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o si le pide un pez, le dé una culebra? (Mateo 7, 10) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 7.
E l capítulo 7 de Mt sigue con una cierta conexión lógica con la segunda parte del c.6, en el que se comenzó a exponer una serie de temas morales, que se continúan y concluyen en éste. Soiron piensa que aquí hay un nuevo giro: poner en guardia sobre posibles conclusiones a sacar de su reinterpretación de la Ley, sobre todo en el juicio/condena l.

No se ha de juzgar a los otros, 7:7-5 (Luc_6:37-42).
1 No juzguéis y no seréis juzgados, 2 porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados y con la medida con que midiereis se os medirá. 3 ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? 4 ¿O cómo osas decir a tu hermano: Deja que te quite la paja del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo? 5 Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo y entonces verás de quitar la paja del ojo de tu hermano.

Este pasaje comienza con una enseñanza inicial temática: No juzguéis para no ser juzgados.
El juicio al que se refiere no es el judicial, necesario a la sociedad y a la Iglesia, y que Cristo reconoce en el Evangelio (Mat_22:21; Mat_18:17.18); ni a la corrección fraterna, que supone un juicio, al menos desfavorable, de la conducta externa, y que Cristo manda ejercer (Mat_18:15-17); ni a reconocer las faltas de nuestras deudas (Mat_5:12), en las que manda perdonar; ni a las faltas evidentes, que no admiten excusa, pues Cristo no manda imposibles. Se trata del juicio fácil y pronto con que se condena al prójimo.
El verbo ÷ñßíù, lo mismo puede significar juzgar que condenar 1. Este es preferentemente aquí su sentido. En esta forma oriental y extremista se formula la prohibición en absoluto. Está redactada en forma sapiencial, lo que admite, justificadamente, excepciones. Este juicio condenatorio está formulado con la amplitud sapiencial a que afecta el tema. Por eso, no se limita a una condenación externa, puede serlo igualmente interna. La valoración moral afecta a ambos. En este contexto del Sermón se valoran en cristiano todas las actitudes de los temas tratados.
Así, v.gr., se condena el pecado interno: deseándola. en su corazón (Mat_5:28, etc.). En la forma para que no seáis condenados (ßíá ìç ÷ñéèçôå), el éíá puede tener sentido final o consecutivo. Acaso abarque a ambos.
No se trata de una regla de prudencia social, no juzgar para no ser juzgados, conforme a la sentencia del gran rabino Hillel: Para juzgar a tu prójimo, espera a que estés en su lugar 2; ni porque incluso puede traerle a él benevolencia; Cristo no mira, propiamente, a dar normas para hacer más llevadera la vida social; incluso este juicio humano pudo haber sido interno, en cuyo caso no serían juzgados. Cristo está exponiendo un aspecto moral: la conducta y superioridad de la Ley cristiana sobre la judía.
El sujeto por el que seréis juzgados es Dios. Todo el contexto del sermón lleva a esto: Dios es el que premia. Dios sujeto es algo claro. Pero también la literatura rabínica arrojó luz sobre este punto. Son citados numerosos casos análogos en los que, dándose en forma impersonal, el sujeto que ha de suplirse, puesto, como en Mt, en tercera persona de plural, es Dios 3.
Dios juzgará/condenará a los seres humanos con la medida conque éstos se juzguen y condenen entre sí. Esta fórmula, que aplica a los seres humanos la medida de la cual ellos se sirven, aparece también en el Talmud 4. Debía de ser fórmula proverbial. En éste es la ley del talión. Rabí Eleazar decía: En la olla en que vosotros hayáis cocido a los otros, vosotros seréis cocidos, a su vez (por Dios), y con el celemín de que tú te sirvas para medir, se medirá para ti. 5
Si esta formulación suponía la ley del talión, en el caso de Cristo no tiene el mismo valor de adecuación. No es que en Dios no haya justicia estricta, sino que la medida a la que Cristo alude es la medida de la semejanza y de la proporción. Si no se condena al prójimo, tampoco Dios nos condenará a nosotros. Y si se perdona, el perdón, como se lee en Lc, la medida que se usará con nosotros, será una medida. colmada, rebosante, será derramada en vuestro seno (Luc_6:38). Es análogo a la petición del Pater: si los hombres perdonan, Dios también perdona (Eco_18:20); pero, por parte de Dios, esta medida de perdón es rebosante.
El pensamiento se matiza al progresar. En este tribunal privado, celoso e inapelable que el hombre lleva dentro de sí para los demás, se le exige, para practicar rectamente su justicia, que se cite antes a sí mismo al tribunal para juzgarse. y condenarse en él. Que, antes de ver la paja en el ojo ajeno, vea que en el suyo hay una viga.
La imagen está tomada del medio ambiente. Sobre 279 (d.C.) contaba rabí Yohanam: Se decía a uno: 'Quita la astilla de tu ojo'. Y él respondía: ¾ tú quita la viga del tuyo. 6
El pensamiento de Cristo está matizado de ironía; no sólo es ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el suyo, sino que es ofrecerse a quitársela al otro, quedándose tranquilo con la suya.
Estos contrastes acusan en el que así obra, no sólo falta de decoro moral, sino falta de celo por obrar el bien. Pues éste exige comenzar por uno propio.
Cristo llama hipócrita al que así obra. En general, podía tener un valor moral en el evangelio etizado de Mt. Pero se encuadra en un contexto general. En Mt es un término casi técnico para denominar a los fariseos (Mat_6:2.5.16). Y era un tema demasiado candente en aquel medio en el que los fariseos despreciaban a los demás, teniéndose ellos por los solos hombres justos (Mat_5:28).
Y Cristo expone, ante este cuadro, cuál ha de ser la doctrina de la perfección cristiana. Es un pasaje adelantado por Mt, pues aún no había comenzado el contacto y denunciación de Cristo contra los fariseos, y ahora aparece aplicado y etizado a su grupo.

No profanar las cosas santas,Mat_7:6.
6 No deis lo que es santo a los perros ni arrojéis vuestras perlas a los puercos, no sea que las pisoteen con sus pies y, revolviéndose, os destrocen.

Logion
propio de Mt, y sin una relación directa con lo inmediatamente expuesto. A lo más tiene una yuxtaposición por el aspecto negativo de ambos.
En el Talmud se encuentra la recomendación de no entregar a un goy (no judío) las palabras de la Ley; y también la de no poner las cosas santas en los lugares impuros. 7
La primera parte de esta sentencia evangélica: no deis lo santo a los perros, toma su imagen de las cosas que se relacionan con el templo y el sacrificio (Lev_22:14; Exo_22:30); la segunda, en paralelismo sinónimo, dice no echar las perlas a los puercos. La perla era considerada como el principio y culmen de todas las cosas de precio. 8 Lo que pasa por lo más precioso y refinado no se puede echar extremismo oriental a lo más inmundo. Pues se añade: no sea que las pisoteen con sus pies y, revolviéndose, os destrocen. El puerco tiene por ansia el hartarse. Por instinto se tira a cuanto le echen; si son perlas, al ver que aquello no se come, enfurecido, puede revolverse y abalanzarse sobre los que le echaron esto y destrozarlos. La estampa es realista, pero ¿cuál es su interpretación? Todo depende de saber si es una alegoría (Metáfora) o una simple comparación (parábola).
En la antigüedad se lo interpretó alegóricamente. Los perros eran los malos cristianos provenientes de la infidelidad, que volvían al vómito (Pro_26:11; 2Pe_2:21.22); los otros eran los paganos, que estaban en la inmundicia de su alejamiento de la fe.
También lo interpretaba alegóricamente San Crisóstomo 9. Otras veces lo santo se interpretó de la Eucaristía 10. Pero a la hora del sermón de la Montaña no se iba a expresar, metafóricamente, ni la Eucaristía ni, concretamente, los demás misterios de la fe cristiana. No hay base científica para una interpretación alegórica concreta. La solución ha de venir valorando el género literario a que pertenece este versículo, ya que falta su contexto histórico preciso.
Es una sentencia sapiencial, por lo que enuncia un principio general sin concreciones inmediatas. Por eso su interpretación supondrá una comparación metafórica que, por enunciar un principio general, rebasa, en su intento directo, las concreciones específicas. Debe de ser una recomendación propia a los apóstoles y discípulos. Lo santo que no debe ser arrojado a los animales, debe de ser, en este contexto del sermón, la doctrina del reino. Por un cierto paralelismo con el no juzgar ligeramente, esta sentencia debe de referirse a la prudencia que se ha de tener para no entregar ni confiar la gran doctrina del Reino o en los grados que no convenga a quienes en lugar de recibirla no harían sino profanarla: los verdaderamente indignos y cínicos.
Cuando la Didaje utiliza estas palabras para que sólo se acerquen a la comunión eucarística los fieles 11 ;o cuando en la primitiva Iglesia se observaba la ley del arcano con los catecúmenos y profanos; o cuando los cristianos, en la persecución de Diocleciano, prefirieron el martirio a entregar a los paganos las Santas Escrituras, estaban respondiendo al espíritu de esta sentencia, ya que, aun sapiencialmente, debió de tener un objetivo histórico amplio, directo, sin que aún esté plenamente precisado.
No se quiere decir con esto que la doctrina del reino no haya de ser enseñada por el apóstol, pues Cristo mandó predicarlo a todas las gentes (Mat_28:19), lo mismo que vaticinó persecuciones por causa suya, incluso con el martirio (Mat_10:17-22.33; Mat_24:9). En estos pasajes se anuncia la universalidad del reino; en esta otra sentencia, la prudencia en la enseñanza y entrega del mismo.
Fue esta oposición la que hizo pensar a algunos críticos que este pasaje no fuese original de Cristo, sino insertado en Mt, y de origen de un sector exclusivista de judeocristianos. Pero no tiene la cerrazón esenia.

Eficacia de la oración,Mat_7:7-77 (Luc_11:9-13).
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque quien pide recibe, quien busca halla y a quien llama se le abre. 9 Pues ¿quién de vosotros es el que, si su hijo le pide pan, le da una piedra, 10 o, si le pide un pez, le da una serpiente? 1' Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pide!

Este pasaje no tiene vinculación inmediata con lo anterior. Lc lo trae en otro contexto (Luc_11:9-13) muy lógico. El tema que se propone es la necesidad de orar para obtener favores del cielo, y a esta oración se garantiza su eficacia. La formulación literaria del mismo es por paralelismo sinónimo triple en la primera (v.8.9) y binario en la segunda (v.9-10) para sacar la conclusión en el v.11.
Golpear (êñïýåôå) y hacer abrir aparecen en el Talmud, y se dicen a propósito de la sabiduría y también de la oración 12. Sin embargo, no se encuentran las otras expresiones en los escritos talmúdicos. ¿Son dichos populares? ¿Son propios de Cristo?
Se ha querido alegorizar estas expresiones, v.gr., la parusía. No es éste el intento de Cristo en el contexto; sus comparaciones humanas, elementos parabólicos, son expresados, además, en forma sapiencial, por lo que su sentencia es genérica, sin concretarse alegóricamente. Menos aún el intento de Mt.
La enseñanza primera es la necesidad de orar para obtener dones del cielo. La comparación humana es la necesidad, normalmente, de pedir para obtener dones. De ahí, analógicamente, en el orden sobrenatural, y esto a fortiori, porque la indigencia es mucho mayor y más impotente para adquirir; ha de ser normal, pues, la oración para obtener favores de Dios. El aspecto de lo que El graciosamente quiera conceder sin pedirlo, no se considera.
Los elementos parabólicos siguen. Pan y pez, lo mismo que piedra y serpiente, se toman en sentido directo comparativo. Lc, en lugar de poner la última comparación, trae otra: Si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? (Luc_11:12). Por ello se ve que no hay relación alguna entre la petición y lo que no se le dará: son simples hipérboles orientales de contraste. Algunos autores han propuesto, a este propósito, verdaderas sutilezas 13.
La conclusión de base es que ningún padre dará a sus hijos, cuando le piden cosas buenas y necesarias, cosas malas. En el orden espiritual se concluye igualmente que Dios no dará sino cosas buenas al que se las pida. Dios es Padre, y, como tal, es sumamente bondadoso con sus hijos. No es un Dios enigmático ni caprichoso, como otros dioses. Por eso, si los hombres, siendo malos, se portan así con sus hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pida!
Es una enseñanza a fortiori ¡cuánto más! utilizada usualmente por los rabinos, tomando por cuadro fundamental una parábola 14.
Al decir Cristo que aun vosotros sean los hombres o la Iglesia materna , siendo malos hacen cosas buenas, no alude al < pecado original (Bengel), ni que la naturaleza humana sea por sí misma mala, lo que sería maniqueísmo; ambas hipótesis están fuera del intento comparativo de Cristo. Se habla sólo de la naturaleza humana inclinada al mal, y, mejor aún, por la comparación que se establece entre Dios sólo Dios es bueno (Mat_19:17; Mar_10:18; Luc_18:19) y el hombre 15. Por eso, este malo que obra bien encuentra su garantía en la oración ante Dios, el solo bueno.
Lc modifica la frase: ¡Cuánto más Dios dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! La frase de Mt es primitiva, como se ve por su estructura. Esta interpretación de Lc se debe probablemente a que, citándose una perspectiva religiosa de peticiones, Lc lo sintetiza en el Espíritu Santo (que) es el don mesiánico en el cual se resumen todas las gracias divinas. 16 Aparte que el Espíritu Santo es uno de los temas del evangelio de Le.
Mt-Lc sólo tratan de exponer la necesidad y la eficacia de la oración. Expuesto en forma sapiencial, no se trata de por qué en ocasiones no se recibe lo que se pide.
Lc (Luc_18:1-8) expone la necesidad de la insistencia para su eficacia. Se supone, además, en esta perspectiva religiosa, que no se pedirán cosas que impidan la incorporación al Reino, objeto de la gracia y del mensaje de Cristo. Santiago escribe: No tenéis porque no pedís, y si pedís, no recibís porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones (Stg_4:3).

La regla de oro de la caridad,Stg_7:12 (Luc_6:31).
12 Por eso, cuanto quisieres que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas.

El tema de este pasaje es llamado regla de oro de la caridad desde el siglo XVII. En Mt no tiene relación directa ni con lo anterior ni con lo que sigue. Tendría un puesto lógico en este mismo capítulo después del v.5. No obstante, se propone que, si se refiere sólo a lo anterior, sería esto una referencia de censura contra las facilidades de la casuística rabínica (Mat_5:20); si a lo que sigue, sería contra la creencia de algunos cristianos que se creían seguros por ser tales (Mat_7:15-27) 17, creencia cargada de substracto judío (Mat_3:8). En Lc tiene un puesto sumamente lógico y situado también en el sermón de la Montaña (Luc_6:27.30.31.32.38). En Mt procede probablemente de otra fuente, máxime con la inserción (v.12b), que falta en Lc en la forma que está en Mt.
La sentencia que prácticamente hará ver a los hombres cómo deben amarlos, es hacer a los demás lo que quisiéramos que los otros nos hicieran a nosotros. No consiste solamente en no hacer mal al prójimo, sino en amar al prójimo como a ti mismo (Mar_12:31); y como norma práctica está esta sentencia. Es un toque en lo vivo de la psicología humana. Con esta norma, ¡qué autenticidad en el amor, qué de recursos para ejercitarla y qué perspectiva de extensión se abre a la caridad cristiana! La frase debía de ser proverbial (Tob_4:15), aunque reducida al prójimo judío 18.
La Doctrina de los Doce Apóstoles (Tob_1:2) y los Hechos (apócrifos) de Tomás [83] citan como palabra del Señor esta regla sólo en forma negativa. La tradición rabínica conocía esta regla en forma igualmente negativa 18. En la formulación mateana de ausencia de retribución ve algún autor toda la revolución del amor evangélico (A. Schlatter). En cambio, es muy pobre el pensar que es una fórmula popular bastante egoísta, y que probablemente no se remonta a Jesús (Bultmann).
Pero este amor no es filantropía ni sentimentalismo, puesto que está encuadrado en el sermón de la Montaña, y en él Cristo está exponiendo el aspecto cristiano del mismo. El motivo es el amar a Dios: Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mat_5:48).
Este logion tiene una segunda parte complementaria, que falta en Lc (Mat_7:31). Esta es la Ley y los Profetas. La unión de esta sentencia no es primitiva, como se ve por su ausencia en Lc. Su misma vinculación por el primer hemistiquio no es necesaria; puede ser una reflexión sobre el mismo.
La Ley y los Profetas el A.T. legislaron y defendieron la práctica de la justicia y de la misericordia con el prójimo, aunque para la Ley era el judío. Lo que allí se decía quedó aquí superado por el perfeccionamiento de la Ley a través de la interpretación cristiana de Cristo. Por eso, esta norma práctica, con motivo cristiano, resume todo el espíritu que informaba a éstos.
La literatura rabínica presenta sólo el aspecto negativo y acaso exclusivo de esta actitud. Hillel decía: Lo que te sea odioso no lo hagas a tu prójimo, aquí está la ley entera, todo lo demás no es sino comentario. 19

Los dos caminos y las dos puertas,Mat_7:13-14 (Luc_13:23-24).
13 Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición, y son muchos los que por ella entran. 14 ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la vida, y cuan pocos los que dan con ella!

Siguiendo la misma línea de yuxtaposición de enseñanzas, sin una conexión inmediata con lo que acaba de exponer, trata ahora Mt el tema de los dos caminos. Es tema muy frecuente en los libros sapienciales; también aparece en Qumrán. Su situación literaria es autónoma, inconexa. El pasaje semejante de Lc (Luc_13:23-24) está en un contexto completamente distinto, pero lógico. Es la respuesta a un tema que preocupaba grandemente en Israel (cf. 4 Esd_7:7): si son pocos los que se salvan (Lc). Al colocarlo Mt en esta situación autónoma, pero ya al final del sermón de la Montaña, podría ser debido al intento de lograr con ello una de esas advertencias generales que afectan a todo lo anteriormente expuesto, ya que afecta a la moral cristiana, y en concreto a los temas expuestos.
Los términos puerta 20 y camino, para anunciar valores morales, eran ya expresiones bíblicas y rabínicas. En el A.T. se citan las puertas de la muerte (Sal_9:13), las puertas de la justicia (Sal_118:19), lo mismo que el camino de los pecadores (Eco_21:11) y el camino de los justos (Sal_1:6), y que hay caminos morales que nos parecen derechos, pero que acaban, al fin, en la muerte (Pro_14:12). Son dos sentencias paralelas. No es que el camino conduzca a la puerta. Lc sólo habla de puerta (13.24).
Como ejemplo del uso rabínico está lo que decía rabí Yohanan bar Zakkai, sobre el 80 (a.C.), al morir: Hay dos caminos ante mí: uno que conduce al perdón del Edén (Paraíso), el otro a la gehenna (infierno), y no sé cual se me va a hacer tomar. También en un midrash sobre el Sal_16:11, se comenta: David habló así a Dios: Maestro del mundo, hazme conocer qué puerta abre el camino del mundo a venir. 21
Pero la forma con que aparecen en Mt, reflejando estos elementos culturales del medio ambiente, tiene una estructuración nueva, aparte de ir cargadas de nuevo sentido.
La perdición o vida a que llevan estos camino y puerta, ¿se refiere a los deberes morales, o al ingreso en el reino?
Originariamente, el pensamiento de Cristo seguramente se refiere a los obstáculos y dificultades que se presentan en el mundo contemporáneo para su ingreso en el reino. Es el pensamiento que Lc da en el pasaje citado, aunque con una perspectiva de escatología final.
Pero Mt da una interpretación etizante a la hora de su evangelio para los cristianos ya ingresados en el reino, aunque con una perspectiva de escatología final, como Lc. Acaso complementaria o implícitamente se le une una interpretación cristológica (Bonnard), para seguir a Cristo, sobre todo doliente. Esta interpretación se autoriza con el conjunto del Evangelio en lo que tiene de más esencial: las llamadas al arrepentimiento, a la fe, a seguir a Cristo 22.
Estos muchos o pocos que así caminan no se refiere al número de los que se salvan. En el sentido original de estas palabras de Cristo, se referían al pequeño número de judíos que entonces no ingresaban en el reino. Y aun en la misma sentencia, escatologizada en Lc, se refiere tan sólo, por el contexto, a los judíos de entonces, contraponiéndolos a los gentiles que ingresarán en él. Y en la interpretación erizada de Mt, con una proyección más universal, no es una enseñanza teológica terminante, sino una indefinida afirmación sapiencial calcada analógicamente sobre los términos en su sentido histórico 22, y con la visión, triste, del pequeño progreso y persecuciones de la Iglesia naciente.

Los falsos profetas, 7:15-20
(Mat_3:10; Mat_12:33-35; . Luc_6:43-45).
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se cogen racimos de los espinos o higos de los abrojos? 17 Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. 18 No puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos. 19 El árbol Que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego. 20 Por los frutos, pues, los conoceréis.

Otra exhortación de Cristo sin una unión perceptible con lo anterior, aunque posiblemente de fondo a partir de los v.13-14. Al peligro del camino ancho con senda a la perdición, puede unírsele aquí el peligro que para lo mismo aportan los falsos profetas. Este pasaje está desplazado de su contexto cronológico, pues supone ya conocida la doctrina del Cristo y surgidos ataques a la misma. Literariamente es una inclusión semita (v. 16 y 20).
El falso profeta o profeta de mentira era conocido en la vieja historia de Israel. El profeta Seducías, y con él todos los profetas (falsos), profetizan. (2Re_22:11; 2Cr_18:22). Jeremías habla de otro falso profeta que engañaba al pueblo (Jer_28:1; Jer_5:1; Jer_28:1V; Zac_13:2).
Siempre la ambición, el falso celo o la enfermedad hizo surgir este tipo de personas. Cristo hablará y profetizará varias veces su presencia con la tarea de seducir al pueblo (Mt 24:Mat_11:24 par.). En el í. Ô. se ve o anuncia la presencia de ellos (Hec_13:6; 2Pe_2:1; 1Jn_4:2; A-p 16:13; 19:20; 20:10; 2Te_2:2.3.8-12). La tradición rabínica habla numerosas veces de los mismos 23.
Si la doctrina se presenta aquí bajo un principio sapiencial, toca directamente a los fariseos en su momento histórico. Aunque no eran profetas, Mt usa a veces esta expresión en sentido metafórico hablando de los apóstoles (Mat_23:34) y, por tanto, con un sentido amplio. La aparente austeridad externa de su vida, aunque fuesen sepulcros blanqueados, había hecho de ellos los rectores espirituales del pueblo. Pero eran los grandes enemigos de Cristo y su doctrina, hasta el punto de anular con sus tradiciones el precepto de Dios (Mar_7:9) en su lucha antimesiánica contra el reino de Cristo. Ni entraban (ellos) ni permitían entrar a los que querían entrar (Mat_23:23). Eran guías ciegos que llevaban al pueblo al abismo (Mat_15:14). En la Mishna se lee: Las decisiones de los escribas (lo que vale para gran parte de los fariseos) son más obligatorias que la Thora (Ley). 24
Mas para su valoración da un control de exactitud: los frutos. De los fariseos dice Cristo: No los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen (Mat_23:3).
Mt inserta luego una sentencia (v.19) que fue utilizada por él en la predicación del Bautista: El árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego. Estas formas pasivas es cortado y es arrojado tienen por sujeto de actuación a Dios, según el uso frecuente de las mismas en la literatura rabínica 25.
El sentido histórico de este pasaje son los fariseos. Pero posiblemente incorpora estas sentencias con un sentido histórico también a causa de un fenómeno religioso contemporáneo de la composición de los evangelios: los judaizantes y la infiltración y desconcierto que producían en la Iglesia primitiva los herejes (Jua_10:12; Hec_20:29; etc.).
El verbo ðñïóÝ÷åé í (í. 15) es típico de la literatura del evangelio de Mt y expresa siempre un aviso para ponerse en guardia contra las desviaciones religiosas, y característico también en Mt para expresar sus preocupaciones eclesiales, incluso por su terminología comparada, por gentes surgidas de la comunidad. (Mat_6:1; Mat_10:17; Mat_16:6v, etc.). Es el mismo verbo que se usa en el í. Ô. en las polémicas y aviso contra las herejías (1Ti_1:4; 1Ti_4:1; Tit_1:14). El discernimiento del verdadero y falso profeta, en sus días, es una de las preocupaciones dominantes de la Didajé 26. Cullmann quiere ver en estos falsos profetas una alusión a los zelotes el contexto no lleva a esto; su misma violencia no los hace imagen de venir con vestiduras de oveja (v.15) 26.

La sabiduría del verdadero discípulo,Tit_7:21-27 (Luc_6:47-49; Luc_13:25-27).
21 No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! ¿no profetizamos en tu nombre, y en nombre tuyo arrojamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Yo entonces les diré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad. 24 Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. 2S Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, pero no cayó. 26 Pero el que me oye estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edificó su casa sobre arena. 27 Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, y cayó con gran ruina.

Este pasaje tiene una cierta unión lógica con el anterior. Si se disciernen los profetas verdaderos y falsos, también se pueden discernir los cristianos falsos y verdaderos. No basta creer lo que Cristo enseña, hay que ponerlo por obra.
Cronológicamente, este pasaje corresponde a una época avanzada de la vida de Cristo. Parece suponer la misión de los apóstoles y discípulos con la potestad que se les había conferido de hacer milagros (Mat_10:1.8; Luc_9:1.2.6; Luc_10:1.9.17-20). Mt adelantó la escena y la sitúa al final del sermón, como un resumen final que iluminaba con su enseñanza toda la doctrina de Cristo. Tiene dos aspectos: a) doctrina sobre la necesidad de poner por obra las enseñanzas de Cristo (v.21-23); b) ilustración y confirmación de esta enseñanza con una parábola (v.24-27).

La Doctrina Sobre la Verdadera Sabiduría (v.21-23).
La doctrina que aquí se enseña no sólo afecta a la práctica de los pasajes del sermón de la Montaña, sino a toda la obra del Reino. ¿Quién entrará en el Reino de los cielos en su fase final, pues el texto supone ya cristianos? El que hace la voluntad de mi Padre (v.21). El plan que trazó el Padre sobre el Reino tiene creencias y exige obras. No basta un ingreso idealista y soñador. No basta decir: ¡Señor, Señor! Esta actitud había sido ordinaria en Israel. Jeremías había censurado fuertemente al pueblo, que decía: ¡Oh el templo de Yahvé! ¡Oh el templo de Yahvé! queriendo confiar mágicamente en él, pero sin poner la conversión de su vida en la práctica de los mandatos de Yahvé (Jer_7:4; cf. 7:lss). En su momento histórico estas palabras de Cristo deben referirse a algún tipo de cristianos que ya había ingresado en el Reino, pero cuyas obras no respondían a su fe, o si no es un aviso programático para los que fuesen a ingresar, para que supiesen que su justicia tenía que superar a la de los escribas y fariseos (Mat_5:20), porque de ellos dice: Haced y guardad lo que os digan. Pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen (Mat_23:3). Qué fuese mejor el estudio de la Ley o su práctica, era un tema candente en los medios rabínicos. El control de autenticidad cristiana en el Reino está en las obras. Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra (v.24) es el cristiano auténtico. Ni vale como excusa el haber profetizado en tu nombre o el haber exorcizado demonios o el haber hecho milagros (v.22). No sólo los apóstoles, sino también otros discípulos habían recibido estos poderes carismáticos (Luc_10:1-9.17-20). Debe de tratarse de algunos discípulos que estuvieron unidos a El, pero que no tuvieron una entrega plena al mismo (Jua_6:60-64). Aunque el pasaje puede estar redactado con pequeños matices de adaptación en función de otra finalidad que a continuación se dice.
A la hora de la composición del evangelio, la sentencia debe de estar recogida para censurar además, concretamente, a grupos cristianos que, dotados de carismas profecías, exorcismos, milagros (v.22) , confiaban en ellos como garantía de su auténtico cristianismo. Podían ser grupos o personas al estilo de los carismáticos de Corinto (1 Cor c.12-14). San Pablo dirá que si uno tuviese profecías, o glosolalia, o actos heroicos, milagros, y no tuviese caridad, nada soy (1Co_13:1-3). Ante la perspectiva de estos cristianos idealistas de la Iglesia primitiva, Mt trae esta sentencia del Señor con una oportunidad excelente. Como dirá la epístola de Santiago: La fe sin obras es fe muerta (Stg_2:17; Stg_2:14-26) 27.
Cristo llamó a su Padre mi Padre (v.21) en sentido excepcional. Cuando habla para otros dice vuestro Padre, o tu Padre, pero, al contraponerle con El, es mi Padre. Mt, que confiesa en su evangelio la divinidad de Cristo (Mat_12:6.8; 11, etcétera), con esta expresión habla de su filiación divina, máxime a la hora de la composición del evangelio.
Le dirán en aquel día (v.22). La expresión literaria procede del A.T. y tiene diverso valor escatológico (Is l0ss). En el Talmud significa el mundo a venir. En este contexto significa el juicio final, pues Cristo aparece como Juez de destinos eternos; es la escatología final (v.21). Es un pasaje de gran portada dogmática, aunque no es el único pasaje en que lo enseña el evangelio (Mat_25:31-64; Jua_5:22.27). En el mesianismo judío, el Mesías no tenía el atributo de ser Juez universal; sólo aparece en el libro apócrifo de Henoc, pero con funciones restringidas 27. Cristo se proclama con uno de los atributos de la divinidad.
También alegarán muchos de sus discípulos la enseñanza tiene también una portada doctrinal por el enfoque ético de Mt que realizaron obras carismáticas para ingresar en el reino; y, además, que lo hicieron en tu nombre. Esta expresión lo mismo podía tener un valor instrumental (dativo instrumental), como si se operasen estos carismas por la invocación de su nombre (Hec_19:13; cf. 3:6; Mar_9:38), que tener el valor de representación o por delegación suya (Mat_10:1). Pero esas obras carismáticas invocadas y aun hechas en nombre de Cristo no significan ni prueban ese amor que el Padre exige 28. Judas mismo, con sus proyectos de traición, ha hecho milagros en compañía de otros apóstoles. 29. Por eso Cristo les dirá: Nunca os conocí, en el sentido semita y elíptico, como discípulos míos.
No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos(v.21). La comunidad cristiana primitiva invocaba a Cristo con este nombre para confesar su divinidad. Se pensó si sería un eco de la invocación litúrgica de los étnico-cristianos en su invocación al Cristo celeste (Bousset). ¡Sería polemizar contra un verbalismo comunitario litúrgico! Otros piensan en discípulos que, para atraer la atención sobre ellos, tienen constantemente el Nombre en la boca (Bonnard). Los discípulos aparecen, en ocasiones, invocando a Cristo con este nombre (Mat_8:2.6.25; Mat_15:22; Mat_17:4, etc.; Luc_6:46). Cabe discutir si es la primitiva expresión o es la sustitución, v.gr., de rabí por los evangelistas Iglesia primitiva para confesar la divinidad de Cristo. De no ser esto, sería una expresión de gran respeto (Luc_6:46) 30. El término iniquidad (Üíïìéáí) en la terminología de Mt es la desobediencia a la ley cristiana (Mat_13:41; Mat_23:28; Mat_24:12).

Confirmación e ilustración parabólica de esta enseñanza
(v.24-27).
Con una parábola en dos imágenes antitéticas, Cristo ilustra y confirma la enseñanza propuesta. La imagen es una parábola, pues sus elementos no tienen un sentido preciso, alegórico. La descripción de Mt no sólo es literariamente bella, sino que refleja exactamente el medio ambiente palestino 31. Su "descriptio typi" sólo tiende a ilustrar genéricamente la idea central de los que, oyendo la palabra de Cristo, luego no la practican o no la ponen por obra. Pero sin matizarse ni sugerirse ni ser fácilmente alegorizables los diversos elementos que la integran. Aparte que Cristo dice: El que escucha mis palabras y las pone por obra, será semejante. (v.24.26). Por eso toda precisión o matiz en este sentido no pasa de ser una alegorización subjetiva por acomodación, como los que veían en la lluvia las tentaciones carnales, en los ríos la avaricia, en los vientos la vanagloria y soberbia, etc. 32 ¿Acaso se apunta a épocas de persecución religiosa?
En la literatura rabínica se encuentran imágenes más o menos semejantes para tratar la siguiente cuestión: ¿Qué es más grande, el estudio (de la Ley) o la práctica (de la misma)? Rabí Tarfín: la práctica es más grande. Rabí Aqiba: el estudio es más grande 33. Y sobre 120, Elíseo bar Abuya decía que el que hace muchas obras y estudia mucho la Ley se podría comparar a un hombre que da a su obra un cimiento de piedras y encima construye con ladrillos; por eso cuando sobreviene una gran inundación no le conmueven las piedras. Pero el que estudia mucho la Ley es como el que pone por cimientos ladrillos y construye encima con piedras; a esto basta una pequeña inundación para que todo se derrumbe 34.
El que oye y practica las enseñanzas de Cristo es semejante a un varón prudente (öñüíéìïò). No se trata en este contexto bíblico del hombre inteligente o intuitivo, con un gran sentido práctico, sino del que cree y obedece estas enseñanzas anteriores y, en general, el que hace esto con el Evangelio. Este término se contrapone al necio (ìùñüò), y significa aquí ligero, en la práctica de su vida religiosa.
La conclusión es clara: la vida cristiana está sólidamente construida, como el edificio bien cimentado, si la fe se traduce en hechos, no en expresiones de deseos. En ello va la condena de un cierto quietismo religioso; acaso bastante acentuado en ciertas comunidades cristianas (Stg_2:14-26; Gal_5:6.13-15; Gal_6:10; 2Te_3:10-13), lo que presta más actualidad a la reproducción de este texto.
Lc trae una sentencia de este pasaje en otro contexto (Luc_13:26). El resto es semejante a Mt, aunque menos colorista y más sintético. Podrían ser versiones de una misma fuente, más que escrita, oral. Pero la perspectiva (Mat_7:22; Luc_13:26) de esta semejanza es definitivamente escatológica.

Reacción de las turbas ante estos discursos,Luc_7:28-29.
28 Cuando acabó Jesús estas instrucciones, se maravillaban las muchedumbres de su doctrina, 29 porque les enseñaba como quien tiene poder, y no como sus escribas.

Mt cierra éste, uno de los cinco grandes discursos de Cristo, con una frase que ya utilizará también en los otros cuatro grandes discursos (Mat_11:1; Mat_13:53; Mat_19:1; Mat_26:1). En varias ocasiones los evangelios recogen la admiración de las gentes ante las obras o dichos de Cristo: su palabra, que acusa la autoridad que tenía para expulsar demonios (Luc_4:36); pero aquí el motivo es por su doctrina y por el modo como la enseñaba: como (ùò) quien tiene autoridad (åîïõóßá) y no como sus escribas; algunos códices añaden también a los fariseos 35. El sentido aquí del como quien tiene autoridad, tiene el sentido enfático afirmativo, no proporcional, como lo pide el contexto.
El procedimiento didáctico de los escribas y doctores era todo lo opuesto a la enseñanza de Cristo. Para enseñar oficialmente hacía falta haber sido discípulo de algún rabino y haber sido autorizado oficialmente, mediante la imposición de manos, para enseñar en Israel. Y había que enseñar con el argumento de autoridad de la tradición, a la que se daba más autoridad que al mismo texto sagrado 36. La interpretación de la Ley se hacía insertando, insípida y prolijamente, en sus enseñanzas, los dichos de otros rabinos célebres, y que se consideraban como prueba 37. La Mishna y el Talmud son un enorme almacén de ellos.
Cristo, que no había sido discípulo de ningún rabí, ni había recibido esta investidura oficial de la Sinagoga (Jua_7:15), se presenta como verdadero Maestro y con autoridad propia. Por eso no utiliza los dichos de los rabinos, para didácticamente encuadrarse en la legalidad de aquella tradición casuística y problemática , sino que decide por sí. La expresión recogida por el evangelista que enseña como el que tiene autoridad y no como sus escribas hace ver la fuerte contraposición que se establece, y que impresionaba a las turbas, sobre esto: El tenía autoridad, los escribas no tenían autoridad. Por eso, teniendo en cuenta los datos sacados de la Mishna y el Talmud, se ha escrito a este propósito: Aquel que da el poder es Dios. Las palabras 'como teniendo poder' han de completarse así: Y que lo tiene de Dios 38 (cf. Mar_1:22; Luc_7:45). En este discurso artificial, Mt sintetiza el poder y grandeza magisterial de Cristo en su vida docente.
Además, en aquel ambiente en que se movía, esta actitud magisterial evoca que El es el Mesías. En la conversación de Cristo con la Samaritana, le dirá a El: Yo sé que el Mesías está para venir y que, cuando El venga, nos hará saber todas las cosas (Jua_4:25) que se disputaban entre samaritanos y judíos, lo mismo que los puntos oscuros de la Ley. Con su conducta, Cristo se está proclamando Mesías.

1 P. Soiron, Die Bergpredigt Jesu (1941) p.397-403. 1 Zorell, Lexicón col.738-740. 2 Pirqé Aboth II 5; cf. Bonsirven, Textes n.14. 3 Strack-B., II 221; cf. Lev_6:38; Lev_6:16.9; Mat_7:1.2.7.19; Mat_12:17. 4 Sota I 7; cf. Bonsirven, Textes n.1443. 5 Sanhedrin 100a; Strack-B., Kommentar. I p.444-445. 6 Strack-B., o.c. I p.446. 7 strack-b., i p.447-450. 8 Principium culmenque omnium rerum pretil margaritae tenent (PLINIO, Nat. Hist. IX 34:106). 9 MG 57:311. 10 Didajé IX 5; Tertuliano, De praescript. 41:2. 11 Didaje IX 5.12 12 Megüloh 12b. 13 Eommven,LeJudaisme. (1934) I p.296; Borgé Hjerl Hansen, Rappro-chement poisson-serpent: RB (1948) 195-198. 14 Bonsirven, Textes n.261-262. 15 San Crisóstomo, In Matth. hom. 24. 16 Nácar-Colunga, Sagrada Biblia (1949) p.1363 nt.13. 17 Bonnard, L'évang. s. St. Matthieu (1963) p.102-103. 18 Boxsirven, Textes n.633; Strack-B., o.c., I p.460. 18 Shabbat 31a. 19 Bonsirven, o.c., n.633; Strack-B., o.c., I p.460; Talmud bab. Shabb. 31a. 20 La puerta después de ancha es omitida por algunos códices. Nestlé, ??? . graece et latine (1928) ap. crit. a Mat_7:13; Lagrange, évang. s. St. Matih. (1927) p.150. 21 Strack-B., o.c., I p.461-463; Bonsirven, Textes n.424. 22 Bonnard, o.c., p.102. 23 Deu_30:19; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.151. 24 Sanhedñn M. 10:4; Bonsirven, Textes n.1899. 25 Strack-B., I p.443; II p.221. 26 Didajé 11:7-12; 13:1.4. 26 O. Cullmann, Dieu et César (1956) p.25. 27 G. Bornkamm, Jesús von Nazareth (1956) p.81. 27 Volz, Jüdische Eschatologie p.259ss; Strack-B., o.c., I p.978; II p.465; IV p.878.1095. 28 S. TH., Sum. Theol. 2-2 q.172. 29 San Jerónimo: Mal_26:58; cf. Mat_10:1. 30 Bonnard, L'évang, s. Sí. Matth. (1963) p.106; J. Dupont, Gnosis (1949) p.74. 31 A. Van Den Born, art. casa, Dict encycl. de la Bibl. (1960) col.1104ss; Willam, La vida de Jesús., vers. esp. (1940) 922-923; Vosté, Parabolae. (1933) II p.767 y n.l. 32 Simón-Dorado, Praelect. biblicae X.T. (1947) p.556 n.386. 33 Bonsirven, Textes. n.287; cf. o.c., p.728. Index Analytique-Lexique, étu-des et moeurs. 34 Strack-B., o.c., I p.469. 35 Nestlé, N.T. graece et latine, ap. crit. a Mat_7:29. 36 Sanhedrin 11:3. 37 Aboth 3:11; 5:8; cf. 15:2ss; Mar_7:5ss. 38 Strack-b., o.c., p.470.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 07

e) No juzguéis (Mt/07/01-05).

1 No juzguéis, y no seréis juzgados; 2 porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis seréis medidos.

Nuestra trastornada naturaleza tiende a enjuiciar a otros. De este juicio se origina fácilmente la condenación. A esto se refiere Jesús, cuando prohíbe juzgar al prójimo. El motivo de esta prohibición es que no seamos juzgados nosotros, es decir, no seamos condenados con especial rigor. El que juzga a los demás, se atribuye un derecho que no tiene. Se inmiscuye en el derecho de Dios, a quien sólo es posible e incumbe juzgar certeramente. El que enjuicia a los demás, sobrepasa la medida del hombre y ahora es remitido a esta medida. De este modo también se dice que cualquier condenación humana es transitoria e insegura, que nunca hace plena justicia. Más vale callar diez veces que hablar injustamente una vez. En el perdón Jesús ya ha convertido la conducta con el prójimo en la norma de la conducta de Dios con nosotros: sólo quien perdona al prójimo, puede también confiar en el perdón de Dios (6,12.14s). Aquí se aplica al juicio este principio. La misma sentencia con que gravamos al hermano, Dios la pronunciará sobre nosotros. Con la medida que aplicamos al hermano, Dios también nos medirá a nosotros. El que espera de Dios indulgencia y misericordia y un juicio magnánimo, debería también tenerlos con su prójimo. El que juzga de una forma acerba y fría, injusta cuando no calumniosa, tiene que esperar que Dios también la trate sin misericordia. ¿Qué sería de nosotros, si Dios nos tratara como tratamos con frecuencia a nuestros prójimos? «Pues habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó misericordia. La misericordia triunfa sobre el juicio» (/St/02/13).

3 ¿Por qué te pones a mirar la paja en el ojo de tu hermano, y no te fijas en la viga que tienes en el tuyo? 4 ¿O cómo eres capaz de decirle a tu hermano: Déjame que te saque la paja del ojo, teniendo tú la viga en el tuyo? 5 ¡Hipócrita! Sácate primero la viga del ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Es un ejemplo drástico. El que condena al prójimo está a punto para el juicio en que todos somos deudores de Dios. Las críticas y la voluntad de corregir faltas ajenas son similares al juicio. En esta voluntad con frecuencia no notamos las propias debilidades, solamente vemos las otras agigantadas. Mírate primero a ti, dice Jesús, y corrige tu propia vida. Cuando ya lo hayas logrado, entonces también puedes ayudar al hermano. Si procedes de otra manera, eres un hipócrita, que parece o quiere parecer mejor de lo que realmente es. El Evangelio dice después todavía con mayor claridad (18,15-20) lo que aquí se afirma sobre el deber de la mutua corrección fraterna. Aquí se pretende decir que sólo tiene derecho a la censura fraterna, el que antes se ha examinado y corregido a sí mismo. Así debe hacerse entre cristianos. ¿Ha penetrado esta norma en nuestra carne y en nuestro espíritu?

f) Las cosas santas (Mt/07/06).

6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas, y luego se revuelvan para destrozaros a mordiscos.

No es muy clara la verdadera relación del versículo. Es una orden dada por Jesús para la misión de los discípulos. La perla es el Evangelio, la palabra de Dios. Sólo se puede anunciar el Evangelio, donde también es aceptado con buena disposición. No puede ser desperdiciado ni se ha de dilapidar. Se debe administrar con esmero. De no ser así, no solamente se profanan las cosas santas, y son pisoteadas por los cerdos. sino que también se pone en peligro al mensajero. La recusación provocada del mensaje se acrecentará hasta llegar al odio contra los mensajeros. Se vuelven y os destrozan. Jesús ha anunciado a los discípulos fracasos e incluso persecuciones. Pero éstas no pueden estar causadas por propia imprudencia o por falta de discernimiento. Más de una impertinencia, de tipo sectario, en la difusión del Evangelio resultaría reprobable, confrontada con este precepto del Señor. Hemos de mostrar amor a todos los hombres; pero en las palabras, en el contenido del mensaje, en el mismo misterio divino se requiere tacto y diligencia. Ambas cosas ha de mantener el discípulo ante su consideración: el ansia de proclamar el Evangelio y la obligación de no profanar ni desfigurar la palabra santa. Esta es una importante advertencia también para nosotros, que vivimos entre muchos hombres para quienes los pensamientos cristianos han llegado a ser extraños.

g) Poder de la oración (Mt/07/07-11).

7 Pedid, y os darán; buscad, y encontraréis; llamad, y os abrirán. 8 Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, le abren.

Si Dios es el Padre que sabe todo lo que se refiere a nosotros, y se cuida de todo, también estará siempre presente para favorecernos. En la oración se muestra si realmente creemos. En ella tenemos que confesar que dependemos de él y que solos no nos bastamos. La oración bien hecha es una piedra de toque de nuestra fe y de nuestra humildad. Pedid, y os darán. Esta frase suena como si fuese una ley. A una cosa le sigue necesariamente la otra, al ruego confiado sigue la pronta concesión de lo que se pide. Aquí no se hace diferencia entre peticiones importantes y poco importantes, justificadas y no justificadas. Sobre estas diferencias se nos habla en otros textos (Cf. 16,22s; 17,20; 18,19s; 20,20-23; 21,20-22). Aquí lo que se recalca es la certeza de que Dios nos escucha. El que ha entendido lo precedente y vive de acuerdo con ello, experimenta diariamente cuán sencillo es. Siempre es una oración en Dios la de aquel que vive para Dios y confiando en Dios. El que así vive, sabe con seguridad que todas sus peticiones hechas «en Dios» son escuchadas tan pronto como él las presenta.

éste es el misterio de la oración suplicante, que Jesús con tanta frecuencia promete que será sin duda escuchada. No hay que recurrir a ningún medio de ejercer por así decir presión sobre Dios, sino vivir como el discípulo que está enteramente subordinado al reino de Dios. Le resultará tan natural como los acontecimientos de la vida cotidiana: si se busca algo caído por el suelo, pronto se encuentra; si se llama a la puerta del vecino o si se toca el timbre, se abre la puerta. Tan sencillo y normal será para el discípulo lo que es tan anormal e inaudito, o sea, que Dios incesantemente nos escucha.

9 ¿O habrá entre vosotros algún hombre, a quien su hijo pida pan, y le dé una piedra? 10 o si le pide pescado, ¿acaso le dará una serpiente? 11 Y si vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿con cuánta más razón vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

Solamente se tiene que creer que Dios es Padre. Entonces todo se explica naturalmente. Sucede como en vuestra vida; pues vosotros no sois padres inhumanos que deis a vuestros hijos una piedra en vez de pan, o una serpiente en vez de un pescado. Os ocupáis de vuestros hijos y de vuestras familias, ponéis empeño en alimentarlos y en darles alegría. Sabéis exactamente lo que son las obligaciones de un buen padre.

Así procede también Dios con nosotros. Sólo con la diferencia de que a él le compete todavía mucho más de lo que se puede decir de los padres terrenos, puesto que sois malos. Son palabras que tienen un sonido duro y penetrante. Jesús no nos ha expuesto una «doctrina acerca del hombre», ni siquiera aquí en el sermón de la montaña, pero aquí y allá desciende como un rayo una luz sobre su concepto de hombre. Así sucede aquí. Jesús sabe lo que hay en el hombre y que está arraigado en el mal. Probablemente Jesús aquí no alude tanto al hecho de que a veces procedemos mal y siempre pecamos, sino a esta cercanía general, a esta afinidad e inclinación al mal. Esta tendencia es tan fuerte, tan profundamente enraizada en nosotros, que por ella somos «malos» aunque no sólo y únicamente mentira y pecado. En todo caso, damos a nuestros hijos cosas buenas y los preservamos de lo nocivo. Esto lo hace Dios mucho más que cualquier padre terreno. Solamente piensa en repartir cosas buenas. Cuando rogamos, nunca hemos de temer que se nos dé algo nocivo, ni siquiera cuando «la cosa buena» nos venga bajo la forma de la enfermedad purificadora, de la soledad, de la asechanza o en cualquier forma de sufrimiento. Si viene del Padre, siempre es conveniente para nosotros.

h) Regla áurea (Mt/07/12).

12 Por eso, todo cuanto deseéis que os hagan los hombres, hacedlo igualmente vosotros con ellos. Porque ésta es la ley y los profetas.

Esta regla de la conducta humana no es típicamente cristiana. Los paganos y los judíos prestigiosos también han establecido el mismo principio: debemos tratar a los demás tal como nosotros deseamos ser tratados. Pero Jesús también dice estas palabras de razón y de filosofía naturales. En Jesús este principio adquiere un nuevo sentido. Porque la norma es distinta de la que podría establecer un pagano o un judío. Jesús ha hablado del amor, que no conoce medida, porque toma su medida en Dios y ni siquiera excluye al enemigo. Este amor es lo que espero del hermano, del compañero en la fe cristiana, y lo que él también puede esperar de mí. La regla áurea es solamente una forma que puede ser llenada con diferente contenido. Nadie reclamará terminantemente el derecho a ser tratado así. Primero aplicará la pretensión a sí mismo. Pero la experiencia de lo que me alegra o molesta, es una norma segura de cómo debo acoger a los demás. ¿No se dificulta de nuevo la comprensión con la frase: Porque ésta es la ley y los profetas? Esta frase nos dice que la regla áurea corresponde al contenido fundamental del Antiguo Testamento en el respecto moral. El evangelista quiere decir lo que ya estaba expresado en 5,17: Jesús no ha abolido la antigua ley, sino que le ha dado cumplimiento por medio del nuevo modo de entender y del sentido más profundo, del mensaje del amor. La antigua ley permanece, pero con un espíritu nuevo. Así sucede también en nuestra vida cotidiana. En ella encontramos mucha prudencia humana, sabiduría y experiencia, en la conversación o en los libros. Por la fe cristiana no se borra nada verdadero ni sublime, antes bien permanece, pero debe cumplirse y perfeccionarse con el espíritu de Jesús.

5. Los DISCÍPULOS ANTE EL JUICIO (7,13-27).

En la sección precedente (6,19-7,12) la arquitectura del sermón de la montaña ya pareció menos consistente. Así continúa hasta el fin. Pero los últimos fragmentos tienen un punto de vista común: la perspectiva del fin, la expectación del juicio. Primero se hace un llamamiento a ir por la «puerta estrecha» (7,1 3s). Sigue una advertencia contra los falsos profetas, que sólo puede ser bien entendida, si se tiene en cuenta el fin (7,13-20). Luego viene una sección sobre el verdadero criterio del discípulo en el juicio (7,21-23). Toda la disertación concluye con una vigorosa parábola (7,2627).

a) Vida o perdición (Mt/07/13-14).

13 Entrad por la puerta estrecha; que es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella, 14 y es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que dan con ella.

La imagen de los dos caminos es antigua. Se usa con frecuencia en los salmos para describir y diferenciar el camino que siguen en su vida el malvado y el justo. Aquí se han juntado las dos imágenes: la puerta, que puede ser estrecha o ancha, y el camino, que puede ser amplio o angosto. Ambas dicen algo que tiene validez: el camino es imagen del curso de la vida. La vida está implicada en el fluir del tiempo y es una peregrinación sin descanso hasta alcanzar un término. Se designa este término con la segunda imagen: la puerta, la cual alude a tres hechos concretos: la muerte, el juicio, y el cese y nuevo principio. Las dos imágenes juntas ilustran el sentido de nuestra vida. Jesús las emplea aquí con palabras sombrías, francamente pesimistas. La perdición es la única posibilidad de la amplia puerta y del cómodo y confortable camino, la vida es la otra posibilidad de la puerta estrecha y del camino molesto y angosto. La perdición y la vida están una enfrente de la otra. Una de ellas alude a la ruina, al horror del infierno; la otra alude a la salvación, a la gloria de estar redimidos. Con la palabra «vida» se hace alusión a algo perfecto: la duración interminable, la felicidad de todo el hombre con cuerpo y alma por obra de Dios. No hay una tercera posibilidad. Pero lo más terrible es la proporción numérica. Muchos van por la puerta ancha a la perdición, y pocos son los que dan con la puerta estrecha.

Aquí tocamos uno de los enigmas más torturantes de la vida humana: el de la predestinación. «¿Son pocos los que se salvan?» (Luk_13:23). ¿Quién se salva y quién no se salva? ¿Los ha predestinado Dios? ¿y con qué eficacia? Estos dos versículos en primer lugar declaran algo del tiempo presente -aproximadamente con este sentido: el camino cómodo de la mediocridad, incluso del pecado y del vicio, es muy transitado-. En cambio de hecho son pocos los que encuentran la senda angosta, que señala directamente hacia Dios, en pocas palabras: el camino del sermón de la montaña. Así lo ha experimentado el mismo Jesús y, después de él, la Iglesia primitiva; así también parece que nos lo enseñe también nuestro propio conocimiento. Pero todo el peso recae en la exhortación contenida al principio de este versículo: Entrad por la puerta estrecha. Es decir, esforzaos por encontrar el verdadero camino y la verdadera puerta. No es de vuestra incumbencia especular cuántos se salvan o no se salvan. A vosotros os incumbe hallar la verdadera entrada, que conduce a la vida (Así hay que entender el texto paralelo de Luk_13:23 s. En lo fundamental la declaración de san Mateo tiene que coincidir con la de san Lucas, y la exposición anterior puede mostrar que también aquí se da esta coincidencia).

b) Los falsos profetas (Mt/07/15-20).

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

En el Antiguo Testamento Dios tuvo que prevenir a menudo contra los falsos profetas, que no estaban llamados por él y no anunciaban su palabra. El diablo es la «mona de Dios» y, por tanto, no sorprende que en todo lo santo haga una caricatura y quiera concurrir. Así continuó también sucediendo en la naciente Iglesia, en la que había apóstoles y falsos apóstoles, maestros y herejes, profetas y seudoprofetas. No es fácil conocerlos, porque se han echado sobre los hombros la capa de la verdadera doctrina, del desinterés afectado. Los vestidos con piel de oveja significan el vestido peculiar de los cristianos, la apariencia de la fe y de la vida cristianas. La impresión externa contradice enteramente la manera interna de ser: en realidad son lobos rapaces. El lobo es el enemigo mortal del rebaño, se mezcla sin ser reconocido y, de una forma solapada, con las ovejas. Abusa de la confianza ingenua de éstas, manifestando repentinamente su verdadero modo de ser y despedazando las ovejas. Así sucederá con los que no buscan a Dios, sino a sí mismos. A los discípulos no solamente les amenaza desde fuera el peligro de persecuciones y de difamación (Luk_5:11 s), sino también desde dentro el peligro de falsos profetas. Este peligro que proviene de dentro es más difícil de conocer. No es fácil distinguir el auténtico maestro del falso. Se nos propone aquí un criterio irrefutable. Ante todo, las palabras de los falsos profetas no cuentan: los discursos, las predicaciones y los argumentos nos pueden engañar, pero nunca cabe un engaño, si buscamos los «frutos», la vida, la fe traducida en obras.

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso de los espinos se cosechan uvas o de los cardos higos? 17 Así todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol podrido da frutos malos. 18 No puede un árbol bueno producir frutos malos, ni un árbol podrido producir frutos buenos.

Jesús muestra el camino inspirándose en la naturaleza, en la cual está en vigor la siguiente ley: lo sano y fuerte da fruto sano, pero lo enfermo y débil produce frutos mezquinos y sin valor. Lo mismo sucede en el hombre. Su vida forma una unidad; tienen que coincidir sus sentimientos, su manera de pensar, su querer y su acción. Si se abre una grieta a través de esta unidad, si el hombre cumple un mandamiento de Dios sólo exterior y formalmente, pero en su interior piensa de otra manera, entonces esta grieta puede también reconocerse exteriormente. A la larga sólo subsiste el conjunto. Los frutos no son distintos actos, sino -como en el árbol- el fruto en total, toda la vida. También hoy día hay falsos profetas, que pretenden venir por encargo de Dios y aparentar un verdadero cristianismo, y sin embargo son los enemigos del rebaño. En casos particulares hay que ser prudentes en la manera de juzgar, pero una cosa siempre nos es posible: preguntar por los frutos, por toda la vida, que está formada por el amor activo, por la fe no falseada, sobre todo por la humildad y la obediencia. Muchas cosas que parecen «nuevas», resistirán brillantemente esta prueba; otras saldrán desaprobadas.

19 Todo árbol que no da fruto bueno, lo cortan y lo echan al fuego. 20 Así pues, por sus frutos los conoceréis.

El juicio de la historia es el juicio de Dios. Esta frase, en cierto sentido, también vale aquí. Muchas cosas que no perduran en el tiempo ni en la vida terrena, tampoco son salvadas aquí sobre el foso del juicio. Ya están juzgadas aquí de tal forma que el definitivo juicio sólo sea la confirmación. El árbol podrido y huero, que no produjo ningún fruto alimenticio, ya no sirve para nada. El agricultor lo corta y lo quema. San Juan Bautista ya ha empleado la metáfora y con ella ha descrito el juicio. Lo mismo hace Jesús: el árbol estéril es presentado al juicio de Dios, y es aniquilado con su fuego. Esto se dice aquí sobre todo de los falsos profetas. Pero también puede aplicarse a los otros discípulos de Jesús. Lo que en todos los fragmentos precedentes ha sido inculcado incesantemente, ahora obtiene su energía y perentoriedad ante el juicio: sólo puede resistir al fuego del juicio toda la vida formada en la fe y el amor.

c) La confesión de fe y las obras (Mt/07/21-23).

21 No todo el que me dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

No interesan las palabras, sino los hechos; Tampoco interesan las palabras de confesión y de elogio. Señor, Kyrie, es la antiquísima invocación de Jesús, con la cual la fe en el ensalzamiento encontró su vigorosa expresión. Pero a esta confesión verbal de Jesús como Señor tiene que corresponder la confesión de los hechos. Y las obras no deben estar dirigidas a otra cosa que a cumplir la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquí tenemos la unidad de la antigua y de la nueva alianza: la voluntad de Dios -dada a conocer en la antigua alianza y «cumplida» por Jesús-, la confesión de Jesús como «Señor». Jesús no ha defendido doctrinas particulares; tampoco pueden hacerlo los maestros y profetas cristianos. La voluntad de Dios es para todos el objetivo que indica la dirección. Estas palabras podrían ser para los judíos un puente que los condujera a Cristo...

22 Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre arrojamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos prodigios? 23 Pero entonces yo les diré abiertamente: Jamás os conocí; apartaos de mí, ejecutores de maldad.

En aquel día, es decir, el día del juicio. Los que entonces comparecen ante Jesús saben que él es el juez y que ha de dictar sentencia. Se vuelven a él y le llaman como antes en el culto divino, diciendo: «¡Señor, Señor!» Entonces empiezan a enumerar no solamente sus sermones y la doctrina que han proclamado, las cartas y libros que han escrito, sino sus obras. Estas obras dan testimonio de una dotación especial de fuerzas sobrenaturales. Jesús en su tiempo había provisto de ellas a los apóstoles: «Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios» (Mat_10:8). Más tarde en el trabajo misional también han llevado a término las mismas acciones. También otros estaban provistos del mismo don (dado por el Espíritu) de hablar y de hacer milagros. Ellos dicen: Hemos vaticinado, es decir hemos hablado proféticamente en el Espíritu para edificación (Cf. 1 Cor 14); hemos arrojado demonios; hemos hecho milagros. Y todo eso lo hicimos en tu nombre, es decir apelando al poder del «Señor» e invocando su nombre, como lo sabemos por las curaciones de Pedro: «En el nombre de Jesucristo de Nazaret, anda» (Act_3:6). Eran obras que han sido llevadas a cabo por la fe en Jesús y para el servicio de la Iglesia. Pero ellos están solos y separados junto a la propia vida, porque no han cumplido la voluntad de Dios.

La sentencia del juez es de una severidad insólita: Jamás os conocí. El mensajero de Jesús sólo debe ejercer la actividad del «Señor», debe ser el brazo y la mano del Señor enaltecido. Siempre se alude a esto cuando los apóstoles dicen «en su nombre» o «en el nombre de Jesús». Cristo tiene que estar en la vida personal de su mensajero, como lo está en su cargo. Cristo ha «conocido» al que se ha identificado con él. Está en él y con él, porque dirige sus pensamientos y le conduce en sus caminos. Es un conocimiento amoroso, una mutua familiaridad, una actuación recíproca de uno en el otro. Pero si se abre una hendidura a través de esta vida, no solamente no funciona por así decir uno de los dos motores, sino que el otro es ineficaz. Las señales, por brillantes y prodigiosas que sean, nunca pueden sustituir la falta de amor activo. Si falta el amor, los dones carismáticos también se quedarán vacíos y hueros, sin fuerza ni fruto. Los que ejercieron cargos pastorales no se identificaron plenamente con el «Señor» en su vida terrena, sino que le sustrajeron alguna parcela de su personalidad. Les faltó la garantía moral, las obras del amor. Dado que se separaron parcialmente de Jesús, él se separa por completo de ellos: Apartaos de mí, ejecutores de maldad. Esta frase procede del salmo (Psa_6:9). Aquí se convierte en veredicto judicial. La sentencia los separa del «Señor» y por tanto de la vida. Cuando el Señor oculta su rostro, sólo queda la muerte.

d) Las dos casas (Mt/07/24-27).

24 En fin, todo aquel que oye estas palabras mías y las pone en práctica, se parecerá a un hombre sensato que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayó la lluvia, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y dieron contra la casa aquella; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre la roca. 26 y todo aquel que oye estas palabras mías, pero no las pone en práctica, se parecerá a un hombre necio que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayó la lluvia, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y batieron contra la casa aquella; se derrumbó, y su ruina fue completa.

Esta comparación tiene una fuerza inaudita. Con rasgos vigorosos Jesús delinea dos imágenes: la casa, que un hombre sensato ha construido sobre la roca, y la casa de un hombre insensato que tomó como fundamento la arena. Por un momento hemos de representarnos el panorama y la manera de construir casas en Palestina. La casa está construida de piedra, barro y madera, y tiene poca consistencia. De ordinario la lluvia viene súbitamente y con violencia, se precipita sobre las rocas, ya que no puede ser recibida por el suelo de bosques ni por húmedas praderas. La casa que tiene un fundamento de roca no es arrastrada, las avenidas de las aguas fluyen rápidas por la izquierda y por la derecha, pero no pueden ir socavando el fundamento. La otra casa de desmorona, porque con las avenidas de las aguas la arena se desprende y desde abajo hace que se derrumbe la casa. A la tormenta le resulta un trabajo fácil derribarlo todo con estrépito. Jesús emplea las dos imágenes para colocarlas delante de los oyentes como un espejo. ¿A quién queréis pareceros en la construcción de vuestra vivienda? En el juicio de los demás el dueño de una de las casas es sensato y prudente, el otro es un insensato que sufre perjuicios por su culpa. Exactamente igual sucede con mi doctrina: el que la escucha y la observa, es un hombre sensato; el que solamente la escucha, pero no la observa, es necio. Sólo hay estas dos posibilidades, y aun en ellas sólo hay una cosa que realmente decide: la acción. «Llevad a la práctica la palabra, y no os limitéis a escucharla» (Jam_1:22). Pero esta sensatez o necedad no es humana ni terrena, como en los dos hombres de la comparación, porque aquí no se trata de que se tenga éxito en la vida presente, de que se asegure la propia casa y se le dé un firme fundamento. El necio en la imagen aquí presentada podría construirse una nueva casa y ser sensato la segunda vez a sus propias expensas. ¿Puede decirse lo mismo del discípulo? Jesús dice: Todo aquel que oye estas palabras mías y las guarda se parecerá a un hombre sensato el día del juicio. Se describe la tempestad con colores tan vivos, que nos hace recordar la enorme catástrofe que debe concluir la historia: cayó la lluvia, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y batieron contra aquella casa. En la imagen se presenta la tempestad del fin de los tiempos. Entonces se decide una sola vez y definitivamente lo que se hará con la casa. Nadie puede empezar a construir por segunda vez. Si la casa se derriba, queda en ruinas. Todo el discurso se vigoriza con estas palabras. Sólo puedes edificar una casa, de una o de otra manera.

Las palabras de Jesús muestran dónde hay que poner el fundamento, para poder sostenerse en el fragor proceloso del juicio. Pero esta audición y estos conocimientos no bastan, si no edificas de hecho sobre la roca, es decir si pones por obra estas palabras y estos conocimientos. Todo lo que antes se ha dicho, no sólo es apremiante, porque Dios así lo quiere, porque ha sido revelado por Jesús, sino porque el tiempo también insta a cada uno de nosotros. La vida sólo es una y no puede reiterarse. Al final está el juicio, que no se puede evitar. En él sólo puede sostenerse aquel cuya vida estuvo edificada con un solo objetivo: Dios, el reino de Dios y su justicia.

CONCLUSIÓN (Mt/07/28-29).

28 Cuando acabó Jesús estos discursos, la gente se quedaba atónita de su manera de enseñar; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

Ha terminado el primer gran discurso de Jesús. Es la síntesis más densa de su mensaje. San Mateo lo ha puesto al principio como fundamento de su Evangelio. Todo lo que sigue hay que considerarlo a la luz de este sermón. Los oyentes se quedaban atónitos de su manera de enseñar. No es el espanto causado por una sensación, no es que se contenga la respiración como ante un temerario baile sobre la cuerda, no es el estremecimiento angustioso en el peligro o en la proximidad de la muerte. Es el pánico de Dios, que penetra hasta la médula, es el estado de consternación producido por la santidad y el poder sobrenatural. Así sucede, cuando se toca el centro de la propia vida, cuando Dios conmueve las capas más profundas del alma. Temblamos ante la información del otro mundo, ante la reivindicación que se dirige a nuestro corazón. Este miedo es necesario y provechoso. Y las razones son estas: Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas. La manera como se solía enseñar contrasta con ésta. Los escribas son transmisores e intérpretes de la voluntad de Dios, incluso servidores autorizados y oficiales de la fe. La técnica de su instrucción consiste en citar las opiniones de los doctos a propósito de una frase de la Escritura, y en defender una de ellas. Únicamente la palabra que se profiere en Espíritu y obra con eficacia es palabra de la Escritura, palabra de Dios. Todo lo demás son aplicaciones, exégesis, y por tanto palabra humana. Pero aquí hay uno que habla «como quien tiene autoridad». Jesús no cita a los rabinos ni a sus opiniones, sino que, con independencia de ellas, él mismo dice lo que es voluntad de Dios. Como un divino legislador incluso antepone su propia palabra a la palabra de la ley. «Pero yo os digo...» Así sólo puede hablar quien provenga directamente de Dios, y de él haya recibido una delegación inmediata. Su doctrina cumple «la ley y los profetas». Esta grandeza y autoridad también la tiene para nosotros la palabra de Jesús. Tanto si la leemos, como si la oímos, el mismo Jesús nos habla «como quien tiene autoridad».

Lo que hace estremecer a la gente en lo más íntimo de su ser es algo más que la autoridad. Este poder se exterioriza en el llamamiento personal: la exigencia que no se puede rehuir, la urgencia que quiere transformar los corazones, la confirmación realizada por el Espíritu y la eficacia, y aportada por esta exigencia. Aquí se pronuncia una palabra única, una «nueva doctrina», pero una doctrina de vigor exigente. Ante esta palabra no se puede permanecer desinteresado, ya que sólo hay dos caminos: cerrarse totalmente o abrirse por completo; o permanecer cerrado en sí mismo o abrirse hacia Dios. Es decir conversión, fe, nueva vida.





Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



46 (e) JUZGAR A LOS OTROS (7,1-6). 1. Cf. Lc 6,37-40; Mateo abrevia y transforma la parata(-)xis semítica original, «no juzguéis y...», dándo(-)le una mayor claridad lógica y una mejor ex(-)presión griega: «no juzguéis para que no se os juzgue». Este versículo nos libera de la exigen(-)cia de ser la conciencia o censor del otro, pero no nos libera de toda exigencia de juicio. In(-)cluso la proposición más simple como «esta vaca es marrón» es un juicio, y en la vida adul(-)ta no podemos escapar de la obligación de ha(-)cer algunos juicios, incluso sobre el carácter moral de los otros. Padres, novios, empleados, jueces civiles, rectores de Iglesias, etc., todos tienen este deber. La enseñanza de Jesús nos advierte contra la tentación de usurpar el jui(-)cio definitivo a Dios, que es el único que ve el corazón. En oposición al suyo, nuestro juicio es siempre aproximativo, parcial e inadecuado (cf. 1 Sm 16,7; Jr 17,10). Pero, siempre que nos sea posible, deberíamos ocuparnos de nuestros propios asuntos y no meternos en la vida de los otros. 2. seréis juzgados... se os me(-)dirá: Los verbos son pasivos teológicos; Dios es el agente (cf. ZBG § 236). Cf. mSota 1,7-9. La fórmula de la medida puede rastrearse en papiros de temática comercial escritos en egipcio demótico y en textos griegos del pri(-)mer milenio a.C. (B. Couroyer, RB 77 [1970] 366-70). 3-5. Estos versículos contienen una advertencia contra los jueces hipócritas, que, sin embargo, presupone como algo necesario un cierto juicio sobre los otros. Cf. Jn 8,1-11. 6. El significado de este versículo no es segu(-)ro. lo santo: En el AT, se refiere a la carne sa(-)crificada (Ex 29,33); aquí se trata del mensaje del reino de Dios; posteriormente se aplicará a la eucaristía (Did 9,5; 10,6). perlas: En este contexto, las perlas podrían significar el men(-)saje del reino o el mismo sermón, arrojar las perlas: En hebreo «arrojar» y «echar» se dice yára. A partir de una homonimia (yara III) de(-)riva el término tóráh, «instrucción» (posible(-)mente, del acto de arrojar una piedra con el que el pastor indicaba al caminante la direc(-)ción por la que había preguntado); en esta perspectiva, puede estar implícito en nuestro texto un cierto juego de palabras sobre la torá-enseñanza. perros... cerdos: Animales impuros en el AT; en la literatura rabínica representan a los analfabetos (cf. Sal 22,17.21) y también a los gentiles (Abot R. Nat. 34,2; Mt 15,26) y a los herejes (2 Pe 2,20-22). Tal vez, en nuestro texto se refiere a los oyentes que no congenian con el mensaje.

47 (f) PEDID, BUSCAD, LLAMAD (7,7-12). 7. buscad: En este contexto, todos los verbos se refieren a la oración; como en 6,33, lo que se debería buscar por encima de todo es el reino de Dios y la justicia, también en la oración. En hebreo «buscar» se dice daras, de donde pro(-)cede el término midrás, el «estudio» o investi(-)gación de la Escritura. Conscientes tal vez de este uso más intelectual de la palabra, los cris(-)tianos gnósticos entendieron la frase «buscad y hallareis» fuera de su contexto y la utilizaron para justificar sus especulaciones teológicas. Al principio, los Padres de la Iglesia se opusie(-)ron a esta aplicación del texto, pero en tiem(-)pos de Agustín la ortodoxia lo utilizó para fun(-)damentar su reflexión teológica. La pregunta constituye la piedad del pensamiento. 7-11. Respuesta de Dios a la oración. 11. vosotros que sois malos: Esta frase sugiere una acepta(-)ción inconsciente de la doctrina del pecado original o de la maldad propia de los adultos. cosas buenas: Lucas, en cambio, lee «Espíritu Santo», que podría tratarse de la espiritualiza(-)ción de una expectación originaria de tipo ma(-)terial. 12. La regla de oro (? 36 supra). Desde un punto de vista estrictamente literario, éste es el final del sermón, un resumen de su con(-)tenido, antes de las maldiciones y bendiciones de la alianza conclusiva. Está relacionado con los otros versículos que contribuyen a organi(-)zar la estructura del conjunto, 5,17.20; 6,1.33, pero también con 22,33-40, donde aparece la fórmula «ésta es la ley y los profetas». La regla tiene una larga prehistoria. Una regla parecida se encuentra implícita en Dt 15,13; Tob 4,15; Ep. Arist. 207; Eclo 31,15; Abd 15. Posterior(-)mente, en bSabb. 31a, Hillel da al prosélito que pregunta la regla en forma negativa, es de(-)cir, la regla de plata, diciendo: «El resto es co(-)mentario; ahora, vete y estudia». La regla tie(-)ne también su prehistoria helénica; apareció en el s. V a.C. en la ética popular que promo(-)vieron los sofistas (cf. Aristóteles, Rhet. 2.6.19 [1384b]. Esta ética se fundamenta en la retri(-)bución y en la moralidad como contrapeso de las obligaciones. Un masoquista haría estra(-)gos con la aplicación de esta regla (cf. IDBSup 369-70).

48 (F) Conclusión del sermón (7,13-27).
(a) La puerta estrecha (7,13-14). Estos dos versículos expresan la idea de los dos ca(-)minos que se encuentra en la teología de la
alianza, el camino que conduce a la vida y el camino que lleva a la muerte (Dt 28; 30,15; Did 1,1; Bem 18,1; 1QS 3,18-25); cf. K. Baltzer, The Covenant Formulary (Filadelfia 1971); y, sobre Mateo, Frankemólle, Jahwebund (? l supra).

49 (b) DAR FRUTO (7,15-20). Cf. Lc 6,43-44; la relación de esta unidad y la siguiente (vv. 21-23) con la fuente Q es bastante complicada, puesto que han sido considerablemente reelaboradas por el redactor, quien introduce el te(-)ma nuevo de la falsa profecía, por sus frutos los conoceréis: Este paréntesis en los w. 16.20 identifica el tema de esta unidad. Los frutos son la fe viva o la conducta ética, el test de una persona buena. 15. falsos profetas: La profecía es una actividad carismática relacionada con el espíritu. Algunos autores piensan que Ma(-)teo era anticarismático y que, por esta razón, le quita importancia al papel del Espíritu en su evangelio. Sin embargo, otros comentan que Mateo añade esta mención de la profecía y de los profetas que no se hallaba en su fuen(-)te, lo que mostraría que estaba interesado en el tema, y nos llevaría a la conclusión de que había profetas en su comunidad. Mateo estaba más interesado en la regulación de la profecía y en la restricción de sus abusos, mantenién(-)dola dentro de los límites morales, que en su eliminación. Sin duda alguna, hay en Mateo un tono sobriamente moral y una concentra(-)ción en la enseñanza de Jesús. Pero Mateo era también un maestro y estaba muy interesado en la creatividad (cf. comentario sobre 13,52) como para oponerse totalmente a la profecía o la acción del Espíritu. El es el pastor solícito y hábil, no un inquisidor.

50 (c) DESCRIPCIÓN DE UNA ESCENA EN EL JUICIO FINAL (7,21-23). Dios es el juez, Jesús el abogado (en contraste con Mt 25,31-46). El v.22 está influido por Jr 14,14 y 27,15 (34,15 se(-)gún los LXX). 23. apartaos de mí, malvados: Procede del Sal 6,9. La única fuente sinóptica es Q (cf. Lc 6,46). Los paralelos se encuentran en Mt 10,32-33; 25,1-13.31-46; Lc 13,23-30; Mc 8,38; Ap 3,5; 2 Clem 3-4; Justino, Apol. 1.16.9-11; Dial. 76.5. El tema dominante desde el v. 13 al v. 23 es que nadie podrá aparecer victorioso en el jui(-)cio final solamente por haber dicho lo correcto o por haber realizado hechos espectaculares con el poder del espíritu. Sólo valdrá una vida de amor y justicia. Este tema refleja la caracte(-)rística conexión que establece Mateo entre la ética y la escatología, y su visión de la Iglesia como cuerpo formado por santos y pecadores hasta la evaluación final que Dios realizará (en contraste con la doctrina sobre la Iglesia como comunión invisible de santos). La visión de Mateo desafía la complacencia cristiana y su arrogante seguridad de salvación. Esta pers(-)pectiva parece oponerse a la de Pablo, pero también el apóstol se esforzó en prevenir a sus seguidores de extraer conclusiones inmorales o amorales de su evangelio, y advirtió a los cris(-)tianos que también ellos serían juzgados (p.ej., 1 Cor 3,13-15). Aun así, puede haber diferentes énfasis pastorales, uno para los excesivamente escrupulosos y otro para los laxos.

51 (d) CASAS CONSTRUIDAS SOBRE ROCA Y ARENA (7,24-29). Cf. Lc 6,47-49. Esta parábola, que Mateo transforma en una parábola sobre el sabio y el necio, concluye el sermón retor(-)nando al tema de los dos caminos de la teolo(-)gía de la alianza (cf. comentario sobre 7,13-14) . Es habitual en la Misná concluir un tratado legal con un breve relato o una pará(-)bola. El contraste en nuestro caso, desarrolla(-)do en estricto paralelismo antitético, se esta(-)blece entre «escuchar» y «hacer», y «escuchar» y «no hacer», mientras que el contraste de los w. 21-23 se desarrollaba entre «decir» y «ha(-)cer» o «no hacer». 24. palabras mías: Esta fra(-)se remite al mismo sermón entendido como una especie de Torá. Para Mateo, cumplir las palabras de Jesús es sabiduría para la vida. (Este énfasis sapiencial está ausente en Lucas.) 25. cayó la lluvia: La situación natural refleja el tipo de tormenta común en tierra santa en la estación invernal. 28-29. Efectos del sermón. 28a. cuando Jesús terminó este discurso: Se tra(-)ta de una fórmula mateana (repetida en 11,1; 13,53; 19,1; 26,1), que aparece al final de cada uno de los cinco bloques del material de ense(-)ñanza, y que le ayudaron a estructurar su evan(-)gelio. 28b-29. Mateo se une aquí a su fuente marcana (1.21.22). Añade el adjetivo posesivo «su» (de ellos) al sustantivo «escribas» porque en su Iglesia también había escribas (13,52; 23,34), un oficio consagrado en Israel desde los días de Esdras, junto a los profetas, los sabios, los apóstoles y los justos (personas que habían sufrido por su fe, 10,41). autoridad: En la anti(-)güedad, la autoridad derivaba de la fidelidad a la tradición. Tanto Jesús como los escribas ju(-)díos enseñaban con cierta autoridad (resüt) ba(-)sada en la tradición. Pero en esta época, los es(-)cribas no se presentaban a sí mismos como personajes que revelaban una verdad divina por tener acceso directo a la voluntad del Pa(-)dre (7,21). Para las muchedumbres, los prime(-)ros cristianos y para Mateo, Jesús era este tipo de personaje que poseía un acceso más inme(-)diato al Padre, a la realidad contemporánea y a un amplio espectro de la tradición bíblica, que los escribas halákicos. De esta combinación singular procedía la autoridad de Jesús.
(Betz, H. D., Essays (? 43 supra). Davies, W. D., The Setting of the Sermón on the Mount (? 1 supra). Lambrecht, J., El Sermón de la Montaña [Madrid1975] , Lapide, P., The Sermón on the Mount [Maryknoll 1986].)

52 (III) Autoridad e invitación (8,1-9,38). Tras acabar su presentación de Jesús como Mesías de la palabra, Mateo lo presenta ahora como Mesías de la acción (Mt 11,2). Mateo se une aquí a la estructura narrativa de Marcos (1,40-2,22), que expande con milagros procedentes de otras fuentes. Hay nueve perícopas sobre milagros, pero un total de diez ac(-)ciones milagrosas (la resurrección de la niña se ubica en medio del relato de la hemorroísa). Esta serie de diez milagros se ha relacionado, frecuentemente, con la serie de las diez plagas que Moisés y Aarón provocaron en Egipto co(-)mo presión para la liberación de la esclavitud (Éx 7,8-11,10). Mateo rompe la monotonía de la serie con la incorporación de perícopas que funcionan como amortiguadores (8,18-22; 9,9-17). Se diferencia de Marcos por la forma en que trata las acciones milagrosas. Las abrevia, elimina detalles novelísticos y, al ser de carác(-)ter cerebral, anula las emociones fuertes. Posi(-)tivamente, las estructura introduciéndolas en conversaciones paradigmáticas que subrayan cuatro temas: la cristología (o la autoridad de Jesús), la fe, el discipulado y la soteriología.
Desde la Ilustración, los milagros han sido un elemento de controversia del relato evan(-)gélico. Thomas Jefferson publicó una versión de los evangelios que eliminaba el aspecto mi(-)lagroso y mantenía la enseñanza. Histórica(-)mente hablando, no hay dudas de que Jesús realizó curaciones y otros portentos que deja(-)ron atónitos a quienes los presenciaron, aun cuando puede no estar claro lo que ocurrió en cada caso. Mediante esta actividad, Jesús se(-)guía el modelo de los antiguos profetas galileos que eran itinerantes y realizaban hechos prodigiosos, como Elías y Elíseo. Nuestras fuentes más antiguas, cristianas y talmúdicas, están de acuerdo en la transmisión de este as(-)pecto de la actividad de Jesús. Filósofos como Hume distinguen entre milagros de curación (creíbles, pero no estrictamente considerados milagros) y milagros de naturaleza (calmar la tormenta, caminar sobre el agua, multiplica(-)ción de panes y peces, resurrecciones). Estos últimos se juzgan increíbles, a menos que se expliquen de forma racionalista. Ahora bien, esta distinción no es bíblica. La Biblia se preo(-)cupa más bien de que los milagros no sean un sustituto de la fe (Jn 2,23-25; 6,25-29) y del amor (1 Cor 13,2). La fe en el milagro es con(-)siderada inadecuada, aunque a menudo sea necesaria; es un punto de partida que debe su(-)perarse tan rápidamente como sea posible. En su propio ministerio como salvador-sanador, Jesús utilizó sus milagros para atraer la aten(-)ción y como expresión del amor, la compasión y el poder de la salvación de Dios a favor de su pueblo. La alimentación de la multitud, espe(-)cialmente en Mateo, comprende tal cantidad de gente que adquiere un gran significado so(-)cial y se convierte en una anticipación del rei(-)no (cf. comentario sobre 14,13-21; 15,32-39). Al igual que en los tiempos bíblicos, también hoy hay gente interesada en las curaciones carismáticas y en santuarios como el de Lour(-)des, y otros que no lo están. Para todos, los re(-)latos de milagro son útiles en cuanto muestran que la realidad no es estática e irreformable, sino que está abierta a la fe en el poder de Dios que lo transforma todo; en estos relatos, Jesús cruza también los límites de la realidad social para permitir el acceso a la salvación a quie(-)nes estaban excluidos de ella.
(Gerhardsson, B., The Mighty Acts of Jesús accor(-)ding to Matthew [Lund 1979], Heil, J. P., «Significant Aspeets of the Healing Miraeles in Matthew», CBQ 41 [1979] 274-87. Held, H. J., «Matthew as Interpreter of the Miracle Stories», en G. Bornkamm et al., Tradition and Interpretation in Matthew [Filadelfia 1963] 165-299. Kingsbury, J. D., «Observations on the "Miracle Chapters" of Matthew 8-9», CBQ 40 [1978] 559-73. Theissen, G., The Miracle Stories of the Early Christian Tradition [Filadelfia 1983]. Thompson, W. G., «Reflections on the Composition of Mt 8,1-9,34», CBQ 33 [1971] 365-88.)

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VII.

1 Christ ending his Sermon in the Mount, reprooueth rash iudgement, 6 Forbiddeth to cast holy things to dogges, 7 Exhorteth to prayer, 13 To enter in at the strait gate, 15 To beware of false prophets, 21 Not to be hearers, but doers of the word: 24 like

[The strait gate.]

houses builded on a rocke, 26 And not on the sand.
1 [ Luk_6:37 ; Rom_2:1 .] Iudge not, that ye be not iudged.
2 For with what iudgment ye iudge, yee shall be iudged: [ Mar_4:24 ; Luk_6:38 .] and with what measure ye mete, it shall be measured to you againe.
3 [ Luk_6:41 .] And why beholdest thou the mote that is in thy brothers eye, but considerest not the beame that is in thine owne eye?
4 Or how wilt thou say to thy brother, Let mee pull out the mote out of thine eye, and beholde, a beame is in thine owne eye?
5 Thou hypocrite, first cast out the beame out of thine owne eye: and then shalt thou see clearely to cast out the mote out of thy brothers eye.
6 Giue not that which is holy vnto the dogs, neither cast ye your pearles before swine: lest they trample them vnder their feete, and turne againe and rent you.
7 [ Mat_21:22 ; Mar_11:24 ; Luk_11:9 ; Joh_16:24 ; Jam_1:6 .] Aske, and it shalbe giuen you: seeke, and ye shall finde: knocke, and it shalbe opened vnto you.
8 For euery one that asketh, receiueth: and he that seeketh, findeth: and to him that knocketh, it shalbe opened.
9 Or what man is there of you, whom if his sonne aske bread, will hee giue him a stone?
10 Or if he aske a fish, will hee giue him a serpent?
11 If ye then being euill, know how to giue good giftes vnto your children, how much more shall your Father which is in heauen, giue good things to them that aske him?
12 Therefore all things [ Luk_6:31 .] whatsoeuer ye would that men should doe to you, doe ye euen so to them: for this is the Law and the Prophets.
13 [ Luk_13:24 .] Enter ye in at the strait gate, for wide is the gate, and broad is the way that leadeth to destruction, and many there be which goe in thereat:
14 [ Or, how.] Because strait is the gate, and narrow is the way which leadeth vnto life, and few there be that finde it.
15 Beware of false prophets which come to you in sheepes clothing, but inwardly they are rauening wolues.
16 Yee shall knowe them by their fruits: [ Luk_6:43 .] Doe men gather grapes of thornes, or figges of thistles?

[False prophets.]

17 Euen so, euery good tree bringeth forth good fruit: but a corrupt tree bringeth forth euill fruit.
18 A good tree cannot bring forth euil fruit, neither can a corrupt tree bring forth good fruit.
19 [ Mat_3:10 .] Euery tree that bringeth not forth good fruit, is hewen downe, and cast into the fire.
20 Wherefore by their fruits ye shall know them.
21 Not euery one that saith vnto me, [ Rom_2:13 Jam_1:22 .] Lord, Lord, shall enter into the kingdome of heauen: but he that doth the will of my father which is in heauen.
22 Many will say to me in that day, Lord, Lord, haue we not prophecied in thy name? and in thy name haue cast out deuils? and in thy name done many wonderfull works?
23 And then wil I professe vnto them, [ Luk_13:27 .] I neuer knew you: [ Psa_6:8 .] Depart from me, ye that worke iniquity.
24 Therefore, [ Luk_6:47 .] whosoeuer heareth these sayings of mine, and doeth them, I wil liken him vnto a wise man, which built his house vpon a rocke:
25 And the raine descended, and the floods came, and the windes blew, and beat vpon that house: and it fell not, for it was founded vpon a rocke.
26 And euery one that heareth these sayings of mine, and doeth them not, shall bee likened vnto a foolish man, which built his house vpon the sand:
27 And the raine descended, and the floods came, and the windes blew, and beat vpon that house, and it fell, and great was the fall of it.
28 And it came to passe, when Iesus had ended these sayings, [ Mar_1:22 Luk_4:32 .] the people were astonished at his doctrine.
29 For he taught them as one hauing authoritie, and not as the Scribes.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



"O ¿quién de vosotros es el hombre a quien si su hijo le pidiere pan le dará una piedra, o si le pidiere un pez le dará una serpiente? Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará bienes a los que se los pidan?" (vv. 9-11)

San Agustín, de sermone Domini, 2, 21
Así como dijo antes, tratando de las aves del aire y de los lirios del campo para que la esperanza subiese de lo menor a lo mayor, así ahora, cuando dice: "O ¿quién es de vosotros el hombre?", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Para que alguno, considerando la diferencia que hay entre Dios y el hombre, y ponderando sus pecados, no desespere de alcanzar lo que pide y no deje de pedir. Por eso citó la semejanza de los padres y de los hijos, para que si desesperamos por nuestros pecados, esperemos en la bondad de nuestro Padre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 24,4
Dos cosas son necesarias al que ora: pedir con fervor y pedir lo que conviene, esto es, cosas espirituales. Por eso Salomón obtuvo bien pronto lo que pedía, porque pidió lo que era conveniente.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Bajo la semejanza de pan y de peces nos manifiesta el Señor qué es lo que debemos pedir. El pan es el Verbo, que nos da noticia del Padre. La piedra es toda mentira, que produce escándalo de ofensa al alma.

Remigio
Por pez podemos entender la palabra de Cristo, y por serpiente el diablo. O bien por pan se entiende la doctrina espiritual, y por piedra la ignorancia. Por pez puede entenderse también la gracia del bautismo y por serpiente la astucia del diablo o la infidelidad.

Rábano
O también el pan, que es alimento común, significa la caridad, sin la cual las demás virtudes nada valen. Pez significa la fe que brota de las aguas del bautismo y que vive en medio de las olas de esta vida que la agitan. San Lucas añade una tercera figura: el huevo, que es la esperanza del animal, y por ello significa esperanza. Opone a la caridad la piedra, esto es, la dureza del odio. A la fe la serpiente, esto es, el veneno de la perfidia. A la esperanza el escorpión, esto es, la desesperación, que pica por la espalda como este animal.

Remigio
Este es el sentido: no debe temerse que, si pedimos a Dios Padre pan, esto es, enseñanza o caridad, nos presente una piedra, esto es, que permita que nuestro corazón sea afligido o por la frialdad de los odios, o por la dureza de la inteligencia, o si pedimos la fe, permita que sucumbamos con el veneno de la infidelidad. De aquí se sigue: "Si, pues, vosotros siendo malo sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 24,5
Dijo esto, no humillando la naturaleza humana ni declarando malo a todo el género humano, sino, llamando malicia al amor de los padres de la tierra, a diferencia de su bondad, tal es la sobreabundancia de su amor hacia los hombres.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
En cuanto a la comparación de Dios (el único que puede llamarse bueno), todos parecen malos, como en comparación del sol toda luz es oscura.

San Jerónimo
O bien en la persona de los apóstoles se condena a todo el género humano, cuyo corazón está inclinado al mal desde la infancia, como se lee en el Génesis (Gén_8:21). No debe extrañar que los hombres del mundo sean llamados malos, cuando también el Apóstol recuerda: "porque los días son malos" (Efe_5:16).

San Agustín, de sermone Domini, 2,21
Llama malos a los que aman este mundo y a los pecadores. He aquí que los bienes que dan, esto es, los temporales, son buenos para sus sentidos, puesto que los tienen por tales, y lo son también por su naturaleza, pero pertenecen a esta vida enferma.

San Agustín, sermones, 61,3
El bien que te hace bueno es Dios. El oro y la plata son un bien, no porque te hagan bueno, sino que con ellos puedes obrar el bien. Siendo, pues, malos y teniendo un Padre bueno, no siempre seamos malos.

San Agustín, de sermone Domini, 2,21
Si siendo nosotros malos sabemos dar lo que se nos pide, ¿cuánto más debe esperarse que Dios nos concederá los bienes que le pidamos?

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 18
Como el Señor no concede siempre todo lo que se le pide, sino sólo lo que es bueno, por eso añade oportunamente los bienes.

Glosa
De Dios sólo recibimos bienes, aunque muchas veces no los consideramos como tales, pues todo concurre al bien de sus amados.

Remigio
Y téngase en cuenta que donde San Mateo dice: "Dará los bienes", San Lucas dice: "Dará un buen espíritu" (Luc_11:13). Pero en ello no debe verse contradicción alguna, porque todos los dones que el hombre recibe del Señor se le conceden por medio de la gracia del Espíritu Santo.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Pidan y se les dará. A estas alturas del sermón del monte, el discípulo-oyente de Jesús podría sentirse sobrecogido ante los desafíos tan radicales que plantea el reinado de Dios, desafíos que aparecen como exigencias utópicas que bordean lo absurdo y desbordan toda nuestra capacidad humana de comprensión y de realización. Pues con el mismo laconismo y autoridad con que ha propuesto la nueva ley del reinado de Dios, Jesús nos viene a decir que dicha ley no se puede cumplir a través del solo esfuerzo humano, sino que se recibe gratuitamente, como don de Dios.
Pero al don debe preceder la petición del don, y no una petición puntual y coyuntural, sino toda una vida entendida como empeño de búsqueda comprometida con el reinado, expresada en la reiteración: «pidan, busquen, llamen... porque quien pide, quien busca, a quien llama» (7s). La posible duda sobre un Dios sordo a nuestras peticiones la reduce Jesús al absurdo; sería como colocar al Padre-Madre del cielo (11) a un nivel más bajo que los padres y madres de la tierra quienes, aunque malos, saben dar cosas buenas a sus hijos.
La «regla de oro» (12) no es nueva; de una manera u otra se encuentra en el código ético de todas las religiones y culturas. En el judaísmo aparece expresada negativamente: «no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti», tal como Tobías inculcaba a su hijo y los judíos enseñaban a los prosélitos de origen pagano (Tob_4:15).
El sermón del monte termina con esta regla de oro; la novedad que propone no está en que viene expresada en forma positiva: «traten a los demás...» (12); esto sería sólo cuestión de matices. Su novedad se encuentra en la perspectiva radicalmente distinta desde la que se coloca: la presencia del reinado de Dios entre nosotros, que revoluciona el comportamiento mutuo abriéndolo a la creatividad de un amor que no conoce proporciones ni límites.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Alentados a orar (véase Luc. 11:9-13). La persistencia en la oración (los imperativos están todos en el tiempo presente, lo que sugiere un continuo solicitar, buscar, golpear, y no una sola vez) puede esperar una respuesta no por la técnica que se haya usado, sino por el Dios a quien se le habla. Aun si a los padres humanos, quienes son malos (un reconocimiento de la pecaminosidad esencial de la humanidad), se les puede confiar que harán lo mejor que puedan para sus hijos, ¿cuánto más podrá Dios? Por supuesto esto no es una garantía de que cualquier oración que pudiéramos ofrecer tendrá éxito; Dios da sólo buenas dádivas, ¡que no siempre han de corresponder con nuestras ideas de lo que debiéramos tener!

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. Jesús no prohíbe formarse un juicio objetivo sobre los demás, sino condenarlos inapelablemente, usurpando así el lugar de Dios, que es el único Juez.

6. Esta expresión significa probablemente que no debe anunciarse el Evangelio a quienes se obstinan en rechazarlo.

22. "Aquel día" se refiere al día del Juicio final.

23. Sal_6:9.

29. La diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de los maestros judíos era que Jesús enseñaba apoyándose en su propia autoridad, mientras que los escribas apelaban continuamente a sus tradiciones.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

San Mateo recoge diversas recomendaciones del Señor sobre la conducta que debemos llevar quienes somos sus discípulos. Debemos vivir la caridad fraterna (vv. 1-5), guardar con respeto y veneración la doctrina de Jesucristo (v. 6), rezar con la seguridad de que Dios Padre nos concederá todo lo que le pidamos (vv. 7-11), debemos, en fin, hacer el bien a los demás sin poner condiciones, como en buena lógica no la pone cada uno en el amor a sí mismo (v. 12).


Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἢ WH Treg NA28 ] – RP
  • ἰχθὺν αἰτήσει WH Treg NA28 ] ἐὰν ἰχθὺν αἰτήσῃ RP

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 7.2 1 R 10.4-7,23.

[2] 7.12 Mc 4.24.

[3] 7.20 Lc 6.31; cf. Tb 4.15.

[4] 7.21 Mt 12.33,35; cf. Eclo 27.6.

[5] 7.28-29 Lc 6.46.