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El mismo vengador de la sangre dará muerte al asesino: en cuanto lo encuentre, lo matará. (Numeros  35, 19) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

BHSEk - Biblia Hebraica Stuttgartensia (Enhanced; KJV versification)

גֹּאֵ֣ל‎(גָּאַל)

Hebrew|gōʔˈēl|redeem

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: unknown
State: construct
Verbal tense: participle
Verbal stem: qal


[H1350] [c.ac.aa] [300]
[גאל] [GES1247] [BDB1437] [HAL1442]

הַ‎(הַ)

Hebrew|ha|the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

דָּ֔ם‎(דָּם)

Hebrew|ddˈām|blood

Part-of-speech: noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H1818] [d.br.aa] [436]
[דם] [GES1721] [BDB1941] [HAL1952]

ה֥וּא‎(הוּא)

Hebrew|hˌû|he

Part-of-speech: personal pronoun
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H1931] [e.aw.aa] [480]
[הוא] [GES1856] [BDB2078] [HAL2078]

יָמִ֖ית‎(מוּת)

Hebrew|yāmˌîṯ|die

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: hif‘il


[H4191] [m.be.aa] [1169]
[מות] [GES4114] [BDB4585] [HAL4514]

אֶת‎(אֵת)

Hebrew|ʔeṯ-|[object marker]

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H853] [a.gm.aa] [186]
[את] [GES828] [BDB894] [HAL913]

הָ‎(הַ)

Hebrew|hā|the

Part-of-speech: article
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[e.ab.aa] [459]
[ה] [GES1804] [BDB2019] [HAL2031]

רֹצֵ֑חַ‎(רָצַח)

Hebrew|rōṣˈēₐḥ|kill

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: participle
Verbal stem: qal


[H7523] [t.ef.aa] [2208]
[רצח] [GES7475] [BDB8238] [HAL8153]

בְּ‎(בְּ)

Hebrew|bᵊ|in

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[b.ab.aa] [193]
[ב] [GES855] [BDB923] [HAL939]

פִגְעֹו‎(פָּגַע)

Hebrew|fiḡʕô-|meet

Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: unknown
Person: unknown
State: absolute
Verbal tense: infinitive (construct)
Verbal stem: qal


[H6293] [q.ag.aa] [1731]
[פגע] [GES6211] [BDB6865] [HAL6802]

בֹ֖ו‎(בְּ)

Hebrew|vˌô|in

Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[b.ab.aa] [193]
[ב] [GES855] [BDB923] [HAL939]

ה֥וּא‎(הוּא)

Hebrew|hˌû|he

Part-of-speech: personal pronoun
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable


[H1931] [e.aw.aa] [480]
[הוא] [GES1856] [BDB2078] [HAL2078]

יְמִיתֶֽנּוּ‎(מוּת)

Hebrew|yᵊmîṯˈennû|die

Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: hif‘il


[H4191] [m.be.aa] [1169]
[מות] [GES4114] [BDB4585] [HAL4514]

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



35. Las Ciudades Levíticas.
S egún el texto los levitas, consagrados al servicio del santuario, no debían tener porción alguna en el reparto de la tierra de Canaán. Por eso, entre los príncipes de las tribus antes mencionadas no figura ninguno de la tribu de Leví. No obstante, los príncipes son doce, porque José se halla representado por sus dos hijos, adoptados por Jacob, Efraím y Manasés. En la enumeración que sigue se concede a los de la tribu de Leví 48 ciudades, repartidas en el territorio de las otras tribus, con su término para pasto de las bestias que podían poseer.

1Habló Yahvé a Moisés en los llanos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó, diciendo: 2Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades, en las que puedan habitar. Dadles también lugares de pastos en los contornos de esas ciudades. 3 Que tengan ciudades en qué habitar y pastos para sus animales, para sus ganados y para todas sus bestias. 4 Los lugares de pasto en torno de las ciudades que daréis a los levitas serán: a partir de los muros de la ciudad, para afuera, de mil codos en torno; 5y la extensión de fuera de la ciudad, dos mil codos a la parte de oriente, dos mil codos a la parte de mediodía, dos mil codos a la parte de occidente y dos mil codos a la parte del norte, quedando en medio la ciudad. Estos serán los lugares de pastos de sus ciudades. 6 De las ciudades mismas que daréis a los levitas, seis serán las ciudades de refugio, donde pueda acogerse el homicida; y las otras, cuarenta y dos en número; 7 en total, cuarenta y ocho ciudades con sus lugares de pasto. En cuanto a las ciudades que de los hijos de Israel habéis de dar a los levitas, 8tomaréis más de los que tengan más, y menos de los que tengan menos. Cada uno cederá para los levitas sus ciudades en proporción de la heredad que haya recibido.

Se destinan 48 ciudades a disposición de los levitas1, o pertenecientes a la tribu de Leví en general, incluidos los sacerdotes. Esto no excluye que otros no levitas cohabiten con ellos en dichas ciudades2. Y, por otra parte, los levitas no estaban necesariamente confinados a estas localidades, sino que podían morar en otras. En las ciudades específicamente levíticas debía reservarse un terreno de pastos de dos mil codos (un km.) de largo y mil codos (medio km.) de ancho en torno a dichas villas (v.4-6). Esta disposición teórica era difícil de cumplir en la práctica. De estas 48, seis deben estar abiertas como ciudades de refugio para los homicidas involuntarios. La distribución de estas 48 ciudades levíticas debe ser proporcional y justa, conforme al número de habitantes de cada tribu3. Muchos críticos consideran estas disposiciones sobre las ciudades levíticas como posteriores al destierro. En el Deuteronomio, donde tanto se preocupa el legislador de los sacerdotes y levitas, no encontramos esta legislación4. Ezequiel, al describir la repartición futura de la tierra santa, no apela a esta institución, sino que establece una zona de habitación para levitas y sacerdotes en torno al templo5. Por otra parte, la distribución de las ciudades supone para los sacerdotes las zonas colindantes con Jerusalén: tribus de Judá, Simeón y Benjamín, mientras que los levitas (no sacerdotes) se sitúan sobre todo en la parte septentrional, más alejada del templo de Jerusalén. Sin embargo, según 1Cr_13:2, los sacerdotes y levitas tenían ciudades propias y sus pastos, y con ocasión del cisma de Jeroboam I (s.X a.C.), los sacerdotes y levitas abandonaron sus posesiones del norte y se fueron al reino de Judá6. Todo esto indica que ya existían ciudades levíticas antes del exilio. Lo que sí es claro es que los levitas llevaban una vida precaria en Israel, sin duda porque no se cumplían las ordenaciones que les favorecían. El libro del Deuteronomio hace llamamientos a la caridad para que los israelitas sean generosos con los levitas7. No hemos de perder de vista, por otra parte, la manera que el texto tiene de concebir la historia de Israel: desde los orígenes aparece la tribu de Leví consagrada especialmente al culto de Yahvé. Con el tiempo se viene a introducir la división de dos clases: los sacerdotes y los simples levitas, encargados de los menesteres inferiores del culto, y el autor narra la historia conforme al marco histórico de su tiempo, reflejando sus instituciones, que traslada sistemáticamente a los primeros tiempos del mosaísmo para rodearlos de veneración ante los fieles y presentarlas como de institución divina.

Las Ciudades de Refugio (9-28).
9Yahvé habló a Moisés, diciendo: 10Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis pasado el Jordán, en la tierra de Canaán, 11elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiera matado a alguno sin querer. 12Estas ciudades os servirán de asilo contra el vengador de la sangre, para que no sea muerto el homicida antes de comparecer en juicio ante la asamblea. 13Las ciudades a esto destinadas serán seis, que serán para vosotros ciudades de refugio. 14Destinaréis tres del lado de allá del Jordán y tres en la tierra de Canaán para ciudades de refugio, 15para los hijos de Israel, para el extranjero y para el que habita en medio de vosotros, para que quien haya matado a alguno sin querer, pueda refugiarse en ellas. 16Si le hirió con instrumentos de hierro y se sigue la muerte, es homicida, y el matador será muerto; 17lo mismo si le hirió con piedra en mano capaz de causar la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será castigado con la muerte; 18lo mismo si le hirió manejando un instrumento de madera capaz de producir la muerte, y ésta se sigue; es homicida y será muerto. 19El vengador de la sangre matará por sí mismo al homicida; cuando le encuentre le matará. 20Si por odio le derribó, o le arrojó de propósito encima alguna cosa, y se sigue la muerte, 21o si por odio le golpeó con las manos y se sigue la muerte, el que hirió será castigado con la muerte; es homicida. El vengador de la sangre le matará cuando le encuentre. 22Mas si, al contrario, por azar, sin odio, le derriba o le arroja encima alguna cosa sin querer, 23o sin verle le tira encima una piedra que puede causar la muerte, y la muerte se sigue, sin que fuera su enemigo ni buscase su mal, 24juzgará la asamblea entre el que hirió y entre el vengador de la sangre según las leyes. 25La asamblea librará al homicida del vengador de la sangre, le volverá a la ciudad de asilo donde se refugió, y allí morará hasta la muerte del sumo sacerdote ungido con el óleo sagrado. 26Si el homicida sale del territorio de la ciudad de asilo en que se refugió, 27y el vengador de la sangre le encuentra fuera del territorio de su ciudad de refugio y le mata, no será responsable de su muerte; 28porque el homicida debe morar en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote, y, muerto ya el sumo sacerdote, podrá retornar a la tierra donde está su posesión.

La administración de justicia era en Israel, a juzgar por los textos jurídicos, bastante imperfecta. La ley es inexorable con el homicida: la sangre derramada pide sangre. Es la ley del tallón del desierto. Del mismo altar será arrancado el homicida para sufrir la pena capital8.
Pero ¿quién es homicida? El que voluntariamente quita la vida al prójimo, sea cualquiera el instrumento de que se sirva para ello. Más no es tan fácil determinar la culpabilidad del reo, y para ello no es el mejor juez la familia de la víctima o el vengador de la sangre (go'el), a quien la ley encomienda la ejecución de la sentencia. Por ello, la ley misma fija, distribuidas por todo el territorio nacional, seis ciudades de refugio, adonde el presunto homicida busque asilo contra las iras del vengador de la sangre. La asamblea de esta ciudad será la encargada de definir si el reo lo es de la verdad, y, en caso contrario, ponerle a salvo contra el vengador de la sangre. Pero aun esta sentencia no será bastante para librarle de las iras de quien le busca para darle la muerte. Y la ley declara libre de responsabilidad a la ciudad si, hallado el autor de la muerte fuera de ella, le diere muerte el vengador de la sangre. Según las costumbres aún vigentes entre los nómadas de Moab, cuando se da un crimen de sangre, el autor huye bajo la tienda de un jeque poderoso, que lo defenderá contra el vengador de la sangre. Allí encuentra su asilo. Pasada la primera temporada de exaltación, se comienza a negociar, y después de muchos discursos y conferencias, se avienen a una indemnización, y con ella queda solventado el negocio. Algo semejante debía de ocurrir en Israel, cuando la autoridad suprema del Estado no imponía una forma más prudente de salvar la justicia. La misma insistencia de la ley en aplicar la pena al homicida pudiera significar que no siempre se cumplía.
En el desierto se preveía el caso de que el homicida se agarrara al altar, buscando protección9. Ya en el código de la alianza se dice que se señalarán lugares de refugio para los homicidas involuntarios10; pero este derecho de asilo no existía para el criminal11. Se trataba sólo de defender al homicida inculpable contra el vengador de la sangre o goel, es decir, el pariente encargado oficialmente por la familia para vengar la sangre de uno de ella12. Cuando un homicida se refugiaba en una ciudad, la asamblea judicial de la misma decidía sobre la culpabilidad del reo13. Las ciudades de refugio serán seis14, tres en Canaán; y tres en TransJordania. También aquí la expresión del lado de allá del Jordán refleja un legislador que vive ya en Canaán; luego de época posterior a Moisés (v.13). Tendrán derecho al asilo israelitas y extranjeros (v.16). Una vez probada la culpabilidad del homicida, el vengador de la sangre debe darle muerte (v.19). Esta ley del vengador de la sangre sirve en las sociedades poco desarrolladas, como entre los beduinos, para imponer respeto a los criminales, que saben lo que les espera. Es la defensa de la sociedad cuando aún no hay órganos oficiales y solventes de administración de justicia, y gracias a la ley del vengador de la sangre hay un mínimo de respeto a la vida en la estepa15. La ley israelita está, pues, tomada de la vida del desierto. El que ha sido declarado inocente (homicida involuntario) debe permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote (v.28), que parece señalar una fecha de amnistía o de nueva época.

La Sangre Clama Sangre (29-34).
29Estas disposiciones serán normas de derecho, y para todas vuestras generaciones, dondequiera que moréis. 30En todo caso de homicidio, a deposición de testigos, se quitará la vida al homicida; un testigo solo no basta para deponer contra uno y condenarle a muerte. 31No aceptaréis rescate por la vida del homicida que deba ser condenado a muerte; ha de ser muerto. 32Tampoco aceptaréis rescate para dejar salir al refugiado de su ciudad de asilo y habitar en su tierra antes de la muerte del sumo sacerdote. 33No dejéis que se contamine la tierra en que habitéis; porque la sangre contamina la tierra, y no puede la tierra purificarse de la sangre en ella vertida sino con la sangre de quien la derramó. 34 No profanéis la tierra que habitéis, donde habito yo también, porque yo soy Yahvé, que habito en medio de los hijos de Israel.

Son necesarios dos testigos para probar la culpabilidad de un homicida16. Se prohibe aceptar una compensación pecuniaria del homicida para salvar su vida17; esto sería dejar la puerta abierta a los abusos de los adinerados. Se prohíbe también la compensación pecuniaria para el homicida involuntario, que quiere salir de la ciudad de refugio antes de la muerte del sumo sacerdote (v.32), sin duda para evitar que, con demasiada facilidad, los verdaderos culpables quedaran libres antes de que determinara el tribunal, que podía dejarse comprar por el dinero del rico y dar como involuntario un homicidio voluntario18. Y, para terminar, el legislador quiere encarecer el castigo del homicida voluntario: la sangre derramada contamina el país de Yahvé, cuya santidad no puede tolerar esa profanación. Tal contaminación sólo se purifica con el derramamiento de sangre del culpable (v.33).
Muchos críticos consideran esta legislación como posterior a la del Deuteronomio y complemento de éste, por las precisiones jurídicas que se dan19.

1 La enumeración en Jos 21; 1Cr_6:54-81; Lev_25:32-34. 2 Cf. Jos 21:Jos_17:21; Jos_21:16; 1Sa_6:13.15. 3 En la repartición consignada en Jos 21 no parece que se tenga en cuenta este principio. Así, en Neftalí sólo hay tres ciudades levíticas, cuando era más numerosa que Gad y Efraím (cf. c.26). 4 Deu_12:12; Deu_12:18-19; Deu_14:27.29; Deu_26:11; Deu_26:14; Deu_26:11-15. 5 Eze_45:4-5; Eze_48:10-14. 6 2Cr_11:13-17. 7 Deu_12:18. 8 Ex 21.14; 1Re_2:26s. 9 Cf. éxo_21:14. 10 Exo_21:13. 11 Exo_21:14; Deu_19:12. 12 Deu_19:6; Jos_20:3; Jos_20:5; Jos_20:9. Otra acepción de go'el es la del pariente encargado de rescatar a su familiar pobre vendido al extranjero (Lev_25:47-48), y el que debe casarse con la viuda de su pariente que no ha dejado hijos (Rut_3:13). 13 En tiempos de la monarquía había tribunales especiales delegados del rey para administrar justicia (2 Par 19:5.8). 14 La enumeración en Jos_20:7-8. 15 El P. Jaussen enjuicia así los beneficios de esta institución: Detiene la mano de muchos bandidos, mantiene cierta seguridad en el desierto y permite al viajero aventurarse entre gentes cúpidas, azuzadas por la miseria y el hambre, a emprender largos viajes; permite a tribus de diferentes religiones vivir juntas, como las de los cristianos de Kerak y Madaba, establecidos en medio de rapaces adversarios. Mientras el desierto sea desierto, la venganza de sangre, regulada por el uso, subsistirá, y digámoslo es necesaria (Coutumes des árabes au pays de Moab 221). 16 Según Deu_18:7, los dos testigos debían ser los primeros en ejecutar la sentencia de muerte contra el inculpado. Con esto se les prevenía contra un falso testimonio, ya que al derramar sangre inocente, se atraían la maldición divina. 17 Entre los griegos existía el rescate, ?????(***) (Ilíad. XVIII 4985); lo mismo éntrelos germanos (Wergeld) (Tácito, Germania 21); el código de la alianza lo admitía para el caso de que uno muriera acorneado por un buey. El amo de éste debía pagar lo que pidiese la familia de la víctima (éxo_21:29-32). 18 Cf. Lagrange: RB (1916) 465-466. 19 Así A. Clamer, Nombres P-476.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXXV.

1 Eight and fourtie Cities for the Leuites with their suburbs, and measure thereof. 6 Sixe of them are to be cities of refuge. 9 The lawes of murder. 31 No satisfaction for murder.
1 And the Lord spake vnto Moses in the plaines of Moab by Iordane, neere Iericho, saying,
2 [ Jos_21:2.] Command the children of Israel, that they giue vnto the Leuites of the inheritance of their possession, cities to dwell in: and yee shall giue also vnto the Leuites suburbs for the cities round about them.
3 And the cities shall they haue to dwell in, and the suburbs of them shall be for their cattell, and for their goods, and for all their beasts.
4 And the suburbs of the cities, which yee shall giue vnto the Leuites, shall reach from the wall of the citie, and outward, a thousand cubites round about.
5 And ye shall measure from without the city on the Eastside two thousand cubites, and on the Southside two thousand cubites, and on the Westside

[Cities of refuge.]

two thousand cubites, & on the Northside two thousand cubites: and the citie shall be in the midst; this shalbe to them the suburbs of the cities.
6 And among the cities which yee shal giue vnto the Leuites, there shalbe [ Deu_4:41 ; Jos_20:2 ; Jos_21:3 .] sixe cities for refuge, which ye shall appoint for the manslayer, that hee may flee thither: And to them ye shall [ Hebrew: aboue them ye shall giue.] adde fourty and two cities.
7 So all the cities which ye shall giue to the Leuites, shall be fourty and eight cities: them shall yee giue with their suburbs.
8 And the cities which ye shal giue, shalbe of the possession of the children of Israel: from them that haue many ye shall giue many; but from them that haue few, ye shall giue few. Euery one shal giue of his cities vnto the Leuites, according to his inheritance which [ Hebrew: they inherite.] he inheriteth.
9 And the Lord spake vnto Moses, saying,
10 Speake vnto the children of Israel, and say vnto them, [ Deu_19:2 ; Jos_20:2 .] When ye bee come ouer Iordane, into the land of Canaan:
11 Then ye shall appoint you cities, to be cities of refuge for you; that the slayer may flee thither which killeth any person [ Hebrew: by error.] at vnawares.
12 And they shall be vnto you cities for refuge from the auenger, that the man-slayer die not, vntill he stand before the Congregation in iudgement.
13 And of these cities which ye shall giue, sixe cities shall ye haue for refuge.
14 Yee shall giue three cities on this side Iordane, and three cities shall yee giue in the land of Canaan, which shall be cities of refuge.
15 These sixe cities shall be a refuge, both for the children of Israel, and for the stranger, and for the soiourner among them: that euery one that killeth any person vnawares, may flee thither.
16 [ Exo_21:14 .] And if he smite him with an instrument of Iron, (so that he die,) hee is a murderer: the murderer shall surely be put to death.
17 And if he smite him [ Hebrew: with a stone of the hand.] with throwing a stone, (wherewith hee may die) and he die, he is a murderer: the murderer shall surely be put to death.
18 Or if he smite him with an handweapon of wood, (wherewith he may die) and he die, hee is a murderer: the

[Lawes for shedding of blood.]

murderer shall surely be put to death.
19 The reuenger of blood himselfe shall slay the murtherer: when he meeteth him, he shall slay him.
20 [ Deu_19:11 .] But if he thrust him of hatred, or hurle at him by laying of waite that he die,
21 Or in enmitie smite him with his hand, that he die: hee that smote him shall surely be put to death, for hee is a murderer: the reuenger of blood shall slay the murderer, when hee meeteth him.
22 But if hee thrust him suddenly [ Exo_21:13 .] without enmitie, or haue cast vpon him any thing without laying of wait,
23 Or with any stone wherewith a man may die, seeing him not, and cast it vpon him, that he die, and was not his enemie, neither sought his harme:
24 Then the Congregation shall iudge betweene the slayer, and the reuenger of blood, according to these iudgements.
25 And the Congregation shall deliuer the slayer out of the hand of the reuenger of blood, and the Congregation shal restore him to the city of his refuge, whither he was fled: and he shall abide in it vnto the death of the high Priest, which was annoynted with the holy oyle.
26 But if the slayer shall at any time come without the border of the citie of his refuge, whither he was fled:
27 And the reuenger of blood finde him without the borders of the citie of his refuge, and the reuenger of blood kill the slayer, he [ Hebrew: no blood shalbe to him .] shall not be guiltie of blood:
28 Because he should haue remained in the citie of his refuge, vntill the death of the high Priest: but after the death of the hie Priest, the slayer shal returne into the land of his possession.
29 So these things shall be for a statute of iudgment vnto you, thorowout your generations in al your dwellings.
30 Who so killeth any person, the murderer shall be put to death, by the [ Deu_17:6 ; Deu_19:15 ; Mat_18:16 ; 2Co_13:1 ; Heb_10:28 .] mouth of witnesses: but one witnesse shall not testifie against any person, to cause him to die.
31 Moreouer, yee shall take no satisfaction for the life of a murderer, which is [ Hebrew: faulty to die.] guiltie of death, but he shalbe surely put to death.
32 And yee shall take no satisfaction for him that is fled to the citie of his refuge,

[Lawes for shedding of blood.]

that hee should come againe to dwell in the land, vntil the death of the Priest.
33 So ye shall not pollute the lande wherein ye are: for blood, it defileth the land: and the [ Hebrew: there can be no expiation for the land.] land cannot bee cleansed of the blood that is shed therein, but by the blood of him that shed it.
34 Defile not therefore the lande which yee shall inhabite, wherein I dwell: for I the Lord dwell among the children of Israel.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Ciudades de refugio. Las ciudades de los levitas estaban diseminadas por toda la tierra, en proporción al territorio de cada tribu (v. 8). Esto aseguraba que la instrucción en la ley fuera plantada entre todas las tribus (Deut. 31:9; Mal. 2:6, 7). Debía haber 48 de estas ciudades; las mismas fueron escogidas por sorteo unos cuantos años más tarde (Jos. 21:1-42). Mirando hacia adelante, es interesante que los sacerdotes aarónicos se establecieron en Judá (con Simeón y Benjamín), y el resto de los cohatitas, los gersonitas y meraritas se establecieron entre las otras tribus. Dios favoreció a Judá colocando sus mejores siervos en ella. Esta debe haber sido la razón principal por la que Judá no se apartó de la ley tan rápidamente como el reino del norte (Israel), escapándose así de los asirios que conquistaron Samaria en el año 721 a. de J.C. La declinación de Judá fue resistida por los descendientes de Aarón; hombres como Jeremías. Sin embargo, Judá fue llevada al cautiverio en 586 a. de J.C. Esta historia nos enseña que cuando la iglesia tiene predicadores fieles es una señal del favor de Dios. La iglesia debe orar constantemente porque Dios levante ministros fieles y los vista con salvación.

Seis de las ciudades levitas serían ciudades de refugio (v. 6), tres a cada lado del Jordán (v. 14). La persona que mataba a alguien podía huir a una de esas ciudades buscando asilo. Huiría del vengador. El término heb. para vengador es goel, pariente redentor (vv. 12, 19, 21, 24, 25, 27). Era una costumbre antigua que el familiar más cercano a una víctima de homicidio vengara a su familiar. Esto pudiera haber conducido a una serie de asesinatos de diente por diente. Un ejemplo gráfico de esto se encuentra en el caso de Abner (2 Sam. 2:8-28; 3:19-39). Parte de la tragedia de Abner fue que él murió en las puertas de Hebrón, una ciudad de refugio. Las ciudades de refugio ofrecían seguridad al homicida hasta que compareciera para juicio.

El acto de proveer ciudades de refugio muestra que Dios ama la justicia. Por este medio él impuso la ley sobre la costumbre de disputas sangrientas. En una disputa de este tipo se podía matar al homicida aun por un asesinato accidental. Por lo tanto, se hizo la distinción entre asesinato y homicidio impremeditado. El asesinato es un acto premeditado, llevado a cabo por hostilidad y alevosía (vv. 16-21). El homicidio es matar a alguien pero sin premeditación (vv. 22-24). Esto hace recordar la diferencia entre el pecado deliberado y el pecado por inadvertencia (ver material sobre 15:22-31). Alguien que había cometido un homicidio accidentalmente era protegido de la venganza de algún familiar, aunque perdía su libertad (vv. 28, 32). Por otro lado, a ningún asesino se le permitía seguir viviendo (vv. 21, 31). No había rescate por la vida de un asesino, de la misma manera que no había expiación por el pecado deliberado (15:30, 31). La ley no evitaba que el familiar tomara venganza donde la ley lo permitía. Por supuesto, en el caso de las viudas que no tenían familiar alguno, Dios mismo tomaba ese papel (Exo. 22:22-24). El NT instruye a los creyentes para que no busquen la venganza, sino que se la dejen al Señor (Rom. 12:19), quien los vengará (Luc. 18:7, 8; Apoc. 6:10; 19:2).

La justicia se fortalecía por el requisito de dos o más testigos (v. 30; ver Deut. 17:6; 19:15; Mat. 18:16; 2 Cor. 13:1; Heb. 10:28). Este fue un principio permanente al cual apeló Cristo (Juan 8:16-18; 5:32-41; 1 Jn. 5:6-8). Esta debe haber sido la razón por la cual los apóstoles no iban solos sino en parejas, ya que eran los testigos de Cristo y su testimonio tenía que ser legalmente válido (Luc. 10:1; Hech. 13:2; note el plural en Hech. 2:32; 10:23; y cómo los discípulos son enviados en parejas en Mat. 10:1-4).

La causa fundamental para las ciudades de refugio se encuentra en el pacto con Abraham (el cual está implícito en los vv. 33, 34), en cuanto a que la sangre humana profana la tierra. Israel no debía contaminar la tierra donde Dios moraba entre ellos. Por esta misma razón Israel había purificado el campamento en Sinaí, 40 años atrás (5:3). Por lo tanto, la mayor razón no era la justicia por el simple hecho de tener justicia. Por el contrario, era para conservar los propósitos de Dios establecidos en el pacto con Abraham. Estos eran, primero, preservar el compañerismo de Israel con Dios, quien es demasiado limpio como para mirar el mal (Hab. 1:12, 13) y, segundo, preservar a Israel en la tierra. Sobre este asunto se unen dos de las promesas (v. 34).

El regalo de las ciudades de refugio no era un asunto accidental. Era algo vital y práctico, y tocaba el corazón mismo del plan redentor de Dios. Y lo que es más, el espíritu de la ley debe comprenderse. La ley se resume en el amor para Dios y para su pueblo (Mat. 22:34-40). El homicidio va de la mano con el odio, lo cual es lo opuesto al amor (1 Jn. 3:11-15).

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

35:19 Es el régimen de la «venganza privada», que subsiste entre los árabes modernos: el «vengador de la sangre», el go'el, es el pariente más próximo de la víctima, Gén_4:15; Gén_9:6; Deu_19:12; ver 2Sa_14:11. El go'el es también el protector oficial de sus parientes: tiene en particular el deber de impedir la enajenación de sus tierras, Lev_25:23-25; Rut_4:3 s. Por extensión, a Dios se le llamará el go'el de Israel, Isa_41:14; Jer_50:34; Sal_19:15 [Sal_19:14]. La idea fundamental es la de protección.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

35:19 Es el régimen de la «venganza privada», que subsiste entre los árabes modernos: el «vengador de la sangre», el go'el, es el pariente más próximo de la víctima, Gén_4:15; Gén_9:6; Deu_19:12; ver 2Sa_14:11. El go'el es también el protector oficial de sus parientes: tiene en particular el deber de impedir la enajenación de sus tierras, Lev_25:23-25; Rut_4:3 s. Por extensión, a Dios se le llamará el go'el de Israel, Isa_41:14; Jer_50:34; Sal_19:15 [Sal_19:14]. La idea fundamental es la de protección.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ciudades de refugio. El versículo 35,6 exigía la entrega de seis ciudades a los levitas de entre las cuarenta y ocho que toda la comunidad israelita debía donar a esta tribu; aquí se amplía y regula la cuestión. De por medio está la ley del Talión: quitar la vida a quien la haya quitado. La normativa busca favorecer a quien sin intención ni culpa alguna había dado muerte a otra persona. Lo llamativo es que el homicida debía permanecer refugiado en una de aquellas ciudades hasta la muerte del sumo sacerdote (25.28). Esta figura llegó a ser tan venerada, que cuando un condenado a muerte era llevado al lugar de la ejecución, si por fortuna se cruzaba por su camino el sumo sacerdote, inmediatamente era indultado. Lo mismo sucedía el día en que moría el sumo sacerdote: se promulgaban indultos, rebaja de penas, expiación de culpas, etc. Los versículos 30-34 dejan entrever que era posible rescatar la vida de un homicida, una antigua costumbre hitita.
Israel conoce desde antiguo esta ley de la sangre: matar a quien hubiese matado, tarea que correspondía al pariente más próximo del asesinado. Esta legislación tardía suaviza un poco esa costumbre y establece además un juicio formal que podía determinar la condena a muerte del agresor, o bien su huida a una ciudad de refugio sin posibilidad de rescate. ¿Por qué no podía ser rescatado? Porque había derramado sangre, y la sangre sólo era posible expiarla con sangre. El refugio era una gracia concedida al agresor, quien debía confinarse allí, pero podía ser asesinado por el vengador si lo encontraba fuera de la ciudad refugio, en cuyo caso no se consideraba un crimen (27).

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*35 Frente a lo afirmado en Núm 18:20 sobre la exclusión de Leví en la distribución de la tierra, aquí se adjudica a los levitas un número considerable de ciudades con sus pastos, distribuidas por todo el territorio. Se pretende solucionar así el problema de los levitas dispersos por todo el país, que no podían vivir del sacerdocio debido a la centralización del culto en Jerusalén. La concentración del culto en un solo lugar obligó a reconvertir antiguas ciudades sagradas cananeas en ciudades de asilo, en las que el homicida involuntario podía refugiarse del vengador de la sangre, es decir, el go’el. Cuando era consagrado un nuevo sumo sacerdote, ofrecía un sacrificio por los pecados involuntarios del pueblo y se concedía amnistía a todo homicida involuntario.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1-8. En Jos. 21 se indican los nombres de las ciudades levíticas. Ver pág. 197: 13. 4-5.

9-29. La institución de las "ciudades de refugio" es una medida de protección para el homicida involuntario, en una sociedad donde se practicaba la venganza privada (v. 19). En Jos. 20 se indican los nombres de estas ciudades, que probablemente fueron elegidas porque poseían un importante lugar de culto. El derecho de asilo, en efecto, normalmente se vinculaba a un santuario. Ver Exo_21:13; Deu_19:1-13.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— vengador de la sangre: Ver nota precedente.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



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Torres Amat (1825)



[6] Deut 4, 41; 19, 2; Jos 20, 2.

[13] Deut 4, 41; Jos 20, 7-8.

[20] Deut 19, 11.