Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
22. Historia de Balaam.
C on este capítulo se abre la última parte del libro de los Números, y el relato de la intervención del adivino Balaam resulta enigmático y plantea muchos problemas de tipo redaccional literario y teológico y aun histórico-geográfico.
Primera Embajada a Balaam (1-14).
1
Partieron los hijos de Israel y acamparon en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó. 2
Balac, hijo de Sefor, supo cuanto había hecho Israel a los amorreos; 3
y Moab temió grandemente al aparecer aquel pueblo tan numeroso, y se amedrentó ante los hijos de Israel. 4
Moab dijo a los ancianos de Madián: Este pueblo va a devorar nuestros contornos como devora un buey la hierba del campo. Era entonces rey de Moab Balac, hijo de Sefor. 5
Mandó, pues, mensajeros a Balaam, hijo de Beor, a Petur, que está junto al río, en tierra de los hijos de Amón, para que le llamasen, diciéndole: Mira, ha salido de Egipto un pueblo que cubre la superficie de la tierra y está ya cerca de mí. 6
Ven, pues, y maldíceme a este pueblo, pues es más fuerte que yo, a ver si así podemos hacer que le derrotemos, pues sé que es bendito aquel a quien tú bendices, y maldito aquel a quien tú maldices. 7
Fueron, pues, ancianos de Moab y ancianos de Madián, llevando en sus manos el precio del conjuro, y, llegados a Balaam, le transmitieron las palabras de Balac. 8
El les dijo: Pasad aquí esta noche, y yo os responderé según lo que me diga Yahvé. Quedáronse los príncipes de Moab con Balaam; 9
Dios vino en la noche a Balaam y le dijo: ¿Quiénes son esos que están contigo? 10
Balaam respondió a Dios: Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, los ha mandado a mí para decirme: 11
Un pueblo salido de Egipto está ya aquí y cubre toda la superficie de la tierra; ven, pues, luego a maldecirlo, a ver si puedo derrotarle y rechazarle. 12
pero Dios dijo a Balaam: No vayas con ellos; no maldigas a ese pueblo, porque bendito es. 13
Balaam, levantándose de mañana, dijo a los príncipes de Balac: Idos a vuestra tierra, porque Yahvé se niega a dejarme ir con vosotros. 14
Oído esto, los príncipes de Moab se levantaron, y, tornados a Balac, le dijeron: Balaam se ha negado a venir con nosotros.
Conquistada por Israel la tierra de los reyes amorreos Seón y Og, Moab queda atrás. El pueblo pasó por el oriente de sus fronteras sin molestarle. Sin embargo, es razonable suponer que la desaparición de los dos reinos amorreos, y el hecho de que Israel se asentara en el territorio de éstos, le hace temer por su seguridad. No atreviéndose a medir las armas con Israel, acude a los medios supersticiosos, cosa nada extraña entre los pueblos primitivos. Los textos indican que Balac, rey de Moab, se juntó con Madián (v.4.7) y con Amón1, lo que viene a complicar la narración, de suyo poco clara.
El v.1 parece ser continuación del itinerario trazado en 21:10-11. Los israelitas acamparon en los
llanos de Moab, entre el Jordán y los montes Abarim, una zona de terreno bastante fértil, donde los israelitas se darán al culto licencioso de Baalfegor, a ejemplo de moabitas y madianitas2.
El rey de Moab, al ver que los israelitas acampaban cerca de su territorio, se alarmó, y perdió las esperanzas de que continuaran por el norte después de la conquista de Basan. Sin duda que había pensado anexionarse los territorios del rey de Hesebón, derrotado por aquéllos; pero ahora tiene que mirar por la defensa de su territorio contra aquellas hordas fanatizadas que subían del desierto del Sinaí. Tomó consejo con los
ancianos de Madián (v.4), pueblo nómada que estaba más al oriente, pero que trashumaba con sus rebaños también por zonas moabíticas3. En la imposibilidad de hacer frente a los hebreos, deciden llamar a un famoso adivino, llamado
Balaam, que habita en
Petur, junto al río (v.5). Se suele identificar
Petur con el
Pitru de los documentos cuneiformes, en la Alta Mesopotamia, a orillas del Eufrates, que es el llamado el río por excelencia en la Biblia. Esta localización queda reforzada por la indicación de
Deu_23:5, que sitúa a
Petur en
Aram Naharyim, es decir, la Alta Mesopotamia4. Contra esta identificación está la dificultad de la gran distancia entre Petur y Moab (unos 600 kms.). Por eso algunos autores buscan una localidad cercana a Moab, y prefieren la lección de algunos manuscritos hebreos del Pentateuco Samaritano, la
Peshitta y la Vulgata, que leen en el país de los hijos de Amón.5
Balaam, hijo de
Beor, no parece que tenga nada que ver con Bela, hijo de Beor, rey de Edom6. Aquí se trata de un
adivino, no de un rey, al que se atribuyen especiales conocimientos mágicos, como intérprete de la voluntad de su dios, de forma que su bendición o maldición sobre un pueblo representa la victoria o derrota de éste (v.5). Aparece más tarde muerto por los israelitas en Madián7, lo que parece insinuar que era madianita, y así se explican mejor los viajes de los emisarios de Balac. Estos le llevan el salario de la
adivinación, como era costumbre8. El autor sagrado nunca le da a Balaam el título de
profeta, sino el de
adivino9. Como
adivino, quiere utilizar signos mágicos y, por otra parte, carece de la entereza de carácter de los
profetas de Israel. Lo curioso del relato es que quiere dar el oráculo a los emisarios en nombre de
Yahvé (v.8), al que llama
mi Dios (v.18). ¿Cómo interpretar esto? Quizá se trata de una sustitución de los copistas monoteístas hebreos, que sustituyeron a su Dios, Yahvé, por la divinidad del propio Balaam. Como en realidad será
Yahvé el que le comunicará el oráculo en beneficio del pueblo hebreo, el copista en el relato pone en boca de Balaam el nombre de
Yahvé como su Dios. Otra interpretación posible es, teniendo en cuenta el eclecticismo religioso de los pueblos politeístas, que admitían la existencia de verdaderos dioses además de los propios, que haya oído hablar del Dios de los israelitas,
Yahvé, al que se le atribuían las grandes victorias sobre los amor reos, y entonces el adivino haya querido utilizar con sus procedimientos mágicos a
Yahvé, Dios de los israelitas, en beneficio propio. Simón Mago quiere comprar con dinero el poder taumatúrgico de los apóstoles, que curaban en nombre de Jesús10. Así Balaam pudo intentar consultar al Dios de los israelitas para conocer el destino de éstos. En sueños recibe la orden de no responder a los requerimientos de los enviados del rey de Moab (v.12). Así se lo comunica a éstos, los cuales se vuelven a su rey con la respuesta negativa del adivino.
Segunda Embajada ante Balaam (15-20).
15
Pero Balac mandó de nuevo a otros príncipes, más en número y más respetables que los primeros, 16
que, llegados a Balaam, le dijeron: He aquí lo que te dice Balac, hijo de Sefor: No te niegues a venir a verme,17
que yo te colmaré de bienes y haré todo lo que tú me digas; ven, te ruego, a maldecirlo. 18
Balaam respondió a los siervos de Balac: Aunque me diese Balac su casa llena de plata y de oro, no podría yo traspasar las órdenes de Yahvé, mi Dios, ni en poco ni en mucho; 19
pero podéis quedaros aquí también esta noche para saber lo que vuelve a decirme Yahvé. 20
Durante la noche vino Dios a Balaam y le dijo: Ya que éstos han venido otra vez a llamarte, levántate y vete con ellos, pero no hagas más que lo que yo te diga.
Balac cree que con una embajada más numerosa e ilustre y con presentes más ricos logrará hacer venir al adivino. Así, le hace las mejores promesas. Todo le parece poco para el servicio que cree puede prestarle en beneficio de su reino (v.17)11. La respuesta de Balaam es digna y enérgica: todo el oro y la plata que le puedan ofrecer no le moverán a actuar contra la voluntad de su Dios (v.18). En su aparición anterior, Yahvé le había dicho que Israel sería
bendito (v.17), y, por tanto, no puede ir a maldecirle en beneficio del rey de Moab12. Pero invita a los emisarios a que esperen otra noche, pues quizá su Dios le dé otra respuesta más satisfactoria para ellos (v.19). Durante la noche, en efecto, el adivino recibe la orden de acompañar a los emisarios, pero a condición de que no profiera ningún oráculo sin el consentimiento de Dios (v.20).
Viaje Accidentado de Balaam (21-35).
21
Levantóse Balaam de mañana, aparejó su asna y se fue con los príncipes de Moab. 22
Pero Dios estaba indignado de que fuese, y el ángel de Yahvé se puso delante de él en el camino para cerrarle el paso. Iba Balaam montado en su asna, y llevaba consigo a dos de sus criados. 23
El asna, al ver al ángel de Yahvé parado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y se echó al campo, y Balaam se puso a fustigarla para retraerla al camino. 24
Entonces el ángel se puso en una estrechura entre las viñas, entre pared de un lado y pared de otro; 25
y, al verle el asna, echóse contra una de las paredes, cogiendo entre ella y la pared la pierna de Balaam. Este se puso de nuevo a fustigarla. 26
El ángel de Yahvé volvió a ponerse en una angostura, de donde ni a derecha ni a izquierda podía desviarse; 27
y al verle el asna, se echó debajo de Balaam, quien, enfurecido, la fustigó más. 28
Abrió entonces Yahvé la boca del asna, que dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho yo para que por tres veces me hayas fustigado ? 29
Y Balaam respondió: ¿Por qué te burlas de mí? Si tuviera ahora mismo una espada, ahora mismo te mataría. 30
Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Tú me has montado desde que yo soy tuya hasta hoy. ¿Te he hecho yo nunca cosa semejante? Y él respondió: No. 31
Entonces abrió Yahvé los ojos a Balaam, y éste vio al ángel de Yahvé, que estaba en el camino con la espada desenvainada en la mano. Balaam se postró echándose sobre el rostro, 32
y el ángel de Yahvé le dijo: ¿Por qué por tres veces has fustigado a tu asna? Es que he salido yo para cerrarte el camino, porque es malo ante mí el que llevas. 33
El asna me ha visto y ha querido luego apartarse tres veces de delante de mí; si ella no me hubiera esquivado, te hubiera matado a ti, dejándola a ella viva. 34
Entonces Balaam dijo al ángel de Yahvé: He pecado; no sabía que tú me cerrabas el camino; si te parece mal, ahora mismo me volveré. 35
El ángel de Yahvé respondió a Balaam: Ve con esos hombres, pero di solamente lo que te diga yo. Siguió, pues, Balaam con los príncipes de Balac.
A pesar de la autorización para el viaje, ahora Dios se muestra enojado contra Balaam por haberse puesto en camino. La oposición divina radique en los cálculos mercantilistas del adivino, que esperaba conseguir con su viaje pingües presentes, aunque no maldijera a Israel, como se le pedía13. El viaje lo hace en un
asna, lo que es un indicio de que no vivía lejos de Moab, pues para distancias largas hubiera utilizado el camello. Cuando estaba en camino, el
ángel de Yahvé, para
cerrarle el paso (lit. impedirle:
lesatán),
se puso ante el asna. Ni Balaam ni sus acompañantes se dan cuenta de ello, y así golpean al animal porque se sale del camino. La escena se repite una y otra vez, hasta que, por fin, el asna toma la palabra y pide cuentas al amo por su conducta irracional. El diálogo entre ambos discurre con naturalidad, hasta que, al fin, Balaam se apercibe de la presencia del
ángel de Yahvé, que quiere cerrar el paso. El adivino, al punto, le reconoce, y está dispuesto a emprender el regreso;
pero Dios le permite continuar, con tal de que no diga sino lo que le sugiera. Tal es el famoso relato bíblico. ¿Cómo interpretarlo? Teniendo en cuenta que pertenece al documento de estilo folklórico, bien podemos ver aquí una escenificación dramática de la oposición de Dios a la misión de Balaam para resaltar más
los designios divinos de cambiar la maldición sobre Israel en bendición. El hagiógrafo, pues, parece que se hace eco de narraciones populares sobre la intervención de Dios en la historia de Balaam, el adivino pagano que
bendecirá a Israel. Algunos autores quieren mantener la historicidad del relato, si bien atenuando la fuerza del mismo. Así suponen que el asna no profirió sonidos articulados humanos, sino simples rebuznos, por los que el mago Balaam conoció (acostumbrado por arte de magia a interpretar religiosamente signos exteriores) el sentido de los mismos. En
2Pe_2:16 se dice que una muda bestia de carga, hablando con
voz humana, reprimió la insensatez del profeta. Como en otras citas de los autores del Nuevo Testamento, la fuerza de la argumentación va sobre el elemento religioso, no sobre la historicidad del hecho, respecto al cual se acomoda a la mentalidad y creencias de sus destinatarios los judeo-cristianos. Por nuestra parte, creemos que, aunque es posible a la omnipotencia divina hacer hablar a las bestias, sin embargo, en el relato hay indicios de inverosimilitud suficientes
para tomar el relato en sentido de parábola o ficción didáctica del hagiógrafo, con vistas a una enseñanza religiosa.
Balaam es Recibido por el Rey de Moab (36-41).
36
Este, sabiendo que venía Balaam, le salió al encuentro hasta Ir-Moab, que está en la frontera del Amón, en lo último de la frontera. 37
Balac dijo a Balaam: He mandado a llamarte. ¿Por qué no viniste? ¿No estoy yo acaso en situación de tratarte con la debida honra? 38
Balaam respondió a Balac: Aquí me tienes ya; pero ¿podré yo decir lo que quisieres? La palabra que Dios ponga en mi boca, ésa será la que te diga. 39
Siguió Balaam a Balac, y llegaron a Quiriat-Jusot. 40
Balac inmoló bueyes y ovejas, mandándoselos a Balaam y a los príncipes que le acompañaban. 41
A la mañana siguiente tomó Balac a Balaam y le hizo subir a Bamot-Baal, desde donde se veía un ala del pueblo.
El rey de Moab, informado de la próxima llegada del adivino, sale a su encuentro a la misma frontera de
Ir-Moab14, en la parte septentrional, cerca del Amón, y le echa en cara su tardanza en llegar. Pero Balaam, astutamente, sin decir que Dios le había prohibido
maldecir a Israel (v.12), le indica que está a su disposición y que proferirá fielmente lo que Dios le comunique. Quiere recibir los presentes prometidos, sin comprometerse totalmente. Después continuaron hasta
Quiriat-Jusot (ciudad de las calles), localidad desconocida, y Balac le dio parte de los sacrificios que ofreció15. Al amanecer del día siguiente, la hora más propicia para la adivinación, le llevó a un monte desde el que se divisara el pueblo israelita acampado. El lugar se llama
Bamot-Baal, que, como su nombre indica, parece suponer la existencia de un santuario o
alto lugar dedicado a
Baal, dios cananeo. Se le ha identificado con una de las cimas que rodean el monte Nebo, donde abundaban los monumentos megalíticos16.
1
Deu_23:3. 2 Cf. Abel,
Géog. I 281; RB (1931) 373-374- 3 Véase RB (1931) 225. 4 Es el
Pedru de los textos egipcios, localizado en el
Maharin o
Naharima de las cartas de Tell Amarna. 5 Esta lectura puede ser fruto de la confusión del heb.
Bene-Amó (hijos de su pueblo) y
Bene-Ammon (hijos de Amón). 6
Gén_36:32. 7
Num_31:8s;
Jos_13:32. 8 Cf.
1Sa_9:7;
1Re_14:3;
2Re_8:8;
Miq_3:5;
2Pe_2:15. 9 Cf.
Jos_13:22. 10
Hec_8:19. 11 Cf.
Dan_2:6;
Dan_5:7. 12 Los LXX omiten mi Dios. 13 Véanse las interpretaciones de Agustín de Hipona,
In Hept.: PL 34,740; Teodoreto: PG 80,389. 14 Véase com. a
Núm_21:15. 15 Cf.
1Sa_9:23-24. 16 Véase H. Vincent, Canezan... 424.