Ver contexto
Piensa que nuestra existencia es un juego,
y la vida, un mercado concurrido,
diciendo: «Hay que sacar partido de donde sea, incluso del mal.»
(Sabiduría 15, 12) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;

15. Dicha de los Israelitas y Necedad de los Idolatras.

Dios libró de la idolatría a los israelitas (15:1-6).
1 Pero tú, Dios nuestro, bondadoso y veraz, paciente y que todo lo gobiernas con misericordia; 2 si pecamos, tuyos somos, conocemos tu poder, no queremos pecar sabiendo que somos tuyos; 3 pues el conocerte es la justicia perfecta, y conocer tu poder es raíz de inmortalidad. 4 No nos extravió la invención artificiosa de los hombres, ni el trabajo estéril de la pintura, la imagen emborronada con varios colores. 5 Cuya vista atrae el oprobio sobre los insensatos, que se enamoran de la figura inanimada de una imagen muerta. 6 Amadores de la maldad, dignos de tales esperanzas, son tanto los que los hacen como los que los aman y los que los veneran.

Después de haber expuesto el autor a qué grado de abyección moral llevó a los paganos la idolatría y el castigo que les espera por sus abominaciones, canta la felicidad de los israelitas, a quienes se reveló el verdadero Dios, librándolos del culto a los ídolos. Idealizando la historia del pueblo, no hace alusión a las defecciones de Israel, que repetidas veces se postró ante el becerro de oro.
Mientras que los ídolos de los gentiles son nada, el Dios de los israelitas es un Dios lleno de bondad, que ama a su pueblo y lo libra de las abominaciones de la idolatría, fiel cumplidor de las promesas hechas a los antepasados, que no castiga a su pueblo apenas ha prevaricado, sino que espera pacientemente el arrepentimiento y lo perdona de corazón. Tiene conciencia de que es su pueblo escogido y del poder que tiene para castigar. Esto los impulsa a ser fieles a El y evitar las impiedades de los idólatras.
El conocimiento de Dios, no el meramente especulativo o teórico, sino el que se traduce en una vida práctica conforme a su voluntad, es la justicia perfecta (í.3). Jesucristo expresa esta misma verdad cuando dice: Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo. 1 Y viene a coincidir con el pensamiento de San Pablo y San Juan, quienes ponen como condición de salvación la fe, que es la adhesión de la inteligencia a las verdades reveladas y la entrega de la voluntad, del corazón y de toda nuestra persona a Jesucristo. El conocimiento de su poder es raíz de inmortalidad, en cuanto que el temor al castigo aparta del pecado y mantiene en la justicia, que lleva a la felicidad eterna 2. Debido a ese conocimiento, Israel no se extravió por los senderos de la idolatría seducido por el arte de las imágenes o la policromía de sus colores. Cierto que los israelitas se descarriaron a veces tras los ídolos, pero fue pasajeramente y siempre volvió al recto camino, y la élite del pueblo se mantuvo fiel aun en aquellas ocasiones en que la masa prevaricaba. Por lo demás, hemos indicado cómo el autor idealiza la historia del pueblo escogido, presentándolo desde el punto de vista de su elección por parte de Dios y su destino sobrenatural, viendo el lado bueno de su conducta y dejando en la penumbra sus prevaricaciones. Las estatuas de los ídolos, por el arte y colorido, que las asemejaban a la realidad, además del peligro de la idolatría, entrañaban el de la inmoralidad, al excitar su vista la concupiscencia de los sentidos. La historia nos ha dejado ejemplos de actos de inmoralidad cometidos con las estatuas. Arnobio refiere de Pygmacio, rey de Chipre, que amaba a un ídolo como a una mujer y tenía con el relaciones amorosas 3. A este propósito observa Lesétre que para nosotros mismos, por muy cristianos que seamos, las pinturas y esculturas que llevan su realismo hasta la inmoralidad no han perdido nada de su peligro, y la reserva en semejante materia nunca será excesiva4. Concluye que los amantes de la idolatría y la inmoralidad merecen ver frustradas sus esperanzas, puestas en dioses vanos, y son dignos del castigo del Dios verdadero por tributar a los ídolos el culto que sólo a El corresponde.

Más sobre la necedad de los idólatras (15:7-19).
7 Pues un alfarero que amasa fatigosamente el barro, fabrica todo género de vasos para nuestro uso, y del mismo barro modela vasos útiles para servicios limpios y otros para usos contrarios; pero sobre cuál ha de ser el destino de cada uno, es juez el alfarero. 8 Y con un trabajo inútil modela de la misma masa un dios vano, que salido poco antes de la tierra, vuelve poco después a aquella de donde fue tomado al exigírsele la deuda de una vida prestada. 9 Pero no le da cuidado de que ha de perecer ni de que su vida es corta. Rivaliza con los orífices y plateros e imita a los broncistas, y reputa una gloria el hacer figuras engañosas. 10 Su corazón es ceniza, y su esperanza más vil que la tierra; su vida es de menos estima que el barro, 11 porque desconoce a quien la hizo y al que le infundió la semejanza de un alma activa y al que le dio cierto espíritu vital. 12 Mas para los hombres nuestra existencia es un pasatiempo, y la vida una feria en que hacer ganancias; 13 pues dicen que es preciso ganar, aun por malos medios, y éste sabe que peca más que todos, pues de la misma tierra fabrica vasos frágiles y estatuas de ídolos. 14 Son en sumo grado insensatos y desdichados, más que el alma de un niño, los enemigos de tu pueblo que dominan sobre él. 15 Porque reputaron dioses a todos los ídolos de las naciones, que no pueden ver con sus ojos ni pueden respirar el aire por sus narices, ni oír con sus oídos, ni tocar con los dedos de sus manos, ni andar con sus inmóviles pies, 16 pues es el hombre quien los hizo y quien los modeló; sólo de prestado recibieron el aliento de vida, pues no hay hombre capaz de modelar un dios semejante a sí. 17 Siendo mortal, fabrica con sus manos impías un muerto; él es mejor que los objetos que venera, pues él goza de vida y aquéllos no.

El autor vuelve otra vez al tema de la fabricación de los ídolos para, mediante otro caso práctico, ridiculizar más todavía a sus fabricadores; esta vez a quienes los hacen de barro, sin fe alguna religiosa, con el único fin de lucro, lo que los hace más culpables.
El alfarero fabrica toda clase de vasos, unos para usos nobles, otros para servicios más humildes, pero todos del mismo barro; es él quien, al darle una u otra forma, determina su diverso destino. Pues bien, de esa misma masa modela ¡un dios! El que poco antes había salido de esa misma tierra que le sirvió para hacer un dios y volverá a ella poco después cuando el Creador le reclame la vida que le había prestado, y de cuyo uso tiene que darle cuenta 5, constituye ese barro miserable en un dios. ¡Qué necedad! Pero ni sus fatigas ni la brevedad de la vida le preocupan; todo su afán está en competir y rivalizar con los orfebres, llevado de un afán lucrativo. Reviste de oro y plata el barro, de modo que son figuras, también desde este punto de vista, engañosas.
Tal conducta produce indignación al autor de la Sabiduría. Su corazón es ceniza, exclama; su esperanza, mas vil que la tierra, y su vida, menos estimable que el barro (v.10). Isaías dice de los ídolos que su corazón es ceniza6. La ceniza supone extinguida una existencia, una vida, y no vale ya para nada. Esa es la suerte que espera a los ídolos. En el corazón del que fabrica ídolos está extinguida la luz, la vida que lleva a la inmortalidad y el fuego sagrado del amor al verdadero Dios. Su esperanza es completamente vana, pues se funda en cosas muertas y abominables y desconoce al supremo Hacedor7. El día en que le sean pedidas cuentas, su condición será peor que la de la misma tierra de que formó el ídolo. El barro sirve para cosas útiles, para instrumentos que puedan prestar servicio al hombre, y así cumple su fin; pero el fabricante de ídolos fomenta la idolatría y tal vez la inmoralidad, y así se aparta del fin para el que ha sido creado. La última razón de toda su miseria o desgracia es que no conoce al Hacedor, para levantar su corazón sobre las cosas de la tierra y amar a quien le creó tan noble, que le comunicó su imagen y semejanza infundiéndole un alma activa, un espíritu vital. Los dos términos son sinónimos en nuestro libro y designan igualmente el alma espiritual 8. Nuestro autor es dicotomista, no distingue alma y espíritu, como Filón y Cohelet.
Para estos hombres la vida es un pasatiempo, sin una misión, impuesta por Dios, que cumplir en ella, que hay que pasar lo mejor posible, y una feria, en la que lo que interesa es ganar más y más para que resulte lo más feliz posible, y esto sin reparar en la moralidad de los medios; el lucro es en realidad su verdadero dios 9. La naturaleza misma se subleva contra semejante manera de concebir una vida que los cristianos sabemos nos ha sido dada para merecer, con la gracia de Dios, una felicidad eterna que comienza más allá de la muerte. Y el alfarero es más culpable que los demás, pues cae en la cuenta de su pecado: hace dioses ¡de la misma materia! de que confecciona cosas frágiles y sin fe alguna, por mero lucro. Si los que adoraban las bellezas y grandezas de la naturaleza eran inexcusables 10, ¡cuánto más lo serán éstos!
En los versos siguientes (v.14-17), que preparan los últimos capítulos del libro, declara insensatos, más todavía que a los niños, que por carecer de razón no han incurrido en tan graves errores y aberraciones, a los enemigos de Israel. Son aquí, en primer lugar, los egipcios del tiempo de los faraones y los Lagidas, que oprimieron de vez en cuando a los israelitas, y en particular los opresores del pueblo, que dieron culto a los dioses de todas las naciones. Después de Alejandro Magno, pueblos que antes habían adorado sólo a sus propios dioses, adoptaron ahora los dioses de los pueblos vecinos, hecho que les debió hacer aparecer más absurda todavía a sus ojos la idolatría con sus dioses completamente inactivos, porque no tienen vida. ¡Qué extraño que no la tengan, siendo como son obra de las manos del hombre, incapaz de fabricar un ser semejante a sí! El espíritu de vida que tiene no es suyo, lo tiene prestado. No tiene en sí un principio de vida para poder transmitirla a las obras de sus manos. ¡Cómo va a hacer un dios! Dice San Agustín que, si el artífice que dio su figura al ídolo hubiese podido darle un poco de sentimiento, el ídolo mismo adoraría al artífice11.

La idolatría (15:18-19).
18 Adoran a los animales más odiosos, pues, comparados con los otros, son los más repugnantes, 19 y nada hay en ellos que los haga estimables, como en otros animales en que hay bellas cualidades, y hasta fueron excluidos de la aprobación y de la bendición de Dios.

Concluye el sabio su digresión sobre la idolatría mencionando la más repugnante de todas sus formas y que estaba en vigor en Egipto en los días del autor (v. 18-19). Los egipcios adoraban a los animales más odiosos y repugnantes, representando a sus ídolos con cabezas de milano, gato, cocodrilo, serpientes, etc., algunos de ellos inmundos para los hebreos según la Ley, y todos ellos odiosos a Dios y excluidos de su bendición, no al principio, en que Dios bendijo a todos los seres de la creación, sino ahora, por el hecho de que les sean tributados honores exclusivos de Dios 12.
En el mundo cristiano del siglo XX ya no reina la idolatría que tiene por objeto los ídolos paganos. Pero se extiende la ambición del dinero y el placer, que San Pablo considera como cierta especie de idolatría 13 que apega al hombre a las cosas terrenas y le impide levantar su corazón a Dios. San Juan de la Cruz tiene para ellos una provechosa reflexión: quien ama las cosas de la tierra, tan bajo se queda como ellas, y aún más bajo, porque el amor no sólo iguala, sino que esclaviza a aquello que se ama 14. Y si ese amor es tal que excluye a Dios, el castigo que aguarda sabemos que es el fuego eterno.

1:5; 5:153. - 3 Adv, gentes 6:22; PL 5:1206; plinig, 36:5. - 4 O.c., p.iiq. - 5 Ecl_12:7; Lev_12:20. -Lev_6 44:20 (LXX). - 7 Efe_2:12. -Efe_8 1:4; 15:Efe_8:16; Efe_16:14. - 9 Hec_19:24. -Hec_10 13:8-10. - 11 Serm. 55 de Verbo Domini. - 12 Cf. A. Mallon, La religión de los egipcios en J. Huby, Christus. Manual de historia de las religiones p.syS-sSa. - 13 Efe_5:5. - 14 Subida al Monte Carmelo l.1 0.4.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XV.

1 We doe acknowledge the true God. 7 The follie of Idole-makers, 14 and of the enemies of Gods people: 15 because besides the idoles of the Gentiles, 18 they worshipped vile beasts.
1 But thou O God, art gracious and true: long suffering, and in mercy ordering all things.
2 For if we sinne we are thine, knowing thy power: but we will not sinne, knowing that we are counted thine.
3 For to know thee is perfect righteousnesse: yea to know thy power is the roote of immortality.
4 For neither did the mischieuous inuention of men deceiue vs: nor an image spotted with diuers colours, the painters fruitlesse labour.
5 The sight wherof [ Or, turneth a reproch to the foolish.] entiseth fooles to lust after it, and so they desire the forme of a dead image that hath no breath.
6 Both they that make them, they that desire them, and they that worship them, are louers of euill things, and are worthy to haue such things to trust vpon.
7 For the [ Rom_9:11.] potter tempering soft earth fashioneth, euery vessell with much labour for our seruice: yea of the same clay hee maketh both the vessels that serue for cleane vses: and likewise also all such as serue to the contrary: but what is the vse of either sort, the potter himselfe is the iudge.
8 And employing his labours lewdly, he maketh a vaine God of the same clay, euen he which a little before was made of earth himselfe, and within a little while after returneth to the same out of the which he was taken: when his [ Luk_12:20.] life which was lent him shall be demanded.
9 Notwithstanding his care is, not that hee shall haue much labour, nor that [ Or, be sicke or die.] his life is short: but striueth to excel goldsmiths, and siluersmiths, and endeuoureth to doe like the workers in brasse, and counteth it his glory to make counterfeit things.
10 His heart is ashes, his hope is more vile then earth, and his life of lesse value then clay:
11 Forasmuch as hee knew not his maker, and him that inspired into him an actiue soule, and breathed in a liuing spirit.
12 But they counted our life a pastime, & our [ Greek: life.] time here a market for gaine: for, say they, we must be getting euery way, though it be by euil meanes.
13 [ Or, so.] For this man that of earthly matter maketh brickle vessels, and grauen images, knoweth himselfe to offend aboue all others.
14 And all the enemies of thy people, that hold them in subiection are most foolish and are more miserable then very babes.
15 For they counted all the idoles of the heathen to be gods: which neither haue the vse of eyes to see, nor noses to draw [ Or, ayre.] breath, nor eares to heare, nor fingers of hands to handle, and as for their feete they are slow to goe.
16 For man made them, and he that borrowed his owne spirit fashioned them, but no man can make a god like vnto himselfe.
17 For being mortall he worketh a dead thing with wicked hands: for hee himselfe is better then the things which he worshippeth: whereas he liued once, but they neuer.
18 Yea they worshipped those beasts also that are most hatefull: for being compared together, some are worse then others.
19 Neither are they beautifull, so much, as to bee desired in respect of beasts, but they went without the praise of God and his blessing.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ídolos de barro. De forma casi semejante a cuando se describen los ídolos de madera (13,10-19), se habla ahora de los ídolos de barro (Is 45; Rom_9:21), pero con una diferencia, que aquí no se incide tanto en la idolatría cuanto en que el creador humano no sea consciente de su propia vida, por ejemplo, no le preocupa que tenga que morir (9), su mente es ceniza (10), consideró la vida como un juego (12), etc., pues, aunque haga figuras de barro, forma parte a su vez de la creación de Dios (Gén_2:3; Gén_3:19).
¿Por qué, según parece, desde antiguo los seres humanos andan preocupados por sentirse orgullosos de sus propias obras, o por competir con sus semejantes como si la vida se tratara de un juego? ¿Y si se reconociesen hijos e hijas en manos de Dios, o mirasen a los otros como seres irrepetibles, imágenes de quien a ellos los ha creado?

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*13-15 Aquí el autor critica duramente tres formas de idolatría: el culto a las fuerzas de la naturaleza, a los ídolos o imágenes y a los animales. El objetivo de su discurso es demostrar que la idolatría es la necedad máxima del ser humano y que además es fuente de injusticia y de otros vicios.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



15. Ver Sal_115:4-7; Sal_135:15-17.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_19:24

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Hch_19:24

Torres Amat (1825)



[3] Exhortación a hacer el bien. Gal 3, 16.

[8] Luc 12, 20.