Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)
Consagración del tabernáculo. El lenguaje que se usa aquí es muy preciso: Moisés
consagró el tabernáculo (es decir, lo santificó) y dedicó el altar (vv. 1, 10, 11). La palabra
dedicación ocurre sólo en unos pocos lugares en las Escrituras. De manera similar, Salomón consagró el atrio intermedio y dedicó el altar (2 Crón. 7:7, 9) pero la ocasión vino a ser conocida como la dedicación del templo (2 Crón. 7:5). En los apócrifos, 2 Macabeos 2:19 dice: Jasón de Cirene escribió la historia de Judas Macabeo y sus hermanos, de la purificación del gran templo, de la consagración del altar. Este evento se conmemora durante la fiesta de Hanukkah, el 25 del mes Quisleo (diciembre), una fiesta que se menciona en Juan 10:22. La consagración del tabernáculo fue el primero de dichos eventos. Los líderes de Israel trajeron presentes, ofrendas por el pecado y ofrendas de paz. No se nombran estos líderes, pero el texto dice que fueron los que supervisaron el censo (v. 2). El censo realmente se llevó a cabo un mes después de que el tabernáculo fuera erigido (1:1), pero el autor ya lo había relatado. El mismo tipo de anticipación se encuentra en los vv. 6-8: Los levitas recibieron carretas y bueyes, pero aún no habían sido ordenados (vv. 3, 4; 8:5-26). Los presentes y las ofrendas se trajeron en dos etapas. Primera, las carretas y los bueyes para el tabernáculo (vv. 3-9); segunda, los presentes de los platos de plata, tazones, cucharones de oro y ofrendas para el altar (vv. 10-88). Los cohatitas no recibieron ni carros ni bueyes porque éstos sólo podían usarse para el tabernáculo, no para las cosas sagradas, las cuales ellos tenían a su cargo (v. 9). Cuando David trajo el arca a Jerusalén, fue colocada en una carreta nueva (2 Sam. 6:3, 4). Sin embargo, después de la muerte de Uza ya no se menciona ninguna carreta, sólo a los que llevaban el arca de Dios (2 Sam. 6:13; 15:24). La muerte de Uza hizo que el pueblo descubriera exactamente lo que la ley requería (1 Crón. 15:11-15). El registro de las ofrendas de las tribus (vv. 10-88) muestra cuán repetitiva puede ser la Biblia (quizá sea un recordatorio que la Biblia no fue escrita para entretenimiento, sino para nuestra instrucción).
De paso podemos notar que otra vez se menciona a Judá en primer lugar (ver material sobre 2:1-34). Al mencionar la ofrenda de cada tribu en su día, se observa que sus ofrendas eran voluntarias e iguales. El apóstol Pablo, haciendo una colecta para ayudar a los santos en Jerusalén, requiere la misma clase de igualdad a las iglesias macedonias: Pero no digo esto para que haya para otros alivio, y para vosotros estrechez; sino para que haya igualdad (2 Cor. 8:13, 14a).
Los totales de las ofrendas para la dedicación se dan en los vv. 84-88. En esos 12 días se derramaron ríos de sangre. Sin el derramamiento de la sangre de los sacrificios no podía haber purificación (Heb. 9:22). Durante esos 12 días también se ofrecían otros sacrificios (p. ej. cuando Aarón fue ordenado; Lev. 8-9). Y antes de que terminaran los 12 días ya estaban escogiendo el cordero de la Pascua para sacrificarlo en el día 14.
El resultado de la dedicación se presenta de tres maneras en tres relatos paralelos (7:89; Exo. 40:34, 35; Lev. 8-9), reflejando cada relato el interés central del libro donde se encuentra. Exo. 40:34, 35 describe la nube cubriendo el tabernáculo y la gloria del Señor llenándolo continuamente, reflejando así su tema de la gloriosa presencia de Dios con su pueblo. Lev. 9:23, 24 relata cómo Moisés y Aarón bendijeron al pueblo y cómo descendió fuego y consumió los sacrificios, reflejando su tema del sacerdocio aceptable a Dios. Aquí (v. 89) el Señor habla a Moisés, reflejando el tema de Núm. en cuanto a la palabra de Dios. Sin embargo, Núm. no ignora los otros aspectos. De hecho, el sacerdocio levítico se menciona enseguida (8:5-26), y después la nube (9:15-23).
El enfoque de estos primeros diez capítulos es sobre la palabra de Dios, y el texto implica el gran privilegio de tenerla. Dios ha favorecido a Moisés de una manera única hablando con él cara a cara (12:6-8). Por supuesto, el texto heb. ni siquiera menciona a Dios directamente en el v. 89, pero dice que Moisés entró en el tabernáculo para hablar con él (la RVA pone
con Dios a manera de explicación). El hecho de que la voz de Dios viniera desde
encima del propiciatorio (tradicionalmente conocido como la silla de misericordia) que estaba sobre el arca del testimonio, muestra que su palabra viene como un privilegio del pacto y manifiesta su gran misericordia. Además, Dios habla de entre los querubines, los cuales en el principio guardaban el camino hacia el paraíso de Dios y del árbol de la vida (Gén. 3:24). La palabra de Dios es vida; y esta conexión entre la palabra de verdad y la vida eterna nunca se pierde, pero se manifiesta más claramente en las enseñanzas de Cristo en los Evangelios (p. ej. Juan 1:4; 6:63).