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En la abundancia de sabios está la salvación del mundo
y en un rey sensato, el bienestar del pueblo.
(Sabiduría 6, 24) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Parte Segunda.

Naturaleza de la Sabiduría (6-9).
Los cuatro capítulos de esta segunda parte constituyen la parte central del libro de la Sabiduría y contienen las perícopas más elevadas en torno a la misma. Después de una exhortación a los reyes a que adquieran la sabiduría (c.6), el autor sagrado pone en boca de Salomón un precioso elogio de la misma (7:1-21), al que sigue la descripción de sus propiedades (7:22-30) y riquezas (c.8), concluyendo con una preciosa plegaria para su impetración (c.6).


6. La Sabiduría y los Reyes.

El Poder de los Reyes Viene de Dios (6:1-11).
1 Oíd, pues, reyes, y entended. Aprended los que domináis los confines de la tierra. 2 Aplicad el oído los que imperáis sobre las muchedumbres y los que os engreís sobre la multitud de las naciones. 3 Porque el poder os fue dado por el Señor, y la soberanía por el Altísimo, que examinará vuestras obras y escudriñará vuestros pensamientos. 4 Porque, siendo ministros de su reino, no juzgasteis rectamente y no guardasteis la ley, ni caminasteis según la voluntad de Dios, 5 terrible y repentino vendrá sobre vosotros, porque de los que mandan se ha de hacer severo juicio. 6 Pues el pequeño hallará misericordia, pero los poderosos serán poderosamente atormentados; 7 que el Señor de todos no teme a nadie, ni respetará la grandeza de ninguno; porque El ha hecho al pequeño y al grande, e igualmente cuida de todos; 8 pero a los poderosos amenaza poderosa inquisición. 9 A vosotros, pues, reyes, se dirigen mis palabras, para que aprendáis la sabiduría y no pequéis. 10 Pues los que guardan santamente las cosas santas serán santificados, y quienes hubieren aprendido sabrán cómo responder. 1J Ansiad, pues, mis palabras, deseadlas e instruios.

El último capítulo de la parte primera concluyó con una perspectiva sombría a la que ni los tronos de los poderosos impíos podrán substraerse. El sabio va a enseñar a cuantos tienen autoridad sobre los pueblos el modo de conseguir estabilidad para sus tronos. Ellos, además, como gobernantes, necesitan de la sabiduría más que los subditos, pues han de gobernar no sólo su vida, sino también la de éstos con sus leyes y con su ejemplo.
Después de reclamar su atención para que escuchen sus enseñanzas, el autor sagrado les advierte que el poder y soberanía de que gozan les viene de Dios, como se afirma repetidas veces en los libros sagrados 1, de modo que son ministros suyos, no señores absolutos e independientes; los antiguos tenían profundo convencimiento del origen divino del poder de los reyes, pero lo habían deformado divinizándolos. Y les hace saber que, por lo mismo, Dios les pedirá cuenta de sus obras, y con más rigor que a los demás, pues les fue concedida una dignidad y responsabilidad mayores. Dirigiéndose a aquellos que no han juzgado conforme al derecho, como corresponde a ministros de Dios y ejecutores de su justicia, ni han obrado conforme a la voluntad de Dios, que se manifiesta en la ley natural y en las intervenciones directas de Dios 2, sino que han seguido sus caprichos y pasiones, les anuncia que el Señor hará de ellos un severo juicio y les hará sentir su ira terrible y repentina (v.4-5), pues es cosa terrible caer en las manos del Dios vivo 3, y el Apóstol advierte también que el día del Señor llegará como el ladrón en la noche; cuando se dicen: Paz y seguridad, entonces de improviso les sobrevendrá la ruina.4 Orígenes advierte a este propósito que, si los hombres reflexionasen sobre el juicio que espera a los que gobiernan, no ambicionarían los principados 5.
Dios juzgará con menos rigor a los pequeños; no tuvieron la responsabilidad ni las gracias especiales de los grandes, ni con su mal ejemplo causaron el escándalo o desedificación de éstos, por lo que más fácilmente alcanzarán misericordia. Pero los poderosos, que, llevados del orgullo, se hacen sordos a la voz del Señor y utilizan su poder no para edificar, sino para destruir, serán fuertemente atormentados, sin que nadie pueda librarlos del castigo, porque él es Señor de los grandes como de los pequeños, y a todos exige, sin acepción alguna de personas, el cumplimiento de su voluntad, que se manifiesta a cada uno en los deberes propios de su estado. Al insistir el autor sagrado en el juicio y castigo de los poderosos, no quiere decir que él rechace a los grandes y poderosos, pues él mismo es poderoso, o que el rango y elevación sean para él títulos odiosos que alejan sus gracias... Lo que dice es que los pecados de los grandes y los poderosos tienen dos caracteres de enormidad que los hacen infinitamente más punibles delante de Dios que los pecados del común de los fieles: el escándalo y la ingratitud (Ma-Sillon) 6. Jesucristo enseñó que a quien mucho se le da, mucho se le reclamará, y a quien mucho se le ha entregado, mucho se le pedirá 7.
Concluye esta primera perícopa con una exhortación a los reyes a que aprendan la sabiduría, que es aquí la ciencia del bien obrar en su misión de regir los pueblos (V.9-11); ella los librará de los pecados y, en consecuencia, del juicio riguroso de que acaba de hablar. Pues quienes observaren las cosas santas, es decir, las disposiciones divinas que nos enseña la auténtica sabiduría, serán declarados justos a la hora de su muerte y en el día del juicio final, descrito en el c.5; instruidos por ella y gobernados por sus dictámenes, tendrán defendida su causa ante el tribunal de Dios y recibirán una gloria y corona inmortal en su reino.

Quienes buscan la sabiduría gozarán de sus beneficios (6:12-21).
12 Resplandece sin jamás oscurecerse la sabiduría, fácilmente se deja ver de los que la aman y es hallada de los que la buscan; 13 y aun se anticipa a darse a conocer a los que la desean. 14 El que temprano la busca no tendrá que fatigarse, pues a su puerta la hallará sentada. 15 En efecto, pensar en ella es ya prudencia consumada, y el que vela por ella, pronto se verá sin afanes; 16 porque ella misma busca por todas partes a los dignos, y en los caminos se les muestra benigna, y en todos sus pensamientos les sale al encuentro. 17 Pues su principio es el deseo sincerísimo de la instrucción, 18 y procurar la disciplina es ya amarla. Este amor es la guarda de sus preceptos; la observancia de los preceptos asegura la incorrupción, 19 y la incorrupción nos acerca a Dios. 20 Por tanto, el deseo de la sabiduría nos conduce al reino. 21 Si, pues, os complacéis en los tronos y en los cetros, reyes de los pueblos, estimad la sabiduría para que reinéis por siempre.

La sabiduría resplandece sin perder jamás su virtud iluminadora, de modo que señala al hombre, en todo momento y en todas las circunstancias de su vida, el camino que tiene que seguir para asegurarse la incorrupción que conduce al reino inmortal. El camino para hallarla es sencillamente su amor, el cual induce a la inteligencia del hombre a procurarse el conocimiento de sus dictámenes e impulsa a su voluntad a ponerlos en práctica. Quienes la buscan con diligencia la hallarán en seguida y sin grandes esfuerzos; no tendrán que andar recorriendo plazas y caminos en su búsqueda, ni agotar sus energías para darle alcance. Ella misma, que tiene sus delicias en estar con los hijos de los hombres 8, se manifiesta a los hombres en todas sus obras a fin de que las bellezas visibles los conduzcan a las invisibles. Ella les habla con el orden del mundo, con la luz de su verdad, con los ejemplos de sus santos, con la dulzura de su prosperidad, con la amargura de la adversidad. Ella va a su encuentro con la solicitud de su providencia, que se extiende desde las cosas más grandes hasta las más pequeñas, asegurándoles que todas están en sus manos 9. Puede repetir las palabras del Señor en el Apocalipsis a la iglesia de Laodicea: Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él, y él conmigo 10. De ahí que el mero pensar en ella con el deseo de adquirirla es ya un acto de prudencia, porque coloca en el camino que lleva a la sabiduría, y el que con solicitud lo emprende puede caminar tranquilo y confiado a través de la vida n, porque ella consigue la amistad de Dios y todos los bienes.
Y esta sabiduría, cuya adquisición no es difícil, nos lleva al verdadero reino. Lo demuestra el autor mediante un sorites (v.17-18) - figura silogística formada por unas cuantas proposiciones en que cada una tiene como sujeto el predicado de la precedente -. Parte de una proposición que se sobrentiende y es la conclusión de los versos precedentes: el principio de la sabiduría es el deseo de la misma, ya que ella, como advirtió antes, se da a quienes la desean. Pues bien, ese deseo de la sabiduría se manifiesta en un sincero anhelo de instrucción, en sus enseñanzas morales con miras a cumplirlas fielmente en la práctica. Ese anhelo de instrucción lleva consigo el amor a la sabiduría; quien comienza a entender la excelencia de la sabiduría y vislumbra sus admirables frutos, no puede menos de amarla. Ese amor tiene su expresión práctica en la guarda de los preceptos; en el Antiguo Testamento, la observancia de los mandamientos se presenta como complemento y prueba del amor a Dios 12, y en el Nuevo la Sabiduría encarnada dijo: Si me amáis, guardaréis mis mandamientos...; el que recibe mis preceptos y los guarda, ése es el que me ama. 13 La observancia de los mandamientos asegura la incorrupción, es decir, preserva el alma de toda mancilla; nosotros diríamos que mantiene la vida de la gracia, prenda y garantía de la gloria. Finalmente, la incorrupción nos acerca a Dios y nos hace habitar junto a El en el reino glorioso de los cielos, donde los justos recibirán una hermosa corona de su mano, conforme afirmó ya el autor sagrado 14. El sabio concluye su argumentación-sorites: el deseo de la sabiduría conduce al reino (v.20); conclusión oportuna sobre todo para los reyes, a quienes de un modo peculiar se dirige la exhortación de este capítulo. Si, pues, desean una realeza eterna, les concluye que hagan de las prescripciones de la sabiduría su norma de vida y gobierno, con lo que conseguirán que a su reino en la tierra siga un reino inmortal y glorioso en los cielos. Es la amonestación que dirigía Bossuet a Luis XIV de Francia cuando le decía: Vivid siempre bien, siempre justamente, siempre humildemente y siempre piadosamente... Así nos veremos siempre coronados en este mundo y en el otro15. El autor sagrado sobre -naturaliza aquí la noción de realeza, como en la primera parte las de vida y muerte 16.
Se preguntan los comentaristas si la personificación de la sabiduría en esta perícopa es una mera figura poética o ha de ser interpretada de la segunda Persona. Dado que se trata aquí, al menos directamente, de la sabiduría humana, es claro que en sentido literal no puede tratarse sino de la primera hipótesis. Pero, teniendo en cuenta el paralelismo de algunas afirmaciones con las que en el Nuevo Testamento se afirman respecto de la misión de la Sabiduría encarnada 17, se vislumbra la intención expresa del Espíritu Santo de preparar los caminos a la revelación neotestamentaría, en cuyas realidades encuentran las expresiones del sabio su más plena realización.

Introducción al elogio salomónico de la sabiduría
(6:22-25).
22 Yo os contaré qué es la sabiduría y cuál es su origen, y no os ocultaré sus misterios, sino que me remontaré hasta el comienzo de la creación, y pondré en claro su conocimiento, y nada omitiré de la verdad. 23 No iré con el que de envidia se consume, porque la envidia no tiene nada que ver con la sabiduría. 24 Los muchos sabios son la salud del mundo, y un rey prudente la prosperidad de su pueblo. 25 Así, pues, aprended mis palabras, y os servirán de provecho.

Salomón, en boca de quien ahora pone sus palabras el autor sagrado, anuncia que va a hablar del origen y naturaleza de la sabiduría, lo que hará declarando su dignidad, atributos y efectos de la misma. Al hacerlo advierte que no ocultará sus misterios; de hecho los capítulos siguientes contienen la más alta revelación anticotes-tamentaria de la sabiduría; que se remontara a los orígenes de la creación, en que parece aludir a la tercera parte del libro, en que presenta la historia de Israel, guiada desde un principio por la sabiduría; y que nada omitirá de la verdad, no observará la conducta de aquellos filósofos que no enseñaban todas sus doctrinas más que a un grupo de iniciados; el sabio se dirige a todos y les manifiesta cuantos misterios conoce de la sabiduría. No se dejará guiar por la envidia, hablando con ciertas reservas, conservando para sí una ciencia superior a la que comunica a sus discípulos. Tales sentimientos son incompatibles con la sabiduría, la cual es desinteresada, caritativa, universal, todo lo cual está en abierta oposición con la envidia.
Concluye la introducción con una constatación sapiencial (v.24): cuanto mayor sea el número de los sabios, más fácilmente la sabiduría informará la vida de los pueblos, con los consiguientes beneficios para sus habitantes. Y si los que gobiernan legislan y administran justicia conforme a sus enseñanzas, conseguirán prosperidad para sus subditos. Los comentaristas citan a este propósito aquellas reflexiones de Platón: Si en los Estados mandaran los filósofos, o si aquellos que se llaman reyes y príncipes fueran verdaderos y hábiles filósofos, no habría más males en los Estados, y ni en la humanidad siquiera.18 Con la filosofía antigua - comenta San Gregorio -, la hipótesis de Platón no podía ser sino una utopía; pero con la venida de Cristo podría llegar a ser una realidad, con gran felicidad para los pueblos, si los soberanos cristianos reflexionasen que el poder real les ha sido dado por Dios para que el reino terrestre prestase servicio al reino celestial19.

1 1Cr_29:11-12; Dan_2:20-21.37; Jua_19:11; Rom_13:1-6; 1Pe_2:13-15. Cf. C. Larcher, L'origine du pouvoir d'aprés la Sagesse: LumVi 9:49 (1960) 84-98. - 2 Exo_7:16-25; Exo_8:16; Exo_9:1, etc. - 3 Heb_10:31. - 4 1Te_5:2-3. - 5 Hom. 20. - 6 Q, XI serm. P18 - 7 Luc_12:4-8 Pro_8:31. - 9 San Gregorio, citado en Girotti, o.c., p.284. - 10 Rev_3:20. - 11 Prov 3:23; 4:6. - 12 Ex 20,6; Deu_5:10; Deu_7:9. - 13Jn_14:15.21. -3Jn_14 5:16. - 15 S. Touss. (1669) al fin. - 16 Sigue en la Vulgata un verso: Amad la luz de la sabiduría vosotros cuantos gobernáis los pueblos. Falta en el griego y versiones antiguas. Puede ser una doble traducción de 21b o una exhortación-resumen de cuanto precede añadida por un lector. - 17 Compara v.1s con Jua_1:9.14; v.14 con Lev_19:10; v.1s con Jua_4:6; v.1y con Mat_4:18; Luc_9:57; Jua_1:36; y 7:1. Cf. Lesé re, o.c., p.59. - 18 DeRepubl 5. - 19 Epist. 65.


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VI.

1 Kings must giue eare. 3 They haue their power from God, 5 Who will not spare them. 12 Wisedome is soone found. 21 Princes must seeke for it: 24 For a wise Prince is the stay of his people.
1 Heare therefore, O yee kings, and vnderstand, learne yee that be iudges of the ends of the earth.
2 Giue eare you that rule the people,
and glory in the multitude of nations.
3 For [ Rom_13:1-2.] power is giuen you of the Lord, & soueraigntie from the Highest, who shall try your workes; and search out your counsels.
4 Because being Ministers of his kingdome, you haue not iudged aright, nor kept the law, nor walked after the counsell of God,
5 Horribly and speedily shall he come vpon you: for a sharpe iudgement shall be to them that be in high places.
6 For mercy will soone pardon the meanest: but mighty men shall be mightily tormented.
7 For he which is Lord ouer all, shall feare no [ 2Ch_19:17; Deu_10:17; Job_34:19; Ecclesiastes 35.12-16; Act_10:24; Rom_2:11; Gal_2:6; Eph_6:9; Col_3:25; 1Pe_1:17.] mans person: neither shall he stand in awe of any mans greatnesse: for he hath made the small and great, and careth for all alike.
8 But a sore triall shall come vpon the mighty.
9 Unto you therefore, O kings, doe I speake, that yee may learne wisedome, and not fall away.
10 For they that keepe holinesse holily, shall be [ Or, iustified.] iudged holy: and they that haue learned such things, shall find [ Or, a defence.] what to answere.
11 Wherefore set your affection vpon my words, desire them, and yee shall be instructed.
12 Wisedome is glorious and neuer fadeth away: yea she is easily seene of them that loue her, and found of such as seeke her.
13 She preuenteth them that desire her, in making herselfe first knowen vnto them.
14 Whoso seeketh her earely, shall haue no great trauaile: for he shall find her sitting at his doores.
15 To thinke therefore vpon her is perfection of wisedome: and who so watcheth for her, shall quickly be without care.
16 For she goeth about seeking such as are worthy of her, sheweth herselfe fauourably vnto them in the wayes, and meeteth them in euery thought.
17 For the very true beginning of her, is the desire of [ Or, nurture.] discipline, and the care of discipline is loue:
18 And loue is the keeping of her lawes; and the giuing heed vnto her lawes, is the assurance of incorruption.
19 And incorruption maketh vs neere vnto God.
20 Therefore the desire of wisedome bringeth to a kingdome.
21 If your delight be then in thrones and scepters, O ye kings of the people, honour wisedome that yee may raigne for euermore.
22 As for wisedome what she is, and how she came vp, I will tell you, and will not hide mysteries from you: but will seeke her out from the beginning of her natiuity, & bring the knowledge of her into light, and will not passe ouer the trueth.
23 Neither will I goe with consuming enuy: for such a man shall haue no fellowship with wisedome.
24 But the multitude of the wise is the welfare of the world: and a wise king is the vpholding of the people.
25 Receiue therefore instruction thorough my words, and it shall doe you good.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La Sabiduría conduce al reino. En el apartado anterior se retomaba el discurso del comienzo del libro. Ahora, se hace más explícita la idea de cómo se encuentra a la sabiduría. El texto puede dividirse en dos partes: 1. Personificación de la sabiduría (12-20): la sabiduría aparece con características personales, como una cualidad o atributo divino -como en Pro_8:22-31- que sale al encuentro de quienes la buscan. Los versículos 17-19 emplean un recurso literario típico de los antiguos griegos estoicos (sorites: el final de una idea es el comienzo de la siguiente). 2. Anuncio del discurso del rey (21-25): donde se prepara el deseo del autor de compartir con otros los misterios de la sabiduría -la atribución del libro de la Sabiduría a Salomón se inspira en el discurso que se anuncia ahora y se desarrollará más tarde-. Aquí se encuentran algunas alusiones a las religiones mistéricas de la antigüedad, en las que la revelación de la sabiduría se reservaba a los iniciados (22.23). La sabiduría es un don de Dios. Pertenece a esas realidades que hallan su lugar en quienes la buscan con corazón sincero. ¿Cómo encontrar a Dios en un mundo que tantas veces oculta su rostro incluso en su nombre? Sabio es aquel que se deja formar por la sabiduría, y Dios se manifiesta a través de él.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*6-9 Estos capítulos forman la segunda parte del libro, dedicada a la sabiduría. Para dar más autoridad a sus palabras y poder dirigirse con mayor facilidad a los reyes y gobernantes, el autor se transforma en el rey Salomón, el rey sabio por excelencia según la tradición. Después de una exhortación de carácter universalista destinada a los que dirigen las naciones, Salomón hace un elogio de la sabiduría (Sab 7:1-30; Sab 8:1-21) y eleva una oración al Señor en la que le pide el don de la sabiduría para gobernar y juzgar al pueblo con justicia (Sab 9:1-18).

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_29:4; Sir_10:1-3

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_29:4; Sir_10:1-3

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Pro 29:4; Sir 10:1-3.

Torres Amat (1825)



[4] Sus poderes les vienen de Dios. Rom 13, 4.

[11] Declarados justos. Deut 16, 20.

[24] El origen de la sabiduría no creada es un misterio grande que reveló Dios a los hombres. Job 28, 20.