecho anterior es la orden de Calígula, cuando en el año 40 (d.C.) mandó poner una estatua en el templo de Jerusalén. Sin embargo, la orden no fue cumplida. El Evangelio, recogiendo palabras, sean de Cristo, sean del evangelista, después de relatar esta abominación de la desolación, dice que hay que entenderla con mucha cautela, pues escribe: Que el lector entienda (Mc v.14). Se trata, pues, de un modo especial analógico de cumplimiento. Por otra parte, se dice que, cuando suceda la instauración de la abominación de la desolación, sirva de aviso para huir, cosa que no podría realizarse después de la destrucción de Jerusalén. Y teniéndose en cuenta lo que también dice a este propósito Le: Cuando veáis a Jerusalén asediada por los soldados, sabed entonces que ha llegado su desolación, aludiendo, sin duda, a la abominación de la desolación que citan Mt-Mc.
De todo esto se sigue que la abominación de la desolación se refiere al cerco de Jerusalén, que va a traer la profanación del templo por las tropas de Tito, y que a su comienzo o acercamiento del asedio aún podían, los que quisieran oírle, huir.
En esta época del asedio, que duró de abril a septiembre, se cumplió lo que anunciaba Jesucristo: Habrá entonces una tribulación tan grande como no la ha habido desde el principio del mundo ni la habrá (Mt-Mc). Podría esto hacer pensar que se, refiriesen estas palabras, entremezcladas en el discurso, al fin del mundo (2Te_2:3-11). Sin embargo, esta frase tan hiperbólica aparece ya como una frase casi hecha en el A.T. para expresar castigos y catástrofes (Jer_30:7; Bar_2:2; Dan_12:1; Joe_2:2; 1Ma_9:27; cf.Ap 16:18). Por eso no puede ser, sin más, término específico de algo absolutamente excepcional, como será la última tribulación al final de los tiempos. Queda suficientemente justificada si se la interpreta del terrible castigo de Jerusalén.
Para esa hora se anuncia el mal menor, la huida. Huida que debe hacerse en seguida de ver estas primeras señales, pues, de lo contrario, se llegaría tarde. Las frases con que se describe tienen también valor por acumulación. De hecho, algunas tendrían interpretación literal é histórica; pero, de suyo, sólo quieren indicar la rapidez del peligro y la celeridad que requiere el ponerse a salvo. En los profetas se habla a veces del castigo de la guerra como viniendo de repente, cuando en su mismo contexto se ve un desarrollo lento (Isa_29:5). Es género literario.
La expresión que alude al que esté en la terraza que no baje ni entre para recoger algo de su casa (Mc-Mt), responde al ambiente palestino. Las terrazas estaban comunicadas con la parte baja por una escalera exterior que llevaba directamente arriba sin pasar por el piso de la casa.
El pensamiento, dejando las formas gráficas de expresión, es el que describe Lc: los que estén dentro de la ciudad, que se alejen (v.21). Esta gran tribulación la verán ellos, pues cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre (Mat_10:23).
El castigo será la destrucción de la ciudad y del templo. Lc da la descripción del mismo: Caerán (sus moradores) al filo de la espada y serán deportados a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles. (Lc v.24). La Historia probó hasta la evidencia el castigo de Jerusalén. Los datos que transmite el historiador judío Josefo, contemporáneo de estos hechos, son la prueba histórica más contundente de este vaticinio del Señor. Jerusalén quedó desde entonces sin culto y sin sacrificio 13. Su obra De bello iudaico contiene el relato de todo ello. Bastará recordar la cifra, sin duda excesiva, que da de 1.100.000 hombres que perecieron 14. Lc añadirá que los que queden con vida serán deportados. Josefo contará que todos los menores de diecisiete años fueron vendidos, y 97.000 cautivos 15.
Pero esta hora de terrible castigo, en el plan de Dios, va a ser suavizada, abreviada (Mt-Mc). Lo va a ser por amor a los elegidos (Mt-Mc). Sea por amor a los que pertenecen ya en esa hora a la fe, no sólo judeocristianos, sino también étnico-cristianos dispersos por el mundo (Mar_13:27), sea por los que deben ingresar en ella y que están asediados. Es el resto del Israel de Dios. Pero, de no abreviarse esa hora terrible de castigo Cestos son los días de venganza para que se cumpla todo lo que está escrito (Lc v.22) , nadie se salvará (Mt-Mc; cf. Jer_12:12). Interpretar esta salvación a la vida eterna está fuera de contexto. Pero hay en ello un punto que conviene destacar: el valor de la oración para el alivio de estos dolores que han de venir. Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en sábado (Mc-Mt). Es la oración la que va a traer el que esta huida no se realice en las dificultades del invierno ni en la obstaculización que les harían los judíos al ver a los cristianos, judíos, transgredir el camino del sábado. Los cristianos de Jerusalén tomarán en cuenta esta advertencia de Jesucristo, retirándose todos antes del asedio de Jerusalén a una villa llamada Pella, en Transjordania 15.
Lc añadirá un detalle final de esta catástrofe: Jerusalén será hollada por los gentiles hasta que se cumpla el tiempo de las naciones (v.24). Sea para castigarla, sea probablemente hasta que, en el plan de Dios, se cumplan los tiempos de las naciones para su ingreso en la fe. Luego de ello, el Israel castigado y pospuesto, como enseña San Pablo, ingresará en la fe (Rom c.9-11). Cf. Comentario a Luc_21:24.

2) señales de la venida de Cristo,Luc_24:23-28 (Mar_13:21-23).
23 Entonces, si alguno os dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis, 24 porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos. 2S Mirad que os lo digo de antemano. 26 Si os dicen, pues: Aquí está, en el desierto, no salgáis; Aquí está, en un escondite, no lo creáis, 27 porque como el relámpago, que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. 28 Donde esté el cadáver, allí se reúnen los buitres.

Nuevamente se inserta aquí otro anuncio de Jesucristo previniendo contra la seducción que pudieran ejercer engañando, si fuera posible, aun a los elegidos (Mt-Mc). Esta seducción sobre muchos va a ser ejercida por falsos cristos y falsos profetas. Estos harán grandes prodigios y maravillas (Mt-Mc). Se les previene para que, cuando oigan decir: Aquí o allí está el Mesías (Mt-Mc), no lo crean.
En efecto, ningún momento sería más propicio para aceptar la impostura de un mesías que en la hora de la hecatombe. En la atmósfera sobreexcitada de expectación mesiánica existente en Israel desde los días de Juan el Bautista, había de encontrar, psicológicamente, su explosión y su necesidad en la misma hora del, avance romano contra Israel. Y por la historia se sabe Josefo lo cuenta cómo en aquellos días surgieron muchos profetas sobornados por los tiranos, que, diciéndose venir en nombre de Dios, engañaban a la plebe, anunciándoles evidentes prodigios. Y entre ellos se destacó un falso profeta, ya incendiado el templo, que anunciaba al pueblo que Dios les mandaba subir al templo, donde recibirían señales de salud 16: sin duda la venida del mismo Mesías.
Las frases de Jesucristo previniéndoles que no crean a estos falsos Mesías si les dicen de él que está aquí o allí, en el desierto o en casa, no hace más que aludir a la creencia popular según la cual el Mesías estaba en algún lugar oculto y aparecería inesperadamente (Jua_7:27); y había una fuerte tendencia ambiental a esperarlo viniendo del desierto (Hec_21:38), al modo de Moisés17.
No. La venida del Hijo del hombre no será así. Es Mt el que recoge los datos, dos metáforas, para expresar la evidencia de esta venida. La venida del Hijo del hombre será:
a) Como el relámpago, que sale por oriente y se va viendo (brilla) hasta el occidente. Se destaca así la evidencia de esta venida del Hijo del hombre. Como el relámpago no puede menos de verse en todo su curso en el cielo, así esta venida del Hijo del hombre no necesita que se diga de El que está aquí o allí, en el desierto o en casa. Será visible, porque será evidente de todos (Luc_17:24).
Por otra parte, el relámpago es uno de los elementos clásicos en las teofanías y apocalípticos que acompañan los juicios divinos (Isa_29:6; Isa_30:30; Sal_97:4; Zac_9:14; etc.).
b) Donde esté el cadáver, allí se reunirán las águilas. Esta expresión debe de ser un proverbio, al menos calcada sobre un cierto proverbio (Job_39:30). Lc la citará también a propósito de lo subitáneo de la parusía (Luc_17:37). La Vulgata vierte mal el texto griego ðôþìá = cadáver al traducirlo por corpus. La palabra griega (áåôüò) puede significar águila o buitre. Pero el pensamiento es el mismo. Es el modo de decir con dos metáforas la evidencia de esta venida. Pues de la misma manera que el cadáver de un animal en el desierto queda al descubierto y es inevitable que, por su instinto, lo vean las águilas y buitres y caigan sobre él, así también la venida del Hijo del hombre será tan evidente, que será sentida por todos. Se ha pensado, sin que la observación esté alegorizada en el texto, que el cadáver sería Jerusalén agonizante, y las águilas, el ser despedazada por las águilas romanas, ya que, en otros pasajes del A.T., las águilas simbolizan reinos y enemigos concretos (Isa_18:6; Jer_12:9; Jer_15:3). Sería una sugerencia o trasfondo, ya que el tema directo es la evidencia de esta parusía.
Algunos autores piensan que lo que se destaca aquí no es la evidencia de esta parusía de Cristo, sino la rapidez y lo súbito de su venida 18. Sin embargo, la contraposición que se hace con el anuncio de los falsos mesías lleva a ver en esto la evidencia de su presencia.
Es esta sección segunda uno de los pasajes en el que varios autores se basan para hacer ver que en esta parte Jesucristo habla de su parusía al final de los tiempos; puesto que ya antes ( Mat_24:5.11; cf. par.) habló de los falsos mesías y de los falsos profetas, esta repetición supone otra perspectiva. Además se lo quiere confirmar con la enseñanza de San Pablo sobre la parusía final ( 2Ts_2:3-12).
Pero no se ve motivo serio para esta posición. En primer lugar, el v.26 es una forma de repetir lo mismo que se pone en el v.23. Y todo ello puede muy bien ser un duplicado de los v.5 y 11 de Mt (cf. par.), haciendo llegar esos mismos signos que fueron presentados primero en el estadio previo a la destrucción de Jerusalén, pero no exclusivos de sólo este período, al momento mismo de la gran tribulación. Los cuales, unos habían de suceder entonces por necesidades históricas dolores , y otros los mesiánicos por exigencias psicológicas. Puede, pues, explicarse todo esto, sin violencia del texto y en plena homogeneidad con el mismo, de los hechos sucedidos en los días de asedio y destrucción de Jerusalén.
La venida (Þ ðáñïõóßá) del Hijo del hombre, que aquí sólo se anuncia, no exige tampoco ser una presencia física y sensible de Jesucristo. Se explica suficientemente luego se verá más en detalle de una presencia moral del mismo Jesucristo en el castigo infligido a Jerusalén, y en lo que se verá su poder y lo que El anunció que era.

3) La Venida del Hijo del Hombre,Jer_24:29-31 (Mar_13:24-27; Luc_21:25-28).
29 Luego, en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán. 30 Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande.31 Y enviará sus ángeles con poderosa trompeta y reunirá de los cuatro vientos a los elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Una vez cerrado el paréntesis de los v.26-28 de Mt, se hace ahora la descripción de esta venida del Hijo del hombre. Es descrita por los tres sinópticos. Esta venida será enseguida, después de la tribulación de aquellos días (Mt-Mc). En efecto, una vez que se ejerce el gran castigo, la gran tribulación, es cuando se va a realizar esta venida o parusía del Hijo del hombre. ¿Cómo?
La descripción que hacen los evangelistas de esta venida triunfal de Cristo, la describen con los siguientes elementos:

1) El sol se oscurecerá.
2) La luna no dará su luz.
3) Las estrellas caerán del cielo.
4) Las virtudes (äõíÜìåéò) de los cielos se conmoverán. Se discute el sentido directo de estas virtudes. Serían, alegorizando, los ángeles (así los Targums), los poderes cósmicos 19; pero ordinariamente se lo interpreta, por paralelismo con lo anterior y por su afinidad con pasajes proféticos (Isa_34:4), de los astros. Acaso se incluyan en ello, genéricamente, las fuerzas celestes. Mc pone los ejércitos de los cielos, que son las estrellas.
5) Sobre la tierra habrá ansiedad entre las naciones, inquietas por el estrépito del mar y de las olas (Lc).
6) Los hombres enloquecerán de miedo e inquietud por lo que viene sobre la tierra (Lc). Que es lo mismo que dice Mt en otra forma: Se levantarán todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre

Toda esta descripción cósmica con la que se describe la venida del Hijo del hombre, no es más que el conocido género apocalíptico. Son imágenes calcadas en los elementos proféticos, con las que se acompañan las grandes intervenciones de la justicia divina (Isa_13:9-10; Isa_34:4; Jer_4:23; Eze_32:7; Joe_2:10; Joe_3:4, etc.). A título de modelo se transcribe el oráculo de Isaías sobre Babilonia:

Lamentaos, porque se acerca el día de Yahvé, cruel, con cólera y furor ardiente,
para hacer de la tierra un desierto
y exterminar a los pecadores.
Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz,
y el sol se oscurecerá naciendo,
y la luna no hará brillar su luz (Isa_13:9.10).

Como se ve, se trata sólo de metáforas, con las que se pretende describir la grandeza y transcendencia de las intervenciones divinas. No se trata, pues, de pródromos señalados por la transformación de los astros, sino de fuertes imágenes para indicar que Dios entra en escena. 20
En esa hora y con gran majestad será la venida del Hijo del hombre. Se describe esta venida parusía de la siguiente manera:

1) Aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre (Mt).
2) Vendrá el Hijo del hombre en una nube (Lc), en las nubes del cielo (Mt-Mc), con gran poder y majestad (Mc-Lc) y gloria (Mt).
3) Entonces, a su venida, se verá al Hijo del hombre venir (Mc-Lc).
4) Y él enviará a sus ángeles.
5) Y reunirá a sus escogidos al son de la gran trompeta (Mt) de todas las partes de la tierra hasta el extremo del cielo (Mc).

Otra vez se está en una descripción hecha a base de elementos apocalípticos. Y, por tanto, hay que interpretar el contenido y enseñanza de este pasaje en función de este género literario.
¿Qué signo es este que aparecerá? Se pensaba que la cruz. Pero, valorándolo ya dentro del género apocalíptico (Isa_13:1), no hace falta pensar en ningún signo. Mc y Lc ni siquiera hacen alusión a él. Si algún signo apareciese, esto debe ser probado por otro capítulo tradición, magisterio, etc. , pero no puede establecerse solamente por el género apocalíptico. Probablemente es una imagen en paralelo con el entonces se verá al Hijo del hombre (Mt-Lc).
Esta venida de Cristo, esta parusía y este ver (Mc-Lc) al Hijo del hombre venir en esta hora con todo este poder ¿exige que sea una manifestación sensible y corporal de Cristo? Parece que no. La razón fundamental es que se está dentro del género apocalíptico, y, por tanto, hay que situar y valorar los elementos dentro del mismo. Por otra parte, la misma palabra parusía de Cristo, si en diversos pasajes neotestamentarios significa la venida final y sensible triunfal de Cristo, no siempre lo exige ( Mat_28:20b) 21. Por eso no haría falta admitir una presencia sensible y corporal del mismo. Basta una presencia suya de orden moral o virtual: su poder justiciero sobre Jerusalén, cuyo anuncio vaticinó por desconocimiento del Mesías (Luc_19:41-44), y cuyo castigo anunció también que lo verá esta generación (Mat_24:34, par.). Es lo que ya Mt había dicho en otro contexto: Os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su reino (Mat_16:28). Lo que, evidentemente, no se refiere a una visión sensible de Cristo (Mat_10:23).
Las nubes son otro de los elementos decorativos de las teofanías, y más aún en las teofanías apocalípticas, con el que se indica, generalmente, el poder extracósmico de aquel a quien acompañan (Exo_19:16; Exo_34:5; Lev_16:2; Isa_19:1; Jer_4:13; Eze_10:3; Dan_8:13; Sal_18:13; Sal_104:3; Hec_9:11; Rev_1:7; Rev_14:14 etc.).
Los ángeles son otro de los integrantes apocalípticos. Aquí aparecen a las órdenes del Hijo del hombre; sin duda se vincula a ellos el sonido de la gran trompeta (Mt), que tiene por misión el congregar y convocar. Está tomado del uso judío de convocarse las asambleas o reuniones judías al sonido de la trompeta, lo mismo que para la guerra o para hacer algún anuncio (Exo_19:16; Eze_33:6ss; 1Te_4:16; 1Co_15:52). Es la orden que se da para que se congreguen todos los elegidos. La universalidad se acusó por congregarlos desde los cuatro vientos (Zac_2:10) y de un extremo al otro del cielo (Mt-Mc). Son imágenes tomadas del A.T. Esta cita pertenece a Zacarías (Zac_2:6), pero tomada de los LXX, ya que el texto original dice lo contrario: Os dispersé por los cuatro vientos. Debe de ser un complemento de los evangelistas o de las catequesis. Estos ángeles obedientes a las órdenes de Cristo acusan su trascendencia, ya que en el A.T. están a las órdenes de Dios.
Estos elegidos están judíos y gentiles esparcidos por todo el mundo y han de ingresar en el Reino. Y acaso se refiere preferentemente a los judíos de la diáspora que estuviesen entonces en la ciudad, ya que, como en Pentecostés, residían en Jerusalén judíos, varones piadosos, de cuantas naciones hay bajo el cielo (Hec_2:5). Sobre ellos, los ángeles del Hijo del hombre ejercerán una protección especial sobre estos elegidos (Sal_91:9-16).
Esta sección, que es una de las que hacen más fuerza en los autores para sostener que en ella se habla de la parusía final, admite perfectamente, y dentro de una línea homogénea, una interpretación literal de la venida de Cristo como triunfador, y que se le ve en el juicio predicho por él y ejercido sobre Jerusalén, y cuya generación, que lo condenó, había de presenciarlo, pues no pasaría dicha generación sin que todas estas cosas sucedan (Mat_24:34).
En Lc se recoge, por último, una exhortación optimista de estos hechos. Cuando comience a realizarse todo esto deben animarse, porque se aproxima vuestra liberación (Üðïëýôñùóéò). Es la liberación del judaísmo hostil y perseguidor del cristianismo, que, al ser destruido, dejará campo más libre a la enseñanza de la fe y a la incorporación al Reino.
Los que piensan que se refiere a la parusía final lo interpretan como una liberación de los temores de aquella época. Pero la interpretación anterior es mucho más homogénea y parece mucho más probable.

Parábola de la higuera,
Mat_24:32-41 (Mar_13:28-32; Luc_21:29-33).
En esta cuarta sección se expone la incertidumbre y desconocimiento de esa hora del castigo de Jerusalén: la gran tribulación.

32 Aprended la parábola de la higuera. Cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca; 33 así vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está próximo, a las puertas. 34 En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda. 3S El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.36 De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.37 Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. 38 En los días que precedieron al diluvio comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca; 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos; así será a la venida del Hijo del hombre. 40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y otro será dejado.4l Dos molerán en la muela: una será tomada y otra será dejada.

No obstante esta incertidumbre, da dos indicaciones sobre la hora de estos dos acontecimientos.
1) Parábola de la higuera. La primera indicación está tomada del símil de la higuera. Lc le da una amplitud mayor a la comparación: Fijaos en la higuera y en los demás árboles (v.29). Cuando las ramas echan hojas y se pueblan frondosamente, es que la primavera se acerca. En la higuera, sus hojas gruesas y carnosas no empiezan a brotar hasta que el calor penetra en la tierra. Esto indica en Palestina, donde no se conoce la primavera propiamente dicha, la proximidad inmediata del verano. 22 Pues así hace la comparación. Cuando veáis que suceden todas estas cosas, sabed que ya está cerca, a las puertas (Mt-Mc), el reino de Dios (Lc), en esta fase triunfal de la venida de Cristo, cumpliendo su justicia y su promesa.
Posiblemente la parábola de la higuera, en su sentido primitivo, no apuntaba a los signos destructores, sino al poblarse de hojas y reverdecer su vida; o también que fuese un signo de la bendición que viene (Joe_2:22). Aunque acaso esté implícito lo que dice: levantad vuestras cabezas, porque vuestra liberación (Üðïëýôñùóéò) está cerca (Luc_21:28).
2) Sucederá a la generación a quien lo dice. Otra indicación es que todo esto sucederá en un período relativamente corto. No pasará esta generación sin que todas estas cosas sucedan. Naturalmente, esta generación es la de aquellos a los que se dirige Jesucristo en esta hora. Y, puesto que éstos verán el cumplimiento de todas estas cosas, es que se refiere a la destrucción de Jerusalén (Mat_16:28). Precisamente en la Escritura, el número de cuarenta años es el término que expresa una generación. Muriendo Jesucristo sobre los treinta y tantos años y siendo la destrucción de Jerusalén el año 70 del nacimiento de Jesucristo, esa generación queda, conforme al uso bíblico, encuadrada en estos cuarenta años. Y la certeza de esta afirmación es más firme que los cielos (v.35). Cf. Comentario a Mat_16:28.
3) El absoluto desconocimiento de esta hora. Pero aún enseña más. El desconocimiento de aquel día y aquella hora es tal que no lo sabe nadie, ni los ángeles ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mt-Mc). Críticamente, la lectura en Mt de ni el Hijo, aunque probable, es discutida 22. Este Hijo que pone aquí no es el Hijo en cuanto Verbo, sino el Hijo del hombre que se dice en el versículo siguiente.
Cristo como hombre no puede ignorar nada de lo que le compete de alguna manera a su misión. Es la doctrina constante enseñada por la Iglesia. Si aquí puede extrañar esta formulación; es por no valorar suficientemente el uso del verbo conocer en las lenguas semitas. Este no sólo significa un conocimiento especulativo, sino también práctico. Lo que viene a ser equivalente a actuar o tomar la iniciativa o manifestación de la obra de este día. Pero esto, tanto en el plan divino como en los relatos evangélicos, está reservado al Padre (Mat_20:23; Mat_11:25; Luc_12:32, etc.). Este es el/ secreto y la hora del Padre para manifestarlo a los hombres. Cristo mismo dirá en otras ocasiones que aún no llegó su hora 23, lo que sugiere que, especulativamente, la sabía.
4) La despreocupación de los hombres ante la ignorancia de esta hora. Con dos pequeñas comparaciones se pinta la despreocupación en que estarán los hombres ante esta hora.
Como en tiempo de Noé, a los hombres, despreocupados del castigo, haciendo su vida ordinaria, de improviso los sorprendió el diluvio, así será la venida del Hijo del hombre (Luc_17:26-30). En los profetas se habla de guerras que vienen de repente, y el contexto hace ver el proceso largo de su desarrollo (Isa_25:9). Es género literario.
5) Obra selectiva en la parusía. También se enseña con otras dos comparaciones, junto con lo súbito de la parusía del Hijo del hombre, el valor selectivo que afectará a las gentes. Otra vez entra en juego la doctrina del resto de Israel 24.
Los dos cuadros de ejemplos son ambientales. Dos hombres estarán en sus oficios de campo, y uno será tomado y otro será dejado.
Dos mujeres (Luc_17:35), ya que es lo usual, están moliendo con un molino de mano, que se compone de dos grandes piedras planas giratorias. Las dos están allí moliendo, y, en esta hora, una será tomada y otra será dejada.
Pero ¿a qué afectan o suponen estas frases elípticas de ser tomadas o dejadas? ¿Acaso a la vida? En absoluto podría ser, indicándose así lo inesperado de estos acontecimientos y la falta de precauciones tomadas; lo que describiría cómo la muerte o la vida afectaban a personas que estaban juntas.
Para los que interpretan este pasaje del juicio final, la interpretación es sencilla: serán tomados por los ángeles para colocarlos en el cielo, y los otros dejados entre los reprobos, o serán tomados para ser reunidos al cortejo triunfal parusíaco 25. Pero no se prueba que sea el juicio final.
Interpretado todo esto de la destrucción de Jerusalén, ¿a qué se refiere?
El v.42, el siguiente de Mt, dice: Velad, pues, porque no sabéis en qué día llega vuestro Señor. La redacción de esta frase sugiere provenir de otro contexto. Esta contigüidad parece orientar esa separación hacia un orden religioso. Será un tomar o dejar religioso. Su interpretación pudiera ser la siguiente: ser tomados para su permanencia o incorporación al reino. Sería un aspecto de lo que ya antes dijo Mt: que Jesucristo enviará a sus ángeles (Sal_91:9-16) y reunirán a sus escogidos de todas las partes del mundo para protegerlos en orden al reino (Mt v.31). e a su vez sería, en otra frase, lo que se dijo antes: la providencia especialísima de Dios sobre los suyos en estos momentos (Mt 8).
Pero esto exige una actitud tensa de fe y confianza en él para superar esta tentación (Mat_26:40-44), que a otros, por su conducta su falta de vigilancia , se los dejara, en esa hora, fuera del reino. En la redacción eclesial que tiene en el texto se ve bien el alerta moral de esperanza que se exige ante la futura y final parusía, en la iglesia de Mt.

Necesidad de vigilar,
Mat_24:42-51 (Mar_13:33-37; Luc_21:34-36).
Esta última sección del discurso escatológico se refiere a la necesidad de vigilar. Puesto que ese día y hora es desconocido, no cabe más que estar alerta y preparados para su llegada.

42 Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. 43 Pensad bien que, si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa. 44 Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre. 45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien constituyó su amo sobre la servidumbre para darle provisiones a su tiempo? 46 Dichoso del siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así. 47 En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda. 48 Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: Mi amo tardará, 49 y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos, 50 vendrá el amo de ese siervo el día en que menos lo espera y a la hora que no sabe, 51 y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes.

Esta necesidad de la vigilancia es presentada por Mt con dos comparaciones o pequeñas parábolas.
El dueño de la casa. La primera comparación se toma de un dueño de casa. La noche es la hora propicia para el robo. El cuadro tiene todo un matiz local. Las casas palestinas estaban hechas, sobre todo en su techumbre, de argamasa de barro con ramajes (Mar_1:2), y las paredes laterales no raramente eran de adobes. De ahí la descripción del ladrón que horada la casa para entrar. Por eso, si el dueño de la casa supiese la hora en que pudiese haber un robo en su hogar, vigilaría y no dejaría que perforasen su casa para entrar a robar (2Pe_3:4-14).
El siervo bueno y el malo. Otra comparación se trae al mismo propósito basada en la conducta de dos siervos.
La escena es un dueño que tiene varios siervos, y pone al frente de ellos un ecónomo, que ha de ser fiel y prudente para que sea leal al dueño y sepa cumplir bien su oficio en ausencia de su señor. Pues cuando éste vuelva y llegue a casa sin avisar, si encontrase que aquel siervo ecónomo había cumplido bien su oficio, esperando siempre la llegada de su señor, obtendría por premio el que, por su fidelidad y solicitud, le ponga al frente cíe todos sus bienes, como un intendente general de su casa.
Por el contrario, si el siervo es malo y, viendo que su amo tarda en su retorno, golpease a sus compañeros escena muy típica del encumbramiento de un siervo oriental y él se baquetease y mezclase con los borrachos, tendrá su merecido castigo cuando venga su señor en el día que no espera y en la hora que no conoce. El castigo que le inflige se expresa, primeramente, con un término griego (äé÷ïôïìÞóåé) que lo mismo puede significar que lo parte físicamente en dos mitades (castigo bíblicamente conocido; cf. 1Sa_15:33; Jer_34:18; Dan_13:55-59; Heb_11:37), que ser tomado en un sentido metafórico de separarlo de su cargo o de repartir aquí azotes. El castigo aún se redondea: Lo pondrá con los hipócritas. Este término podía expresar los fariseos (Mat_6:2-5.16; Joe_5:7ss) 26. También pudiera ser una defectuosa traducción del arameo, que Lucas traduciría mejor (Luc_12:46) por infieles o impíos 27. Y aún se completa esta descripción con el clásico llanto y crujir de dientes. Para los que interpretan este pasaje del fin del mundo sería imagen del infierno.
Para los que lo interpretan directamente de la destrucción de Jerusalén, como gran juicio de Dios, es imagen de los castigos materiales o espirituales que sobrevendrán al que no atienda y vigile esta hora, para evitarlos o superarlos en fidelidad.
Otros dos aspectos de esta vigilancia son propios, uno, de Marcos (Luc_13:33-37), tomado de un dueño que se ausenta y de una doble conducta de dos criados, y otro de Lc (Luc_21:34-36), que tiene un marcado matiz moral y está situado en otro contexto.
Al llegar a este final de la exégesis de la primera parte del discurso escatológico, cabe plantearse el problema siguiente: si en este discurso se habla directamente de la destrucción de Jerusalén, pero si también está vaticinado el fin del mundo (Mat_24:3), ¿cómo se conjugan en este discurso estas dos intenciones y estas dos inclusiones en este texto?
Se admite ordinariamente que en este discurso están mezcladas dos perspectivas: la de la destrucción de Jerusalén y la del fin del mundo, y esto es verdad. Pero no está bien el creerlas yuxtapuestas (buscando el pasaje de una y de otra, sea en el v.29, sea en el v.23 o incluso en el v.21), puesto que ellas están, en realidad, superpuestas. Parece, en efecto, preferible interpretar todo el discurso en función de la destrucción de Jerusalén y ver, al mismo tiempo, en este terrible drama el verdadero pródromo del fin del mundo. Pues esta catástrofe que señaló el fin de la Antigua Alianza fue un drama sin precedentes en el drama de la Salud y no se reproducirá más que al final de los tiempos, cuando Dios ejercerá sobre todo el género humano, elegido en Cristo, el mismo juicio que El ejerció entonces sobre el primer pueblo elegido. Es por lo que este día de Yahvé, considerado en la Escritura desde un punto de vista teológico, mas que histórico, reviste siempre una amplitud cósmica, cuyas imágenes apocalípticas, de un impresionismo oriental que afecta nuestro espíritu moderno, tentado de tomarlas a la letra, no hacen más que subrayar la profunda significación espiritual. El pensamiento y las expresiones de Jesús, como las de sus intérpretes, están penetradas en este punto de las tradiciones del A. Ô. Õ si la ruina del judaísmo parecía así confundirse con el fin de los tiempos, es ello una verdad profunda, porque este terrible juicio de Dios ha marcado realmente el comienzo de la era escatológica, de la cual el fin del mundo no será más que el último y definitivo acontecimiento. 28
Sin embargo, parece que la solución así planteada prescinde, de hecho, que la respuesta de Jesucristo a la cuestión del fin del mundo. O no responde a la pregunta que le formulan los discípulos (Mat_24:3) o, de lo contrario, esta solución parece más bien soslayar la respuesta.
Es verdad que en el estilo apocalíptico se pueden mezclar las perspectivas; sería el caso de estar superpuestas. Pero también es verdad que, en la época de Cristo, las concepciones rabínicas sobre el reino mesiánico y la escatología estaban tan divididas como confusas 29. ¿Respondería Jesucristo, o los redactores del discurso en su forma actual, a las dos preguntas en una forma superpuesta? ¿Cuál sería el criterio de su discernimiento, máxime en la confusión ambiental de perspectivas?
Si todo esto es posible, parece, sin embargo, que acaso pudiera ser otra la solución.
En efecto, en Mc y Lc la pregunta que se hace a Jesucristo es sólo sobre cuándo sucederá esto y cuál será la señal de que todo esto se va a cumplir (Mar_13:4). Y esto a que alude es a la afirmación de Jesucristo de que no quedará del templo piedra sobre piedra. Se refiere, pues, a la destrucción de Jerusalén. En la perspectiva literaria de Mc-Lc, parece que sólo se habla de la destrucción de Jerusalén. Prescinden, por tanto, de lo que hubo de vaticinio sobre el fin del mundo.
Mt, en esta parte expuesta c.24 , parece que sólo se refiere a la destrucción de Jerusalén. Pero, a diferencia de Mc-Lc, ya en la pregunta que hacen los discípulos a Jesucristo se la formulan literariamente con mucha más amplitud. Pues se le pregunta: Cuándo sucederá esto (la destrucción de Jerusalén predicha) y cuál es la señal de tu venida y del fin del mundo (Mat_24:3). Si en Mt la respuesta a la primera pregunta se encuentra en el c.24, la respuesta a la segunda se encuentra en el c.25. Los dos forman una unidad que responde, literariamente, a las dos preguntas hechas a Jesucristo.
Así, en el c.25 se habla manifiestamente del juicio final (v.31-46), en que la sentencia es que unos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna (v.46). Es, pues, el fin del mundo.
Pero antes de expresarse este cuadro responde a aquella pregunta se ponen dos parábolas. La primera es la de las vírgenes necias y prudentes, que se trae para ilustrar esta afirmación que allí dice: Velad, pues no sabéis ni el día ni la hora (v.13). Ilustra la necesidad de vigilar la venida del esposo, Cristo. ¿Cuándo? Es una perspectiva previa al juicio final, pero en cuanto queda literariamente vinculada al mismo.
La segunda es la parábola de los talentos. Mira a la necesidad de rendir los valores que Dios da a cada uno. Pues, a la hora de la retribución, al negligente le mandará echar a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes (v.30). Pero todo este rendir y aprovechar Irá talentos no es otra cosa, en el fondo, que vivir rectamente, estar siempre preparándose vigilar para la hora de la retribución, el juicio final. En la perspectiva literaria de Mt, esta parábola está vinculada al juicio final. Este bloque de parábolas sobre la vigilancia da la impresión, o bien que Cristo aludió o añadió alguna de ellas sobre la necesidad de vigilar ante la incertidumbre, a la cual se le añadió por las fuentes o los evangelistas un conjunto de otras, provenientes de contextos distintos lo mismo que en desarrollo de los c.24 y 25 , pero afines por un fondo común de vigilancia; o que la catequesis primitiva, expectante ante una inminente parusía (2Te_2:1ss), aprovechó este contexto para incluir la necesidad de esta vigilancia que afecta a una doble vertiente en Mt: vigilancia ante la venida de Cristo, presenciada por esta generación, y vigilancia ante la parusía final.
Es así como parece que se salva bien la interpretación del c.24 de sólo la destrucción de Jerusalén (lo que acusa Mc-Lc), y la respuesta de Jesucristo, en Mt, a la destrucción de Jerusalén y al fin del mundo. De esa hora no se dan señales; es hora incierta, será súbita, y sólo cabe vigilar 30.

1 Bauer, Griechisch-deutsches Worterbuch zu. N.T. (1937) col.91. 2 Josefo, De bello iud. V 5:6. 3 Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col. 1011; cf. Deissmann, Licht vom Osten p.269ss. 4 B. Rigaux, L'interprétation apocaliptique de l'Histoire, en Los géneros literarios de la Sagrada Escritura (1957) p.245-273). 5 Josefo, Antiq. XX 5:1. 6 Josefo, Antiq. XX 7:6. 7 Josefo, Antiq. XX 7:6. 8 Antiq. XX 2:6. 9 Annal. XIII 37. 10 Tácito, Annal. XIV 16; Séneca, Quaest. natur. VI 1 ; Josefo, De bello iud. IV 11 Strack-B., Kommentar. I p.4 949-950. 12 B. Rigaux, Bedélygma tés heremóseos (Mar_13:14; Mat_14:15): Bíblica (1959) 675-683; G. Cotter, The Abomination of Desolación: Cañad. J. Th. (1957) p. 159-64. 13 Tácito, Hist. V 13; Eusebio, Hist ecd. III 5. 14 De bello iud. II 9:3. 15 De bello iud. VI 9:2:3. 15 Eusebio, Hist. ecd. III 3. 16 Josefo, Antiq. VI 5:23. 17 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.210-212.221-222. 18 H. Líese, en Verbum Domini (1932) 324; M. Black, The Son of Man Problem in Recent Research and Debate: The Bulletin of the J. Rylands Library (1962s) p.167-170; E. Schweizer, The Son of Man: Journ. of Bull. Liter. and Exegesis (1960) p.110-129. 19 Strack-B., Kommentar. I p.956. 20 Lagrange, évang. s. St. Marc (1929) p.345; cf. Revue Biblique (1906) 388; A. J. B. Higgins, The Sing of the Son of Man (Mat_24:30): New Test Studies (1962) 380-382. 21 Zorell, Lexicón graecum ? . ? . (1931) col. 1011-1012; San Justino, Diálogo 14:8; 40:4; 54:1; 59:7; 110:2; Apol. 53:3; B. Rlgaux, La seconde venue de Jesus:Rcch. Bibl. VI: La venue du Messie (1962) p.173-216. 22 Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940) p.425. 22 Nestlé, N.T.., h.l. 23 Lebreton, L'ignorance dujour dujugement: Rech. Se. Relig. (1918) 281-289; S. Pezzella, Mc 13:32 e la scienza di Cristo: Rivista Bibl. (1959) 147-152; Ì. Â. F. Van Lersel, De Sohn in den synoptischen Jesuworten. (1961); ID., Fils de David et Fils de Di£u. Recher. Bibl. VI: La verme du Messie (1962) p.l 13-132. 24 Thibaut, Les sens des paroles p.l02. 25 Ü,évang. s. St. Math. (1946) p.323; Flllion, Vie de N. S.J.-Ch., vers. esp. (1942) IV p.120. 26 Joüon, Hypokrítes: Rech. Se. Relig. (1930) 313-316. 27 Benoit, L'évang. s. St. Matth., en La SairUe Bible de Jerusakm (1950) p.142 nota c. 28 Benoit, o.c., p.135 nota b. 29 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I 418-429. 30 Feuillet, La venue du regne de Dieu et du Fils de l'homme (Luc_17:20-37): Rev. Scienc. Relig. (1948) 544-565; Lc discours de Jesús sur la ruine du temple (Mc13; Luc_21:5-36): Rev. Bibl. (1948) 481-502; (1949) 61-92; La syntfose eschatologique de St Matthieu: Rev. Bibl. (1949) 340-364; (1950) 62-91.180-211; Spadafora, Gesü e la fine di Gerusakmme (1950); Brunec, Sermo eschatologicus:Verb. Dom. (1952-1953); I. De Rosa, La parusia del discorso escatologico di N. S. Gesü Cristo: Studi D. Mallardi (1957) 67-77; C. Perrot, Essai sur le discours eschatologique (Mar_13:1-37; Mat_24:1-36; Luc_21:5-36): Rev. Scienc. Relig. (1959) 481-514; D. Squillaci, // discorso escatologico: Palest. Cl. (1957) 1016-1021; H. Conzelmanx, Geschichte und Eschaton nach Mc 13: Zeitsch. Neut. Wissenschaft (1959) 210-221; H. O. Owen, The parousw ofChrist in the Synoptic Gospels: Scottish Journ. of Theol. (1959) 171-192.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 24

IV INSTRUCCIÓN SOBRE EL FlN DEL MUNDO (24,5,46).

1. LAS SEÑALES DEL FIN ( Mat_24:01-36).

El capitulo 13 del Evangelio de san Marcos forma la base de este discurso. San Mateo ha adoptado casi sin variaciones el texto de san Marcos, salvo algunos intercalados. Es nueva la sección comprendida entre los v. 26 y 28 del capítulo 24. En el discurso sobre la misión de los apóstoles (Mat_10:17-21) san Mateo ya había empleado el texto de las persecuciones de Mar_13:9-13. Aquí san Mateo no lo repite por completo, sino solamente en dos frases (Mar_24:9.1 3s). En sustitución de lo que omite, ha intercalado la sección 24,10-12. En la introducción san Mateo dice con más claridad que san Marcos que los discípulos preguntan a Jesús por la «señal de tu parusía y del final de los tiempos». En Mar_13:4 permanece confuso el verdadero objeto de la pregunta. La gran importancia del discurso de san Mateo está en que este evangelista lo configura de una forma todavía mucho más resuelta que san Marcos en una advertencia a la vigilancia. Ha añadido un número mayor de textos de la colección de discursos que expresan este pensamiento (S,13). A la parábola de las vírgenes (Mar_25:1-13) añade la de los talentos (Mar_25:14-30) y una detenida descripción del juicio final, en que dictará la sentencia el Hijo del hombre (25,31-49. Mediante estas ampliaciones se ha formado un gran discurso sobre el fin del mundo y la actitud de los discípulos ante el juicio. San Mateo probablemente ha concebido como una unidad de composición los ataques contra los escribas y fariseos en el capitulo 23 y el discurso sobre el fin de los tiempos en los capítulos 24 y 25. Este doble discurso entonces sería el quinto dentro del evangelio. De aquí también resulta que la usual formulación conclusiva (que siempre permanece igual) no está después del capitulo 23, sino del 25 (26, 1). Es muy difícil explicar especialmente la primera parte que procede de san Marcos 13, y que en la interpretación todavía es objeto de controversia. No podemos abordar todas las cuestiones particulares y tampoco necesitamos hacerlo, porque san Mateo dice claramente que el discurso versa sobre la señal de la parusía y del final de los tiempos (Mar_24:3b). Así, para él recae desde el principio la interpretación del discurso en la destrucción de Jerusalén y en aquella manera de pensar, que en la destrucción de Jerusalén en cierto modo querría ver prefigurados (perspectiva profética) los acontecimientos del fin del mundo. Para él y para el tiempo en que escribió, la destrucción de la ciudad santa ya pertenece al tiempo pasado y es entendida como castigo sobre la generación incrédula (cf. 22,7).

Pero ahora la mirada del evangelista se dirige hacia adelante. Aunque Mateo conserve muchos pasajes sueltos de san Marcos, que están adaptados al estrecho horizonte de la ciudad de Jerusalén y del país de Judea (por ejemplo 24,15s), sin embargo no tienen ningún peso decisivo ni por la resuelta dirección de la mirada de 24,3b, ni sobre todo por la gran cantidad de material nuevo que aporta.

a) La destrucción del templo (Mt/24/01-02).

1 Salió Jesús del templo, y, según iba caminando, se le acercaron sus discípulos para hacerle notar las construcciones del templo. 2 él les dijo: ¿No véis todo esto? Pues os aseguro que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será demolido.

Aquí de nuevo se nos recuerda que Jesús, según la descripción del evangelista, estuvo todo el tiempo en el templo (21,23). Allí siguieron una tras otra las controversias, con las tres parábolas y el gran discurso contra los escribas y fariseos. Ha entrado en el templo con autoridad y allí le han saludado los niños como Mesías (21,15s). En el templo ha enseñado. En el corazón del mundo judío lanza su acusación demoledora contra los intérpretes de la ley. Ahora sale del sagrado recinto, después que ya lo ha dicho todo a la masa del pueblo y a sus dirigentes. Los discípulos son quienes, al abandonar el santuario, le hacen notar los suntuosos edificios. El templo de Herodes, en cuya edificación se trabajó durante varias décadas (aproximadamente, entre el año 20 ó 19 a.C. y el 63 d.C.) era el radiante centro de atracción de la religión judía y, además, ejercía su influjo en los pueblos circunvecinos. Muchos lo contaban entre las siete maravillas del mundo.

En aquel tiempo, su fábrica debía de brillar con vivos y resplandecientes colores. Aunque lo había levantado con tanta magnificencia, no un judío creyente, sino un extranjero de Idumea, Herodes I, todos los judíos estaban orgullosos de su fabulosa suntuosidad. Durante muchos siglos se habían tenido que contentar con la modesta construcción, erigida provisionalmente después del destierro de Babilonia por orden de Zorobabel. Si bien no quedaba rastro de palacio real, de reino independiente y de autoridad política alguna, el santuario brindaba un centro de unión y constituía motivo de renovada alegría.

Con una sola frase, Jesús anuncia que este esplendor será destruido hasta los cimientos. No quedará aquí piedra sobre piedra. No se dice en qué circunstancias, con qué motivo, en qué tiempo ni por medio de quién ocurrirá tal destrucción. Pero para Jesús el hecho es cierto por clarividencia profética. Así también Amós había predicho la destrucción de Samaría, y Jeremías la devastación de Jerusalén. La desintegración interna del pueblo, el definitivo apartamiento de Dios que se alejará de su pueblo (23,38), le incapacitan para tener un templo y celebrar en él los actos de culto. Casi es una necesidad histórica que el templo haya de ser arrebatado a Israel. Solamente un pueblo entregado a Dios con corazón indiviso puede presentarse ante él y ofrecer allí sus dones en sacrificio. Para Jesús, la destrucción del santuario es la consecuencia externa de la obstinación interior. También está latente el misterioso gobierno de Dios, aunque no se indique en la breve frase citada. Ya una vez Dios había pegado fuego con su propia mano al santuario, como lo había contemplado el profeta Ezequiel en una visión inaudita (Ez 9-11). Dios es tan soberano, que incluso puede permitirse algo tan terrible como destruir su propia casa, si por parte de los hombres ya no se cumplen las condiciones que hacen que el templo sea el recinto del verdadero culto ante le divina presencia. El año 70 d.C. el templo fue reducido a escombros por un soldado romano que había arrojado un tizón a una ventana del ala norte del edificio, con lo que el fuego se propagó a toda la construcción de madera.

Para entender las partes siguientes hay que añadir todavía unas palabras. El tema y la verdadera declaración de los versículos son la llegada del Mesías al fin de los tiempos y los signos que preceden esta llegada. Esta declaración se describe parcialmente con expresiones e imágenes que están tomadas de un ambiente espiritual debido al tiempo. Suponen el concepto del mundo de la antigüedad y muchas ideas particulares de la literatura apocalíptica que entonces florecía.

Tenemos que hacer la tentativa de separar entre sí la verdad aludida y la manera de declararla, de una forma parecida como nos resulta necesario hacerlo en el relato de la creación del primer capítulo del Génesis. En lo que se declara sobre el fin de los tiempos, todavía es más difícil que en las declaraciones sobre el tiempo primitivo encontrar los correspondientes medios de expresión, ya que en el fondo tienen que anunciarse cosas inefables con palabras e imágenes humanas contenidas dentro de ciertos límites. Pero estas palabras e imágenes que aquí se emplean, hay que concebirlas más como indicación del tema aludido que como su descripción. No nos atasquemos en ellas, sino intentemos comprender por medio de ellas el mensaje que se anuncia.

b) Los comienzos de las tribulaciones (Mt/24/03-08).

3 Mientras él estaba sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos para preguntarle a solas: Dinos: ¿Cuándo sucederá esto y cuál será la señal de tu parusía y del final de los tiempos? 4 Y Jesús les contestó: Mirad que nadie os engañe. 5 Porque muchos vendrán amparándose en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. 6 Habéis de oír fragores de guerras y noticias de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis. Porque eso tiene que suceder, pero todavía no es el fin. 7 Efectivamente, se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares. 8 Todo esto será comienzo del doloroso alumbramiento.

También aquí, todo este discurso está dirigido solamente a los discípulos. Sólo está pronunciado para los fieles que han logrado «conocer los misterios del reino de los cielos» (13,11). Los discípulos primero preguntan por la hora y la señal del fin. Jesús no da ninguna respuesta a la pregunta sobre la hora, y más tarde dice expresamente en un pasaje decisivo que nadie la conoce, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre (24,36). La pregunta muy enigmática, que siempre surge en tiempos agitados, también preocupaba entonces a los discípulos. La misma importancia tiene para ellos la señal del fin. En aquel tiempo había toda una literatura sobre este particular.

La teología de los escribas también se había dedicado a este punto y había recopilado muchos textos de los libros más antiguos de la Sagrada Escritura. Especialmente el libro de Daniel produjo gran efecto. Es el primer libro apocalíptico que fue recibido en la Sagrada Escritura. Si el hombre no obtiene ninguna seguridad sobre la hora, de forma que pueda calcular el término, sin embargo pregunta por las señales, con las que puede orientarse. ¿Existen estas señales que indican que ha llegado la hora? Jesús exhorta expresamente a reconocer las «señales del tiempo» y vitupera a los que están como ciegos y no las ven (/Lc/12/54-56).

Forma parte de las tareas del discípulo de Jesús estar atento a estas señales con oído sutil. Dios no sólo habla privadamente a cada alma y oficialmente mediante el mensaje de la Iglesia, sino también por medio del tiempo y de los vaivenes de la historia. Con todo, los discípulos tienen que precaverse de igual modo, tanto de la apatía indolente, como del nerviosismo angustioso. En lo que sigue, Jesús da instrucciones para guardar la debida actitud ante las «señales». En la antigüedad se llamaba parusía a la venida de un monarca o a la prodigiosa aparición de un Dios. Junto con los demás escritos de la Iglesia primitiva, san Mateo emplea esta expresión para designar la segunda venida del Mesías. Será una venida, de la cual sólo son débiles indicaciones la recepción de un emperador en una ciudad con pomposa ostentación y la fe en la manifestación de un Dios entre sus seguidores. Será la venida por antonomasia, después de la cual no hay que esperar ninguna más. Juan el Bautista pregunta desde la cárcel: ¿Eres tú el que tiene que venir? (11,3). Jesús sólo le indica las señales por medio de las cuales hallará el camino para lograr una respuesta a su pregunta. La primera venida del que debía venir, estaba en la señal de la ocultación de la divinidad y tenía que ser buscada y reconocida con la fe. La segunda venida será puro descubrimiento; en lugar de la fe que inquiere, se pondrá la visión imponente. Coinciden la parusía del Hijo del hombre y el fin del mundo. La venida de Cristo es la introducción de este fin, su primer acto. Con la idea del fin, como con la idea del comienzo, se da un dictamen en la manera de entender la historia y el hombre. Solamente hay historia en el tiempo. El tiempo procede de un comienzo e impulsa a una conclusión. Estamos en la corriente del tiempo y, por tanto, estamos en la historia, por eso nuestra vida está constantemente orientada hacia una decisión que está determinada de parte del comienzo y del fin. El cristiano puede comprenderse a sí mismo y a su encargo por el comienzo, por el origen, al que tiene que agradecer su propia existencia. Sólo puede encontrar la dirección de su proceder en la mirada a un fin, que para él es personalmente el fin de su propia vida. Y así el hombre y la historia están mutuamente enlazados. En la decisión ante el fin de la propia vida se lleva a cabo simultáneamente la decisión ante el fin del mundo. La preparación para el fin y la orientación de la propia vida en vista de este fin ya significa para el cristiano un ejercitarse para la parusía de su Señor.

Falsas señales que han de ofuscar y seducir, son las afirmaciones de personas que digan que son el Mesías. Se proveerán de este nombre y engañarán a muchos. Con este nombre se alude a la pretensión de ser el definitivo Salvador que precede a la última perfección del mundo y que al mismo tiempo la introduce. Hubo personas que suscitaron las esperanzas de mostrar el camino de la dicha, bienestar y salvación definitivas; hubo otros que eligiendo distintos miembros de la Iglesia reunieron una comunidad de «puros y santos» para disponerlos para la última perfección; hubo otros que creyeron que podían indicar la hora exacta del fin, y se sintieron sus últimos mensajeros. ¡Con cuánta frecuencia ha sucedido ya así, y cuántos han sido engañados! Estas señales forman parte del «último tiempo», que transcurre desde la resurrección de Cristo en adelante. Jesús dice: «Mirad que nadie os engañe.»

La segunda señal, contra la que previene Jesús, son guerras espantosas con sus devastaciones. Tendrán una envergadura mayor que las guerras entonces conocidas entre tropas enemigas. Se levantarán naciones y reinos enteros unos contra otros. Añádanse finalmente catástrofes de la naturaleza, como hambres y terremotos, que sobrevendrán en muchos lugares y perturbarán a los hombres. En todo eso no se debe ver el anuncio del fin, sino solamente el principio de su «doloroso alumbramiento». Así pues, éstas no son señales del fin anunciado como inmediato, según se afirman con frecuencia en alguna secta.

Aquí no se califican las guerras y catástrofes como males absolutamente necesarios, que simplemente forman parte de la historia y de la naturaleza y han de tomarse tal cual son. Nuestro discurso más bien ve en ellas señales pavorosas, con las cuales se anuncia el nacimiento de la nueva era. Estos temibles azotes del género humano pertenecen a este tiempo del mundo que está expirando. Solamente en este sentido son necesarios, por lo cual se dice: «Porque eso tiene que suceder.» En este pasaje tampoco se habla de cómo los hombres deben reprimir el efecto destructor de las catástrofes e impedir las guerras. Eso resulta de la misión universal del hombre y de los sentimientos de amor que Dios reclama. Pero aquí solamente se contraponen las dos edades del tiempo del mundo. El nuevo mundo de Dios no conocerá nada de todo esto...

c) Exhortación a la perseverancia (Mt/24/09-14).

9 Entonces os entregarán al tormento y os matarán, y seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre. 10 Y entonces muchos fallarán, y se traicionarán unos a otros y se odiarán mutuamente, 11 y surgirán muchos falsos profetas y engañarán a muchos, 12 y con el crecer de la maldad, se enfriará el amor en muchos. 13 Pero quien se mantenga firme hasta el final, éste se salvará.

Es curioso que siempre se vuelva a hablar de persecuciones. En la gran sección sobre la instrucción a los discípulos había hablado Jesús de ellas con insistencia (sobre todo 10,17.21). En el discurso contra los fariseos ya anticipa lo que amenazará al mensajero cristiano de la fe por parte de los adversarios judíos. Se les azotará en las sinagogas y se les dará muerte (23,34s). En ambos casos se evoca hostilidad por parte de los judíos. El mismo Jesús la experimenta y sus propios discípulos no podrán tampoco evitarla. «Un discípulo no está por encima del maestro, ni un esclavo por encima de su señor» (10.24). Dios es extranjero en el mundo, a Jesús «los suyos no lo recibieron» (Joh_1:11). Mientras el mundo está descuidado y el espíritu maligno tiene poder, perdurará este extrañamiento, que a menudo degenera en hostilidad. ¿Debe, pues, sorprender que la hostilidad aumente con mayor fuerza en los últimos tiempos, cuando el mundo antiguo, abandonado a la muerte, debe ser vencido por el mundo nuevo de la vida gloriosa? Los discípulos serán «entregados», como fue entregado Jesús y se le dio muerte. Jesús fue puesto en manos de los hombres, en manos de judíos y gentiles (Joh_20:18 s). En el último tiempo las persecuciones no sólo las promoverán los judíos, sino también los gentiles. «Seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre». La tribulación de los discípulos se extenderá con la amplitud con que se difunda el mensaje. Se experimentará el escándalo de este nombre en todas partes en que vivan verdaderos discípulos que se reúnan en nombre de Jesús (cf. 18,20). Porque Jesús no ha venido a traer la paz entre el bien y el mal, sino la espada de la separación (cf. 10,34). Pero la tribulación no sólo procede de fuera, sino también de dentro, de las mismas comunidades cristianas. Y estas aflicciones y calamidades quizás todavía sean peores. Muchos fallarán, es decir, su fe perderá su fuerza y se dejará seducir. La consecuencia es que también entre ellos estalla el odio que les alcanza desde fuera. Más aún, incluso «se traicionarán» unos a otros, como lo hacen los poderes enemigos. Aquí el escándalo revela su más profunda malicia, porque se ha abierto camino en medio de los discípulos, cuyas fuerzas ha minado. Los discípulos debían precaverse del escándalo, y hacer lo posible por impedirlo. Eso tenía validez con respecto a los «pequeños» en las propias filas (18,6) y con respecto a los conciudadanos judíos (17,27). Pero los escándalos ya están firmemente instalados en la comunidad y no pueden ser extirpados antes de la separación definitiva. Sólo cuando el Hijo del hombre venga a juzgar, recogerá de su reino a todos los que suscitaron escándalo y los enviará al eterno castigo (13,41s). Este es un hecho amargo para la Iglesia y para su testimonio en el mundo. El testimonio de Dios se presenta mutilado a los creyentes, porque debiendo ser un solo corazón y una sola alma, reina en ellos la desunión, e incluso el odio.

Para nosotros los hombres es difícil comprender por qué Dios tolera tamaño desorden. ¿Excedemos el límite de lo que nos dice la parábola de la cizaña y su explicación? También aquí en último término debe tratarse de la insensatez «de la cruz», que, en realidad, es poder de Dios y sabiduría de Dios (cf. 1Co_1:24). La debilidad que la Iglesia y nosotros mismos experimentamos con tales escándalos, ¿no tiene más fuerza para desencadenar el poder de Dios que el «vigor» aparente de una orgullosa conciencia de superioridad por parte nuestra? También aparecerán falsos profetas en las propias filas y confundirán a muchos. Asimismo es sensato calcular que no todos los que llevan el nombre de Jesús en los labios y hablan del cristianismo, son verdaderos profetas del Mesías, que él ha enviado (1Co_23:34). Los falsos profetas se encubren mañosamente con piel de oveja, aunque sean lobos rapaces (1Co_7:15). Aparentan que son piadosas ovejas del rebaño como las demás. En realidad son sus mortales enemigos, en cuanto se cae su piel de oveja. Sólo hay una posibilidad, o sea conocerlas en su verdadero modo de ser, es decir. observar cómo se han formado sus frutos, o sea sus obras. ¿Son obras de la «ley» bien entendida y del amor, o bien son obras de la «maldad» y de la dureza de corazón? La comunidad debe partir de este criterio e intentar la separación, aunque sin juzgar precipitadamente (1Co_7:1). Pero no deben ser victimas de los seductores ni ser engañados por ellos. Prevalecerá el desenfreno. Será este un rasgo típico que caracteriza terriblemente a los falsos cristianos, a quienes Jesús también trajo la verdadera ley. Como los demás cristianos, abandonaron la antigua ley de Moisés, pero no han abrazado la nueva ley del amor. Se han colocado en una tierra de nadie, sin sujetarse a ninguna ley. Eso tiene que degenerar en anarquía y desenfreno totales, que ahora se disimulan con la capa de la libertad cristiana. Lo cual no sólo es contrario a lo que dice el Evangelio, sino que entraña un trastrueque total. Una frase sola bastará para expresar esta degeneraci6n: Se enfriará el amor en muchos. Se traiciona la verdadera misión y la única vocación del discípulo: a saber la misión y vocación de amar. Cuadro aterrador, que abarca desde el tiempo intermedio presente hasta el fin de los tiempos y que al evocarlo no está ausente la propia experiencia del evangelista y de su Iglesia, condensada en estas palabras ( 1Co_24:10-12). En pleno discurso sobre el fin del mundo, se percibe de nuevo una conmovedora exposición de lo que interesa a los discípulos de Jesús. A pesar de los peligros de fuera y de dentro es posible salvarse. Para conseguirlo sólo se requiere perseverancia y paciente firmeza. Pero quien se mantenga firme hasta el final, éste se salvará. La salvación del individuo es obra de Dios, en él debemos abandonarnos con pura confianza, porque para Dios todo es posible (cf. 19,26). Ya hubo tiempos en la historia de la Iglesia que estuvieron colmados de tal obscuridad e incluso los mejores se sintieron asaltados por la duda. Pero también ellos perseveraron y, a pesar del desamparo en que se hallaban y el fracaso de lo que intentaron hacer, se mantuvieron firmes y no vacilaron.

14 Y este Evangelio del reino será predicado en toda la tierra como testimonio para todos los pueblos. Y entonces llegará el final.

Todo esto puede parecer difícil y sombrío, pero la confianza irradia en este versículo con resplandores de victoria. Porque el mensaje que Jesús trajo, no resultará estéril. Lo que ocurre con la semilla, también sucede con la palabra, que en muchos sitios perece, pero en algunos produce un fruto ubérrimo (23,8). El evangelio vivirá, aunque muchos, a quienes está confiado, mueran interiormente y ya no estén a la altura de lo que requiere el Evangelio. El mensaje se difunde por el mundo y hablará a todos los pueblos del amor del Padre Dios. El Evangelio sigue apremiando sin detenerse hasta que haya alcanzado este objetivo, porque la obra de Dios no puede fracasar, aunque tenga que propagarse a pequeños pasos y con éxitos modestos. Sólo puede llegar el fin, cuando haya ocurrido que se haya proclamado «el evangelio del reino en todo el orbe». Con este versículo tampoco es posible calcular la hora del fin del mundo. Porque puede ser muy diferente el modo con que se predique el Evangelio y llegue a los oídos de los hombres. Tampoco se dice que cada uno de los hombres tenga que tomar la decisión personal de si acepta o no acepta la palabra. Sólo se puede concluir que se establecerá definitivamente el reino de Dios, cuando se haya pregonado en toda la tierra y haya sido dado a conocer a los hombres.

d) La gran tribulación de Jerusalén (Mt/24/15-22).

15 Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, la anunciada por el profeta Daniel instalada en el lugar santo -entiéndalo bien el que lee-, 16 entonces, los que estén en Judea huyan a los montes, 17 y el que esté en la terraza no baje a recoger lo que hay en su casa, 18 y el que esté en el campo no vuelva atrás para recoger su manto. 19 ¡Ay de las que estén encintas y de las que estén criando en aquellos días! 20 Rogad para que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado. 21 Porque entonces será la tribulación tan grande, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. 22 Y si no se abreviaran aquellos días, nadie se salvaría: pero en atención a los elegidos se abreviarán los días aquellos.

Esta sección es muy digna de notarse. Contrasta vivamente con la anterior. En aquélla se habló de la difusión universal del mensaje y de la amplitud del riesgo, aquí solamente se piensa en Judea. Allí estaban en primer término los peligros internos, aquí los externos. Pero los peligros no sólo están causados por los perseguidores del cristianismo, sino por la gran tribulación. En primer término hay que pensar en terrores históricos y cósmicos, como ya fueron indicados en las guerras, terremotos y hambres (24,7). Aquí todavía resulta más claro que predomina un sonido extranjero. Para nosotros no es fácil deducir, de este extraño lenguaje metafórico apocalíptico, el pensamiento de Jesús. Pero éste no puede ser otro que lo que se dijo antes en la exhortación a perseverancia (24,9-14): en cualquier aflicción es necesaria la perseverancia y la paciencia; el que persevere hasta el fin, se salvará (24,13). Aquí también tenemos que intentar descubrir la misma advertencia. En el libro del profeta Daniel se habla muchas veces de una abominación de la desolación, con lo cual en el tiempo en que tuvo su origen el libro de Daniel, se aludía a un pequeño altar pagano para sacrificios, erigido por el rey de Siria Antioco IV el año 168 antes de Cristo, y -en esto consistió la espantosa abominación- sobre el gran altar de los holocaustos en el templo (*).

Este altar de los holocaustos es el «lugar santo», no fue destruido por la acción del rey enemigo de los judíos; pero fue profanado idolátricamente. La profanación del santuario es lo especialmente alarmante que enardeció a los judíos de aquel tiempo para la lucha apasionada en favor de sus cosas sagradas y de su independencia nacional. Ocurrirá de nuevo una profanación semejante y será una de las señales del fin que sobreviene. Actualmente nadie está en condiciones de decir con seguridad a qué se hace referencia con este acontecimiento.

Esta observación probablemente procede de una manera de pensar, que aún tenía a Jerusalén por el centro del mundo, y al templo como el lugar más santo del mundo, ya que allí se adora al verdadero Dios. Si se repite una vez más lo que hizo el rey de Siria -pero con una medida mayor y de un modo más significativo para todas las naciones-, ésta es una señal clara de los últimos días. Pero sobre todo es importante estar alerta y prestar atención a las señales de Dios en el tiempo. La magnitud de la tribulación se muestra en que sólo queda la posibilidad de la huida. Se describen las prisas y el agobio de la huida con indicaciones particulares plásticas. Nadie debe volver atrás, porque está mandado apresurarse lo más posible. Será especialmente duro para las madres embarazadas y las que estén criando. En invierno también se añaden penas complementarias. Si la huida tuviera lugar un sábado, se tendría que infringir la prescripción sabática de los escribas, dando más de mil pasos.

La expresión «ni en sábado» muestra con la máxima claridad el limitado horizonte judeojudaico e indica la influencia de una mano ajena. La huida siempre ha sido un trance y una prueba especiales, incluso en nuestros días, en que casi constantemente se hallan desplazados varios millones de personas. Pero el hombre quiere ser caminante y no fugitivo. El viandante conoce el término y lo busca con alegría, el fugitivo corre hacia lo incierto y vive con temor. En cualquier huida puede percibirse algo de la tribulación del tiempo final, como en cualquier guerra, en cualquier hambre y en cualquier terremoto.

Pero los discípulos deben saber que nunca se prueba su paciencia con exceso. La deben sostener la esperanza y la confianza. Si los poderes del espíritu maligno fuesen desencadenados, quedaran sin estorbos y pudieran desfogarse, entonces nadie se salvaría. Pero siempre hay un límite, porque Dios sostiene con vigor en la mano las riendas de la historia. No deja destruir su plan y tiene poder para reprimir el infortunio. Dios abreviará los días y la fuerza del mal. Los elegidos que han perseverado con paciencia y con fe, deben ser reunidos y «resplandecerán como el sol en el reino de su Padre» (13,43).

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* Se describe el hecho en 1Mac 1.54.59; se menciona «la abominación de la desolación» en Dan_9:27; Dan_11:31; Dan_12:11.

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e) La parusía del Hijo del hombre (Mt/24/23-31).

23 Entonces, si alguien os dice: Mirad aquí al Mesías, o allí, no lo creáis, 24 porque surgirán falsos profetas que harán grandes señales y prodigios, para engañar, si fuera posible, aun a los mismos elegidos. 25 Mirad que de antemano os lo he dicho.

Ya fueron anunciados los falsos profetas. Son una verdadera plaga de los últimos tiempos (Dan_24:11; Dan_7:15). Pero todavía es peor que se presenten los que afirman que son el Mesías. Para la gran masa del pueblo permanecía Jesús desconocido durante su actividad pública como Mesías. Esta dignidad de Jesús solamente se hizo ostensible desde arriba al grupo de los doce (Dan_16:17), y a muchas personas particulares que le aclamaron como Hijo de David. La gran entrada mesiánica en la ciudad de Jerusalén también tenía que ser interpretada y entendida debidamente con la fe (Dan_21:1-11). Así sucederá también después de la resurrección, en la que el Padre confirmó a su Hijo como Mesías, pero también concedió esta seguridad sólo a los creyentes. De lo contrario no hubiese podido ocurrir que fueran perseguidos los profetas, sabios y escribas enviados por él (Dan_23:34). Así pues, la mesianidad de Jesús está oculta de un modo peculiar antes y después de su resurrección. El mismo ha dicho que al fin podrá ser conocida con plena claridad y con inequívoca seguridad (cf. 23,39; 26,64). Ahora solamente existe el camino de la fe. Por eso ciertos individuos pueden jactarse de ser el Salvador, y otros incluso pueden esperar en él. Y así es posible que los judíos creyentes aguarden hasta el día de hoy la llegada del Mesías. A través de la obscuridad de la fe es posible cambiarla y mantenerse firme en favor de ella engañándose a sí mismo. Su poder de seducción puede ser tan grande que incluso obren señales y prodigios que causen asombro en los hombres. Los falsos profetas ya son un peligro para los elegidos, y mucho más lo son los falsos Mesías. Si Dios lo permitiese, los elegidos podrían ser víctimas de estos Mesías y podrían ser seducidos

El Apocalipsis de san Juan traza una imagen plástica de los dos tipos -el pseudomesías y el pseudoprofeta- en los dos animales que suben del mar y de la tierra (Rev_13:1-8). Los falsos profetas y los falsos Mesías publican que vienen en nombre de Dios y de la religión, y con ello disimulan su diabó1ico arte de seducción. Los efectos grandiosos, que son recibidos como «prodigios», no son, sin embargo, señal del espíritu del bien que se testifique en ellos. Incluso curaciones y milagros asombrosos, que no pueden clasificarse entre las leyes de la naturaleza que conocemos, por sí solas todavía no demuestran que son obradas por la virtud de Dios. Tampoco es éste el caso, si se trata de obras que son llevadas a cabo en nombre de la religión. En todas partes está al acecho el peligro de desorientar y confundir al verdadero Mesías, que sólo busca la gloria de Dios, con los falsos Mesías, que buscan su propia gloria.

26 Si os dicen, pues: Mirad que está en el desierto, no salgáis; mirad que está en la habitación secreta, no lo creáis. 27 Porque, como el relámpago sale de oriente y se deja ver hasta occidente, así será la parusía del Hijo del hombre. 28 Donde esté la carroña, allí se juntarán los buitres.

Cuando venga el verdadero Mesas, el Hijo del hombre, entonces cualquiera lo notará. No será preciso buscarlo. Nadie tiene que correr al desierto, de donde se esperaba al Mesías según muchas opiniones judías. El desierto era el gran tiempo en que el pueblo estaba unido con su Dios y lo conducía Moisés a su primavera. Así como la salvaci6n empezó en el desierto, así también terminará en el desierto (cf. Hos_12:10). Allí el Mesías reunirá a su pueblo y lo unirá con Dios. ¿Aparecerá el Mesías en el desierto? El desierto es la zona de la soledad, pero el día del Hijo del hombre será una revelación. El desierto es la zona del silencio, pero la llegada del verdadero Mesías ocurrirá con un sonido intenso que no se puede dejar de oír. Tampoco es preciso ir a buscar al Mesías en las habitaciones secretas. Si surgen voces de que está aquí o allí, desde el principio no se les debe dar fe, porque será de una forma totalmente distinta. Se ha de ver en todas partes el relámpago, que cruza el cielo nocturno. Desde el oriente hasta el occidente resplandece su fulgor, no es preciso buscarlo. Todavía más diáfana es la otra imagen. La carroña del campo atrae los buitres, que la encuentran con la seguridad certera de sus sentidos. No es preciso que nadie la señale. Así también se encuentra al Hijo del hombre por sí mismo, sin que se le tenga que indagar su paradero. Su venida será vista por todos, su presencia los atraerá irresistiblemente. Es una venida rebosante de poder.

29 Inmediatamente, después de la tribulación de aquellos días, el sol se obscurecerá y la luna no dará su brillo, las estrellas caerán del cielo y el mundo de los astros se desquiciará. 30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y se golpearán el pecho todas las tribus de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. 31 Y enviarán a sus ángeles con potente trompeta, para que reúnan a sus elegidos desde los cuatro vientos, de un extremo a otro de los cielos.

Todos los acontecimientos que hasta aquí han sido descritos, hay que imaginárselos yuxtapuestos. Todos hablan de los últimos tiempos, pero no hay que fecharlos en años, meses o días. Todos tienen un especial punto de vista y un sector propio del mundo, en que pueden percibirse las señales: las destrucciones y guerras entre los pueblos, la confusión en la Iglesia, la aparición de seductores. Ahora todavía se añade un nuevo sector: el universo.

Desde que Dios creó el mundo, están íntimamente entrelazadas la naturaleza inanimada y el destino del hombre. Según el relato de la creación el hombre fue creado como última obra de Dios y como coronamiento de toda criatura (Gen_1:26 s). Según el relato que sigue a continuación sobre el pecado de los dos primeros seres humanos, la naturaleza como la persona humana quedan afectados por las consecuencias del pecado. La vida del hombre está inseparable y estrechamente unida con su trabajo en la tierra laborable. Pero si el hombre quebranta el orden establecido, la tierra laborable también producirá cardos y espinas en vez de fruto alimenticio. La cosecha lleva una maldición, la maldición causada por el pecado del hombre (Gen_3:17-19). El hombre debe ser sacado de su vida mortal y debe renovarse con una vida perdurable. Toda la creación también tiene que ser redimida. Esta es la bíblica convicción de las primeras líneas del libro del Génesis hasta las últimas líneas de la revelación de san Juan, según las cuales el hombre redimido solamente puede subsistir en un «cielo nuevo y una tierra nueva» (Rev_21:1). «Porque la creación, en anhelante espera, aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, no por propia voluntad, sino a causa del que la sometió, queda sometida a frustración, pero con una esperanza: que esta creación misma se verá liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Pues lo sabemos bien: la creación entera, hasta ahora, está toda ella gimiendo y sufriendo dolores de parto» (/Rm/08/19-22).

Cada uno de los autores bíblicos ha expresado esta verdad con imágenes que eran usuales en su tiempo. Todas quieren decir lo mismo, pero se expresan de distintos modos. Cuando aquí se dice que caen las estrellas del cielo y que se desquiciará el poderío de los astros, sirve de base la misma concepción de la estructura del mundo que en el relato de la creación del primer capítulo del Génesis. Se ve la tierra en el centro del universo, encima se arquea el firmamento del cielo, en el que están fijas las estrellas, y la bóveda celeste se apoya en enormes pilares, que se levantan en los bordes de la tierra. Esta imagen del mundo es un producto de su tiempo. Pero la verdad sigue siendo la misma: todo nuestro mundo con el hombre que en él vive, pasará a tener unas nuevas condiciones creadas por Dios por segunda vez. Porque el reino de Dios tiene que estar sin pecado y por tanto también sin todas las consecuencias del pecado. El hombre fue creado y constituido como señor de la tierra ( Gen_1:26.28), como redimido debe participar en el reino de Dios sobre un mundo restablecido e imperecedero.

Los profetas hablaban del gran «día de Yahveh», en que debía tener lugar el temible juicio, pero al mismo tiempo también debía manifestarse de una manera luminosa la salvación de Dios. Este día también tiene que incluir la conmoción y renovación de todo el mundo, si realmente debe mencionarse el total dominio de Dios. Y así encontramos descripciones, según las cuales el universo experimenta las consecuencias de la penetración del poder divino: «Porque esto dice el Señor de los ejércitos: Todavía una vez haré temblar el cielo y la tierra, el mar y toda la tierra firme. Y pondré en movimiento las gentes todas...» (Hag_2:7 s).

Las imágenes de las conmociones cósmicas también aquí sirven a lo que principalmente importa: aparecerá el Hijo del hombre. Dará origen al paso desde el mundo antiguo al nuevo. Jesús se hace patente en la gloria de Dios, que le envolvía desde el comienzo, antes que el mundo existiera (Joh_17:5). Ante la gloria de Dios se vuelven tinieblas la luz del sol, de la luna y de las estrellas. Y viene con el poder de Dios, que en otro tiempo creó el universo. Lo que Jesús aquí confía sólo a los discípulos, más tarde lo confesará abiertamente ante el tribunal: «Además, os lo aseguro: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo» (26,64). Aparecerá con gran poder y gloria el que ahora va a la impotencia y a las tinieblas de la muerte. Jesús se presenta ahora ante sus jueces, cuya sentencia pronunciará luego. Ahora está en la tierra en la figura de siervo, entonces vendrá sobre las nubes del cielo en la figura de la gloria. Ahora es un desconocido, entonces todos le verán. Antes había rehusado hacer una señal que le acreditaría de una forma inequívoca ante los adversarios (16, 1.4), entonces su señal resplandecerá y será contemplada por todos.

La única señal que se da, como había anunciado el Señor, es la señal de Jonás: el Hijo del hombre aparece para juzgar (16,4). Jesús no viene solo, sino con los ejércitos celestiales de sus ángeles. Después que ha sonado la trompeta del juicio, sus ángeles son enviados para congregar a los elegidos por Jesús. Antes se dijo de los mensajeros celestes: «EI Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los escandalosos y a todos los que cometen la maldad, y los arrojarán al horno del fuego» (13,41.42a). Aquí tienen los ángeles la tarea de llevar a cabo la separación en el reino del Hijo del hombre, por tanto entre los fieles. Más adelante leímos. «Saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán al horno del fuego» (13,49.50a). Concierne a la tarea de los ángeles el hacer efectiva en general y en toda la humanidad la separación de buenos y malos. En nuestro texto se dice que se reúne a los elegidos, o sea a los que permanecieron fieles a la vocación y de ese modo se hicieron dignos de la elección (cf. 22,14).

Es diferente lo que se expone, son distintas las funciones, pero en todas ellas hay una cosa común, que participan espíritus celestes en la venida del Mesías y en la obra del juicio. Las características del día del Hijo del hombre serán que tanto los ángeles como el mismo Hijo del hombre saldrán del retiro. Ellos también se harán visibles y harán que aparezca radiante el invisible «reino de los cielos», que el discípulo siempre conoció por la fe (6,10). Los «pequeños» siempre tuvieron ante la faz de Dios a sus ángeles, que atendían al servicio del trono en favor de los pequeños (18,10). Sus protectores espíritus celestiales los juntarán especialmente como elegidos. Pero Dios ha traspasado el juicio al Hijo, que estará sentado «en su trono de gloria» (25,31).

f) Parábola de la higuera (Mt/24/32-36).

32 Aprended de la higuera esta parábola: Cuando sus ramas se ponen ya tiernas y comienzan a brotar las hojas, os dais cuenta de que está cerca el verano. 33 Igualmente vosotros, cuando veáis todas estas cosas, daos cuenta de que él está cerca, a las puertas.

Todavía es preciso estar atento a las señales, que surten efecto en el tiempo. El campesino está ejercitado en sacar sus conclusiones de las pequeñas señales de la naturaleza. Sabe cuándo se anuncia el verano, así como también puede juzgar el tiempo que se espera, por el aspecto del cielo (Cf. Luk_12:54-56; Mat_16:2-3). Los discípulos deben vivir atentos en el mundo y prestar atención a lo que en él ocurre. La luz de la fe les ofrecerá la debida interpretación y discernimiento. Aquí no se ha dicho expresamente qué son «todas estas cosas», pero por lo que antecede se sabe que siempre se pueden observar muchas señales que inducen a la conversión y a la vigilancia. Así se ha llenado con las señales del tiempo final todo el tiempo que transcurre entre la resurrección del Señor y su parusía. Sólo una cosa será tan terminante, que pueda reconocerse con seguridad la proximidad inmediata del fin. Los discípulos en su juicio obtendrán la misma seguridad que tiene el campesino, que ha contemplado la higuera. Sólo una señal tiene esta índole, a saber, la aparición del Hijo del hombre. Todas las demás señales admiten varias interpretaciones, y sólo pueden ser reconocidas debidamente por el sentido de la fe; en cambio la imponente aparición del Señor será susceptible de una sola interpretación.

34 Os aseguro que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. 36 En cuanto al día aquel y la hora, nadie lo sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino el Padre solo.

Jesús acusó y condenó esta generación y le cargó con la culpa de toda la sangre derramada en la historia del pueblo de Dios (Mat_23:35). Esta es la generación de Jesús, éstos son sus contemporáneos incrédulos, a quienes se hizo en el Mesías la promesa (única en su género) de Dios. ¿Presenciará todavía esta generación todas las predicciones que hemos leído desde 24,4? ¿Jesús, pues, habría visto que el fin del mundo estaba tan cercano y era tan inminente que sus mismos contemporáneos lo llegaran a presenciar? Ya hemos leído la extraña frase de que «hay algunos de los aquí presentes que no experimentarán la muerte sin que vean al Hijo del hombre venir en su reino» (16,28).

Jesús conoce su muerte y su resurrección por medio del Padre. Sabe que la muerte no destruirá su vocación de Mesías, sino que le dará su última perfección. ¿Ha esperado Jesús que poco después de su propia glorificación se efectuaría también toda la renovación? ¿Ha esperado que el Evangelio no sólo se difundiría rápidamente por el mundo, sino que el mundo también esté pronto dispuesto para la siega como un campo maduro para la recolección? El mismo Jesús confiesa que solamente el Padre sabe la hora exacta.

Jesús es el Hijo, pero ahora tiene la figura de siervo. Su ciencia humana está limitada. También en esto Jesús se ha enajenado y ha venido a ser igual que los hombres. Este texto no nos plantea cuestiones fáciles. No hay una solución terminante para todos los problemas. Pero las soluciones sencillas (en las que se deshace fácilmente lo que es difícil de comprender) no pueden estar conformes con la verdad de Dios. Hay enigmas y misterios que no podemos resolver. «El cielo y la tierra» en su forma actual pasarán, como hemos oído. Pero las palabras del Mesías permanecerán. Los judíos así lo han creído de la torah, la ley de Moisés. La torah ha sido creada antes que el mundo y sobrevivirá a la desaparición del mundo. Esta fe ha encontrado en Jesús su verdadero objetivo, porque Jesús es la Palabra de Dios pronunciada desde la eternidad antes de la creación (cf. Joh_1:1 s), vino al tiempo como la Palabra que el Padre habló a los hombres (Heb_1:2), y sigue siendo la Palabra que dura más allá de todo tiempo. Sus palabras son verdad eterna y divina en su contenido interno, aunque para nosotros tengan que ser revestidas con el ropaje del lenguaje humano. La dificultad para nuestra inteligencia no radica en que nuestro espíritu humano no comprende la verdad de sus palabras, sino en que la verdad tiene que hacerse oir con un deficiente lenguaje humano.

2. INCERTIDUMBRE DEL TIEMPO (,13).

a) El último día vendrá inesperadamente (MT/24/37-42).

37 Pues como sucedió en los días de Noé, así sucederá en la parusía del Hijo del hombre. 38 Porque igual que en aquellos días anteriores al diluvio seguían comiendo y bebiendo, casándose ellos y dando en matrimonio a ellas hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que llegó el diluvio que los barrió a todos, así será también la parusía del Hijo del hombre.

Vino el diluvio, porque todo el género humano estaba corrompido. Pero aquí no se habla de la corrupción, sino de la vida humana normal que se llevaba entonces como hoy día. Nos preocupamos por las necesidades de la vida, por la comida y la bebida. Todo eso ocurre sin recelo y sin temor. La vida sigue su curso normal. Aquí se debe hacer resaltar la conducta normal, y no la conducta viciada y atea. No se debe pensar en el castigo, sino en la sorpresa con que súbitamente se quiebra la «vida normal». Los contemporáneos de Noé no sabían nada de la desventura que los amenazaba y ni llegaron a sentir temor. Sólo él la conocía y preparaba la liberación de su familia, probablemente entre la burla y las risotadas de sus contemporáneos. El terrible despertar vino cuando era demasiado tarde: los que creían estar seguros, fueron arrebatados. Tan repentinamente puede cambiarse por completo nuestra vida. El modo humano de pensar resulta ser una necedad, y la necedad de Noé resulta ser sabiduría de Dios. En el transcurso de la vida humana se experimenta con frecuencia, de una u otra manera, cómo el propio edificio, dotado de un fundamento seguro, se desploma como un castillo de naipes. E1 discípulo siempre debe contar con lo desconocido y no creerse seguro. Sobre todo, si el hombre tiene ante sus ojos la venida de su Señor y la aguarda ejerciendo la virtud de la esperanza. La vida segura de sí misma es perezosa y pesada, la vida del hombre vigilante es fácil y está llena de viva tensión.

40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro dejado. 41 Estarán dos mujeres moliendo en un molino: una será tomada y la otra dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis en qué día va a llegar vuestro Señor.

Exteriormente hacen lo mismo los dos campesinos que están en la tierra laborable, y las dos mujeres que están en el molino. En su actividad no hay nada que las distinga. La diferencia está en su actitud. El uno forma parte de los desprevenidos, el otro de los conocedores. De ellos, uno cuenta consigo y su plan de vida; el otro, con Dios y su venida. Uno sólo está en su trabajo; el otro cuando trabaja también está con Dios. Uno de ellos interiormente está durmiendo, el otro está despierto. ¡Qué luz desprenden estos dos ejemplos sobre la vida cotidiana! Lo que importa no es lo que se hace, sino cómo se hace.

b) El dueño vigilante de la casa (Mt/24/43-44).

43 Entendedlo bien: si el dueño de la casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría en vela y no dejaría perforar su casa. 44 Por eso mismo, estad también vosotros preparados, que a la hora en que menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.

Esta es otra parábola corta. Naturalmente el dueño de una casa no puede velar cada noche, si tiene que contar con una irrupción. Pero si supiera el tiempo exacto, entonces se quedaría despierto en esta hora precisa. A vosotros os sucede que no sabéis el tiempo. Y por eso es preciso andar siempre prevenido y estar preparados. Pero esta comparación sola todavía no basta. Para agravar la advertencia Jesús dice que el Hijo del hombre vendrá cuando menos se piensa. No se requiere, pues, solamente una vigilancia general, sino una muy particular, para no descuidar esta hora. La apariencia y la propia conjetura engañarán, los cálculos resultarán inconsistentes, las señales serán mal interpretadas. Cuando nadie lo espere, de una forma sorprendente y repentina, tendrá lugar la venida. Para la mayor parte de los hombres esta advertencia no fue referida ni se refiere al día de la segunda venida de Cristo, sino al día de su propia muerte. Nadie conoce este día, y nadie lo puede calcular. También puede venir de una forma súbita y sorprendente, en medio del trabajo, durante el sueño o en un alegre juego. Ejercitarse para la muerte es ejercitarse para la parusía: contar serenamente con la muerte y estar preparado para ella es equivalente a la actitud que el cristiano debe tener ante el Señor que viene.

c) El criado fiel y sensato (Mt/24/45-51).

45 ¿Quién es, pues, el criado fiel y sensato, a quien el señor puso al frente de su servidumbre, para darles el alimento a su debido tiempo? 46 Dichoso aquel criado a quien su señor, al volver, lo encuentre haciéndolo así. 47 Os lo aseguro: lo pondrá al frente de todos sus bienes. 48 Pero, si aquel criado fuera malo y dijera para sí: Mi señor está tardando, 49 y se pusiera a pegarles a sus compañeros, y además comiera y bebiera con borrachos, 50 llegará el señor de ese criado el día en que menos lo espera y a la hora en que menos lo piensa, 51 lo castigará duramente y le asignará la misma suerte que a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

En este segundo ejemplo lo que interesa no es estar en vela, sino servir con fidelidad por encargo del Señor. Antes de partir de viaje el Señor encomienda al jefe de los criados que cuide de los que moran en la casa. Debe cuidarse fielmente de ellos y darles puntualmente lo que necesitan en cada ocasión. El criado es fiel, si lo hace así y su señor puede fiarse de él. Pero es sensato, porque sabe que cuando regrese el señor, le alabará y le dará una recompensa. Dichoso el criado a quien el señor encuentre en el fiel ejercicio de su misión. La actitud ante el señor que vuelve también está determinada por esta fidelidad a lo que quiere el señor. Aquí en primer lugar se piensa en los que han logrado un cargo administrativo en la comunidad. Deben transmitir a los fieles los bienes que los fieles necesitan del Señor celestial de la casa. Con esta confianza y fidelidad muestran la disposición que espera el Señor celestial que les ha dado el encargo. Su vigilancia se manifiesta en su fiel servicio. Porque este servicio no les deja ninguna posibilidad de pensar en sí, sino que los conduce todos los días a cuidarse de las personas que les han sido confiadas. Este es un ejercicio ininterrumpido que dispone para la parusía. Un destino espantoso amenaza al que pasa el tiempo con ligereza, descuida su cargo, emprende una vida licenciosa e incluso maltrata a sus compañeros. Abusa de su cargo y a la vuelta de su señor tiene que abandonarlo. Se había convencido ilusoriamente de que su señor tardaría mucho en regresar y que él podría despilfarrar durante mucho tiempo, pero quedará súbitamente sorprendido. A una hora imprevista, en un día ignorado le cogerá desprevenido la desventura. Se le aplicará, sin misericordia, el castigo más espantoso. Pero en la misma frase el discurso de Jesús pasa de una comparación metafórica a la realidad: el criado es equiparado a los hipócritas y se le castiga como ellos. Una vez más surge esta idea que penetra en todo el capítulo 23. También aquí la hipocresía es la desavenencia entre la fe y la acción. Sólo la vida que posee las dos y de ellas forma una unidad, puede tener consistencia ante Dios. La vida ya está juzgada en sí, si se desdobla en palabras y acciones, en apariencia exterior y en realidad interna.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



137 (C) El discurso escatológico (24,1-25,46).

(a) LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO Y EL CO(-)MIENZO DE LOS DOLORES (24,1-14). Cf. Mc 13,1-13; Lc 21,5-19. El discurso propiamente apo(-)calíptico comienza ahora (-Apocalipsis del AT, 19:3-4.23); se desarrollará hasta el final del cap. 25 y está organizado concéntricamente en torno a la descripción de la parusía de 24,29-31 (J. Dupont). Mateo depende de Mc 13, pero expande su fuente en dos tercios mediante su énfasis parenético que culmina en la gran des(-)cripción del juicio final. 1.2. Cf. 21,23. Mateo aleja nuestra atención del templo y de la belle(-)za de su mampostería herodiana, para cen(-)tramos en el destino de toda la ciudad (cf. Miq 3,12) . 3. el monte de los Olivos: Desde aquí se tiene una buena visión de la ciudad y del tem(-)plo. Mateo amplía el número de los destinata(-)rios del discurso: de los cuatro de Marcos a to(-)dos «los discípulos» como grupo. También introduce el término parousia, «venida», «lle(-)gada», aquí y en los vv. 27.37.39. Es el único evangelista que lo utiliza, aunque se trata de un vocablo que aparece frecuentemente en las Cartas. En su origen se refería a la entrada majestuosa de los reyes helenistas. El centro del discurso es la parusía del Hijo del hombre. fin del mundo: Cf. 28,20. 5. Yo soy el Cristo: Mateo considera que la cristología es el ámbi(-)to en el que pueden surgir los errores más pe(-)ligrosos. 6. el fin: Cf. Dn 2,28. La guerra que estallaría en los años 66-70 d.C. estaba ya ges(-)tándose. 7. nación contra nación: Cf. Is 19,2; 2 Cr 15,6. 8. todo esto será el comienzo de los do(-)lores: En la apocalíptica judía se les llamaban los dolores del parto del Mesías. 9. Mateo se distancia de Marcos en este punto porque ya había utilizado este material en 10,17-22. to(-)das las naciones: Cf. 28,19. 10. sucumbirán: Cf. Dn 11,41. Los dolores que afligirán a la comu(-)nidad el escándalo hasta la apostasía, la trai(-)ción y las divisiones internas hasta el extremo del odio son todos los que afligen a cualquier grupo religioso sometido a presión, cuya gra(-)vedad aumentará en el tiempo final. 11. profe(-)tas falsos: Se trata de una preocupación espe(-)cial de Mateo (7,22). 12. y al crecer cada vez más la iniquidad, el amor de la mayoría se en(-)friará: Con ojo de pastor experto, Mateo hace un diagnóstico de la comunidad en términos escalofriantes (cf. J. Dupont, Les trois apocalypses synoptiques [LD 121, París 1985]).

138 (b) LA GRAN TRIBULACIÓN (24,15-28). Cf. Mc 13,14-23; Lc 21,20-24. 15. la abomina(-)ción: Alusión a la profanación del santuario que se describe en 1 Mac 1,54; 6,7; los térmi(-)nos proceden de Dn 9,27; 11,31; 12,11. Mateo precisa la gramática y las referencias a Daniel y al lugar. En este contexto, «el lector» debería consultar Daniel y no el discurso de Jesús. 16. huid a las montañas: Judea está formada por pequeñas montañas, así que la idea sería que aquellos que vivieran en los valles se dirigieran a las montañas, es decir, hacia otras aldeas más pequeñas, a las cuevas del desierto y a las alturas de Moab allende el Jordán. 18. no re(-)grese: Alusión a la mujer de Lot (Gn 19,26.17). 19. Adicional consejo para las mujeres. 20. ni en día de sábado: Este apunte añadido por Ma(-)teo sugiere que su comunidad observaba el sabbath. 21. Cf. Dn 12,1. Mateo añade el adje(-)tivo «grande». 22. serán acortados aquellos días: Mateo usa el pasivo teológico (ZBG § 236): Se(-)rá Dios quien los acorte. Este versículo está construido concéntricamente. «Los elegidos» son aquellos a quienes Dios ama, especial(-)mente los que sufren. Dios tiene el control, así que no hay razón para la desesperación ni si(-)quiera en medio de la tribulación. 24. Cf. v. 11. 25. os prevengo antes de que suceda: El objeti(-)vo del discurso es capacitar a los creyentes a prepararse para la prueba. 26. Cf. v. 23. Esta vez, la llegada del Mesías no acontecerá de for(-)ma humilde ni ocultamente. 27. la parusía del Hijo del hombre: Así designa Mateo todo el acontecimiento, que será universal y, en su al(-)cance, lo abarcará todo. 28. allí se reunirán los buitres: Modo proverbial (Job 39,27-30) de re(-)ferirse a un acontecimiento público.

139 (c) LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE (24,29-31). Cf. Mc 13,24-27; Lc 21,25. Esta sec(-)ción es la pieza central del cap. 24, que res(-)ponde, con ciertas correcciones, a la pregunta del v. 3. Mateo amplía la fuente marcana me(-)diante un uso extenso del AT e intensificando la cristología en el v. 30. 29. el sol se oscurece(-)rá: El final se describe con portentos cósmicos procedentes de Is 13,10. 30. la señal del Hijo del hombre: La señal es el mismo Hijo del hombre. Mateo hace un juego de palabras en(-)tre los términos griegos kopsontai, «golpearse el pecho», y opsontai, «verán», con gran poder y gloria: Modo de referirse al reino de Dios. La combinación en una misma cita de Zac 12,10 y Dn 7,13.14 vuelve a aparecer en Ap 1,17. 31. sus ángeles: Los ángeles de Dios serán los agentes del Hijo del hombre para reunir a los elegidos de todo el universo. Cf. Is 27,13; Zac 2,6; Dt 30,4.

140 (d) LA LECCIÓN DE LA HIGUERA (24,32-35). Cf. Mc 13,28-31; Lc 21,29-33. El anillo concéntrico retorna a la idea del v. 15. cuando veis: Se refiere al tiempo justamente anterior a la parusía. 32. el verano está cerca: El lenguaje de la cercanía nos recuerda la proclamación inicial de la cercanía del reino (3,2; 4,17). El texto griego podría traducirse por «él está cer(-)ca» (así la BJ), o bien por «ella/ello está cerca». Lucas lo interpreta como una referencia al rei(-)no. En realidad, reino de Dios e Hijo del hom(-)bre son inseparables; uno implica el otro. 34. no pasará esta generación hasta: Es un versícu(-)lo problemático. La muerte y resurrección de Jesús como parusía anticipada lo cumplen en parte, como también la caída de Jerusalén en el 70 d.C., pero ninguno de estos aconteci(-)mientos cumple «todo esto». El acontecimien(-)to más grande, la venida del Hijo del hombre con el reino, aún tiene que llegar (5,18). La respuesta de Mateo a esta dificultad comienza en el v. 36 y continúa hasta el final del cap. 25; en esta unidad tratará de los temas del desco(-)nocimiento del día y la hora, y del retraso de la parusía. 35. mis palabras no pasarán: cf. Is 40,8. La palabra de Jesús es como la palabra de Dios en el AT, es decir, perdura en su verdad y firmeza.

141 (e) EL DESCONOCIMIENTO DEL DÍA Y LA HORA (24,36-44). Cf. Mc 13,32-37; Lc 17,26-30.34-36. En esta sección, Mateo depende de Q, excepto en los vv. 36.42 (que proceden de Mc). 36. ni el Hijo, sino sólo el Padre: Este ver(-)sículo afirma que nadie conoce el tiempo exacto de la parusía. Este principio dominará todo el pasaje, mientras que el v. 42 comenza(-)rá a extraer consecuencias parenéticas que continuarán hasta 25,13. El versículo impide todo cálculo sobre el final. Mateo subraya que el Padre es el «único» que lo conoce. Puesto que el Hijo (de Dios) desconoce la hora, este versículo presenta una cristología más baja que el v. 30, pero también es verdad que el uso absoluto del término Padre e Hijo nos recuer(-)da 11 ,27 y nos sugiere que en esta expresión se han solapado Mc y Q, cumpliendo así con uno de los criterios de autenticidad. Al compartir nuestra condición humana, el Hijo compartió también nuestra ignorancia parcial. 37. Noé: cf. Gn 6,11-13; notemos la inclusión con el v.39. 38. Los hombres de la época de Noé extra(-)jeron una conclusión errónea porque ignora(-)ban cuándo iba a suceder el diluvio y les te(-)nían sin cuidado los asuntos relacionados con Dios. 39. no se dieron cuenta: Mateo hace ex(-)plícita su necia y culpable ignorancia. 40.41. Estos versículos constituyen una transición hacia la exhortación moral. 40. en el campo: Mateo elige un lugar más digno para los dos varones, que, según Lucas, yacían en la misma cama. 41. dos mujeres: Sigue aquí el modelo de las parábolas gemelas sobre hombres y mu(-)jeres. 42. así que vigilad: La vigilancia, la aler(-)ta escatológica ante la voluntad de Dios, será el tema dominante hasta 25,13. 43. si el pro(-)pietario supiese: Otra breve parábola explícita la conexión con la vigilancia (en Mateo, no en el paralelo lucano). 44. lo mismo vosotros, es(-)tad preparados: Mateo extrae la conclusión de la unidad, empleando un término nuevo, hetoimoi, «dispuesto», «preparado», para variar la terminología sobre la vigilancia.

142 (f) EL CRIADO FIEL O INFIEL (24,45-51). Cf Lc 21,41-48. Mateo presenta ahora una pa(-)rábola de Q que establece un contraste entre dos modos de proceder de un criado del Señor durante el tiempo de espera para su regreso. Podemos pensar que se trata de dos personas diferentes o, mejor, de la misma persona que puede reaccionar a su situación de diferentes modos. 45. sabio y fiel: En el contexto del cap.24, estas cualidades significan lo mismo que vigilante (v. 43) o preparado (v. 44). 46. dicho(-)so es aquel criado: El criado que permanece fiel durante el retraso de su señor es alabado con un macarismo y recompensado. 48. si aquel criado malo: Mateo no puede evitar caer en la moralización. Llama al criado malo an(-)tes de presentar su mala conducta, mi señor tarda: El problema central es el retraso del re(-)torno del Señor: El criado se equivoca al cal(-)cular el retraso, aunque sabía cuándo regresa(-)ría el señor o que el retraso sería largo. 49. gol(-)pea a sus compañeros criados. El criado peca por falta de caridad y de responsabilidad. No imita la paciencia de Dios. 50. cuando menos lo espere: El criado será cogido por sorpresa, y se demostrará la presunción de su cálculo erróneo. 51. lo cortará en trozos: Es decir, el se(-)ñor lo castigará con extrema severidad, llanto y rechinar de dientes: Mateo repite cinco veces esta amenaza escatológica que encontró sólo una vez en su fuente (Mt 8,12 = Lc 13,28): 13,42.50; 22,13; 24,51; 25,30 (para más deta(-)lles, cf. F. W. Burnett, The Testament of JesuSophia [Lanham 1981]).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXIIII.

1 Christ foretelleth the destruction of the temple: 3 what, and how great calamities shall be before it: 29 the signes of his comming to iudgement. 36 And because that day and houre is vnknowen, 42 we ought to watch like good seruants expecting euery moment our masters comming.
1 And [ Mar_13:1; Luk_21:5.] Iesus went out, and departed from the temple, and his Disciples came to him, for to shew him the buildings of the temple.
2 And Iesus said vnto them, See yee not all these things? Uerily I say vnto you, [ Luk_19:44.] there shall not be left heere one stone vpon another, that shall not be throwen downe.
3 And as he sate vpon the mount of Oliues, the Disciples came vnto him priuately, saying, Tell vs, when shall these things be? and what shall be the signe of thy comming, and of the end of the world?
4 And Iesus answered, and said vnto them, Take heed that no man deceiue you.
5 For many shall come in my name,

[Of persecution, and afflictions.]

saying, I am Christ: and shall deceiue many.
6 And yee shall heare of warres, and rumors of warres: See that yee be not troubled: for all these things must come to passe, but the end is not yet.
7 For nation shall rise against nation, and kingdome against kingdome, and there shall be famines, and pestilences, and earthquakes in diuers places.
8 All these are the beginning of sorrowes.
9 [ Mat_10:17 ; Luk_21:12 ; Joh_16:2 .] Then shall they deliuer you vp to be afflicted, and shall kill you: and yee shall bee hated of all nations for my names sake.
10 And then shall many be offended, and shall betray one another, and shall hate one another.
11 And many false Prophets shall rise, and shall deceiue many.
12 And because iniquitie shal abound, the loue of many shall waxe cold.
13 But he that shall endure vnto the end, the same shall be saued.
14 And this Gospell of the kingdome shall be preached in all the world, for a witnesse vnto al nations, and then shall the end come.
15 [ Mar_13:14 .] When yee therefore shall see the abomination of desolation, spoken of by [ Dan_9:27 .] Daniel the Prophet, stand in the holy place, (who so readeth, let him vnderstand.)
16 Then let them which be in Iudea, flee into the mountaines.
17 Let him which is on the house top, not come downe, to take any thing out of his house:
18 Neither let him which is in the field, returne backe to take his clothes.
19 And wòe vnto them that are with child, and to them that giue sucke in those dayes.
20 But pray yee that your flight bee not in the winter, neither on the Sabbath day:
21 For then shall be great tribulation, such as was not since the beginning of the world to this time, no, nor euer shall be.
22 And except those dayes should be shortned, there should no flesh be saued: but for the elects sake, those dayes shall be shortned.
23 [ Mar_13:21 ; Luk_17:23 .] Then if any man shall say vnto you, Loe, heere is Christ, or there: beleeue it not.
24 For there shall arise false Christs,

[Of the end of the world.]

and false prophets, and shal shew great signes and wonders: insomuch that (if it were possible,) they shall deceiue the very elect.
25 Behold, I haue told you before.
26 Wherefore, if they shall say vnto you, Behold, he is in the desert, goe not foorth: Behold, he is in the secret chambers, beleeue it not.
27 For as the lightening commeth out of the East, and shineth euen vnto the West: so shall also the comming of the Sonne of man be.
28 [ Luk_17:37 .] For wheresoeuer the carkeise is, there will the Eagles bee gathered together.
29 Immediatly after the tribulation of those dayes, [ Mar_13:24 ; Luk_21:25 ; Isa_13:10 ; Joe_2:31 ; Eze_32:7 .] shall the Sunne be darkned, and the Moone shall not giue her light, and the starres shall fall from heauen, and the powers of the heauens shall be shaken.
30 And then shall appeare the signe of the Sonne of man in heauen: and then shall all the Tribes of the earth mourne, [ Rev_1:7 .] and they shall see the Sonne of man comming in the clouds of heauen, with power and great glory.
31 [ 1Co_15:52 1Th_4:16 .] And hee shall send his Angels with [ Or, with a Trumpet and a great voice.] a great sound of a trumpet, and they shall gather together his Elect from the foure windes, from one end of heauen to the other.
32 Now learne a parable of the figtree: when his branch is yet tender, and putteth foorth leaues, yee know that Summer is nigh:
33 So likewise yee, when ye shall see all these things, know that it is neere, euen at the doores.
34 Uerely I say vnto you, this generation shall not passe, till all these things be fulfilled.
35 [ Mark.13.31.] Heauen and earth shall passe away, but my wordes shall not passe away.
36 But of that day and houre knoweth no man, no, not the Angels of heauen, but my Father onely.
37 But as the dayes of Noe were, so shall also the comming of the Sonne of man be.
38 [ Genesis 7; Luk_17:26 .] For as in the dayes that were before the Flood, they were eating, and drinking, marrying, and giuing in mariage, vntill the day that Noe entred into the Arke,
39 And knew not vntill the Flood came, and tooke them all away: so

[Of the end of the world.]

shall also the comming of the Sonne of man be.
40 [ Luk_17:36 .] Then shall two be in the field, the one shalbe taken, and the other left.
41 Two women shall be grinding at the mill: the one shall be taken, and the other left.
42 [ Mar_13:35 .] Watch therfore, for ye know not what houre your Lord doth come.
43 [ Luk_12:39 ; 1Th_5:2 ; Rev_16:15 .] But know this, that if the good man of the house had knowen in what watch the thiefe would come, he would haue watched, and would not haue suffered his house to be broken vp.
44 Therefore be yee also ready: for in such an houre as you thinke not, the sonne of man commeth.
45 [ Luk_12:42 .] Who then is a faithfull and wise seruant, whom his Lord hath made ruler ouer his houshold, to giue them meat in due season?
46 Blessed is that seruant, whome his Lord when he commeth, shall finde so doing.
47 Uerely I say vnto you, that hee shal make him ruler ouer all his goods.
48 But and if that euill seruant shal say in his heart, My Lord delayeth his comming,
49 And shall begin to smite his fellow seruants, and to eate and drinke with the drunken:
50 The Lord of that seruant shall come in a day when hee looketh not for him, and in an houre that hee is not ware of:
51 And shall cut him [ Or, cut him off.] asunder, and appoint him his portion with the hypocrites: there shall be weeping and gnashing of teeth.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Mas sabed que si el Padre de familias supiese a qué hora había de venir el ladrón, velaría, sin duda, y no dejaría minar su casa. Por tanto, estad apercibidos también vosotros, porque a la hora que menos pensáis, ha de venir el Hijo del hombre". (vv. 42-44)

San Jerónimo
El Señor manifiesta claramente lo que ya dijo antes: "Mas de aquel día nadie sabe sino sólo el Padre" (Mat_24:36). Esto es, porque no convenía que los apóstoles tuvieran conocimiento de ello, para que vacilando como pendientes de expectación, crean constantemente que ha de venir aquél, cuya venida ignoran en qué tiempo ha de suceder. Y por lo mismo, como sacando la conclusión de las anteriores premisas, dice: "Velad, pues, porque no sabéis", etc.; y no dijo: Porque no sabemos, sino sabéis, para hacer comprender que El no ignora el día del juicio.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,2
Quiere, pues, que los discípulos siempre anden solícitos. Por esto les dice: "Velad".

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 13
Vela el que tiene los ojos abiertos en presencia de la verdadera luz; vela el que observa en sus obras lo que cree; vela el que ahuyenta de sí las tinieblas de la indolencia y de la ignorancia.

Orígenes, in Matthaeum, 31
Pero dice algún sencillo que este discurso lo refería a la segunda vez que había de venir. Y algún otro, que hablaba de la futura venida del Verbo, en un sentido inteligible a la capacidad de sus discípulos, porque todavía no podían ellos comprender de qué manera había de venir.

San Agustín, epistola 80
No dijo: velad, tan sólo a aquéllos a quienes entonces hablaba y le oían, sino también a los que existieron después de aquéllos y antes que nosotros. Y a nosotros mismos, y a los que existirán después de nosotros hasta su última venida (porque a todos concierne en cierto modo), pues ha de llegar aquel día para cada uno. Y cuando hubiera llegado, cada cual ha de ser juzgado así como salga de este mundo. Y por esto ha de velar todo cristiano, para que la venida del Señor no le encuentre desprevenido; pues aquel día encontrará desprevenido a todo aquel a quien el último día de su vida le haya encontrado desprevenido.

Orígenes
Falaces son, pues, todos; ora los que declaran que saben cuándo tendrá lugar el fin del mundo; ora los que se glorían de saber el fin de su propia vida, el cual nadie puede conocer como no sea por las luces del Espíritu Santo.

San Jerónimo
Después de haber puesto el ejemplo del Padre de familia, hace saber claramente el motivo de guardar reserva acerca del día de la consumación, cuando añade: "Mas sabed que, si el Padre de familia supiese", etc.

Orígenes, in Matthaeum, 31
El padre de familia es el entendimiento del hombre, y la casa de éste es el alma, mas el ladrón es el diablo. Es, pues, contrario todo razonamiento que no penetra en el alma del hombre negligente, por la entrada natural, sino como quien mina la casa, destruyendo primero ciertas defensas naturales del alma (esto es, su inteligencia natural) y habiendo penetrado por la misma brecha, despoja al alma. Algunas veces encuentra alguno al ladrón en la misma perforación, y asiéndole, y dirigiéndole palabras agresivas, lo mata. El ladrón no viene durante el día, cuando el alma del hombre solícito está iluminada por el sol de la justicia, sino por la noche; esto es, en el tiempo en que todavía permanece su malicia. En la que encontrándose alguno, es posible, que aun cuando carezca de la eficacia del sol, esté, sin embargo, ilustrado con algún esplendor del Verbo, que es la lumbrera; permaneciendo, ciertamente, aun en la malicia, pero teniendo, sin embargo, resolución formada de hacerse mejor, y vigilancia, para que no sea barrenado su propósito; cuando el ladrón quiere minar la casa del alma, suele venir principalmente, en el tiempo de las tentaciones o de cualesquiera otras calamidades.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 13
O el ladrón mina la casa sin saberlo el padre de familia, porque mientras el espíritu duerme sin tener cuidado de guardarla, viene la muerte repentina y penetra violentamente en la morada de nuestra carne, y mata al Señor de la casa, a quien halló durmiendo. Porque mientras el espíritu no prevé los daños futuros, la muerte, sin él saberlo, le arrastra al suplicio. Mas resistiría al ladrón, si velase, porque precaviendo la venida del Juez, que insensiblemente arrebata a las almas, le saldría al encuentro por medio del arrepentimiento, para no morir impenitente. Quiso, pues, el Señor, que la última hora sea desconocida, para que siempre pueda ser sospechosa; y mientras no la podamos prever, incesantemente nos prepararemos para recibirla. Por lo que sigue: "Y así, estad preparados, porque ignoráis en qué hora", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 77,3
Con esto parece confundir aquéllos que no ponen tanto cuidado en guardar su alma, como en guardar sus riquezas del ladrón que esperan.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. La destrucción del Templo de Jerusalén consuma el fin de la Antigua Alianza y de sus instituciones.

15. Dan_9:27; Dan_11:31; Dan_12:11. "La Abominación de la desolación": esta expresión recuerda la profanación del Templo de Jerusalén en el 167 a. C., cuando Antíoco Epífanes instaló en él un ídolo pagano ( 1Ma_1:54). Dentro del estilo apocalíptico, dicha expresión designa todas las profanaciones y apostasías que sobrevendrán en los últimos tiempos.

21. Dan_12:1.

28. Este es un proverbio que alude probablemente al gran combate de los últimos tiempos y a la incitación dirigida a las aves de rapiña, para que devoren los cadáveres de los enemigos de Dios caídos en la batalla ( Eze_39:17-20). Ver Job_39:30.

29. Ver Joe_2:10.

36. Jesús, como hombre, recibió del Padre un cabal conocimiento de lo que concierne a su misión; pero podía ignorar -y aquí él mismo lo afirma- ciertos detalles del plan de Dios. "Conocer", en la mentalidad hebrea, no se limita al conocimiento especulativo, sino que a veces equivale también a "disponer" o "tomar iniciativa". Las decisiones referentes al Reino de Dios aparecen en el Evangelio como reservadas al Padre. Ver Hec_1:7.

42-44. Ver 1Te_5:2; 2Pe_3:10.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La llegada inesperada del Hijo del Hombre (cf. Mar. 13:32-37; Luc. 17:26, 27, 34, 35; 12:42-46). Toda conversación de señales y tiempos ahora desaparece, al cambiar de los eventos de esta generación a la parousía. ¡Lo único que se puede decir con convicción acerca del tiempo de la parousía es que llegará inesperadamente!

El v. 36 es extraordinario no sólo como el lugar de la única admisión de ignorancia por parte de Jesús, sino también, paradójicamente, coloca a Jesús como superior a los ángeles y segundo sólo al Padre. Este concepto de la posición del Hijo tiene paralelo solamente en este Evangelio en 11:27 y 28:19.

Si la fecha es desconocida, las personas se hallarán desprevenidas, como en los días de Noé. Habrá sólo dos grupos: los preparados (los salvos) y los no preparados (los perdidos). Los vv. 40, 41 ilustran con escenas vívidas de la vida diaria cómo esta división básica ha de separar a aquellos cuya situación en otras cosas es idéntica. La manera de estar preparados no es asunto de saber calcular la fecha, ya que esto es imposible (tal como el ladrón no anuncia la hora de su llegada), sino de estar siempre velando.

Sin embargo, es imposible vivir la vida en alerta constante. Así que los vv. 45-51 explican en una parábola lo que significa estar listos. Cuando el señor deja encargado a un siervo durante su ausencia, no piensa que lo encontrará esperando a la puerta cuando regresa, sino ocupado en la tarea encomendada. Ninguno de los dos siervos mencionados tiene conocimiento por adelantado del regreso del dueño; la diferencia radica en cómo los halla ocupados a su regreso. Nuestra disposición para la llegada de Jesús no se basa en alguna especulación emocionante de fecha, sino en nuestra fiel mayordomía.

Nota. 47 Los temas de recompensas y castigos se repiten constantemente en el Evangelio de Mat. La recompensa del servicio fiel es mayores responsabilidades (cf. 25:21, 23).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

El día y la hora. El momento del juicio final es desconocido; se trata de una ignorancia intencionada que debe suscitar la vigilancia y que no debe confundirse con despreocupación en el tiempo presente. El comentario que sigue a la comparación de la higuera es una nueva invitación al discernimiento, la actitud que más deben cultivar los discípulos mientras se acerca el momento final.
La venida inminente se debe entender, no tanto como cercanía temporal, sino como una cercanía teológica. Lo que aparece aquí y en las parábolas que siguen es la certeza de que el Señor puede volver en cualquier momento, y esta certeza debe impulsar a la comunidad a no instalarse y a no buscar en el mundo una ciudad permanente.
Cuando del hecho se pasa a la fecha, la respuesta es bien clara: nadie sabe nada... sólo el Padre (36). La ignorancia sobre el día y la hora ha de conjugarse con la certeza de que el Hijo del Hombre vendrá. Hay que estar alerta y preparados.
En medio de tantas incertidumbres, cuando todo parece caer y desmoronarse, Jesús ofrece a los creyentes un punto de apoyo inconmovible: «cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán» (35).

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 24.2 Sal 118.26; Mt 21.9.

[2] 24.9 Jerusalén fue destruida por el ejército romano. (Cf. Lc 19.44).

[3] 24.10 Mt 10.17-18,22; Jn 16.2.

[4] 24.13 Cf. 2 Ts 2.3.

[5] 24.15 Mt 10.22; Ap 2.10,26.

[6] 24.17-18 El horrible sacrilegio: cf. Dn 9.27; 11.31; 12.11. Nótese también 1 Mac 1.54; 6.7. Aquí se aplica especialmente a la destrucción de Jerusalén y la profanación del templo por el ejército romano, lo cual tuvo lugar en el año 70 d.C. Cf. Lc 21.20.

[7] 24.26-27 Lc 17.31.

[8] 24.29 Lc 17.23-24.

[9] 24.30 Cf. Is 13.9-10; 34.4; Ap 6.12-13; 8.12.

[10] 24.31 Dn 7.13; Ap 1.7.

[11] 24.33 Is 27.13; Mt 13.41-42,49-50; 1 Co 15.52; 1 Ts 4.16.

[12] 24.36 El Hijo del hombre ya está a la puerta: lit. ya está a la puerta. Esta frase también puede entenderse: el momento decisivo ya está a punto de llegar.

[13] 24.37-39 Hch 1.6-7.

[14] 24.42-44 Gn 6.5-12; 7.6-24.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El lenguaje utilizado aquí es apocalíptico: se sirve de diversos símbolos e imágenes para describir lo que sucederá al final. Se mezclan dos planos: la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo presente. Se indica de esta manera que el primero es una figura o tipo del segundo.

Sobre este fondo común a los evangelios sinópticos (cfr notas a Mc 13,1-37), Mateo recoge unos matices propios: la actitud de vigilancia debe manifestarse en obras de servicio, especialmente en aquellos que tienen una responsabilidad con sus hermanos (vv. 45-51), pues deben tener presente que las tribulaciones a las que se verán sometidos los discípulos serán muy duras (vv. 10-12). Por otra parte, la actitud que hemos de tener los cristianos debe ser de «tensa espera» pues el Señor vendrá de manera repentina, como un relámpago (v. 27), a la hora menos pensada (v. 50), sin que nos demos cuenta (vv. 36-41).


Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

1Ts 5:2; 2Pe 3:10; Apo 3:3.

Torres Amat (1825)



[5] Los judíos creían que el Mesías o Enviado de Dios los libraría de la dominación extranjera.

[28] Proverbio que denotaba una desolación repentina.

[34] La destrucción de Jerusalén es una figura del fin del mundo.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Ts_5:2-6

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Ts_5:2-6

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

vigilia... Es decir, a qué hora de la noche.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] * Lc 12:22 *1Tes 5:2 *2Pe 3:10 *Ap 3:3