Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 3.
La predicación del Bautista preparando a Israel a la recepción del Mesías.
3:1-12 (Mar_1:1-8; Luc_3:1-18; Jua_1:19-36).
I En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 2
diciendo: Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca. 3
Este es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas. 4
Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero a la cintura y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 5
Venían a él de Jerusalén y de toda Judea y de toda la región del Jordán, 6
y eran por él bautizados en el río Jordán y confesaban sus pecados. 7
Como viera a muchos saduceos y fariseos venir a su bautismo, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que os amenaza? 8
Haced frutos dignos de penitencia, 9
y no os forjéis ilusiones diciéndoos: Tenemos a Abraham por padre. Porque yo os digo que Dios puede hacer de estas piedras hijos de Abraham. 10
Ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto será cortado y arrojado al fuego. II Yo, cierto, os bautizo en agua para penitencia; pero detrás de mí viene otro más fuerte que yo, a quien no soy digno de llevar las sandalias; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego. 12
Tiene ya el bieldo en su mano y limpiará su era y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.
Con este capítulo comienza la vida pública de Cristo.
La aparición de Juan predicando es un momento de importancia capital y que destacan los cuatro evangelistas. Lucas lo pone morando en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel (
Luc_1:80). Allí se preparó en la austeridad y penitencia para su misión sobrenatural. Una moción especial
le hizo comprender que el momento de su actuación había llegado.
El Escenario.
Juan actúa en el desierto de Judea. Es una zona abrupta, pedregosa y estéril, de 80 kilómetros de largo, 20 de ancho y 1.700 kilómetros cuadrados de superficie l
. Como a este lugar difícilmente podrían ir a buscarle las multitudes de que habla el evangelio, Lucas da la explicación. Vino dice por toda la región del Jordán, predicando el bautismo de penitencia (
Luc_3:3). En ella abundan los poblados. Juan era un predicador volante.
En la elección del desierto para esta preparación influyó una razón de tipo ambiental. Los documentos de Qumrán han hecho ver que esta comunidad se había retirado al desierto precisamente para esperar allí la hora mesiánica. Dice la Regla de la comunidad: De acuerdo con estas determinaciones, se alejarán de los hombres impíos para ir al desierto y preparar allí el camino de El (Dios), como está escrito: 'En el desierto, preparad el camino de Yahvé., allanad en la estepa el sendero a nuestro Dios 2. Es probable que Juan hubiese tenido algún contacto con estas comunidades también por el ansia de expectación de ambos por el inminente mesianismo. Muchos pensaban que del desierto vendría el Mesías (Josefo). Era la evocación del Israel del desierto. Aunque los esenios/ Qumrán y el Bautista tienen actividades distintas, es muy posible que el Bautista hubiese tenido contacto con ellos en su niñez/juventud. ¿Qué iba a hacer solo en los desiertos (Lc) donde moraba? Los esenios... "adoptan niños de otros en una edad bastante tierna, para que reciban sus enseñanzas..." Pudo haber sido una especie de postulante, pues en los esenios podían salirse (Josefo,
Vita 2). Los bautismos de Juan; las langostas silvestres; el
Documento de Damasco (
Luc_14:15) dice como han de tomarse; lo mismo que el no tomar licor fermentado. Los esenios tomaban
tirosh - jugo de uva dulce. En Qumrán se dice que las purificaciones eran un rito externo que no quitaba la culpa moral2. Todos éstos son datos comunes.
Juan, sin embargo, ejercía su actividad por toda la región del Jordán, predicando el bautismo de penitencia para el perdón de los pecados (
Luc_3:3). Esto provocó un gran movimiento de masas, pues venían a él de Jerusalén, y de toda la Judea, y de toda la región del Jordán (
Mat_3:5;
Mar_1:5). Y el cuarto evangelista añade que llegó hasta Betania, en TransJordania (
Jua_1:28) y Ainon (
Jua_3:23), en Cisjordania, identificada por Eusebio, a fines del siglo IV, en su
Onomasticón 3, a 12 kilómetros al sur de Beisán (Escitópolis). Eran razones de apostolado y de conveniencia para ejercer el bautismo en determinados lugares. Posiblemente las crecidas del Jordán le llevaban a determinados vados, que se prestaban mejor para ejercer estos bautismos de inmersión, como en el caso de Ainón, donde había mucha agua y venían a bautizarse (
Jua_3:23).
Los tres sinópticos al presentar al Bautista evocan este pasaje de Isaías, aunque a Mateo le baste para su idea citar tan sólo el primer versículo:
Una voz grita:
Abrid camino a Yahvé en el desierto,
allanad en la soledad el camino de nuestro Dios.
Que se rellenen todos los valles
y se rebajen todos los montes y collados;
que se allanen las cuestas y se nivelen los declives.
Porque se va a mostrar la gloria de Yahvé,
y la verá toda la carne a una (
Isa_40:3-5).
Alude el pasaje a la vuelta de la cautividad de Babilonia. Yahvé los conduce. Por eso habrán de preparar el camino por donde van a pasar. Yahvé, que se identifica aquí con Cristo, volvía de nuevo a reinar en Israel.
El Bautista era su precursor, que anunciaba la inminente llegada del Reino, por lo que la preparación debía ser más bien de las vías morales. Sin embargo, se adapta el texto a la situación geográfica del Bautista al decir: Voz del que clama
en el desierto.
4 Qumrán, antes se citó, utiliza el texto a este propósito.
Descripción del Bautista.
La entrada en escena es abrupta, al estilo de Elias, al que se lo asimila (
1Re_17:1).
Mateo y Marcos, al describirlo, dicen que aparecía con un vestido tejido de pelos de camello. Es un tejido áspero y duro, como lo usan aún los actuales beduinos palestinos. Y usaba, además, un ceñidor de cuero. Flavio Josefo, unos veinticinco años después de esta escena, se retiró a hacer vida con un ermitaño llamado Banno, que vivía en el desierto y vestía de lo que producían los árboles. 5 Todo ello era reflejo de un sentido de austeridad profética y que recuerda a Elias: Era un hombre vestido con pieles y con un cinturón de cuero a la cintura (
Rev_1:8; cf.
Zac_13:4). Es, además, un intento evocador deliberado: presentarlo como el profeta (
Luc_1:76) Elias, que habría de presentar al Mesías. Es la manera de evocar en el Bautista su realidad
y signo escatológico.
Su alimento eran las langostas o saltamontes (Ü÷ñßäåò) y la miel silvestre. Los primeros eran conocidos en la antigüedad como comida. El Levítico (
Luc_11:22) los cita como animales no inmundos, y también la Mishna, donde se hace una más precisa distinción entre langostas inmundas y no inmundas 6. San Jerónimo dirá que eran, en sus días, el alimento de los pobres y, sobre todo, de la gente nómada y beduina 7. Los comerciantes las rociaban con vino para darles un aspecto más atrayente. 8 Aún hoy día los árabes las comen. o también las secan para conservarlas 9. El Documento de Damasco (
Luc_12:14) señala, como alimento de la secta, las langostas.
La miel silvestre, que aparece citada varias veces en la Escritura, pudiera ser bien la que las abejas dejan libremente en las cavidades de las rocas o la de exudaciones de ciertos árboles I0. Hipócrates cita a las de los cedros y Flavio Josefo la de las palmeras de Jericó 11. Ninguna de éstas es la aquí referida, ya que a orillas del Jordán ni hay rocas ni flores, por lo que no sería un alimento vulgar 12. Sin embargo, a la transpiracion de un arbusto, la
Tamarix mannifera, se la llama también miel silvestre 13, y estando los bordes del Jordán cubiertos de ella, pensamos que son estos arbustos los que proporcionaban a Juan una comida insípida. 14 Del ermitaño Banno, con el que Josefo hizo temporalmente vida de retiro, dice que se alimentaba sólo de las cosas que se producían espontáneamente. 15
Por Lucas (
Luc_1:15;
Luc_7:33) se completa esta figura de austeridad. Dice que no comía pan ni bebía vino ni licores embriagantes.
Era una vida de austeridad consagrada a Dios. Evoca alnazir.
El oficio del Bautista.
Juan tenía un triple oficio:
a) Exhortar a la penitencia, porque llega el reino de los cielos. Penitencia que no se refiere propiamente a los actos penitenciales o ascéticos, sino a un cambio de mentalidad, de ser (ìåôÜíïéáí) (í. 11) que responde al verbo hebreo
shub, volverse, con el que los profetas exhortaban al pueblo a volverse a Dios, a convertirse.
b) Administrar el bautismo. Fue esto tan característico en él, que los evangelistas le llaman el Bautista. Y también Josefo 16. Su bautismo era de agua y se realizaba por inmersión, como sugiere la misma palabra
bautizar y como se ve en el bautismo de Cristo, quien, después de bautizado,
subió del agua.
Estos ritos purificatorios eran normales en la Escritura (
Eze_36:25; cf.
Zac_13:1) y en el ambiente de entonces. Los
esenios tenían sus purificaciones diarias 17, y por los descubrimientos de Qumrán se sabe que los miembros de la comunidad tenían purificaciones rituales 18, conociéndose también el bautismo de los prosélitos, de los gentiles que querían pasar al judaísmo, y en el cual se les cubría de agua hasta la cintura 19.
Juan no necesita copiar su bautismo de elementos extraños, pues vivía y se movía en la esfera del A.T., y su bautismo se inspiraba ciertamente en las profecías del mismo 20. Pero el elemento absolutamente diferencial era un bautismo de renovación moral en orden a recibir al Mesías.
c) Confesión de los pecados por parte de los bautizados. Confesiones públicas y oficiales se conocen ya en la Ley, como la de la
fiesta de la Expiación, en la que el sumo sacerdote confesaba públicamente todas las culpas, todas las iniquidades de Israel y otras (
Jue_10:10;
1Sa_7:6;
1Re_8:47;
Esd_9:6-7;
Jer_3:25). También las había personales y de pecados concretos (
Num_5:7;
Eco_4:31;
Hec_19:18). En el bautismo de Juan debieron de ser muy varias, aunque individuales. Al borde ya de la era cristiana, en el día de la Expiación,
los particulares estaban invitados a confesar sus pecados propios, sobre todo los que fueron en perjuicio del prójimo; lo mismo que el condenado a muerte y otros 21. Un ejemplo de lo que pudieron ser estas confesiones colectivas puede darlo la confesión que hacía un rabino del siglo III (d.C.): Señor, yo pequé y obré mal; perseveré en el mal y anduve por caminos de extravío. Pero
ya no quiero volver a hacer lo que hice hasta ahora. Perdóname, ¡oh Yahvé, Dios mío! todas mis culpas y pecados. 22
Este bautismo, tan sólo de agua, excitaba a convertirse; Cristo, que viene detrás de él, lo hará en Espíritu Santo y fuego. Flavio Josefo, hablando del bautismo de Juan, dice: No se lo usaba para expiación de los pecados, sino como limpieza del cuerpo, cuando las mentes habían sido purificadas antes por la justicia. 23 En Mc (
Hec_1:4) se habla de un bautismo en el que confesaban sus pecados (áìáñôéþí); en Mt (
Hec_3:11) se habla de un cambio de mente (åéò ìåôÜíï(áí). No deben ser conceptos distintos.
La Predicación Escatológica del Bautista.
Esta sección es omitida por Me; en cambio, la traen con gran paralelismo Mt y Lc. Procede de la fuente Q. Lc las dirige a todos.
Como viese a muchos saduceos y fariseos venir a su bautismo, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que os amenaza? Les llama así, pues, a semejanza de la víbora, que es pequeña y parece inofensiva y su mordedura muy venenosa, ellos, con su doctrina,
esterilizan la Ley de Dios hasta llegar a traspasar el precepto de Dios por sus tradiciones y doctrinas de hombres (
Mat_15:3).
Los fariseos. En la época de Cristo, los fariseos aparecen bien definidos. Josefo dice que eran unos seis mil24. No eran un partido político ni propiamente una secta religiosa, como si tuviesen creencias distintas que las del pueblo judío, sino gentes especialmente celosas del concepto teocrático de Israel y de la Ley. Y con objeto de mantener ésta en su estricto valor, recogieron de la tradición y prescribieron una serie de reglas a las que había que atenerse para el perfecto cumplimiento de la Ley. Esto los venía a aislar moral y, hasta en ocasiones, materialmente vestidos, filacterias, modos de orar, etc. del resto de la comunidad judía. De aquí que, primero, los llamasen separados (
pherishim),
y luego ellos lo tomasen por denominación honorífica del grupo. Para ellos la religión era, sobre todo, la práctica material de la Ley y de sus innumerables prescripciones, y despreciaban a los que no se dedicaban al estudio de la misma; considerándose por ello como los únicos que amaban a Dios, vinieron a caer en un orgullo desmedido.
Sin embargo, como externamente se conducían escrupulosamente conforme a ella y su conducta con el pueblo era más benévola que la de los saduceos 25, incluso por su mayor clemencia como jueces, gozaban de gran prestigio ante el pueblo, siguiéndolos éste en las cosas religiosas, y tal era el favor que les dispensaban que se les creía sin más, aun cuando dijesen algo contra el rey o el sumo sacerdote. 26
Con esta mentalidad es natural la guerra que desde el comienzo
hicieron a Cristo, que traía la religión del espíritu y de la verdad, de la negación y de la humildad. Como también se comprende su actitud ante el Bautista: recibían su bautismo para aparecer celosos de la virtud, pero al mismo tiempo con las malas disposiciones interiores, por no ser cosa que hubiesen establecido ellos ni por pensar cambiar ni recibir la penitencia que predicaba él, puesto que sólo ellos estaban
en las vías de la verdad y de la santidad 27.
Los saduceos. Es oscuro su origen y su mismo nombre. Se supone que, al menos nominalmente, proceden de Sadok, sumo sacerdote. De él se habría prolongado una poderosa familia sadokita o saducea, con influencia política y agrupada en partido. Sin embargo, hay autores que niegan el origen de este Sadok o de otro personaje o fundador que diese origen a la secta 28. En la época de Cristo aparecen como partido político. Consta que admitían los libros de la Escritura, aunque hay autores que afirman que sólo admitían el Pentateuco 29. Sin embargo, negaban la existencia de los ángeles, la inmortalidad del alma,
la resurrección de los cuerpos y, en consecuencia, las sanciones de la otra vida. Y negaban también algo muy importante para los fariseos, que eran las
tradiciones de los padres 30
Con esta concepción religiosa procuraban
aprovecharse lo más posible de esta vida. Por ello se aliaban con la autoridad imperante que les facilitase los puestos de mando y los negocios. En la época del í. Ô., el cargo de sumo sacerdote casi siempre lo ocupaba un saduceo. Esta secta tuvo muy pocos adheridos, pero a ella pertenecían los personajes más notables y los más ricos. Por ello solían tener muchos puestos, y de gran influencia, en el Sanedrín31. Desde los puestos oficiales solían aceptar en su práctica externa las opiniones de los fariseos, puesto que, de lo contrarío, el pueblo no los hubiese tolerado 32. Por ello, tenían ante él muy poco ascendiente y poco influjo. Sin embargo, cuando ven las pretensiones me-siánicas que reclama Cristo y la posible restauración del trono davídico por interpretación errónea del mesianismo espiritual que trae , lo mismo que por temor a las intervenciones romanas y a pérdidas de sus puestos y situaciones privilegiadas, se aliaron con los fariseos para dar muerte al Señor 33.
Este materialismo de creencias, superficial y externo, que había llegado al extremo de hacerles creer que por ser descendientes de Abraham no podían ir al infierno 34, explica el discurso de Juan, que traía un cambio de pensamiento y de ser. Para nada cuenta el ser hijo de Abraham. Si así fuera, Dios podría sacar de las piedras hijos de Abraham, grafismo hiperbólico para expresar un contraste muy fuerte, una imposibilidad. La imagen pudo incluso haber sido sugerida entre
banim, hijos, y
abanim, piedras 35.
Ya se aplicó anuncia y amenaza Juan el hacha a la raíz de los árboles; el árbol que no produzca buen fruto va a ser cortado y arrojado al fuego. Será extirpado todo él, y esto va a afectar a todos judíos vulgares o fariseos . Entrañaba esto una predicación escatológica.
Era creencia en Israel, anunciada por los profetas (
Joe_3:1-16;
Sof_1:14-18;
Mal_3:1-3), que a la instauración mesiánica precedería un terrible juicio. De él se hacen eco los apocalípticos 36, lo mismo que los escritos rabínicos 37. Si el concepto de este juicio era oscuro, viéndose que precedería a los días mesiánicos,
se hizo centro del mismo al Mesías. Todo lo cual vino a cuajar en la frase: Los dolores (para la manifestación) del Mesías. 38 Este juicio se va a realizar ante su venida. Los que no hagan penitencia (ìåôÜíïéá) de transformación y rectitud moral y se orienten así hacia El, perecerán al no ingresar, culpablemente, en su reino. El castigo, sin precisiones, se anuncia con la metáfora de fuego, siguiendo el
cursus de la parábola de los árboles y los frutos. El hacha puesta a la raíz indica que va a afectar la prueba o castigo a todo el sujeto.
Se propone también una interpretación eclesial. El E.S. = purificación; el fuego = castigo premesiánico. El bautismo aquí tendría un cariz eclesiológico, y escatológico relativo.
Cristo va a realizar un juicio inmediato a la instauración del Reino. Con esta penitencia/purificación se tendrá fuerza para superar ese juicio-castigo. Mt tiende a establecer aquí los principios por los que ha de regirse el que
desee obtener la verdadera justicia. Esta, en Mt, sólo puede lograrse superando un doble juicio: 1) al realizarse el primero se abren las puertas de la Iglesia (Mensaje del Bautista); 2) con el segundo, al fin de los tiempos, se abren las puertas del cielo (Mensaje de Cristo) 38.
El bautista proclama la excelsa dignidad del Mesías sobre él.
Lucas es quien da la razón de esta confesión del Bautista (
Mal_3:15). Se había producido en torno suyo un gran movimiento de masas que acudían de Jerusalén, Judea y de toda la región del Jordán. Josefo mismo lo acusa, hasta el punto, dice, que Herodes (Antipas) temió que la gran autoridad de aquel hombre le pudiese traer una defección en sus súbditos. 39 Hacía tiempo que no había en Israel profetas, y las gentes llegaron a pensar si Juan no sería el Mesías (
Jua_1:20-25), pues, además de todo lo grande que rodeaba a su persona, decía que ya llegó el reino de los cielos.
Ante esta expectación del pueblo, Juan confiesa quién es él y quién es Cristo. Se siente en todo ello la apologética historia de la Iglesia primitiva sobre la inferioridad de Juan ante Cristo, a causa del prestigio del Bautista. Lo hace con triple confesión:
a) El bautiza sólo con agua. Era superficial, excitante a la penitencia, pero sin eficacia sacramental santificadora 40. El de Cristo es en Espíritu Santo y fuego. La lectura es, sin duda, primitiva. Fuego,
la gran purificación ritual y profunda en la Ley. En Espíritu Santo es, seguramente, una adición explicativa del Mtg. El os bautizará en Espíritu Santo, que es un fuego devorador, santificador, capaz de consumir todas las impurezas y de santificar las almas purificadas. 41 Era el bautismo de los días mesiánicos según la profecía de Joel (
Jua_2:28-30; cf.
Hec_2:16.21-33).
Cristo, que bautizará así, es el Mesías. Pero, además, Yahvé (Dios) es en el A.T. quien derrama el Espíritu Santo 42 (
Isa_44:3;
Joe_2:28;
Zac_12:10); por eso Cristo,
al ejercer las funciones reservadas a Dios, es nueva sugerencia de su divinidad. b) En la segunda confesión, Juan se proclama servidor y esclavo de Cristo. El llevar las sandalias o desatar sus correas es función de esclavos, como se lee en los escritos rabínicos 43. La razón es que tras él, viene uno más fuerte
(ó ???????). Aquí, en función de Mc (
Zac_3:27) y Lc (
Zac_11:12) se expresa al Juez escatológico Mt también lo describe así y al gran Liberador. Se está en el comienzo escatológico.
c) En la tercera, con esa alegoría tomada de la vida real palestina y usada por los profetas (
Amo_9:9) 44, Juan señala que Cristo es el Señor, el Juez que criba y juzga las conductas de los hombres, bien de Israel, bien de todo el mundo. Poderes que en el A.T. se atribuyen a Yahvé (Dios), con lo que Juan coloca a Cristo en una esfera totalmente superior a la suya y trascendente.
El juicio a que se refiere debe de ser el juicio final 45, pues el castigo será con fuego inextinguible (v.12c).
El bautismo de Cristo por el Bautista,
3:13-17 (Mar_1:9-11; Luc_3:21-22; Jua_1:32-34).
13
Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14
Juan se oponía diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿y vienes tú a mí? 15
Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan condescendió. 16
Bautizado Jesús, salió luego del agua. Y he aquí que vio abrírsele los cielos y al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre El, 1
? mientras una voz del cielo decía: Este es mi Hijo el amado, en quien tengo mis complacencias.
El hecho del bautismo.
La vida oculta de Cristo se desarrolló normalmente en Galilea, y la mayor parte seguramente en Nazaret. Y es interesante notar que lo que era una simple creencia de ambientes más o menos amplios rabínicos y populares,
sobre que el Mesías estaría oculto hasta el momento de su aparición oficial, se cumple también en Cristo, y de cuya creencia judía se hacen eco también los evangelios (
Jua_7:27) 46. Lo mismo que era ambiental su aparición en el desierto.
El sitio en que tuvo lugar el bautismo de Cristo es señalado desde el siglo IV, por el Peregrino de Burdeos (a.333), en la ribera occidental del Jordán, lo mismo que en el siglo VI lo señala la Carta de Madaba. Corresponde al lugar que hoy se señala, cerca de Jericó, no lejos del convento ortodoxo de San Juan Bautista o Pródromos, y al que los árabes llaman Qasr el-Yehud. Esta localización no es, sin embargo, un hecho arqueológicamente incontrovertido 47.
El bautismo de Cristo por Juan es un hecho histórico que entraña un profundo misterio. En los tres sinópticos se habla del bautismo de Juan con matices especiales: en él se confesaban los pecados (
Mar_1:5); eran bautizados en el río Jordán, confesando sus pecados (ôÜò áìáñôßáò áõôþí) (
Mat_3:6); vino Juan predicando el bautismo de renovación (ìåôáíïé'áò)
para el perdón de los pecados (åéò áöåóéí áìáñôéþí) (
Luc_3:3) ¿Cómo es posible que Cristo se acerque a este bautismo que, aunque de suyo no perdonaba los pecados, y es lo que sugiere el mismo texto, al decir que el Bautista sólo bautizaba con agua pero Cristo bautizaba
en Espíritu Santo y fuego (
Mat_3:11), estaba encuadrado en un ambiente de arrepentimiento de pecados? San Ignacio de Antioquía decía que lo hacía
para purificar el agua bautismal. 48 Si pudo subir a la cruz, vicariamente por los hombres pecadores, haciéndose maldición por nosotros (
Gal_3:13), algo parecido podía hacer al comenzar su vida pública de Redentor, con valor vicario, autorizando el bautismo de Juan, y conectando con su predicación preparatoria, precisamente para que el pueblo recibiese al Mesías. Así se acercó a él para comenzar su vida oficial. Por otra parte, acaso no fuese necesario a las gentes el confesar concretamente sus pecados que Cristo no tenía , sino hacer simples confesiones genéricas, y que él podía, incluso, recitar en forma vicaria.
A esto obedece seguramente el diálogo entre Cristo y Juan que aparece, solamente en Mt: eran preocupaciones de la Iglesia primitiva, que no se explicaba a Cristo yendo a este bautismo de penitencia. Una visión superficial podía hacer ver a Cristo como un pecador más que, acaso, se bautizaba para librarse de los castigos anunciados por el Bautista (
Mat_3:7) a causa del pecado; y hasta podían pensar, por ello, que se disponía a recibir al más fuerte que no sería él que anunciaba Juan que venía tras él 49. Y en el diálogo se explicaba el porqué de todo esto:
era cumplir toda justicia-plan-de Dios. El diálogo es probablemente una respuesta de la catequesis primitiva a esta objeción, al traducir el contenido real de aquel hecho histórico.
También es interesante destacar que, en él, el Bautista conoce a Cristo-Mesías, pero en Jn (l,29ss) es la paloma la que será el signo para que Juan lo conozca. Buzy quiso resolver esto con un doble conocimiento aquí expresado: en Mt, el
familiar, y en Jn, el
oficial50. No deja de ser esto extraño. Una vez retirado el Bautista, de niño, a los desiertos (Lc), ¿se habrían vuelto a ver y conocer? Se pensaría en encuentros familiares en las peregrinaciones a Jerusalén. Pero si el Bautista estaba aislado en vida de anacoreta, v.g. en Qumrán, podrían no conocerse. De ser esto así, orientaría a la misión que desde la cárcel le envía el Bautista, preguntándose si él es el que ha de venir o si se espera a otro. (
Mat_11:2ss). No obstante, tendría en contra el relato de Jn, en el que el Bautista lo señala a sus discípulos. Sin embargo, no se puede negar, sin más, el que no pueda haber algún artificio literario en el desarrollo de estas vocaciones. Se verá en el
Comentario a Jn (
Mat_50:35ss). En este caso, el problema del conocimiento y desconocimiento aquí, de Cristo y el Bautista, desaparecería, teniendo en cuenta que este diálogo era un modo con el que la catequesis primitiva explicaba la extrañeza de ir Cristo al bautismo de Juan, y el profundo contenido encerrado en él. En todo caso, histórico o literario, su valor didáctico es el mismo.
Pero si el Bautista conoce
ya a Cristo Mesías, ¿por qué duda en la cárcel?; y, sobre, todo, siendo su misión preparar al pueblo a recibir al Mesías, ¿por qué no
se pasa él y sus
discípulos a los
seguidores de Cristo, y, por el contrario, sigue
bautizando el y
sus discípulos contra el bautismo de los discípulos de Cristo, que lo hacen en su presencia? (
Jua_3:22ss). Y esto hace ver retroactivamente el valor de
midrash del anuncio del nacimiento del Bautista a su padre Zacarías y de
todas las epifanías concomitantes (
Luc_1:5-25; 57-80). De haber sido histórico todo esto,
el Bautista tenía que saber que Cristo, su familiar, era el Mesías.
El modo descriptivo del mismo.
Siendo el
hecho del bautismo de Cristo un hecho indiscutible, y no una ficción del cristianismo primitivo para justificar el bautismo cristiano si no hubiese sido un hecho histórico el bautismo de Cristo ¿para qué crear una escena increíble, y que sólo plantearía problemas tan graves a la santidad de Cristo, y a la misma Iglesia? , cabe analizar el
modo descriptivo del mismo, para valorar el género literario a que pertenece, y lograr, en consecuencia, el verdadero intento de los evangelistas con los elementos concretos que utilizan. El bautismo de Cristo fue por inmersión, pues aparte que Mt-Mc dicen que salió, subió (ÜíÝâç) del agua, supone lo mismo el hecho de bautizarse en el Jordán.
Los elementos de los relatos.
Lo primero que se nota son divergencias en los relatos del bautismo, algunas de importancia.
La
voz del Padre que baja del cielo para proclamar a Cristo, en Mt se dirige al pueblo, en cambio, en Mc-Lc se dirige a él (Cristo), mientras que en Juan esta voz no aparece ni se dirige a nadie; solamente se da el descenso de la paloma como contraseña a Juan de que Cristo es el Mesías.
Todos los elementos maravillosistas que van a aparecer en la narración, u otros semejantes, aparecen como elementos bastante ordinarios en la literatura rabínica: targúmica y apocalíptica. Es en este ambiente, aparte de las divergencias apuntadas, donde se ha de buscar el núcleo histórico y los valores didácticos que lo expresan.
El abrirse los cielos (Mt) o rasgarse (Mc) es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente,
al paso de la paloma y a la voz del Padre. Parece inspirarse en Isaías (
Jua_64:1): se localiza a Dios en el cielo y se pide que se rasguen los cielos y baje. Se añoraban los antiguos profetas,
pero se esperaba una nueva intervención de Dios en la historia. Por eso, al abrirse los cielos, en el contexto penitencial del Bautista,
indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido. (Cf.
Hec_10:9-11; Ap 4:l; Henoc 71:1).
El Bautista
vio.
Es término técnico para hacerse recibirse la descripción de visiones apocalípticas.
El descenso del Espíritu sobre él. En el A.T., el Espíritu de Yahvé descendía, a veces, móvilmente a profetas, reyes, jueces, Moisés (
Isa_63:11), al Mesías (
Isa_11:2), al Siervo de Yahvé (
Isa_42:1). Y hasta se esperaba una efusión escatológica del Espíritu (=acción) (
Isa_44:3;
Eze_36:25;
Joe_2:28ss;
Test. Lev. 18:6).
Como (ùò)
una paloma. Esta forma dé como aparece en los tres sinópticos e incluso en Jn (1:32). Pero es característico del estilo apocalíptico el uso de partículas comparativas para indicar la
inadecuación entre la realidad y el elemento sensible visual o auditivo con que se describe.
La paloma aparece en la literatura bíblica y extrabíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Génesis en el que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas,
la paloma vino a ser símbolo del Espíritu Santo. Los rabinos establecen comparaciones entre ella y el Espíritu Santo 51.
Según varias concepciones heréticas, éste sería el momento en que el Verbo se posesiona de Cristo, o que éste adquiere conciencia mesiánica, o de su filiación divina 52.
La voz del Padre. Esta proclama
a Cristo mi Hijo, el Amado (ó áãáðçôüò) añadiendo: en él me complací (åýäü÷çóá). La frase la traen los tres sinópticos. Se dice que ese Hijo es el Amado
(b ????????) por excelencia. Los LXX traducen, ordinariamente, por esta expresión la forma hebrea
Yahid, el único. El Amado no indica que Jesús sea el primero entre los iguales, sino que indica una ternura especial; en el A.T. dice Lagrange siguiendo a Welhausen no hay gran diferencia entre amado y único 53. Es muy probable que aquí el Amado pueda ser equivalente del
único, o mejor, del Unigénito, puesto que habla el Padre.
En el í. Ô. es término que se reserva al Mesías. En cualquier caso, en la perspectiva literaria de los evangelios, máxime a la hora de la composición de éstos, y por la comprensión de los lectores a quienes van destinados, se habla de la filiación divina del Hijo.
El en quien me complací (åýäü÷çóá), probablemente corresponde al perfecto estático semita, que, a su vez, puede corresponder al tiempo presente. Por eso puede traducirse por el en él me
complazco. Es el gozo del Padre en su Hijo encarnado, en su Mesías y en su obra, conforme a su inspiración literaria de Isaías (42:1), en que toca el tema del
Siervo de Yhavé, y que confirma abiertamente, más adelante, Mt (12:18) en su evangelio, aunque modificando siervo por hijo.
Estos elementos, para su valoración interpretativa, vinieron a reforzarse con las aportaciones de los targumím. Estos estudios son los que llevaron a F. Lentzen-Deis54 a proponer lo que se sospechaba: que en estas narraciones bautismales de Cristo no se trata, fuera del hecho histórico de su bautismo, de relatar hechos objetivos, ni siquiera los relatos de una experiencia interna de Cristo, que sólo él percibe, ni que sean una teofanía exterior, ni una epifanía ni una visión de vocación. Es lo que él llama una
Deute-Vision, o sea, una Visión de interpretación. Ante la preocupación cristiana primitiva por el hecho y las objeciones que se le planteaban de ir Cristo a un bautismo de penitencia, la catequesis cristiana presenta lo que es Cristo: no va como pecador, sino, como Mt explícita en el diálogo, va para cumplir toda justicia:
el plan de Dios. Si a todos estos elementos expuestos, aditivos al hecho fundamental, se le unen los resultados de las investigaciones sobre los targumím, la valoración exegética de este episodio se clarea. Los judíos habían perdido en el destierro su lengua, y aprendieron allí y usaban el arameo. Pero en
las lecturas sacras de la liturgia sinagogal se leían los Libros Sagrados en hebreo, pero se traducían al arameo, ya que se había perdido la comprensión del hebreo. Mas estas traducciones no eran estrictas, se
amplificaban y plastificaban para la mejor comprensión del texto sagrado. Se da un ejemplo, entre otros muchos, de la citada obra de Lentzen-Deis. Es Génesis (22:10). Isaac pide a su padre que le ate bien para el sacrificio, no sea que por miedo se impida o desvirtúe el sacrificio. Es así como se logra centrar el tema en el sacrificio voluntario de Isaac, simultáneamente con el heroísmo de su padre. Luego se describe una visión: Isaac levanta los ojos y ve ángeles. Entonces se adelantaron los ángeles del cielo y dijeron entre sí: Venid y vez estos dos justos, únicos en el mundo: uno sacrifica y el otro es sacrificado; el que sacrifica no vacila y el que es sacrificado ofrece su cuello (o. c., p.203ss). En el targúm
Neofiti, en vez de poner que los ángeles hablan entre sí, se dice sobre este pasaje: Entonces
salió una voz del cielo y dijo: Venid y vez a estos dos justos (o. c., p.205) 55.
Otro ejemplo de estas concepciones está en el Testamento de Leví (18:6), compuesto entre 109/108 a.C. Dice así:
Entonces el Señor alzará un nuevo sacerdote, a quien revelará todas las palabras del Señor.
Los cielos se abrirán y desde el templo de su gloria
vendrá sobre él la santidad,
con voz paterna, como de Abraham, el padre de Isaac.
Y la gloria del Altísimo será proclamada sobre él, y el Espíritu de inteligencia y de santificación
descansarán sobre él. 56
Tenemos, pues, en ésta y otras ampliaciones targúmicas, todos los elementos del género literario
visión, tal como aparece en el A.T. y en la literatura apocalíptica. Pero una
visión que no trata de describir ni una teofanía, ni una epifanía, ni una experiencia interna que Dios hubiera comunicado a Isaac en aquel momento. Es una
amplificación del texto bíblico, que tanto el intérprete targúmico como los oyentes, que conocen el texto original, saben que no se encuentra en la Biblia. Esta
visión es un género literario para presentar e interpretar a los oyentes de la sinagoga la figura de Isaac, en ese momento importante de su vida. La interpretación no se hace con conceptos abstractos (modo occidental), sino con el recurso literario de la
visión (modo oriental), colocada al comienzo de su actividad. 57
Si éste era el medio ambiente literario en el que se movía el judaismo religioso, no se puede olvidar que a los
hoy evangelistas, catequistas, escribas cristianos y pueblo, les había sido normal apelar y oír estos recursos literarios y didácticos, que ellos comprendían igualmente. Por eso, el kérigma primitivo había, lógicamente, de usarlos. De la misma manera que los primeros cristianos judíos retuvieron muchas costumbres judías y otras que las impregnaban de cristianismo; no se olvide lo que significó esto en el orden doctrinal en el caso de los judaizantes.
Por lo cual, si todo esto ha de suponerse, hay que preguntarse, ¿cuál era el intento didáctico de todos estos elementos en los que se encuadra la escena histórica del bautismo de Cristo? Algunos ya se indicaron. Pero los dos fundamentales, que se complementan, son el descenso de la paloma,
que es el Espíritu de Dios (Mt), o el Espíritu Santo (Lc) o simplemente el Espíritu (Mc) y si Mc dice que el Espíritu descendiendo a él (åéò áõôüí) (aunque hay la variante ìÝíïí) (Mt-Lc), destacan que estaba sobre él (Ýð' áõôüí). Este es el primer aspecto de estos elementos targúmico-apocalípticos: la visión. Y al mismo tiempo segundo aspecto se oye una voz del cielo, que por el contexto es la del Padre, que dice: Este o Tú (Mc-Lc) es mi Hijo, el Amado; en él me complazco.
Estos dos aspectos son, conforme al estilo, convergentes y complementarios, orientan la interpretación.
Llevan a presentar a Cristo, no sólo como el verdadero Hijo de Dios, por filiación divina, sino también a resolver también incluido en ello que él es el auténtico Mesías, el de la espiritualidad y el dolor,
y no el Mesías nacionalista y de triunfalismo político, que estaba esperado en el medio ambiente rabínico y popular 58. Era el Mesías anunciado por el profeta Isaías (42:1-4), como
Siervo de Yahvé. Dice así el profeta:
He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo;
mí Elegido (LXX =
b ????????) en quien se complace (LXX = ???????????) mi alma.
He puesto mi espíritu sobre el (LXX = Ýð áõôüí), el dará el derecho a las naciones.
Todos estos elementos están en función de este pasaje de Isaías. A los elementos plásticos de tipo haggádico descritos primero, viene la voz del Padre a completarlo y valorarlo. Cristo es presentado, no ya como el simple Siervo de Yahvé, ni como el Elegido del profeta,
sino como verdadero Hijo suyo. Toda su obra, pues,
está sostenida y movida por Dios. Por eso ha puesto su Espíritu (Santo)
sobre él, para que dé, sabiamente, la ley a las naciones. Por eso estará habilitado con los diversos espíritus correspondientes, v.g. de sabiduría, inteligencía, consejo (
Isa_11:1-2), para realizar su obra mesiánica aunque resulte un mesianismo extraño en perfecta justicia. La narración evangélica evoca con esto a Isaías. La obra, pues, de aquel judío que, humildemente, se bautizaba por Juan,
era el mismo Mesías-Hijo de Dios. Esta era la presentación y proclamación de Cristo bautizado, por el kérigma, y los evangelios.
El medio ambiente en que surge, puede ser tanto por extrañeza de judíos convertidos o catecúmenos, cuanto de polémicas judeo-cristianas en diversos medios eclesiales, y concretamente en el de los evangelios.
El ponerse este cuadro
y esta proclamación de Cristo al comienzo de su vida evangélica, es debido
al motivo histórico-cronológico de su bautismo, y para presentar sus
credenciales ante la lectura de su obra,
ya conocidas por la historia y la fe, de lo que era Cristo.
1 Abel,
Géograph. de la Palest. (1933) I 104ss; cf. ib. 436. 2 Vermes, Les manuscrits du Desert de Juda (1953) 149-147; Brownlee,/o/m the Baptist in New Light of Ancient Scrolls: Scrolls. p.36-41; E. F. Sutcliffe, Baptisme and Baptisme Rites at Qumrán?: Heytrop Journal (1960) p. 182; ? . ? . Rowley, The Baptism of John and the Qumrán Sect: New Testament Essays (1959) p.218-229; T. Slmedrea, an Baptiste a la lumiere des decouvertes de Qumrám: Studi Theologice (Bu-carest 1958) p.139-161. 2 Josefo,
B.I. II, 120; IOS 3:4-9; 5:13; T. A.T. Robinson: Harv. T. R. (1957) p.175-179. 3 Abel, Exploration de la vallée du Jourdan (1913) 220-223.. 4 Holzmeister,
Párate viam Domino: VD (1921) 366-368. 5 Josefo,
Vita 2. 6 Hullin, 3:7; strack-b.,
Kommentar. I p.98-100; Bonsirven
Textes n.2062.2171. 7 Adv. lovin.:
Mal_23:308. 8 Willam,
La vida de Jesús. (1940) 250. 9 Jaussen, Coutumes des árabes au pays de Moab (1903) 250; H. Grégoire, Les sauterelles de St. Jean Baptiste: Byzantion (1929-30) 109-128 10 Josefo, BI IV 8:3. 11 Diodoro Síc., XIX 94:10. 12 Lagrange,
Evang. s. Sí. Matth. (1927) 49. 13 San Epifanip,
Raer. XXX 13. 14 lagrange,'évang. s. St. Matth. 49. 15 josefo,
Vita 2. 16
Antíq. XVIII 5:2. 17 Cerfaux,
Le baptóme des Esseniens: Rech. Se. Relig. (1929) 248-265; Josefo, BI II 8:13. 18
Regla de la Comunidad VI 16, en Vermes, p.146. 19 J. Kosnetter, Die Taufe Jesu. Exegetische una religiongeschichliche Studie (1936) p.57-66; J. Delorme, La practique du BaptZme dans le Juda'isme contemporain des origines chrétiennes: Sum Vie (1956) p. 165-204; J. Thomas, Le mouvement baptisteen Paks-tine et Syrie (1935). 20 J. F. Talbot, Baptism with the Spirit and Fire: The Theologian (1958) p.133-138; E. Best, Spirit-Baptism: Nov. Test. (Lciden 1960) p.236-243; J. Alonso Díaz, El bautismo de fuego anunciado por el Bautista y su relación con la profecía de Ì alaquias: Mise. Comill. (1962) p.121-133. 21 Bonsirven,
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Antíq. XVIII 5:2. 24
Antiq. XVII 2:4. 25
Antiq. XVIII 1:3; BI II 8:14;
Antiq. XVIII 10:5; XIII 10:5. 26 Josefo, BI II 8:14. 27 L. Finkelstein, The Pharisees, their Origin and their Philosophism: Harward Theol. Review (1929) 185-261; T. Herford, The Pharisees (1924); DB, art. Phari-siens; Felten, Storia Dei tempi delN.T. (1932) II 119-131; Vosté, De sectis iudaeorum tempore Christi (1929). 28 Strack-B.,
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Mal_2:61;
Mal_26:171. 30 J. Klausner,
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Mat_22:23, par.; Josefo,
Antiq. XVIII 1:2; BI II 8:14;
Contra Ap. I 8;
Antiq. XIII 10:6; XVIII 1:14.
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Hec_4:1;
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Bethanie au déla du lourdan (1908): DBS I 968-970. 48 Epist. adEphes. 18:2. 49 J. Sint,
Die Escatologie.: C. B. p.139. 50 Buzzy,
évang. s. St. Matth. (1946) p.34-35. 51
Bammidbar rabba 25. 52 Denz.,
Ench. symb. n.2035. 53 Lagrange,'
évang. s. St. Marc (1920) p.10. 54 F. Lentzen-Deis,
Die Taiifejesu nach den Synoptiker. Literarkritische und gat-tungsgeschichtliche Untersuchungen (1970). 55 Para más visiones targúmicas, cf. Lentzen-Deis, o.c., p. 105-127; 214-248. 56 Cf. R. H. Garles,
The Greek Versions of the Testaments of the Twelve Patriarchs (1960). 57 A. Vargas-Machuca, La narración del bautismo de Jesús (
Mar_1:9-11) y la exege-sis reciente. ¿Visión real o género didáctico: C. B. (1973) p.138. 58 Dict. Théol. Cath. I 1184; cf.
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