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Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe.» (Mateo 9, 29) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 9.

Curación de un paralítico, 9:1-8 (Mar_2:1-12; Luc_5:17-26).
1 Subieron a una barca, hizo la travesía y vino a su ciudad. 2 Le presentaron a un paralítico acostado en su lecho, y, viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados. 3 Algunos escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema. 4 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 ¿Qué es más fácil: decir tus pecados te son perdonados o decir levántate y anda? 6 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho y vete a casa. 7 El, levantándose, fuese a su casa. 8 Viendo esto, las muchedumbres quedaron ensimismadas de miedo y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.

Este episodio es relatado por los tres sinópticos, aunque en contextos distintos, por lo que no es fácil situarlo en el suyo propio.
Cristo volvió a su ciudad Cafarnaúm (Mat_4:13; Mar_2:1) después del milagro de los endemoniados gerasenos. Y días después de su llegada (Mc) realiza este milagro con ocasión de la presencia de unos escribas o maestros de la Ley, y de fariseos (Lc). Había tantos para escucharle en la habitación interior en que Cristo estaba, que no cabían ni junto a la puerta. Los escribas o doctores de la Ley eran cultivadores oficiales de libros sagrados y pertenecían preferentemente a la secta de los fariseos 2, los celosos materialistas de la Ley.
Mientras Cristo hablaba le trajeron un enfermo en una camilla (åðß êëßíçò) entre cuatro hombres (Mc). Era paralítico. Querían abrirse paso por entre la gente (Mc-Lc) para colocarlo delante de El (Lc). Pero como no podían llegar hasta El (Mc), lo subieron al tejado para bajarlo por el techo. Esto era posible, porque las casas tenían una terraza de vigas y cubiertas de travesaños de madera y ramajes recubiertas de arcilla o tierra prensada: una especie de construcción de adobe 3. Además, una escalera exterior subía directamente al terrado. El término que usa Mc para esto (Ýîïñýîáíôåò) significa literalmente excavar, descortezar. Lc lo describe al modo occidental y dice que lo bajan por entre las tejas (äéá ôùí ÷åñÜìùí). Una vez arriba descubrieron el techo por donde él estaba (Mc).
Josefo cuenta un caso en que se descubrió el techo en las casas para buscar y capturar enemigos 4. Y con cuerdas o una pequeña camilla, como se cuenta en casos análogos 5, pusieron la camilla en medio, delante de Jesús (Lc).
Al ver Jesús la fe de ellos ¿de los que lo llevaban, de él, de ambos? dice al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te están perdonados. Esta actitud de Cristo que comienza perdonándole los pecados tiene un valor especial.
En aquel ambiente existía la creencia (Jua_9:2) de que la enfermedad era castigo de pecados. Rabí Ammí decía sobre el 300 (d.C.): No hay muerte sin pecado ni dolor sin ofensa. Y rabí Alexandrai, en el 270: El enfermo no se libra de su enfermedad hasta que le hayan perdonado (por Dios) todos sus pecados, porque El es quien perdona todas las iniquidades. Y en el Talmud se llega a decir: Al haber perdón, al punto se cura. 6
Algunos escribas, ante este hecho, basado tan sólo en la fe del que lo decía, murmuraban en su interior: Este blasfema (Mt), porque ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? (Lc), sino uno, Dios (Mc), explicación para sus lectores gentiles. Y Cristo aquí aparece perdonando los pecados en su nombre, con autoridad propia. Ni al mismo Mesías en la mentalidad rabínica, atribuyeron jamás el poder de perdonar los pecados 7. Lo mismo que en la literatura extrabíblica, donde aparece, en libros apócrifos, con el poder de juzgar, pero no con éste 8. En el A.T. este poder es una prerrogativa exclusivamente divina (Exo_34:6ss; Isa_43:25; Isa_44:22; etc.). Dios ofendido es quien únicamente podría perdonar su ofensa. Y, porque Cristo usurpa estos poderes de Dios, blasfema (cf. 2Re_12:13).
Cristo, que los conoció en su espíritu, admite la interpretación que ellos censuran. Esta normal penetración de los corazones es un atributo de Dios (Jer_17:9-10; Hec_1:24, etc.). Los rabinos habían deducido por un texto de Isaías (Hec_11:2ss) que la penetración del pensamiento le sería comunicada al Mesías 9 sólo para el recto juzgar, aunque el perdón de los pecados era don de los días mesiánicos (Jer_31:34; Eze_36:25). Por ello les pregunta: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?; ¿qué es más fácil, perdonar los pecados o curar milagrosamente a un paralítico? Ambas cosas están en la misma línea de poder sobrenatural. Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te digo (a ti): Levántate, toma tu camilla y marcha a tu casa. Lo que él, al punto hizo. Todos los que vieron esto se maravillaban y glorificaban a Dios (Lc), porque jamás hemos visto tal cosa, decían. Habían visto milagros, pero no para acreditar el poder de perdonar los pecados.
La repercusión de este milagro fue grande. Las muchedumbres, es decir, aun los que no lo habían presenciado, quedaron temerosamente impresionados y alabando a Dios, que dio tal poder a los hombres, expresión esta última que pudiera revestir diversos matices: el poder de hacer milagros ¿a los apóstoles? (Mat_10:8), ¿para perdonar en la confesión los pecados? El poder de perdonar los pecados pertenece propiamente a Jesús; los ministros de la Iglesia no lo ejercen sino en su nombre. Puede ser que Mateo haya pensado en estos últimos al recordar esta frase. 10
En este pasaje hay dos temas: una curación y el poder de perdonar los pecados. ¿Son sincrónicamente primitivos? Varios autores (Bultmann, etc.) lo discuten. El hecho declarativo del poder de perdonar los pecados el Hijo del hombre es muy probable que sea primitivo, pues aparece su ejercicio en otro pasaje (Luc_7:36-50; Mat_16:19; Mat_18:18), y no habría inconveniente en que perteneciese a la trama primitiva de este pasaje, de innegable unidad (Bonnard), aunque retocado y explicitado, en su redacción, acaso en función de discusiones de la Iglesia primitiva, polémica judeo-cristiana, sobre el perdón de los pecados. En todo caso, el texto, en su redacción, tiene un marcado y definitivo valor apologético, lo mismo que en su estadio histórico, en cuyo medio ambiente, por necesidad, había de interpretarse el perdón de los pecados como atributo divino en el que así obraba 10.
Si Mt esquematiza la primera parte, por ir a su enfoque teológico, destaca, en cambio, el aspecto del perdón de los pecados. Seguramente que en el estadio actual tiene esta escena una redacción reflexionada, lo que no excluye su histórico valor documental. La tesis de que fuese una invención tardía, con la que la Iglesia haya querido remontar a Cristo su derecho de perdonar, sacramentalmente, los pecados, aparte que se ve que es gratuita ni a la Iglesia se le hubiere ocurrido este invento de no ser verdad (cf. Jua_20:22ss) , ha sido ya frecuentemente refutada (K. L. Schmidt). Y de la unidad primitiva del pasaje, se podría defender igual a través de su estructura la tesis contraria: que el relato del milagro fuese una añadidura tardía destinada a sostener la palabra del perdón (Bonnard, o.c.). Esto es en Mt la garantía de la confesión sacramental en su Iglesia. ¿Acaso la contestaba algún sector judío?
Otro aspecto es el conjugar en los sinópticos el aspecto del perdón de los pecados por Cristo y por los seres humanos. Estos lo tienen por delegación (v.8). Pero, ¿en qué sentido se dice que lo tiene Cristo? ¿Es que se dice que Cristo, hombre, lo tiene a pari, por sola delegación, como los sacerdotes? Sólo Dios puede perdonar los pecados por sí mismo, y los seres humanos por su delegación. Pero en este triple pasaje sinóptico no se hace esta distinción. Ni en la hora histórica de Cristo, ni en la hora de la redacción evangélica. Sólo se proclama que Cristo perdona y que sólo Dios puede perdonar. A la hora de la redacción evangélica, el Êýñéïò confesaba al Dios-Hombre. Tenía el poder como Dios y lo ejercía como tal: el Hijo de Dios encarnado no necesitaba entonces matices cristológicos ni conciliares ni teológicos. El verdadero Hijo de Dios perdonaba los pecados que sólo Dios El puede perdonar.

Vocación de Mateo y banquete con
pecadores.
9:9-13 (Mar_2:13-17; Luc_5:27-32).
9 Pasando Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sigúeme. Y él, levantándose, le siguió. 10 Estando, pues, Jesús sentado a la mesa en la casa de aquél, vinieron muchos publícanos y pecadores a sentarse con Jesús y sus discípulos. 11 Viendo esto, los fariseos decían a los discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con publícanos y pecadores? 12 El, que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id y aprended qué significa Prefiero la misericordia al sacrificio. Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.

Después de la curación del paralítico, Jesús se fue camino del mar, donde solía predicar a las gentes. Y, al pasar, encontró a Mateo sentado en su puesto de alcabalero. Marcos y Lucas le llaman Leví, hijo de Alfeo.
En la antigüedad algunos autores sostuvieron que Mateo y Leví eran dos personas distintas. Heracleón pensó que fue Leví el apóstol y no Mateo 11. Y también Orígenes pensó que eran distintos, para probar, contra Celso, que Cristo no tuvo publícanos entre sus apóstoles 12.
Era normal tener en aquella época no sólo dos nombres, uno hebreo y otro griego, sino dos nombres hebreos o arameos, como José-Caifas, sumo sacerdote. Si Lucas y Marcos lo llaman Leví, tal vez sea por el sentido odioso que este cargo de alcabalero tenía. Así piensa San Jerónimo 13. Mateo, sin embargo, por humildad, a sí mismo se aplica el de Mateo el publicano (Mat_10:3). La escena sucede en Cafarnaúm. Por eso no está a las órdenes de Roma sino de Herodes Antipas. Publicano en latín corresponde al nombre de publicanum, de publicum, el tesoro o erario público; en griego ôåëþíçò, de ôÝëïò (impuesto) y ïíÝïìïê (adquirir, comprar).
Cafarnaúm era un buen puesto aduanero. Personas o sociedades pagaban, anticipadamente, al fisco un impuesto global en tasas. El fisco romano delegaba en estos contratistas el poder cobrar impuestos públicos. A veces la autoridad fijaba tasas que podían cobrar los publícanos. Así se ve en la inscripción de Palmira de 137 d.C., pero también se dice que, en tiempos anteriores, los derechos de arriendo no eran tan firmes ni precisos 14. Para asegurar su anticipada contribución al fisco y cubrir sus riesgos, fijaban ellos, en ocasiones, diversas tasas al público. Y, como delegados de su autoridad, se prestaba su contrata a grandes abusos (Luc_3:12.13). Estos impuestos podían ser de diversas especies: paso de puentes y barcas; consumo por la entrada de mercancías; por ciertos artículos de comercio: vestidos, perlas, esclavos 15. En la estimación popular eran tenidos en desprecio estos alcabaleros aun en el mundo helenístico. Todos los publícanos eran unos ladrones, dice Luciano 16. Para los judíos había, además, otros motivos de desprecio. Y eran su trato habitual con los gentiles, que les hacía ser transgresores de las disposiciones legales rabínicas, por lo que eran gentes impuras; y el considerarles traidores al pueblo de Dios y cofautores con los romanos. En el Talmud eran tenidos como ladrones y criminales y se les veta el que puedan ser testigos válidos en los tribunales 17.
Mateo pertenecía a este mundo de gentes. Estaba sentado en su telonio cuando pasaba Jesús. Sigúeme, le dijo Cristo. Y, al punto, le siguió definitivamente. Tanto quiere destacar Mateo la eficacia de las palabras de Cristo, que encuadra este episodio entre sus milagros.

Cristo en un Banquete de
Pecadores (v.10-13).
Los evangelistas no precisan el tiempo que pasó entre esta vocación y un festín que Mt ofreció a Cristo, aunque los tres sinópticos unen estas dos escenas.
Mt, acaso, como homenaje de gratitud a Cristo y acaso como despedida de sus compañeros o subordinados, ofreció un banquete en su casa. Asistieron a este banquete junto con sus discípulos, muchos publícanos y pecadores.
Los invitados eran, en frase de Lc, gran número de publícanos y otros (Lc); pero Mt-Mc lo precisan así: muchos publícanos y pecadores. Acaso Lc omite pecadores por razón del público étnico-cristiano al que iba destinado su evangelio.
La expresión de Mt-Mc pecadores no se refiere, en la época de Cristo y desde el punto de vista de los fariseos, a los que quebrantaban la ley moral ni la ley judía (Thorah), sino al que no se somete a la interpretación que de (la Ley) dan los fariseos. 18 A estos pecadores se les acusaba de traer sobre el pueblo todos los males l9. Hasta a veces los mismos cristianos procedentes del judaísmo tenían ciertos reparos en sentarse a la mesa con cristianos procedentes de la gentilidad (Hec_11:13; Gal_2:12).
Este asistir Cristo con publícanos y pecadores a un banquete levantó en los fariseos y escribas una fuerte censura. Como la comida es un acto de sociedad, solamente se celebra entre los que se tienen por amigos. Así se comprende que los fariseos echaran en cara a Jesús en especial que comiera con publícanos y pecadores. Si no hubiera hecho más que saludarlos o hablarles, pase; ¡comer con ellos era demasiado! 20 Era aquello, como dice irónicamente San Jerónimo, un verdadero festín de pecadores. 21
El momento de esta interpelación de los fariseos a los discípulos, naturalmente, no es en el momento del banquete. Pues ni ellos asistían a comer con pecadores, conforme a la prohibición que ellos mismos se hicieron, ni se hubiesen atrevido a hacer esta protesta allí mismo.
Fue poco después cuando se presentó la oportunidad, acaso muy probablemente buscada por ellos, para atacar directamente a Cristo. La pregunta que hacen es insidia y censura. Mt y Mc ponen la censura dirigida abiertamente a Cristo: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores? Lucas lo engloba en la censura a todos: ¿Por qué coméis y bebéis con los publícanos y los pecadores? El procedimiento de Mt es análogo al caso del centurión, en el que abrevia, en lugar de dar el relato completo como fue (Mat_8:5ss; Lc 7,lss).
Si Cristo, según los fariseos, iba a la intimidad de un banquete con publícanos y pecadores, quebrantaba las prescripciones legales que los rabinos habían hecho sobre esto, y era ello no tener celo de la Ley. Y el que así trataba con pecadores, ¿sería él justo? Este era el ataque intentado y la censura insidiosa que dejaban flotando sobre El. Es el procedimiento de insidias y sospechas que los fariseos hicieron en diversas ocasiones sobre Cristo.
La respuesta de Cristo no es directamente a los fariseos, aunque, en el fondo, a ellos va dirigida. Es la respuesta que da cuando los discípulos le hacen llegar la crítica de los fariseos.
La respuesta de Cristo es tan contundente como finamente irónica, a causa del fariseísmo al que alude. No tienen necesidad de médico los sanos, sino los que están mal. Era la justificación de su conducta. Si el médico no repara en el contagio para ir a visitar a los enfermos corporales, mucho menos había de repararse en traspasar unas fronteras artificiosas, creadas la mayoría de las veces por la seca vida religiosa del fariseísmo. El que venía a salvar, que era curar las almas, tenía que ir a donde estaba el mismo mal para curarlo.
Esta conducta de Cristo, aparte de ser la misericordia volcada en caridad, era la pedagogía lógica. ¿Cómo atraería el fariseísmo a los publícanos y pecadores? Estos, sin convicción o preparación en la Ley, ¿cómo cambiarían de conducta, si nadie se acercaba a ellos para enseñársela y para estimularlos? El fariseísmo era, como actitud, soberbia, inhumana y antipedagógica.
Sólo Mateo intercala aquí unas palabras del profeta Oseas en las que Dios proclama, por el profeta, que prefiere la misericordia al sacrificio (Ose_6:6). Este v. falta en Mc-Lc.
Esta frase de Oseas es repetida más veces en el í. Ô. (Mat_12:7). Era ella una buena crítica profética contra el materialismo farisaico. El sacrificio valía por el espíritu que llevaba, no por la materialidad del rito. Y el fariseo era sepulcro blanqueado. Y Cristo, como médico de almas, les hace ver con el profeta que su obra es obra de misericordia espiritual. El id y aprended, id y ved, son fórmulas usuales rabínicas para terminar discusiones.
La tercera sentencia va a resultar una ironía contra los fariseos. El vino a llamar a todos a su reino. Además, si se pensase en falsos justos, la estructura de la frase no puede tener este sentido, pues resulta en oposición con el paralelismo de la anterior, ya que, como médico, vino a buscar a los enfermos (aquí = pecadores) y no a los sanos (aquí = falsos justos). Esto hace ver que la frase pertenece a otro contexto histórico y que se inserta aquí por una cierta relación con el tema que se trata. Aunque resulta aquí ironía contra los fariseos, que se tenían a sí mismos por justos (Luc_18:9) 22.
El v. 13 podía tener una especial evocación en la Iglesia primitiva, en la que se practicaba la penitencia con los pecadores, por lo que era grandemente atacada 22.

Discusión sobre el ayuno,Luc_9:14-17 (Mar_2:18-22; . Luc_5:33-39).
14 Entonces le llegaron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Cómo es que, ayunando nosotros y los discípulos de los fariseos, tus discípulos no ayunan? 15 Y Jesús les contestó: ¿Por ventura pueden los compañeros del esposo llorar mientras está el esposo con ellos? Pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán. 16 Nadie echa una pieza de paño no abatanado a un vestido viejo, porque el remiendo se lleva algo del vestido y el roto se hará mayor. ! 7 Ni se echa el vino nuevo en cueros viejos; de otro modo, se romperían los cueros, el vino se derramaría y los cueros se perderían; sino que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así el uno y el otro se preservan.

Los discípulos tanto del Bautista como de los fariseos ayunan frecuentemente (Lc). Pero, en cambio, los discípulos de Cristo no ayunan. La pregunta no se refiere, de seguro, a los ayunos oficiales del judaísmo; v.gr., el gran ayuno del día de Kippur, preceptuado en la Ley (Lev_16:29) y llamado por excelencia el ayuno (Hec_27:9). Pero los fariseos habían establecido especialmente dos días de ayuno en la semana lunes y jueves , porque, según su tradición, Moisés había subido al Sinaí un jueves y bajado un lunes 23 según nuestra nomenclatura.
La pregunta que le hacen los discípulos del Bautista (Mt) es ésta: ¿Por qué ayunan frecuentemente los fariseos y nosotros, y tus discípulos no ayunan?

La respuesta de Cristo se presenta doble en los tres evangelistas:
1) No pueden ayunar porque están con el Esposo.
2) a) No se une un vestido nuevo con otro viejo.
b) No se puede echar vino nuevo en odres viejos.

La respuesta de Cristo, sintetizada en este esquema, es de una gran portada teológica.
1) Sus discípulos no ayunaban ahora porque se encuentran en presencia del Esposo. La imagen está tomada del ambiente palestino.
En las bodas palestinenses se citan los hijos del esposo, lo que corresponde al hebreo bene hahuppah, literariamente hijos de la cámara nupcial. En hebreo la relación de una cosa con otra se la suele expresar por el antropomorfismo hijo (ben). Así, esta frase se refiere a los que tienen alguna relación con la boda. La Mishna dice que los bene huppah son todos los invitados 24. Acaso se llamase preferentemente hijos de la cámara nupcial a un grupo especial de convidados o amigos más íntimos (Jue_14:11.12), que tuviesen por misión mantener la alegría en aquellos actos (1Ma_9:39). Pero éstos son distintos de los amigos del esposo (shoshbiním o paraninfos), que eran sólo dos, al menos en Judea; eran los más íntimos amigos del esposo; servían de intermediarios de los cónyuges antes de la boda y atendían a todo en la fiesta 25.
Cristo toma la imagen de un festín de bodas. Los hijos del esposo, sus invitados, preferentemente sus íntimos, no pueden entristecerse. Es la hora de la fiesta. El Talmud recomienda a los invitados en un banquete de bodas, como un deber, el saber comportarse allí, tener una alegre expansión festiva, y les dispensa incluso a este propósito de diversas obligaciones legales 25. Por eso, mientras los discípulos están en esta fiesta y la boda es símbolo bíblico del establecimiento del reino y de la salvación (Rev_19:7.9, etc.) , estos invitados predilectos a la misma no pueden entristecerse (Mt), es decir, ayunar (Mc-Lc), puesto que el ayuno es señal de penitencia y de luto. Precisamente el substratum hebreo hith'anoth significa a la vez entristecerse y ayunar.
Pero vendrán días en que el Esposo será quitado (Üðáñèô). El Esposo, Cristo, toma ahora un carácter no sólo de comparación, sino de identificación. Anuncia su muerte. Es la profecía de su muerte mesiánica. Los autores notan la importante coincidencia filológica de esta expresión de los sinópticos con lo que se dice del Mesías paciente en el poema del Siervo de Yahvé (Isa_53:8), en donde se dice que fue arrebatado por un juicio inicuo. de la tierra de los vivientes.
Cuando termine la fiesta de estos desposorios mesiánicos temporales, que será breve, como lo sugiere su comparación con un banquete de bodas, entonces será la hora de sus ayunos y tristezas. Cuál sea la razón última de que los apóstoles no ayunen, sin estar obligados a ello, no se dice. Acaso Cristo quiere eludir la respuesta a una cuestión basada en exigencias farisaicas.
Posiblemente el pasaje tuviese un interés especial en la Iglesia primitiva para justificar los ayunos de supererogación.
2) La segunda respuesta de Cristo, que se expresa con dos imágenes sinónimas, acaso procedentes de otros contextos y usadas aquí por una cierta relación con lo anterior, no es una ilustración parabólica de lo enunciado; es una nueva enseñanza. Se hace ver, desde otro punto de vista, el porqué de esta actitud de Cristo ante el caso concreto del no ayuno temporal de sus discípulos. Es una cuestión de principio, es el nuevo espíritu evangélico frente a la conducta y espíritu farisaico. Principio que los apóstoles lo irán gradualmente aplicando y que lo expresa con las dos imágenes del paño viejo y nuevo, y el vino nuevo y los odres viejos. Lo viejo se rompe con lo nuevo, tomado como molde intangible. El nuevo espíritu del Evangelio y la plenitud de su contenido rompe, no le valen los viejos moldes de la Ley, y más aún del fariseísmo. Bien se ve lo que dieron que hacer a este propósito en la Iglesia primitiva los judaizantes. El í. Ô., el fruto, que es la expansión plena de la simiente, no cabe en la vieja forma de ésta, el A.T. 26. Lucas añade una nueva sentencia, procedente de otro contexto, y que debe de ser usada aquí en un sentido muy distinto del primitivo (cf. Comentario a Luc_5:39).


Curación de la hemorroísa y resurrección de una niña,
9:18-26 (Mar_5:21-43; Luc_8:40-56).
Cf. Comentario a Mar_5:21-43.
18 Mientras les hablaba, llegó un jefe, y, acercándosele, se postró ante El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá. 19 Y, levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos. 20 Entonces una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del vestido, 21 diciendo para sí misma: Con sólo que toque su vestido seré sana. 22 Jesús se volvió y, viéndola, dijo: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer en aquel momento. 23 Cuando llegó Jesús a la casa del jefe, viendo a los flautistas y a la muchedumbre de plañideras, 24 dijo: Retiraos, que la niña no está muerta: duerme. Y se reían de El. 25 Una vez que la muchedumbre fue echada fuera, entró, tomó de la mano a la niña y ésta se levantó. 26 La nueva se divulgó por toda aquella tierra.

La exposición y valoración de este doble milagro implicado se hace en el Comentario a Mar_5:21-43. No podían faltar estos dos milagros, que dejaron honda huella en la catequesis primitiva, y que son de gran importancia: la resurrección de la niña lo destaca con poderes divinos; el segundo, hecho casi por sorpresa, lo presenta como una fuente inexhausta de misericordia y poder 26. Mt pone que Cristo ante esta noticia se levantó (åãåñèåßò), lo que Bonnard interpreta de que aún estaba en el banquete antes citado. No se sigue. Puede ser la transición literaria.

Curación de dos ciegos,Mar_9:27-31.
27 Partido Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. 28 Entrando en casa, se le acercaron los ciegos, y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondiéronle: Sí, Señor.29 Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. 30 Y se abrieron sus ojos. Con tono severo les advirtió: Mirad que nadie lo sepa; 31 pero ellos, una vez fuera, divulgaron la cosa por toda aquella tierra.

El relato de este milagro es objeto de diversas apreciaciones. Probablemente se trata de un duplicado del mismo que cita Mt en 20:29-34, adelantado aquí a causa de la sistematización de este capítulo dedicado a milagros. Y, como reproducción del mismo, su divergencia del número de ciegos, dos en Mt y uno en Mc (10:46) y Lc (18:35), puede ser debida a un efecto de las fuentes o a una condensación en un solo relato de dos curaciones individuales e independientes de ciegos hechas por Mc (8:22-26; 10:46-52 = Mat_20:29-34). Acaso haya influjos mutuos en los relatos.
La ceguera no es sólo una enfermedad corriente en Oriente, sino que constituye allí una verdadera plaga en la actualidad. En el Hospital de San Juan de Jerusalén, para enfermos de los ojos exclusivamente, se trataron en 1931 no menos de 19.000 casos, y todos de Jerusalén y sus alrededores. 27
Los ciegos, guiados por el rumor popular que sigue a Cristo, van tras El gritando que se compadezca de ellos. Luego, cuando se queda algún tanto descongestionado de la muchedumbre que le seguía, acaso por haberla El mismo despedido o prohibido seguirle, como hizo poco antes para entrar en casa de Jairo (Mar_5:37), los ciegos entraron y se le acercaron dentro de casa. Si un desgraciado en Oriente se une a vosotros para reclamar una limosna o socorro, lo hace con la firme resolución de ser escuchado a toda costa: súplicas obstinadas y asediantes, continuadas, sin vergüenza, todas las formas de la súplica entran en este protocolo de la miseria; y si no os ponéis en guardia, pronto seréis tomados familiarmente por una parte de vuestro vestido, para que no os podáis sustraer. 28
Lo que no deja de extrañar es que estos ciegos vayan por el camino detrás de Cristo gritando que se compadezca de ellos y proclamándole Hijo de David. Ciertamente, el título de Hijo de David es título mesiánico 29. Con ello lo están proclamando Mesías.
¿Cómo conocen estos ciegos la mesianidad de Cristo? El pasaje seguramente está adelantado por su inclusión sistemática en el esquema de los milagros. Dependería, pues, del momento cronológico en que sucede, dada la excitación mesiánica que se producía en torno a Cristo. Aparte que Mt puede prestar a estos ciegos el título que es la tesis de su evangelio, acaso tomado de la otra escena de curación de ciegos en Jericó (Mat_20:30.31) 30.
A pesar de que los ciegos van, con una gran pintura realista,, gritando detrás de Cristo, señal de su confianza en el poder de El, les pregunta si creen fe-fiducia que puede curarlos.
Cristo quiere constatarles bien el milagro en su confianza. Que no se vayan sólo por un provecho material (Jua_6:26.27), o sólo se lo pidan a título de ensayo a ver lo que pasa. Por eso no pudo hacer milagros en Nazaret (Mat_13:58ss; Mar_6:5ss).
Los ciegos le protestan su confianza gritando al modo oriental: Sí, Señor. Seguramente usaron el título aramaico, de máximo respeto, de Señor mío (Mari), o de Señor nuestro (Maran, o Marana).
Entonces Cristo tocó sus ojos. Frecuentemente, los evangelistas describen a Cristo tocando a los enfermos al tiempo que los cura. Es signo de imperio (Exo_7:19; Exo_8:1.12; Exo_9:22; Exo_10:12, etc.; Est_4:15) sobre la enfermedad. Se acusa así plásticamente más su vinculación al efecto que va a producir y el imperio que tiene sobre los enfermos. Y, al tiempo que ponía sus manos en aquellos ojos sin luz, les dijo: Hágase en vosotros según vuestra fe. Y al punto recobraron la vista.
Hecha la curación, Cristo les prohibe, como en otras ocasiones, su divulgación. Es el secreto mesiánico. Buscaba evitar explosiones prematuras de entusiasmo mesiánico, y sus posibles repercusiones nacionalistas y políticas.

Curación de un
endemoniado mudo,Est_9:32-34 (Mat_12:24-30; Mar_3:22-30; Luc_11:14-26). Cf. Comentario a Mat_12:24-30.
32 Salidos aquéllos, le presentaron un hombre mudo endemoniado, 33 y, arrojado el demonio, habló el mudo, y se maravillaron las turbas, diciendo: Jamás se vio tal en Israel. 34 Pero los fariseos replicaban: Por virtud del príncipe de los demonios arroja los demonios.

Este milagro es, seguramente, un adelantamiento duplicado y sintético del milagro que narra Mt más adelante (Mat_12:24-30). Es un elemento más en el cuadro de milagros de Cristo, que Mt sistematiza. El poder sobre los endemoniados hacía ver el poder de Cristo sobre Satán, y la venida ya de su reino. Si antes citó (Mat_8:28-34) la curación de dos endemoniados, era bajo otro aspecto. Así acusa su dominio total sobre ellos.

Actividad misional de Cristo,Mat_9:35-38 (Mt c.10; Mar_6:7-13; Luc_9:1-6).
35 Jesús recorría ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.36 Viendo a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos, como ovejas sin pastor. 37 Entonces dijo a los discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.38 Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

Mt cierra estos dos capítulos consagrados a pintar el cuadro sistemático del poder milagroso de Cristo con una pincelada general hablando de la vida misional de Cristo: recorre las ciudades y aldeas, enseña en las sinagogas, predica el evangelio del reino y cura toda enfermedad y toda dolencia. Es un cuadro sintético en el que se relaciona la enfermedad del cuerpo y la del alma y se pinta a Cristo como al gran taumaturgo, al tiempo que, realidad y símbolo, se le presenta como el gran Médico y Misionero de las almas.
Después que el evangelista ha descrito con una amplia pincelada la vida misional de Cristo por toda Galilea y un pequeño desplazamiento a Perea (Mat_8:28), sanando cuerpos y almas, relata que, al ver a las muchedumbres por todas las partes que El misionalmente recorría, sé enterneció de compasión. Es ésta una de las bellas estampas de Cristo Misionero. Pues veía por doquier que estas gentes, ante la esperada doctrina del reino, estaban fatigadas y decaídas como ovejas sin pastor.
Es probable que este v.36 esté unido por oportunidad de la doctrina. El v.35 cierra un tema. Pero Mt quiere destacar un pensamiento de Cristo, dicho acaso a otro propósito, pero presentado aquí literariamente por Mt para destacar y preparar el tema de la continuación misional de la obra de Cristo.
En el pensamiento del evangelista, esta expresión de Cristo no se refiere a que las gentes, por seguirle incluso a lugares desiertos, se encontraran fatigadas, sin tener en aquellos lugares descampados medios de proveerse (Mat_14:14-15; Mar_6:35.36; Luc_9:12.13; Jua_6:5), sino a que las gentes desfallecían sin saberlo, porque no había quien les diese el pan, la doctrina del reino. Por esto estaban como ovejas sin pastor. Siendo la hora mesiánica, la vieja Ley terminaba. Les hacía falta ser conducidas por el Pastor-Mesías a los pastos de la verdad. Por eso los encontraba fatigados y decaídos con la revelación de la vieja Ley: ya que no podía dar la plenitud de una exigencia dogmática y moral, adulterada además por la deformación farisaica; por eso se expresa con terminología mesiánica del A.T. (Eze_34:5ss; Num_27:17).
Siguiendo este mismo esquema tematico-literario, Mt pone aquí una sentencia de Cristo que Lc cita a otro propósito (Luc_10:2). Y que tanto en Mt como en Lc se dirige, literariamente en este contexto, a los discípulos, y que en Lc son directamente los 72 discípulos. La mies es mucha, pero los obreros pocos. La frase es probable que fuese un proverbio, aplicado aquí por Cristo a una situación religiosa. En el Talmud se lee una sentencia algún tanto semejante: El día [de la vida terrestre] es corto; el trabajo, considerable; los obreros son perezosos; el salario, grande, y el dueño de la casa [Dios] apremia. 31
Las mies son esas muchedumbres que Mt citó antes. Están como ovejas sin pastor, fatigados y decaídos porque los operarios pastores cristianos son pocos. Hace falta multiplicar su número y continuar la obra misional de Cristo. ¿Qué hacer para ello? Cristo da la respuesta.
Es una oración misional. Dirigiéndose a los discípulos, les dice: Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. El pensamiento es claro y de una importancia teológica muy grande.
Cristo quiere colaboradores para llevar esas ovejas desfallecidas a su reino, y para que esos pastores los suscite el Padre, y entren por su puerta (Jua_10:1.2), pone el gran medio de la oración. Es este pasaje la introducción a la elección y misión de los apóstoles del reino. A Cristo-Misionero le hace falta ayuda y colaboradores.

1 Sobre las condiciones para obtener derechos de ciudadanía en una villa, cf. Strack-B., Kommentar. I p.493-494. 2 Felten, Storia dei tempi del N.T., vers. ital. (1932) II p.77. Sobre su formación y clases, cf. Strack-B., o.c., I p.497-498. 3 Rev. Bib. (1913) p.66; Fonk, Paralyticus per tectum demissum: Bíblica (1921) 30-44. 4 Josefo, Antiq. XIV 15:12. 5 Cicerón, Philipp. II 18:45. 6 Strack-B., Kommentar. I p.495. 7 Schürer, Geschichte desjüdischen Volkes II p.648-651; Lagrange, Le Messia-nisme. (1909) p.236-251; STRACK-B., I p.481ss; II p.273-299; H. Bramscomb, Son, Thy Sins areforgiven: Journ. of Biblic. Literal. (1934) 53-60; Cabaniss,A Fresch Exegesis of Mar_2:1-12 (1957) p.324-327. 8 Libro de Henoc LXI 8; LXII 3; cf. Strack-B., Kommentar. I p.495. 9 Lagrange, Le Messianisme. (1900) p.228ss. 10 Benoit, L'évangile s. Sí. Matth.: La Sainte Bible de Jérusalen (1950) p.68 nota c. I0 M. De Tuya, Biblia Comentada (1.a edic. V, BAC) p.211-212; J. Dupont, Le paralitique pardonne (Mat_9:1-8): Nouv. Rev. Théol. (1960) p.940-958; Bultmann, Geschichte der synopt. Tradition (1958) p.!2ss; Bonnard, L'Evang. s. st. Matth (1963) p.!23ss; K. L. Schmidt, Kirchenblatt für die ref. Schweiz (1933) n.26 p.404; A. Cabanis, A Fresh Exegesis of Mat_2:1-12 : Interpr. (1957) p.324-327. 11 Clem. A., Strom. IV 9 c 1281. 12 Cont. Cels. I 62. 13 ML 26:56; B. Lindars, Matthew, Levi, Lebbaeus and the valué of the Western Text: New Test. Stud. (Cambridge 1957) 220ss. 14 Lidzbarski, Handbuch der nordsemitischen Epigraphik p.463-473. 15 Strack-B., Kommentar. I p.378. 16 Necyom; cf. Luc_19:8. 17 Strack-B., o.c., I p.377; Schürer, Geschichtt des jüdischen Volkes I p.477s. 18 Kittel, Theolog. Wórterbuch (1933) 320-337. 19 Rengstort, Theol. Wórterb. N.T. p.331:28; Sijré sobre Deu_17:1. 20 Willam, La vida de Jesús, vers. esp. (1940) p.224. 21 ML 26:25. 22 Strack-B., Kommentar. I p.499; J. Mousson, Non veni vacare iustos sed pec-catores (Mat_9:13 par.): Collect. Mechlin. (1958) p. 134-139; J. Alonso, La parábola del médico en Mc 2:l6ss: Cult. Bíbl. (1959) p.lOss; Descames, Les justes et la justice dans les évanñles (1950) 98-108. 22 Orígenes, Con/. Celso III 59; MG 11:997. 23 Talmud: Megülat Taanit 12; Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes. II p.489-491; III p.104-105.116-117; cf. Luc_18:12. 24 Sukka, jer. 53a. 25 J. Jeremías, Nymphios, en Theol. Wórt. N.T.; Strack-B., Kommentar. I p.500ss. 25 Strack-B., O.C., I P.500-518. 26 Sygne, Mark 2:21: The Parabk of the Patch: Expository Times (1944-1945) p.26-27; W. NAGEL, Neuer Wein in alten Schlauchen (Mat_9:17): Vigiliae Christ. (1960) p.1-8; J. Dupont, Vin vieux, vin nouveau (Luc_5:39): The Cath. Biblical Quarterly (1963) p.286.304. 26 Emm. A San Marcos, Mulier hemorrfioissa sanatur: VD (1931) p.321-325. 27 Willam, La vida de Jesús, vers. esp. (1940) p.148. 28 Buzy, évang. s. St. Matth. (1946) p.121. 29 Mat_15:22; Mat_20:29.31, par.; Mat_21:9; Mat_1:1; Salmos de Salomón XVII 23; Strack-B., Kommentar. I p.225. 30 Cf. Mat_15:22 comparado con Mar_7:24-30; Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.188. 31 Strack-B., o.c., I p.527; Bonsirven, Textes n.18.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 09

d) La curación de un paralítico (Mt/09/01-08).

1 Subiendo a una barca, pasó al otro lado del mar y llegó a su propia ciudad. 2 Entonces le presentaban un paralítico tendido en una camilla. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Animo, hijo! Perdonados te son tus pecados.

El suceso también tiene lugar «al otro lado», es decir, esta vez en la ribera occidental del lago, en su ciudad, en Cafarnaúm (cf. 4,13), después de una nueva travesía. A Jesús le es presentado un paralítico, y ya en ésta presentación se denota la fe de los que lo llevaban. La novedad de este milagro está en lo primero que Jesús hace. Hasta ahora sólo hemos visto que Jesús curaba a los hombres de diversas enfermedades. Pero aquí Jesús dice inmediatamente: Perdonados te son tus pecados. Estas palabras no se han de interpretar como si Jesús hubiese aceptado una conexión inmediata entre la enfermedad y un pecado. En otro pasaje Jesús rechaza expresamente que cualquier enfermedad sea el resultado de un pecado personal (Cf.Jn 9, 1-41). Con todo, el paralítico padece dos enfermedades: la enfermedad de su cuerpo postrado y la enfermedad del pecado, que le corrompe interiormente. La enfermedad del pecado es la más grave, porque ningún médico humano puede enfrentarse con ella, sino sólo Dios.

3 Entonces algunos escribas se dijeron para sí: ¡Pero si este está blasfemando! 4 Y penetrando Jesús sus pensamientos dijo: ¿Por qué estáis pensando mal en vuestro corazón? 5 ¿Pues qué es más fácil, decir: Perdonados te son tus pecados o decir: Levántate y anda? 6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -entonces dice al paralítico-: Levántate toma tu camilla y vete a tu casa.

Los escribas, razonando lógicamente, creen que aquí se ha proferido una blasfemia contra Dios. ¿Quién podía pretender perdonar pecados, siendo así que este perdón sólo compete a Dios? El pecado se dirige únicamente contra Dios, con el descuido inconsiderado o con la infracción consciente de su mandamiento. Dios es el único competente. Pero aquí no habla un hombre cualquiera, como Jesús se lo demuestra con una aguda conclusión: Sabéis que es más difícil perdonar pecados que curar el cuerpo. El que puede hacer lo más difícil ¿no podrá también hacer lo más fácil? A la inversa: Cuando véis con vuestros propios ojos que puedo quitar enfermedades externas ¿no tenéis una prueba de que también puedo curar la enfermedad interna? Si es que no tenéis buena voluntad ¿no queréis doblegaros ante las razones de la inteligencia? El poder del Hijo del hombre se demostró en su enseñanza y fue experimentado con admiración por la gente (7,28). Este poder aquí se expresa en la facultad de borrar el pecado. En la tierra es decir: ahora y aquí, en este tiempo mesiánico. Con estas palabras se indica que también se perdona en el cielo ante Dios, lo que se perdona aquí en la tierra. El Hijo del hombre transmitirá más tarde a sus apóstoles (Cf.16, 18; 18, 17.) lo que aquí hace con el poder de Dios. Aquí llega el reino de Dios, la vida sana gobierna a todo el hombre en cuerpo y alma.

7 éste se levantó y se fue a su casa. 8 Al ver esto las multitudes quedaron sobrecogidas de temor y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los hombres.

Después que el enfermo ya había sanado en su interior, parece una consecuencia natural de la narración que el enfermo se levante y se vaya a casa. La historia, pues, termina de una manera poco llamativa. Para la gente lo principal no es la prodigiosa curación, sino el hecho de que Dios haya dado tal poder a los hombres. Aquí se recalca lo que Dios hace. ¡Cuán grande tiene que ser Dios con esta libertad de no guardar celosamente un tesoro, sino de transferir poderes a los hombres! Ahora ha sido el mismo Hijo del hombre, lo cual no se hace resaltar; más tarde serán solamente hombres, quienes puedan perdonar pecados en el nombre de Dios. Este milagro sucede siempre que se nos condonan los pecados. ¿Pensamos en que Dios entrega algo peculiar suyo y transfiere a un hombre su propio poder? ¿Pensamos en que el perdón de los pecados siempre es una gracia libremente concedida?

e) Jesús y los publicanos (Mt/09/09-13).

Esta sección refiere en primer lugar la vocación del apóstol san Mateo (9,9), luego una breve disputa con los fariseos (9,10-12). Al final se habla de la misión de Jesús a los pecadores (9,13), y así se concluye toda la sección que empieza en 9,1.

9 Cuando Jesús pasó de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en su despacho de cobrador de impuestos, y le dice: Sígueme. Y él se levantó y lo siguió.

Antes se informó detenidamente de la vocación de los cuatro primeros apóstoles. Los sinópticos sólo cuentan las especiales circunstancias en que fue nombrado otro apóstol. Es «Leví, hijo de Alfeo», como le llama san Marcos (Mar_2:14). En el primer Evangelio se da a este apóstol el nombre de Mateo, que según la antigua tradición es quien escribió este Evangelio. Es un recaudador de impuestos, pertenece a una clase social despreciada, incluso odiada. Los judíos consideran impuros a sus miembros, porque se contaminaban con transacciones monetarias, y se lucraban a expensas del pueblo. Jesús llama a un hombre de esta clase social. De nuevo se ve la predilección de Dios por los humildes, por los despreciados de la sociedad. A los sencillos pescadores ahora se agrega uno a quien se niega el saludo. También es galileo como los demás. Jesús se rodea de una «sociedad selecta». ¿Nos escandalizamos de este proceder de Jesús? El publicano oye la llamada, se levanta al instante y se une a Jesús. Ha conocido la hora. Su conducta corresponde a las normas que Jesús había establecido poco antes para la verdadera vocación (Mar_8:19-22). El llamado no formula ninguna objeción, no pide una demora, sino que procede resueltamente y se entrega sin reservas. Otro recaudador de impuestos, del que nos habla san Lucas -por nombre Zaqueo- muestra una vez más que a Jesús le entienden estas personas. Las dos frases evocan una escena maravillosa de vocación decidida. Así debe escucharse la llamada del Señor. Dejar decididamente la «vieja» forma de vida, para iniciar la empresa de salvación, es decir, para seguir a Jesús.

10 Y sucedió que, mientras estaba Jesús a la mesa en casa de éste, muchos publicanos y pecadores vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos.

Mateo, recientemente llamado, invita a comer en su casa a Jesús y a sus seguidores, y los obsequia. Esta comida atrae a otros compañeros y a toda clase de gente de mala ralea, que se siente tan despreciada como ellos. Todos entran en la casa y toman parte en la comida. Los que durante su vida permanecieron en la sombra y fueron mantenidos a distancia con altanería, ahora se atreven a acercarse, movidos por la admiración y por una tímida esperanza. Se celebra un gran banquete de ruínes publicanos y tal vez disolutas rameras. Jesús con sus discípulos está en medio de ellos; no se avergüenza de esta sociedad equívoca. Menos aún teme quedar impuro según la ley. ¡Qué escena!

11 Los fariseos, al verlo, decían a sus discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? 12 Cuando él lo oyó, dijo: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.

Los fariseos se acercan a los discípulos para tantearlos o hacerlos vacilar. ¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? Para ellos lo que está pasando es escandaloso y condenable. Nunca puede ser ésta la voluntad de Dios, ni puede estar de acuerdo con la ley. ¿Qué impresión puede causar la doctrina de este maestro, que se permite dar tal escándalo? Al punto interviene Jesús, sin esperar a que le pregunten. Su justificación es un proverbio, prudente e irrefutable por su claridad: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No dice que los fariseos sean del número de los sanos, todo va en contra de esta posibilidad. Sólo se debe hacer resaltar que él ha sido enviado a los enfermos. Jesús está allí como un médico para visitarlos, para recibirlos y curarlos. Y los más enfermos de todos son precisamente estos pobres seres humanos a quienes nadie tiende la mano ni los saca del lodazal. Aquí es donde debe estar Jesús, ésta es su vocación.

13 Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

Este versículo sigue cimentando la justificación de Jesús. Sólo san Mateo cita en este pasaje las palabras del profeta Oseas. El evangelista quiere decir que cuanto hace Jesús no es una intrusión arbitraria en las disposiciones de Dios. No sólo se funda en su propia manera de ver, sino en el mismo Dios. Así lo demuestra la Escritura. Por medio del profeta dijo Dios que, ante todo, exigía a los hombres no sacrificios, sino la misericordia humana. La verdadera adoración de Dios tiene que mostrarse en la misericordia compasiva, en la solicitud por los débiles y postrados, en la bondad y el amor. La frase final: Porque no he venido..., dice una vez más que Jesús no procede así por propia iniciativa. Este «venir» tiene siempre un valor absoluto y es la expresión más concisa de su vocación. Indica un movimiento desde un punto de partida, del cual Jesús procede y ahora, en este momento, viene a este nuestro mundo. Esta expresión no significa sólo: «Estoy presente». Tras su llegada está la misión recibida de Dios, y con la misión el poder de Dios. (No) a llamar a los justos, sino a los pecadores. Con la palabra justos no hay que entender a los que se tienen erróneamente por justos. Jesús admite la distinción judía entre justos y pecadores. La justicia no carece por completo de valor, ni es falsa, pero es insuficiente (cf. 5,20), entre otras cosas, porque los justos tienden a separarse de los «pecadores» vulgares y los abandonan a su destino. La narración del fariseo y del publicano ilustra aquí convenientemente la frase (Luk_18:9-14). Los hombres deben proceder como Dios piensa. Ante todo, los modelos de piedad farisaica tienen que aprender como escolares el abecé del pensamiento de Dios: misericordia quiero y no sacrificio. Estamos redimidos por misericordia. Dios también quiere seguir redimiendo mediante nuestra misericordia.

3. TERCER CICLO DE MILAGROS (Luk_9:14-34).

Esta última sección de su conjunto empieza con una controversia sobre la cuestión del ayuno. Jesús proclama el tiempo actual como tiempo de bodas y de alegría mesiánicas (Luk_9:14-17). En correspondencia con este tiempo la vida de Dios penetra en los enfermos: la hija de Jairo y una mujer son curadas (Luk_9:18-26), se da la luz de los ojos a dos ciegos (Luk_9:27-31) y se expulsa a un espíritu mudo (Luk_9:32-34).

a) El ayuno y el tiempo mesiánico (Mt/09/14-17).

14 Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: ¿Por qué tus discípulos no ayunan cuando nosotros y los fariseos estamos ayunando?

Esta vez se plantea la cuestión de los discípulos de Juan, que según el ejemplo de su maestro llevaban una vida severa de penitencia. Como la secta de Qumran, junto al mar Muerto, los discípulos de Juan también procuraban cumplir radicalmente la voluntad de Dios. También ellos se parecían a los fariseos en que además de lo mandado con carácter general, se imponían obras no prescritas. Si Jesús igual que ellos enseña una perfección superior a la que está prescrita con carácter general, ¿por qué no guarda con el grupo de sus seguidores un ayuno más severo? No había motivos para tildar a Jesús de incumplimiento de sus obligaciones religiosas, pero subsistía en ellos la duda de si hacía realmente lo que enseñaba.

15a Jesús les respondió: ¿Acaso van a estar afligidos los invitados a bodas mientras el esposo está con ellos?

La respuesta de Jesús de nuevo es desconcertante. No parece que penetre en el núcleo de la cuestión. Todo el sermón de la montaña ya muestra que Jesús tiene en su manera de pensar una orientación totalmente distinta (Cf. lo que allí se ha dicho sobre el ayuno: 6,16 18 y los comentarios sobre 5, 17-20). Aquí Jesús da una respuesta mucho más general: el sentido interno del ayuno es la aflicción, pero ahora es tiempo de alegría. En la comparación se dice que cuando el esposo invita a sus amigos a bodas, no vienen para celebrar un funeral. Ahora el novio está presente, y se rodea de invitados para celebrar con alegría la fiesta. El ayuno no tendría ningún sentido, estaría en contradicción con esta hora única. Ahora es tiempo de júbilo y de felicidad.

15b Tiempo llegará en que les sea arrebatado el esposo, y entonces ayunarán.

Este estado de dicha no continuará siempre, porque el esposo solamente está presente por un tiempo determinado, hasta que les sea arrebatado. El verbo «arrebatar» es duro e indica la separación violenta, el corte doloroso. Bajo el velo de la imagen, pero en forma clara para la mentalidad creyente, Jesús habla aquí por primera vez de su doloroso fin. En el Evangelio de san Juan dice el Señor: «Os conviene que yo me vaya. Pues si no me fuera, no vendría a vosotros el Paráclito» (Joh_16:7). La presencia de Jesús nos es dada en la eucaristía y en el Espíritu: «Porque donde están dos o tres congregados por razón de mi nombre, allí estoy yo entre ellos» (Joh_18:20). No obstante sigue siendo doloroso que Jesús no esté corporalmente con nosotros, sino que se haya ocultado hasta las bodas del Cordero (cf. Rev_21:9 ss). En el tiempo entre la desaparición y la parusía el ayuno ha adquirido un nuevo significado: no es solamente la obra de la penitencia, sino la expresión del dolor por haberse separado del esposo celestial y por la privación de su proximidad corpórea.

16 En un vestido/viejo, nadie echa un remiendo de paño sin encoger; porque este añadido tiraría del vestido y el desgarrón se haría mayor. 17 Ni se echa vino-nuevo en odres viejos; porque, si no, reventarían los odres, y el vino se derramaría y los odres se echarían a perder. El vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan.

Jesús añade a su respuesta dos cortas comparaciones, las dos son gráficas y populares. Dan testimonio de sentido práctico y de hábil prudencia. A ninguna circunspecta madre de familia se le ocurre remendar su vestido gastado con un pedazo de tejido nuevo y resistente. De lo contrario se experimenta que este pedazo que se ha intercalado, todavía causa más perjuicios al desgarrar el tejido viejo por todas partes. El agujero se hace todavía mucho mayor que antes, el vestido es enteramente inservible. Lo mismo dice la segunda imagen. El vinicultor se guardará de echar vino nuevo espumante y generoso en odres quebradizos. No resisten la fuerza del vino, se hienden, y los dos, el vino y los odres se echan a perder. Al vino nuevo le corresponden odres nuevos. Las dos imágenes contraponen lo viejo y lo nuevo. Ahora es el tiempo nuevo, el tiempo del Mesías. Es generoso como el vino reciente, y resistente como el paño sin encoger. Tiene su ley propia, la ley de la alegría y de la plenitud rebosante. Al tiempo del Mesías no se le acomodan las antiguas formas, las producirá nuevas. Son dos comparaciones que dan testimonio de inquebrantable confianza en la victoria y de luminosa esperanza. ¿No contradice esta oposición entre lo viejo y lo nuevo a otras palabras que hacen resaltar la coherencia de lo antiguo con lo nuevo? Las dos cosas han de tener validez, pero con un sentido distinto. La revelación de Jesús continúa gradualmente la revelación del Antiguo Testamento y la cumple (Rev_5:17). Pero el cumplimiento en sí es nuevo, incomparable e irrepetible. El tiempo de la actividad mesiánica tiene su propia plenitud y su fuerza efectiva, como nunca antes la hubo ni la habrá hasta el fin del mundo. Con referencia a esta época se ha dicho: «Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo» (Luk_10:23). La historia nos ofrece ejemplos de quienes pretendieron aplicar a su propia actividad aquellas valientes palabras de Jesús. Pero esto equivale a abusar de ellas. Propio de nuestro comedimiento es saber respetar en su unicidad el tiempo del Mesías.

b) Resurrección de una niña y curación de una hemorroisa (Mt/09/18-26).

Las narraciones de dos milagros aquí están intercaladas una en otra según la pauta de san Marcos. La curación disimulada de la mujer acontece en medio de la aglomeración que se había formado por el fallecimiento de la hija del dignatario. Para muchos pormenores se tiene que consultar el relato de san Marcos (/Mc/05/21-43); aquí se limita Mateo a unos pocos rasgos principales.

18 Mientras les estaba diciendo estas cosas, se le acerca un dignatario, se postra ante él y le dice: Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá. 19 Jesús se levantó, y lo iba siguiendo, acompañado de sus discípulos.

Antes hemos oído hablar de un centurión pagano, de un soldado, aquí se nos habla de un judío, dignatario de la sinagoga que desempeña en el lugar el supremo cargo religioso y era responsable del culto divino y del cuidado de la casa de Dios. Su hija acaba de fallecer. El dolor lacerante le conduce a Jesús, a quien ruega confiadamente que la haga revivir. Será suficiente que le imponga sus manos milagrosas. El Señor inmediatamente está dispuesto a seguir al dignatario y se pone en camino con los discípulos. En vista de esta fe no parece que todo se haya perdido en Israel.

20 y entretanto, una mujer, hemorroisa desde hacía doce años, acercándose por detrás, le tocó el borde del manto; 21 pues decía para sí: Sólo con tocar su manto quedaré curada. 22 Jesús se volvió y, mirándola, le dijo: ¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado. Y quedó curada la mujer desde aquel momento.

En medio de la aglomeración una mujer desgraciada consigue tocar por atrás el manto de Jesús. Grande es su fe, aunque se manifieste en una acción casi mágica. Pero también es aceptada por Jesús esta fe, esta confianza silenciosa, sencilla, que puede exteriorizarse con un simple gesto. Sin embargo, en contraste con san Marcos, san Mateo muestra claramente que la curación es obra de la palabra de Jesús, de su voluntad y de su palabra imperante. No es la efusión mágica de la virtud curativa en el cuerpo enfermo. De este modo san Mateo da una interpretación más espiritual al texto popular e ingenuo de san Marcos. San Mateo previene el error de que Jesús sólo pudiera ser considerado como taumaturgo dotado de poderes sobrenaturales. Es importante hacerlo constar ya en los Evangelios. En cierto modo hay una virtud reguladora entre los escritores sagrados, y la plena verdad solamente sale a luz en la visión de conjunto de todos los informes. Jesús hace resaltar que a la mujer la ha curado su fe. La fe siempre continúa siendo la condición y el fundamento de la acción salvífica de Dios en el hombre. La fe puede revestirse de distintas formas, ya sean primitivas sin desarrollar, ya sean refinadamente espirituales. Siempre está en camino y en proceso de evolución, «partiendo de fe hasta consumarse en fe» (Rom_1:17); es decir, desde la fe existente y arraigada hasta la fe conocida cada vez más profundamente y vivida de forma más radical.

23 Cuando Jesús llegó a la casa del dignatario y vio a los flautistas y a la gente alborotando, 24 dijo: Retiraos; que la niña no ha muerto, sino que está durmiendo. Y se burlaban de él. 25 Cuando echaron a la gente, entró él, la tomó de la mano, y la niña se levantó, 26 y la noticia del hecho se difundió por toda aquella comarca.

Jesús ha llegado a la casa y nota -evidentemente a disgusto- el ruido de las plañideras, de los flautistas y de una muchedumbre que según la costumbre oriental lloran por la muerte en voz alta y gritando. Este ruido desenfrenado contradice por completo la índole sencilla de Jesús y de su ayuda. El Señor invita a la multitud a que salga de la casa, lo cual evidentemente no lo hace sin la asistencia de otros («cuando echaron a la gente»). La multitud se burla de él, sobre todo por la razón que da: toda la ostentación ruidosa no viene al caso, porque la niña sólo está durmiendo. ¿Dice eso Jesús para tener un motivo incidental con que suprimir el ruido? Esta solución difícilmente se acomodaría a Jesús. El Señor parece opinar que para él y para el poder de Dios esta muerte no significa más que un sueño ligero. Así lo dice también hablando de Lázaro: «Nuestro amigo Lázaro está dormido; pero voy a despertarlo» (Joh_11:11). La muerte para Dios no es un poder insuperable. Es delgada la pared que separa la muerte de la vida. Eso la gente no lo entiende, y se burlan neciamente de él. Las cosas tienen un aspecto muy distinto ante la mirada de Dios y ante la experiencia del hombre. Sólo si nos ejercitamos en ver con la mirada de Dios, nos formamos el verdadero concepto. Entonces la muerte también pierde su carácter horripilante.

c) Curación de dos ciegos (Mt/09/27-31).

27 Al irse Jesús de allí, le siguieron dos ciegos gritando: ¡Hijo de David, ten compasión de nosotros! 28 Cuando llegó a la casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: ¿Creéis que yo puedo hacer esto? Ellos le responden: Sí, Señor. 29 Entonces les tocó los ojos diciendo: Hágase en vosotros conforme a vuestra fe. 30 Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: ¡Cuidado que nadie lo sepa. 3I Pero ellos, apenas salieron, lo divulgaron por toda aquella comarca.

Jesús ha curado en Gádara a dos endemoniados, ahora cura a dos ciegos. Cuando cuenten el milagro, sus declaraciones se apoyarán mutuamente. Según la regla del Antiguo Testamento solamente se considera verdadero y demostrado lo que está certificado por dos testigos (De 19,15; cf. Mat_18:16. Se narra otra curación de dos ciegos -en Marcos sólo se narra la de Bartimeo- en 20, 29-34 = Mc 10 46-52). La fe de los dos ciegos se denota en su ruego: Ten compasión de nosotros. En su petición no dicen explícitamente que querrían lograr la facultad de ver. Lo que suplican es la misericordia. Si Jesús se vuelve misericordiosamente hacia ellos, entonces también serán liberados de su sufrimiento. Según su fe lo primero y decisivo es que Jesús se vuelva propicio a ellos. El título de hijo de David ya fue usado en la primera línea del libro: «Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (1,1). Precisamente dos ciegos conocen lo que permanece oculto a la masa del pueblo dotado de vista. No han presenciado el milagro, no pueden convencerse de su realidad con los propios ojos, como todos los demás. Pero la luz interior de la fe ha centelleado en su alma, y con esta luz han reconocido a Jesús como lo que en realidad es: hijo de David, es decir en este caso el Mesías. El ángel también llama a José «hijo de David» (1,20), pero ésta es una expresión genealógica. Se suplica la misericordia de aquel, cuyo titulo de «hijo de David» designa su dignidad como Mesías. Más tarde Jesús dirá: «¡Bienaventurados los que no vieron y creyeron!» (Joh_20:29)... Jesús examina, como si fuera un catequista, si la fe de los dos ciegos está debidamente orientada, y les pregunta si creen que él tiene poder para obrar el milagro. Así lo afirman los dos sin reserva. Entonces los cura. Al final el Señor les da la orden severa de no contar lo ocurrido a nadie. Lo que sucedió con ellos, debe permanecer solamente entre ellos y Dios. Pero ninguno de los dos hace caso de la advertencia del Señor, sino que en todas partes hablan del que les curó. Este contraste es extraño. Ninguno de los dos obedece a Jesús, sino que hacen lo contrario. En muchos pasajes de los sinópticos, especialmente en san Marcos, encontramos tales preceptos de guardar silencio, dados por Jesús. En parte se dirigen a los que han sido curados, en parte a los discípulos. En san Marcos tienen por finalidad ocultar a la gran multitud la verdadera dignidad mesiánica de Jesús. San Mateo no tiene esta intención, y por eso los ciegos aquí llaman a Jesús hijo de David, sin que les sea vedado. El primer evangelista quiere sobre todo decir que Jesús no se ha convertido en el taumaturgo sensacional, sino que ha hecho lo posible para que su misión sea entendida. Sólo a Dios se le debe el honor.

d) Curación de un mudo (Mt/09/32-34).

32 Mientras éstos salían, le presentaron un mudo endemoniado. 33 Y una vez arrojado el demonio, habló el mudo. Y la gente quedó admirada y decía: Jamás en Israel se vio cosa semejante. 34 Pero los fariseos decían: Es por arte del príncipe de los demonios por el que éste arroja los demonios.

Inmediatamente sigue una segunda curación. Se trae a Jesús un endemoniado, que además es mudo. Después del milagro se manifiestan dos opiniones. La gente dice que nunca se ha visto cosa semejante en Israel, es decir, no solamente en el país de Palestina, sino también en el tiempo pasado del pueblo. Entonces habían ocurrido muchas cosas maravillosas. Dios se había revelado muchas veces mediante señales y pruebas de poder. También obraron milagros los profetas Elías y Eliseo. Ahora la gente también atestigua que «aquí hay uno más grande que el templo» (cf. 12,6) y «más que los profetas» (cf. 16,14-16). Los fariseos no piensan así. Se atreven a proferir el terrible reproche de que Jesús hace sus milagros con la ayuda de poderes diabólicos. Jesús está aliado con el príncipe del reino demoníaco, y de él recibe su fuerza. Aquí se hace patente el abismo que ya se abre entre Jesús y sus adversarios. Ya no se trata de una controversia sobre un pasaje de la Escritura o sobre una costumbre religiosa, sino de una oposición irreconciliable. Dios y Satán se enfrentaron en el duelo del desierto (4,1). Los fariseos muestran en su acusación que están de parte del espíritu maligno (Más tarde se formula una vez más la acusación, y Jesús contesta a ella por extenso: 12, 22-37). La narración de los milagros de Jesús termina con una disonancia estridente. El doble juicio que se encuentra al final también puede aplicarse a todo el ciclo que empieza en 8,1. «Jamás en Israel se vio cosa semejante» es un testimonio global sobre la revelación magnífica y única en la obra del Mesías. «Es por arte del príncipe de los demonios por el que éste arroja los demonios» es el testimonio contrario de los enemigos por mala voluntad, por una consciente falsa interpretación. Así pues, incluso los milagros de Jesús pueden ser mal interpretados. También requieren buena voluntad y disposición para la fe. Son señales que deben ser reconocidas, pero también son señales a las que se puede contradecir. Dios no nos fuerza ni siquiera con los milagros. La decisión se toma, cuando con espíritu de fe se contesta la pregunta: «¿Qué clase de hombre es éste?»

IV. INSTRUCCIÓN A LOS Discípulos (9,35-11,1).

El segundo gran discurso del Evangelio de san Mateo trata de los discípulos. Está dirigido a los doce apóstoles, que son considerados como el ideal de cualquier verdadero discípulo de Jesús. El discurso se divide en cuatro secciones: la vocación de los apóstoles y su misión (10,6), la predicción de persecuciones (10,17-25), la exhortación a profesar la fe (10,26-33), la decisión en favor de Jesús y la discordia en la familia (10,34-39). Se inicia este discurso con un prólogo (6,35-38) y se concluye con un epílogo (10,40-11,1).

INTRODUCCIÓN (Mt/09/35-38).

35 Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Primero leemos un versículo que compendia la actividad de Jesús, como ya lo había formulado el evangelista en 4,23. El texto es casi igual en los dos versículos. San Mateo da dos datos referentes al espacio. Jesús va por las poblaciones que están alrededor y enseña en las sinagogas. Estos datos quieren indicar que no debe haber ningún lugar en que no se haya llegado a conocer nada del mensaje. Y además Jesús se sirve de la manera oficial de enseñar, a saber, de la exposición en la asamblea reunida en las sinagogas para el culto divino. Naturalmente el evangelista sabe que Jesús también enseña al aire libre y en muchas situaciones que se presentan súbitamente. Pero el evangelista quiere hacer resaltar que el Mesías está enviado a las «ovejas perdidas de la casa de Israel» (10,6), y recorre el camino legal y conveniente para la instrucción dada por él. San Mateo también aduce dos datos sobre la actividad del Señor. Jesús enseña y cura. Proclama el evangelio del reino y cura cualquier enfermedad que se le presente. El doble aspecto de la obra de Jesús de nuevo está delineado, como ya se hizo en 4,23 y en la estructura del sermón de la montaña (cap. 5-7) por una parte, y por otra parte en el ciclo de milagros (8,1-9,34).

36 Viendo a la gente, sintió gran compasión de ellos, porque, cansados y abatidos, parecían ovejas sin pastor.

Jesús ve que la gente está fatigada y desfallecida, sin guía ni amparo. Porque está sin pastor que le conduzca a los pastos abundantes y le cuide bien. Ezequiel ya había acusado en nombre de Dios a los pastores oficiales de Israel, a los príncipes y magistrados, que no apacentaban el rebaño, sino a sí mismos (Eze_34:2). El mismo Dios ejercerá en el tiempo futuro el cargo de pastor (Eze_34:11 ss). Para las «ovejas perdidas de la casa de Israel» ha venido ahora Dios en Jesús, a quien san Pedro más tarde llama el «jefe de los pastores» (1Pe_5:4). Pero aquí la mirada se dirige más lejos, a saber, a los pastores del nuevo pueblo de Dios, a los apóstoles y a su misión.

37 Entonces dice a sus discípulos: Mucha es la mies, pero pocos los obreros; 38 rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

Jesús habla de la mies. Se trata de una antigua imagen escatológica. Los profetas la hallaron, Jesús la hace suya. Ve por así decir los campos ondeantes maduros para la siega. Jesús es anunciado como el que «tiene el bieldo en la mano y limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga» (1Pe_3:12). Con la venida del reino de Dios también empieza la separación, el juicio que ya empieza a cumplirse en la decisión de cada uno. Sin embargo hay pocos obreros. Los segadores son escasos, faltan quienes llamen a tomar una decisión. Jesús se ve ante una tarea desmesurada, que exige la cooperación de los hombres. Ve aquí la exhortación a orar al dueño de la mies, al gran Dios, a fin de que llame braceros para los campos maduros. ¿Por qué exhorta Jesús a rogar a Dios por este fin? ¿No es Dios quien llama a los apóstoles a su servicio para que cooperen en la gran obra mesiánica? Jesús declara que en último término es Dios quien llama y envía al servicio de su mensaje, así como él está enviado por el Padre (1Pe_10:40). Pero todavía indica más: Esta oración siempre tiene que hacerse, mientras dure el tiempo escatológico de la cosecha, el tiempo final. Así lo han hecho las comunidades en la Iglesia apostólica -sin duda de modo especial la comunidad en que se encontraba san Mateo-, así se tiene que rogar en todo tiempo, incluso en nuestros días.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)




60 (H) La curación del paralítico (9,1-8). Cf. Mc 2,1-12. Marcos cuenta una doble historia, que aún puede separarse fácilmente, de un milagro de curación (vv. l-5a, 11-12) y un acto de perdón (vv. 5b-10), que, tal vez, sea resultado de su técnica del sandwich o del de(-)sarrollo de la tradición oral. Mateo fusiona las dos partes, elimina el detalle colorista de bajar al enfermo por la terraza y da al último ver(-)sículo una intensa finalidad doblemente teoló(-)gica. Notemos que en este y en los siguientes dos relatos (9,1-17) encontramos tres grupos de adversarios: los escribas (v. 3), los fariseos (v. 11) y los discípulos de Juan Bautista (v. 14). Mateo se esmera por ofrecer una cobertura perfilada y sistemática de la situación. 3. blas(-)fema: Los escribas reconocen acertadamente que el perdón de los pecados, que implican una ofensa contra Dios, pertenece a la acción divina. Quien controle los canales del perdón en una sociedad controla toda la sociedad (H. Arendt); así pues, hay grandes intereses en juego. Para Mateo, la imputación de blasfemia es lo que conduce inexorablemente a Jesús a la cruz (26,65). 4. qué es más fácil: Es una pre(-)gunta confusa. Es más fácil decir «tus pecados son perdonados», puesto que no hay control visible sobre ello; más difícil es hacerlo, pues(-)to que únicamente compete a Dios tal acción. Es mucho más difícil decir «levántate y anda», puesto que la efectividad de las palabras se comprobará por su éxito o su fracaso (a me(-)nos que seamos Jesús). 8. tal autoridad a los hombres: Este es el cambio crucial que realiza Mateo con relación a Marcos. Traslada la aten(-)ción desde la admiración ante el milagro al te(-)ma teológico de Jesús como Hijo del hombre (v. 6) que tiene autoridad para perdonar peca(-)dos y para extenderla a los miembros de la Iglesia. Es un importante indicio del interés de Mateo por la Iglesia (16,18; 18,17). Refleja su preocupación de que la autoridad de Cristo es(-)té disponible en y a través de la Iglesia, un pro(-)blema de la segunda o tercera generación cris(-)tiana, que presupone la fe en Cristo.

61 (I) Llamada de Mateo, el recauda(-)dor de impuestos (9,9-13). Cf. Mc 2,13-17 y Lc 5,27-32. La historia se cuenta en dos partes: la llamada de Mateo se nos narra repentina(-)mente en el v. 9, y, a continuación, sigue la ce(-)na con pecadores en los vv. 10-13. Junto a los vv. 14-17, esta unidad constituye la segunda ruptura en la serie de los 10 milagros. Formal(-)mente, el v. 14 es un relato de llamada (cf. 4,18-22) , y los vv. 10-13 son un apotegma en el que el acento recae en los tres logia del final. Esta es la única ocasión en la que Mateo nos pre(-)senta a Jesús compartiendo realmente una co(-)mida con pecadores (pero cf. 8,11.12; 21,31.32; Lc 19,1-10). Este dato parece haber sido una práctica genuina del Jesús histórico y nos ayu(-)da a comprender un aspecto importante de la originalidad y especificidad de su ministe(-)rio. Mediante esta acción rompe abiertamente con el modelo de la sabiduría farisaica, no pa(-)ra destruir el judaísmo, sino precisamente para salvar a sus miembros, que cada vez eran más marginados (10,6; 15,24). Su objetivo es el mismo que el del (primitivo) fariseísmo, pero su estrategia es diferente. (Sobre las comidas de Jesús, cf. E. Schillebeeckx, Jesús [Nueva York 1979] 200-18.) 9. Mateo: ¿Por qué se le llama así, cuando los otros sinópticos lo lla(-)man Leví? Quizá cuando se escribió este evan(-)gelio Leví ya había dejado de tener importan(-)cia, mientras que Mateo, en cuanto apóstol, mantenía su posición fundamental. En 10,3 se le llama publicano o recaudador de impues(-)tos. Así esta perícopa se introduce en el círcu(-)lo de los personajes principales del relato. No es imposible que un apóstol ilustrado (un re(-)caudador de impuestos tenía que saber por lo menos escribir) esté en la base de la tradición del evangelio, quizás como colector de dichos o enseñanzas de Jesús. Pero éste no es el autor de la forma griega final de Mt. En 13,52 en(-)contramos el mejor texto que nos puede ayu(-)dar a describir la tarea desarrollada por este autor, se levantó y lo siguió: La obediencia in(-)mediata a la llamada es poco plausible desde el punto de vista psicológico. La respuesta re(-)quiere normalmente algún tipo de conoci(-)miento previo de Jesús y su misión, y alguna reflexión sobre el sentido de uno mismo en esa misión. La extrema concisión sólo se explica por las exigencias de la transmisión oral y la edición antigua de los libros. La imaginación del lector completaría los detalles necesarios. 10. recaudadores de impuestos y pecadores: El texto presupone que estos personajes son mar(-)ginados sociales. Pero ¿por qué? Los recauda(-)dores de impuestos eran colaboradores de las autoridades romanas imperiales y, por eso, se les consideraba desleales a su pueblo y sospe(-)chosos de traición. Dado que obtenían gran(-)des beneficios mediante la extorsión de lo que era estrictamente legal, también se les tachaba de explotadores, pecadores: Es un término téc(-)nico que se aplicaba a quienes realizaban negocios despreciables, susceptibles de impu(-)reza ritual y otras manchas (en un listado [mQidd. 4,14] encontramos los siguientes: as(-)neros, camelleros, marineros, actores, pasto(-)res, tenderos, médicos (¿practicantes de san(-)grías?) y adivinos; otros añaden: curtidores, encargados de baños, recaudadores de im(-)puestos). Para más información, cf. J. Jere(-)mías, Jerusalem (Filadelfia 1969) 303-12 (trad. esp.: Jerusalén en tiempos de Jesús [Madrid 1977]); J. R. Donahue, CBQ 33 (1971) 39-61. 12. los que están sanos no necesitan médico: Jesús responde con un proverbio de sentido común, que se encuentra en Stobeo, Plutarco y Diógenes Laercio; los pensadores griegos consideraban a los filósofos los médicos del al(-)ma. El médico debe exponerse al peligro de las enfermedades contagiosas para curarlas (de aquí la impureza legal). 13. Mateo añade, aquí y en 12,7, una cita de Os 6,6. Este texto había gozado de gran importancia para rabinos co(-)mo Y. ben Zakkai (70 d.C.) para compensar la pérdida de los sacrificios del templo como me(-)dio de obtención del perdón de los pecados: El estudio de la Torá y las obras de misericordia se comprendieron como sustitución de los sacrificios (Abot R. Nat. 4). no vine a llamar justos: Tanto si se trata de una expansión doc(-)trinal o de un auténtico dicho de Jesús, esta oración describe perfectamente la orientación social del ministerio de Jesús.

62 (J) La cuestión del ayuno (9,14-17).
La novedad de Jesús. Es una sección de carác(-)ter compuesto que contiene una controversia (vv. 14-15, la frase clave es 15a) y dos breves pa(-)rábolas (vv. 16 y 17); el nexo que las une es la diferencia que marca la presencia de Jesús. El paralelo de esta unidad se encuentra en Mc 2,18-24. 14. ayunar: Véase comentario sobre 6,16-18. tus discípulos: Notemos la cortesía de quienes hablan, pues no preguntan sobre la propia práctica de Jesús. 15. afligirse: Mateo entiende el ayuno como signo de aflicción, cambiando el verbo marcano «ayunar» por «afligirse», hijos del novio: Expresión idiomática semítica. Jesús compara a los discípulos con los invitados a una boda, es decir, como parti(-)cipantes en un acontecimiento festivo. En la in(-)terpretación rabínica del Cantar de los Canta(-)res, normalmente se interpreta la figura del novio como una referencia a Dios, llegarán días: Es una fórmula de carácter profético que im(-)plica una perspectiva histórico-salvífica. Es el tiempo de Jesús y el tiempo después de Jesús, pero todavía no es el final. En este tiempo in(-)termedio habrá tribulaciones, y, por tanto, oca(-)siones para ayunar. 16. A diferencia de Marcos, Mateo no utiliza la palabra «nuevo» en esta pa(-)rábola. Pero hay dos palabras que tienen un do(-)ble significado: «remiendo» se dice pléróma (lit., «plenitud»); «desgarrón» se dice schisma, «cisma». Mateo entiende así el cisma o la sepa(-)ración entre los cristianos y los discípulos de los fariseos como expresión de la diferencia en(-)tre lo viejo (y bueno) y la plenitud de lo bueno. 17. Mateo modifica la siguiente parábola en la misma línea, mediante un añadido, así se con(-)servan los dos: Lo viejo es bueno y hay que con(-)servarlo en y con el novum de Jesús. Cf. J. A. Ziesler, NTS 19 [1972-73] 190-94.

63 (K) Curación de la hija de un diri(-)gente (9,18-26). Para una versión completa, cf. Mc 5,21-43. Mateo abrevia drásticamente el relato marcano. Otro relato de curación (de una mujer que padecía hemorragias) se intro(-)duce en medio del relato principal. El resulta(-)do es que Jesús cura a dos mujeres. En un re(-)lato es la mujer quien toma la iniciativa para solicitar la ayuda de Jesús. En el otro, la mu(-)jer es menor de edad, y es el padre quien se acerca a Jesús para interceder por ella. 18. mi hija acaba de morir: Mateo intensifica la fe del dirigente, haciéndole decir que su hija ya ha muerto cuando realiza la petición. En los otros sinópticos, la noticia de la muerte se nos transmite a través de otro personaje que in(-)terviene posteriormente. 20. hemorragias: De acuerdo con la ley judía, esta mujer sufría una perpetua menstruación, por lo que se conside(-)raba como permanentemente impura (mNid.). Al igual que el leproso anterior y el criado del centurión, está socialmente marginada, es una paria. En los HchPil se nos dice que la mujer se llamaba Berenice. Eusebio nos cuenta (HE 7.18.1-3) que era una gentil de Cesarea de Filípo. orla: Parte del chal para la oración que se ponían los judíos piadosos (Nm 15,38-41; Dt 22,12) . El toque de la mujer es un gesto de pe(-)tición conocido en 1 Sm 15,27 y Zac 8,23, co(-)mo también en las oraciones acádicas (M. Hutter, ZNW 75 [1984] 133-36). 22. desde aquel momento la mujer quedó curada: Mateo subra(-)ya la rápida efectividad de la palabra curativa de Jesús. 23. flautistas: Se les contrataba para acompañar los cantos fúnebres (Josefo, Bell. 3.9.5 § 437), pero también intervenían en las fiestas (Ap 18,22). 25. Paralelos veterotestamentarios de este tipo de curación se encuen(-)tran en 1 Re 17,17-24; 2 Re 4,17-37.

64 (L) La curación de dos ciegos (9,27-31). Esta unidad tiene afinidades con 20,29-34 y Mc 10,46-52. Aquí el acento recae en la fe. Cada uno de los 10 milagros de los caps. 8 y 9 presentan un problema diferente: lepra, escla(-)vitud, fiebre, desastres naturales (tormenta), posesión demoniaca, parálisis, muerte, hemo(-)rragia, ceguera, mudez. Comprobamos el es(-)fuerzo de abarcar todos los problemas siste(-)máticamente. Jesús es presentado como aquel que cura toda enfermedad y dolencia, un nue(-)vo y más grande Asdepio, cumpliendo Is 35,4-6 (el programa de Mt 4,23; 9,35; 11,5). La Igle(-)sia primitiva entendió la ceguera física como símbolo de la obcecación espiritual; cf. Jn 9, un tema que aparece en todas las culturas. 27. Hijo de David: Véase 1,1; 15,22; 20,30; 21,9.15. El problema que plantea la utilización de este título es el siguiente: ¿Por qué se llama a un sanador Hijo de David, si David no realizó nin(-)guna curación? Actualmente, tenemos cierta evidencia de que a Salomón, el hijo y sucesor de David, se le consideraba como sanador en el judaísmo contemporáneo del NT (cf. D. C. Duling, HTR 68 [1975] 235-52).

65 (M) La curación del endemoniado mudo (9,32-34). Como en la unidad anterior, tenemos aquí un duplicado, en esta ocasión con Mt 12,22-24. La historia se cuenta rápida(-)mente; se habla de la curación en una oración subordinada. La reacción de la gente, en el v.
33, sugiere que la actividad milagrosa de Jesús tiene una gran relevancia para todo Israel. 34. por el príncipe de los demonios: Los fariseos no pueden tolerar la valoración de la gente. La sombra del conflicto y de la cruz cae aquí so(-)bre Jesús. No es un mago inofensivo. Sus cu(-)raciones tienen claras implicaciones religio(-)sas. Sobre la importancia del discurso y sus abusos, cf. comentario sobre 5,33-37.

66 (N) La compasión de Jesús (9,35-38) . Estos cuatro versículos son claramente de transición; concluyen la sección formada por
4,23-9,34, que muestra a Jesús como Mesías en palabras y obras, y abre el camino a la misión de los discípulos y al discurso misionero del cap. 10. El uso de las fuentes refleja esta com(-)plejidad, entrelazando fragmentos de Mc y Q. 35. Véase el comentario sobre 4,23. 36. sintió compasión: El verbo griego splanchnizein deri(-)va del sustantivo usado para «entrañas, «intes(-)tinos» y «tripas», como sede de las emociones. muchedumbre: El amor y la misericordia de Je(-)sús se extienden a ella; es decir, tienen un al(-)cance social. El comienzo de su entrega a la ac(-)ción pastoral se encuentra en la experiencia de la necesidad que tiene la gente de un liderazgo espiritual (Nm 27,17; Ez 34,5; 1 Re 22,17; 2 Cr 18,16; Zac 10,2; 13,7). como ovejas sin pastor: La imagen del pastor aparece en toda la Biblia aplicada a los dirigentes políticos y religiosos (Nm 27,17; Ez 34,5; 1 Re 22,17; 2 Cr 18,16; Zac 10,2; 13,7). Volverá a aparecer en Mt 10,6; 15,24; 18,12; 26,31. 37. la cosecha es abundan(-)te: Jesús convierte el problema en una oportu(-)nidad para la acción, los obreros son pocos: Es algo necesario y permanente, porque el trabajo pastoral, aunque no sea físicamente agotador, sí agota psíquicamente. 38. rogad por tanto: Sólo una comunidad que alimenta su fe me(-)diante la oración intensa es apta para recibir y generar más trabajadores de la acción pastoral. Cf. mAbot 2,15: «R. Tarfón decía: El día es corto; la labor es inmensa; los trabajadores son holgazanes; el salario es abundante y el dueño de la casa tiene prisa».

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IX.

2 Christ curing one sicke of the palsey, 9 calleth Matthew from the receite of custome, 10 eateth with Publicanes, and sinners, 14 defendeth his Disciples for not fasting, 20 cureth the bloody issue, 23 raiseth from death Iairus daughter, 27 giueth sight to two blind men, 32 healeth a dumbe man possessed of a deuil, 36 and hath compassion of the multitude.
1 And hee entred into a ship, and passed ouer, and came into his owne citie.
2 [ Mar_2:3 Luk_5:18.] And behold, they brought to him a man sicke of the palsie, lying on a bed: and Iesus seeing their faith, said vnto the sicke of the palsie, Sonne, be of good cheere, thy sinnes be forgiuen thee.
3 And behold, certaine of the Scribes said within themselues, This man blasphemeth.
4 And Iesus knowing their thoughts, said, Wherefore thinke yee euill in your hearts?
5 For whether is easier to say, Thy sinnes be forgiuen thee: or to say, Arise, and walke?
6 But that yee may know that the sonne of man hath power on earth to forgiue sinnes, (Then saith hee to the sicke of the palsie) Arise, take vp thy bed, and goe vnto thine house.
7 And he arose, and departed to his house.
8 But when the multitudes saw it, they marueiled, & glorified God, which had giuen such power vnto men.
9 [ Mar_2:14; Luk_5:27.] And as Iesus passed forth from thence, he saw a man named Matthew, sitting at the receite of custome: and he saith vnto him, Follow me. And he arose and followed him.
10 And it came to passe, as Iesus sate at meate in the house, behold, many publicanes and sinners, came and sate downe with him and his Disciples.
11 And when the Pharisees saw it, they said vnto his disciples, Why eateth your master with publicanes & sinners.
12 But when Iesus heard that, hee said vnto them, They that be whole neede not a Physicion, but they that are sicke.

[The blinde and dumbe, healed.]

13 But goe ye and learne what that meaneth, [ Hos_6:6 ; Mat_12:7 .] I will haue mercy and not sacrifice: for I am not come to call the righteous, [ 1Ti_1:15 .] but sinners to repentance.
14 Then came to him the disciples of Iohn, saying, [ Mar_2:18 ; Luk_5:33 .] Why doe we and the Pharisees fast oft, but thy disciples fast not?
15 And Iesus saide vnto them, Can the children of the bride-chamber mourne, as long as the bridegrome is with them? But the dayes will come when the bridegrome shall bee taken from them, and then shall they fast.
16 No man putteth a piece of [ Or, raw, or vnwrought cloth.] new cloth vnto an olde garment: for that which is put in to fill it vp, taketh from the garment, & the rent is made worse.
17 Neither doe men put new wine into old bottels: else the bottels breake, and the wine runneth out, and the bottels perish: but they put new wine into new bottels, and both are preserued.
18 [ Mar_5:22 ; Luk_8:41 .] While hee spake these things vnto them, beholde, there came a certaine ruler and worshipped him, saying, My daughter is euen now dead: but come, and lay thy hand vpon her, and she shall liue.
19 And Iesus arose, and followed him, and so did his disciples.
20 ( And behold, a woman which was diseased with an issue of blood twelue yeeres, came behinde him, and touched the hemme of his garment.
21 For she said within her selfe, If I may but touch his garment, I shall be whole.
22 But Iesus turned him about, and when he saw her, he said, Daughter, bee of good comfort, thy faith hath made thee whole. And the woman was made whole from that houre.)
23 And when Iesus came into the rulers house, and saw the minstrels and the people making a noise,
24 He said vnto them, Giue place, for the mayd is not dead, but sleepeth. And they laughed him to scorne.
25 But when the people were put foorth, he went in, and tooke her by the hand: and the mayd arose.
26 And [ Or, this fame.] the fame hereof went abroad into all that land.
27 And when Iesus departed thence, two blinde men followed him, crying, and saying, Thou sonne of Dauid, haue mercy on vs.
28 And when he was come into the

[The blinde and dumbe, healed.]

house, the blinde men came to him: and Iesus saith vnto them, Beleeue ye that I am able to doe this? They said vnto him, Yea, Lord.
29 Then touched he their eyes, saying, According to your faith, bee it vnto you.
30 And their eyes were opened: and Iesus straitly charged them, saying, See that no man know it.
31 But they, when they were departed, spread abroad his fame in all that countrey.
32 [ Luk_11:14 .] As they went out, beholde, they brought to him a dumbe man possessed with a deuill.
33 And when the deuil was cast out, the dumbe spake, and the multitudes marueiled, saying, It was neuer so seene in Israel.
34 But the Pharisees said, [ Mat_12:24 ; Mar_3:22 ; Luk_11:15 .] He casteth out the deuils through the prince of the deuils.
35 [ Mar_6:6 ; Luk_13:22 .] And Iesus went about all the cities and villages, teaching in their Synagogues, and preaching the Gospel of the kingdome, and healing euery sickenesse, and euery disease among the people.
36 [ Mar_6:34 .] But when he saw the multitudes, he was moued with compassion on them, because they [ Or, were tyred and lay downe.] fainted, and were scattered abroad, [ Num_27:17 .] as sheepe hauing no shepheard.
37 Then saith he vnto his disciples, [ Luk_10:2 .] The haruest truely is plenteous, but the labourers are few.
38 Pray ye therefore the Lord of the haruest, that hee will send foorth labourers into his haruest.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Al salir Jesús de aquel lugar, le siguieron dos ciegos que clamaban y decían: "compadeceos de nosotros, hijo de David". Y cuando hubo llegado a la casa, se le acercaron los ciegos. Y Jesús les dijo: "¿Creéis que yo pueda haceros esto?" "¡Sí, Señor!" Entonces tocó Jesús los ojos de los ciegos, diciendo: "Según vuestra fe os sea hecho". Y fueron abiertos sus ojos: y Jesús les intimó a estos la orden de que nadie lo supiera; mas apenas estos salieron de de allí, comenzaron a extender su reputación por todo aquel país. (vv. 27-31)

San Jerónimo
Al milagro de la hija del príncipe y al de la mujer enferma, sigue el de los ciegos, a fin de que lo que allí se demostró con ocasión de la muerte y la enfermedad, se demuestre aquí con ocasión de la ceguera. Por eso dice: "Y saliendo Jesús de allí (esto es, de la casa del príncipe), le siguieron dos ciegos clamando y diciendo: Compadeceos de nosotros, hijo de David".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
No es pequeña la acusación que aquí hace a los judíos. Mientras los que carecen de vista reciben la fe por el oído, ellos que tenían vista y presenciaban los milagros se declaraban contra la fe. Ve aquí el deseo de los ciegos, porque no se acercan simplemente a Jesús, sino que le suplican y le piden una sola cosa: que tenga misericordia de ellos. Y le llaman hijo de David; porque les parecía que con este nombre lo honraban.

Remigio
Con razón, pues, le llaman hijo de David, porque la Virgen María trae su origen de la estirpe de David.

San Jerónimo
Oigan Marción, Maniqueo y todos los demás herejes, que destrozan el Antiguo Testamento y aprendan por qué el Salvador es llamado hijo de David, pues ¿cómo pudo ser llamado hijo de David, si no nació en la carne?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
Es necesario advertir, que Jesús hizo muchas veces milagros después de habérselo suplicado, a fin de que nadie creyera que se valía de los milagros como de un medio para adquirir una fama brillante.

San Jerónimo
Y, sin embargo, no curaba en los caminos y como al paso, a los que se lo suplicaban (como ellos pensaban), sino después de haber llegado a sus casas y haberse acercado ellos a El para que entrara. Discute primero su fe, a fin de que puedan recibir de esta manera la luz de la verdadera fe. Por eso se dice: "Y habiendo llegado a la casa, se le aproximaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que yo puedo hacer esto con vosotros?"

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
De nuevo nos enseña Jesús en este lugar a despreciar la gloria que dan los hombres y estando próxima la casa, conduce a ella a los ciegos, para darles la salud en particular.

Remigio
No ignoraba El que podía dar la vista a los ciegos, si efectivamente tenían éstos fe; sino que les hizo esa pregunta, con el objeto de que al confesar ellos de palabra su fe interior, merecieran mayor recompensa según aquello de San Pablo: "La confesión de la boca es para la salud" (Rom 10).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
Y no solamente por esto, sino para hacerles ver que eran dignos de ser curados y y para reprender a aquellos que pretendían que puesto que sólo la misericordia salva, todos debíamos salvarnos. Y por eso les exige la fe, para elevarlos a cosas más sublimes y puesto que le llamaron hijo de David, debían pensar de El otras cosas más elevadas, de ahí es que no dijo: ¿Creéis que yo puedo suplicar al Padre?, sino: ¿creéis que yo puedo hacer esto? y su respuesta fue: ¡Ciertamente, Señor! No le llaman otra vez hijo de David, sino que se elevan a mayor altura y confiesan su dominio y entonces El mismo les impone sus manos y les toca los ojos diciéndoles: "Hágase en vosotros según vuestra fe". Les dijo esto para confirmarlos más en su fe y para contestar a aquellos que decían que no eran más que una adulación las palabras que dijeron al Señor. Después de esto sigue la curación: "y fueron abiertos sus ojos". Después que fueron curados, les manda un silencio absoluto sobre este acto y. No lo manda sencillamente, sino con gran energía. Jesús les dirigió con fuerza estas palabras: "cuidad que nadie lo sepa. Pero ellos salieron de allí y lo publicaron por todo el país".

San Jerónimo
Les mandó el Señor el silencio por amor a la humildad y para evitar todo brillo y vanidad. Pero ellos agradecidos no pudieron dejar en el silencio tan grande beneficio.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 32,1
No está en oposición con esto lo que se dice en otro lugar: "Ve y anuncia la gloria de Dios" (Luc_8:39). El nos enseña que lo que debemos impedir, es el que nos alaben a nosotros, a causa de nosotros mismos, pero no debemos impedir, sino antes al contrario, mandar el que todas las obras tengan por objeto la gloria de Dios y se hagan por El.

San Hilario, in Matthaeum, 9
O también manda el Señor callar a los ciegos porque el ministerio de la predicación pertenece a los Apóstoles.

San Gregorio Magno, Moralia, 19
Debemos preguntar aquí: ¿en qué consiste que el mismo Omnipotente (para quien son una misma cosa el querer y el poder), manda que no se publiquen sus milagros y, sin embargo, son publicados como a pesar suyo, por los mismos que recibieron la luz? Da en esto un ejemplo a los discípulos, que quieren seguir sus huellas, para que oculten ellos sus propias virtudes y dejen, a pesar suyo, a los demás el que las divulguen, a fin de que se aprovechen todos de tan buenas obras. Ocúltelas, pues, el deseo y publíquelas la necesidad: sirva la ocultación para la propia salvación y su publicación para utilidad ajena.

Remigio
En sentido alegórico, los dos ciegos representan los dos pueblos, el judío y el gentil; o también las dos facciones, que se formaron en tiempo de Roboam, del pueblo judío. Cristo se dirigió a los que de uno y otro pueblo creían en El con el objeto de iluminarlos en su casa, esto es, en la Iglesia, porque fuera de la unidad de la Iglesia no puede haber salvación. Y aquellos de entre los judíos que creyeron en El, fueron los que divulgaron por toda la tierra la venida del Señor.

Rábano
La casa del príncipe es la sinagoga sujeta a Moisés y la de Jesús, la Jerusalén celestial. Los dos ciegos siguen al Señor en su paso por este mundo y de regreso a su casa. Pues muchos de entre los judíos y gentiles, después de predicado el evangelio por los Apóstoles, comenzaron a seguirle. Después que subió a los cielos, entró en su casa, esto es, en su Iglesia y los iluminó allí.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Su ciudad" era Cafarnaún, y desde allí, Jesús recorría Galilea.

5. Jesús demuestra que él posee un poder invisible -el de perdonar los pecados- por medio de la manifestación de un poder visible, el de hacer milagros.

8. "La multitud quedó atemorizada": esta expresión significa respeto y admiración.

"Glorificaba a Dios" significa adorar y dar gracias.

11. Se daba el nombre de "pecadores" a las personas que, por sus costumbres o su profesión poco digna, eran consideradas impuras, y cuyo trato, por lo tanto, era evitado por los estrictos observantes de la Ley.

13. Ose_6:6.

15. Los "amigos del esposo", en el rito matrimonial judío, eran los que formaban el cortejo que lo acompañaba cuando salía al encuentro de su esposa. Ver nota 25. 1. El "esposo" representa a Jesús, y los integrantes del cortejo a sus discípulos, que no debían ayunar mientras él estuviera con ellos.

16-17. Lo "nuevo" en estas comparaciones simboliza el Reino de Dios inaugurado por Jesús. Ese Reino exige hombres completamente nuevos. Ver nota Luc_5:37-39.

18. Según Marcos y Lucas, este hombre era un jefe de la sinagoga, llamado Jairo.

20. Los israelitas llevaban unos "flecos" en cada uno de los extremos de su "manto", como memorial de la Ley del Señor ( Num_15:38-39).

23. Entre los orientales, se acostumbraba a contratar para las ceremonias fúnebres los servicios de gente profesional, que con gritos, cantos y música apropiada expresaban el dolor de ese momento.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Sana a dos ciegos y a un mudo. Toda sanación puede tener un significado que va más allá del hecho físico, pero quizás sean el ciego que recobra la vista y el mudo que habla los acontecimientos milagrosos más cargados de simbolismo en la tradición bíblica. Isaías ya había anunciado que «aquel día oirán los sordos la palabra del libro, sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos» (Isa_29:18).
Aquel día mesiánico que contemplaba el profeta en lontananza se ha hecho presente en la persona de Jesús. Con estos milagros (diez en total), Mateo va preparando la declaración solemne que hará Jesús a los discípulos de Juan en 11,5. El evangelista insiste en la importancia de la fe como condición necesaria para que se realicen los signos que manifiestan la llegada del reinado de Dios. La fe es precisamente el tema del diálogo que Jesús mantiene con los ciegos (28s), el ámbito donde se da el encuentro personal que sana y restablece a la persona.
La presencia del reinado de Dios, sin embargo, es y seguirá siendo signo de contradicción: mientras que la multitud de los pobres y sencillos se asombra alborozada (33, cfr. Isa_29:19), los fariseos de siempre, ciegos de profesión, se confirman en su ceguera: «expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios» (34).

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Dos ciegos. Este breve relato tiene paralelo con 20:29-34. La apelación a Jesús como hijo de David, eso es, el Mesías, ocurre frecuentemente en los escritos de sanidad de Mat. Señala una fe que Jesús pone a prueba con su pregunta en el v. 28 y que sirve de base para su sanidad. La orden de mantener en silencio la sanidad (cf. 8:4) era mucho pedir: ¿Cómo se esconde la sanidad de un hombre ciego? Pero, aparentemente, éstos ni siquiera intentaron callarse. Hay una tensión inevitable entre el deseo de Jesús de evitar una publicidad inapropiada y el poderoso testimonio que ofrecían sus milagros acerca de quién era él (cf. 11:2-5).

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Mat 8:13; Mat 15:28; Mat 20:34.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

La fe de aquellos ciegos les lleva a seguir a Jesús a pesar de la incapacidad que sufrían. Y esa fe operativa obtiene su recompensa. El evangelista deja ya constancia de cómo se dividen las opiniones ante Jesús: quienes con sencillez de corazón reconocen su poder único, y quienes con argumentos retorcidos malinterpretan los signos que realiza.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 9.1 Is 53.4.

[2] 9.13 Su propio pueblo: Cafarnaúm (Mc 2.1).

[3] 9.34 Os 6.6, citado también en Mt 12.7. Cf. también Mt 5.23-24.

[4] 9.36 Mt 12.24; Mc 3.22; Lc 11.15. Jefe de los demonios: Véase 12.24 n.

[5] 9.33-38 Cf. Jer 50.6-7; Ez 34.5; Mc 6.34.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 8:13; Mat 9:22

Torres Amat (1825)



[13] Os 6, 6.

[18] Luc 8, 42.

[38] Jesús insiste en la oración por las vocaciones laicales, sacerdotales y religiosas que anuncien el evangelio.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

vuestra fe... → §159.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 20:34 *Mt 8:13 *Mt 5:28