Ver contexto
Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: (Mateo 27, 41) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 27.

Cristo es conducido a Pilato, 27:1-2 (Mar_15:1; Luc_22:66-71; Luc_23:1; Jua_18:28).
1 Llegada la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesús para quitarle la vida, 2 y atado le llevaron al procurador Pilato.

Mt-Mc, después de narrar la sesión nocturna del proceso judío contra Cristo, dicen que a la mañana los sanedritas tuvieron consejo para condenar a Cristo. Y Lc narra en la mañana esta condena, aunque suponiendo implícitamente otra sesión nocturna (Luc_22:54). Esto ha creado una serie de hipótesis de solución 1. La solución que se presenta más viable parece ser la siguiente: las dos sesiones son históricas y distintas, como se ve por la afirmación de los tres sinópticos. Ambas redacciones reflejan, literariamente, un mismo contenido. Sin embargo, hay en ellas un desplazamiento. El relato de Lc está situado en una perspectiva jurídica más verosímil: interrogatorio con la condena. El proceso nocturno que relatan Mt-Mc no debió de ser el proceso oficial, sino una reunión previa, de urgencia y oficiosa, de un grupo más o menos numeroso de sanedritas, expectantes o convocados con urgencia, ante la imprevista prisión de Cristo, para examinar, en casa de Caifas, al reo y preparar los motivos que jurídicamente se alegarían en el proceso oficioso, en la mañana y cuando estuviesen todos convocados.
Mt-Mc, acaso por ignorar su fuente el detalle de aquel proceso preparatorio, traspasan, por un procedimiento literario conocido, el esquema de la condena tenido en la sesión de la mañana, a la sesión nocturna. Este adelantamiento del proceso matutino llevaba aneja la descripción del mismo con las líneas fundamentales de Lc, que eran las históricas. Pero su adelantar el proceso era sintetizar, en esta sesión, la condena oficial, de la cual la nocturna no era más que la preparación de la matutina; pero, en realidad, ya tan condenatoria como esta última. De ahí que por esta identidad de condenas se forme, literariamente, aunque adelantada, la nocturna con las líneas de la matutina. Por eso, una vez adelantada por Mt-Mc, les basta a éstos aludir, para el proceso histórico, a la sesión de la mañana, como justificación del traspaso jurídico de su condena al tribunal de Pilato, único que podía autorizar la ejecución de la condena a muerte 2.

Final desastroso de Judas,Luc_27:3-10 (Hec_1:18-19).
3 Viendo entonces Judas, el que le había entregado, cómo era condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y ancianos, 4 diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Dijeron ellos: ¿A nosotros qué? Viéraslo tú. 5 Y, arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, fue y se ahorcó. 6 Los príncipes de los sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron: No es lícito echarlas al tesoro, pues son precio de sangre. 7 Y resolvieron en consejo comprar con ellas el campo del Alfarero para sepultura de peregrinos. 8 Por eso aquel campo se llamó Campo de Sangre hasta el día de hoy. 9 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: Y tomaron treinta piezas de plata, el precio en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los hijos de Israel, 10 y las dieron por el campo del alfarero, como el Señor me lo había ordenado.

Solamente Mt, de los evangelistas, narra este episodio. Y lo intercala aquí, probablemente por un procedimiento de eliminación, para seguir después mejor el cursus del proceso y muerte de Cristo. La misma fórmula introductoria entonces, de usual vaga ligazón en Mt, lo indica.
Este proceso de cambio en Judas sucedió cuando Cristo fue condenado. El texto pone que se arrepintió (ìåôáìåëçèåéò), se le mudó el ánimo. No podría negarse que Judas, en un primer momento, pudiese tener un verdadero arrepentimiento, pues el verbo puede expresarlo. Pero el arrepentimiento verdadero da otros frutos. Es muy frecuente en los criminales apercibirse de su crimen después de consumado éste.
Como un primer fruto de este arrepentimiento, tomó los 30 siclos, y, yendo al templo, se dirigió a los príncipes de los sacerdotes y ancianos. Acaso se dirigió a un grupo de estos sanedritas. Este hecho de protestar la inocencia de Cristo y luego arrojar los 30 siclos sugiere fuertemente que Judas quiere deshacer la ejecución del mismo. Pero no encontró en aquéllos más que el mayor sarcasmo, echándole la culpa a él: ¿A nosotros qué? Viéraslo tú. Fórmula usual de rechazo. El contraste de esta respuesta, en que no se hace aprecio de la venta traidora que se hizo de Cristo, para repararla, resalta más fuertemente al compararlo con la legislación ideal judía, que para protección y garantía de los reos establecía la protesta o apelación hasta en el mismo camino del suplicio.
Entonces Judas, desesperado, arrojó en el pavimento del templo aquellos 30 siclos. Esto fue en el lugar donde se encontró con ellos, y como una protesta, plástica y auténtica, del contrato de la venta de Cristo.
Mt narra, en su forma sintética, que, saliendo de allí, se ahorcó. Pudo ser en aquel momento de desesperación, o días después, en un crescendo de remordimiento. En los Hechos de los Apóstoles (cf. Sab_4:19) se hace una pintura colorista y deliberadamente trágica de su muerte, para acusar así la infamia de su acción (Hec_1:18) 2.
Los príncipes de los sacerdotes hicieron recoger aquellas monedas. Pero no se podían poner en el tesoro (qorbana') del templo, donde se guardaban las ofrendas. El motivo es que eran precio de sangre. Y acordaron en consejo comprar con ellas el campo del Alfarero para sepultura de los peregrinos. Estos peregrinos son indudablemente, para los judíos, los de la diáspora, ya que para los gentiles era la autoridad romana la que tenía que ocuparse de ello.
El evangelio dice que por eso se llamó aquel campo Campo de la Sangre (haqel = campo; dema' = sangre). Parecería que lo hubiese sido por ahorcarse allí Judas. Pero en los Hechos de los Apóstoles se da otra razón: Judas adquirió un campo con el precio de su iniquidad. Lo fue, pues, por haberse comprado con el precio de la venta de Cristo, que era precio de sangre. El hecho de la compra así de este cementerio tuvo gran divulgación en las primeras comunidades cristianas. San Jerónimo, en el Onomasticon, lo sitúa en la orilla derecha del Wuadi-er-Rababy, algo encima de su confluencia con el Cedrón 3.
Con ello se ve el cumplimiento de una profecía. Los rabinos veían sentidos múltiples en la Escritura. Así, este cumplimiento está hecho en este sentido amplio.
El texto es una mixtificación de dos, uno de Jeremías (Hec_32:6-15) y otro de Zacarías (Hec_11:12-13).
De estas profecías, lo que se quiere destacar es: a) la compra de un campo (Jer); b) a un alfarero (Zac); c) se destaca el precio rumboso en que te han apreciado (Zac), que era el precio de un esclavo (Exo_22:32); d) y se precisa la coincidencia: 30 siclos de plata (Zac); e) posiblemente se puede ver también algún intento de Mt, al aludir a este pasaje de Zacarías, aunque aquí no lo dice explícitamente, el hecho de que esos siclos se los tire.
Sin embargo, ambas citas proféticas vienen puestas bajo el solo nombre del profeta Jeremías. Las explicaciones que de esto se dieron son las siguientes: a) por faltar la palabra Jeremías en algunos códices, piensan que primitivamente sólo figuraba la palabra profeta, y que el nombre sería añadido posteriormente por algún copista. Pero no explican su presencia en la masa de códices; b) Jeremías tenía el lugar principal entre los profetas; por eso, sus profecías venían al principio de los libros proféticos. Así, citar a Jeremías era citar, bajo el nombre más representativo, el grupo canónico de los profetas; c) por estar redactado a manera del procedimiento rabínico. Cuando usaban varios textos de diversos libros sagrados, los citaban bajo el autor más conocido de esos textos, que aquí es Jeremías 3.

Proceso ante Piloto,Exo_27:11-26
(Mar_15:2.-15; Luc_23:2-25; Jua_18:28-40).
11 Jesús fue presentado ante el procurador, que le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondió Jesús: Tú lo dices. 12 Pero a las acusaciones hechas por los príncipes de los sacerdotes y ancianos nada respondía. n Díjole entonces Pilato: ¿No oyes todo lo que dicen contra ti? '4 Pero El no respondía a nada, de suerte que el procurador se maravilló sobremanera. 5 Era costumbre que el procurador, con ocasión de la fiesta, diese a la muchedumbre la libertad de un preso, el que pidieran. '6 Había entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17 Estando, pues, reunidos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo? 18 Pues sabía que por envidia se lo habían entregado. 19 Mientras estaba sentado en el tribunal, envió su mujer a decirle: No te metas con ese justo, pues he padecido mucho hoy en sueños por causa de él. 20 Pero los príncipes de los sacerdotes y ancianos persuadieron a la muchedumbre que pidieran a Barrabás e hicieran perecer a Jesús. 21 Tomando la palabra el procurador, les dijo: ¿A quién de los dos queréis que os dé por libre? Ellos respondieron: A Barrabás. 22 Díjoles Pilato: Entonces, ¿qué queréis que haga con Jesús, el llamado Cristo? Todos dijeron: ¡Sea crucificado! 23 Dijo el procurador: ¿Y qué mal ha hecho? Ellos gritaron más diciendo: ¡Sea crucificado! 24 Viendo, pues, Pilato que nada conseguía, sino que el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre, diciendo: Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veréis. 25 Y todo el pueblo contestó diciendo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que le crucificaran.

Mt-Mc siguen en este proceso un relato muy paralelo; Lc da algún detalle de interés (Jua_23:2), más la escena del envío de Cristo a Antipas. Juan no sólo da detalles que matizan las narraciones sinópticas, sino que trae parte de la conversación de Cristo con Pilato sobre el sentido espiritual de su reino, la escena del Ecce Homo y la tercera escena del juicio de Pilato sobre Cristo, y sobre su filiación divina. El relato de Mt es bastante esquemático, y, como es ordinario, va a la sustancia del hecho.
Sobre el problema de la localización del pretorio se verá en Jua_18:28.
Los tribunales romanos se abrían muy de mañana: prima luce 4. Podría suponerse el comienzo de este proceso sobre las seis o siete de la mañana. Mt introduce sin más el proceso, yendo, como es su estilo, a la sustancia de los hechos, preguntándosele si es el Rey de los judíos. Esto supone el conocimiento que de esta acusación tenía Pilato, ya que el acusado tenía que haber sido presentado al procurador con una notificación oral o escrita de su acusación s. Mt pone la respuesta afirmativa de Cristo: Tú lo dices. La fórmula no era ordinaria, pero su uso revestía solemnidad 6. Jn destacará bien el sentido teológico de esta interrogación de Pilato y la precisión de la respuesta de Cristo 7.
Pero hubo otras acusaciones de los príncipes de los sacerdotes y ancianos. En Lc, estas acusaciones eran todas convergentes en llevar la acusación al terreno político de su realeza, lo que era una competición contra Roma. Cristo no se presentaba como un zelote exigiendo la libertad política, sino corno el mismo Rey Mesías profetizado.
A la pasión de estas acusaciones, Cristo no respondió nada. Era el silencio de la inocencia y de la dignidad ante la pasión y la falsedad. Pilato mismo, que le invitó a defenderse, se maravilló ante aquel silencio. No sería improbable que en el evangelio de Mt, con tantas conexiones mesiánicas con el A.T., se quiera resaltar en este silencio el cumplimiento del silencio, una vez más, del Siervo de Yahvé (Isa_53:7)8.
Este relato tan esquemático de Mt está suponiendo el más explícito de Lc, a cuyo momento, y tras la inquisición de la acusación y sus motivos, se reconoce al instante la inocencia de Cristo. No es una realeza temporal a la que aspira, como lo demuestra su enseñanza y el ser su conducta social tan distinta de los agitadores políticos y pseudomesías que por entonces aparecían.
Pero dar una negativa rotunda a la petición del sanedrín y con el pueblo delante, excitado y fanatizado en los días pascuales, era de temer una revuelta.
Lc cuenta la salida de Pilato, remitiendo, hábilmente, el proceso a Antipas, a cuya jurisdicción pertenecía Cristo, aunque en lo judío caía bajo la jurisdicción del Gran Sanedrín, ya que Roma solía respetar su administración y leyes. Cf. Comentario a Luc_23:6-12.
Ceso de Antipas, a cuya jurisdicción pertenecía Cristo, aunque en lo judío caía bajo la jurisdicción del gran Sanedrín, ya que Roma solía respetar su administración y leyes. Se estudia en Luc_23:6-12.
Fracasándole esta salida de remitir Cristo a Herodes, hizo conocer a los príncipes de los sacerdotes y al pueblo, reforzado por el juicio de Antipas, la inocencia de Cristo. Pero, temiendo revueltas y queriendo complacer a los judíos y salvar a Cristo, y acaso para no ceder ante la imposición judía, anuncia que lo corregirá, que era la flagelación (Jn-Lc), y que luego lo soltará.
Psicológicamente se ve a Pilato con el pleito perdido por torpeza. Entró en diálogo con el pueblo, y las exigencias de éste, bien adoctrinado por sus jefes religiosos, y las exigencias de ellos, están ya respaldadas por el temor de la revuelta. Y en vista del fracaso de la flagelación y la escena de burla que relata Jn, apela a otro expediente: soltarles a un preso famoso, pero planteándoles el dilema de él o Cristo.
Existía entre los judíos la costumbre de liberar a un encarcelado por la fiesta, que era la Pascua (Jua_18:39). Esta costumbre acaso estaba establecida en memoria de la liberación de Egipto. Roma la respetó, como respetaba tantos usos de sus pueblos sometidos. En un papiro greco-egipcio, aproximadamente del año 88-89 después de Cristo, se lee que el prefecto de Egipto C. Séptimo Vegeto recibe la petición que le hace una parte litigante contra un tal Phibion; y, reconociendo el prefecto que es digno de la flagelación, dice que lo perdona en gracia al pueblo (÷áñßæïìáé ôïéò ï÷ëïÔò)9.
Apelando a esta costumbre, Pilato quiere utilizarla como un expediente de liberación de Cristo y de su misma humillación ante aquellas exigencias, lo que está en pleno acuerdo con lo que se sabe de él por los datos de Josefo y Filón. Máxime conociendo que se lo habían entregado por envidia (Mt-Mc).
Les propone el dilema de soltarles a Cristo o Barrabás. En aquella época, las turbulencias sociales se sucedían fácilmente I0. Barrabás era ladrón (Jn), había sido encarcelado por cierta sedición que hubo en la ciudad, y en la que había tomado parte en un homicidio (Mc). Además, debió de ser un cabecilla temible, pues era un preso famoso (Mt).
No obstante este dilema, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la muchedumbre que pidiesen a Barrabás. Se comprende fácilmente este cambio en la psicología de la multitud. Eran sus dirigentes religiosos los que ejercían sobre' todo los fariseos un influjo totalmente fanático sobre las gentes. El gran profeta, el Mesías, por ellos deformadamente presentado, estaba preso por orden de sus dirigentes religiosos, y, no bastando esto, ahora les exigían pedir su muerte. Es lo que tumultuosamente van a hacer, como se ve en el relato de los evangelios.
Pero, en este intervalo de indecisiones, Mateo es el único que cuenta la escena del aviso que la mujer de Pilato le envía al tribunal, para que no se comprometa con la condena de ese justo, pues ha padecido mucho en sueños esta noche a causa de él.
Los sueños tenían en la antigüedad importancia y superstición. Sobre todo para un romano, pesaba el sueño de Calpurnia, la mujer de Cesar, que, por haberlo soñado la víspera de su muerte bañado en sangre, no quería dejarlo salir de casa n. No hace falta pensar en una gracia sobrenatural que se enviase así a Pilato, que estaba proclamando la inocencia de Cristo. Pues la hora de la redención estaba a punto. Todo se puede explicar bien naturalmente. La mujer del procurador de Roma había oído hablar de Cristo, de sus milagros, y probabilísimamente aquella noche los servicios secretos de Pilato debían haber traído sus informes sobre Cristo y sobre lo que contra El se tramaba. Mujer sensible y justa hasta se la quiere hacer prosélita del judaísmo 12 , manifiesta en aquella hora trágica su sentir sobre aquel justo, para evitar a su marido aquella condena.
Ciertamente un magistrado no podía atenerse en la administración de la justicia a sueños de mujeres. En todo caso, una coincidencia providencial no es para hacerle decidir, pero sí para hacerle pensar. La tradición la llama Claudia Prócula 13.
Se ha querido dudar de la historicidad de este dato de Mt; acaso podría pertenecer a una tradición tardía. Además, se dice, la mujer que intercede ante su marido por un prisionero pertenece al folklore, y se encuentra entre los rabinos de Babilonia 13. Los detalles históricos que Mateo él solo trae no están absolutamente garantizados, y acaso se trate de una tradición tardía. Y se pudo introducir en el relato de Mt por algún influjo extranjero (Benoit, o.c., p.161). Para otros, en cambio, no es inverosímil (Bonnard, o.c., p.397), pues se sabe su presencia allí; contra la prohibición de Tiberio, los procuradores llevaron a sus mujeres, pero había caído en desuso; lo mismo que se sabe por Josefo la intervención de las mujeres en la política local e imperial de entonces 14.
El diálogo, o la táctica inhábil de Pilato con el pueblo, amaestrado astutamente allí por sus dirigentes, condujo a la catástrofe de su claudicación. El peligro a perturbaciones sociales, en la sobreexcitación pascual, le hizo temer. Sobre todo, el peligro de delaciones a Roma, donde ya tenía otras que le valieron el aviso de su corrección; delación que sería ahora de no velar por la autoridad de Roma ante un competidor rey. Y esto Tiberio lo castigaba atrocísima 14.
Por eso Pilato, viendo que el tumulto crecía cada vez más, da la demencia de crucifixión de Cristo. Pero antes protestó su inocencia, lavándose en público sus manos.
El uso de lavarse las manos para protestar inocencia es conocido tanto de los greco-romanos 15 como de los judíos 16.
Pero a este gesto y a esta protesta hubo una respuesta terrible: que cayese su sangre sobre ellos y sobre sus hijos. Acaso primero lo dijeron los sanedritas, y luego el pueblo se le unió con la fórmula usual: Amén. Sobre su significado en la literatura rabínica se ha escrito: Estas palabras significaban que la responsabilidad y la falla vienen a nosotros y a nuestros hijos. Ejemplo: si alguno bebe, lleva su sangre sobre su cabeza (es decir, la responsabilidad de su falta). 17 Sin embargo, en los judíos que lo pronuncian era, para ellos, una prueba de su inocencia y de la culpabilidad de Cristo.
A Mlg, escribiendo para judeo-cristianos, le interesaba resaltar con la expresión rotunda todo el pueblo, cuando allí de hecho sólo debería haber una multitud, una responsabilidad moral amplia, por vinculación con el sanedrín, de Israel.
Hecho lo cual, Pilato dio la sentencia de muerte. Esta había de darse sentado en la silla curul puesta sobre el bema o estrado. La fórmula posiblemente fue el Ibis ad crucem: Irás a la cruz, u otra semejante. Y soltó a Barrabás.

Flagelación y escena de burla, 27:27-31 (Mar_15:15; Mar_16:1-20; Luc_23:32; Jua_19:1-3).
27 Entonces los soldados del procurador, tomando a Jesús, lo condujeron al pretorio ante toda la cohorte, 28 y, despojándole de sus vestiduras, le echaron encima una capa de púrpura roja, 29 y, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en la mano una caña; y doblando ante El la rodilla, se burlaban diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30 Y, escupiéndole, tomaban la caña y le herían con ella en la cabeza. 3 Después de haberse divertido con El, le quitaron la capa, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.

Excepto Lc, los otros tres evangelistas traen estas dos escenas distintas.
1) Flagelación. La flagelación judía se daba a los reos con un fuste que tenía aladas correas, y no se podían dar más de 40 azotes; de hecho, por prevención para no traspasar la Ley, no se pasaba de los 39. Pero la flagelación de Cristo es aplicada por la autoridad romana y cambia su valoración.
Esta se daba con el flagellum, que podía revestir dos formas. El simple flagellum era un fuste que tenía unidas una o varias correas (loris). Pero frecuentemente, con los esclavos y en los casos más graves, se usaba el flagellum en su forma de flagrum. Este tenía dos tipos: 1) Scorpiones, que era un fuste con correas al que se unían en sus extremidades trozos de hueso o puntas; y 2)plumbata, que era un fuste con correas o cadenas, que tenía adheridas a las correas trozos de hueso, y que terminaban en pequeñas bolas de plomo.
Para flagelar se desnudaba al reo en su mayor parte 18. Se le ataba fuertemente a una columna 19. Solían azotar al reo dos, cuatro o seis verdugos 20. La jurisprudencia romana no señalaba número de golpes; quedaba a discreción del juez que lo determinase. Los golpes no sólo caían en las espaldas, sino que habrían de caer en otras partes del cuerpo, incluso por abuso de los jueces o sayones, como se citan casos.
Los efectos que producía este tormento los describen los historiadores romanos con los calificativos siguientes:
El flagellum: cederé (herir), secare (cortar), scindere (desgarrar).
Y flagrum: rumpere (romper), pinsere (machacar),forare (agujerear), fodere (excavar).
Josefo cuenta que él mismo mandó azotar a un enemigo, en Tariquea, hasta que se le vieron los huesos. De esta flagelación hasta la denudación de los huesos se conocen documentalmente más datos extrabíblicos 2l.
Se sabe que el atormentado quedaba frecuentemente tendido en tierra, sin sentido y bañado en sangre, o retorciéndose por el dolor, y, no raramente, muriendo allí mismo 22.
La flagelación de Cristo fue dentro del pretorio (Jua_19:1), y hecha por los milites del procurador (Mat_27:26-27; Mar_15:15; Jua_19:1-2) 23. No se sabe el número de azotes recibidos. Las cifras clisé de 5.000 y más azotes de ciertas revelaciones privadas están al margen de lo científico 24.
¿Cuándo fue la flagelación de Cristo? Mt-Mc dicen que a Cristo, después de haberlo hecho flagelar, se lo entregó para que lo crucificaran. Luego incrustan la escena de burlas, y terminada ésta, dicen, sin más, que lo condujeron a crucificar. Lc omite la escena de burlas, y sólo presenta a Pilato dos veces anunciando ante el pueblo que lo corregirá (= flagelará), y que después lo soltará. Pero después de soltar a Barrabás, Lc, sin mentar ya la flagelación, dice que a Cristo lo entregó a la voluntad de ellos, para crucificar. Jn, después de decir que soltó a Barrabás, añade que a él lo mandó azotar. Y luego narra la escena de burlas, el Ecce Homo, más interrogatorios, y así lo entrega para crucificar. Pero un hombre así acabado de flagelar, ¿podía estar en condiciones para todo lo que se dice en estos relatos?
Por eso, teniendo en cuenta todo esto y los procedimientos redaccionales, las dos flagelaciones prometidas por Pilato en Lc, como tales, no tuvieron lugar. Por el procedimiento de cierre literario o eliminación, Mt-Mc y Jn ponen el hecho de la flagelación, pero incrustando luego las otras escenas. Por eso, la flagelación no fue más que una, y fue la que precedió a la Vía dolorosa, después de haberse dado la condena, que era lo jurídico.
Si no, habría que suponer dos flagelaciones, una a título independiente, para liberarlo (Jn-Lc); o que Mt-Mc juntaron la independiente con la jurídica, que era después de la condena y antes de la crucifixión; o ¿se podría suponer que después de la primera flagelación la independiente se suprimió la segunda la jurídica , dándose, antijurídicamente, por válida la primera? Dos flagelaciones no son admisibles ni humanamente porque no se resisten , ni jurídicamente ante la legislación romana 24.
2) Escena de burla por los soldados. Lucas omite esto, probablemente por pensar que fue hecho por tropas romanas o auxiliares de ellas.
La escena tiene lugar dentro del pretorio (Mt v.27; Jua_19:4). Para ello se convoca a toda la cohorte. La palabra cohorte (óðåßñá) no hay que urgiría; sobre esta época constaba de 500 soldados. Pero también se llamaba con este nombre al manípulo, de unos 170 2S. Se trata posiblemente de los soldados que suben de escolta con Pilato, sobre todo si el pretorio estaba en el palacio de Herodes. Está en la naturaleza de las cosas que se trata de una brutal bufonada, por la que se convoca a todos los soldados disponibles y a mano en aquella hora. No es una orden militar. Es el odio y escarnio feroz de los soldados romanos contra un judío, al que oyeron que le acusaban de ser el Rey de los judíos.
Para ello le despojaron de sus vestidos. Esta es la túnica o manto, pues luego va a salir así presentado por Pilato al pueblo, y es increíble que lo llevase en una casi desnudez, aunque luego le pongan encima la capa.
Encima le ponen una capa roja (Mt). Era ésta un manto basto de lana, teñida de rojo, y que los soldados usaban sobre la armadura. Después de esto, seguramente lo sentaron en un trono o piedra algo elevada para simular el trono real.
Y, ya sentado, le tejieron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. Era otro signo de la dignidad real. Debió de ser del tipo de espinas llamadas en hebreo sirah, frecuentísimas en Jerusalén y almacenadas y usadas por las gentes de la ciudad para el fuego doméstico 26. Pero no ha de suponerse una corona esmeradamente tejida, que ni les interesaba ni les era fácil hacer. Fue seguramente tomar un zarzal de espinas y formar un casquete que pusieron sobre su cabeza, acabando de darle forma al encajarla sobre ella 27. Para continuar el escarnio, le pusieron una caña en la mano derecha (Mt). Precisamente los profetas comparan la inconsistencia del cetro real de Egipto a un bastón de caña.
Y cuando ya lo tenían así entronizado, se arrodillaban grotescamente ante El. Mc lo precisa mejor: Se arrodillaban y lo adoraban. Era la proskynesis, señal de reverencia y adoración a los emperadores. Probablemente fue hecha conforme a la forma romana. Generalmente se hacía con una leve inclinación de cuerpo hacia adelante, con las piernas medio dobladas, mientras que con la mano derecha se tocaba el objeto reverenciado; también había la forma de elevar la mano izquierda hacia la boca, besándola y agitándola hacia el objeto que se quería reverenciar 28. Esto explica bien la transformación del rito en bofetadas. Y mientras hacían esto, lo saludaban burlescamente con el Salve (÷áßñå), Rey de los judíos. Es un remedo de la ceremonia militar del saludo al emperador: Ave, Caesar Auguste. 29
Y tomando la caña, que le pusieron por cetro, le golpearon la cabeza. No era cetro de gobierno, sino de burla. Uniéndose a la injuria moral el dolor físico, al hacer más hirientes las espinas de la cabeza.
Y le escupieron. Seguramente fue en el rostro. Aparte de todo lo que tiene de soez y repugnancia física, era considerado por la ley judía como injuria gravísima 30.
No se dice el tiempo empleado en esta escena brutal. Mt corta la escena, deliberadamente separada de lo anterior, diciendo, sin más, que, después de haberse divertido con El, le quitaron la clámide, y le pusieron sus vestidos, y lo llevaron a crucificar. Este ponerle sus vestidos, hace ver que le tuvieron que quitar aquel caparazón de espinas, por lo que es seguro, aparte de ser una burla improvisada y una irregularidad jurídica, que no se la volvieron a poner 31.
La escena complementaria de este relato es la de Jn en su evangelio (Jua_19:1-12).
También se propone otra solución. Separadas las escenas, literariamente contiguas, de la flagelación y la escena de burlas, ésta se empalmaría, complementándose, por los soldados de Pilato, con Cristo que viene, vestido burlescamente, de la escena que Lc relata de Antipas. Sobre la relación sobre este tema Mt-Lc, se verá en el Comentario a Luc_23:7-11.

Vía Doloroso y crucifixión,Luc_27:32-44
(Mar_15:21-32; Luc_23:26-43; Jua_19:16-24).
32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón, al cual requisaron para que llevase la cruz. 33 Llegando al sitio llamado Gol gota, que quiere decir lugar de la calavera, 34 diéronle a beber vino mezclado con hiél; mas, en cuanto lo gustó, no quiso beberlo. 35 Así que lo crucificaron, se dividieron sus vestidos, echándolos a suertes, 36 y, sentados, hacían la guardia allí. 3? Sobre su cabeza pusieron escrita su causa: Este es Jesús, el Rey de los judíos. 38 Entonces fueron crucificados con El dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 Los que pasaban lo injuriaban moviendo la cabeza 40 y diciendo: Tú, que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de esa cruz. 41 E igualmente los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y ancianos, se burlaban y decían: 42 Salvó a otros, y a sí mismo no puede salvarse. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en El. 43 Ha puesto su confianza en Dios; que El lo libre ahora, si es que lo quiere, puesto que ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44 Asimismo, los bandidos que con El estaban crucificados lo ultrajaban.

El condenado a muerte de cruz cruciarius debía llevar la cruz al lugar del suplicio.
La cruz constaba de dos travesanos: uno vertical, llamado supes o palus, y otro horizontal, llamado patibulum. Generalmente, el reo sólo llevaba el patibulum; el stipes estaba ordinariamente empotrado en el suelo, en el lugar del suplicio. Plauto escribe en Carbonaria 2: Patibulum ferat per urbem. 32
El patibulum lo llevaba el reo simplemente sobre un hombro o haciéndoselo pasar por detrás del cuello y atándole a él las manos 33.
Iba encuadrado entre cuatro milites al mando de un centurión, cuya misión era llevarlo al lugar del suplicio y custodiarlo hasta la muerte 34.
El cruciarius debía llevar una tablilla titulus en la que iba escrita la causa de su muerte. Unas veces la llevaba delante de él en una pancarta, otras la llevaba colgada del cuello o de una mano 35. Esta tablilla, en ocasiones, se la blanqueaba para destacar más los caracteres. Este titulus, resumen del proceso, que luego debía ser colocado en la cruz, según las reglas en vigor en la época imperial, debía ser redactado por escrito y después leído en alta voz. Eran considerados nulos los juicios proclamados sin ser escritos. 36
También solía ir delante un heraldo proclamando los motivos de la condena 37. Al cruciarius se lo llevaba por los lugares más transitados, para ejemplaridad de la pena 38. Generalmente se solía crucificar, incluso en Roma, fuera de la ciudad 39. Y frecuentemente los sayones los azotaban por el camino 40.
Estos datos de la historia extrabíblica permiten valorar el relato evangélico. Mt sólo da algunos detalles de este caminar por la Vía Dolorosa.
Al salir va a tener el encuentro con el Cireneo. Esta salida no se refiere al pretorio, pues supone que Cristo ya ha caminado, y no resiste físicamente con el peso de la cruz. Es al salir de la ciudad amurallada, hacia el campo, camino del Calvario.
Allí encontraron a un hombre de Cirene; se llamaba Simón, y era padre de Alejandro y Rufo (Mc). La colonia cirenaica en Jerusalén era numerosa, pues tenían una sinagoga propia (Hec_6:9). A la hora de este encuentro venía del campo (Mc). El centurión se dirigió a él y lo requisó para que llevase la cruz de Cristo. La voz usada es de origen persa (Üããïöåýù) y, lo mismo que su contenido, había pasado al uso de Roma. La autoridad podía requisar a alguien para que prestase un servicio público 4I.
Al ver el centurión encargado de la custodia el agotamiento de Cristo, temiendo que no pudiese cumplir su condena por desfallecimiento, requisó a Simón de Cirene, pensando que se trataba de un servicio público, para que llevase la cruz de Cristo.
Se ha querido valuar el peso de ésta. A título normativo se han dado estas cifras verosímiles:
Stipes: largo, 4 ó 4:50 m.; patibulum: largo, 2:30 ó 2:60 m.
Peso total: 100 kilos. De donde el peso del patibulum podría ser una tercera parte, sobre unos 33 kilos 42.
Y Simón de Cirene cargó él solo con la cruz, seguramente sólo el patibulum, yendo detrás de Cristo (Lc).
Posiblemente, según costumbre, después de llevarlo con rodeos, para ejemplaridad, llegaron al Calvario. La topografía de este lugar es segura 43.
Su nombre, que Mt traduce para sus lectores, corresponde al latino de Calva o Calvaría, y éste corresponde al hebreo gulgoléth, lo mismo que al aramaico gulgoltha', de la raíz galal, circular, rodar, de donde cosa redonda, redondeada, craneal. Su nombre se debe a la prominencia de la colina, que, dentro del terreno en que estaba enclavada, le daba este aspecto craneal. Son innumerables los lugares que en Oriente, por su prominencia geográfica, se llaman er-rash, la cabeza 44.
Mt no describe detalles de la crucifixión. Sólo destaca que le dieron entonces a beber vino mezclado con hiél. La palabra hiel que usa, o tiene un sentido genérico de cosa amarga, redactado así por influjo del Sal_69:22, o el traductor habrá vertido la palabra mora', mirra, que estaría en el original aramaico, por la más usual y fonéticamente semejante de merorah o mererah, hiél 45. Es el vino mirrado que pone Mc.
A los condenados a muerte se les ofrecía vino mezclado con fuerte cantidad de mirra, por creérselo narcotizante. En Jerusalén procuraban este brebaje a los ajusticiados las familias principales, y en su defecto era la comunidad la que se encargaba de procurarlo 46.
Pero Cristo, en cuanto lo gustó, no quiso beberlo. Tenía que beber el cáliz de la redención sin perder una gota de dolor. Esta escena tiene lugar antes de comenzar a clavarlo.
La forma de la cruz solía ser de dos tipos: la cruz immissa o capitata, que era cuando, al cruzarse el patibulum con el stipes, éste sobresalía algún tanto; o la cruz commisa o patibulata, que era cuando no sobresalía este exceso, rematando la parte superior el patibulum.
Las cruces solían tener una especie de clavija o pequeño travesano a la altura del torso, sobre el cual se ponía a horcajadas al reo, descargando sobre él su peso. Se lo llamaba cornu o sedile. 47
La crucifixión con clavos era más rara que el atarlos, si se juzga por las referencias conservadas 48. Pero también, en ocasiones, además de clavarlos, se los ataba 49.
Lo que no existió en la antigüedad es el suppedaneum que se pone bajo los pies de Cristo, pues no tendría razón que lo justificase, y es en el siglo VI cuando se hace la primera mención de él 50.
De los datos evangélicos se deduce, o que la cruz de Cristo fue la immissa, o que de hecho vino a cobrar este aspecto al ponerse sobre ella el titulus; y que fue sujeto con clavos, pues como tal muestra sus heridas en la resurrección (Luc_24:39-40; Jua_20:20).
También su cruz debió de tener una altura mayor de lo ordinario, ya que el soldado, para darle a beber, pone la esponja en una jabalina. Las cruces eran bajas; los ajusticiados casi solían tocar el suelo 51. Se buscaba que no sólo las aves, sino los perros y chacales pudiesen devorarlos.
Una vez que le crucificaron, sortearon sus vestidos. Estos debían de ser: manto, cinto, sandalias y acaso una especie de turbante o kuffí, con que se cubrían la cabeza. Pues la túnica inconsútil la sortean aparte 52. El emperador Adriano reglamentó el derecho de los despojos de los condenados a muerte, refiriéndose explícitamente al vestido 53.
Luego se sentaron para hacer la custodia hasta su muerte, ya que era una de las finalidades del tetrádion 54. Pues en ocasiones los descolgaban, viniendo algunos a vivir, por no interesarse partes vitales 55.
Sobre su cabeza, es decir, sobre la cruz (Jn), pusieron el titulus con el motivo de la condena, según costumbre 56. Este titulus debía ser conservado por escrito y leído luego en voz alta. Se buscaba que la sentencia no pudiese ser arbitrariamente modificada, siendo además remitida por instrumento a la provincia; es decir, se supone el juicio dado por el procónsul en su capital 57. Este titulus que está sobre la cruz y trajo el reo, es un simple extracto del motivo fundamental de la condena. Por eso se dirá que había sido escrito (dictado) por Pilato (Jua_19:19). En los cuatro evangelistas, con pequeñas variantes refacciónales, es el mismo. Jn notará que estaba escrito en latín, griego y hebreo (arameo). Esto hace ver el desfile de gente que se esperaba. En las cercanías de Roma existen lápidas sepulcrales judías escritas en estas tres lenguas 58. Pilato, que condena a Cristo por temor a delaciones de un competidor de Roma, utiliza la misma acusación y motivo de la condena para burlarse de los judíos al crucificar a su Rey. Lo crucifica con dos ladrones. Los llevaron por la Vía Dolorosa a crucificar con El (Lc), y los pusieron uno a cada lado; y El en medio, resaltará Juan. Eran malhechores (Lc), y Mt-Mc los presentan como salteadores. Era aquella época turbulenta de agitaciones sociales y bandidaje, como Josefo refleja en sus escritos 59.
La ley judía prohibía ejecutar a dos personas el mismo día 60, pero la ejecución era romana, donde las ejecuciones múltiples eran ordinarias en el mismo Oriente 61.
Y en Pilato aquella triple crucifixión pudo ser razón de comodidad, pero más parece que de sarcasmo para crucificar a
Cristo como Rey de los judíos, conforme a la tablilla que él dictó, en medio de dos ladrones; lo que corresponde al carácter de Pilato.
Mt resalta luego no sólo el desfile del pueblo ante Cristo crucificado, sino que pone una triple clase de injurias que se le dirigían: por los que pasaban, moviendo su cabeza, gran desprecio oriental (Job_16:4; Isa_37:22, etc.); por los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y ancianos, que acaso formaban grupos ostentosos, hablando en voz alta para que se los oyese bien (Mc), si no es que algunos le dirigían abiertamente los insultos como saetas envenenadas; y también los bandidos, aunque éste era uno solo 62; y Lc añade también una cuarta categoría: los soldados.
La injuria era eco de la confesión ante el sanedrín la noche anterior; prueba de la rapidez con que la divulgaron. Era la errónea acusación hecha, que no valió para la condena, de destruir y reedificar el templo, y el proclamarse Hijo de Dios. Si podía lo primero, que se salvase ahora del tormento de la cruz. Y si era Hijo de Dios, Dios le ha de librar de sus enemigos, según se leía, en un sentido sapiencial, en el libro de la Sabiduría (Isa_2:18).
Pero era la hora de la redención, y por eso no podía bajar de la cruz.

La Muerte de Cristo,Isa_27:45-56 (Mar_15:37-41; Luc_23:44-49; Jua_19:28-30).
45 Desde la hora de sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de nona. 46 Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: Eli, Eli lema sabachtaní! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que allí estaban, oyéndolo, decían: A Elías llama éste, 48 Luego, corriendo, uno de ellos tomó una esponja, la empapó en vinagre, la fijó en una caña y se la dio a beber. 49 Otros decían: Deja, veamos si viene Elías a salvarlo. 50 Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 51 La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, 52 la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos, que habían muerto, resucitaron, 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de El, vinieron a la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. 54 El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera y se decían: Verdaderamente, éste era Hijo de Dios. 55 Había allí, mirándolo desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle; 56 entre ellas María Magdalena y María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos del Zebedeo.

Los tres sinópticos destacan estas tinieblas que se extendieron sobre toda la tierra desde la hora de sexta (mediodía) hasta la hora de nona (tres de la tarde).
Los judíos dividían, en el uso vulgar, el día en cuatro partes, cuya divisoria era la hora de sexta (mediodía), siendo las otras horas prima y tercia, desde el amanecer hasta las nueve y desde esta hora hasta el mediodía. Pero todo ello valorado con el sentido empírico de anchura y aproximación según las estaciones. Estas tinieblas están presentes precisamente el tiempo que Cristo está en la cruz. La expresión toda la tierra es una hipérbole; se refiere seguramente al horizonte que se divisaba desde el Calvario, o, a lo más, a Palestina.
Sin embargo, Mt, cuando hace uso de la palabra tierra (Jua_5:18; Jua_6:10; Jua_9:6; i 1:25; etc.), se refiere a la tierra en general; y, cuando habla de un país particular, acompaña la palabra tierra de un determinativo (Mat_2:6.20; Mat_10:15; Mat_9:26). No obstante, la excepción cabe, acaso por el redactor.
Las tinieblas aparecen en los profetas como signo de la venganza divina (Amo_8:9; Joe_2:10-31, etc.). Significaban aquí la protesta divina por el deicidio que comete Israel. Algunos autores han negado realidad histórica a este hecho. Tendría un valor simbólico. El cielo es siempre sombra para el alma desolada (Loisy). Sin embargo, los evangelistas presentan el hecho con una precisión cronológica que no tiene en los profetas. Y en Jerusalén, por esta época, se da el fenómeno de los sirocos negros, que es un cierto oscurecimiento de la atmósfera por efecto de la gran cantidad de arena y polvo mezclado con la misma. Se puede suponer que aquel fenómeno tuvo aquel día una intensidad milagrosa. 63
Las descripciones de los evangelistas no tratan de precisar la naturaleza del fenómeno; hablan según las apariencias sensibles. En todo caso, no pudo ser por efecto de un eclipse, ya que éste no puede darse durante el plenilunio, como era aquel 15 del mes de Nisán, a punto de empezar.
Hacia la hora de nona (tres de la tarde), Cristo, dando una gran voz, dijo en arameo lo que Mtg traduce: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Estas palabras con que Cristo pronuncia su cuarta palabra, momentos antes de su muerte, como se ve por el cotejo con las demás palabras, están tomadas del Sal_22:2, mesiánico. Pero como en el segundo hemistiquio del mismo se dice: Lejos de mi salud las palabras de mis pecados (texto latino), viéndose que esto no se podía decir literalmente de Cristo, se vino a querer solucionarlo con diversas explicaciones simbolistas 64. Pero ello está fundado en un error en la versión. El texto hebreo pone: Lejos de mi salud (Dios) las palabras de mi rugido, o clamor. Fue una confusión de traducir la palabra sha'ag, clamor, por shagah, pecado.
El sentido es semejante al dolor de Getsemaní: Dios mío, ¿por qué me has abandonado (shabaq) a estos tormentos? Era la naturaleza humana de Cristo (voluntas ut natura) que dejaba expresar la terrible angustia que sentía 65. ¿Acaso Cristo recitaba todo o parte de aquel salmo de su Pasión? Al conectar con él, la profecía se cumplía.
Al oír estas palabras de Eli, Eli., algunos de los que allí estaban pensaron que llamaba a Elías el profeta, que, según la concepción judía, presentaría al Mesías a Israel, y aquí piensan que es, sin duda, para salvarlo (v.49) 66 y presentarlo.
Posiblemente esto se refiera a alguno de los espectadores judíos, que se lo explican a los milites de la custodia, y entonces uno de ellos, que por el contexto está junto a El, cosa que sólo podían hacer los soldados de la custodia, y que usa jabalina (Jn) 6? tomó una esponja que seguramente llevaban para lavarse de la sangre que les saltase de las crucificaciones , la amarró a una caña, la empapó en vinagre, que era la usual poska 68, agua refrescante mezclada con vinagre, y a veces con otros ingredientes, y que usaban las tropas de la custodia, y se la dio a beber (Sal_69:22). Pero Cristo, al percibir aquel refresco, renunció a él (Jn), y, dando de nuevo un gran grito, expiró.
Este tipo de gritos en agonizantes es conocido. Pero, como los cuatro evangelistas no usan para expresar la muerte de Cristo la palabra morir, que la usan en otros casos, parecería que quieren acusar la libertad de su muerte. No sería improbable, pues, que a la hora de la composición de los evangelios, bien penetrados de lo que era Cristo, hayan querido acusar esta libertad con esas expresiones. Así Jn dice que, inclinando la cabeza, depuso el espíritu, cuando lo más natural sería decir que, a causa de morir, por inercia, inclinó su cabeza. Mt dice que entregó (ÜöÞ÷åí) el espíritu.
Mt es el evangelista que presenta un cuadro bien estructurado de fenómenos que tienen lugar a la muerte de Cristo, proclamando su grandeza.
1) Se rasga el velo del templo. Lc lo narra antes de la muerte; Mt-Mc, después. El templo tenía dos riquísimos velos en artístico tejido de Babilonia. Uno separaba el atrio de los sacerdotes del Sancta, llamado Masak, y otro que separaba el Sancta del Sancta sanctorum, llamado Paroketh 69. Los evangelios no dicen a cuál se refieren. Se pensaría, conjeturablemente, que al interior, para indicar que lo santo quedaba abierto a toda mirada, hecho profano.
Otros piensan, en cambio, en el exterior, que era el que podía ser visto por más personas. No obstante, el significado es el mismo 70. El desgarramiento del velo no pudo ser debido al terremoto que se cita, ya que esto supondría haberse caído el cuadro de piedra en que estaba enmarcado, y hubiese tenido un mayor reflejo histórico-simbólico en la tradición. Desde los primeros siglos consta que el desgarramiento del velo es considerado como un hecho real. 71
2) El temblor de tierra. Sólo lo narra Mt. Son conocidos diversos temblores de tierra en Judea en la antigüedad. Los temblores de tierra son otro de los elementos con los que en el A.T. se muestra la grandeza de Dios. Con temblor de tierra pintan los profetas el gran día de Yahvé. Es elemento frecuente en las teofanías. Conforme a su uso en los profetas, el sentido de este temblor de tierra, sincronizado con su muerte, manifiesta la ira divina por el crimen de Israel. San Cirilo Jerosolimitano señalaba ya una gran hendidura en la roca del Calvario, que aún se conserva, como efecto decía de este terremoto 72.
3) Resurrección de muertos. También esto es relatado solamente por Mt. Pone esta resurrección con motivo de la muerte de Cristo, dejándoles paso franco al abrirse los monumentos; pero es un adelantamiento, pues añade que después de la resurrección de El (Cristo) vinieron a la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. En la perspectiva real de Mt, la resurrección de estos muertos tiene lugar en la resurrección de Cristo, pero se narra con ocasión de abrirse los sepulcros. Los problemas que este hecho plantea son muchos y graves. Pero su sentido doctrinal es claro: Su interpretación es difícil, y por esto objeto de varias opiniones. Lo indudable es que esa resurrección, cualquiera y como quiera que sea, es señal de la victoria de Jesús sobre la muerte. 73
¿Son absolutamente históricos estos hechos lo mismo que el oscurecimiento? En absoluto podrían serlo. La duda que puede surgir es que son hechos, sobre todo alguno, que son conocidos como un género literario. ¿Podrá haberse usado aquí? En el Talmud palestinense se lee, v.gr.: Cuando murió Rabí Acha, las estrellas se hicieron visibles en pleno mediodía. Cuando murió R. Hanina, el mar de Tiberíades se hundió. Cuando murió R. Ishaq, setenta umbrales de casas se rompieron en Galilea. Cuando murió R. Shemuel, los cedros se salieron de cuajo en Israel, etc. 73
4) El testimonio del centurión. Lo relatan los tres sinópticos. Este centurión era el que tenía la responsabilidad militar de la custodia y muerte de Cristo. Pero junto con él van a prorrumpir en esta glorificación (Lc) los que con él guardaban a Jesús, que son el tetrádion, y acaso los otros soldados que guardaban a los ladrones crucificados. El motivo es que, al ver el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera, y decían. Esto que vieron era la majestad y perdón de Cristo, sus siete palabras, la rapidez de su muerte, su gran voz en la agonía y las tinieblas sobre el Calvario. Pero las palabras son transmitidas diversamente por Mt-Mc y Lc.
El centurión en Mt-Mc y los soldados decían: Verdaderamente éste era Hijo de Dios, mientras que en Lc lo proclaman: Era justo (äß'÷áéïò).
Las interpretaciones pueden ser varias. Le podía, para gentiles, destacar la inocencia ante la condena judía. Las palabras del centurión y los suyos pueden referirse a la acusación del Sanedrín y de los que venían a insultarlo al Calvario, diciéndole que se había hecho Hijo de Dios, reconociendo ellos que era verdad lo que los sanedritas y el populacho decían que era mentira, pues lo probaban los hechos; o también, si eran tropas no judías, que pensasen, sugerido por lo que oyeron, que se tratase, al modo de su mitología, del hijo de algún dios. Pero también cabe que la lectura primitiva sea la de Lc, y que Mt-Mc, a la hora de la composición de sus evangelios, pongan en boca del centurión una mayor plenitud de contenido, al hacerlo confesar la divinidad de Cristo 74.
En una nota breve dice Mt que había allí, pero mirándolo desde lejos, muchas mujeres que lo habían seguido en sus correrías apostólicas para servirle, con ayuda de sus bienes (Luc_8:3). Varias de ellas habían sido curadas por Cristo (Luc_8:2). Este proceder era normal en Oriente 75. Entre ellas cita explícitamente a algunas.

Sepultura de Cristo,Luc_27:57-66 (Mar_15:42-47; Luc_23:50-56; Jua_19:31-42).
57 Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. 58 Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato entonces ordenó que le fuese entregado. 59 El, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña, y, corriendo una gran piedra ala puerta del sepulcro, se fue. 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María sentadas frente al sepulcro. 62 Al otro día, que era el siguiente a la Parasceve, fueron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato 63 y le dijeron: Señor, recordamos que ese impostor, vivo aún, dijo: Después de tres días resucitaré. 64 Manda, pues, guardar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. Y será la última impostura peor que la primera. 65 Díjoles Pilato: Ahí tenéis la guardia; id y guardadlo como vosotros sabéis. 66 Ellos fueron y pusieron guardia al sepulcro después de haber sellado la piedra.

Al ponerse el sol, comenzaba la Pascua judía, y los cuerpos de los ajusticiados, según las costumbres judías, tenían que estar enterrados. Pilato también condesciende con estos usos. Los tribunales judíos tenían dos fosas para enterrar a los ajusticiados, ya que no los permitían sepultar en los sepulcros familiares, hasta que, corrompidos, se les pudiesen entregar los huesos. La razón era evitar contactos deshonrosos con sus familiares 76. Pero aquí iba a ser enterrado en un sepulcro en el cual no había sido sepultado nadie (Jn).
Muerto Cristo sobre las tres de la tarde, y poniéndose el sol en Jerusalén en esos días sobre las seis, urgía activar todo para enterrar el cuerpo de Cristo.
José de Arimatea, discípulo oculto del Señor (Jn), o gran simpatizante, pero hombre digno, como lo presentan con varios títulos los evangelistas, tuvo la valentía de ir a Pilato, acaso por intermediarios palaciegos, para pedirle el cuerpo de Cristo. Tenía para su acceso un título especial: era miembro del sanedrín (Mc-Lc), destacando, naturalmente, los evangelistas que no había consentido en la condena de Cristo.
En el uso romano se permitía enterrar los cuerpos de los ajusticiados a petición de sus familiares; y sobre todo, según Filón, en las fiestas, esto era costumbre 77. Pilato autorizó. Varios motivos lo impulsaron: la costumbre romana, la petición de un sanedrita, lo que abonaba su tesis de que lo habían entregado por envidia, y hasta, posiblemente, el herir así, de alguna manera, las costumbres sanedritas sobre los enterramientos de los ajusticiados. Mc hará ver que Pilato se extrañó de la muerte tan pronta de Cristo, ya que podían estar los ajusticiados varios días en la cruz, y llamó, para cerciorarse, al centurión de la custodia.
Mt, en redacción sintética, pone en escena a José de Arimatea como si él mismo, pero solo, actuase en aquel acto funeral. También se sabe que intervino Nicodemo (Jn), y la naturaleza de las cosas exige la intervención de otros individuos: sean discípulos o amigos.
Pero Mt resaltará que lo envolvió en una sábana limpia (Mc-Lc), probablemente para destacar el aspecto del cuerpo sagrado que iba a recibir; Mc dirá que la había comprado. ¿Por qué no traer una de su casa? Es por la misión sagrada que iba a tener. Pero la interpretación de Mc puede ser otra 78, coincidente con ésta.
Mt omite las unciones, y, sin duda, según la costumbre, el lavado del cadáver 79. Pero resaltará que se lo puso en su propio sepulcro, del todo nuevo, excavado en la peña. Todo esto tiende a garantizar la absoluta seguridad de la resurrección al faltar el cuerpo allí depositado.
Y corrió una piedra grande a la puerta del sepulcro. Era el tipo ordinario de los sepulcros. Tallados en la roca, tenían su entrada por una boca, hecha a ras del suelo, y se cerraban con una gran piedra giratoria 11 amad a golel, colocada en una ranura, sobre la que se movía.
María Magdalena y la otra María, que es la madre de José (Mc), dada la angostura de la cámara sepulcral, estaban sentadas frente al sepulcro. Pero Mc da la finalidad: miraban dónde lo ponían. Estas mujeres, probablemente, en un momento determinado entraron dentro, pues querían saber, si había varios loculi, dónde lo ponían, para cuando viniesen después del sábado a completar los perfumes mortuorios no sufrir confusión alguna. También este tema tiene dificultad. Las mujeres en Mt-Mc van a ir al sepulcro para verlo; en Le llevan aromas. ¿Qué pretendían con ello? Si se piensa en ungirle al modo judío, como lo dice Mc (16:1), ya lo había hecho Nicodemo (Jua_19:39.40). Si se piensa en completar aquella unción precipitada, ¿cómo entrar en un sepulcro que ya estaba cerrado? (Mar_16:3). Seguramente hay algunos elementos redaccionales para organizar mejor la escena en orden a su finalidad.
Mt es el único evangelista que cuenta la guardia puesta por los sanedritas al sepulcro. Con ello tiende a hacer ver la verdad de la resurrección. Siendo sepulcro de piedra, excavado en la roca, con sola la boca de entrada custodiada por tropa, nadie puede robar el cadáver. El anuncio de Cristo que resucitaría al tercer día llegó a oídos de los sanedritas, y quisieron impedir esto. Para ello pusieron un piquete de tropa pedido a Pilato, sea de las tropas de la fortaleza Antonia, o del pretorio, o de las guardias que, según costumbre, estaban destacadas a las puertas del templo para mantener el orden los días de Pascua 80, ya que, de ser tropa sanedrita, la hubiesen puesto por su cuenta. Se siente la respuesta irónica de Pilato, ordenando guardar a un muerto, pero que no quiere conflictos con las gentes fanatizadas ni delaciones a Roma. Ellos tomaron el piquete, lo pusieron ante el sepulcro, y, según costumbre, lo sellaron 81. Ya que no era insólito el robo de cadáveres, como se ve por el Rescripto del Cesar, esculpido en una estela procedente de Nazaret, y cuya violación llevaba aneja la pena de muerte 82.
Sin embargo, diversos autores suelen poner objeciones a la historicidad de esta escena.
No es verosímil que los judíos esperen al día siguiente de la sepultura para poner la guardia. Se lo podrían haber robado en el intervalo. Al día siguiente, con reposo sabático, personas piadosas, ¿lo habrían hecho? Y al otro día ya resucita. Además, ¿pensarían los fariseos en la resurrección cuando los mismos discípulos casi no lo pensaban? A esto se une el silencio de Mc-Lc-Jn sobre esta guardia. Por eso se pretende que sea una escena apologética. Reflejaría una escena polémica. Los judíos achacaban esto a un robo por los discípulos (Mat_28:13-15). Parece que Mt respondería a esta querella entre judíos y cristianos treinta o cuarenta años después con esta escena plastificada 83.
Las razones alegadas son de interés. Sin embargo, el texto de San Justino, que se cita en el capítulo siguiente, como confirmación del pasaje evangélico, tiene su valor. La frase de Mt que corrió hasta el día de hoy hace ver que la objeción judía estaba en la calle, y ¿se desharía, ante los judíos y demás, con este hipotético cuento, que podrían constatar no ser histórico?
Por eso, el protestante Bonnard escribe a este propósito: En sí mismo, este relato no tiene nada de inverosímil. Las dificultades que ven es el que los príncipes de los sacerdotes y fariseos aparecen al corriente de su anunciada resurrección, lo mismo que se va a pedir la tropa el día de sábado. Pero reconoce que el pasaje Pilato, estilo y vocabulario no son posteriores al conjunto del evangelio 84 (M'Neile).

1 Para una exposición de las mismas, cf. M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.388-393. 2 Cf, o.c., p.394-395; para la apreciación jurídica del proceso de Cristo ante la jurisprudencia judía, cf. Del Cenáculo al Calvario (1962) p.396-405; cf. Comentario a Lev_2:66-71. 2 Benoit, La morí de Judas: Exégése et Théologie (1961) I 340-359; J. Du-Pont, La destinée de Judas prophetisée par David (Hec_1:16-20): The Cathol. Bibl. Quart. (1961) 41-51. 3 Vincent-Abel, Jerusalem II p.864-866; Hendersohn, Akeldama, en Has-Ting's, Dict. ofthe Bible I 59. 3 E. F. Sutcliffe, en Journ. Theol. Stud. (1952) p.227ss. 4 Séneca, De ira II 7. 5 Weiss, Das atieste Evang. (1903) p.317. 6 JOüON, L'évangile. compte tenu du substrat sémitique (1930) p.162; Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.346. 7 El proceso romano, como en otros casos, debió de ser traducido por un intérprete. Josefo, BI V 9:2; VI 2:1, etc. 8 Holzmann, Das N.T. (1926) p.71. 9 Vitelli, Papiri Fiorentini (1906) p.USss: Deismaxn, Licht ron Osten (1923) p.229-230. 10 JOSEFO, Antiq. XVIII 1:1. 11 Apiano, Bell. civ. II 115. 12 Tlschendorf, Pilati circa Christum indicio quid lucís afferatur ex actis Pilan (1855) p.!6ss. 13 Nicéforo, Hist. ecc. I 30. 13 Strack-B., Kommentar. I p.1032; Benoit, Passion et Resurrection du Seig-neur (1966) p.161. 14 J. Blinzler, El proceso de Jesús (1959) p.276 nota 31 p.277 y notas 32-33. 14 Suet., Tiberio LVIII; TáC.,Ann. III 38. 15 Herod., I 35; Viro., Aen. II 719, etc. 16 Deu_26:1-8; Sal_26:6; Sal_73:13; Hec_20:26; Bonsirven, Textes. n.1473. 17 Strack-B., Kommentar. I p.1033. 18 Cicerón, ln Verrem II 1. 19 Plauto, Bach. IV 7:24. 20 Cicerón, In Verrem IV 2:24. 21 BI II 21:5; 5:3: Eusebio De C., H. E., IV, 15:4; Filón, In Flaccum 10:75. 22 Cicerón, ln Verrem V 54; PLUT., Cor. 24; Cicerón, In Verrem III 29; IV 39: Filón, In Flacc.; SUET, Ñero 49; Dig. XVIII 19:8:3. 23 Posiblemente por tropas sirias y samaritanas, de fidelidad a Roma y odio cía sico a los judíos. SCHÜRER, Geschich'te. I p.459. 24 Cf. M. De Tuya, Del Cenáculo al Calvario (1962) p.451-452; véase en esta obra una amplia exposición de estos temas. 24 Cf. M. De Tuya, Estudio sobre el tormento de la flagelación en /.-M. (1976) p.220-221. 25 Zorell, Lexicón. col. 1221. 26 Rev. Bib. (1933) p.230-234; Holzmeister, Chrístus Dominus spinis coronatur: Verb. Dom. (1937) p.65-69. 27 H. ST. J. Hart, Journ. of Theol. St (1952) p.66-75 (cf. M. DE TUYA, Del Cenáculo al Calvario), en que sostiene que el tipo de corona es radiada, por querer ponerle corona real, y conocer éstas los soldados en las monedas que circulaban. 28 Rlch, Dic. des antiq. rom. et grecs, pal. Adorado. 29 Mart., Epist. XIV 71:2. 30 Num_12:14; Deu_25:9. 31 Bonner, Crown of Thorns: Harward Theol. Review (1953) 47ss.; Benoit. Passion et Résurrection du Seigneur (1966) 171-172. 32 Holzmeister, o.c., p.l7ss. 33 Plauto, Cab. 2; Miles II 4:7; Dion. H., VII 69; Josefo, Antiq. XX 6:3. 34 Hec_12:4; Mat_12:4; Jua_19:23; Schürer, Geschichte I p.470-473. 35 E. DE C., Hist. eccl. V 1:144; Suet., Calig.; DlóN CASIO, LIV 3. 36 Mommsen, Le droit penal romain, vers. franc. (1931) II p.129-130. 37 E. De C, Hist. eccl. V 1:144. 38 Quint., Decla m. 275; Josefo, Antiq. X 6:3; BI IV 6:1. 39 Loiseleur, Des peines p.91. 40 Plauto, Mil. 359; Mostell. 56ss; ?LUT.,De sera num. vindicta 9; Mommsen, Le drott penal romain, vers. franc. (1931) p.526-527; Strack-B., Kommentar. I p.587. 41 Zorell. Lexicón. col.8. 42 Buzy, Evang. s. St. Math. (1946) p.371. 43 Vincent-Abel, Jérusalém Nouvelle p.99; L'authenticité des Lieux Samts (1932) p.54-92; F. Truyols, Problemas de topografía paléstinense (1936) p. 172-180; Perrel-La, / Luoghi santi (1936) p.345-393. 44 Vincent, L'authenticité des Lieux Saints (1932) h.l. 45 Wellhausen, Das Evang. Matth. (1904) p.147. 46 Sanhedrin 43a; Strack-B., Kommentar. I p. 1037-1038. 47 Plinio, Hist. Nat XXVIII 4; Lugano, Fars. VI 543-543; San Ireneo, Adv. haer. Ii 24:4; San Justino, Dial. 91; Tert., Ad nat. I 12. 48 Herwitt, Harward Theol. Review (1932) p.21-45. 49 Lugano, Fars. VI 543ss; Plinio, Hist. Nat. XVIII 4:11. 50 Mal_71:711. 51 Suetonio, Ñero 49. 52 Cf. Comentario a Jua_19:23-24. 53 Leclercq, art. Bourreau, en Dict. Archéol. Chre't. et Liturg. t.2 p.HHss. 54 Schürer, Geschichte. I p.470-473. 55 Josefo, Vita 75. 56 E. Dec., Hist. eccl V 1: Suet., Calígula 38; Domiciano 10. 57 Mommsen, Le droit., vers. franc. (1931) II p.129-130. 58 Blinzler, o.c., p.318 nota 37; Lesetre, Titre de la Croix, en Dict. Bibl. t.5 col.2253-2255. 59 Antiq. VI 10,8; XX 8:10; BI II. 60 Sanhedrín VI 4. 61 Josefo, BI II 12:6; 13; 14:9; Antiq. XX 5:2. 62 Cf. Comentario a Lev_23:39-49. 63 Lagrange, évang. s. St. Marc (1929)p.432. 64 Cf. Del Cenáculo al Calvario (1962) p.539-561. 65 Matthieu, L'abandon du Chnst sur la croix: Rev. Se. Relig. (1943) p.209; Pe-Laia, L'abbandono di Gesü in croce: La Redenzione (Conferenze Bibliche) (1934) p.89-118; Kenneally, Eli, Eli, lamma sabachtani?: Cath. Bibl. Quart. (1946) 124-134. 66 Guillaume, Mat_27:46 in the light of the Dead Sea Scrolls of haiah: Palestine Exposition Quarterly (1955) p.78-80; H. Bierkelan, Finales en a dans les pronoms et les formes verbales du grana manuscrit d'Isate de Qúmran, en Interpretationes ad V. T. pertinentes S. Mowinkel septuagenario missae (1955) p.24-25. 67 Cf. Comentario a Jua_19:29. 68 Rich, Dic. des antiq. grec. et rom., vers. franc. (1861) p.503. 69 Josefo, BI V 5:54; Bonsirven, Textes rabbiniques. n.969. 70 Pelletier, La tradition synoptique du Voüe déchiré á la lumúre des réalités ar-cheologiques: Rev. Se. Relig. (1958). 71 Pelletier, O.C., p.161. 72Ma_9 33:819. 73 Nácar-Colunga, Sagrada Biblia (1949) p.1306 nota 52; Loisy, Les évangües Sinoptiques (1908) II p.689-690; Plummer, An exegetical Commentary on the Cospel according to St. Matthew (1911) p.402; Taylor, The Cospel according to Sí. Marc (1952) p.956-957; Lagrange, Evang. s. St. Math. (1927) p.532; Bonnard, o.c., p.407. 73 Talmud pal. Aboda Zara 3:42 c.l. 74 Mann, The centurión at th cross, l-'.xp. Times (19(KS-1909) p.563-5t.i-t 75 1Co_9:5 : Alio,Premiareepít. auf (.orinth. (1955) p.212-213; San Jerónimo Mal_27:22-23; cf. Comentario a Lc. v.21. 76 Bonsirven, Textes. m.510 y 1887; ü,L'enterrementdescriminéis d'aprés le Talmud et le Midrash: Rev. étud. Juifs (1903) p.4. 77 Filón, In Place. 10:79:299; Digestum XLVIII 24. 78 Cf. Comentario a Mar_15:46. 79 Hec_9:37; Bonsirven, Textes. n.700; F. M. Üravn,LasepulturedeJesús: Rev. Bib. (1963) p.34-52.184-200.346-363; J. S. Kennard, en The Burial of Jesús, Journ. of Bibl. Literar. and Exeg. (1955) p.227-238; E. Dhanis, L'ensevelissement de Jesús et la visite au tombeau dans Mc 15:40-16:8: Gregor. (1958) 367-410. 80 Josefo, Antiq. XX 5:3. 81 Sobre la forma de estos sellos, cf. Verb. Dom. (1941) 81. 82 C.Lmont, l'u ri'scrit imperial sur la violation de sepultare: Rev. Hist. (1930) 1uxoit. K. S.Myth, The Guara on the Tomb (Mt 83 (15; 28:14): Heuhrop Journ. (1961) 157-179. 84 Bonnard, L'evangof. selon St. Matth. (19Ã>3) 410.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 27

3. JESUS ENTREGADO A PILATO (Mt/27/01-02).

1 Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, en consejo contra Jesús, tomaron el acuerdo de hacerle morir; 2 lo ataron, y lo llevaron y entregaron al procurador Pilato.

La sesión del sanedrín ha durado hasta el amanecer. La autoridad judía estaba capacitada para dictar una sentencia de muerte, pero no para hacerla ejecutar (Joh_18:31). La sentencia de muerte está confirmada, ahora el procurador romano tiene que ser inducido a ejecutar la sentencia. Jesús es atado y conducido a la residencia del procurador. Aunque Pilato es procurador de toda la provincia de Siria y normalmente residía en Cesarea de Palestina (junto al mar), ahora se encuentra en Jerusalén. Esto no era de extrañar en la fiesta de pascua, por el gran número de peregrinos que con frecuencia era causa de inquietud para la potencia ocupante. Judíos y gentiles están envueltos en este proceso. No solamente se mostrará cuán mal administra Pilato la acreditada justicia romana, sino también cómo falla Pilato como hombre.

4. FIN DE JUDAS (Mt/27/03-10).

3 Entonces, Judas, el que lo había entregado, al ver que lo habían condenado, presa de remordimientos, devolvió a los sumos sacerdotes y a los ancianos las treinta monedas de plata, 4 diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos contestaron: Y a nosotros ¿qué? ¡Allá tú! 5 Y arrojando en el templo las monedas de plata, se retiró; luego fue y se ahorcó. 6 Los sumos sacerdotes recogieron las monedas de plata y dijeron. No se deben echar en el tesoro del templo, porque son precio de sangre. 7 Pero, después de acordarlo en consejo, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los forasteros. 8 Por eso aquel campo se llamó, y se llama hasta hoy, campo de sangre. 9 Entonces se cumplió lo que anunció el profeta Jeremías cuando dijo: Y tomaron las treinta monedas de plata, precio en que fue tasado aquel a quien tasaron los hijos de Israel, 10 y las dieron por el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.

Después de la detención de Jesús es evidente que Judas no ha encontrado ningún sosiego. Tenía que enterarse de lo que le acontecía a Jesús. Cuando se entera de la condena, hacen presa de él los remordimientos. Sabe que ha entregado «sangre inocente» por una miserable recompensa. Con la misma expresión protestará después Pilato de su inocencia: «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!» (27,24). Lo mismo dicen los sacerdotes con cínica frialdad: ¡Allá tú! En el pecado no hay solidaridad, ya que cada uno está solo. Judas se queda solo, como Jesús está abandonado por todos sus seguidores. Judas está en el aislamiento del pecado, Jesús está en el desamparo del amor. Esta soledad sólo encuentra el camino que conduce a la muerte escogida por sí mismo. Judas se ahorca. Es el primer difunto de esta historia de la pasión y la última victima del gran poder del pecado antes de que este poder sea superado por Jesús. En esta muerte se muestra una vez más que la muerte es consecuencia y confirmación del pecado (cf. Rom_5:12). La muerte de Jesús será el precio de la vida «A fin de que, así como el pecado reinó para la muerte, así también la gracia, mediante la justicia, reine para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor» (Rom_5:21). Judas arroja el dinero al templo. Pero los sacerdotes, que lo encuentran allí, no lo pueden dejar en el templo. El dinero no es apto para el servicio de Dios, porque fue empleado para dar muerte a un hombre. Con él se compra un campo como sitio para sepultar a los forasteros, que en Jerusalén no tienen ninguna tumba propia familiar. En todo esto el evangelista ve una alusión a lo que aconteció al profeta Zacarías (*). Fue contratado como pastor por unos malos pastores (traficantes de ganado) y fracasó en su misión. Harto de hacer advertencias infructuosas y de la obstinación de estos pastores, dijo lo que sigue: «No quiero ser más vuestro pastor: lo que muriere, muérase; y lo que mataren, mátenlo...» (Zac ll,9). El profeta hace una última prueba exhortando a pagarle como pastor su salario para examinar así cómo le han evaluado a él y a su trabajo: «Yo, empero, les dije a ellos: Si os parece justo, dadme mi salario, y si no, dejadlo estar. Y ellos me pesaron treinta siclos de plata por el salario mío. Y díjome el Señor: Entrega al tesoro ese magnífico precio en que te han apreciado. Tomé, pues, los treinta siclos de plata, y los eché en la casa del Señor, en el tesoro» (Zec_11:12 s). El profeta Zacarías y su trabajo son pagados con el precio que tenía que pagarse como indemnización de un esclavo o de una esclava muertas por un buey (cf. Exo_21:32). Jesús es vendido por el mismo «magnífico» precio. Este es el salario que paga Jerusalén por la vida de un esclavo.

..............

* En el texto se cita el nombre de Jeremías, pero se reproduce libremente un texto del profeta Zec_11:12 s. El nombre de Jeremías hace aquí al caso en cuanto que en su vida también desempeñan un papel el taller de un alfarero (Jer_18:1 ss) y la compra del campo de su primo hermano (Jer_32:1 ss). Puesto que en Mt se habla del campo del alfarero, pero no en Zacarías, se ha expresado solamente la relación con Jeremías. El texto original de Zacarías dice así: «Tomé, pues, los treinta siclos de plata, y los eché en la casa del Señor, en el tesoro» (Zec_11:13b). Hay antiguas traducciones que en vez de «en la casa del Señor, en el tesoro» dicen «al alfarero».

........................

5. JUICIO ANTE PILATO (Mt/27/11-26).

11 Jesús, pues, compareció ante el procurador, y el procurador lo interrogó diciendo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús respondió: Tú lo has dicho. 12 Pero, por más que lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, él nada respondía. 13 Entonces le dice Pilato: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14 Pero él no le contestó ni una sola palabra, de forma que el procurador se quedó muy maravillado.

También en el juicio ante Pilato es la narración muy breve. El lector tiene que complementar la mayoría de los pormenores, porque sólo se dan a conocer los detalles más importantes. En primer lugar, la pregunta directa que formula el romano de si es el rey de los judíos. Jesús nunca se ha designado como Mesías, y mucho menos como rey. También tiene que saber que el romano enlaza con este título una idea política, y además peligrosa para Roma. No obstante Jesús contesta afirmativamente. Ante los judíos, Jesús había dicho abiertamente que era el Mesías. Ante el procurador también reconoce que es el rey de los judíos. Su condición de Mesías, sin embargo, es de índole distinta de la que el sanedrín conoce y puede comprender. Análogamente su realeza es de índole distinta de la que puede el procurador conocer. En ambos casos chocan entre sí la manera de pensar de arriba y la de abajo. En el Evangelio de san Juan, el mismo Jesús afirma: «Mi reino no es de este mundo» (Joh_18:36). No obstante Jesús contesta afirmativamente la pregunta, porque el título de rey de los judíos también anuncia al Mesías, al regio hijo de David. Después de esta declaración Jesús ya no dará ninguna respuesta. No se defiende ni tampoco acusa. No busca testigos para su descargo y deja libre curso a los testigos que cita la parte contraria. Los miembros del sanedrín no se cansan de hacerle cargos ante el procurador. Incluido a éste le causa sorpresa el silencio de Jesús. «No abrió su boca, como un cordero conducido al matadero, como una oveja, muda ante el que la esquila» (Isa_53:7).

15 En cada fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. 16 Tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17 Cuando ya estaban reunidos, les preguntó Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman el Mesías? 18 Pues bien sabía él que se lo habían entregado por envidia. 19 Mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: No te metas con ese justo; que hoy, en sueños, he sufrido mucho por causa suya. 20 Los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a las turbas para que reclamaran a Barrabás y se diera muerte a Jesús. 21 Tomó la palabra el procurador y les preguntó: ¿A cual de los dos queréis que os suelte? Ellos respondieron: A Barrabás. 22 Pilato les dice: ¿Pues qué voy a hacer con Jesús, el que llaman el Mesías? Responden todos: ¡Que sea crucificado! 23 él insistía. ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: ¡Qué sea crucificado! 24 Viendo Pilato que todo era inútil, sino que, al contrario, iba aumentando el tumulto, mandó traer agua y se lavó las manos ante el pueblo diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros! 25 y todo el pueblo respondió: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! 26 Entonces les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de mandarlo azotar, para que lo crucificaran.

La escena que se desarrolla ante Pilato constituye, según el relato de san Mateo, la parte principal del proceso. Esta escena no tiene lugar tras los muros del edificio oficial, sino públicamente delante del pueblo. Llega a su culminación dramática, al quedar enfrentado un agitador de mala fama con Jesús y entablar Pilato su diálogo con la multitud. Aunque aquí no se relata propiamente el curso del proceso según lo prescrito por la ley, el evangelista interpreta como sentencia condenatoria el clamor del pueblo cuando exclama: «¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» (27,25). De este modo se ensancha el círculo, formando un segundo anillo. Primero el sanedrín condena a Jesús; ahora le condena el pueblo judío. Así pues, el proceso ante Pilato es la continuación lógica del juicio nocturno ante el sanedrín. Poco destaca la figura de Pilato. Hablando con propiedad, desde el principio solamente desempeña el papel de comparsa. Tiene que considerarse como poco hábil la primera pregunta de cuál de los dos ha de dejar libre para complacer al pueblo. Con ella, Pilato sólo consigue que los miembros del sanedrín solivianten con más facilidad a las masas. No es menos inhábil la otra pregunta acerca de lo que debe hacer con Jesús, lo cual contribuye a excitar el deseo de dar muerte a Jesús. Finalmente, la acción de lavarse las manos delante de la muchedumbre sólo puede ser designada como un ademán huero.

Cabe, desde luego, aplicar estas observaciones al curso de los acontecimientos, tal como aquí se describen. Pero, al mismo tiempo, muestran que el relato tiene una finalidad distinta de la de registrar históricamente unos hechos. La culpa de los judíos en la muerte de Jesús se debe hacer evidente, de modo que no deje lugar a dudas (*). Por ello también Mateo apostilla expresamente dos veces el nombre de Jesús, añadiendo «al que llaman el Mesías» (27,17.22).

La sentencia condenatoria se dicta con claro conocimiento y plena conciencia. Pilato protesta que es inocente de esta sangre. Recusa la responsabilidad por la sentencia de muerte y se absuelve de ella. El clamor del pueblo forma contraste con las palabras del procurador romano. Mateo recalca que clamó todo el pueblo. No sólo los dirigentes, el sanedrín, los escribas y fariseos, sino también el pueblo en su totalidad lo rechaza. Todos pronuncian la sentencia cuando se halla en poder de ellos.

El clamor: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! no tiene la resonancia terrible, con que de ordinario suena en nuestros oídos. Deriva de una expresión en el Antiguo Testamento, usada para expresar la responsabilidad por un hecho culpable y sus consecuencias. La expresión no indica que la sangre derramada inocentemente, deba ser vengada sobre ellos y sobre su descendencia, sino que el pueblo asume plena responsabilidad para sí mismo y sus descendientes. No es, por tanto, un grito alocado de una masa instigada que pierde los estribos, ni tampoco una maldición que la multitud profiere sobre sí misma, sino una simple sentencia condenatoria cuya responsabilidad alcanza a los descendientes en cuanto cada uno de ellos individualmente la reitere (condenando a Jesús y sus testigos de descargo), y no en tanto colectivamente pudieran quedar afectados por las consecuencias de un tremendo error judicial, cometido por sus antepasados.

En las primeras persecuciones de los cristianos promovidas por el judaísmo farisaico los cristianos lo experimentaron en su propia carne. Pero el rescate satisfecho en favor del género humano también lo ha sido en favor de los judíos. La sangre de la nueva alianza no fue derramada para la venganza, sino para el perdón de los pecados (cf. 26,28).

..............

* No hay duda de que el relato del proceso en san Mateo tiene esta tendencia de modo unilateral. Hay otros relatos en los Evangelios y otras voces en el Nuevo Testamento que colocan los acentos de otra manera y también emiten juicios distintos. Solo abarcando el conjunto, se puede intentar acercarse a la verdad histórica. El relato de san Mateo representa una actitud extrema, que se ha de explicar por la situación hostil, en que después del año 70 d.C. se encontraba la Iglesia de san Mateo ante el judaísmo.

..............

6. ESCARNIO DEL REY DE LOS JUDíOS (Mt/27/27-31).

27 Entonces los soldados del procurador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él toda la cohorte. 28 Lo desnudaron, y le pusieron un manto de púrpura; 29 luego, le pusieron en la cabeza una corona que habían entretejido con espinas, y en la mano derecha, una caña, y doblando ante él la rodilla, se burlaban, diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! 30 Y escupiéndole encima, le quitaron la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. 31 Cuando acabaron de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron sus propios vestidos, y se lo llevaron a crucificarlo.

Ante el sanedrín Jesús había confirmado en forma solemne que era el Mesías. Los servidores hicieron mofa de él como Mesías. Ante Pilato, Jesús contesta afirmativamente la pregunta de si era el rey de los judíos. Los soldados del procurador se burlan de él como rey. Se reúne toda la cohorte para disfrutar con esta diversión. Se le envuelve con un viejo manto a modo de púrpura regia. Su corona es una diadema de espinas puntiagudas, y como cetro le dan una caña, con la que en otras ocasiones solía castigarse a los desobedientes. Como ante la majestad del César, se hincan de rodillas ante Jesús y con cínico descaro le rinden homenaje como a un rey. En esta escena se descubre la maldad del corazón humano, pero también el verdadero carácter del reino de Jesús, que no es un reino de este mundo.

Jesús experimenta en su persona la caricatura de un reino de este mundo. En realidad Jesús es rey, porque también soporta esta humillación en silencio y ejerce su soberanía sirviendo. Su deseo de servir es tan radical que llega a tomar sobre sí las humillantes burlas de que le hacen objeto. Por nuestro amor soporta Jesús el escarnio y todas las afrentas. Para «muchos» sufre el dolor causado por las heridas de la corona de espinas y el tormento de la flagelación. El pecado de todos se manifiesta en su cuerpo. «Ha crecido ante nosotros como una humilde planta, como una raíz en tierra árida; no tiene apariencia ni belleza; le hemos visto, y nada hay que atraiga nuestros ojos; despreciado y el desecho de los hombres, varón de dolores, y que sabe lo que es padecer; como a un hombre ante quien nos cubrimos el rostro lo desestimamos y no hicimos ningún caso de él. Pero él mismo tomó sobre sí nuestras penalidades; aunque nosotros le reputamos como un leproso, y como un hombre herido por Dios y humillado. Por causa de nuestras iniquidades fue él llagado, y despedazado por nuestras maldades; el castigo de que debía nacer nuestra paz descargó sobre él, y con sus cardenales fuimos nosotros curados. Como ovejas descarriadas éramos todos nosotros: cada cual se desvió para seguir su propio camino, y a él, el Señor le ha cargado sobre las espaldas la iniquidad de todos nosotros, Fue maltratado, pero él se humilló, y no abrió su boca, como un cordero conducido al matadero, como una oveja, muda ante el que la esquila» (Isa_53:2-7). El destino del siervo de Dios de que habla Isaias, ahora pasa a ser realidad, y puede ser contemplado en él, que es rey de los judíos.

III. MUERTE Y SEPULTURA DE JESÚS (27,32-66).

1. LA CRUCIFIXIÓN (Mt/27/32-38).

32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, que se llamaba Simón, a quien obligaron a llevarle la cruz. 33 Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, es decir, lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no lo quiso beber. 35 Después de crucificarlo, se repartieron sus vestidos echando suertes; 36 Y. sentados, lo custodiaban allí. 37 Encima de su cabeza pusieron escrita su causa: éste es Jesús, rey de los judíos. 38 Al mismo tiempo fueron crucificados con él dos ladrones: uno a la derecha y otro a la izquierda.

Evidentemente Jesús está demasiado débil para llevar por sí mismo la cruz. Los soldados son demasiado holgazanes para resignarse a llevarla. Un hombre que cruza por el camino, es forzado a cargar con la cruz. Se ha conservado su nombre en la tradición; al parecer, sus hijos, Alejandro y Rufo, son conocidos en la comunidad cristiana posterior, según informa san Marcos (Mar_15:21). No está presente ningún discípulo ni uno de los doce. Jesús les había dicho que seguirle a él era un seguimiento con la cruz: «El que quiera venir en pos de mí... cargue con su cruz» (Mar_16:24). Todos ellos habían afirmado solemnemente que estaban dispuestos a ir con él a la muerte (Mar_26:35). Ahora ni siquiera hay uno para llevar el madero al monte. Lo tiene que hacer un extraño. Antes de la ejecución se acostumbraba a dar una bebida para refrescar y fortalecer al que estaba agotado. San Marcos menciona esta bebida aromatizada, que Jesús no acepta (Mar_15:23). No quiere mitigar los dolores artificialmente con una poción amortiguante; quiere apurar hasta las heces el cáliz que le presenta el Padre (Mar_26:39b). San Mateo tiene ante la vista lo que dice uno de los salmos: «El corazón quebróme tanto ultraje y desfallezco, esperé quien de mí tuviera lástima y no le hubo, quienes me consolaran, sin hallarlos. Y mezcláronme hiel en la comida, y en mi sed me abrevaron con vinagre» (Psa_69:21 s). Para él la bebida es otro ultraje y un acrecentamiento de la tortura. La bebida que se le ofrece, está mezclada con hiel, con veneno.

Se describe la crucifixión con una exactitud propia casi de un protocolo notarial. Los soldados llevan a cabo su obra habitual de modo expeditivo y sin alterarse, reparten entre sí los escasos bienes del ejecutado -sólo son un par de vestidos-, después del trabajo se sientan y vigilan. Tuvo que fijarse en el madero un rótulo con el nombre y la causa de la ejecución. Al mismo tiempo son ejecutados dos delincuentes, a la derecha y a la izquierda de Jesús. Aunque Pilato no encontró nada malo en Jesús y tampoco había admitido la acusación de los judíos, con todo había tomado muy en serio la afirmación de que Jesús era rey de los judíos, y ahora este título está en la cruz como causa de su muerte. De la confusa información judicial ante el juez romano se podía sacar un solo título que incluso desde el punto de vista de la potencia ocupante pudiera tener validez como causa digna de muerte. Aquí el relato estricto, llano y de una concisión difícilmente superable solamente menciona los hechos.

El dictamen del incrédulo se separa del dictamen del creyente al determinar lo que significan estos hechos. La crucifixión era la manera más cruel y afrentosa de ejecutar, que conoció la antigüedad. No podía aplicarse a los ciudadanos romanos. Ser crucificado era lo más ignominioso que podía ocurrir a un hombre. Los seguidores de Jesús ¿deben anunciar a un crucificado como Mesías? En esto consiste el mayor escándalo, una provocación para todos los que deben creer en Jesús. Así lo ha experimentado san Pablo en sí mismo y lo ha expresado de un modo insuperable, cuando habían reconocido la sabiduría de Dios en la necedad de la cruz: «Realmente, la palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios. Porque escrito está: Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la inteligencia de los inteligentes (Isa_29:14). ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el filósofo de las cosas de este mundo? ¿No convirtió Dios en necedad la sabiduría del mundo? Y porque el mundo, mediante su sabiduría, no conoció a Dios en la sabiduría de Dios, quiso Dios, por la necedad del mensaje de la predicación, salvar a los que tienen fe. Ahí están, por una parte, los judíos pidiendo señales, y los griegos, por otra, buscando sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos; necedad para los gentiles; mas, para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios» (1Co_1:18-24).

2. BURLAS CONTRA EL CRUCIFICADO (Mt/27/39-44).

39 Los que pasaban por allí lo insultaban, moviendo la cabeza 40 y diciendo: Tú, que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes: sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz. 41 Igualmente también, los sumos sacerdotes se burlaban de él, juntamente con los escribas y los ancianos, diciendo: 42 Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. Es rey de Israel: que baje ahora mismo de la cruz, y creeremos en él. 43 Tiene puesta su confianza en Dios: que Dios lo libre ahora, si tanto lo quiere, puesto que dijo: Soy Hijo de Dios. 44 De la misma manera, también los ladrones que habían sido crucificados con él lo insultaban.

La solidaridad del mal aquí acumulada se patentiza también en que Jesús, en su desamparo, no oye ninguna palabra buena. No hubo nadie que sufriera con él ni que procurara aliviar su suerte, ya fuese con un pequeño ademán, ya con una palabra compasiva. En vez de ello, surge el escarnio colectivo. Participan todos los que de algún modo son testigos inmediatos o casualmente pasan cerca. Los soldados romanos ya habían satisfecho su deseo de burlarse (27,27-31).

Ahora se nombran otros tres grupos: los que van de paso por allí, los miembros del sanedrín, los delincuentes que estaban crucificados con Jesús. Incluso los que recibieron idéntico destino que Jesús, le dejan solo y se adhieren a las voces insultantes. Puesto que ellos son malos, no saben sacar ventaja de la unión con el otro que es bueno. Las acusaciones que fueron proferidas en el proceso, ahora reaparecen como denuestos malignos. El testimonio dado libremente de ser el Mesías y por tanto el Hijo de Dios y el rey de los judíos, ahora resulta ser -así ellos podrían haber pensado- huera presunción.

Si todos estos títulos fueran verdaderos, Jesús no podría terminar impotentemente en esta deplorable situación. Serían palabras vacías y una pretensión petulante. Si viéramos únicamente estos motivos de escarnio, nuestro modo de pensar se basaría sólo en la psicología humana. Las verdaderas razones son más profundas. Los adversarios ya quisieron antes ver señales, según su deseo, y de la manera y en la hora que ellos quisieran determinar. Así también sucede ahora, pero sin seriedad y de un modo desfigurado por burlas llenas de odio. No han hecho caso de Moisés, tampoco harán caso de uno que regrese después de la muerte (cf. Luk_16:31). Los adversarios no han creído en las señales de Jesús, tampoco creerán si Jesús desciende de la cruz.

La señal que les sorprenderá, es la señal de Jonás con la doble significación que el evangelista ha conservado: como Jonás estuvo tres días en el vientre del monstruo marino, así también el Mesías estará solamente tres días y tres noches en el seno de la tierra (cf. 12,40). Y como Jonás fue enviado a la ciudad de Nínive como señal de su destrucción, así también el Hijo del hombre aparecerá para esta generación como señal del juicio (cf. 16,4; 24,30).

3. MUERTE DE JESÚS (Mt/27/45-56).

45 Desde la hora sexta quedó en tinieblas toda aquella tierra hasta la hora nona. 46 Hacia la hora nona, exclamó Jesús con voz potente: Elí, Eli, lemà sabakhthaní? Esto es: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? 47 Algunos de los que estaban allí, decían al oírlo: éste está llamando a Elías. 48 Y uno de ellos corrió en seguida a tomar una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le daba de beber. 49 Pero los demás dijeron: ¡Déjalo! Vamos a ver si viene Elías a salvarlo. 50 Entonces Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.

Jesús ha sido dejado solo por los hombres y entregado a la burla de todos. Pero ha permanecido la unidad con el Padre. De ella ha vivido Jesús y por ella ha efectuado su obra. Jesús ha renovado esta unidad en las horas nocturnas de la oración. Le ha conducido la voluntad del Padre. Jesús ha abrazado esta voluntad con amor y la ha convertido en su voluntad. Con estos conocimientos y con esta voluntad Jesús fue a la pasión. Ahora también parece que se rompa esta unidad entre el Padre y el Hijo. ¿Le ha abandonado el Padre en manos de los hombres y le ha retirado su amor? La obscuridad que invade la tierra durante tres horas, ¿ha envuelto también el alma de Jesús? De esta obscuridad surge en alta voz el grito de la doliente plegaria: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? (/Sal/021/02).

En las palabras del salmo tenemos una idea del aislamiento de un hombre de quien Dios se retira de repente. El hombre creyente puede soportar toda indigencia y enfermedad, desprecio y separación, con tal que tenga a Dios. Así se expresan muchas oraciones en el libro de los salmos. Pero si Dios se oculta, sólo queda la pura nada. Jesús fue herido por esta dolorosísima experiencia de la vida humana en su límite inferior... Y, sin embargo, esta plegaria es una oración de confianza y no de desesperación. En el trance más extremo el orante del salmo 22 pide el único consuelo y apoyo: «Mas yo soy un gusano y no un hombre, el baldón de los hombres y desecho de la plebe, todos los que me ven de mí se mofan, hacen muecas con los labios y menean la cabeza. Confía en el Señor, pues que él lo libre: que él lo salve, si es cierto que lo ama... No estés lejos de mí, que estoy atribulado; no te alejes de mí, pues no tengo quien me ayude» (Psa_22:7-9.12). Ha llegado la tribulación, que se expresa en un gemido angustioso. Pero en un gemido que sabe a quién se dirige y que sólo en Dios se puede encontrar ayuda: «Oh Dios mío, yo te llamo de día y no me oyes, de noche y no me atiendes. Pero tú habitas en el santuario, tú, gloria de Israel. En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste. A ti clamaron y se vieron salvos, en ti esperaron y no fueron confundidos» (Psa_22:3-6).

Jesús muere dando un grito con voz potente. Para esta última voz de su boca no hay otras palabras que le sean adecuadas. ¿Es el clamor de la más profunda necesidad, el cual se dirige a Dios, que puede salvarle (cf. Heb_5:7)? ¿Es el grito de horror de la criatura triturada, que solamente puede manifestarse con este medio y ya no es capaz de proferir palabras? ¿O es el grito del vencedor, que ha concluido su obra, que le había sido encomendada? ¿Es un clamor que quiere decir que esta vida no se va extinguiendo apaciblemente ni fluye despacio, sino que una vez más se concentra y consuma en un grito tremendo? Los evangelistas sólo nos han informado del hecho.

Según san Lucas Jesús con voz potente pronunció las siguientes palabras de súplica: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Luk_23:46). Y el evangelista san Juan: «¡Todo se ha cumplido!» (Joh_19:30). No sabemos nada más sobre los hechos. Pero también conviene que esta muerte quede así envuelta por el misterio. Por medios humanos es muy poco lo que se puede comprender de la muerte, así como de la resurrección de Jesús para la vida. Ambos acontecimientos están sumergidos en el misterio de Dios y sólo pueden ser aceptados con obediencia silenciosa.

51 Y al momento, el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las rocas se hendieron; 52 los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de los santos ya muertos resucitaron; 53 y saliendo de los sepulcros después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. 54 Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús sintieron el terremoto y lo que pasaba, quedaron sobrecogidos de espanto y decían: Realmente éste era Hijo de Dios.

El velo del templo separaba del santuario el lugar santísimo. El lugar del encuentro con Dios se deja abierto a las miradas de todos. El velo se rasga en dos. El antiguo orden se quiebra, puesto que en la muerte de Jesús se fundó la nueva alianza (Joh_26:28). El que es más que el templo, lo ha relevado. La rasgadura del velo es una señal de que, de hecho, se derribó el templo y su orden de salvación. Las piedras todavía están una encima de la otra, pero el papel decisivo de aquella mansión se ha desvanecido. Ahora todos tienen libre acceso a Dios y a su reconciliación en la sangre de Jesús (cf. Heb 10,l9s). Con una audaz previsión el evangelista aún ve más. Esta muerte será el portal de la vida. El fin carece de gloria, pero el nuevo principio es muy glorioso. Así como la muerte fue en beneficio de los hombres, así también se obtendrá la vida en la resurrecci6n para los hombres. Algunos difuntos salen de las tumbas y se aparecen en la ciudad santa. Testifican que ya han sido alcanzados por la nueva vida y trasladados al tiempo nuevo. La resurrección de los muertos es como un signo de que empieza el tiempo final. «El día del Señor será día de tinieblas y no de luz» (Amo_5:18). Así tuvo que anunciarlo el profeta de la antigua alianza. Estas tinieblas ahora invaden la tierra, y la luz de los astros se va extinguiendo (Luk_23:45). El enojo de Dios se manifiesta, tiene lugar el juicio sobre el gran poder del pecado: «A su llegada se estremece la tierra, tiemblan los cielos, se obscurecen el sol y la luna, y las estrellas retiran su resplandor» (Joe_2:10). Estas son las tinieblas del día de la ira, que aquí ya es equivalente al día del juicio. En este día el profeta solamente vio tinieblas, en cambio el evangelista también ve luz. Aquí también se tiene el juicio, pero simultáneamente se proclama la sentencia absolutoria que deja libre acceso a la vida. Algunos difuntos salen de los sepulcros. Son los testigos visibles del tiempo final como tiempo de salvación. De la desventura de la muerte, brota la salvación de la vida. Lo que sin palabras acontece, se manifiesta en lo que confiesa el centurión. Anteriormente un centurión había encontrado la fe en Jesús ante los hijos de Israel. Este centurión pudo oír las notables palabras: «Os lo aseguro: En Israel, en nadie encontré una fe tan grande» (8,10). De nuevo es un centurión y un gentil el que pronuncia las palabras de la fe. Todos los demás han blasfemado, él sólo da gloria a Dios. Su confesión procede del temor, pero contiene la verdad. Así resplandece la luz de la esperanza sobre el fracaso, la promesa para los gentiles sobre la condena de Israel, condena que Israel se ha dictado hasta la última hora. Se convoca a los gentiles para formar un nuevo pueblo, a ellos se les confía el reino de Dios (cf. 21, 34).

55 Había también allí muchas mujeres que miraban desde lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle. 56 Entre ellas estaba María Magdalena, y María la madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Ahora se mencionan algunas de las que acompañaban a Jesús, después de narrar su fallecimiento. Estaban lejos y desde allí miraban. Al Maestro no le han dado el consuelo de su cercanía (*). Le han servido durante su vida de viajero y así formaron parte de los que querían imitar a Jesús. Pero este servicio terminó ante la cruz, allí también le dejaron solo. Se mencionan nominalmente algunas a quienes después se pudo invocar como testigos. Llama la atención que se enumere la madre de los hijos de Zebedeo. Ella había hecho en favor de sus dos hijos la pregunta por los sitios de honor, en el reino del Mesías. A la derecha y a la izquierda de Jesús fueron ejecutados dos delincuentes. Estos eran entonces los sitios de honor. Los hijos habían afirmado solemnemente que podían beber el cáliz que el mismo Jesús tenía que beber (20,22s). No sabían lo que entonces decían. Porque en su lugar a la hora de la humillación se podía ver a los dos ladrones. Solamente se otorga la recompensa de la gloria a los que han compartido la bajeza de Jesús.

..............

* El evangelio de san Juan conoce la tradición según la cual María y el apóstol Juan estaban al pie de la cruz (Jn 19,Z5-27). Los tres Evangelios sinópticos, en cambio, no aluden a esta tradición; las dos tradiciones coexistieron sin llegar a fundirse. Cada evangelista adoptó la que mejor conviniere a la finalidad teológica que perseguía.

4. SEPULTURA DE JESÚS (Mt/27/57-66).

a) El entierro (Joh_27:57-61).

57 Llegada la tarde, vino un hombre rico, de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús. 58 éste se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se lo entregaran. 59 Y José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60 y lo puso en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que había excavado en la roca; y después que hizo rodar una gran piedra a la puerta del sepulcro, se fue. 61 Pero María Magdalena y la otra María estaban allí sentadas frente al sepulcro.

Ni siquiera después de la muerte se puede ver a alguno de los doce. Como antes se mencionan mujeres que formaban parte de la comitiva de Jesús y un cierto José, que también le había seguido. Ahora sale de su escondrijo y hace una obra importante. El cadáver de Jesús no debe quedar expuesto, sino que debe ser sepultado debidamente. José pone a disposición su propio sepulcro. En este acto se muestra que había llegado a ser un verdadero discípulo de Jesús. En el pequeño servicio se ha evidenciado un gran amor, como en la mujer que había ungido de antemano el cuerpo de Jesús para su sepultura (Joh_26:12). Aquí el amor ya no pudo encontrar otro camino, sólo quedaba el servicio al cuerpo sin vida. Pero el espíritu de discípulo se ha hecho patente en encontrar y recorrer este camino. Se informa por extenso de cuán esmeradamente se pone en lugar seguro y se entierra el precioso cuerpo. El Mesías debe recibir una sepultura digna. La tumba está excavada en la roca, como otras muchas que pertenecían a gente rica en los alrededores de Jerusalén. Una gran piedra tiene que colocarse delante de la entrada, para que la tumba esté asegurada contra animales o ladrones. Aún no había nadie en la cámara sepulcral, que se había dispuesto para varios enterramientos. En esta cámara se hace descansar el cadáver de Jesús como primicias de los que están muertos. La tumba es nueva, y nueva será la luz que brote de ella.

b) Los centinelas del sepulcro (27,62-66).

62 Al día siguiente, el que viene después de la parasceve, se reunieron los sumos sacerdotes y los fariseos ante Pilato, 63 y le dijeron: Señor, nos hemos acordado de que aquel impostor, cuando todavía vivía, dijo: A los tres días resucitaré. 64 Manda, pues, que el sepulcro quede bien asegurado hasta el día tercero, no sea que vayan los discípulos a robarlo y luego digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos, y este último engaño sería peor que el primero. 65 Pilato les respondió: Aquí tenéis una guardia; id y aseguradlo bien, como ya sabéis. 66 Ellos fueron y, después de sellar la piedra, aseguraron el sepulcro con la guardia.

La hostilidad de los pontífices y fariseos llega más allá de la muerte. Ya se ha logrado la finalidad de haberle vencido, pero hay que asegurar esta victoria. Se han enterado dónde se ha sepultado el cadáver de Jesús y temen que sus partidarios con su celo obcecado hagan una tentativa fraudulenta. ¡Qué pensamiento tan infantil! Los que sin excepción le han abandonado y se han dispersado como las ovejas de un rebaño, ahora, cuando Jesús ha muerto, creen de repente en él. Y no solamente eso. Se les cree capaces de robar sigilosamente el cadáver y de contar al pueblo la mentira de que Jesús ha regresado de la muerte. Por más infantil que pueda parecer esta consideración, Pilato la acepta, y concede la guardia que se había solicitado. Solamente así puede explicarse la calumnia que pronto se divulgó, es decir, que los discípulos habían robado el cadáver. Así se hubiese tenido una razón evidente para hacer creíble su resurrección. ¡Los discípulos debieron arriesgar su vida por esta maniobra fraudulenta! Aquí ya se fundamenta la enemistad contra los misioneros, cuando se transfiere de Jesús a ellos.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)




157 (k) JESÚS CONDUCIDO ANTE PILATO (27,1-2). Cf. Mc 15,1; Lc 23,1-2; Jn 18,28-32. Mateo ha compuesto este puente redaccional con gran cuidado. De nuevo omite a los escribas de la lista de los que toman la decisión, hace explícito su contenido, «matar a Jesús» (cf. 26,59), y da la imprensión de que la audiencia de 27,57-68 se ha desarrollado durante toda la noche. 2. Pilato: Se le menciona aquí por por primera vez acompañado del título genérico de «gobernador» (- Historia, 75:168).

158 (l) LA MUERTE DE JUDAS (27,3-10). Cf. Hch 1,18-19. Esta compleja perícopa es propia de Mateo. Comenzó probablemente como le(-)yenda etiológica que explicaba el cambio del nombre «Campo del alfarero» por el de «Cam(-)po de sangre». Se basa en tradiciones orales lo(-)cales y comparte con la versión de Hechos el dato de que Judas sufrió una muerte violenta y de que había una conexión entre su muerte y el Campo de sangre. Las dos versiones difieren en la forma de la muerte: según Mateo, Judás se ahorcó; mientras que en Hechos se tiró por un barranco y se reventó contra el suelo. Ma(-)teo ha introducido el relato en este punto para hacer explícito el cumplimiento de la profecía de 26,43. 3. treinta monedas: cf. comentario so(-)bre 26,15: cf. 27,9. 4. sangre inocente: cf. 27,24. 5. se ahorcó: El suicidio de Judas puede com(-)prenderse como un caso de anomia, una pér(-)dida de la orientación moral una vez que ha traicionado su centro de significado (cf. E. Durkheim, El suicidio [Madrid 2004]; y 2 Sm 17,23). 7. lugar de sepultura para los extranje(-)ros: Este lugar se utilizaba también para ente(-)rrar a las víctimas de las epidemias, los crimi(-)nales y los pobres. 9. Ésta es la última de las once citas de cumplimiento (-7 supra). En ella se mezclan de forma compleja los textos de Zac 11,12.13; Éx 9,12; Jr 32,6-15, especial(-)mente, v. 7; 18,2; 19,1-2; 7,30-34. Aunque se alude a Jeremías de pasada, se menciona en la introducción porque era el hombre de las des(-)gracias, el profeta del juicio y la condenación.
(Benoit, P., Jesús and the Gospel [Nueva York 1973] 1.189-207. Sénior. D. R, Pasión Narrative [-147 supra] 343-97.)

159 (m) JESÚS INTERROGADO POR PILATO (27,11-14). Cf. Mc 15,2-5; Lc 23,3-5; Jn 18,33-38. 11. Mateo introduce el proceso romano de forma jurídica, ¿eres tú el rey de los ju(-)díos?: La pregunta de Pilato es propia de un magistrado gentil y contrasta con la pregun(-)ta del sumo sacerdote: «¿Eres tú el Cristo?» (26,63). Pero este título reaparece en los vv.17 y 22. Sobre «rey de los judíos», cf. 2,22; 27,29.37.42-43. Jesús responde a medias, co(-)mo en 26,25.64. De hecho, dice a Pilato: has respondido a tu propia pregunta. 12. Si nadie presenta cargos concretos, no puede haber proceso; solamente Lc 23,2 ofrece una lista concreta (cf. Jn 11,48).

160 (n) JESÚS SENTENCIADO A MUERTE (27,15-26). Cf. Mc 15,6-15; Lc 23,13-25; Jn 18,39-19,16. 15. liberar a un preso. El llamado privilegium paschale o costumbre de amnistiar a un prisionero por Pascua no está atestiguado fuera de los evangelios, aunque no era extraño que se promulgaran amnistías en ocasiones es(-)peciales. El Papyrus Florentinus 61.59.64, pro(-)cedente de Egipto, puede contener un paralelo parcial. Mateo ha ido más lejos que Marcos al convertirlo en una costumbre. 16. Barrabás: Unos pocos manuscritos antiguos leen «Jesús Barrabás». Barrabás significa «hijo del padre». De este modo, encontramos un contraste entre Jesús Barrabás y Jesús el Cristo. En lugar de «Jesús llamado el Cristo», Marcos dice «rey de los judíos» (Mc 15,9). 18. por envidia: Este mo(-)tivo innoble por parte de las autoridades ju(-)días conduce a Mateo a desarrollar un con(-)traste en el siguiente versículo. 19. su esposa: El sueño de la mujer de Pilato es una inserción redaccional. En el evangelio de Mateo, los sue(-)ños proporcionan la guía divina. El mensaje de que Jesús es «justo» sugiere que debería ser t liberado (cf. v. 24). 20. las turbas: Por primera vez aparecen implicadas en el extravío de la justicia que culminará en el grito del v. 25. Ma(-)teo hace explícita la alternativa entre soltar a Barrabás o condenar a muerte a Jesús. 21. ¿cuál de los dos?: La redacción mateana subra(-)ya la libre elección de las turbas. 22. Mateo cambia el marcano «rey de los judíos» por «Je(-)sús... el Cristo», crucifícalo: Éste es el primero de los tres gritos a favor de la pena de muerte (cf. vv. 23.25). 23. ¿pero qué mal ha hecho?: Es una afirmación indirecta de la inocencia de Jesús. El segundo grito de muerte se hace más culpable, puesto que se ha sugerido su inocen(-)cia. 24-25. Estos versículos representan la principal intervención redaccional de Mateo en la escena. 24. se lavó sus manos: Este gesto en un proceso no es costumbre romana sino veterotestamentaria: Dt 21,6-9; Sal 26,6; 73,13. Tanto por su gesto como por su palabra, Pila(-)to declara su inocencia ante Dios, aunque esta declaración no llega a convencemos dada la conformidad que manifiesta en el v. 26. vedlo vosotros mismos: cf. v. 4. 25. todo el pueblo: In(-)cluye a los sacerdotes, los ancianos laicos y las turbas, caiga su sangre sobre nosotros: cf. 2 Sm 1,16; Jr 26,15; 51,35; 1 Re 2,33. Mateo estable(-)ce un contraste entre la declaración de ino(-)cencia que hace Pilato y la afirmación de cul(-)pabilidad que hace la gente. La maldición de la sangre no contiene la proposición «para siempre», a diferencia de 1 Re 2,33. El amargo y terrible carácter del versículo puede única(-)mente entenderse como el resultado de la po(-)lémica contemporánea y a la luz de la pers(-)pectiva histórica de Mateo (cf. comentario sobre 21,43). Se trata de la palabra de un ser humano, no de Dios ni de Jesús; 26,28 presen(-)ta la palabra de Jesús sobre el sentido de su sangre. 26. lo azotaron: Los prisioneros eran torturados hasta debilitarlos para que se abre(-)viase la dura agonía en la cruz, lo soltaron: Pi(-)lato queda como último y concreto responsa(-)ble, a pesar de los esfuerzos redaccionales de Mateo.
(Kampling, R., Das Blut Christi und die Juden [NTAbh 16, Münster 1984], Mora, V., Lc Refus d'Israél [LD 124, París 1986].)

161 (o) LOS SOLDADOS SE BURLAN DE JESÚS (27,27-31). Mc 15,16-20; Jn 19,2-3. La burla que hacen de Jesús como rey es un gesto del caos moral momentáneo que tiene afinidades con las saturnales romanas y las burlas de los reyes que se remontan a la antigua Babilonia. Jesús ya había sido objeto de una burla gro(-)tesca en 26,67-68. Mateo ordena el íter marcano: primero, desnudan a Jesús (aunque ya te(-)nían que haberlo desnudado para la paliza que se nos cuenta en el v. 26); después, lo visten con el manto escarlata; a continuación, lo vuelven a dejar desnudo; y, finalmente, lo vis(-)ten con sus ropas normales. 28. manto escar(-)lata: Era ganado por los soldados, por lo que, históricamente, es más probable que el manto de color púrpura que encontramos en el rela(-)to de Marcos. 29. una caña: Mateo la añade como cetro para aumentar el carácter grotes(-)co de la situación.

162 (p) LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS (27,32-34). Cf. Mc 15,21-32; Lc 23,26-43; Jn 19,17-27. Mateo sigue a Marcos estrechamente, pero in(-)tensifica las referencias a los Sal 22 y 69. Tres son los grupos que se mofan de Jesús: los tran(-)seúntes, las autoridades y los ladrones. La eje(-)cución humillante e ignominiosa en la cruz rompe cualquier tendencia mitificante de la vi(-)da de Jesús. Una muerte de esclavo en la cruz no es poesía, sino realidad histórica amarga. La redacción mateana introducirá algunos ele(-)mentos míticos en los vv. 51-53, para interpre(-)tar la cruz, pero la cruz por sí misma perma(-)nece como realidad firmemente histórica. 32. Simón: Mateo omite los nombres de los hijos de este hombre de Cirene (cf. Mc 15,21). para llevar su cruz: En Jn 19,17, es Jesús quien car(-)ga con su cruz. 33. Gólgota: Una colina rocosa pequeña que se hallaba fuera de los muros de la ciudad, cerca de una cantera abandonada. 34. Mateo ofrece una cercana alusión al Sal 69,22, omitiendo así la droga, para evitar el atroz sufrimiento, que hallamos en Marcos. Cf. la referencia en el v. 48. 35. Cf. Sal 22,19. 36. Mateo intensifica la vigilancia de los guar(-)dias, como en 27,62-66; 28,11-15. 37. Éste es Jesús: Mateo añade estas palabras a la forma marcana del título sobre la cruz, que exponía las razones legales de su ejecución, rey de los judíos: Este título sería interpretado de forma diferente por judíos y romanos; los primeros verían en él una reivindicación de mesianismo, mientras que los segundos lo interpreta(-)rían como una señal de rebelión contra el em(-)perador. 39. Cf. Sal 22,8; 109,25; cf. Lam 2,15. 40. si eres el Hijo de Dios: Mateo añade estas palabras para elevar el nivel teológico de la burla; cf. las tentaciones del diablo en 4,3.6. 41. Mateo ofrece un listado completo de todos los dirigentes responsables de la muerte de Je(-)sús; cf. comentario sobre 16,21. 42. Desde el punto de vista de la fe cristiana, Jesús es el sal(-)vador no por evitar la cruz, sino por resistirla. 43. Cf. Sal 22,9. 44. ladrones: Mateo clarifica las injurias mediante una referencia explícita a las del v. 38.
(Hengel, M., Crucifixión [Filadelfia 1977], Kuhn,H. -W., «Die Kreuzesstrafe», ANRW 11/25.1.648-793: «Stauros, ou», EWNT 3.639-49.)

163 (q) LA MUERTE DE JESÚS (27,45-46). Cf. Mc 15,33-41; Lc 22,44-49; Jn 19,28-30. 45. la oscuridad: Cf. Gn 1,2; Éx 10,22; Am 8,9. Según Mc 15,25.33-34, Jesús sufrió en la cruz duran(-)te seis horas. Mateo omite la primera referen(-)cia temporal. 46. Eli, Eli: El grito delirante de Jesús procede del Sal 22,1. Mateo lo cita en he(-)breo, excepto la última palabra, sébaq, «dejar», «abandonar», que se encuentra en arameo. Las palabras expresan el sentimiento de aban(-)dono de Jesús, pero no la desesperación, pues se trata de una oración dirigida a Dios. 47. es(-)tá llamando a Elías: Hay un juego de palabras entre 'Eli, «mi Dios», y Eliyyá, «Elías». 48. Cf. Sal 69,22 y el v. 34 anterior. 49. salvar: Mateo cambia el marcano «descolgarlo» por «salvar(-)lo», que es más apropiado desde el punto de vista teológico. 50. Cf. v. 46. exhaló su espíritu: El vocabulario de Mateo acentúa el carácter de la muerte de Jesús. 51. el velo del templo: La ruptura del velo simboliza la irrupción de una nueva era en la historia de la salvación, en la que el templo ya no sería un edificio. 51b-53. Estos versículos constituyen una glosa midrásica mateana elaborada en estilo paratáctico. Sobre un similar portento cósmico, cf. 2,2. El trasfondo apocalíptico del AT se encuentra en Jl 2,10; Ez 37,12; Is 26,19; Nah 1,5-6; Dn 12,2. 54. el centurión: Mateo integra la confesión de este hombre (idéntica a la de los discípulos en 14,33) en su propia perspectiva al fundamen(-)tarla en los acontecimientos narrados en los vv. 51-53 y convertirla en una expresión coral a la que se asocian otras voces. 55. muchas mujeres: Mateo pone en orden el texto marcano colocando la afirmación general antes que la particular, y añade una referencia a la ma(-)dre de Santiago y José, y a la madre de los hi(-)jos de Zebedeo (cf. comentario sobre 20,20). La presencia de estas mujeres fieles y valientes contrasta con la ausencia de los Doce y mani(-)fiesta el poder del amor.
(Sénior, D. P., «The Death of Jesys and the Resurrection of the Holy Ones (Mt 27,51-53)», CBQ 38 [1976] 312-29.)

164 (r) EL ENTIERRO DE JESÚS (27,57-61). Cf. Mc 15,42-47; Lc 23,50-56; Jn 19,38-42. Ade(-)más de abreviarla, Mateo cambia ligeramente su fuente marcana. Reduce el carácter judío de los detalles, haciéndolos más cristianos, e in(-)tensifica la dignidad y grandeza de las accio(-)nes. En general, el entierro sirve para subrayar la realidad de la muerte de Jesús (contra los gnósticos y otros adversarios) y preparar el re(-)lato de la resurrección. 57. tarde: Mateo des(-)plaza la referencia marcana del sábado al v. 62, e incluso allí lo menciona indirectamente. José de Arimatea: De la localidad de Ramataim, si(-)tuada al norte de Lod; no se dice que formara parte del sanedrín, que era, después de todo, el responsable de la muerte de Jesús, sino, más bien, que era un «discípulo de Jesús» (cf. Lc 23,51), un modo más específicamente cristia(-)no de esperar el reino de Dios (Marcos). Se di(-)ce que era «rico» para explicar que la tumba era especial. 58. fue a Pilato: Mateo omite la in(-)terrogación de Pilato al centurión, que halla(-)mos en Mc 15,44, porque utilizará al ejército en los vv. 62-66; cf. 28,11-15 para una finalidad diferente. 59. sudario: El comentario marcano, más bien vulgar, de que el sudario fue compra(-)do se sustituye por el detalle más digno de que se trataba de un sudario «puro». 60. tumba: La tumba es nueva (en contraste con Mc 15,46) y estaba destinada para el mismo José, que es quien la había excavado; y la piedra con la que se tapa es ahora «grande» (un detalle que pro(-)cede de Mc 16,4). Estos detalles exagerados ca(-)recen de verosimilitud, puesto que, según las recientes excavaciones, la tumba se encontra(-)ba en una cantera abandonada, es decir, no se hallaba en un lugar espléndido (- Arqueología bíblica, 74:150). El relato más modesto de Marcos presenta la mejor candidatura para la ubicación. Los criminales tenían que ser enterrados el mismo día de su ejecución (Dt 21,22-23). 61. Las fíeles mujeres están presentes co(-)mo testigos del lugar correcto, no solamente como plañideras. Puesto que el testimonio de las mujeres tenía poco valor en la ley judía, es(-)te detalle es digno de credibilidad histórica.
(Coüasnon, C., The Church of the Holy Sepulchre in Jerusalem [Oxford 1974], Parrot, A., Golgotha and the Holy Sepulchre [Londres 1957]. Smith, R. H., «Holy Sepulcher, Church of the», IDBSup 413-15.)

165 (s) LA GUARDIA EN LA TUMBA (27,62-66). Este relato y su compañero (28,11-15) son pasajes peculiares de Mateo, que tienen su origen en la apologética posterior. Mateo ya había mencionado a unos guardias (vv. 36.54). Aquí las palabras fundamentales son «asegurar» (tres veces), «fraude» (dos veces) y el sorprendente latinismo custodia, «guardia» (dos veces). 62. tras el día de la preparación: Algunos intérpretes piensan que la visita a Pi(-)lato habría sido una violación del sabbath, pero esto no es cierto ni tampoco lo indica el texto. A partir de Mc 15,42.44.45, Mateo de(-)sarrolla la referencia temporal y la mención de los soldados. Reaparecen los fariseos (la última vez que se les mencionó fue en 23,26), tal vez como indicio de la situación polémica que se vivía en los días de Mateo. 63. Cf. 16,21; 17,23; 20,19; cf. también 12,40; 26,61;27,40. 66. El sello de la tumba puede aludir a la escena de Daniel en la cueva de los leones (Dn 6,17).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXVII.

1 Christ is deliuered bound to Pilate. 3 Iudas hangeth himselfe. 19 Pilate admonished of his wise, 24 washeth his hands: 26 and looseth Barabbas. 29 Christ is crowned with thornes, 34 crucified, 40 reuiled, 50 dieth, and is buried: 66 his Sepulchre is sealed, and watched.
1 When the morning was come, [ Mark. 15.1; Luk_22:66; Joh_18:28.] all the chiefe Priests and Elders of the people, tooke counsell against Iesus to put him to death.
2 And when they had bound him, they led him away, and deliuered him to Pontius Pilate the gouernour.
3 Then Iudas, which had betraied him, when he saw that hee was condemned, repented himselfe, and brought againe the thirtie pieces of siluer to the chiefe Priests and Elders,
4 Saying, I haue sinned, in that I haue betraied the innocent blood. And they said, What is that to vs? see thou to that.
5 And hee cast downe the pieces of siluer in the Temple, [ Act_1:18.] and departed, and went and hanged himselfe.
6 And the chiefe Priests tooke the siluer pieces, and said, It is not lawfull for to put them into the treasurie, because it is the price of blood.
7 And they tooke counsell, and bought with them the potters field, to burie strangers in.
8 Wherefore that field was called, [ Act_1:19.] The field of blood vnto this day.
9 (Then was fulfilled that which was spoken by Ieremie the Prophet, saying, [ Zec_11:12.] And they tooke the thirtie pieces of siluer, the price of him that was valued, [ Or, whom they bought of the children of Israel.] whom they of the children of Israel did value:
10 And gaue them for the potters field, as the Lord appointed me.)
11 And Iesus stood before the gouernour, and the gouernour asked him, saying; Art thou the King of the

[Barabbas released.]

Iewes? And Iesus sayd vnto him, Thou sayest.
12 And when hee was accused of the chiefe Priests and Elders, he answered nothing.
13 Then saith Pilate vnto him, Hearest thou not how many things they witnesse against thee?
14 And he answered him to neuer a word: insomuch that the Gouernour marueiled greatly.
15 [ Luk_23:17 .] Now at that feast the Gouernor was woont to release vnto the people a prisoner, whom they would.
16 And they had then a notable prisoner, called Barabbas.
17 Therefore when they were gathered together, Pilate said vnto them, Whom will ye that I release vnto you? Barabbas, or Iesus, which is called Christ?
18 For hee knew that for enuie they had deliuered him.
19 When he was set downe on the Iudgement seate, his wife sent vnto him, saying, Haue thou nothing to doe with that iust man: for I haue suffered many things this day in a dreame, because of him.
20 [ Joh_18:40 ; Act_3:14 .] But the chiefe Priestes and Elders perswaded the multitude that they should aske Barabbas, & destroy Iesus.
21 The Gouernour answered, and said vnto them, Whether of the twaine will ye that I release vnto you? They said, Barabbas.
22 Pilate said vnto them, What shall I doe then with Iesus, which is called Christ? They all sayde vnto him, Let him be crucified.
23 And the Gouernour said, Why, what euil hath he done? But they cried out ye more, saying, Let him be crucified.
24 When Pilate saw that he could preuaile nothing, but that rather a tumult was made, hee tooke water, and washed his hands before the multitude, saying, I am innocent of the blood of this iust person: see yee to it.
25 Then answered all the people, and said, His blood be on vs, and on our children.
26 Then released hee Barabbas vnto them, and when he had scourged Iesus, he deliuered him to be crucified.
27 [ Joh_19:1 .] Then the souldiers of the Gouernour tooke Iesus into the [ Or, gouernours house.] common hall, and gathered vnto him the whole band of souldiers.

[Christ crucified.]

28 And they stripped him, and put on him a scarlet robe.
29 And when they had platted a crowne of thornes, they put it vpon his head, and a reed in his right hand: and they bowed the knee before him, and mocked him, saying, Haile king of the Iewes.
30 And they spit vpon him, and tooke the reed, and smote him on the head.
31 And after that they had mocked him, they tooke the robe off from him, and put his owne raiment on him, and led him away to crucifie him.
32 [ Mar_15:21 ; Luk_23:26 .] And as they came out, they found a man of Cyrene, Simon by name: him they compelled to beare his Crosse.
33 [ Joh_19:17 .] And when they were come vnto a place called Golgotha, that is to say, a place of a skull,
34 They gaue him vineger to drinke, mingled with gall: and when hee had tasted thereof, hee would not drinke.
35 And they crucified him, and parted his garments, casting lots: that it might be fulfilled which was spoken by the Prophet, [ Psa_22:18 .] They parted my garments among them, and vpon my vesture did they cast lots.
36 And sitting downe, they watched him there:
37 And set vp ouer his head, his accusation written, THIS IS IESVS THE KING OF THE IEWES.
38 Then were there two theeues crucified with him: one on the right hand, and another on the left.
39 And they that passed by, reuiled him, wagging their heads,
40 And saying, Thou that destroyest the Temple, & buildest it in three dayes, saue thy selfe: If thou be the Sonne of God, come downe from the Crosse.
41 Likewise also the chiefe Priests mocking him, with the Scribes and Elders, said,
42 He saued others, himselfe he cannot saue: If he be the King of Israel, let him now come downe from the Crosse, and we will beleeue him.
43 [ Psa_22:8 ; Wis_2:15-16 .] He trusted in God, let him deliuer him now if hee will haue him: for he said, I am the Sonne of God.
44 The thieues also which were crucified with him, cast ye same in his teeth.
45 Now from the sixth houre there was darkenesse ouer all the land vnto the ninth houre.

[Christs death, and resurrection.]

46 And about the ninth houre, Iesus cried with a loud voyce, saying, Eli, Eli, Lamasabachthani, that is to say, [ Psa_22:1 .] My God, my God, why hast thou forsaken mee?
47 Some of them that stood there, when they heard that, said, This man calleth for Elias.
48 And straightway one of them ran, and tooke a spunge, [ Psa_69:22 .] and filled it with vineger, and put it on a reede, and gaue him to drinke.
49 The rest said, Let bee, let vs see whether Elias will come to saue him.
50 Iesus, when hee had cried againe with a loud voice, yeelded vp the ghost.
51 And behold, the vaile of the Temple was rent in twaine, from the top to the bottome, and the earth did quake, and the rocks rent.
52 And the graues were opened, and many bodies of Saints which slept, arose,
53 And came out of the graues after his resurrection, and went into the holy citie, and appeared vnto many.
54 Now when the Centurion, and they that were with him, watching Iesus, saw the earthquake, & those things that were done, they feared greatly, saying, Truely this was the Son of God.
55 And many women were there (beholding afarre off) which followed Iesus from Galilee, ministring vnto him.
56 Among which was Mary Magdalene, & Mary the mother of Iames and Ioses, and the mother of Zebedees children.
57 [ Mar_15:42 ; Luk_23:50 ; Joh_19:38 .] When the Euen was come, there came a rich man of Arimathea, named Ioseph, who also himselfe was Iesus disciple:
58 He went to Pilate, and begged the body of Iesus: then Pilate commanded the body to be deliuered.
59 And when Ioseph had taken the body, hee wrapped it in a cleane linnen cloth,
60 And laide it in his owne newe tombe, which he had hewen out in the rocke: and he rolled a great stone to the doore of the sepulchre, and departed.
61 And there was Mary Magdalene, and the other Mary, sitting ouer against the sepulchre.
62 Now the next day that followed the day of the preparation, the chiefe

[Christs death, and resurrection.]

Priests and Pharisees came together vnto Pilate,
63 Saying, Sir, we remember that that deceiuer said, while he was yet aliue, After three daies I wil rise againe.
64 Command therfore that the sepulchre be made sure, vntill the third day, lest his disciples come by night, & steale him away, and say vnto the people, He is risen from the dead: so the last errour shalbe worse then the first.
65 Pilate said vnto them, Yee haue a watch, goe your way, make it as sure as you can.
66 So they went, and made the sepulchre sure, sealing the stone, and setting a watch.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y los que pasaban le blasfemaban, moviendo sus cabezas y diciendo: "¡Ay! tú el que destruyes el templo de Dios y lo reedificas en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz". Asimismo insultándole también los príncipes de los sacerdotes con los escribas y ancianos, decían: "A otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse: si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz y le creemos: Confió en Dios, líbrelo ahora si le ama, pues dijo: Hijo soy de Dios". Y los ladrones que estaban crucificados con El le improperaban. (vv. 39-44)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,1
Habiendo desnudado y crucificado a Jesucristo, van todavía más lejos y le insultan viéndole clavado en la cruz. Por esto dice: "Y los que pasaban le blasfemaban moviendo sus cabezas", etc.

San Jerónimo
Blasfemaban, en verdad, porque pasaban más allá del camino, y no querían andar por el justo sendero de las Sagradas Escrituras; y movían sus cabezas, porque ya antes habían movido sus pies, y no se encontraban fijos sobre la verdadera piedra.

Remigio
El pueblo insultándole, se llama a sí mismo fatuo, porque los testigos falsos eran los que habían provocado aquella escena. Por esto sigue: "Y diciendo: ¡Ay! Tú el que destruyes el templo de Dios", etc.

San Hilario, in Matthaeum, 33
¿Qué esperanza les quedaría, pues, del perdón cuando vieran la resurrección del cuerpo del Señor reedificando el templo de Dios después de tres días?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
Y queriendo continuar en vituperarle, añaden: "Sálvate a ti mismo: Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz".

San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
Pero muy al contrario; como es Hijo de Dios no baja de la cruz, porque había venido a ser crucificado por nosotros. Sigue: "Asimismo insultándole los príncipes de los sacerdotes, burlándose decían: a otros salvó", etc.

San Jerónimo
Los escribas y los fariseos, aun sin querer, confiesan que había salvado a otros. Por esta razón, vuestra misma sentencia os condena; el que salvó a otros, también podía salvarse a sí mismo (si quisiese). Sigue: "Si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz y le creeremos".

San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
Considera, pues, que esto no es otra cosa más que la voz de los hijos del diablo, que imitan en cierto sentido el eco de su padre. Porque el diablo decía: "Si eres el Hijo de Dios, arrójate abajo" (Mat_4:6); y los judíos dicen: "Si eres el Hijo de Dios baja de la cruz".

San León Magno, sermones, 55,2
¿De qué fuente de error habéis bebido, oh judíos, el veneno de tales blasfemias? ¿Quién os sirvió de maestro? ¿Qué doctrina os ha persuadido que debíais admitir por rey de Israel e Hijo de Dios, a aquél podía, o no dejarse crucificar, o desprender su cuerpo librándole de la sujeción de los clavos? Esto no os lo dijeron, ni los secretos de la ley, ni las bocas de los profetas, sino que verdaderamente lo habéis leído en Isaías: "No separé mi rostro de la ignominia de las salivas" (Isa_50:6); y en otro lugar: "Taladraron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos" (Sal_21:17). Acaso habéis leído: ¿el Señor bajó de la cruz? Lo que habéis leído es: "El Señor reinó desde ella" (Sal_92:1; Sal_96:1; Sal_98:1; etc.).

Rábano
Pero si entonces hubiese bajado de la cruz, accediendo a los que le insultaban, no nos hubiese demostrado el valor de su paciencia. Mas esperó un poco, y sufrió las burlas. Y el que no quiso separarse de la cruz, resucitó del sepulcro.

San Jerónimo
La oferta que hacen es engañosa, cuando añaden: "Y le creeremos". ¿Qué es más, bajar de la cruz cuando todavía estaba vivo, o resucitar del sepulcro después de muerto? Resucitó y no le creísteis; luego tampoco le hubieseis creído si hubiese bajado de la cruz. Pero me parece que imitan a los demonios. Inmediatamente que fue crucificado el Señor, experimentaron éstos los efectos de la cruz, y comprendieron que sus fuerzas se habían quebrantado. Por esto desean que baje de la cruz. Pero nuestro Señor, conociendo las asechanzas de sus enemigos continúa en la cruz, para destruir al demonio. Sigue: "Confió en Dios, que lo libre ahora si quiere".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
¡Oh malvados en extremo! ¿Acaso no eran profetas y justos aquéllos a quienes Dios no sacó de los peligros? Y si no pereció la gloria de aquéllos a quienes llevasteis a los peligros, con mucha más razón no debíais escandalizaros de lo que ahora padece el Salvador. Porque siempre salió al paso toda duda en vosotros por las palabras que os había dicho. "Pues dijo: Hijo soy de Dios". Por medio de esto querían dar a conocer, que padecía por culpa del seductor y del falsario, del mismo modo que por el soberbio y por el que se gloriaba en las palabras que decía. Así, pues, no sólo se burlaban de El los judíos y los soldados que estaban debajo, sino también los ladrones que estaban en lo alto, y crucificados a la vez con el Señor. Por esto sigue: "Y asimismo los ladrones que estaban crucificados con El le improperaban".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,16
Puede creerse que San Lucas contradice lo que se dice aquí, porque refiere que uno de los ladrones blasfemaba a Nuestro Señor, y era reprendido por el otro. A no ser que entendamos que San Mateo quiso referir esto con la mayor brevedad posible, y que por eso habló en plural y no en singular, como leemos en la Epístola a los Hebreos, en que se habla en plural: Cerraron las bocas de los leones (Heb_11:33), siendo así que sólo Daniel fue quien las cerró. ¿Qué cosa más natural que alguno diga: los ignorantes me insultan, aun cuando sea uno solo? El relato de San Mateo sería contrario al de San Lucas, si hubiese dicho que ambos ladrones insultaban al Señor, pero como está escrito los ladrones, y no se añadió ambos, pudo entenderse que, según el modo usual de hablar, el número plural significa uno solo.

San Jerónimo
Puede decirse también que primero blasfemaron los dos, pero que después, cuando el sol se oscureció, la tierra tembló, las piedras se chocaron y aparecieron las tinieblas, uno de ellos creyó en Jesús, enmendando su primera negación por una subsiguiente confesión.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
Para que no se crea que en esto medió alguna connivencia o que no fuese ladrón el que lo parecía, nos lo prueba por la afrenta. Puesto que el ladrón que pendía en la cruz también era enemigo, y de repente se convirtió.

San Hilario, in Matthaeum, 33
Que los ladrones insultaban al Señor en su pasión, quiere decir que todos los fieles habían de escandalizarse por el acto de la crucifixión.

San Jerónimo
También se representan en los dos ladrones los dos pueblos (el de los gentiles y el de los judíos). El primero blasfemó del Señor y después, aterrado por la multitud de prodigios, hizo penitencia, y hasta hoy increpa a los judíos que siguen blasfemando.

Orígenes, in Matthaeum, 35
Pero el ladrón que se salvó puede representar el misterio de aquéllos que después de muchos pecados creyeron en Jesucristo.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. Poncio "Pilato" era el representante de Roma en la provincia de Judea. Los judíos tuvieron que recurrir a él para conseguir que Jesús fuera ejecutado, porque en las provincias del Imperio, la pena de muerte estaba reservada a la autoridad romana.

3-8. Ver Hec_1:16-19.

9-10. Se trata de una cita libre de Zac_11:12-13, combinada con la idea de la compra de un campo, sugerida por Jer_32:6-15.

11. Por la pregunta de Pilato se intuye que la acusación formulada por los judíos al procurador romano era de orden político, dejando a un lado la acusación de blasfemia por la que dictó sentencia el Sanedrín.

24. Ver Deu_21:6-8; Sal_26:6; Sal_73:13.

26. Entre los romanos, la flagelación solía preceder a toda crucifixión, para debilitar al reo y abreviar así sus tormentos. Ver nota Luc_23:16.

27. El "pretorio" era la residencia habitual del gobernador romano. La "guardia" era un destacamento romano formado por unos seiscientos soldados.

33. "Lugar del Cráneo" en latín se dice "Calvaria", de donde proviene el término Calvario.

34. El "vino con hiel" era una bebida calmante que se ofrecía a los ajusticiados para atenuar su dolor.

35. Sal_22:19.

43. Sal_22:9.

46. Sal_22:2. Al recitar este Salmo mesiánico -de confianza y no de desesperación- Jesús expresaba el cumplimiento de dicho Salmo en su Persona.

48. El "vinagre" era una bebida refrescante que usaban los soldados romanos.

51. El "velo" ocultaba la parte más importante del Templo, llamada el Santo de los santos.

62. El "día de la Preparación", llamado en griego "Parasceve", era el viernes, y en él se disponía todo lo necesario para el sábado.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La crucifixión (ver Mar. 15:22-32; cf. Luc. 23:33-39). Mateo nos dice muy poco acerca del horror físico de una crucifixión; el énfasis en esta sección vuelve a caer sobre el rechazo y la burla, esta vez por el mismo pueblo de Jesús. Pero aun dentro de este marco improbable salen a relucir algunos de los títulos mesiánicos más grandes, a pesar de que eran en mofa. Por lo tanto, dentro de la misma burla podemos vislumbrar algo del verdadero significado de la muerte de Jesús. Y ecos frecuentes de las palabras de los Sal. 22 y 69 nos recuerdan que en el sufrimiento y la muerte de Jesús las Escrituras se estaban cumpliendo (Los vv. 18, 7 y 8 del Sal. 22 resuenan en los vv. 35, 39, 43, y el v. 46 cita el Sal. 22:1; el Sal. 69:21 hace eco en los vv. 34, 48).

El Gólgota era un lugar donde se hacían ejecuciones con regularidad, ubicado prominentemente justo fuera de la ciudad (probablemente donde se halla actualmente la Iglesia del Santo Sepulcro). Los soldados forman una parte importante de la escena ya que durante su turno de guardia ocurrió una confesión crucial en el v. 54. Se los ve, no como sádicos (el vino mezclado con ajenjo como narcótico, para aliviar el dolor), sino como observadores neutrales. Su acusación escrita daba la razón oficial para la muerte de Jesús, y era una alerta para otros líderes nacionalistas aspirantes.

La burla la hicieron los judíos de diversas clases. Los dos ladrones (38, 44) probablemente eran insurgentes políticos (¿parte de la pandilla de Barrabás?), de manera que Jesús murió, irónicamente, en la misma compañía de los zelotes que él había procurado evitar cuidadosamente. Los que pasaban eran judíos término medio, que sabían algo de Jesús y de sus pretensiones concernientes al templo, y que habían oído de su reclamo de ser el Hijo de Dios. La invitación de valerse de su condición de Hijo de Dios hace eco de las tentaciones en 4:3, 6; pero dicha tentación ya había sido conquistada en el Getsemaní, y fue precisamente porque era el Hijo de Dios que ahora no podía descender. Finalmente, los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos (nótese la lista completa de los miembros del Sanedrín, como dada en 16:21) repitieron similar sarcasmo, pero también en burla agregaron el precioso título de rey de Israel. El rechazo total de Jesús por parte de su pueblo no podía haber sido más obvio.

Notas. 32 Simón fue sólo una víctima fortuita; pero el hecho de que se recuerda su nombre sugiere que dicha experiencia lo puede haber introducido al grupo de los discípulos. 38 La palabra que se traduce ladrones la usa Josefo para designar a los que luchaban por la libertad de los judíos. Se usa en 26:55 (un asaltante) y para Barrabás en Juan 18:40.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Muerte de Jesús. Éste es el relato cumbre de la historia de la pasión. Mateo presenta siete cuadros en este momento dramático, punto culminante de la historia de la salvación:
1. Las tinieblas (45). Cubren la tierra en pleno día, evocando el anuncio de Amós: «Aquel día... haré ponerse el sol a mediodía... harán duelo como por el hijo único» (Amó_8:9s). Los primeros cristianos releyeron este pasaje como vaticinio profético de la muerte del Hijo de Dios.
2. La oración de Jesús (46). Jesús experimenta el abandono de Dios (Sal 22), a pesar de haberse mantenido fiel hasta el extremo. El que experimenta este abandono es el mismo que había dicho antes: «no se haga mi voluntad sino la tuya» (Amó_26:39). El grito de angustia y abandono en la cruz es una súplica dirigida a Dios con la esperanza de ser escuchado.
3. La evocación de Elías (47-49). En la palabra aramea «Eli» («Dios mío») algunos creen (o fingen) oír el nombre de Elías, a quien se consideraba el precursor de la venida triunfal del Mesías.
4. La muerte de Jesús (50). El momento de mayor tensión en todo el relato evangélico se describe con la máxima economía de palabras.
5. Los fenómenos cósmicos (51-53). Ocurre algo inesperado. La ruptura del velo anuncia que el Templo ha perdido su carácter sagrado y que lo antiguo ha llegado a su fin. El lugar sagrado del judaísmo, la morada exclusiva de Dios sobre la tierra, ya no es más el lugar por excelencia del encuentro con Dios. La muerte de Jesús abrió el acceso a Dios, antes oculto detrás del velo. La muerte de Jesús no sólo destruye las antiguas estructuras, sino que introduce otras nuevas. A Dios no hay ya que buscarlo en un templo hecho por manos humanas, sino en Jesús que es verdaderamente Dios-con-nosotros, el verdadero Templo de Dios.
6. La fe de los paganos (54). Con la confesión de los soldados, Mateo quiere mostrar la fuerza reveladora de la muerte de Jesús. De paso propone un contraste: los judíos rehúsan, los paganos confiesan. El Mesías se convierte en esperanza de las naciones.
7. Las mujeres (55s). La noticia sobre las mujeres hace de puente para los relatos de la resurrección. Su presencia hasta el final contrasta con la ausencia cobarde de los discípulos. Desde el comienzo gozoso en Galilea hasta el final doloroso, ellas le han acompañado y servido. Otra enseñanza para la comunidad.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Probablemente las palabras del Señor en la cruz hicieron comprender más tarde a sus discípulos que en la crucifixión y muerte de Jesús se cumplían plenamente las Escrituras (cfr nota a Mc 15,21-41). Por eso el texto está repleto de alusiones a pasajes del Antiguo Testamento (Sal 22; 69; etc.), en los que se anunciaba que el sufrimiento de un hombre justo era necesario para que el nombre de Dios fuera alabado por todas las gentes: «La muerte del Salvador fue riguroso holocausto que Él mismo ofrendó al Padre para nuestra redención; aunque los dolores y padecimientos de su pasión fueron tan graves y fuertes que cualquier otro mortal hubiera sucumbido a ellos, a Jesús no le hubieran dado muerte de no haberlo Él consentido, y si el fuego de su infinito amor no hubiera consumido su vida. Él fue, pues, santificador de sí mismo; se ofreció al Padre y se inmoló en el amor...» (S. Francisco de Sales, Trat. amor de Dios 10,17).

A este significado, el relato de San Mateo añade otro (vv. 52-53): con su muerte Jesús vence a la misma muerte. Éste es el acontecimiento que confiesa la Iglesia cuando profesa el descenso de Cristo a los infiernos: «La Escritura llama infiernos, sheol o hades, a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (...). Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido» (CCE 633).


Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 27.3-8 Is 50.6; 53.5.

[2] 27.9-10 Hch 1.18-19.

[3] 27.12-14 Zac 11.12-13; cf. Jer 18.1-7; Jer 32.6-15.

[4] 27.16-17 Is 53.7; Mt 26.63; Lc 23.9; Jn 19.9.

[5] 27.30 Jesús Barrabás: En ambos vv., algunos mss. dicen solo Barrabás.

[6] 27.34 Cf. Is 50.6.

[7] 27.35 Sal 69.21.

[8] 27.39 Cf. Sal 22.18.

[9] 27.40 Cf. Sal 22.7; Sal 109.25.

[10] 27.43 Mt 26.61; Jn 2.19; Hch 6.14.

[11] 27.43 Sal 22.8; cf. Sab 2.18-20.

[12] 27.45 Mt 26.63.

[13] 27.46 Cf. Jl 2.31; Am 8.9.

[14] 27.47 Sal 22.1.

[15] 27.48 Mal 4.5-6; Eclo 48.4,10.

[16] 27.51 Sal 69.21.

[17] 27.55-56 Velo: Ex 26.31-33; 2 Cr 3.14. Cf. Heb 6.19; 9.3-12; 10.19-20.

[18] 27.56 Lc 8.2-3.

[19] 27.57 La madre de los hijos de Zebedeo: Cf. Mt 4.21, 20.20.

[20] 27.61 Cuando ya anochecía: es decir, antes de la puesta del sol, hora en que empezaba el sábado.

[21] 27.62 Cf. v. 56.

[22] 27.63 El sábado: lit. después de la preparación. El viernes recibía el nombre de día de la preparación porque en él se hacían los preparativos para la celebración del sábado.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Tres géneros de personas ultrajaron la agonía de Jesús: los que pasaban junto a la cruz, los sanhedritas y los ladrones. Las palabras de los sanhedritas, reproducción de las que en los Salmos (Sal_21:9) y en la Sabiduría (Sab_2:13-18) dirigen los impíos contra el Justo, son el cumplimiento de una profecía mesiánica.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_22:8 [Sal_22:7]

Torres Amat (1825)



[9] Profecía tomada de Jeremías y Zacarías. Jer 32, 7; Zac 11, 12.

[32] Ayudándole a llevarla.

[33] Gólgota es voz hebrea-siríaca, que significa el lugar de la Calavera o lugar donde ajusticiaban a los reos.

[34] No por su amargura, sino porque era un calmante que se daba a los ajusticiados.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_22:8 [Sal_22:7]

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

καὶ WH NA28 ] δὲ καὶ Treg RP
  • πρεσβυτέρων WH Treg NA28 ] + καὶ Φαρισαίων RP

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Mat 27:29.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

los escribas... M↓ añaden y los fariseos.