Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
27. Disposiciones Suplementarias.
Ley de las Herencias (1-11).
1
Acercáronse las hijas de Salfad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, hijo de José, que se llamaban Majlá, Noa, Yoglá, Milka y Tirsá; 2
y presentándose a Moisés ante Eleazar, sacerdote, y ante todos los príncipes de la asamblea, a la entrada del tabernáculo de la reunión, dijeron: 3
Nuestro padre ha muerto en el desierto, y no era de la tropa délos que se confabularon contra Yahvé, de la tropa de Coré; pero ha muerto por su pecado y no ha dejado hijos. 4
¿Por qué va a ser el nombre de nuestro padre borrado de en medio de su familia por no haber dejado hijos? Danos una heredad entre los hermanos de nuestro padre. 5
Moisés llevó la cosa ante Yahvé, 6
y Yahvé dijo a Moisés: 7
Las hijas de Salfad tienen razón. Dales en heredad una propiedad entre los hermanos de su padre, y que pase a ellas la heredad de su padre. 8
Habla a los hijos de Israel y diles: Si uno muere sin dejar hijos, haréis pasar su heredad a la hija; 9
y si no hay tampoco hija, pasará a sus hermanos la heredad. 10
Si no hay hermanos, daréis la heredad a los hermanos de su padre;11
y si no hay hermanos de su padre, pasaréis la heredad al más próximo pariente de la familia; de éste será. Esta será para los hijos de Israel regla de derecho, como se lo ha ordenado Yahvé a Moisés.
En el capítulo precedente se ordena que la tierra se divida entre los incluidos en el censo, que son los varones, y cada uno según su familia. Esta medida, que sin duda tiende a prevenir un conflicto social, deja sin solución el caso, que no sería único, del que falleciese sin dejar posteridad masculina. Este caso viene a resolverlo, la presente ordenación. En los pueblos orientales antiguos y aún hoy día, las hijas no gozan de la consideración jurídica que los hijos ni pueden ser herederas de sus hermanos. Esta ley regía también en Israel, donde las hijas quedaban incorporadas a la familia del marido. Había una excepción cuando el padre carecía de descendencia masculina. Era el caso de Salfad, y por eso sus hijas piden a Moisés la porción de la tierra que le corresponde a su padre, que vendría a ser de sus hijas. Así no perecería la memoria de Salfad de en medio de su pueblo. Con este motivo se anunció la ley sobre la transmisión de las herencias cuando faltan los hijos. A falta de herederos varones, heredarán las hijas; a falta de éstas, los hermanos del padre, y si aun éstos faltaren, los parientes más próximos. En el capítulo último de los Números se vuelve sobre el mismo asunto y se dan algunos complementos a esta disposición. Esta ley ya se hallaba grabada en una estatua de Gudea,
patesi de Lagas, en Sumeria, a mediados del tercer milenio antes de Cristo: En la casa sin hijos varones será la hija la heredera. Esta disposición se vino a perpetuar en Caldea y en Nuzu (Alta Mesopotamia)1.
Elección de Josué como Sucesor de Moisés (12-23).
12
Dijo Yahvé a Moisés: Sube a ese monte de Abarirn para ver la tierra que voy a dar a los hijos de Israel; 13
la verás, pero también tú te reunirás con tu pueblo, como Aarón, tu hermano, se ha reunido, 14
por haber sido rebeldes a mi mandato en el desierto de Sin, al rebelarse la muchedumbre, en vez de santificar ante ellos mi nombre, con ocasión de las aguas de Meribá, en Cades, en el desierto de Sin. 15
Moisés habló a Yahvé, diciendo: 16
Que Yahvé, el Dios de los espíritus de toda carne, constituya sobre la asamblea un hombre 17
que los conduzca y acaudille, para que la comunidad de Yahvé no sea como rebaño de ovejas sin pastor. 18
Yahvé dijo a Moisés: Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien reside el espíritu, y pon tu mano sobre él. 19
Ponle ante Eleazar, sacerdote, y ante toda la asamblea, y le instalarás ante sus ojos. 20
Transmítele una parte de tu autoridad, para que la asamblea de los hijos de Israel le obedezcan. 21
Que se presente al sacerdote Eleazar, que consultará por él el juicio del urim ante Yahvé; y, según este juicio, saldrán y entrarán los hijos de Israel y toda la asamblea con él. 22
Hizo Moisés lo que le ordenó Yahvé; y tomando a Josué, le llevó ante Eleazar y ante toda la asamblea, 23
y, poniendo sobre él sus manos, le instituyó como se lo había dicho Yahvé a Moisés.
Los dos hermanos Moisés y Aarón habían sido condenados a no pisar la tierra prometida por un pecado que no alcanzamos a definir claramente2. Aarón había quedado sepultado en el desierto. Ahora se le anuncia a Moisés la proximidad de su fin. Pero Yahvé le concede el consuelo de contemplar la tierra de las promesas desde la cima del monte Nebo. Como Aarón había muerto sobre el monte Hor, con la solemnidad digna de su supremo pontificado, así ahora Moisés morirá sobre el monte Nebo a la vista de la tierra prometida3. El monte
Abarirn es la cordillera al nordeste del mar Muerto, a la que pertenece el monte Nebo, donde, según
Deu_32:49, muere Moisés4. La tradición coloca sobre el
Ras-Siaga la escena de la contemplación de la tierra prometida por el caudillo hebreo. Desde allí se divisa, con su trágico panorama, el desierto de Judá, la llanura ubérrima de Jericó y la cordillera de montañas que desciende desde Samaría hacia el sur. Según
Deu_2:23-28, Moisés suplicó a Yahvé que le dejara entrar en Canaán. Se puede comprender las ansias y la pena del caudillo al no poder ver coronados sus esfuerzos por liberar a su pueblo.
Ante el anuncio de que va a morir, Moisés no se preocupa sino de asegurar un sucesor a su pueblo para que culmine su obra de libertador. Quiere como sucesor a un líder o dirigente que los guíe, para que no sea Israel como un rebaño sin pastor. Conocía las veleidades de su pueblo y sabía lo necesario que era un jefe enérgico y de iniciativa, sobre todo ahora que tenían que hacer frente a los temibles cananeos para instalarse en su tierra. Llama a Yahvé
Dios de los espíritus de toda carne (v.16), autor de la vida, que vivifica los cuerpos y conoce los espíritus y corazones, y, como tal, pide intervenga en la elección de su sucesor. Dios señala a Josué, que ya nos es conocido como auxiliar del caudillo hebreo. Como tal había mostrado cualidades excepcionales de arrojo y decisión5. Sobre él
reside el espíritu (v.18), es decir,
la acción carismática de Yahvé, que, según Isa_11:2, es espíritu de sabiduría, de inteligencia, de consejo y fortaleza, las cualidades ideales para un líder. Y le ordena
imponer las manos sobre él, signo de transmisión de poderes6. Para que Israel le reconozca como caudillo, debe presentarlo ante la asamblea del pueblo y del sumo sacerdote (v.19). Moisés gozaba de plenos poderes excepcionales, que dimanaban de su elección especial y de su intimidad como profeta con Dios, el cual le hablaba cara a cara, como un amigo a otro amigo.7 Esto no sería heredado por Josué, pues era carisma personal; por eso éste, al no ser profeta, debe consultar las decisiones al sumo sacerdote, el cual conocerá la voluntad divina echando a suertes por el
urim y el tummim8. Van a terminar la era de las comunicaciones directas con Dios; sin embargo, en algunas circunstancias Yahvé dará instrucciones directamente a Josué en la conquista de Canaán9.
1 Cf. RB (1935)34-41. 2 Véase com. a Núm 20.12. 3
Deu_34:5. 4 A veces son sinónimos
Abarim y Nebo (
Núm_32:12;
Deu_32:49). 5 Derrotó a los amalecitas (
Exo_17:9); acompañó a Moisés en la subida al Sinaí (
Exo_24:13;
Exo_32:17); fue uno de los arrojados exploradores de Canaán e hizo frente a los que se mostraban pusilánimes al regreso (
Num_13:10;
Num_13:16;
Num_14:6;
Num_14:30;
Num_14:38). 6 Cf.
Lev_1:4;
Lev_16:21;
Num_8:10;
Hec_6:6;
Hec_13:3;
1Ti_4:14;
2Ti_1:6. 7
Num_12:6-8. 8. Véase Dhorme,
Les livres de Samuel 124. Cf. DB V 2359-2365;
Exo_28:30 y com. 9 Cf.
Jos_8:1;
Jos_20:1.