Ver contexto
pues dice la Escritura: ¡Por mi vida!, dice el Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua bendecirá a Dios. (Romanos  14, 11) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario de Santo Toms de Aquino


CAPITULO 14
Lección 1: Romanos 14,1-14
Los débiles e imperfectos en la fe no deben ser desdeñados por los firmes y perfectos, porque Dios es el juez de todos. Por lo cual prohibe los juicios fuera de orden y escandalizar a los débiles.1. Pero al que es débil en la je acogedlo sin entrar en disputas sobre opiniones.2. Hay quien cree (poder) comer de todo, mientras el que es débil comerá hierbas.3. El que come no menosprecié al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios le ha acogido.4. ¿Quién eres tú para juzgar al siervo ajeno? Para su propio señor está en pie o cae. Será sostenido en pie, porque poderoso es el Señor para sostenerlo.5. Hay quien distingue entre día y día, y hay quien estima todos los días iguales. Cada quien abunde en su sentir.6. El que se preocupa por los días, por el Señor se preocupa; el que come, por el Señor come. Pero da gracias a Dios. Y el que no come, por el Señor no come, y da gracias a Dios.7. Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, como tampoco muere nadie para sí mismo.8. Porque si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos.9. Porque para eso Cristo murió y resucitó, para ser Señor de vivos y ¡muertos.10. Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú ¿por qué desprecias a tu hermano? En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo.11. Porque está escrito: ¡Vivo Yo!, dice el Señor, que ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua ensalzará a Dios.12. Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.13. Por lo tanto, dejemos de juzgarnos los unos a los otros.Habiendo mostrado el Apóstol de qué manera debe uno hacerse perfecto, aquí enseña de qué modo deben portarse los perfectos con los imperfectos. Y primero, que no deben escandalizarlos ni juzgarlos; luego, que deben sostenerlos: Los fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiies, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, prohibir los juicios fuera de orden; la segunda, prohibir el escandalizar a los débiles: Al contrario, juzgad mejor no causar al hermano tropiezo o escándalo (Rm 14,14). Acerca de lo primero hace tres cosas. Primero hace una admonición; segundo, la explica: Hay quien cree (poder) comer de todo, etc.; tercero, indica su razón: porque Dios le ha acogido. Acerca de lo primero débese considerar que en la primitiva 1glesia algunos de entre los Judíos convertidos a Cristo creían que las observancias legales debían guardarse júntamente con el Evangelio, como es patente en los Hechos, cap. XV. Y a éstos el Apóstol los llama débiles en la fe de Cristo, por no creer ellos todavía perfectamente que fuera suficiente para la salvación la fe de Cristo; y, en cambio, perfectos o firmes en la fe llama a quienes creían que la fe de Cristo debía guardarse sin las observancias legales. Y de unos y otros había algunos en Roma entre los fieles de Cristo. Así es que les habla el Apóstol a los perfectos en la fe, diciendo: Se os ha dicho que así es como debéis revestiros del Señor Jesucristo. Pero acoged, esto es, con afecto de caridad aceptad para soportarlo, al débil en la fe, como se ha expiicado, sobre lo cual se puede entender aquello del Libro de la Sabiduría (9,5): Yo soy siervo tuyo e hijo de tu esclava, hombre flaco, y de corta edad, y poco idóneo para entender el derecho y las leyes.-Seos mutuamente favorables, así como Cristo lo fue con vosotros (Rm 15,17). En cumplimiento del mandamiento socorre al pobre (Eccli 29,12). Y esto sin entrar en disputas sobre opiniones, esto es, sin disputar porque el uno piense contra el otro, como aquellos que por guardar las observancias legales juzgaban como trans-gresores a los que no las guardaban, y como los que, no guardándolas, desdeñaban como extraviados e ignorantes a quienes las guardaban. Con acusaciones o excusas recíprocas (Rm 2,15).En seguida, cuando dice: Hay quien cree, etc., explica lo que dijera. Y primero muestra quiénes son débiles en la fe; lo segundo, de qué clase son las disputas sobre opiniones que se deben evitar: el que come, etc. Acerca de lo primero se debe considerar que entre las distintas observancias legales una era la distinción de los alimentos, por algunos alimentos que estaban prohibidos en la Ley, como consta por el Levítico (4-8,10-12,13-20,23-31,41-43); y tal observancia había que guardarla o no día a día. Y por eso de esto hace especialmente mención el Apóstol, diciendo: Hay quien, entre vosotros, siendo perfecto en la fe, cree poder lícitamente comer de todo, por no considerarse obligado por las observancias legales. No lo que entra en la boca mancha al hombre (Mt 15,2). Todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada hay desecha ble, con tal que se tome con acción de gracias, etc. (I Tim 4,4). Pues en la antigua Ley se prohibían algunos alimentos, no porque por naturaleza fuesen inmundos. Porque así como en las palabras la de necio significa algo malo aun cuando esta palabra en sí sea buena, así también en las cosas, hay animales que siendo buenos por naturaleza expresan algo malo, como el puerco, que significa inmundicia. Y por eso se les prohibió a los antiguos el comer de esas carnes, para significar con el hecho de evitarlas el evitar la inmundicia. Porque la vida toda de aquel pueblo antiguo era figurativa, como dice Agustín en su libro contra Fausto. Pero habiendo venido Cristo, que es la realidad, cesaron las figuras. Y agrega en cuanto al débil: El que es débil comerá hierbas, como si dijera: Tomen de aquellos alimentos en los que no haya algo inmundo prohibido en la Ley. Porque en cada uno de los géneros de animales, o sea, los terrestres, los acuáticos y los volátiles, algunas clases de animales estaban permitidas y algunas prohibidas, pero tratándose de hierbas y árboles absolutamente nada estaba prohibido, como consta en el capítulo X¡ del Levítico. Y la razón de ello puede ser doble. La una, que los productos de la tierra le fueron permitidos desde un principio al hombre que comiera, según el Génesis (I,29): Ved que os he dado todas las hierbas, las cuales producen simientes sobre la tierra, y todos los árboles, los cuales tienen en sí mismos simiente de su especie, para que os sirvan de alimento a vosotros. Pero después del diluvio primeramente se lee que se le concedió al hombre el comer carne. Por lo cual, se dice en Génesis 9,3: Todo lo que tiene movimiento y vida os servirá de alimento, todas estas cosas os las entrego: toda clase de animales, por lo tanto. La otra razón es que habiendo transgredido el hombre en el Paraíso la primera prohibición, la de abstenerse de algunos frutos de la tierra, como se ve en el Génesis (3,3), no había por qué repetirle una prohibición semejante.Pero como las observancias legales cesaron con la pasión de Cristo, parece que de manera inconveniente les permite el Apóstol a los débiles en la fe abstenerse de los alimentos prohibidos en la Ley, cosa que ahora no les consiente a los cristianos la 1glesia.Pero hay que distinguir un triple tiempo, según Agustín, en cuanto a las observancias legales. De los cuales el primero es el tiempo anterior a la Pasión de Cristo, en el cual las observancias legales retenían su fuerza como todavía vigentes. El segundo tiempo es después de la Pasión de Cristo y antes de la divulgación del Evangelio, en el cual las observancias legales habían muerto, porque nadie estaba obligado a ellas, ni siendo guardadas aprovechaban en algo a nadie, y sin embargo aún no eran mortíferas, porque sin pecado podían guardarlas los Judíos convertidos a Cristo, y en cuanto a este tiempo habla aquí el Apóstol. Y el tercer tiempo es después de la divulgación del Evangelio, en el cual las observancias legales no sólo están muertas, sino que son mortíferas, de modo que quien las guarde peca mortalmente. Mas esto se explica también de otra manera en la Glosa, diciendo que el débil está inclinado a incurrir en los vicios carnales, y que a éste hay que aconsejarle que coma hierbas, esto es, ligeros y enjutos alimentos que no fomentan los vicios y que se abstenga de los que excitan la libido. Pero que el otro que es más fuerte cree poder comer de todos los alimentos sin peligro. Y esta diferencia se presenta entre los discípulos de Cristo, que no ayunaban por estar confortados con la presencia de Cristo, y los discípulos de Juan Bautista que sí ayunaban (Mt 9,14-15). De aquí también que haciendo penitencia se abstienen de algunos alimentos no por inmundicia de éstos sino para refrenar la concupiscencia.En seguida, cuando dice: El que come, etc., explica de qué manera deben ser evitadas las disputas sobre opiniones. Y primero en cuanto a los perfectos, diciendo: El que come de todo, es claro que con segura conciencia, o también sin peligro de libido, que no menosprecie al que no come indistintamente de todo como débil en la fe o por inclinado a los vicios. ¡Ay de ti que saqueasi ¿No serás tú también saqueado? Y tú que desprecias ¿no serás también despreciado? (Is 33-1). Quien a vosotros desprecia a Mí me desprecia (Lc 10,16). Segundo, habla en cuanto a los débiles, diciendo: y el que no come indistintamente de todo, o bien porque es débil en la fe, de lo cual habla el Apóstol, o también porque se siente inclinado a la libido, no juzgue al que come indistintamente de todo, como si fuera un transgresor de la Ley o como si se precipitara en la libido. No juzguéis y no seréis juzgados (Mt 7,1). No tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas, al juzgar (Rm 2,1).En seguida, cuando dice: Porque Dios le ha escogido, etc., da tres razones por las que debemos abstenernos de los falsos juicios. La segunda la expresa así: para su propio Señor, etc.; la tercera, así: Pero tú, que juzgas, etc. La primera razón está tomada de la autoridad del que juzga. De aquí que primero muestra que este cuidado le compete a Dios. Luego, concluye que el juicio no les corresponde a los hombres: ¿Quién eres tú?, etc. Así es que primero dice: Rectamente se ha dicho que el que no come no juzgue al que come. Porque Dios le ha acogido como siervo que El mismo ha de juzgar. Me labré dos cayados (ZHch 2,7), esto es, dos pueblos. Me sacó de las profundas aguas (Sal 1 7, i 7). Y aquel que es tomado para juicio del superior no debe ser juzgado por el inferior. Y por eso concluye: ¿Quién eres tú, o sea, qué autoridad o poder tienes, para juzgar al siervo ajeno?, esto es, a tu prójimo, que es siervo de Dios? Porque se requiere la autoridad en el que juzga, según Éxodo 2,14: ¿Quién te ha constituido príncipe y juez sobre nosotros? Y Lucas 12,14: 1Quién me ha constituido sobre vosotros juez o partidor?Pero de esta razón se sigue que parece que el juicio de un hombre por otro hombre es ilícito. Pero débese decir que el juicio del hombre es lícito tanto cuanto obre por autoridad divinamente otorgada. De aquí que se dice en el Deuteronomio (I,16): Oídlos y haced justicia. Y luego agrega: porque vosotros sois jueces en lugar de Dios, o sea, que se obra con divina autoridad. Porque si alguien quiere usurpar para sí el derecho de juzgar sobre cosas para las que no se le ha concedido divinamente, su juicio es temerario, como si un juez delegado del Papa quisiera en un juicio traspasar los límites del mandato. Y Dios se reservó para sí solo el juzgar sobre las cosas ocultas, que principalmente son los deseos del corazón y el futuro. Por lo cual si alguien trata de juzgar sobre estas cosas, su juicio es temerario.. De aquí que dice Agustín (De Sermone Domini in monte): En estas dos cosas el juicio es temerario, por no conocerse la intención con que algo se hace y por no-saberse cómo será el futuro que por ahora aparece' como bueno o como malo.En seguida, cuando dice: Para su propio señor está: en pie o cae, etc., indica la segunda razón, la cual se' toma del confín del mérito o demérito. Porque puede alguien decir que aun cuando el hombre no tenga autoridad judicial, sin embargo puede entrometerse en el juicio de otro en atención al daño o al fruto que de allí provendría; pero el Apóstol enseña que esto pertenece más a Dios que a los hombres. Y así también por esto debemos dejarle a Dios el juzgar a los prójimos, si no es en cuanto fungimos en su lugar para juzgar por autoridad que se nos haya encomendado. Acerca de esto hace tres cosas. Primero enuncia su tesis. Segundo, la ejemplifica: Hay quien distingue entre día y día; lo tercero, la demuestra: el que se preocupa por los días, etc. Acerca de lo primero asienta dos cosas. La primera, que cualquier cosa que ocurra acerca del hombre, a Dios le pertenece, diciendo: para su propio señor está en pie, es claro que obrando rectamente (En tus atrios descansarán nuestros pies, ¡oh Jerusalénh Salmo 121,2), o cae, pecando (La casa de 1srael cayó, y no volverá más a levantarse: Amos 5,1). Ahora bien, usa de la disyuntiva está en pie o cae, en atención a la incertidumbre, porque se ha visto a muchos que están en pie caer, y a la inversa, conforme al Eclesiastés 8,10: Vi los entierros de los impíos; los cuales aun mientras vivían residían en el lugar santo y eran alabados en la ciudad como de buenas costumbres. Habla aquí el Apóstol valiéndose del ejemplo del siervo a cuyo señor pertenece cuanto sea relativo al siervo. Tampoco se debe entender que en algo aproveche Dios o se perjudique por el hecho de que el hombre esté en pie o caiga. Porque se dice en Job 35,6-7: Si pecares ¿qué daño le harás? Si obrares bien, ¿qué es lo que le das? Pero en cuanto a los hombres, lo que hacemos con rectitud, mira a la gloria de Dios. Que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Y, en cambio, que caigamos pecando es para los hombres una ocasión de blasfemar de Dios. El nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los gentiles (Rm 2,24). O bien el para su propio señor está en pie o cae se debe entender que en el juicio de su Señor. El que me juzga es el Señor (1Co 4,4).Lo segundo que asienta es que a Dios le pertenece el juzgar el estado del hombre, diciendo: Será sostenido en pie, como si dijera: Aun cuando alguien caiga ahora por el pecado, sin embargo puede ser que de nuevo sea sostenido en pie. Y esto del todo se cumple si es él un predestinado. Mas ¿por qué el que duerme no ha de volver a levantarse? (Sal 40,9). No tienes que holgarte de mi ruina, ¡oh tú, enemiga mía!, que volveré a levantarme (Miq 7,8). Y por esto, si viéramos a alguien claramente caído, no debemos despreciarlo, juzgando temerariamente que jamás se levantará, sino que más bien debemos conjeturar que de nuevo se levantará no en atención a la humana condición sino al poder divino. De aquí que cuando dice: Poderoso es el Señor para sostenerlo, por su bondad debemos conjeturar que de nuevo lo pondrá en pie (Y entró en mí el espíritu, y me puso sobre mis pies: Ez 3,24), como también arriba se dijo: Si no permanecieren en la incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para de nuevo injertarlos (Rm 1 1,23).En seguida, cuando dice: Hay quien distingue, etc., ejemplifica lo dicho. Y primero hace ver la diversidad del juicio humano, diciendo: Por esto digo que para su propio señor está en pie o cae. Y hay quien distingue entre día y día, esto es, juzga de distinta manera un día de otro, para abstenerse un día y otro no. Lo cual se ve que corresponde al débil en la fe, que juzga que todavía deben guardarse las observancias legales. Porque se dice en el Levítico 16,29-3 1: En el mes séptimo, a los diez días del mes, se hará la expiación y habéis de hacer penitencia con tal culto. Y en Judit 8,5-6 se dice que ayunaba elia todos los días de su vida excepto los sábados y las neomenias y las fiestas de la casa de 1srael. Y hay otros que juzgan que no hay por qué observar ningún día las ceremonias de fa Ley, que ya cesaron. Por lo cual se ve que esto es propio del perfecto en la fe. Todos los días te bendeciré (Sal 144,2). Puede también esto referirse a las abstinencias que se hacen con el fin de refrenar la libido, abstinencias que algunos observan todos los días, por ejemplo quienes a perpetuidad se abstienen de las carnes o ayunan, mientras otros, en días intercalados se abstienen, e interrumpen la abstinencia, según el Eclesiastés 3,1: Todas las cosas tienen su tiempo.Lo segundo que muestra es que todo esto puede pertenecer a la gloria de Dios, diciendo: Cada quien abunde en su sentir, esto es, aténgase a su propio sentir. Porque abundar uno en su sentir es seguirlo. Dios creó desde el principio al hombre y dejóle en manos de su consejo (Eccli 15,14). O bien, en su sentir, esto es, según su sentir trate de abundar para la gloria de Dios, conforme a 1Co 14,12: Procurad tenerlos abundantemente para edificación de la 1glesia. Pero esto es claro que tiene lugar en las cosas que de suyo no son malas. Porque en las cosas que de suyo son malas no debe el hombre abandonarse a su propio sentir.Objeción.-Que alguien distinga entre día y día parece ser de suyo malo, según la primera exposición. Porque se dice en Gálatas 4,10-1 1: Mantenéis la observancia de días, y meses, y tiempos, y años. Tengo miedo de vosotros, no sea que en vano me haya afanado con vosotros. Y esto se dice allí a la letra de aquellos que dijeron que se debían guardar los días conforme a las observancias legales.Respuesta.-Pero se debe decir que el Apóstol habla acá conforme al tiempo aquel en que a los Judíos convertidos a la Fe les era lícito observar las ceremonias de la Ley, como ya se dijo.Objeción. En cuanto a la segunda exposición es claro que resulta ilícito lo que dice: Y hay quien estima todos los días iguales. Porque hay algunos días en los que no es lícito ayunar. Porque dice Agustín en la epístola a Casulano: Cualquiera que juzgue que el ayuno se debe decretar para el día domingo, como algunos guardan el ayuno sabático, no sería con poco escándalo de la 1glesia, no sin causa. Porque los días para los que nada cierto ha establecido ni la 1glesia ni la Escritura, la costumbre del pueblo de Dios y las instituciones de los mayores débense tener como ley. Y en los Decretos se dice (Div XXX): Si algún presbítero por pública penitencia bien acogida por un sacerdote sin necesidad ayunare en día domingo por un sentimiento supersticioso, como los Maniqueos, sea anatema.Respuesta. Pero se debe entender que aquí habla el Apóstol en cuanto a aquellas abstinencias que en cualquier día pueden hacerse lícitamente sin contrariar la costumbre común ni lo establecido por los mayores.En seguida, cuando dice: El que se preocupa por los días, etc., prueba su propósito: que cada uno para su Señor esté en pie o caiga: y esto triplemente. Lo primero, por un acto de los fieles; lo segundo por la intención de ellos: Porque ninguno de vosotros, etc.; lo tercero, por su condición: Porque si vivimos y si morimos, etc. Así es que primero prueba de qué modo cada uno de los fieles está en pie para su Señor o cae, por el hecho de que de todas las cosas que hace conforme a su conciencia da gracias a Dios. Por lo cual dice: E! que se preocupa por los días, es claro que para abstenerse un día e interrumpir; otro día la abstinencia, por el Señor se preocupa, esto es, hace la distinción de alimentos por reverencia a Dios, así como también nosotros distinguimos las vigilias de los días de fiesta en las que ayunamos, de los días festivos en que estamos libres del ayuno por reverencia a Dios. ¿De dónde viene que un día se prefiere a otro, y la luz de un día a la luz del otro? (Éccli 33,7).En seguida se habla en cuanto a aquellos que juzgan todos los días iguales, para los que no había ayuno ni un día, como se dice (Mt 9,14-15) que los discípulos de Cristo no ayunaban. Por lo cual dice: Y el que come, es claro que cualquier día, por el Señor come, esto es, para la gloria del Señor, lo cual es evidente porque da gracias a Dios por el alimento que toma. Prohiben el uso de manjares que Dios hizo para que con acción de gracias los tomen los que creen (I Tim 4,3). Los pobres comerán y quedarán saciados (Sal 21,27). Y luego en cuanto al que de tal manera estima cada día que se abstiene todos los días, agrega: Y el que no come, esto es, que guarda la abstinencia todos los días, para gloria del Señor no come. Lo cual es evidente por el hecho de que da gracias a Dios que le dio la voluntad y la fuerza de abstenerse. En todo dad gracias (I Tes 5,18). Pero lo que aquí dice el Apóstol de los que en todo día o bien se abstenían o no se abstenían, débese entender en cuanto a aquel tiempo en que tal cosa no era contraria a lo establecido por los mayores ni a la común costumbre del pueblo de Dios.En seguida, cuando dice: Porque ninguno de vosotros vive para sí mismo, etc., prueba lo mismo por la intención de los fieles. Y primero excluye toda desordenada intención, diciendo: Rectamente digo que cada quien para su propio Señor está en pie o cae. Ninguno de nosotros vive para sí mismo o bien con vida natural o bien con vida espiritual, de la cual dice Habacuc (2,4): Mi justo de la fe vive; para sí mismo, esto es, por sí mismo, porque esto sería gozarse consigo mismo (No buscando mi propio provecho: 1Co 10,33; No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria: Sal 113 B,1); o bien para sí mismo, esto es, conforme a su propia regla, como los que dicen (Sab 2,11): Sea nuestra fuerza la ley de la justicia; o bien para sí mismo, esto es, por su propio Juicio (Pero tampoco me juzgo a mí mismo: 1Co 4,3). Como tampoco muere nadie, ni con muerte corporal ni con muerte espiritual pecando, o también con muerte espiritual con la que se muere a los vicios como en el bautismo, según aquello de Romanos 6,7: El que murió, justificado está del pecado; o bien, para sí mismo, esto es, por su propio juicio, o bien por sí mismo o a su propio ejemplo; sino que a ejemplo de Cristo muere uno a los vicios. Romanos 6,10: La muerte que El murió la murió al pecado una vez para siempre; y adelante: Así también vosotros teneos por muertos al pecado (Rm 6,2). Lo segundo es mostrar cuál debe ser la recta intención de los fieles, diciendo: Porque si vivimos, con vida corporal, para el Señor vivimos, esto es, para la gloria del Señor, y si morimos con muerte corporal, para el Señor morimos, esto, a la honra del Señor. Cristo será enaltecido en mi cuerpo, sea por vida, sea por muerte (Fil 1,20). O bien si se aplica el ya vivamos, ya muramos, a la vida y a la muerte espiritual, hay que explicar que dice que para el Señor, esto es, para el juicio del Señor, que por Dios ha sido constituido juez de vivos y muertos, como se asienta en los Hechos (10,42).En seguida, cuando dice: Porque si vivimos, etc., muestra el propósito por la condición de los fieles. Y -primero deduce de las premisas la condición de los fieles, que no son de sí mismos, sino de otro. Porque los que son de sí mismos, como los hombres libres, para sí mismos viven y para sí mismos mueren. Y como está dicho que los fieles ni viven ni mueren para sí mismos, sino para el Señor, concluye de esta manera: Ya vivamos, ya muramos, del Señor somos, como siervos de quien tiene poder de vida y de muerte. Comprados habéis sido por un precio; no os hagáis esclavos de los hombres (1Co 7,23). Porque fuisteis comprados por un precio grande (1Co 6,20). Tuyos somos ¡oh David! y contigo estamos ¡oh hi¡o de 1saí! (I Paral 12,18). Luego, señala la causa de tal condición, diciendo: Porque para eso Cristo murió y resucitó, esto es, que con su muerte y resurrección obtuvo ser Señor de vivos, por haber resucitado, incoando una vida nueva y perpetua; y de muertos, porque muriendo destruyó nuestra muerte. Y si por todos murió, es para que los vivos no vivan ya para sí mismos, sino para Aquel que por ellos murió y resucitó (1Co 5,15). Así es que por todo lo dicho el Apóstol probó que cada quien para su Señor está en pie o cae, por el hecho de que los fieles dan gracias a Dios, y porque para el Señor viven y mueren, y porque del Señor son tanto en vida como en muerte.En seguida, cuando dice: Pero tú ¿por qué ¡uzgas?, etc., indica la tercera razón, tomada del juicio futuro. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, señalar la inutilidad del presente juicio, diciendo: Pero tú ¿por qué juzgas, etc., esto es, con qué utilidad o necesidad juzgas, a tu hermano, temerariamente de cosas ocultas que no están encomendadas a tu juicio? O tú, otro que serás juzgado, ¿por qué desprecias a tu hermano, teniendo en nada el ser juzgado por eso? ¿Por qué desdeña cada uno de nosotros a su hermano? (Malaq 2,10). La segunda, anunciar el futuro juicio de Cristo, como si dijera: Con razón pregunto por qué juzgas, porque no debes temer que algo se quede sin juicio. En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo. Porque se llama tribunal de Cristo su potestad judicial, como también se dice en Mateo 25,3 1: Cuando el Hijo del Hombre vuelva en su gloría, acompañado de todos sus ángeles, se sentará sobre su trono de gloria. Ahora bien, dice: todos hemos de comparecer, para ser juzgados, tanto los buenos como los malos, para remuneración o castigo. Todos hemos de ser manifestados ante el tribuna! de Cristo, a fin de que en el cuerpo reciba cada uno según lo bueno o lo malo que haya hecho (2Co 5,10). Pero en cuanto al atento examen, no todos comparecerán para ser juzgados, sino que algunos sentaránse también como jueces. Os sentaréis, vosotros también, sobre doce tronos, y juzgaréis a las doce tribus de 1srael (Mt 19,28). La tercera, probando lo que dijera: Porque está escrito, etc. Y primero invoca la autoridad; luego, infiere la conclusión: Así pues, cada uno de nosotros, etc.Así es que primero dice: Se ha dicho que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, y esto consta por la autoridad de la Sagrada Escritura. Porque escrito está: Por mi vida, dice el Señor: ante Mí se doblará toda rodilla y toda lengua alabará a Dios (Is 45,23-24). Nuestra letra dice así: Por Mí mismo he jurado que ante Mí se doblará toda rodilla y jurará toda lengua. Ahora bien, tres cosas hay en estas palabras. La primera es el juramento que a veces se incluye en las palabras de Dios para indicar que es firme lo que dice, que es inmutable el divino consejo, que no es mudable como las cosas que se anuncian conforme a las causas inferiores, como profecía conminatoria. Por lo cual se dice en el Salmo 109,4: Juró el Señor, y no se arrepentirá. Los hombres, en cambio, como dice el Apóstol (Hebr 6,13), juran por algo superior a sí mismos. Y como Dios no tiene superior en el cual radique una mayor firmeza de la verdad, por Sí mismo jura. Porque El mismo es la vida misma y la fuente de la vida, según aquello del Deuteronomio (30,20): El mismo es tu vida y el que ha de darte larga vida, etc. Y en el Salmo 35,10, leemos: En Ti está la fuente de la vida; y por eso la fórmula del juramento del Señor es: Por mi vida, como si dijera: Juro por la vida que Yo de manera singular vivo.La segunda es el anuncio de la sujeción de todas las creaturas a Cristo, diciendo: Que ante Mí, ante Cristo, se doblará toda rodilla. Con lo cual se indica la perfecta sujeción de la creatura racional a Cristo. Porque suelen los hombres doblar la rodilla en señal de sujeción a los superiores. Por lo cual se dice en Filipenses 2,10: Al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno.La tercera es el anuncio de la confesión de fe por la cual todos ensalzarán la gloria de Cristo. Por lo cual continúa: Y toda lengua ensalzará a Dios, o sea, confesarán que Cristo es el Señor, según aquello de Filipenses 2,1 1: Y toda lengua confiese que nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Porque por toda lengua se puede entender la expresión del conocimiento ora de los hombres, ora de los ángeles, según 1Co 13,1: Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, etc. Ahora bien, esto se cumple ahora en esta vida, no en cuanto a cada uno de ios hombres, sino en cuanto a un linaje de gentes. Porque de cierto linaje de hombres algunos se le sujetan ahora a Cristo y lo confiesan por la fe; pero en el juicio futuro todos y cada uno se le sujetarán, los buenos voluntariamente, y a la fuerza los malos. Por lo cual se dice en Hebreos 2,8: Al someter a El todas las cosas nada dejó que no !e hubiera sometido. Al presente, empero, no vemos todavía sujetas a El todas las cosas. En seguida, cuando dice: Así pues, cada uno de nosotros, infiere de lo dicho la conclusión. Y primero la conclusión que sola se desprende de lo que acaba de decir: Así pues, siendo que ante Cristo se doblará toda rodilla, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios, ante el tribunal de Cristo. De toda palabra ociosa que se diga se deberá dar cuenta en el día del juicio (Mt 12,36). Y en Mateo 18,23, leemos: El reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajusta r cuentas con sus siervos.Objeción.-Pero parece que no rendirá cuentas cada uno de sí mismo, sino uno por otro. Obedeced a vuestros prepósitos y sujetaos, porque velan como quienes han de dar cuenta de vuestras almas.Respuesta.-Pero débese decir que precisamente al rendir cuentas los prelados acerca de sus subditos, darán razón de la conducta que deberían haber observado para con ellos. Porque si hicieron lo que correspondía a su cargo nada se les imputará si sus subditos perecen. Y serán culpables si dejan de hacer lo que su cargo requería. Por lo cual se dice en Ezequiel 33,8-9:Si cuando Yo digo al impío: 1mpío, tú morirás de mala muerte, no hablares al impío para que se aparte de su mala vida, morirá el impío por su iniquidad; pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Mas si amonestando tú al impío para que se convierta, no dejare él su mala vida, morirá el impío por su iniquidad, pero tu alma no será responsable de su muerte. Segundo, infiere la conclusión que principalmente se desprende de toda la parte precedente, diciendo: Por lo tanto, dejemos de juzgarnos los unos a los otros, es claro que con juicio temerario, lo cual está implícito en las razones predichas. No juzguéis nada antes de tiempo, etc. (1Co 4,5).

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 14

II. «DéBILES» Y «FUERTES» EN UNA MISMA IGLESIA (14,1-15,13)

1. ¡NO JUZGUéIS! (Rm/14/01-12)

1 Acoged benignamente al que es débil en la fe, sin criticar opiniones. 2 Hay quien cree que puede comer de todo; mientras que el débil solamente come verduras. 3 El que come de todo, no trate con desdén al que se abstiene de algo; y el que se abstiene de algo, no condene al que come de todo, ya que Dios lo acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Si está de pie o caído, eso es cosa de su propio señor. Pero ya se mantendrá en pie; que el Señor tiene poder para mantenerlo así.

En la comunidad cristiana de Roma había tensiones entre diversos grupos. Si en las partes precedentes de la carta ha quedado perfectamente clara la existencia de judeo-cristianos y de cristianos procedentes del gentilismo en la misma comunidad, ahora habla Pablo de los «débiles» y de los «fuertes» que se oponen entre sí. No cabe duda que tal designación parte de la postura de los llamados «fuertes», los cuales en determinadas cuestiones adoptan un punto de vista liberal. Entienden su libertad, la que Jesucristo les ha confirmado, como un derecho pleno que procuran realizar en su conducta a plena luz y hasta en oposición con la mentalidad de otros cristianos. La unidad de la Iglesia corría peligro, por cuanto que unos intentaban imponer su libertad de forma ostentosa, mientras que otros emitían contra ellos un juicio condenatorio aferrándose firmemente a sus tradiciones.

En la práctica se trataba de si, como cristianos se podía «comer de todo», sin indagar por ejemplo si eran viandas o bebidas que hubiesen sido ofrecidas en sacrificio o libación de los cultos paganos. Esta debió de ser, sin duda, la razón de la conducta reservada de ciertos cristianos en los banquetes comunitarios45. A fin de no hacerse culpables por descuido, tales cristianos evitaban el consumo de carnes no comiendo más que «verduras» (v. 2). Sin discutir en modo alguno la libertad cristiana, Pablo empieza por exhortar a los «fuertes» a que no sean orgullosos. Inmediatamente advierte a quienes se someten a tales limitaciones para que no juzguen a los de mentalidad liberal y a que no los condenen como impíos. De cara a los «débiles», Pablo agrega que Dios «acogió» como suyo a aquel a quien ellos están dispuestos a condenar con argumentos morales y teológicos. Juzgar es cosa que compete a Dios. El «débil» irrumpirá en la función judicial divina, lo que para Pablo resulta arriesgado por el mero hecho de que corresponde a Dios el poder de levantar al «criado», incluso aunque éste haya caído.

...............

46. En 1Co_8:1-13 y 10,14 33 se supone una situación parecida. En la comunidad de Corinto había cristianos entusiastas que confiaban más de lo debido en su «conocimiento». Por el hecho de proclamar de forma ruidosa y provocante su «todo está permitido» (10,23), posponían el amor y la consideración debidos a los «débiles» (8,7.9-l2). Al escribir Rom 14, Pablo tenía probablemente ante los ojos las experiencias vividas en la comunidad de Corinto.

...............

5 Hay quien da más importancia a un día que a otro; en tanto que otro estima que todos los días son iguales. Que, en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción. 6 El que siente interés por tal día, lo hace para el Señor; y el que come de todo, lo hace para el Señor, pues da gracias a Dios; y el que se abstiene de algo, lo hace para el Señor, y también da gracias a Dios. 7 En efecto, ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. 8 Pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Tanto, pues, si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. 9 Porque para esto Cristo murió y retornó a la vida, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.

Además de los problemas de la comida, había otros puntos en los que se ponían de manifiesto las diferencias entre los dos grupos. El grupo de los «débiles» observaba determinados días, como podrían ser los correspondientes al sábado y a los días de ayuno, de acuerdo con la ley judía. Pero Pablo no dice taxativamente que se trate de un uso judío y ni siquiera que fueran judeo-cristianos quienes establecían tales diferencias. Diversos indicios parecen justificar esta opinión (cf. especialmente 15,8s). Hay que pensar sobre todo que unas tendencias de inspiración pagana difícilmente habrían merecido de Pablo tanta atención como los usos judíos, por cuanto en el fondo no ponían en peligro la libertad cristiana.

Pablo exige de ambos grupos la mutua tolerancia. Sólo que «en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción»; así también será posible la mutua armonía. La convicción de cada uno es una convicción de fe, en cuanto que todo acontece «para el Señor». Para Pablo el argumento decisivo está en que cada uno da gracias a Dios con su conducta. Con tal que todos mantengan orientada hacia el Señor su existencia y la desarrollen siempre en ese sentido, la unidad de la Iglesia estará asegurada. La muerte y resurrección de Cristo alcanzarán su objetivo si él es el Señor de su comunidad. Como tal quiere Jesús ser reconocido por todos, por los «débiles» y por los «fuertes».

Los versículos 7-9 presentan una conexión especial dentro de la sección, tanto por la forma de himno que presentan como por el emparejamiento de la vida y la muerte. La forma «nosotros», empleada aquí por primera vez, da a estos versículos un carácter de profesión de fe. Evidentemente Pablo ha adoptado aquí un texto litúrgico, para expresar así el destino hacia Cristo que comprende a todos los miembros de la comunidad.

10 Pero tú, ¿por qué te eriges en juez de tu hermano? O también tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? ¡Todos compareceremos ante el tribunal de Dios! 11 Porque escrito está: «¡Vivo yo! -dice el Señor-: ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua dará gloria a Dios» (Isa_45:23). 12 Por consiguiente, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.

Pablo alude a la pregunta retórica del v. 4. Puesto que todos se encuentran por igual bajo el mismo Señor, el juicio entre hermanos es imposible de raíz. Los cristianos deben comportarse siempre como hermanos unos de otros. Todo juicio queda reservado a Dios, ante cuyo tribunal hemos de comparecer alguna vez. Esta referencia al juicio futuro la subraya Pablo con una cita de Isa_45:23.

2. ¡NO DEIS ESCÁNDALO A NADIE! (Rm/14/13-23)

13 Por lo tanto, no nos constituyamos ya más en jueces unos de otros; al contrario, esto es más bien lo que habéis de juzgar: no poner a vuestro hermano tropiezo o motivo de caída. 14 Sé y estoy plenamente persuadido en el Señor Jesús de que nada es, de suyo, impuro. Pero si uno considera que una cosa es impura, es impura para él. 15 Y si por tomar tú tal clase de alimento, tu hermano se contrista, ya no procedes en conformidad con el amor. Deja de causar, por tu comida, la ruina de aquel por quien Cristo murió. 16 Que no sirva, por lo tanto, de maledicencia vuestro bien. 17 Que el reino de Dios no consiste en tal clase de comida o de bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Quien sirve a Cristo de este modo, es agradable a Dios y recibe aprobación de los hombres.

La presente exhortación se dirige de modo especial a los «fuertes». Los cristianos no deben escandalizarse unos a otros. Deben más bien pensar que el otro se siente ligado por su conciencia. Aunque con pleno derecho cristiano puede decirse que «nada es, de suyo, impuro», y que por lo mismo las distinciones cúlticas entre lo puro y lo impuro han sido eliminadas por Cristo, ello no debe convertirse en escándalo para el hermano que, pese a todo, y en razón de sus ideas tradicionales, tiene algunas cosas por impuras. El «fuerte» no debe exhibir su fortaleza contra los «débiles». Pues, con ello sacrificaría el amor. No puede esperar sin más que con el hecho de provocarle el otro vaya a alcanzar un mejor conocimiento. La última razón que aduce el Apóstol es la entrega que Jesús hizo de su vida: Cristo ha muerto por todos, incluso por quienes son de conciencia estrecha. De ahí que, por razón de Cristo, no les esté permitido a los «fuertes» apartar con su conducta a los «débiles» de la obra salvadora de Jesús. El «fuerte» debe evitar todo aquello que «contrista» al hermano.

En el fondo se trata de solucionar el problema que Pablo se plantea, no de un tema central del Evangelio. Así lo da a entender con bastante claridad: el reino de Dios es algo bien distinto como para poder alcanzarlo por el camino de tales discrepancias de opinión acerca de la licitud de los manjares y bebidas. Pese a lo cual, esta cuestión práctica en la vida de una comunidad tiene su importancia de cara a la causa auténtica del cristianismo. El «reino de Dios» no es una realidad alejada del mundo y puramente transcendente por encima de nuestra existencia. El «reino de Dios» ha irrumpido ya ahora y está en marcha como «justicia, paz y gozo». Se manifiesta sobre todo como una realidad ya presente en el testimonio comunitario de fe y de amor.

Con lo dicho se comprende también la severidad con que Jesús se pronunció contra quienes dan escándalo47. La pretendida superioridad farisaica del ilustrado constituye un impedimento para la causa de Jesús, que consiste precisamente en la acogida amorosa de los débiles y de los pequeños.

...............

41. Cf. Mar_9:42; Mat_18:6; Lc 17,1s. La palabra amenazadora de Jesús contra los provocadores del escándalo requiere tal vez una situación parecida a la que supone la amonestación de Pablo en Rom_14:13b, a saber, ciertas tensiones en el seno de la comunidad de Jesús. Por ello, no parece que debamos excluir el que tanto la palabra de Jesús que nos han conservado los evangelios sinópticos como la amonestación paulina coincidan desde el punto de vista de la historia de la tradición.

...............

19 Por consiguiente, vayamos tras lo concerniente a la paz y tras lo que respecta al mutuo desarrollo común. 20 No destruyas, por cuestión de una clase de comida, la obra de Dios. Todo es puro, desde luego; pero resulta malo para quien, al comerlo, es con ello causa de tropiezo. 21 Bueno es no comer carne ni beber vino ni hacer nada en que pueda tropezar tu hermano. 22 La convicción de fe que tú tienes, tenla para ti delante de Dios. Dichoso aquel que no se siente culpable en las resoluciones que toma. 23 Pero el que, permaneciendo en sus dudas, come de algo, ya se ha hecho culpable, porque no actúa con convicción de fe. Pues todo cuanto se hace sin convicción de fe, es pecado.

El Apóstol vuelve a hablar de modo particular sobre los «fuertes» de la comunidad. Su conducta tiene que contribuir a la edificación de la comunidad y no a su propia satisfacción. En el v. 20 repite Pablo la idea del versículo 15. Norma de conducta es la salvación del hermano. En el caso extremo el miramiento tiene que llegar incluso a renunciar por completo al consumo de carne y de vino, con tal de evitar el escándalo. El «fuerte» renuncia con ello al ejercicio de su libertad, aunque no a la libertad misma. La libertad es un bien inalienable, que se alcanza y conserva con la fe en Jesús.

El presente pasaje demuestra claramente que, en su predicación, Pablo no pasa por alto la salvación del individuo. El tema central de su predicación es la «nueva creación» en Cristo como salvación escatológica para todos los hombres. En el presente hay que hacer siempre todo aquello que puede sostener y llevar a su objetivo la salvación que ha abierto camino en los creyentes. Y eso es precisamente lo que el «fuerte» debe tener en cuenta, el fuerte que no se preocupa por la salvaguarda de la salvación individual, sino que -tal vez como el Apóstol- entiende la acción salvadora de Jesús como un acontecimiento universal que penetra y transforma el mundo. Son precisamente estos contenidos universales del Evangelio los que hay que defender de acuerdo con su importancia. Pero se daña a la causa del Evangelio cuando negligentemente hacemos de las convicciones subjetivas contenidos objetivos del Evangelio. Lo que el cristiano reconoce y entiende por la fe, tiene que volver a confrontarlo una y otra vez con el centro del Evangelio.



Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



122 (B) Los fuertes están obligados a la caridad con los débiles (14,1-15,13). La segunda parte de la sección parenética se ocupa de manera inmediata de cuestiones menores tales como el consumo de carne y la observancia de los días santos. Pero más fundamentalmente trata el viejísimo problema de la relación entre la conciencia escrupulosa y la bien informada, o entre la conservadora y la progresista. Pablo parece haber oído algo acerca de la Iglesia romana, y en esta parte de Rom aborda un problema local (-6 supra). Sin embargo, lo trata sólo en términos genéri(-)cos, probablemente debido a que no conoce a fondo esta Iglesia. Aunque dicho problema en sí mismo carece de importancia, brinda a Pa(-)blo la oportunidad de formular principios pru(-)dentes basados en la convicción (14,1.22.23), el amor (14,15), el ejemplo de Cristo (14,9.15; 15,3.7-8) y la lealtad del cristiano a él (15,13). El análisis de Pablo termina con un llama(-)miento a la unidad basado en ideas importan(-)tes de la sección doctrinal.
1. acoged al que es débil en la convicción: Pa(-)blo probablemente ha oído hablar de judeocristianos escrupulosos cuyos juicios se basan en una fe insuficientemente informada. Tales personas no han captado realmente lo que sig(-)nifica la rectitud por la fe, y han procurado, por el contrario, encontrar seguridad median(-)te usos añadidos. Sin embargo, incluso esas personas pertenecen a la comunidad cristiana. Sobre pistis, «convicción», véase el comenta(-)rio a 14,23. sin debatir cuestiones menores: Lit., «no con el fin de discutir acerca de opi(-)niones». Se debe acoger a la persona «débil» como la acogería Dios; no debe ser sometido a disputas ociosas, puesto que dichas disputas socavan la confianza en todas partes. 2. verdu(-)ras: El primer ejemplo de Pablo atañe a un ta(-)bú alimentario. Mientras que los «fuertes» co(-)men alimentos de todas clases, los «débiles» comen sólo verduras, quizás debido a su trasfondo precristiano (cf. Dn 1; Jdt 8,6). Una vez que se ve que tal cuestión no está relacionada con los puntos esenciales de la fe cristiana, queda clara la obligación de la caridad mutua. Cada uno debe aceptar al otro como Dios lo haría. 4. criticar al siervo de otro: Se hace una advertencia al cristiano «débil»: la persona a la que uno tal vez considere laxa es en realidad miembro de la casa de Dios. Sólo Dios, en ca(-)lidad de amo de esa persona, juzgará su fraca(-)so o su éxito. De Dios proceden, tanto la acep(-)tación del débil, como la situación del fuerte.

123 5. distingue un día de otro: Otro ejem(-)plo de escrupulosidad tiene que ver con la ce(-)lebración de los días santos o días de ayuno (véanse Zac 7,5; 8,19). Los cristianos primiti(-)vos ayunaban los miércoles y los viernes (Did 8,1; Herm[s] 5.3.7). En cualquier caso, los cris(-)tianos «débiles» de Roma seguían distinguien(-)do tales días de los días ordinarios, mientras que los cristianos «fuertes» no se preocupaban por ellos. No hay mal alguno en mantener di(-)ferentes convicciones acerca de tales asuntos, y Pablo excluye tajantemente las disputas o los juicios críticos acerca de ellos. 6. por el Señor: Lo que importa en todo esto es la motivación, se observen o no los días, siempre y cuando de ese modo se sirva al Señor. Obligación de un miembro de la casa del Señor es servir a su Se(-)ñor. 7. ninguno de nosotros vive para sí mismo: El acto liberador de Cristo, que libertó a los se(-)res humanos del cautiverio respecto a la ley, el pecado y la muerte (8,2), permitió a aquéllos vivir para Dios (6,10-11; Gál 2,19). Esto supo(-)ne servir a Dios en todas las cosas, y ésta es la base de la vida en la sociedad cristiana. 8. so(-)mos del Señor: Los cristianos pertenecen a Cristo resucitado como Kyrios y deben reco(-)nocer su relación con él (véanse 1 Cor 6,20; 7,23; 8,6). 9. Señor de muertos y vivos: Pablo formula la finalidad de la pasión, muerte y exaltación de Cristo subrayando la soberanía de éste sobre muertos y vivos, que pasaron a ser suyos a raíz de la resurrección. Es un do(-)minio universal propio del Kyrios de todo (cf. 1 Tes 5,10; Flp 2,11). El cristiano, que tiene parte en esa redención mediante la fe y el bau(-)tismo, compartirá finalmente la gloria del Se(-)ñor resucitado (2 Cor 5,14-15). 10. juzgas: El cristiano no debe juzgar a los demás cristia(-)nos, sean débiles o fuertes, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios: Se intro(-)duce otro argumento que se hace eco del sen(-)tir de 14,4. 11. Se apoya con una combinación de citas del AT, tomadas de Is 49,18 y 45,23 (LXX). Esta última se usó en Flp 2,10-11 de manera muy cercana al significado del origi(-)nal, pues Pablo confiesa a Cristo como Kyrios. Pero en este caso el vb. exomologésetai se toma en el sentido de «admitir», «confesar» ante Dios como juez lo que uno ha hecho: doblar la rodilla y confesar los pecados es lo que los cristianos hacen ante Dios. Así las cosas, nin(-)guno de ellos debe atreverse a juzgar a los de(-)más.

124 14,13-15,6. Llegamos a la parte prin(-)cipal de la exhortación de Pablo, dirigida a los «fuertes». Los principios enunciados, sin em(-)bargo, son genéricos y se pueden aplicar a to(-)dos. 14. nada es de suyo impuro: Este versícu(-)lo es algo parentético y expone un principio que sigue vigente en el resto de la discusión. Tal principio se puede relacionar con el de 14,6. Tal vez se haga eco del dicho de Jesús (Mt 15,11) acerca de la distinción farisaica entre cosas «puras» e «impuras» («que contaminan» o «que no contaminan») (cf. Lv 17,15; Str-B 1. 718). De suyo, la realidad creada no es ni una cosa ni otra, pero la valoración que de ella hace la persona se convierte en la guía de sus actos. 15. tu conducta ya no está regida por el amor: Este versículo retoma la idea de 14,13, pero en este momento Pablo introduce la principal consideración, la caridad o el amor. Aunque para los fuertes ningún alimento es impuro, el interés por el «hermano» (= otro cristiano) hará que los fuertes tengan en cuen(-)ta los aspectos sociales de su opinión y sus ac(-)tos. no destruyas con tu comida a uno por quien murió Cristo: El «hermano» débil, que sigue los dictados de su conciencia, tal vez se apene al ver a cristianos que aceptan ciertas clases de alimentos. Los fuertes, al alardear ante los dé(-)biles de sus conciencias bien informadas o emancipadas, no están dando muestras de ca(-)ridad. Pablo invita a los cristianos a renunciar a su legítima pretensión de libertad por el bien del que es débil (véase 14,20). 16. no dejéis que vuestro privilegio sea criticado como malo: Lit., «no dejéis que vuestro bien sea calificado de malo». El «bien» es la libertad cristiana, que Pablo reconoce plenamente, aunque se niega a permitir su afirmación a costa del sufrimiento de otro. Podría perder su preciada cualidad y quedar desacreditada.

125 17. rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo: La esencia del reino no consiste en la li(-)bertad respecto a cosas tales como las reglas alimentarias, sino en la libertad del cristiano para reaccionar ante las mociones del Espíri(-)tu que habita en él. Tres cualidades -dos de las cuales se hacen eco de ideas clave de la sec(-)ción doctrinal de Rom, rectitud (caps. 1-4) y paz (5,1; 8,6) proceden de las mociones del Espíritu y son los requisitos de la conducta cristiana en el reino. En Gál 5,13 Pablo acon(-)seja a los cristianos que sean esclavos unos de otros con amor debido a su recién hallada li(-)bertad cristiana (véanse 1 Cor 8,1; 10,23). 20. por un alimento: Pablo repite en sustancia el v. 15b. Más importante que el derecho a comer o a celebrar es la obligación del cristiano de no destruir la «obra de Dios» haciendo que un hermano débil tropiece. Dentro del contexto, la «obra de Dios» probablemente hace refe(-)rencia al hermano débil, pero también puede referirse a la unidad de la comunidad cristia(-)na, que podría quedar deshecha por una insis(-)tencia en exageradas reivindicaciones de liber(-)tad carentes de respeto por los demás (cf. 1 Cor 3,9). 21. Véase 1 Cor 8,13. 22. mantén la convicción que tienes entre tú y Dios: La clara percepción y la convicción que el cristiano «fuerte» tiene de la bondad moral de una de(-)terminada obra debe guiarle cuando quiera que examine su conducta ante Dios. Esta es la norma cuando un acto se considera entre uno mismo y Dios. Pero las consideraciones socia(-)les pueden obligarle a modificar su conducta ante los demás, quien no tiene razones para condenarse por lo que aprueba: Se pronuncia una bienaventuranza sobre quien no tiene car(-)gos de conciencia por una decisión práctica, la de comer o no comer. 23. todo lo que no pro(-)cede de la convicción es pecado: Lit., «todo lo que no es de convicción». En este caso, pistis tiene el mismo valor que en los vv. 1.22. Pese a E. Kasemann (Romans 379), no denota la fe que justifica. Se debe entender más bien como «convicción» (con O. Bardenhewer, E. Best, Cranfield, Lietzmann, Sanday-Headlam). Ade(-)más, «todo» se ha de entender en sentido res(-)tringido, referido a los ejemplos mencionados por Pablo en este párrafo. La pistis es, pues, la perspectiva que en esos casos permite al cris(-)tiano juzgar ante Dios los actos. Cualquier co(-)sa que se haga en contra de la convicción de la propia conciencia será pecaminosa (- 9 su(-)pra).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Un caso de conciencia: los fuertes y los débiles, 14:1-23.
1 Acoged al flaco en la fe, sin entrar en disputas sobre opiniones. 2 Hay quien cree poder comer de todo; otro, flaco, tiene que contentarse con verduras. 3 El que come no desprecie al que no come y el que no come no juzgue al que come, porque Dios le acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que esté en pie o caiga, es asunto que no concierne sino a su amo; pero se mantendrá en pie, que poderoso es el Señor para sostenerle. 5 Hay quien distingue un día de otro día, y hay quien juzga iguales todos los días; cada uno proceda según su propio sentir. 6 El que distingue los días, por el Señor los distingue; y el que come, por el Señor come, dando gracias a Dios; y el que no come, por el Señor no come, dando gracias a Dios. 7 Porque ninguno de nosotros para sí mismo vive, y ninguno para sí mismo muere; 8 pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, morimos para el Señor. En fin, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9 Que por esto murió Cristo y resucitó, para dominar sobre muertos y vivos. 10 Y tú, ¿cómo juzgas a tu hermano o por qué desprecias a tu hermano? Pues todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla y toda lengua rendirá homenaje a Dios. 12 Por consiguiente, cada uno dará a Dios cuenta de sí. 13 No nos juzguemos, pues, ya más los unos a los otros; y mirad sobre todo no pongáis tropiezos o escándalo al hermano. 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada hay de suyo impuro; mas para el que juzga que algo es impuro, para ése lo es. 15 Si por tu comida tu hermano se entristeciese, ya no andas en caridad. Mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió. 16 No sea, pues, vuestra libertad materia de maledicencia, 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y aplaudido de los hombres. 19 Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación. 20 No destruyas, por amor de la comida, la obra de Dios. Todas las cosas son puras, pero es malo para el hombre comer escandalizando. 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece o se escandalice o flaquee. 22 La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse en las resoluciones que tome. 23 El que no sale de dudas, si come, se condena, porque ya no procede según conciencia, y todo lo que no es según conciencia es pecado.

Presenta aquí San Pablo un problema concreto de la comunidad romana, que, probablemente, con más o menos variantes, fue bastante corriente en las primitivas comunidades cristianas. Junto a los cristianos que el Apóstol llama fuertes o bien instruidos, conscientes de lo que exigía y no exigía la nueva religión (cf. 15:1), había otro grupo de débiles en la fe (v.1) que se creían obligados a seguir determinadas prácticas en las comidas y en el calendario. Se habla concretamente de que se abstenían de la carne y del vino (v.21), que se contentaban con verduras (v.2), y que para ellos no todos los días eran del mismo valor (v.5). No se trataba, pues, de error en la fe o de debilidad en la adhesión a las doctrinas cristianas, sino de introducir ciertas prácticas en su cristianismo, que no se deducían de los simples principios de la fe.
Cómo surgió este grupo de cristianos no es fácil de precisar. La mayoría de los autores creen que se trata de cristianos procedentes del judaísmo, demasiado apegados todavía a las prácticas de la Ley, como los encontramos también en otras partes (cf. Hec_15:1; Hec_21:20; Gal_2:12). Lo de distinguir un día de otro día (v.5) sería una alusión a los días festivos prescritos por la Ley, que consideraban como de especial valor para cumplir determinados fines religiosos. Pero ¿y lo de abstenerse de carne y vino y contentarse con sólo verduras ? Desde luego, esto no era lo común en el judaísmo. Por eso, unos autores hablan de que se trataría de judíos procedentes de la corriente de los esenios, cuyas prácticas ascéticas en este sentido nos eran conocidas por Filón y Josefo, y actualmente lo son mucho más gracias a los descubrimientos de Qumrán; otros, en cambio, creen que lo de abstenerse de carne y vino era un paso adelante que habrían dado esos judío-cristianos ante el peligro de que fuesen alimentos contaminados por actos idolátricos, igual que tenemos en el caso de Corinto (cf. 1Co_8:1-7). Creemos, sin embargo, que nos faltan datos para poder concretar tanto. Téngase en cuenta, en efecto, que por esas mismas fechas también en el mundo pagano existían varias corrientes de ascesis laica, con resabios de pitagorismo, de estoicismo y de otros sistemas filosóficos, no siendo improbable que algunos de los cristianos romanos convertidos hubiesen estado anteriormente bajo el influjo de esas corrientes. De todos modos, no está fuera de razón suponer que el núcleo principal de ese grupo de fieles estaba constituido por cristianos procedentes del judaísmo, quienes en todas partes tendían a formar grupo aparte, con extraordinaria resistencia a dejar sus prácticas atávicas (cf. Hec_10:14; Hec_11:2; Hec_15:19-21; Hec_21:20; Gal_2:12).
No sabemos cómo llegó a conocimiento de San Pablo ese problema concreto de la comunidad romana. Claro que ello no era difícil, dadas las continuas comunicaciones de Roma con las diversas ciudades del imperio (cf. 16:1; Hec_18:2; Hec_27:6). Lo cierto es que el Apóstol estaba enterado, y trata de poner remedio. La cuestión era delicada y constituía un difícil caso de conciencia. De una parte, los débiles se escandalizaban ante la libertad con que procedían los fuertes y corrían riesgo de verse arrastrados por éstos, obrando contra conciencia y pecando; de otra, los fuertes se sentían inclinados a despreciar a los débiles, por considerar que todas esas distinciones de alimentos y de días eran algo sin valor, con lo que se corría peligro de escisiones en la comunidad. A unos y otros pide San Pablo mutua tolerancia y comprensión, apoyándose en la ley de la caridad (cf. v.3.15.20).
Dos partes podemos distinguir en el razonamiento del Apóstol. En la primera, que abarca los v.1-12, se dirige a fuertes y débiles, invitándoles a que se abstengan de criticarse mutuamente (v.3), pues todos servimos a un mismo Señor (v.4-9), y cada uno deberá dar cuenta de sí ante el tribunal de Dios (v. 10-12), sin que nosotros, meros criados, tengamos derecho a juzgarnos unos a otros, cosa que únicamente atañe al amo o Señor (v.4). Es de notar la correspondencia entre el Señor de los v.4-9, a quien pertenecemos, y el Dios de los v. 10-12, por quien seremos juzgados, encontrándonos aquí con uno de tantos casos de la equivalencia Cristo-Yahvé a que hemos aludido ya en otras ocasiones (cf. 9:33). El texto citado en el v.11 es de Isa_45:23, y directamente se refiere a Yahvé. Al mismo texto se alude también en Flp_2:10, aplicándolo a Cristo. Por lo que respecta a la segunda parte, que abarca los v.13-23, en ella San Pablo se dirige sobre todo a los fuertes, entre los cuales se cuenta a sí mismo (cf. 15:1), pidiéndoles que con sus libertades, de suyo lícitas (v. 14.20.22), no escandalicen a los débiles (v.13. 15.16.20.21); pues con ello pueden ser ocasión de que pequen esos otros hermanos nuestros, dado que ellos no juzgan las cosas como nosotros, y obrar contra el dictamen de la propia conciencia o con conciencia prácticamente dudosa es pecado (v.13.23). La frase del v.15: mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió.., para quien se sienta de veras cristiano, no puede menos de llegar al corazón.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIIII.

3 Men may not contemne nor condemne one the other for things indifferent: 13 But take heed that they giue no offence in them: 15 For that the Apostle prooueth vnlawfull by many reasons.
1 Him that is weake in the faith receiue you, but not to [ Or, not to iudge his doubtfull thoughts .] doubtfull disputations.
2 For one beleeueth that he may eat all things: another who is weake, eateth herbes.
3 Let not him that eateth, despise him that eateth not: and let not him which eateth not, iudge him that eateth. For God hath receiued him.
4 Who art thou that iudgest an other mans seruant? to his owne master he standeth or falleth; Yea he shall bee holden vp: for God is able to make him stand.
5 One man esteemeth one day aboue another: another esteemeth euery

[Gods iudgment.]


ay alike. Let euery man bee
[ Or, fully assured.] fully perswaded in his owne minde.
6 He that [ Or, obserueth.] regardeth a day, regardeth it vnto the Lord; and hee that regardeth not the day, to the Lord hee doeth not regard it. He that eateth, eateth to the Lord, for hee giueth God thankes: and hee that eateth not, to the Lord hee eateth not, and giueth God thankes.
7 For none of vs liueth to himselfe, and no man dieth to himselfe.
8 For whether we liue, we liue vnto the Lord: and whether wee die, we die vnto the Lord: whether wee liue therefore or die, we are the Lords.
9 For to this ende Christ both died, and rose, and reuiued, that hee might be Lord both of the dead and liuing.
10 But why doest [ 2Co_5:10 .] thou iudge thy brother? or why dost thou set at nought thy brother? wee shall all stand before the Iudgement seat of Christ.
11 For it is written, [ Isa_45:23 .] As I liue, saith the Lord, euery knee shall bow to mee, and euery tongue shall confesse to God.
12 So then euery one of vs shall giue accompt of himselfe to God.
13 Let vs not therefore iudge one another any more: but iudge this rather, that no man put a stumbling blocke, or an occasion to fall in his brothers way.
14 I know, and am perswaded by the Lord Iesus, that there is nothing [ Greek: common.] vncleane of it selfe: but to him that esteemeth any thing to bee [ Greek: common.] vncleane, to him it is vncleane.
15 But if thy brother be grieued with thy meate: now walkest thou not [ Greek: according to charitie. 1Co_8:11 .] charitably. Destroy not him with thy meat, for whom Christ died.
16 Let not then your good be euill spoken of.
17 For the kingdome of God is not meat and drinke; but righteousnes, and peace, and ioy in the holy Ghost.
18 For hee that in these things serueth Christ, is acceptable to God, and approued of men.
19 Let vs therefore follow after the things which make for peace, and things wherewith one may edifie an other.
20 For meat, destroy not the worke of God: all [ Tit.1.15.] things indeed are pure; but it is euill for that man who eateth with offence.
21 It is good neither to eate [ 1Co_8:13 .] flesh, nor to drinke wine, nor any thing whereby

[Brotherly loue.]

thy brother stumbleth, or is offended, or is made weake.
22 Hast thou faith? haue it to thy selfe before God. Happie is he that condemneth not himselfe in that thing which hee alloweth.
23 And hee that [ doubteth, is damned if hee eate, because hee eateth not of faith: For whatsoeuer is not of faith, is sinne.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Reprensión de actitudes de juicio. Pablo reprende tanto a los fuertes como a los débiles por su actitud de juzgar (1-3), recordándoles que no tienen derecho de juzgar a aquellos a quienes Dios ha aceptado (4-12).

La persona que se describe en este contexto, débil en la fe (1, 2), no necesariamente es inmadura o carente de fe en Cristo en un sentido absoluto. En cambio, es alguien que no cree que su fe cristiana le permita participar de ciertas prácticas específicas; alguien excesivamente escrupuloso o delicado. No obstante, decir que es débil es en cierta forma peyorativo, y es obvio que éste ha de haber sido el calificativo que este grupo recibía de parte de los fuertes. Unido al hecho de que Pablo se dirige inicialmente a los fuertes, esto sugiere que los fuertes son el grupo mayoritario, y el que Pablo tiene más en mente mientras escribe (cf. también 15:1). Estos creyentes están convencidos de que su fe les permite comer de todo, mientras que el que es débil en la fe come sólo verduras (2). Como lo indica el v. 6, los débiles evitaban comer carne, pro bablemente debido a que, como cristianos judíos, temían que hubiera estado en contacto con la idolatría. Ambos grupos deben dejar de criticar al otro, reconociendo que todos son consiervos del mismo maestro, quien es el único que tiene derecho a juzgarlos (4). Para su propio señor (to idio kurio es probablemente un dativo de referencia), o sea, el Señor, es que cada creyente está en pie o cae, es decir, persevera en la fe, o falla (cf. 11:20, 22). Y Pablo está convencido de que aquellos a quienes Dios ha aceptado (3) perseverarán, porque el Señor mismo es quien los afirma (4).

Otro tema que dividía a los débiles de los fuertes era la observancia de ciertas festividades religiosas especiales (5). Debido a su trasfondo judío, los débiles aparentemente continuaban observando los días de fiesta judíos, incluyendo, probablemente, el sábado. Los fuertes, por otra parte, no veían fundamento alguno para tratar a un día en forma diferente de otro. Para Pablo éste es, obviamente, otro te ma de opiniones (1) y, por lo tanto, aconseja la tolerancia. Cada creyente debe decidir por sí mismo sobre estos temas de opiniones y, ya sea que decida participar o abstenerse, todo debe hacerlo para el Señor (to kurio es un dativo de ventaja; cf. también vv. 7, 8) y con acción de gracias a Dios (6). Porque, como Pablo les recuerda a ambos grupos, los cristianos no son autónomos: su libertad debe ser concretada en términos de servicio al Señor que ha muerto y vuelto a la vida por ellos (7-9). Dios -no los demás cristianos- es aquel ante quien todos los creyentes en Cristo somos responsables, y ante quien tendremos que responder por nuestro comporta miento. Por lo tanto, es erróneo juzgar a los otros creyentes cuyas prácticas en temas de opiniones pueden diferir de las nuestras (10-12).

Nota. 11 Pablo también cita Isa. 45:23 en Fil. 2:10, 11. No obstante, allí es ante el Señor Jesús que se dobla toda rodilla, mientras que aquí el Señor ante quien nos arrodillamos es probablemente Dios.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Entre los fieles de Roma existían peligrosas discrepancias sobre la obligación de celebrar las fiestas religiosas de los judíos y de abstenerse de las carnes y del vino que se vendían públicamente. Los espíritus «débiles» se creían obligados a celebrar aquellas fiestas, por respeto a la ley de Moisés, y a abstenerse de la carne y del vino, probablemente contaminados por actos idolátricos. Los espíritus «fuertes», por el contrario, se creían desobligados. Especulativamente, estos últimos tenían razón. Pero prácticamente esas discrepancias traían consigo graves peligros. Por una parte, los «débiles» juzgaban temerariamente a los «fuertes»; por otra, los «fuertes» despreciaban a los «débiles» y, lo que era peor, a las veces eran para ellos piedra de escándalo, por cuanto con su ejemplo los inducían a que, sin deponer su juicio erróneo, comiesen de las carnes que ellos se imaginaban contaminadas. Como el conflicto nacía no de prejuicios doctrinales, sino más bien de escrúpulos, la solución de Pablo es indulgente y conciliadora.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Somos del Señor. La exhortación de Pablo se convierte ahora en oración. Es como si invitara a todos a recitar el himno litúrgico de confesión de fe en uso de las comunidades de entonces (7-9), para expresar que lo único importante en la vida del cristiano es el Señor: «si vivimos es para Él, si morimos es para Él... en la vida y en la muerte somos del Señor» (8). El tema del señorío de Cristo es constante en el pensamiento y en la enseñanza del Apóstol. Si Él es el Señor, a Él corresponde el último juicio. Parafraseando a Isa_45:23 : «ante mí se doblará toda rodilla, toda boca confesará a Dios» (11), el Apóstol contempla a la comunidad cristiana en la única actitud donde todas las diferencias y todos los prejuicios quedan superados: de rodillas ante el Señor confesando su nombre. ¿Quién se atreverá, de rodillas, en constituirse en juez de sus hermanos y hermanas?

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Débil en la fe" es el creyente que todavía no ha alcanzado un grado suficiente de instrucción y madurez cristiana. Ver 1Co_8:7-13; 1Co_10:23-33.

11. Isa_45:23. Ver Flp_2:10-11.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_45:23; Isa_49:18; Flp_2:10-11

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 14.1-23 En este cap. se tratan problemas que surgían entre los varios grupos de la comunidad cristiana, causados por la diversidad de su origen y de su cultura. Los problemas tenían que ver con ciertos alimentos y con días de especial valor religioso.

[2] 14.5-6 Col 2.16.

[3] 14.11 Is 45.23; cf. Flp 2.10-11.

[4] 14.14 Mc 7.14-19; Hch 10.15.

[5] 14.14 Tit 1.15.

[6] 14.21 Véase 1 Co 8.8-13.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_45:23; Isa_49:18; Flp_2:10-11

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

πᾶσα γλῶσσα ἐξομολογήσεται WH NA28 RP ] ἐξομολογήσεται πᾶσα γλῶσσα Treg

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

Isa 49:18.

O confesará lealtad a Dios. Isa 45:23 (versión griega).

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*14:1-15:13 Esta parte, la más amplia de la exhortación, permite suponer que Pablo conocía la comunidad de Roma más de lo que da a entender en Rom 1:8-15.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Isa 45:23; Isa 49:18.

Reina Valera (Sociedades Bíblicas Unidas, 1960)

Porque escrito está:

Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,

Y toda lengua confesará a Dios.c

c Isa 45:23.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

confesará...Isa 45:23.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Isa 45:23

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[a] Isa 45:23.

Torres Amat (1825)



[11] Is 45, 24.

[22] De que ya no obligan las observancias de la ley antigua.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Is 49:18