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Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? (Mateo 6, 26) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 6.
E ste capítulo no tiene valor inorgánico con el anterior; continúa la exposición de diversas enseñanzas desde el punto de vista de la perfección de la Ley judía.

Doctrina general sobre la rectitud de intención, 6:1.
1 Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de el hombre para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos.

El primer versículo de este capítulo es el leit-motiv del mismo. La enseñanza que hace en él es un alerta muy acusado aplicar el ánimo, estar atentos para evitar hacer la justicia con ostentosidad. Este término corresponde al hebreo tseda-yah, justicia, pero que en la época de Cristo, y ya de antes (Eco_3:32; Eco_7:10; Tob_12:3), vino a significar corrientemente limosna. Pero no es aquí éste su sentido, pues es tema general que afecta a diversos temas, y entre los cuales se dedica uno específicamente a la limosna (v.2-4) con su término propio (åëåçìïóýíç). Aquí vuestra justicia significa la conducta moral general de los discípulos de Cristo. Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos (Mat_5:20).
Esta, en oposición al fariseísmo, no ha de practicar las buenas obras para ser vistos de los hombres. La virtud se practica por amor a Dios. Sólo así se tendrá premio, recompensa (ìéóèüò), premio en justicia l. Pues el que quiere hacer ostentación de su virtud, no trabaja por la virtud, sino por la fama. 2 Por eso los que así obran recibieron ya su recompensa. El Talmud ridiculizaba esto al hablar de los fariseos de espaldas, que eran aquellos que sienten sobre sí el peso de sus buenas acciones 3.
En otro pasaje (Mat_5:16) dice que las obras han de hacerse para que los hombres vean vuestras buenas obras (y así) glorifiquen a vuestro Padre. Aquí se trata del apóstol, cuya obra no es la pereza, sino el lucir para que la obra del reino sea conocida, pero en el v. 1 se trata del espíritu con que han de ser practicadas las virtudes.
El auditorio al que se dirigen las enseñanzas que va a hacer debe de rebasar el simple círculo de los apóstoles y discípulos para dirigirse a las muchedumbres (Mat_7:28), al menos en algunos casos.

Modo cristiano de practicar la limosna,Mat_6:2-4.
2 Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en sus sinagogas y en las calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa.3 Cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha, 4 para que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve en lo oculto, te premiará.

La limosna es una práctica religiosa especialmente recomendada en el A.T. (Pro_2:27; Pro_19:17; Pro_21:13; Pro_28:27; Tob_4:7, etc.), y hasta tal punto se la considera característica del hombre justo, que se llega a llamar a la limosna justicia (Eco_3:32; Eco_7:10; Tob_12:3, etc.). En la literatura talmúdica la limosna ocupa un lugar preferente 4 (cf. Deu_15:11).
Pero no basta dar materialmente limosna para que sea un acto religioso. Cristo va a hacer ver el espíritu cristiano que ha de informar la práctica de la misma. Y lo hace ver en contraste con la práctica de los hipócritas. Estos son en el contexto los fariseos (Mat_15:17; Mat_22:18; Mat_23:13-15.18) 5. Lc dice de ellos: Guardaos del fermento de , que es ía (Col_12:1). Y los cuales son descritos aquí tocando la trompeta.. en las sinagogas y en las calles para ser alabados de los hombres.
El cuidado de los pobres era carga de la comunidad. En tiempo de Cristo, los sábados se recogían en todas las sinagogas a la salida de las mismas las aportaciones voluntarias. Este sistema era anónimo. Aparte de esta colecta semanal se admitían dones voluntarios. Los fariseos solían dar limosna con gran ostentación a los pobres encontrados en los caminos o reunidos en plazas con motivo de alguna solemnidad. Y hasta parece que para excitar la generosidad se había introducido la costumbre de proclamar los nombres de los donantes, sea en las reuniones sinagogales, sea en las calles o plazas con ocasión de alguna solemnidad especial, ante las gentes reunidas (Eco_31:11). Lo mismo que se los llegaba a honrar ofreciéndoles los primeros puestos en las sinagogas, que eran las sillas que estaban delante y vueltas hacia los fieles, y de cuyos puestos se gloriaban especialmente los fariseos (Mat_23:6) 6.
La frase ir tocando la trompeta delante de ti al hacer limosna es una metáfora, ya que es desconocido este uso. Sólo se conoce que el ministro de la sinagoga el hazzan de los escritos rabínicos convocaba con una trompeta desde un lugar alto de la sinagoga el comienzo del sábado. Este era el modo, en general, de hacer limosna los fariseos. Pero Cristo les dirá duramente que ya recibieron su recompensa, el aplauso de los hombres. El término griego aquí empleado (Üðå÷ïõóéí) era fórmula corrientemente usada por los helenistas para indicar que la cuenta está saldada 7.
Con el ritmo hebreo antitético positivo dirá cómo el cristiano ha de practicar la limosna. Ha de darse en oculto. Es la hipérbole oriental de contraposición a la ostentación y publicidad de la limosna farisaica. Contra la ostentación, buscando el aplauso de los hombres, el cristiano lo ha de hacer sin buscar la publicidad, aunque de hecho se sepa por los hombres, y, contra la ostentación, lo hará ocultamente. Y tan oculto sigue el grafismo hiperbólico oriental , que no sepa tu izquierda lo que hace la derecha, sin duda la mano. Y así sucederá que el Padre no los hombres , que ve en lo oculto, te premiará. 8
Rabí Eleazar (c.270 d.C.), decía: Quien da limosna en lo oculto es más grande que nuestro maestro Moisés. No se trata de la vida interior frente a la exterior. Es el espíritu de la obra lo que se destaca.
El espíritu cristiano de la enseñanza no exige naturalmente el cumplimiento material del grafismo hiperbólico con que se expresa. No es tanto la materialidad de la realización lo que se censura, sino la intención con que se hace.
En otro pasaje que recoge Mt, Cristo hará ver que el mérito de la limosna no está tanto en la cantidad de ésta cuanto en el espíritu y amor a Dios que en ella se ponga (Mat_12:41-43).

Modo cristiano de hacer oración, el
Pater noster, 6:5-15 (Luc_11:24).
5 Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 6 Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo dará. 7 Y orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. 8 No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis. 9 Así, pues, habéis de orar vosotros: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, 10 venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. l El pan nuestro de cada día dánosle hoy, 12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, '3 y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.14 Porque, si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. 5 Pero, si no perdonáis a los hombres las faltas suyas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.

Con una factura semejante a la anterior, con el ritmo hebreo negativo-positivo, Cristo censura y expone cuál ha de ser el espíritu cristiano de sus discípulos en la oración.
Todo judío piadoso varón había de orar tres veces al día, sobre las nueve de la mañana, mediodía y sobre las tres de la tarde; prescripción ya muy anterior a la época neotestamentaria. Generalmente se oraba de pie, pero también era frecuente orar de rodillas. Se solía orar tendidos los brazos al cielo, e incluso vueltas las palmas de las manos, como esperando el don que esperaba recibirse 9.
Mas para el fariseo hipócrita también la oración era motivo para su vanidad. Les gustaba orar ostentosamente en las sinagogas, en el templo también estaba permitida la oración en cualquier lugar puro y en los ángulos de las plazas, probablemente para no ser interrumpidos en su exhibicionista oración por los transeúntes y bestias de carga. Jesucristo los describe diciendo el modo con que oran, con una palabra (Ýóôþôåò) que se la puede traducir por estando de pie. Traducción legítima, pero que pudiera estar fuera de contexto. Porque lo que se censura no es la posición, máxime cuando generalmente se oraba de pie cuando os pusiereis en pie (óôç÷åôå) para orar. (Mar_11:25) , sino el modo exhibicionista con que oraban. Por eso se podría traducir esa palabra, mejor que por la de pie, por la de pose 10. Con ello ya recibieron su recompensa al ser vistos por los hombres, por quienes lo hicieron.
Pero se señala también en forma positiva esta actitud cristiana de orar. En contraste con el fariseísmo, el cristiano entrará en su habitación y, cerrada la puerta, ora a tu Padre., que ve en lo secreto (y) te dará. Se proponía el perfil bajo como actitud en la oración.
Se propuso traducir ôáìåßïv, habitación, por granero, rincón o bodega, valor que filológicamente puede tener (Mat_24:26), puesto que las casas de las gentes pobres palestinas sólo tenían una habitación, en donde se desarrollaba, a vista de todos, la vida familiar, y así en ella habían de ser vistos n. Pero el pensamiento de Cristo no va a estas sutiles precisiones.
Se censura la oración público-exhibicionista farisaica, y el contraste se presenta en el retiro privado del hogar. Mucho menos se trata de censurar la oración pública no es éste su objetivo , que Cristo mismo recomendó en otras ocasiones (Mat_18:19.20; Mat_11:25; Jua_11:41; Jua_12:28). Se busca a Dios, que está en todas partes, no la exhibición.
Como lo que únicamente aquí se considera es el espíritu que, debe informar la oración, se dice sapiencialmente que el Padre dará lo que se pide. Por eso ha de suponerse la conveniencia de lo pedido y las condiciones requeridas para que se conceda, y que Cristo expone en otros pasajes (Mat_15:21-28; Mar_7:24-30; Luc_11:5-13).
Si la oración cristiana exige como una condición la sinceridad y sencillez, se expone la censura de otro aspecto, practicado por los gentiles, que piensan que serán escuchados por su mucho hablar. El texto pone una palabra con significado discutido, âáôôáëïãçôå, aunque el sentido es claro. Se la hace derivar de battalogeo (códices Alef, B, versiones siro-sinaítícas y siro-palestinense) o battologéo (códice D, versiones latinas, coptas, siro-curetoniana y Peshitta).
Si se deriva de la primera, su significado sería decir cosas vanas, del arameo battaltha'; en el segundo caso significaría, originariamente, tartamudeo y, en sentido derivado, el farfulleo de decir muchas cosas, aquí inútiles 12.
Si el sentido etimológico es discutible, el contexto hace ver claramente su valor fundamental: la charlatanería en la oración, sea diciendo cosas vanas o inútiles, sea pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas tuviesen una eficacia mágica ante Dios.
Se decía por algunos rabinos: Quien multiplica las plegarias será escuchado 13. Los sacerdotes de Baal aparecen con ciertas prácticas interminables patológicas en la oración (1Re_18:26ss). Igualmente aparecen listas de epítetos en los himnos babilónicos y fórmulas de encantamiento en los papiros mágicos de la edad helenística. Los dioses romanos tenían sus carmina, en los que no se omitía detalle y en los que se ponían todos los títulos y requisitos preventivos para que no fallase la petición. Era una magia o una mecanización de la piedad. Séneca habla de aquellas oraciones que fatigaban a los dioses 14 (cf. Eco_7:14; 2Ma_1:23-30). En el Eclesiastés se dice: Sean pocas tus palabras (2Ma_5:1). Y el Eclesiástico previene contra la repetición de las palabras (2Ma_7:14). Pero después de la cautividad, el judaismo, en general, gustaba de prolijas oraciones y, en especial, acumular en ellas títulos a los nombres divinos (cf. 2Ma_1:23-29). Ejemplo clásico judío es la oración Shemone Esré.
No es ésta la actitud cristiana en la oración, pues vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes de que se las pidáis. Pero no se excluye la minuciosidad, que no se estima como requisito semimágico, cuando es la sinceridad del corazón. Porque la oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.
No pretende Cristo con esta enseñanza condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración.
Ni va contra la extensión de la oración. El mismo, en Getsemaní, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma una hora de oración (Mat_26:39.42.44, par.), lo mismo que al pasarse, en ocasiones, la noche en oración.

El Pater noster, 6:9-13 (Luc_11:25-26).
El Pater noster está encuadrado lógicamente en este lugar que Mt asigna a la oración y censura defectos en ella: da el modelo de la misma. Pero no es su lugar literario primitivo, pues rompe la estructura de una estilística estereotipada limosna, oración, ayuno en la que manifiestamente está incrustado. Cronológicamente está adelantada por Mt, para ponerla en el sermón del Monte. Mc tiene una alusión a esta oración (Mar_11:25.26) en un contexto después de la entrada mesiánica de Cristo en Jerusalén. En el monte de los Olivos se conmemoró, en la basílica Eleona, la oración del Pater, pero no tiene verdadero fundamento histórico 15. La razón más decisiva es que, según Lc (Mar_11:1), Cristo enseña esta oración a los apóstoles a petición de éstos, como el Bautista enseñaba a orar a sus discípulos. Esto hace suponer una época ya más tardía, no en el comienzo mismo de la vida pública de Cristo.
Lc trae esta oración en forma más breve. Esto ha hecho plantear el problema de la unidad o duplicidad literaria original de fórmulas. Unos piensan que la fórmula original sea la de Lc I6 y que Mt sea una ampliación. Otros piensan que se justifica mejor la omisión por Lc de algunos pasajes de Mt que no viceversa. Los manuscritos de Qumrán han hecho ver que los copistas palestinenses del principio de la era cristiana tenían tendencia a suprimir más que a añadir 17. También se piensa en la posible formulación diversa, según una tradición-fuente, de lo que habría sido la idea o formulación orientadora fundamental dada por Cristo. De ahí las variantes literarias. Sin embargo, no es fácil suponer dependencia de Mt de Lc ni viceversa. Las divergencias son demasiado importantes para suponer esto. Pero el problema sería saber si Cristo dio una simple orientación sobre la forma de la oración cristiana, o si dio una fórmula inmutable. Si Cristo hubiese dado una fórmula fija, ¿no se hubiese conservado íntegra? ¿O acaso es el núcleo lo que aparece en Mt-Lc? Y puesto que Cristo recitó una oración, ¿no es lo más lógico pensar que ésta es fundamentalmente núcleo la transmitida? ¿Por qué cambiar el núcleo de lo que Cristo habría dado? Sería más fácil suponer adiciones a ese núcleo primitivo que no un cambio sustancial en esta fórmula de oración de Cristo.
Desde el punto de vista de la estructuración literaria, esta oración encuentra diversos elementos de la misma, más o menos afines, en la literatura judía. Pero la originalidad de la oración dominical radica en dos razones:
a) En que sólo ella estructura de una manera orgánica elementos que sólo se hallan en la literatura judía dispersos y sin la menor relación entre sí.
b) En que estas expresiones tienen vinculado un sentido nuevo y trascendente.
El Pater noster consta de tres partes bien marcadas:
a) Introducción: Captado benevolentiae (v.9b).
b) Tres deseos o peticiones relativas a la gloria de Dios (v.9c-10).
c) Tres (o cuatro) peticiones relativas a los hombres (v.ll-13).
San Agustín es el que ha distinguido en el Pater noster una Introducción o captado benevolentiae (benevolentia concilianda, benevolentia conciliari), como él la llama en su obra De sermone Domini in monte, y siete peticiones 18. Sin embargo, la sentencia hoy ordinaria es que consta de seis peticiones, ya que las dos últimas no son más que doble aspecto de una misma. Lo que también puede decirse de las tres primeras, que, conceptualmente, son una misma: por lo que el Pater vendría a tener realmente cuatro peticiones.

Introducción:
Captatio benevolentiae (v.9, Luc_11:2).
Toda oración, máxime de petición, debe comenzar dirigiendo a Dios alguna alabanza que le haga grato al que ora. Esta oración, estructurada en el medio ambiente judío, refleja, en esta introducción, la estructura ambiental de otras oraciones judías. Sin embargo, la característica de esta introducción del Pater es la sobriedad y densidad que encierra. No obstante, también otras oraciones rabínicas comienzan con un paralelo con ésta, aunque luego en el desarrollo no sean tan sobrias. Así se lee:
Padre nuestro, que estás en los cielos, hacednos misericordia por amor de vuestro gran nombre, que es invocado sobre nosotros, y cumplid en nuestro favor, ¡oh Yahvé, nuestro Dios! lo que está escrito. En esos días, yo os conduciré. 19.
Pero en esta paralela captado benevolentiae, lo de Pater lleva un contenido totalmente nuevo y trascendente. En el A.T., Dios aparece llamado varias veces Padre. Unas es Padre del pueblo elegido; otras se le llama Padre de cada uno de los israelitas, que son sus hijos sobre todo después del destierro babilónico; otras es el ser humano justo, que aparece como hijo de Dios; otras se lo dice de David y los suyos. Esta denominación, no frecuente en el A.T., vino a encontrar su auge en la Sinagoga, y de aquí pasó al pueblo. En el ambiente judío neotestamentario esta expresión está divulgada. Dios es Padre de Israel20. Sin embargo, este concepto no pasaba de ser metafórico, basado en las relaciones de especial providencia de Dios sobre su pueblo. Pero no pasó a un concepto de verdadera filiación sobrenatural.
Jesucristo, en cambio, cuando habla de su Padre, lo hace dirigiéndose a El con una vinculación única. Dios es el Padre de Jesucristo, su Hijo unigénito.
Pero aquí, en esta oración, poniéndose en lugar de los que han de recitarla, no dice mi Padre, sino Padre nuestro, y cuyo determinativo último omite Lc, acaso por prestarse en su medio a una interpretación de estrecho nacionalismo o por preferencias de una oración que primitivamente comenzaba por sólo Padre (Gal_4:6; Rom_8:15; Efe_3:14; Mar_14:36; Luc_22:42).
Mc lo usa una sola vez (Mar_11:25 = vuestro). El nuestro es característico de Mt, que lo usa 20 veces en su evangelio 21. ¿Cuál es el intento de la expresión Padre nuestro? ¿Tiene aquí el verdadero sentido de paternidad y filiación divina de los cristianos? 21
El concepto de Reino orienta a esto. En los sinópticos se describe éste en su aspecto exterior, social; en San Juan tiene el sentido de vida eterna. Y en éste había de ingresarse y establecérselo mediante el bautismo (Mat_28:11), que confiere la gracia vida al nacer del agua y del Espíritu Santo (Jua_3:5). Es así como un día se podrá ingresar en la fase celeste del mismo. Venid, benditos de mi Padre, poseed el Reino que os está preparado desde el principio del mundo (Mat_25:4).
Por eso, pidiéndose en el Pater el establecimiento del reino y siendo cristianos los usuarios del mismo, y siendo hijos de Dios por participación de la gracia, sería por lo menos improbable que se diese a esta expresión un sentido metafórico, cuando en ella se incluía un sentido tan real 22, sobre todo a la hora de la composición del Evangelio.
Por último se sitúa a Dios en los cielos. Lc omite esto; es propio de Mt, que retransmite seguramente la fórmula aramaica primitiva. Que Dios está en todas partes, está abiertamente enseñado en la Escritura (Sal_139:7a-12). En los estadios primitivos de cultura, máxime orientales, imaginativos, se sitúa a la divinidad en espacios y lugares concretos. Así aparece en los primeros libros bíblicos: Dios se pasea en el Edén (Gen_28:16). Pero fue un gran progreso en el pensamiento religioso nombrar a Dios el Dios del cielo 23. Situado en el cielo es ya imaginativamente una elevación rica en contenido: era situarlo en una región trascendente y reconocer su alto dominio.
Este concepto y esta localización de Dios en los cielos estaba ya en la voz popular, ya en el siglo I por obra de la literatura rabínica. Al hablar de Dios como Padre se le hacía seguir de esta determinación: que estás en los cielos 24.

Peticiones relativas a la gloria de Dios (v.9c-10).
Primera petición. Santificado sea tu nombre (v.9c; Luc_11:2). La primera petición es común a Mt y Lc. El texto griego usa por santificar un verbo (áãéÜæù) que, como los terminados en - azo, es causativo, indica una cierta santificación. Esta es una de las expresiones del Pater que está formulada con una acusada terminología del A.T. y también con las fórmulas rabínicas de la piedad judía.
El Nombre, de Dios, es un circunloquio que está por su persona. Es efecto del respeto y escrúpulo judío para no pronunciar el nombre divino. Para ello buscaron otras fórmulas que indirectamente lo representasen. Y una de ellas es precisamente la palabra nombre (Deu_12:4v).
Estando así unido Dios a su pueblo, este nombre puede ser profanado, sea porque el pueblo obra contra la ley de Yahvé, desobedeciéndole (Jer_34:16), entregándose a idolatrías (Lev_19:21) o de otras maneras. Pero también hay otra forma por la cual puede ser profanado este nombre, y es que, ligado a este pueblo, participa en alguna manera de la suerte del mismo. Humillado o vejado éste, queda también humillado o vejado el nombre de Yahvé, que está en él. No castigo a mi pueblo por mí, por mí lo hago, puesto que, de lo contrario, sería profanado (mi nombre) (Isa_48:9.11; Eze_20:9, etc.).
En contraposición a esta profanación de su nombre está el que éste puede ser santificado. Naturalmente, no se refiere a ninguna santificación esencial de Dios, sino a una santificación extrínseca. Y ésta aparece en el A.T. en un doble sentido:
1) El pueblo escogido es el que santifica el nombre de Yahvé, sea alabándole, al contemplar sus intervenciones maravillosas (Isa_29:23), sea guardando los mandamientos (Lev_22:31-32), sea fiándose totalmente de El (Num_20:20), de su providencia, etc.
2) Dios mismo es el que santifica su nombre, pero correlativamente a esto, Dios ejerce una acción sobre su pueblo. Un pasaje de Ezequiel expresa muy precisamente este aspecto. Israel ha sido desterrado a Babilonia y allí no se comporta como conviene y profana el nombre de Yahvé. Pero éste anuncia la santificación del mismo al renovar al pueblo en virtud y aparecer así El lleno de grandeza y majestad (Eze_36:20v).
En la evolución del pensamiento judío sobre la santificación del nombre de Dios hay un progreso o concreción en la literatura postexílica.
A la vuelta del destierro babilónico y después de pasado un suficiente lapso de tiempo, los judíos vueltos de la cautividad se convencieron de que las profecías de los profetas de la cautividad no iban a tener un cumplimiento inmediato. Mas siendo palabra de Dios, habían de cumplirse. De ahí que proyectasen su cumplimiento para los tiempos escatológicos. Más aún, se concretó que esta plena santificación del nombre de Dios estaba reservada al Mesías. Esto es precisamente lo que se ve en las preces rabínicas, que se recitaban en los mismos días de Cristo.
De lo expuesto se ve cuál sea el sentido de esta petición. Se pueden distinguir en ella varios aspectos.
El concepto profético-rabínico general sobre la santificación del nombre de Dios se refiere a una gran intervención de Dios en el mundo para realizar esta gran obra. Así se lee: Santificado sea su gran nombre. Glorificado y santificado sea el nombre del Señor, que debe renovar el mundo. Si vosotros santificáis mi nombre, yo también santificare mi nombre por vuestro medio. 25
Esta gran intervención de Dios es concretamente su obra mesiánica. En ella se santifica por excelencia el nombre de Dios.
Como esta oración se inserta en los evangelios, con el reino ya establecido en su momento histórico se pedía por el establecimiento del reino a venir , ello no obstante, esta oración tiene una perspectiva recitativa indefinida; su valor en labios ya cristianos pide la constante actualización y difusión del mismo geográfico-temporal, y su mayor penetración en las almas. Es su adaptación plenaria.
Conforme a los textos citados en esta petición se incluye la acción de una doble conjunción en la realización y actualización de esta obra: Dios y el ser humano. Cada uno, desde su puesto, contribuye a la santificación del Nombre de Dios. Filológicamente la forma imperativo aoristo pasivo (üöáóèçôù) expresa la idea de una acción que sólo Dios puede realizar. 26
Segunda petición. Venga tu reino (v.l0a = Luc_11:2c). La segunda petición aparece igualmente en Mt-Lc.
Ya el concepto de este reino, aunque su naturaleza exacta permaneciese velada, estaba expresado en el A.T. Israel tiene una concepción de su estructura social, teocrática. Yahvé reina en su pueblo. Era una concepción análoga a la de los otros pueblos del Oriente bíblico. Pero en la historia de Israel, este concepto del reinado de Dios en su pueblo vino a cobrar una nueva perspectiva. El concepto de este grandioso e ideal reinado, que anunciaron los profetas, al verse, sobre todo al regreso de la Cautividad, que no se cumpliría inmediatamente, pero que, siendo palabra de Dios, había infaliblemente de cumplirse, se lo proyectó para una perspectiva más lejana. Y se lo concretó en la perspectiva escatológica: la era ideal que esperaba Israel. El Mesías sería el que instauraría esta era y este ideal reinado de Dios. Es la concepción que reflejan los escritos rabínicos. Se lee en sus plegarias: Que el reino de Dios se manifieste o aparezca. Y en otra: y vos reinad sobre nosotros. 27
Sin embargo, la descripción profética de este reinado no llevaba excesivas precisiones sobre su carácter espiritual. De ahí el lento proceso sobre su espiritualización, lo mismo que el haber dado lugar a malas interpretaciones, incluidos, antes de Pentecostés, los mismos discípulos (Luc_24:21; Hec_1:6). Esta es la línea de concepción que va del A.T. a la literatura rabínica. Pero es el í. Ô. el que ha de dar el sentido exacto de esta petición.
El Evangelio no es otra cosa que el establecimiento del reino esperado. El preludio lo tiene el Bautista: Arrepentios, porque el reino de los cielos llegó o se acerca (Mat_3:2). Pero en el í. Ô. hay dos grupos de textos sobre el tiempo en que se establecerá este reino: unos lo ponen como un hecho ya presente: el reino de Dios está en medio de vosotros (Luc_17:20.21; Luc_11:20); otros como una realidad futura (Mat_4:17; Mat_10:7; Lc 22.18; Mar_9:1; Mar_11:10). Esta divergencia tiene una armonización perfecta en la persona de Jesucristo. En diversos pasajes evangélicos se identifica el reino con la persona misma de Jesucristo. En la entrada mesiánica en Jerusalén las multitudes le aclaman con un paralelismo, en el relato de Mc, manifiestamente sinónimo: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre! (Mar_11:9.10). Otros pasajes, en cambio, aunque vienen a identificar el reinado con la persona o la presencia de la misma en determinados acontecimientos, le dan una proyección más distante por buscar, en realidad, una Epifanía que haga ver la realidad del reino instaurado, aunque no sea ella el momento mismo constitutivo. Hay algunos. que no morirán hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en su reino (Mat_16:28; Mar_9:1; Mt c.24, par.; Mat_26:64, par.).
Ya esta identificación autoriza para que por el hecho de la presencia de Cristo en el mundo se dé por aparecido también el Reino de Dios. Con todo, si se tienen en cuenta todos los textos, hay que decir que esa aparición no es más que en esperanza, pues la venida terrestre de Jesucristo no era todavía un advenimiento regio y triunfal, y por eso el reino de Dios, encarnado en la persona de Cristo y ligado a su suerte, esperaba la glorificación de Jesucristo para revelarse 28. Esto es lo que significan multitud de textos 29. Acaso también se pudiera pensar en una interpretación de textos a la hora del kerygma o de la composición del Evangelio, respetando unas fuentes el sentido histórico y otras expresando ya, ante los hechos, su realización.
¿Cuál es, pues, aquí el sentido de esta petición del Pater noster? Su valoración es analógica a la de la petición anterior. En su momento histórico se pedía por esa futura santificación mesiánica del nombre de Dios. Solamente algún autor propone la posibilidad de que tenga un sentido escatológico final. Se pediría en ella que el Reino llegase a su plena consumación (cf. 1Co_15:28). Se tendría por fondo la inminencia de la parusía. Pero ya se está desescatologizando en Mt-Lc esta tensión primitiva. Al pedirse la plena realización del reino, se pediría implícitamente por el advenimiento progresivo del mismo en extensión geográfica y penetración espiritual en la fase presente. Es la interpretación de la mayor parte de los Padres latinos 30. Los Padres griegos le dan el valor, en su consignación evangélica, de una mayor progresión de actualización en extensión y en los espíritus. Esta última es preferible.
1) En la escatológica causa extrañeza que se pida exclusivamente por el fin de lo que ha de ser un establecimiento gradual. Aunque no puede perderse de vista el marana tha, sin embargo, ya se indicó, Mt-Lc desescatologizan la tensión primitiva parusíaca.
2) El concepto de reino, aunque enriquecido y precisado por Cristo, es el reino anunciado en el A.T. y esperado en los días de Cristo 31. Según la concepción de entonces, se admitía el reinado de Dios sobre el mundo, pero lo que sobre todo se esperaba y pedía era, conforme a los profetas, la universalidad del mismo. Es el sentido de adaptación que tiene por su inserción en los evangelios, con el reino ya establecido. Es un desenvolvimiento de contenido implícito en el concepto del reino.
Literariamente la formulación acusa más directamente, como es lógico en esta mentalidad, la acción de Dios (cf. petición siguiente de Mt; cf. Luc_12:32; Isa_6:44; Isa_3:16) en el establecimiento de su reino, que el apoyo del ser humano (Mat_3:2, par.; Mat_7:13; Isa_3:16-21 passim).
Tercera petición. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así sobre la tierra (v.10:6). Petición exclusiva de Mt. Su ausencia en Lc no dejaría de extrañar la pérdida original de esta petición en los apóstoles y la tradición hace sospechar que no sea primitiva, sino una adición de Mt31. El hágase tu voluntad procedería de Getsemaní, y la expresión cielo-tierra sería de él, ya que es expresión suya favorita (Mat_5:18.34; Mat_11:25; Mat_16:19; Mat_18:18.19; Mat_23:9, etc.). Se añadiría a esto que el Pater ya comenzaba por esta expresión, lo que atraería la de Getsemaní. Con esta adición se lograría literariamente el número siete, número bíblico y característico de Mt, como se ha indicado en la introducción. Así estructurada, podía resultar más práctica en el uso litúrgico 32. Mas no dejaría de extrañar que una fórmula de Cristo hubiese sido alterada así por Mt. Según algunos, podría ser la fórmula usada en la liturgia y pasada al evangelio de Mt. La misma formulación en sí de un querer abstracto no deja de extrañar. Sólo el contexto puede venir a concretarlo. ¿Acaso la liturgia agrupó a la oración primitiva de Cristo otras peticiones por oportunidad pastoral?
Los elementos que intervienen en esta petición son varios. La voluntad de Dios, cuya realización aquí se pide, tiene un doble sentido en el í. Ô.
1) Los seres humanos en cuanto realizan los preceptos y el plan de Dios (Mat_21:28-31, etc.).
2) Es Dios quien determina el plan que se ha de cumplir como tal. Si los seres humanos entran en él como beneficiarios o ejecutores, esa voluntad tiene un valor previo, inflexible e independiente (Efe_1:6.10.12; Isa_17:1.2; 1Te_4:3, etc.).
En Mt el término usado aquí (ãåíçèçôù) sólo sale cinco veces (1Te_8:13; 1Te_9:29; 1Te_15:28; 1Te_26:42). En todos estos casos el verbo ãÝíïìáé indica un hecho, no en cuanto dura, sino en cuanto sobreviene. Es además, el sentido ordinario de este verbo en Mt (Mat_1:22; Mat_21:4; Mat_26:56; cf. 24:6; 5:18; 18:19). También Mt usa otras veces el verbo hacer (ðïéÝù) para indicar la voluntad de Dios en cuanto es realizada por el ser humano (Mat_7:21). Se puede añadir que el sentido moral o etizante es enfoque general en la catequesis de Mt (Mat_7:21; Mat_12:50; Mat_18:14; etc.) El profetismo habló de cómo en los días mesiánicos los hombres obedecerán a Yahvé (Isa_61:3). Y en las oraciones judías, como en la Shemá y en la Shemone Esré, se ruega porque los hombres sean fieles al cumplimiento de la Thorah.
Sin embargo, la tercera petición, con su imperativo aoristo pasivo (ãåíçÏ/ßôù), se dirige a Dios-Padre, sujeto de la petición. La forma imperativo aoristo pasivo expresa la idea de una acción que sólo Dios puede realizar (Bonnard).
Este cumplirse la voluntad de Dios como en el cielo, así sobre la tierra, aparte de la razón filológica dicha, podría tener dos interpretaciones:
1) Que los seres humanos cumplan la voluntad de Dios en la tierra, con la prontitud y exactitud con que la cumplen los ángeles en el cielo, conforme se lee en la Escritura (Sal_103:19-21).
2) En la literatura apocalíptica se desarrolla con insistencia un tema capital en la misma. El plano terrestre es el plano en el que se desenvuelve temporalmente la historia. Incluso parece como si en ocasiones fuese contrario a la sabiduría divina. Pero luego se considera el plano celeste, que explica perfectamente todo lo que sucede en el terrestre, pues cuanto sucede en éste estaba escrito de antemano en las tabletas celestes. Así, v.gr., diversos pasajes del libro de los Jubileos y del de Henoc 33. En este sentido se lee en la Biblia: Conforme fuere la voluntad de Dios en el cielo, así se hará (1Ma_3:58-60) en la lucha que iba a emprenderse.
Conforme a cualquiera de estos sentidos podría interpretarse esta petición del Pater, pero parece mucho más probable la última:
a) por su razón de analogía filológica, antes indicada;
b) por su formulación absoluta, máxime comparada con otros pasajes en los que el contexto hace ver que esa voluntad divina se entiende en cuanto ejecutada por los hombres;
c) porque las determinaciones trascendentales dependen definitivamente de la voluntad de Dios, como es en este caso. Pues la forma absoluta de esta voluntad divina ha de ser sobre algo concreto. Y encuadrada en el contexto de las dos anteriores, ha de ser la gran voluntad divina en el establecimiento del reino. Si originariamente tuvo otro contexto, en éste parece ha de interpretársela de la instauración del reino mesiánico 33. Si es insertado por el evangelista o su fuente, se pide, como en las otras, con el reino establecido, su extensión y penetración: su valor moral, tan propio de la etización de Mt.

Peticiones relativas a los hombres (v. 11-13).
Cuarta petición. El pan nuestro de cada día dánosle hoy (v.11; Luc_11:3). Esta petición es común a Mt y Lc. ¿Qué significa la forma griega Ýôáïýóéïí, que, ordinariamente se traduce por cotidiano? El sentido de ella depende de la etimología que se le asigne. El adjetivo åðéïýóéïò, que la Vulgata traduce por super-substantialem en Mt, y por quotidianum en Lc, y las antiguas versiones siriacas, por necesario o permanente, fuera de ella se conoce un ejemplo, encontrado en un papiro de El Fayum (Egipto), en donde se da una lista de cosas pertenecientes a la comida, y otro en una inscripción griega 34. De este adjetivo se propone una triple etimología. 1) El pan, alimento del día de mañana, del día siguiente. Se derivará la etimología de Ýðé y elpu = ir, venir. Así aparece en un papiro egipcio y en una inscripción griega 35. Admitida esta etimología, el sentido de la petición sería: El pan nuestro del (día) que sobreviene, es decir, de mañana, del futuro próximo, dánosle hoy. Es la interpretación de alguna versión antigua, v.gr., bohírica. San Jerónimo dice que en el Evangelio según los hebreos, se lee: Dadnos hoy nuestro pan de mañana 36. Otros le dan una mayor amplitud, v.gr., el del futuro, de todo el tiempo que yo viva (San Atanasio, San Cirilo A., Haussleiter).
La etimología es correcta. Pero en este c.6 de Mt, dice Cristo: No os inquietéis, pues, por el mañana. (Mat_6:34). Parecería, pues, una deshomogeneidad, por lo menos literaria, entre esta etimología y este pasaje.
2) Otra versión es: para la subsistencia de la vida. Así ya en Orígenes se la deriva de ïõóßá = sustancia, esencia, vida super-substantialem (Mt) . Debrünner ha probado que en la lengua vulgar podía no ser eliminada la yota del epí 37. Es la interpretación de la Peshitta, de la Vulgata en Mt, de San Jerónimo 38 y de San Juan Crisóstomo 39. También en Proverbios hay un pasaje conceptualmente interesante a este propósito (Pro_30:8).
Esta interpretación es filológicamente legítima, y se hace ver que así como perioúsios significa más de lo necesario, epioúsios significa estrictamente lo necesario 40.
3) El pan del día presente, el pan cotidiano. Se lo deriva de åßíáé 4I. Sería, elípticamente, equivalente a åðß ôçí ïõóáí (ÞìÝñáí), es decir, el pan para el (día) presente 42. Es la traducción que de Lc da la Vulgata, al traducirlo por quotidianum: para el día presente. Está de acuerdo con el contexto del sermón del Monte: bástale a cada día su afán (Mat_6:34). También se lo ha puesto en función del éxodo, donde se lee que el maná sólo se lo permitía tomar para cada día (Exo_16:4). Sería una confirmación, de fondo mateano, sobre lo mismo.
Se ha hecho notar cómo Lc tiende ha desescatologizar los esquemas en que frecuentemente se da el mensaje cristiano. Lo mismo que en esta versión de Mt ya no se acusa la tensión parusíaca de las primeras generaciones tan fuertemente, Lucas parece darle una situación más ética, de cotidiana vida cristiana 42.
Este pan del que aquí se habla es metafórico, está por un alimento. Pero cabe ante él una doble posición: ¿material o espiritual? Varios Padres lo interpretaron espiritualmente, y hasta, concretamente, de la Eucaristía. Tertuliano 43, San Cipriano 44, Jerónimo 45, San Agustín 46. Naturalmente, esta forma concretada no pasa de simple acomodación.
Se piensa en la posibilidad de que, originariamente, esta petición hubiese pedido un alimento ayuda de Dios para vencer nutrirse en esta lucha escatológica entre Cristo y Satán. O incluso participar en el banquete escatológico. No sería sino una repetición de las anteriores. Aparte que queda excluida aquí por el hoy de Mt y el cada día de Lc. Estaría entonces esta petición en línea con las anteriores 47.
Pero en su forma actual es metáfora por el alimento corporal de cada día (Lc). La expresión es tan específica que, sin una matización en contrario (Pro_9:5), sólo se la puede interpretar del alimento diario, también don de Dios. Por qué haya de pedirse el pan de cada día, es por la dependencia que el ser humano tiene en todo de Dios. Y la literatura rabínica lo ilustraba con una parábola para indicar el gozo de Dios Padre al recibir la venida cotidiana del hombre, su hijo 48.
Quinta petición. Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores (v.12 = Luc_11:4). Petición común a Mt-Lc, con alguna variante.
Mt usa por pecador la palabra deudas (ïöåéëÞ ìá ôá), mientras que Lc, en el primer hemistiquio, por deudas pone pecados (áìáñôßáò), aunque en el segundo vuelve a usar deudas: a todo el que debe (üöåßëïíôé). El a todo es característico de Le: destacar el aspecto de totalidad (Luc_18:22; Luc_6:30; Luc_5:11-28 comparado con los correspondientes paralelos). En el griego clásico ¿öåéëÞìáôá se usaba ordinariamente para indicar deudas en sentido propio. Probablemente esto es lo que hace a Lc cambiarlo en el primer hemistiquio, para no desorientar a sus lectores con deudas pecuniarias 49. Llama varias veces a los pecados deudas (Luc_7:41; Mat_18:23-25). Lo mismo aparece en la Literatura rabínica 50.
Se pide que nos perdone como (ùò xat) nosotros perdonamos. No se pide un perdón de igualdad, sentido que puede tener (Mat_20:14), lo que aquí es imposible, sino que Dios nos perdone puesto que también nosotros perdonamos; valor que tiene la expresión en otros pasajes (Mat_18:33). El perdón de Dios sobrepasa siempre al de la criatura.
Hay una diferencia redaccional consistente en que Mt pone perdonamos (ÜöÞ÷áìåí) en aoristo, mientras Lc lo pone en presente (Üößïìåí). Lo primero parecería sugerir que se exige primero nuestro perdón para que Dios perdone. Se piensa en posibles matices intencionales. Pero ambos tiempos pueden ser simples traducciones de un participio presente arameo, que pudo ser vertido en dos tiempos distintos sin especiales intentos teológicos.
Que el hombre haya de pedir perdón, perdonando él, no es más que el hombre tiene que amar a Dios, lo que es imitarle. Y el amor a Dios exige amarle como El es y con lo que El determina. Y la norma de la perfección cristiana la expuso El: Amad a vuestros enemigos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Luc_6:35-36; Mat_5:48; Pro_28:1-5). Esta necesidad del perdón fue ilustrada por Cristo con la parábola del siervo inmisericorde (Mat_18:21-35).
Después de las últimas peticiones, Mt añade un embolismo en forma positivo-negativa, reforzando esta petición, enunciada en forma sapiencial.
Sexta y séptima petición. Y no nos pongas en tentación (v.13 = Luc_11:4c), mas líbranos de mal.
La primera parte es común a Mt-Lc, pero la segunda falta en Lc. Acaso por no estar en su fuente, o por considerarla ya incluida en el hemistiquio primero. Esta era ya la opinión de San Agustín 51 y Orígenes 52. También pudo haber sido añadida por Mt, a causa de sus preferencias estructurales por el número siete 53.
El no nos lleves a la tentación (introduzcas = å^óåíÝã÷ô]ò) tiene una forma chocante. Literalmente es que Dios no nos introduzca. ¿Dios puede introducirnos en la tentación? Para suavizar esto se buscaron traducciones que la suavizasen. San Agustín decía: Muchos, cuando rezan, dicen: 'No permitas que seamos puestos en tentación. 54 Y San Hilario testifica que se leía en algunos códices: No nos abandones a una tentación que no podamos soportar. 55
Sin embargo, la traducción literal es no nos introduzcas. El verbo griego usado es un aoristo subjuntivo de åéóöÝñù = llevar a, inducir. F. Delitzsch le pone por substráete hebraico tebi'enu, del verbo bullevar, lo que supone la misma forma 56. La razón de esta frase chocante es un semitismo. Todo lo que de alguna manera se puede aplicar a Dios, frecuentemente, se lo aplican sin más; no distinguen a este propósito querer permitir, no impedir, consecuencias a seguirse, etc. (Exo_4:31v). Como es el caso de la tentación. Además, ésta aparece en la Escritura con un triple matiz:
a) Tentación mala o pecado. Un grupo de textos la presenta como pecado, o mejor, hacen ver el peligro fulminante a que conducen ciertas tentaciones (Eco_26:41). Tal es el caso de Getsemaní. Cristo manda orar para no entrar en tentación (Mat_26:41). Esta no era que su prendimiento no sucediese, sino que ellos tuviesen la fortaleza necesaria para no escandalizarse al ver al Mesías prendido.
b) Tentación experimento. Otro grupo de textos presenta la tentación, no como algo malo o peligroso, sino como ocasión de méritos y experimentación de la virtud. Clásico el caso de Abraham: Dios lo tentó (o probó = nissah). Y de la prueba salió victorioso y obtuvo la promesa de una descendencia numerosa (Gen 22:1.16v). De ella dice el Eclesiástico: En la tentación fue hallado fiel (Eco_44:21). O como se dice a Tobías: Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probara (Tob_12:13.14). En este sentido llama Jesucristo tentaciones (Luc_22:28) a sus tribulaciones y a las que compartieron con El sus apóstoles.
c) Sentido escatológico de la tentación. También se propone un tercer aspecto posible en la tentación: su aspecto escatológico. Con la venida de Cristo al mundo se inaugura este gran período y con él la gran lucha entre Cristo y Satán (Jua_12:31; Jua_16:15; Jua_13:3; Jua_6:70-71; Jua_8:39-44; 1Pe_5:8). La tentación, en este caso, sería la proveniente de Satanás, en esta hora escatológica, para boicotear o procurar destruir el reino del Mesías. Muchas veces, cuando Mt habla de tentación (ðåéñáóìüò) (4,Iss; 1Pe_16:1; 1Pe_19:3; 1Pe_22:18.35; 1Pe_26:41), habla de una prueba diabólica, que procede del exterior.
En los escritos talmúdicos aparece con el sentido amplio de prueba, preferentemente con este sentido 57. Cristo, en esta petición, probablemente se atuvo a esta formulación en curso. Igualmente se atuvo a la formulación semita de atribuir a Dios como causa lo que sólo permite. Nadie diga en la tentación: 'Soy tentado por Dios', porque Dios no tienta a nadie (Stg_1:13.14).

Tratando de precisar más, se puede decir:
1) Si esta petición formó, primitivamente, un todo homogéneo, entonces se pediría a Dios que no permitiese, en esta lucha escatológica, estar en el bando de Satán. Lo que tendría más probabilidad si en el segundo hemistiquio se leyese: Líbranos del Maligno. Fundamentalmente, la idea no cambiaba; era la perspectiva tan sólo 58 (Mt c.24).
2) Si primitivamente la petición se tomó en sentido moral individual, entonces no se pide que libre de toda tentación, ya que ésta está en el plan de la economía de Dios sobre el mundo. Sí se puede pedir que libre de tentaciones especialmente graves y, en todo caso, que dé el auxilio para superarlas (1Co_10:13).
En la segunda parte del hemistiquio, aspecto positivo, se pide que nos libre áðü ôïõ ðïíçñïý, que puede ser forma neutra, y se vertería por ser librados del mal en general59, o masculino, y se referiría al Maligno, Satán (Mat_13:19.39; cf. Mar_4:15; Jua_17:15; cf. 1Jn_5:18.19; 1Te_2:3) 60. Era la traducción ya de Tertuliano: Erue nos a Maligno. 61 Ambas traducciones son posibles. Incluso en el Talmud se encuentran pasajes en los que se permutan, indistintamente, ambos términos 62.
El verbo líbranos (ñõóáé) significa tanto preservar de caer en un mal como librar de un mal ya realizado. El sentido aquí es de prevenir 62.
La expresión final Amen de la Vulgata no está en el texto original griego. Pasó a la Vulgata y a algún otro manuscrito griego por influjo del Pater noster en la liturgia 63.

Modo cristiano de ayunar,
1Te_6:16-18.
16 Cuando ayunéis, no aparezcáis tristes, como los hipócritas, que demudan su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que recibieron su recompensa. 17 Tú, cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara, '8 para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo concederá.

Otro de los casos en que Cristo habla del espíritu cristiano es a propósito del ayuno, de tanta importancia en el judaísmo y cristianismo.
Los judíos tenían prescrito un ayuno obligatorio para todos en el día de Kippur, día de la gran expiación (Lev_16:29), día del ayuno por excelencia (Hec_27:9). Pero había también otros ayunos supererogatorios, que vinieron a incorporarse a la práctica colectiva de la vida piadosa. Zacarías menciona cuatro en señal de duelo nacional (Zac_8:19) y, aunque él parece abolirlos, su práctica había dado lugar a la introducción de otros. Así el ayuno citado en el libro de Ester (Est_9:31), el ayuno del día 9 del mes de Ab, en recuerdo de la toma de Jerusalén por los caldeos. Otros eran facultativos para la comunidad 64. Había otros prescritos circunstancialmente, v.gr., para obtener lluvia, y que eran impuestos con carácter general por el Sanedrín 65. Además de éstos, las personas piadosas y las más celosas ayunaban dos veces por semana (Luc_18:12) los lunes y jueves feria segunda y quinta 66. El interés de la comunidad cristiana se ve por este tema. En la Didaje se lee: No ayunéis con los hipócritas (fariseos), ellos ayunan los lunes y jueves, vosotros ayunad los miércoles y viernes. 67 Y hasta algunas personas piadosas (Luc_2:37) y algunos fariseos ayunaban todo el año 68. En los días más severos estaba prohibido saludar, y por eso se caminaba con la cabeza baja y, a veces, velada 69. En otros ayunos secundarios se prohibía trabajar, tomar baños, ungirse con perfumes y llevar calzado 70. En este ambiente, todavía había quienes, deseosos de ser vistos por los hombres y cobrar fama de virtuosos por sus ayunos, querían acusar esto en la cara, ensombreciendo ésta y presentándose entristecidos. Este ayuno era total hasta la puesta del sol.
Ante este cuadro exhibicionista farisaico, presenta Cristo el espíritu del ayuno cristiano. Y lo presenta con las hipérboles orientales de contraste.
Cuando ayunen, que se unjan (Mat_26:27; Mar_14:3; Luc_7:46), que laven su cara, que se pongan con apariencia de fiesta, para que los hombres no vean que ayunan, y así reciban su recompensa. Hecho sólo por Dios, El lo verá y premiará. Cristo no quiere decir que, materialmente, lo hagan así, ni que los hombres tampoco lo vean, sino que, con el grafismo hiperbólico usado en todo el sermón del Monte, dice cuál ha de ser el espíritu que ha de informar, en cristiano, la práctica del ayuno.
Cuándo dará Dios esta recompensa, no se dice. Acaso se piense en la escatología final. Aquí está redactado en forma sapiencial. Por eso no se dice ni el cuándo ni su posible pérdida por otras actitudes.

La actitud ante las cosas temporales,
Luc_6:19-24 (Luc_11:34-36; Luc_12:33-34).
En el esquema literario de Mt, no así en Lc, que los trae todos pero en contextos diferentes, se inserta a continuación, en este capítulo 6, lo mismo que en el siguiente, una serie de temas que no tienen ya por finalidad directa, como lo anterior de este capítulo, el espíritu que debe informar las prácticas religiosas en cristiano, sino evocadas por una cierta semejanza de contenido, se expone una serie de temas preferentemente morales: la actitud del cristiano ante diversas situaciones. Acaso Mt los toma de Lc para insertarlos en este programático sermón.

19 No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corroen y donde los ladrones horadan y roban. 20 Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen y donde los ladrones no horadan ni roban. 21 Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. 27 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estará luminoso; 23 pero, si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas; pues si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué tales serán las tinieblas! 24 Nadie puede servir a dos señores, pues o bien aborreciendo al uno, menospreciará al otro, o bien adhiriéndose al uno menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

1) v. 19-21. Que los hombres no alleguen tesoros en la tierra. La escena evoca una de aquellas casas de Palestina, y acaso pobres. En cofres y arcones se guardaban telas, trajes, tejidos valiosos; también en lugares más disimulados de la casa, y hasta ocultas en tierra y guardadas en cajas o en jarras, v.gr., como en Qumrán, se guardaban cosas valiosas: monedas, joyas, lo mismo que alimentos y todo tipo de grano. Todo esto guardado con esmero está expuesto a la pérdida o destrucción.
La polilla acribilla los tejidos (Luc_12:23). Lo mismo les causa otro elemento que destaca Mt: âñþóéò. La Vulgata lo traduce por aerugo, que, ordinariamente, significa orín o herrumbre, pero que también significa, en Plinio, un gorgojo que roe el grano 71. En Malaquías (Luc_3:11) es la langosta, pero aquí no está en situación, a no ser que se la suponga atacando a los graneros y destruyendo alimentos y frutas. Etimológicamente significa comer, y derivadamente, corrupción, erosión, destrucción. Si por paralelismo a polilla pediría otro tipo de gusano destructor, también puede traducirse por herrumbre, ya que se puede referir a la destrucción de objetos e hipotéticos tesoros metálicos. Pero ello es cuestión muy secundaria para la enseñanza teológica de Cristo.
Por fuera también todos esos tesoros se hallan amenazados. Los ladrones los pueden robar fácilmente, horadando las casas palestinas, hechas de argamasa y adobe (Eze_12:5). Claro ejemplo es el paralítico al que descuelgan por el techo, hecha una abertura (Mar_2:3.4). Hasta aquí se expone el aspecto antiutilitarista de estos tesoros.
De esta imagen, se eleva el pensamiento a la consideración religiosamente utilitarista de los verdaderos afanes. Para seguridad hay que atesorar valores en el cielo. Se lee en los apócrifos Salmos de Salomón: El que obra la justicia atesora vida para sí mismo junto a Dios 72. Y en el apócrifo Testamento de Leví (Mar_13:5) se lee: Haced justicia, hijos míos, sobre la tierra, para que tengáis un tesoro en el cielo. El v.21 se une lógicamente con el v.24.
2) v.22-23. Este segundo grupo no tiene una conexión necesaria con lo anterior. En Lc (Mar_11:34-36) tienen un contexto más apto. Posiblemente están fuera del contexto 73. La ausencia de los otros dos grupos en Lc lleva a ello. Tienen aquí el valor de un paréntesis explícito del grupo primera Para atesorar en el cielo hay que tener allí su corazón.
Se ha hecho ver que el logion: el ojo, lámpara de tu cuerpo, es sinónimo de corazón 74, como éste lo es en la psicología primitiva de la conducta del hombre 75.
La lámpara que alumbra al cuerpo es el ojo. Cuando está sano, literalmente simple (áðëïýò), corresponde al hebreo tamim o arameo shelim = perfecto, y, en este caso, sano, es decir, cuando el ojo realiza su función, normalmente todo el cuerpo se ve inundado del beneficio de la luz: Todo tu cuerpo está iluminado. Pero si está enfermo, malo (ðïíçñüò), en sentido físico, inutiliza al hombre, todo el cuerpo está en tinieblas. Rabí Elie-zer distinguía el camino bueno y malo según que el ojo era bueno o malo, es decir, que el hombre fuese benévolo o envidioso 76. El ojo malo se lo usa como sinónimo de ambición, rivalidad, alevosía, egoísmo.
Si la conducta del ser humano está enferma, si ese ojo que es la luz que hay en ti, que debía iluminar con la luz de Cristo la vida moral, es tiniebla, el hombre estará situado en tinieblas morales. Y si lo que es luz es en él tinieblas, ¡cómo será esta moral en él! Llevará al mayor extravío, al hacer poner el corazón en lo que no es el verdadero tesoro (Rom_1:18ss).
Con este tema de la simplicidad y del ojo se describe la integridad, en el sentido de su total y exclusiva obediencia a los mandamientos de Dios; con estos elementos aparece extraordinariamente destacada en el Testamento de los Doce Patriarcas (C. Edlund). Parte de estos testamentos está dedicada al tema de la simplicidad/integridad. Hoy se piensa que esta obra es eseniana (M. Philonenko), e incluso obra de un esenio convertido al cristianismo (Daniélou). Así el hombre con esta simplicidad permanece en la luz cristiana.
3) v.24. El v.24 se entronca, cerrando el paréntesis, con el v.21: Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. Está basado en la psicología del corazón humano y de la legislación oriental judía. La formulación tiene el extremismo oriental. No se habla de ciertas, aunque imperfectas, incompatibilidades, v.gr., una imperfección compatible con un fundamental amor a Dios. Literariamente se presenta un siervo entregándose totalmente a un señor; su voluntad es la de éste. Esto le impedirá servir a otro totalmente. El siervo no tiene más que la voluntad de su amo.
Aún se acusa más el extremismo de incompatibilidades, amará a uno y odiará al otro. Esta formulación hebraica no significa odio propio, sino no amar o amar menos (Mat_10:36.37; cf. Luc_14:26; Rom_9:12). Y Cristo saca la enseñanza: No se puede servir a un tiempo con verdadera servidumbre totalitaria de afanes a Dios y a Mamona. Esta aparece así como el injusto y enemigo del hombre.
Esta palabra (heb. = mamón; aram. = mamona') es precisamente la transcripción de la forma aramea 77 y es la personificación de la riqueza; y en el judaísmo tardío generalmente mal adquirida.
En la literatura rabínica designa los bienes materiales, aunque no el cuerpo humano, objeto del derecho civil 78. No se puede servir a Dios y a las riquezas. Ni psicológica ni religiosamente esto es posible. El corazón ha de estar totalizado en Dios.
Los v. 19-21 y el 24 vienen a ser literariamente una inclusión semita.

Confianza en la Providencia,
Rom_6:25-34 (Luc_12:22-31).
25 Por esto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, sobre qué os vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? 27 ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su vida un solo codo? 28 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Mirad a los lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan. 29 Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? 31 No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? 32 Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. 33 Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. 34 No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán.

Pasaje común a Mt-Lc, aunque en contextos completamente distintos. Acaso la parábola con que Lc la precede sea primitiva, y Mt lo separó para su tema; si no, procede de otra fuente. En todo caso, en Lc la parábola tiene por tema la avaricia (Luc_12:15ss). En Mt, sugerido por contraste con las riquezas. ¿No ha de haber solicitud por los bienes necesarios de la tierra? Sí, pero sin demasiada solicitud, pues hay Providencia. Literariamente está estructurado con una mezcla de inclusión semita alternada: una especie de construcción envolvente.
La enseñanza es clara: no es negar la solicitud por las cosas necesarias o convenientes a la vida alimento, bebida y vestido , sino lo que se censura es el afán desorbitado por aquellas que impidan atender a las exigencias del reino. No se promete venir, milagrosamente, a proveer de sustento o cubrir así las necesidades de los hombres. La enseñanza se halla encuadrada en la línea de contrastes extremistas, constantemente usados en el sermón de la Montaña. No se contrapone lo más a lo menos, sino una cosa se contrapone a otra en forma rotunda y exclusiva. Esto exige una interpretación justa de esta mentalidad oriental. Y contraprueba de ello son los años de trabajo de Cristo en su vida oculta de Nazaret, lo mismo que, al encontrarse sediento, pide agua a la Samaritana (Jua_4:7). Como también para usos y previsiones del grupo apostólico había una caja común de bienes (Jua_13:29).
Aparte de la enseñanza escueta, hay una argumentación a fortiori, uno de los argumentos más usados y estimados en los medios rabínicos 79 para probar lo que implícitamente decía en su enseñanza: que hay Providencia. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Las aves no siembran ni guardan, previsoras, alimento en sus graneros, ni los lirios hilan ni trabajan para vestirse, ni con preocupaciones se prolonga la vida, y, sin embargo, Dios alimenta las aves, viste los lirios y prolonga la vida del hombre. ¿No hará mucho más Dios con vosotros, hombres de poca fe? El Padre sabe de lo que hay necesidad.
Que se busque primero el reino y se cumplan sus exigencias, y Dios proveerá por mil medios al desarrollo de la vida, pues cuida del hombre. La gran lección, después de buscar primero el reino y su justicia es ésta: ¡Hay providencia sobre la vida!
Es lo contrario de los gentiles, que no la conocían, sino al Hado o la Fatalidad, pero no al Dios Padre providente. Ni puede argumentarse que muchos pájaros mueren de inanición o frío, y nosotros no nos podemos estrechar hasta ese término. Este planteamiento son sutilezas al margen del ambiente y argumentación. Pues el tema es la providencia de Dios, que ¡existe! 80, y la formulación es sapiencial, y habla del suceder normal y según la naturaleza de las cosas. También en el plan de Dios están las catástrofes humanas, a pesar de las previsiones de los hombres.
Los lirios (ôá êñßíá) de los que aquí se habla han sido vertidos por la Vulgata por lilia agri. Se ha propuesto identificarlos con las anémonas, asfódelos, con lalilia cándida, hasta con el narciso (tazetta) no cultivado, que se encuentra en las llanuras palestinas 81.
El lirio, como el hebreo shushan, se aplica a muchas especies. Acaso esté, imprecisamente, por cualquier flor campestre (Mat_6:30; Luc_12:28).
La frase ¿No hará mucho más con vosotros (hombres) de poca fe? es término en uso. En la literatura talmúdica, a los hombres de fe se les contraponen los pequeños de fe (qetanne amánah) 82.
Los gentiles que no tienen fe se afanan por eso. Citar a un judío la conducta de un gentil, equiparándole a ella, era su mayor censura. Se los cita afanados por todas las cosas de la vida, porque no conocen la providencia de Dios, nuestro Padre.
¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su çëéêßá un solo codo? El codo (ðÞ÷õò) egipcio, que era el usado probablemente por los hebreos en esta época, equivalía a medio metro. La palabra griega usada para indicar que no se le puede añadir un codo pone helikía, que puede tener dos sentidos: estatura o edad. Las versiones antiguas lo interpretaron de estatura. Sin embargo, esto va contra la finalidad de la comparación. Añadir un codo medio metro a una estatura significa mucho, cuando lo que se quiere decir es que por mucho cavilar no se puede añadir nada apreciable; por tanto, se supone un término de comparación mínimo. De aquí que esta palabra hay que interpretarla de edad. Un codo de tiempo que se, añadiese a una vida no era, en realidad, nada. Es el sentido que aquí conviene. Es verdad que el codo es una medida de longitud y no de tiempo. Pero puede tener valor metafórico, como en el salmista, que dice hablando de la vida del hombre: Has reducido a palmos (tepahoth) mis días (Sal_39:6). Y un palmo, como medida metafórica, añadido a la vida de un hombre no sería nada.
En la expresión: Buscad primero el reino., y todo eso se os dará por añadidura, el sujeto de se os dará por añadidura, conforme al uso rabínico, es Dios 83.
El último versículo de Mt (v.34) es omitido por Lc. Esta omisión, lo mismo que el aspecto de sobrecarga que tiene en Mt-Lc sobre la estructura tan ordenadamente semita de esta perícopa, hace suponer que está desplazado en el mismo Mt. El tema de esta perícopa, aunque con cierta semejanza, desarrolla temas distintos. En ella se trata de los cuidados de la vida, en este versículo se trata de afanes de todo tipo. Su unión con lo anterior por la partícula ïõí no tiene más valor que el de una unión literaria.
En el Talmud se lee: No te preocupes por la inquietud de mañana, porque tú no sabes lo que el día traerá 84. Acaso la frase evangélica está tomada del medio ambiente como frase proverbial, y usada como un apéndice al pasaje de la Providencia, para indicar la inutilidad de adelantarse a lo incierto, en paralelo con la sentencia del v.27, que indica que, con cavilaciones, no se alarga ni un codo a la vida. Hasta por utilidad, evítese lo inevitable. Pero no por simple utilitarismo. Encuadrado el versículo en este pasaje de la Providencia, la sentencia cobra una nueva perspectiva. No te preocupes afanosamente, desorbitadamente, por los cuidados del mañana, que ni conoces y acaso ni puedes evitar; y formulado todo ello sapiencialmente. Pero confía en Dios, porque ¡hay Providencia! 85.

1 Zorell, Lexicón col. 847. 2 Séneca, Epist. 19:4. 3 Talmud Jer.: Berakot IX 14b; W. Nagel, Gerechtigkeit oder Almosen? (M 6:1): Vig.Christ. (1961) p. 141-145. 4 Strack-B., Kommentar. IV p.356-358. 5 Jolon, Hypocrites dans l'évangile: Rev. Se. Relig. (1930) 312-317. 6 Strack-B., Kommentar. I p.387ss. 7 Deissmann, Licht vom Osten 2.a ed. p.79. 8 George, La justice áfaire dam le sécret: Biblia (1959) 590-598. 9 Fel t en, Storia dei tempi del N.T. (1932) II p.263-264. 10 Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.121. 11 Joüon, L'évangile. compte tenu du substrat semitique (1930) p.34. 12 Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.74-75. 13 Wunsche, Nene Baitrage. p.82. 14 Séneca, Epist. 31:5; Mart., Epist. 7:60:3; Horacio, Od. I, 2:23n; Tito Livio. I. 11.2: Aputf.YO. Mtam. X.26. 15 Perrella, 7 Luoghi Santi (1936) P.218-228. 16 Votaw, A Dictionary of the Bible t.5 p.32. 17 J. Carmignac, Recherches sur le Notre Ptre (1969) p.22. 18 O.c.: Mal_34:1285. 19 Strack-B., O.C., I P.410. 20 Bonsirven, Le Juda'isme palestinien. (1934) I 138ss. 21 J. Schmid, El Evang. s. S. Mt. (1973)p.I82ss. 21 Lagrange, Le Paternité de Dieu dans ? Anden Testament: Rev. Bibl. (1908) p.481-499. 22 W. Koester, Der Vaíergott injesu Leben undLehre: Scholastik (1941) 481-495; P. I. Malevez, L'église, Corps de Christ: Recher. Scien. Relig. (1944). 23 Lagrange, Evang. s. St. Matth. (1927) p.127. 24 Strack-B., o.c., I p.393ss. 25 Strack-B., Kommentar. I p.408-410; Bonsirven, Textes. n.188-189. 26 Bonnard, L'évang. s. St. Matth. (1963) p.83. 27 Strack-b., o.c., i p.408-410. 28 Durrwell, La resurrection de Jesús, mystere de Salut p.!75ss. 29 J. Alonso, El Padre nuestro (1954) p.52; cf. El Padre nuestro en el problema general de la escatología: Miscelánea Comillas (1960) 5ss. 30 Lebreton, La vida y doctrina., vers. del franc. (1942) II 61 nt.43. 31 Lagrange, Le Messianisme. (1909) 148ss. 31 G. D. Kirpatrick, The Ongins of the Cospel according to St. Matthew (1946). 32 Bonnard, o.c., p.84-85. 33 Bonsirven, Lejuda'isme. (1934) I p.l 89-19 l;Dirf. Bibl. Suppl. I art.Apoca-lyptique 334-335. 34 Jacquenin, La portee de la troixieme demande du Pater: étud. Théol. Louv (1943) 61-76. 34 Zorell, Bíblica (1925) p.321ss. 35 Fr. Preisigk, Sammelbuch Gnechischer Urkünden aus Aegipten (1915) I 522 n.5224; Zorell, Bíblica (1925) p.321ss; Lexicón graecum N.T. (1931) coL489-490; Bauer, Griechischdeutsches Worterbuch zu. N.T. (1937) col.493-494; Hec_16:11. 36 Mal_26:43. 37 Blass-Debrünner, Grammatik des neut. Griechisch (1931)Mal_123:1; Debrünner, Theologische Bláter (1929) p.222ss.249. 38 Mal_26:43. 39 MG 67:280. 40 Cf. Votaw, Dictionary of the Bible V 37. 41 Blass-Debrünner, Grammatik des neut. Griechisch (1913) 123:1. 42 Bauer, Griechisch-deutsches Wórterbuch zu. N.T. (1937) col.493-494; Zorell, Lexicón graecum N.T. (1931) col.490. 43 J. Alonso, o.c., p.71; J. Coppens, Notes d'exegese. La quatríeme demande du Pater: Eph. Theol. Louv. (1930) 292-298. 43 ML 1:1262-1263. 44 Mal_4:548. 45 Mal_26:43. 46 MG 38:381.389. 47 J. Alonso, Padre nuestro (1954) p.78-82. 48 Strack-B., Kommentar. I p.241. 49 Lebreton, La vida y doctrina. vers. del franc. (1942) II p.64 nt.48. 50 Chase, The Lord's Prayer in the Early Church p.54-57. 51 Enchir. 116. 52 De Orat. XXX 1. 53 benoit, L'évang. s. St. Matthieu, en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.7-12. 54 De sermone Domini in monte II 9: Mal_30:1282. 55 san hilario, in Psalm. 118. 56 J. Heller, Die Sechste Bitt des Vaterunsers: Zeit. Kath. Theol. (1901) 85-93. 57 Strack-b., o.c., i p.422. 58 J. Alonso, o.c., p.96.97.99. 59 2Ti_4:18; cf. Zorell, Lexicón graecum NT. (1931) co 1.1103-1104. 60 Zorell, Lexicón graecum í. Ô. (1931) col. 1104. 61 ML 2:105. 62 Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.410; J. B. Bauer, Libera nos a malo; VD (1956) 12-15. 62 Zorell, o.c., col. 1180. 63 J. Alonso, Padre nuestro (1954); El problema literario del Padre nuestro: EstBíb. (1959) 63-75; J. De Fraine, Oraison Dominicale (Mat_6:9-13; Jue_11:2-4): Dict. Bibl. Suppl. (1960) 789-800; J. Jeremías, Das Vater-Unser im Lichte der neueren Forschung (1962); ALLEN, The Lord's Prayer (1963); M. D. Goulder, The Composition of the Lord's Prayer: The Journ. of Theolog. Studies (1963) 32-45. 64 Dalman, Realencyklopadie VII 16. 65 Taanith 1:4-6. 66 Taanith 2:9. 67 Didaje VIII 1; cf. Funck, Paires Apostolici (1901) I p.18. 68 Schürer, Geschichte des jüdischen. II 573. 69 Sota 12.a. 70 Taanith I 6; Felten, Storia dei tempi del N.T., vers. ital. (1932) II p.264-266. 71 R. Miguel, Dic. latino-español etimológico (1887) p.29 h.b. 72. de Salomón IX 9. 73 Dalman, Logia Jesu 59ss. 74 Conny Eddund: Rev. Bib. (1943) 603-605. 75 Strack-B., o.c., I p.431ss. 76 Aboth II 9. 77 Sobre las varias etimologías propuestas, cf. STR.-B., I p.434. 78 Bonsirven, Texíes rabbiniques. (1955) n. 1839.1865.2004; cf. p.745 pal. Mammón. 79 Bonsirven, Le judatsme. (1934) I p.296ss. 80 Lebreton, La vida y la doctrina de. (1942) I p. 196-197. 81 L. Fonck, Streifzüge durch die biblische Flora: Biblis. Stud. (1900) p.35ss; cf. W. Pesch, Zur Exegese von Mt 6 19-21 und Luc_12:33-44 : Bibl. (1960) 106-129. 82 Strack-B., Kommentar. I p.439. 83 Strack-B., o.c., I p.443. 84 Sanhedrin lOOb. 85 J. B. Griffiths, Wisdom about Tomorrow (Mat_6:34): Harvard Theological Re-view (1960) 219-221.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 06

3. LA VERDADERA JUSTICIA EN LAS BUENAS OBRAS (6,8).

A continuación también se trata de la verdadera justicia (5,20). Los ejemplos precedentes mostraron cómo la antigua ley debe cumplirse en el nuevo espíritu. Ahora Jesús habla de los tres ejercicios especialmente apreciados de la práctica religiosa: la limosna, la oración. el ayuno. En ellos pueden expresarse la verdadera adoración de Dios y la verdadera justicia, si se hacen con el espíritu adecuado. Pero también puede suceder lo contrario, si se convierten en formas puramente externas o tal vez sirven al egoísmo del hombre. Jesús descubre la conducta hipócrita y señala con claras palabras el camino certero.

1 Tened cuidado de no hacer vuestras buenas obras delante de la gente para que os vean; de lo contrario, no tendréis recompensa ante vuestro Padre que está en los cielos.

Con mirada perspicaz descubre Jesús la oposición entre la verdadera y la falsa práctica de la justicia: ¿Se practica la justicia al hombre o por amor a Dios? Detrás de las obras piadosas se oculta un sentimiento que busca el propio yo. Este sentimiento, en vez de buscar la aprobación de Dios, busca la alabanza de los hombres; en vez de esperar la recompensa sólo de Dios, aguarda la recompensa de los hombres. Lo que quizás puede aparecer como envanecimiento inofensivo o debilidad demasiado humana, pero perdonable, no es en último término culto divino, sino servicio prestado a los hombres. Pero entonces el conjunto se desvaloriza y se vuelve huero. La verdadera adoración de Dios sólo puede estar dirigida al mismo Dios y a la recompensa por él prometida. Cualquier mirada de soslayo a la alabanza o a la censura de los hombres falsea esta pura dirección. No se dice que una buena obra solamente deba hacerse por amor de la recompensa divina, sino que la recompensa se otorga espontáneamente, si se tenía este sentimiento acendrado (Cf. lo que se dice en 5, 12 y 5,46).

a) La limosna (Mt/06/02-04).

2 Por tanto, cuando vayas a dar una limosna, no mandes tocar la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para recibir el aplauso de los hombres; os lo aseguro: ya están pagados. 3 Cuando vayas a dar una limosna, que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te dará la recompensa.

El que da limosna no se exonera de una apremiante obligación social con un parco donativo. Antes bien sabe que sus propios bienes sólo le han sido confiados y que no le han sido dados en plena propiedad. El necesitado y el pobre son miembros de la comunidad exactamente igual que él, y tienen los mismos derechos que cualquier otra persona. La solicitud por los pobres es piedra de toque para una adecuada orientación social. Así lo han machacado infatigablemente los profetas en sus conciudadanos. Pero en último término esta solicitud por el indigente no debe provenir tan sólo de una compasión humana y de la responsabilidad social, sino que debe estar dirigida a Dios. Porque él es el padre de todos los hombres. Su voluntad es que nadie continúe en la penuria, sino que sea recibido con misericordia por los hermanos, porque Dios también se compadece de todo el pueblo.

Pero incluso cuando el hombre da limosnas por amor de Dios, no queda exento de peligros. Precisamente entonces está al acecho el peligro del egoísmo. Jesús tiene ante su vista personas que se jactan y hacen alarde de su gasto, publican en voz alta el importe del dinero o el valor de un donativo. Quieren granjearse la alabanza de los hombres y ser elogiados como bienhechores. Su nombre debe divulgarse en voz baja de boca en boca: Ved cuánto bien hace.

Jesús no acepta el camino agradable: lo que haces, debe quedar en secreto. Si nadie lo llega a conocer, tú mismo en cierto modo no lo sabes o lo olvidas en seguida («no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha»), entonces tienes seguridad de que tu obra fue hecha por Dios. No te preocupes de que tu obra sea olvidada o no encuentre ningún reconocimiento. Dios también contempla lo oculto; para él no hay ninguna zona inaccesible, conoce los deseos más íntimos de tu corazón. Conoce exactamente tu sentimiento y según él pesa el valor de tus actos. El que busca la alabanza de los hombres, ya ha recibido su recompensa, una recompensa escuálida, terrena, y ya no tiene que esperar ninguna otra. Ya «ha liquidado». Recibe recompensa el que obra el bien por amor de Dios con sencillez y sin ser advertido.

b) La oración (Mt/06/05-15).

El próximo ejemplo es la oración. Primero Jesús habla de la oración de la misma manera que de la limosna: la oración hipócrita, hecha ante los hombres, y la oración con espíritu de verdadera justicia (6,5-6). Siguen unos versículos sobre la locuacidad verbosa en la oración (6,7-8). Se explica el verdadero espíritu de la oración con el ejemplo y modelo que el mismo Jesús ha enseñado: el padrenuestro (6,9-13). A la petición de que su perdone la culpa, el evangelista finalmente añade unas palabras sobre el perdón recíproco de los hombres, las cuales para san Mateo tienen una particular importancia (6,14-15).

5 Y cuando os pongáis a orar, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar erguidos en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse ante la gente. Os lo aseguro: ya están pagados. 6 Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te dará la recompensa.

En la oración, el hombre reconoce a Dios y le manifiesta su sumisión. El que ora, confiesa que Dios es el Señor de su vida. No es propiamente un «ejercicio piadoso», que también forme parte de la vida, y deba hacerse acá y allá. En la oración el hombre se vuelve expresamente a su origen. En esta acción tan excelsa, de la que el hombre es capaz, puede introducirse furtivamente el veneno del egoísmo. Sucede como en las limosnas: por medio del resabio de la vanidad y del afán de alabanzas no sólo se disminuye el valor, sino que se trastorna el conjunto. La dirección hacia Dios se desvía y se vuelve al hombre. Es un trastorno interno de lo que propiamente se intentaba. En vez de buscar a Dios se busca al hombre. Jesús no hace una caricatura, cuando describe así a los que tienen esta intención: Gustan de orar erguidos en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse ante la gente.

Jesús indica un camino seguro, que preserva de la ilusión y de la vanidad: Entra en tu aposento y cierra la puerta. Allí donde no mira ningún ojo humano, puedes mostrar que sólo buscas a Dios. Jesús no quiere decir que en el aposento, en la habitación familiar, tranquila, Dios esté más cerca que en cualquier otra parte, por ejemplo en el mercado, entre la gente o en la asamblea del culto divino. Dios está presente en todas partes y en todas ellas debe ser encontrado. Aquí solamente se trata de que la oración esté exenta de toda mezcla de egoísmo. El que ha aprendido a hacer así la verdadera oración «en el aposento», está seguramente en condiciones de permanecer en oración fuera, en las calles y en la agitación de la vida cotidiana. También asiste al culto divino con la conveniente actitud. No ha de temer que los demás interpreten su piedad como hipocresía. Dios también contempla lo que está oculto, conoce la verdadera intención y tiene preparada la recompensa para el que no la ha buscado...

7 Cuando estéis orando, no ensartéis palabras y palabras, como los gentiles; porque se imaginan que a fuerza de palabras van a ser oídos. 8 No os parezcáis, pues, a ellos, que bien sabe vuestro Padre lo que os hace falta antes que se lo pidáis.

Estos dos versículos contienen pocas palabras, pero están escogidas con acierto y van dirigidas al blanco. A fuerza de palabras, prodigando discursos, es una expresión acertada para la oración a los dioses en el ambiente pagano. Entre los gentiles también hay oración auténtica y profunda, impregnada de puro fervor religioso. Pero la apariencia exterior predominante es un torrente de palabras. No se invoca a los dioses sólo con un nombre, sino con innumerables nombres y títulos, antes de exponer lo que se desea. No es raro que se empleen unos 50 nombres y títulos. Tras ellos está lo que Jesús observa de una forma concisa: creen que son oídos más rápida y seguramente, si prodigan palabras. Se pretende persuadir a los dioses, atraer su atención a gritos; más aún, llegar a cansarlos y obligarlos. Para Jesús esta manera de orar merece el calificativo de pagana. Dios quiere poseer el corazón y todo el hombre, y eso no se puede comprar con una piadosa verborrea. Su precepto es muy sencillo: No os parezcáis, pues, a ellos. Tras este precepto resplandece la imagen de Dios de una forma llana y conmovedora: vuestro padre sabe lo que os es preciso, antes que se lo pidáis. Pero no con la mirada fría y crítica de un filósofo o de un investigador de la naturaleza o tal vez con la exactitud inexorable de un microscopio. Dios nos contempla como Padre, con mirada de amor. Sabe exactamente lo que nos falta. No es menester que lo expongamos prodigando palabras, para atraernos su atención. Y viceversa: estos conocimientos de Dios no hacen que nuestra oración sea superflua. Queda en poder del individuo darse cuenta de su necesidad ante Dios, y pedir lo necesario. Pero cordial y brevemente, con leal entrega y pura confianza. Con un ejemplo, que siempre será nuestra más valiosa y rica oración. Jesús nos muestra cómo se hace esta petición.

EL PADRE NUESTRO (6,9-13).

9 Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Después de lo ya expuesto, entendemos más fácilmente lo que quiere decir en labios de Jesús la salutación «Padre nuestro». Este es, de forma especial, su Dios, el Dios que Jesús anuncia. Sin duda también es el Dios de Israel, el Dios «de Abraham, de Isaac y de Jacob», pero revelado de un modo nuevo como Padre. El padre es el origen y al mismo tiempo el protector solícito. Al padre se dirigen la confianza filial y el profundo y humilde respeto. Es autoridad, pero nunca sin amor. Jesús distingue del padre terreno a Dios añadiendo: Que estás en los cielos. Es una metáfora decir que Dios mora en el cielo. ¿Dónde deberíamos buscar este cielo en nuestro concepto del mundo? El sentido de la metáfora es que Dios está por encima de todas las cosas terrenas, más allá de nuestro mundo visible y ante él. El mundo no es una parte de Dios, pues Dios es un ser completamente distinto. La proximidad filial al padre nunca pierde el profundo respeto. Y el Dios santo, que es completamente distinto, se nos acerca de tal modo, que le podemos llamar Padre.

La próxima locución: Santificado sea tu nombre, hay que entenderla uniéndola con la salutación. Es la primera frase que se presenta al que ora, la frase de la alabanza del glorioso nombre de Dios.

10 venga tu reino; hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra.

Ahora empezamos los ruegos que con pocas palabras denotan lo que realmente es necesario. En primer lugar: Venga tu reino. Este es el gran ruego del discípulo. El reino de Dios debe manifestarse, Dios debe ser realmente EL Señor del mundo y debe producir y perfeccionar lo que Jesús ha empezado. El ruego está encaminado al fin, a la última perfección del mundo después del gran juicio. La primera y más urgente solicitud del discípulo es que Dios sea rey. Nuestro anhelo se dirige a este objetivo. Se tiene que vivir profundamente en Dios, se tiene que haber penetrado con la mirada a través del estado actual del mundo En toda su grandeza y hermosura. La petición sobre el reino se refiere al tiempo presente mediante la próxima frase. Si rogamos que la voluntad de Dios se realice en la tierra, como ya se lleva a cabo en el cielo, luego también debe suceder algo en nuestro tiempo. Dios mismo puede cuidar de que su voluntad sea llevada a término y sea cumplida. Los hombres hemos de abrazar esta voluntad reclamante que procede de Dios, y hemos de identificarla con nuestra propia voluntad. O bien, cuando queremos lo que Dios quiere, entonces ya se realiza el reino de Dios aquí en la tierra. El primero y el principal que actúa es Dios, ya que la introducción del reino es asunto propio de Dios. Pero el hombre no está descartado ni es tan sólo un espectador pasivo. Las facultades propias del hombre son invitadas a hacer la voluntad de Dios, y convertir así a Dios en el Señor de su propia vida...

11 Danos hoy nuestro pan cotidiano; ...

Dios sabe lo que nos es preciso antes que se lo pidamos (cf. 6,8). Por tanto basta la sencilla petición del pan suficiente para este día. No pedimos riqueza ni propiedades, ni la abundancia de bienes terrenos, con los que nos podríamos asegurar el tiempo futuro; pedimos lo que necesitamos, lo que nos es indispensable para vivir, para la familia. Una mirada al mundo muestra cuán realista y necesaria es esta petición, ya que son innumerables los que ni siquiera tienen lo más perentorio. La petición es sobre todo necesaria para el discípulo, que se ha dedicado por completo al servicio del reino. Su primera preocupación es la causa de Dios, y así confía en que Dios también le dará lo necesario para la vida.

12 y perdónanos nuestras deudas, como ya nosotros perdonamos a nuestros deudores.

La próxima frase de la oración pide el perdón de nuestras deudas, propiamente -en la imagen fácil de retener- el perdón de las «deudas» pecuniarias. Sólo que aquí esta petición está condicionada. Jesús presupone que hemos ejercitado el perdón mutuo y que nos hemos perdonado nuestras recíprocas faltas. Lo que para Jesús parece evidente y la oración sólo puede ser dirigida a Dios a partir de esta certidumbre, aquí explícitamente expresada, que nos acucia en nuestra propia carne. Dios no nos lo otorga todo gratuitamente, ni reparte su gracia por así decir sin orden ni concierto. Solamente está dispuesto a tomar la carga de lo que le debemos si hemos hecho lo mismo entre nosotros. Pero entonces también sucede de hecho que podemos esperar el perdón con seguridad. Lo que en este ruego se pide a Dios, quizás es lo mayor, en cuanto se refiere a nuestra vida privada. Porque el pecado es el lastre más gravoso de nuestra vida. Así nos lo enseña nuestra propia experiencia. Sobre todo el hombre sabe que por sí solo no puede liberarse de esta carga. Necesita del médico, que es superior a él y le cuida la llaga con mano suave, sin que pueda pagar los honorarios. Sólo Dios es este médico, que no se cansa de estar dispuesto a purificarnos y curar nuestras enfermedades. En último término esta petición dirige la mirada al fin: entonces se corrobora una vez más que estamos diariamente, a través de toda nuestra vida, como culpables ante Dios. Allí esperamos la gran misericordia de Dios, que todo lo abarca, incluso los pecados que nos son desconocidos, nuestros vínculos inconscientes con la culpa, los escándalos que hemos dado a otros involuntariamente, toda la deuda de la confusa historia, de nuestros padres y pueblos. ¿Qué sería de nosotros sin esta esperanza?

13 y no nos lleves a la tentación, sino líbranos del mal.

La cuarta petición es doble. La segunda frase continúa la primera y la aclara. Rogamos a Dios que no nos lleve a la tentación, al peligro de pecar. Difícilmente se concibe que pueda pedirse que seamos preservados de las tentaciones del mundo en el sentido usual. Esta preservación es imposible, ya que vivimos en medio del mundo. Tampoco nos conviene, ya que por medio de las tentaciones debemos ser confirmados. Aquí se trata de una tentación muy determinada. Es la misma, para la que Jesús fue llevado al desierto: la tentación de la apostasía, de la recusación de Dios, es decir, en último término la de reconocer la soberanía de Satán en vez de la soberanía de Dios. Jesús ha salido airoso de esta tentación, y ha sido probado en ella. Pero ya para los apóstoles Jesús tiene que rogar que no entren en la tentación en la hora amarga del huerto de los olivos (26,41). Aquí se trata del conjunto. Nuestra petición de ser protegidos contra esta gran tentación tiene que ser apremiante y sincera. Con todo ignoramos si podemos resistir a la tentación y si somos capaces de hacer frente a la embestida del adversario. Si todavía nos mantenemos firmes en la gracia de Dios, puede ser debido a que ha vuelto a atender nuestro ruego manifestado muy a menudo.

Sino líbranos del mal. Este ruego concluye la oración y la resume, y con él se completa el ruego de la venida del reino. Porque este reino todavía no llegó o no ha seguido adelantando, porque se le opone el poder del mal. Y el reino permanecerá así, hasta que este poder sea definitivamente quebrantado. Está muy por encima de nuestras posibilidades ser liberados de este poder. Sólo Dios puede liberarnos. Se va extinguiendo en la obscuridad la oración que empieza de una forma tan familiar y luminosa. Cada palabra tiene su peso, cada petición su necesidad especial. Se tienen que ponderar en el corazón a menudo estas palabras y hacer que su espíritu penetre profundamente. Pero también se deberían medir con la oración del Señor nuestras restantes súplicas y ruegos. Preguntarse si los deseos expresados por Jesús también figuran en nuestras otras oraciones. Preguntemos también si nuestra oración está impregnada por el mismo amplio espíritu. Aquí se da la medida.

14 Porque, si perdonáis a los hombres sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial; 15 pero, si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras faltas.

Aquí se formula como una ley lo mismo que antes se había manifestado en la tercera petición. El lenguaje es el que se usa en las leyes. Los pensamientos están ensamblados con rigor y se excluyen unos a otros. Primero se presenta el caso positivo, luego el negativo: «Si perdonáis a los hombres... si no perdonáis a los hombres.» Las dos veces se hace depender la acción de Dios de la nuestra. No hay ningún hueco ni ninguna excepción. La parábola del siervo despiadado explica estas palabras de una manera impresionante (18,23-35). Los labios de Jesús pronunciaron pocas palabras tan inflexibles y terminantes como éstas. Una comunidad no puede vivir de forma realmente cristiana, si esta ley no está profundamente grabada en el corazón de ella y si no determina su acción. No podemos abrir la boca para pedir perdón a Dios, si todavía estamos endurecidos con otra persona y no nos hemos reconciliado con ella.

c) El ayuno (Mt/06/16-18).

16 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que adrede se desfiguran el rostro, para hacer ver a la gente que están ayunando; os lo aseguro: ya están pagados. 17 Tú, en cambio, cuando estés ayunando, úngete la cabeza y lávate la cara, 18 para que la gente no se dé cuenta que estás ayunando, sino tu Padre que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará la recompensa.

En el tiempo antiguo el ayuno era para todo el pueblo. Los pecados que se han hecho en Israel, no sólo son faltas personales de individuos, sino culpa que grava todo el pueblo. Todos deben ayunar para dolerse de los pecados y hacer penitencia. Hay ciudades prontas para la penitencia, que aceptaron el llamamiento y se convirtieron, como incluso la ciudad pagana de Nínive por la predicación del profeta Jonás (cf. Jon 3). La caída de Jerusalén, asaltada por el ejército babilónico es un castigo del pueblo que se ha negado a hacer penitencia. El individuo también podía ayunar privadamente por sus propios pecados o en representación del pueblo por los pecados del mismo. El primer sentido de nuestra cuaresma es que todo el pueblo de Dios ayuna para hacer penitencia, como señal de arrepentimiento y en representación de los demás. Los fariseos tenían un alta estima del ayuno voluntario, y lo practicaban con diligencia. Pero por otra parte ¡qué trastorno del verdadero sentido del ayuno! Quieren hacer penitencia ante Dios y mostrarle su disposición a convertirse. Pero lo que debe dirigirse solamente a Dios se convierte en espectáculo ante la gente. Todos deben ver cómo se consumen de pena y se contristan. Ponen una cara de santurrón y desfiguran el rostro, cubren de ceniza la cabeza, van dando vueltas con vestidos gastados: una exhibición que no puede ser más ridícula. Puesto que esperan la alabanza de la gente, han recibido ya su recompensa y no tienen que esperar ninguna otra. Jesús no reprueba el ayuno, ni tampoco el que se practica voluntariamente. Puede ser expresión auténtica del deseo de hacer penitencia. Pero el que ayuna debe ungirse la cabeza y lavarse la cara. La gente no debe notar lo que él hace. Exteriormente debe aparecer con un aspecto normal, con un exterior aseado y con semblante alegre. Entonces está garantizado que la dirección hacia Dios no está desbaratada por la dirección hacia los hombres. Lo que así permanece oculto, será visto y recompensado por Dios, porque Dios también contempla lo que está escondido, conoce los deseos del corazón, la pureza de intención y la renuncia a la ostentación externa. Estos versículos sobre el ayuno valen para el tiempo en que Jesús, el esposo, está separado de nosotros. Mientras vive con los discípulos y lleva a término la obra de Dios en la tierra, es tiempo de alegría, ya que «el esposo está con ellos. Tiempo llegará en que les quiten al esposo y entonces ayunarán» (/Mt/09/15). Entonces empezará un nuevo ayuno, con la esperanza del regreso del esposo: Es tiempo de tristeza por la separación, pero también es tiempo para prepararse, tiempo de reparación por los pecados propios y por todos los pecados del mundo, tiempo de la espera vigilante y del humilde servicio del esclavo, hasta que de hecho se celebren las bodas del Cordero con su esposa, la Iglesia (Rev_22:3 ss). Nuestro ayuno conoce formas distintas de las que eran usuales entre los judíos de aquel tiempo, entre los antiguos cristianos y también en la edad media. La índole adecuada al tiempo, de nuestro ayuno, también debe medirse con esta instrucción de Jesús. También aquí está al acecho, precisamente entre los «piadosos», el peligro de la hipocresía y de servir a los hombres. Solamente podemos estar seguros de ayunar ante Dios, si evitamos cualquier mirada de soslayo al prójimo y nos gusta quedar ocultos.

4. LA VERDADERA JUSTICIA EN EL SERVICIO DE DIOS SIN RESERVAS (,12).

Se continúa el gran tema de la verdadera justicia. Las secciones precedentes más largas eran interiormente unitarias y estaban claramente divididas. Ahora encontramos instrucciones particulares de Jesús de diversa índole. Todas están consideradas desde un punto de vista, que antes hemos encontrado: la verdadera justicia ha de estar totalmente orientada hacia Dios. Dios es el centro y el objetivo. Esto debe repercutir en todas las cuestiones y ambientes particulares de nuestra vida.

a) El verdadero tesoro (Mt/06/19-21).

19 No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los destruyen, y donde los ladrones perforan las paredes y roban. 20 Atesorad, en cambio, tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre los destruyen, y donde los ladrones no perforan las paredes ni roban; 21 porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.

El afán de poseer es propio de nuestra naturaleza. El hombre dirige su pensamiento y su acción a producir bienes, a adquirirlos y aumentarlos. Pero aquí no se habla solamente de bienes, de cualquier clase de propiedad, sino de tesoros. Con esta palabra se alude a una grande y valiosa propiedad, a extensas fincas, a casas bien construidas, a preciosos ornamentos y a la acumulación de dinero. Por muy seguro y estable que pueda parecer todo eso ¡cómo está amenazado y cuán huera es su supuesta estabilidad! Minúsculos animales pueden destrozar el más rico valor. La polilla roe el precioso vestido de seda, y la carcoma ahueca el armario de excelente madera. Hay quienes se vuelven envidiosos y ávidos, y buscan medios para adueñarse de tales bienes: los ladrones perforan las paredes y roban. Como se gana, así se pierde. Jesús se refiere sobriamente a esta experiencia, que cualquiera puede sufrir. ¡Cuán inútil y sin valor es este afán, cómo se despilfarran las fuerzas por causa de bienes sumamente inciertos e inestables...! Os muestro otro objetivo que es digno del empeño de todas las fuerzas y asegura la estabilidad del valor: Atesorad tesoros en el cielo. Allí se colocan los valores en lugar seguro, ni los insectos destructores ni los ladrones perniciosos pueden hacerles nada. «En el cielo» quiere decir en Dios. Lo que es invertido en Dios, retiene su valor duradero. ¿Qué clase de tesoros son? Ciertamente en primer término la entrega del corazón a Dios. Pero luego también todo lo que el discípulo hace con la intención de servir realmente a Dios. Las «buenas obras» (Rev_5:16), la justicia sobreabundante hasta llegar al amor del enemigo (Rev_5:21-48), también los «ejercicios piadosos» (Rev_6:8), todo eso puede convertirse en el tesoro, si se hace con el debido espíritu. La frase final de nuevo es de una sencillez estupenda: Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Jesús conoce este profundamente arraigado afán de riqueza y valor, en los cuales se busca la felicidad. El corazón, el hombre interior, siempre está interesado en ellos. Si el corazón se queda con los tesoros terrenos y es absorbido por ellos, entonces corre el mismo riesgo de ser destruido que las cosas terrenas. Pero si pasa a los tesoros celestiales y vive con ellos, entonces tiene la perspectiva de estar a salvo con Dios para siempre. Parece casi natural, parece una consecuencia lógica; pero cuán poco natural es pensar y proceder así.

b) El ojo, lámpara del cuerpo (Mt/06/22-23).

22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado; 23 pero, si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo quedará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti son tinieblas, ¡qué densas serán las tinieblas!

Jesús vuelve a partir de una experiencia. El ojo sano o enfermo (incluso ciego) hace que todo el cuerpo resplandezca o esté en tinieblas. Ahora bien, las dos expresiones se matizan mutuamente: el ojo (del corazón) sano es, al mismo tiempo, el ojo bueno, y el ojo enfermo es, al mismo tiempo, el ojo perverso. El ojo corporal es una imagen del corazón, hay que pensar en los dos simultáneamente. En el ojo se refleja todo el hombre, sus pensamientos y reflexiones, la pureza o corrupción de su vida. El ojo es la lámpara del cuerpo, el espejo infalible del alma. Si esta lámpara es luminosa y nítida, entonces también lo es el cuerpo y todo el hombre. Pero si el ojo es malo, corrompido y perverso, si mira con astucia y concupiscencia. entonces todo el cuerpo está en tinieblas. Es un lenguaje en imágenes, que requiere una explicación. Jesús la da en la última frase: Y si la luz que hay en ti son tinieblas, ¡qué densas serán las tinieblas! ¿Qué significa esta frase? El corazón debe estar enteramente dirigido a Dios, vivir en los tesoros del cielo. Entonces todo el hombre está sano. Si el corazón se ha disipado en los bienes terrenos, se ha vuelto espiritualmente ciego, y todo el hombre está en tinieblas. No ve el verdadero bien y anda a tientas. Pero Dios es la luz, hace resplandecer al hombre, que debe brillar ante los ojos de Dios. El hombre enteramente dedicado a Dios, y que es limpio de corazón, ahora ya es un reflejo de la divina claridad. En su tiempo «verá a Dios» (cf. 5,8) con el ojo del cuerpo alumbrado por el amor y la pureza. «Todos vosotros sois hijos de la luz» (1Th_5:5), hijos de Dios, que «os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz» (1Pe_2:9).

c) Verdadero servicio de Dios (Mt/06/24).

24 Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No podéis servir a Dios y a Mammón.

El contraste siempre varía y se llama al discípulo para que tome siempre la misma decisión: tesoros en la tierra, tesoros en el cielo; tinieblas, luz; riqueza, Dios. También aquí penetra una experiencia natural en el ámbito del espíritu. Cada uno en realidad sólo puede servir con todas sus fuerzas a un señor. Pero esto con pleno sentido sólo puede decirse de Dios, que pide todo el hombre y no tolera ningún compromiso. Solamente en Dios tiene validez la alternativa en el pleno sentido; el hombre sabe que sólo Dios puede darnos la salvación...

En todas partes en que se pone en discusión el derecho señorial de Dios, se oculta el maligno. El demonio conoce múltiples formas de oposición y enemistad. De una forma especialmente alevosa se escuda detrás de Mammón. éste representa la propiedad terrena, la acumulación de bienes y tesoros, y de toda clase de posesiones. Pero también conocemos por la experiencia el disimulado poder del oro, el brillo fascinante y la magnificencia cautivadora de los objetos terrenales de gran valor. Para Jesús la riqueza siempre es «injusta», un poder casi demoníaco, que gana el corazón y lo tiene encadenado. El que es víctima de la riqueza, también lo es del diablo. Solamente se puede servir de veras a uno: a Dios, que es la luz de nuestra vida, y en quien están bien guardados los verdaderos tesoros y nuestro corazón.

d) Confianza en Dios (Mt/06/25-34).

25 Por eso os digo: No os afanéis por vuestra vida: qué vais a comer; ni por vuestro cuerpo: con qué lo vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

El que vive confiando plenamente en Dios, como lo han mostrado los tres versículos precedentes, ya no se preocupa por su vida terrena. El siguiente largo pasaje sólo tiene un tema: mostrar la superfluidad de la preocupación terrena a la vista del gran Padre. Esta preocupación se refiere sobre todo a dos necesidades del hombre: la nutrición para mantener la vida y el vestido para proteger el cuerpo. La nutrición, el vestido y el trabajo por conseguirlos no deben ser privados de su valor, como podría suponer un visionario. Lo que aquí se reprueba es la solicitud excesiva por las cosas terrenas, el esfuerzo febril y el celo angustioso, el afán egoísta, en los que Dios no desempeña ningún papel ni es tenido en consideración. Tanto el pobre como el rico pueden ser víctimas de tal preocupación. En primer lugar dice Jesús una frase general: ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Si Dios os ha hecho donación de lo más valioso, de la vida y del cuerpo, ¿no se cuidará también de lo menos valioso? En muchos hombres se produce la impresión de que el sentido de su vida se agota en la consecución de aquellos bienes. Piensan que son dichosos asegurándose la manutención y satisfaciendo estas necesidades: Olvidan que no vivimos «de solo pan».

26 Mirad las aves del cielo: no siembran ni siegan ni recogen en graneros; sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Quién de vosotros, por mucho que se afane, puede añadir una sola hora a su existencia?

Aquí se trata de la primera necesidad, o sea, el alimento, y de la preocupación por el mismo. Es magnífico el ejemplo de la naturaleza, en el que puede comprobarse el gobierno del Padre. Para quien tiene a Dios presente en todas partes y lo ve en acción, la nutrición de las aves no es solamente un hecho de la naturaleza sino un milagro de solicitud paternal. No se cansan en almacenar para tener asegurado el alimento para el tiempo futuro, sino que viven al día: vuestro Padre celestial las alimenta. Si esto ya es verdad en criaturas tan pequeñas, ¿cuánto más en el hombre, cuya vida es incomparablemente más valiosa y está mucho más cercana al corazón del Padre? Dios sabe lo que nos hace falta, antes de que se lo pidamos (cf. 6,8). Nos contempla constantemente, atiende a lo que necesitamos para vivir. Pensar de otra manera no tiene ninguna razón de ser. Dios ha establecido la duración de nuestra vida. Ni siquiera el que se fatiga a porfía y mantiene una actividad febril es capaz de prolongar su propia vida. Debemos poner atención a lo que aquí se nos dice y dejar sin respuesta las cuestiones que no hacen al caso: ¿No hay también animales que construyen depósitos en previsión del futuro? Ciertamente, pero no lo hacen las aves que aquí se toman como ejemplo. ¿Y no se puede alargar la vida viviendo de un modo ordenado y con el auxilio de la medicina? Eso también es verdad, pero no es lo que aquí se considera. Aquí se pretende poner en claro que el que se entrega a la confianza en Dios, sin descuidar lo necesario para sí o su familia, logra el lapso de vida que Dios le ha señalado. Se trata de subrayar la conformidad con el plan de Dios y no de las ventajas puramente terrenales, que nada tienen que ver con él, aunque se trate de una febril prolongación de la vida. ¡Cuántas veces hemos experimentado la verdad de estas palabras! ¿Es igualmente operante esta verdad cuando vivimos en medio del bienestar y la seguridad?

28 Y acerca del vestido, ¿por qué os afanáis? Observad los lirios del campo, cómo crecen; ni se atarean ni hilan. 29 Pero yo os digo: ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. 30 Pues si a la hierba del campo, que hoy existe y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

Viene ahora, en segundo lugar, la preocupación por el vestido. Jesús hace que la mirada del discípulo se dirija de nuevo a la naturaleza, al delicioso jardín de Dios. Dios ha colmado de hermosura incluso plantas silvestres más humildes, como los lirios que crecen en el campo. No solamente las rosas o las dalias de vistosos colores están vestidas bellamente, también las flores del campo, que crecen entre la hierba y están destinadas al pasto o incluso a ser consumidas por el fuego. El prototipo de la brillante suntuosidad y del disfrute cortesano de la vida, el rey Salomón, es un pobre hombre ante esta sencilla belleza. Ciertamente es efímera, es quemada con la hierba, aunque Dios la haya adornado de una forma tan exquisita. El mismo Padre, que gobierna con una solicitud tan pródiga, ¿no tendrá también cuidado de vosotros, para que podáis vestiros decentemente? Sólo habéis de tener la fe, la íntima confianza de que Dios se cuida de veras de esta necesidad del vestido. No seáis hombres de poca fe, que sólo raras veces utilizan su confianza, y la escatiman, que confían poco en Dios, continuamente se le echan en brazos conservando su propia inquietud...

31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué vamos a comer, o qué vamos a beber, o con qué nos vamos a vestir? 32 Pues todas estas cosas las buscan ansiosamente los paganos; porque bien sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todas ellas. 33 Buscad primero el reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.

Estas palabras resumen lo antedicho. En primer lugar los recelosos «hombres de poca fe» preguntan continuamente: ¿Qué debemos comer y beber? ¿Con qué debemos vestirnos? Procede como los paganos quien hace estas preguntas, y espera lograr la seguridad de su vida con el propio esfuerzo. No sabe nada de Dios y de su providencia paternal, y por eso está completamente abandonado a sus propias fuerzas. Pero vosotros conocéis a Dios, él es vuestro Padre celestial. Si lo creéis de veras, entonces también sabéis que él conoce todas vuestras necesidades. Aquí queda completamente claro que Jesús no pretende apartarnos del trabajo para sustentar la existencia terrenal. Sólo nos dice lo que propiamente importa, lo principal en la vida del discípulo: buscad primero el reino (de Dios), lo cual significa aquí prácticamente: buscad a Dios antes que a todas las demás cosas. El que aspira al reino de Dios, se somete enteramente a la majestad soberana de Dios y a su bondad paternal. Pero se añade: Y su justicia. Es la misma justicia, que ya hemos hallado reiteradas veces (Cf. 1, 19; 3, 15; 5, 6; 5, 20), a saber, la justicia que Dios espera de nosotros y que debemos ofrecerle. Es la perfección del Padre celestial, que debe manifestarse en nosotros. La justicia que nos hace aptos para el reino, ya ahora y sobre todo al final. Esto quiere decir que lo más importante no son nuestros propios esfuerzos, sino ser conformados y enardecidos por Dios y su voluntad. En ello deben consistir nuestros anhelos, nuestro pensar y nuestro sentir. Solamente en esto pondrá de manifiesto nuestra propia obra. Entonces no solamente se disminuye la preocupación por nuestras necesidades corporales, sino que Dios ya nos da por sí mismo todo lo necesario. El que está lleno de la única aspiración importante, ya no ambiciona nada para sí. También trabaja, gana dinero, compra; pero para él estas actividades son servicios que presta a Dios. En último término su corazón no vive en dichas actividades... Deberíamos adquirir el valor que se requiere para esta empresa. Los grandes santos, como Francisco de Asís o Juan Bosco, experimentaron reiteradamente que se puede confiar en la palabra de Dios.

34 No os afanéis, pues, por el día de mañana; que el día de mañana traerá su propio afán. Bástele a cada día su propia angustia.

Este versículo está al final como un suplemento, un discreto remate de las graves declaraciones precedentes. No es una excelsa enseñanza sobre Dios, sino un fragmento de sabiduría casera de la vida. Cada día trae consigo una dosis determinada de angustia y fatiga; no deberíamos aumentarla con la preocupación por el día de mañana. A pesar de esta sencillez el versículo muestra que permanecemos en el terreno de la realidad. La renuncia a la preocupación en el sentido indicado por Jesús no significa que seamos sustraídos al esfuerzo y al fatigoso trabajo de cada día, a las mil prácticas siempre iguales, a la monotonía fastidiosa de la vida cotidiana. Todo eso permanece como está. Lo nuevo son los sentimientos del discípulo: su íntima aspiración no está ligada, sino dirigida hacia Dios. Entonces todos los pequeños quehaceres se vuelven ligeros, y son iluminados desde arriba.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)




37 (D) Reforma de las obras de piedad (6,1-18).
(a) Limosna (6,1-4). Los w. 1-18 tratan de tres obras de piedad: la limosna, la oración y el ayuno. Afectan a nuestras relaciones con Dios y constituyen una reforma de las actitu(-)des convencionales. Es una lista típicamente judía, aunque no hay en ella ninguna referen(-)cia al templo; puede inspirarse en Dt 6,5. Tras el versículo introductorio, siguen tres unida(-)des de estructura muy similar 2-4, 5-6, 16-18, que carecen de paralelos entre los sinópticos. Este modelo se quiebra por la inserción de un material más antiguo en los w. 7-15, que in(-)cluye la oración del Señor. Desde el punto de vista formal, se parece a un catecismo. 1. tened cuidado en no cumplir vuestra justicia delante de la gente: Dikaiosyne, «rectitud», «justicia», al tiempo que es una palabra temática del evangelio, conduce, inteligentemente, al tema de la limosna, pues su equivalente arameo sedaqá llegó a significar «dar limosna», como pasó con la palabra «caridad» en español. Re(-)compensa: cf. comentario sobre 5,46. Cf. m'Abot 1,13; Séneca, Ep. 19.4.32: «Quien da publi(-)cidad a su virtud, lo hace no a favor de la virtud, sino para su propia gloria». Todo el texto está interesado en que las relaciones con Dios sean auténticas y personales. 2. dar limosna: Era una acción que estaba bien organizada en el judaís(-)mo antiguo (cf. Moore, Judaism 2.162-79) y se le reconocía un importante valor; cf. mAbot 2,7; mPe'a 1,1. hipócritas: Se trata de un énfasis específicamente mateano en el conjunto de los evangelios, que se convierte en núcleo temático en este texto y en el cap. 23, donde se aplica a los escribas y los fariseos. Originalmente, el griego hypokrités era un término del ámbito teatral, que significaba «actor»; Mt 23 lo aplica a los falsos intérpretes de la Escritura, es decir, a los maestros religiosos que no cumplen con su responsabilidad.

38 (b) Oración (6,5-15). Jesús enseña en los vv. 5-8 que la oración debería ser una sin(-)cera comunión personal con Dios, y que debe(-)ría ser breve, puesto que es para nuestro bene(-)ficio y no para el de Dios, dado que Él ya sabe lo que necesitamos. Esta enseñanza no me(-)nosprecia el culto público en cuanto tal, pues el mismo Jesús participaba en el culto sinagogal (Mc 1,21), y lo incorpora en la oración del Señor, aunque también oraba en privado.

39 9-13. Estos versículos ofrecen un ejemplo de una oración breve, similar a las 18 bendiciones y al qaddish de la liturgia sinagogal, a la que se añade la referencia a Dios co(-)mo Padre (característico de Jesús) y la nota del perdón (cf. Eclo 28,2). Probablemente, Mateo añadió a la forma más primitiva, que se encuentra en Lc 11,2-4 las palabras «nuestro... que estás en los cielos», puesto que veía peli(-)groso el término Abba por sus connotaciones excesivamente familiares. Mateo explica que el reino significa la voluntad de Dios en la tie(-)rra, y completa la última petición con una so(-)licitud positiva de salvación. 9. Padre nuestro en los cielos: Véase comentario sobre 5,16. Es(-)te título desplaza al de Yahvé del AT como mo(-)do específico neotestamentario de dirigirse a Dios, connotando la confianza del niño, la in(-)timidad y la facilidad de acceso; cf. Rom 5,2; Ef 2,18; 3,12; Heb 10,17-20. 10.venga tu reino: Esta petición está en estricto paralelismo con «hágase tu voluntad». La voluntad de Dios es la paz y la justicia (Rom 14,17). La oración presupone que el reino no está presente en su plenitud, e implica, de este modo, una escato(-)logía de futuro, como en el cielo así en la tierra: La oración espera una realización terrena e histórica de la voluntad de Dios. Presupone una cierta analogía entre la tierra y el cielo, que se encuentra tanto en la filosofía griega (mito de la caverna de Platón) como en el Pró(-)ximo Oriente antiguo (los conceptos babilóni(-)cos del templo y zigurat; Ex 25,9.40). Puesto que es el Hijo de hombre el que trae el reino, encontramos en esta frase una cristología im(-)plícita. reino: Véase comentario sobre 4,17. 11. pan: Puede referirse a las necesidades coti(-)dianas, al banquete mesiánico, o, como en la primitiva interpretación cristiana, a la euca(-)ristía en cuanto anticipación del banquete me(-)siánico. de cada día: Epiousion es una rara pa(-)labra griega sobre cuyo exacto significado y etimología no hay acuerdo entre los especia(-)listas. Las cuatro posibles traducciones son: «del mañana», «de cada día», «necesario» o «futuro». Estas cuatro traducciones pueden combinarse entre sí: «el pan es el pan terreno, el pan del pobre y necesitado, y, al mismo tiempo, por la hora escatológica en la que se pide y se come, es el pan del futuro para hoy, el pan de los elegidos y bienaventurados» (Lohmeyer). 12. perdona nuestras deudas: Véa(-)se Mc 11,25. Las deudas es un eufemismo arameo que se refiere a los pecados, como noso(-)tros perdonamos: Esta oración presupone reciprocidad y establece cierta relación entre el trato mutuo y el de Dios con nosotros, pero no afirma una exacta proporcionalidad. Dios es mucho más misericordioso y generoso que nosotros; cf. 18,21-35; 20,1-16. Tenemos la res(-)ponsabilidad de imitar a Dios, de seguir su iniciativa en el perdón. El perdón es una nece(-)sidad social si la sociedad no quiere verse pa(-)ralizada por una acumulación de agravios de unos contra otros. Tradicionalmente se obtie(-)ne mediante el sacrificio, pero la sexta de las 18 bendiciones es una oración de perdón. 13. no nos induzcas: Probablemente significa «no nos permitas sucumbir en la prueba del tiem(-)po final» o «no permitas que caigamos cuando somos tentados», malo: Casi con toda certeza se refiere al Maligno, al diablo, al mal perso(-)nificado. El Padrenuestro es la base de todos los tratados patrísticos sobre la oración. La oración, por consiguiente, no es difícil, puesto que cualquiera puede decir esta plegaria. Ter(-)tuliano la denomina el resumen de todo el Evangelio.
(Jeremías, J., The Prayers of Jesús [Londres1967] . Lohmeyer, E., Our Father [Nueva York 1966]. Petuchowski, J. y M. Brocke, The Lord's Prayer and Jewish Liturgy [Nueva York 1979].)

40 (c) Ayuno (6,16-18). El ayuno es una práctica religiosa común y puede ser tanto pú(-)blica como privada. El sermón presupone su legitimidad. Mc 2,18-20 (= Mt 9,14-15) dice que los discípulos no están obligados a ayunar durante la vida de Jesús, pero afirma su legiti(-)midad posterior. Los judíos no tienen un tiem(-)po especial para el ayuno como la cuaresma, pero sí tienen algunos días especiales de ayu(-)no comunitario, especialmente el Yóm Kippür, el día de la expiación, y el día 9 del mes de ab. Según la Did 8,1, los judíos practicaban ayu(-)nos privados los lunes y jueves, mientras que los cristianos eligieron los miércoles y viernes (este último en memoria del sufrimiento de Jesús). El ayuno era entendido como expre(-)sión de la propia humillación ante Dios (Is 58,3-9), como intensificación de la oración (Tob 12,8; 2 Cr 20,3), como práctica relacio(-)nada con la limosna («El mérito del ayuno es(-)tá en proporción con la caridad dispensada», bBer. 6b), y como expresión de duelo (Mt 9,14-15). 16. cubren sus caras: Hay un juego de pa(-)labras entre los términos griegos aphanizousin, «cubrirse», y phanósin, «ser visto». 17. lávate la cara: Este versículo está construido de forma quiástica; parece estar en contradic(-)ción con mYoma 8,1, que afirma que nadie puede lavarse o perfumarse en el día de la ex(-)piación. 18. no ser visto: Los detalles no son importantes, sino lo esencial, es decir, que el ayuno está dirigido a Dios, no a los seres hu(-)manos. Exige la fe (cf. Moore, Judaism 2.55-69.257-66; TDNT 4.924-35).

41 (E) Instrucciones complementarias (6,19-7,12). Esta sección del sermón contiene instrucciones complementarias sobre cómo amar a Dios con todo el corazón (v. 21), los dos yésárím (v. 24), el alma (es decir, la vida, v.25), y la fuerza (riqueza, vv. 19-34); cf. Dt 6,5. Puede también entenderse como una lista de acciones de benevolencia (mAbot 1,2), o como comentario sobre la segunda parte de la ora(-)ción del Señor: pan (6,19-34), perdón (7,1-12), tentación (7,13-20), liberación del mal (7,21-27) (así Grundmann, Bornkamm, Lambrecht). Las dos primeras unidades más breves, vv. 19-
21 y vv. 22-23, contienen una enseñanza sa(-)piencial sobre los auténticos valores, expresa(-)da mediante dos imágenes.

42 (a) TESORO EN EL CIELO (6,19-21). Se trata de un dicho de Q, altamente reelaborado con relación a la forma preservada en Lc 12,33-34. Formalmente, la unidad consiste en dos mandatos, uno positivo y otro negativo, seguidos por un proverbio que justifica los mandatos. El conjunto está organizado quiásticamente. 19. tesoro: Un tema que interesa es(-)pecialmente a Mateo; cf. 13,44. En estos vv. 19-20 se establece una oposición entre tesoros corruptibles y tesoros incorruptibles. No debe(-)ríamos espiritualizar excesivamente esta ense(-)ñanza en un sentido platónico, como si se re(-)firiera exclusivamente al otro mundo. Es mucho mejor comprenderla como alusión a los tesoros que ya se han experimentado en es(-)ta vida, pero cuyo valor continúa en la eterni(-)dad. Cf. mPea 1,1: «Son cosas cuyo beneficio se disfruta en este mundo, mientras que las ganancias son acumuladas para el mundo ve(-)nidero: honrar al padre y a la madre, realizar acciones bondadosas, construir la paz entre un hombre y su compañero, y el estudio de la ley, conducen a ello». Cf. Eclo 20,30; 41,14.

43 (b) EL OJO SENCILLO (6,22-23). Proce(-)dente de Q, esta forma es más breve y, tal vez, más original que Lc 11,34-36. Presenta una es(-)tructura que consta de cuatro partes: una defi(-)nición a la que siguen dos oraciones condicio(-)nales en paralelismo antitético, y, después, una oración condicional final que termina con una ominosa cuestión abierta. Sobre el trasfondo del AT, véase Prov 22,3; Eclo 13,25s; 14,8.10; también T. Benj. 4; en m'Abot 2,8-9 leemos: «R. Yojanán ben Zakkai dijo a sus cin(-)co discípulos: "Id a ver cuál es el mejor cami(-)no al que un hombre debería adherirse. R. Eliezer decía: el ojo bueno... R. Eleazar de(-)cía: el corazón bueno». Eleazar es quien ga(-)na. El dicho de Mateo y Abot, aunque usando una terminología diferente, están de acuerdo en lo principal: el fundamento de la propia existencia debe ser sólido. Si la orientación bá(-)sica de tu vida, tu opción fundamental, es sóli(-)da, los resultados, en su totalidad, serán posi(-)tivos. Esta enseñanza puede prestarse al abuso, pero usada de modo correcto puede ahorrar al creyente escrúpulos falsos e innece(-)sarios. si tu ojo es simple: El término griego «simple» podría traducirse por «sencillo», «fir(-)me», «indiviso», «perfecto» (cf. 5,48). Apunta hacia la idea de resolución firme, pureza de corazón (5,8) y lealtad integra. Pero a menudo tenemos una doble intención (Sant 1,7-8). De(-)bemos recibir esta integridad y armonía del al(-)ma como un don. (Sobre el trasfondo helenís(-)tico, cf. H. D. Betz, Essays on the Sermón on the Mount [Filadelfia 1985] 71-87.)

44 (c) DIOS y Mamón (6,24). Es otro dicho Q (cf. Lc 16,13). Enseña de nuevo la imposibi(-)lidad de servir a Dios con un corazón dividido, o, positivamente, la necesidad de tomar una decisión fundamental de amar a Dios sobre to(-)das las cosas, y todo lo demás sólo en cuanto ayuda a este amor fundamental. El «señor» ri(-)val puede ser cualquier cosa o cualquier per(-)sona, pero al final del versículo se nos da un ejemplo, «mamón», un término semítico que significa dinero o riqueza. Este versículo ofre(-)ce un comentario sobre Dt 6,5; cf. Mt 19,22.23; mGit. 4,5.
45 (d) SOBRE PREOCUPACIONES Y ANSIEDA(-)DES (6,25-34). Esta sección está formada con material que procede de Q, excepto el v. 34 y unos pocos toques redaccionales. La enseñan(-)za presupone una situación de prosperidad en Galilea y sería impertinente en lugares o situa(-)ciones de indigencia. Tal vez refleje el interés de un joven por descubrir los límites de la exis(-)tencia humana, las necesidades reales y los verdaderos valores de la vida. Trata de las ne(-)cesidades humanas básicas, comer, beber, ves(-)tir (no la vivienda, que en el Próximo Oriente no era tan apremiante), en tanto en cuanto pueden convertirse en ídolos o fetiches. (Calvino definió como ídolo todo cuanto se sitúa en(-)tre Dios y nosotros; en este sentido, la mente humana es una fábrica de ídolos). Un término clave en todo el conjunto es merimnad, «estar ansioso». Según N. Baumert (Ehelosigkeit und Ehe im Herm [FB 47, Wurzburgo 1984] 479-504), este término no significa «estar ansioso», sino «considerar», «pensar sobre», en el senti(-)do de «preocuparse» o «estar absorto». Los vv. 25 y 34 forman una inclusión. H. D. Betz pien(-)sa que todo el pasaje es una apología de la pro(-)videncia divina como respuesta a una crisis de fe en ella. El pasaje es el resultado de una com(-)binación de teología sapiencial y escatología. El orden natural es bueno, pero esta perspec(-)tiva no se basa tanto en Gn 1 cuanto en la ex(-)periencia cotidiana. No se idealiza romántica(-)mente la naturaleza, pues en ella hay peligros evidentes, como la lluvia, el diluvio y la tor(-)menta. Pero la paternidad de Dios hace que el mundo siga adelante y ofrece la posibilidad de convertirse de la locura y el pecado humano. La fe en la providencia se enraíza en una rela(-)ción especial con Dios, siendo realmente hijos e hijas del Padre celestial. La conducta ética consiste en aprender el modo y la manera me(-)diante los que Dios ama y preserva su crea(-)ción. 28. no se afanan ni hilan: Tal vez estos dos verbos reflejen la labor del campo realiza(-)da por los hombres y las tareas domésticas propias de las mujeres. Aunque no es tan ob(-)vio que se hiciera esta distinción en el Próxi(-)mo Oriente, el texto trata de forma igualitaria ambos tipos de trabajo. 33. buscad primero el reino de Dios y su justicia: Con este versículo llegamos al clímax de todo el capítulo. El últi(-)mo objetivo de toda nuestra actividad debe ser el valor más alto, el reino de Dios, que aquí se define como justicia (cf. Rom 14,17 y Mt 6,10). La función literaria del versículo es soldar los w. 19-34 en el resto del sermón, una función similar a la realizada por 5,20 y 6,1; «En Ma(-)teo, la búsqueda del reino y de la justicia no son búsquedas diferentes; lo que él quiere de(-)cir es que no hay auténtica búsqueda del reino sino en aquella cuyo objetivo inmediato sea la justicia» (Dupont, Béatitudes 3.297). Esta jus(-)ticia no es sólo la justicia de Dios, sino tam(-)bién la que nosotros mismos tenemos que rea(-)lizar en la tierra.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni amontonan en hórreos; y vuestro padre celestial las alimenta. ¿Pues no sois vosotros más que ellas? ¿Y quién de vosotros discurriendo puede añadir un codo a su estatura?" (vv. 26-27)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Después que ha confirmado nuestra esperanza el divino Maestro razonando de mayor a menor, ahora vuelve a confirmarla razonando de menor a mayor, cuando dice: "Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan".

San Agustín, de opere monachorum, 23
Algunos dicen que no deben trabajar, por la misma razón que las aves del cielo ni siembran ni siegan: ¿por qué no atienden a lo que sigue: "Ni recogen en graneros"? ¿Por qué éstos quieren tener sus manos ociosas, y a la vez llenos sus almacenes? ¿Por qué, finalmente, muelen y cuecen? Las aves del cielo no hacen estas cosas. Y si encuentran algunos a quienes esto persuada, que les traigan todos los días comidas preparadas. Por lo menos sacan agua de las fuentes, o de las cisternas, o de los pozos, los agotan y los reponen, lo cual no hacen las aves. Mas si ni aun se ven precisados a llenar sus vasos de agua, han adelantado con un nuevo grado de virtud aun a los primeros cristianos de Jerusalén, quienes hicieron pan, o procuraron que se hiciese del trigo que se les había enviado de Grecia, lo cual no hacen las aves. No pueden tampoco observar estas cosas, esto es, el no guardar para mañana, aquellos que se separan por muchos días del trato de los hombres, y se encierran, no permitiendo la entrada a nadie, viviendo con el alto fin de hacer oración. Cuanto más santos son, más desemejantes se muestran de las aves. Por consiguiente, lo que dice el Señor respecto de las aves del cielo, se refiere a convencernos que ninguno debe creer que Dios no se cuida de procurar lo necesario a los que le sirven, siendo así que su Providencia se extiende hasta gobernar estas cosas. Y no se diga por esto que Dios no alimenta a aquellos que trabajan con sus manos, ni por aquello que dijo el Señor (Sal_49:15): "Invócame en el día de la tribulación, y te sacaré de ella", no debió huir el a Apóstol (Hch 9), sino esperar que lo prendiesen y que Dios lo librase, como a los tres niños de en medio del fuego. Así como los santos al huir de este modo podían contestar a esta dificultad, diciendo que no deben tentar a Dios, sino que entonces Dios, si quisiese, haría tales cosas para librarlos como libró a Daniel (Dn 6) de entre los leones y a San Pedro de las cadenas (Hch 12) cuando ellos no podían hacer nada y que, por otra parte, aunque les permite la huida y por medio de ella pueden librarse, no son ellos, sino Dios quien los libra. Así también los siervos de Dios, que pueden ganarse el sustento con sus manos, si alguno les argumenta con las palabras del Evangelio en esta parte que habla de las aves del cielo que ni siembran ni siegan, pueden responder con toda oportunidad: "Si nosotros por alguna enfermedad u ocupación no podemos trabajar, el Señor nos alimentará, como alimenta a las aves del cielo que no trabajan. Cuando podemos trabajar, no podemos tentar a Dios, porque todo lo que podemos hacer, lo podemos por su auxilio, y todo el tiempo que aquí vivimos, por su largueza vivimos, pues nos ha dado el que podamos vivir, y El nos alimenta del mismo modo que alimenta a las aves, como se dice: "Y vuestro Padre celestial las alimenta: ¿acaso no se cuidará de vosotros con mucha más razón?...".

San Agustín, de sermone Domini, 2, 15
Esto es, vosotros valéis mucho más, porque siendo seres racionales, como lo es el hombre, se os ordena todo con mucha más razón, según la naturaleza de las cosas, que respecto de los seres irracionales, como son las aves.

San Agustín, de civitate Dei, 11, 16
Además, también suele considerarse alguna vez como más estimable un caballo que un criado y una piedra preciosa más que una criada, no por razón de su inteligencia, sino por la necesidad del que lo procura o por el deseo del que lo quiere.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Dios ha hecho todos los animales para el hombre, y al hombre para sí. Cuanto más interesante es, pues, la creación del hombre, tanto mayor es el cuidado que Dios tiene por él. Si, pues, las aves que no trabajan encuentran qué comer, ¿no lo encontrará el hombre, a quien Dios le ha concedido la ciencia de trabajar y la esperanza de enriquecerse?

San Jerónimo
Hay algunos que, queriendo exceder a sus padres y volar a regiones más altas, caen al abismo. Estos tales entienden por "las aves del cielo" los ángeles y las demás potestades que actúan en servicio de Dios (sin cuidado propio) y son alimentados por la providencia. Si esto es así, como quieren entender, ¿por qué se dicen a los hombres las palabras siguientes: "Acaso no valéis vosotros más que todas éstas"? Sencillamente, pues, se entiende que si las aves son alimentadas por la providencia de Dios, sin cuidados ni trabajos por parte de ellas, siendo así que hoy existen y mañana no existirán, ¿con cuánta más razón los hombres, a quienes se les ofrece la eternidad?

San Hilario, homiliae in Matthaeum, 5
Puede decirse que bajo el nombre de aves se nos exhorta con el ejemplo de los espíritus infernales, a quienes se les concede, sin que trabajen para buscar y reunir su alimento, cuanto necesitan para vivir por medio de la disposición divina. Y para dar a entender que esto se refería a los espíritus infernales, añade oportunamente: "¿Pues no sois vosotros mucho más que ellas?", manifestando con la excelencia de la comparación, la diferencia que existe entre la santidad y la malicia.

Glosa
Enseña, no sólo con el ejemplo de las aves, sino también con la experiencia, que no es suficiente nuestro cuidado para que podamos subsistir y vivir, sino que es necesaria la acción de la divina providencia, diciendo: "¿Quién de vosotros, discurriendo puede añadir un codo a su estatura?"

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 16
Dios es quien todos los días hace que nuestro cuerpo crezca, sin conocerlo nosotros. Si, pues, la providencia de Dios obra todos los días en ti mismo, ¿cómo podrá decirse que cesará en las cosas indispensables? Si, pues, vosotros pensando no podéis añadir una pequeña parte a vuestro cuerpo, ¿cómo, pensando también, podréis salvarlo todo entero?

San Agustín, de sermone Domini, 2,15
Podría referirse a lo que sigue, como si dijese: "No se ha hecho por cuidado vuestro el que vuestro cuerpo haya llegado a la estatura que tiene, y de aquí puede desprenderse que, aunque queráis añadirle un solo codo, no podréis. Dejad, pues, al Señor el cuidado de formar el cuerpo, por cuyo cuidado ha sido hecho y ha llegado a la estatura que tiene".

San Hilario, homiliae in Matthaeum, 5
O de otro modo, así como afirmó la fe acerca de nuestra sustancia vital con la enseñanza sobre los espíritus, así también alejó del juicio de la común inteligencia la opinión acerca de nuestra futura apariencia. Porque si ha de resucitar en un hombre perfecto la diversidad de los cuerpos que han tenido vida, sólo El puede añadir a la estatura de cada uno un codo, y un segundo, o un tercero; y al preocuparnos acerca del vestido (esto es, de la apariencia de los cuerpos), estamos dudando y así ofendiendo a Aquel que, para hacer igual a todo hombre, habrá de añadir una medida adecuada a los cuerpos humanos.

San Agustín, de civitate Dei, 22, 15
Pero si Jesucristo resucitó con la misma estatura, es una necedad el decir que (cuando venga el tiempo de la resurrección general) habrá de añadirse al cuerpo de Jesús una magnitud que no tenía cuando se apareció a sus discípulos en aquélla en que era conocido, para poder hacerse igual aun a los más altos. Si decimos que los demás cuerpos, ya grandes, ya pequeños, habrán de igualarse al de Jesús, perecerá muchísimo de muchos cuerpos, siendo así que El mismo dice: "Que no habrá de perderse ni un solo cabello". Sólo podrá decirse que cada uno recibirá la medida y la forma que tuvo en su juventud, si murió viejo, o con la misma que tuvo el día de su muerte, si falleció antes. Por ello no dice el Apóstol: "En medida de estatura", sino (Efe_4:13): "En la medida de la plenitud de edad de Cristo", porque resucitarán los cuerpos de los muertos en su edad juvenil y vigorosa en que sabemos que vino Jesucristo.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 Christ continueth his Sermon in the Mount, speaking of almes, 5 prayer, 14 forgiuing our brethren, 16 fasting, 19 where our treasure is to be layed vp, 24 of seruing God, and Mammon, 25 Exhorteth not to bee carefull for worldly things: 33 but to seeke Gods kingdome.
1 Take heed that yee doe not your almes before men, to bee seene of them: otherwise yee haue no reward [ Or, with.] of your father which is in heauen.
2 Therefore, [ Rom_12:8.] when thou doest thine almes, [ Or, cause not a trumpet to be sounded.] doe not sound a trumpet before thee, as the hypocrites doe, in the Synagogues, and in the streetes, that they may haue glory of men. Uerily, I say vnto you, they haue their reward.
3 But when thou doest almes, let not thy left hand know, what thy right doeth:
4 That thine almes may be in secret: And thy father which seeth in secret, himselfe shall reward thee openly.
5 And when thou prayest, thou shalt not be as the hypocrites are: for

[Of loue, almes, prayer, and fasting.]

they loue to pray standing in the Synagogues, and in the corners of the streets, that they may be seene of men. Uerily I say vnto you, they haue their reward.
6 But thou when thou prayest, enter into thy closet, and when thou hast shut thy doore, pray to thy father which is in secret, and thy father which seeth in secret, shall reward thee openly.
7 But when yee pray, vse not vaine [ Sir_7:16 .] repetitions, as the heathen doe. For they thinke that they shall be heard for their much speaking.
8 Be not yee therefore like vnto them: For your father knoweth what things yee haue neede of, before yee aske him.
9 After this maner therefore pray yee: [ Luk_11:2 .] Our father which art in heauen, hallowed be thy name.
10 Thy kingdome come. Thy will be done, in earth, as it is in heauen.
11 Giue vs this day our daily bread.
12 And forgiue vs our debts, as we forgiue our debters.
13 And lead vs not into temptation, but deliuer vs from euill: For thine is the kingdome, and the power, and the glory, for euer, Amen.
14 [ Mar_11:25 .] For, if yee forgiue men their trespasses, your heauenly father will also forgiue you.
15 But, if yee forgiue not men their trespasses, neither will your father forgiue your trespasses.
16 Moreouer, when yee fast, be not as the Hypocrites, of a sad countenance: for they disfigure their faces, that they may appeare vnto men to fast: Uerily I say vnto you, they haue their reward.
17 But thou, when thou fastest, anoint thine head, and wash thy face:
18 That thou appeare not vnto men to fast, but vnto thy father which is in secret: and thy father which seeth in secret, shall reward thee openly.
19 Lay not vp for your selues treasures vpon earth, where moth and rust doth corrupt, and where theeues breake thorow, and steale.
20 [ Luk_12:33 ; 1Ti_6:19 .] But lay vp for your selues treasures in heauen, where neither moth nor rust doth corrupt, & where theeues doe not breake thorow, nor steale.
21 For where your treasure is, there will your heart be also.
22 [ Luk_11:34 .] The light of the body is the eye:

[Take no thought.]

If therefore thine eye be single, thy whole body shalbe full of light.
23 But if thine eye be euill, thy whole body shall be full of darknesse. If therfore the light that is in thee be darkenesse, how great is that darkenesse?
24 [ Luk_16:13 .] No man can serue two masters: for either he will hate the one and loue the other, or else hee will holde to the one, and despise the other. Ye cannot serue God and Mammon.
25 Therfore I say vnto you, [ Luk_12:22 ; Psa_55:22 ; 1Pe_5:7 .] Take no thought for your life, what yee shall eate, or what ye shall drinke, nor yet for your body, what yee shall put on: Is not the life more then meate? and the body then raiment?
26 Behold the foules of the aire: for they sow not, neither do they reape, nor gather into barnes, yet your heauenly father feedeth them. Are yee not much better then they?
27 Which of you by taking thought, can adde one cubite vnto his stature?
28 And why take ye thought for raiment? Consider the lillies of the field, how they grow: they toile not, neither doe they spinne.
29 And yet I say vnto you, that euen Solomon in all his glory, was not arayed like one of these.
30 Wherefore, if God so clothe the grasse of the field, which to day is, and to morrow is cast into the ouen: shall he not much more clothe you, O yee of little faith?
31 Therefore take no thought, saying, What shall we eate? or, what shall we drinke? or wherewithall shall wee be clothed?
32 (For after all these things doe the Gentiles seeke:) for your heauenly father knoweth that ye haue neede of all these things.
33 But seeke ye first the kingdome of God, and his righteousnesse, and all these things shalbe added vnto you.
34 Take therefore no thought for the morrow: for the morrow shall take thought for the things of it selfe: sufficient vnto the day is the euill thereof.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Las posesiones y la seguridad (ver Luc. 11:34, 35; 12:22-34; 16:13). Una colección de dichos breves (19-24) y una discusión más prolongada (25-34) están ligadas por el tema de las posesio nes. En contraste con los intereses materiales que ocupan nuestra atención la mayor parte del tiempo, Jesús llama a sus discípulos a que pongan primero a Dios tanto por medio de dar prioridad a los asuntos eternos, como también por confiar en nuestro Padre celestial para suplir nuestras necesidades materiales aquí sobre la tierra.

Los vv. 19-21 enfocan nuestro sentido de prioridades, y señalan que el tener nuestro principal interés en las posesiones materiales no sólo hace ver una perspectiva equivocada sino que es necio, ya que tales posesiones no pueden perdurar.

Los vv. 22, 23 podrían parecer estar fuera de lugar aquí, pero dependen de un juego de palabras sutil. La palabra traducida sano es, lit., singular, pero también significa generosidad, y el ojo ... malo del v. 23 es una metáfora de mezquindad y celo. Por lo tanto, estos versículos también atacan el materialismo egoísta y nos invitan a una devoción de todo corazón hacia Dios.

El v. 24 refuerza el mismo punto. Riquezas es la traducción del término arameo mamón, que se refiere a las posesiones materiales (no necesariamente obtenidas por medios ilícitos).

Hay una simplicidad hermosa en los vv. 25-33, con su apelación al ejemplo de las aves y a las flores para ilustrar el cuidado pródigo de Dios por todas sus criaturas. Lo que aquí se prohíbe es la preocupación, no la provisión responsable para las necesidades de uno mismo y las de su familia; ¡Dios provee alimento para las aves, pero éstas tienen que buscarlo! La base de la confianza del discípulo, en contraste con la preocupación de los gen tiles, reside en reconocer a Dios como vuestro Padre celestial (32). La actitud correcta es poner a Dios en primer lugar (33) y confiar en él para nuestras necesidades prácticas.

En el mundo actual muchos (de los cuales algunos son discípulos cristianos) no tienen todas sus necesidades satisfechas. Este pasaje no resuelve el problema, pero necesitamos entender cómo la provisión de Dios se relaciona con el mal uso humano de lo que Dios ha provisto.

Notas. 22 La descripción curiosa de que el ojo es la lámpara del cuerpo significa o que la luz entra al cuerpo por el ojo, o aun más probable, que el ojo capacita al cuerpo a hallar su camino. 27 Codo es una medida de longitud física, como nuestra palabra lapso, y puede servir de metáfora para lapso de tiempo. 33 Dar prioridad al reino de Dios significa dar nuestra primera lealtad a él como rey; la justicia es el modo de vivir que resulta de esta decisión.34 Esta máxima prudente, pero algo pesimista, nos advierte que los versículos anteriores prometen las provisiones necesarias, pero no de que estaremos exentos de problemas.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Confianza en Dios. Quizás no exista otro concepto religioso en nuestra tradición cristiana que se haya prestado tanto al desconcierto, al abuso y a la manipulación, como el de la providencia de Dios. Ha servido para todo: para encubrir la falta de esfuerzo y trabajo personal y aceptar con fatalismo lo que venga; para aquietar nuestra conciencia ante la injusticia y la opresión de los pobres, esperando que la providencia se cuide de ellos. A veces llamamos instintivamente providencia a la abundancia y al bienestar, o nos sentimos apartados de ella cuando llaman a nuestras puertas la penuria y el sufrimiento. En el fondo, si no sabemos a qué atenernos respecto a la providencia de Dios, es porque quizás hasta ahora no hayamos leído con seriedad el sermón del monte.
Jesús no nos explica cómo o cuándo se hace presente la providencia; simplemente nos invita a abandonarnos en manos de nuestro Padre-Madre Dios, para quien sus hijos e hijas son las criaturas más importantes de toda su creación, y así, pasar de la angustia a la confianza. Jesús resume en una frase cuál debe ser la actitud de sus seguidores ante la providencia de Dios: «busquen ante todo el reino de Dios y su justicia» (33). El reinado se recibe como don gratuito, con la alegría y confianza de quien experimenta la paternidad-maternidad de Dios en su acción trasformadora del mundo. Pero esta justicia (salvación) de Dios invita también a la colaboración y al empeño personal y colectivo de sus seguidores con su plan salvador. La confianza lleva necesariamente al compromiso, pues nadie se compromete con una causa perdida.
Y esto es justamente lo que nos enseña esta página entrañable del evangelio: que el poder salvador de Dios, simbolizado en el esplendor y la delicada magnificencia con que trata a las aves del cielo y a las flores del campo, no va a dejar fuera del banquete del reino a sus hijos e hijas.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



5. A determinadas horas, los judíos debían hacer sus plegarias en el sitio donde se encontraban. Esto era motivo para fomentar la vanidad de los fariseos, que trataban de estar en esos momentos en los lugares más frecuentados. Ver 23. 5-7; Mar_12:38-40.

6. 2Re_4:33.

9. Muchas de las expresiones del Padrenuestro se encuentran en fórmulas de piedad judía profundamente enraizadas en el Antiguo Testamento.

La expresión "santificar el nombre de Dios" equivale a la manifestación y al reconocimiento de la gloria y la santidad de Dios. Ver Lev_22:32; Isa_29:23; Eze_36:20-23.

11. "De cada día": también puede traducirse "necesario para la subsistencia", o bien, "de mañana".

16. No se trata aquí de ayunos obligatorios sino voluntarios. Los que hacían esos ayunos procuraban que la gente se diera cuenta de ello.

22. El "ojo sano" es, en este contexto, una imagen de la claridad de visión con que hay que buscar el verdadero tesoro.

24. El "Dinero" es presentado aquí como un poder personificado que domina al mundo.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Este conjunto de enseñanzas insiste nuevamente en el carácter interior y espiritual de la Ley que el Señor lleva a plenitud. El corazón del hombre anhela un tesoro en cuya posesión piensa encontrar la seguridad y la felicidad. Jesús enseña que el verdadero tesoro son las obras buenas, realizadas con rectitud de intención, que serán eternamente premiadas por Dios en el Cielo. Ahí es donde el discípulo de Cristo debe poner su corazón. Una vez más la justicia del Reino de Dios aparece como lo único importante para el hombre: quien busca cumplir la voluntad del Padre conforme a las palabras de Jesús recibirá todo lo demás por añadidura (cfr v. 33).

Dentro de este conjunto, los vv. 22-23 son una pequeña joya de la enseñanza sapiencial de Jesús. El Maestro emplea la imagen del ojo como lamparilla del cuerpo al que da luz. La exégesis cristiana ha visto en ese «ojo» y en esa «lámpara» la intencionalidad de nuestros actos. «Con el ojo se significa la intención. El que quiere hacer una cosa, primero la pretende: así, si tu intención es lúcida -sencilla, transparente-, es decir, encaminada a Dios, todo tu cuerpo, o sea, todas tus acciones serán lúcidas, dirigidas sinceramente al bien» (S. Tomás de Aquino, Sup. Ev. Matt. in loc.).

Los vv. 25-34 son una ampliación de la enseñanza sobre la actitud con la que hemos de rezar el Padrenuestro, poniendo la confianza en Dios como Padre mientras vivimos en medio de las realidades corrientes y diarias.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 6.3 Lv 11.44-45; 19.2; Dt 18.13.

[2] 6.5 No se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más íntimo: lit. que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.

[3] 6.9-13 Mt 23.5; Lc 18.10-14.

[4] 6.9 Cf. Lc 11.2-4.

[5] 6.11 Padre nuestro: Cf. Is 63.16; 64.8.Véase abbá en el Índice temático.

[6] 6.12 Que necesitamos: traducción de una palabra poco común que puede significar de cada día, o para el día de hoy, o para el día de mañana. Cf. Ex 16.4.

[7] 6.13 El mal que hemos hecho: lit. nuestras deudas. Cf. Mt 18.23-25.

[8] 6.13 Cf. Mt 26.41; 1 Co 10.13; Stg 1.12-14.

[9] 6.14-15 Del maligno: esto es, del diablo; otra posible traducción: del mal (cf. Mt 5.37). Algunos mss. añaden Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén.

[10] 6.16 Mt 18.35; Mc 11.25; Ef 4.32; cf. Eclo 28.2-5.

[11] 6.24 Cf. 2 Cr 20.3; Jl 2.12-15.

[12] 6.25 Riquezas: gr. mamonas, palabra tomada del arameo.

[13] 6.29 ¿Cómo... hora?: otra posible traducción: ¿cómo puede añadir medio metro a su estatura?

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Mat 10:29-31; Luc 12:7; Luc 12:24.

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

Mirad las aves del cielo: no siembran ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mat 6:26).

 

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Esta sección es a la vez delicioso poemita. Comienza enunciando el tema: NO OS PREOCUPÉIS POR VUESTRA VIDA. Sigue la doble demostración relativa al alimento y al vestido. Demostrada la tesis, se repite, por vía de consecuencia, apoyada por nuevas razones.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_10:31

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_10:31

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 10:31

Torres Amat (1825)



[9] Luc 11, 2.