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La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. (Romanos  13, 12) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Obediencia a los poderes públicos, 13:1-7.
1 Todos habéis de estar sometidos a las autoridades superiores, que no hay autoridad sino por Dios, y las que hay, por Dios han sido ordenadas, 2 de suerte que quien resiste a la autoridad resiste a la disposición de Dios, y los que la resisten se atraen sobre sí la condenación. 3 Porque los magistrados no son de temer para los que obran bien, sino para los que obran mal. ¿Quieres vivir sin temor a la autoridad? Haz el bien y tendrás su aprobación, 4 porque es ministro de Dios para el bien. Pero si haces el mal, teme, que no en vano lleva la espada. Es ministro de Dios, vengador para castigo del que obra el mal. 5 Por eso es preciso someterse, no sólo por temor del castigo, sino por conciencia. 6 Pagadles, pues, los tributos, que son ministros de Dios constantemente ocupados en eso. 7 Pagad a todos lo que debáis, a quien tributo, tributo; a quien aduana, aduana; a quien temor, temor; a quien honor, honor.

Anteriormente San Pablo se ha referido a las relaciones entre los cristianos y los no cristianos (cf. 12:14-21); ahora, puesto que escribe a los fieles de Roma, capital política entonces del mundo, cree oportuno añadir algunos avisos concretos sobre relaciones con los poderes públicos. Su doctrina, no obstante que esté pensando en las circunstancias concretas de los destinatarios de la carta, es de carácter general y abarca todos los tiempos (v.1-7).
De modo parecido a San Pablo se expresa también San Pedro en una de sus cartas (cf. 1Pe_2:13-14).
La idea fundamental de la exposición del Apóstol está en los v.1-2, al afirmar que todos los seress humanos, sin excluir los cristianos, deben obedecer a los poderes públicos constituidos, pues toda autoridad viene de Dios, y desobedecerlos es desobedecer a Dios. San Pablo no determina en qué sentido toda autoridad viene de Dios, idea por lo demás muy bíblica (cf. Sab_6:3-4; Jn 19-11) pero podemos suponer que es en el sentido de que Dios es el autor del hombre creado para vivir en sociedad y, por lo mismo, autor de la sociedad y de la autoridad, que es la forma de la sociedad misma. Esta doctrina es totalmente opuesta a la que, por aquellas mismas fechas, sostenían sus compatriotas zelotes en Palestina, que luchaban contra la dominación romana y defendían que someterse a cualquier autoridad humana, y más si pagana, era una especie de apostasía religiosa (cf. Hec_5:37). San Pablo, al contrario, lleva hasta Dios el origen de los Estados, pues es El quien ha determinado que existan organismos civiles, compuestos por quienes mandan y por quienes obedecen. Tanto es así, que resistir a las autoridades humanas es resistir a la disposición de Dios.. y atraerse sobre sí la condenación (v.2). Esta condenación (êñßìá) es, en el pensamiento de San Pablo, la justa sanción civil en castigo de la desobediencia, sanción que no excluye otra de tipo más elevado, dado que se trata de rebeldía contra la disposición de Dios.
Como vemos, la doctrina expuesta aquí por el Apóstol es de muy graves consecuencias, impregnando de profundo sentido religioso las relaciones del naciente cristianismo con el Estado, aunque éste sea pagano, como era el caso de entonces. Una observación importante queremos hacer, y es que San Pablo se fija en las autoridades constituidas de hecho, sin aludir al modo como llegaron al poder. Es cuestión que no considera. Tampoco considera el caso en que esas autoridades manden cosas injustas; más bien supone que el Estado se mantiene dentro de sus límites, aprobando el bien y reprimiendo el mal (v.3-4), y es sólo en esa hipótesis como tiene aplicación su doctrina, incluso en la cuestión de impuestos a que alude en los v.6-7. Para el caso de injusticia y abuso de poder, tenemos la respuesta tajante de San Pedro ante una orden del sanedrín: Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres (Hec_5:29).

De nuevo el precepto de la caridad,Hec_13:8-10.
8 No estéis en deuda con nadie, si no es en la del amor mutuo; porque quien ama al prójimo ha cumplido la Ley. 9 Pues aquello de no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro precepto, en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo. 10 La caridad no obra el mal del prójimo. Es, pues, la caridad la plenitud de la Ley.

Terminado lo referente a los deberes para con el Estado, de nuevo vuelve San Pablo al tema de la caridad con todos los seres humanos. La entrada en materia es tan ingeniosa como delicada, presentando la caridad como una deuda que debemos pagar al prójimo, pero una deuda que es única, pues, al contrario de las otras, ésta nunca podremos acabar de saldarla (v.8).
Son de notar las expresiones con que San Pablo hace resaltar la importancia de la caridad, diciendo que es la plenitud (ðëÞñùìá) de la Ley (v.10) y que quien ama al prójimo ha cumplido (ðåôôëÞ-ñùêåí) la Ley (v.8) y que los preceptos de ésta se resumen (Üíáêå-öáëáéïàíôáé) en el de la caridad hacia el prójimo (v.9). Creemos que todas estas expresiones vienen a significar prácticamente lo mismo; es, a saber, que con la práctica de la caridad llevamos la Ley hasta su plenitud o, lo que es igual, hasta donde Dios intentaba llevarla. Late aquí una idea muy profunda, que conviene señalar, y que, antes que San Pablo, expresó ya Jesucristo en el sermón del monte, al decir que no había venido a abrogar la Ley, sino a consumarla (cf. Mat_5:17). Y notemos que, no obstante esta afirmación, el mismo Jesucristo añadirá poco después repetida y solemnemente: Oísteis que se dijo a los antiguos.., pero yo os digo..; y a veces, como en el caso del libelo de repudio, en abierta oposición con el precepto mosaico (cf. Mat_5:31.38).
Para darnos cuenta de lo que esto significa, tengamos presente que en la antigua Ley se han de distinguir claramente dos cosas: la idea o verdad divina que Dios intentaba inculcar y los preceptos mismos materiales en los que quedaba como encarnada y aprisionada esa idea. Estos preceptos, muchos de los cuales estaban ya en vigor entre el pueblo antes de Moisés, no eran sino el ropaje o involucrum del que Dios se valía, en consonancia con la capacidad del pueblo y las circunstancias históricas de entonces, sin que estuvieran destinados a perdurar en el reino mesiánico; no así la idea o verdad divina que esos preceptos encerraban, que era de valor perpetuo. Esta idea, como expresamente dice San Pablo (v.9; cf. Gal_5:14), no era otra que la idea de caridad. Lo mismo dice Jesucristo (cf. Mat_12:29-31; Luc_10:27-28), poniendo bien en claro a través de la parábola del samaritano (cf. Luc_10:30-37) que ese amor no ha de limitarse a los miembros del mismo pueblo o asimilados, como solían interpretar los judíos el término prójimo (cf. Lev_19:18.34; Mat_5:43), sino a todos los seres humanos, incluso enemigos. Es esa chispa de caridad, latente en todos los preceptos de la Ley, la que los pone en contacto con el Evangelio. Si, por la ley del tallón, por ejemplo, se limitaba la venganza a los términos de la injuria, era moderando la pasión humana, que no suele con-t tentarse con dar lo que recibió, preparando así el camino a la mansedumbre del Evangelio; y si, por la ley del libelo de repudio, se permitía despedir a la mujer, era no para introducir el divorcio, que se supone ya establecido, sino para coartar algo esa libertad y salir en defensa de la mujer, cuya situación, con ese documento, no era ya tan desesperada. Esa chispa de caridad es la que permanecerá en el reino mesiánico y será sacada a plena luz, mientras que el involucrum o elemento material sólo durará hasta Juan(cf. Mat_11:13; Gal_5:2). Ahí está precisamente la gran diferencia entre la interpretación de Jesucristo (y de Pablo) y la de los escribas y fariseos; mientras que éstos sólo atendían al aspecto externo y jurídico de la Ley, considerando todos sus preceptos como de valor permanente en el reino mesiánico, Jesucristo va hasta la misma raíz del precepto, poniendo en claro el sentido moral del mismo (cf. Mat_5:21-48), siendo precisamente ese sentido más profundo el que hace que sean armónicos y no antagónicos ambos Testamentos.

Exhortación a la vigilancia,Mat_13:11-14.
11 Y esto, ya que conocéis en qué tiempo estamos, porque es hora de levantaros del sueño, pues nuestra salud está ahora más cercana que cuando creímos. 12 La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas, y vistamos las armas de la luz. 13 Andemos decentemente, y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, no en amancebamiento y libertinaje, no en querellas y envidias, 14 antes vestios del Señor Jesucristo, y no os deis a la carne para satisfacer sus concupiscencias.

Estos versículos vienen a ser como conclusión a las recomendaciones que preceden, sea para todas en general a partir Deu_12:1, como opinan muchos, sea más concretamente para las relativas a la caridad (v.8-10), como parece insinuar el comienzo de la perícopa: Y esto.. Su finalidad es la de combatir la pereza y el dejar hacer, a lo que, pasados los primeros entusiasmos, están expuestos todos los hombres, incluso los mejores.
La idea del conjunto del pasaje es muy parecida a la de 1Te_5:1-10, y también 1Co_7:29-31. En sustancia, lo que San Pablo viene a decir, lo mismo en éste que en esos otros dos lugares, es que conviene vivir vigilantes, sin dejarnos arrastrar por las tendencias de la carne y los espejismos del mundo, pues el tiempo es breve y la salud se acerca. Pero ¿de qué tiempo y de qué salud se trata? Es esto lo que puede dar lugar a equivocaciones.
Hay autores que creen que San Pablo está aludiendo a la vida de cada uno sobre la tierra, tiempo realmente muy corto, al que seguirá la salud definitiva en los cielos; sería, pues, pensando en la brevedad de la vida de cada uno y en la gloria que nos espera después de la muerte como haría estas exhortaciones. La respuesta no puede ser más sencilla y, desde luego, evitaría muchas dificultades a que puede dar lugar el texto del Apóstol si se prescinde de esa interpretación. Sin embargo, no parece que esta respuesta esté en consonancia con el contexto y con las expresiones usadas por el mismo San Pablo (cf. v.11-12). Más bien creemos que el Apóstol está refiriéndose a la bendición o glorificación final que tendrá lugar en la venida de Cristo en la parusía (cf. 1Te_4:13-18). Ese tiempo en que estamos (v.11), con la noche ya muy avanzada (v.12), es el tiempo intermedio entre las dos venidas de Jesucristo, tiempo de la Iglesia militante. Y la salud que se acerca (v.11) es la misma de que ha venido hablando desde el principio de la carta (cf. 1:16); pero no meramente incoada como la que tenemos ahora (cf. 3:21-26; 5:1; 8:1), sino en su consumación final definitiva, por la que todavía suspiramos (cf. 5:2-n; 8:18-25). De una parte, pertenecemos ya al mundo de la luz y debemos obrar en consecuencia (v.12-14; cf. 6:11-14; Efe_5:8-21; 1Te_5:5-8); de otra, estamos aún rodeados de tinieblas, con peligro de que nos envuelvan, esperando el pleno día de esa luz que ya esclarece el horizonte y cuyos rayos llegan hasta nosotros (v. 11-12).
Ni debe extrañarnos esta manera de hablar del Apóstol, insistiendo tanto en la parusía o segunda venida de Jesucristo. Lo hará infinidad de veces a lo largo de sus cartas (cf, 1Te_2:19; 1Te_3:13; 1Te_4:16-17; 1Te_5:23; 2Te_1:7; 1Ti_6:14; 2Ti_1:12; 2Ti_4:8; Tit_2:13). Es una concepción algo distinta de la nuestra actualmente. Mientras nosotros referimos simplemente nuestra esperanza a la consecución de los bienes del cielo, y esta esperanza nos anima y alienta en medio de los trabajos y tribulaciones presentes, para la primitiva comunidad cristiana esa esperanza estaba como centrada en un punto: el retorno glorioso de Jesús. Los mismos ángeles, consolando a los apóstoles en el momento de verse separados de Cristo en la ascensión, tienen ya ese mismo lenguaje: ¿Qué estáis mirando al cielo? Ese Jesús.. vendrá así, como lo habéis visto ir al cielo (Hec_1:11). Desde entonces esa esperanza está alentando y sosteniendo a los apóstoles en sus trabajos, y lo mismo a las primitivas comunidades cristianas (cf. 1Co_16:22; Rev_22:21). Por eso, en uno de sus discursos a los judíos, San Pedro los exhorta y anima a la conversión con la vista puesta en los tiempos de refrigerio y restauración de todas las cosas, que seguirán a la parusía (cf. Hec_3:20-21). Y en su segunda carta escribirá: No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia.. Viviendo en esta esperanza, procurad con diligencia ser hallados en paz, limpios e irreprensibles delante de El (2Pe_3:8-14). Es también la recomendación de San Pablo (cf. Flp_4:5; 1Te_3:13; 2Ts_2:15-16; 1Ti_6:14). Eso no quiere decir que los apóstoles estuviesen convencidos de la inminencia de la parusía, cosa que, puesto que no se realizó, hubiese supuesto error en ellos. Parece, sí, que la desean e incluso juzgan posible que esté próxima (cf. 1Co_16:22; 2Co_5:2-4; 1Pe_4:7), pero a base siempre de la ignorancia anunciada por Jesucristo (cf. Mat_24:36; Hec_1:7), y que San Pablo manifiesta explícitamente (cf. 2Co_5:3; 1Te_5:1-3). Si con tanta frecuencia la recuerdan en sus exhortaciones morales, ello tiene un claro sentido pedagógico en apoyo de su predicación. Algo parecido a lo que dijimos de la esperanza mesiánica en el Antiguo Testamento, en nuestro comentario a Hec_15:16-17. Mas, a pesar de esos deseos y de esa expectativa, en caso de que les sobrevenga la muerte, no por eso se consideran perjudicados, como parece deducían algunos fieles de Tesalónica (cf. 1Te_4:13), sino que aceptan esa muerte complacidamente, en la seguridad de que la promesa de la glorificación final no quedaba frustrada y de que, ya desde un principio, se reunirían con el Señor, a quien fielmente habían servido (cf. 2Co_5:2-10; Flp_1:21-23; Hec_7:59-60).

Comentario de Santo Toms de Aquino

Lección 3: Romanos 13,11-14
Se explica el uso de la gracia en orden a uno mismo: de cómo debe uno portarse para salvaguardar la pureza y dignidad de las obras. 11. Y ésto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantaros del sueño, porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos.12. La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz.13. Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y rivalidades;14. antes bien, vestios del Señor Jesucristo, y no tengáis solicitud por la carne para sus concupiscencias.Habiendo enseñado el Apóstol de qué modo el hombre debe ser piadoso para con Dios, usando convenientemente de sus dones, y para con el prójimo, pagándole justamente lo que se le deba, aquí muestra de qué manera debe guardar en sí mismo la dignidad. Y acerca de esto hace dos cosas. 19 1ndica lo oportuno del tiempo; 2° exhorta a la dignidad de las obras: Desechemos, por tanto, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, indicar lo apropiado del tiempo; la segunda, indicar la razón: porque ahora está más cerca, etc.; la tercera, usar de una semejanza: La noche está avanzada, etc. Así es que primero dice: Se han dicho las cosas que debéis observar, y esto no sólo por las razones ya dadas, sino también como conocedores del tiempo, o sea, porque debéis considerar la particularidad de este tiempo, pues, como se dice en el Eclesiastés (8,6), Cada cosa tiene su tiempo y sazón. Y en Jeremías 8,7 leemos: El milano conoce por la atmósfera su tiempo; la tórtola y la golondrina y la cigüeña saben discernir constantemente la estación de su transmigración; pero mi pueblo no ha conocido, etc. Para qué sea propio este tiempo lo muestra agregando: que ya es hora de levantaros del sueño. Lo cual hay que entenderlo no del sueño de la naturaleza, que a veces se llama muerte, según 1 Tes 4,13: No queremos, hermanos, que estéis en ignorancia acerca de los que duermen; mas a veces es la quietud de las energías del cuerpo, según Juan 2,12: Diéronle los discípulos: Señor, si duerme, sanará. Ni tampoco se debe entender del sueño de la gracia, que a veces se llama quietud de la gloria eterna, según el Salmo 4,9: Mas yo dormité en paz, y descansaré. Mas a veces es la quietud de la contemplación aun en esta vida (Dormía yo, y mi corazón velaba: Cant 5,2); sino que se entiende del sueño de culpa, según Efesios 5,14: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, etc.; o también de la negligencia, según Proverbios 6,9: ¿Hasta cuándo has de dormir tú, oh perezoso? Porque es tiempo de levantarnos del sueño de la culpa por la penitencia (Levantaos después de haber descansado, etc.: Salmo 126,2); del sueño de la negligencia por el vivo deseo de obrar el bien (Levantaos, oh príncipes, embrazad la rodela: Is 21,5. En llegando la hora de levantarte no te entretengas: Eccli 32,15).En seguida, cuando dice: Porque ahora, etc., da la razón de lo que dijera, diciendo: Porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos. Lo cual, conforme al propósito del Apóstol, se entiende de la salud de la vida eterna, de la cual se dice en Is 51,6: La salud que yo envío durará para siempre. Y a esta salud está ordenado el hombre, primeramente por la fe. Quien creyere y fuere bautizado será salvo (Mc 16,16). Pero día a día más y más la alcanza el hombre por las buenas obras y el aumento de la caridad. Por lo cual se dice en Santiago 4,8: Acercaos vosotros a Dios, y El se acercará a vosotros. Y esto mismo es lo que dice el Apóstol: Por eso ya es hora de levantarse del sueño. Porque ahora, cuando por las buenas obras y el aumento de la carread progresamos, está más cerca de nosotros nuestra salvación, o sea, la de la vida eterna -de la cual se dice en Is 51,8: La salvación que yo envío durará para siempre-, que cuando creímos, esto es, que cuando recibimos al principio la fe. Y tal cercanía puédese entender aquí de dos maneras. La una, según el tiempo, por la cual los varones santos adelantando en obras de justicia, se acercan más al término de su vida, en el cual recibirán su premio.La otra es la cercanía de la disposición o preparación, porque por el aumento de la caridad y las obras de justicia se prepara el hombre para la dicha salvación. Las que estaban prontas entraron con él a las bodas (Mt 25,10).Pero como la 1glesia lee estas palabras en el tiempo de Adviento, parecen referirse a la salud que Cristo realizó en su primera venida, para que entendamos que el Apóstol habla como en representación de todos los fieles que hubo desde el principio del mundo. Porque acercándose ya el tiempo de la encarnación de Cristo cuya noticia propagaban los vaticinios de los profetas, tiempo que pone ante los ojos la 1glesia, se podría decir: Más cercana está ahora nuestra salud, o sea, Cristo, que cuando creímos, esto es, que cuando al principio empezaron los hombres a creer en el futuro advenimiento de Cristo. La salvación que Yo envío está para llegar, y va a manifestarse mi justicia (Is 56,1).Podríase también tomar por el tiempo de la misericordia, por el cual empieza uno a querer apartarse de los pecados pasados. Y entonces se acerca uno más a su salud que al principio, cuando se tenía una fe informe. Al diablo resistidle, y huirá de vosotros. Acercaos vosotros a Dios y El se acercará a vosotros (Sant 4,7-8).En seguida, cuando dice: La noche está avanzada, y el día está cerca, etc., echa mano de una semejanza a propósito. Lo cual, conforme a la intención del Apóstol, parece que se debe entender de modo que todo el tiempo de la vida presente se compare a la noche por las tinieblas de la ignorancia con las que se entorpece la presente vida. Todos estamos envueltos en tinieblas (Jb 36). Y acerca de esta noche se dice en Is 26,9: Mi alma te deseó en la noche. Pues el día se compara con el estado de la futura bienaventuranza en virtud de la claridad de Dios con la que son iluminados los santos. Ya no habrás menester de sol que te dé luz durante el día, ni te iluminará el resplandor de la luna, sino que el Señor será la sempiterna luz tuya (Is 60,19). Ai cual día se refiere lo que se dice en el Salmo 1 1 7,24: Este es el día que ha hecho el Señor. Alegrémonos y regocijémonos en él.De otro modo se puede entender que el estado de culpa se compara a la noche por las tinieblas de la culpa, de las cuales se dice en el Salmo 81,5: No tienen conocimiento ni ciencia: andan entre tinieblas. Y de esta noche se dice en la Sabiduría (17,20): Solamente sobre ellos reinaba una profunda noche, imagen de aquellas tinieblas que después les aguardaban. Y se le dice día al estado de "gracia en virtud de la luz espiritual de la inteligencia que tienen los justos y de la que carecen los impíos. Amaneció la luz al justo (Sal 96,1 1). No ha nacido para nosotros el sol de la inteligencia (Sab 5,6). De un tercer modo puédese entender que se compara con la noche el tiempo precedente a la encarnación de Cristo, porque aún no se manifestaba sino bajo cierta niebla. Y tenemos también, más segura aún, la palabra profétíca, a la cual bien hacéis en ateneros, como a una lámpara que alumbra en un lugar oscuro (2 Pedro 1,19). Y de esta noche se dice en Is 21,2: Centinela, ¿qué ha habido esta noche? De aquí que así como en la noche domina la oscuridad, así también en aquel tiempo sobresalían las prescripciones legales, que eran las sombras de los bienes futuros, como se dice en Col 2,16. Mas el tiempo desde la encarnación de Cristo se compara con el día por el poder del sol espiritual en el mundo, del cual se dice en Malaquías 4,2: Mas para vosotros los que teméis mi nombre nacerá el sol de justicia. Por lo cual el mismo Señor dice (Jn 9,4): Es necesario que cumpla Yo las obras del que me envió mientras es de día. Y a continuación agrega: Mientras estoy en el mundo soy la luz del mundo (Jn 9,5).Estas palabras: La noche está avanzada indistintamente se pueden entender acerca de cualquiera de las predichas tres noches. Porque estaba ya avanzada para aquellos a quienes les escribía, y también una gran parte del tiempo de esta vida, y, lo que es más verdadero, avanzada estaba la noche del pecado; y avanzado estaba también el tiempo de la ley que precedió a Cristo.Y estas otras palabras que agrega: y el día está cerca parece que conforme a la intención del Apóstol dében-se referir al día de la futura gloria, que aun cuando aún no llegara para los fieles de Cristo a quienes les escribía, sin embargo para ellos estaba cercano. Conforme a lo ya dicho, se puede también entender acerca del tiempo de la gracia de Cristo, que aun cuando ya había llegado según el curso de los tiempos, sin embargo se dice que está cerca de nosotros por la fe y el amor, como se dice tanto en Filipenses 4,5: El Señor está cerca, como en el Salmo 144,18: Cerca está el Señor de todos los que lo invocan. Puédese también aplicar esto a los que empiezan a hacer penitencia de sus pecados, para los cuales se acercan los días de la gracia.En seguida, cuando dice: Desechemos, etc., infiere la exhortación sobre la honestidad de la vida. Y primero hace la exhortación; luego, la explica: No en banquetes, etc. Acerca de la honestidad de la vida toca tres cosas. La primera, la supresión de los vicios resultante de las premisas: si la noche está avanzada, como se ha dicho, desechemos las obras de las tinieblas, porque, como se dice en el Edesiastés (8,6), cada cosa tiene su tiempo y sazón. Por lo cual, vencida la noche, deben cesar las obras de la noche. Y se llaman obras de las tinieblas las obras de los pecadores, primero porque en sí mismas están privadas de la luz de la razón, con la que deben iluminarse las obras humanas (Tiene el sabio los ojos en su frente; el necio anda a oscuras: Eccle 2,14); segundo, porque se obran en las tinieblas (El ojo del adúltero está aguardando la oscuridad: Job 24,15); tercero, porque por ellas va a dar el hombre a las tinieblas, según aquello de Mateo 22,13: Echadle a las tinieblas exteriores.La segunda es que induce a la adquisición de las virtudes, como si dijera: Por el hecho de acercarse el día, echando mano de las cosas que corresponden al día, vistámonos las armas de luz, esto es, las virtudes, que también se llaman armas, por cuanto nos guarnecen. Vestios la armadura de Dios, para poder sosteneros contra los ataques engañosos del diablo (Ef 6,1 1). Y se llaman armas de luz, ya porque con la luz de la razón se realzan y perfeccionan, por lo cual se dice en Proverbios 4,18: La senda de los justos es como una luz brillante que va en aumento; ya porque requieren del examen de la luz (El que pone en práctica la verdad viene a la luz para que se vea que sus obras están hechas en Dios: Juan 3,21); ya porque gracias a las obras de las virtudes otros son iluminados (Así brille vuestra luz ante los hombres de modo tal que, viendo vuestras obras buenas, glorifiquen a vuestro Padre del Cielo: Mt 5,16).La tercera es que exhorta al ejercicio de las virtudes y a su aumento, diciendo: Andemos como de día, honestamente. Porque es claro que estas dos cosas le corresponden al día. Primero ciertamente la honestidad. Porque durante el día cada quien trata de arreglarse para presentarse honestamente ante los demás. Y en la noche no es así. De aquí que se dice en 1 Tes 5,7-8: Los que duermen, duermen de noche; y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, empero, que somos del día, seamos sobrios. Por lo cual en iCo 14,40 se dice: Hágase, pues, todo honestamente y por orden. Lo segundo es que el hombre camina de día, no de noche. Por lo cual se dice en Jn 2,10: Si anda de noche, tropieza. Y como es de día, necesario es que marchemos, o sea, que procedamos de lo bueno a lo mejor. Por lo cual se dice en Jn 12,35: Caminad mientras tenéis la luz.En seguida, cuando dice: No en banquetes, etc., explica lo que dijera. Y primero explica cómo se deben rechazar las obras de las tinieblas, que son las obras de los pecadores, de las que enumera algunas: poniendo primero las que corresponden a la perversión del concupiscible, la cual es la intemperancia, relativa a las delectaciones del tacto y del estómago. Por lo cual primero excluye la intemperancia de la comida, diciendo: No en banquetes. Llámanse banquetes las comidas de lo superfluo y lo demasiado exquisito. No asistas a los convites de los beodos, ni a las comilonas de los que se ahitan de carne (Prov 23,20). Lo cual puede ser pecado mortal por el hecho de que según la naturaleza por esta falta se puede uno dañar de muerte. Porque se dice del hijo licencioso: Pasa la vida en comilonas y en disoluciones y en convites; morirá apedreado por el pueblo de la ciudad, etc. Se dice que alguien se pasa la vida en comilonas y convites, no porque coma magníficamente conforme al estado de su rango, como se dice (Esther 2,1 8) de Asueno, que mandó preparar un magnífico banquete por su boda con Esther, conforme a la mayor magnificencia; pero sí cuando alguien hace esto por encima del decoro de su estado, y en particular si para este principal cuidado suyo vive, como aquellos de quienes se dice (Rm 16,18): Tales no sirven a nuestro Señor Cristo, sino a su propio vientre; y (Fil 3,19): cuyo dios es el vientre.Excluye en segundo lugar la intemperancia acerca de la bebida, agregando: y borracheras. Las cuales corresponden a la superfluidad de la bebida que pone al hombre fuera de la medida de la razón. El vino desde el principio fue criado para alegría, no para embriaguez (Eccli 31,35). Y débese considerar que la ebriedad por su género es pecado mortal cuando el hombre se embriaga adrede, porque así es claro que prefiere la delectación del vino a la integridad de la razón. Por lo cual se dice en Is 5,22: ¡Ay de vosotros que sois briosos para beber vino, y hombres fuertes para embriagaros con diversos licoresi Pero el que se embriaga sin intención, no a propósito, porque por ejemplo no conoce la fuerza del vino, o porque no cree embriagarse con lo que toma, no comete pecado mortal, porque no se embriaga por embriagarse sino per accidens, o sea, por encima de su intención, lo cual ciertamente no puede ocurrirles a los que con frecuencia se embriagan. Y por eso dice Agustín en su sermón sobre el Purgatorio que la ebriedad es un pecado mortal si es asidua. Por lo cual habla aquí el Apóstol usando claramente del plural: no en banquetes y borracheras.Excluye en tercer lugar la intemperancia en cuanto al descanso corporal, diciendo: no en lechos, o sea, no en el excesivo dormir, lo cual convenientemente prohibe en seguida de las comilonas y borracheras, porque de éstas se sigue, y en ello puede haber pecado mortal cuando por el reposo corporal y por dormir se omite lo que se debía hacer y se inclina uno a hacer cosas malas. ¡Ay de vosotros que no pensáis sino en cosas vanas y maquináis en vuestros lechos perversos designiosi (Miq 2,1). El no en lechos puédese referir también a los aprestos de la lujuria. Por lo cual se ponen estas palabras en la boca de la meretriz: He rociado mi alcoba con mirra, etc.-Subiste al lecho de tu padre y profanaste su tálamo (Gen 49,4). Por lo cual convenientemente excluye en cuarto lugar la intemperancia en lo venéreo, agregando: y lascivias, o sea, en cualesquiera actos venéreos, que se llaman impúdicos porque no evitan lo que es merecedor de pudor y rubor de manera máxima: ora porque todas las delectaciones del tacto, de la gula y de la lujuria nos son comunes con los brutos, de modo que quien incurre en ellas desordenadamente, se convierte en bruto (Guardaos de ser semejantes al caballo y al mulo, los cuales no tienen entendimiento, etc.: Salmo 31,9); ora también porque especialmente en los actos venéreos la razón del hombre es absorbida totalmente por la delectación, de modo que nada puede el hombre entender en ese momento, como dice Aristóteles (Etica). De aquí que también en Oseas 4,1 1, se dice: La deshonestidad, el vino y la embriaguez quitan el buen sentido. Y en el Apocalipsis (9,21): Ni tampoco se arrepintieron de sus inmundicias y fornicaciones e impurezas.En seguida excluye las cosas que corresponden a la perversión del irascible, diciendo: no en contiendas. Las cuales, como dice Ambrosio, son la impugnación de la verdad con ruidosa audacia. Ahora bien, por esto se puede entender que se prohibe todo pleito, no sólo de palabras sino también de hechos, que generalmente empiezan con palabras. Es honor del hombre el huir de contiendas (Prov 20,3). Suelen las contiendas engendrarse de la envidia; y por esto agrega: y rivalidades. Por lo cual se dice en Santiago 3,16: Donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda clase de villanía. Luego explica cómo debemos revestirnos las armas de luz, diciendo: Antes bien, vestios del Señor Jesucristo, en el cual existieron abundantísimamente todas las virtudes, según Is 4,1: Y en aquel día echarán mano de un solo hombre siete mujeres. Y nos revestimos de Jesucristo primeramente por la recepción del sacramento. Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis vestidos de Cristo. Lo segundo, por imitación. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y vestios del nuevo, etc. (Colos 3,9-10). Y en Efesios 4,24: Y vestios del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia, etc. Y se dice que se reviste de Cristo quien imita a Cristo, porque así como el hombre se contiene dentro del vestido, y se le ve bajo el color de éste, así también en el que imita a Cristo se ven las obras de Cristo.1 Así es que nos revestimos de las armas de luz cuando nos revestimos dé Cristo. En tercer lugar explica lo que dijera -andemos como de día honestamente-, agregando esto otro: y no tengáis solicitud por la carne para sus concupiscencias. Porque la belleza de la honestidad consiste en que no prefiera el hombre la carne al espíritu, sino el espíritu a la carne. Somos deudores, no de la carne para vivir según la carne (Rm 8,12). Pero débese notar que no dijo simplemente: No tengáis solicitud por la carne, porque cada quien obligado está a cuidar de la carne para conservación de la naturaleza, según Efesios 5,29: Nadie jamás tuvo odio a su propia carne, sino que la sustenta y regala, etc.; sino que agrega: para sus concupiscencias, es claro que para los deseos desordenados de la carne, para que no nos dejemos llevar por las concupiscencias. De aquí que se dice en Sálatas 5,16: Andad según el Espíritu, y ya no cumpliréis las concupiscencias de la carne.

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 13

4. ACTITUD FRENTE AL PODER DEL ESTADO (Rm/13/01-07)

1 Sométanse todos a las autoridades que ejercen el poder. Porque no hay autoridad sino por Dios, y las que existen, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien resiste a la autoridad, contra el orden establecido por Dios se rebela, y los que se rebelan, acarrearán sobre sí mismos su condena. 3 Porque los gobernantes no son motivo de temor para la buena conducta, sino para la mala. ¿Quieres vivir sin temer a la autoridad? Haz el bien, y recibirás de ella elogio; 4 pues está al servicio de Dios para conducirte al bien. Pero, si haces el mal, teme; pues no en vano lleva la espada, ya que está al servicio de Dios como vengadora de la ira divina contra el que practica el mal. 5 Por lo tanto, es necesario someterse, no sólo por miedo al castigo, sino también por deber de conciencia. 6 Y por eso mismo pagadles también tributos; pues son funcionarios de Dios para dedicarse asiduamente a este oficio. 7 Dad a cada uno lo debido: a quien el tributo, el tributo; a quien el impuesto, el impuesto; a quien el respeto, el respeto; a quien el honor, el honor.

¿Pretende Pablo en esta sección hablar de modo particular sobre la conducta del cristiano en el mundo y frente al mundo? Planteada así la cuestión, difícilmente haríamos justicia al texto. Porque, según el pensamiento de Pablo, no podemos limitar el concepto de «mundo» en el sentido de la tradición occidental a la realidad estatal como contrapuesta a la Iglesia. Para Pablo «mundo» es siempre toda la realidad mundana, y especialmente el universo de las relaciones humanas, en su cualidad de ser creado, aunque al propio tiempo como creación que en muchos aspectos renuncia de su Creador. Desde Cristo y por Cristo, este mundo es el mundo viejo en el que ya ha irrumpido la nueva creación. Esta tensa existencia de la nueva creación en el viejo siglo que pasa la representa el cristiano en su conducta, en cuanto que se deja condicionar constantemente por la nueva realidad dada en Cristo. Conviene reflexionar también aquí sobre este punto preliminar para no hablar de la conducta de los cristianos en el mundo, con demasiada precipitación y facilidad en estos versículos.

La exhortación a comportarse de una forma adecuada frente al poder estatal no hay que separarla de las numerosas exhortaciones precedentes. Por lo demás, Pablo otorga al tema una especialísima atención, tal vez movido por alguna circunstancia concreta.

También por lo que se refiere a su actitud frente al poder estatal vale para los cristianos el «que nadie tenga de sí mismo estimación superior a la que debe tener» (v. 12,3). Los cristianos no han sido arrancados, por el mero hecho de serlo, del ordenamiento estatal y social en el que estaban insertos, sino que deben realizar su ser de cristianos dentro de la realidad dada. Ahora bien ¿significa esto un reconocimiento de cualquier autoridad estatal, independientemente de cuál sea el tipo de Estado en cada caso concreto? El principio que Pablo formula en el v. 1b no deja la menor duda de que para él las autoridades existentes proceden de Dios. Pablo no se pregunta hasta dónde se considera el poder estatal como establecido por Dios, ni si de hecho realiza y representa, en todo o en parte, un determinado orden de cosas impuesto por Dios, sino que -pese a todas las posibles y hasta probables incongruencias del ejercicio del poder- cuenta con autoridades superiores que descansan en el «orden establecido por Dios».

De esta realidad tienen que partir también los cristianos, aun cuando en cada caso concreto les incumba la obligación de discernir cuál es aquí y ahora la voluntad de Dios (12,2). Mas lo que preocupa a Pablo por encima de todo es precaver contra un entusiasmo que, partiendo de una falsa interpretación del don de Dios, cree que puede dejar de lado el estado de cosas existente. Pablo es ciertamente un predicador «ferviente» en el espíritu (v. 12,11); pero no es un hombre fantasioso ni exaltado. De ahí que requiera de todos los cristianos que soporten y no aligeren la tensión entre lo que aún persiste del mundo y la participación ya lograda de la creación nueva.

Con una lealtad al Estado, casi burguesa, exhorta a proseguir haciendo el bien. Si obras el bien, hasta el poder estatal puede ayudarte en esa empresa, en otro caso tendrás que temer a esa autoridad. Pero en ambas funciones en el reconocimiento y alabanza del bien como en el castigo del mal, el poder del Estado es un funcionario o ministro de Dios. Por ello, es necesario someterse al mismo. Pero en su conducta frente al poder estatal el cristiano no solamente considera una fuerza a la que no puede oponerse, sino que obra lo que debe obrar en libertad, y eso es lo que significa el «por deber de conciencia» (v. 5). En realidad, Pablo no exige nada extraordinario ni nuevo, cuando exhorta a los cristianos a que se muestren obedientes frente a la autoridad estatal. Pero es precisamente lo que en la vida cotidiana acontece como algo ordinario y natural, por ejemplo, los tributos en favor del Estado (v. 6s), lo que el cristiano debe aceptar con la misma naturalidad que cualquier otro ciudadano. Es evidente que aquí no se dice todo lo que habría que decir sobre la conducta del cristiano en general frente al Estado. Así, por ejemplo, Pablo no roza para nada si la obediencia al poder estatal tiene algunas limitaciones y cuándo, ni alude tampoco a la justificación de tales cuestiones. En principio esa limitaciones vendrían impuestas para Pablo en aquellos casos en que el cristiano se viere forzado a renegar de las exigencias del Evangelio.



5. EL AMOR ES EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY (Rm/13/08-10)

8 Con nadie tengáis deudas, excepto la de amaros mutuamente; pues quien ama al prójimo, ha cumplido ya la ley. 9 Porque aquello de «No cometerás adulterio; No matarás: No robarás; No codiciarás» (Deu_5:17-21), y los demás mandamientos, en esta expresión se resumen «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lev_19:18). 10 El amor no hace mal alguno al prójimo. Por tanto, el amor es cumplimiento de la ley.

Aunque en su vida cotidiana el cristiano hace lo que tiene que hacer con una cierta naturalidad, dentro de la escrupulosidad religiosa de su servicio sigue habiendo siempre una obligación que no es fácil eliminar: el amor mutuo. El amor es su tarea permanente, y desde luego como «cumplimiento de la ley». El hombre no cumple la ley, y eso quiere decir que el amor como cumplimiento de esa misma ley es y seguirá siendo un deber del hombre y también del cristiano. Las exigencias de la ley, tal como se expresan en cada uno de los mandamientos, se concentran y concretan para el cristiano en una nueva forma del precepto del amor. El amarse unos a otros es la nueva posibilidad cristiana, aunque con ello no se pida nada nuevo respecto de lo que ya pedía Lev_19:18. Por lo que hace al contenido, con este mandamiento se ponen en práctica las mismas realizaciones que ya requería la ley del Antiguo Testamento. Sólo que la verdadera intención de ese mandamiento del amor, conocido ya en su tenor literal, vuelve ahora a definirse de nuevo desde el acto de Cristo. El amor, que Jesucristo nos ha demostrado con la entrega de su vida «por mí» (Gal_2:20), permite reconocer nuestro amor como la nueva posibilidad que Dios nos otorga. El mandamiento del amor, revigorizado con el acto de Cristo, pone al cristiano en relación con el prójimo, es decir, con el hombre que se encuentra en este mundo. El amor es, por lo mismo, la forma con que los cristianos dan testimonio ante el mundo del acto de Cristo. En ese amor se cumple la ofrenda del propio cuerpo a que Pablo exhorta ya en la introducción (Gal_12:1). Aunque ante todo sólo muestre la forma íntima con la que no se «hace mal alguno al prójimo» (v. 10), por lo que hace al «cumplimiento de la ley», al amor se le abren en la vida cotidiana posibilidades siempre nuevas de una forma de culto práctica.

6. EL PRECEPTO DEL TIEMPO (Rm/13/11-14)

11 Y esto, tanto más cuanto que bien sabéis en qué tiempo vivimos: que ya es hora de que os despertéis del sueño, pues la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. 12 La noche está muy avanzada, el día se acerca. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. 13 Como en pleno día, caminemos con decencia: no en orgías ni borracheras; no en fornicaciones ni lujurias; no en discordia ni envidias. 14 Al contrario, revestíos del Señor Jesucristo, y no pongáis vuestro afán en la carne para satisfacer sus deseos.

Para concluir el Apóstol fundamenta sus exhortaciones en la urgencia de la última hora. Los cristianos conocen el «tiempo» y saben que ha sonado la hora. El tiempo, en el que ahora se encuentran, está condicionado por el acontecimiento de Cristo y, en consecuencia, por el momento en que alcanzaron la fe. Pues bien, ese tiempo no permite el sueño despreocupado ni el permanecer inactivo confiado en los méritos de Jesucristo, sino que exige permanecer vigilante en espera del día que aportará la plenitud de nuestra salvación. La pronta llegada de Cristo como consumador del acontecimiento salvífico, a cuya disposición está al presente Pablo como su mensajero, es el fundamento y razón últimos de la vida cristiana. De ahí que la conducta cristiana deba reconocerse por las «obras» correspondientes al día y no las que corresponden a la noche. Las «obras de las tinieblas» no pueden ya conciliarse con el día al que tienden las miradas de los cristianos y cuya proximidad resulta tan evidente que ya no cabe la menor duda acerca de su aparición; más aún, al presente ya ha empezado a alborear y a poner en tela de juicio todo el poder de las tinieblas que aún ejercen su soberanía.

Con ello Pablo no fomenta veleidades apocalípticas, sino que exhorta a portarse bien en la hora presente: Importa mucho conocer el tiempo en que vivimos. Pero sólo se le puede reconocer en Jesucristo, en cuanto redentor del mundo que ya ha venido por nosotros, aunque todavía tiene que venir en el futuro. Ahora bien, que su venida no hay que posponerla hasta un futuro lejano e indeterminado, sino que hay que experimentarla más bien como un futuro que se inserta constantemente en el tiempo presente, es lo que testimonian los cristianos cuando caminan «como en pleno día».



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



118 13,1-7. Obligaciones de los cristianos respecto a las autoridades civiles. Pablo, al es(-)cribir a la Iglesia romana, es sabedor de que esta comunidad era más consciente que otras de la autoridad imperial. Hasta el momento en que Pablo escribe Rom, no había habido per(-)secución oficial del cristianismo en Roma, pe(-)ro las luchas intestinas de la comunidad judía de esa ciudad (probablemente entre judíos y judeocristianos; - Pablo, 79:10) se zanjaron con la expulsión de los judíos de Roma decre(-)tada por Claudio (Hch 18,2). Pablo lo sabía, aunque su análisis de las obligaciones de los cristianos respecto a las autoridades civiles se queda en el plano de los principios generales. Como ciudadanos de otro mundo (Flp 3,20), los cristianos podrían sentirse inclinados a cuestionar su relación respecto a las autorida(-)des civiles, especialmente cuando éstas eran paganas. La solución que Pablo da al proble(-)ma está relacionada con los principios de Prov 8,15 y Mt 22,16-21.
119 1. toda persona: Lit., «toda alma», he(-)braísmo (véase el comentario a 2,9). El man(-)dato no queda restringido a los cristianos. En algunos mss. (P46, D, G) y la LA, se omite «al(-)ma» y hay un simple impv.: «obedeced a las autoridades superiores», autoridades superio(-)res: Lit., «autoridades que gobiernan, en altos cargos» (BAGD 841). El sustantivo pl. exousiai se aplica comúnmente a las «autoridades» hu(-)manas en el griego profano y en el NT (Lc 12,11) . O. Cullmann, sin embargo, ha sosteni(-)do que exousiai tiene otro significado, «los po(-)deres angélicos invisibles que están detrás del gobierno del Estado», o incluso un doble sig(-)nificado, «el Estado empírico y los poderes an(-)gélicos» (The State in the New Testament [Nue(-)va York 1956] [trad. esp. del or. al.: El estado en el Nuevo Testamento (Madrid 1966)]); cf. 1 Cor 2,8; 1 Pe 3,22. Sin embargo, no es muy proba(-)ble que Pablo se refiera a nada así; habla de las ordinarias autoridades civiles humanas, de las que los cristianos dependen y a las que deben obedecer, no hay autoridad que no provenga de Dios: Incluso la autoridad imperial de Roma procede de Dios, aunque Roma pueda mos(-)trarse reacia a admitirlo. Indirectamente, Pa(-)blo reconoce al Padre como la fuente de todo el bienestar y la paz traídos por el dominio im(-)perial romano. 2. quien se resiste a la autoridad se opone a lo que Dios ha ordenado: De lo pre(-)cedente se deduce un principio general. La obediencia a las autoridades civiles es una for(-)ma de obediencia a Dios mismo, pues la re(-)lación de los seres humanos con Dios no está limitada a la esfera religiosa o cultual. La su(-)posición que está presente a lo largo de los vv. 1 -7 es que las autoridades se conducen correc(-)tamente y buscan el bien de la sociedad. No se plantea la hipotética posibilidad, ni de un go(-)bierno tiránico, ni de otro incapaz de hacer frente a una situación en la que los justos de(-)rechos de los ciudadanos individuales o de un grupo minoritario sean desatendidos o vulne(-)rados. Pablo insiste simplemente en un aspec(-)to de la cuestión: la obligación de los súbditos respecto a la autoridad legítima. En este pasa(-)je no analiza las obligaciones de las autorida(-)des civiles. 4. pues son representantes de Dios que trabajan para (tu) bien: Se trata de una nueva formulación del v. 1, en la que se subra(-)ya el carácter delegado de la autoridad civil; sólo plantea la hipótesis de un gobierno civil que desempeña correctamente sus funciones. La expresión eis to agathón, «para el bien», ex(-)presa el finis de la actividad civil, no en vano llevan la espada: La espada se introduce como símbolo de autoridad penal, del poder legíti(-)mamente poseído por las autoridades civiles para coaccionar a los ciudadanos recalcitran(-)tes en su esfuerzo por mantener el orden e in(-)tentar alcanzar la meta común, representante de Dios para ejecutar (su) ira sobre los malhe(-)chores: El contexto demuestra que esa ira es divina, como en 12,19; de otro modo, tales au(-)toridades no serían representantes de Dios. 5. por la conciencia: Se introduce otro motivo pa(-)ra la obediencia; Pablo se da cuenta de que el temor al castigo no disuadirá siempre a los ciudadanos de quebrantar las reglamentacio(-)nes civiles. Su llamamiento a la conciencia in(-)dica una obligación moral (y no simplemente legal o penal) de obedecer las leyes civiles. Vin(-)cula la reacción humana ante los gobernantes civiles con el origen divino de la autoridad civil misma. 6. por eso pagáis también impues(-)tos: Pablo da por supuesto que los cristianos de Roma han pagado impuestos. Por tercera vez subraya la naturaleza delegada de la auto(-)ridad civil (13,1.4), en este caso en materia de impuestos. 7. Cf. Mc 12,17.
(Bruce, F. F., «Paul and the Powers That Be», BJRL 66 [1983-84] 78-96. Dyck, H. J,, «The Christian and the Authorities in Romans 13,1-7», Direction 14 [1985] 44-50. Hultgren, A. J., «Reflections on Ro(-)mans 13:1-7: Submissíon to Governing Authorities», Dialog 15 [1976] 263-69. Hutchinson, S., «The Political Implications of Romans 13:1-7», Biblical Theology 21 [1971] 49-59.)

120 8-10. Del deber cristiano respecto a las autoridades civiles, Pablo pasa a la obliga(-)ción de la caridad que, en la nueva dispensa(-)ción, compendia la ley mosaica entera. 8. a na(-)die debáis nada, salvo el amor mutuo: En esto encuentran su recapitulación todas las obliga(-)ciones de la vida cristiana. Pablo no está ha(-)ciendo del amor o la caridad una especie de deber adeudado a alguien; lo expresa así para subrayar su papel en toda la conducta cristia(-)na; no está restringido sólo al ámbito intracristiano. ha cumplido plenamente la ley: Como en otros lugares de Rom (véase el comentario a 2,12), se habla de la ley mosaica, como dejan patente las citas que siguen. 9. mandamientos: Pablo cita frases del Decálogo (Éx 20,13-17; Dt 5,17-21). El orden de las distintas prohibicio(-)nes difiere del encontrado en el TM, pero es el mismo que el de los LXX en Dt 5,17-18 (ms. B); cf. Lc 18,20; Sant 2,11; Filón, De dec. 120, 132. se resumen en esta fórmula: «Amarás...»: Tal vez Pablo se esté haciendo eco de un dicho de Jesús (Mc 12,28-34) que resume la ley mo(-)saica con Dt 6,4-5 y Lv 19,18. Otros judíos también solían compendiar la ley de maneras parecidas (véase Str-B 1.907-08), pues consi(-)deraban las normas concretas (los 613 man(-)datos y prohibiciones de la Torá) como desa(-)rrollos de esos pasajes del AT. En Lv 19,18, sin embargo, «prójimo» significa los otros judíos; el sentido en que lo usa Pablo tiene, no obs(-)tante, una extensión mayor. 10. el amor es el cumplimiento de la ley: Aunque pueda parecer sólo una formulación abstracta de lo anterior, con esto Pablo enuncia su principio básico propio. Si Cristo es la «meta de la ley» (10,4), se puede decir que el «amor», que animaba to(-)da su existencia y su actividad soteriológica (8,35), es el cumplimiento de la ley. Se con(-)vierte en la norma para la conducta cristiana y, cuando se aplica adecuadamente, alcanza todo aquello que la ley representaba. Véase A. L. Bencze, NTS 20 (1973-74) 90-92.
121 11-14. Exhortación escatológica diri(-)gida a los cristianos de Roma: deben caer en la cuenta de que ya están viviendo en el eschaton, pues las dos eras se han encontrado (1 Cor10,11) . 11. momento crítico: El período de la existencia cristiana es kairos, un tiempo en que los cristianos están llamados a manifestar con sus actos que lo son y a comportarse co(-)mo corresponde. En otros lugares, Pablo utili(-)za en las exhortaciones morales una motiva(-)ción escatológica (1 Tes 5,6; 1 Cor 7,26.28-30); cf. Col 4,5; Ef 5,16. Aun cuando lo que Pablo dice en 11,25 acerca de la conversión de Israel podría dar a entender que la fase definitiva de la salvación es algo todavía perteneciente al futuro, el kairos ha empezado (con la muerte y resurrección de Cristo). Ahora es el momento de que los cristianos se apropien mediante su fe, «que se manifiesta mediante el amor» (Gál 5,6) , los efectos de cuanto en otro tiempo con(-)siguió para todos Cristo Jesús, despertéis del sueño: Véanse 1 Tes 5,6; 1 Cor 15,34; cf. Ef 5,14. la salvación está más cerca: La liberación escatológica de los cristianos como cumpli(-)miento de la prenda (2 Cor 1,22) o las primi(-)cias (Rom 8,23) ha sido garantizada por el Es(-)píritu que habita en ellos. Ahora está más cerca que cuando empezaron a creer en Cris(-)to. 12. la noche está muy avanzada: Pablo da a entender que el tiempo que separa a los cris(-)tianos de su destino escatológico no es dema(-)siado largo, despojémonos de las obras de las ti(-)nieblas: El contraste de día y noche, de luz y tinieblas, simboliza el bien y el mal, lo mismo que en 1 Tes 5,5-8 (cf. Ef 5,8-11). Estos pares se utilizan habitualmente en los escritos apo(-)calípticos judíos de la época, esp. en la LQ esenia (1QS 2,7; 3,20-4,1; lQM 15,9, «en las tinie(-)blas están todas sus obras», es decir, las obras de los hijos de las tinieblas que están domina(-)dos por el príncipe de los demonios, Belial). pongámonos la armadura de la luz: Los cristia(-)nos no pueden permitirse permanecer en la in(-)defensión de quienes duermen ligeros de ropa en un momento en que la situación requiere «armadura». Dicha armadura no se describe en este pasaje, pero sí en 1 Tes 5,8, como fe, caridad y esperanza; cf. Ef 6,15-17. 13. Lista de vicios que constituyen las «obras de las ti(-)nieblas» (véase el comentario a 1,28; - Teolo(-)gía paulina, 82:142). 14. revestios del Señor Je(-)sucristo: Que Cristo sea vuestra armadura. Mediante el bautismo, el cristiano ya se ha «revestido» de Cristo (Gál 3,27). Pero esa iden(-)tificación ontológica del cristiano con Cristo debe fructificar en la vida consciente de cada cual; a medida que uno se va haciendo cada vez más consciente de la identidad cristiana, ha de retirarse cada vez más del pecado. Tal actitud psicológica, una vez cultivada, domi(-)nará todos los deseos del Ego sometido al Pe(-)cado. Véase E. Lóvestam, Spiritual Wakefulness in the New Testament (Lund 1963).

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIII.

1 Subiection, and many other dueties wee owe to the Magistrates. 8 Loue is the fulfilling of the Law. 11 Gluttonie and drunkennes, and the workes of darkenesse, are out of season in the time of the Gospel.
1 Let euery soule bee subiect vnto the higher powers: For there is no power but of God. The powers that be, are [ Or, ordered.] ordeined of God.
2 Whosoeuer therefore resisteth the power, resisteth the ordinance of God: and they that resist, shall receiue to themselues damnation.
3 For rulers are not a terrour to good works, but to the euill. Wilt thou then not bee afraide of the power? doe that which is good, and thou shalt haue praise of the same.
4 For hee is the minister of God to thee for good: but if thou do that which is euill, be afraid: for he beareth not the sword in vaine: for he is the minister of God, a reuenger to execute wrath vpon him that doeth euill.
5 Wherfore ye must needs be subiect, not onely for wrath, but also for conscience sake.
6 For, for this cause pay you tribute

[Of loue.]

also: for they are Gods ministers, attending continually vpon this very thing.
7 Render therfore to all their dues, tribute to whom tribute is due, custome to whome custome, feare to whome feare, honour to whom honour.
8 Owe no man any thing, but to loue one another: for hee that loueth another hath fulfilled the Law.
9 For this, Thou shalt not commit adulterie, Thou shalt not kill, Thou shalt not steale, Thou shalt not beare false witnesse, Thou shalt not couet: and if there be any other commandement, it is briefly comprehended in this saying, namely, Thou shalt loue thy neighbour as thy selfe.
10 Loue worketh no ill to his neighbour, therefore loue is the fulfilling of the Law.
11 And that, knowing the time, that now it is high time to awake out of sleepe: for now is our saluation neerer then when we beleeued.
12 The night is farre spent, the day is at hand: let vs therefore cast off the workes of darkenesse, and let vs put on the armour of light.
13 Let vs walke [ Or, decently.] honestly as in the day, not in rioting and drunkennesse, not in chambring and wantonnes, not in strife and enuying.
14 But put yee on the Lord Iesus Christ, and make not prouision for the flesh, to fulfill the lusts thereof.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1-7. Ver 1Ti_2:1-2; Tit_3:1; 1Pe_2:13-17. Pablo afirma el origen divino del poder, siempre que sea legítimo y se ejerza para el bien.

9. Exo_20:13-17; Deu_5:17-21; Lev_19:18. Ver Mat_22:34-40; Gal_5:14; Stg_2:8.

12. Ver 2Co_6:7; Efe_6:11.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Reconocimiento de los tiempos

Así como Pablo comenzó esta sección sobre ética cristiana general, con un recordatorio de la nuevasituación en la que ahora viven los creyentes -ya no son más de este mundo (12:2)- así la concluye. Los creyentes deben conocer el tiempo presente: un tiempo en el que esperamos el inminente amanecer de el día (12), ese día del Señor Jesús que traerá nuestra salvación final. Como Pablo ha dejado ya en claro (5:9, 10), la salvación es un proceso que se completará sólo cuando hayamos sido librados del derramamiento de la ira de Dios en el último día (ver también Fil. 1:19; 2:12; 1 Tes. 5:9). Este día se acerca progresivamente a medida que la era presente se desarrolla, y retrospectivamente echa su luz sobre nuestro tiempo presente. De ahí su ruego de que andemos como aquellos que viven co mo de día (12b, 13), y de abstenernos de aquellas acciones que son características de las tinieblas, ese sistema del mundo opuesto a Dios. El v. 14 dice lo mismo en diferentes palabras: debemos rodearnos (vestirnos) del Señor Jesucristo en tal forma que todo lo que hagamos sea hecho a través de él y para él, y ni siquiera debemos pensar en aquellos deseos pecaminosos que provienen de este mundo pecador y caído (gr. sarx, carne, naturaleza pecaminosa; ver nota sobre 7:5).

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La venida de Cristo. Pablo termina su exhortación sobre la conducta del cristiano revistiéndola de toda la urgencia de quien está viviendo los últimos días de la historia. No es el tiempo como medida de los días y de los años a lo que se refiere, sino al «ahora» de la salvación que es oportunidad y urgencia. La conducta del cristiano es un dinamismo que empuja hacia la victoria futura y definitiva que vendrá con la «parusía» o «día del Señor». Pues bien, dice Pablo «que la noche está avanzada, el día se acerca» (12); por tanto, es hora de despertar, de despojarse de corrupciones nocturnas, de vestirse para el día y para la luz, y de prepararse para la batalla. Aquí la imagen se quiebra apuntando a lo inexpresable: el atuendo de combate y la armadura del cristiano será el mismo que venció a la muerte: «revístanse del Señor Jesucristo» (14).

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Jua 8:12; Efe 5:8-16; Efe 6:11; Efe 6:13-17; 1Ts 5:4-8; 1Jn 2:8.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a 1Co 7:29;b Efe 5:11;c 2Co 10:4; Efe 6:11;

d Efe 5:8; Flp 2:15

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_8:12+

[2] Efe_6:11+

NOTAS

13:12 «Despojémonos»: Var.: «Rechacemos».

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἀποβαλώμεθα Holmes ] ἀποθώμεθα WH Treg NA28 RP
  • ἐνδυσώμεθα δὲ WH Treg NA28 ] καὶ ἐνδυσώμεθα RP

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jua_8:12+

[2] Efe_6:11+

NOTAS

13:12 «Despojémonos»: Var.: «Rechacemos».

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 13.8 Gl 5.14; Stg 2.8.

[2] 13.9 Ex 20.13-17; Dt 5.17-21; cf. Mt 19.18 y paralelos.

[3] 13.9 Lv 19.18; Mt 22.37-40 y paralelos; Gl 5.14.

[4] 13.12 Ef 6.10-17.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

la Luz...Jua 12:46.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



A las OBRAS DE LAS TINIEBLAS opone Pablo no simplemente las obras, sino las ARMAS DE LA LUZ: correspondientes al carácter militar de la vida cristiana.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Ef 5:8 *1Tes 5:4 *1Cor 7:26

Torres Amat (1825)



[9] Lev 19, 18; Mat 22, 29.