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La fe que tú tienes, guárdala para ti delante de Dios. ¡Dichoso aquel que no se juzga culpable a sí mismo al decidirse! (Romanos  14, 22) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 14

II. «DéBILES» Y «FUERTES» EN UNA MISMA IGLESIA (14,1-15,13)

1. ¡NO JUZGUéIS! (Rm/14/01-12)

1 Acoged benignamente al que es débil en la fe, sin criticar opiniones. 2 Hay quien cree que puede comer de todo; mientras que el débil solamente come verduras. 3 El que come de todo, no trate con desdén al que se abstiene de algo; y el que se abstiene de algo, no condene al que come de todo, ya que Dios lo acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Si está de pie o caído, eso es cosa de su propio señor. Pero ya se mantendrá en pie; que el Señor tiene poder para mantenerlo así.

En la comunidad cristiana de Roma había tensiones entre diversos grupos. Si en las partes precedentes de la carta ha quedado perfectamente clara la existencia de judeo-cristianos y de cristianos procedentes del gentilismo en la misma comunidad, ahora habla Pablo de los «débiles» y de los «fuertes» que se oponen entre sí. No cabe duda que tal designación parte de la postura de los llamados «fuertes», los cuales en determinadas cuestiones adoptan un punto de vista liberal. Entienden su libertad, la que Jesucristo les ha confirmado, como un derecho pleno que procuran realizar en su conducta a plena luz y hasta en oposición con la mentalidad de otros cristianos. La unidad de la Iglesia corría peligro, por cuanto que unos intentaban imponer su libertad de forma ostentosa, mientras que otros emitían contra ellos un juicio condenatorio aferrándose firmemente a sus tradiciones.

En la práctica se trataba de si, como cristianos se podía «comer de todo», sin indagar por ejemplo si eran viandas o bebidas que hubiesen sido ofrecidas en sacrificio o libación de los cultos paganos. Esta debió de ser, sin duda, la razón de la conducta reservada de ciertos cristianos en los banquetes comunitarios45. A fin de no hacerse culpables por descuido, tales cristianos evitaban el consumo de carnes no comiendo más que «verduras» (v. 2). Sin discutir en modo alguno la libertad cristiana, Pablo empieza por exhortar a los «fuertes» a que no sean orgullosos. Inmediatamente advierte a quienes se someten a tales limitaciones para que no juzguen a los de mentalidad liberal y a que no los condenen como impíos. De cara a los «débiles», Pablo agrega que Dios «acogió» como suyo a aquel a quien ellos están dispuestos a condenar con argumentos morales y teológicos. Juzgar es cosa que compete a Dios. El «débil» irrumpirá en la función judicial divina, lo que para Pablo resulta arriesgado por el mero hecho de que corresponde a Dios el poder de levantar al «criado», incluso aunque éste haya caído.

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46. En 1Co_8:1-13 y 10,14 33 se supone una situación parecida. En la comunidad de Corinto había cristianos entusiastas que confiaban más de lo debido en su «conocimiento». Por el hecho de proclamar de forma ruidosa y provocante su «todo está permitido» (10,23), posponían el amor y la consideración debidos a los «débiles» (8,7.9-l2). Al escribir Rom 14, Pablo tenía probablemente ante los ojos las experiencias vividas en la comunidad de Corinto.

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5 Hay quien da más importancia a un día que a otro; en tanto que otro estima que todos los días son iguales. Que, en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción. 6 El que siente interés por tal día, lo hace para el Señor; y el que come de todo, lo hace para el Señor, pues da gracias a Dios; y el que se abstiene de algo, lo hace para el Señor, y también da gracias a Dios. 7 En efecto, ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. 8 Pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Tanto, pues, si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor. 9 Porque para esto Cristo murió y retornó a la vida, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.

Además de los problemas de la comida, había otros puntos en los que se ponían de manifiesto las diferencias entre los dos grupos. El grupo de los «débiles» observaba determinados días, como podrían ser los correspondientes al sábado y a los días de ayuno, de acuerdo con la ley judía. Pero Pablo no dice taxativamente que se trate de un uso judío y ni siquiera que fueran judeo-cristianos quienes establecían tales diferencias. Diversos indicios parecen justificar esta opinión (cf. especialmente 15,8s). Hay que pensar sobre todo que unas tendencias de inspiración pagana difícilmente habrían merecido de Pablo tanta atención como los usos judíos, por cuanto en el fondo no ponían en peligro la libertad cristiana.

Pablo exige de ambos grupos la mutua tolerancia. Sólo que «en su juicio personal, cada uno tenga plena convicción»; así también será posible la mutua armonía. La convicción de cada uno es una convicción de fe, en cuanto que todo acontece «para el Señor». Para Pablo el argumento decisivo está en que cada uno da gracias a Dios con su conducta. Con tal que todos mantengan orientada hacia el Señor su existencia y la desarrollen siempre en ese sentido, la unidad de la Iglesia estará asegurada. La muerte y resurrección de Cristo alcanzarán su objetivo si él es el Señor de su comunidad. Como tal quiere Jesús ser reconocido por todos, por los «débiles» y por los «fuertes».

Los versículos 7-9 presentan una conexión especial dentro de la sección, tanto por la forma de himno que presentan como por el emparejamiento de la vida y la muerte. La forma «nosotros», empleada aquí por primera vez, da a estos versículos un carácter de profesión de fe. Evidentemente Pablo ha adoptado aquí un texto litúrgico, para expresar así el destino hacia Cristo que comprende a todos los miembros de la comunidad.

10 Pero tú, ¿por qué te eriges en juez de tu hermano? O también tú, ¿por qué menosprecias a tu hermano? ¡Todos compareceremos ante el tribunal de Dios! 11 Porque escrito está: «¡Vivo yo! -dice el Señor-: ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua dará gloria a Dios» (Isa_45:23). 12 Por consiguiente, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.

Pablo alude a la pregunta retórica del v. 4. Puesto que todos se encuentran por igual bajo el mismo Señor, el juicio entre hermanos es imposible de raíz. Los cristianos deben comportarse siempre como hermanos unos de otros. Todo juicio queda reservado a Dios, ante cuyo tribunal hemos de comparecer alguna vez. Esta referencia al juicio futuro la subraya Pablo con una cita de Isa_45:23.

2. ¡NO DEIS ESCÁNDALO A NADIE! (Rm/14/13-23)

13 Por lo tanto, no nos constituyamos ya más en jueces unos de otros; al contrario, esto es más bien lo que habéis de juzgar: no poner a vuestro hermano tropiezo o motivo de caída. 14 Sé y estoy plenamente persuadido en el Señor Jesús de que nada es, de suyo, impuro. Pero si uno considera que una cosa es impura, es impura para él. 15 Y si por tomar tú tal clase de alimento, tu hermano se contrista, ya no procedes en conformidad con el amor. Deja de causar, por tu comida, la ruina de aquel por quien Cristo murió. 16 Que no sirva, por lo tanto, de maledicencia vuestro bien. 17 Que el reino de Dios no consiste en tal clase de comida o de bebida, sino en justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Quien sirve a Cristo de este modo, es agradable a Dios y recibe aprobación de los hombres.

La presente exhortación se dirige de modo especial a los «fuertes». Los cristianos no deben escandalizarse unos a otros. Deben más bien pensar que el otro se siente ligado por su conciencia. Aunque con pleno derecho cristiano puede decirse que «nada es, de suyo, impuro», y que por lo mismo las distinciones cúlticas entre lo puro y lo impuro han sido eliminadas por Cristo, ello no debe convertirse en escándalo para el hermano que, pese a todo, y en razón de sus ideas tradicionales, tiene algunas cosas por impuras. El «fuerte» no debe exhibir su fortaleza contra los «débiles». Pues, con ello sacrificaría el amor. No puede esperar sin más que con el hecho de provocarle el otro vaya a alcanzar un mejor conocimiento. La última razón que aduce el Apóstol es la entrega que Jesús hizo de su vida: Cristo ha muerto por todos, incluso por quienes son de conciencia estrecha. De ahí que, por razón de Cristo, no les esté permitido a los «fuertes» apartar con su conducta a los «débiles» de la obra salvadora de Jesús. El «fuerte» debe evitar todo aquello que «contrista» al hermano.

En el fondo se trata de solucionar el problema que Pablo se plantea, no de un tema central del Evangelio. Así lo da a entender con bastante claridad: el reino de Dios es algo bien distinto como para poder alcanzarlo por el camino de tales discrepancias de opinión acerca de la licitud de los manjares y bebidas. Pese a lo cual, esta cuestión práctica en la vida de una comunidad tiene su importancia de cara a la causa auténtica del cristianismo. El «reino de Dios» no es una realidad alejada del mundo y puramente transcendente por encima de nuestra existencia. El «reino de Dios» ha irrumpido ya ahora y está en marcha como «justicia, paz y gozo». Se manifiesta sobre todo como una realidad ya presente en el testimonio comunitario de fe y de amor.

Con lo dicho se comprende también la severidad con que Jesús se pronunció contra quienes dan escándalo47. La pretendida superioridad farisaica del ilustrado constituye un impedimento para la causa de Jesús, que consiste precisamente en la acogida amorosa de los débiles y de los pequeños.

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41. Cf. Mar_9:42; Mat_18:6; Lc 17,1s. La palabra amenazadora de Jesús contra los provocadores del escándalo requiere tal vez una situación parecida a la que supone la amonestación de Pablo en Rom_14:13b, a saber, ciertas tensiones en el seno de la comunidad de Jesús. Por ello, no parece que debamos excluir el que tanto la palabra de Jesús que nos han conservado los evangelios sinópticos como la amonestación paulina coincidan desde el punto de vista de la historia de la tradición.

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19 Por consiguiente, vayamos tras lo concerniente a la paz y tras lo que respecta al mutuo desarrollo común. 20 No destruyas, por cuestión de una clase de comida, la obra de Dios. Todo es puro, desde luego; pero resulta malo para quien, al comerlo, es con ello causa de tropiezo. 21 Bueno es no comer carne ni beber vino ni hacer nada en que pueda tropezar tu hermano. 22 La convicción de fe que tú tienes, tenla para ti delante de Dios. Dichoso aquel que no se siente culpable en las resoluciones que toma. 23 Pero el que, permaneciendo en sus dudas, come de algo, ya se ha hecho culpable, porque no actúa con convicción de fe. Pues todo cuanto se hace sin convicción de fe, es pecado.

El Apóstol vuelve a hablar de modo particular sobre los «fuertes» de la comunidad. Su conducta tiene que contribuir a la edificación de la comunidad y no a su propia satisfacción. En el v. 20 repite Pablo la idea del versículo 15. Norma de conducta es la salvación del hermano. En el caso extremo el miramiento tiene que llegar incluso a renunciar por completo al consumo de carne y de vino, con tal de evitar el escándalo. El «fuerte» renuncia con ello al ejercicio de su libertad, aunque no a la libertad misma. La libertad es un bien inalienable, que se alcanza y conserva con la fe en Jesús.

El presente pasaje demuestra claramente que, en su predicación, Pablo no pasa por alto la salvación del individuo. El tema central de su predicación es la «nueva creación» en Cristo como salvación escatológica para todos los hombres. En el presente hay que hacer siempre todo aquello que puede sostener y llevar a su objetivo la salvación que ha abierto camino en los creyentes. Y eso es precisamente lo que el «fuerte» debe tener en cuenta, el fuerte que no se preocupa por la salvaguarda de la salvación individual, sino que -tal vez como el Apóstol- entiende la acción salvadora de Jesús como un acontecimiento universal que penetra y transforma el mundo. Son precisamente estos contenidos universales del Evangelio los que hay que defender de acuerdo con su importancia. Pero se daña a la causa del Evangelio cuando negligentemente hacemos de las convicciones subjetivas contenidos objetivos del Evangelio. Lo que el cristiano reconoce y entiende por la fe, tiene que volver a confrontarlo una y otra vez con el centro del Evangelio.



Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 3: Romanos 14,22-24
Todas las cosas conforme a su naturaleza son limpias, aun cuando por relación al escándalo puedan hacerse inmundas, y en atención a la conciencia se pueden comer.Todo en verdad es limpio; sin embargo, es malo para el hombre que come con escándalo.22. Bueno es no comer carne ni beber vino, ni aquello en que tu hermano se ofenda, o se escandalice o se debilite.23. Esa fe que tú tienes, tenia para contigo delante de Dios. Bienaventurado aquel que en lo que aprueba no se condena a sí mismo.24. Mas el que tiene dudas, si come, es condenado, porque no obra según fe, y todo lo que no procede de fe es pecado.Habiendo explicado el Apóstol por qué no debemos comer de todo sin distinción con escándalo de los prójimos, aquí muestra de qué manera algunos alimentos pueden ser limpios e inmundos. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero indica cuáles son limpios por su naturaleza, diciendo: Todo en verdad, todo cuanto puede servir de alimento del hombre, es limpio, por su naturaleza, porque de suyo no tiene nada que manche el alma del hombre, según Mateo 15,2: No lo que entra en la boca mancha al hombre. Y en Timoteo 4,4 leemos: Todo lo que Dios ha creado es bueno. Es cierto que en la Ley se les llamaba inmundas a algunas cosas, pero no por naturaleza sino por señal, como consta por el Levítico, cap. XI. Pero aun esta impureza Cristo la quitó al realizar las figuras de la Antigua Ley. De aquí que se le dijo a Pedro (Hch 10,15): Lo que Dios ha purificado no lo declares tú común, esto es, inmundo. Segundo: muestra de qué manera puede un alimento hacer inmundo al hombre -sin embargo, es malo para el hombre, etc.-, esto es, que por el ánimo con que se come manche, cosa que él muestra que puede ser de dos modos. Primero, por el hecho de comer alguien un alimento con escándalo de los prójimos; segundo, por comerlo contra la conciencia: Bienaventurado aquel que no se condena a sí mismo, etc.Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, mostrar qué es malo tratándose de ingerir un alimento, diciendo: Aun cuando todas las cosas por su naturaleza son limpias, sin embargo, cualquier alimento es malo para el hombre que lo come con escándalo o sea, para confusión y escándalo de los prójimos. ¡Ay del hombre por quien viene el escándalo!La segunda es mostrar qué es bueno tratándose de ingerir un alimento, diciendo: Bueno es no comer carne ni beber vino: cosas de las cuales la primera es ciertamente la principal de entre las comidas, y la segunda la principal de entre las bebidas. Y dice que es bueno abstenerse de ellas, o bien para domar la concupiscencia de la carne, según Efesios 5,18; No os embriaguéis con el vino, en el cual hay lujuria; o bien para estar uno más apto para la contemplación de las cosas espirituales, según el Eclesiastés 2,3: Resolví en mi interior negar a mi cuerpo el vino, para dedicar mi ánimo a la sabiduría. Sin embargo, no es esto lo que el Apóstol quiere decir aquí, sino que es bueno no usar de lo que sea con escándalo de los prójimos, lo cual se ve claro por esto que agrega: ni aquello en que tu hermano se ofenda, etc.; y lo que digo acerca del vino y de la carne, que es bueno abstenerse de ellos, lo digo también de cualquier otro alimento con el que tu hermano se ofenda, o sea, que se altere contra ti, como si obraras ilícitamente, por lo cual se perturbe su paz, o se escandalice, esto es, que se le provoque a la caída del pecado, por cuya causa se quebrante su justicia, o se debilite, o por lo menos entre en duda sobre si lo que se hace es lícito, por lo cual disminuya su gozo espiritual. Por lo cual el mismo Apóstol dice (1Co 8,13): Si el manjar escandalizare a mi hermano, no comeré yo carne nunca jamás, para no escandalizar a mi hermano. Pero así como, siendo lícito comer de estos alimentos, debe uno abstenerse de ellos para evitar el escándalo de los prójimos, es claro, con paridad de razón, que de todas las cosas lícitas que no sean necesarias para la salvación, como necesarias son la justicia, la paz y el gozo espiritual, se debe uno abstener de ellas en atención al escándalo de los prójimos. Y con esto se ve que no le es lícito a uno reclamar lo suyo con escándalo del prójimo. Y débese decir que si el escándalo proviene de debilidad o ignorancia de los, que por esto se escandalizan, para evitar tal escándalo debe uno abstenerse de las cosas lícitas, si no son necesarias para la salvación. Porque este es el escándalo de los pequeños, que el Señor ordena evitar (Mt 18,10): Guardaos de despreciar a uno solo de estos pequeños. Pero si el escándalo proviene de la malicia de los que se escandalizan, tal escándalo es como el de los Fariseos, que el Señor enseña que debe despreciarse (Mt 15,12-14). Por lo cual no hay por qué abstenerse de lo lícito para evitar semejante escándalo. En cambio, acerca del escándalo de los pequeños debe saberse que para evitarlo está uno obligado a diferir el uso de lo lícito hasta que por las razones que se den se pueda remover tal escándalo. Pero si a pesar de las razones que se den, todavía permanece el escándalo, ya no se ve que proceda de ignorancia o de debilidad, sino de malicia, y así es ya de la clase del escándalo de los fariseos.La tercera es excluir cualquier excusa. Porque podría alguien decir: Aun cuando el prójimo se escandalice de que no haga yo distinción entre los alimentos, sin embargo, para mostrar mi fe por la cual estoy seguro de que esto me es lícito, quiero comer de toda clase de alimentos. Pero para excluir esta razón dice el Apóstol: Esa fe que tú tienes, por la que puedes comer de cualquier alimento, es recta para ti mismo, y por ella te consta ser lícito comer de esos alimentos. Buena y laudable es ciertamente esta fe, pero tenia en lo oculto, delante de Dios, a quien tal fe le agrada (La fe y la mansedumbre le agradan a Dios: Eccli 1,35); como si dijera: No conviene que manifiestes tu fe con la ejecución de una obra si es con escándalo de los prójimos.Objeción. Pero en contra parece estar lo que arriba se dice (Rm 10,10): Con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salud. Así es que no se ve que baste con sólo en el corazón tener fe delante de Dios, sino que es necesario manifestársela al prójimo confesándola.Respuesta. Pero hay que decir que de las cosas que son de fe, algunas hay que no han sido perfectamente manifestadas por la 1glesia, así como en la 1glesia primitiva aún no se declaraba perfectamente que los convertidos de entre los Judíos no estaban obligados a las observancias legales, y como en el tiempo de Agustín aún no se declaraba por la 1glesia la falsedad del traducianismo o generacionismo del alma. Por lo cual en tales cosas le basta al hombre el tener fe delante de Dios, ni hay por qué proclame su fe con escándalo de los prójimos, si no es acaso con aquellos a los que deba uno manifestarles la fe. Porque hay algunas cosas pertenecientes a la fe que han sido ya fijadas por la 1glesia, y en ellas no basta el tener la fe delante de Dios, sino que es necesario que se confiese la fe delante del prójimo, aun cuando por esto se escandalice alguien, porque la verdad de la doctrina no es renunciable en atención al escándalo, así como ni Cristo renunció a la verdad de su doctrina por el escándalo de los fariseos, como leemos en Mateo 15,1-14. Débese también saber que aun cuando acerca de tales cosas es necesario el manifestar uno su fe confesándola de palabra, no es necesario sin embargo el manifestarla con determinada obra, de modo que si alguien posee la fe de que usar del matrimonio es algo lícito, no por eso se requiere que use del matrimonio para la declaración de su fe. Y así también no se requería que los que tenían una fe recta la manifestaran comiendo de cualquier alimento. Porque podían manifestarla confesándola de palabra.En seguida, cuando dice: Bienaventurado aquel que no se condena a sí mismo, etc., muestra de qué manera el uso de los alimentos hace inmundos a algunos cuando es contra la conciencia. Y acerca de esto hace tres cosas. Primero muestra qué es bueno acerca de esto, para que de lo que el hombre no haga no le remuerda la conciencia. Por lo cual dice: Bienaventurado aquel que no se condena a sí mismo, esto es, cuya conciencia no lo reprende ni condena en lo que aprueba, esto es, que aprueba lo que debe hacerse. Pero debe entenderse que esto es si con fe recta aprueba que haya algo que se deba hacer. Porque si con falso juicio aprueba que algo se debe hacer, por ejemplo, si ¡uzga que se le hace un obsequio a Dios quitándoles la vida a los discípulos de Cristo, como dice Juan 16,2, no queda excusado por el hecho de que acerca de esto no se condene a sí mismo; antes bien, mejor le estaría que acerca de esto lo reprendiera su conciencia, en cuanto así más pronto se apartaría del pecado. Pero en aquellas cosas que son lícitas hay que entender lo que dice aquí el Apóstol; porque a la glorificación del hombre corresponde que no lo reprenda su conciencia. Nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia (2Co 1,12). Nada me reprende mi conciencia en toda mi vida (Jb 27,6).Lo segundo es mostrar qué es malo acerca de esto, a saber, que obre contra la conciencia. Por lo cual dice: Mas el que tiene dudas, esto es, que tiene la falsa creencia de que hay que distinguir entre los alimentos, si come, es claro que alimentos que ¡uzga ¡lícitos, es condenado por el hecho de que en cuanto a sí mismo tiene la decisión de hacer lo que es ilícito, y así delinque, y con su propio juicio es condenado, como se dice en Tito 3,2. Lo tercero es señalar la causa de lo que dijera diciendo: porque no obra según fe; y por lo mismo es condenado.Ahora bien, puédese tomar aquí la fe en dos sentidos. Del uno, la fe que es virtud; del otro, según que a la fe se le llama conciencia. Y estas dos acepciones no difieren sino según la diferencia de particular y universal. Porque lo que universalmente consideramos que es de fe, por ejemplo, que el uso de los alimentos sea lícito o ilícito, la conciencia lo aplica a la obra que se ha hecho o que deba hacerse. Así es que se dice que el que come y distingue está condenado porque esto no lo hace conforme a la fe, sino más bien contra la fe, o sea, contra la verdad de la fe y contra la conciencia de lo que debe hacerse. Sin fe es imposible serle grato a Dios (Hebr 1 1,6). Y que esto sea causa suficiente de condenación lo indica agregando: todo lo que no procede de fe es pecado. Por lo cual es claro que, como se dice en la Glosa, toda la vida de los infieles es pecado, así como toda la vida de los fieles es meritoria en cuanto se ordena a la gloria de Dios, según aquello de 1Co 10,31: Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier cosa, todo habéis de hacerlo para gloría de Dios. Y débese decir que de una manera se porta el fiel respecto del bien, y de otra el infiel respecto del mal. Porque en el hombre que tiene la fe formada no hay ninguna condenación, como arriba (Rm 8) está dicho. Pero en el hombre infiel con la infidelidad existe el bien de naturaleza. Y por eso cuando algún infiel por dictamen de la razón hace algún bien, no refiriéndolo a un mal fin, no peca. Y sin embargo su obra no es meritoria porque no está informada por la gracia. Y esto es lo que se dice en la Glosa: Ningún bien hay sin el sumo bien, esto es, no hay ningún bien meritorio sin la gracia de Dios, y donde falta el reconocimiento de la vida eterna y de la inconmutable verdad, la cual es por la fe, no hay sino una falsa virtud en las mejores costumbres, por cuanto no se refieren al fin de la eterna bienaventuranza. Y como en verdad el infiel algo hace en cuanto es infiel, es claro que peca. De aquí que esto que en la Glosa se dice: Toda obra que no procede de la fe, pecado es, hay que entenderlo así: todo lo que sea contra la fe o contra la conciencia, pecado es, y si por su género parece ser bueno, por ejemplo, si el pagano guarda la virginidad en honor de sus dioses, o da limosna, en esto mismo peca. Para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y su conciencia están manchadas (Tito 1,15).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



122 (B) Los fuertes están obligados a la caridad con los débiles (14,1-15,13). La segunda parte de la sección parenética se ocupa de manera inmediata de cuestiones menores tales como el consumo de carne y la observancia de los días santos. Pero más fundamentalmente trata el viejísimo problema de la relación entre la conciencia escrupulosa y la bien informada, o entre la conservadora y la progresista. Pablo parece haber oído algo acerca de la Iglesia romana, y en esta parte de Rom aborda un problema local (-6 supra). Sin embargo, lo trata sólo en términos genéri(-)cos, probablemente debido a que no conoce a fondo esta Iglesia. Aunque dicho problema en sí mismo carece de importancia, brinda a Pa(-)blo la oportunidad de formular principios pru(-)dentes basados en la convicción (14,1.22.23), el amor (14,15), el ejemplo de Cristo (14,9.15; 15,3.7-8) y la lealtad del cristiano a él (15,13). El análisis de Pablo termina con un llama(-)miento a la unidad basado en ideas importan(-)tes de la sección doctrinal.
1. acoged al que es débil en la convicción: Pa(-)blo probablemente ha oído hablar de judeocristianos escrupulosos cuyos juicios se basan en una fe insuficientemente informada. Tales personas no han captado realmente lo que sig(-)nifica la rectitud por la fe, y han procurado, por el contrario, encontrar seguridad median(-)te usos añadidos. Sin embargo, incluso esas personas pertenecen a la comunidad cristiana. Sobre pistis, «convicción», véase el comenta(-)rio a 14,23. sin debatir cuestiones menores: Lit., «no con el fin de discutir acerca de opi(-)niones». Se debe acoger a la persona «débil» como la acogería Dios; no debe ser sometido a disputas ociosas, puesto que dichas disputas socavan la confianza en todas partes. 2. verdu(-)ras: El primer ejemplo de Pablo atañe a un ta(-)bú alimentario. Mientras que los «fuertes» co(-)men alimentos de todas clases, los «débiles» comen sólo verduras, quizás debido a su trasfondo precristiano (cf. Dn 1; Jdt 8,6). Una vez que se ve que tal cuestión no está relacionada con los puntos esenciales de la fe cristiana, queda clara la obligación de la caridad mutua. Cada uno debe aceptar al otro como Dios lo haría. 4. criticar al siervo de otro: Se hace una advertencia al cristiano «débil»: la persona a la que uno tal vez considere laxa es en realidad miembro de la casa de Dios. Sólo Dios, en ca(-)lidad de amo de esa persona, juzgará su fraca(-)so o su éxito. De Dios proceden, tanto la acep(-)tación del débil, como la situación del fuerte.

123 5. distingue un día de otro: Otro ejem(-)plo de escrupulosidad tiene que ver con la ce(-)lebración de los días santos o días de ayuno (véanse Zac 7,5; 8,19). Los cristianos primiti(-)vos ayunaban los miércoles y los viernes (Did 8,1; Herm[s] 5.3.7). En cualquier caso, los cris(-)tianos «débiles» de Roma seguían distinguien(-)do tales días de los días ordinarios, mientras que los cristianos «fuertes» no se preocupaban por ellos. No hay mal alguno en mantener di(-)ferentes convicciones acerca de tales asuntos, y Pablo excluye tajantemente las disputas o los juicios críticos acerca de ellos. 6. por el Señor: Lo que importa en todo esto es la motivación, se observen o no los días, siempre y cuando de ese modo se sirva al Señor. Obligación de un miembro de la casa del Señor es servir a su Se(-)ñor. 7. ninguno de nosotros vive para sí mismo: El acto liberador de Cristo, que libertó a los se(-)res humanos del cautiverio respecto a la ley, el pecado y la muerte (8,2), permitió a aquéllos vivir para Dios (6,10-11; Gál 2,19). Esto supo(-)ne servir a Dios en todas las cosas, y ésta es la base de la vida en la sociedad cristiana. 8. so(-)mos del Señor: Los cristianos pertenecen a Cristo resucitado como Kyrios y deben reco(-)nocer su relación con él (véanse 1 Cor 6,20; 7,23; 8,6). 9. Señor de muertos y vivos: Pablo formula la finalidad de la pasión, muerte y exaltación de Cristo subrayando la soberanía de éste sobre muertos y vivos, que pasaron a ser suyos a raíz de la resurrección. Es un do(-)minio universal propio del Kyrios de todo (cf. 1 Tes 5,10; Flp 2,11). El cristiano, que tiene parte en esa redención mediante la fe y el bau(-)tismo, compartirá finalmente la gloria del Se(-)ñor resucitado (2 Cor 5,14-15). 10. juzgas: El cristiano no debe juzgar a los demás cristia(-)nos, sean débiles o fuertes, todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios: Se intro(-)duce otro argumento que se hace eco del sen(-)tir de 14,4. 11. Se apoya con una combinación de citas del AT, tomadas de Is 49,18 y 45,23 (LXX). Esta última se usó en Flp 2,10-11 de manera muy cercana al significado del origi(-)nal, pues Pablo confiesa a Cristo como Kyrios. Pero en este caso el vb. exomologésetai se toma en el sentido de «admitir», «confesar» ante Dios como juez lo que uno ha hecho: doblar la rodilla y confesar los pecados es lo que los cristianos hacen ante Dios. Así las cosas, nin(-)guno de ellos debe atreverse a juzgar a los de(-)más.

124 14,13-15,6. Llegamos a la parte prin(-)cipal de la exhortación de Pablo, dirigida a los «fuertes». Los principios enunciados, sin em(-)bargo, son genéricos y se pueden aplicar a to(-)dos. 14. nada es de suyo impuro: Este versícu(-)lo es algo parentético y expone un principio que sigue vigente en el resto de la discusión. Tal principio se puede relacionar con el de 14,6. Tal vez se haga eco del dicho de Jesús (Mt 15,11) acerca de la distinción farisaica entre cosas «puras» e «impuras» («que contaminan» o «que no contaminan») (cf. Lv 17,15; Str-B 1. 718). De suyo, la realidad creada no es ni una cosa ni otra, pero la valoración que de ella hace la persona se convierte en la guía de sus actos. 15. tu conducta ya no está regida por el amor: Este versículo retoma la idea de 14,13, pero en este momento Pablo introduce la principal consideración, la caridad o el amor. Aunque para los fuertes ningún alimento es impuro, el interés por el «hermano» (= otro cristiano) hará que los fuertes tengan en cuen(-)ta los aspectos sociales de su opinión y sus ac(-)tos. no destruyas con tu comida a uno por quien murió Cristo: El «hermano» débil, que sigue los dictados de su conciencia, tal vez se apene al ver a cristianos que aceptan ciertas clases de alimentos. Los fuertes, al alardear ante los dé(-)biles de sus conciencias bien informadas o emancipadas, no están dando muestras de ca(-)ridad. Pablo invita a los cristianos a renunciar a su legítima pretensión de libertad por el bien del que es débil (véase 14,20). 16. no dejéis que vuestro privilegio sea criticado como malo: Lit., «no dejéis que vuestro bien sea calificado de malo». El «bien» es la libertad cristiana, que Pablo reconoce plenamente, aunque se niega a permitir su afirmación a costa del sufrimiento de otro. Podría perder su preciada cualidad y quedar desacreditada.

125 17. rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo: La esencia del reino no consiste en la li(-)bertad respecto a cosas tales como las reglas alimentarias, sino en la libertad del cristiano para reaccionar ante las mociones del Espíri(-)tu que habita en él. Tres cualidades -dos de las cuales se hacen eco de ideas clave de la sec(-)ción doctrinal de Rom, rectitud (caps. 1-4) y paz (5,1; 8,6) proceden de las mociones del Espíritu y son los requisitos de la conducta cristiana en el reino. En Gál 5,13 Pablo acon(-)seja a los cristianos que sean esclavos unos de otros con amor debido a su recién hallada li(-)bertad cristiana (véanse 1 Cor 8,1; 10,23). 20. por un alimento: Pablo repite en sustancia el v. 15b. Más importante que el derecho a comer o a celebrar es la obligación del cristiano de no destruir la «obra de Dios» haciendo que un hermano débil tropiece. Dentro del contexto, la «obra de Dios» probablemente hace refe(-)rencia al hermano débil, pero también puede referirse a la unidad de la comunidad cristia(-)na, que podría quedar deshecha por una insis(-)tencia en exageradas reivindicaciones de liber(-)tad carentes de respeto por los demás (cf. 1 Cor 3,9). 21. Véase 1 Cor 8,13. 22. mantén la convicción que tienes entre tú y Dios: La clara percepción y la convicción que el cristiano «fuerte» tiene de la bondad moral de una de(-)terminada obra debe guiarle cuando quiera que examine su conducta ante Dios. Esta es la norma cuando un acto se considera entre uno mismo y Dios. Pero las consideraciones socia(-)les pueden obligarle a modificar su conducta ante los demás, quien no tiene razones para condenarse por lo que aprueba: Se pronuncia una bienaventuranza sobre quien no tiene car(-)gos de conciencia por una decisión práctica, la de comer o no comer. 23. todo lo que no pro(-)cede de la convicción es pecado: Lit., «todo lo que no es de convicción». En este caso, pistis tiene el mismo valor que en los vv. 1.22. Pese a E. Kasemann (Romans 379), no denota la fe que justifica. Se debe entender más bien como «convicción» (con O. Bardenhewer, E. Best, Cranfield, Lietzmann, Sanday-Headlam). Ade(-)más, «todo» se ha de entender en sentido res(-)tringido, referido a los ejemplos mencionados por Pablo en este párrafo. La pistis es, pues, la perspectiva que en esos casos permite al cris(-)tiano juzgar ante Dios los actos. Cualquier co(-)sa que se haga en contra de la convicción de la propia conciencia será pecaminosa (- 9 su(-)pra).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Un caso de conciencia: los fuertes y los débiles, 14:1-23.
1 Acoged al flaco en la fe, sin entrar en disputas sobre opiniones. 2 Hay quien cree poder comer de todo; otro, flaco, tiene que contentarse con verduras. 3 El que come no desprecie al que no come y el que no come no juzgue al que come, porque Dios le acogió. 4 ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que esté en pie o caiga, es asunto que no concierne sino a su amo; pero se mantendrá en pie, que poderoso es el Señor para sostenerle. 5 Hay quien distingue un día de otro día, y hay quien juzga iguales todos los días; cada uno proceda según su propio sentir. 6 El que distingue los días, por el Señor los distingue; y el que come, por el Señor come, dando gracias a Dios; y el que no come, por el Señor no come, dando gracias a Dios. 7 Porque ninguno de nosotros para sí mismo vive, y ninguno para sí mismo muere; 8 pues, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, morimos para el Señor. En fin, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos. 9 Que por esto murió Cristo y resucitó, para dominar sobre muertos y vivos. 10 Y tú, ¿cómo juzgas a tu hermano o por qué desprecias a tu hermano? Pues todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla y toda lengua rendirá homenaje a Dios. 12 Por consiguiente, cada uno dará a Dios cuenta de sí. 13 No nos juzguemos, pues, ya más los unos a los otros; y mirad sobre todo no pongáis tropiezos o escándalo al hermano. 14 Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada hay de suyo impuro; mas para el que juzga que algo es impuro, para ése lo es. 15 Si por tu comida tu hermano se entristeciese, ya no andas en caridad. Mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió. 16 No sea, pues, vuestra libertad materia de maledicencia, 17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y aplaudido de los hombres. 19 Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación. 20 No destruyas, por amor de la comida, la obra de Dios. Todas las cosas son puras, pero es malo para el hombre comer escandalizando. 21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece o se escandalice o flaquee. 22 La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse en las resoluciones que tome. 23 El que no sale de dudas, si come, se condena, porque ya no procede según conciencia, y todo lo que no es según conciencia es pecado.

Presenta aquí San Pablo un problema concreto de la comunidad romana, que, probablemente, con más o menos variantes, fue bastante corriente en las primitivas comunidades cristianas. Junto a los cristianos que el Apóstol llama fuertes o bien instruidos, conscientes de lo que exigía y no exigía la nueva religión (cf. 15:1), había otro grupo de débiles en la fe (v.1) que se creían obligados a seguir determinadas prácticas en las comidas y en el calendario. Se habla concretamente de que se abstenían de la carne y del vino (v.21), que se contentaban con verduras (v.2), y que para ellos no todos los días eran del mismo valor (v.5). No se trataba, pues, de error en la fe o de debilidad en la adhesión a las doctrinas cristianas, sino de introducir ciertas prácticas en su cristianismo, que no se deducían de los simples principios de la fe.
Cómo surgió este grupo de cristianos no es fácil de precisar. La mayoría de los autores creen que se trata de cristianos procedentes del judaísmo, demasiado apegados todavía a las prácticas de la Ley, como los encontramos también en otras partes (cf. Hec_15:1; Hec_21:20; Gal_2:12). Lo de distinguir un día de otro día (v.5) sería una alusión a los días festivos prescritos por la Ley, que consideraban como de especial valor para cumplir determinados fines religiosos. Pero ¿y lo de abstenerse de carne y vino y contentarse con sólo verduras ? Desde luego, esto no era lo común en el judaísmo. Por eso, unos autores hablan de que se trataría de judíos procedentes de la corriente de los esenios, cuyas prácticas ascéticas en este sentido nos eran conocidas por Filón y Josefo, y actualmente lo son mucho más gracias a los descubrimientos de Qumrán; otros, en cambio, creen que lo de abstenerse de carne y vino era un paso adelante que habrían dado esos judío-cristianos ante el peligro de que fuesen alimentos contaminados por actos idolátricos, igual que tenemos en el caso de Corinto (cf. 1Co_8:1-7). Creemos, sin embargo, que nos faltan datos para poder concretar tanto. Téngase en cuenta, en efecto, que por esas mismas fechas también en el mundo pagano existían varias corrientes de ascesis laica, con resabios de pitagorismo, de estoicismo y de otros sistemas filosóficos, no siendo improbable que algunos de los cristianos romanos convertidos hubiesen estado anteriormente bajo el influjo de esas corrientes. De todos modos, no está fuera de razón suponer que el núcleo principal de ese grupo de fieles estaba constituido por cristianos procedentes del judaísmo, quienes en todas partes tendían a formar grupo aparte, con extraordinaria resistencia a dejar sus prácticas atávicas (cf. Hec_10:14; Hec_11:2; Hec_15:19-21; Hec_21:20; Gal_2:12).
No sabemos cómo llegó a conocimiento de San Pablo ese problema concreto de la comunidad romana. Claro que ello no era difícil, dadas las continuas comunicaciones de Roma con las diversas ciudades del imperio (cf. 16:1; Hec_18:2; Hec_27:6). Lo cierto es que el Apóstol estaba enterado, y trata de poner remedio. La cuestión era delicada y constituía un difícil caso de conciencia. De una parte, los débiles se escandalizaban ante la libertad con que procedían los fuertes y corrían riesgo de verse arrastrados por éstos, obrando contra conciencia y pecando; de otra, los fuertes se sentían inclinados a despreciar a los débiles, por considerar que todas esas distinciones de alimentos y de días eran algo sin valor, con lo que se corría peligro de escisiones en la comunidad. A unos y otros pide San Pablo mutua tolerancia y comprensión, apoyándose en la ley de la caridad (cf. v.3.15.20).
Dos partes podemos distinguir en el razonamiento del Apóstol. En la primera, que abarca los v.1-12, se dirige a fuertes y débiles, invitándoles a que se abstengan de criticarse mutuamente (v.3), pues todos servimos a un mismo Señor (v.4-9), y cada uno deberá dar cuenta de sí ante el tribunal de Dios (v. 10-12), sin que nosotros, meros criados, tengamos derecho a juzgarnos unos a otros, cosa que únicamente atañe al amo o Señor (v.4). Es de notar la correspondencia entre el Señor de los v.4-9, a quien pertenecemos, y el Dios de los v. 10-12, por quien seremos juzgados, encontrándonos aquí con uno de tantos casos de la equivalencia Cristo-Yahvé a que hemos aludido ya en otras ocasiones (cf. 9:33). El texto citado en el v.11 es de Isa_45:23, y directamente se refiere a Yahvé. Al mismo texto se alude también en Flp_2:10, aplicándolo a Cristo. Por lo que respecta a la segunda parte, que abarca los v.13-23, en ella San Pablo se dirige sobre todo a los fuertes, entre los cuales se cuenta a sí mismo (cf. 15:1), pidiéndoles que con sus libertades, de suyo lícitas (v. 14.20.22), no escandalicen a los débiles (v.13. 15.16.20.21); pues con ello pueden ser ocasión de que pequen esos otros hermanos nuestros, dado que ellos no juzgan las cosas como nosotros, y obrar contra el dictamen de la propia conciencia o con conciencia prácticamente dudosa es pecado (v.13.23). La frase del v.15: mira que por tu comida no seas ocasión de que se pierda aquel por quien Cristo murió.., para quien se sienta de veras cristiano, no puede menos de llegar al corazón.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Los límites de la libertad. Luego de una nueva apelación a ambos grupos para que no nos juzguemos más los unos a los otros, Pablo se vuelve a los fuertes en la fe, instándoles a no poner tropiezo, impedimento u obstáculo al hermano (13) en su camino. Este es el tema central de la sección, en la que los vv. 14-21 explican y elaboran en más detalle este mandato. Los vv. 22, 23 tratan nuevamente, en forma general, con ambos grupos.

Los fuertes están creando a los débiles una situación propicia al pecado (tropiezo y obstáculo; cf. 9:33; Isa. 8:16), al continuar comiendo cosas que los débiles consideran inmundas. Pablo mismo se ve forzado a afirmar su convicción de que nada hay inmundo en sí, siguiendo de esta manera la enseñanza de Jesús (Mar. 7:17-19; cf. también Hech. 10:9-15). Inmundo (koinos) denota impureza ritual (heb. tame; p. ej. Lev. 11:4-8). Pablo comprende, y desearía que todos los cristianos en Roma comprendieran, que la venida de Cristo ha significado que las leyes judías sobre la pureza ritual ya no son aplicables. Pero reconoce que los cristianos judíos pueden tener dificultades para descartar toda una vida de enseñanzas y hábitos, y por lo tanto les recuerda a los fuertes que para aquel que estima que algo es inmundo, para él sí lo es (14). Aunque Pablo no usa la palabra aquí, está obviamente preocupado porque la conciencia de los débiles sea violada (1 Cor. 8:7, 10), si ceden a la presión de comer algo que consideran inmundo.

Este comer contra la conciencia es lo que Pablo seguramente quiere decir con la palabra contristado, con referencia al creyente débil en el v. 15. Dirigiéndose ahora individualmente a un creyente fuerte, para dar más fuerza a la idea, Pablo le recuerda que al comer sin preocuparse por las consecuencias sobre los creyentes más débiles, está violando el principio cardinal cristiano del amor (12:9, 10; 13:8-10). Además, al alentar tácitamente a los hermanos más débiles a comer contra su conciencia, el creyente fuerte puede llegar a arruinar [BA, destruir] a una persona por la que Cristo murió. La palabra apollumi (arruines) es muy fuer te, y generalmente denota condenación eterna (2:12; 1 Cor. 1:18; 15:18; 2 Cor. 2:15; 2 Tes. 2:10). Quizá éste sea el significado en este caso, aunque, de ser así, es posible que Pablo no piense lit. que esto ocurrirá. O quizá el verbo esté siendo usado en un sentido no tan intenso: como causar daño espiritual a.

Una segunda razón para que los fuertes se abstengan de alardear de su libertad es que tal comportamiento, al causar tristeza y desunión dentro de la comunidad, trae mala reputación al evangelio ante los no creyentes (16-18). Estos, viendo en la iglesia disputas sobre comida y bebida, en lugar de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (17), no verán el evangelio como algo bueno. Los fuertes, por con siguiente, deberían servir a Cristo buscando la justicia, la paz y el gozo (en esto, v. 18), evitando comportamientos que podrían disminuir esas cualidades dentro de la iglesia. Al hacerlo, el creyente fuerte, así como el débil, agrada a Dios y es aprobado por los hombres (18).

Los vv. 19-21 son la recapitulación de temas que Pablo ya ha desarrollado en esta sección. Los fuertes (a quienes probablemente Pablo sigue dirigiéndose) deben seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (ver v. 17; 1 Cor. 10:23). Deben reconocer que su insistencia en comer lo que otros consideran inmundo puede llevar a la destrucción de la obra de Dios, con lo cual Pablo probablemente se refiere al hermano débil (ver vv. 15, 21b) y no a la comunidad. Aquellos que se enorgullecen de la fuerza de su conciencia y de su libertad en Cristo deberían ser los primeros en abandonar prácticas que podrían dañar a otro creyente. La libertad cristiana es real y valiosa, y nadie insistió en ella más enérgicamente que Pablo (Gál. 5:1; Col. 2:16-23). Pero el ejercicio de la libertad cristiana, como también subrayó Pablo (Gál. 5:13; 1 Cor. 6:12), debe siempre estar subordinado a las necesidades de los demás. Como reza el famoso dicho de Martín Lutero: Un cristiano es el amo más libre de todos, no está sujeto a nadie. Un cristiano es el siervo más obediente de todos, sujeto a todos.

Pablo redondea su apelación a los fuertes, recomendándoles que mantengan para sí mismos lo que piensan sobre la comida, los días de festividades especiales y la bebida. No hay necesidad de que coman carne frente a aquellos que podrían ser espiritualmente lastimados por esto, ni de que se abstengan de comer, insistiendo con arrogancia en que no hay nada de malo en lo que hacían. El creyente fuerte debe contentarse con reconocer que es una verdadera bendición saber que lo que él aprueba no es algo por lo que deba condenarse a sí mismo. No obstante, hay quienes no son capaces de aceptar el ejercicio de la libertad en estos temas. Sería pecado que hicieran lo que sus conciencias les es tán diciendo que no hagan. Aunque el comer carne puede no ser pecado a los ojos de Dios (14), el hacer algo que no proviene de fe (23) sí lo es.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIIII.

3 Men may not contemne nor condemne one the other for things indifferent: 13 But take heed that they giue no offence in them: 15 For that the Apostle prooueth vnlawfull by many reasons.
1 Him that is weake in the faith receiue you, but not to [ Or, not to iudge his doubtfull thoughts .] doubtfull disputations.
2 For one beleeueth that he may eat all things: another who is weake, eateth herbes.
3 Let not him that eateth, despise him that eateth not: and let not him which eateth not, iudge him that eateth. For God hath receiued him.
4 Who art thou that iudgest an other mans seruant? to his owne master he standeth or falleth; Yea he shall bee holden vp: for God is able to make him stand.
5 One man esteemeth one day aboue another: another esteemeth euery

[Gods iudgment.]


ay alike. Let euery man bee
[ Or, fully assured.] fully perswaded in his owne minde.
6 He that [ Or, obserueth.] regardeth a day, regardeth it vnto the Lord; and hee that regardeth not the day, to the Lord hee doeth not regard it. He that eateth, eateth to the Lord, for hee giueth God thankes: and hee that eateth not, to the Lord hee eateth not, and giueth God thankes.
7 For none of vs liueth to himselfe, and no man dieth to himselfe.
8 For whether we liue, we liue vnto the Lord: and whether wee die, we die vnto the Lord: whether wee liue therefore or die, we are the Lords.
9 For to this ende Christ both died, and rose, and reuiued, that hee might be Lord both of the dead and liuing.
10 But why doest [ 2Co_5:10 .] thou iudge thy brother? or why dost thou set at nought thy brother? wee shall all stand before the Iudgement seat of Christ.
11 For it is written, [ Isa_45:23 .] As I liue, saith the Lord, euery knee shall bow to mee, and euery tongue shall confesse to God.
12 So then euery one of vs shall giue accompt of himselfe to God.
13 Let vs not therefore iudge one another any more: but iudge this rather, that no man put a stumbling blocke, or an occasion to fall in his brothers way.
14 I know, and am perswaded by the Lord Iesus, that there is nothing [ Greek: common.] vncleane of it selfe: but to him that esteemeth any thing to bee [ Greek: common.] vncleane, to him it is vncleane.
15 But if thy brother be grieued with thy meate: now walkest thou not [ Greek: according to charitie. 1Co_8:11 .] charitably. Destroy not him with thy meat, for whom Christ died.
16 Let not then your good be euill spoken of.
17 For the kingdome of God is not meat and drinke; but righteousnes, and peace, and ioy in the holy Ghost.
18 For hee that in these things serueth Christ, is acceptable to God, and approued of men.
19 Let vs therefore follow after the things which make for peace, and things wherewith one may edifie an other.
20 For meat, destroy not the worke of God: all [ Tit.1.15.] things indeed are pure; but it is euill for that man who eateth with offence.
21 It is good neither to eate [ 1Co_8:13 .] flesh, nor to drinke wine, nor any thing whereby

[Brotherly loue.]

thy brother stumbleth, or is offended, or is made weake.
22 Hast thou faith? haue it to thy selfe before God. Happie is he that condemneth not himselfe in that thing which hee alloweth.
23 And hee that [ doubteth, is damned if hee eate, because hee eateth not of faith: For whatsoeuer is not of faith, is sinne.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

No escandalizar. Pablo vuelve de nuevo en defensa del «débil». Lo ha defendido en Corinto, desde donde escribe, en la persona del «pobre» discriminado en las celebraciones de la eucaristía (1Co_11:21) y del «explotado» en los pleitos entre hermanos (1Co_6:8). Ahora defiende al débil «escandalizado» por la provocación del fuerte. Si el reinado de Dios no consiste en comidas ni bebidas, sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo (17), esto se lleva a cabo compartiendo la fe y el amor entre hermanos y hermanas. Y compartir la fe es respetar la conciencia del otro que le lleva a actuar de la manera que lo hace.
Viene a decirle al fuerte: si tu fe -tus convicciones, tu conciencia- te permite comer vino y carne, en buena hora. Pero si está en juego el amor al hermano a causa del escándalo que le das, deja el vino y la carne para otra ocasión. Si no lo haces, ya no estás compartiendo la fe de tu hermano, porque tu hermano actúa también por fe al comer sólo aquello que su conciencia le permite comer.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. "Débil en la fe" es el creyente que todavía no ha alcanzado un grado suficiente de instrucción y madurez cristiana. Ver 1Co_8:7-13; 1Co_10:23-33.

11. Isa_45:23. Ver Flp_2:10-11.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 14.1-23 En este cap. se tratan problemas que surgían entre los varios grupos de la comunidad cristiana, causados por la diversidad de su origen y de su cultura. Los problemas tenían que ver con ciertos alimentos y con días de especial valor religioso.

[2] 14.5-6 Col 2.16.

[3] 14.11 Is 45.23; cf. Flp 2.10-11.

[4] 14.14 Mc 7.14-19; Hch 10.15.

[5] 14.14 Tit 1.15.

[6] 14.21 Véase 1 Co 8.8-13.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*14:1-15:13 Esta parte, la más amplia de la exhortación, permite suponer que Pablo conocía la comunidad de Roma más de lo que da a entender en Rom 1:8-15.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Enseña Pablo que no es lícito obrar con conciencia prácticamente dudosa, y que lo que se hace contra el dictamen de la propia conciencia, aun cuando sea errónea, es pecado. FE es aquí la persuasión de la conciencia.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

Continúa la enseñanza sobre la necesidad de evitar el escándalo no sólo con acciones malas, sino incluso con acciones de suyo indiferentes, pero que pueden confundir a otras personas, por su falta de formación.


Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

14:22 (a) Var.: «¿Tienes una convicción? Guárdala».

14:22 (b) Esta fe corresponde a la verdad; vale ante Dios. Pero la caridad es un principio superior.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

14:22 (a) Var.: «¿Tienes una convicción? Guárdala».

14:22 (b) Esta fe corresponde a la verdad; vale ante Dios. Pero la caridad es un principio superior.

Nueva Versión Internacional (SBI, 1999)

[b] convicción. Lit. fe; también en v. Rom 14:23.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἣν WH Treg NA28 ] – RP

Torres Amat (1825)



[11] Is 45, 24.

[22] De que ya no obligan las observancias de la ley antigua.

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Sant 4:17

Jünemann (1992)


22 m. Condena, tiene remordimiento.