Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Cuarta Parte.
Segunda Colección de Proverbios de Salomón (25:1-29:27).
25. El Rey, Fidelidad, Caridad con el Enemigo.
1
También éstas son sentencias de Salomón el rey, coleccionadas por los varones de Ezequías, rey de Judá. Los capítulos 25-29 contienen una colección de proverbios que el mismo texto atribuye a Salomón, autor también de la segunda, el cual atestigua que fueron coleccionados por los escribas de la corte de Ezequías, rey de Judá, entre los años 721-693.
Tiene un gran parecido con la primera colección salomónica, lo que hace suponer tuvo un origen parecido a ella. Su contenido es idéntico: valoración y frutos de la sabiduría, contrastes entre el sabio y el necio, el rey, la piedad filial, la caridad, la temperancia, la amistad, la pereza, el falso testimonio, etc. Incluso se repiten en ella proverbios de la primera 1. La forma literaria tiene también parecido con ella: dísticos independientes entre sí, si bien se agrupan, con más frecuencia que en la primera colección de Salomón, en estrofas de varios versos, dando origen a hermosas descripciones. El paralelismo es más bien sinónimo en la primera parte (25-27) y antitético casi siempre en la segunda (28-29), lo que parece indicar que la colección está compuesta de dos grupos de sentencias.
AEl rey Ezequías subió al trono de Judá hacia el 721, por los años en que era destruido el reino de Israel por los asirios, sucediendo al impío rey Acaz. Rey piadoso, llevó a cabo una vigorosa restauración de la vida religiosa y se preocupó de la conservación de los libros y tradiciones sagradas de ambos reinos, siendo su reinado la época más floreciente, en el aspecto literario, después de la de Salomón. Entre su actividad literaria está la de los escribas de su corte, que coleccionaron estas sentencias de Salomón, que la tradición oral o escrita había ido trasmitiendo de generación en generación.
Los proverbios de esta sección tienen frecuente relación con las sentencias sapienciales de la literatura oriental, especialmente con la egipcia y con la de Ahikar, como puede verse en el comentario.
El rey (25:2-7).
2
Gloria de Dios es encubrir las cosas, y honra del rey escudriñarlas. 3
Como la altura del cielo y la profundidad de la tierra, así es insondable el corazón del rey. 4
Despoja de escorias a la plata, y el platero podrá hacer su obra. 5
Aparta al inicuo del lado del rey, y con la justicia se afirmará su trono. 6
No te alabes en la presencia del rey y no te sientes en la silla de los grandes. 7
Pues mejor es que te digan Sube acá que tener que ceder tu puesto a otro más grande. Una de las cosas en que
se manifiesta la gloria de Dios, su inmensa grandeza y profunda majestad, es la impenetrabilidad, por parte del ser humano, de los designios divinos en la creación y gobierno de las cosas, pensamiento frecuente en la Biblia 2. El rey se sienta en su trono 3 y participa de su sabiduría,
conforme a las concepciones teocráticas de Israel. Es, por lo mismo, honra suya escudriñar las cosas,
la voluntad de Dios para gobernar al pueblo con leyes sabias, los asuntos del reino, que deberá examinar con diligencia antes de tomar sus decisiones. Su corazón es también insondable; lo es el de todo mortal4; mucho más el del rey, en cuya mente se encuentran pensamientos, designios y decisiones que debe mantener en secreto y sus subditos tal vez no sospechan.
Por medio de una comparación, el sabio aconseja a los reyes el rodearse de buenos consejeros y alejar a los impíos como medio para asegurar la estabilidad de su trono: para que el artífice pueda llevar a cabo su obra con la plata, primero ha de purificar ésta de la escoria con la que se encuentra unida. De la misma manera, para que el rey pueda dirigir con acierto los destinos de su nación, ha de alejar de sí la influencia malsana de los cortesanos impíos y aduladores, con lo que facilitará el triunfo de la justicia, que dará como fruto la paz y prosperidad.
Acto seguido, el sabio da otro consejo para quienes tienen que tratar con el rey, semejante al que Jesucristo dio en la parábola de los invitados recomendando la humildad5. Cuando te encuentres en la presencia del rey, no hagas elogios de tu persona, y si eres invitado por él a un banquete, no tomes asiento en el lugar de los grandes que no te corresponde; de lo contrario, te expones a tener que ceder el puesto a otro más digno que tú, con vergüenza ante los presentes, que te verán descender a un lugar más humilde. Es preferible' que tengas que ser llamado a un puesto más elevado que el que tú escogiste, con lo que se verá elogiada tu humildad y sencillez. Idéntico consejo da Ahikar 6.
Litigios. Sabiduría. Fidelidad (25:7-15).
7
c Lo que han visto tus ojos, 8
no lo hagas en seguida objeto de litigio; pues ¿qué harás luego, cuando venga tu adversario y te ponga en evidencia? 9
Defiende tu pleito contra tu adversario, pero no descubras el secreto de otro, 10
a fin de que no pueda infamarte quien te escucha, sin que tenga remedio tu deshonra. 11
Fruto de oro en plato de plata es la palabra dicha a tiempo. 12
Zarcillo de oro y collar de plata es un sabio amonestador para el oído dócil. 13
Frío de nieve en el calor de la siega es el mensajero fiel para quien le manda, I que refresca el ánimo de su señor. 14
Nube y viento sin lluvia es el hombre que se jacta de vana liberalidad. 15
Con longanimidad se aplaca el príncipe, y la lengua suave ablanda los huesos. Es preciso ser prudente respecto de los litigios, bien se trate del orden jurídico o de la vida privada. No está bien el que formules una acusación ante cualquier injusticia que puedas advertir en tu prójimo. Fácilmente en tu precipitación no captaste bien las cosas, y cuando se presente tu adversario quedarás en ridículo al ser descubierta tu imprudencia, o tu malicia, si fue ésta la que te indujo a formular tu demanda sin la debida consideración. Por lo que a tu defensa en el juicio toca, tienes pleno derecho a defender tu pleito frente a tu adversario, pero has de hacerlo siempre con medios justos; no te será lícito, por ejemplo, violar el secreto que una tercera persona te confió, para apoyar la defensa de tu causa. De no obrar así, serías acusado de no saber guardar un secreto, lo que constituye una de las mayores deshonras. Jesucristo señaló a los cristianos la conducta a seguir cuando su prójimo cometiere una injusticia contra ellos, dictada por la prudencia y caridad cristiana: la corrección fraterna; y sólo en caso de que ésta no fuere atendida debe llevarse la cuestión ante los demás. Amen-en-ope tiene a propósito de los secretos una sentencia parecida: No reveles tus secretos a todo el mundo, pues destruirías tu buen nombre...; es mejor para un hombre guardar su palabra en su corazón que pronunciarla para su daño.7
Si bien el texto del cuarteto 11-12 es oscuro, el sentido parece claro: el sabio quiere exaltar el valor de la palabra dicha a tiempo, se trate de un consejo o una amonestación. Ello pertenece a la misión de los sabios, que el autor estima por encima de los más preciosos metales, y, en verdad, el bien que muchas veces hace una palabra o consejo en su momento oportuno no se agradece debidamente con oro ni plata 8. Una nueva comparación pone de manifiesto la estima y satisfacción que merece el mensajero que cumple fielmente con la misión que le confió su señor. Los sabios ponen más veces de relieve la importancia del fiel cumplimiento de la misma. Aquí el sabio la compara a la acción refrescante de la nieve del Hermón en los días calurosos de junio y julio, tiempo en que se realiza la cosecha en Palestina 9.
Cuando en los días en que se desea ávidamente la lluvia se levanta el viento y aparecen nubes cargadas de agua, pero ésta no cae a tierra, se siente una profunda desilusión. Es lo que provoca aquel que se jacta ante los demás de liberal y dadivoso y luego no es fiel a sus promesas. Jesucristo nos enseñó que no debíamos vanagloriarnos ni siquiera del bien que hiciéremos. ¡Cuánto menos si aquél se quedó en vanas promesas! 10 Aplacar la ira de aquellos reyes absolutistas del Oriente, que se hacían dueños de la vida de sus subditos, era cuestión vital. El sabio enseña un medio para conseguirlo: hablarles y responderles con dulzura y mansedumbre. Ello es capaz de vencer la ira del príncipe más enojado 11.
Moderación. Caridad con el enemigo. La ira (25:16-28).
16
Si encuentras miel, come lo suficiente; no te hartes y tengas que vomitarla. 17
Pon rara vez tu pie en la casa del vecino, no se harte de ti y te aborrezca. 18
Maza, espada y aguda saeta es el hombre que testifica en falso contra su prójimo. 19
Como diente quebrado y pie que resbala es la confianza en el impío en el tiempo de la angustia (y como el que se quita la ropa en día de frío). 20
Echar vinagre sobre el natrón es cantar canciones al corazón afligido. (Como la polilla en el vestido o la carcoma en la madera, así la tristeza hace daño al corazón.) 21
Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; 22
pues así echas ascuas sobre su cabeza, y Yahvé te lo pagará. 23
El viento norte ahuyenta la lluvia; rostro airado, la lengua detractora. 24
Mejor es estar en un rincón del desván que con mujer rencillosa en casa espaciosa. 25
Agua fresca en la boca del sediento es la buena nueva que viene de lejanas tierras. 26
Fuente turbia y manantial infecto es el justo que cede ante el impío. 27
No hace bien comer demasiada miel y no es honroso buscar la propia gloria. 28
Ciudad desmantelada y sin murallas es el que no tiene dominio de sí mismo.
Comienza la perícopa con dos normas de prudencia práctica. La primera, referente a la miel. Esta agrada por su dulzura, y fácilmente se toma más de la cuenta, y entonces su acción ardiente en el estómago puede provocar el vómito. El proverbio puede tener un alcance general y recomendar el dominio de sí mismo en aquellas cosas que nos causan agrado. La segunda intenta evitar aquella frecuencia en las visitas que puede llegar a resultar desagradable y molesta. Conviene que sea raro, advierte Séneca, aquello que durante tiempo queramos conservar digno de estima 12.
El falso testimonio que la Ley prohíbe en uno de sus mandamientos 13 y los sabios condenan tantas veces a lo largo del libro, es aquí comparado con la acción de la
maza, cuyos golpes aplastan o destrozan los más duros metales; a la acción de
la espada, que puede atravesar el cuerpo hiriéndolo gravemente; a la de
la flecha aguda, que se clava en el corazón y acaba en un instante con la vida. Con idénticas imágenes designa el salmista las invectivas que contra los justos dirigen sus enemigos 14. La confianza en el impío puede compararse al diente quebrado, que no sirve para masticar la comida, o al pie que resbala y hace caer a tierra; no se puede confiar en ellos. Lo mismo ocurre con el impío cuando vienen los días malos y más necesitarías de tus amigos; como tu amistad no le puede ya reportar bien alguno, te vuelve la espalda sin consideración alguna a la anterior amistad 15.
Intentar consolar al afligido cantándole canciones alegres a su corazón, es lo mismo que echar vinagre sobre el natrón, especie de sal terrestre muy común en Palestina, que ante la acción del ácido se disuelve 16. Tal alegre canción tendría un efecto contraproducente: aumentaría su dolor al recordarle la alegría y contento que le falta y al advertir la insensibilidad del prójimo frente a sus penas. Para consolar al que sufre es preciso comenzar por hacer nuestra su pena y sentir su dolor. Un fragmento de hierro no se une con otro si ambos no se licúan primero por la acción del fuego. Sólo si ambos corazones sintonizan en los sentimientos pueden unirse y servirse de consuelo en la aflicción 17.
La máxima del v.21 preludia la doctrina de Jesucristo en el Evangelio sobre el hacer el bien incluso a los enemigos. No se trata ya solamente de no odiar y hacer el mal, sino de hacer positivamente el bien a los mismos enemigos: darle de comer si tiene hambre, proporcionarle agua si tiene sed. Dos motivos presenta el sabio como estímulo para la práctica de la caridad para con él; tal conducta hará sentir confusión a tu contrario y le inducirá a deponer su enemistad contra ti, y Yahvé, que considera hecho a sí lo que se hiciere al necesitado, recompensará tu conducta, doblemente digna de elogio. San Pablo citó estos versos al recomendar la candad para con los demás, añadiendo aquellas hermosas palabras: No os dejéis vencer por el mal, antes venced con el bien el mal18. Los motivos son todavía interesados.
Jesucristo pondría como base el amor a Dios y el amor universal a todos los seres humanos, hijos todos ellos del mismo Padre y redimidos para un mismo destino.
Con una comparación tomada de la naturaleza atmosférica, el sabio enseña el modo de hacer enmudecer a la lengua detractora. En Palestina, el viento norte, frecuente durante el invierno en el valle del Jordán, ahuyenta la lluvia. De la misma manera, un rostro airado, que da a entender no sólo el disgusto, sino la indignación ante las palabras del detractor, le hará sentir sonrojo y cesar en sus maledicencias. Si ve dice San Jerónimo tórvido el rostro de quien lo escucha, más aún de quien no lo escucha y cierra los oídos, inmediatamente guarda silencio, palidece su rostro, se cierran sus labios, se le seca la saliva en la boca19. Sócrates daba un sabio consejo a este propósito: No admitas al locuaz y calumniador; no lo es por benevolencia, sino que lo mismo que te descubre a ti los defectos ocultos de los demás, manifestará a otros lo que tú le confiares 20. El v.24 repite al pie de la letra 21:9 y 19, cuyo pensamiento es ya conocido.
La buena nueva que viene de lejanas tierras es comparada en el v.25 a la profunda satisfacción que siente el sediento cuando por fin puede llevar agua fresca a sus labios. La dificultad de obtener en aquel entonces noticias de países lejanos aumentaba la alegría que aquéllas proporcionaban. Jacob sintió revivir su espíritu cuando tuvo noticias de José, su hijo menor, que se encontraba en Egipto 2l. Es, en cambio,
fuente turbia, manantial infecto, el justo que cede al impío (v.26). El justo con su conducta es fuente de vida para los demás 22; pero, cuando se convierte en impío, su actitud es escándalo para los justos e incentivo para los pecadores para continuar obrando sus iniquidades.
La primera parte del V.27 es idéntica a la del v.16. La segunda está muy oscura en el texto masorético. En la lección que escogemos, el sentido es: la miel, tomada en la debida cantidad, hace bien; tomada con exceso, perjudica al organismo; hace bien al hombre el buen nombre ante los demás, pero no le honra el que él mismo pregone su propia gloria, pues sería tildado de soberbio y orgulloso 23. Una bonita comparación recomienda el dominio de si mismo. Una ciudad sin preparativos, sin murallas para su defensa, sucumbe ante los ataques de los enemigos. De la misma manera, quien no ha conseguido, por medio de la educación y corrección
que supone la sabiduría, el dominio de su voluntad sobre sus sentidos, no podrá después vencer sus inclinaciones y se dejará arrastrar por toda clase de vicios e impiedades.
1 18:8726:22; 19:1 728:6; 20:16 y 27:13. Cf. G. Wallis,
Zu den Spruchmmenlungen Pwv 10:1-22:16 und 25-29·; TLZ 85 (1960) 1473. 2
Isa_45:1s;
Job_11:8;
Job_15:8;
Job_26:14;
Ecl_8:17;
Rom_11:13;
1Co_2:10. 3
1Cr_28:5. 4
Jer_17:9;
1Co_2:11. 5
Luc_14:7. 6 Cf. Ñau, ? .279· 7 C.21; Pritchard, o.c., p.424. 8 15:23. 9 Posiblemente falta un estico después de isb, dado que el sentido es incompleto y esta primera parte del capítulo se compone de cuartetos. Toy considera glosa 130. 10
Mat_6:1-6. 11 15:1;
Jue_8:1-3; Sam 25:2433. 12 Lib. 1
De beneficentia. 13 Ex 20.16. 14
Sal_55:22; 57:5- 15
El último estico está en el TM. Falta en los LXX. Muchos lo omiten, considerándolo como ditografía de
igb (idénticas consonantes). 16 Algunos leen con los LXX
herida (nétheq), en lugar de
natrón (náther). aocd no está en el hebreo, tomado de los LXX. 17 Cf. San Gregorio, 1.3
Moral, c. 10. 18
Rom_12:20-21. 19 Epist.
Ad Rusticum. 20 Citado en A Lapide, o.c., II p.288. 21
Gen_45:27-28. 22 10:11 23 El Ô Ì dice en 276:
y es gloria la investigación de la gloria. Vaccari propone la siguiente:
y no hay gloria en investigar la majestad, cuyo sentido sería el de la Vulgata: el que perscruta la divina Majestad se verá abrumado por su gloria.