Ver contexto

Bautismo de Jesús.
Entonces se presenta Jesús, que viene de Galilea al Jordán, a donde Juan, para ser bautizado por él. (Mateo 3, 13) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 3.

La predicación del Bautista preparando a Israel a la recepción del Mesías.
3:1-12 (Mar_1:1-8; Luc_3:1-18; Jua_1:19-36).
I En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2 diciendo: Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca. 3 Este es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas. 4 Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 5 Venían a él de Jerusalén y de toda Judea y de toda la región del Jordán, 6 y eran por él bautizados en el río Jordán y confesaban sus pecados. 7 Como viera a muchos saduceos y fariseos venir a su bautismo, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que os amenaza? 8 Haced frutos dignos de penitencia, 9 y no os forjéis ilusiones diciéndoos: Tenemos a Abraham por padre. Porque yo os digo que Dios puede hacer de estas piedras hijos de Abraham. 10 Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego. II Yo, cierto, os bautizo en agua para penitencia; pero detrás de mí viene otro más fuerte que yo, a quien no soy digno de llevar las sandalias; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. 12 Tiene ya el bieldo en su mano y limpiará su era y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.


Con este capítulo comienza la vida
pública de Cristo.
La aparición de Juan predicando es un momento de importancia capital y que destacan los cuatro evangelistas. Lucas lo pone morando en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel (Luc_1:80). Allí se preparó en la austeridad y penitencia para su misión sobrenatural. Una moción especial le hizo comprender que el momento de su actuación había llegado.

El Escenario.
Juan actúa en el desierto de Judea. Es una zona abrupta, pedregosa y estéril, de 80 kilómetros de largo, 20 de ancho y 1.700 kilómetros cuadrados de superficie l. Como a este lugar difícilmente podrían ir a buscarle las multitudes de que habla el evangelio, Lucas da la explicación. Vino dice por toda la región del Jordán, predicando el bautismo de penitencia (Luc_3:3). En ella abundan los poblados. Juan era un predicador volante.
En la elección del desierto para esta preparación influyó una razón de tipo ambiental. Los documentos de Qumrán han hecho ver que esta comunidad se había retirado al desierto precisamente para esperar allí la hora mesiánica. Dice la Regla de la comunidad: De acuerdo con estas determinaciones, se alejarán de los hombres impíos para ir al desierto y preparar allí el camino de El (Dios), como está escrito: 'En el desierto, preparad el camino de Yahvé., allanad en la estepa el sendero a nuestro Dios 2. Es probable que Juan hubiese tenido algún contacto con estas comunidades también por el ansia de expectación de ambos por el inminente mesianismo. Muchos pensaban que del desierto vendría el Mesías (Josefo). Era la evocación del Israel del desierto. Aunque los esenios/ Qumrán y el Bautista tienen actividades distintas, es muy posible que el Bautista hubiese tenido contacto con ellos en su niñez/juventud. ¿Qué iba a hacer solo en los desiertos (Lc) donde moraba? Los esenios... "adoptan niños de otros en una edad bastante tierna, para que reciban sus enseñanzas..." Pudo haber sido una especie de postulante, pues en los esenios podían salirse (Josefo, Vita 2). Los bautismos de Juan; las langostas silvestres; el Documento de Damasco (Luc_14:15) dice como han de tomarse; lo mismo que el no tomar licor fermentado. Los esenios tomaban tirosh - jugo de uva dulce. En Qumrán se dice que las purificaciones eran un rito externo que no quitaba la culpa moral2. Todos éstos son datos comunes.
Juan, sin embargo, ejercía su actividad por toda la región del Jordán, predicando el bautismo de penitencia para el perdón de los pecados (Luc_3:3). Esto provocó un gran movimiento de masas, pues venían a él de Jerusalén, y de toda la Judea, y de toda la región del Jordán (Mat_3:5; Mar_1:5). Y el cuarto evangelista añade que llegó hasta Betania, en TransJordania (Jua_1:28) y Ainon (Jua_3:23), en Cisjordania, identificada por Eusebio, a fines del siglo IV, en su Onomasticón 3, a 12 kilómetros al sur de Beisán (Escitópolis). Eran razones de apostolado y de conveniencia para ejercer el bautismo en determinados lugares. Posiblemente las crecidas del Jordán le llevaban a determinados vados, que se prestaban mejor para ejercer estos bautismos de inmersión, como en el caso de Ainón, donde había mucha agua y venían a bautizarse (Jua_3:23).
Los tres sinópticos al presentar al Bautista evocan este pasaje de Isaías, aunque a Mateo le baste para su idea citar tan sólo el primer versículo:

Una voz grita:
Abrid camino a Yahvé en el desierto,
allanad en la soledad el camino de nuestro Dios.
Que se rellenen todos los valles
y se rebajen todos los montes y collados;
que se allanen las cuestas y se nivelen los declives.
Porque se va a mostrar la gloria de Yahvé,
y la verá toda la carne a una (Isa_40:3-5).

Alude el pasaje a la vuelta de la cautividad de Babilonia. Yahvé los conduce. Por eso habrán de preparar el camino por donde van a pasar. Yahvé, que se identifica aquí con Cristo, volvía de nuevo a reinar en Israel. El Bautista era su precursor, que anunciaba la inminente llegada del Reino, por lo que la preparación debía ser más bien de las vías morales. Sin embargo, se adapta el texto a la situación geográfica del Bautista al decir: Voz del que clama en el desierto. 4 Qumrán, antes se citó, utiliza el texto a este propósito.

Descripción del Bautista.
La entrada en escena es abrupta, al estilo de Elias, al que se lo asimila (1Re_17:1).
Mateo y Marcos, al describirlo, dicen que aparecía con un vestido tejido de pelos de camello. Es un tejido áspero y duro, como lo usan aún los actuales beduinos palestinos. Y usaba, además, un ceñidor de cuero. Flavio Josefo, unos veinticinco años después de esta escena, se retiró a hacer vida con un ermitaño llamado Banno, que vivía en el desierto y vestía de lo que producían los árboles. 5 Todo ello era reflejo de un sentido de austeridad profética y que recuerda a Elias: Era un hombre vestido con pieles y con un cinturón de cuero a la cintura (Rev_1:8; cf. Zac_13:4). Es, además, un intento evocador deliberado: presentarlo como el profeta (Luc_1:76) Elias, que habría de presentar al Mesías. Es la manera de evocar en el Bautista su realidad y signo escatológico.
Su alimento eran las langostas o saltamontes (Ü÷ñßäåò) y la miel silvestre. Los primeros eran conocidos en la antigüedad como comida. El Levítico (Luc_11:22) los cita como animales no inmundos, y también la Mishna, donde se hace una más precisa distinción entre langostas inmundas y no inmundas 6. San Jerónimo dirá que eran, en sus días, el alimento de los pobres y, sobre todo, de la gente nómada y beduina 7. Los comerciantes las rociaban con vino para darles un aspecto más atrayente. 8 Aún hoy día los árabes las comen. o también las secan para conservarlas 9. El Documento de Damasco (Luc_12:14) señala, como alimento de la secta, las langostas.
La miel silvestre, que aparece citada varias veces en la Escritura, pudiera ser bien la que las abejas dejan libremente en las cavidades de las rocas o la de exudaciones de ciertos árboles I0. Hipócrates cita a las de los cedros y Flavio Josefo la de las palmeras de Jericó 11. Ninguna de éstas es la aquí referida, ya que a orillas del Jordán ni hay rocas ni flores, por lo que no sería un alimento vulgar 12. Sin embargo, a la transpiracion de un arbusto, la Tamarix mannifera, se la llama también miel silvestre 13, y estando los bordes del Jordán cubiertos de ella, pensamos que son estos arbustos los que proporcionaban a Juan una comida insípida. 14 Del ermitaño Banno, con el que Josefo hizo temporalmente vida de retiro, dice que se alimentaba sólo de las cosas que se producían espontáneamente. 15
Por Lucas (Luc_1:15; Luc_7:33) se completa esta figura de austeridad. Dice que no comía pan ni bebía vino ni licores embriagantes. Era una vida de austeridad consagrada a Dios. Evoca alnazir.

El oficio del Bautista.
Juan tenía un triple oficio:
a) Exhortar a la penitencia, porque llega el reino de los cielos. Penitencia que no se refiere propiamente a los actos penitenciales o ascéticos, sino a un cambio de mentalidad, de ser (ìåôÜíïéáí) (í. 11) que responde al verbo hebreo shub, volverse, con el que los profetas exhortaban al pueblo a volverse a Dios, a convertirse.
b) Administrar el bautismo. Fue esto tan característico en él, que los evangelistas le llaman el Bautista. Y también Josefo 16. Su bautismo era de agua y se realizaba por inmersión, como sugiere la misma palabra bautizar y como se ve en el bautismo de Cristo, quien, después de bautizado, subió del agua.
Estos ritos purificatorios eran normales en la Escritura (Eze_36:25; cf. Zac_13:1) y en el ambiente de entonces. Los esenios tenían sus purificaciones diarias 17, y por los descubrimientos de Qumrán se sabe que los miembros de la comunidad tenían purificaciones rituales 18, conociéndose también el bautismo de los prosélitos, de los gentiles que querían pasar al judaísmo, y en el cual se les cubría de agua hasta la cintura 19.
Juan no necesita copiar su bautismo de elementos extraños, pues vivía y se movía en la esfera del A.T., y su bautismo se inspiraba ciertamente en las profecías del mismo 20. Pero el elemento absolutamente diferencial era un bautismo de renovación moral en orden a recibir al Mesías.
c) Confesión de los pecados por parte de los bautizados. Confesiones públicas y oficiales se conocen ya en la Ley, como la de la fiesta de la Expiación, en la que el sumo sacerdote confesaba públicamente todas las culpas, todas las iniquidades de Israel y otras (Jue_10:10; 1Sa_7:6; 1Re_8:47; Esd_9:6-7; Jer_3:25). También las había personales y de pecados concretos (Num_5:7; Eco_4:31; Hec_19:18). En el bautismo de Juan debieron de ser muy varias, aunque individuales. Al borde ya de la era cristiana, en el día de la Expiación, los particulares estaban invitados a confesar sus pecados propios, sobre todo los que fueron en perjuicio del prójimo; lo mismo que el condenado a muerte y otros 21. Un ejemplo de lo que pudieron ser estas confesiones colectivas puede darlo la confesión que hacía un rabino del siglo III (d.C.): Señor, yo pequé y obré mal; perseveré en el mal y anduve por caminos de extravío. Pero ya no quiero volver a hacer lo que hice hasta ahora. Perdóname, ¡oh Yahvé, Dios mío! todas mis culpas y pecados. 22
Este bautismo, tan sólo de agua, excitaba a convertirse; Cristo, que viene detrás de él, lo hará en Espíritu Santo y fuego. Flavio Josefo, hablando del bautismo de Juan, dice: No se lo usaba para expiación de los pecados, sino como limpieza del cuerpo, cuando las mentes habían sido purificadas antes por la justicia. 23 En Mc (Hec_1:4) se habla de un bautismo en el que confesaban sus pecados (áìáñôéþí); en Mt (Hec_3:11) se habla de un cambio de mente (åéò ìåôÜíï(áí). No deben ser conceptos distintos.

La Predicación
Escatológica del Bautista.
Esta sección es omitida por Me; en cambio, la traen con gran paralelismo Mt y Lc. Procede de la fuente Q. Lc las dirige a todos.
Como viese a muchos saduceos y fariseos venir a su bautismo, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que os amenaza? Les llama así, pues, a semejanza de la víbora, que es pequeña y parece inofensiva y su mordedura muy venenosa, ellos, con su doctrina, esterilizan la Ley de Dios hasta llegar a traspasar el precepto de Dios por sus tradiciones y doctrinas de hombres (Mat_15:3).
Los fariseos. En la época de Cristo, los fariseos aparecen bien definidos. Josefo dice que eran unos seis mil24. No eran un partido político ni propiamente una secta religiosa, como si tuviesen creencias distintas que las del pueblo judío, sino gentes especialmente celosas del concepto teocrático de Israel y de la Ley. Y con objeto de mantener ésta en su estricto valor, recogieron de la tradición y prescribieron una serie de reglas a las que había que atenerse para el perfecto cumplimiento de la Ley. Esto los venía a aislar moral y, hasta en ocasiones, materialmente vestidos, filacterias, modos de orar, etc. del resto de la comunidad judía. De aquí que, primero, los llamasen separados (pherishim), y luego ellos lo tomasen por denominación honorífica del grupo. Para ellos la religión era, sobre todo, la práctica material de la Ley y de sus innumerables prescripciones, y despreciaban a los que no se dedicaban al estudio de la misma; considerándose por ello como los únicos que amaban a Dios, vinieron a caer en un orgullo desmedido.
Sin embargo, como externamente se conducían escrupulosamente conforme a ella y su conducta con el pueblo era más benévola que la de los saduceos 25, incluso por su mayor clemencia como jueces, gozaban de gran prestigio ante el pueblo, siguiéndolos éste en las cosas religiosas, y tal era el favor que les dispensaban que se les creía sin más, aun cuando dijesen algo contra el rey o el sumo sacerdote. 26
Con esta mentalidad es natural la guerra que desde el comienzo hicieron a Cristo, que traía la religión del espíritu y de la verdad, de la negación y de la humildad. Como también se comprende su actitud ante el Bautista: recibían su bautismo para aparecer celosos de la virtud, pero al mismo tiempo con las malas disposiciones interiores, por no ser cosa que hubiesen establecido ellos ni por pensar cambiar ni recibir la penitencia que predicaba él, puesto que sólo ellos estaban en las vías de la verdad y de la santidad 27.
Los saduceos. Es oscuro su origen y su mismo nombre. Se supone que, al menos nominalmente, proceden de Sadok, sumo sacerdote. De él se habría prolongado una poderosa familia sadokita o saducea, con influencia política y agrupada en partido. Sin embargo, hay autores que niegan el origen de este Sadok o de otro personaje o fundador que diese origen a la secta 28. En la época de Cristo aparecen como partido político. Consta que admitían los libros de la Escritura, aunque hay autores que afirman que sólo admitían el Pentateuco 29. Sin embargo, negaban la existencia de los ángeles, la inmortalidad del alma, la resurrección de los cuerpos y, en consecuencia, las sanciones de la otra vida. Y negaban también algo muy importante para los fariseos, que eran las tradiciones de los padres 30
Con esta concepción religiosa procuraban aprovecharse lo más posible de esta vida. Por ello se aliaban con la autoridad imperante que les facilitase los puestos de mando y los negocios. En la época del í. Ô., el cargo de sumo sacerdote casi siempre lo ocupaba un saduceo. Esta secta tuvo muy pocos adheridos, pero a ella pertenecían los personajes más notables y los más ricos. Por ello solían tener muchos puestos, y de gran influencia, en el Sanedrín31. Desde los puestos oficiales solían aceptar en su práctica externa las opiniones de los fariseos, puesto que, de lo contrarío, el pueblo no los hubiese tolerado 32. Por ello, tenían ante él muy poco ascendiente y poco influjo. Sin embargo, cuando ven las pretensiones me-siánicas que reclama Cristo y la posible restauración del trono davídico por interpretación errónea del mesianismo espiritual que trae , lo mismo que por temor a las intervenciones romanas y a pérdidas de sus puestos y situaciones privilegiadas, se aliaron con los fariseos para dar muerte al Señor 33.
Este materialismo de creencias, superficial y externo, que había llegado al extremo de hacerles creer que por ser descendientes de Abraham no podían ir al infierno 34, explica el discurso de Juan, que traía un cambio de pensamiento y de ser. Para nada cuenta el ser hijo de Abraham. Si así fuera, Dios podría sacar de las piedras hijos de Abraham, grafismo hiperbólico para expresar un contraste muy fuerte, una imposibilidad. La imagen pudo incluso haber sido sugerida entre banim, hijos, y abanim, piedras 35.
Ya se aplicó anuncia y amenaza Juan el hacha a la raíz de los árboles; el árbol que no produzca buen fruto va a ser cortado y arrojado al fuego. Será extirpado todo él, y esto va a afectar a todos judíos vulgares o fariseos . Entrañaba esto una predicación escatológica.
Era creencia en Israel, anunciada por los profetas (Joe_3:1-16; Sof_1:14-18; Mal_3:1-3), que a la instauración mesiánica precedería un terrible juicio. De él se hacen eco los apocalípticos 36, lo mismo que los escritos rabínicos 37. Si el concepto de este juicio era oscuro, viéndose que precedería a los días mesiánicos, se hizo centro del mismo al Mesías. Todo lo cual vino a cuajar en la frase: Los dolores (para la manifestación) del Mesías. 38 Este juicio se va a realizar ante su venida. Los que no hagan penitencia (ìåôÜíïéá) de transformación y rectitud moral y se orienten así hacia El, perecerán al no ingresar, culpablemente, en su reino. El castigo, sin precisiones, se anuncia con la metáfora de fuego, siguiendo el cursus de la parábola de los árboles y los frutos. El hacha puesta a la raíz indica que va a afectar la prueba o castigo a todo el sujeto.
Se propone también una interpretación eclesial. El E.S. = purificación; el fuego = castigo premesiánico. El bautismo aquí tendría un cariz eclesiológico, y escatológico relativo. Cristo va a realizar un juicio inmediato a la instauración del Reino. Con esta penitencia/purificación se tendrá fuerza para superar ese juicio-castigo. Mt tiende a establecer aquí los principios por los que ha de regirse el que desee obtener la verdadera justicia. Esta, en Mt, sólo puede lograrse superando un doble juicio: 1) al realizarse el primero se abren las puertas de la Iglesia (Mensaje del Bautista); 2) con el segundo, al fin de los tiempos, se abren las puertas del cielo (Mensaje de Cristo) 38.

El bautista proclama la excelsa dignidad del Mesías sobre él.
Lucas es quien da la razón de esta confesión del Bautista (Mal_3:15). Se había producido en torno suyo un gran movimiento de masas que acudían de Jerusalén, Judea y de toda la región del Jordán. Josefo mismo lo acusa, hasta el punto, dice, que Herodes (Antipas) temió que la gran autoridad de aquel hombre le pudiese traer una defección en sus súbditos. 39 Hacía tiempo que no había en Israel profetas, y las gentes llegaron a pensar si Juan no sería el Mesías (Jua_1:20-25), pues, además de todo lo grande que rodeaba a su persona, decía que ya llegó el reino de los cielos.
Ante esta expectación del pueblo, Juan confiesa quién es él y quién es Cristo. Se siente en todo ello la apologética historia de la Iglesia primitiva sobre la inferioridad de Juan ante Cristo, a causa del prestigio del Bautista. Lo hace con triple confesión:
a) El bautiza sólo con agua. Era superficial, excitante a la penitencia, pero sin eficacia sacramental santificadora 40. El de Cristo es en Espíritu Santo y fuego. La lectura es, sin duda, primitiva. Fuego, la gran purificación ritual y profunda en la Ley. En Espíritu Santo es, seguramente, una adición explicativa del Mtg. El os bautizará en Espíritu Santo, que es un fuego devorador, santificador, capaz de consumir todas las impurezas y de santificar las almas purificadas. 41 Era el bautismo de los días mesiánicos según la profecía de Joel (Jua_2:28-30; cf. Hec_2:16.21-33). Cristo, que bautizará así, es el Mesías. Pero, además, Yahvé (Dios) es en el A.T. quien derrama el Espíritu Santo 42 (Isa_44:3; Joe_2:28; Zac_12:10); por eso Cristo, al ejercer las funciones reservadas a Dios, es nueva sugerencia de su divinidad.
b) En la segunda confesión, Juan se proclama servidor y esclavo de Cristo. El llevar las sandalias o desatar sus correas es función de esclavos, como se lee en los escritos rabínicos 43. La razón es que tras él, viene uno más fuerte ???????). Aquí, en función de Mc (Zac_3:27) y Lc (Zac_11:12) se expresa al Juez escatológico Mt también lo describe así y al gran Liberador. Se está en el comienzo escatológico.
c) En la tercera, con esa alegoría tomada de la vida real palestina y usada por los profetas (Amo_9:9) 44, Juan señala que Cristo es el Señor, el Juez que criba y juzga las conductas de los hombres, bien de Israel, bien de todo el mundo. Poderes que en el A.T. se atribuyen a Yahvé (Dios), con lo que Juan coloca a Cristo en una esfera totalmente superior a la suya y trascendente. El juicio a que se refiere debe de ser el juicio final 45, pues el castigo será con fuego inextinguible (v.12c).

El bautismo de Cristo por el Bautista,
3:13-17 (Mar_1:9-11; Luc_3:21-22; Jua_1:32-34).
13 Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se oponía diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿y vienes tú a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan condescendió. 16 Bautizado Jesús, salió luego del agua. Y he aquí que vio abrírsele los cielos y al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre El, 1? mientras una voz del cielo decía: Este es mi Hijo el amado, en quien tengo mis complacencias.


El hecho del bautismo.
La vida oculta de Cristo se desarrolló normalmente en Galilea, y la mayor parte seguramente en Nazaret. Y es interesante notar que lo que era una simple creencia de ambientes más o menos amplios rabínicos y populares, sobre que el Mesías estaría oculto hasta el momento de su aparición oficial, se cumple también en Cristo, y de cuya creencia judía se hacen eco también los evangelios (Jua_7:27) 46. Lo mismo que era ambiental su aparición en el desierto.
El sitio en que tuvo lugar el bautismo de Cristo es señalado desde el siglo IV, por el Peregrino de Burdeos (a.333), en la ribera occidental del Jordán, lo mismo que en el siglo VI lo señala la Carta de Madaba. Corresponde al lugar que hoy se señala, cerca de Jericó, no lejos del convento ortodoxo de San Juan Bautista o Pródromos, y al que los árabes llaman Qasr el-Yehud. Esta localización no es, sin embargo, un hecho arqueológicamente incontrovertido 47.
El bautismo de Cristo por Juan es un hecho histórico que entraña un profundo misterio. En los tres sinópticos se habla del bautismo de Juan con matices especiales: en él se confesaban los pecados (Mar_1:5); eran bautizados en el río Jordán, confesando sus pecados (ôÜò áìáñôßáò áõôþí) (Mat_3:6); vino Juan predicando el bautismo de renovación (ìåôáíïé'áò) para el perdón de los pecados (åéò áöåóéí áìáñôéþí) (Luc_3:3) ¿Cómo es posible que Cristo se acerque a este bautismo que, aunque de suyo no perdonaba los pecados, y es lo que sugiere el mismo texto, al decir que el Bautista sólo bautizaba con agua pero Cristo bautizaba en Espíritu Santo y fuego (Mat_3:11), estaba encuadrado en un ambiente de arrepentimiento de pecados? San Ignacio de Antioquía decía que lo hacía para purificar el agua bautismal. 48 Si pudo subir a la cruz, vicariamente por los hombres pecadores, haciéndose maldición por nosotros (Gal_3:13), algo parecido podía hacer al comenzar su vida pública de Redentor, con valor vicario, autorizando el bautismo de Juan, y conectando con su predicación preparatoria, precisamente para que el pueblo recibiese al Mesías. Así se acercó a él para comenzar su vida oficial. Por otra parte, acaso no fuese necesario a las gentes el confesar concretamente sus pecados que Cristo no tenía , sino hacer simples confesiones genéricas, y que él podía, incluso, recitar en forma vicaria.
A esto obedece seguramente el diálogo entre Cristo y Juan que aparece, solamente en Mt: eran preocupaciones de la Iglesia primitiva, que no se explicaba a Cristo yendo a este bautismo de penitencia. Una visión superficial podía hacer ver a Cristo como un pecador más que, acaso, se bautizaba para librarse de los castigos anunciados por el Bautista (Mat_3:7) a causa del pecado; y hasta podían pensar, por ello, que se disponía a recibir al más fuerte que no sería él que anunciaba Juan que venía tras él 49. Y en el diálogo se explicaba el porqué de todo esto: era cumplir toda justicia-plan-de Dios. El diálogo es probablemente una respuesta de la catequesis primitiva a esta objeción, al traducir el contenido real de aquel hecho histórico.
También es interesante destacar que, en él, el Bautista conoce a Cristo-Mesías, pero en Jn (l,29ss) es la paloma la que será el signo para que Juan lo conozca. Buzy quiso resolver esto con un doble conocimiento aquí expresado: en Mt, el familiar, y en Jn, el oficial50. No deja de ser esto extraño. Una vez retirado el Bautista, de niño, a los desiertos (Lc), ¿se habrían vuelto a ver y conocer? Se pensaría en encuentros familiares en las peregrinaciones a Jerusalén. Pero si el Bautista estaba aislado en vida de anacoreta, v.g. en Qumrán, podrían no conocerse. De ser esto así, orientaría a la misión que desde la cárcel le envía el Bautista, preguntándose si él es el que ha de venir o si se espera a otro. (Mat_11:2ss). No obstante, tendría en contra el relato de Jn, en el que el Bautista lo señala a sus discípulos. Sin embargo, no se puede negar, sin más, el que no pueda haber algún artificio literario en el desarrollo de estas vocaciones. Se verá en el Comentario a Jn (Mat_50:35ss). En este caso, el problema del conocimiento y desconocimiento aquí, de Cristo y el Bautista, desaparecería, teniendo en cuenta que este diálogo era un modo con el que la catequesis primitiva explicaba la extrañeza de ir Cristo al bautismo de Juan, y el profundo contenido encerrado en él. En todo caso, histórico o literario, su valor didáctico es el mismo.
Pero si el Bautista conoce ya a Cristo Mesías, ¿por qué duda en la cárcel?; y, sobre, todo, siendo su misión preparar al pueblo a recibir al Mesías, ¿por qué no se pasa él y sus discípulos a los seguidores de Cristo, y, por el contrario, sigue bautizando el y sus discípulos contra el bautismo de los discípulos de Cristo, que lo hacen en su presencia? (Jua_3:22ss). Y esto hace ver retroactivamente el valor de midrash del anuncio del nacimiento del Bautista a su padre Zacarías y de todas las epifanías concomitantes ( Luc_1:5-25; 57-80). De haber sido histórico todo esto, el Bautista tenía que saber que Cristo, su familiar, era el Mesías.

El modo descriptivo del mismo.
Siendo el hecho del bautismo de Cristo un hecho indiscutible, y no una ficción del cristianismo primitivo para justificar el bautismo cristiano si no hubiese sido un hecho histórico el bautismo de Cristo ¿para qué crear una escena increíble, y que sólo plantearía problemas tan graves a la santidad de Cristo, y a la misma Iglesia? , cabe analizar el modo descriptivo del mismo, para valorar el género literario a que pertenece, y lograr, en consecuencia, el verdadero intento de los evangelistas con los elementos concretos que utilizan. El bautismo de Cristo fue por inmersión, pues aparte que Mt-Mc dicen que salió, subió (ÜíÝâç) del agua, supone lo mismo el hecho de bautizarse en el Jordán.

Los elementos de los relatos.
Lo primero que se nota son divergencias en los relatos del bautismo, algunas de importancia.
La voz del Padre que baja del cielo para proclamar a Cristo, en Mt se dirige al pueblo, en cambio, en Mc-Lc se dirige a él (Cristo), mientras que en Juan esta voz no aparece ni se dirige a nadie; solamente se da el descenso de la paloma como contraseña a Juan de que Cristo es el Mesías.
Todos los elementos maravillosistas que van a aparecer en la narración, u otros semejantes, aparecen como elementos bastante ordinarios en la literatura rabínica: targúmica y apocalíptica. Es en este ambiente, aparte de las divergencias apuntadas, donde se ha de buscar el núcleo histórico y los valores didácticos que lo expresan.
El abrirse los cielos (Mt) o rasgarse (Mc) es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la paloma y a la voz del Padre. Parece inspirarse en Isaías (Jua_64:1): se localiza a Dios en el cielo y se pide que se rasguen los cielos y baje. Se añoraban los antiguos profetas, pero se esperaba una nueva intervención de Dios en la historia. Por eso, al abrirse los cielos, en el contexto penitencial del Bautista, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido. (Cf. Hec_10:9-11; Ap 4:l; Henoc 71:1).
El Bautista vio. Es término técnico para hacerse recibirse la descripción de visiones apocalípticas.
El descenso del Espíritu sobre él. En el A.T., el Espíritu de Yahvé descendía, a veces, móvilmente a profetas, reyes, jueces, Moisés (Isa_63:11), al Mesías (Isa_11:2), al Siervo de Yahvé (Isa_42:1). Y hasta se esperaba una efusión escatológica del Espíritu (=acción) (Isa_44:3; Eze_36:25; Joe_2:28ss; Test. Lev. 18:6).
Como (ùò) una paloma. Esta forma dé como aparece en los tres sinópticos e incluso en Jn (1:32). Pero es característico del estilo apocalíptico el uso de partículas comparativas para indicar la inadecuación entre la realidad y el elemento sensible visual o auditivo con que se describe.
La paloma aparece en la literatura bíblica y extrabíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Génesis en el que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Espíritu Santo. Los rabinos establecen comparaciones entre ella y el Espíritu Santo 51.
Según varias concepciones heréticas, éste sería el momento en que el Verbo se posesiona de Cristo, o que éste adquiere conciencia mesiánica, o de su filiación divina 52.
La voz del Padre. Esta proclama a Cristo mi Hijo, el Amado (ó áãáðçôüò) añadiendo: en él me complací (åýäü÷çóá). La frase la traen los tres sinópticos. Se dice que ese Hijo es el Amado (b ????????) por excelencia. Los LXX traducen, ordinariamente, por esta expresión la forma hebrea Yahid, el único. El Amado no indica que Jesús sea el primero entre los iguales, sino que indica una ternura especial; en el A.T. dice Lagrange siguiendo a Welhausen no hay gran diferencia entre amado y único 53. Es muy probable que aquí el Amado pueda ser equivalente del único, o mejor, del Unigénito, puesto que habla el Padre. En el í. Ô. es término que se reserva al Mesías. En cualquier caso, en la perspectiva literaria de los evangelios, máxime a la hora de la composición de éstos, y por la comprensión de los lectores a quienes van destinados, se habla de la filiación divina del Hijo.
El en quien me complací (åýäü÷çóá), probablemente corresponde al perfecto estático semita, que, a su vez, puede corresponder al tiempo presente. Por eso puede traducirse por el en él me complazco. Es el gozo del Padre en su Hijo encarnado, en su Mesías y en su obra, conforme a su inspiración literaria de Isaías (42:1), en que toca el tema del Siervo de Yhavé, y que confirma abiertamente, más adelante, Mt (12:18) en su evangelio, aunque modificando siervo por hijo.
Estos elementos, para su valoración interpretativa, vinieron a reforzarse con las aportaciones de los targumím. Estos estudios son los que llevaron a F. Lentzen-Deis54 a proponer lo que se sospechaba: que en estas narraciones bautismales de Cristo no se trata, fuera del hecho histórico de su bautismo, de relatar hechos objetivos, ni siquiera los relatos de una experiencia interna de Cristo, que sólo él percibe, ni que sean una teofanía exterior, ni una epifanía ni una visión de vocación. Es lo que él llama una Deute-Vision, o sea, una Visión de interpretación. Ante la preocupación cristiana primitiva por el hecho y las objeciones que se le planteaban de ir Cristo a un bautismo de penitencia, la catequesis cristiana presenta lo que es Cristo: no va como pecador, sino, como Mt explícita en el diálogo, va para cumplir toda justicia: el plan de Dios.
Si a todos estos elementos expuestos, aditivos al hecho fundamental, se le unen los resultados de las investigaciones sobre los targumím, la valoración exegética de este episodio se clarea. Los judíos habían perdido en el destierro su lengua, y aprendieron allí y usaban el arameo. Pero en las lecturas sacras de la liturgia sinagogal se leían los Libros Sagrados en hebreo, pero se traducían al arameo, ya que se había perdido la comprensión del hebreo. Mas estas traducciones no eran estrictas, se amplificaban y plastificaban para la mejor comprensión del texto sagrado. Se da un ejemplo, entre otros muchos, de la citada obra de Lentzen-Deis. Es Génesis (22:10). Isaac pide a su padre que le ate bien para el sacrificio, no sea que por miedo se impida o desvirtúe el sacrificio. Es así como se logra centrar el tema en el sacrificio voluntario de Isaac, simultáneamente con el heroísmo de su padre. Luego se describe una visión: Isaac levanta los ojos y ve ángeles. Entonces se adelantaron los ángeles del cielo y dijeron entre sí: Venid y vez estos dos justos, únicos en el mundo: uno sacrifica y el otro es sacrificado; el que sacrifica no vacila y el que es sacrificado ofrece su cuello (o. c., p.203ss). En el targúm Neofiti, en vez de poner que los ángeles hablan entre sí, se dice sobre este pasaje: Entonces salió una voz del cielo y dijo: Venid y vez a estos dos justos (o. c., p.205) 55.
Otro ejemplo de estas concepciones está en el Testamento de Leví (18:6), compuesto entre 109/108 a.C. Dice así:
Entonces el Señor alzará un nuevo sacerdote, a quien revelará todas las palabras del Señor. Los cielos se abrirán y desde el templo de su gloria vendrá sobre él la santidad, con voz paterna, como de Abraham, el padre de Isaac. Y la gloria del Altísimo será proclamada sobre él, y el Espíritu de inteligencia y de santificación descansarán sobre él. 56
Tenemos, pues, en ésta y otras ampliaciones targúmicas, todos los elementos del género literario visión, tal como aparece en el A.T. y en la literatura apocalíptica. Pero una visión que no trata de describir ni una teofanía, ni una epifanía, ni una experiencia interna que Dios hubiera comunicado a Isaac en aquel momento. Es una amplificación del texto bíblico, que tanto el intérprete targúmico como los oyentes, que conocen el texto original, saben que no se encuentra en la Biblia. Esta visión es un género literario para presentar e interpretar a los oyentes de la sinagoga la figura de Isaac, en ese momento importante de su vida. La interpretación no se hace con conceptos abstractos (modo occidental), sino con el recurso literario de la visión (modo oriental), colocada al comienzo de su actividad. 57
Si éste era el medio ambiente literario en el que se movía el judaismo religioso, no se puede olvidar que a los hoy evangelistas, catequistas, escribas cristianos y pueblo, les había sido normal apelar y oír estos recursos literarios y didácticos, que ellos comprendían igualmente. Por eso, el kérigma primitivo había, lógicamente, de usarlos. De la misma manera que los primeros cristianos judíos retuvieron muchas costumbres judías y otras que las impregnaban de cristianismo; no se olvide lo que significó esto en el orden doctrinal en el caso de los judaizantes.
Por lo cual, si todo esto ha de suponerse, hay que preguntarse, ¿cuál era el intento didáctico de todos estos elementos en los que se encuadra la escena histórica del bautismo de Cristo? Algunos ya se indicaron. Pero los dos fundamentales, que se complementan, son el descenso de la paloma, que es el Espíritu de Dios (Mt), o el Espíritu Santo (Lc) o simplemente el Espíritu (Mc) y si Mc dice que el Espíritu descendiendo a él (åéò áõôüí) (aunque hay la variante ìÝíïí) (Mt-Lc), destacan que estaba sobre él (Ýð' áõôüí). Este es el primer aspecto de estos elementos targúmico-apocalípticos: la visión. Y al mismo tiempo segundo aspecto se oye una voz del cielo, que por el contexto es la del Padre, que dice: Este o Tú (Mc-Lc) es mi Hijo, el Amado; en él me complazco.
Estos dos aspectos son, conforme al estilo, convergentes y complementarios, orientan la interpretación. Llevan a presentar a Cristo, no sólo como el verdadero Hijo de Dios, por filiación divina, sino también a resolver también incluido en ello que él es el auténtico Mesías, el de la espiritualidad y el dolor, y no el Mesías nacionalista y de triunfalismo político, que estaba esperado en el medio ambiente rabínico y popular 58. Era el Mesías anunciado por el profeta Isaías (42:1-4), como Siervo de Yahvé. Dice así el profeta:
He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mí Elegido (LXX = b ????????) en quien se complace (LXX = ???????????) mi alma. He puesto mi espíritu sobre el (LXX = Ýð áõôüí), el dará el derecho a las naciones.
Todos estos elementos están en función de este pasaje de Isaías. A los elementos plásticos de tipo haggádico descritos primero, viene la voz del Padre a completarlo y valorarlo. Cristo es presentado, no ya como el simple Siervo de Yahvé, ni como el Elegido del profeta, sino como verdadero Hijo suyo.
Toda su obra, pues, está sostenida y movida por Dios. Por eso ha puesto su Espíritu (Santo) sobre él, para que dé, sabiamente, la ley a las naciones. Por eso estará habilitado con los diversos espíritus correspondientes, v.g. de sabiduría, inteligencía, consejo (Isa_11:1-2), para realizar su obra mesiánica aunque resulte un mesianismo extraño en perfecta justicia. La narración evangélica evoca con esto a Isaías. La obra, pues, de aquel judío que, humildemente, se bautizaba por Juan, era el mismo Mesías-Hijo de Dios. Esta era la presentación y proclamación de Cristo bautizado, por el kérigma, y los evangelios.
El medio ambiente en que surge, puede ser tanto por extrañeza de judíos convertidos o catecúmenos, cuanto de polémicas judeo-cristianas en diversos medios eclesiales, y concretamente en el de los evangelios.
El ponerse este cuadro y esta proclamación de Cristo al comienzo de su vida evangélica, es debido al motivo histórico-cronológico de su bautismo, y para presentar sus credenciales ante la lectura de su obra, ya conocidas por la historia y la fe, de lo que era Cristo.

1 Abel, Géograph. de la Palest. (1933) I 104ss; cf. ib. 436. 2 Vermes, Les manuscrits du Desert de Juda (1953) 149-147; Brownlee,/o/m the Baptist in New Light of Ancient Scrolls: Scrolls. p.36-41; E. F. Sutcliffe, Baptisme and Baptisme Rites at Qumrán?: Heytrop Journal (1960) p. 182; ? . ? . Rowley, The Baptism of John and the Qumrán Sect: New Testament Essays (1959) p.218-229; T. Slmedrea, an Baptiste a la lumiere des decouvertes de Qumrám: Studi Theologice (Bu-carest 1958) p.139-161. 2 Josefo, B.I. II, 120; IOS 3:4-9; 5:13; T. A.T. Robinson: Harv. T. R. (1957) p.175-179. 3 Abel, Exploration de la vallée du Jourdan (1913) 220-223.. 4 Holzmeister, Párate viam Domino: VD (1921) 366-368. 5 Josefo, Vita 2. 6 Hullin, 3:7; strack-b., Kommentar. I p.98-100; Bonsirven Textes n.2062.2171. 7 Adv. lovin.: Mal_23:308. 8 Willam, La vida de Jesús. (1940) 250. 9 Jaussen, Coutumes des árabes au pays de Moab (1903) 250; H. Grégoire, Les sauterelles de St. Jean Baptiste: Byzantion (1929-30) 109-128 10 Josefo, BI IV 8:3. 11 Diodoro Síc., XIX 94:10. 12 Lagrange, Evang. s. Sí. Matth. (1927) 49. 13 San Epifanip, Raer. XXX 13. 14 lagrange,'évang. s. St. Matth. 49. 15 josefo, Vita 2. 16 Antíq. XVIII 5:2. 17 Cerfaux, Le baptóme des Esseniens: Rech. Se. Relig. (1929) 248-265; Josefo, BI II 8:13. 18 Regla de la Comunidad VI 16, en Vermes, p.146. 19 J. Kosnetter, Die Taufe Jesu. Exegetische una religiongeschichliche Studie (1936) p.57-66; J. Delorme, La practique du BaptZme dans le Juda'isme contemporain des origines chrétiennes: Sum Vie (1956) p. 165-204; J. Thomas, Le mouvement baptisteen Paks-tine et Syrie (1935). 20 J. F. Talbot, Baptism with the Spirit and Fire: The Theologian (1958) p.133-138; E. Best, Spirit-Baptism: Nov. Test. (Lciden 1960) p.236-243; J. Alonso Díaz, El bautismo de fuego anunciado por el Bautista y su relación con la profecía de Ì alaquias: Mise. Comill. (1962) p.121-133. 21 Bonsirven, Le Juda'isme palestinien. (1935) 99-100. 22 Strack-B., Kommentar. I p.113. 23 Josefo, Antíq. XVIII 5:2. 24 Antiq. XVII 2:4. 25 Antiq. XVIII 1:3; BI II 8:14; Antiq. XVIII 10:5; XIII 10:5. 26 Josefo, BI II 8:14. 27 L. Finkelstein, The Pharisees, their Origin and their Philosophism: Harward Theol. Review (1929) 185-261; T. Herford, The Pharisees (1924); DB, art. Phari-siens; Felten, Storia Dei tempi delN.T. (1932) II 119-131; Vosté, De sectis iudaeorum tempore Christi (1929). 28 Strack-B., Kommentar. I p.340; Schürer, Geschichte. II 478ss. 29 MG 11:754; Mal_2:61; Mal_26:171. 30 J. Klausner, Jesús de Nazareth (1933) 321; Mat_22:23, par.; Josefo, Antiq. XVIII 1:2; BI II 8:14; Contra Ap. I 8; Antiq. XIII 10:6; XVIII 1:14. Antiq. XX 9:1; Hec_4:1; Hec_4:23, lss; Antiq. XVIII 1:4. Antiq. XIII 10:6. Lesétre, Sadduceens: DB V 1337-1345; Eaton, Pharisees, en Hastings Dict. of the Biblie III 821-829; STR.-B., IV 1 p.334-352; Vosté, De sectis iudaeorum tempore Christi (1929). 31 Antiq. XX 9:1 32 Antiq. XIII 10:6. 33 Lesetre Saducees: DB V 1337-1345. 34 Bonsirven, Le Judaisme. (1934) I 72-82.322-340.486-541. 35 Plummer, A critkal and exegetical Commentary on the Cospel according to S. Luke (1901) h.l. 36 Henoc XC 18; XCI 7; Salmos de Salomón V 20, etc. 37 Bonsirven, Le Judaísme. I 399-404. 38 Lagrange, Le Messianisme. (1909) 186-189. A. SALAS, El mensaje del Bautista. Redacción y teología en Mat_3:7-12 : Est. Bibl. 39 Josefo, Antiq. XVIII 5:2. 40 Antiq. XVIII 5:2. 41 Num_31:23; Zac_13:9; Mal_3:2; Is 6,G7; STR.-B., I p.122; Van Imschoot, Baptéme d'eau et baptóme d'Esprü Sainte: Ephem. Theol. Lov. (1936) 653-666; Ceup-Pens, artículo Baptéme: DBS I 854ss; Turrado, El bautismo In Spiritu S. et igni: Est. Teol. (1960) 807-817. 42 Lemonnyer, Theologw Du N.T. (1928) 25. 43 Strack-B., Kommentar. I p.121. 44 Willam, La vida de Jesús. 93. 45 Bonsirven, Le Judaísme. I p.322-340.486-541. 46 Langrange, Le Messianisme 221.222. 47 Perrella, / luoghi santi (1936) 110-111; Federlin, Bethanie au déla du lourdan (1908): DBS I 968-970. 48 Epist. adEphes. 18:2. 49 J. Sint, Die Escatologie.: C. B. p.139. 50 Buzzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.34-35. 51 Bammidbar rabba 25. 52 Denz., Ench. symb. n.2035. 53 Lagrange,'évang. s. St. Marc (1920) p.10. 54 F. Lentzen-Deis, Die Taiifejesu nach den Synoptiker. Literarkritische und gat-tungsgeschichtliche Untersuchungen (1970). 55 Para más visiones targúmicas, cf. Lentzen-Deis, o.c., p. 105-127; 214-248. 56 Cf. R. H. Garles, The Greek Versions of the Testaments of the Twelve Patriarchs (1960). 57 A. Vargas-Machuca, La narración del bautismo de Jesús (Mar_1:9-11) y la exege-sis reciente. ¿Visión real o género didáctico: C. B. (1973) p.138. 58 Dict. Théol. Cath. I 1184; cf. Hec_10:38; M. Dutheil, Le bapteme de Jesús: Elemente d'interpretation: Stud. Franc. Líber Annus (1956) p.85-124; W. Trilling, Die Taufertradition be i Matthaus: Biblische Zeitschrift (1959) p. 271-2 89; M. A. Chevalier, L'Esprit et le Message dans le bas judatsme et le N.T. (1958); I. De La Potterie, L'onction du Christ: Nouv. Rev. Théol. (1958) p.226-239; A. Feuillet, Le symbolisme de la colombe dans les récits evange'liques du Bapteme: Rev. Scienc. Relig. (1958) p.524-544; A. Legault, Le bapteme de Jesús: Se. Eccle. (1961) p.147-166; A. Nlsin, Histoire de Jesús (1961) p. 129-138; M. Sabré, Le bapteme de Jesús: De Jesús aux évangiles: Bibl. Ephem. Théol. Lovan. p.l84-211; A. Vógtle, Exegetische érwagungen über das Wis-sen und Selbstbewusstsein Jesu: Gott in Welt. (1964) p.608 667; R. Pesch, Anfang des Evangliums Jesu Christi. Eine Studie Zum Prolog der Markus evangelium (Mar_1:1-5), 1970) p. 108-144; R. Trevijano, Comienzo del Evangelio. Estudio sobre el Prólogo de S. Marcos (1971); J. M. Robinson, The Problem ofHistory in Mark (1957); D. S. Russel, The Method and Message ofjewish Apocafyptic (1971); D. E. Nlneham, The Cospel ofSt. Mark (1963) .

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 03

Parte segunda

ACTIVIDAD DEL MESÍAS EN GALILEA Capítulos 3-18

I. LA SALIDA (3,1-4,22).

1. JUAN EL BAUTISTA (32).

Juan el Bautista está en el centro del primer pasaje de la actividad pública de Jesús. En primer lugar se describe su presentación (3,1-6), luego siguen su exhortación a convertirse (2,7-10) y el anuncio del Mesías (3,12). El punto culminante de su actuación es el bautismo de Jesús (3,13-17), con el que se pasa a la actividad de Jesús.

a) Presentación del Bautista (Mt/03/01-06). Súbitamente, de la historia de la infancia del Mesías se salta a su actuación como persona adulta. Esta nueva sección se introduce de manera aparentemente descuidada: En aquellos días... No sabemos qué edad tiene Jesús. San Mateo parece tener poco interés por los datos biográficos e históricos (cf. Luk_3:1-6). Esto se puede ver aquí y en todo el libro. En esto tenemos una indicación para leer este Evangelio con la debida orientación. A san Mateo siempre le interesa ante todo el asunto; no los pormenores históricos ni el colorido polícromo de los acontecimientos, sino su significado interno, su sentido y su declaración acerca de Dios y de Jesucristo. El evangelista en primer lugar los anuncia para la fe de sus oyentes. Todo lo que leemos es en primer lugar testimonio de la fe, nacido de la fe y dispuesto para nuestra fe.

1 En aquellos días se presenta Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. 2 Decía: Convertíos. porque el reino de los cielos está cerca.

La primera frase se dirige rápidamente a su objetivo: el mensaje del Bautista en el v. 2. Sólo nos enteramos de unos pocos pormenores de esta hora trascendental. Se presenta Juan el Bautista. Aquí se le menciona por primera vez, pero se hace esta mención como si se tratara de una persona conocida desde hace mucho tiempo. En los antecedentes históricos san Mateo no cuenta nada de él, a diferencia de san Lucas (cf. Luk_1:5-25; 39-80). En este pasaje san Mateo tampoco da ninguna información de lo que nos gustaría saber: los padres de Juan, el lugar y el día de su nacimiento, su formación y su vocación. Aquí solamente se indica el nombre propio y se añade «el Bautista» como un sobrenombre invariable. Todos saben quién es él; su presentación ha conmovido profundamente el tiempo; su figura es como una roca prominente en la historia. Pero no nos podemos detener, sino que nos dejamos mover por la siguiente frase concisa.

Predicando en el desierto de Judea. Por tanto lo principal es su palabra. Juan proclamaba, pregonaba, anunciaba..., porque la palabra griega alude a la proclamación de un mensaje por medio del heraldo. En el desierto de Judea, o sea en la región pedregosa de los montes de Judea hasta la hondonada del Jordán con el mar Muerto, en la roca descolorida, desmirriada. El llamamiento del heraldo viene desde fuera. No se mezcla con el ruido y las habladurías de las calles y plazas verbosas. Suena desde lejos como un clarín solitario y aislado. El desierto es el espacio de la pureza y de la vacuidad. Nada obstruye la mirada hacia el cielo: ningún árbol, ninguna casa, ningún muro. Nada hay que ataje el paso hacia Dios ni impida la percepción de su palabra. El tiempo de la peregrinación por el desierto es el tiempo ejemplar de la salvación: «Como uvas en el desierto tomé yo a Israel; como a brevas de higuera, así miré a sus padres» (Hos_9:10). La salvación vendrá del desierto: «Heos aquí que las haré yo nuevas, y ahora saldrán a luz, y vosotros las presenciaréis: Abriré un camino en el desierto, y manantiales de agua en país yermo» (Isa_43:19; cf. 41,18-20). En tiempo de Jesús se esperaba del desierto al Mesías: Si os dicen, pues: Mirad que está en el desierto... (Mat_24:26). El mensaje es lo más conciso y grande que es posible. Contiene dos frases: la primera de las cuales es «Convertíos». La palabra original griega (metanoeite) también podría traducirse por «arrepentíos» o «haced penitencia». En esta llamada se reconoce al profeta. «Volveos», «convertíos», es la llamada (que siempre se repite y que es retransmitida de un profeta a otro, como si fuera una antorcha) para retornar a Dios. En Ezequiel esta llamada llega a su apogeo, unida con la promesa de la vida. Se reclama un completo cambio de la manera de pensar y vivir: «Volveos y convertíos de todas vuestras transgresiones... Arrojad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones que habéis cometido y formaos un corazón nuevo y un nuevo espíritu. ¿Por qué has de morir, casa de Israel, puesto que yo no deseo la muerte del pecador, dice el Señor Dios, convertíos y viviréis» (Eze_18:30-32). La peregrinación que conduce a la muerte, debe desembocar en la vida. Los pecados que gravan sobre el corazón, deben ser arrojados fuera, y en su lugar debe formarse un nuevo corazón, perfectamente entregado a Dios, y un nuevo espíritu, que anime y estimule a este corazón.

Con este amplio sentido hay que oir el llamamiento del Bautista. Se trata de la vida o la muerte, la ruina o la salvación. Entonces y siempre. Ningún profeta había antes añadido a esta llamada una razón semejante: «Porque el reino de Dios está cerca». Los profetas amenazaban con el juicio de Dios, con el arrebato de la ira de Dios y con la represalia, con el terrible «día de Yahveh»: «Por ventura aquel día del Señor no será día de tinieblas, y no de luz» (Amo_5:20). Amós está bajo el peso y la cercanía apremiante de este día, lo que da una fuerza irresistible a su llamada para hacer penitencia. El acontecimiento a que se refiere el Bautista, ¿es este día sombrío, en que se descarga el ardor acumulado de la ira de Dios sobre Israel y las naciones? Si se escucha la predicación del Bautista sobre la penitencia (Amo_3:7-10), se tiene que dar una respuesta afirmativa a esta pregunta. Pero esto es imposible aquí, al principio, cuando el Bautista emplea la expresión «reino de los cielos». Esta locución resuena con viveza e infunde alegres esperanzas. Alude al establecimiento del reino de Dios en todo el mundo y para todo el tiempo, al triunfo brillante de Dios al fin de la historia, a la bienaventuranza y alegría de todos los que pertenecen a Dios. Este reino ahora ha llegado, está tan cerca delante de la puerta, que Juan puede decir: «Ahora realmente viene, lo proclamo. Era una hora emocionante...»

Llama la atención que las primeras palabras de la predicación de Jesús en el relato de san Mateo sean exactamente iguales a éstas de Juan (Amo_4:17). ¿Es que el Bautista sólo ha anunciado lo que Jesús? Como precursor de Jesús ¿no tiene que ser más sobrio en palabras, hablar solamente de la penitencia y de la conversión, y en cambio dejar el anuncio de la gran alegría al que viene después de él? Ciertamente que sí, como veremos con claridad en el pasaje siguiente. Pero Mateo quiere decir que Juan Bautista ya pertenece al tiempo nuevo. Está al otro lado de la frontera que separa el tiempo antiguo y el tiempo nuevo. Con él ya empieza a realizarse el reino de Dios. De este modo también se dice algo más: en último término su exhortación a la penitencia tan severa y tan penetrada por el temor del «día de Yahveh», está al servicio del alegre acontecimiento, de la buena nueva, de la incipiente salvación. La palabra de Juan no debe sofocar al hombre, sino levantarlo. Juan el Bautista exige una conversión estricta, pero por un objetivo glorioso, es decir por el mayor que podemos conocer y pensar, el reino de Dios...

3 Juan es el anunciado por el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas».

Después del prólogo majestuoso, ya se nos da a conocer a Juan con más pormenor. De nuevo es significativo que primero oigamos hablar de su rango en el plan de Dios, y luego de los pormenores de su aparición. Isaías había designado de antemano su cargo, cuando daba voces a los cansados proscritos en Babilonia, diciendo: «Una voz grita: Preparad en el desierto un camino para el Señor. Enderezad en la soledad las sendas de nuestro Dios. Todo valle ha de ser alzado, y todo monte y cerro abatido; y los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos, llanos. Entonces se manifestará la gloria del Señor y toda carne la verá, pues la boca del Señor ha hablado» (Isa_40:3-5). Isaías vio una magnífica procesión que a través del desierto se dirigía a la patria (Isa_40:9-11), y oyó el llamamiento a preparar la ruta y allanarla para que pase el Señor. En este paso Dios avanzará con el pueblo jubilante.

La Iglesia y el evangelista oyen de nuevo estas palabras con gran audacia, y las entienden como referidas a Juan. él es quien entonces ha exclamado, quien ahora exclama: Preparad el camino del Señor. Isaías no podía indicar quién profiere esta llamada, pero nosotros lo sabemos. Dios debía avanzar con el pueblo en el desfile triunfal, pero ahora viene corporalmente el que tiene por nombre «Dios con nosotros». Por toda la escena la mirada de la fe reconoce a las dos figuras: El heraldo mensajero es Juan, y el Señor es el Mesías. Se acerca la liberación de la servidumbre.

4 Juan llevaba un vestido de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura: su alimento consistía en langostas y miel silvestre. 5 Jerusalén, Judea entera y toda la región del Jordán acudían a él.

La vida externa del Bautista es austera. Lleva un vestido de pelo de camello sujeto tan sólo con un cinturón de cuero. Se alimenta del escaso alimento producido por el monte yermo: langostas y miel silvestre. Con pocos rasgos, se traza la figura de un hombre, cuya vida puede atestiguar lo que él exige a los demás. No se desoye la llamada. Repercute en Jerusalén, Judea entera y toda la región del Jordán. Empieza una gran peregrinación, pero no es la que vio el profeta de un pueblo liberado por el camino que conduce a la patria; aquí, a la inversa, el pueblo sale al encuentro del solitario pregonero del desierto, del hombre de Dios; no en busca de sensaciones, sino para renovar la vida. Aunque las expresiones pueden ser exageradas, lo cierto es que una profunda conmoción embarga al pueblo de Judá y le hace salir hasta el lugar donde se encuentra Juan. Un charlatán o un flautista de Hamelin puede congregar también un público entusiasta y desencadenar reacciones emotivas en el pueblo, pero cuando resuena la voz de Dios, no se reduce todo a humo de pajas. Allí no hubo ninguna sugestión de masas. Se conmueve el corazón del individuo, y éste es llamado a tomar una decisión personal...

6 y él los bautizaba en el río Jordán al confesar ellos sus pecados.

Juan bautizaba a todos los que venían a él. Juan había instituido un rito especial para disponerse a la conversión: el bautismo. Había llegado a ser tan significativo para él, que recibió el sobrenombre de «el Bautista». En el Jordán, probablemente no lejos de la desembocadura en el mar Muerto, Juan bautiza por inmersión a todos los que se le presentan. Se debe lavar simbólicamente el pecado. Es cierto que en tiempos de Juan se hacían abluciones y baños en el judaísmo oficial y en las comunidades de las sectas. Eran una de las ocupaciones cotidianas, una parte constitutiva de la vida legal. El bautismo de Juan es distinto de todas estas abluciones y baños, era una señal de que el hombre se convierte, se renueva, se dispone para la salvación que se acerca, es un indicador del fin de los tiempos, en el sentido del profeta: «Lavaos, purificaos, apartad de mis ojos la malignidad de vuestros pensamientos, cesad de obrar mal, aprended a hacer el bien» (Isa_1:16 s). El que así era sumergido en las aguas del río, debía vivir en adelante como un hombre nuevo, orientado por completo hacia lo venidero.

b) Exhortación a convertirse (Mt/03/07-10).

7 Pero al ver que venían al bautismo muchos fariseos y saduceos, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir del inminente castigo? 8 ¡A ver si dais frutos propios de conversión!

Entre los romeros no había solamente gente sencilla, sino también comerciantes y soldados, piadosos fariseos y miembros del sanedrín de Jerusalén. No es, pues, de maravillar que entre la multitud Juan también viera a «muchos fariseos y saduceos», que querían bautizarse, y por tanto estaban dispuestos a convertirse. No obstante llama la atención que el único fragmento detallado de la predicación, que encontramos en el Evangelio, va dirigido solamente a aquel grupo.

Probablemente lo que san Mateo quiere decir es que el tratamiento incisivo y áspero de raza de víboras se ajusta a los que así se descubren en el curso del Evangelio (cf. 12,34; 23,33). Pero no puede haber ninguna duda de que este fragmento contiene en términos muy generales pensamientos básicos de la predicación del Bautista. Explica la primera palabra del programa: «Convertíos.» Después del denuesto «¡raza de víboras!» retumba como un trueno la siguiente pregunta: «¿Quién os ha enseñado a huir del inminente castigo?» Es el acontecimiento amenazador, contra el que previnieron los profetas antes de Juan, como ya hemos visto. El día de la catástrofe y de la aniquilación, el día de Yahveh, que no es luz, sino tinieblas; este día está ante la puerta, se acerca con tal ímpetu y rapidez, que nadie puede huir de él. Quizás resonaron en Juan palabras como las que Amós ha pronunciado acerca de la imposibilidad de evitar el día del Señor: «Como un hombre que huyendo de la vista de un león diere con un oso o entrando en su casa, al apoyarse con su mano en la pared, fuese mordido de una culebra» (Amo_5:19). Nadie puede huir. El que crea estar seguro, es cogido antes; al que busca la huida, el escondrijo le resulta fatal. También a vosotros os sobreviene este día, a nadie le deja el camino libre para huir. «Porque es grande y muy terrible el día del Señor. ¿Y quién podrá soportarlo?» (/Jl/02/11). Con todo hay una huida, un camino, que no preserva del acontecimiento, pero que ayuda a soportarlo. Es cierto que el día viene, pero no como juicio e ira, si os convertís: ¡A ver si dais frutos propios de conversión! La penitencia es lo único que puede salvaros: abandonar el camino falso y recorrer el camino de la justicia; permutar la ruta que conduce a la muerte con la que lleva a la vida; arrojar fuera el pecado y elegir a Dios. La conversión ha de acreditarse con obras, una nueva vida debe corresponder a la plena conversión a Dios. Hay que notar algo sobre este particular. No es suficiente una mudanza en la manera de pensar, un cambio del alma y del espíritu. Tiene que transformarse toda la vida, tiene que haber «frutos propios de la conversión».

9 Y no os hagáis ilusiones diciendo en vuestro interior: ¡Tenemos por padre a Abraham! Porque os aseguro que poderoso es Dios para sacar de estas piedras hijos de Abraham. 10 Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles. Y todo árbol que no da fruto bueno será cortado y arrojado al fuego.

¿Qué valor tienen las seguridades, nuestras garantías? ¿No somos el pueblo elegido, agraciado con copiosas promesas y privilegios? ¿No somos hijos del «padre» Abraham? A través del mismo linaje ¿no participamos también de su promesa? ¿No se nos atribuye también su mérito, de tal forma que no tengamos que temer por nuestra salvación? ¿No se detiene el alud del juicio ante los hijos de la elección? Dice Juan: «No os hagáis ilusiones diciendo en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham. Porque os aseguro que poderoso es Dios para sacar de estas piedras hijos de Abraham.» Esto es inaudito, es una herejía. ¿Dios no respeta los privilegios? Sí, los respeta, pero no le compran la conversión insistiendo celosamente en las prerrogativas. Ante Dios no tiene valor la certeza de salvarse sin la propia conversión. Mirad las toscas piedras que están alrededor. Dios no necesita vástagos, Dios quiere tener verdaderos hijos. Si vosotros no los sois, rehusando hacer penitencia, entonces Dios de estas piedras formará un nuevo linaje de Abraham. Esto tuvo que poner a todos en movimiento, y sacar de quicio a los judíos que estaban seguros de sí mismos, a los que creen se acreedores de Dios, a los versados en la Escritura. Dios ha determinado un orden de la salvación, y cumple lo que promete, incluso con respecto al pueblo elegido. Pero no por eso puede nadie conseguir por astucia convertirse, salvarse y obtener la vida. Eso tiene que hacerlo cada uno con su propio esfuerzo, incluso en la Iglesia, incluso hoy día...

Aquí ya se adivina cómo se hace saltar el antiguo armazón y se descubre en el horizonte otro Israel, que no se encubre con la comunidad nacional del judaísmo: san Pablo llamará a Abraham el «padre de todos los creyentes, aunque no circuncidados» y también le llamará «padre de los circuncidados», aunque solamente de aquellos que le siguen en la fe (Rom_4:11 s). Juan solamente quiere sacudir la seguridad que confía en la propia justicia, aún no debía pensar en un Israel de los gentiles. Pero los caminos están trazados, y san Pablo es el primero que anda por ellos. ¡Qué trastorno se anuncia! Esto es realmente «preparar el camino» y «hacer rectas las sendas»...

El tiempo apremia y no se puede demorar la conversión: Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles. Unos pocos golpes más y los árboles se hienden y quiebran. Conviene darse prisa, no vaciléis un momento. Ahora unas imágenes se intercalan en otras: los árboles, los frutos de los árboles, el hacha para talar. El hacha está a punto y seguro que dará en el blanco; semejantemente nadie puede huir del día del enojo. Se tala, pero no se quema el árbol del que se ha convertido. Puede subsistir en el fuego de la destrucción. Todos los demás árboles están destinados al fuego: se corta y se arroja al fuego todo árbol que no lleve buen fruto. El fuego es el fuego de la sentencia de aniquilación. Ya está encendido y se abre camino trabajosamente, ávido de alimento. Son roídos por el fuego todos los que no se han convertido...

c) El anuncio del Mesías (Mt/03/12).

11 Yo os bautizo con agua para la conversión. Pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y ni siquiera soy digno de llevarle las sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Juan no sólo está bajo la impresión del «día de Yahvéh». sino bajo los efectos de otra luz, proyectada poderosamente sobre él. Su misión no es solamente pregonar la catástrofe, sino anunciar un personaje; no sólo notificar la proximidad del juicio, sino la proximidad de una persona. Se le ha concedido decir lo que ningún profeta antes de él pudo decir: El que viene detrás de mí es más fuerte que yo. No se dice su nombre, es «el que viene» por antonomasia. Por una parte es el esperado, cuya llegada se espera y en quien se ha esperado, por otra parte es el que ahora ya está cerca y por así decir está delante de la puerta. Este nombre, «el que viene», manifiesta su aparición, que está ya muy próxima. Cada adviento hace experimentar intensamente a la Iglesia la proximidad del «que llega»...

Juan muestra con dos metáforas que este otro es más poderoso que él. La primera metáfora habla del bautismo. Su propio bautismo se llevaba a cabo con agua para la conversión. Su bautismo tenía por finalidad la conversión y la expresaba. El bautizado era bañado con agua, lo cual reclamaba una nueva vida. La actividad de Juan era una selladura externa y una confirmación de esta voluntad, la realización de un signo, cuyo contenido debía cumplir en el individuo. Pero ahora viene el que es más fuerte; también él administrará un bautismo, pero de una índole completamente distinta: él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En primer lugar sin agua, que solamente moja la superficie, sino con el Espíritu viviente de Dios, que transforma los corazones. Es creado de nuevo con toda certeza aquello de lo que echa mano el Espíritu de Dios. «El que es más fuerte» es capaz de dar este don. El Espíritu de Santo de Dios es un don del tiempo final. Isaías ve el país desguarnecido y devastado «hasta tanto que desde lo alto se derrame sobre nosotros el espíritu del Señor. Entonces el desierto se convertirá en un vergel...» (Isa_32:15). Isaías oye el anuncio de Dios: «Derramaré mi espíritu sobre tu linaje, y la bendición mía sobre tus descendientes» (Isa_44:3). Entre los acontecimientos del fin Joel también nombra la efusión del Espíritu, que Pedro ve cumplido en pentecostés: «Y después de esto derramaré yo mi espíritu sobre toda clase de hombres; y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos tendrán sueños, y tendrán visiones vuestros jóvenes. Y aun también sobre los siervos y siervas derramaré en aquellos días mi espíritu» (Joe_3:1 s). Esta fuerza verdaderamente divina tiene que haber sido dada al «que es más fuerte...» Además: también bautizará con fuego. Juan habló del fuego del juicio (Joe_3:10). Eso también es una imagen antigua del día de Yahveh: «Porque he aquí que llegará aquel día semejante a un horno encendido, y todos los soberbios, y todos los impíos serán como rastrojo, y aquel día que debe venir los abrasará, dice el Señor de los ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni renuevo alguno» (Mal_4:1; cf. Joe_2:1-5). La llama abatirá al que no se ha convertido, el Espíritu se derramará sobre los convertidos. En esto consiste el doble bautismo. Pero el primero está en el primer plano, como muestra el versículo siguiente.

12 Tiene el bieldo en la mano y limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga.

Esta otra metáfora procede de la vida del campesino: la mies. Se reúne el grano y se aventa en la era. Allí la paja se separa del trigo; la paja vuela impulsada por el viento, el grano por su peso cae al suelo. Se quema la paja, y el trigo se almacena en el granero. Eso es lo que ahora va a suceder. «EI más fuerte» ya ha cogido la pala. La separación empezará dentro de pocos momentos. Pero ¿no es propio de Dios, no es privilegio suyo celebrar el juicio? ¿No lo indica así el hecho de que se hable de «su trigo», con el cual solamente se puede aludir a las personas adictas a Dios, a los que se han convertido? Y la paja no se quema en la era, como en realidad se hace, sino que es arrojada a un fuego que no se apaga, que solamente puede ser el fuego de la gehenna, del infierno. Juan sólo conoce un juicio, que es el juicio de Dios. Cuando habla del juicio, tiene que decir todo lo que los profetas han anunciado antes que él sobre el juicio. Pero el que lo lleva a término no es Dios, sino «el más fuerte», que es el Mesías. De él se afirma lo que hasta esta hora era privilegio santo de Dios. La imagen del Mesías ya al principio tiene unas dimensiones que ningún judío hubiese podido imaginar: Señor y juez del tiempo final. Realmente es «el más fuerte», ante el que Juan se postra, y no se siente capaz de prestarle el menor servicio de un esclavo, a saber, de llevar tras él las sandalias. El que está enviado a ir delante de él, no se encuentra en condiciones de correr detrás de él como servidor. San Mateo escribe pocas frases sobre la presentación y predicación del Bautista. Sin embargo estas frases dan un concepto grandioso del hombre a quien Jesús designa como el «mayor entre los nacidos de mujer» (11,11). Si Juan está por encima de todos los demás y por otra parte ve que es tan grande la distancia entre él y el Mesías, ¿qué diremos nosotros, si nos comparamos con el Mesías? En el mensaje de Juan predominan los colores obscuros. Le hace estremecer, es el día del juicio de Dios, y su anuncio del Mesías está también bajo la impresión de esta tormenta amenazadora. Según parece, Juan sólo puede ver al Mesías como ejecutor del enojo divino. Pero el hecho de que se anuncie el Mesías, ya es una buena nueva, la primera luz que difunde el llamamiento: «El reino de los cielos está cerca». Y el Mesías no sólo viene para el espantoso juicio, sino que también trae el espíritu vivificante para un pueblo nuevo...

2. BAUTISMO DE JESÚS (Mt/03/13-17). J/BAU

13 Entonces Jesús llega de Galilea al Jordán, y se presenta a Juan para que lo bautice. 14 Pero Juan quería impedírselo, diciendo: Soy yo quien debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 15 Pero Jesús le contestó: Permítelo por ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió.

Jesús viene como uno de tantos, y con la intención expresamente mencionada de ser bautizado. Esto no se había dicho tan claramente de los fariseos y saduceos (3,7), es bastante singular, e inmediatamente suscita la pregunta: ¿Cómo puede humillarse entre los más débiles el que fue designado como «el que es más fuerte» y a quien se han atribuido tales facultades? ¿Cómo es posible que el juez de los demás aquí juzgue, al parecer, su propia vida? El que debía bautizar con el Espíritu Santo ¿se deja ahora lavar con agua? Tales preguntas probablemente se han formulado muy pronto en el tiempo misional de la primitiva Iglesia, cuando se informaba del bautismo de Jesús. Los demás evangelistas pasan por alto la dificultad y no le dan ninguna respuesta. En san Mateo, el Bautista y Jesús dan ya la respuesta en su encuentro. Juan debió de reconocer en seguida a Jesús. La escena no se describe con pormenores, como en el Evangelio de san Juan (Joh_1:29-37). El Bautista tampoco lo da a conocer al pueblo. Procura disuadirle de su propósito con la pregunta desconcertada: Soy yo quien debería ser bautizado por ti, ¿y tu vienes a mí? Juan aún no ha sido bautizado con el bautismo del espíritu, que acaba de anunciar, y pide a Jesús este bautismo, que una vez más se describe como superior, como la revelación de su propio bautismo, y de este modo el tiempo antiguo es separado del nuevo. La línea divisoria queda trazada, por así decir, a través de la figura de Juan. Es verdad que entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que él, pero también se dice que «el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él» (Mat_11:11). Su pregunta no es ante todo una señal de humildad personal o del deseo de la propia salvación, sino que es la consecuencia de su predicación: ahora viene el tiempo del «más fuerte»; el que bautiza con Espíritu y fuego no tiene nada que ver con mi bautismo de penitencia. Jesús le contesta: Permitemelo por ahora. No te opongas y deja que ocurra lo que es necesario. Porque es conveniente que así cumplamos toda justicia. Es curioso que Jesús se solidarice con el Bautista y use la primera persona del plural «cumplamos». Los que tienen un rango tan desigual (Juan no se siente capaz de prestar el más insignificante servicio de esclavo) están unidos en un respecto: ahora nos está encomendado a nosotros dos algo a lo que no podemos sustraernos. Se trata de «toda justicia». ¿Qué significa esto? ¿No es la justicia una conducta personal dentro del ámbito de la perfección, como fue atribuida a José? Aquí también se hace referencia a esta conducta: en todo tenemos que hacer dócilmente lo que Dios ahora quiere. Los dos estamos subordinados a una orden superior. Es el «camino de la justicia», el camino que conduce a la verdadera vida, por el cual vino Juan (Mat_21:32). El Mesías toma el mismo camino, el cual le conducirá por la obediencia a la muerte. El Mesías ya desde el principio indica a todos los imitadores lo que es la «justicia» que debe aventajar mucho la de los escribas y fariseos (d. 5,20): mortificar la propia voluntad, identificarse profunda e interiormente con la voluntad de Dios...

16 Apenas bautizado Jesús, salió en seguida del agua, y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios descender, como una paloma, y venir sobre él, 17 mientras de los cielos salió una voz que decía: éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido.

Esta escena casi parece una respuesta a la dicción «toda justicia». Jesús sale del agua, el cielo se hiende y Jesús ve al Espíritu de Dios descender, como una paloma, y venir sobre él. San Mateo describe el acontecimiento como una experiencia personal del Señor; el gran público parece que no nota nada (Así también Mar_1:10; de otra manera hablan Lc 3.21s, y Joh_1:3, que no menciona el bautismo). Es algo que ocurre entre el Padre y él, es un misterio dentro de la esfera divina. De nuevo se habla del «Espíritu de Dios», el cual ya actuó en la concepción milagrosa en el seno de la virgen (1,18.20). Es obra del Espíritu el principio de la vida, y también lo es el comienzo de la actividad. Cuando el Espíritu desciende «sobre él», toma posesión de él. Así también hablaban los hombres de Dios en el Antiguo Testamento, y sobre todo Isaías anuncia acerca del Mesías: «Está sobre mí el espíritu del Señor; porque el Señor me ha ungido, y me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres» (Isa_61:1). Toda misión procede de Dios nuestro Señor, pero la realización es llevada a cabo e impulsada por su Espíritu Santo. Así también sucede en el Mesías... A la señal silenciosa del Espíritu que desciende, sobreviene la palabra del Padre, que resuena desde el cielo: éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido. He aquí una revelación que quita el aliento. Dios muestra su predilección por este hombre, que está a la orilla del Jordán como un hombre del pueblo, discreto e inadvertido. A este hombre Dios le llama su «Hijo amado». El adjetivo tiene el significado de «el único», pero aquí también resuena la viveza y la proximidad del amor, que experimentamos en primer lugar. En la antigua alianza también se habla de los «hijos de Dios». Especialmente los reyes de Israel son designados así. Están particularmente cerca de Dios, ya que representan su dominio y su gloria en la tierra. Pero antes Dios a nadie había llamado nunca «mi hijo amado». Se denota un misterio nuevo e incomparable, conocido por Jesús, ignorado entonces por los circunstantes, proclamado más tarde jubilosamente por la fe de la Iglesia. El Padre no designa a Jesús como su Hijo, para presentarlo al mundo o para revelarse a él personalmente, sino para mostrar su predilección por él. «En quien me he complacido» quiere decir: me complace en todo lo que dice y hace, en su vida y en sus sufrimientos. La actividad, que pronto ha de empezar, lleva expresamente y desde un principio el sello del divino reconocimiento. Ya de antemano está resuelto lo que Dios hará con la resurrección del crucificado. Principio y fin se corresponden mutuamente como dos pilares, en los que descansa el presente...

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



17 (G) La predicación de Juan Bautista (3,1-12). De forma un tanto abrupta, Mateo se desplaza desde la infancia de Jesús al comien(-)zo de su ministerio público. En este punto, Mateo se une al relato de Marcos añadiéndole frases y dichos de Q (los w. 7-12, parte del v. 11 y todo el v. 12), con lo que se complica la si(-)tuación literaria. Mateo comienza con la acti(-)vidad de Juan Bautista. 1. en aquellos días: So(-)bre el año 26 d.C. Juan el Bautista: Predicador judío del arrepentimiento, Juan procede de un ambiente sacerdotal esenio y se le conoce en fuentes extrabíblicas (Josefo, Ant. 18.5.2 § 116-19). Mateo lo introduce porque así aparecía en sus tradiciones y porque, a pesar de las dife(-)rencias entre ambos, Juan y Jesús eran consi(-)derados por los primeros cristianos como figuras relacionadas por su predicación pro(-)fética, seriedad religiosa, práctica del bau(-)tismo y expectación escatológica. Algunos de los discípulos del Bautista desarrollaron su movimiento en rivalidad contra el cristianis(-)mo (Mt 11,2); pero, por su martirio y por el respeto que Jesús le tenía, los cristianos co(-)menzaron a considerarlo como precursor de Jesús. Mateo va más allá que cualquier otro evangelista al hacer de Juan un «pequeño Jesús» poniendo en sus labios su mismo men(-)saje central (compárese el v. 2 con 4,17) e iden(-)tificándolo con Elías (11,14; 17,10-13). 2. arre(-)pentios: El griego metanoein connota la idea de un «cambio de mentalidad»; el término hebreo süb significa «volver» (apartándose del pecado y dirigiéndose hacia Dios), un tema fundamental en los profetas del AT (sobre lo que los rabinos pensaban acerca del arrepenti(-)miento, cf. mYoma 8,8-9; G. F. Moore, Judaism [Cambridge, MA, 1927] 1.507-34; E. E. Urbach, The Sages [2 vols., Jerusalén 1975] 426-71; J. Behm, TDNT 4.975-1008; sobre las ana(-)logías clásicas de la predicación del Bautista con la diatriba estoico-cínica, cf. S. K. Stowers, The Diatribe [SBLD 57, Chico 1981]). El reino de los cielos: Cf. comentario sobre 4,17. A diferencia de los otros sinópticos, Mateo pos(-)pone el tema del perdón de los pecados a 26,28. 3. Se cita Is 40,3 según la versión de los LXX y se transfieren a Jesús las referencias atribuidas a Yahvé. Ésta es la primera cita del Déutero-Isaías, el profeta de la consoladora buena nueva de la liberación y del regreso del exilio. El Dt-Is es muy importante para el NT: lo interpreta como una especie de protoevangelio, pero lo desnacionaliza y elimina de él la nota de venganza. Este pasaje tenía también relevancia para los esenios (1QS 8,14). 4. pelo de camello: La vestidura propia de un profeta (1 Re 1,8; Zac 13,4), especialmente de Elías. saltamontes y miel silvestre: Su dieta sugiere que se alimentaba de lo que recogía del cam(-)po. En la tradición posterior, el Bautista se convirtió en modelo para los monjes, que no podían comer carne; puesto que los saltamon(-)tes eran un tipo de carne, se reinterpretaron como vainas de algarrobas. 5. la región del Jor(-)dán: Podría incluir no sólo Galilea, sino tam(-)bién Transjordania y las fuentes de Ainón (cf. Jn 1,28; 3,23), una zona bastante amplia. 6. bautizaba: El término griego baptizein signifi(-)ca «bañar» o «sumergir», o, quizá también, «derramar» en sentido ritual. En este contex(-)to, el bautismo es un rito religioso de limpieza o purificación que tiene analogías con los la(-)vatorios que según el AT tenían que hacer los sacerdotes, o con aquellos que practicaban los fariseos y los esenios; ahora bien, no es el mis(-)mo penitente quien lo realizaba, sino Juan. confesaban sus pecados: El sentido de la culpa moral estaba ampliamente extendido, como también la necesidad de confesar, pero las for(-)mas que ésta adquiría eran muy variadas. No está claro cómo se realizaba en este caso, pe(-)ro, tal vez, podríamos pensar en el día de la ex(-)piación, cuando, por todas partes, se emitían lamentaciones por las promesas incumplidas.
7. La fuente Q comienza en este punto. Mateo reduce los destinatarios a fariseos y saduceos (cf. Lc 3,7). ¿Por qué trata tan severamente a estos dos grupos? Según Josefo (Bell. 2.8.2-14 § 119-66), había tres sectas principales en el judaismo de este tiempo: fariseos, saduceos y esenios; la existencia de un cuarto grupo se ha relacionado frecuentemente con los zelotas que surgieron posteriormente. Aunque los fa(-)riseos no fueron siempre hostiles a Jesús (Lc 13,31) y, según Marcos, no intervinieron en el proceso que condujo a su muerte, Jesús se sin(-)tió obligado a criticarlos severamente (p.ej., cap. 23 par.) por la importancia que tenían co(-)mo líderes religiosos. Aunque en sus orígenes (período macabeo) el movimiento había ayu(-)dado a salvar el judaismo, en esta época se ha(-)bía convertido en algo peligrosamente rígido y exclusivista. Ya en tiempos de Mateo, sus he(-)rederos, los rabinos, se habían convertido en los principales adversarios judíos del cristia(-)nismo, y el evangelista estaba decidido a mos(-)trar que éste representaba el verdadero Israel. Los saduceos constituían el partido sacerdotal que estaba estrechamente relacionado con el templo y, por tanto, estuvieron más directa(-)mente implicados en la muerte de Jesús (26,3-4). raza de víboras: Esta frase se repite en 12,34; cf. Ap 12,9; Jn 8,44. ira venidera: Aun(-)que la idea fundamental es tan antigua como la predicación de los profetas (? Pensamiento del AT, 77:99-102), hay una nueva nota de ur(-)gencia escatológica en la llamada al arrepenti(-)miento; el juicio de Dios está próximo. 8. fru(-)tos: Las obras de Dios que van más allá del arrepentimiento son las que se «llevan hasta el final». 9. descendientes de Abrahán: La salva(-)ción no es hereditaria. Esta idea remite a un tema básico de Mateo: Los gentiles pueden salvarse. Cf. Am 3,2. Dios no manifiesta nin(-)guna parcialidad étnica ni social (Dt 1,17; 16,19; 2 Cr 19,17; Hch 10,34; Rom 2,11; Gál 2,6; Ef 6,4; Col 3,25). 10. ya ahora: La situa(-)ción es política y espiritualmente tensa y ur(-)gente. hacha: Is 10,34; Jr 46,22. árbol: Mt 7,19.
II. no soy digno de llevarle las sandalias: Ma(-)teo difiere de los otros evangelios y Hch 13,25, leyendo «llevar» en lugar de «desatar». Puede reflejar un refinamiento rabínico posterior, cuya enseñanza decía que un discípulo tenía que hacer por su maestro cualquier cosa que hiciese un esclavo, menos quitarle las sanda(-)lias (bKetub. 96a). con fuego: Debemos distin(-)guir entre lo que dijo probablemente Juan Bautista y las adiciones cristianas posteriores. Si consideramos estas palabras como una adi(-)ción posterior, entonces el Bautista se refiere al juicio mismo de Dios. 12. trigo... paja: El motivo de la cosecha provee la imagen de la separación que se realizará el día del juicio. fuego: cf. Is 48,10; 6,24; Jr 7,20; etc.
18 (H) El bautismo de Jesús (3,13-17). El bautismo de Jesús por el Bautista en el Jor(-)dán es tan importante teológicamente que lo narran los cuatro evangelistas, pero cada uno a su manera. Marcos presenta un relato sucin(-)to (1,9-11), teológicamente ingenuo y sin com(-)plicaciones. Pero, tras su redacción, el relato se hizo rápidamente problemático para la Igle(-)sia primitiva, pues se pensaba que no era muy correcto que el impecable Jesús fuera bautiza(-)do por sus pecados. Por esto, Mateo omite la referencia de Mc 1,4 al perdón de los pecados y añade los w. 14 y 15. 15. deja eso ahora: Es(-)te versículo expresa una limitación temporal, implicando un cambio tras la cruz y la resu(-)rrección o tras la muerte del Bautista, justicia: «Justicia» y «rectitud» son dos traducciones de la misma palabra griega dikaiosyné. La jus(-)ticia es el segundo gran tema teológico de Mateo, tras el reino de Dios, con el que está estrechamente relacionado (6,33). En este ver(-)sículo, como en otras partes del evangelio, se refiere a la justicia ética o la rectitud de vida. cumplir toda justicia: Significa hacer perfecta(-)mente todo lo que es justo y hace justo, porque se es obediente a la voluntad de Dios. El cum(-)plimiento o la plenitud es también un énfasis propio de Mateo. (Aquí, como en otras partes, Jesús se identifica con la gente, al igual que en las comidas con pecadores muestra su solida(-)ridad con ellos.) Lc 3,21-22 desplaza el bautis(-)mo a una oración subordinada, añade su ple(-)garia característica y coloca en el centro el descenso del Espíritu Santo; el acontecimien(-)to se convierte en un pequeño pentecostés. Jn 1,29-34 siente que el bautismo constituye un problema tan embarazoso que no llega a men(-)cionarlo. En su lugar, el Bautista saluda a Je(-)sús como el Cordero de Dios. La obvia conclu(-)sión de esta historia de la tradición es que Jesús fue ciertamente bautizado por Juan en el Jordán. La Iglesia primitiva preservó el epi(-)sodio aunque le resultaba problemático. Pero la parte siguiente del texto, w. 16 y 17, presen(-)ta un elemento más sobrenatural, que la anti(-)gua crítica de las formas clasificaba como mi(-)to. Sin embargo, ahora parece más correcto considerarlo como una visión interpretativa (Deutevision), tal como encontramos en los targumes de Gn 22,10; 28,12 (así opina LentzenDeis), que comenta el significado del aconte(-)cimiento. 16. habiendo sido bautizado Jesús: Mateo menciona el bautismo en participio y relata la apertura de los cielos y el mensaje de la voz celestial de forma pública, objetiva, aunque el descenso del Espíritu de Dios (ex(-)presión veterotestamentaria) se describe como una experiencia privada que tuvo el mismo Je(-)sús («él vio»), al igual que Marcos (cf. Le), pa(-)loma: Véase Gn 1,2. El descenso del Espíritu significa que Jesús es ungido como Mesías (Hch 10,37-38), es decir, que ha recibido el po(-)der, la sabiduría y la santidad para desempe(-)ñar esta función. 17. una voz: Esto es lo que los rabinos llamaban una bat-qól (lit., «la hija de la voz», es decir, una vocecilla o susurro); para algunos, un agente de revelación, pero para los rabinos posteriores no era considera(-)da válida en asuntos legales (bPesah 1114a; bYebam 102a). Cf. Mt 17,5. Éste es mi hijo ama(-)do: Estas palabras son una alusión a Is 42,1, pero con alguna referencia a Gn 22,2 y Sal 2,7. Significan que Jesús tiene que ser el Siervo sufriente de Dios y, sólo en este sentido hu(-)milde, el Mesías. El siervo es una figura mis(-)teriosa que, aunque es inocente, sufre por su pueblo. Él es el sujeto de los cuatro cánticos del Dt-Is (42,1-4; 49,1-7; 50,4-11; 52,13-53,12). El hebreo lee «siervo», no «hijo». El desplaza(-)miento se hizo posible filológicamente por la palabra griega pais, que los LXX utilizan algu(-)nas veces para traducir el término hebreo ebed, «siervo», pero que también tenía el sig(-)nificado de «chico», «niño». Desde este sentido hasta hijo había solamente un pequeño paso. No obstante, el cambio pudo hacerse delibera(-)damente, debido a la comprensión de la filia(-)ción única de Jesús como servidumbre. M. D. Hooker objeta que en esta época no se enten(-)día que el siervo fuera una determinada per(-)sona, pero esta objeción no es determinante, pues había una continua reinterpretación, fu(-)sión y transformación de las ideas mesiánicas del AT y judías que prosiguió en el NT. Jesús se convierte en un imán de los títulos salvífícos. En la tradición cristiana posterior, el bautismo fue considerado como la primera revelación neotestamentaria de la Trinidad económica, puesto que el Padre, Hijo y Espíritu Santo apa(-)recen conjuntamente en esta escena (Jeróni(-)mo), y el bautismo de Jesús se convirtió en el modelo del bautismo cristiano.
(Cullmann, O., Baptism in the New Testament [Naperville 1950], Hooker, M. D., Jesús and the Servant [Londres 1959], Lentzen-Deis, F., Die Taufe Je(-)su [Francfort 1970]. Wink, W,,John the Baptist in the Gospel Tradition [Cambridge 1969].)

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. San Juan se lo estorbaba, diciendo: "Yo debo ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?". Respondiendo Jesús, le dijo: "Déjame ahora. Así conviene que nosotros cumplamos la justicia"; y entonces se lo consintió. (vv. 13-15)

La glosa
Después que Cristo fue anunciado en la predicación de su precursor, quiso manifestarse a los hombres el que por tanto tiempo había vivido oculto. Por eso se dice: "Entonces vino Jesús desde Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él".

Remigio
Debe advertirse que en estas palabras se designan las personas, el lugar, el tiempo y el oficio. El tiempo, cuando dice Tunc, 1 entonces.

Rábano
Cuando tenía treinta años. En esto se manifiesta, que no debe autorizarse a ninguno, ni sacerdote, ni predicador, si no es de una edad madura. José fue encargado del gobierno de Egipto cuando tenía treinta años. David empezó su reinado cuando tenía la misma edad. Ezequiel mereció ser designado como profeta en la misma edad.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10,1
Puesto que después de este bautismo quería Jesús derogar la Ley, espera hasta esta edad, en que caben todos los pecados, y la cumple íntegra hasta entonces, no fuera que dijera alguno que la derogaba por no ser capaz de cumplirla.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Se dice también entonces (es decir, cuando Juan predicaba: haced penitencia) para confirmar su predicación y para que recibiese su testimonio del mismo San Juan. Así como cuando sale el lucero éste marcha delante del sol, y la luz del sol no espera el ocaso del lucero para brillar, sino que aparece cuando aún sigue su carrera, pero el sol oscurece su brillo con sus rayos, así también Jesucristo no esperó que San Juan terminase su carrera, sino que apareció cuando él aún predicaba.

Remigio
Se hace mención de las personas cuando se dice: "Vino Jesús a Juan", esto es, Dios al hombre, el Señor al siervo, el Rey a su soldado, la luz a la linterna. Se designan los lugares cuando se dice: "De Galilea al Jordán". Galilea quiere decir emigración. Todo el que quiere bautizarse, emigre de los vicios a las virtudes y, viniendo al bautismo, humíllese. Jordán quiere decir bajada.

San Agustín, in sermonibus de Epiphania
La Sagrada Escritura dice que se han verificado muchas cosas admirables en este río, entre otras, diciendo: "el Jordán se volvió atrás" (Sal_113:3). Antes las aguas se volvieron atrás, ahora se vuelven los pecados. Así como Elías dividió las aguas del Jordán, 2 así Cristo, Nuestro Señor, hizo en el mismo Jordán la separación de los pecadores.

Remigio
Se expresa el oficio cuando se sigue: "Para que fuese bautizado por él".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
No para que él mismo recibiese el perdón de sus pecados por medio del bautismo, sino para dejar santificadas las aguas a los que se bautizasen después.

San Agustín, in sermonibus de Epiphania
El Salvador quiso bautizarse no para adquirir limpieza para sí, sino para dejarnos una fuente de limpieza. Desde el momento en que bajó Cristo a las aguas, el agua limpia los pecados de todos. Y no debe admirar que el agua, es decir una sustancia corporal, aprovecha para purificar el alma. Viene y penetra perfectamente todos los secretos de la conciencia. Aun cuando el agua es sutil y débil, con la bendición de Cristo se hace sumamente fuerte y penetra con su blando rocío las causas ocultas de la vida, hasta los secretos del pensamiento. Es mucho más sutil la penetración de las bendiciones, que la de la humedad de las aguas. De donde se desprende, que la bendición del Salvador en su bautismo ha llenado las regiones más escogidas y los manantiales de las fuentes como río espiritual.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Vino a este bautismo para que, aquél que había tomado la naturaleza humana, pudiese llenar plenamente todos los secretos de la misma naturaleza. Porque aunque El no era pecador, tomó sin embargo la naturaleza pecadora. Por lo tanto, aunque por sí mismo no necesitaba el bautismo, la naturaleza carnal de otros lo necesitaba.

San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Quiso bautizarse, además, porque quiso hacer lo que nos manda hacer, para que como buen maestro no sólo nos enseñase con su doctrina, sino también con su ejemplo.

San Agustín, in Ioannem, 5,5
Por esta razón quiso ser bautizado por San Juan: para que sepan sus siervos con cuánta alegría deben correr al bautismo del Señor, al ver como El no ha desdeñado recibir el bautismo del siervo.

San Jerónimo
Además quiso bautizarse para confirmar con su bautizo el bautismo de San Juan.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 12,1
Porque el bautismo de Juan era de arrepentimiento, y llevaba consigo la confesión de las culpas, para que no hubiese alguien que creyese que Cristo había venido a bautizarse por esta causa, el Bautista dijo al que venía: "Yo debo ser bautizado por ti, y ¿tú vienes a mí?".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
Como si dijese: Está bien que tú me bautices, esta razón es idónea (para que yo también sea justo, y me haga digno del cielo). Pero ¿qué razón hay para que yo te bautice? Todo lo bueno baja del cielo a la tierra y no sube de la tierra al cielo.

San Hilario, in Matthaeum, 2
Por último, el Señor no pudo ser bautizado por Juan como Dios, pero enseña que debe bautizarse como hombre. De donde se sigue que respondiéndole Jesús, le dice: "Déjame ahora".

San Jerónimo
Y hermosamente responde: "Déjame ahora", para manifestar que Cristo debía ser bautizado por San Juan en el agua, y San Juan ser bautizado por Cristo en espíritu. O de otro modo: "Déjame ahora", para que quien ha tomado la forma de siervo, manifieste su humildad. Sé consciente de que tú habrás de ser bautizado con mi bautismo en el día del juicio. O, "déjame ahora", dice el Señor, porque tengo otro bautismo con el cual habré de ser bautizado. Tú me bautizas en agua para que yo te bautice por mí en tu sangre.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 4
En lo que manifiesta también que Cristo bautizó después a San Juan, aun cuando en los libros apócrifos esto está escrito de una manera patente. Pero ahora déjame que manifieste la rectitud del bautismo no sólo con palabras, sino también con obras. Primero recibiré, después predicaré. De donde se sigue: "Así conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Esto no quiere decir que si fuese bautizado cumpliría toda justicia, sino que la cumple así, de esa manera. Es decir, primero cumplió toda la justicia del bautismo con obras, después la predicó, según aquellas palabras: Jesús empezó a hacer y enseñar. O de otro modo: Conviene que nosotros hagamos toda justicia, como hacemos la del bautismo, es decir, según las necesidades de la naturaleza humana. Así cumplió la justicia naciendo, creciendo y todo lo demás.

San Hilario, in Matthaeum, 2
Por El debía cumplirse toda justicia, por quien únicamente podía cumplirse la ley.

San Jerónimo
Pero no añadió si se trataba de la justicia de la ley o de la naturaleza, para que entendamos que ambas.

Remigio
O así: Conviene que nosotros cumplamos toda justicia, es decir, debemos dar ejemplo de cumplir toda justicia en el bautismo, sin el cual no puede abrirse la puerta del reino de los cielos. O también, para que aprendan los soberbios el ejemplo de humildad, y no se crean rebajados cuando sean bautizados por mis humildes ministros, al ver que yo he sido bautizado por mi siervo Juan. La verdadera humildad es la que sigue a su compañera la obediencia. De donde se sigue: "Entonces le dejó", es decir, permitió que se bautizase.

Notas
1. ôïôå : adv., entonces, en aquel tiempo.
2. Ver 2Re_2:14.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter III.

1 Iohn preacheth: his office: life, and Baptisme. 7 He reprehendeth the Pharises, 13 and baptizeth Christ in Iordane.
1 In those daies came [ Mar_1:4 Luk_3:2.] Iohn the Baptist, preaching in the wildernesse of Iudea,
2 And saying, Repent yee: for the kingdome of heauen is at hand.
3 For this is he that was spoken of by the Prophet Esaias, saying, [ Isa_40:3; Mar_1:3.] The voyce of one crying in the wildernes, Prepare ye the way of the Lord, make his paths straight.
4 And the same Iohn had his raiment of camels haire, and a leatherne girdle about his loynes, and his meate was locusts and wilde hony.
5 Then went out to him Hierusalem, and all Iudea, and all the region round about Iordane,
6 And were baptized of him in Iordane, confessing their sinnes.
7 But when he saw many of the Pharisees and Sadducees come to his Baptisme, he said vnto them, [ 1; Mat_12:34.] O generation of vipers, who hath warned you to flee from the wrath to come?
8 Bring forth therefore fruits [ Or, answerable to amendment of life.] meet for repentance.
9 And thinke not to say within your selues, [ Joh_18:39.] Wee haue Abraham to our father: For I say vnto you, that God is able of these stones to raise vp children vnto Abraham.
10 And now also the axe is layd vnto the root of the trees: [ Mat_7:19.] Therefore euery tree which bringeth not foorth good fruite, is hewen downe, and cast into the fire.
11 [ Mark.1.8; Joh_1:26; Luk_3:16.] I indeed baptize you with water vnto repentance: but he that commeth after mee, is mightier then I, whose shooes I am not worthy to beare, hee

[Christ baptized.]

shall baptize you with the holy Ghost, and with fire.
12 Whose fanne is in his hand, and he will throughly purge his floore, and gather his wheat into the garner: but wil burne vp the chaffe with vnquenchable fire.
13 [ Mark. 1.9; Luk_3:21 .] Then commeth Iesus from Galilee to Iordane, vnto Iohn, to be baptized of him:
14 But Iohn forbade him, saying, I haue need to bee baptized of thee, and commest thou to me?
15 And Iesus answering, said vnto him, Suffer it to be so now: for thus it becommeth vs to fulfill all righteousnesse. Then he suffered him.
16 And Iesus, when hee was baptized, went vp straightway out of the water: and loe, the heauens were opened vnto him, and he saw the Spirit of God descending like a doue, and lighting vpon him.
17 And loe, a voice from heauen, saying, This is my beloued Sonne, in whom I am well pleased.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. Las expresiones "Reino de los Cielos" y "Reino de Dios" son equivalentes. Mateo suele emplear la primera, adaptándose así a la práctica judía de no pronunciar el nombre de Dios.

3. Isa_40:3. Este texto del profeta Isaías describe el retorno de los judíos después del destierro en Babilonia: el Señor avanza a la cabeza de su Pueblo y lo precede un heraldo -figura de Juan el Bautista- para anunciar su paso y preparar sus caminos.

6. Las prácticas bautismales eran frecuentes en algunas sectas judías, pero el bautismo de Juan no tenía un valor puramente ritual, sino que suponía y significaba la purificación moral, a la vez que disponía para recibir al Mesías, que iba a bautizar "en el Espíritu Santo" (v. 11).

7. Los "fariseos" formaban un grupo religioso que se caracterizaba por la observancia rigurosa de la Ley de Moisés, interpretada de acuerdo con sus propias tradiciones. Ver 15. 1-9.

Los "saduceos" formaban un grupo integrado principalmente por la aristocracia sacerdotal. A diferencia de los fariseos, sus creencias religiosas se limitaban a las verdades que encontraban en la Ley escrita. Negaban la resurrección y la existencia de los ángeles y de los espíritus, por cuanto no encontraban ningún fundamento en la Ley de Moisés para aceptar tales creencias. Ver 22. 23-33; Hec_23:7-8.

La "ira de Dios", que debía manifestarse en la era mesiánica según el anuncio de los profetas ( Amo_5:18; Sof_1:15), es la imagen del Juicio. Esa era comenzó con Jesús y se consumará al fin del mundo.

8. "Convertirse" significa "cambiar de vida" y equivale a arrepentirse.

11. En el Antiguo Testamento, el "fuego" simboliza la purificación de Dios de una manera más eficaz que el agua ( Zac_13:9; Mal_3:2-3). Ver 1Pe_1:7.

16. El Espíritu Santo es representado "como una paloma", probablemente, a causa del primer versículo del Génesis, donde el Espíritu de Dios, según la tradición rabínica, planeaba sobre las aguas "como una paloma". Este símbolo evocaría entonces la nueva creación inaugurada en el bautismo de Jesús.

17. Ver Sal_2:7; Isa_42:1.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Bautismo de Jesús. La brevedad con que narra Mateo esta escena deja, aparentemente, muchas preguntas sin responder. ¿Fue Jesús discípulo de Juan? Y si lo fue, ¿qué le movió a formar parte del movimiento reformador iniciado por el profeta del desierto? Pero, sobre todo, ¿por qué se sometió, también Él, al rito simbólico de purificación? En el relato del bautismo se narra un hecho histórico (Jesús es bautizado por Juan) con ayuda de elementos de la apocalíptica. De ella procede el rasgarse el cielo que hace posible la aparición del Espíritu y la audición de la voz divina. Como resultado se obtiene un relato de vocación sapiencial-apocalíptica.
Con el reconocimiento por parte del Bautista de la superioridad de Jesús, Mateo responde tanto a los discípulos de Juan que habían sobrevivido a la muerte del profeta y que continuaban aferrados a su memoria, como a los primeros cristianos que podían escandalizarse del gesto de Jesús. Pero es en sus palabras enigmáticas, que acallan la reticencia del Bautista, donde hay que buscar el sentido profundo de todo el episodio: «conviene que realicemos la justicia plena» (15).
Si el rito era para otros señal de arrepentimiento, para Jesús es plenitud de la justicia. El evangelista adelanta así uno de los temas fundamentales que, junto con el reinado de Dios, va a desarrollar a lo largo de todo su evangelio. La justicia de Dios no es otra cosa sino su voluntad de salvación gratuita ofrecida a todos sin discriminación, y es esta justicia la que Jesús llevará a su plenitud en cada palabra y en cada gesto de solidaridad y de perdón con que acogerá a los pobres, a los oprimidos y alejados. Bautizándose con los pecadores en el Jordán, Jesús carga sobre sus hombros solidarios todo el peso del pecado y del sufrimiento humano.
Sólo después de pasar Jesús por este bautismo del pueblo pecador se abre el cielo y el Padre lo señala como su hijo «predilecto» y se hace explícita su misión. El gesto bautismal de Jesús viene completado con la visión celestial, en forma de estructura trinitaria, puesta de relieve por la posterior tradición cristiana: voz del Padre, presencia del Espíritu y título de Hijo. Es la segunda Epifanía, la manifestación solemne de una identidad que ya se había ido perfilando en los capítulos de la infancia. La expresión «éste es mi Hijo querido, mi predilecto» (17) es una adaptación de las palabras del Señor dirigidas al Siervo (cfr. Isa_42:1), figura misteriosa que, aunque inocente, sufre por su pueblo. Y así, al gesto de Jesús se une la palabra del Padre para indicarnos que este Hijo es también el Siervo sufriente de Dios.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Jesús es bautizado (ver Mar. 1:9-11; Luc. 3:21, 22). En vista del v. 11, el titubeo de Juan era natural. La explicación de Jesús (15) es críptica, pero se relaciona con la necesidad del cumplimiento de su misión, la que involucraba su identificación con el pueblo renovado de Dios. (La justicia puede ser un eco de Isa. 53:11, donde la palabra justo se repite en forma llamativa.) La revelación siguiente (16, 17) remarcó a Jesús como el Mesías, ungido por el Espíritu, según lo predicho en Isa. 11:2; 42:1 y 61:1, mientras que la declaración de los cielos emplea el idioma del Sal. 2:7 e Isa. 42:1. De esta manera Jesús fue comisionado como el rey mesiánico, y su condición de Hijo de Dios fue declarada sobre la base de una autoridad no menos que la de Dios mismo.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Acudiendo al bautismo de Juan, Jesús manifiesta que también Él secunda el plan dispuesto por Dios de preparar a su pueblo por medio de los profetas. De este modo el Señor cumple «toda justicia» (v. 15), es decir todo lo establecido por Dios.

El texto evangélico pone en evidencia la superioridad incomparable de Jesús con relación al Bautista, y muestra que el verdadero Bautismo que recibe Jesús es el descenso sobre Él del Espíritu Santo que le unge para la misión que va a comenzar. Jesús es el Ungido por excelencia, es decir el Cristo o Mesías. A la vez, es declarado Hijo de Dios por aquel que le ha enviado: el Padre. Cfr también notas a Mc 1,9-11 y Lc 3,21-22.


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Mar_1:9-11; |Luc_3:21-22; Jua_1:29-34; 2Re_5:1-14

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[.] Al juntarse con los que iban a recibir el bautismo de Juan, Jesús se identifica con su pueblo, más precisamente con ese mundo de personas sin título que han ido a escuchar un llamado a la conversión. Respetaremos el debido orden (15) El texto dice "cumpliremos la justicia", es decir, el plan de salvación establecido por Dios. Esta es para él la oportunidad de vivir una profunda experiencia religiosa que recuerda la de los grandes profetas. ¿Qué dice la voz? Le da a Jesús su misión él será en adelante el Hijo y Servidor del Padre (Sal 2 e Is 42,1).

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |Mar_1:9-11; |Luc_3:21-22; Jua_1:29-34; 2Re_5:1-14

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 3.2 Mt 4.17; Mc 1.15.

[2] 3.3 Is 40.3.

[3] 3.4 Cf. 2 R 1.8.

[4] 3.10 Mt 7.19.

[5] 3.11 Jn 1.15,26,31-33; Hch 1.5; 2.1-4; 13.24.

[6] 3.13-17 Cf. también Jn 1.31-34.

[7] 3.17 Cf. Sal 2.7; Is 42.1.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Jua 1:19-34.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



ENTONCES: era probablemente hacia fines del año 26 ó principios del 27.

Torres Amat (1825)



[2] Dan 7, 14.

[3] Is 40, 3.

[11] El que se manifestará después de mí.