Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
2. Diversos Efectos de la Sabiduría.
Beneficios que otorga la sabiduría (2:1-9).
1
Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas dentro de ti mis mandamientos, 2
dando atento oído a la sabiduría e inclinando tu corazón a la prudencia; 3
si invocas a la inteligencia y a voces llamas a la prudencia; 4
si la buscas como se busca la plata, cual si excavaras un tesoro, 5
entonces tendrás el temor de Yahvé y hallarás el conocimiento de Dios. 6
Porque Yahvé da la sabiduría y de su boca derrama ciencia e inteligencia. 7
Da salud a los justos y se hace escudo de los que proceden rectamente. 8
Defiende el camino de la rectitud y protege las sendas de sus fieles. 9
Entenderás entonces justicia y probidad, rectitud; en suma, buen camino.
Adoptando un tono paternal, el sabio va a poner ante los ojos de sus discípulos los beneficios que otorga la sabiduría. Antes quiere señalar las disposiciones que su obtención exige. Es preciso, para llegar a poseerla, escuchar sus enseñanzas y conservarlas en el corazón; después, un estudio atento y reflexivo de las mismas, y un espíritu dócil dispuesto a llevarlas a la práctica. Pero no bastaría un deseo vago o un esfuerzo ligero; es necesario un interés y un amor grandes por la sabiduría y buscarla con el afán y fatiga con que se busca la plata, con la avidez y trabajo con que el avaro cava la tierra en la que sabe se esconde un tesoro 1. La sabiduría es un don de Dios, que El no concede si no media la cooperación y esfuerzo humano.
Quien así anhela y busca la sabiduría es quien conseguirá sus preciosos frutos:
el temor de Dios, principio de sabiduría 2, y el
conocimiento de Dios, que lleva al cumplimiento de sus mandatos. Existe entre ambos íntima relación.
El conocimiento de Dios es fundamento de la vida moral 3; lleva, lógica y naturalmente, al temor filial de Dios, a su amor, porque no es posible conocer a Dios y no sentir ese temor y amor que lleva a las obras. Y también ese temor y amor llevan a un conocimiento más profundo de Dios. Dios es amor4, y al amor se le conoce amándolo; además, el que obra el bien viene a la luz5; almas que no estudiaron tratados de teología, pero amaron profundamente a Dios, llegaron a tener de El un conocimiento admirable. Son los afectos desordenados a las cosas de la tierra, las obras malas,
las que nublan el espíritu y le impiden ver a Dios. Por eso sólo a sus fieles puede la sabiduría comunicarles este conocimiento de Dios.
Y quienes consiguen ese conocimiento y temor de Dios reciben de El la sabiduría con todos sus frutos, tanto de orden especulativo ciencia, inteligencia, que disponen al hombre para una conducta recta como de orden práctico: la protección de Dios, que se constituye en defensor y protector de los justos frente a los peligros y tentaciones de la vida 6 y les asegura la senda de la perfección moral, expresada en los tres términos sinónimos: justicia, probidad, rectitud, cuyo conjunto insiste en designar la verdadera y perfecta justicia. También estos versos (6-9) ponen de manifiesto la concepción religiosa de la sabiduría bíblica.
Algunos males de que libra la sabiduría (2:10-22).
10
Cuando entre en tu corazón la sabiduría y sea dulce a tu alma la ciencia, n te guardará la reflexión y te preservará la inteligencia. 12
Para librarte de los caminos de los malos, de los hombres de perversos razonamientos, 13
que, dejado todo buen camino, van por sendas tenebrosas, 14
se gozan en hacer el mal y se huelgan en la perversidad del vicio, 15
siguen caminos tortuosos y se extravían en sus andanzas. 16
Te preservará de la mujer ajena, de la extraña que halaga con sus palabras, 17
que deja al compañero de su mocedad y se olvida de la alianza jurada por su Dios. 18
Su casa lleva a la muerte, y sus caminos a la región de las sombras. 19
Cuantos en ella entran no vuelven más, ni toman las veredas de la vida. 20
Así seguirás la recta senda e irás por el camino de los justos; 21
pues los justos habitarán la tierra y los rectos permanecerán en ella; 22
mas los impíos serán arrancados de la tierra y los prevaricadores serán desarraigados. Indicados los primeros beneficios que reporta la sabiduría, el sabio indica que ella libra del primer obstáculo aducido, las malas compañías, y de otro no menos peligroso que describirá en los capítulos siguientes. La sabiduría, con sus diversas facetas, ciencia, inteligencia, reflexión, librará a su discípulo de los hombres malvados, 'que con sus perversos razonamientos procuran seducirlos y llevarlos por sus caminos,
sendas tenebrosas, de pecado y muerte 7. El que hace el mal escribe San Juan odia la luz 8. Su maldad les lleva hasta
gozarse del mal ajeno, lo que indica a qué grado han llegado no ya de insensibilidad frente al amor al prójimo, sino de perversidad en su intento de hacerle el mal.
El segundo peligro del que le librará la sabiduría es de la mujer impúdica que, llevada de sus pasiones, deja al
compañero de su mocedad para darse al pecado. La deshonestidad supone una entrega a los placeres materiales, que apaga la vida del espíritu e incapacita por lo mismo para lo bello y sublime, para lo puro y lo santo. La impureza escribe Cornelio a Lapide con su vehemencia arrastra hacia sí todos los sentidos, la mente y toda el alma, de modo que los lujuriosos no pueden sentir, gustar, pensar en cosa otra alguna más que en ella, incapacitándose sobre todo para gustar y pensar en las cosas celestiales y divinas que sugiere la sabiduría.9 Quien obra de tal manera, no sólo hace traición a su marido, sino que se
olvida de la alianza de Dios (v.1v). No conocemos ceremonia alguna de tipo religioso que acompañase la celebración del matrimonio,
y nunca aparece en ella el sacerdote; pero el matrimonio tiene como autor a Dios 10, que lo instituyó monogámico n y prohibió el adulterio en su Ley 12 y toda prostitución en Israel13. Quien adultera, ofende la alianza de Dios con su pueblo.
Esta conducta lleva prematuramente a
la región de las sombras, expresión común en la literatura antigua para designar el fin de la existencia humana. La Ley establecía la pena de muerte para los adúlteros 14. Por lo demás, quien se entrega a la lujuria crea en su carne una tiránica exigencia hacia los placeres sensuales, a los que ya no sabrá resistir. El pecado irá consumiendo sus energías corporales, agotando su organismo, con lo que apresura la vejez, y la muerte lleva prematuramente al
seol, y quienes en él entran no vuelven otra vez a esta vida a gozar de los años que una muerte anticipada les arrebató 15.
El sabio concluye la perícopa contraponiendo las consecuencias de la vida virtuosa y las de la vida malvada. Los justos habitarán la tierra prometida, mientras que los impíos serán arrancados de ella. La felicidad que en el Antiguo Testamento se prometía a los israelitas era la posesión pacífica de la tierra prometida, que manaba leche y miel16, y el castigo más terrible la expulsión de ella por la muerte o el destierro i7. En nuestro caso, las expresiones del sabio
significan el favor divino, que se manifiesta en las bendiciones de esta vida, y el castigo, que priva de ellas. La perspectiva es más bien terrena; no aparece todavía, al menos claramente, la idea de una retribución en el más allá. Pero es digno de notar que la retribución es presentada en nuestro libro como efecto no precisamente de la práctica de la Ley, sino de la conducta moral, lo que señala una perspectiva distinta a la de los libros históricos y proféticos. En éstos es social y temporal; en los sapienciales, individual y escatológlca, lo que marca un avance hacia la neotestamentaria.
1 Job 28:1-11. 2 1.7 3
Ose_4:1;
Ose_6:6. 4
1Jn_4:8. 5
Jua_3:21. 6
Sal_3:41Sal_84:12. 7 1:11-14;
Isa_59:8;
Job_19:8;
Efe_5:1 8 3:20. 9
Commentarius in Salomonis Proverbia (Amberes 1635). Las citas responden a la Editio Nova (París 1831) p.66. 10
Gen_2:24.:17. 11 Mt 19:1-12. 12
Exo_20:14;
Deu_5:2-18. 13 Dt 23 14
Lev_20:10;
Deu_22:22. 15 Otros interpretan la de la casa de la adultera, en cuyo caso el sentido es que quienes se dan a esta clase de pecados difícilmente vuelven al recto sendero de una vida honesta. San Agustín describe en sus
Confesiones (
Deu_8:7.8) lo que le costó vencer, con la ayuda de Dios, el vicio de la luiuria. La prostituta es como un remolino de agua que engolfa a sus víctimas y del que no se puede volver (DvsoN, o.c., n.366g). 16
Exo_3:8;
Lev_20:24. 17
Exo_20:12;
Sal_37:9.22.