Ver contexto
Así, celebrando iniciaciones infanticidas, misterios secretos,
o delirantes orgías de ritos extravagantes,
(Sabiduría 14, 23) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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14. Mas Ironías de los Ídolos y Consecuencias de la Idolatría.

El navegante que invoca un frágil leño (14:1-14).
1 Pongamos otro caso. Uno se propone navegar, se dispone a atravesar por las furiosas ondas e invoca a un leño-más frágil que la nave que lleva, 2 pues ésta fue inventada por la codicia del lucro y fabricada con sabiduría por un artífice. 3 Pero tu providencia, Padre, la gobierna, porque tu preparaste un camino en el mar, y en las ondas senda segura, 4 mostrando que puedes salvar del peligro, para que cualquiera, aun sin el conocimiento del arte, pueda embarcarse. 5 No quieres que las obras de tu sabiduría estén ociosas. Por esto los hombres confían sus vidas a un frágil leño, y, atravesando las ondas en una balsa, llegan a salvo, 6 y habiendo perecido al principio los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo escapó al peligro en una balsa, i que, gobernada por tus manos, dejó al mundo semilla de posteridad. 7 Bendito sea, pues, el leño de que se hace recto uso. 8 Pero el ídolo, obra del hombre, es maldito, él y quien lo hace. Este,, porque lo hizo; aquél, porque, siendo corruptible, es llamado dios. 9 Igualmente son a Dios aborrecibles el impío y su impiedad. 10 Y así serán castigados la obra y el que la hace. 11 Por esto serán visitados los ídolos de las naciones: porque las criaturas de Dios se convirtieron en abominación, en escándalo para las almas de los hombres y en lazo para los pies de los insensatos. 12 Pues el principio de la fornicación es la invención de los ídolos, y su invención es la corrupción de la vida. 13 No existieron desde el principio ni existirán para siempre; 14 fue la vanagloria de los hombres la que los introdujo en el mundo, y por esto está decidido su próximo fin.

El sabio ridiculiza ahora la actitud del navegante que, disponiéndose a una travesía arriesgada, invoca un leño más frágil que la embarcación que lleva. Las naves llevaban en su proa un ídolo.
En la que embarcó San Pablo llevaba la enseña de Castor y Pólux, patronos de la navegación 1. Pues bien, ofrece más seguridad la nave, en cuya construcción el artífice empleó su sabiduría con afán de lucro, que el ídolo, al que tal vez dedicó sólo ratos de ocio y quizá construyó de madera que no servía para otros usos útiles.
Mas aún, del barco Dios tiene providencia 2, mientras que el ídolo es maldito de Dios 3. La providencia de Dios, no el ídolo muerto, es quien ha trazado en el mar el camino seguro a través de las olas - no es preciso referir esto al paso del mar Rojo y del río Jordán, sino que tiene alcance general -, y es El quien puede salvar del naufragio contra toda esperanza y defender de él a quienes desconocen la técnica de la dirección de la nave. Dios no quiere que estén ociosas las obras de su sabiduría, que son aquí, más que el arte de la navegación, las riquezas, metales, plantas, animales..., creadas por Dios más allá de los mares, para cuya búsqueda y explotación los hombres han de confiar sus vidas a un frágil leño; sin ello aquéllas quedarían inactivas, sin cumplir el fin para el que Dios las ha creado. Por eso Dios protegía a los hombres en medio de las navegaciones, en aquel entonces tan peligrosas, y hacía que regresasen salvos 4. Así fue, por una providencia especial de Dios, cómo se salvó Noé y sus hijos de las aguas del diluvio, cuando perecieron los orgullosos gigantes, descendientes de Set y Gam 5. No fueron los conocimientos sobre el arte de la navegación, sino la mano de Dios, quien gobernó la nave para que no pereciese bajo las aguas del diluvio quien había de ser padre de una generación que enlazase a Adán con Abraham y transmitiese al pueblo escogido las promesas del paraíso.
Concluye la digresión sobre la providencia de Dios en la navegación bendiciendo al leño del que se hace uso bueno y recto, como en el caso del arca de Noé (v.7). Muchos Padres han aplicado la expresión a la cruz de Cristo, por la que fuimos salvados de nuestros pecados. Sería otra aplicación particular del pensamiento del verso, cuyo alcance es general y que se verifica de una manera eminente en ella.
Los ídolos, por el contrario, ellos y sus artífices, son objeto de maldición y de detestación por parte de Dios. El salmista, indignado, exclama: Semejantes a ellos (a los ídolos) sean los que los hacen y todos los que en ellos confían.6 Explica el sabio la razón por la que serán juzgados 7 y destruidos los ídolos: porque, siendo criaturas, debieron llevar, como todas las cosas creadas, a Dios, y en lugar de ello han venido a ser piedra de escándalo, lazo de perdición para los hombres. Es un luto para la tierra - exclama monseñor Gay -, una ignominia para la humanidad, ver que el medio viene a ser obstáculo; que la comida se convierte en veneno; que las criaturas vienen a ser un peligro; que lo que nos debía mostrar a Dios es precisamente lo que nos lo oculta; que lo que nos lo predica nos lleva a olvidarlo; que lo que comenzaba a dárnoslo nos lo hace perder decididamente. 8 El culto a los ídolos ha sido el principio de la fornicación (v. 12), e.d., de la apostasía humana respecto del verdadero culto y su alejamiento del verdadero Dios. El término se emplea con frecuencia en la Biblia para expresar la infidelidad del pueblo escogido a Yahvé, cuyas relaciones se presentan bajo la imagen del esposo y la esposa, cuando se va tras los dioses falsos 9. La idolatría es una verdadera fornicación mística por la que el alma, dejando a su esposo y señor, se postra ante los falsos dioses, consagrándoles lo que sólo a Dios pertenece. Y ese alejamiento de Dios ha llevado al hombre a la pérdida de la vida moral, de que hablará al final del capítulo, y de la vida espiritual, a que se refirió en la primera parte del libro.
Los ídolos, constata el autor (v.13), no existieron siempre. En sus orígenes, la humanidad fue monoteísta. La historia de las religiones confirma el dato del Génesis a este propósito, también por lo que a Egipto se refiere, donde hace más de cinco mil años se profesaba la fe en un solo Dios creador y legislador que dio al ser humano un alma inmortal 10. Y añade que no existirá siempre; está decidido su próximo fin. En los últimos versos de la perícopa tenemos una referencia a los tiempos mesiánicos. Los profetas y salmistas habían anunciado que en ellos serían abatidos los ídolos, y los hombres volverían los ojos al Santo de Israel n. En efecto, Jesucristo, con su Evangelio, dio el golpe mortal a los ídolos, que irían siendo destruidos a medida que el cristianismo fuese extendiendo sus ramas por todas las naciones. Cuando el autor de la Sabiduría escribió su libro, faltaba quizá menos de un siglo para su venida al mundo. Egipto fue uno de los primeros pueblos que recibió el mensaje del Redentor y derribó sus ídolos. El dato apócrifo de la caída de los ídolos al entrar en el país el Niño-Dios sería historia no mucho tiempo después.

Origen del culto a seres humanos (14:15-21).
15 Un padre, presa de acerbo dolor, hace la imagen del hijo que acaba de serle arrebatado, y al hombre entonces muerto le honra ahora como dios, estableciendo entre sus siervos misterios e iniciaciones. 16 Luego, con el tiempo, se consolida esta costumbre impía y es guardada como ley, y por los decretos de los príncipes son veneradas las estatuas. 17 Y a quienes los hombres no pueden de presente honrar por estar lejos, de lejos se imaginan su semblante y hacen la imagen visible de un rey venerado para adular al ausente con igual diligencia que si estuviera presente. 18 Y progresando la superstición, también a los ignorantes los indujo la ambición del artista. 19 En efecto, éste, queriendo congraciarse con el soberano, extremó el arte para superar la semejanza; 20 y la muchedumbre, seducida por la perfección de la obra, al que hasta entonces honraba como hombre le miró como cosa sagrada. 21 Y esto se convirtió en lazo para los hombres, porque los hombres, queriendo servir a la fortuna o a la tiranía, atribuyeron a la piedra y a los leños el nombre incomunicable.

He aquí cómo se originaba el culto a los muertos: un padre perdía prematuramente a su hijo; presa del más profundo dolor, hace una imagen y establece con sus siervos cierto culto y ritos reservados al círculo familiar, terminando por honrarlo como a un dios. Los comentaristas aducen el caso referido por San Fulgencio del egipcio Sirófanes, que, habiendo perdido a su hijo, llevado del dolor de su muerte, le erigió una estatua en casa. Le llevaban flores, le tejían coronas y quemaban ante ella perfumes. Los siervos, por adulación a su señor, iban a buscar a los pies de la estatua refugio contra los castigos merecidos 12. El culto a los muertos estaba muy extendido en los días del autor. Lactancio afirma que Cicerón quiso divinizar a su hija 13. Los lares romanos no eran frecuentemente sino los manes de los antepasados. Aún hoy día se practica en algunos países de Asia. Lo que en sus principios se reducía al círculo familiar, vino después a ser ley. Los Lagidas, por ejemplo, ordenaron fueran tributados honores divinos a sus antepasados.
La vanagloria dio origen al culto a las estatuas de los príncipes. Llevados de ella, decretaron honores divinos para sus estatuas, de modo que aun ausentes fueran alabados y adorados. Nabucodonosor hizo publicar un decreto en que ordenaba la adoración a la suya. Los egipcios, dice Diodoro de Sicilia, parecen honrar y adorar a sus reyes como si fueran realmente dioses. Alejandro Magno de Grecia y sus sucesores los Seléucidas en Siria y los Lagidas en Egipto permitieron que se les considerase y se les honrase como dioses. Junto al nombre colocaban muy frecuentemente el epíteto dios, como Antíoco IV, que se tituló dios Epífanes (que aparece), y Ptolomeo Filometor, que tomó en las monedas el título de dios 14. Los emperadores romanos eran adorados como dioses, a quienes se levantaban templos servidos por sacerdotes para expresar la devoción y la lealtad de los pueblos hacia Roma y sus cesares. De ellos dice Tertuliano que sus divinidades eran frecuentemente más respetadas que las de los dioses del Olimpo 15.
Al progreso de tal superstición contribuyeron los artistas, que tuvieron también su responsabilidad en este culto (v. 18-20). Su deseo de honrar al príncipe, su ambición, su ansia de honores, les llevó a extremar su arte, esculpiendo una imagen más bella y atractiva, más seductora que la misma persona, y entonces quienes no adorarían al rey por no conocerle, le adoraban seducidos por la obra consumada del artista, viniendo así a ser lazo para los hombres. Estos no supieron mantener en sus límites el afecto a los muertos, el ansia de gloria y celo adulador, la admiración por la obra de arte, sino que a la piedra o al leño atribuyeron el nombre incomunicable, e.d., el nombre y honor de Dios, que no compete a la criatura. El dios tenía su nombre oculto a los ser humano, pues si éstos llegaban a conocerlo, alcanzaban influencia sobre él.
Concluimos esta perícopa con la reflexión de Weber: Guando los hombres han perdido la noción de Dios, divinizan instintivamente la criatura; tan profundamente siente nuestra naturaleza la necesidad de lo infinito.16

Consecuencias morales de la idolatría (14:22-31).
22 Y como si no bastara errar sobre el conocimiento de Dios, los hombres, viviendo en violenta guerra de ignorancia, llamaron paz a tan grandes males; 23 pues celebran iniciaciones infanticidas, o misterios ocultos, o desenfrenadas orgías de ritos extraños; 24 y ya no guardan la pureza de su vida ni la del lecho conyugal, pues unos a otros se matan con asechanzas o con el adulterio se infaman. 25 Y en todo domina la sangre y el homicidio, el robo y el engaño, la corrupción y la infidelidad, la rebelión y el perjurio; 26 la vejación de los buenos, el olvido de los beneficios, la contaminación de las almas, los crímenes contra naturaleza, la perturbación de los matrimonios, el adulterio y la lascivia. 27 Pues el culto de los abominables ídolos es principio, causa y fin de todo mal. 28 Pues (los idólatras) en sus regocijos son locos, y en sus profecías embusteros; viven en la injusticia y de ligero perjuran, 29 pues poniendo su confianza en ídolos sin alma, juran falsamente sin temer ningún daño. 30 Pero un doble castigo vendrá sobre ellos, porque sintieron mal de Dios, adorando a los ídolos, y juraron falsamente con menosprecio de la santidad. 31 Pues no es el poder de los ídolos por quienes juran, sino la venganza sobre los pecadores, lo que siempre sigue a la prevaricación de los justos.

Dada la relación íntima que existe entre las ideas y la vida práctica, que no es sino la actualización en la realidad de aquéllas, un error tan grave como la idolatría tiene que tener deletéreas consecuencias. Así lo confirma la historia del paganismo y la misma historia de Israel, que con frecuencia caía en este pecado. A estas consecuencias dedica el autor la última parte del capítulo.
Al estado moral desolador a que la ignorancia respecto del verdadero Dios y el culto de los ídolos llevaron a los gentiles, el autor lo llama violenta guerra entre el bien y el mal, entre esa inclinación hacia lo bueno y lo bello, que nunca se extingue del todo en el alma humana, y la propensión de la naturaleza caída hacia el pecado que la halaga. Ellos en su ignorancia lo llaman paz; han perdido la noción del bien, del ideal moral. Abismados en la inmoralidad y corrupción, se creen tanto más felices cuanto más infelices son.
A continuación, el autor enumera los desórdenes a que se entregaron los gentiles, algunos de los cuales fueron ya antes mencionados 17. En honor de Geres, Cibeles, Venus, Baco, Príapo, se celebraban misterios ocultos en lugares clandestinos de los templos, y ordinariamente de noche. Después de los banquetes sagrados nocturnos, los paganos se entregaban a desenfrenadas orgías y a cierta especie de furia o frenesí para honrar a los dioses 18. Consecuencia lógica eran los asesinatos (v.25), como lo hace constar Tito Livio respecto de las bacanales de Roma 19; toda clase de inmoralidades, hasta el adulterio y el incesto 20. Los documentos que los antiguos nos han transmitido - advierte Lesétre - y los numerosos indicios de flagrante inmoralidad que se encuentran cada día bajo las cenizas de Pompeya, muestran que las acusaciones formuladas por los libros santos no tienen nada de exagerado 21. Además, pecados contra la justicia y la caridad, como el robo y perjurio, en que sin escrúpulo incurren, convencidos de que ningún mal les puede venir de dioses sin vida; la vejación de los buenos, cuya conducta viene a ser un reproche irresistible para los malvados, que terminan por perseguirlos y exterminarlos, si les es posible; engaños, de que hacen víctimas a los ignorantes y a quienes, habiendo perdido la fe bajo el influjo de la filosofía helenista, se hacían, como ocurre en nuestro tiempo, crédulos a las más vanas tonterías; la ingratitud de los beneficios ajenos, pues han perdido todo sentimiento delicado; En realidad la idolatría es el principio, causa y fin de todos esos pecados, cuando dice que no hay género de pecado que no produzca la idolatría, o expresamente induciendo a ellos como causa de los mismos o dándoles ocasión a manera de principio o a manera de fin, en cuanto que algunos pecados se cometían como culto a los ídolos 22. De ahí que, en el sentir de Tertuliano, sea el gran crimen de la humanidad y su más grande responsabilidad 23. Y quienes incurren en las conductas descritas recibirán un doble castigo, en atención a su idolatría, que supone ignorancia vencible 24, y a causa del perjurio con que se menosprecia la santidad divina, y que la misma ley moral inscrita en el corazón humano 25 condena. Si escapan al poder de los ídolos, que no son dioses, no escaparán a la justicia divina, que no dejará impune la prevaricación de los impíos.

1 Hec_28:11. - 2 V.3-7. - 3 V.8-9 - 4 Los antiguos constataban la peligrosidad de la navegación en aquellos tiempos. Ana-carsis, viendo que el espesor de la nave era de cuatro dedos, exclamó que ésa era la distancia que separaba al navegante de la muerte (Dióc. Laerc., I 8:103). Cf. Horacio, Od. LUÍ 955; Juven., Sat. XIV. - 5 Gen 6-9. - 6 115:8. - 7 Jer_10:14-15. - 8 Vert. chrét. V 2 p.110. - 9 Deu_31:16; Jue_2:17; Isa_1:21; Eze_16:15-26; Ose_2:5. - 10 Hace más de cinco mil años que comenzó en el valle del Nilo el himno a la unidad de Dios y a la inmortalidad del alma... La creencia en la unidad del Dios supremo, en sus atributos de creador y legislador del hombre, que ha dotado de un alma inmortal, he ahí las nociones primitivas engastadas como documentos indestructibles en medio de las sobreabundancias mitológicas acumuladas por los siglos que han pasado sobre esta vieja civilización... Estas nociones históricas están en perfecta armonía con las grandes tradiciones bíblicas sobre los orígenes humanos (M. De Rouge, Sur la relig. des anc. égypt., citado por Lesétre, o.c., p.113). - 11 Isa_2:2-22; Isa_17:7-8; Isa_46:1-2; Sal 97. - 12 Mythologicon I i. - 13 Inst. I 15:20. - 14 Cf. G. Bardy, art. Hellénisme en DBS III 146288. - 15 Apol. 20. Cf. Daremberg y Saglio, artículos /mago y Statua en Dict. des antiq. grecques et romaines, t-4 p.1473 y 1480. - 16 O.c., p.497. - 17 12:5; cf. también Rom_1:26-32; Gal_5:19-21. - 18 Sacrificabatur, ludebatur, furebatur in templis (San Agustín, De civ. Dei III 31). - 19 tit. Liv.,Gal_39:8. - 20 lus est apud Persas misceri cum matribus, Aegyptiis et Athenis cum sororibus legitima connubia. Memoriae et tragediae vestrae incestis gloriantur, quas vos libenter et legitis et auditis. Sic et déos colitis incestos, cum matre, cum filia, cum sorore coniunctos (MiNucio Félix, Octav. 31; cf. Tert., Apoí. IX). - 21 O.c., p.116. - 22 IMI 94:4. - 23 De idololatria in princ. - 24 13:1-9. - 25 Ex 20,7; Rom_2:12-16.



King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XIIII.

1 Though men doe not pray to their shippes, 5 Yet are they saued rather by them then by their Idoles. 8 Idoles are accursed, and so are the makers of them. 14 The beginning of Idolatrie, 23 And the effects thereof. 30 God wil punish them that sweare falsely by their Idoles.
1 Againe, one preparing himselfe to saile, and about to passe through the raging waues, calleth vpon a piece of wood more rotten then the [ Or, ship.] vesell that carieth him.
2 For verely desire of gaine deuised [ Or, vessell or ship.] that, and the workeman built it by his skill:
3 But thy prouidence, O Father, gouerneth it: for thou hast [ Exo_14:22.] made a way in the Sea, and a safe path in the waues:
4 Shewing that thou canst saue from all danger: yea though a man went to Sea without arte.
5 Neuerthelesse thou wouldest not that the works of thy wisedome should be idle, and therefore doe men commit
their liues to a small piece of wood, and passing the rough sea in a weake vessell, are saued.
6 [ Gen_6:4; Gen_7:10.] For in the old time also when the proud gyants perished, the hope of the world gouerned by thy hand, escaped in a weake vessell, and left to all ages a seed of generation.
7 For blessed is the wood, whereby righteousnesse commeth.
8 But that which is made with hands, is cursed, aswell [ Psa_115:8; Bar_6:3.] it, as hee that made it: he, because he made it, and it, because being corruptible it was called God.
9 [ Psa_5:5.] For the vngodly and his vngodlines are both alike hatefull vnto God.
10 For that which is made, shall bee punished together with him that made it.
11 Therfore euen vpon [ Or, to or by.] the idoles of the Gentiles shall there be a visitation: because in the creature of God they are become an abomination and [ Jer_10:8.abac.2.18.] [ Greek: scandales.] stumbling blocks to the soules of men, and a [ Or, trap.] snare to the feet of the vnwise.
12 For the deuising of idoles was the beginning of spiritual fornication, and the inuention of them the corruption of life.
13 For neither were they from the beginning, neither shall they be for euer.
14 For by the vaine glory of men they entred into the world, and therefore shall they come shortly to an end.
15 For a father afflicted with vntimely mourning, when he hath made an image of his childe soone taken away, now honoured him as a god, which was then a dead man, and deliuered to those that were vnder him, ceremonies and sacrifices.
16 Thus [ Greek: in time.] in processe of time an vngodly custome growen strong, was kept as a law, and grauen images were worshipped by the commandements of [ Or, tyrants.] kings,
17 Whom men could not honour [ Or, in sight.] in presence, because they dwelt farre off, they tooke the counterfeit of his visage from farre, and made an expresse image of a king whom they honoured, to the end that by this their forwardnes, they might flatter him that was absent, as if he were present.
18 Also the singular diligence of the artificer did helpe to set forward the ignorant to more superstition.
19 For he peraduenture willing to please one in authoritie, forced all his skill to make the resemblance [ Greek: to the better.] of the best fashion.
20 And so the multitude allured by the grace of the worke, tooke him now for a god, which a litle before was but honoured as a man.
21 And this was an occasion to deceiue the world: for men seruing either calamitie or tyrannie, did ascribe vnto stones, and stockes, the incommunicable [ Of God.] Name.
22 Moreouer this was not enough for them, that they erred in the knowledge of God, but whereas they liued in the great warre of ignorance, those so great plagues called they peace.
23 For whilest they [ Deu_18:10; Jer_7:9; Jer_19:4.] slew their children in sacrifices, or vsed secret ceremonies, or made reuellings of strange rites
24 They kept neither liues nor mariages any longer vndefiled: but either one slew another traiterously, or grieued him by adulterie:
25 So that there reigned in all men [ Or, confusedly.] without exception, blood, manslaughter, theft, and dissimulation, corruption, vnfaithfulnesse, tumults, periurie,
26 Disquieting of good men, forgetfulnesse of good turnes, defiling of soules, changing of [ Or, seke.] kinde, disorder in mariages, adulterie, and shameles vncleannesse.
27 For the worshipping of idoles [ Greek: namelesse.] not to be named, is the beginning, the cause, and the end of all euill.
28 For either they are mad when they be merry, or prophesie lies, or liue vniustly, or else lightly forsweare themselues.
29 For insomuch as their trust is in idoles which haue no life, though they sweare falsly, yet they looke not to bee hurt.
30 Howbeit for both causes shal they be iustly punished: both because they thought not well of God, [ Or, deuoted.] giuing heed vnto idols, and also vniustly swore in deceit, despising holinesse.
31 For it is not the power of them by whom they sweare: but it is the iust vengeance of sinners, that punisheth alwayes the offence of the vngodly.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Consecuencias de la idolatría. Si en el apartado anterior se mostraba el origen de la idolatría, aquí se exponen sus consecuencias: principio, causa y fin de todos los males (27); se enumeran algunos vicios y se proyecta la situación hacia el futuro: la condena en el juicio final (30s).
El tema de la corrupción de costumbres como consecuencia de la idolatría es clásico en los antiguos filósofos griegos y en la Biblia (Lev_18:21; Nm 25; Rom_1:24-32) y manifiesta tanto el ambiente donde se hallaban inmersos como las reacciones que en ellos provocaban.
¿Cómo reaccionar ante la pérdida de valores humanos? ¿O ante ambientes similares al aquí descrito? Los antiguos creyentes no sólo hablaban de los premios futuros, sino que eran conscientes de la enajenación que todo aquello provocaba. El compromiso con la vida de los más indefensos será la bandera que hable de Dios por encima de cualquier forma de egoísmo deshumanizador.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sab_12:5; Lev_18:21+

NOTAS

14:23 Alusión a las Bacanales de los misterios dionisíacos, o a las violencias e inmoralidades de los misterios frigios.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sab_12:5; Lev_18:21+

NOTAS

14:23 Alusión a las Bacanales de los misterios dionisíacos, o a las violencias e inmoralidades de los misterios frigios.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13-15 Aquí el autor critica duramente tres formas de idolatría: el culto a las fuerzas de la naturaleza, a los ídolos o imágenes y a los animales. El objetivo de su discurso es demostrar que la idolatría es la necedad máxima del ser humano y que además es fuente de injusticia y de otros vicios.

Torres Amat (1825)



[13] Profecía de la destrucción de la idolatría por la luz del Evangelio.

[23] Se puede referir a las fiestas bacanales.

[25] Descripción de los males que produjo la idolatría por el desconocimiento del verdadero Dios. Rom 1, 24-28.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



1. En la proa de los barcos se solía poner la imagen de una divinidad protectora, a la que se invocaba en el momento de zarpar y cuando arreciaba la tempestad.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Sab 12:5.