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Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5, 16) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 5.
E l sermón de la Montaña (c.5.6.7 de Mt) está sistematizado, como se ve, porque partes del mismo están situadas por los otros evangelistas en otros contextos, a veces históricos. Se puede, en general, suponer como esquema fundamental de este sermón de Mt el que coincide conceptualmente con Lc (6:12-49). Literariamente está redactado con grandes hipérboles, que exigen una interpretación justa.
Después de presentado el auténtico mesianismo de Cristo bautismo, tentaciones , se presenta, en una como síntesis, un avance de la promulgación de su doctrina. Los Padres han notado esta predicación de Cristo en el monte en semejanza con la promulgación mosaica de la Ley en el Sinaí. Mt probablemente sugiera esta sustitución.
Hasta se piensa si el subió evoca a Moisés en su ascensión al Sinaí (Troadec).

Introducción, 5:1-2.
1 Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos; 2 y abriendo (El) su boca, los enseñaba, diciendo.

De hecho, Mateo presenta a Cristo que sube a un monte a causa de una gran muchedumbre que le va a escuchar. Esto ya sugiere un adelantamiento del sermón, pues supone que Cristo ya predicó mucho su doctrina.
En Lc, para este sermón, Cristo baja (Luc_6:12.13). Probablemente se debe a un procedimiento redaccional. Lc dirá que Cristo, por la noche, subió a la montaña para orar, y luego baja para hablar. Como Mt no habla de lo primero; si el sermón es en la montaña, tiene que decir que subió. Este se hallaba cerca de Cafarnaúm (Mat_8:15; Luc_7:1). La tradición, que llega al siglo IV, lo sitúa junto a Tabgha; tiene 250 metros de altura, aproximadamente, con un kilómetro de superficie, y está a tres de Cafarnaúm .
Jesucristo predicó parte de este sermón sólo a los discípulos (Luc_6:12; cf. Mat_10:1-4); a las turbas probablemente les predicó en la llanura, aparte los pasajes incrustados. Pero queda todo situado literariamente en un mismo plano de redacción.
Rodeado de discípulos y apóstoles, recién elegidos (Lc), lo que supone que se dirige a ellos solos y no a la turba, abriendo la boca, les enseñaba, diciendo.
Esta fórmula, marcadamente semita, de suyo no indica especial solemnidad (Job_33:1.2; Hec_8:35), pero puede indicarse con ello un discurso de importancia (Sal_78:1-2).

Las
bienaventuranzas, 5:5-72 (Luc_6:20-23).
3 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. 12 Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros.

Mt y Lc difieren en el número de bienaventuranzas. Acaso Mt, aramaico, tuvo un número más reducido 2. La reducción en Lc lo confirmaría. Oratoriamente es probable que Cristo hubiese pronunciado más, aquí o en otras ocasiones, pues es gran recurso pedagógico. El género literario de las bienaventuranzas es un producto semita. Las Escrituras las usan varias veces (Sal_1:1-3; Sal_31:1; Sal_41:2; Pro_3:13; Pro_8:34; Eco_14:1; Eco_28:23, etc.), lo mismo que los escritos rabínicos 3.
Las bienaventuranzas evangélicas aparecen rimadas al modo hebreo de hemistiquios: en el primero se señala una virtud, y en el segundo el premio correspondiente. Pero literariamente no tienen una diferenciación conceptual rigurosa; el premio suele ser el mismo con simple variación literaria o formulada en relación al primer hemistiquio. Por eso la valoración numeral de ellas es más literaria que conceptual. Ordinariamente se admiten ocho en Mt (v.3-10), ya que los v.11-12 se consideran como una prolongación o duplicado. Sin embargo, conforme a su simple diferenciación literaria, parece que su número es de nueve.
Mt y Lc se diferencian en esto: en que Mt les da una formulación más espiritualista, mientras que Lc las expresa de un modo más material, que es primitivo. Además, Mt las formula en tercera persona, y Lc en segunda. También esto parece ser primitivo: es dirigida a los discípulos oyentes (v.l; Luc_6:20). Incluso Mt parece tener un índice de esta formulación primitiva (v. 11). Es el Mt el que les da una interpretación más impersonal y universalista. La forma primitiva es la más escueta y aparentemente más materialista de Lc. Puestas en paralelo las de Mt y Lc, los dísticos quedan sólo alterados por las adiciones interpretativas de Mt: de espíritu (v.3) a la justicia (Lc 6) por la justicia (v.10) 4. Y esto suele tener valor decisivo en la estructura del ritmo semita.
La forma primitiva es la de Lc. Es más semita. Y si hubiese encontrado en el original la matización espiritualista de Mt, no la hubiese cambiado. Es el Mtg el que la matiza con la adición de espíritu (ôù ð íåýìá ôé) para evitar erróneas interpretaciones, lo mismo que la adición de a o por la justicia. Término característico de Mt.

Bienaventurados los pobres de espíritu, (Luc_6:20).
Por pobre, Mt y Lc utilizan la misma palabra (ðôù÷üò). Pero ésta no evoca lo mismo a un gentil que a un judío 5. Esta palabra traduce al hebreo 'aní y 'anyyím. Este término designó primero, en la legislación mosaica, a los que no poseían tierras (Exo_22:24; Lev_19:10; Lev_23:23): gentes pobres en sentido material, y, frecuentemente, gente sin apoyo ni influencia social, gentes explotadas y humilladas. Aunque no es éste el exclusivo aspecto que tiene aquí esta palabra 6. Pero por esta afinidad de conceptos se hacen sinónimos en el paralelismo poético, y los LXX traducen, indistintamente, por las palabras correspondientes pobre o humillado 7. Por ellos muestran gran solicitud los profetas (Amo_8:4; Isa_3:14.15; Isa_10:2; Isa_14:32). Pero después del destierro babilónico, a la noción de pobre se le junta la de la persona que confía en Dios, por lo que se aproximan primero y se asimilan después los conceptos pobre y piadoso (Sal_34:7.8; Sal_35:10). Así el concepto de pobre, en este sentido bíblico, viene a enriquecerse con el aspecto religioso: es un pobre que confía en Dios y a El pide auxilio (Sal_34:19).
En el A.T. se habla en varios pasajes del agrado con que Dios ve la pobreza, sea con promesas, sea con hechos, v.gr., Saúl, David, etc. Pero la innovación de Cristo está en que beatifica al que acepte así libremente la pobreza piénsese que se la consideraba castigo en la Ley , lo mismo que el premio que promete a estos pobres no son bienes temporales, sino el ingreso en el reino. Para los rabinos, según sentencia suya, ninguno de los males se puede equiparar al mal de la pobreza 8. Ya no será el reino patrimonio exclusivo del rico considerado por ello bueno , sino que la pobreza, así situada, está en el plan de Dios y prepara, meritoria y desembarazadamente, al ingreso en el reino.
También con esta bienaventuranza se destaca a Cristo como Mesías, al evocar la evangelización a los pobres, conforme a Isaías (Sal_61:1). Este pensamiento es destacado expresamente por Mt en otro pasaje (Mt 11.2-6; Luc_7:18-23). Y es una rectificación del mesianismo rabínico judío: el Mesías no quitará la pobreza.
El premio que tendrán estos pobres es que de ellos es (åóôßí) el reino. ¿Cuándo? Si la bienaventuranza se dirige a los apóstoles, se pensará en la fase celeste. Pero los tiempos usados para indicar el premio de las bienaventuranzas, puestos unos en presente porque suyo es el reino y otros en futuro verán a Dios , no son argumento decisivo, ya que la redacción es de tipo sapiencial o gnómico, donde los tiempos cuentan menos que el sentido atemporal que encierran, y donde la permuta de tiempos no suele afectar al concepto. Para la valoración en este punto de todas las bienaventuranzas hay que tener presente dos elementos:
a) El doble concepto que se usa en los evangelios sobre el ingreso en el reino. Unas veces ya está como presente y realizado, otras, en cambio, aparece como futuro, por pensarse en su fase celeste, escatológica.
b) El sentido moral de adaptación universal que les dé Mt, por el sentido eticista de todo su evangelio.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Esta bienaventuranza aparece en muchos códices griegos (Alef, B, C) y versiones (Itala, syr.-sin., Peshitta) en tercer lugar antes de la de los que lloran. Por ser el orden de la Vulgata se la considera aquí. Es propia de Mt. No hay razón para pensar en un desdoblamiento de la primera por su semejanza; pues Mt intenta decir con ella algo distinto. Su oscilación en la tradición manuscrita acaso se deba a un ensayo de aproximación.
En griego se pone la palabra ðñáåiò, cuya raíz significa dulzura, mansedumbre. Si perteneció, como parece por su estructura, al original aramaico, su traducción al griego, lo mismo se puede verter por esta palabra ser pobre, miserable ('ani), que ser · manso o mansedumbre ('anah), como hacen los LXX. Pero con ello Mt ha de querer decir algo distinto de la primera, que además se traduce al griego por otro término.
Esta bienaventuranza es una cita textual del Sal_37:11. Su contexto orienta a su valoración aquí. El término hebreo usado ('anawim) lo mismo puede significar pobre que manso. En el contexto de este salmo (v.6a.7b.8ab. 14.32) se establece una contraposición entre el rico opresor y el pobre que lleva su suerte con resignación y paz: mansedumbre.
El sentido exacto de esta mansedumbre se puede ver en el contexto total del evangelio de Mt, único evangelista que habla de la mansedumbre en dos pasajes.
Del primero (Mat_21:5) se deduce que para Mt mansedumbre es la carencia de violencia, resignación, y del segundo (Mat_11:29), el de benevolencia y compasión. ¿Cuál ha de prevalecer aquí?
Pero, además, la praytes es esencialmente mansedumbre y modestia, teniendo una afinidad particular con la humildad, de una parte, y con la benignidad o compasión, de otra. Es paciente y buena, tan enemiga de la cólera vengadora como del orgullo extremoso. Tenemos razón al decir que la distancia no parece grande entre la bienaventuranza de los misericordiosos. Una y otra expresan una misma actitud del alma fundamental, característica del espíritu de la nueva Ley. 9
Posiblemente la diferencia esté en que en la primera se beatifica la pobreza llevada libre y religiosamente, y en la segunda, en que se añade el llevarla incluso con benevolencia hacia los demás.
El premio es que poseerán la tierra. Palabras tomadas del mismo salmo: retribución que allí se asigna a los pobres (Sal_37:11; Sal_9:22). Es el salmo en el que se plantea el problema de la retribución. El rico pasa y él poseerá la tierra. Esta es Palestina. La tierra prometida vino a ser el ideal y tipo del reino de los cielos.
La palabra usada heredarán (÷ëçñïíïìÞóïõóéí) corresponde al hebreo yarasch, que lo mismo significa heredar, que simplemente poseer, sin más matices 10. El modelo de poseerlo lo dirá San Pablo: coherederos de él con Cristo (Rom_8:17).
Dirigida a los apóstoles, ya ingresados en el reino, se refiere a la fase escatológica. Pero Mt también la adapta al valor moral de universalidad actual.

Bienaventurados los que lloran (Luc_6:21).
La traen Mt y Lc. El término usado (ðåíèïõíôåò) indica aquí, conforme a la ley oriental de fuertes contrastes, una amargura muy profunda n. Conceptualmente no está muy lejos de la primera pobres . Se diferencia como género llorar y especie pobres.
Pero no se beatifica el llanto, sin más. Si no pone en espíritu como en la primera, ha de suponerse como encuadrarlo en un mismo propósito intencional del autor. Es el llanto de la vida, tristezas, desgracias, dolores , pero religiosamente interpretado ante Dios y Cristo.
Cristo abre al dolor una perspectiva nueva. Para los judíos neotestamentarios, el dolor todavía era considerado como castigo a pecados (Jua_9:2). El libro de Job ya había mostrado que el dolor tenía una misión de purificación y mérito. Pero ahora se eleva la mira del dolor como actitud ante el reino.
Primitivamente, acaso se refiriese a los 'anawím de la primera bienaventuranza, como gentes abandonadas y hasta consideradas pecadoras, aunque con la sola formulación del llanto. Debe de ser Mtg el que le da este amplio aspecto moral.
El premio es su consolación. ¿Cuándo? Acaso serán consolados se pueda referir a la fase final. Pero está encuadrado en los principios de interpretación filológico-sapienciales antes dados. Primitivamente parecería referirse a su ingreso en el reino. Pero también caben consolaciones aquí en esperanza, como se ve en Mt (Jua_5:12). Aparte del ingreso en la fase final en el sentido etizado de Mtg.
Con esta bienaventuranza Cristo se presenta como Mesías, al cumplir y evocarse la profecía de Isaías (Isa_61:1-3) sobre este llanto y consolación en función del reino. Isaías profetizó del Mesías que tendría también por misión consolar a los tristes (Isa_61:2.3). El Mesías era llamado la Consolación de Israel (Luc_2:25) y el Consolador (Mcnahen) l2. Esta coincidencia literal de Mt con Isaías, tomada de la versión de los LXX, no debe de ser fortuita, pues Mt cita varias veces a Isaías en su evangelio como prueba de que en Cristo se cumplen los vaticinios mesiánicos de aquél.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia (Luc_6:21).
Las traen Mt y Lc. Como en otras bienaventuranzas, Mt (v. 3.8.10) añade algo para precisar bien el sentido, evitando desviaciones. Aquí primero (Luc_6:21a): al hambre añade sed, pleonasmo semita que no altera el significado (Isa_49:10; Amo_8:11). En su primitiva forma aramaica debía de ser, como en Lc, la escueta beatificación del hambre y sed reales, pero las dos fusionadas en una. Mas en el Mtg se toman estas expresiones en sentido figurado, y se añade por complemento de justicia (ôçí äéêáéïóýíç í). Que esto es una adición, se ve porque rompe el ritmo semita de su estructura, en paralelismo con las otras y con Lc. Su sentido es, pues: Bienaventurados los que ansían grandemente la justicia. Nada está más cerca de esta bienaventuranza que lo que dice Jesucristo en este mismo sermón: Buscad el reino y su justicia (Mat_6:33). Esta justicia yuxtapuesta al concepto del reino es todo lo que hace al hombre justo, porque es el cumplimiento de la voluntad divina. Es aquella de la que dijo Cristo: Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mat_5:20). Es la justicia que dispone a incorporarse al reino, o, dentro de él, progresar en el mismo. El tema evocado por la expresión y el contexto del sermón no nos orienta hacia la idea de una justicia que Dios hace, sino más bien hacia aquella justicia que se esfuerza uno en adquirir a los ojos de Dios, cumpliendo su voluntad. 13 Como universaliza y moraliza el sentido primitivo, es por lo que la justicia en la cual piensa el evangelista, es una justicia moral hecha del conjunto de obras cristianas. 14 El fariseísmo esperaba lograr esta justicia del reino por el cumplimiento material de la Ley.
No porque Mt metaforice y complemente la bienaventuranza primitiva aramaica, equivalente a la de Lc, desvirtúa su contenido, porque la primitiva no era la simple beatificación del hambre material, sino con la portada religiosa de las otras bienaventuranzas. Por eso, al hacerla metáfora con complemento, la espiritualiza y la potencializa. Es desear el cumplimiento de la voluntad justicia de Dios en nosotros, en la que, como parte, queda incluida esa primitiva formulación escueta del hambriento, que lleva, religiosamente, su situación.
El premio asignado es el ser henchidos, saciados (÷ïñôá-óèÞóïíôáé), como gráficamente sugiere el término griego. El futuro apuntaría a la fase celeste, pero el valor sapiencial de las bienaventuranzas tiene un sentido amplio. En Lc se contrapone el hambre de ahora (íõí) a la futura saciedad (÷ïñôáóèçóåóèå).

Bienaventurados los misericordiosos.
Propia de Mt. Tiene una formulación absoluta y universal. Pero como formulación sapiencial podría tener restricciones y matices. Naturalmente, no se trata de beatificar, sin más, un temperamento sensible y sólo filantrópicamente compasivo; ni beatificar una misericordia afectiva y no efectiva, en la medida de lo posible, como se ve encuadrándola en todo el contexto literario del sermón del Monte (Mat_7:21). Es, además, en este contexto, una misericordia que está en función del mesianismo del reino.
¿Quiénes son aquí estos misericordiosos (åëåÞìïíåò)? Mt, en otros pasajes, utiliza esta palabra para expresar dos cosas: a) perdonar ofensas (Mat_9:13; Mat_12:17; Mat_18:33; Mat_23:23; b) pero también la misericordia en Mt reviste mayor amplitud: es el término que usan los ciegos que piden al Señor que los cure (Mat_9:27; Mat_20:30), lo mismo que la cananea para pedir la curación de su hija (Mat_15:22). La misericordia, pues, tiene en Mt el sentido amplio y ordinario de hacer el bien a todo necesitado, y, formulada en tono sapiencial, no se dice la medida en que se ha de practicar la misericordia para obtener el premio a ellos prometido. Ya se leía en el A.T.: El que tiene compasión, encontrará misericordia (Pro_17:5). Y en el Talmud: De quien tiene misericordia de los hombres, se tiene misericordia en el Cielo. 15
El pensamiento, pues, de esta bienaventuranza es sólo afirmar la excelencia y necesidad de la misericordia en los hombres para que sepan que entonces Dios la tendrá con ellos. Pero esto, por parte de Dios, siempre será un exceso y un secreto sobre la que el nombre hace.
En el contexto literario de Mt, este premio tiene un valor escatológico, como se hace explícitamente en otras (v.3.8.10.12). Acaso, originariamente, tenían todas las bienaventuranzas un sentido de ingreso en el reino, no obstante el enmarque literario de Lc (Pro_6:20) y Mt (5:Pro_1:2). Pero el aspecto moralizante que Mtg les da, les hace cobrar una perspectiva de escatología final.
La bienaventuranza de los misericordiosos aparece así como la expresión de una exigencia moral. Mateo se para especialmente a considerar el aspecto moral de la enseñanza de Jesús; es él quien parece haber introducido este aspecto en las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas del primer evangelio no se contentan con anunciar la Buena Nueva de la venida del reino; presentan el reino como la recompensa prometida a aquellos que practicasen en su vida las exigencias de la nueva, más profundas que las de la ley judía. 15
La gran novedad de esta bienaventuranza de Cristo está en prometer su ingreso en la fase que sea a los que practiquen la misericordia con todos los hombres. Los rabinos defendían que la beneficencia debía practicarse con el prójimo, pero que era sólo el judío; por eso excluían de ella al pueblo de la tierra y a los gentiles 16.

Bienaventurados los puros de corazón.
Propia de Mt. La formulación literaria está hecha con un vocabulario legal, ritual, del culto. Los puros de corazón evocan a los que tienen en el culto la pureza cultual. El salmista dice que al Templo subirá el de limpias manos y puro corazón (Sal_24:2.4). Corazón y espíritu son usados indistintamente por la psicología judía como los principios responsables de la actividad moral. Pero no se quiere indicar con este vocabulario cultual que baste la práctica material de la Ley, sino que se supone y exige la autenticidad moral de esta conducta (Sal_73:1). Pues si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mat_5:20).

En el A.T., ver la faz de Yahvé significa: a) estar presente donde El mora, asistir a las solemnidades litúrgicas (Sal_42:3; Sal_36:9.10; b) otras veces significa experimentar la benevolencia divina, v.gr., ser sacado de una situación difícil (Sal_31:17; Sal_13:1; Sal_31:13). Y hasta la formulación del premio de esta bienaventuranza se encuentra en el vocabulario del A.T.: Los rectos verán su benigna faz (de Dios) (Sal_11:7b). Si por fórmula está vinculado al primer grupo faz de Dios , templo de Jerusalén 17, por contenido lo rebasa, para prometer un premio escatológico en el cielo. Es la imagen del Templo con la que se describe el premio del cielo bajo imagen cultual: sus servidores (de Dios, en el templo del cielo) le rendirán culto y verán su faz, se lee en el Apocalipsis (22:3.4.2-11). Así se beatifica a éstos bajo la forma de un culto que en el cielo se rinde a Dios 18.
Y como en el templo del A.T. había que estar legalmente puros, así en el templo del cielo hay que estar, para ingresar en él, espiritual y moralmente puros: vida con conducta recta 19.

Bienaventurados los Hacedores de Paz.
Sólo la trae Mt. No se beatifica a los de temperamento pacífico o a los pacíficos estáticos los pacíficos , sino a los dinámicos en esta virtud: a los hacedores de paz (åßñçíïðáïé). Se pensaría que en su contenido se incluía a todo el que buscase difundir y trabajar por la paz. La formulación universal e impersonal en que está redactada llevaría a esto. Lemonnyer y otros, basándose en el salmo 82, piensan en las autoridades y magistrados, ya que a ellos corresponde esto por oficio 20. Pero el sentido que le da Mtg de universalidad rebasa esto. Aparte que es paz en función del reino. En los pasajes bíblicos en que sale este término tiene sentido de reconciliación con los enemigos (Col_1:20; Efe_2:15.16; Hec_7:26). Lo mismo se ve en la literatura rabínica. Así interpretada, vendría a estar próxima esta bienaventuranza con la otra de Mt sobre los misericordiosos: sería como especie de un género.
Aunque la portada es universal en el Mtg y el genero sapiencial, se pensaría que estos hacedores de paz fuesen, en su sentido primitivo, los apóstoles, que tenían la misión de divulgar la justicia del Reino.
El premio es que serán llamados hijos de Dios. Ser llamados, en semita significa ser reconocido por tal, ser verdad lo que se dice de uno. ¿Cuándo serán llamados así? La redacción lo supone en la fase escatológica, lo mismo que el contexto en que se encuadra (v.5.6.7): premio en el cielo. Pero no se puede prescindir de lo que se dijo a propósito de la primera bienaventuranza.
En hebreo la relación o dependencia se la formula frecuentemente con la palabra hijo (heb. =ben; aram.= bar). En la Escritura, a Dios se le llama muchas veces Dios de paz; los hacedores de paz tienen una relación especial con Dios. De ahí el formularlo como hijo de Dios (Luc_20:35-36).
También se percibe en esta bienaventuranza una enseñanza o sugerencia sobre el modo de establecer el reino: no por el ruido de armas, sino espiritualmente: haciendo la paz del reino entre los seres humanos.

Bienaventurados los que padecen persecución por la Justicia,
Porque de Ellos es el Reino de los Cielos.
Esta bienaventuranza de Mt (v.10) se la suele considerar unida a la siguiente (v.ll). Se beatificaría la específica persecución a los que tuviesen adhesión a la doctrina del reino. Por las razones alegadas en la introducción a ellas, se la considera literariamente distinta. Y hasta podría verse un índice de esta duplicidad en Lc, que, trayendo la última (Luc_6:22), no trae ésta. Hay además algún matiz literario diferencial entre las dos. Condamin pensó incluso si el premio asignado a ésta, que es el mismo que el asignado a la primera, no sería un caso de inclusión semita 21. Sería una contraprueba del valor diferencial de la 10 y 11 de Mt.
Es ordinario admitir que las palabras por la justicia es una adición del Mtg para precisar bien el sentido de esta persecución beatificada. Mt buscaría destacar el valor moral de la misma. Primitivamente podría tener un valor absoluto de persecución por tantas cosas en la vida. La beatificación originaria sería esta persecución llevada religiosamente. En todo caso, Mtg la matiza o la orienta a la justicia del reino, al fin por quien cobra valor religioso toda persecución llevada religiosamente.
El dolor, que era considerado en la mentalidad de Israel como castigo, aparece sublimado al ser llevado por la justicia del reino de Cristo. La perspectiva es escatológica en la redacción del Mtg: el reino de los cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y Digan Toda Clase de mal contra Vosotros, siendo Calumniados a Causa de Mí Alegraos y Exultad, Porque Vuestro Premio Será Grande en los Cielos. Pues Así Persiguieron a los Profetas que hubo hntes de Vosotros (cf. Luc_6:22.23).

El cuadro profetice de esta bienaventuranza está trazado con elementos suficientemente descriptivos. Se acusan en su redacción, aparte de la profecía, las primeras persecuciones cristianas. Los falsos testimonios (øåõäüìåíïé) apuntan, preferentemente, a las acusaciones falsas ante los tribunales (1 en 4:15).
El motivo por el que son beatificados estos perseguidos es precisamente a causa de mí (Mt) o por amor del Hijo del hombre (Lc). Sólo supone la lealtad a Cristo. Esto hace prorrumpir a Cristo en una invitación a la alegría; Lc pone en aquel día, que es el de la persecución. Así lo experimentaron primeramente los apóstoles (Heb_5:40ss; 2Co_11:23); Üãáëëéáóèå es el término técnico usado para esto (cf. Rev_19:7; 1Pe_1:6.8; 1Pe_4:13). La esperanza abre la seguridad al premio celeste en la fase escatológica. Pues la recompensa (ìéóèüò) es una deuda de justicia, como lo acusa el término usado 22.
Al obrar así los judíos contra los apóstoles y discípulos, no hacen otra cosa que obrar como obraron sus padres (Lc) contra los profetas que hubo antes de vosotros (Mt). En el Evangelio, los apóstoles son los sucesores de los profetas (Mat_23:34; Mat_10:4l; Mat_13:17). Los primeros preparaban el reino, y los segundos lo divulgaban.

Oficio de los discípulos,Mat_5:13-16 (Mar_9:50; Mar_4:21; Luc_14:34-35; Luc_8:16; Luc_11:33).
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal se desazona, ¿con qué se salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad asentada sobre un monte. 15 Ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. 16 Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.

Esta sección de Mt es una enseñanza hecha con diversas imágenes sobre la santidad de los discípulos. Es propia de Mt. Pero también Mc y Lc utilizan estas imágenes, aunque en contextos y a propósitos distintos. Es Mt el que los une tomados de una fuente premateana.
Este logion de Cristo lo mismo puede ser repetido por El, con variantes, que ser uno solo multiplicado por los evangelistas a propósitos específicos.
Los discípulos de Cristo, en su misión de predicar el reino, han de ser la sal de la tierra. Esta tierra no es sólo Palestina, sino que tiene valor universal, como se ve por su paralelismo con la luz del mundo. Es la orden que dará Cristo de predicar a todas las gentes (Mat_28:19-20) y tema usual de Mt: nota universalista y misionera (Mat_9:6; Mat_10:34; Mat_12:42; Mat_24:30). En el ambiente judío se le reconocen a la sal varias propiedades: dar sabor y gusto a la comida, librar a la carne y pescados de la corrupción, y los rabinos también destacan en la sal el valor purificador 23.
A la masa doctrinal y moralmente viciada del mundo y del fariseísmo hay que salvarla con la doctrina de Cristo, purificarla de su descomposicion; lo mismo que a estas creencias hay que darles el sabor y gusto de Cristo. Esto hace ver que esta parte del sermón se dirige a apóstoles y discípulos, que son los que tienen la misión de salar la masa.
Pero hay un fuerte alerta para éstos. Si la sal se desazona, ¿con qué se la salará? Esta frase es un proverbio usado en la literatura rabínica 24. Y se alude a una sal extraída del mar Muerto y que perdía su sabor muy pronto. La alegoría acusa una gran responsabilidad para los discípulos. Esta sal de su vida cristiana puede perderse; por eso exige el esmero de su defensa y conservación. Pues si se pierde no vale para nada: ni para la tierra es útil ni aun para el estercolero (Lc), sino para tirarla afuera. Conforme a las viejas costumbres de Oriente, todo lo que no sirve se lo tiraba a las callejuelas 25. Si el apóstol se desazona de Cristo por preparación y vida , no vale para testimoniar a Cristo, y entonces se lo tira fuera. ¿De dónde? ¿Del apostolado, de Cristo, del reino? Sólo vale, conforme al ejemplo puesto de tirar la sal y lo que sobra a las callejuelas, por lo que lo pisan los hombres y animales que por allí transitan, para que también a él lo pisen los hombres. Pero estos rasgos deben de ser alegóricos: imagen de desprecio en que caen los discípulos caídos de su fervor, incluso ante los hombres 26. ¿Aviso eclesial?
Este oficio apostólico se expresa con otras dos imágenes. Son luz del mundo. La luz se enciende para lucir. En las casas palestinas antiguas, con una sola y grande habitación, se encendía la pequeña lucerna de barro y se la ponía sobre el candelero, en lugar alto, para que alumbre a cuantos hay en casa. No se la ponía bajo el modio, medida de áridos con capacidad de algo más de ocho litros, pues se evitaría que luciese. La luz de los apóstoles de Cristo no es para ocultarse, sino para iluminar a los que están en tinieblas con la iluminación del reino (Flp_2:15). La forma redaccional griega (üðùò), para que vean vuestras obras, podría desorientar su sentido preciso. Aunque podría aceptarse la forma extremista oriental, no es ello más que efecto de una traducción material del original, en el que la partícula le lo mismo puede significar finalidad que una consecuencia a seguirse, como aquí. Al ver sus obras se glorificará al Padre, autor de esta obra.
En el pueblo judío estaba muy calado el que Dios fuese alabado por todos a causa de sus obras 27. Ni hay contradicción con Mat_6:5-16, en donde se dice que no se hagan las obras para que los hombres os vean. Allí habla del apóstol, cuya misión es lucir; aquí del espíritu de modestia en la conducta cristiana.
Por un paralelismo evocador, junto a la comparación de la luz se pone la de las ciudades construidas sobre las montañas. En Palestina era frecuente emplazar los pueblos en los altos. Desde el lugar donde, tradicionalmente, se sitúa este sermón, se veían en lo alto de las montañas Safet, Séfforis e Hippos. Acaso Cristo señaló alguna de ellas y la tomó por símil de su enseñanza. Como la ciudad puesta en lo alto de una montaña no puede menos de verse, así el apóstol del reino no puede ocultarse; ha de verse, dejarse ver, actuar.
Estas dos comparaciones sobre el oficio de los apóstoles de Cristo sal y luz tienen finalidades algún tanto distintas. La primera mira a la preparación y santidad del apóstol; la segunda, a que no se oculten los valores necesarios para el apostolado; ni, incluso, como se ve en otros contextos, porque aguarden persecuciones. Pues la tierra espera su sal y su luz.

Jesús y la Ley antigua,Mat_5:17-20.
17 No penséis que he venido a abrogar la Ley y los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a consumarla. 18 Porque en verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que falte una yota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla. 19 Si, pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los hombres, será el menor en el reino de los cielos; pero el que practicare y enseñare, éste será grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que, si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

El tema de este pasaje es de gran importancia, pero no está exento de dificultades, especialmente por causa del encadenamiento semita de cada uno de estos versículos. El tema venía sugerido en esta carta magna del cristianismo por la necesidad de fijar su actitud doctrinal frente al judaísmo, o mejor a la interpretación literaria que de él daban los rabinos. Las polémicas cristianas primitivas frente al judaismo judaizantes aparecen aquí reflejadas.
No deja de extrañar, sin embargo, de ser todo esto original de Cristo, el que no se hayan alegado estas sentencias en el concilio de Jerusalén (Act 15,lss). Por otra parte, no parecen encontrar armonía con otras actitudes de Cristo, aunque acaso se refieran a casos concretos y no a ?a actitud doctrinal, que era lógico que tomase, desde el punto de vista del reino, ante el fariseísmo y la Ley. Algo parecido habría que decir de San Pablo.
V.17. Cristo no vino a destruir la Ley y los Profetas, las dos secciones principales de la Biblia. La Ley era la primera. Se la consideraba en la época neotestamentaria como revelación divina, eterna, irrevocable. Y hasta se llegó a tener la Ley la Thorah como hija de Dios, al identificarla con la Sabiduría, y, por lo mismo, se la consideró como ser trascendente, preexistente. Los demás libros, incluso los profetices, que son explicadores de la Ley, no tienen tal carácter; se los dieron a Israel a causa de sus pecados, y cuando llegasen los días mesiánicos, aquéllos no tendrían razón de ser 28.
Cristo proclama que no vino a abrogar ni la Ley ni los Profetas. El sentido del verbo usado (÷áôáëýù) es claro: destruir, desatar, abrogar. Corresponde a la forma aramaica battel, que significa lo mismo. Por el contrario, Cristo vino a llenarla (ðëçñþóáé). Corresponde al hebreo qayyém = cumplir, perfeccionar; cumplir la Ley con las obras, llevar lo imperfecto a lo perfecto 29.
La frase tiene una estricta acuñación judía. La eternidad de la Ley en toda su integridad invariable era un dogma rabínico. Hay textos rabínicos judíos tardíos que hablan de la ley del Mesías 29, pero no en el sentido de abrogar la Ley mosaica, sino de una nueva interpretación de la misma. El judaismo esperaba del Mesías una revelación de toda la riqueza de pensamientos ocultos en la Thorah y una solución de todos sus enigmas (cf. Jua_4:25); Jer_31:31ss; Isa_2:3; Isa_60:21; Eze_36:25ss). La frase fuerte acaso proceda de la época de la polémica entre la comunidad judeo-cristiana judaizantes y de cristianos procedentes del paganismo (Descamps). Ya que si fuese de Cristo, éste no cumplió meticulosamente las menores prescripciones (cf. Mat_15:3; Mat_19:17; Mat_22:36.38.40). Por eso se propuso (E. Scheweizer) ver en ello una insistencia judaizante. Pero aparte de lo que tenga de hipérbole para encarecer la Ley y sea de la procedencia que sea , siempre está en función del contexto del Evangelio, y del versículo anterior, donde se valora la Ley.
¿En qué sentido perfecciona Cristo la Ley antigua? Aunque aquí sólo se trata de cuestiones morales, el término Ley y Profetas es técnico por todo el A.T. Por tanto, la afirmación de Cristo abarca a todo el A.T. Por eso hay aquí dos cuestiones a precisar:
a) ¿Qué sentido conviene aquí al verbo ðëçñþóáé? ¿Cumplir o perfeccionar? Ya que filológicamente puede tener ambos. El sentido que aquí le corresponde es el de perfeccionar. Se ve esto porque Cristo cumple con su práctica muchas cosas del A.T., pero perfecciona ésta con su doctrina al interpretar el sentido recto de muchas cosas del A.T. deformadas por el leguleyismo farisaico y añade otras muchas nueva revelación , lo mismo que por el espíritu evangélico que ha de informarla (Mat_5:21-48).
b) ¿Cómo perfecciona Cristo la Ley, el A.T., cuando aquélla queda abrogada en muchos puntos?
Al interpretar el verdadero sentido de prescripciones deformadas del A.T.
Al añadir nuevas enseñanzas, revelaciones, prescripciones.
Al anular, por cumplir, la fase temporal de muchas cosas del A.T. Así dice San Pablo, al declarar inútil la vieja Ley: ¿Anulamos, pues, la Ley con la fe? No, ciertamente; antes la confirmamos (Rom_3:31). Se da la perfección por superación (Gal_3:23-25), como destruye, perfeccionándolo, el fruto a la semilla.
Pero del A.T. se conserva el espíritu mesiánico y cristiano que existía en él 30. Es el boceto que destruye, llena y supera el cuadro 31.
V. 18, Este versículo de Mt lo trae conceptualmente Lc en otro contexto (Luc_16:17). No debió de ser la única vez que Cristo habló de su actitud frente a la Ley y de la permanencia de ésta. El caso de Lc, con su desplazamiento, podría ser un índice de ello. También puede ser índice de la necesidad de destacarlo ante las polémicas judaizantes. No obstante, el contexto lógico en que está en Mt, podría ser también un contexto histórico.
Cristo introduce la fórmula con un amén. El significado judío de esta palabra y su finalidad era unirse, mediante ella, con deseo de aprobación a lo dicho por otros, v. gr., oraciones (Jer_28:2; Deu_27:15). Pero en boca de Cristo cobra un sentido único, desconocido aún por los rabinos 32, y con el que garantiza enfáticamente la verdad de lo que dice.
Los elementos expresivos de esta afirmación son los siguientes: Hasta que pasen los cielos y la tierra. (Mat_24:35; Sal_71:57; Sal_88:38; Isa_32:20.21), término con que se expresa el fin de los tiempos y, por tanto, se expresa también con ello la duración de una cosa o la firmeza de la misma 33.
El otro elemento es , palabra aramea que corresponde al yod hebreo, y que expresa la letra más pequeña del alfabeto cuadrado, y el trazo (÷åñáé'á), literalmente cuernecito, que es la grafía mínima de las cosas que están escritas en la Ley. Se refiere a cualquiera de los trazos mínimos, inferiores al yod, que se usaban en el alfabeto de entonces 34.
Este perfecto cumplimiento de la Ley puede ser doble: a) cumplimiento material de todo lo en ella prescrito hasta el tiempo prefijado: Ley mesiánica; b) el espíritu mesiánico cristiano y lo que hay de valor permanente, que en ella existe como en germen y cuya permanencia es definitiva en la nueva Ley. Los versículos 21-48 de este capítulo darán un buen ejemplo del espíritu cristiano revitalizando la moral de la vieja Ley 35.
V.19. Propio de Mt; se discute sobre su contexto propio. Las palabras Si alguno descuidase uno de esos preceptos menores. no tienen relación con lo anterior, pues no se habló explícitamente de preceptos mayores. Debe de ser un contexto lógico, con encadenamiento semita, evocados porque toda la Ley trazo y yota ha de cumplirse. Como Mt no ignoraba que la Ley de Cristo anulaba la materialidad de muchas prácticas y preceptos de la vieja Ley, no puede querer decir que la vieja Ley había de ser mantenida en su estricta materialidad.
El que quebrantase (ëýóô)) ï, por el contexto, mejor, descuidase cumplir uno de estos preceptos mínimos y además enseñase así a los hombres, será el menor en el reino de los cielos, seguramente en su fase final escatológica. El encadenamiento de palabras trae el encadenamiento semita de las comparaciones hiperbólicas. Un precepto menor que se desprecia o quebranta trae, de suyo, el tener no la exclusión de él un puesto menor en el Reino. Y la contraposición se hace con los preceptos grandes y su premio correspondiente. Precisamente grande y pequeño son los términos usados frecuentemente en la literatura rabínica para significar la diversa suerte de las personas en el futuro reino mesiánico 36. Aunque lo normal era usar los términos de preceptos graves y leves. Entre los segundos estaba la prohibición de ingerir sangre (Deu_12:23), y, entre los primeros la circuncisión (Gen_17:10), la idolatría, fornicación, derramamiento de sangre, profanación del nombre de Dios, santificación del sábado. Pero también los rabinos destacaban la igualdad de todos en cuanto a su obligatoriedad, pues todos habían sido dados por Dios. La forma impersonal en que está redactado hace ver que se dirige a cualquiera. No obstante, la frase y así enseñase parecía dirigirse a apóstoles y discípulos. Acaso sean anomalías redaccionales. Pero no alude a valores jerárquicos escatológicos.
Se pensó si alguno de estos preceptos mínimos se refiriese a la doctrina que se va a exponer a partir del v.21. Pero la doctrina expuesta en el Sermón es demasiado importante para pensar que son preceptos mínimos juramento, adulterio, divorcio, amor al prójimo, etc.
V.20. Propio de Mt. Como de los otros, se discute su contexto preciso. Pero se ha de valorar en el contexto de Mt, que obedece a un propósito claro. Si la Ley ha de permanecer, en la forma dicha, conforme al perfeccionamiento que de ella hace Cristo, esto traía, por cierto encadenamiento semita conceptual, por contraste, el modo de la práctica de esa Ley, y análogamente de la nueva Ley. Y la enseñanza de Cristo es ésta: Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Se trata, pues, de fidelidad a la Ley, pero de fidelidad al cumplimiento del espíritu de la Ley, pues en su cumplimiento material, aquéllos eran maestros insuperables. Ya los profetas habían urgido la necesidad de poner el espíritu y el corazón en los sacrificios. El rito material no cuenta. Por el simple cumplimiento del rito cultual, Dios no lo atiende ni retribuye. Esto es lo que Cristo censura, al tiempo que enseña cómo ha de ser la práctica de la nueva Ley, de la justicia mesiánica; no hipocresía de un rito sin vida. La justicia del reino mesiánico es sencillamente la justicia de la autenticidad religiosa.
El v.20 es un término completivo del tema sobre la relación de Cristo y la Ley vieja, pero es, al mismo tiempo, un versículo puente leit motiv para el tema del sermón de la Montaña: el perfeccionamiento moral de la vieja Ley y el perfeccionamiento del espíritu con que ha de ser practicada.

Valoración cristiana del quinto precepto del Decálogo,
Gen_5:21-26.
Estas seis antítesis, que se van a considerar a continuación, parecen ser, en su forma, un procedimiento didáctico mateano (Bonnard). Puesto que Pero yo os digo., de ser premateano, probablemente hubiese tenido repercusiones en los lugares paralelos de Mc-Lc. Así hay pasajes de Mt que parecen tener añadiduras a la proposición principal que tiene el Pero yo os digo. (cf. Mat_5:21.25 con Luc_12:57-59; Mat_5:28 con Mar_9:43-48; Mat_5:28.29 = Mar_9:43-48). Igualmente Mt, en los dos pasajes de la excepción en el matrimonio (Mar_5:31-32 y 19:9) trae esta frase, que está ausente de este mismo tema en Luc_16:18 y en Mar_10:11.
Por otra parte, el giro Yo os digo aparece en boca de rabinos cuando pretenden establecer en forma clara su propia opinión frente a la de un adversario. Pero en el texto de Mt tiene un matiz muy constante y peculiar. Se quiere acusar mucho la autoridad de Cristo.

21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás; el que matare será reo de juicio. 22 Pero yo os digo que todo el que se irrita contra su hermano será reo de juicio, el que le dijere raca será reo ante el sanedrín, y el que le dijere loco será reo de la gehenna de fuego. 23 Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda. 2S Muéstrate, cuanto antes, conciliador con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión. 26 Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.

El primer caso de interpretación de los varios preceptos que aparecen en este sermón es el quinto precepto del Decálogo: No matarás. Refiriéndose al auditorio les dice: Habéis oído que fue dicho a los antiguos. Estos antiguos son las generaciones judías anteriores contrapuestas a las que habla Cristo, y no como tradujeron algunos, haciendo al dativo griego (Üñ÷áéïéò) equivalente al ablativo instrumental: Habéis oído que fue dicho por los antiguos (rabinos, doctores), ya que luego se dan las citas textuales de los libros bíblicos. En la literatura rabínica se dice frecuentemente: Sabéis por la tradición 37. Lo habían oído en las lecturas sinagogales. El que se dijo es, pues, fundamentalmente un circunloquio por Dios (cf. Ìt 6:33).
La cita se hace literalmente del Decálogo. De la segunda parte, el que matare será reo de juicio, se pensó si no sería una glosa posterior de Mt, pues no se encuentra citada así en la Ley. Aparte que es una cita quoad sensum, puede derivar de la sanción con que en la Ley se castiga el homicidio: El que hiere mortalmente a otro será castigado con la muerte (Exo_21:12; Lev_24:17). Este juicio al que se alude puede ser el juicio jurídico del tribunal (Deu_16:18; Dan_7:26 en los LXX) que le juzgará y le condenará o puede ser la misma condena.
Esta legislación del Decálogo había sido interpretada materialmente: realización física del homicidio. Pero Cristo, al contraponer su enseñanza a la interpretación rabínica del mismo mandamiento, está dando la interpretación del contenido primitivo.
Hay también en ello otro valor. Al contraponer lo que se les había dicho por Moisés a los antiguos, al pero yo os digo, está implícitamente declarándose superior a Moisés. ¿Quién era superior a Moisés? Gradualmente irá declarándose superior a los reyes, profetas, sábado y Templo (Mat_16:6). Aquí se presenta ya como el supremo Legislador de Israel.
En este precepto no solamente se condena el acto de homicidio real, sino la injuria al hermano. Este, en la apreciación judía, era el equivalente al prójimo, y éste era sólo el judío.
Aquí también se condena el airarse contra el hermano injustamente (Mar_3:5) al llamarlo racá (£á÷Ü). Es palabra aramaica; se proponen varias etimologías: reqah o reqa', vacuo, loco, estulto, o se la deriva de la forma aramaica, aquí apocopada, rahaqá', rechazar, reprochar. De donde sería (hombre) abominable 38, o también decirle moré (ìùñÝ), que corresponde a la palabra hebrea nabal, loco. Pero ésta significa además rebelde contra Dios, ateo. Parece responder mejor a este segundo sentido, porque, si no, no se diferenciaría en nada de la palabra roca, no habiendo, si no es así, en ello climax, y porque en la literatura rabínica se encuentran ejemplos estructurados a este modo climático paralelo: El que llama a su prójimo siervo será castigado con anatema; el que lo llama espurio, con cuarenta azotes; el que impío, ha de ser acusado de crimen capital. 39
El castigo correspondiente es también gradual. Al airarse se le amenaza con ser reo de juicio del tribunal local, que ha de haber en todos los pueblos (Deu_16:18); al racá, se es reo ante el sanedrín, es decir, ante el gran sanedrín de Jerusalén, que es el que tenía competencia en los crímenes mayores; al de impío, se le amenaza con la gehenna de fuego, o sea el infierno 40.
Naturalmente, Cristo no pretende establecer este triple y exclusivo código de penas y castigos. Toma los términos de la jurisprudencia judía como medio de expresión de valoración moral. El tribunal ante el que Cristo cita no es más que uno: el de Dios.
Tomando tres casos con un crescendo de gravedad, expone representativamente todo otro tipo de culpas, sugerido por este procedimiento semita de acumulación. En el quinto precepto del Decálogo no sólo se condena el homicidio físico, sino todo deseo de injuria injusta.
El rabino Eliezer (c.90 d.C.) decía: Quien odia a su prójimo tiene que ser contado entre los derramadores de sangre. El judaísmo en tiempo de Cristo era unánime en rechazar la cólera entre hermanos. Hasta en Qumrán se dice: El que guarde rencor a su prójimo, injustamente, será castigado seis meses (Regla. VII,8) Pero también se exige ser inmisericordes contra los que están fuera de la vía (ibíd., X,20ss) y también se lee en el Talmud bab. (Yoma 22b): Un aprendiz de las Escrituras, que no se venga y no es rencoroso, no es un verdadero aprendiz de las Escrituras.
Luego se expone en dos pequeñas parábolas o comparaciones por evocación y contraste procedentes de otros contextos la necesidad de la reconciliación con el prójimo.
a) La primera la presenta con un símil tomado del sacrificio y la presenta con la urgencia del que está ya a punto de ofrecerle. Que la deje ante el altar y que vaya primero a reconciliarse con su hermano acaso recuerde la redacción eclesial de la Iglesia primitiva si tiene algo contra ti, por suponerse que el oyente hizo algo injusto contra él. Con ello encarece la necesidad de la caridad al ponerlo en comparación con el sacrificio. Ya que, siendo éste representación vicaria del oferente, no es grata a Dios sin el amor al prójimo (Ose_6:6).
Se pretendió sacar del v.26 de Mt la idea del purgatorio. Pero esto no es más que una redacción parabólica, popular y de tipo sapiencial, y que corresponde a una ofensa in via. Es una advertencia de prudencia humana, para los asuntos de la tierra, sin más pretensiones, y que se debe de aprovechar para evitar otras complicaciones. Así se debe aprovechar, analógicamente, esta lección para la ética cristiana (cf. Mat_18:34.35), pero sin matizaciones estrictas.
b) La segunda comparación está tomada de la vida civil: más vale componerse los litigantes de un pleito entre ellos que venir a la sentencia inapelable del juez, aparte de pagar costas y tener incomodidades y pleito. Se pagará hasta lo último. El cuadrante (quadrans), moneda romana, era la cuarta parte de un as, y éste equivalía a la décima; más tarde, a la de un denario 41, y éste era el jornal de un trabajador.
Se pensó que fuese una alegoría y se trató de identificar sus elementos. Pero es una pequeña parábola, de la que luego se alegorizan algunos elementos.
El tiempo que están en camino probablemente alegoriza el tiempo que se está in via; el juez y su sentencia son el tribunal de Dios; el castigo en prisión, de la que no se saldrá hasta que (Ýùò = cadki) se pague el último cuadrante, es decir, hasta que se cumpla estrictamente la justicia, y porque el tono de esta redacción parabólica sólo habla popular y sapiencialmente del anuncio de un castigo que corresponde a una culpa contra la caridad, pero sin más precisiones. Lc (Mat_12:58.59) sólo trae esta segunda comparación en otro contexto y a otro propósito distinto.

Valoración cristiana del sexto precepto del Decálogo,
Mat_5:27-30 (Mar_9:42-48).
27 Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. 28 Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Si, pues, tu ojo derecho te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti, porque mejor te es que perezca uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. 30 Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala de ti, porque mejor te es que uno de tus miembros perezca que no que todo el cuerpo sea arrojado a la gehenna.

La ley judía condenaba en el Decálogo (Exo_20:14) el adulterio. Pero explícitamente no se legislaba sobre la simple fornicación. Esto será tema de los profetas y libros sapienciales. La interpretación de la prohibición del adulterio en el Decálogo era usualmente entendida del acto externo. El mismo Decálogo daba, aparentemente, pie a ello, pues lo valoraba solamente desde el punto de vista de la justicia. También se condenaban otros pecados externos de lujuria, v.gr., seducción, etc. (Exo_22:15v; Exo_22:18; Lev_18:23.24; Lev_19:29). Como en otros pasajes del A.T. se hace ver el peligro del pecado interno (Job_31:1; Eco_9:5). El décimo precepto del Decálogo prohibe el deseo de la mujer ajena sólo Ajusticia por ser propiedad del marido (Exo_20:17; Deu_5:21).
Pero ante esta legislación interpretada restrictivamente, Cristo da su interpretación auténtica: en este precepto está incluido todo mal deseo de adulterio (Mat_15:17-20). El corazón es el verdadero responsable ante la moral.
Es verdad que en la literatura rabínica se encuentran textos de todas las épocas expresando un sentimiento constante que condena la impureza que se comete con los ojos o el pensamiento. Rabí Simeón, en su Melkilta, dice: No cometerás adulterio. ni tampoco con los ojos ni con el corazón. 42 Pero la práctica debía de ser muy distinta, cuando Cristo tiene que tomar esta actitud ante la interpretación del Decálogo.
Declarado el sentido del sexto precepto, surge su cumplimiento, haciendo ver la necesidad de evitar la ocasión del pecado, con un grafismo hiperbólico oriental y paradójico.
Si el ojo derecho, por especialmente estimado (1Sa_11:2), lo mismo que si la mano derecha escandalizan, vale más sacárselo o cortarla que ir con ambos a la gehenna (infierno).
Naturalmente, esto no se dice en el sentido de una realización material; sacado el ojo derecho, el escándalo en el sentido etimológico de que es tropiezo u ocasión de pecado , seguiría el mismo escándalo con el izquierdo. Lo que Cristo destaca es la necesidad de la precaución, de la vigilancia y el heroísmo, para superar todo escándalo temporal, a fin de no ir por él a la gehenna.

Condenación del divorcio,
1Sa_5:31-32 (Mat_19:3-9; Mar_10:2-12; Luc_16:18).
31 También se ha dicho: El que repudiare a su mujer, déle libelo de repudio. 32 Pero yo os digo que quien repudia a su mujer excepto el caso de fornicación la expone al adulterio, y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

En este pasaje hay una dificultad ya clásica. Parecería que el divorcio fuese lícito en el caso de fornicación (ðáñåêô&ò ëüãïõ ðïñíåßáò). Mt. incluye aquí este caso por anticipación, en función del esquema del Sermón. Se trata del tipo judío de matrimonios zanut. Pero esto se estudia en el Comentario a Mat_19:3-9. Aunque aquí se trata especialmente del repudio, en Mat_19:3-9 se añade la indisolubilidad.

Valoración cristiana del segundo precepto del Decálogo,
Mat_5:33-37.
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás, antes cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo que no juréis de ninguna manera: ni por el cielo, pues es el trono de Dios; 3S ni por la tierra, pues es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jures tampoco, porque no está en ti volver uno de tus cabellos blanco o negro. 37Sea vuestra palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede.

El uso de los juramentos había venido a ser un abuso en Israel, no precisamente por el perjurio (Exo_20:7; Deu_5:11; Num_30:3), sino por deducir por una casuística inverosímil (Num_30:3) que todo lo que se hiciese bajo voto era mejor que no hacerlo sin él, pues era un acto religioso. Se juraba por Dios (ha'Elohim), por el cielo, metonimia por Dios; por el Todopoderoso (Gheburtá), por el templo, por esta morada, sinónimo del mismo; por el altar, por la Alianza, por la Thorah (la ley), por la Consolación de Israel (Mcsías). A veces la fórmula empleada era negativa, v.gr., yo (juro) no querer ver la Consolación de Israel si. (hago o sucede tal cosa); o en forma positiva: Yo (juro) que quiero ver muertos a mis hijos si. (sucede tal cosa). Se juraba que comería o que no comería, que comió o que había comido, que daría o no tal cosa a otro, que se entregaría al sueño o no, etc. 43 Dos tratados de la Mishna Shebuoth (juramentos) y Nedarin (votos) están dedicados a reglamentar todo esto.
Después de haber establecido y metido la vida en un atolladero, invalidaban, mediante una casuística reglamentada, el cumplimiento de multitud de ellos. Concretamente, declaraban inválidos aquellos en los que no estuviese expreso el nombre de Dios, aunque eran hechos a Dios. Y ante este desbordamiento de irreverencia y laxismo, Jesucristo sale por el honor de su Padre.
a) Prohibe, en general, jurar: No juréis de ninguna manera 44. No es que lo excluya en absoluto, pues El mismo responderá ante la conjuración que por Dios le hace Caifas, sino que es la forma rotunda de expresión contra el laxismo.
b) Destaca algunos juramentos, como modelo y más frecuentes, que se hacían por las criaturas, para hacer ver que en ellos está Dios y que por eso se utilizaban.
Ni por el cielo, pues es la morada de Dios; allí está el trono de Dios (Isa_66:1); ni por la tierra, pues también en ella está Dios, y es, como decía el profeta, escabel de sus pies (Isa_66:1).
Se lee en el Talmud: Si alguno dice (enjuicio): Yo os conjuro, o yo os obligo (por juramento), son culpables (si no no cumplen el testimonio a que se les obliga). Pero si dicen solamente: Por el cielo y por la tierra, quedan libres (de la obligación de responder al testimonio que se les pide). Si se los conjura por el Nombre divino, sea por las letras Ad o Yah, o por los atributos divinos, etc., son culpables (si no responden a la conjuración que se les hace) 45. Cristo censura aquí un juramento que era especialmente valorado por los rabinos.
Ni por Jerusalén, pues es la ciudad del gran Rey, Dios, en la que puso su nombre. Por eso es la Ciudad Santa.
Ni por tu cabeza jures tampoco, pues aun en este juramento se incluía a Dios. Se lo incluía al usar la palabra técnica jurar, y porque ella es la representación del hombre, que está bajo el dominio de Dios. Por eso no puede cambiar por un acto de su determinación el color de sus cabellos.
Ante esta frivolidad religiosa, Cristo propone decir sí, sí; no, no. Todo lo que pasa de esto es malo. De esta expresión caben dos interpretaciones.
Que este doble sea una repetición enfática, como el amén, amén, en San Juan. Se querría destacar el honor del hombre sin tener para estos casos que recurrir a Dios. Literariamente no se ve por qué un doble sí o no ha de tener más valor que un auténtico sí o no. Cuatro siglos después de Cristo se lee en el Talmud que un doble sí o no equivalen a un juramento 46. Si esta afirmación recogiese el espíritu rabínico de los días de Cristo, se vería en ello una condena más del juramento.
Otra interpretación es que el sea sí, lo mismo que el no, una afirmación o negación sin doblez. La epístola de Santiago, hablando del juramento, interpreta el sí y el no en este sentido (Stg_5:12). Y en la Mishna se lee: Decid al sí, sí, y al no, no 47. Este es el sentido que parece más lógico, máxime con la interpretación de Santiago y de la Mishna, pues, además de salvar el honor de Dios, se trata de revalorizar la dignidad y lealtad del hombre.
Añadiéndose todo lo que pasa de esto (de decir sí o no) procede del mal (Ý÷ ôïõ ðïíçñïý åóôßí). Por comparación de textos puede significar que procede del mal de la mala condición de los hombres , o del Maligno (diablo), en su obra de mal contra el Reino. Parece más probable la primera, pues no todo mal es obra actual del diablo, aparte que Mt está etizando la enseñanza.
En la otra hipótesis sería una alusión a Satán, que, al introducir la mentira y el mal en el mundo (Jua_8:44), hizo necesaria, a veces, la garantía del juramento.
De esta forma de expresarse Mt no se sigue que se niegue la licitud del juramento en ocasiones. La fórmula rotunda de prohibición no es más que la hipérbole de un estilo oratorio y oriental.
A lo que era un abuso total se le opone en este estilo una prohibición total. Pero como contraprueba de su licitud está que Cristo responde a la conjuración que le hace Caifas, lo mismo que la práctica de San Pablo (Rom_1:9; 2Co_1:23; 2Co_11:31; Gal_1:20; Flp_1:8) y el ángel del Apocalipsis, que jura por el que vive por los siglos (Rev_10:6), lo mismo que la práctica de la Iglesia.

La
ley del talión ante la moral cristiana,Rev_5:38-42 (Luc_6:29-30).
38 Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al mal, y si alguno te abofetea en la mejilla derecha, dale también la otra; 40 y al que quiera litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; 41 y si alguno te requisara para una milla, vete con él dos. 42 Da a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado.

La llamada ley del talión toma su nombre de su incorporación a la ley romana 48. Las frases con que aparece citada eran las primeras con las que aparece formulada en la Ley (Exo_21:24.25v; Deu_19:18.21v). Era la ley vigente en el Oriente bíblico. Es la ley de código de Hammurabi. Esta legislación, tan chocante con la mentalidad moderna, nacía precisamente de un espíritu de justicia y moderación. Si la injusticia privada fácilmente degenera en reyerta y ésta en abuso, a prevenir y evitar éstos tendía la ley del talión. Era la justicia tasada materialmente: Ojo por ojo, pero no más que el equivalente material de la ofensa hecha. Aunque también se admitía en la antigüedad la sustitución de esta tasación material por una equivalencia en especie o dinero (Exo_21:26-35). Sin embargo, si en la época de Cristo regía la sustitución pecuniaria o equivalente de la ley del talión, no es seguro. En la literatura rabínica hay indicios de estar vigente estrictamente esta ley, al menos en casos concretos 49. Josefo dice que era practicada si el agredido no aceptaba la compensación pecuniaria 50. Y este principio es el que Cristo toma en su primitiva formulación para preceptuar a sus discípulos un ancho espíritu de justicia, desbordada por la caridad.
Esta justicia que va a exponer Cristo no es la abolición de la justicia pública, necesaria para la existencia misma de la sociedad. El mismo dijo: Dad al César.; ni tampoco trata de que sus seguidores renuncien a sus derechos ante la justicia pública, pues se haría la vida humana imposible en multitud de casos. El mismo hará ver esto con su ejemplo (Jua_18:22.23).
Lo que Cristo enseña, en una forma oriental, concreta, extremista y paradójica, es cuál ha de ser el espíritu generoso de caridad que han de tener sus discípulos en la práctica misma de sus derechos de justicia. Por eso, al ojo por ojo, dirá como temática paradójica de este espíritu de caridad: No resistáis al mal (ìç Üíôéóôçíáé ôù ðïíçñù), es decir, por el contexto, al hombre malo, al que le hace mal. Y Cristo ilustra aún este principio con cuatro casos, que harán ver con grafismo su pensamiento. Al final de ellos se sintetizará su intento.
a) Si alguno te abofetea en la mejilla derecha, muéstrale también la otra (Luc_6:29a). La paradoja es clara. El citar concretamente una mejilla es debido a que el detalle agrada al pueblo y fija la atención 51. El que sea la derecha no tiene ningún valor especial, aunque algunos lo pensaron basándose en sutilezas. Lucas, en el lugar paralelo, dice: Al que te hiera en una mejilla, ofrécele la otra (Luc_6:9). Es una expresión tomada del lenguaje popular. En la literatura rabínica se lee: Cuando alguno te abofetee en la mejilla izquierda, preséntale aún la derecha 52. Es matiz característico de Mt.
b) Al que quiera litigar (÷ñéâçéíáé) contigo para quitarte la túnica, dejale también el manto (Luc_6:29b). La túnica (heb. = kuttoneth) y el manto (heb. = simláh) eran las dos piezas usuales del vestido palestino de la época. La escena parecería evocar un caso de reclamación ante un tribunal. Ante este pleito, Cristo diría, paradójicamente, que le diese también el manto, sobre el que no había cuestión. La Ley exigía que el que tomase en prenda el manto del prójimo se lo devolviese antes de la puesta del sol, pues tan necesario le era (Exo_22:25.26). Lc da una formulación de evocación menos jurídica.
c) Si alguno te requisa para una milla, vete con él dos. Esta sentencia es propia del evangelio de Mt. La palabra requisar (ïôããáñåõù) es de origen persa. Los oficiales y servidores del rey, para poder cumplir mejor su oficio de mensajeros, estaban autorizados a requisar a personas o medios de transporte que encontrasen a mano. Los romanos tomaron de los persas la misma palabra y la institución 53. Naturalmente, este derecho se prestaba en la práctica a toda clase de abusos. En labios de Cristo tiene la palabra mayor amplitud, pues se refiere al espíritu que ha de informar la conducta de sus discípulos. El mismo término cualquiera (üóôéò) que te requise acusa el propósito genérico de la lección de Cristo en la vida cotidiana.
La milla (ìéëéïí) era el espacio que señalaban con la piedra miliaria = 1.800 metros. Si requisan para una milla, Cristo propone responderle con dos.
d) Da a quien te pida y no rechaces a quien te pida prestado (Luc_6:30). Este cuarto ejemplo con el que Cristo expone su doctrina parecería tratarse, en la primera parte, del ejercicio de la limosna, y en la segunda, de dar facilidades materiales en la vida del prójimo. Pero ateniéndose al tono general de este contexto, en el que se acusan exigencia o insolencia por abuso la bofetada, el despojo del manto, la requisa , probablemente este último punto ha de ser situado en el plano de lo exigente. Puede ser el caso de una petición de préstamo en condiciones de exigencia o insolencia. A esto lleva la sentencia paralela de Le: Da a todo el que te pida y no reclames a quien toma lo tuyo (Luc_6:30). Según el A.T., el préstamo al pobre debía ser hecho sin réditos (Exo_22:25; Lev_25:36; Deu_15:7-11; Deu_23:20ss). Expresión aún con más hipérbole.
La doctrina de Cristo, que se desprende de estos casos concretos en que la expone, es la siguiente: el cristiano debe tener su caridad al prójimo tan acentuada, que en los casos mismos de ofensa o abuso bofetada o en los que tiene la justicia a su favor túnica, requisa, préstamo debe tener su disposición de ánimo en tal estado que, por su parte, esté dispuesto al perdón y a la generosidad con su adversario. Por lo que no quiere decir, en verdad, que ponga la otra mejilla para recibir otra bofetada, lo que era provocar al enemigo a una nueva injuria y análogamente hay que decir lo mismo de los otros casos , pues sería provocador de nuevas injurias el que así obrase.
Es, por el contrario, con esa forma paradójica de hablar, un modo de exponer la actitud de caridad y perdón que se ha de tener con el adversario; no sólo perdonar a la primera injuria, sino estar preparado a perdonar nuevas ofensas, ofreciéndole así, con la otra mejilla, toda la generosidad de su perdón. Cuando a Cristo, en el sanedrín, un soldado le dio una bofetada, Cristo no le ofreció la otra mejilla, sino que le dijo: Si he hablado mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me abofeteas'? (Jua_18:22.24; Hec_23:2.3; Hec_16:37). Acaso esté también en la perspectiva de Mt la persecución por Cristo

El amor cristiano a los enemigos,
Hec_5:43-48.
43 Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. 46 Pues si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen esto también los publícanos? 47 Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso también los gentiles? 48 Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre, celestial.

Nuevamente Cristo cita lo que oyeron en las lecturas y explicaciones sinagogales: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. La primera parte de esta sentencia se encuentra formulada así en la Ley (Lev_19:18), pero la segunda odiarás a tu enemigo no aparece formulada en ningún escrito bíblico, ni rabínico.
En la Ley se preceptúa el amor al prójimo (re'a); pero éste es sólo el judío (Exo_23:4; Pro_25:21.22). En algunos pasajes se recomienda y manda amar también al peregrino (ger) (Lev_19:34), pero el contexto hace ver que no es el transeúnte, sino el advenedizo establecido habitualmente entre el pueblo judío e incorporado a él.
La Ley preceptuaba positivamente el exterminio de diversos pueblos idólatras, v.gr., amalecitas, ammonitas, moabitas, madianitas, cananeos (Num_35:31), y hasta preceptuaba la prohibición de aceptar compensación pecuniaria por el rescate de estas gentes (Num_33:31). El salmista decía: ¿Cómo no odiar, ¡oh Yahvé! a los que te odian? ¿Cómo no aborrecer a los que se levantan contra ti? Los detesto con odio implacable y los tengo por enemigos míos (Sal_139:21.22).
Como síntesis ambiental, en Qumrán, en el Manual de disciplina (Sal_1:4-9), se lee Amar a todos los hijos de la luz. y aborrecer a todos los hijos de las tinieblas. Lo mismo en los Salmos de Salomón
Del precepto positivo de amor al prójimo judío, por una parte del silencio del amor universal al prójimo y de la legislación positiva de exterminio de ciertas gentes, por otra, se vino a concluir, ilógica, pero prácticamente, la no obligación de amar a los no judíos.
La literatura rabínica muestra bien el ambiente que reflejan las palabras de Cristo. Así se lee, comentando el Levítico (Sal_19:18): Amarás al prójimo, no a otro (alienígenas); amarás al prójimo, pero no a los samaritanos, alienígenas, prosélitos (no conversos). Del estudio de la literatura rabínica a este propósito, Strack-Billerbeck resumen así sus conclusiones: La sinagoga, en tiempo de Jesús, entendía la noción de prójimo en un sentido tan estrecho como en el A.T.; sólo el israelita era prójimo; los otros, es decir, los no israelitas, no caían bajo este concepto. Y así admiten que estas palabras de Cristo debían de ser en aquella época una máxima popular, a la cual conformaban los israelitas, en general, su actitud con respecto al amigo y al enemigo. 54 Y en la Wishna se lee: Estos dos mandamientos conciernen a los hijos de ;u pueblo, pero tú puedes ejercer la venganza y el rencor contra los Uros (los extranjeros) 55. Dar muestras de amor al que las dio de odio no era procedente (2Sa_19:8).
El y odiarás a tu enemigo es una aclaración ambiental a la primera parte, y que acaso sea obra del kérygma o del evangelista 3 fuente.
Acaso esta segunda parte de la sentencia de Cristo pudiera entenderse en un sentido más restringido. Esta expresión forzada de una lengua pobre en matices (en su original arameo) equivale a tú no has de amar a tu enemigo 56. Se lee para indicar que antes de nacer Dios eligió a Jacob y no a Esaú: Amé a Jacob, pero odié (¿ìßóçóá) a Esaú Rom_9:12; Mal_1:3).
Foerster propone que aquí el enemigo es el perseguidor de la comunidad eclesial primitiva, basándose en que el término å÷èñüò en los LXX designa, frecuentemente, los enemigos del pueblo de Dios (Sal_31:7; Sal_139:21; etc); y las palabras (ôùí §éù÷üíôùí õìÜò) de las persecuciones eran empleadas frecuentemente en el siglo I para hablar de las persecuciones religiosas (cf. 2Te_3:15; Rom_5:10; Col_1:21; Stg_4:4). No se puede olvidar el Sitz im Leben tan concreto de las comunidades cristianas en las que nacen reflejando y resolviendo a su luz sus problemas los Evangelios 56.
A toda esta parcial o exagerada interpretación de la Ley, Cristo da su enseñanza propia. Pero yo os digo. Y el amor al prójimo llega hasta amar a vuestros enemigos, que, en contraposición al judío, son todos los no judíos, todos los hombres (v.47). Y al mismo tiempo se extiende a perdonar las ofensas personales con verdadera amplitud, pues manda orar por los mismos que os persiguen. En este pasaje de Mt parecen percibirse dos planos confundidos: el histórico, con el que se referiría a los enemigos raciales, perseguidores de los que ingresaban en el reino de Cristo, y la doctrina etizada de Mt, con la que se alude a la conducta a tenerse en la vida cristiana cotidiana.
Nunca el judaismo llegó a esta moral. EL motivo que Cristo alega para exigir este amor al enemigo es doble:
a) Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos. La bondad es esencial a Dios y se desborda, benéfica, sobre todos los hombres, buenos y malos. No priva a éstos ni del beneficio del sol ni de la lluvia, destacado este último por su valor incalculable en la seca tierra oriental.
Por eso, cuando los seres humanos, en lugar de odiar a sus enemigos, los aman por caridad, imitan y participan de esta bondad indistinta y universal de Dios. Y esta imitación y participación establece en ellos una nueva y especial relación con El. Lo que se expresa en semita por el concepto de filiación: hijos de Dios, como se es, v.gr., hijo de la luz. Así son los hombres, hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
b) Pues si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? El amor natural es practicado espontáneamente por todos. Pero aquí se destacará la necesidad de una conducta nueva de amor, que llega a los publícanos y gentiles, a quienes los judíos abominaban. El amor aquí a los hermanos (áäåëöïýò) se debe de referir a los miembros de la comunidad eclesial a la que pertenecen. El motivo es este amor a Dios, a quien hay que imitar en la anchura del mismo.
Esta conducta de amor cristiano a los enemigos tiene un premio. La palabra griega usada (ìéóèüò) se entiende directamente de un premio en justicia 57.
Se añade la siguiente sentencia del Señor: Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto 58. La palabra griega perfectos (ôÝëåéïé) es traducida por F. Delitzsch al hebreo por temimim, que significa, en sus diversas formas, perfección. Pero esta palabra, en el contexto de Mt, exige la perfección del caso concreto a que se alude. Como la perfección que se pide aquí es la benevolencia y el amor a los enemigos, pudo ser traducida en el estilo helenístico de Lc por el sentido amplio de la palabra misericordiosos (ïé÷ôßñìïíåò).
La gran lección que Cristo enseña es que el cristiano, en su obrar, ha de imitar, en el modo de conducirse, al Padre celestial, norma cristiana de toda perfección. La Doctrina de los Doce apóstoles (Stg_1:3) da una interpretación errónea de esto. Dice: Amad a los que os aborrecen, y añade: Y no tendréis enemigos Pero este no es el motivo de la perfección, sino del egoísmo o política.

1 Perrella, / Luoghi santi (1937) p.151-156; M. schoenberg, The Location of the Mount of Beatitudes: Bi. Tod. (í963) 232-239. J. Kürzinger, Zwr Komposition der Bergpredigt nach Mattaus: Bibl. (1959) 569-589; G. Marquardt, Die Bergpredigt des Mt-Ev., eine meisterlich disponierte Komposition des Evangelisten: Bibel und Kirche (Stuttgart 1958) 81-84; W. Lúthi-R. Brunner, The Sermón on the Mount (1963); J. Jeremías, Die Bergpredigt (1959). 2 J. Dupont, Les Beatitudes (1954) p.123. 3 Strack-E.,Kommentar. I p.189; L. Heioel,Beatitudesevangeliques: Dict. Bibl. Suppl. 1 940-950; F. ASENSIO, Las bienaventuranzas en el A.T.: Est. Bíb. (1945) 241-258; J. Dupont, Les Beatitudes. Le probleme litte'raire. Le deux versions du sermón sur la montagne et des Beatitudes (1958); A. George, La forme des beatitudes jusqu'a Jesús: Mél. A. Robert (1957) 398-403; B. Celada, Las Bienaventuranzas. Por los métodos críticos a la más ferviente piedad del Evangelio: Cult.Bíbl. (1962) 375-382; F. López Melús, Perspectivas de las bienaventuranzas. Col. Selección Bíblica (1962). 4 Descames, Bienhereux ks pauvres p.59: RDT (1952) 53-61; R. Ejarque, Beati pauperes spiritu: VD(1928) 129-133.234-237.334-341; Daniélou, Bienhereux les pauvres: Et (1956) 321-338; J. Dupont, Les ptojoí to pneúmati de Mat_5:2 et les an(e)we ruaj. Qumran nella S. Scritura: Studi Sociali (1962) 469-491. 5 Macchioro, The Meaning of the First Beatitude: The Journal of Religión (1932) 40-49; Salvoni, // signifícalo della prima beatitudine: ScCatt (1930) III 426-442; IV 18-35; D. Flusser, Blessed are the poor Spirit. (Mat_5:3 in luce Qumran: New Test. Stud. (1962) 335-345; E. Lipinski, Les presupposes ve terot estamentales de la premúre beatitude (multicopiada) (1956): A. Gelin, Les Paumes de Yahve (1953); M. Vas-Teenkiste, L'aní et l'anaw dans l'A.T.: Div. Thom. (Piaz. 1956) 3-19; Dupont, Les Paumes en esprit (Mcmor. A. Gelin) (1962) 265-272. 6 Strack-B., Kommentar. I h.l.; Weiss, Die Predigtjesu ion Reiche Cotíes (1900) p.130; Prat, Je'sus-Christ (1947) I p.271. 7 Prat, o.c., p.272 nt.l. 8 Strack-B., Kommentar. I p.816-826. 9 Dupont, Les Beatitudes (1954) p.296. 10 Zorell, Lexicón 712; F. Spadafora, La seconda beatitudine (Mat_5:4) nel testo e contesto evangélico: Tabor (1961) 101-109. 11 Zorell, Lexicón 1029; F. Spadafora, La terza beatitudine (Mat_5:5) nel testo.: Tabor (1961) 197-206. 12 Bonsirven, Le Juda'isme palestinien. (1934) I p.365. Biblia comentada 5a 3 13 Dupont, o.c., p.259; F. Spadafora, La guaría beatitudine.: ibíd., p.293-300. 14 Dupont, o.c., 261; Bauer, Beati qui esuriunt et sitiunt iustitiam: EstEcl (1942) 9-26. 15 Shab. 151,b: Sahn. 92,a. 15 Dupont, Les Beatitudes (1954) p.288. 16 Strack-B., Kommentar. I p.204-205. 17 Zorell, Psalt. ex hebroso latinum (1939) 26. 18 Dupont, o.c., 208. 19 A. Jones, The Expository Times (1919-1920) p.522ss; Koch, Beati mundi corde: VD (1940) 9-18. 20 Lemonnyer, Le Messianisme des Beatitudes p.385-386. 21 Condamin, RB (1910) 213. 22 Zorell, Lexicón 847. 23 Strack-b., i p.235. 24 Bonsirven, Textes n.2186. 25 Thomson, The Lana ana The Book 381; J. Bauer, Quod si sal infatuatum fuerit: VD (1951) 228-230, 26 Lagrange,'évang. s. St. Matth. (1927) p.89; J. B. Souceck, SalzderErde und Licht der Welt. Zur Exegese von Mat_5:13-16 : Theol. Zeitsch. (Bas. 1963) 169-179. 27 Bonsirven, Textes n.87.88.1707. 28 Strack-B., Kommentar. I p.244-246; II p.353-355. 29 Strack-B., Kommentar. I p.241. 29 Midrash a Eccl 11:8. 30 S. Thom., Summa Theol. 1-2 q.107 a.2. 31 Fillion, Vida de N. S. Jesucristo, vers. esp. (1942) III p.55. 32 Str.-B., I p.242ss. 33 Filón, Vita Mos. II 14.15. 34. TH., Summa Theol. 1-2 q.107 a.3. 35 Benoit,£íWíg. s. St. Matth., en La Saint e Bible de Jerusalem (1950) p.53 n.b.; Trilling, Fragen zur Geschichtlichkeit Jesu (1966) p.82ss. 36 Strack-B., Kommentar. I p.429ss; IV p.2.1131ss; E. Massaux, Les relations entre la Loi Ancienne et la Loi Nouvelle selon Mat_5:17-48 : R. D. Namur (1958) 265-283; W. D. D Avies, Mt 5:17ss: Mél. A. Robert (1957) 428-456. 37 Strack-B., o.c., I p.253; Felten, Storia dei tempi del N.T., vers. ital. (1932) II p.13-14. 38 Zorell, Lexicón 1174. 39 strack-b., o.c., I p.280ss. 40 Felten, Storia dei Tempi del N.T., vers. del al. (1932) vol.2 p.11-14 y 15-28. 41 Kalt, Archaeol. bib. (1943) 63ss; Rlch, Dict. de antiq. grecs et rom., vers. franc. (1961) palabras as y denarium. 42 Bonsirven, Lejudaisme II 271; STR.-B., I 299ss. 43 Strack-B., o.c., I p.321-336. 44 Strack-B., o.c., I p.328; Olivieri, Nolite iurare omnino (Mat_5:34): Bíblica (1927) p.385-390. Bonsirven, Textes n.1958. 46 Talmud: Shebuoth 36a. 47 Bonsirven, Textes n.lSl. 48 Si membrum rumpit. talio esto (Tal. VIII). Cf. Daremberg-Saglio, Dict. des Antiq. grec. et rom. art. Talio. 49 strack-b., o.c., I p.337ss. 50 Josefo, Antiq. IV 8:35. 51 Üvzy,'évang. s. St. Matth. (1946) p.68. 52 strack-b., o.c., I p.342. 53 Zorell, Lexicón 8. 54 Strack-B., o.c., I p.353-354. 55 Bonsirven, Textes n.195; A. Fernández, Diligite inimicos vestros: VD (1921) 39-42. 56 Benoit, L'évang. s. Sí. Matth. en la Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.5-6 nt.b; cf. Lev_14:26; Mat_10:36.37; Rom_9:12. 56 Foerster, en Th. Wórterb. N.T., art. ?????? II, Sllss. 57 Zorell, Lexwon 847; Porporato, Nonne et ethnici hoc faciunt? (Mat_5:47): VD (1931) 15-22. 58 A. George, Soyez parfaits comme votre ? ere celeste (Mat_5:17-48): Bibl. Vie chrét. (1957) 84-90; J. Dupont, Soyez parfaits (Mat_5:48), Soyez misericordieux (Lúe 6:36): Sac. Pag. (1959) 150-162; P. Schruers, La fraternité divine dans Mat_5:45 et 6:26-32: étud. Théol. Lov. (1960) 592-624.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 05

II. DOCTRINA DE JESÚS (5,1-7,29).

El Evangelio de san Mateo se caracteriza especialmente por los grandes discursos. En cada uno de estos discursos ocupa el centro un tema de la predicación de Jesús. El primero y el más importante es el llamado «sermón de la montaña». En él se ponen los fundamentos del reino mesiánico. Desde los tiempos más antiguos del cristianismo hasta hoy día estos tres capítulos actuaron como un horno ardiente que atizaba el fuego del Evangelio en innumerables corazones. Es como si se entrara en una catedral construida de grandes sillares. Es «el Evangelio del Evangelio».

INTRODUCCIÓN /Mt/05/01-02).

1 Cuando vio aquellas muchedumbres, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos. 2 Y abriendo sus labios, los instruía así:...

Las «muchedumbres» que contempla Jesús, son las que le habían seguido, aquella multitud abigarrada procedente de todos los territorios de Israel (4,25). Así pues, el discurso debe estar dirigido a toda la tierra de Israel (4,25), a los representantes de todas las zonas y tribus. Con esto sólo se recalca la importancia de la predicación que sigue. Se recalca esta importancia diciendo que Jesús «subió al monte» y allí se sentó. No se dice qué montaña es. Carece de fundamento cualquier suposición sobre este particular. Se alude a la montaña como tal, al lugar elevado, desde el cual se puede contemplar una gran muchedumbre, pero también es el lugar de la instrucción divina. Así también estaba Esdras, cuando leyó al pueblo el libro de la ley «en un lugar más elevado que todos» (Neh_8:5). La postura de estar sentado es propia del maestro. Los rabinos se sentaban en la cátedra de Moisés en las sinagogas (cf. 23,2), en la basílica de san Pedro en Roma, Pedro está sentado en la cátedra con el brazo derecho levantado en actitud de enseñar. Al antiguo arte cristiano gusta de representar así a Cristo. Lo que aquí oímos es enseñanza que se propone con pleno poder y con la autoridad de Dios. El discurso va dirigido a todo Israel, pero también a sus discípulos. Se les menciona de propósito, se le acercan. Le pertenecen. Es el principio del Israel despertado de nuevo, convocado de entre las doce tribus. La coordinación de pueblo y discípulos no hay que entenderla como si algunas partes del discurso estuvieran destinadas a la generalidad, otras solamente para los discípulos. Tampoco hay que entender esta coordinación como si las palabras solamente se dirigieran a los discípulos, y las masas sólo fueran espectadores. Jesús habla a los discípulos como al verdadero Israel, que ahora ya existe, y Jesús habla a todos como al Israel de la esperanza y del futuro. O viceversa: Jesús habla a todos los oyentes de la verdadera voluntad de Dios, que todos ellos tienen que cumplir, pero que los discípulos ya han empezado a cumplir. No es un discurso para los que tienen un gusto exquisito en materia religiosa, para los piadosos y obedientes, sino para todos los que están llamados a ser discípulos, al «Israel», que quiere tener realmente a Dios, a quien todos deben pertenecer, incluso nosotros mismos...

Así pues, todas las palabras van dirigidas a nosotros, y no hay posibilidad de soslayar sus grandes exigencias.

1. VOCACIÓN DE LOS Discípulos (05, 03-16).

a) Las bienaventuranzas (Mt/05/03-12).

El discurso empieza con la palabra «bienaventurados», que se repite ocho veces. Es una proclamación, es una promesa. una apelación cordial, cuyo sentido es ¡dichosos vosotros! Esta palabra se emplea en el Antiguo Testamento para desear la victoria, la paz y la felicidad, y para aclamar. Lo contrario son las condenaciones conminatorias encabezadas con la exclamación «¡ay de vosotros!». Bienaventuranza y conminación van dirigidas a personas concretas.

San Mateo inicia el discurso con una larga serie de tales bienaventuranzas. En el capítulo 23 hay una serie todavía más larga de conminaciones contra los «escribas y fariseos» (Cf. Luk_6:20-26, donde cuatro bienaventuranzas van seguidas de las cuatro imprecaciones correspondientes. Según convicción general las cuatro bienaventuranzas de san Lucas son más primitivas que las ocho de san Mateo; lo mismo puede aplicarse al uso de la segunda persona en vez de la tercera en san Mateo). Las bienaventuranzas aquí revelan la imagen auténtica del pueblo de Dios y con ello, la de los elegidos por Dios. Allí las conminaciones juzgan al falso Israel y a todos los que no conocen ni cumplen la voluntad de Dios. Las ocho bienaventuranzas juntas dan una idea del perfecto discípulo de Jesús, que se expone con más pormenor en todo el sermón de la montaña. Aquí ya podría servir de título lo que leeremos más adelante en un importante pasaje: «Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (Luk_5:48).

3 Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Jesús fue enviado «a llevar la buena nueva a los pobres» (Isa_61:1). En primer lugar, en el Antiguo Testamento no se tenía ninguna estima de los pobres, antes bien las propiedades y las riquezas eran consideradas como signo de la bendición de Dios. Sin embargo, en tiempo posterior se reconoce más claramente que el indigente y desvalido puede estar especialmente cerca de Dios. Así puede haberlo confirmado la experiencia de tales hombres. Así especialmente en los salmos vemos representado al pobre, que es amado por Dios y está especialmente vinculado a su benevolencia (Cf. Psa_18:28; Psa_41:17; Psa_86:1s; 70.6). Este «pobre» ha aprendido a ver de una forma nueva su destino. No se siente como desatendido ni desamparado. Su carencia de bienes terrenos se le convierte en riqueza de bienes espirituales, en libertad ante Dios, en humildad y esperanza. Jesús se refiere a estos «pobres». No están descontentos con su suerte ni traman una revolución violenta. No son tontos, de pocas luces o ineptos, sino pobres «en el espíritu», su pobreza tiene una faceta espiritual. Transfieren su modesta posición en la sociedad terrena a sus relaciones con Dios. Todo lo esperan de él, no se fían de los propios bienes de justicia y piedad. Por consiguiente toda su vida ha llegado a ser pobre, la vida terrena y la vida espiritual. A estos pobres espirituales se promete el reino de Dios. Si lo miramos bien, sólo ellos pueden entrar en posesión del reino de Dios, porque no traen nada consigo, sino que todo lo esperan de arriba. Están libres de la carga de los bienes terrenos y de la carga de la propia presunción, por eso también están libres para Dios. Tienen que ser espiritualmente pobres todos los que quieren entrar en posesión del reino de Dios, solamente a ellos se les puede hacer donación de este reino.

4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Así como el Mesías debe llevar la buena nueva a los pobres, así también debe «curar a los de corazón lastimado» y proclamar la hora en que se consolará «a todos los que lloran» (Isa_61:1s). Los que lloran son aproximadamente los mismos que los «pobres en el espíritu»: todos los que presentan a Dios su sufrimiento, la inquietud silenciosa en el corazón, y el grito del dolor penetrante. Hay muchas lágrimas en el mundo, un mar de lamentaciones y sufrimientos. Llanto por la pérdida de un ser querido, de bienes o incluso de prestigio, por los desengaños y reveses de fortuna, pero detrás de todo esto hay una gran tribulación. Es el llanto por el estado perdido del mundo, en el que no son respetados Dios y su ley; es el llanto inherente a toda pesadumbre particular. Es el llanto que tiene toda persona que ve y está en vela. No sólo ve su propio destino personal con sus miserias, sino lo general, todo el mundo en un estado de confusión y sufrimiento. Pero los discípulos no deben ser personas cuyos ojos parezcan lúgubres y los rostros melancólicos; no han de llevar la cabeza gacha. Aceptan el dolor sin asustarse, pero tampoco lo alejan de sí a la ligera. Abren su alma oprimida a Dios. Y Dios los consolará ya ahora, cuando el esperado «consuelo de Israel» (Luk_2:25) manifiesta la promesa liberadora, pero sobre todo cuando Dios «enjugará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya no existirá, ni llanto, ni lamentos, ni trabajos existirán ya» (Rev_21:4)...

5 Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Casi lo mismo leemos en el Psa_36:11 : «los mansos heredarán la tierra». ¿Quiénes forman parte de este grupo? Los «pobres» y los «mansos» están estrechamente unidos en el Antiguo Testamento. Ambos se contentan con todo y son pobres, se conforman con la voluntad de Dios y están llenos de esperanza en la benevolencia divina. No oprimen ni explotan, ni pretenden una venganza feroz ni la obtención violenta de sus objetivos. Saben que Dios odia la injusticia social y juzga a los opresores orgullosos: «Porque ellos venden el justo a precio de plata, y el pobre por un par de sandalias; abaten hasta el suelo las cabezas de los pobres, y esquivan el trato con los humildes; recuéstanse junto a cualquier altar, sobre los vestidos tomados en prenda, y en la casa de su Dios beben el vino de aquellos que han sido multados» (Amo_2:6s.8). Los pobres y los mansos también saben que Dios «juzgará a los pobres con justicia, y tomará con rectitud la defensa de los humildes de la tierra» (Isa_11:4). Son los sencillos, los doblegados, pero son personas enteramente abiertas para Dios. Los mansos heredarán la tierra. ¿Qué tierra es ésta? En primer lugar la tierra de la promesa, Canaán, que los israelitas tenían ante su vista en el desierto y miraban con ansia, y que luego obtuvieron de Dios como regalo gratuito. Esta tierra fue profanada por el culto idolátrico y la apostasía, se perdió en el gran reino de Babilonia, fue de nuevo otorgada después de la cautividad. Con todo en la historia del pueblo nunca pareció que su posesión estuviera plenamente asegurada. En la catástrofe del año 70 después de Jesucristo, fue de nuevo conquistada y poseída por los romanos. Entonces se rompió definitivamente la unidad entre Dios, el pueblo y la tierra. Mucho tiempo antes ya se había espiritualizado la esperanza: la tierra se convirtió en el símbolo de la herencia celestial imperecedera. Así continúa el anhelo, incluso más allá del Nuevo Testamento, hasta el futuro del reino de Dios. También la tierra, como espacio donde se desarrolla la vida, pertenece a cada hombre y a cada pueblo. Los escribas dicen que «no es persona humana quien a ninguna tierra puede llamar propia» Llegará a restablecerse la unidad de Dios, pueblo y tierra, pero de una forma nueva y muy distinta de antes. No poseerán la tierra los conquistadores y soberanos, sino los que se han doblegado, los mansos y los pacíficos de la tierra...

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

El hambre en el mundo. En efecto, ningún tiempo ha experimentado y sufrido esta indigencia tan profundamente como el nuestro. El hambre es como un clamor que surge de todo el género humano, una indigencia del hombre, que nos sobrecoge a la vista de mil escenas y casos angustiosos. Se promete a los hambrientos la saciedad, pero una saciedad completa y duradera, que jamás dejará pendiente una necesidad. Esta saciedad tampoco se logra ahora, sino en el comienzo del reino de Dios. Más tarde Jesús subrayará claramente estas palabras mediante su obra: en la prodigiosa multiplicación de los panes (Isa_14:13-21; Isa_15:32-39). Pero es importante que los hambrientos sean como los «pobres» y «mansos», que llenos de confianza ponen su vida en manos de Dios, y de él esperan la ayuda en la necesidad. Pero el hambre del cuerpo sólo es una faceta del hambre humana. Las voces que piden pan son voces de todo el hombre. Aunque el cuerpo esté saciado, pero queda otra hambre y sed, que puede ser igualmente atormentadora, pero todavía mucho más intensa. Es el hambre del espíritu y del corazón, de ser tal como Dios nos ha creado y nos quiere tener. Esta bienaventuranza habla de esta hambre. La saciedad se promete a los que tienen hambre y sed de justicia. ésta no es la justicia civil de la jurisprudencia, tampoco es la justicia en el trato cotidiano con los demás, justicia que con frecuencia echamos de menos con dolor. Aquí hay que entender la justicia en el sentido en que se llamó justo a José. Es la justicia que hace perfecto al hombre ante Dios, es esta misma perfección. El que quiere ser justo, ansía cumplir íntegramente y sin reserva la voluntad de Dios. No se indica si esta justicia también puede lograrse con la actuación humana o si sólo es un obsequio propicio de Dios. Más adelante se esclarece esta cuestión mejor que en el texto que comentamos (Cf. 6,1.33;25,14-30). Lo principal es que el hombre tenga el anhelo de dirigir su vida hacia Dios, y de ver el sumo bien de su vida en la justicia que le hace digno de Dios. Pero ciertamente se dice que la suprema saciedad y la más profunda satisfacción del ser humano no tiene lugar aquí, sino en el tiempo futuro... No es que se huya de la realidad o se entumezca la actividad humana, sino que se adquiere el conocimiento desapasionado de la verdad de que el hombre no vive sólo de pan (cf. 4,4).

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Jesús promete el reino de Dios a los pobres en el espíritu, a los que lloran, a los mansos y a los que tienen hambre de justicia. Es común a todos ellos que su vida no está cerrada, sino abierta por la necesidad. Todos experimentan su indigencia, su debilidad, su dependencia, el carácter truncado de su vida. Lo mismo puede decirse de los misericordiosos. Se los declara bienaventurados, porque obran el bien, colocan la misericordia por encima del derecho, no tratan con hostilidad al prójimo, sino que alivian las necesidades y curan las heridas. No por sentimientos benévolos y amistosos hacia los hombres, sino porque saben que necesitan la misericordia de Dios, viven continuamente de ella. No juzgan para no ser juzgados (7,1); no pagan mal por mal, porque a ellos sólo se los retribuye con bienes; no condenan al hermano, porque ellos no son condenados; perdonan a los que les hacen injusticias, porque son constantemente perdonados por Dios (cf. 6,14s; 18,35). Pero sobre todo no podrán sostenerse el día del juicio sin esta misericordia. Así como su anhelo tiende a la saciedad y a la posesión de la «tierra», también tiende a la gran misericordia en el juicio...

8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

No sólo tenemos hambre y sed de justicia, sino también, y con mucha mayor intensidad, tenemos hambre y sed de contemplar a Dios. Todo el mundo y su gloria sólo es un reflejo de la belleza de Dios. En todas partes están grabadas las huellas de Dios, en el fulgor radiante del sol, en la sencilla nitidez de la flor, cn el rostro del niño. Pero al mismo Dios no lo vemos. Cuando el israelita subía por el monte de Sión para ir al templo, pedía a Dios la gracia de verle: «Sedienta está mi alma del Dios viviente. ¡Ay! ¿Cuándo tornaré y veré de Dios la cara?» (Psa_41:3). Moisés pide a Dios la misma gracia: «Muéstrame tu gloria.» Respondió el Señor: «Yo te mostraré a ti todo el bien y pronunciaré el nombre del Señor delante de ti. Usaré de misericordia con quien yo quiera y haré gracia a quien me plazca. En cuanto a ver mi rostro, prosiguió el Señor, no lo puedes alcanzar, porque no me verá hombre alguno sin morir. Mas yo tengo aquí, añadió, un paraje especial mío. Tú, pues, te estarás sobre aquella peña. Y al mismo tiempo de pasar mi gloria te pondré en el resquicio de la peña y te cubriré con mi mano derecha hasta que yo haya pasado. Después apartaré mi mano y verás mis espaldas; pero mi rostro no podrás verlo» (Exo_33:18-23). Sólo se otorga en parte la gracia pedida. La visión de Dios aquí nos está prohibida y está reservada a la eternidad. El Dios oculto e invisible mora en la luz inaccesible. «Ningún hombre lo vio ni puede verlo» (1Ti_6:16). Pero luego sucederá el prodigio de que Dios llegue a ser visible a nuestros ojos glorificados. No todos verán a Dios, sino solamente los limpios de corazón. Con estas palabras se alude a una íntima pureza y claridad, por así decir, a un receptáculo perfectamente diáfano y limpio para la plenitud de aquella luz. El corazón se ensucia con pecados de toda clase: «Lo que sale de la boca, del corazón procede, y esto sí que contamina al hombre. Porque del corazón salen las malas intenciones, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias» (1Ti_15:18s). El mal nace en el corazón. De este modo se vuelve impuro el corazón y, por tanto, todo el hombre (cf. 6,22s). Son limpios de corazón aquellos de quienes procede el bien, los pensamientos de amor y de misericordia, el anhelo de Dios y de su justicia. Este anhelo quedará satisfecho, si el mismo Dios se ofrece a nuestros ojos de una forma imponente y beatificante...

9 Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.

«Dios es un Dios de paz, tiene designios de paz, y no de aflicción» (Jer_29:11). En él está la plenitud de la vida, pero ningún antagonismo ni contradicción. En nuestro mundo y en la sociedad humana hay discordias y contiendas bulliciosas. Se ha roto la unidad, se ha perturbado la paz. No solamente se trata de sentimientos benignos, de tolerancia o disposición para ceder. La paz es un bien excelso, en último término un bien divino como la justicia y la verdad, una prenda de la salvación, que el hombre debe seguir dando. Nuestra aspiración tiende a una paz en la que Dios esté incluido y los hombres estén de acuerdo entre sí y con Dios. Cuando éste no es el caso, incluso puede suceder que surja la división entre los padres y los hijos, entre los esposos, «y serán enemigos del hombre los de su propia casa» (Jer_10:36). Bienaventurados los que traen la paz, reconcilian a los contendientes, apagan el odio, unen lo que está separado. En la vida cotidiana normal, con un pequeño gesto, con una palabra conciliadora, que procede de un corazón lleno de Dios. Bienaventurados los que sienten estas ansias y velan por la paz entre las naciones y trabajan por ella con intención pura. Sobre todo bienaventurados los que ponen paz entre Dios y el hombre. éste es el especial encargo de cualquier servicio apostólico, que según dice san Pablo, en el fondo es «servicio de la reconciliación» y «mensaje de la reconciliación» (2Co_5:18-21). Pero también puede decirse de cualquier cristiano. El que irradia la propia paz en Dios, no necesita abundar en palabras: será camino y puente para que muchos encuentren esta paz. Al fin de los tiempos todos serán llamados hijos de Dios, es decir serán hijos de Dios. Jesús siempre emplea nuevas imágenes para describir la vida en la consumación del reino: posesión de la tierra, saciedad, visión de Dios, filiación divina. El Antiguo Testamento llama «hijos de Dios» a los ángeles y seres celestiales, pero raras veces a los hombres. Es un privilegio de personas ensalzadas, sobre todo de los reyes de Israel. En la expectación también se designa como hijo al futuro Mesías: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy» (2Co_2:7), y en el bautismo mostró el Padre con las mismas palabras su predilección por su «hijo amado» (Luk_3:22). Esta filiación del Mesías es única y sin igual. Pero las demás deben venir a ser un tesoro general de salvación en la eternidad. ésta es la metáfora más bella de nuestra elección y vocación. Indica una plena solidaridad con Dios, un amor personal como el que hay entre el Padre y el Hijo, la proximidad íntima del soberano universal, la armonía con el Dios santo. Ahora ya se lleva a término algo de esta promesa para el tiempo futuro. No todavía en sentido pleno, pero sin embargo ya está en vigor real y verdaderamente lo que se dice de nosotros en la primera carta de san Juan: «Somos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos!» (1Jo_3:1)...

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

En todos los tiempos ha habido persecuciones, por enemistad personal, por aversión racial, por discordias sobre la propiedad entre tribus o naciones, pero ¿se puede ser perseguido por «causa de la justicia»? Se trata de aquella justicia de Dios, de la que debemos tener hambre y sed (5,6): la entrega a Dios y la perfecta pureza y orden en la vida, a imitación de Jesús. Esta justicia ¿no tendría que acuciar a los demás, en vez de repudiarlos? ¿No tendría que entusiasmar a los demás, en vez de excitarlos al odio? Jesús sabe y atestigua aquí que incluso la mayor honradez puede convertirse en motivo de enemistad. Juan el Bautista fue encarcelado por su integridad, y por ella fue muerto (4,12; cf. 14,3-12). El mismo Jesús tuvo que experimentarlo en su propio destino. También puede aplicarse a los que son sus discípulos. A pesar de todo son bienaventurados. Su futura exaltación estará en vivo contraste con su humillación actual. Todos los que por causa de aquella justicia han sufrido el oprobio y la persecución, recibirán el reino de Dios. Aunque en su vida terrena exteriormente no se pueda ver nada de su gloria, aquella promesa se mantiene firme y está asegurada por la palabra del Señor. Con ella se podrán esclarecer y suprimir muchos desalientos y cansancios...

11 Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten y persigan y digan toda clase de calumnia contra vosotros. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

La última bienaventuranza no se ajusta a las anteriores. La simetría de la tercera persona: «Bienaventurados los...», es relevada por el tratamiento conmovido en segunda persona: «Bienaventurados seréis...» Esta última bienaventuranza también es considerablemente más extensa que todas las precedentes. Se refiere al versículo décimo con el tema de la persecución y refuerza todavía la oración encabezada por la voz «bienaventurados» con la exclamación: «Alegraos y regocijaos.» «Perseguidos por causa de la justicia» y perseguidos por causa mía son dos ideas yuxtapuestas que se explican mutuamente. Porque solamente se puede conseguir la verdadera justicia por el camino de Jesús y de su doctrina. Y viceversa: el que sufre persecución por causa de Jesús, al mismo tiempo es perseguido por causa de la justicia. No hay ninguna grieta entre el Antiguo Testamento y la doctrina de Jesús, sino plena unidad. Los escribas y fariseos tampoco pueden recurrir a la justicia del Antiguo Testamento y de su propia vida para oponerse a la doctrina de Jesús. Múltiples son las formas de la enemistad: se los cargará de insultos y maledicencias, incluso de toda clase de calumnia. Todo esto sucederá, pero será falso e inventado. Cuando Jesús está ante el sanedrín, es difamado, y se hace mofa de él incluso al pie de la cruz. Los discípulos lo tendrán constantemente ante su mirada y ya no se sorprenderán...

Estos hechos no deben producir en ellos ninguna tristeza ni lamentación, ninguna terca irritación o ira enconada, antes bien deben ser causa de alegría y regocijo. No por causa de los insultos y humillaciones, sino porque su recompensa es grande en los cielos. Jesús no da ningún consuelo barato para el otro mundo, pero dice sobriamente que no hay que esperar en la tierra esta recompensa. Aquí los discípulos son entregados como él a los poderes del mal, a la mentira y a la enemistad. ¿Cuál es esta gran «recompensa en los cielos»? Es lo que se ha prometido con locuciones siempre nuevas: el mismo Dios, su soberanía real, la visión de Dios y la posesión de la tierra, la filiación divina...

Los discípulos deben prepararse no solamente con vistas a un tiempo futuro que está ante ellos con incertidumbre, sino también en vista del tiempo pasado, de la historia de los antepasados. Aquí ya se perfila esta ley: «Pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.» ¿Quiénes son estos perseguidores? Sus propios antepasados, que se opusieron a la palabra de los profetas y fueron su oprobio. La figura del profeta Jeremías, saturado de oprobios y probado por el sufrimiento, es un testimonio elocuente de las persecuciones promovidas por los antepasados. «Colman la medida de sus padres» (cf. 23, 32) los descendientes de aquellos padres, que procesan a Jesús, y luego odiarán a los discípulos como a él. Así pues, se piensa en las persecuciones debidas a los judíos. Ellos fueron los primeros que quisieron ahogar la semilla naciente del mensaje cristiano. ésta es la experiencia de la primera misión y especialmente de san Pablo (Cf., por ejemplo 1Th_2:14-16). Aquí ya se mostró una ley general, que continuó en vigor en todo tiempo y en cualquier lugar, como sabemos hoy día después de casi dos mil años de historia de la Iglesia, especialmente después de las dolorosas experiencias del tiempo de los nazis. Jesús hace volver la mirada de los discípulos a la historia de Israel; nuestra mirada abarca todavía más tiempo, y esta mayor amplitud puede hacernos sensatos, puede preservarnos de sueños optimistas. Los apóstoles realmente se regocijaban cuando habían sido dignos de padecer afrentas por el nombre de Jesús (cf. Act_5:41). ¿Nos alegraríamos también nosotros?

b) Sal de la tierra y luz del mundo (Mt/05/13-16).

Ahora se continúa el tratamiento directo en segunda persona, que empezó en los v. 11 y 12. Jesús emplea dos imágenes para mostrar lo que son sus discípulos: la sal (v. 13) y la luz (v. 14s). Una aplicación explícita concluye el pasaje (v. 16).

13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué salarla? Para nada vale ya, sino para arrojarla fuera y que la pise la gente.

Tenemos ante la vista la imagen del hombre que han descrito las bienaventuranzas. Es una imagen de la perfección y de una sublime exigencia. A esta sublime exigencia corresponde una gran recompensa, la mayor de todas, la perfecta recompensa. Sin embargo, esta imagen no es una pintura romántica que transfigure la amarga realidad, desconozca al hombre y muestre un dechado de virtud que sea pura fantasía. Especialmente en los últimos v. (10-12) se pone en claro que al discípulo no se le evita ninguna molestia y que ha de tomar precauciones para pesadas cargas. El afán por el reino de Dios traerá como consecuencia insultos y persecuciones. Pero cuando esto ocurra, entonces los discípulos serán «la sal de la tierra». La sal sirve al hombre para condimentar los manjares. Los alimentos desprovistos de sal son insípidos y desabridos. La sal es como una fuerza interna y condimento de toda la nutrición que tomamos. Pero ocurre que la señora de la casa ya no puede emplear la sal, porque es insípida, se ha licuado, perdió su virtud. Por tanto, es totalmente inservible, se tiene que tirar. Vosotros sois la sal de la tierra. Como el manjar necesita sal, así también la tierra, es decir toda la humanidad. Aguarda que la vigoricen y sazonen. ésta es la vocación de los discípulos. Si hacen todo lo que antes se ha dicho, es decir, si son pobres y misericordiosos, mansos y limpios de corazón, si son pacíficos y se regocijan en todas las persecuciones, entonces son la fuerza de la humanidad desvaída. Esta existencia pura que vive del reino de Dios y confía en él, es el vigor interno de la humanidad...

La frase tiene además un acento monitorio. Jesús añade en seguida: «Si la sal pierde su sabor, ¿con qué salarla?» Así pues, la vocación puede debilitarse, se pueden fatigar las fuerzas de esta vida que confían en Dios. Entonces no solamente se desmorona la propia vida del discípulo, considerada en sí misma, sino que con ella también se derrumba la fuerza para los demás. No hay ninguna otra sal fuera de ésta. Es la única sal, de la que necesita «la tierra», es la sal que tiene que meterse en la humanidad, sin que pueda ser sustituida por otra. Se arroja la sal insípida, los hombres la pisotean. En la imagen relampaguea en lontananza la reprobación del discípulo infiel. Arrojarle fuera. Estas palabras recuerdan el invitado sin vestido de boda, que es arrojado fuera por los sirvientes (cf. 22,12). Y al criado inútil, que escondió en la tierra el talento de su señor y es lanzado «a la obscuridad, allá afuera» (cf. 25,30). Es una vocación excelsa y gloriosa, para el discípulo y para los hombres, para quienes él debe ser sal; pero también es una vocación que puede ser malograda, que puede debilitarse, escurrirse y perecer en la indiferencia, y entonces se inutiliza por completo, incluso tiene que contar con el castigo...

14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte; 15 ni encienden una lámpara y la colocan debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.

La segunda metáfora es todavía mayor: luz-del-mundo. Para nosotros el sol es la luz del mundo, sin la cual estamos en las tinieblas y andamos a tientas en la obscuridad. Sin su luz no hay ningún color ni belleza, no se ve el camino ni el mundo de las cosas. El mundo necesita esta luz externa, pero con mucha mayor urgencia necesita la luz interna, el conocimiento adecuado, la verdad. Antes se llamó a los discípulos sal de la tierra, aquí se los llama luz del mundo. ésta es la expresión más amplia. En ambos casos se alude a lo mismo, a saber, al mundo de los hombres y de su vida, al orbe al que se ha dado vida y que está habitado. Pero la palabra griega kosmos, mundo, produce todavía con más fuerza la impresión de la amplitud y del conjunto, de la totalidad del ser terreno. ¡Qué reivindicación! En el Evangelio de san Juan, Jesús dice de sí mismo que es la luz del mundo (Joh_8:12). Aquí los discípulos son luz del mundo. Eso sólo puede significar que los discípulos son la luz del mundo, porque llevan la luz de la verdad, que Jesús ha traído. Los discípulos pertenecen a Jesús de una forma tan estrecha y están tan llenos de él, que ellos mismos se convierten en luz. Cuando la luz realmente ha llegado, entonces también resplandece de una manera inextinguible, y nada puede oponerse a este fulgor; con él todo se ilumina e irradia. De un modo muy semejante a lo que sucede en la ciudad, que está situada a gran altura en la cima de un monte, y se ve desde todas partes; así como un castillo domina el campo, o el alto campanario de una iglesia desde todas partes denota la ciudad. El israelita tenía que pensar en seguida en la sola ciudad, edificada en lo alto (Psa_121:3): Jerusalén. Desde lejos la veían los peregrinos. Dios había elegido para sí este lugar, el monte santo de Sión, como hogar de su nombre, y como sitio de la gracia. En la visión de los profetas Sión también se convierte en el centro de los sucesos de la salvación en el tiempo final: los pueblos paganos partirán hacia este monte al fin de los tiempos y dirán: «Ea, subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob, y él nos mostrará sus caminos, y por sus sendas andaremos; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor (Isa_2:3). La metáfora de los profetas ha continuado, su contenido es nuevo: los discípulos, que tienen hambre y sed de la verdadera justicia, y que se han convertido en la luz del mundo, serán la ciudad que no puede permanecer oculta. Ya no hay que designar como portador de la salvación para el mundo a este único lugar geográfico, sino a personas vivientes, que en sí tienen la luz. En cualquier parte en que estén, allí también está la «ciudad situada en la cima de un monte»...

Por segunda vez se dilucida la palabra luz: la señora de la casa tampoco coloca una luz debajo del almud -es decir, de un barril o jarra que sirve como medida de granos- sino sobre el candelero. Sería necio quien encendiera una luz, y en seguida la hiciera ineficaz, poniendo encima una jarra. La luz es para iluminar o bien no tiene ningún sentido. La vela que enciende la señora de la casa es para que «alumbre a todos los que están en la casa». ¿No es semejante lo que sucede en los discípulos? De nuevo está -de forma bien consciente- la palabra «todos». La tierra, el mundo, todos, siempre es la misma humanidad, toda la humanidad. Pero con la frase «todos los que están en la casa» aquí quizás se piense especialmente en los compañeros de la comunidad cristiana. Porque la luz no es solamente la luz de la misión para los paganos, sino también la luz de la edificación y del modelo para los que viven en la propia casa.

16 Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

En la explicación, se añade que la luz son las buenas obras. Esto no es fácil de entender. En primer lugar, la luz no son ideas ni pensamientos. Los discípulos no deben llevar a los hombres nuevos conceptos del mundo, nuevas filosofías o enseñanzas de la sabiduría, sino acciones vivas que puedan ser oídas y vistas. Así pues, ¿se trata de «buenas obras» según la piadosa manera católica de entender? ¿Las limosnas para la hucha de la cáritas, el donativo para el día de la vejez, el cuidado de los ornamentos de la iglesia o el ayuno de las témporas? Puede ser todo eso, pero también infinitamente más. Las obras son simplemente la luz infiltrada en la vida, la luz que se ha realizado. Son la verdad configurada, la fe vivida. Las buenas obras no están junto a la fe ni la acompañan como una calle ribereña va bordeando el río, tampoco son mérito propio, como los protestantes con frecuencia reprochan. Las buenas obras, en suma, son la vida cristiana activa, dedicada a las obras, que fluye constantemente como de un volcán. Aquí se concibe la luz del mundo por así decir con su más intenso resplandor. Sólo irradia de veras la luz que produce incesantemente tales obras. y con ellas da testimonio de sí. Con las últimas palabras se quita todo pensamiento de propio mérito o ambición hipócrita. La luz que fluye no debe reflejarse en nosotros. No debemos alumbrar para que los hombres elogien nuestra luz. No se hacen las obras para ser alabados, sino única y solamente para que Dios sea ensalzado. El Padre que está en los cielos es el que debe ser reconocido. La luz del discípulo, a través de él, debe remitir al origen, al «Padre de las luces» (cf. Jam_1:17). Esta es la última finalidad y el motivo más profundo de la vocación del discípulo: hacer ostensible a Dios con toda la existencia, con la vida iluminada por el amor, con las obras nacidas de la verdad...

2. LA VERDADERA JUSTICIA EN EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY (Jam_5:17-48).

Las bienaventuranzas han proclamado la nueva justicia en forma programática. En una segunda y larga sección san Mateo prosigue este tema, partiendo de la ley mosaica. Para el cristianismo, especialmente para los que proceden del judaísmo, en seguida tenía que surgir la cuestión de cuáles son las relaciones que tiene con la ley de los padres lo que Jesús ha anunciado y exigido. ¿Hay que realizar el concepto de la perfección expresado en las bienaventuranzas con absoluta independencia de esta ley? ¿Es una doctrina enteramente nueva? ¿Está también arraigada en el suelo materno de la historia del pueblo de Dios, de Israel, y en la ley? A estas preguntas da respuesta el siguiente y largo capítulo (5,17-48). También aquí se trata de la verdadera justicia, de la vida perfecta. Pero este tema se desarrolla desde el punto de vista de la ley y de la manera contemporánea de entenderla.

a) Aclaración de principios (Mt/05/17-20).

17 No vayáis a pensar que vine a abolir la ley o los profetas; no vine a abolir, sino a dar cumplimiento.

La ley fue dada por Dios como orden santo de toda la vida de Israel. También fue dada como una indicación para el individuo. para su pensamiento y acción éticos y religiosos. La voluntad solicitante de Dios se ha hecho patente en la ley, está detrás de cada una de las letras. Junto a la ley están los profetas. También en el mensaje de éstos se ha patentizado la voluntad de Dios. Las dos juntas, la ley y los profetas, no sólo han tenido importancia para su tiempo. La ley fue solemnemente presentada por Moisés al pueblo, y el pueblo en el monte Sinaí se obligó al cumplimiento de la ley. Los profetas en su tiempo han dado a conocer en discursos expresivos lo que Dios reclama. No se redujo a palabras orales ni al mensaje hablado: todas estas palabras, «la ley y los profetas» fueron puestas por escrito y retransmitidas a cada una de las siguientes generaciones con la misma fuerza obligatoria. Como sagrados escritos pasaron a ser el meollo y la norma interna en la vida del pueblo de la alianza. ¿Puede derrumbarse de repente lo que viene de parte de Dios de una forma tan inequívoca y actualizó durante siglos la voluntad de Dios? ¿Puede derribarse por medio de Jesús, que ha declarado que estaba dispuesto a «cumplir toda justicia» (3,15)? Es inconcebible. Jesús habla de su misión, como no ha hablado ningún profeta antes que él, cuando dice que ha venido. La palabra vine se refiere a un ser venido por parte de otro, a un ser enviado por el Padre. Lo que Jesús hace, sucede en nombre y por encargo del Padre. El mismo de quien en último término se derivan la ley y los profetas, no puede enviar a Jesús a abolirla. Abolir significa invalidar, así como en el ámbito terreno se dejan sin vigor una disposición o una ley. No empieza algo enteramente nuevo, que no tenga ningún enlace con lo antiguo. Jesús no elimina las antiguas leyes y establece otras nuevas. Su misión se refiere a algo distinto, en lo que está la novedad. No vine a abolir, sino a dar cumplimiento. A la voluntad de Dios y a las Sagradas Escrituras, que la han insertado en sí, se les debe dar cumplimiento. Lo nuevo no es completamente distinto, sino que es el perfeccionamiento de lo antiguo. La ley y los profetas son revelación de Dios, pero todavía no son la definitiva revelación. La voluntad de Dios se da a conocer en ellos, pero no todavía en su forma más pura. Después de estas palabras de Jesús la situación se ha cambiado por completo. La ley y los profetas, los escritos sagrados del Antiguo Testamento como tales no tienen para nosotros ninguna obligatoriedad. Pero tampoco han venido a carecer de importancia, tampoco han pasado a ser como quien dice tan sólo una sombra de la futura salvación en el Nuevo Testamento, sino que siguen en vigor, pero en su última perfección dada por Jesús. él ha dicho de una forma definitiva cómo hay que llevar a cabo la voluntad de Dios de un modo efectivo; una vez Jesús «vino a dar cumplimiento», ya no podemos volver atrás. Si leemos este libro, sólo podemos hacerlo a la luz de la revelación de Jesús. Entonces se cae el velo de nuestros ojos, y todo aparece con una nueva luz: en todas partes vemos a Dios actuando y podemos separar lo imperfecto de lo perfecto. Pero para los judíos, como dice san Pablo, «en la lectura del Antiguo Testamento, sigue sin descorrerse el mismo velo, porque éste sólo en Cristo queda destruido. Hasta hoy, pues, cuantas veces se lee Moisés permanece el velo sobre sus corazones; pero cuantas veces uno se vuelve al Señor, se quita el velo» (/2Co/03/14-16). Pedimos y deseamos vivamente que les sea quitado este velo y vean la verdadera gloria de Dios en la faz de Jesucristo (cf. 2Co_4:6).

18 Porque os lo aseguro: antes pasarán el cielo y la tierra, que pase una sola yod o una sola tilde de la ley sin que todo se cumpla.

He aquí una comparación vigorosa. Todo el mundo ha de desaparecer antes que se suprima la mínima parte, incluso la mínima letra de la ley. La yod es la letra más pequeña en el alfabeto hebreo, y las tildes son pequeños signos empleados como auxiliares de la lectura al escribir los sagrados textos, cuyas partes y cuyas letras son palabra santa de Dios inviolables. Nunca pueden dejar de estar vigentes, porque es Dios quien por ellas ha hablado. Las palabras humanas son fugaces y pasajeras, la palabra de Dios tiene consistencia perenne...

Pero Dios no sólo ha hablado en la ley y por medio de los profetas, sino también «en estos últimos días, por el Hijo» (/Hb/01/01s). ésta es su última palabra. después de la cual Dios ya no dirá otra alguna con la misma autoridad. Esta última palabra perfecciona las precedentes y las pone en la verdadera luz. Porque la ley perdura, pero necesita un perfeccionamiento. Esto se expresa con la breve añadidura: sin que todo se cumpla. Esta frase quiere decir que toda la ley tiene que llegar a la perfección que ya empieza ahora en este momento por medio de la doctrina de Jesús. Pero también quiere decir: tiene que cumplirse todo lo que allí se predijo y que señala el tiempo futuro. Jesús no solamente enseña el cumplimiento de la ley, sino que lo muestra también en su persona, en su vida, en su muerte. Cuando todo esto se haya cumplido -la doctrina perfecta y la realización perfecta por medio de Jesús-, entonces todo se habrá cumplido realmente. En las páginas siguientes tenemos que ver siempre a Jesús en este gran conjunto. Jesús no es fundador de una secta ni un genio religioso, como a veces se oye decir. Antes bien es el último profeta, la última palabra de Dios, el definitivo revelador de la voluntad de Dios y, por tanto, es nuestro camino y nuestra verdad.

19 El que viole, pues, uno solo de estos mandamientos mínimos y enseñe así a los hombres, mínimo será en el reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, ése será grande en el reino de los cielos.

Nadie puede atreverse a violar ni siquiera uno solo de los mandamientos de Dios, aunque sea solamente un mandamiento insignificante y de poca importancia. No procede según la voluntad de Jesús. Es sencillo poner aparte lo antiguo, y procurarse nuevas ideas. Es mucho más difícil hacer lo que es tradicional, de tal forma que dé un nuevo resplandor. Jesús prosigue diciendo: «El que los cumpla y los enseñe...» Precede y se recalca el cumplimiento, porque es lo que sobre todo importa. Pero este cumplimiento y enseñanza de los mandamientos ahora sólo es posible en el sentido y de la nueva forma, con que Jesús los proclama. A continuación leemos varios ejemplos, que nos muestran a qué se hace referencia. Incluso los mandamientos menores debemos cumplirlos con el mismo vigor en la entrega y en el amor. Esto nos preserva de una manera de pensar de miras demasiado amplias, de un modo quizás incluso arrogante de pensar, para el cual las cosas pequeñas de la vida cotidiana son de poca monta. En el reino de Dios uno será tal como aquí haya vivido y enseñado. No solamente aquí en la tierra, sino también allí en el reino de Dios hay cosas pequeñas y cosas grandes. La solicitud incluso en las cosas pequeñas determina la categoría en el reino de los cielos. Uno será tal como ha vivido y enseñado. La frase puede aplicarse sobre todo a los que ejercen un magisterio en la Iglesia: catequistas y párrocos, sacerdotes y seglares. No pueden procurarse ideas favoritas, y hacer una elección arbitraria en el tesoro de la fe: a ellos les está confiado el conjunto, en el que cada parte, incluso la más pequeña, tiene su importancia.

20 Porque os lo aseguro: si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Aquí tenemos el núcleo, el versículo principal de todo el pasaje. Versa sobre la justicia. También los escribas la buscan, sobre todo en su estudio y en su enseñanza. Su tarea es investigar las Escrituras e indagar la voluntad de Dios. Instruyen al pueblo, enseñan a los niños, y así en cada caso aplican a su tiempo presente lo que han investigado en los libros. Los escribas, también llamados rabinos, son los maestros oficiales en el país y en la metrópoli de Jerusalén, pero también son los jueces en los procesos menores de las comunidades rurales. «Se han sentado en la cátedra de Moisés y tienen en la mano la llave del saber» (Luk_11:52). Buscan la verdadera justicia. Eso también lo hacen los fariseos. No tienen ningún cargo oficial en el pueblo, pero tienen una gran influencia personal. Son un grupo religioso, un partido que quiere observar la ley con especial celo; adversarios de toda tibieza y mediocridad, radicales e inflexibles en las cuestiones religiosas, enemigos jurados del poder gentil de ocupación. A ellos no les interesa tanto la doctrina como la acción, la práctica realización de la justicia. Los dos grupos se han arriesgado mucho. No los menospreciemos en este particular. Jesús parece que está emparentado con los dos grupos. ¿No es también un rabí, un maestro ambulante, que instruye a sus discípulos en el verdadero camino? ¿No es la acción la que primera y decididamente le interesa a él como a los fariseos? No obstante es grande la diferencia entre Jesús y los dos grupos, como lo muestra claramente todo el Evangelio. Aquí le vemos en la exigencia fundamental formulada a los discípulos. éstos también tienen ante la vista diariamente a los dos grupos, ya que han sido instruidos en su niñez por rabinos, y presencian en las calles y plazas el celoso comportamiento de los fariseos en lo que se refiere a la religión. A los dos grupos les importa la justicia. Pero la justicia de los discípulos de Jesús debe distinguirse con sumo cuidado de la de los escribas y fariseos. Lo que enseñan y hacen los escribas y fariseos, no es suficiente a pesar del formidable esfuerzo. Dios pide más. Los discípulos deben superar a los dos grupos. La justicia de los discípulos debe ser algo tan pletórico e inmenso, que ya no pueda medirse. Debe ser una abundancia y una riqueza que desborden cualquier medida. En esta justicia parece que ha de contenerse algo nuevo. No solamente se alude a un grado diferente, sino a otra clase de justicia...

Este camino más elevado obliga a cada uno de los discípulos. De no ser así, no pueden entrar en el reino de los cielos. La condición para la entrada en el reino de Dios es aquella justicia exuberante. Ante esta exigencia quizás pierda alguno el ánimo ya ahora, sin haber todavía experimentado aquello a lo que ella alude con precisión. ¿Cómo pueden adaptarse esta gente sencilla, los discípulos de Jesús, a los cultos y celosos defensores de la ley? ¿Deben superar a quienes la gente sencilla contempla con profundo respeto? ¿Se tienen todavía que observar más mandamientos, llevar a cabo más obras de las que hacen los fariseos? ¿No tendrían que ser todos como uno de los antiguos monjes del desierto, que morían a sí mismos y vivían para Dios de una forma solitaria y sobria, bajo las más duras privaciones? En seguida oímos que no hay que entender así la justicia, sino como algo que en el fondo es muy sencillo.

b) La ira y la reconciliación (Mt/05/21-26).

21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y quien mate, comparecerá ante el tribunal.

Jesús se refiere a la instrucción dada por los escribas. De sus labios se percibe la palabra de Dios y su explicación. Los discípulos han oído todo lo quo Dios mandó, pero sólo poquísimos podían leer. Han aceptado con ánimo creyente lo que Dios antiguamente habló a sus antepasados. Los antepasados, la generación de la salida de Egipto y de la peregrinación por el desierto son los antiguos, a quienes Dios se reveló. Permaneciendo con santo temor al pie del monte Sinaí, percibieron de labios de Moisés su mandamiento. Esta palabra permanece viva en la historia, se retransmite de generación en generación hasta los días de Jesús, que también la ha escuchado y aprendido en la sinagoga. Una de las frases lapidarias de los diez mandamientos es la siguiente: No matarás. Toda vida viene de Dios y es santa. Al hombre, Dios sólo le había permitido expresamente matar los animales, y así había autorizado nutrirse con carne (/Gn/09/02s). La vida humana permaneció como posesión intangible de la divinidad. «Derramada será la sangre de cualquiera que derrame sangre humana: porque a imagen de Dios fue creado el hombre» ( Gen_9:6). La sangre derramada del hombre clama al cielo pidiendo reparación, como la sangre de Abel que ha empapado la tierra (Gen_4:10). El mismo Dios tiene que vengar esta sangre, y cuando el hombre la venga, es por encargo de Dios. Una vida humana sólo puede ser contrapesada con otra vida humana. Nunca está permitido a nadie matar a un ser humano por codicia, venganza, por descuido o enemistad o tal vez por frío cálculo. Pero si se perpetra el homicidio, entonces se conmueven los fundamentos de la sociedad humana...

El que así procede, comparecerá ante el tribunal y será juzgado según el principio expresado en la alianza de Noé (Gen_9:6). Desde el tiempo de Moisés este principio está en vigor con una formulación todavía más jurídica: «Quien hiriere a un hombre y lo matare, muera irremisiblemente. Quien hiriere a un animal, restituirá otro equivalente, a saber, animal por animal. Quien lesionare la persona de cualquiera de sus conciudadanos, se hará con él según hizo. Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente ha de pagar: cual fuere el daño causado, tal será forzado a sufrir» (/Lv/24/17-20). La represalia de la injusticia se debe mantener estrictamente dentro de los límites del mandamiento de Dios, no debe infringir estos límites con un desenfrenado deseo de venganza. Es seguro y también lo fue siempre en la aplicación que el homicidio (deliberado) se castiga con la pena de muerte. Esta manera de pensar (vida por vida, ojo por ojo) estaba profundamente grabada no sólo en los israelitas, sino en todo oriente. Una cosa implica necesariamente la otra. El homicida queda a merced de la sentencia del juicio y de la pena de muerte, a la que se le condena en el nombre de Dios, el Señor de la vida. En el juicio humano tiene lugar el juicio de Dios.

22a Pero yo os digo: todo el que se enoje contra su hermano, comparecerá ante el tribunal.

A esta manera de pensar Dios contrapone algo nuevo. Se anuncia solemnemente con la fórmula, que suena como si la pronunciara un legislador: Pero yo os digo. A los antiguos Dios les dijo entonces las palabras precedentes. Ahora Jesús dice de una forma nueva lo que Dios quiere. Ya no está en vigor la unidad insoluble, la balanza continuamente equilibrada: la muerte se castiga con pena de muerte. Ahora se dice: el sentimiento del corazón ya hace que se esté a punto para comparecer ante el tribunal humano, en el que se hace patente el tribunal de Dios. Los platillos de la balanza parecen desequilibrarse, ningún hombre puede concebir, a primera vista, cómo puede decirse: Todo el que se enoje contra su hermano, comparecerá ante el tribunal. Eso sólo puede ocurrir, si la ira en el corazón pesa tanto como el homicidio. ¿No hay algo que coincida con nuestra experiencia? El que lleva la ira en el corazón, querría toda clase de desgracias a otra persona, desea no tener nada que ver con ella, que ella ya no exista para él. ¿No es esta ira como un asesinato espiritual, un sentimiento que aborrece a otra persona, la envilece y rechaza? «Quien odia a su hermano es homicida...» (/1Jn/03/15). En seguida nos damos cuenta de cómo en este ejemplo debe haberse conseguido la «justicia que supera la de los escribas y fariseos» (cf. 5, 20). El discípulo de Jesús ante la ira que brota en el corazón, debe tener tanto temor como ante el homicidio. La norma se ha cambiado y exige algo interior y mucho más excelso.

22 y el que diga a su hermano «estúpido», comparecerá ante el sanedrín; y el que le diga «loco», comparecerá para la gehenna del fuego.

Los dos ejemplos siguen desarrollando el mismo principio sin cambiar su esencia y sin que haya que concebirlo como una triple gradación. Se trata de lo mismo, con la diferencia de que se aplica el principio a otros dos casos de la ira: Y el que diga a su hermano «estúpido»... El que tal dice, no solamente tiene la ira oculta en el corazón, sino que la patentiza en la injuria. El texto griego dice raka. Esta palabra es una ofensa degradante. una voz de escarnio. El discípulo también se ha de precaver de proferir esta palabra. Es arriesgado. No se quiere decir ni nunca ha sucedido que una tal persona haya sido llevada ante el sanedrín y haya sido condenado por él. Lo que debe decirse es lo mismo que en el primer ejemplo: la ira hace que ya se esté a punto para el tribunal. Lo mismo puede decirse del tercer ejemplo, que nombra otra injuria: loco. La primera injuria es difícil distinguirla de la segunda, en cualquier caso no se distingue tanto que se pueda entender tan gran diferencia en el castigo. Más bien los dos ejemplos se complementan mutuamente: el sanedrín y la gehenna del fuego. El que injuria a su hermano con ira y le degrada, jurídicamente es como un asesino ante el tribunal, pero por causa de su culpa ante Dios, por su pecado es como quien está a punto para la gehenna. Regularmente se habla del hermano. ¿Quién es este hermano? Los israelitas se daban entre sí este nombre honorífico. Era un título para el que pertenecía al pueblo de la alianza. Hermano es el hombre de la misma procedencia, de la misma sangre y de la misma fe. A este hombre también se refiere Jesús en primer lugar. Más tarde la Iglesia, cuando se aplicó a sí misma estas palabras de Jesús, tuvo que entender con el vocablo «hermano» al compañero en la fe. Ya no valían las diferencias entre paganos y judíos, libres y esclavos, sino que todos eran hermanos en Cristo. Esta ley va dirigida a los compañeros en la fe y en el combate, y a los coherederos de Jesucristo. Tiene que vivir en la fraternidad, en la comunidad cristiana. En ellas deben estar prohibidas y se han de temer la aversión, la ira y el odio. ¡Cuán cuidadosa y exactamente tendría que estar formada la conciencia! ¡Qué sensación tan terrible debería causar el quebrantamiento de este mandato de Jesús en la comunidad! ¡Cuán fuerte tendría que ser en nosotros el impulso de estrangular ya en el primer brote todo el mal contra el hermano!

23 Por tanto, si al ir a presentar tu ofrenda ante el altar, recuerdas allí que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Entre los hermanos no debe haber nada que separe, ninguna aversión ni discordia. De no ser así, los hermanos no son aptos para servir dignamente a Dios. El ejemplo de la ofrenda en el templo explica el mandamiento de Jesús: si entre los hermanos hay desunión, también se ha roto el lazo entre ellos y Dios. Jesús nada dice contra la presentación de sacrificios, que estaba prescrita y naturalmente era ejercitada según lo que disponía la ley. Jesús no es un celador contra las formas de culto y los ritos litúrgicos. En la presentación de ofrendas, de las públicas para todo el pueblo y de las privadas para la salvación del individuo, puede hacerse ostensible la auténtica adoración de Dios. Pero esta manifestación está enlazada con una indispensable condición: el sentimiento de la adoración de Dios sólo es auténtico, cuando viene de la paz y de la unidad entre los hermanos. El ejemplo no nombra el caso en que yo tenga algo contra otra persona, aversión, un reproche justificado, cuando no el rencor en el corazón; sino por el contrario, ya basta saber que hay quien tiene algo contra mí. Entonces debo dar el primer paso para la reconciliación, irme y restablecer la paz. Este primer paso es tan urgente, que debo dejar y deponer mi ofrenda, el animal escogido o los frutos de la cosecha ante el altar, no obstante la detención y retraso en el decurso de los sacrificios, a pesar del ruido y de las habladurías que causará mi partida. Solamente por el conocimiento alarmante (del que me he dado cuenta repentinamente) de que no vivo en paz con mi hermano, y que por ello soy indigno. Sólo cuando habré conseguido la reconciliación, seré apto para ofrecer mi sacrificio. Entonces mi ofrenda resultará muy agradable a Dios y también logrará la reconciliación con Dios. La paz entre los hermanos es condición previa para la paz con Dios. Esto es realmente algo nuevo. El culto divino y la realización de la fraternidad en la vida cotidiana están estrechamente enlazadas entre sí. El servicio ante Dios pierde su valor, si no es sostenido por el amor y la unidad fraternas. Nunca pueden sustituir esta condición previa los sacrificios que se presentan, por muchos y por valiosos que sean. Jesús aquí tiene ante su vista los sacrificios que en su tiempo se ofrecían en el culto del templo. San Marcos nos ha conservado un ejemplo de la práctica que los escribas declaraban como permitida. Allí el Señor defiende el mismo principio: Nunca puede ser agradable a Dios un don que se adquiere a costa de las obligaciones del hijo con sus padres (Mar_7:9-13; Mt 15.3-9). Siempre existe el peligro de cercenar las obligaciones humanas y morales en nombre de la adoración de Dios. Desde los abusos que los profetas denunciaban hasta muchas formas de piedad hipócrita en el día de hoy. ¡Cuánto nos gustaría exonerarnos de una tarea humana (pesada) mediante la (fácil) evasión al terreno exclusivamente religioso, a la oración o a una obra de penitencia! Desde que Jesús como el sumo sacerdote una vez para siempre ha ofrecido a Dios un sacrificio muy agradable en el Espíritu Santo, han sido anulados estos antiguos sacrificios en el culto (Léase Heb_9:10.18). Con todo los cristianos también ofrecen sacrificios, dones espirituales, sus cuerpos y a sí mismos como dádivas muy agradables en el sumo sacerdote Cristo y por medio de él (Cf.Rom 12,1; 1Pe_2:5; Heb_13:15). Las palabras de Jesús también pueden aplicarse a estos sacrificios, sobre todo a su fuente y a su centro, el sacrificio eucarístico de la Iglesia. Dios solamente los acepta por el amor y la paz mutua. ¡Con cuánto cuidado hemos de pensar en este respecto! La discordia y la desunión incapacitan a la comunidad para el culto divino. ¡Con cuánto empeño y solicitud hemos de procurar reconciliarnos para que el culto divino no pierda su sentido y llegue a quedar vacío!

25 Procura hacer pronto las paces con tu contrario mientras vas con él por el camino; no sea que él te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26 Te lo aseguro: no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.

Este segundo ejemplo como el primero es fiel trasunto de la vida. Al que tiene deudas con otro y no quiere pagar, el acreedor le arrastra a viva fuerza entre injurias y maldiciones al juez. El juez certifica la deuda y manda al guardia que lleve al deudor al calabozo. Allí tiene que estar hasta que haya pagado el último cuadrante de la suma adeudada. Así sucede también entre los hombres: todos intentan con la ayuda de la ley hallar justicia, y si es preciso, por la violencia. ¿En qué consiste la advertencia que Jesús enlaza con esta historia narrada de una forma casi astutamente humorística? Aprovecha el tiempo para la reconciliación, mientras todavía tienes esperanzas de lograrla. Vas por el camino con tu adversario en el proceso, a solas. Allí puedes intentarlo todo para arreglarte con él. Quizás tengas éxito en tu tentativa, quizás no, si el adversario se mantiene duro e inflexible. Pero en cualquier caso debes aprovechar el tiempo. Aquí no parece que se vea la componenda con el adversario como una obligación de la fraternidad. ¿No es un consejo muy trivial decir que se obre según exige la prudencia? Lo sería, si la breve historia no tuviera un fondo tan serio. Aprovecha el tiempo, antes que sea demasiado tarde -estas prisas denotan otro acontecimiento que se aproxima, y el juez se refiere a otro juez mayor: el reino y la magistratura de Dios-. Todos vamos por el camino hacia el juicio. Nos podemos imaginar las consecuencias y casi calcular la hora... La reconciliación se convierte en una solicitud urgente, mientras todavía hay tiempo. Luego será tarde. Así pues, no aplacéis el tiempo de la reconciliación, y poned todo el empeño en vivir mutuamente en paz.

c) El adulterio (Mt/05/27-30).

27 Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer con mal deseo, ya en su corazón cometió adulterio con ella.

El sexto mandamiento del decálogo ha de proteger y asegurar el matrimonio. La prohibición: No cometerás adulterio, tiene validez universal, tanto para el hombre como para la mujer. Pero la interpretación de la ley y la manera como los escribas la aplicaban, daba mayor libertad al hombre que a la mujer, como pronto veremos (5,31s). El carácter sagrado de esta comunidad entre el hombre y la mujer solamente fue asegurado a causa de que fue prohibida la infracción externa, el adulterio consumado, que representa un estado jurídico de las cosas que estorban la vida en comunidad. La alta estima social y la protección jurídica del matrimonio siempre son importantes: los pueblos y los estados han de cuidarse de lograr estos fines. Jesús no quita esta prohibición, pero enseña que la pureza del matrimonio no está ya asegurada por dicha prohibición. El matrimonio ya se quebranta por el hecho de desear a otra mujer. El acto externo sólo es la consumación de la concupiscencia interna. Ante Dios tiene importancia el sentimiento, la pureza de lo que se piensa, la voluntad incorrupta y límpida. El cónyuge debe estar formado por esta pureza hasta en las raíces de su manera de pensar. Si realmente se hace así, se hacen patentes por sí mismas muchas disposiciones sociales y leyes eclesiásticas sobre la inviolabilidad del matrimonio. Dios penetra en el corazón, nos juzga según nuestros sentimientos. Es también un hecho que una conducta exteriormente intachable puede ser fingida. Detrás de la brillante fachada puede esconderse un montón de gérmenes dañinos y perversos. Deben coincidir por completo lo externo y lo interno, la vida y los pensamientos, la apariencia y los sentimientos. Se puede conocer a los hombres que viven así por sus ojos, por la nitidez en su manera de hablar, por su acción sincera.

29 Si, pues, tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; porque más te vale perder uno solo de tus miembros, que ser arrojado todo tu cuerpo a la gehenna. 30 y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; porque más te vale perder uno solo de tus miembros, que ir todo tu cuerpo a la gehenna.

Son palabras duras, que sólo se entienden bien, si se sabe lo que es el escándalo. Este vocablo puede tener diferentes significados. Se habla de «dar escándalo», cuando uno induce a otro a un pecado, o de «escandalizarse», cuando alguien es incitado desde fuera a pecar. Entre las posibilidades de caer en el pecado, hay una que sobrepasa a todas las demás: es el gran escándalo, la verdadera tentación, la apostasía perfecta. De esto se habla más tarde repetidas veces (Cf.16,23;18,6-9; 24,10). Aquí no se habla de este tema, sino de la inducción a un pecado particular, al pecado del abuso sexual, del desliz moral. Porque san Mateo ha puesto estos dos versículos después de la advertencia sobre la perfecta pureza del corazón. Aquí la tentación no procede de otros hombres, sino del propio interior, del que brotan «malas intenciones... adulterios, fornicaciones» (cf. 15,l9). Pero la tentación se sirve de los miembros del propio cuerpo. Se nombran en particular el ojo y la mano, que parecen ser instrumentos especialmente preferidos de este escándalo. El ojo que contempla de un modo lascivo y mira alrededor de sí de una manera concupiscente; la mano que busca el bien prohibido y lo quiere poseer, como ocurre en el adúltero con respecto a la mujer ajena. No son malos los miembros ni tampoco el cuerpo en general, como se ha pensado en el desprecio anticristiano de la materia, pero podemos ser instrumentos del mal, esclavos de la sensualidad. Si la tentación sobreviene como un enemigo, el discípulo debe proceder radicalmente, ha de rechazar en seguida el primer ataque. A esta decisión aluden las siguientes palabras: sácatelo y arrójalo de ti... córtatela y arrójala de ti. Del combate aparentemente pequeño depende toda la lucha. Si el discípulo abre solamente un resquicio de la puerta al pecado, éste le dominará por completo, su fortaleza es tomada por asalto. El libertinaje sexual siempre tiene por consecuencia un debilitamiento de toda la moralidad, de la fuerza del carácter y del fervor de la vida religiosa. El camino que se aleja de Dios, a menudo empieza por no querer rechazar el pecado con prontitud. Lo que amenaza al que no procede con esta decisión, es la gehenna. En tiempo de Jesús los judíos llamaban así el lugar del castigo después del juicio final. Jesús habla de él con frecuencia, incluso tan a menudo, que llama la atención (*).

Cuando se conoce esta posibilidad de ser arrojado para siempre y de estar separado de Dios, nuestro afán adquiere su plena seriedad. No es ningún juego, el camino de los discípulos no es un paseo cómodo. Seguramente muchas veces tomaríamos otra decisión, si pensáramos más en dicha posibilidad. No con angustia, sino con sobriedad varonil. El lenguaje de estos dos versículos es sólidamente realista y conscientemente extremado. Tiene que entenderse por lo que se dice en el v. 28: las intenciones son lo decisivo. En ellas no se hace tan sólo una escaramuza junto a los límites entre lo lícito y el pecado, o en una zona neutral de los frentes de batalla, sino que se entabla todo el combate. Se nos pone ante una alternativa. Estas palabras del Señor no agobian, sino liberan a quien ya ha dado sinceramente su consentimiento a la voluntad de Dios y al Evangelio. Hay un solo camino. Pero no dependemos de nuestras débiles fuerzas, sino que el mismo Dios obra en nosotros por medio del Espíritu Santo los actos de querer y obrar: «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, y que lo tenéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis a vosotros mismos? Porque habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1Co_6:19s).

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(*) Con la manera de ver del hombre que no distingue entre el cuerpo y el alma, sino entre el cuerpo y la vida, está en consonancia que allí se torture todo el cuerpo. En la manera israelita de pensar siempre se ve al hombre como una unidad. Solamente existe el cuerpo animado y el cuerpo sin vida, y después de la muerte todo el hombre en la bienaventuranza o todo el hombre en la gehenna.

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d) El divorcio (/Mt/05/31-32).

31 También se dijo: El que despida a su mujer, déle certificado de divorcio. 32 Pero yo os digo: todo el que despide a su mujer, excepto en caso de fornicación, la induce a cometer adulterio; y quien se casa con una despedida, comete adulterio.

Aquí se trata de una ley positiva del Antiguo Testamento. En Deu_24:1 se determinó que el hombre está autorizado para repudiar a su mujer «por haber visto en ella una tara imputable», con tal que haya dado un documento explicativo, una emancipación escrita de la mujer, el certificado de divorcio (*). Es el único caso que conocemos, en que Jesús anula una ley formal del Antiguo Testamento y la sustituye por un nuevo mandamiento. Aquí donde los antepasados se habían desviado de la primitiva disposición de Dios, y donde se había hecho a la mujer una injusticia tan deplorable, se tenía que poner de nuevo en vigor la verdadera voluntad de Dios. Así lo hace el Señor con la autoridad del que vino «a dar cumplimiento» a la ley. Esto aquí significa que la imperfecta ley antigua se sustituye por la perfecta ley nueva. Pero esta ley nueva en realidad es la antigua, porque corresponde a la primitiva voluntad de Dios, que se había patentizado en el libro de la creación (Gen_1:26s; Gen_2:23s).

Jesús prohíbe al hombre que despache a su mujer. Si así ocurre, sería una adúltera volviéndose a casar, porque sigue en vigor el vínculo del antiguo matrimonio. Y viceversa, si un hombre se casa con una mujer que ha sido despedida por otro hombre, comete con ella un adulterio, porque todavía es válido su matrimonio precedente. Los derechos están repartidos por igual. No solamente la mujer, sino también el hombre peca, si contraen un segundo matrimonio sin respetar que el otro consorte todavía esté ligado por un matrimonio anterior. Esta clara disposición nos la han conservado los tres primeros evangelios. San Pablo también lo conoce como precepto del Señor (1Co_7:10s). La Iglesia desde los primeros tiempos se ha sentido ligada a esta orden, como a una ley ineludible. Ningún poder del mundo, ni siquiera la Iglesia ni el papa, están en condiciones de desatar por autoridad propia lo que Dios ha unido. La dureza con frecuencia incomprendida de la legislación eclesiástica sobre el matrimonio fluye de esta fuente, de la clara orden del Señor, de la santa voluntad de Dios expresada en esta orden. Así está determinado por amor al hombre, para el orden de su vida y para su salvación, como lo confirma la experiencia de múltiples maneras. No tenemos que soportar esta disposición férrea como una ley opresora, sino que hemos de darle de corazón una respuesta afirmativa: es una ley que manifiesta la verdad. (**).

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(*) Con esta disposición estaba permitido anular el vínculo matrimonial, Este derecho fue ejercido a través de los siglos hasta llegar a Jesús. No obstante, con independencia de este derecho, hubo en la tradición judía un alto concepto y una elevada moral del matrimonio, gravemente quebrantada con la aceptación del repudio que siempre constituyó una dificultad para los espíritus sensibles, lo que atestigua la secta de Qumrám. No solamente se aflojó la unidad e indisolubilidad del matrimonio, queridas por Dios, sino que el hombre quedaba en situación de injusto privilegio con respecto a la mujer, pues sólo él estaba autorizado a ejercer el repudio, mientras que la mujer por sí misma no podía llevar a término ninguna separación. La exégesis más inmediata de la ley tenía que dilucidar sobre todo del motivo bastante obscuro, expresado con las siguientes palabras: «por haber visto en ella una tara imputable» (Deu_24:1). Había margen para apreciaciones generosas y mezquinas. En tiempo de Jesús la discusión estaba en pleno curso y fue dirigida sobre todo por las dos escuelas doctas del rabí Hilel y del rabí Shammay. La posición de Jesús sobre esta cuestión la conocemos con más precisión en 19,1-9. Aquí solamente se toma la frase principal de Jesús y se contrapone al precepto del Antiguo Testamento.

(**) La breve locución «excepto en caso de fornicación» ¿no va en contra de esta claridad? La nota sólo se encuentra en san Mateo aquí y también más tarde en 19,9. Ni san Marcos, ni san Lucas, ni san Pablo saben nada de ello. Es inconcebible que Jesús pueda haber pronunciado estas palabras en el sentido de que la prohibición decidida de cualquier disolución del matrimonio de nuevo sea suavizada con casos de excepción. Pero no podemos indicar con precisi6n el sentido que tuvieron estas palabras y lo que tuvo en cuenta san Mateo cuando las puso por escrito. La tradición y exégesis de la Iglesia aquí tienen que declarar posiciones. La Iglesia, sin hacer caso de esta nota, enseña la imposibilidad de anular el vinculo matrimonial. En otras palabras, la Iglesia expone los dos pasajes de san Mateo de acuerdo con los textos más terminantes de san Marcos (10,11s), san Lucas (16,18), san Pablo (1Co_7:10s).

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e) El juramento (/Mt/05/33-37).

33 lgualmente habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.

Por segunda vez Jesús empieza con la introducción más larga: «Habéis oído que se dijo a los antiguos» (cf. 5,21), y con estas palabras inicia un segundo grupo de ejemplos de la verdadera justicia. Aquí se trata de dos mandamientos del Antiguo Testamento. El primero se refiere a la solemne aseveración ante Dios, al invocarle como testigo de lo que se declara. A esta aseveración la llamamos juramento. El Antiguo Testamento ordena no jurar en falso (/Lv/19/12). Cuando el hombre se vuelve a Dios y le llama para dar testimonio, tiene que ser muy verdadero y real lo que dice. De lo contrario haría el ultraje de rebajar a Dios poniéndole al servicio de una mentira, haciéndole testigo del error a él, que es santo y veraz. El segundo mandamiento también se refiere a las relaciones del hombre con Dios, pero en otro aspecto. Si una persona hace a otra una promesa, el honor de los dos exige que se mantenga la promesa. También se puede prometer algo a Dios. Entonces surge una especie de juramento, que llamamos voto. Cuando alguien se ha comprometido así con Dios, sobre él recae el santo deber de cumplir la promesa. El mandamiento advierte: «cumplirás al Señor tus juramentos». Las dos veces se trata de deberes del hombre con Dios, se exhorta al hombre a tener profundo respeto ante la santidad de Dios. También hemos de cuidar de este respeto, pero aún no es suficiente...

34 Pero yo os digo: no juréis en manera alguna ni por el cielo, porque es trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.

Jesús no viola estos dos mandamientos, pero los hace llegar a una mayor profundidad. No basta precaverse tan sólo de los pecados y negligencias con respecto a Dios, por tanto no basta limitarse a evitar el mal. El discípulo debe tener una proximidad más personal con Dios. Aunque se cumplan escrupulosamente estos dos mandamientos, se puede vulnerar la santidad de Dios. Así lo hacían los rabinos y fariseos con motivos a menudo sutiles. Por eso en primer lugar se prohíbe con energía: No juréis en manera alguna. Porque el juramento, tal como es usual entre nosotros, ya deteriora el profundo respeto a Dios. Entonces algunos dicen: No se puede pronunciar el nombre de Dios ni emplearlo en una obtestación, en una afirmación solemne, porque el nombre de Dios es santo. Pero se puede hacer una circunlocución: por el cielo, por Jerusalén, y con estas expresiones siempre se hace alusión a Dios. Pero de este modo se abre más la puerta al abuso y a la ligereza. Jesús pone el dedo en esta doblez de los sentimientos, en este sutil manejo de las cosas divinas...

Dice Jesús: El que jura por el cielo, prácticamente nombra a Dios, porque el cielo es el trono de Dios, como se puede leer en Isaías: «Esto dice el Señor: el cielo es mi solio, y la tierra peana de mis pies: ¿qué casa es esa que vosotros edificaréis para mí, y cuál es aquel lugar donde he de fijar mi asiento? Estas cosas todas las hizo mi mano» (Isa_66:1s). Lo mismo puede decirse, si se jura por la tierra. Esta expresión no era costumbre emplearla como circunlocución del nombre de Dios. Pero si la tierra es el escabel de los pies de Dios, también es propiedad de Dios. Algo semejante puede decirse de la expresión «por Jerusalén», porque Dios ha escogido para sí esta ciudad y el monte de Sión como lugar de su presencia. Esta ciudad es ensalzada en el salmo: «Hermosa altura, alegría de la tierra, la colina de Sión, en el extremo norte, la ciudad del gran rey» (Psa_47:3). El que pronuncia el nombre de Jerusalén con ligereza para jurar, también quebranta el honor de Dios.

36 ni tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro un solo cabello.

El último ejemplo suena con un acento humorístico. Imaginémonos un charlatán, que gesticulando con violencia y revolviendo los ojos procura convencer a otro de la verdad de lo que dice, quizás tan sólo de la baratura de su mercancía. El otro no le cree y le reprocha su desmedido afán de lucro. Entonces el vendedor recurre al juramento solemne: Te juro por mi cabeza... ¿Qué quiere decir toda esta ostentación? dice Jesús. Le ofreces tu cabeza como precio de tu veracidad, por una materia ridícula. Nunca puedes volver blanco o negro uno solo de tus cabellos, es decir hacer fija tu edad o cambiarla. Esta frase de Jesús es de una sencillez tan estupenda y tiene una profundidad de pensamiento tan recóndita como otras muchas. Porque detrás de esta sentencia está la gran verdad de que Dios es el Señor de tu vida, ha contado todos los cabellos de tu cabeza (Psa_10:30) y te ha hecho tal cual eres. ¿Cómo se podría ofrecer, por así decir, como garantía algo de lo que no se dispone? ¿No estamos con frecuencia prontos para usar expresiones fuertes como «por mi vida», «por mi alma», sin reflexionar en lo que decimos? Lo que decimos debe ser tan sencillo y verdadero, que no necesitemos exagerar nada.

37 Vuestro hablar sea: sí, sí; no, no. Lo que de esto excede, proviene del malo.

Cuando habláis, vuestras palabras deben decir realmente lo que pensáis en el corazón. Un sí debe ser realmente un sí, y un no debe ser realmente un no (*). Esto tiene validez sobre todo ante Dios, pero también ante los hombres, porque solamente somos una persona, y siempre la misma. El que ante Dios es abierto y verídico, también lo será ante los hombres. Porque Jesús no quiere solamente dar una regla ética, establecer una norma para una conducta humanamente recta. Esta norma permanecería dentro de una manera mundana de pensar, que está al alcance de las fuerzas propias del hombre, y que también ha sido alcanzada por gentiles nobles. No se trata de ningún humanismo. La palabra de Jesús siempre está orientada desde el punto de vista de Dios. Jesús también ve el gran adversario, el demonio. Las habladurías ligeras, los juegos de equilibrio con el honor de Dios no solamente son una imperfección humana, sino un pecado: Lo que de esto excede, proviene del malo. Al malo le gusta, de forma especial, permanecer en el extenso campo entre el mandamiento terminante y la prohibición terminante. Procurar hacernos responsables solamente de las prescripciones y de la letra de la ley, y procurar persuadirnos que tenemos a nuestra disposición un extenso campo libre de lo que ni está prohibido ni permitido. También le gusta escudarse con interpretaciones de la palabra de Dios, que exteriormente parecen ser tersas e intachables, pero que interiormente son hipocresía. ¿Nos hemos de dar crédito solamente cuando empleamos una fórmula de juramento? Es preciso ser veraces hasta las raíces de los sentimientos. Entonces todos los accesorios se vuelven superfluos.

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(*) Cf. sobre este versículo de san Mateo el texto de la carta de Santiago, que sobre todo en la segunda parte es más claro, porque no dice un doble «sí, sí; no, no» (que los rabinos ya consideraban como juramento): «Ante todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento. Que vuestro "sí" sea "sí", y que vuestro "no" sea "no", para que no caigáis en juicio.

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f) El desquite (Mt/05/38-42).

38 Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No toméis represalias contra el malvado.

El hombre tiende a desquitarse de la injusticia que se le ha hecho. En esta tendencia a menudo domina la irritación impetuosa y el afán de venganza, el deseo de devolver al prójimo con creces los perjuicios que éste le ha causado. Cuando uno ha faltado, se destierra toda la parentela. Ha habido una infracción, el perjudicado en seguida atenta contra la vida del otro. Si caen bombas en una ciudad, se arrojan sobre una ciudad del enemigo un número mil veces mayor de bombas como medida de represalia. El deseo no dominado de venganza es reprimido en el hombre, cuando se estipula exactamente la medida del desquite. Así sucedió en los antiguos ordenamientos jurídicos de los pueblos orientales, así también ocurrió en los libros jurídicos del Antiguo Testamento.

La medida del castigo debía corresponder a la medida del perjuicio sin excederla con desenfreno. Aquí se establece y se exige con rigor un principio: «Pero si siguiese la muerte de ella, pagará vida por vida; ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe» (Exo_21:23-25). No parece que Jesús suprima esta norma jurídica del Antiguo Testamento, que debería ser válida para toda administración de justicia. Antes bien, como en los casos precedentes, Jesús se fija en la manera de pensar que se oculta tras las tradiciones israelitas. En esta mentalidad se insiste en los títulos jurídicos, en el desquite, se piensa en una justicia severa e insensible, en la idea que se arraiga profundamente en el corazón perturbado del hombre: como tú has hecho conmigo, así haré yo contigo. El que piensa y procede así, puede creer que se arregla la injusticia cuando ésta ha encontrado la reparación que corresponde exactamente. Jesús muestra otro camino, el camino de la justicia sobreabundante.

A la manera jurídica de pensar del Antiguo Testamento Jesús contrapone una nueva concepción del amor en el siguiente principio: No toméis represalias contra el malvado. No se vence el infortunio rechazándolo con la misma dureza, sino sufriéndolo. El mal conservará su violencia mientras siga en el poder, por tanto mientras el perjudicado conteste con las mismas armas. Pero el mal pierde su dominio, si es contrarrestado por el amor paciente. Entonces el golpe se pierde en el vacío, la violencia se anula, porque no encuentra oposición. Solamente se quebranta el poder del mal si se hace que el mal se estrelle contra sí mismo.

39b Al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, preséntale también la otra, 40 y al que quiera llevarte a juicio por quitarte la túnica, déjale también el manto, 41 y si alguien te fuerza a caminar una milla, anda con él dos.

Tres ejemplos tomados de la vida cotidiana muestran lo que se quiere decir. En ellos se denota una observación perspicaz y al mismo tiempo humorística y misericordiosa de los hombres. A uno de ellos alguien le pega en un carrillo ofendiéndole gravemente en su honor. Ya levanta la mano para devolver la bofetada, entonces Jesús le coge por así decir el brazo y le dice: No procedas así. preséntale también el otro, para que te pegue en él, y verás que el ofensor cesa desconcertado y confuso, y su ira se desvanece. Pero aunque el ofensor siga pegando, es mejor soportar la injusticia que cometer una nueva injusticia...

Otro tiene un pleito privado, y coge por el cuello a la persona con quien litiga, y la arrastra ante el juez para (quizás como garantía o indemnización de daños) obtener su técnica. No contiendas con él, y no insistas ante el juez en tu derecho, sino dale además tu manto. Verás cómo sucede lo mismo que en el primer caso. Pero si no sucede lo mismo, te has portado como hijo del Padre celestial, y has seguido ofreciendo el amor que él te muestra. Y el amor es más fuerte que el mal. El tercero te ha forzado a ir con él una milla, quizá para prestarle el servicio de transporte, para llevarle el equipaje o solamente mostrar el camino. No protestes contra la exigencia, no tengas rencor en tu corazón, no pierdas el tiempo pensando cómo podrías desembarazarte de él, sino vete en seguida y anda con él dos millas. Anticípate a él con tu amabilidad y quebranta así en él la voluntad despótica.

42 Al que te pide, dale, y al que pretende de ti un préstamo, no lo esquives.

En la conclusión están unas palabras que sirven de compendio y que tienen a la vista otros dos casos concretos: no rehuyas al que te pide, y no rechaces al que quiere obtener de ti un préstamo. ¿Hay que olvidar aquí toda precaución y prudencia? ¿Hay que convertirse en la pelota de juego de los antojos ajenos y en la cabeza de chorlito aprovechada frívolamente? No es posible que se aluda a esta solución. En todos estos casos lo importante no es el ejemplo dilucidante, sino la verdad indicada en el ejemplo. Esta verdad es que no se tomen represalias contra el malvado. Las represalias pueden provenir de cobardía inepta, de debilidad innata y del complejo de inferioridad, quizás incluso de engreimiento y arrogancia, que no quieren descender al nivel del otro. Jesús no alude a todo eso, sino a la nueva manera de pensar, al sentimiento del amor, que se contrapone enérgicamente al mal y exige sumo dominio de sí mismo. El propio Jesús ha contestado al que le había pegado: «Y si hablé bien, ¿por qué me pegas?» (Joh_18:23). No se pretende una renuncia sistemática del propio derecho y de la propia honra, mucho menos un nuevo ordenamiento jurídico de la vida pública, sino el sentimiento más elevado, la «justicia que supere la de los escribas y fariseos». Es lo mismo que dice el apóstol san Pablo a los Romanos: «No te dejes vencer por el mal, sino vence al mal con el bien» (Rom_12:21).

g) El amor a los enemigos (Mt/05/43-48).

43 Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.

A-H/PROJIMO: Uno de los supremos mandamientos del Antiguo Testamento es que se debe amar al prójimo. El prójimo siempre es el miembro del pueblo escogido. Se tiene que considerar como un progreso que el extranjero que vive en el país, pero por cuyas venas no corre la misma sangre, fuera incluido en este mandamiento en muchos respectos. A los extranjeros residentes en el país han de poderse aplicar remotamente los mismos mandamientos y prerrogativas que a los israelitas. Así pues, ya en el Antiguo Testamento se amplió bastante la extensión del concepto de prójimo. Se trata de un amor sincero de la inclinación que excede el derecho, y desea y hace el bien a otra persona. Pero nunca se sobrepasó una frontera: la delimitación frente al enemigo. Con la palabra enemigo se hace alusión al enemigo de la patria, al adversario armado de la nación. En ninguna parte del Antiguo Testamento se lee que se deba odiar al enemigo como tal -este odio en el tiempo anterior a Cristo sólo lo exige de una forma tan explícita la secta extendida en las cercanías del mar Muerto. Pero en el Antiguo Testamento la actitud también es natural, ya que se veía al país y al pueblo juntamente con Dios. Un ataque contra el país y el pueblo siempre era un ataque contra Dios, y fue contestado con una dureza irreconciliable. Así lo muestran las expediciones de conquista en el libro de Josué, las guerras del tiempo de los reyes, también las figuras femeninas de Judit y Ester, y el combate enconado contra los gobernantes paganos en el tiempo de los Seléucidas en las luchas de los Macabeos. Así se pudo completar el mandamiento de amar al prójimo: odiarás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.

Aquí Jesús tampoco elimina el mandamiento del Antiguo Testamento. Pero se descubre la manera de pensar que se oculta tras la práctica transmitida por tradición. En el desquite privado se debía quebrar la manera jurídica de pensar: Como tú hiciste conmigo, así haré yo contigo. Ahora también se elimina simplemente la división en la vida pública nacional entre amigos y enemigos. Ya no hay enemigos para la manera de pensar del discípulo. El amor del discípulo debe extenderse a todos los hombres; para él un prójimo debe ser una persona cualquiera: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. No podemos dejar de pensar en el antagonista personal, el envidioso e infamador, en el vecino mal intencionado o el malévolo competidor en el negocio. Ya durante la vida mortal de Jesús los discípulos también fueron objeto de la enemistad y difamación juntamente con Jesús. Esta participación en la suerte del Señor fue mucho mayor cuando la misión estaba en pleno curso y los misioneros y las comunidades de cristianos fueron duramente oprimidos. ¡Con qué actualidad se debió experimentar la orden de Jesús: orad por los que os persiguen, amad a vuestros enemigos! No deben contestar con aversión y odio ni consolidar los muros de la enemistad. Su tarea siempre es la misma: vencer el odio con el amor. Especialmente la oración no debe hacerse solamente por los que están animados por los mismos sentimientos, por los hermanos de la propia comunidad, sino que debe ser amplia y generosa, y debe también abarcar a todos los adversarios de Cristo. Este camino condujo efectivamente a la victoria, una victoria sin violencia, obtenida con humildad y amor gozoso. También hoy día la oración es el mandamiento regio de los discípulos, el fruto más maduro de los verdaderos sentimientos cristianos. ¿Qué tendría que ocurrir, si procediéramos con inalterable confianza en el fruto de tal amor?

45 Así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, el cual hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.

El objetivo es llegar a ser hijos del Padre. No es un humanismo dentro del mundo, la aspiración a una naturaleza humana tan pura como sea posible, la perfección de la personalidad. Dios es el modelo. Procede de tal forma, dice el Señor, que prodiga su bondad sin reserva: hace salir el sol y regala la lluvia sin prestar atención a la dignidad o gratitud de los hombres. Así como todos ellos participan de los dones naturales de Dios, así también son obsequiados con las riquezas de su gracia. Nuestra manera de pensar debe corresponder a la suya, y nuestros actos deben proceder del mismo amor gozoso, que no puede defraudar. Tomar a Dios por modelo, hacernos semejantes a él, para que al fin él nos reconozca y acepte como sus verdaderos hijos.

46 Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?

El amor debe exceder en mucho lo que dicen y ejercitan los escribas y fariseos (5,20). Asimismo debe exceder en lo que se puede observar en publicanos y gentiles. Los publicanos también aman a los que son como ellos, no se pierden mutuamente de vista. Los recaudadores de impuestos eran despreciados y pertenecían a las ínfimas clases en la valoración oficial. Lo que hacen es cosa natural: no es preciso decir nada sobre ello. Ser corteses y amistosos en las relaciones mutuas, saludarse recíprocamente es usual en todas partes, incluso entre los gentiles, que no conocen al verdadero Dios, pero conocen las reglas humanas del trato y la conducta deferente. No debéis permitir que solamente reine entre vosotros tal atención amistosa, sino que debéis extenderla a todos los demás. El saludo entre los cristianos será siempre especialmente cordial y sincero, porque es comunicación e intercambio de la vida de la gracia, como el Apóstol a menudo amonesta: «Saludad a todos los hermanos con el ósculo santo» (1Th_5:26). El intercambio de amor cordial no puede quedar limitado al propio ambiente, a los hermanos confidenciales en la fe, a los miembros de la propia comunidad parroquial, sino que todos deben participar en este intercambio: los que conviven en la misma casa, los compañeros de trabajo y muchos desconocidos, con quienes diariamente nos ponemos en contacto. Jesús se comunica a otros en nuestro amor, en el saludo amistoso...

Jesús pregunta: ¿Qué recompensa tendréis? La palabra recompensa ya se usó antes, cuando se prometió una «recompensa grande en los cielos» por toda pena causada por la persecución y el insulto (5,12). Aquí también se habla con naturalidad de la recompensa que aguarda al discípulo. El acicate interior para nuestra acción no es la recompensa, sino solamente la actitud que Dios toma con nosotros, en último término el mismo Dios. Pero quien vive con este amor, y obedece la orden del Señor, también recibirá la recompensa, es decir, la misma recompensa que nos ha sido presentada en las bienaventuranzas con algunas imágenes: la filiación divina (cf. en este punto 5,45), toda la plenitud y felicidad del reino de Dios, el mismo Dios. No es preciso que temamos hacer algo por la aspiración de la recompensa. Cuanto más profundamente se vive en Dios, tanto más se hace todo por amor a él...

48 Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial.

Así concluye la sección que empieza en 5,17. La frase resume lo que se había expresado de una forma programática en 5,20, y Iuego se expuso con seis ejemplos. La palabra perfecto aquí por primera vez se refiere a la acción humana. San Mateo es el único evangelista que la emplea con este sentido. ¿Qué quiere decir perfecto? Es una palabra muy rica en significado. Nos resulta comprensible por el Antiguo Testamento, donde se usa a menudo, y donde se corresponden mutuamente la perfección y la justicia. En el lenguaje de los sacrificios esta palabra expresa un concepto fijo que designa la incolumidad y pureza de la ofrenda sacrificial, la víctima. Si se habla del hombre, es «perfecto» el que sin titubeos y con sincera entrega ha dirigido a Dios su corazón y cumple la ley. Se dice de Noé que «era varón justo y perfecto» (Gen_6:9; cf. Sir_44:17). Es perfecto el hombre que ha dado a su vida integridad y armonía, después de superar todo lo fragmentario y mediocre, orientándose solamente hacia Dios y a servirle sin reservas. De Dios nunca se dice que sea perfecto. En cambio Jesús lo dice. El discípulo debe ser tan perfecto como Dios. Así pues, el discípulo debe imItar a Dios, debe reproducir y grabar en el propio esfuerzo la conducta de Dios. Para estos pensamientos hay un modelo ideal veterotestamentario en la norma del libro del Levítico: «Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo» (Lev_19:2). Allí se exigía sobre todo la santidad (pureza) del culto sagrado, con la cual Israel debía llegar a ser digno del servicio prestado ante Yahveh. Aquí se hace alusión a otra cosa. El hombre debe reproducir la manera de ser y existir propia de Dios, su manera de pensar y sentir, sobre todo su amor divino. Uno podría espantarse ante estos pensamientos...

La perfección solamente puede entenderse bien desde el punto de vista del amor, que es la manera de ser de Dios. De lo contrario, resulta un ideal de virtud, que puede ser griego, estoico, budista o cualquier otra cosa, pero no es lo que Jesús dice. También podemos hablar del afán de perfección. En la Iglesia y en su tradición espiritual siempre hasta nuestros días ha habido este afán. Se puede pensar en algo erróneo si se concibe la perfección como suma de todas las virtudes; pero se puede acertar si se ve la perfección como el apogeo en el amor. Esta reivindicación sobrepasa todo lo que podríamos pensar o hacer. El mismo Dios tiene que suscitar en nosotros el estímulo que nos arrastre más lejos de lo que nosotros iríamos...

Así es como Jesús «da cumplimiento» a la ley, así lo debemos hacer nosotros (Lev_5:17). La frase resume lo que hasta ahora hemos leído (Lev_5:17-47), e incluso todas las instrucciones del Evangelio. Explica su elevada exigencia: ¿Cómo podría ésta ser menor, si se trata de una conducta divina? La constante disposición a reconciliarse, el dominio de los impulsos sensuales, la sincera veracidad, la renuncia a cualquier recompensa e incluso el amor al enemigo: todo eso es de índole divina. El más excelso objetivo que se nos puede mostrar, también corresponde a nuestro anhelo más íntimo: queremos la totalidad y lo más sublime, las medias tintas no nos bastan. Y sobre todo: éste no es un ideal ajeno al mundo, sino que hay que conseguirlo con la gracia de Dios. Porque el amor de que aquí se trata, Dios lo ha «derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo» (Rom_5:5). Este amor tiende a la vida. La vida de los santos manifiesta a todos este amor.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



5,1. Sobre la base de este versículo podríamos pensar que el sermón estaba dirigido solamente a los discípulos, pero en 7,28 la «muchedumbre» lo ha oído y reac(-)ciona. Así que los discípulos forman la corona fratrum (cf. Neh 8,4) y la muchedumbre el se(-)gundo anillo concéntrico, el monte: No se le da un nombre, pero funciona como el monte don(-)de acontece la revelación (tan frecuente en la Biblia y en Mateo), un Sinaí simbólico. No hay necesidad de armonizarlo con Lc 6,17, donde leemos «un llano», se sentó: Es la postura de los maestros orientales. La enseñanza al aire libre era un sello característico del ministerio de Je(-)sús. 2. Introducción solemne. El sermón es una construcción que Mateo elabora a partir de materiales que se hallaban dispersos en Q (cf. Lc 6,20-49), Marcos y otras fuentes. No hay ra(-)zón para que pongamos en duda que la mayor parte de este material procedía del mismo Je(-)sús, pero cada caso debe evaluarse por sus pro(-)pios méritos, pues es evidente que los dichos sufrieron una revisión. Se ha dicho que Mateo no aceptaba realmente que el sermón se apli(-)cara aún a sus lectores o que estuviera en ar(-)monía con el resto del evangelio; pero apenas puede sostenerse este punto de vista a la luz de las inclusiones entre 4,23 y 9,35 y entre 5,1 y 28,19-20.
23 El sermón de la montaña es el prime(-)ro de los cinco grandes discursos del evangelio (? 8 supra). Es la obra maestra de Mateo y, desde muy antiguo, fue la sección que más fre(-)cuentemente se citaba. Su género literario si(-)gue siendo objeto de disputa. G. Bomkamm (NTS 24 [1977-78] 419-32) sostiene que carece de analogías. H. D. Betz (Essays) lo compara con el compendio de la enseñanza de un filó(-)sofo. G. A. Kennedy (New Testament Interpretation through Rhetorical Criticism [Chapel Hill 1984] 39-72) lo analiza como pieza de re(-)tórica deliberativa que nos persuade para que actuemos en el futuro y que funciona como la proposición o tesis de todo el evangelio que nos da seguridad y satisfacción intelectual. Desde el punto de vista bíblico, podríamos considerarlo como una pieza de sabiduría es(-)catológica, ética y legal, o ley entendida como instrucción (Torá) con vistas al reino, que no se impone de forma coercitiva sino escatológicamente; en definitiva, como una fusión de va(-)rios géneros del AT. Los temas dominantes del sermón son el reino de Dios y la justicia. Pue(-)de verse su estructura en el contenido del evangelio (? 8 supra): un exordio (5,3-16) for(-)mado por las bienaventuranzas y los dichos sobre la sal y la luz (que manifiestan el senti(-)do misionero de la vida de los discípulos); la ética nueva (5,17-7,12): principios legales bási(-)cos (5,17-20); seis hipertesis (5,21-48); refor(-)ma de las obras de piedad (6,1-18); instruccio(-)nes posteriores (6,19-7,12): cómo amar a Dios con todo el corazón, el amor y la fuerza (ins(-)trucciones que se disponen vagamente en tor(-)no a las necesidades vitales y que culminan en la regla de oro); una conclusión (7,13-27) com(-)puesta por una enseñanza sobre los dos cami(-)nos, la fórmula de la alianza, con la que Mateo extiende la teología deuteronomista de la his(-)toria al NT, y una parábola conclusiva.
El sermón es bastante sistemático y cubre las principales áreas de la vida religiosa y éti(-)ca tal como se comprendían en Israel. No es puramente arbitrario ni tampoco exhaustivo, sino una serie de indicaciones ilustradas me(-)diante «casos focales». Se le ha criticado por(-)que propone un modelo demasiado elevado que no es posible cumplir («no podéis gober(-)nar con el sermón» [Bismarck]); pero, si se comprende a partir de su trasfondo judío, se convierte en un modelo factible, aunque eleva(-)do, de sabiduría moral sobre la vida.
24 (B) Exordio (5,3-16).
(a) Bienaventuranzas (5,3-12). Cf. Lc 6, 20b-23. Una comparación entre las dos ver(-)siones muestra que en Lucas encontramos cuatro bienaventuranzas (3+1) y en Mateo ocho (7 + 1). Probablemente, sólo son auténti(-)cas las tres primeras de Lucas; la cuarta pro(-)cede de la Iglesia primitiva. Las bienaventu(-)ranzas adicionales de Mateo son el resultado de su propia expansión a partir de los salmos. La fuente común de donde proceden es Q; más allá de ésta se encuentra el uso que hizo Jesús de Is 61,1-4. Con respecto a la forma literaria, una bienaventuranza es una exclamación de felicitación, que reconoce un estado real de fe(-)licidad, y que comienza con el término hebreo asré o con el adjetivo griego makarios. El evan(-)gelio se inicia con un grito de alegría que se fundamenta en la cercanía del reino de Dios. Las bienaventuranzas originales sobre los «po(-)bres», los que «lloran» y los «hambrientos» ex(-)presan la misión de Jesús hacia los necesita(-)dos de Israel y la llegada de una nueva era de la historia de la salvación. Las tres se refieren al mismo tipo de personas. El pobre, el que llora, etc., son felices no porque sean moral(-)mente mejores que otros, sino porque Dios tie(-)ne una especial solicitud por ellos. A Dios se le concebía como un rey oriental, y uno de los deberes del rey era proteger a los débiles. La extensa y última bienaventuranza sobre los perseguidos refleja la experiencia del martirio en la Iglesia primitiva y es explícitamente cris(-)tológica (w. 1-12). Podemos ver en diversos lu(-)gares las adiciones redaccionales de Mateo. En primer lugar, añade el término «justicia» en los w. 6 y 10, como divisor formal y como uno de los grandes temas de su evangelio. A la frase «bienaventurados los pobres» añade «de espíritu». Los pobres son los necesitados de Is(-)rael, los anüwim o am ha-ares, que prefieren el culto divino a los beneficios financieros. Su pobreza es realmente económica, pero posee una dimensión espiritual. El añadido de Ma(-)teo cambia el énfasis del ámbito socio-econó(-)mico hacia el ámbito de la moral personal: hu(-)mildad, separación de la riqueza, pobreza vo(-)luntaria. En la Biblia, la indigencia es un mal que debe corregirse (Dt 15,11) y la riqueza no es mala en sí misma; ciertamente, es una ne(-)cesidad para el bienestar del reino, pero corre el riesgo de desentenderse de Dios y del pobre. La principal prioridad de Dios es la solicitud por el pobre, el manso: Este término, que pro(-)cede del Sal 37,11, significa «lento a la ira», «gentil con los demás», y connota una forma de caridad, los que lloran: Lloran al ver que el mal reina en la tierra (originalmente, en Is(-)rael). misericordiosos: Se refiere al perdón del prójimo (Mt 6,12.14-15; 18,35), al amor (9,13; 12,7; 23,23), especialmente al necesitado (Mt 25,31-46), e incluso a los propios enemigos (5,44-47). Se excluye así toda idea de vengan(-)za. puros de corazón: En el AT se refiere a la purificación de la impureza ritual y moral (Sal 24,4; 51; Is 1,10-20). En Mateo, «pureza de co(-)razón» se coloca cerca de la justicia e incluye la fidelidad a la alianza, la lealtad a los man(-)damientos de Dios y un culto auténtico, los ha(-)cedores de paz: Este término se basa en la idea de salóm que hallamos en el AT, un concepto poliédrico que implica un bienestar total. Los rabinos democratizaron la ideología monár(-)quica del soberano como constructor de paz y la extendieron a todos. En Mateo, la construc(-)ción de la paz se relaciona estrechamente con el amor al prójimo, y mediante éste, con la bie(-)naventuranza de la misericordia. Mateo trans(-)forma de este modo un breve manifiesto mesiánico en un programa de vida, una lista de cualidades o virtudes deseables. Cada biena(-)venturanza se construye mediante un parale(-)lismo sintético. Todas las recompensas se rea(-)lizarán en el reino de Dios. La voz pasiva de los verbos utilizados en muchas de las oracio(-)nes que prometen la recompensa tiene el ca(-)rácter de pasiva teológica: Dios confortará, sa(-)ciará, tendrá misericordia, los llamará (ZBG § 236). Todos los verbos de recompensa están en futuro, excepto el primero y el último; la esca(-)tología futura domina todo el conjunto.

(Broer, I., Die Seligpreisungen der Bergpredigt [BBB 61, Bonn 1986]. Dupont, J., Les Beatitudes [3 vols., París 1954-73].)
25 (b) Sal y luz (5,13-16). Mateo ha to(-)mado unos dichos antiguos de la tradición so(-)bre Jesús (Mc 9,50; 4,21; Lc 8,16; 11,33; 14,34-35) , usando las metáforas de la sal y de la luz, y aplicándolas a los oyentes del discurso. Cf. Plinio, Hist. Nat. 31.102: «nada es tan útil co(-)mo la sal y el brillo del sol». Mateo subraya la orientación personal repitiendo el pronombre «vosotros» y el adjetivo pronominal «vuestra» y «vuestro». En efecto, lo que dice a sus discí(-)pulos es lo siguiente: aunque os persigan, es(-)táis llamados a servir al mundo. 13. si la sal se vuelve insípida'. Es decir, inservible. Estricta(-)mente hablando, la sal no puede perder su sa(-)bor y seguir siendo sal, pero en el judaismo podía hacerse impura y, entonces, había que tirarla. La sal es un condimento y un elemen(-)to para conservar los alimentos. Así tiene que ser un buen maestro. Se utilizan imágenes del juicio divino para describir las utilidades de la sal. 14. Luz. La imagen de la luz se aplica a Dios y a Israel (Rom 2,19). En el NT se aplica a Jesús (Mt 4,16; Lc 1,79; 2,32; Flp 2,15; Ef 5,8). una ciudad situada en un monte: Véase Is 2,2-5. Si con esta frase se pretendía aludir a una ciudad galilea que estuviera situada en la cima de una colina, una buena candidata sería Hipos; de lo contrario, podría tratarse de Je(-)rusalén. Con la confianza de la fe, los discípu(-)los no deben acobardarse ante su misión en el mundo. 15. Las imágenes presuponen una ca(-)sa palestinense de una sola habitación, una lamparilla de aceite hecha de arcilla y una cu(-)chareta. El discípulo no vive sólo para sí mis(-)mo sino para los demás; cf. 25,26; 2 Cor 4,7. 16. brille vuestra luz: Mateo saca su conclusión de los elementos que ha recibido de la tradi(-)ción. El versículo contiene un acto de equili(-)brio delicado entre la realización de buenas obras y evitar el orgullo o atribuirse el mérito. La vida del discipulado, que se describe en el resto del discurso, no debería conducir a la arrogancia sino a que fueran muchos los que se convirtieran a «vuestro Padre que está en los cielos». Es característico de Jesús dirigirse a Dios como Padre; es característico de Mateo enmarcar el término «Padre» en la expresión «mi/vuestro... que está en los cielos» (o «celes(-)tial»). Cf. 5,45.48; 6,1.9.14.26.32; 7,11; etc.
26 (C) La ética nueva: Sus principios legales básicos y seis hipertesis (5,17-48).
(a) La justicia superior (5,17-20). Estos versículos presentan los principios legales bási(-)cos del discurso. Son los más polémicos de to(-)do el evangelio, y no se ha logrado un consenso sobre su interpretación. El intérprete debe in(-)tentar establecer el problema con claridad y ofrecer un juicio histórico honesto, incluso a costa de la pulcritud teológica. El problema surge porque el sentido corriente de las pala(-)bras indica que Jesús afirma la validez perma(-)nente de la Torá; pero esto entra en contradic(-)ción con las tesis de Pablo (p.ej., Gál 2,15.16; Rom 3,21-31). Además, ninguna Iglesia cristia(-)na importante exige el cumplimiento de los seiscientos trece preceptos de la ley ética y ri(-)tual del AT, sino solamente los mandamientos éticos tales como el decálogo y los mandamien(-)tos de amar a Dios y al prójimo. Así pues, exis(-)te un desajuste entre esta enseñanza y la ense(-)ñanza y la práctica de las Iglesias. La posición que adoptamos aquí es la siguiente; (a) Dentro del NT hay contradicciones en asuntos no im(-)portantes; esto no es necesariamente una des(-)ventaja, puesto que ensancharía la tolerancia cristiana hacia la variedad dentro de la Iglesia y ayudaría al ecumenismo (cf. E. Kasemann, «The Canon of the New Testament and the Unity of the Church», ENTT 95-107; H. Küng, «The Canon of the New Testament as an Ecumenical Problem», The Council in Action [Nue(-)va York 1964]). (b) Desde una perspectiva his(-)tórica, Mateo (y Santiago) se inclinaron a favor del lado judeocristiano en la polémica de la Iglesia primitiva, aunque Mateo está claramen(-)te abierto a la misión gentil (28,18-20). Más aún, Mateo nunca menciona la circuncisión, el problema que más dividía a Pablo y Santiago, aunque la presuponga como deseable, pero no absolutamente necesaria. Además, Mt 5,21-48 no discute los preceptos rituales de forma deta(-)llada, sino que se centra en los aspectos éticos. Existen dos estrategias exegéticas comunes pa(-)ra evitar el sentido corriente de las palabras; (a) reinterpretarlas, especialmente mediante el v. 18d; pero cf. 23,23; (b) negar su autenticidad. Este último enfoque tiene mucho de cierto. Ex(-)cepto el v. 18, los demás versículos son proba(-)blemente pospascuales y reflejan la perspectiva del cristianismo judío, que, en cuanto movi(-)miento independiente, fue vencido por el paulinismo y finalmente desapareció (quizá para re(-)nacer de forma diferente como Islam; cf. H.-J. Schoeps, Jewish Christianity [Filadelfia 1969]; J. Daniélou, The Theology of Jewish Christianity [Londres 1964]). Pero negar la autenticidad de los w. 17, 19 y 20 no significa que Jesús tuviera la misma opinión que Pablo.
27 La ley en Mateo. Jesús, probablemente, no rompió en principio con la Torá, sino sola(-)mente con la halaká farisea. Sin embargo, era un espíritu libre que afrontaba y resolvía di(-)rectamente las situaciones de la vida mediante sus curaciones y parábolas sin preocuparse de citar esmeradamente los textos bíblicos en los que se fundamentaba. Mateo se mantiene en la misma línea de fidelidad básica a la Torá, pero centrándose en los valores más importantes (23,23) y con una preocupación legal para dar un fundamento textual a las innovaciones. Pa(-)blo prefiere más una ética de valores como la fe, la esperanza, el amor y la actuación según el Espíritu, que una ética legal, pero cita el de(-)cálogo como un texto que era aplicable a los cristianos (Rom 13,8-10), aunque, según su evangelio, las leyes rituales no obligaban a los gentiles convertidos. En lo que respecta a los nuevos cristianos, Pablo ganó la batalla y lo si(-)guieron. Pero Mateo, ejerciendo un poderoso influjo sobre la vida de la Iglesia, ha actuado como una fuerza moderadora sobre el paulinismo radical, que puede fácilmente degenerar en libertinaje y anomia. Tanto Mateo como Pa(-)blo apreciaban el decálogo y lo concentraron en el mandamiento del amor.
28 17. no penséis: Esta frase introductoria supone que existe una perspectiva errónea que debe corregirse, la ley y los profetas: Una fórmula frecuente en Mateo (7,12; 11,13; 23,40) que se refiere a toda la revelación de Dios en el AT. abolir... cumplir. Este contraste muestra que la actitud básica de Jesús hacia la herencia judía era fundamentalmente positiva y benévo(-)la, aunque incluyera una crítica de algunos de(-)sarrollos que juzgaba perjudiciales (cf. caps. 15 y 23) y el comienzo de una nueva era. En el trasfondo hay un par de expresiones rabínicas, qwm y btl. Qwm significa «confirmar» o «afir(-)mar» la ley fundamentándola en una buena exégesis (cf. Rom 3,31); btl significa «vaciar, abolir, suspender, olvidar o cancelar» una ley. Pero, en su expresión, Mateo cambia «afirmar» por «cumplir», que va más allá de la pura dis(-)cusión legal y la sitúa en una perspectiva cris(-)tológica más amplia. 18. hasta que pasen el cie(-)lo y la tierra: Es el versículo fundamental de la unidad porque está enraizado en una palabra de Jesús (Q: Lc 16,17). Asegura la permanencia de la ley mientras dure el universo físico. Ma(-)teo presenta el dicho con una solemne intro(-)ducción («Amén...») y enmarca su parte central («ni una yod») con dos oraciones temporales en estricto paralelismo (hasta... hasta), que se refieren exactamente a lo mismo, es decir, al fin del mundo. Cuando los comentadores encuen(-)tran inaceptable este sentido, interpretan la se(-)gunda proposición como una referencia a la crucifixión de Jesús, pero no hay base para es(-)ta propuesta; cf. 24,34s. El significado del ver(-)sículo es doble: (1) La totalidad del AT tiene va(-)lor religioso para los seguidores de Jesús y se debería continuar su conservación, oración, es(-)tudio y predicación en el movimiento que él inició. (2) Las prescripciones de la ley vinculan a los inmediatos (judeopalestinenses) seguido(-)res de Jesús; cf. Is 40,8. yod o tilde: Yod se re(-)fiere a la letra yod, la más pequeña del alefato hebreo; la tilde es una sutil línea que se traza sobre una letra hebrea para distinguirla de otra con una forma similar. 19. quien descuide: Este versículo procede de la polémica judeocristia(-)na contra los cristianos helenistas, particular(-)mente Pablo y sus seguidores. Enseña que in(-)cluso los aspectos más irrelevantes de la ley tienen su importancia (cf. mAbot 2,1; 3,18; 4,21; Mt 23,23). Pero este versículo tiene cuida(-)do en no excluir a los laxistas del reino; sim(-)plemente se les llama «más pequeños». Esto re(-)fleja un modo de confrontación delicado y ecuménico: presenta tu opinión pero no conde(-)nes a tu oponente, hacer y enseñar: Este orden característico refleja el horror que sentía Mateo ante la hipocresía, es decir, a enseñar una cosa y hacer otra. Posteriormente, Jesús otorgará a los dirigentes de la Iglesia la autoridad para atar y desatar (16,9; 18,18). 20. vuestra justicia: Este versículo, casi con toda certeza, procede de la redacción de Mateo; sirve de encabeza(-)miento temático para el resto del capítulo, «una rectitud/justicia más abundante». El sen(-)tido de abundancia (perisseuein) es caracterís(-)tico en todos los estratos del cristianismo pri(-)mitivo. Para Mateo, la esencia de lo que Jesús ha traído es una justicia más elevada, una ética superior. Lo suyo es una piedad moral. Sus grandes adversarios son los rabinos de Yamnia, herederos de los fariseos. Notemos que no dice explícitamente que los fariseos no entrarán en el reino. Se trata más bien de una advertencia dirigida a los cristianos.

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(b) La ira (5,21-26). Es la primera de las seis hipertesis. Normalmente se le conocen con el nombre de antítesis, porque los intér(-)pretes estaban impresionados por la autori(-)dad soberana de Jesús sobre la Torá del AT y por los casos donde su enseñanza parece en(-)trar en contradicción u oponerse al AT, p.ej., en el asunto del divorcio, que el AT permite y que Jesús prohíbe (o restringe). En nuestra in(-)terpretación ponemos el énfasis, más bien, en el hecho de que Jesús parece ir más allá de la enseñanza del AT, profundizándola, radicali(-)zándola y recuperando la voluntad originaria de Dios, pero nunca se mueve en una direc(-)ción de laxitud; de aquí el nombre de hiper(-)tesis (P. Lapide). También hay que tener en cuenta que la fórmula «se dijo... pero yo os di(-)go» es cercana a una fórmula exegética común en las escuelas rabínicas en la que primero se citaba un texto de la Biblia y después se decía «pensareis que esto significa... pero yo os di(-)go...». De hecho, en el discurso, al texto del AT le sigue una falsa interpretación, que Jesús co(-)rrige a continuación; cf. el comentario sobre 5,43. Sin embargo, aunque estas hipertesis tie(-)nen una forma literaria exegética, para Mateo son esencialmente revelación. 21. habéis oído: Presupone una audiencia que ha sido formada en la ley judía, que se dijo: El verbo es un pa(-)sivo teológico: Dios dijo (cf. ZBG § 236). a los antepasados: Se refiere a la generación del Si(-)naí que, por primera vez, escuchó la ley de Moisés, no matarás: Éx 20,13; Dt 5,17. La ley bíblica se expresa de forma apodíctica y ca(-)suística. La apodíctica toma la forma familiar «no harás...» del decálogo; la casuística utiliza las expresiones «Si alguno...», «Quienquiera que...», o «En el caso de que...». En nuestro texto nos encontramos con un mandato apodíctico seguido por una ley casuística: «Quien(-)quiera que cometa un asesinato será llevado a juicio». Se trata de una interpretación tradi(-)cional del mandamiento. 22. pero yo digo: Je(-)sús considera inadecuada la interpretación tradicional, aunque no falsa. Desplaza el fun(-)damento desde el acto de asesinato a su prelu(-)dio emocional, la ira. De este modo, lleva a ca(-)bo una interiorización que se hunde en la raíz de la actividad moral. Puesto que el asesinato es, relativamente, una tentación poco común, y la ira una experiencia más común, podemos apreciar una tendencia a situar la ley del de(-)cálogo, cuya responsabilidad recaía en el diri(-)gente del clan, al nivel del israelita común en su vida cotidiana, es decir, una tendencia a la democratización de la Torá. (Los fariseos se movían también en esta dirección, pero se di(-)ferenciaban por preferir la complejidad a la simplicidad.) En la actualidad se suscita el problema expuesto por la psicología moderna, según la cual la ira que se reprime neuróti(-)camente es causa de muchas enfermedades mentales. Debemos, por consiguiente, tener cuidado en no pensar que Jesús estaba favore(-)ciendo la represión neurótica. Es necesario que reconozcamos nuestras emociones, pero hay que evitar que se desborden en furia, ase(-)sinato o cualquier otro tipo de violencia, im(-)bécil: raka puede ser la traducción griega del arameo réqa, «cabeza hueca» (EWNT 3.497). Hay una gradación en los castigos, desde el pequeño sanedrín al gran sanedrín y la gehenna (el valle del Hinnón fuera de Jerusalén, que se convirtió en símbolo del fuego infernal por ser el lugar donde se arrojaban los desechos industriales, se hacían hogueras y se quema(-)ban los cuerpos de las víctimas de las plagas). Estos tres casos se expresan de forma casuís(-)tica. Lo mismo ocurre con el siguiente. 23-24. Este caso presupone la existencia del templo y debe proceder de un tiempo anterior al año 70 d.C. También presupone que Jesús acepta el templo y el sistema sacrificial. Tras la crucifi(-)xión, algunos cristianos considerarían que el sistema (o el gobierno) del templo estaba espi(-)ritualmente arruinado, como ya lo había de(-)clarado la comunidad de Qumrán, aunque otros seguirían asistiendo a su culto, primero... después: Esta prioridad de la ética sobre el cul(-)to refleja la enseñanza profética del AT: no puede haber verdadero culto a Dios sin justi(-)cia; se trata de una doctrina que, abreviándo(-)la, se denomina monoteísmo ético y que, a menudo, se considera el centro del AT. Puesto que la justicia perfecta se nos escapa hasta la llegada del reino, no tenemos más remedio que dar un culto imperfecto, confiando en la misericordia de Dios, reconciliarte: La reconci(-)liación es, en el conjunto del NT, un tema prin(-)cipalmente paulino. Cf. Mc 11,25. 25-26. Con estos dos versículos se aconseja que se evite llegar hasta el tribunal, lo que, ciertamente, es un buen consejo, hazte amigo: Este versículo utiliza una idea típicamente griega, la eunoia, es decir, «la buena intención», «la buena vo(-)luntad», el «afecto». Hay una gradación en los castigos: juez, guardia, cárcel.

30 (c) Adulterio (5,27-30). 27. Tras una fórmula introductoria más breve se cita Éx 20,14 y Dt 5,18. Por analogía con el v. 21 po(-)dríamos insertar tras la cita la interpretación inadecuada: «Todo el que cometa adulterio se(-)rá procesado». Jesús corregirá y profundizará ahora esta perspectiva. 28. todo el que mira a una mujer deseándola: Jesús se desplaza desde el nivel de la acción al nivel de la intención lu(-)juriosa. Dado que este versículo ha problematizado muchas conciencias, en ocasiones de forma patológica, es importante intentar com(-)prender su significado tan exactamente como sea posible. Puesto que el adulterio es un asun(-)to grave, que atenta contra la justicia y la cas(-)tidad, los hechos que lo provocan son también gravemente injustos, es decir, la alienación del afecto. Las palabras de Jesús deben interpre(-)tarse en estricta relación con el adulterio. No condenan a nadie que piense en asuntos se(-)xuales, tal y como se realiza en el estudio de la medicina o en simples veleidades, ya ha come(-)tido adulterio con ella en su corazón: Expresa la experiencia certera de que el mal moral ya es(-)tá presente en quien ha decidido, con toda se(-)riedad, cometer algo injusto, aun cuando, pos(-)teriormente, sea incrementado por la acción. 29-30. si tu ojo derecho te hace pecar: Estos ver(-)sículos tienen su paralelo en Mc 9,43-47, pero Lucas los omite, tal vez por la posibilidad de que no fueran correctamente interpretados da(-)do el modo hiperbólico oriental en el que se ex(-)presan. Lo que Jesús pretende es llamar a una ordenación radical de las prioridades. La lógi(-)ca de las propias decisiones y elecciones mo(-)rales es importante. Es mucho mejor sacrificar una parte de la propia libertad moral que per(-)derla totalmente.

31 (d) Divorcio (5,31-32). La unidad con(-)tiene sólo dos versículos; es extremadamente breve sobre un asunto tan delicado y de tanta trascendencia para el ser humano: el matrimo(-)nio, la familia y la separación (véase su desa(-)rrollo más completo en Mt 19,1-12; Mc 10,1-12: Lc 16,18). Puesto que están comprometidos los fundamentos de la sociedad humana, se trata de un asunto realmente grave: «El divorcio es para la familia lo que la guerra civil para el es(-)tado» (Aristóteles). El intérprete debe averiguar los presupuestos, recuperar la problemática original y profundizar en las intenciones del texto. Hay una enorme literatura sobre el asun(-)to, pero las principales posiciones están repre(-)sentadas por J. Bonsirven, Lc divorce dans le Nouveau Testament (París 1948); J. Dupont, Mariage et divorce dans lEvangile (Brujas 1959); pero, especialmente, por C. Marucci, Parole di Gesú sul divorzio (Brescia 1982).
La fórmula introductoria abreviada sugiere una subordinación o, al menos, una estrecha relación del asunto con la sección precedente sobre el adulterio. Desde el punto de vista de la crítica de fuentes, nos encontramos con un solapamiento de Mc y Q; esta atestiguación múltiple primitiva es un fuerte indicio de que se trata de un material antiguo y auténtico de Jesús; un dato que se encuentra reforzado por un paralelo en 1 Cor 7,10-16. De hecho, no hay duda de que Jesús mantuvo una elevada doctrina sobre el matrimonio, p.ej., su indiso(-)lubilidad, una posición sin paralelo alguno en el judaísmo contemporáneo, aunque no sin al(-)gún precedente profético (Mal 2,13-16). For(-)malmente, esta unidad presenta una breve de(-)cisión halákica en forma de un comentario sobre la cita de un texto bíblico; la versión completa de 19,1-12 tiene la forma de un clá(-)sico debate de escuela. 31. Se cita de forma sintética Dt 24,1-4. El texto completo es un fragmento complicado y extraño de una ley antigua, que trata directamente sólo del caso particular de un segundo matrimonio con la mujer de la que uno se ha divorciado. Ni este ni ningún otro texto del AT hebreo declaran explícitamente la licitud del divorcio o lo regulan jurídicamente. De forma indirecta, Dt 24,1-4 describe el divorcio, y, por consi(-)guiente, lo ratifica implícitamente (Eclo 25,26 aconseja la separación de una mujer desobe(-)diente). El profeta Malaquías (2,13-16) de(-)nuncia el divorcio fácil en términos conmo(-)vedores y acentúa la relación de alianza del matrimonio. En Qumrán, CD 4,19-5,11; 13,15-17; llQtemplo 57,17-19, parece prohi(-)birse la poligamia y el incesto, pero no el di(-)vorcio (al menos explícitamente). Para com(-)prender a Mateo es importante darse cuenta de que la ley israelita, en principio, imponía la pena de muerte a una mujer adúltera (Lv 18,20; 20,10; Dt 22,20-21; Jn 8,1-11). El si(-)guiente texto rabínico es bastante relevante: «La escuela de Sammai dice: Un hombre no puede divorciarse de su mujer a no ser que en(-)cuentre en ella algo indecente... Y la escuela de Hillel dice: Puede divorciarse de ella inclu(-)so por haberle echado a perder un guiso, pues está escrito, «Porque haya encontrado en ella indecencia en algún asunto». R. Akiba dice: «Incluso si encontrase una más guapa que ella, pues está escrito: Si no encuentra gracia a sus ojos» (mGit. 9,10).

32 Resumen sobre la evolución de la ins(-)titución del matrimonio en Israel. Al principio no existía contrato, la poligamia era práctica común y el divorcio era fácil e informal. Des(-)pués, con la extensión de la escritura, adquirió cierta formalidad jurídica. Se hacía un contra(-)to matrimonial escrito (ketubba, cf. Tob 7,12-14) y también, en ocasiones, un documento escrito de divorcio (gét) para confirmar la li(-)bertad de la mujer en caso de nuevas nupcias. Posteriormente, aparece en los LXX una ten(-)dencia hacia la monogamia; su versión de Gn 2,27 añade el término «dos» a la frase «Y serán una sola carne». También se desarrolló una re(-)acción profética contra el divorcio fácil. Jesús excluye la posibilidad de divorcio para el hom(-)bre (la mujer no contaba). Finalmente, Mc 10,12 prohibió el divorcio también para la mu(-)jer, una aplicación de la enseñanza de Jesús en un ambiente gentil. Hay una tendencia hacia el refinamiento y estabilización de los proce(-)dimientos y la protección de las necesidades de ambas partes, pero se inició desde una su(-)perioridad del varón sin el reconocimiento de los derechos de la mujer, con excepción de los que su propia familia podría exigir. Jesús apunta hacia el ideal, la voluntad paradisíaca de Dios (cf. 19,8 y la analogía del reinado en 1 Sm 8,7-9), no a una moral de mínimos. Este trasfondo nos prepara para la propia contri(-)bución que hace Mateo en el siguiente ver(-)sículo (D. Daube, «Concessions to Sinfulness in Jewish Law», JJS 10 [1959] 1-13). 32. ex(-)cepto en caso de infidelidad: A diferencia de los paralelos (1 Cor 7,11; Mc 10,11; Lc 16,18), en(-)contramos aquí y en 19,9 la famosa cláusula de excepción. Todos los especialistas aceptan que se trata de una adición redaccional de Ma(-)teo o de su propia tradición. Pomeia, que tra(-)ducimos por «infidelidad», significa una acción sexual ilegítima, que podría incluir el adulte(-)rio, aunque no es el término técnico que se empleaba para denominarlo (moicheia). Se han propuesto tres posibles soluciones al difí(-)cil problema de esta oración: (1) La llamada solución grecoortodoxa, que sostiene que la oración contiene una auténtica excepción a la absoluta prohibición de divorcio y nuevas nupcias. En este caso, la posición de Mateo se(-)ría la misma que la de los shammaítas y dife(-)rente de la de Jesús. Una dificultad es que, en esta perspectiva, el texto diría moicheia en lu(-)gar de porneia. Este punto de vista ha sido recientemente defendido por Marucci, quien argumenta, extensamente, que la oración tra(-)taba de salvaguardar a los cristianos que eran ciudadanos romanos de la augusta Lex lulia de adulteriis coercendis, que obligaba al marido a denunciar a su mujer adúltera so pena de ser acusado del delito capital de lenocinium. Pero esta hipótesis no se ha verificado. (2) La solu(-)ción clásica «católica» (Dupont) mantiene que la oración no contiene una excepción real, pues no se refiere al divorcio sino a la separa(-)ción sin nuevas nupcias en el caso de que la mujer fuera adúltera (que según la legislación israelita tenía que ser apedreada). De nuevo, tenemos que decir que el texto no usa el tér(-)mino «adulterio». (3) En la solución rabínica tampoco la oración contiene una excepción a la prohibición del divorcio porque el término clave pomeia se entiende como traducción del hebreo zenüt, «prostitución», que se interpre(-)ta en el sentido de unión incestuosa debida al matrimonio entre personas con grados de pa(-)rentesco prohibidos (Lv 18,6-18). Tal unión no sería un matrimonio válido y no requeriría el divorcio, sino solamente un decreto de nuli(-)dad o anulación. Porneia, tal y como se utiliza en Hch 15,23-29, está próximo a esta perspec(-)tiva, al igual que ocurre con zenüt en los do(-)cumentos de Qumrán (p.ej., CD 4,20-21). Esta solución es la que mejor se ajusta al texto; re(-)presenta la sutileza legal de Mateo y su fideli(-)-
dad a Jesús (cf. Bonsirven, Lc divorce; H. Baltensweiler, Die Ehe im NT [Zúrich 1977] 87-102; J. A. Fitzmyer; TAG 79-111).
Dado que el asunto del divorcio es siempre doloroso, es muy útil recordar que la inten(-)ción profunda de Jesús no era causar dolor, si(-)no proponer un claro y alto ideal de relaciones humanas, una visión del matrimonio como alianza de amor personal entre los esposos que refleja la relación de alianza de Dios y su pueblo. Desgraciadamente, esta visión no siempre encaja con los caprichos del corazón humano (Jr 17,9).

33 (e) Juramentos (5,33-37). 33. de nuevo: Es una indicación de que va a comenzar una nueva sección con la que llegamos a la mitad del camino. Tras la fórmula introductoria com(-)pleta, encontramos una cita formada por la unión de varios textos del AT: Lv 19,12 (mejor que considerarla una síntesis de Éx 20,7) y Nm 30,3. Parece darse una tensión lógica entre la primera parte, «No jurarás», y la segunda, «Cumplirás lo que prometiste al Señor con ju(-)ramento» (lo que implica que se ha hecho un juramento). Es posible que la segunda parte se comprendiese como una exégesis falsa de la primera parte, que, posteriormente, Jesús co(-)rrige en el v. 34a con su radicalidad escatológi(-)ca. 34. no juréis en modo alguno: Se formula como un mandato expresado negativamente. Los ejemplos que siguen en los w. 34b.35.36 (en los que se cita Is 66,1 y Sal 48,2) son fór(-)mulas de juramento, que contienen subterfu(-)gios del nombre divino que el piadoso debía evitar pronunciar. Pero al utilizar subterfugios se introducía un elemento de falsedad cuya in(-)tencionalidad era garantizar la verdad. Jesús da a entender (v. 36) que no hay nada en la creación que no provenga de Dios y dependa de Él, reflejando en todo su gloria como crea(-)dor. 37. sí, sí, no, no: Es el versículo crucial de la unidad porque presenta un mandato positi(-)vo sobre el carácter del discurso (logos), con(-)trarrestando el mandato negativo del v. 34, se(-)guido por un lacónico motivo. Los únicos paralelos que hallamos en el NT de esta unidad son Mt 23,16-22 y Sant 5,12 (que puede reflejar la tradición original de Jesús con más fidelidad que las formas desarrolladas de Mateo); cf. 2 Cor 1,17-19 (donde se confiesa que Jesús es el permanente sí que Dios ha pronunciado en nuestro favor). El problema del que tratan to(-)dos estos textos es el del lenguaje (cf. los trata(-)dos de la Misná Sebuot, Nedarim y Nazir, sobre los votos y los juramentos; Diog. Laertius 8.22; 2 Hen 49,1; PseudoFocílides 1.16). Jesús se opone a la hipocresía, la sofistería y la trivialización académica de la vida, sustituyéndolas por el ideal de un discurso que sea simple y franco. Este ideal no está en oposición a la poe(-)sía o la metáfora (cf. sus parábolas) o a las fór(-)mulas de juramento, siempre que sean since(-)ras. (Según bSanh. 36a, sí y no se convierten en juramentos cuando se repiten, tal como hace Jesús en esta ocasión.) Jesús sigue aquí la línea del decálogo. El decálogo no dice nada sobre las promesas, los juramentos o los votos, pero sí dice «no tomarás el nombre de Dios en va(-)no» y «no darás falso testimonio», es decir, di(-)rás la verdad en las cuestiones importantes. Je(-)sús combina los dos mandamientos al decir que no juremos por el nombre de Dios o cual(-)quier otro nombre que lo sustituya, y que diga(-)mos simplemente la verdad. La tradición filo(-)sófica griega, desde el oráculo de Delfos y los pitagóricos hasta los estoicos del tiempo de Je(-)sús, se moverá en la misma dirección (TDNT 5.176-85.457-67).

34 (f) Venganza (5,38-42). Esta hipertesis y la siguiente, que tratan del amor a los ene(-)migos, están estrechamente relacionadas por su contenido; posteriormente, tras el v. 48, co(-)mentaremos las relaciones que existen entre ellas y con la tradición primitiva. 38. ojo por ojo: Cita una norma legal (la ley del talión) que regulaba la venganza y las represalias por los daños ocasionados (Éx 21,22-25; Lv 24,20; Dt 19,21) . La misma norma se encuentra en el có(-)digo de Hammurabi, en la ley romana de las 12 tablas (n. 8) y en Esquilo, Coeph. 309-10. Aunque la norma nos suene bárbara hoy día, su intención original era de carácter humani(-)tario, pues limitaba la venganza a una exacta reciprocidad (solamente un ojo por otro ojo, no dos ni tres). Cuando apareció, constituyó un verdadero progreso moral. En tiempos de Jesús, los rabinos la consideraban demasiado severa y comenzaron a conmutar las penas por multas, pero el principio de correspon(-)dencia en la restitución seguía dominando el pensamiento legal. (El término talión procede etimológicamente del latín talis, «tal como, se(-)mejante».) 39. no resistáis al mal: Jesús enseña que no se opusiera resistencia alguna frente al mal en el sentido de evitar la violencia o los daños físicos, lo que deja abierta la puerta a la posibilidad de la resistencia psicológica y mo(-)ral, «el combate a través de los medios de co(-)municación», tal como encontramos en los ejemplos de Mahatma Gandhi o Martin Luther King. El paralelo de Rom 12,19-21, que se basa en Prov 25,21-22, es importante, pues muestra que la enseñanza de Jesús es una es(-)trategia para vencer, no la expresión de una re(-)signación pasiva o de la indiferencia ante el mal. El objetivo es obligar a que el adversario cambie internamente, lo que presupone una cierta disposición en éste que no siempre se encuentra. En estos casos difíciles, puede ser necesario el recurso a otros principios bíblicos (véase comentario sobre el v. 48). preséntale también la otra mejilla: En el tratado de mB. Qam. (8,6) se considera algo especialmente deshonroso ser golpeado en la mejilla derecha con el reverso de la mano; cf. Jn 18,22-23; Is 50,6; Lam 3,30. 40. al que quiera pleitear conti(-)go: Se debería evitar el litigio; véase v. 25. Exis(-)te un notable paralelo en un alegato judicial, escrito en hebreo, que se encontró en un ostracon de los ss. VII-VI a.C. en Mesad Hashavyahu en 1960 (cf. D. Pardee, Maarav 1 [1978] 33-66). 41. al que te obligue a andar una milla: El término griego angareuein, «obligar», es un préstamo persa que refleja el servicio del men(-)sajero imperial que llevaba el correo a caballo, como el antiguo Pony Express, pero sin pagar por el caballo. 42. da: El tema de dar a los mendigos y deudores va más allá de la finali(-)dad de la no resistencia al mal, recomendando una amplia bondad, paciencia y generosidad, y una actitud de apertura hacia la gente.

35 (g) Amor a los enemigos (5,43-48). 43. ama a tu prójimo: La unidad comienza con una cita incompleta de Lv 19,18, que deja fue(-)ra la importante expresión «como a ti mismo». Siguen las palabras «odiarás a tu enemigo», que no se encuentran en la Biblia y que trans(-)miten una visión negativa que confinaría nuestro amor a un reducido marco etnocéntrico. Es lamentable que algunas traducciones incluyan estas palabras dentro de la cita bíbli(-)ca. Jesús ataca una falsa interpretación del AT. Esta opinión no se encuentra verbatim en el AT, pero podría hallarse en 1QS 1,9-10; «Para amar (los santos) a todos los hijos de la luz, ca(-)da uno según su lote (góral) en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno según su culpa en la venganza de Dios». Puede haber en ella una alusión al AT (p.ej., Dt 7,2). 44. amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen: No se trata de un idealis(-)mo irrealizable, sino de una estrategia para vencer al perseguidor. La heroica postura del mártir da una mala imagen del perseguidor y es difícil de controlar por los gobiernos. Los primeros mártires cristianos crearon mala conciencia en la antigüedad tardía. El cristia(-)nismo no es agresión introvertida, sino agre(-)sión transformada en estrategia para vencer mediante la sabiduría del amor. 45. hijos de vuestro Padre: La filiación adoptiva es también un tema paulino (Rom 8). Hay una disposi(-)ción quiástica entre «buenos, malos, justos, injustos». 46. Cf. Lc 14,12-14. recompensa: Je(-)sús distingue implícitamente entre las recom(-)pensas humanas terrenas y las recompensas que proceden de Dios. Si amáis a quienes os aman, vuestra recompensa es un incremento de su amor. Si amáis a quienes os odian, vues(-)tra recompensa es un incremento del amor de Dios. Algunas opiniones teológicas consideran toda la plática de la motivación ética en tér(-)minos de recompensa como algo no propia(-)mente cristiano, pero esto es extraño a los evangelios. No obstante, no debemos pensar que a Dios se le puede forzar más por estrictas reivindicaciones de justicia que mediante la súplica humilde. La recompensa se describe de varios modos, como el reino o la visión de Dios (5,3.8). los publícanos: En este texto sim(-)bolizan a las personas de baja moralidad, por(-)que con frecuencia extorsionaban a sus vícti(-)mas y eran colaboradores del poder romano dominante. Jesús es amigo de ellos, aunque nunca aprueba sus pecados (cf. Lc 19,1-10). 47. si saludáis: En el Próximo Oriente, el salu(-)do es una oración de bendición sobre la per(-)sona a quien se saluda (m'Abot 4,15). Gentiles: Este término es un indicio de que el texto es(-)taba dirigido originalmente a los judeocristia(-)nos. 48. sed perfectos: Este versículo sintetiza una compleja fusión de dos textos del AT y de la propia redacción mateana. Dt 18,13 lee támim, «intachables», en lugar de «perfectos»; en Lv 19,2 leemos qédosim, «santos», pero en Lc 6,36 encontramos el término «misericor(-)diosos». Teleios, «perfecto», es una palabra ra(-)ra en los evangelios (sólo aparece aquí y en 19,21) , aunque la utilizan Pablo y Santiago. Es un término común en el pensamiento griego, en donde significa que se es «conforme al ideal divino». En QL, el hombre perfecto es quien cumple toda la ley. La versión de Lucas pone el énfasis en la fidelidad a la alianza y en el amor constante. Toda esta variedad de matices podría estar presente en Mateo, haciendo rico y sugerente el texto. En esta posición forma también una inclusión con 5,20.

36 Conclusión general sobre la venganza y el amor a los enemigos. Sobre este tópico po(-)demos rastrear en el pensamiento bíblico una evolución en cinco fases: (1) venganza sin lí(-)mites (Gn 4,15.24); (2) la ley del talión o de la venganza limitada (Dt 19,16-21); (3) la regla de plata, «No hagas a nadie lo que a ti te desa(-)grada» (Tob 4,15; Hillel, b$abb. 31a); (4) la re(-)gla de oro (Mt 7,12, que es más positiva que la regla de plata, pues propone hacer el bien y to(-)ma la iniciativa para crear una atmósfera de buena voluntad); (5) el amor a los enemigos, que constituye una invitación al heroísmo mo(-)ral y a la santidad. Este último es el nivel más elevado. ¿Carece de seriedad ética, como los críticos han sugerido? Puede ser perfectamen(-)te efectiva (Gandhi). Por lo menos, no es más insensata que un conflicto general. La pregun(-)ta a la que aún hay que dar una respuesta es la siguiente: ¿Es la única regla de conducta legí(-)tima para los cristianos que se encuentran en situaciones de conflicto? ¿Quedan simplemen(-)te anuladas las fases previas de la enseñanza bíblica? En absoluto. Más bien, las fases pre(-)vias constituyen una fuente de recursos para los creyentes cuando sean convenientes. Cada nivel de la ética bíblica debe emplearse depen(-)diendo del nivel moral del oponente. Dada la gama de opciones, puede uno regirse con el sermón de la montaña, a pesar del escepticis(-)mo de Bismarck, equipado también con la in(-)clusión de las fases morales más primitivas que presupone. El sermón no es la totalidad de la revelación bíblica, pero constituye la cum(-)bre de la sabiduría moral, cuya validez se prueba en la vida diaria cuando se aplica sa(-)biamente.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

Christ beginneth his Sermon in the Mount: 3 declaring who are blessed, 13 who are the salt of the earth, 14 the light of the world, the citie on an hill, 15 the candle: 17 that he came to fulfill the Law: 21 what it is to kill, 27 to commit adulterie, 33 to sweare: 38 Exhorteth to suffer wrong, 44 to loue euen our enemies, 38 and to labour after perfectnesse.
1 And seeing the multitudes, he went vp into a mountaine: and when he was set, his disciples came vnto him.
2 And he opened his mouth, and taught them, saying,
3 [ Luk_6:20.] Blessed are the poore in spirit: for theirs is the kingdome of heauen.
4 Blessed are they that mourne: for they shall be comforted.
5 [ Psa_37:11.] Blessed are the meeke: for they shall inherit the earth.
6 Blessed are they which doe hunger and thirst after righteousnesse: [ Isa_65:13.] for they shall be filled.
7 Blessed are the mercifull: for they shall obtaine mercie.
8 [ Psa_24:4.] Blessed are the pure in heart: for they shall see God.
9 Blessed are the peacemakers: for they shall bee called the children of God.
10 [ 1Pe_3:14.] Blessed are they which are persecuted for righteousnesse sake: for theirs is the kingdome of heauen.
11 Blessed are ye, when men shall reuile you, and persecute you, and shal say all manner of [ 1Pe_4:14.] euill against you [ Greek: lying.] falsly for my sake.

[The Law is expounded.]

12 Reioyce, and be exceeding glad: for great is your reward in heauen: For so persecuted they the Prophets which were before you.
13 Yee are the salt of the earth: [ Mar_9:50 luke. 14.34.] But if the salt haue lost his sauour, wherewith shall it bee salted? It is thenceforth good for nothing, but to be cast out, and to be troden vnder foote of men.
14 Yee are the light of the world. A citie that is set on an hill, cannot be hid.
15 Neither doe men [ The word in the originall signifieth a measure containing about a pint lesse then a pecke.] light a candle, and put it vnder a [ Mar_4:21 ; Luk_8:16 ; Luk_11:33 .] bushell: but on a candlesticke, and it giueth light vnto all that are in the house.
16 Let your light so shine before men, [ 1Pe_2:12 .] that they may see your good workes, and glorifie your father which is in heauen.
17 Thinke not that I am come to destroy the lawe or the Prophets. I am not come to destroy, but to fulfill.
18 For verily I say vnto you, [ Luk_16:17 .] Till heauen and earth passe, one iote or one title, shall in no wise passe from the law, till all be fulfilled.
19 [ Jam_2:10 .] Whosoeuer therfore shall breake one of these least commaundements, and shall teach men so, he shall be called the least in the kingdome of heauen: but whosoeuer shall doe, and teach them, the same shall be called great in the kingdome of heauen.
20 For I say vnto you, That except your righteousnesse shall exceede the righteousnesse of the Scribes and Pharisees, yee shall in no case enter into the kingdome of heauen.
21 Yee haue heard, that it was saide [ Or, to them.] by them of old time, [ Exo_20:13 ; Deu_5:17 .] Thou shalt not kill: and, Whosoeuer shall kill, shalbe in danger of the iudgement.
22 But I say vnto you, that whosoeuer is angry with his brother without a cause, shall be in danger of the Iudgement: and whosoeuer shall say to his brother, Racha, shal be in danger of the counsell: but whosoeuer shall say, Thou foole, shalbe in danger of hell fire.
23 Therefore if thou bring thy gift to the altar, and there remembrest that thy brother hath ought against thee:
24 Leaue there thy gift before the altar, and goe thy way, first be reconciled to thy brother, and then come and offer thy gift.
25 [ Luk_12:58 .] Agree with thine aduersarie

[The Law is expounded.]

quickly, whiles thou art in the way with him: least at any time the aduersarie deliuer thee to the iudge, and the iudge deliuer thee to the officer, and thou be cast into prison.
26 Uerily I say vnto thee, thou shalt by no meanes come out thence, till thou hast payd the vttermost farthing.
27 Yee haue heard that it was said by them of old time, [ Exo_20:14 .] Thou shalt not commit adulterie.
28 But I say vnto you, That whosoeuer looketh on a woman to lust after her, hath committed adulterie with her already in his heart.
29 [ Mat_18:8 ; Mar_9:47 .] And if thy right eie [ Or, doe cause thee to offend.] offend thee, plucke it out, and cast it from thee. For it is profitable for thee that one of thy members should perish, and not that thy whole body should be cast into hell.
30 And if thy right hand offend thee, cut it off, and cast it from thee. For it is profitable for thee that one of thy members should perish, and not that thy whole body should be cast into hell.
31 It hath beene said, [ Deu_24:1 ; Luk_16:18 ; 1Co_7:10 .] Whosoeuer shall put away his wife, let him giue her a writing of diuorcement.
32 But I say vnto you, that whosoeuer shall put away his wife, sauing for the cause of fornication, causeth her to commit adultery: and whosoeuer shall marie her that is diuorced, committeth adulterie.
33 Againe, yee haue heard that it hath beene said by them of old time, [ Exo_20:7 ; Lev_19:12 ; Deu_5:11 .] Thou shalt not forsweare thy selfe, but shalt performe vnto the Lord thine othes.
34 But I say vnto you, Sweare not at all, neither by heauen, for it is Gods throne:
35 Nor by the earth, for it is his footstoole: neither by Hierusalem, for it is the citie of the great king.
36 Neither shalt thou sweare by thy head, because thou canst not make one haire white or blacke.
37 [ Jam_5:12 .] But let your communication bee Yea, yea: Nay, nay: For whatsoeuer is more then these, commeth of euill.
38 Yee haue heard that it hath beene said, [ Exo_21:24 ; Lev_24:20 ; Deu_19:21 .] An eie for an eie, and a tooth for a tooth.
39 But I say vnto you, [ Luk_6:29 ; Rom_12:17 ; 1Co_6:7 .] that yee resist not euill: but whosoeuer shall smite thee on thy right cheeke, turne to him the other also.

[Of loue, almes, prayer, and fasting.]

40 And if any man will sue thee at the law, and take away thy coate, let him haue thy cloake also.
41 And whosoeuer shall compell thee to goe a mile, goe with him twaine.
42 Giue to him that asketh thee: and [ Deu_15:8 .] from him that would borrow of thee, turne not thou away.
43 Yee haue heard, that it hath beene said, [ Lev_19:18 .] Thou shalt loue thy neighbour, and hate thine enemie:
44 But I say vnto you, [ Luk_6:27 .] Loue your enemies, blesse them that curse you, doe good to them that hate you, and [ Luk_23:34 ; Act_7:60 .] pray for them which despitefully vse you, and persecute you:
45 That yee may be the children of your father which is in heauen: for he maketh his sunne to rise on the euill and on the good, and sendeth raine on the iust, and on the vniust.
46 [ Luk_6:32 .] For if yee loue them which loue you, what reward haue yee? Doe not euen the Publicanes the same?
47 And if yee salute your brethren only, what do you more then others? Doe not euen the Publicanes so?
48 Be yee therefore perfect, euen as your father, which is in heauen, is perfect.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad que está puesta sobre un monte no se puede esconder. Ni encienden una antorcha y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. A este modo ha de brillar vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre, que está en los cielos". (vv. 14-16)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
Así como los maestros, por su buena predicación, son sal con la cual el pueblo se condimenta, así por la palabra de su doctrina son luz, con la que iluminan a los ignorantes. Primero se debe vivir bien y luego enseñar. Por lo tanto, después de llamar a los Apóstoles sal, los llama también luz, diciendo: "Vosotros sois la luz del mundo". La sal en su propio estado sostiene las cosas para que no se pudran, pero la luz conduce al perfeccionamiento ilustrando. Por lo cual los Apóstoles fueron llamados primero sal, a causa de los judíos y de los cristianos, por quienes Dios es conocido y a quienes éstos conservan en el conocimiento; y segundo luz, a causa de los gentiles, a quienes conducen a la luz de la verdadera ciencia.

San Agustín, de sermone Domini, 1,6
Conviene, pues, comprender aquí por mundo, no al cielo y la tierra, sino a los hombres que están en el mundo, o a los que aman al mundo, para iluminar a los que los Apóstoles fueran enviados.

San Hilario, in Matthaeum, 4
Es propio de la naturaleza de la luz el alumbrar por cualquier parte que se la lleve y que introducida en las casas mate las tinieblas, quedando sola la luz. Por lo tanto, el mundo, sin el conocimiento de Dios, estaba oscurecido con las tinieblas de la ignorancia. Mas por medio de los Apóstoles se le comunicó la luz de la verdadera ciencia, y así brilla el conocimiento de Dios y por cualquier parte que caminen, de su pobre humanidad brota la luz que disipa las tinieblas.

Remigio
Así como el sol dirige sus rayos, así el Señor, que es sol de justicia, dirigió sus Apóstoles para desterrar las tinieblas del género humano.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 15,7
Comprende cuán grandes son las cosas que les promete, cuando aquéllos, que eran desconocidos en su propio país, adquirieron tanta fama, que llegó ésta en poco tiempo hasta los confines de la tierra: ni las persecuciones que les había predicho pudieron ocultarlos, sino que más bien los hizo mucho más famosos.

San Jerónimo
Para que los apóstoles no se escondan por el miedo, sino que se presenten con toda libertad, les enseña la confianza en los resultados de su predicación, diciéndoles en seguida: "No puede esconderse una ciudad que está puesta sobre un monte".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 12
Por estas palabras les enseña también a cuidar con solicitud de su propia vida, como que ésta había de estar mirada constantemente por todos, así como la ciudad que está colocada sobre un monte, o como la luz que está luciendo sobre un candelero.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
Esta ciudad es la iglesia de los santos, de la que se dice: "Cosas admirables se han dicho de ti, ciudad de Dios" (Sal_86:3). Sus ciudadanos son todos los fieles, de quienes el Apóstol dice a los Efesios: "Vosotros sois los conciudadanos de los santos" (Efe_2:19). Esta ciudad, pues, está colocada sobre el monte, de quien dice Daniel: "La piedra arrancada sin esfuerzo de manos, se convirtió en un gran monte" (Dan_2:34).

San Agustín, de sermone Domini, 1,6
Está colocada esta ciudad sobre un monte, esto es, sobre la gran justicia de Dios que representa ese monte, en el cual juzga el Señor.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
No puede, pues, esconderse una ciudad colocada sobre un monte. Aun cuando ella quiera, el monte que la tiene sobre sí, la hace visible a todos. Así los Apóstoles y los sacerdotes, que han sido establecidos en Cristo no pueden esconderse, aun cuando quieran, porque Jesucristo los manifiesta.

San Hilario, in Matthaeum, 4
Llama ciudad a la carne que tomó, porque en ella, por la naturaleza del cuerpo que ha tomado, se contiene cierta congregación del género humano. Y nosotros, por la unión con su carne, resultamos los habitantes de esta ciudad. No puede esconderse, pues, porque colocada en la altura de la elevación de Dios, se ofrece a la contemplación de todos por medio de la admiración de sus obras.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
Jesucristo demuestra con otra comparación por qué manifiesta a sus santos y no permite que se escondan, cuando dice: "No encienden una antorcha y la ponen debajo de un celemín, sino sobre el candelero".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 15,7
O por esto que dijo: "No puede esconderse una ciudad", demostró su virtud. En esto que añade: "No encienden la luz", nos induce a la libre predicación, como si dijese: "Yo, en verdad, he encendido la luz, y a vosotros corresponde tenerla encendida, no sólo por vosotros y por otros que serán iluminados, sino también por la gloria de Dios".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
La antorcha es la palabra divina, de la cual se dice en el salmo (118,5): "Tu palabra es la antorcha que guía mis pasos". Los que encienden la antorcha son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

San Agustín, de sermone Domini, 1,6
¿Qué pensamos que significa lo que se ha dicho: "Y la ponen debajo del celemín"? ¿Que la ocultación de la antorcha se entienda como si dijese: Ninguno enciende la antorcha para ocultarla? ¿O significa algo más el celemín, como si poner la antorcha debajo de él fuese preferir las comodidades del cuerpo a la predicación de la verdad? Coloca, pues, la antorcha debajo del celemín todo aquel que oscurece y cubre la luz de la buena doctrina con las comodidades temporales. El celemín es muy buena figura de los bienes temporales, ya porque es una medida, y cada uno recibirá la retribución según el bien que hizo en el cuerpo, ya porque los bienes temporales que se hacen con el cuerpo tienen cierta medida de días, que significa el celemín. Mas las cosas eternas y espirituales no tienen tal limitación. Coloca la antorcha sobre el candelabro aquel que sujeta su cuerpo al ministerio de la palabra, para que la predicación de la verdad sea primero y las atenciones del cuerpo vengan después. La doctrina resplandece más cuando el cuerpo está reducido a la esclavitud en los momentos en que, por medio de las buenas obras y demás actos visibles, se da buen ejemplo a los demás.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
El celemín puede significar también los hombres mundanos, porque así como éste es vacío por la parte de arriba y cerrado por debajo, así todos los amantes del mundo son insensatos para las cosas espirituales y sabios en las terrenas. Y por lo tanto, son como un celemín que tiene escondida la palabra divina, cuando por alguna causa terrena no se atreven a hacer pública la palabra de Dios ni a predicar las verdades de la fe. El candelero es la Iglesia y todo sacerdote que anuncia la palabra de Dios.

San Hilario, in Matthaeum, 4
El Señor comparó a la sinagoga con el celemín que, recibiendo en su interior los frutos, los contenía en cierta medida de su limitada observancia.

San Ambrosio Super Lucam, Super his verbis
Por lo tanto, ninguno limite su fe a la medida de la ley, sino que se ciña a lo que enseña la Iglesia, en la cual brillan los siete dones del Espíritu Santo.

Beda
O bien es el mismo Jesucristo quien enciende la antorcha, el cual ha llenado con la llama de su divinidad la lámpara de tierra de nuestra naturaleza humana. No ha querido esconderla a los creyentes ni colocarla debajo del celemín, esto es, sujetarla a la medida de la ley ni limitarla a los términos de una sola nación. Llama candelero a la Iglesia, sobre la que ha colocado la antorcha, porque ha fijado en nuestras frentes la fe en su encarnación.

San Hilario, in Matthaeum, 4
O bien, la antorcha de Cristo se coloca sobre el candelero, esto es, suspendida en la cruz por la pasión, cuya antorcha había de producir una luz eterna a todos los que habitasen en la Iglesia. Y por lo tanto, dice: "Para que alumbre a todos los que están en la casa".

San Agustín, de sermone Domini, 1,6
Si alguno entiende por esta casa a la Iglesia, no hay en ello absurdo. Puede que esta casa sea el mundo, por lo que dice más arriba: "Vosotros sois la luz del mundo".

San Hilario, in Matthaeum, 4
Con esta luz enseña a los Apóstoles a resplandecer para que, de la admiración de sus obras resulte grande alabanza al Señor. De donde se sigue: "De tal modo ha de brillar vuestra luz delante de los hombres que vean nuestras buenas obras".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 10
Esto es, cuando enseñéis iluminad de tal modo que, no sólo oigan vuestras palabras, sino que vean también vuestras buenas obras, con el objeto de que aquellos a quienes iluminéis con la palabra como luz, los condimentéis con el ejemplo, como sal. Dan gloria a Dios aquellos maestros que enseñan y obran bien, porque las disposiciones del Señor se manifiestan en las costumbres de sus ministros. Por ello sigue: "Y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos".

San Agustín, de sermone Domini, 1,7
Si tan sólo hubiese dicho: "para que vean vuestras buenas obras", hubiese constituido su fin el ser vistos siendo alabados por los hombres, lo cual buscan los hipócritas; sino que añade: "y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" para que, por lo mismo que el hombre con las buenas obras agrada a los hombres, no constituyendo en eso su fin sino en dar alabanza a Dios, por lo tanto agrade a los hombres de modo que en ello sea glorificado Dios.

San Hilario, in Matthaeum, 4
No porque convenga buscar la gloria que dan los hombres (puesto que todo debe hacerse en honor de Dios), sino que, disimulando nuestra obra a aquellos entre quienes vivimos, brille para Dios.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



4. Gen_13:15.

13. La sal da sabor a los alimentos ( Job_6:6), y como también los preserva de la corrupción (C. Jer_5:27), se suele hablar simbólicamente de una "alianza de sal", es decir, de una alianza indestructible ( Num_18:19; 2Cr_13:5). Los discípulos de Jesús son llamados "sal de la tierra", porque a ellos de una manera especial les corresponde sazonar y conservar al mundo, haciéndolo entrar en alianza con Dios. Ver Lev_2:13.

21. Exo_20:13.

22. Las penas aquí señaladas guardan relación con la gravedad de la ofensa. El "Sanedrín" era el Tribunal Supremo de los judíos. Ver nota 16. 21. La "Gehena" era un valle situado al sur de Jerusalén, en el cual los israelitas habían sacrificado antiguamente víctimas humanas al dios Moloc ( Lev_18:21; 2Re_23:10) y por este motivo, simbolizaba el lugar del castigo más grave.

27. Exo_20:14.

31. Deu_24:1.

32. "Unión ilegal": probablemente, se trata de ciertos matrimonios entre parientes, declarados ilegales en Lev_5:18, y que eran frecuentes entre los paganos. Fuera de estos casos queda excluido el divorcio. Ver Hec_15:20, Hec_15:29.

33. Num_30:3. Jesús afirma la inutilidad del juramento, supuesto el ideal evangélico de la sinceridad del corazón.

34-35. Isa_66:1; Sal_48:3.

38. Exo_21:24. Esta es la ley del talión, escrita en la legislación de Moisés. Entre los judíos, sólo los jueces la aplicaban y con frecuencia se contentaban con satisfacciones pecuniarias.

43. Sólo la primera parte del precepto: "Amarás a tu prójimo" se halla en Lev_19:18. La segunda parte: "Odiarás a tu enemigo" no se encuentra textualmente en el Antiguo Testamento.

46. Los "publicanos" eran los judíos que recaudaban los impuestos destinados al gobierno de Roma. Por este motivo y por la avaricia con que generalmente ejercían su profesión, eran despreciados por el pueblo. Ver 9. 10-13.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Sal y luz. Las breves parábolas de la sal y de la luz completan la proclamación de las bienaventuranzas y terminan el exordio del sermón del monte. Estos dos elementos tan necesarios en la vida cotidiana han entrado a formar parte del mundo simbólico de todas las religiones y culturas.
La tradición bíblica ha visto en las propiedades de la sal -dar sabor y preservar los alimentos- un símbolo de la sabiduría. Para Mateo, esta sabiduría es la Palabra de Dios, la Buena Noticia, no en abstracto, sino personificado en la vida de los creyentes: «Ustedes son la sal de la tierra» (13).
La advertencia de «si la sal se vuelve sosa» sigue resonando hoy día, quizás con más urgencia que en otras épocas de la historia de la evangelización de la Iglesia. Nuestro mundo postmoderno, que ha dado ya la espalda a todas las ideologías, sólo reacciona ante el impacto del testimonio, y sin el testimonio de una vida cristiana seria y consecuente, la Buena Noticia se convertirá en una ideología más; habrá perdido todo su sabor.
En la misma línea se mueve la comparación de los cristianos con la luz del mundo. Más explícitamente que la sal, la luz evoca el mensaje de Jesús reflejado en la conducta diaria de sus seguidores. San Pablo dirá: «si en un tiempo eran tinieblas, ahora son luz por el Señor: vivan como hijos de la luz» (Efe_5:8). También la luz, sin el testimonio, es opaca; brilla solamente a través de las obras. La práctica de las bienaventuranzas lleva consigo una forma de vida alternativa que necesariamente será contracultural y en donde la persecución aparece como una consecuencia ineludible. Pero, incluso, o mejor, en la persecución este estilo de vida alcanza mayor plenitud de sentido: serán «sal de la tierra» y «luz del mundo». Así realizarán la misión del Siervo de Dios: siendo perseguidos (Isa_50:4-9), serán «luz de las naciones» (Isa_42:6; Isa_49:6).
En la visión de Isaías de la ciudad irradiando luz desde lo alto y atrayendo a todos los pueblos de la tierra (Isa_60:1-3) ve el evangelista la misión universal de anunciar la Buena Noticia, encomendada a los que han sido ya iluminados por la luz de Cristo.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 5.1 Monte: Cf. Ex 19.10--20.20

[2] 5.3 Los que tienen espíritu de pobres: Cf. Sal 22.24; 69.32-33; Is 29.19; 61.1-2; Mt 11.5; Lc 4.18; Stg 2.5.

[3] 5.4 Los que sufren: o los que lloran; cf. Sal 126.5-6; Is 57.18; 61.2-3.

[4] 5.5 Sal 37.11.

[5] 5.8 Los de corazón limpio: Cf. Sal 24.3-4.

[6] 5.9 Sal 34.14; Pr 12.20.

[7] 5.12 2 Cr 36.16; Hch 7.52.

[8] 5.13 Mc 9.50; Lc 14.34-35.

[9] 5.14 Flp 2.15. Cf. Is 49.6.

[10] 5.15 Mc 4.21; Lc 8.16; 11.33.

[11] 5.17 La ley o los profetas: Equivale a lo que llamamos el AT.

[12] 5.19 El que no obedece: También puede entenderse como el que declara no obligatorio.

[13] 5.21 Ex 20.13; Dt 5.17.

[14] 5.22 Infierno: Véase Mc 9.43 nota j.

[15] 5.25-26 Lc 12.58-59.

[16] 5.27 Ex 20.14; Dt 5.18.

[17] 5.29-30 Mt 18.8-9; Mc 9.43-47.

[18] 5.31-32 Cf. también 1 Co 7.10-11.

[19] 5.31 Dt 24.1-4; cf. Mt 19.7; Mc 10.4.

[20] 5.32 Unión ilegal: lit. prostitución. Probablemente esta palabra designa, tanto aquí como en Mt 19.9 y en Hch 15.20,29; 21.25, el caso de los matrimonios prohibidos por la ley (cf. Lv 18.6-18; Nm 25.1). También ha sido interpretada como equivalente a adulterio. Véase Hch 15.20 n.

[21] 5.33 Cf. Lv 19.12; Nm 30.2; Dt 23.21.

[22] 5.34-35 Mt 23.16-22; cf. Is 66.1; Eclo 23.9; Stg 5.12.

[23] 5.35 Sal 48.2.

[24] 5.37 Es malo: otra posible traducción: es del maligno, esto es, del diablo.

[25] 5.38 Cf. Stg 5.12.

[26] 5.42 Ex 21.24; Lv 24.20; Dt 19.21.

[27] 5.42 Cf. Lc 6.34-35; cf. también Eclo 4.4; 29.1-2.

[28] 5.44 Cf. Lv 19.18. El odiar al enemigo no lo ordenaba la ley, pero podía verse recomendado en textos como Sal 139.21-22 y otros.

[29] 5.48 Ex 23.4-5; Pr 25.21; Ro 12.14-20; 13.8-10.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Lo especial de los discípulos (cf. Mar. 9:50; 4:21; Luc. 6:22, 23; 14:34, 35; 8:16). El cambio a la segunda persona le da una aplicación directa a los oyentes de Jesús. La última bienaventuranza recalca la persecución que resulta de seguir a Jesús y que coloca a sus discípulos en la sucesión de los fieles siervos de Dios. Lo distintivo que los hace objeto de la persecución se ilustra con dos objetos: sal y luz; cada uno es esencial, pero tiene su efecto necesario en el ambiente sólo si se mantiene distinto de él y, a la vez, plenamente involucrado en él. Así que los discípulos deben funcionar en la sociedad como una comunidad alternativa y retadora. Es por la bondad visible que tienen que darán gloria a Dios quien los ha hecho buenos.

Notas. 13 Cualquiera de las dos funciones de la sal, como sabor o como preservativo, cumple la figura. Los rabinos usaban la sal como un símbolo de la sabiduría (si pierde su sabor, lit., se vuelve necio). 14 Da la figura de una ciudad bien iluminada sobre una montaña, y representa el efecto unido de la combinación de luces de los discípulos individuales. 16 Cf. 6:1. La diferencia está entre una ostentación deliberada para el prestigio de uno mismo del cap. 6, y el testimonio natural de una vida piadosa aquí.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Las imágenes de la sal y de la luz reflejan la condición de quien vive las bienaventuranzas, es decir, del discípulo de Jesús, y señalan la importancia de las buenas obras (v. 16). La sal preserva de la corrupción a los alimentos. En los sacrificios de la Antigua Ley simbolizaba la inviolabilidad y permanencia de la Alianza (cfr Lv 2,13). El Señor manifiesta que sus discípulos son la sal de la tierra, es decir, los que dan sabor divino a todo lo humano, y los que preservan al mundo de la corrupción, manteniendo viva la Alianza con Dios. «Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo» (Epist. ad Diognet. 6,1).

Además ellos deben ser, como el mismo Jesús, luz para los que yacen en tinieblas (cfr 4,16; Is 8,23-9,1). «Me parece que esta antorcha representa la caridad que debe iluminar y alegrar no sólo a aquellos que más quiero, sino a todos los que están en la casa» (S. Teresa de Lisieux, Manuscr. autobiogr. 9).


Torres Amat (1825)



[4] En especial, la tierra de los vivientes, que es la gloria, como tierra prometida.

[5] Los oprimidos y afligidos, y los que llevan una vida penitente.

[6] De ser justos y santos.

[19] Jesucristo dio cumplimiento a la ley con su doctrina, sus obras y sus preceptos. Dio cumplimiento a las leyes ceremoniales verificando el objeto y el fin de ellas, que era El mismo.

[37] Proviene de la desconfianza de aquel que exige el juramento, de la malicia de aquel a quien se exige, o de la ligereza e irreverencia de ambos.

[38] Ex 21, 24; Lev 24, 20; Deut 19, 21.

[42] Deut 15, 8.

[43] Lev 19, 18.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_3:21; Jua_15:8; 1Co_10:31

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_3:21; Jua_15:8; 1Co_10:31

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

1Co 10:31; Efe 5:8-9; 1Pe 2:12.

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

 

 

Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre celestial (Mat 5:16).

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.k

k 1Pe 2:12.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

glorifiquen...1Pe 2:12.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 9:8

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Jn 3:21 *Jn 15:8 *1Cor 10:31