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Por tanto, acogeos mutuamente como os acogió Cristo para gloria de Dios. (Romanos  15, 7) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 15

3. ¡SOPORTAOS RECÍPROCAMENTE! (Rm/15/01-13)

1 Es un deber para nosotros, los fuertes, sobrellevar la flaqueza de los que no lo son, y no complacernos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros procure complacer al prójimo para el bien, con miras al común desarrollo; 3 pues tampoco Cristo trató de complacerse a si mismo, sino que, conforme está escrito: «Los insultos de aquellos que te insultan recayeron sobre mí» (Psa_69:10). 4 Ahora bien, todo lo que se escribió previamente, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que, por la paciencia y por el consuelo que nos dan las Escrituras, mantengamos la esperanza. 5 Y que Dios, fuente de paciencia y de consuelo, os conceda tener entre vosotros un mismo sentir, de conformidad con Cristo Jesús, 6 a fin de que, unánimemente y a una sola voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Pablo se incluye entre los fuertes mediante el empleo de la primera persona de plural: «Nosotros, los fuertes...» Confirma con ello el derecho de los fuertes de la comunidad. Estos pueden remitirse al Evangelio como al mensaje de la libertad cristiana. Pero, con el mismo Evangelio, Pablo les pone ante los ojos la necesidad de que el cristiano no se complazca en sí mismo. Todos deben procurar más bien complacer a su prójimo, mirar por su bien y edificación. Esto responde a la caridad fraterna que constituye la ley fundamental de la comunidad cristiana (cf. 14, 15). Pero en definitiva también responde al ejemplo personal de Cristo, que no se ha buscado a si mismo, sino que más bien ha cargado con los «insultos». Incluso se ha negado a sí mismo y se ha vaciado de sí mismo en su absoluta libertad.

Pablo describe el ejemplo de Cristo con la palabra tomada del salmo 69. Ese salmo lo leía la comunidad cristiana primitiva como un salmo específico de la pasión, y algunos de sus versículos se aplicaban directamente a los padecimientos de Cristo 48. También Pablo aprendió así a entender el plan salvífico de Dios en el camino de los sufrimientos de Jesús. Que Jesús «se despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo... se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte» (Phi_2:7 s), Pablo, y con él toda la comunidad cristiana primitiva, sólo podía entenderlo como cumplimiento de la voluntad de Dios; voluntad que ya se había manifestado con antelación en la Escritura refiriéndose a los padecimientos del Siervo de Yahveh. De este modo también aquí alude el Apóstol a los sufrimientos y ejemplos de Cristo con palabras de la Escritura. Con su pasión Jesús ha demostrado de la forma más conmovedora que no vivió para sí mismo. De todo ello se deduce la obligación que la comunidad tiene de no fallar en sobrellevarse mutuamente (v. 1) si es que quiere, en serio, seguir a Jesús. 2) En el v. 4 proporciona Pablo la clave para entender las «Escrituras» que se nos han transmitido desde tiempos antiguos. Esas Escrituras son, sin duda, las del Antiguo Testamento. Todo cuanto en ellas ha quedado consignado, contribuye a nuestra «enseñanza». De modo parecido se dijo ya en 4,24 que también por nosotros se había escrito aquello de que la justicia le fue imputada a Abraham49. Pablo toma muy en serio la Escritura del Antiguo Testamento, en cuanto que de ella hay que sacar «paciencia» y «consuelo», conduciéndonos así en la hora presente a la esperanza que se nos ha dado en Jesucristo. Es a partir de Jesucristo, como su verdadero intérprete, como las Escrituras descubren su genuino sentido, de modo que fomentan dicha esperanza.

Pablo concluye con una plegaria de buenos deseos. Y una vez más toma ocasión para poner de relieve la unidad de la Iglesia, que responde a la voluntad de Jesús y se consuma en la unidad de la alabanza divina. Pues, el verdadero culto de Dios está en que la comunidad mantenga la unidad en el amor; lo cual significa a su vez que se realiza en la mutua paciencia e indulgencia. De hecho no debió ser ésta la forma más fácil del culto comunitario.

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48. Véase Mar_15:36 y lugares paralelos; Mat_27:34.43, Joh_15:25, Act_1:20; cf. también Joh_2:17; Rom_11:9 s. 49. Véase asimismo 1Co_9:10; 1Co_10:11

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7 Por tanto, acogeos benignamente unos a otros, como también Cristo os acogió a vosotros, para gloria de Dios. 8 Pues esto es lo que afirmo: que, en razón de la fidelidad de Dios, Cristo se hizo servidor de los circuncidados, para cumplir las promesas hechas a los patriarcas, 9 y para que los gentiles, a su vez, glorifiquen a Dios, en razón de su misericordia, según está escrito: «Por eso te alabaré entre los gentiles y cantaré himnos en honor de tu nombre» (Psa_18:50). 10 Y en otro lugar: «Alegraos, naciones, junto con su pueblo» (Deu_32:43). 11 Y todavía en otro: «Todas las naciones, alabad al Señor; y aclámenle todos los pueblos» (Psa_117:1). 12 Y también dice Isaías: «Aparecerá la raíz de Jesé, y el que surge para gobernar las naciones. ¡En él pondrán las naciones su esperanza!» (Isa_11:1.10). 13 Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en vuestra permanencia en la fe, a fin de que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.

Pablo resume su exhortación a la comunidad: «Por tanto, acogeos benignamente unos a otros.» Y ahora no sólo se dirige a los «fuertes», sino a los dos grupos. En la práctica lo que se pretende es que ambos grupos no se excluyan mutuamente, sino que mantengan la plena comunión del amor dentro de la misma comunidad. El modelo apremiante para esa conducta es Jesucristo. él nos «acogió» concretamente como a su comunidad por la que ha dado su vida. Esta única comunidad de «circuncidados» y de gentiles la ha fundado Jesucristo, y eso como Iglesia única, aunque para judíos y gentiles haya que tener en cuenta los distintos puntos de vista en que han sido «acogidos»: los judíos, teniendo en cuenta las promesas hechas a los patriarcas, aunque no pueden esgrimirse como una especie de derecho frente a Dios; los gentiles, por el contrario, que no se revocan a tales promesas, tienen que manifestar con su alabanza que Dios es y quiere ser el Dios de la misericordia. Las citas bíblicas, que Pablo recoge de los tres grandes grupos del Antiguo Testamento -ley, profetas, salmos-, subrayan la voluntad salvífica universal de Dios que cada vez se extiende más, por encima de las estrechas fronteras del pueblo de Dios del Antiguo Testamento hacia el único pueblo de Dios formado por judíos y gentiles.

El Apóstol cierra sus exhortaciones con una última plegaria. «Gozo», «paz», «fe», «esperanza», «poder del Espíritu Santo»... son conceptos salvíficos de gran importancia. Con esta aglomeración pretenden expresar lo que Pablo puede rogar para la Iglesia sólo por Jesucristo. Pues, en Jesucristo se ha mostrado Dios como el Dios de la esperanza. En el Nuevo Testamento es éste el único pasaje en que se llama así a Dios. Tal designación permite conocer, de forma breve y significativa, que Dios ha salido al paso de los creyentes en Jesús. Pues, por Jesús se les ha reforzado la esperanza que no sólo les mantiene en una espera tensa y paciente de la consumación de la creación nueva, sino que además les permite experimentar el presente, ya ahora, como «gozo» y como «paz».



NOTICIAS FINALES 15,14-32

1. JUSTIFICACIÓN DE LA CARTA (Rm/15/14-21)

14 Con respecto a vosotros, yo estoy, hermanos míos, personalmente convencido de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones, henchidos de toda clase de conocimientos, capacitados también para exhortaros unos a otros. 15 Sin embargo, en algunos puntos os he escrito con cierto atrevimiento, como para reavivar vuestros recuerdos, en virtud de la gracia que Dios me concedió: 16 la de ser un ministro de Jesucristo con respecto a los gentiles, ejerciendo una función sacerdotal en servicio del Evangelio de Dios, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable, consagrada por el Espíritu Santo. 17 Tengo, por tanto, de qué estar orgulloso en Cristo Jesús por lo que se refiere al servicio de Dios. 18 Pues no me atrevería a hablar de nada, fuera de lo que Cristo, para obtener la obediencia de los gentiles, ha realizado, valiéndose de mí, de palabra y de hecho, 19 por el poder de señales y prodigios, por el poder del Espíritu; de modo que yo, partiendo de Jerusalén y en todas direcciones hasta lliria, he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo, 20 mirando como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno, 21 sino, conforme está escrito: «Quienes no habían tenido noticia de él, lo verán; y los que no habían oído hablar de él, comprenderán» (Isa_52:15).

Al igual que en la introducción a la carta -Isa_1:8-17- también en esta conclusión del amplio escrito aparece claramente el propósito del Apóstol 50. Pablo sabe perfectamente bien que no es natural escribir a una comunidad a la que todavía no conoce de modo personal 51. Por eso da a entender en la conclusión que realmente no tenía necesidad de instruir a la comunidad de Roma; los cristianos de la capital están ya «llenos de buenas disposiciones y henchidos de toda clase de conocimientos», hasta el punto de que en su especial condición pueden dirigirse unos a otros palabras de exhortación y de aliento. Pablo, sin embargo, está persuadido de que una parte de su ministerio apostólico consiste en «reavivar recuerdos» en las comunidades, en refrescarles la mente, aunque como en el caso de los romanos no se trate de una Iglesia fundada por él. Y es que su misión se dirige justamente al mundo gentil. A los gentiles quiere «ejercer una función sacerdotal» al servicio del Evangelio, de modo que los gentiles sean ofrenda aceptable (v. 16). Pablo entiende el anuncio del Evangelio entre los gentiles como una «función sacerdotal», pues lo que pretende conseguir es que los gentiles se conviertan a Dios y, mediante esta conversión, lleguen a ser una «ofrenda» santificada por el mismo Espíritu de Cristo que opera al presente 52, Si el Evangelio se ha difundido por toda la tierra llegando a todos los hombres, el Evangelio puede actuar a su vez como «poder de Dios para salvar a todo el que cree» (1,16). Por ello, se preocupa Pablo de abrir al Evangelio el mundo gentil. Y quiere, pasando por Roma, penetrar más dentro de ese mundo de los gentiles. De ahí que intente en su carta presentar todo el alcance de su misión a la comunidad cristiana de Roma. Su misión se entiende únicamente desde Cristo (v. 18). Só1o cuenta lo que Cristo obra en El y por él. Asa es la razón de que el Apóstol se presente a sí mismo y todo su ministerio en la única norma decisiva: la acción de Cristo en la hora actual. La consecuencia es que a Pablo ni siquiera le preocupa el haberse puesto con el mayor desinterés al servicio del Evangelio y el que su ministerio pueda ir acompañado por la demostración poderosa e impresionante del Espíritu que opera en él. Lo importante no es Pablo ni su presencia, sino Cristo que habla en el Evangelio.

En su ministerio entre los gentiles Pablo se atiene siempre a una norma fija: no predica «donde el nombre de Cristo ya había sido invocado», evitando así el «edificar sobre cimiento ajeno» (v. 20). Tiene que anunciarlo precisamente a quienes «no habían tenido noticia de él» ( Isa_52:15). Al atenerse a esta regla, probablemente recuerda todavía el Apóstol las dolorosas experiencias que había vivido en la comunidad de Corinto con los misioneros itinerantes que se entrecruzaban, que defendían la causa de Jesús de una forma que a él le resultaba más que dudosa y que desorientaban a la comunidad (cf. 2Cor).

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50. Cf. el comentario a 1,8-15.

51. Véase la introducción al comentario.

52. Pablo utiliza aquí palabras e imágenes tomadas del culto y liturgia del Antiguo Testamento y del judaísmo, para definir su ministerio apostólico. Tal vez se ha sentido aquí movido por Isa_66:19 s: los mensajeros de Dios son enviados a los pueblos, «y anunciarán mi gloria entre las naciones, y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones, y los ofrecerán como un presente al Señor...».

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2. ANUNCIO DE SU VISITA (Rm/15/22-32)

22 Por eso precisamente, me veía impedido tantas veces de llegar hasta vosotros. 23 Pero ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones, y teniendo, además, desde hace muchos años, vivos deseos de llegar hasta vosotros 24 espero veros a mi paso, cuando emprenda mi viaje a España, y ser encaminado por vosotros allá, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía. 25 Pero de momento me encamino a Jerusalén, para realizar un servicio a aquellos hermanos. 26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta en beneficio de los pobres que hay entre los santos de Jerusalén. 27 Tuviéronlo a bien, y aún tenían esa deuda con ellos. Porque, si los gentiles participaron de sus bienes espirituales, deben a su vez servirles con los bienes temporales. 28 Así pues, en cuanto haya cumplido este encargo y haya consignado en sus manos esta colecta, me encaminaré a España, pasando por vosotros. 29 Y sé que, yendo a vosotros, iré con la plena bendición de Cristo. 30 Pero os ruego hermanos, por Jesucristo nuestro Señor y por amor del Espíritu, que luchéis juntamente conmigo, dirigiendo a Dios oraciones por mi, 31 para que me vea libre de los incrédulos que hay en Judea, y para que mi servicio en beneficio de Jerusalén sea bien recibido por los hermanos; 32 de modo que, llegando a vosotros con alegría, por voluntad de Dios, pueda encontrar descanso a vuestro lado.

Hasta el presente, Pablo se había ocupado de la predicación del Evangelio en las regiones del Mediterráneo oriental. Ahora siente impulsos de viajar a Occidente, y como objetivo de su ulterior viaje misionero se ha propuesto España. De camino hacia allá desea también hacer una visita a la comunidad cristiana de Roma, para que le encaminen allá desde la capital del imperio.

Este pasaje es muy instructivo por lo que se refiere al objetivo misionero del Apóstol. ¿Cómo puede decir -escribiendo como escribe desde Corinto- que ya no tiene «campo de acción en estas regiones»? De hecho nosotros tenemos conocimiento de una actividad misional de Pablo en la región que se extiende de Siria hasta Grecia y que duró aproximadamente diez años. Y sabemos también que el Apóstol centró su ministerio principalmente en las grandes ciudades, como éfeso, Filipos, Tesalónica y Corinto. Pero, además, Pablo estuvo constantemente de viaje para anunciar el Evangelio. De su actividad misionera surgió como una necesidad interna el establecimiento de comunidades cristianas. En esas comunidades los cristianos debían encontrar la ayuda necesaria para llevar una vida de fe, lo que para Pablo siempre equivalía a una vida de esperanza en el Señor que ha de volver. Y a través de sus cartas intentaba también mantenerlos y afianzarlos en tal esperanza. En cambio, Pablo se preocupó relativamente poco por las cuestiones de la organización eclesial. Suponía con una cierta naturalidad que lo necesario en ese sentido ya estaba hecho, si las comunidades conservaban ante sus ojos lo esencial de la fe y de la esperanza cristianas. Debió contar además con que las comunidades continuarían a su vez la acción misionera en medio de su entorno todavía pagano, sin que por ello hubiesen de desplegar un programa misionero propiamente dicho. Las Iglesias, y los cristianos dentro de ellas, ejercen una función de estímulo y propaganda con su sola existencia y forma de vida.

Pablo ha podido, por lo mismo, afirmar que ya no tiene «campo de acción» para detenerse por más tiempo en Oriente, y que considera como esencialmente cumplida su misión en aquellas regiones. Y, como lo que le preocupa, sobre todo, es aprovechar el tiempo y poner todas sus fuerzas a disposición de la causa del Evangelio, siente un impulso de avanzar hacia Occidente para seguir predicando allí el Evangelio como lo ha hecho hasta ahora y fundar Iglesias como centros de vida cristiana en medio de un mundo que sigue siendo pagano.

Antes de emprender este camino sólo le quedaba por cumplir una tarea, a saber, la colecta de las limosnas con destino a «los santos» de Jerusalén. Sin duda que la comunidad cristiana de Jerusalén, a causa de su situación social y económica dentro del judaísmo, estaba especialmente necesitada de los socorros de la diáspora. Según Gal_2:10, Pablo se había declarado en el concilio de los Apóstoles dispuesto a prestar dicha ayuda de parte de las comunidades cristianas53. 1Co_16:14 y 2Cor 8-9 proporcionan un testimonio fehaciente de cuán en serio mantuvo Pablo esta promesa.

La vinculación con la comunidad cristiana de Jerusalén tuvo para él tanta importancia, pese a todas las tensiones, por lo que se refería a la misión entre los gentiles (cf. Gal_2:1-16), incluso por razones de otro tipo, que pensó en entregar personalmente la colecta. La comunión, que Macedonia y Acaya procuraban mantener con la Iglesia jerosolimitana por medio de su «colecta» *, es una comunión de «deuda» recíproca (v. 26s). Los cristianos de la gentilidad han tenido parte en los «bienes espirituales» de la comunidad de Jerusalén. Por ello parece justo que también ellos hagan partícipes a su vez de una ayuda económica a los que están necesitados. Para Pablo Jerusalén continúa siendo el centro del pueblo de Dios, aunque Israel haya negado su fe y obediencia a la revelación salvífica de Dios en Cristo.

En el v. 19 describe Pablo el camino de su ministerio: «partiendo de Jerusalén», aun cuando personalmente no había misionado ni en Jerusalén ni en Judea. Jerusalén no es ciertamente el lugar destinado a su actividad; pero es el punto de partida del Evangelio para todos los pueblos. Aquí Pablo se mantiene fiel a su tradición judía, aun cuando sepa que en el fondo ha sido superada por Cristo y puesta fuera de curso. Pero Jerusalén es para Pablo no sólo el centro del antiguo Israel y de sus promesas, sino ante todo el lugar de la revelación escatológica de Dios; lo ha sido ya con la muerte y resurrección de Jesús, y lo será también al final de los tiempos, de acuerdo con las esperanzas escatológicas del judaísmo, cuando los pueblos se congreguen y lleven sus dones a la nueva ciudad de Dios. Con la colecta en favor de Jerusalén se cumple ya simbólicamente esa reunión y ofrenda de los pueblos al Dios de la salvación escatológica.

En los últimos versículos de su carta Pablo expone una vez más su visita a Roma, en el marco precisamente de su nuevo plan misionero. Pero su alegría por esta perspectiva se ve notablemente turbada por una preocupación que evidentemente le atormenta: tiene que «luchar» (cf.v. 30) en sus oraciones por causa del viaje de la colecta en el que se encuentra. Los enemigos de su obra le aguardan en Judea. Son los círculos judíos que censuran su dedicación a los gentiles. Pablo los llama «incrédulos» o desobedientes, dando a entender que se han resistido al Evangelio no dándole crédito. El Apóstol se siente amenazado por ello. Se trata evidentemente de los círculos judíos que ejercen en Jerusalén una cierta presión sobre la Iglesia local, hasta el punto de que ésta debió de aguardar no sin alguna preocupación la colecta de Pablo como signo de solidaridad de los cristianos gentiles con los judeocristianos. Como quiera que sea, la preocupación del Apóstol, expresada en el v. 31, se refiere a dicha confrontación con la comunidad judeocristiana, que todavía no debió haber adoptado una actitud única frente a la obra misionera de Pablo.

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53. Véase también Act_11:29. * El texto original griego no dice «colecta», sino «comunión» (koinonian) puesto que la comunión se realizaba (aparte otros medios) por la colecta (cf X. LEON-DUFOUR. Vocabulario de teología bíblica, Herder. Barcelona 5, 1972. v. Comunión, NT, 1. [Nota del traductor]

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA 15,33 BENDICIÓN (Rm/15/33)

33 El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

Pablo concluye el anuncio de su visita con una breve bendición. «El Dios de la paz» (cf. 16,20; 2Co_13:11) es el Dios que crea la comunión y la unidad. Cuando, desde el punto de vista humano, hay poca esperanza de tal comunión y del triunfo de la obra divina, Dios hace precisamente que el hombre espere y obre contra toda esperanza. Esta idea ha orientado y sostenido al Apóstol incluso en su situación bien crítica.



Comentario de Santo Toms de Aquino


CAPITULO 15
Lección 1: Romanos 15, 1-13
Las debilidades de los pequeños deben ser sostenidas por los mayores, a ejemplo de Cristo. No obstante que no puede El ser imitado por nosotros, hay que orar, sin embargo, para poder seguir sus huellas.1. Los fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no complacernos a nosotros mismos2. Cada uno de vosotros agrade a su prójimo, en lo que es bueno, para edificarlo.3. Porque tampoco Cristo complacióse a Sí mismo; antes bien, según está escrito: los oprobios de los que te ultrajaban cayeron sobre mí.4. Porque todas las cosas que han sido escritas, para nues tra enseñanza sé han escrito, a fin de que mediante la paciencia, y en el consuelo de las Escrituras, mantengamos la esperanza.5. El Dios de la paciencia y de la consolación os conceda un unánime sentir entre vosotros según Cristo Jesús.6. Para que unánimes con una sola boca glorifiquéis al Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo.7. Por lo tanto, soportaos recíprocamente, así como Cristo os ha soportado a vosotros para gloria de Dios.8. Porque digo que Cristo se hizo ministro de la circuncisión en pro de la fidelidad de Dios, para confirmar las promesas de los padres:9. Mas los Gentiles sobre todas las cosas deben honrar a Dios, según está escrito: por eso te ensalzaré entre los Gentiles, y cantaré a tu nombre.10. Y otra vez dice: Alegraos, Gentiles, con su pueblo.11. Y asimismo: Alabad, todos los Gentiles, al Señor, y ensalzadle los pueblos todos.12. Y otra vez dice Is : Aparecerá la raíz de Jessé, y El que se levantará para gobernar a las naciones; en El esperarán las Gentes.13. Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.Arriba enseñó el Apóstol que los fuertes deben evitar el escándalo de los débiles; y aquí enseña que los fuertes deben también soportar las flaquezas de los débiles. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero da una admonición; luego, la explica: Cada uno de vosotros, etc. Esta admonición contiene dos cosas, de las cuales la primera corresponde a la manifestación exterior. Por lo cual dice: No sólo debemos evitar el escándalo de los débiles, sino que, también, nosotros, que somos más fuertes en la fe, debemos soportar las flaquezas de los débiles. Porque así como para un edificio material se eligen algunas piezas más firmes, como son los cimientos y las columnas, para soportar todo el peso del edificio que se compone de materiales menos resistentes, así también, en el espiritual edificio de la 1glesia, no sólo se escogen sino que se forjan algunas piezas más firmes, para que soporten el peso de los demás. Por lo cual se dice en el Salmo 74,4: Yo fui quien dio firmeza a sus columnas. Y en Gálatas 6,2: Sobrellevad los unos !as cargas de los otros. Así es que los fuertes soportan las flaquezas de los débiles, mientras pacientemente les quitan sus defectos, y para poder levantarlos se inclinan. Mas lo segundo corresponde a la intención interna. Por lo cual dice: Y no debemos complacernos a nosotros mismos, de modo que siempre queramos que se haga lo que nos gusta, sino que debemos condescender con la voluntad de los demás, para hacer las cosas que a ellos les agradan y que les son útiles. Así como yo también en todo procuro complacer a todos (1Co 10,33).En seguida, cuando dice: Cada uno de vosotros, etc., explica su enunciada admonición, y primero en cuanto a la segunda parte; segundo, en cuanto a la primera: Por lo tanto, soportaos recíprocamente, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero explica lo que dijera; segundo, da la razón de ello: Porque tampoco Cristo complacióse a Sí mismo, etc. Así es que primero dice: Dicho está que no debemos complacernos a nosotros mismos, y esto porque cada uno de nosotros que somos más fuertes debe darle gusto a su prójimo débil, esto es, condescender con él en las cosas que le agradan, mas no en las que sean malas, como en Is 30» 10, algunos exigen: Habladnos de cosas placenteras, etc. Y por eso agrega: en lo que es bueno. De manera semejante también no debemos tratar de agradar a los hombres por un interés humano o por vanagloria, como se dice en el Salmo 52,6: Dios dispersó los huesos de los que lisonjean a los hombres; sino para gloria de Dios y provecho de los prójimos. Por lo cual agrega: para edificarlo, esto es, para que condescendiendo con el deseo de los demás, estos mismos se edifiquen en la fe y en el amor de Cristo. Sigamos las cosas que contribuyen a la paz y a la mutua edificación (Rm 14,19).En seguida, cuando dice: Porque tampoco Cristo, con el ejemplo de Cristo asienta la razón de lo que dijera.Y primero propone el ejemplo de Cristo; luego muestra que su ejemplo debe ser imitado por nosotros: Porque todas las cosas que han sido escritas; tercero, agrega la razón de que podamos cumplir tal cosa: Pues el Dios de la paz, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero enuncia el ejemplo, diciendo: Se ha dicho que no debemos darnos gusto a nosotros mismos, es claro que en cuanto a nuestra particular voluntad. Porque tampoco Cristo, que es nuestra cabeza, complacióse a Sí mismo, sino que eligió el padecer por nuestra salud así como las cosas que eran contrarias a su propia voluntad, quiero decir a la voluntad natural humana, para cumplir con la divina, que les era común a El mismo y al Padre, según Mateo 26,39: Padre mío, no como yo quiero sino como Tú.Segundo, para esto echa mano de la autoridad, diciendo: Pero según está escrito en el Salmo diciéndole la persona de Cristo al Padre: ¡Oh Padre, los oprobios de los Judíos que te ultrajaban, esto es, que blasfemaban por sus malas obras, y que contradecían así la verdad de tu doctrina cayeron sobre mí, queriendo así ahogarme por hacerles conocer Yo tu voluntad y echarles en cara sus malas obras. Pero me aborrecieron a Mí y aborrecieron también a mi Padre (Jn 15,23). Puédese referir esto también a los pecados de todo el género humano, porque todos los pecados en cierto modo son oprobios para Dios, por cuanto por ellos se menosprecia la ley de Dios. Han abandonado al Señor, han blasfemado del santo de 1srael (Is 1,4). Así es que de esta manera los oprobios de los que ultrajaban a Dios cayeron sobre Cristo, en cuanto El mismo murió por los pecados de todos. Dios cargó sobre El las iniquidades de todos nosotros (Is 53,6). El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1Pe 2,24).En seguida, cuando diice: Porque todas las cosas que han sido escritas, etc., muestra que este ejemplo de Cristo debe ser imitado por nosotros, diciendo: Porque todas las cosas que han sido escritas en la Sagrada Escritura, o bien acerca de Cristo, o bien acerca de sus miembros, para nuestra enseñanza se han escrito. Porque ninguna necesidad había de que se escribieran si no era por nosotros, para que por ellas fuéramos instruidos. Toda Escritura divinamente inspirada es eficaz para enseñar, para convencer, etc. (2 Tim 3,16). Qué es lo que en la Escritura se contiene para nuestra enseñanza lo muestra agregando: a fin de que mediante la paciencia, y en el consuelo de las Escrituras, o sea, la paciencia y el consuelo que la Escritura contiene. Porque en la Ssgrada Escritura encontramos la paciencia de los santos en soportar las desdichas. Oísteis la paciencia de Job (St 5,2). Hallamos también en ella el consuelo que Dios les dio, según el Salmo 93,19: A proporción de los muchos dolores que atormentaron mi corazón, tus consuelos llenaron de alegría mi alma. Por lo cual también en 1 Pedro 1,2 se dice: Dando anticipado testimonio de los padecimientos de Cristo, lo cual corresponde a la paciencia, y de sus glorias posteriores, lo cual corresponde al consuelo. Cuál sea el fruto que de esta doctrina recibamos lo muestra agregando: mantengamos la esperanza. Por enseñarnos la Sagrada Escritura que los que pacientemente soportaron por Dios la tribulación fueron divinamente consolados, recibimos la esperanza de que como ellos también nosotros seremos consolados si en las mismas tribulaciones somos pacientes. Y aunque El me quitare la vida, en El esperaré (Jb 13,15).En seguida dice: El Dios de la paciencia, etc. Como pareciera demasiado arduo que el puro hombre pudiera imitar el ejemplo de Cristo, según el Eclesiastés 2,12: ¿Quién es el hombre para poder seguir al Rey su criador? recurre al auxilio de la oración, diciendo: E! Dios de la paciencia, es claro que dador (Tú eres mi paciencia: Salmo 70,5); y también de alivio, esto es, que proporciona una espiritual consolación (El Padre de las misericordias y Dios de toda consolación: 2Co 1,3) os conceda (De quien procede todo don perfecto, como se dice en Santiago 1,17) un unánime sentir entre vosotros, esto es, para que sintáis lo mismo, etc. (Tened un mismo sentir, vivid en paz: 2Co 13,2), no ciertamente coincidiendo en el pecado, sino según Cristo Jesús, de quien se dice en Efesios 2,14: El es nuestra paz, el que de ambos hizo uno. Para que sintiendo lo mismo, viviendo unánimes por la unidad de la fe y de la caridad, conforme al Salmo aquel, según otra letra: Quien hace vivir unánimes en casa, con una sola boca, esto es, con una sola profesión de fe, la cual procede de la unidad de la fe (Que habléis todos una misma cosa: 1Co 1,10), para que por la conformidad del corazón y de la boca glorifiquéis al Dios creador de todas las cosas, el mismo que es el padre de nuestro Señor Jesucristo, por quien nos adoptó como a hijos. Yo honraré a todo el que me glorificare (I Reyes 2,30). Pues si Yo soy padre ¿dónde está la honra que me corresponde? (Malq 1,6).En seguida, cuando dice: Por lo tanto, soportaos recíprocamente, explica la primera parte de la admonición, en la cual dijera que los fuertes deben soportar las flaquezas de los débiles. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero renueva la admonición; segundo, da su razón con el ejemplo de Cristo: Así como Cristo, etc.; tercero, agrega una razón: Que el Dios de la esperanza, etc. Así es que primero dice: Por lo tanto, esto es, porque lo que está escrito se ordena a nuestra instrucción con el ejemplo de Cristo y de los santos. Consiguientemente, soportaos recíprocamente con el afecto de la caridad, para que el uno soporte las cosas que son del otro, así como desea él mismo sostenerse cuanto lo permita la caridad: y que cada quien soporte al otro también para ayudarlo e impulsarlo. Al que es débil en la fe acogedlo (Rm 14,1).En seguida, cuando dice: Así como Cristo os ha soportado a vosotros, etc., da la razón con el ejemplo de Cristo. Y primero pone su ejemplo, diciendo: Así como Cristo os ha soportado a Vosotros, con su protección y cuidados. He aquí a mi siervo; Yo estaré con él (Is 42,1). Acogió a 1srael su siervo, acordándose de su misericordia (Lc 1,54). Y esto para gloria de Dios, al cual refería todas las cosas. Yo honro a mi Padre, y vosotros me estáis ultrajando (Jn 8,49). En lo cual se da a entender que nosotros debemos soportarnos mutuamente en las cosas que pertenecen a la gloria de Dios. Lo segundo: Porque digo que Cristo, etc., explica lo que dijera. Y primero en cuanto a los Judíos; segundo, en cuanto a los Gentiles: Mas los Gentiles, etc. Así es que primero dice: Se ha dicho que Cristo os soporta a vosotros, tanto de entre los Judíos como de entre los Gentiles, que estáis congregados en la unidad de la fe. Y esto es claro en cuanto a unos y otros. Porque digo que Cristo se hizo ministro de la circuncisión. Porque El mismo es el autor de la fe en cuanto a todos, según Hebreos 12,2: Poniendo los ojos en el autor de la fe, etc. Pero en su propia persona no se presentó a Sí mismo sino a los Judíos, según Mateo 15,24: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de 1srael. Y en Is 65,19 leemos: No se oirá su voz por fuera. Y esto por la verdad de Dios, para que la verdad deDios les fuese comprobada a quienes se les prometió. Dios es veraz (Rm 3,4). Por lo cual agrega: Para confirmar las promesas de los padres, esto es, para que así se cumplieran las promesas hechas a los padres. Nos suscitó un poderoso Salvador en la casa de David, su siervo, como lo había anunciado por boca de sus santos profetas (Lc 1,69-70). Cuantas promesas hay de Dios han hallado el sí en El (2Co 1,20).En seguida, cuando dice: Mas los Gentiles, etc., muestra que también los Gentiles han sido aceptados por Cristo. Y primero enuncia lo que desea; luego, lo confirma por medio de autoridad: Como está escrito, etc. Así es que dice: Se ha dicho que a los Judíos los recibió Cristo por la verdad de Dios, para que se cumplieran las promesas hechas a los padres; mas no se les habían hecho promesas a los Gentiles. Por lo cual esto no tiene lugar en cuanto a los Gentiles, sino que son aceptados por misericordia. Y esto es lo que dice así: Mas los Gentiles deben honrar a Dios por la misericordia que se les ha ofrecido por Cristo, porque aun cuando a ellos no les predicó personalmente, sin embargo les envió sus discípulos, que en medio de las Naciones ejercieron su ministerio, así como El mismo lo ejerciera entre los Judíos, según Mateo 28,19: 1d, y enseñad a todos los pueblos. Y de esta misericordia se dice en el Salmo 32,5: Toda la tierra está llena de la misericordia del Señor. Y en Lucas 1,50 leemos: Y su misericordia, para los que le temen, va de generación en generación. Así es que de esta manera el Apóstol atribuye a la verdad divina la conversión de los Judíos, y la conversión de los Gentiles a la divina misericordia.Objeción.-Contra esto parece estar lo que se dice en el Salmo 24,10; Todos los caminos del Señor son misericordia y verdad.Respuesta.-Pero se debe decir que el atribuir a la divina verdad la vocación de los Judíos no excluye la misericordia, porque también el Apóstol, nacido de Judíos, dice: Alcancé misericordia (I Tim 1,13). Y obra de la misericordia fue que Dios les hiciera a los padres promesas sobre la salud de los pósteros. De manera semejante también, por el hecho de atribuir a la divina misericordia la vocación de los Gentiles, no excluye totalmente la divina verdad, porque a la verdad divina correspondía el que se cumpliera su propósito de salvar a los Gentiles, lo cual, dice el Apóstol (Ef 3,9), era un misterio escondido desde los siglos en Dios. Pero un modo de verdad, es claro que por el cumplimiento de las promesas, se halla en la vocación de los Judíos, el cual no se halla en la vocación de los Gentiles, a quienes no se les hicieron las promesas.En seguida, cuando dice: Como está escrito, etc., confirma mediante autoridad lo que dijera sobre la conversión de los Gentiles. Porque aun cuando a los Gentiles no les fuera prometida la vocación a la fe de Cristo, no ocurrió sin embargo de improviso, sino que fue preanunciada en los vaticinios de los profetas. Y son cuatro las autoridades que presenta, de las cuales la primera contiene las acciones de gracias de Cristo al Padre por la conversión de los Gentiles obrada por El mismo. Por lo cual dice: Como está escrito en el Salmo 17,44,49,50, de la persona de Cristo: Tú me constituirás caudillo de las Naciones, y sobre los Judíos que se levanten contra mí me ensalzarás. ¡Oh Dios Padre, Yo, Cristo, te alabaré, con alabanza de acción de gracias, entre las naciones, esto es, mediante la conversión de los Gentiles que Yo haré, y cantaré con cierta nueva exultación del corazón a tu nombre, que les es manifiesto, según Juan 17,6: Yo he manifestado tu Nombre a los hombres que me distel O bien de otra manera: Te ensalzaré entre los Gentiles, esto es, haré que los Gentiles te ensalcen con alabanza de fe (Alábente, Dios, los pueblos; publiquen todos los pueblos tus alabanzas: Salmo 66,4), y cantaré a tu nombre, esto es, haré que los Gentiles te canten un cántico que viene a ser la exultación del espíritu renovado. Cantad al Señor un cántico nuevo; toda la tierra, cantad al Señor (Sal 95,1).La segunda autoridad contiene la unión de Gentiles y Judíos. Por lo cual agrega: Y otra vez dice la Escritura (Is 66: ¡Oh pueblos que erais extraños a la comunidad de 1srael, como se dice en Efesios 2,12): Alegraos, Gentiles, con su pueblo, esto es, unios a la común alabanza con los Judíos, que antiguamente eran su pueblo. Alegrarse ha delante de Ti, como los que se alegran en la siega (Is 9,3). Habrá un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10,16). Nuestra letra dice: Regocijaos con Jerusalén, y exultad en ella, todos los que la amáis.La tercera autoridad contiene la alabanza de los Gentiles a Dios. Por lo cual agrega: Y asimismo escrito está en los Salmos: Alabad, todos los Gentiles, al Señor, es claro que confesando su bondad (Desde el Oriente hasta el Poniente es digno de ser bendecido el nombre del Señor: Salmo 1 12,3); y los pueblos todos, no sólo el pueblo de los Judíos, ensalzadle, esto es, creed que El es grande, o sea, que su grandeza excede a toda alabanza (Bendecid al Señor, ensalzadle cuanto podáis, porque superiores a toda alabanza: Eccli 43,33. Desde levante a poniente es grande mi nombre entre las naciones: Malaq 1,2).La cuarta autoridad contiene la reverencia de los Gentiles a Cristo. Por lo cual agrega: Y otra vez dice Isaías (II,10): Aparecerá la raíz de Jessé. En lo cual preanuncia el origen de Cristo, que habrá de nacer del linaje de David. Porque Jessé fue el padre de David. Así es que dice: Aparecerá la raíz de Jessé, de cuyo linaje nacerá Cristo. Y saldrá un renuevo de la raíz de Jessé, y se elevará una flor, etc. (Is 2,1). O bien Cristo era la raíz de Jessé, porque aun cuando de Jessé procedería según el origen de la carne, sin embargo con su virtud sustentó a Jessé, y lo penetró con su gracia. Tú no sostienes la raíz, sino la raíz a ti (Rm 2,18). En seguida toca el oficio de Cristo, agregando: Y el que se levantará con tan grande excelencia de gracia, para poder gobernar a las naciones, sometiéndolas al culto divino, cosa que nadie antes de El pudo hacer. Te daré las naciones en herencia tuya. Regirlas has con cetro de hierro (Sal 2,8-9). Al último pone la reverencia de los Gentiles a Cristo, diciendo: En El esperarán las Gentes, es claro que para conseguir por El la herencia de la gloria celestial. Ños ha engendrado de nuevo para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1Pe 1,3).En seguida, cuando dice: Que el Dios de la esperanza, etc., agrega una oración, diciendo: Se ha dicho que las Gentes esperarán en Cristo, que es el Dios de la esperanza, esto es, que nos infunde esta esperanza, según el Salmo 70,5: Tú eres, Señor, mi esperanza; o bien el Dios de la esperanza, esto es, en el cual se debe esperar os colme de todo gozo, se entiende que espiritual, el cual es de Dios (El gozo del Señor es nuestra fortaleza: 2 Esdras 8,10), y paz, por la cual el hombre goza de tranquilidad en sí mismo y con relación a Dios y al prójimo (De suma paz gozan los amadores de tu ley, Señor: Salmo 118,165), en la fe, como si dijera: para que con lo que creéis tengáis también paz y gozo, que son el efecto de la caridad, según Gélatas 5,22: El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz. Aquí se ve que por Dios, que es el dador de la esperanza, les desea que con la fe tengan la caridad, por la cual obra la fe, como se dice en Sálatas 5,14. Y que la fe de ellos no sea informe y muerta, porque la fe sin las obras es muerta, como se dice en Santiago 2,7. Y para que así, por la plenitud de tales virtudes abundéis, adelantando de lo bueno a lo mejor, no sólo en esperanza sino en la virtud del Espíritu Santo, esto es, en la caridad, que se difunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo, como arriba (cap. 5) se ha dicho. Y poderoso es Dios para hacer abundar sobre vosotros toda gracia (2Co 9,8).

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



El ejemplo de Jesucristo, 15:1-13.
1 Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles sin complacernos a nosotros mismos. 2 Cada uno cuide de complacer al prójimo, para su bien, para su edificación, 3 que Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito: Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes me ultrajaban, 4 Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a fin de que por la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la esperanza. 5 Que el Dios de la paciencia y de la consolación os dé tener unos para con otros unos mismos sentimientos a ejemplo de Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una sola voz, glorifiquemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7 Por lo cual recibios mutuamente, según que Cristo os acogió a vosotros para gloria de Dios. 8 Digo, en efecto, que Cristo fue ministro de la circuncisión por la veracidad de Dios, para cumplir las promesas a los padres, 9 mientras que los gentiles glorifican a Dios por su misericordia, según está escrito: Por esto te alabaré entre las gentes y salmodiaré a tu nombre. 10Y otra vez dice: Regocijaos, gentes, con su pueblo. 11 En otra parte: Alabad al Señor todas las gentes y ensalzadle los pueblos todos. 12 Y otra vez dice Isaías: Aparecerá la raíz de Jesé y el que se levanta para mandar a las naciones; en El esperarán las naciones. 13 Que el Dios de la esperanza os llene de cumplida alegría y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

Continúa San Pablo su exhortación a fuertes y débiles, proponiéndoles el ejemplo de Cristo. Es de notar, sin embargo, que sus razonamientos son de carácter amplísimo y miran a regular nuestro comportamiento general con el prójimo, sobrepasando el caso concreto de los fuertes y los débiles.
La idea básica es que el cristiano, más que pensar en complacerse a sí mismo, debe pensar en complacer al prójimo, buscando su bien o, como se concreta luego, su edificación (v.2). Esta metáfora de la edificación es usada con mucha frecuencia por San Pablo en el sentido de crecimiento en la vida cristiana (cf. 14:19; 1Co_14:26; 2Co_10:8; Efe_2:21; 1Te_5:11). Y para animarnos a algo que nos resulta difícil y que, en fin de cuentas, está a la raíz de todas las discordias, San Pablo nos propone el ejemplo de Jesucristo, que no buscó su propia complacencia, sino que se sometió por nosotros a todo género de humillaciones, conforme estaba ya predicho en Sal_69:10. Este salmo, con frecuencia, es aplicado por los evangelistas a Jesucristo (cf. Jua_2:17; Jua_15:25; Jua_19:29), y de su carácter mesiánico ya hablamos al comentar Hec_1:20. La cita escriturística da pie al Apóstol para recalcar el valor permanente de la Escritura en orden a nuestra instrucción, al infundir en nosotros, con sus enseñanzas, la esperanza de los bienes eternos, dándonos así paciencia y consolación en las pruebas de esta vida (v.4; cf. 1Co_10:11; 2Ti_3:16). Que ese Dios, pues, de la paciencia y de la consolación, concluye el Apóstol, os conceda tener los mismos sentimientos unos para con otros, a ejemplo de Cristo Jesús, para que unánimemente glorifiquéis a Dios en vuestras oraciones, no obstante las opiniones divergentes sobre menudencias de manjares y de días (v.5-6; cf. Hec_1:14; Hec_5:12).
Con esta llamada a la concordia dan por terminada algunos autores la exhortación a los fuertes y a los débiles. Sin embargo, la frase por lo cual acogeos mutuamente del v.7, tan parecida a la Deu_14:1, parece estar indicando que San Pablo en esta perícopa (v·7-8) no na perdido aún de vista el tema. Incluso ha habido intérpretes que en los judíos y gentiles de esta perícopa ven designados con su verdadero nombre a los débiles y fuertes de narraciones anteriores. Nosotros no llegamos tan lejos. Más bien creemos, como insinúa él por lo cual del v.7, que el Apóstol trata simplemente de desarrollar su invitación a seguir el ejemplo de Jesucristo del v.5, aduciendo el ejemplo concreto de lo que Jesucristo ha hecho con judíos y gentiles, al acogerlos a todos, no obstante sus diferencias, en un solo pueblo, para gloria de Dios (v.7). Los judíos, añade San Pablo, deben su salvación a la veracidad o fidelidad de Dios, que cumple sus promesas enviándoles al Mesías (v.8; cf. Mat_15:24); los gentiles, alejados de la sociedad de Israel, la deben puramente a su misericordia (v.g; cf. Efe_2:11-22). Claro que, en realidad, también las promesas hechas a Israel son a base de misericordia, y la llamada a los gentiles está ya implicada en esas promesas.
A continuación, el Apóstol cita cuatro pasajes de la Escritura en los que ve ya predicha esa glorificación que los gentiles habían de dar a Dios (v.9-12; cf. Sal_18:50; Sal_117:1; Deu_32:43; Isa_11:10). De estos cuatro pasajes, los tres últimos son ciertamente mesiánicos, aunque la idea mesiánica, como es corriente en los profetas (cf. Hch_15:16-17), esté íntimamente ligada al final de la cautividad. En cuanto a Sal_18:50, primero de los textos citados, no se ve tan claro su carácter mesiánico. Todo el salmo es un canto de triunfo en el que David da gracias a Dios por haberle librado de sus enemigos y haber ensanchado su reino hasta más allá de las fronteras tradicionales, sometiendo los pueblos paganos de filisteos, moabitas y otros. Con esta expansión en países paganos, no sólo ya en la tierra de Israel, también entre esos pueblos gentiles, incorporados en cierta manera a Israel, se dará gloria al Dios verdadero. A esto parecen aludir las palabras por esto te alabaré entre las gentes, que cita San Pablo. Si el Apóstol relaciona esas palabras con los tiempos mesiánicos y ve en ellas anunciada la entrada de los gentiles en la Iglesia, es porque, al igual que hemos visto en otros muchos textos (cf. 9:25-29.33; 10:19-21; Hec_1:20; Hec_2:25), esas expresiones, que en su sentido literal histórico se refieren a tiempos de David, en la intención de Dios van hasta el Mesías, en quien únicamente han de tener su pleno cumplimiento.
San Pablo termina la parte moral de su carta con una especie de augurio o bendición final, pidiendo para los fieles de Roma aquella paz y alegría que nacen de la fe, y que son prenda de la felicidad que esperamos (v.13; cf. 5:1-5).




Epilogo, 15:14-16:27.

Excasas por haber escrito, 15:14-21.
14 Yo estoy personalmente bien persuadida, hermanos míos, de que ya vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de toda ciencia, para poder amonestaros unos a otros; 15 sin embargo, os he escrito a veces con bastante libertad, como quien os trae a la memoria lo que ya sabéis, en virtud de la gracia que por Dios me fue dada, 16 de ser ministro de Jesucristo entre los gentiles, encargado de un ministerio sagrado en el Evangelio de Dios, para procurar que la oblación de los gentiles sea aceptada, santificada por el Espíritu Santo. 17 Tengo, pues, esta gloria en Cristo Jesús, por lo que mira al servicio de Dios;18 porque no me atreveré a hablar de cosa que Cristo no haya obrado por mí para la conversión de los gentiles, de obra o de palabra, mediante el poder de milagros y prodigios y el poder del Espíritu Santo. 19 De suerte que desde Jerusalén hasta la Iliria y en todas direcciones he predicado cumplidamente el Evangelio de Cristo; 20 sobre todo me he hecho un honor de predicar el Evangelio donde Cristo no era conocido, para no edificar sobre fundamentos ajenos, 21 sino según lo que está escrito: Le verán aquellos a quienes no fue anunciado, y los que no han oído entenderán.

San Pablo ha llegado al final de su carta y, antes de la despedida y acostumbrados saludos, quiere como disculparse ante los romanos de haberles escrito con tanta libertad. Desde luego, si se hubiese tratado de una iglesia fundada por él, no es probable que hubiese pensado en presentar excusas; pero sabemos que la iglesia de Roma no había sido fundada por el Apóstol (cf. 1:10-13), y era norma suya no edificar sobre fundamentos ajenos (v.20; cf. 1Co_3:10; 2Co_10:15).
Comienza, pues, por disculparse ante los romanos de haberles escrito; tanto más, que ellos mismos estaban llenos de bondad y de ciencia (Üãá3ùóýíçò êáé ãíþóåùò) para poder amonestarse mutuamente (v.14). La alabanza, aunque tenga su parte de expresión cortés y no excluya el que hubiera algunos defectos (cf. 14:1-4), no debe considerarse como simple adulación, sino que responde a una realidad, que habla muy alto en favor de la comunidad romana (cf. 1:8.12). A pesar de todo, San Pablo ha querido escribirles con esa libertad que lo ha hecho, recordándoles ideas que ya conocen, en virtud de su condición de Apóstol de los Gentiles (cf. 1:5; 12:3), encargado de presentarlos ante el altar de Dios como oblación santificada por el Espíritu Santo (v. 15-18). Es de notar la terminología litúrgica o sacrificial con que Pablo se expresa al hablar de su apostolado. Y es que el apostolado, más aún que la simple vida cristiana (cf. 12:1; Flp_2:17), es una como especie de liturgia en que el Apóstol, o mejor, Cristo por él, ofrece los seres humanos a Dios (cf. 1:9).
Insistiendo en esta idea de que es Apóstol de los Gentiles y de que no quiere trabajar en terrenos roturados ya por otros, entre los cuales está Roma, San Pablo señala cuál ha sido hasta ahora su campo de acción, que abarca desde Jerusalén hasta la Iliria (v.18-21). El mejor comentario a esta afirmación del Apóstol son los capítulos 13-20 del libro de los Hechos. No está claro, sin embargo, si la Iliria o Dalmacia queda incluida en ese su campo de actividad, o debe considerarse como límite exterior. Más probable parece lo primero (cf. Hec_20:2). La cita de Isa_52:15, que el Apóstol hace en el v.21, pertenece al poema del Siervo de Yahvé, refiriéndose el profeta a la estupefacción que experimentarán en el futuro todos aquellos a quienes se predique un Mesías glorioso, sí, pero antes, escarnecido y humillado. De hecho así fue (cf. 1Co_1:23); y San Pablo, al ir a predicar a países donde Cristo no ha sido aún anunciado tal es la ocasión con que hace la cita , va dando cumplimiento a esa profecía.

Proyectos de viaje,1Co_15:22-33.
22 Por lo cual me he visto impedido muchas veces de llegar hasta vosotros; 23 pero ahora, no teniendo ya campo en estas regiones, y deseando ir a veros desde hace bastantes años, 24 espero veros al pasar, cuando vaya a España, y ser allá encaminado por vosotros, después de haber gozado un poco de vuestra conversación. 25 Mas ahora parto para Jerusalén en servicio de los santos, 26 porque Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los santos de Jerusalén. 27 Y lo han querido así, considerándose deudores suyos, ya que, si los gentiles comunican en los bienes espirituales de ellos, deben ellos servirles con los bienes materiales. 28 Una vez cumplido este oficio, cuando les entregue este fruto, pasando por vosotros me encaminaré a España, 29 y sé que yendo a vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo. 30 Os exhorto, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del Espíritu, a que me ayudéis en esta lucha, mediante vuestras oraciones a Dios por mí, 31 para que me libre de los incrédulos en Judea y que el servicio que me lleva a Jerusalén sea grato a los santos. 32 Con esto iré alegre a veros, por la voluntad de Dios, y me recrearé con vosotros. 33 El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

San Pablo declara, por fin, cuál es la ocasión inmediata de escribir a los romanos: anunciarles su visita, de paso para España. Ya de mucho tiempo atrás había deseado visitarlos (cf. 1:10-13; Hec_19:21); pero sus trabajos en la fundación de nuevas iglesias, desde Jerusalén hasta la Iliria, se lo habían impedido (v.22). Ahora, no teniendo ya campo en estas regiones, ha pensado dirigirse a España, la nación en el extremo occidental del mundo entonces conocido, y, al pasar, quiere detenerse en Roma para su consuelo y para que desde ahí, nudo central de comunicaciones, le encaminen hacia su nuevo campo de actividades (v.23-24). Lo de no tener ya campo desde Jerusalén hasta la Iliria (v.23) no quiere decir que todos los gentiles de esas regiones se hubiesen convertido, sino que, hablando en general, el Evangelio estaba ya suficientemente promulgado en esas regiones, y su misión era la de poner los fundamentos, dejando a sus discípulos el encargo de continuar la obra. Sobre si San Pablo llevó a cabo o no su proyectado viaje a España, ya hablamos al trazar su biografía en la introducción general a las cartas.
Antes del viaje a España notemos que San Pablo está escribiendo desde Corinto , ha de realizar todavía otro viaje que le trae un poco preocupado: el viaje a Jerusalén, para llevar a los fieles de aquella iglesia las colectas recogidas en Macedonia y en Acaya (v.25-32; cf. 1Co_16:1-4; 2 Cor 8:1-9:15). Este viaje lo tenemos descrito con bastante detalle en Act 20:1-21:26. San Pablo se había impuesto como una obligación el organizar estas colectas en favor de la iglesia-madre de Jerusalén (cf. Gal_2:10), a lo que parece, en bastante penuria (cf. Hec_11:29), insistiendo en que si hemos recibido de ella bienes espirituales, justo es que la ayudemos con los bienes materiales (v.27; cf. 1Co_9:11). Desde luego, la acción caritativa del Apóstol no podía merecer sino alabanzas; pero el terreno era delicado. No ya sólo por las dificultades con que en sus viajes había de tropezar por parte de los judíos incrédulos, que continuamente le estaban tendiendo asechanzas para acabar con él (cf. Hec_20:3; Hec_21:27-30), sino también porque, incluso los judíos convertidos, le miraban con bastante recelo y había peligro de que rechazasen desdeñosamente esas colectas, desaire que hubiera tenido fatales consecuencias para las relaciones de las iglesias hijas con la iglesia madre (cf. Hec_21:18-25). Por eso pide oraciones a los fieles de Roma, para que el servicio que me lleva a Jerusalén sea grato a los santos (v.31).
El v.33, con que termina esta perícopa, tiene todas las trazas de un saludo final, como lo encontramos en otras cartas (cf. 1Co_16:24; 2Co_13:13; Flp_4:23; 1Te_4:28; 2Te_3:18).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



126 15,1. Se propone el ejemplo de Cris(-)to a los «fuertes», que en este momento son mencionados por primera vez, aun cuando la exhortación a ellos dirigida empezó en 14,13. Pablo se identifica con ellos, aguantar las fla(-)quezas: El vb. bastazein significa «llevar» (una carga) o «soportar», «aguantar» (BAGD 137). Lo primero supondría que los fuertes están in(-)vitados a ayudar a los débiles arrimando el hombro a la carga de sus escrúpulos; lo se(-)gundo aconsejaría tolerar pacientemente la actitud inmadura de los débiles. 2. edificar: Es decir, la vida de la comunidad. La expresión pros oikodomén se entiende a menudo con el significado de «para edificarlo», refiriéndola al crecimiento personal de un prójimo cristia(-)no. Pero, dado que Pablo utiliza con frecuen(-)cia la metáfora de la edificación en sentido co(-)lectivo (véanse 1 Cor 14,12; Rom 14,19; cf. G. W. MacRae, AER 140 [1959] 361-76), la expre(-)sión sin duda tiene también en este caso un sentido social y colectivo. 3. Cristo no buscó complacerse a sí mismo: El sacrificio que Cris(-)to hizo de su vida estuvo motivado por su amor a los seres humanos (8,32-35). El amor, pues, debe mover al cristiano a intentar com(-)placer a los demás y a contribuir a la edifica(-)ción de todos. Pablo aplica a Cristo Sal 69,10, un versículo procedente de un salmo de la(-)mentación individual pronunciado por un is(-)raelita justo que ha sufrido el oprobio que le acarreó su celo por la casa de Dios. Aplicado a Cristo, significa que cargó con los reproches dirigidos a Dios. Pero el sentido original del salmo no guarda demasiada relación con la si(-)tuación considerada por Pablo; de ahí que és(-)te intente justificar el sentido acomodaticio que le da. 4. Véase Rom 4,23, que afirma lo mismo, que la Escritura veterotestamentaria es válida para los cristianos de hoy. para que mantengamos la esperanza: Cuando el sufri(-)miento de Jesús se considera a la luz de la historia sagrada, asume un significado más profundo. Visto desde esta perspectiva más amplia, da a los cristianos un fundamento pa(-)ra su esperanza. 5-6. Oración de Pablo pidien(-)do armonía.

127 7-13. Llamamiento a la unidad, basa(-)da en el modelo establecido por Cristo. 7. co(-)mo os acogió Cristo: Conclusión que se sigue del propio mandamiento de Cristo (Jn 13,34; 15,12) . para gloria de Dios: Motivación subya(-)cente tras toda la actividad redentora de Cris(-)to (véanse Flp 1,11; 2,11; Cf. 1Q79 13,1; lQSb 4,25; 1QS 10,9). 8. se puso al servicio de los ju(-)díos: Lit., «de la circuncisión» (véase Gál 2,8-9 para el mismo modo de designar a los judíos). Jesús tenía que ser judío y servidor de los ju(-)díos para confirmar las promesas hechas por Dios a los patriarcas y de ese modo dar testi(-)monio de la divina «verdad» (= fidelidad; véa(-)se el comentario a 3,4). Pero, tal como Pablo entiende dichas promesas, tanto judíos como gentiles tienen parte en ellas. En esto encuen(-)tra Pablo la unidad de la comunidad cristiana pese a su trasfondo étnico. 9. para que los gen(-)tiles alabasen a Dios por su misericordia: Tam(-)bién ellos estaban incluidos en las promesas del AT, como demostrarán los textos de la Es(-)critura que se van a citar. Aun cuando el mi(-)nisterio de Cristo estuvo dirigido a los judíos, los gentiles tenían que ser introducidos en su reino a su debido tiempo, como indican las promesas del AT. te alabaré entre los gentiles: Sal 18,50 (= 2 Sm 22,50). Pablo utiliza de nue(-)vo testimonia de la Torá, los Profetas y Salmos para apoyar su opinión (véase el comentario a 3,10). Nótese la idea que sirve de enlace: ethnet, «naciones», o laoi, «pueblos». 10. Véase Dt 32,43 (LXX). 11. Véase Sal 117,1. 12. Véase Is 11,10 (LXX). 13. esperanza... gozo... paz: La bendición final, que cierra la sección parenética, emplea ideas clave de los pasajes del AT que se acaban de citar; además, se hace eco de las de la sección doctrinal. Dios de la esperanza: El Dios en quien judíos y gentiles centran su espe(-)ranza.

128 (IV) Conclusión (15,14-33). Pablo envía noticias de sí mismo, de su apostolado y de sus planes. Ahora que sus labores en orien(-)te han llegado a su fin, debe visitar Jerusalén con la muestra de buena voluntad y solidari(-)dad que sus iglesias gentiles ofrecen a la Igle(-)sia madre. Después de eso -y Pablo pide a los cristianos de Roma que recen para que el ob(-)sequio sea aceptado con el talante adecuado planea visitar Roma de camino hacia occiden(-)te, región que piensa evangelizar. Pablo apro(-)vecha la ocasión para felicitar a los romanos por las cosas buenas que ha oído acerca de ellos. Está orgulloso de escribirles como el «apóstol de los gentiles», aun cuando hasta el momento no ha tenido influencia alguna so(-)bre la fe que ellos tienen en Cristo. 14. estoy convencido: Aunque acaba de exhortar a los cristianos de Roma a la unidad (15,7-13), Pa(-)blo señala su convicción permanente (tiempo pf.) acerca de la bondad de los destinatarios y del conocimiento que tienen de la fe cristiana. 15. he escrito un tanto atrevidamente: Como en 1,5.13, se disculpa por escribir a una Iglesia no fundada por él, pero se ve animado a ello por(-)que se le ha encomendado la tarea de evange(-)lizar a los gentiles, y los cristianos de Roma entran, por tanto, dentro del ámbito de su so(-)licitud apostólica, en virtud de la gracia que me ha sido otorgada: El carisma divino (= gratia gratis data de la teología posterior) de convo(-)car a los gentiles a la fe en Cristo (1,5; 12,3; Gál 2,7-8; 1 Cor 4,6). 16. de ser ministro de Cristo Jesús: Pablo describe su papel con lenguaje litúrgico, no utilizando diakonos, «servidor», como en 2 Cor 3,6, ni oikonomos, «administrador», como en 1 Cor 4,1, sino leitourgos, «ministro cultual». En su misión des(-)tinada a los gentiles, él ve que su función es como la del sacerdote judío que sirve en el templo de Dios. Si toda la vida cristiana ha de ser considerada como un culto dado a Dios (12,1) , la difusión del evangelio de Cristo es fá(-)cil de comparar con el papel de un ministro sagrado en dicho culto (véase K. H. Schelkle, TQ 136 [1956] 257-83). Pablo da a entender que la predicación de la palabra de Dios es en sí misma un acto litúrgico. Si Clemente de Roma (Ad Cor. 8,1) podía considerar a los pro(-)fetas del AT como ministros cultuales de la gracia de Dios, lo mismo se puede aplicar aún con mayor razón a los apóstoles y profetas del NT (cf. 11,13; 2 Cor 3,3; Flp 2,17). la ofrenda de los gentiles: Gen. objetivo; son los gentiles evangelizados quienes son consagrados y ofre(-)cidos a Dios como un sacrificio aceptable. Puesto que el finís de todo sacrificio es produ(-)cir de algún modo el regreso de los seres hu(-)manos pecadores a Dios, Pablo considera su obra entre los gentiles como una forma de sa(-)crificio, pues la conversión de éstos ha conse(-)guido ese mismo propósito. El apóstol ofrece a Dios, no animales sacrificados, sino seres humanos arrepentidos. 17. en lo que atañe a Dios: El orgullo y la jactancia de Pablo tienen su raíz donde debe estar, en Cristo (véase 5,2).

129 18. lo que Cristo ha realizado por me(-)dio de mí: Pablo es consciente de que es sólo un instrumento en la conversión de los genti(-)les; en realidad es Cristo quien provoca su conversión a Dios. 19. en virtud de signos y mi(-)lagros: La retórica de Pablo, su aguante físico y especialmente los hechos extraordinarios lle(-)vados a cabo por Cristo a través de él han sido elementos que han servido para la evangelización de los gentiles. Para la expresión semeia kai terata, véase 2 Cor 12,12; cf. Hch 2,19; 22,43; 15,12. desde Jerusalén hasta lliria: Los dos límites de la actividad apostólica de Pablo en oriente. Comenzó en Jerusalén, la ciudad de la que sale «la palabra del Señor» (Is 2,3), y llegó hasta la provincia romana de lliria (si(-)tuada en la costa oeste de la península balcá(-)nica; abarcaba lo que hoy es el sur de Yugos(-)lavia y Albania). 20. sobre cimiento ajeno: Pablo no está pensando en Cristo en cuanto ci(-)miento único de la vida cristiana, como en 1 Cor 3,11, sino en la obra de otros apóstoles y profetas que fundaron Iglesias. Su ambición es llevar el nombre de Cristo a regiones donde es desconocido (2 Cor 10,15-16). 21. Se cita Is 52,15 según los LXX, que introducen «de él» en su traducción. Así, el texto de los LXX es más adecuado que el TM para el uso que Pa(-)blo hace del versículo con referencia a Cristo. En el Dt-Is, ese versículo forma parte de un cántico del Siervo de Yahvé (cf. Rom 10,16).

130 22. Véase Rom 1,10-13. 23. ya no ten(-)go campo de acción en estas tierras: Pablo sabe, por supuesto, que todavía no ha convertido a todos los gentiles de la región del Mediterrá(-)neo oriental, pero parece considerar que su función es la de poner cimientos. Otros pue(-)den construir sobre ellos (1 Cor 3,6.10). 24. de paso para España: Como en 15,28, sólo tene(-)mos noticia de los planes de Pablo de visitar España. ¿Llegó de hecho hasta allí? (- Pablo, 79:52). ser enviado desde allí por vosotros: Ser despachado al menos con sus oraciones y bue(-)nos deseos, cuando no con sus limosnas tam(-)bién. 25. para prestar ayuda al pueblo santo de Dios: Lit., «a los santos». La colecta, recauda(-)da en las Iglesias gentiles fundadas en Galacia, Acaya y Macedonia (Gál 2,10; 1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8,1-9,15), debe ser llevada por Pablo en persona a Jerusalén, pese al deseo del apóstol de dirigirse a occidente. Éste le daba mucha importancia a dicha colecta, que iba encami(-)nada a establecer buenas relaciones entre la comunidad madre judeocristiana de Jerusalén y las Iglesias cristianas de origen gentil recién fundadas. Sería una muestra de su solidari(-)dad. los pobres: Este término designa a los cristianos necesitados de Jerusalén; no es un título de esa comunidad como tal (como el uso del término ebyónim para los esenios de Qumrán, 4QpPsa 1-2 ii 9; 1,3-4 iii 10); véase L. E. Keck, ZNW 56 (1965) 100-29. 27. están en deu(-)da con ellos: Aun cuando la colecta era el re(-)sultado de donativos voluntarios, los cristia(-)nos de origen gentil reconocen de ese modo su deuda para con la Iglesia madre de Jerusalén. Los cristianos de origen gentil han tenido par(-)te en los bienes espirituales de los judeocristianos, los primeros convertidos a Cristo; así, ahora comparten sus bienes materiales con los pobres de Jerusalén. Tras este compartir subyace el reconocimiento de que «la salvación viene de los judíos» (Jn 4,22; cf. Rom 9,4-5). Pablo tal vez esté insinuando delicadamente a los romanos que también ellos debieran pen(-)sar del mismo modo (véase 12,13). 28. entre(-)gado la recaudación con mi propio sello: Lit., «habiendo sellado o estampado el fruto». Pa(-)blo hace uso de un tropo sacado del ámbito del arrendamiento de tierras. Cuando el arren(-)datario entregaba al propietario el fruto reco(-)lectado, éste era marcado con el sello del agri(-)cultor a modo de identificación. Pablo quiere que se sepa que la colecta procede de las Igle(-)sias fundadas por él en la cosecha del Señor. También da a entender que en Jerusalén sigue bajo sospecha. Esto le mueve a pedir a la Igle(-)sia romana que ore por tres cosas (vv. 30-32): que no le suceda ningún mal de parte de los incrédulos de Judea, que su colecta sea recibi(-)da por los santos con el talante adecuado y que él pueda finalmente ir a Roma con cora(-)zón gozoso. 33. Bendición final de Pablo a los romanos.
(Cranfield, C. E. B., «Sorae Observations on the Interpretation of Romans 14,1-15,13», ComViat 17 [1975] 193-204. Dupont, J., «Appel aux faibles et aux forts dans la communauté romaine [Rom 14,1- 15,13] », SPC 1. 357-66. Lorenzi, L. de [ed.], Freedom and Love [Benedictina 6, Roma 1981]. Nickle, K. E, The Collection: A Study in Pauls Strategy [SBT 48, Londres 1966].)

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XV.

1 The strong must beare with the weake. 2 We may not please our selues, 3 for Christ did not so, 7 but receiue one the other, as Christ did vs all, 8 both Iewes 9 and Gentiles. 15 Paul excuseth his writing, 28 and promiseth to see them, 30 and requesteth their prayers.
1 Wee then that are strong, ought to beare the infirmities of the weake, and not to please our selues.
2 Let euery one of vs please his neighbour for his good to edification.
3 For euen Christ pleased not himselfe, but as it is written, [ Psa_69:9.] The reproches of them that reproched thee, fell on mee.
4 For whatsoeuer things were written aforetime, were written for our learning, that we through patience and comfort of the Scriptures might haue hope.
5 [ 1Co_1:10.] Now the God of patience and consolation graunt you to be like minded one towards another, [ Or, after the example of.] according to Christ Iesus:
6 That ye may with one mind and one mouth glorifie God, euen the Father of our Lord Iesus Christ.
7 Wherfore receiue yee one another, as Christ also receiued vs, to the glory of God.
8 Now I say, that Iesus Christ was a Minister of the circumcision for the trueth of God, to confirme the promises made vnto the fathers:
9 And that the Gentiles might glorifie God for his mercie, as it is written, [ Psa_18:50.] For this cause I will confesse to thee among the Gentiles, and sing vnto thy Name.
10 And againe he saith, [ Deu_32:43.] Reioyce yee Gentiles with his people.
11 And againe, [ Psa_117:1.] Praise the Lord all ye Gentiles, and laud him all ye people.
12 And againe Esaias saith, [ Es. 11.10.] There

[Pauls glory.]

shal be a roote of Iesse, and he that shal rise to raigne ouer the Gentiles, in him shall the Gentiles trust.
13 Nowe the God of hope fill you with all ioy and peace in beleeuing, that yee may abound in hope through the power of the holy Ghost.
14 And I my selfe also am perswaded of you, my brethren, that ye also are full of goodnesse, filled with all knowledge, able also to admonish one another.
15 Neuerthelesse, brethren, I haue written the more boldly vnto you, in some sort, as putting you in mind, because of the grace that is giuen to mee of God,
16 That I should be the minister of Iesus Christ to the Gentiles, ministring the Gospel of God, that the [ Or, sacrificing.] offering vp of the Gentiles might be acceptable, being sanctified by the holy Ghost.
17 I haue therfore whereof I may glory through Iesus Christ, in those things which pertaine to God.
18 For I will not dare to speake of any of those things, which Christ hath not wrought by me, to make the Gentiles obedient, by word and deede,
19 Through mighty signes and wonders, by the power of the Spirit of God, so that from Hierusalem and round about vnto Illyricum, I haue fully preached the Gospel of Christ.
20 Yea, so haue I striued to preach the Gospel, not where Christ was named, lest I should build vpon another mans foundation:
21 But as it is written, [ Isa_52:15 .] To whom hee was not spoken of, they shall see: and they that haue not heard, shall vnderstand.
22 For which cause also I haue been [ Or, many wayes, or oftentimes.] much hindered from comming to you.
23 But now hauing no more place in these parts, and hauing a great desire these many yeeres to come vnto you:
24 Whensoeuer I take my iourney into Spaine, I will come to you: for I trust to see you in my iourney, and to be brought on my way thitherward by you, if first I be somewhat filled with [ Greek:with you,Ver. 32.] your company.
25 But now I goe vnto Hierusalem, to minister vnto the Saints.
26 For it hath pleased them of Macedonia and Achaia, to make a certaine contribution for the poore Saints which are at Hierusalem.
27 It hath pleased them verely, and

[Salutations.]

their detters they are. For if the Gentiles haue bene made partakers of their spirituall things, their duetie is also to minister vnto them in carnall things.
28 When therefore I haue performed this, and hane sealed to them this fruit, I will come by you into Spaine.
29 And I am sure that when I come vnto you, I shall come in the fulnes of the blessing of ye Gospel of Christ.
30 Now I beseech you, brethren, for the Lord Iesus Christs sake, and for the loue of the Spirit, that ye striue together with me, in your praiers to God for me,
31 That I may bee deliuered from them that [ Or, are disobedient.] do not beleeue in Iudea, and that my seruice which I haue for Hierusalem, may bee accepted of the Saints:
32 That I may come vnto you with ioy by the will of God, and may with you be refreshed.
33 Now the God of peace bee with you all. Amen.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Llamado final a la unidad. La conclusión del ruego de Pablo por tolerancia en la iglesia romana se da en cuatro partes: un llamado final a los fuertes (1-4); una oración por la unidad de todos los cristianos en Roma (5, 6); un último ruego (con apoyo bíblico) tanto a débiles como a fuertes (7-12); y una oración final (13).

Los vv. 1-4 están estrechamente relacionados con 14:13-23, ya que Pablo, utilizando la palabra por primera vez, insta a los fuertes (dunatoi) a sobrellevar las flaquezas de los débiles. El uso de la pri mera persona plural (somos) muestra que Pablo se incluye dentro de los fuertes (ver 14:14). La expresión sobrellevar (bastazein) sugiere que los fuertes deben hacer algo más que simplemente tolerar a los débiles: deben ayudarlos en una actitud de amor (ver Gál. 6:2). Esto se confirma en los vv. 2, 3, que desarrollan la advertencia de Pablo, al final del v. 1, de no agradarnos a nosotros mismos. La motivación a agradar al prójimo nos recuerda el mandato del amor (13:9; Lev. 19:18), y la alusión a Cristo de entregarse como sacrificio para beneficiar a otros. La cita del v. 3b proviene de un salmo (69) que los escritores del NT aplican frecuentemente a los sufrimientos de Jesús (ver Mar. 15:23, 36 y sus paralelos; Juan 2:17; 15:25; 19:28, 29; Hech. 1:20). El recordatorio de Pablo en el v. 4, sobre la importancia permanente de lo que fue escrito anteriormente, tiene el propósito inmediato de justificar la cita en el v. 3, pero también es cierto como principio general.

Lo que Pablo llama a hacer a los cristianos es lo que le pide a Dios que provea: un ejemplo típico de la interrelación divino-humana que forma parte de la vida cristiana. Pablo ora al Dios que da esa perseverancia y exhortación (5) que acaba de señalar como el propósito de la enseñanza de la Escritura. No es claro si el mismo sentir (5) (lit., pensar lo mismo unos y otros) significa que los fuertes y los débiles lleguen a un acuerdo sobre los temas que los dividen o, lo que es más probable, una aceptación mutua y respeto en medio de sus diferentes puntos de vista. Según Cristo Jesús (gr. kata Christon Iesoun) parece significar que los cristianos deben imitar el ejemplo de Cristo; pero la frase también puede significar según la voluntad de Cristo Jesús (BA, conforme a Cristo Jesús; DHH, conforme al ejemplo de Cristo Jesús; ver 2 Cor. 11:17). El propósito de esta unidad, de cualquier modo, es claro: que todos los cristianos en Roma puedan unir sus corazones y voces en ferviente adoración a Dios. La desunión entre cristianos no sólo daña nuestro andar con el Señor, y nuestra reputación ante los no creyentes; también daña nuestra capacidad de dar a Dios la gloria que él merece.

El v. 7 es el clímax de 14:1-15:13. Aquí encontramos el ruego básico de Pablo a la iglesia romana (recibíos unos a otros), el fundamento más importante para ese ruego (Cristo os recibió) y el más alto propósito de ese ruego (para la gloria de Dios). Pablo agrega ahora otra razón para esta aceptación mutua: el ministerio de Cristo, como uno que incorpora tanto a judíos (8, la circuncisión) como a gentiles (9-12). El servicio de Jesús a los judíos (lit. la circuncisión) es, implica Pablo, un ministerio enraizado en el pasado pero de ninguna manera concluido (sugerido por el tiempo perfecto del verbo gegenesthai). Así, Pablo recuerda a los gentiles que Cristo sigue preocupándose por los judíos y deseando alcanzarlos (ver 11:1, 2, 28, 29). El ministerio de Cristo a los judíos, no obstante, tiene un propósito más amplio: es a favor de la verdad de Dios, o sea, por la fidelidad de Dios a sus promesas (gr. aletheia, verdad, significa aquí fidelidad; ver también 3:4 y 7). Estas promesas, hechas a los patriarcas, incluían la bendición de todas las naciones (4:16, 17). Por lo tanto, cuando estas promesas son confirmadas, el resultado (9) es que los gentiles pueden unirse con los judíos para glorificar a Dios por su misericordia. Siendo éste el caso, los cristianos judíos deben reconocer que la incorporación de los gentiles al pueblo de Dios es parte del plan de Dios, y deben tratar de estar en buenas relaciones con sus hermanos cristianos gentiles.

Las citas de los vv. 9b-12 enfatizan la inclusión que Pablo hace de los gentiles en el pueblo de Dios. Las palabras del Sal. 18:49 (citadas de 2 Sam. 22:50), citadas en el v. 9b, son probablemente comprendidas por Pablo como las palabras del Mesías: se predice que el Mesías estará rodeado de gentiles mientras lleva alabanza a Dios. La presencia de gentiles en la comunidad mesiánica también se predice en las Escrituras cuando habla de que ellos se regocijarán en Dios junto con Israel (10; Deut. 32:43), cantando alabanza al Señor (11; Sal. 117:1), y poniendo su esperanza en el Mesías, la raíz de Isaí (12; Isa. 11:10).

El v. 13 parece casi aislado del contexto precedente, pero el deseo-oración de Pablo, como podrían denominarse esas oraciones en tercera persona, de que los cristianos de Roma se caractericen por el gozo y la paz, es mucho más relevante después de lo que acaba de decir (ver 14:17, 19). De igual manera, su hincapié en la esperanza (ver también el v. 4) tiene sentido como conclusión del trata miento de un tema que ha llevado a cuestionar el estado actual de la iglesia y ha instado a sus miembros a dar pasos difíciles para mejorar ese estado.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La Buena Noticia para judíos y paganos. La última exhortación de la carta va dirigida a toda la comunidad cristiana de Roma, tanto a los que provienen del judaísmo como a los que provienen del paganismo: «acójanse unos a otros, como Cristo los acogió para gloria de Dios» (7). No se trata simplemente de un consejo moral de convivencia. El Apóstol va mas allá, está viendo el «Evangelio de la salvación universal», revelado por Cristo, hecho ya «realidad y anuncio» en esa acogida mutua de amor fraterno de la comunidad de Roma. Y así, sus cristianos procedentes del judaísmo anuncian que Jesús, el Mesías, es la manifestación de la fidelidad de Dios, «cumpliendo las promesas de los patriarcas» (8); y a su vez, sus cristianos procedentes del paganismo anuncian al mismo Mesías como la manifestación de la «misericordia de Dios» que se extiende a todos los pueblos: «aparecerá el brote de Jesé, se levantará a gobernar las naciones: y todos los pueblos pondrán en él su esperanza» (12). Fidelidad y misericordia. ¿Estará recordando el Apóstol la presentación que hace Dios de sí mismo a toda la humanidad cuando Moisés invocó su nombre en el monte Sinaí y Dios pasó delante de su siervo clamando: «El Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, misericordioso, paciente, rico en bondad y lealtad» (Éxo_34:6)?
La fe en Jesucristo, muerto y resucitado, es la llave que abre a Pablo todos los secretos de las Escrituras, o el único secreto: la iniciativa de salvación universal de Dios, encaminada a reunir a todos los pueblos en un único y definitivo pueblo de Dios. La historia de la humanidad es para el Apóstol «una historia de salvación» que se bifurca en diversos caminos históricos concretos -el judaísmo, las otras religiones de la tierra- para volver a reunirse todos, un día, en la realidad de la Iglesia, «sacramento de salvación». Ésta es la visión de Pablo al final de su carta. La conclusión es una plegaria donde el Apóstol pide la abundancia de los frutos de salvación ya presentes en la comunidad de Roma: «El Dios de la paz los llene de gozo y paz en la fe, para que, por la fuerza del Espíritu Santo, desborden de esperanza» (13).

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3. Sal_69:10.

9. Sal_18:50. Al anunciar la Buena Noticia a Israel, Cristo probó la fidelidad de Dios, mientras que la conversión de los paganos proclama su misericordia.

10. Deu_32:43 (texto griego).

11. Sal_117:1.

12. Isa_11:10.

16. Ver nota 12. 1.

19. "Jerusalén" e "Iliria", esta última situada junto a la provincia de Macedonia, son los dos puntos extremos del territorio donde Pablo ejerció su ministerio apostólico.

21. Isa_52:15.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El Apóstol reitera la abnegación del Señor que llevó nuestros pecados en su cuerpo y por cuyas heridas hemos sido curados (cfr 1 P 2,24; Is 53,5-6). Se trata de vivir la caridad con los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús (cfr Flp 2,5-8) sin excluir a nadie. Aunque Cristo se dirigió primero a los judíos, también acogió a los gentiles. Con la venida a la tierra del Dios hecho hombre se da cumplimiento a las promesas hechas a los hebreos de que también los gentiles glorificarían a Dios. Se manifiesta así la fidelidad de Dios a sus promesas (v. 8) y su misericordia hacia todos los hombres, puesto que sus bendiciones llegan también a quienes no pertenecen al pueblo de Israel según la carne.


Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*15:1-13 Nuevo movimiento del discurso, en el que Pablo se alinea con los fuertes para apoyar su llamada a adoptar una actitud de comprensión frente a los débiles. Favorecen estos versículos (ver Rom 15:8-12) la opinión de que, cuando Pablo escribió Romanos, entre los cristianos de Roma eran mayoría los que procedían de la gentilidad.

Torres Amat (1825)



[3] Sal 69 (68), 10. [ 9] 2 Sam 22, 50; Sal 18 (17), 50.

[11] Sal 117 (116), 1.

[12] Se puede traducir Florecerá la raíz de Jesé y saldrá un retoño que se levantará para regir las naciones, y las naciones esperarán en él. Is 11, 10.

[20] Is 52, 15.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 15.3 Sal 69.9.

[2] 15.9 2 S 22.50; Sal 18.49.

[3] 15.10 Dt 32.43.

[4] 15.11 Sal 117.1.

[5] 15.12 Is 11.10.

[6] 15.21 Is 52.15.

[7] 15.22 Ro 1.13.

[8] 15.25 Cf. Hch 21.1-16.

[9] 15.25-26 1 Co 16.1-4; 2 Co 8--9.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ὑμᾶς Treg NA28 RP ] ἡμᾶς WH
  • τοῦ WH Treg NA28 ] – RP

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

os aceptó... M↓ registran nos aceptó.