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durante diez meses fui cuajado en su sangre,
a partir de la simiente viril y del placer unido al sueño.
(Sabiduría 7, 2) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;

7. Salomón Elogia la Sabiduría y Describe sus Propiedades.

Salomón adquirió la sabiduría mediante la oración (1-14).
1 Yo soy hombre mortal, semejante a todos, nacido del que primero fue formado de la tierra, y en el seno de mi madre se formó mi carne; 2 consolidándose por unos diez meses la semilla de un hombre y el placer del sueño. 3 Y nacido, respiré el aire común, y caí en la misma tierra que todos, y lloré igual que los otros, 4 Y fui criado entre pañales y con cuidados; 5 Porque no hay rey que tenga otro modo de venir a ser; 6 una es la entrada de todos en la vida, e igual la salida. 7 Por eso oré y me fue dada la prudencia; invoqué al Señor y vino sobre mí el espíritu de la sabiduría. 8 Y la preferí a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza. 9 No la comparé a las piedras preciosas, porque todo el oro ante ella es un grano de arena, y como el lodo es la plata ante ella. 1° La amé más que a la salud y a la hermosura, y antepuse a la luz su posesión, porque el resplandor que de ella brota es inextinguible. J1 Todos los bienes me vinieron juntamente con ella, y en sus manos me trajo una riqueza incalculable. 12 Yo me gocé en todos estos bienes, porque es la sabiduría quien los trae, pero ignoraba que fuese ella la madre de todos. 13 Sin miras torcidas la aprendí y sin envidia la comunico, y a nadie escondo sus riquezas.14 Es para los hombres tesoro inagotable, y los que de él se aprovechan se hacen partícipes de la amistad de Dios, recomendados a El por los dones adquiridos con la disciplina.

Hecho el anuncio de su enseñanza sobre la sabiduría, Salomón afirma que no fue la nobleza de origen quien le alcanzó tal excelso don. Su origen fue el de cualquier otro mortal; proviene de Adán, padre del género humano, y su cuerpo se formó en el seno de su madre, donde la semilla del hombre y el placer del sueño se consolidaron a lo largo de diez meses. El placer del sueño se refiere sencillamente al deleite que acompaña al acto de la generación, designado aquí eufemísticamente con el vocablo sueño. El autor señala diez meses para el tiempo de la gestación, debido a que antes de la reforma del calendario, llevada a cabo por Julio César, los egipcios, griegos y romanos computaban por meses lunares, que tenían alternativamente veintinueve o treinta días; el nacimiento tenía en este cómputo lugar hacia la mitad del mes décimo, y, comenzado éste, se computaba por mes entero.
También su nacimiento fue como el de los demás, acompañado de ese llanto que provoca la primera entrada brusca del aire en los pulmones. Le fueron prodigados los mismos cuidados que ha de recibir todo niño en el tiempo que sigue a su nacimiento. Y al final le espera la suerte común a todos los vivientes, la muerte le volverá polvo de la tierra. No hay rey que tenga otro principio u otro fin de sus días. Seguramente el autor sagrado tiene en su mente aquellos reyes orientales, especialmente los egipcios, que se atribuían origen y sangre divina y un ser superior al de los otros hombres, cuya actitud implícitamente reprueba.
No teniendo Salomón la sabiduría por nacimiento ni por su dignidad real, hubo de poner en práctica los medios para conseguirla. Acudió en su demanda a la oración, y Yahvé le otorgó sabiduría y prudencia (v.7); el primer término puede designar la ciencia especulativa, y el segundo la práctica. Y con su actitud enseña a todos el camino para alcanzar la auténtica sabiduría. Añade que la antepuso a los tronos y riquezas, en conformidad con la constante enseñanza de los sabios 1. Cuando se le apareció en sueños el Señor en Gabaón y le dijo: Pídeme lo que quieras que te dé, no pidió vida larga ni riquezas, sino un corazón sabio para gobernar a su pueblo 2. La estimó más que la salud (v.10), que en ocasiones no es fácil conservar sin la ciencia y prudencia que da la sabiduría; más que la hermosura, cosa pasajera y vana en comparación con la sabiduría, cuyos frutos perseveran en la gloria inmortal; más que la misma luz, la cual cede a las tinieblas, mientras que el resplandor que comunica la sabiduría brillará por los siglos, sin oscurecerse jamás 3. De la Sabiduría encarnada nos dice San Juan que es la luz verdadera que ilumina a todo hombre, y que en la patria no habrá día ni noche, porque la luz será el Cordero inmaculado, luz inextinguible que iluminará con resplandores eternos las mansiones celestiales4. Advierte Girotti que en estos versos el sabio nos da también una excelente contraseña para juzgar si verdaderamente tenemos el espíritu de la sabiduría y el espíritu de Dios, que es ver si estimamos a Dios incomparablemente más que todas las otras cosas, si no deseamos más que a El, si colocamos en El nuestra grandeza y nuestra esperanza, y si, aun privados de todo lo demás, nos encontramos felices de poseerlo a El solo.5
Salomón no pidió en su oración más que la sabiduría; pero, en premio a su desinterés, Dios le otorgó además una gran gloria y riquezas incalculables, por lo que pasó a la posteridad no sólo como el rey sabio por excelencia, sino como el más glorioso y potentado rey de Israel. Todo esto trajo días de felicidad al gran rey; a la alegría de su amistad con el Señor se unía la que provenía de tan estimables bienes materiales, venidos de su mano como la sabiduría, que se los proporcionó. El hijo de David constata que aprendió la sabiduría sin miras egoísticas; la pidió al Señor con el fin de poder gobernar sabia y prudentemente a su pueblo. Y le ilusiona comunicar a los demás la sabiduría que él aprendió, sin que espíritu alguno de envidia, incompatible con la verdadera sabiduría, pueda impedirle manifestar a todos los beneficios que su posesión reporta. Hay uno que los sobrepasa a todos, la amistad de Dios, Señor de todos ellos, a que lleva el cumplimiento de su voluntad, primera exigencia de las prescripciones de la sabiduría.

Invocación a Dios, autor de toda sabiduría (7:15-21).
15 Déme Dios hablar según deseo y pensar dignamente de los dones recibidos, porque El es el guía de la sabiduría y el que corrige a los sabios. 16 Porque en sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, y toda la prudencia y la pericia de nuestras obras; 17 pues El nos da la ciencia verdadera de las cosas y el conocer la constitución del universo y la fuerza de los elementos; 18 el principio, el fin y el medio de los tiempos, el curso regular de los astros y los cambios de las estaciones; 19 el ciclo de los años y la posición de las estrellas; 20 la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, la fuerza de los espíritus y los razonamientos de los hombres, las diferencias de las plantas y las virtudes de las raíces. 21 Todo lo que me estaba oculto lo conocí a las claras, porque la sabiduría, artífice de todo, me lo enseñó.

Abrumado por la grandeza y sublimidad de la sabiduría, Salomón se siente como impotente para declarar sus misterios. Por ello implora de Dios, que da la sabiduría a los sabios y los guía por la senda de sus dictámenes, le conceda pensar rectamente de los dones de la sabiduría y expresarse con acierto y gracia. Nosotros, nuestras palabras y nuestras obras están en las manos de Dios; como dijo el poeta que citaría San Pablo en su discurso a los atenienses, en El vivimos, nos movemos y existimos 6- Es Dios, por lo mismo, quien tiene que poner en nuestra, boca las palabras acertadas; de lo contrario, como afirma el sabio, no seríamos capaces de expresar los conceptos de nuestra mente 7. Es El quien tiene que darnos el conocimiento práctico de lo que tenemos que hacer y el arte de saber dirigir nuestras obras; de lo contrario, no acertaremos con el éxito de las mismas.
Fue Dios quien dio a Salomón la ciencia verdadera de las cosas ; una ciencia sin engaño, porque procede de la fuente de toda verdad (v.17). El autor detalla el objeto de esa ciencia, ampliando los datos del historiador de los Reyes 8. El Señor le dio a conocer la organización armónica del universo y la fuerza de sus elementos constitutivos, que eran, según los griegos, el fuego, el agua, el aire y la tierra 9; las diversas épocas de la historia, el retorno periódico de los solsticios, base para la distinción de las estaciones; los diversos ciclos de años en uso entre los antiguos, como el de Calipe, de setenta y seis años; el de Hiparco, de trescientos cuatro, y sobre todo el ciclo lunar de Meton, de diecinueve años; la posición de las estrellas en las diversas épocas del año, conocimientos astronómicos y cronológicos muy estimados por los antiguos. A ellos se añaden en el v.2O los zoológicos y antropológicos: el conocimiento de las propiedades generales y características de los animales, que sólo una fina observación psicológica proporciona a los espíritus observadores; del poder de los espíritus invisibles, principalmente cíe los malos, sobre los que la tradición atribuía a Salomón un conocimiento y poder especial 1°; de los razonamientos de los hombres mediante la observación y diálogo con ellos, que le hacía descubrir sus intenciones ocultas, como demostró en el caso de las dos mujeres que alegaban el derecho de maternidad sobre el niño vivo 11. Por último, los conocimientos botánicos; el rey sabio conocía las diversas especies de plantas y las propiedades curativas que encierran las raíces de algunas de ellas. Concluye afirmando que fue la sabiduría quien le comunicó todos estos conocimientos enumerados. De Salomón dice el historiador sagrado que su sabiduría sobrepasó a la de los orientales y egipcios, de modo que la misma reina de Sabá vino a probarle con enigmas, reconociendo que su ciencia era superior a cuanto le había sido ponderada 12. La última frase presenta la sabiduría como artífice de todo y prepara la perícopa siguiente, en que el autor se remonta a la sabiduría divina para describir sus propiedades.

Propiedades de la sabiduría (7:22-30).
22 pues en ella hay un espíritu: inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, claro, impasible, benévolo, agudo, incoercible, bienhechor, 23 amante de los hombres, estable, seguro, tranquilo, todopoderoso, omnisciente, que penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles; 24 porque la sabiduría es más ágil que todo cuanto se mueve; se difunde y lo penetra todo a causa de su pureza; 25 porque es un hálito del poder divino y una emanación pura de la gloria de Dios omnipotente, por lo cual nada manchado hay en ella. 26 Es el resplandor de la luz eterna, el espejo sin mancha del actuar de Dios, imagen de su bondad. 27 y siendo una, todo lo puede; permaneciendo la misma, todo lo renueva, y a través de las edades se derrama en las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas. 28 Que Dios a nadie ama sino al que mora con la sabiduría. 29 Es más hermosa que el sol, supera a todo el conjunto de las estrellas, y, comparada con la luz, queda vencedora; 30 porque a la luz sucede la noche, pero la maldad no triunfa sobre la sabiduría.

El autor sagrado nos presenta en esta perícopa la naturaleza de la sabiduría a través de sus atributos o propiedades. Contiene, juntamente con las perícopas similares de Proverbios 13 y Eclesiástico 14, la más alta revelación viejotestamentaria sobre la Sabiduría divina y en orden al misterio de la Santísima Trinidad. El número de los atributos que enumera, 21: 3 X 7, puede ser intencionado, dado que tanto el 3 como el 7 son números sagrados, y expresar la perfección suprema de la Sabiduría. El sabio no ha intentado en su enumeración un orden lógico, y toda agrupación en este sentido resultará arbitraria.
Hay en la Sabiduría un espíritu 15; inteligente, término empleado por los filósofos estoicos, que definían a Dios como un soplo inteligente y abrasador, designa una propiedad de la sabiduría, la cual penetra los misterios de las cosas ocultas y comunica a los sabios la ciencia de las mismas. Es también santo, por su origen divino, que afirmará en seguida; por los efectos santos que produce en las almas buenas y por el odio al pecado, que le impide morar en las almas esclavas del mismo 16. Es un espíritu único (ìïíïãåíÝò), unigénito 17 en su esencia, pues se identifica con la divinidad; y a la vez múltiple, pues, conteniendo todas las perfecciones finitas, puede producir innumerables efectos en el mundo material y en las almas. San Pablo, escribiendo a los corintios, describe las múltiples actividades de un solo y único Espíritu 18. Es sutil, pues penetra todas las cosas a causa de su inmaterialidad; la cual le hace también ágil para poder ofrecerse al hombre en todas partes y en todas las circunstancias de su vida; San Pablo enumera la agilidad entre las propiedades de los cuerpos glorificados 19. Con su inteligencia penetrante llega a las últimas causas de las cosas, a lo más profundo del corazón humano, y con una prontitud y rapidez incomprensible para el entendimiento humano, que precisa de tiempo para penetrar las cosas a que él puede llegar, por su dependencia de la materia. Su santidad y espiritualidad lo hacen inmaculado, libre de toda mancilla, material y moral, por lo que no se contamina al contacto con las cosas materiales; hace vencer en combates inmaculados 20 y no convive con el hombre que no tiene su corazón puro. Es un espíritu claro, que manifiesta a todos sus enseñanzas ciertas e infalibles, que todos pueden reconocer sin peligro de engaño. Su inmaterialidad le hace impasible, no sufre al ponerse en contacto con la materia; y su bondad lo dispone a ser benévolo, dispuesto a hacer a los demás seres partícipes de ella; busca por todas partes a los dignos, escribió antes el sabio 21, y se muestra en sus caminos a todos benigna. Hay también en la Sabiduría un espíritu agudo, perspicaz para penetrar las cosas arcanas y discernir los enigmas; incoercible, pues está por encima de todas las cosas y es independiente de ellas, por lo que nadie puede resistir a su voluntad. La Sabiduría no sólo es benévola, sino que tiene un espíritu de hecho bienhechor, que derrama sus bienes sobre la creación entera, especialmente sobre los seres humanos, pues es amante de los hombres, a quienes hace amigos suyos y conduce a la gloria inmortal 22; la Sabiduría encarnada, además de tomar la naturaleza humana, daría la vida por ellos y perpetuaría su presencia entre los mortales en el misterio del Amor. Además, el espíritu de la Sabiduría es estable, inmutable en la ejecución de sus consejos, de modo que puede uno fiarse y abandonarse a ella; propiedad que resalta frente a la actitud del hombre, que cambia con tanta frecuencia sus planes. Y está seguro del éxito en sus resoluciones; sumamente inteligente, conoce la relación entre los medios y el fin y no se equivoca al proponer aquéllos, mientras que a los mismos sabios y poderosos le fallan las suyas. Y también tranquilo; nada turba su paz, porque todo obedece a sus disposiciones, y sus proyectos se realizan puntualmente, porque es todopoderoso, ya que el poder del Altísimo está en la Sabiduría 23; y omnisciente: intervino como artífice en la creación de las cosas y está en el secreto de todas ellas, las cuales, además, penetra con su inteligencia. Finalmente, el espíritu de la Sabiduría penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles 24, es decir, los de los hombres y los de los seres invisibles, aun los más elevados, porque a causa de su pureza, entendida aquí en el sentido que llamamos a Dios acto puro, es más sutil y penetrante que todos ellos. El autor coloca la Sabiduría en un plano superior al de las criaturas más perfectas, y el conjunto de atributos que le atribuye es claro que sólo puede convenir a la divinidad, con la que la Sabiduría se identifica.
Después de enumerar los atributos de la Sabiduría, el autor sagrado se remonta a su origen y relaciones con Dios, haciéndonos vislumbrar, a través de unas cuantas imágenes, las más inmateriales que ha encontrado en la naturaleza, la naturaleza íntima de la misma (v.25-20). La Sabiduría es un hálito del poder divino, que sale de la boca del Altísimo, como dice Ben Sirac 25; como procede de nosotros el hálito que emitimos, procede del poder omnipotente de Dios la Sabiduría. Lo mismo expresa la imagen siguiente: una emanación pura de la gloria de Dios, y siendo consustancial con la divinidad, que la ha engendrado, es sumamente pura e inmaterial, por lo que, aunque penetra todas las cosas, no recibe de ellas mancilla alguna. Es también resplandor de la luz eterna; San Juan dice expresamente que Dios es luz 26, y de ella aparece rodeado en las teofanías del Antiguo Testamento 27. La Sabiduría es como un reflejo esplendoroso de la luz divina y coeterna como ella. El concilio Niceno llama al Verbo luz salida de la luz 28, y San Juan dice de la Sabiduría encarnada que es la luz verdadera que luce en las tinieblas e ilumina a todo hombre 29. La cuarta imagen, espejo sin mancha del actuar de Dios, hay que entenderla no en sentido activo, el instrumento en que se representa la imagen, sino en sentido pasivo, la imagen reflejada. En las operaciones de la Sabiduría se refleja el actuar de Dios, pues sus obras son obras que Dios hace con su Sabiduría, y sin la cual no lleva a cabo cosa alguna. En una de sus discusiones con los judíos, Jesucristo afirmaba: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque lo que éste hace lo realiza igualmente el Hijo 30. Finalmente, la Sabiduría es imagen de la bondad de Dios; difundida por todas las obras de la creación, especialmente en el hombre, refleja y está pregonando esa bondad infinita de Dios que le impulsó a darles la existencia. La Sabiduría encarnada, a que San Pablo llama imagen de la sustancia de Dios 31, de su bondad ontológica, constituye la imagen más palpable y sorprendente de la bondad moral de Dios para con el hombre.
Parece como si el autor no quedara contento con cuanto lleva dicho sobre la naturaleza de la Sabiduría - no es fácil expresarse hablando sobre ella a los mortales -, y añade unas precisiones más sobre el poder de la misma (v.28). Siendo una, simple e indivisible, todo lo puede; extiende su actividad a toda la multitud existente de seres y produce innumerables efectos diversos; lo puede todo como Dios y El nada hace sin ella. Y permaneciendo la misma, en su inmutable eternidad, renueva todas las cosas en la naturaleza que contemplan nuestros ojos, y también en el orden de la gracia, transformando al hombre viejo en una imagen cada día más perfecta del nuevo Adán, pues su actividad se extiende también al orden moral: a través de las edades se derrama en las almas santas, haciendo amigos de Dios y profetas. Por su esencia, la Sabiduría, como Dios, penetra incluso los pecadores; pero sólo las almas santas, las que viven en gracia diríamos nosotros, son objeto de sus comunicaciones sobrenaturales; como afirmó el sabio, no mora en cuerpo esclavo del pecado, de modo que se aleja del hombre cuando incurre en él 32. A tales almas la Sabiduría las hace amigos de Dios; así se llama varias veces en los libros sagrados a Abraham 33, y, como él, otros muchos gozaron en el Antiguo Testamento de la intimidad de Dios. Jesucristo llamaría amigos suyos a sus discípulos en la noche de la Cena, porque les dio a conocer cuanto había oído de su Padre 34. Esa nota de intimidad con Dios viene a significar también la afirmación de que la Sabiduría hace a las almas santas profetas, dado que hacía tiempo que no se daba en Israel la profecía para hablar 35. Y siendo la Sabiduría imagen de la bondad de Dios, es condición indispensable para que el hombre goce del amor de Dios el que ella more en él con una unión íntima 36, lo que supone un cumplimiento fiel de sus enseñanzas y la consiguiente ausencia de pecado. Refiriéndose a la Sabiduría encarnada, dijo el Padre que él tiene puestas todas sus complacencias en su Hijo 37, y, por tanto, en la medida que un alma refleje ante el Padre la imagen de Jesucristo, se agradará en ella. El Padre y el Hijo, reveló aquélla, aman y establecen su morada en quienes cumplen los mandamientos y viven en gracia de Dios.
Concluye el autor sagrado con un elogio de la sabiduría (v.2Q-3o), ensalzando una vez más su hermosura y su poder. Como resplandor de la luz eterna de Dios, supera a cualquier otra luz creada como lo infinito a lo finito; la luz del sol no es sino una participación de la luz inextinguible de la Sabiduría: aquél ilumina los cuerpos, mientras que ésta penetra las almas; a la luz creada suceden las tinieblas; la Sabiduría, por el contrario, resplandece siempre y jamás puede ser vencida por las tinieblas del error y del mal. La sabiduría del mundo es desigual e inconstante: hoy se muestra fuerte y justa, mañana, en cambio, vil e injusta; está mezclada de luz y tinieblas, de bien y de mal. La sabiduría de Dios y de los hombres de Dios es siempre igual (Ïéêïôôé) 38. Al elogio de su belleza añade en el í. é del capítulo siguiente la exaltación de su poder, que ejerce fuerte y suavemente a la vez sobre todos los seres de la creación, que ella gobierna 39. Cuanto se propone consigue, sin que nadie pueda resistir a su poder; pero sin violencia, moviendo a las cosas conforme a su naturaleza y ofreciendo a la voluntad libre del hombre el bien que decide su obrar; y así, movidas por ella, las causas necesarias obran sin violencia, y las ubres sin necesidad40. La doctrina de esta perícopa sobre la Sabiduría es verdaderamente sublime y señala un progreso en relación con la de los otros libros sapienciales. Ella contiene la más alta revelación anticotesta-mentaria sobre la misma. La Sabiduría participa de la naturaleza divina y es igual a Dios, de quien procede, con quien convive y cuyos atributos posee. Cierto que en sentido literal no se rebasan los límites de una fuerte personificación del atributo divino; los judíos del tiempo de Cristo no tenían ni el más mínimo conocimiento de una segunda Persona en Dios. Pero, teniendo en cuenta las expresiones empleadas por el autor sagrado, que aplica después a Cristo San Pablo, para quien Sabiduría y Cristo son términos equivalentes41, y el paralelismo, que hemos ido haciendo notar, entre las afirmaciones del sabio y las que acerca de Jesucristo encontramos en el Nuevo Testamento, pensamos que el Espíritu Santo, al inspirar a nuestro autor, quiso preparar en estas perícopas el camino a la revelación del misterio trinitario, y que nosotros, a la luz de las revelaciones neotestamentarias, podemos descubrir en ellas un sentido más profundo que el que el autor humano captó y quiso expresar para sus lectores 42.

1 Job 28:15-19; Prob 3:14-15; 7:11-15-16; 8:11-19; 16:16. - 2 1Re_3:9. - 3 3:13; Pro_6:23. - 4 1:15; Rev_21:5. - 5 O.c,, p.288. - 6 Hec_17:28. - 7 Pro_16:1. 2Co_3:5. - 82Cr_4:29.33. - 9 Cf. las mismas expresiones en Platón, Aristóteles (De Mundo 5). - 10 fl. Josefo, Antiq. 8:2. - 11 3:16-28 - 12 1Re_4:30; 1Re_4:1, 1Re_4:1-7. - 13 1:20-33; 8:1-36. - 14 C.24 - 15 El códice Alejandrino dice: Es ella un espíritu. En el fondo coinciden (cf. 1:6). El texto aceptado insistiría en la personificación de la Sabiduría y nos acercaría más a la revelación del Espíritu Santo. San Pablo enumera las diversas manifestaciones del Espíritu Santo en 1 Cor 12, que los autores relacionan con 22-24. - 16 1:3-6; 7:27. - 17 Cf. Jua_1:14.18. - 18 1 Cor 12. 20 4:2. - 19 1Co_15:43. - 21 6:16. - 22 11:6 6:18; 7:14; Pro_8:31. -Pro_23 18:15; Sal_32:6. - 24 La Vulgata considera los tres últimos términos como otros tantos epítetos de la Sabiduría. Dado que esas tres propiedades han sido ya antes enumeradas, es preferible la lección del texto griego. - 25 Eco_24:3. - 26 1Jn_1:5. - 27 Exo_24:17; Eze_1:27-28; Sal_50:3; Sal_104:1-2. - 28 Dz 54 - 29 Jua_1:5-9. - 30 Jua_5:19-31 Heb_1:3. -Heb_32 1:4-5 - 34 Jua_15:14-15. - 33 2Cr_20:7; Isa_41:8; Stg_2:23. - 35 Gen_20:7; Sal_105:15. - 36 El verbo óõíïéêÜù expresa la más íntima unión con la sabiduría, que en 8:1 el auto sagrado expresará bajo la imagen del esposo y la esposa. - 37 Mat_3:17; Mat_17:5. - 38 O.c., p.293. - 39 Cf. 8:14; 15:1; Eco_24:3-6. - 40 Cf. San Agustín, Contra M. V; De civ. Dei VII 30. - 41 Cf. Introducción: Doctrina religiosa: La Sabiduría, El Mesías. - 42 Cf. Introducción: Doctrina religiosa: La Sabiduría.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter VII.

1 All men haue their beginning and end alike. 6 He preferred wisedome before all things else. 8 God gaue him all the knowledge, which he had. 22 The praise of wisedome.
1 I my selfe also am a mortall man, like to all, and the ofspring of him that was first made of the earth,
2 And in my mothers wombe was fashioned to be flesh in the time of tenne moneths [ Job_10:12.] being compacted in blood, of the seed of man, and the pleasure that came with sleepe.
3 And when I was borne, I drew in the common aire, and fell vpon the earth which is of like nature, and the first voice which I vttered, was crying as all others doe.
4 I was nursed in swadling clothes, and that with cares.
5 For there is no king that had any other beginning of birth.
6 [ Job_1:21; 1Ti_6:7.] For all men haue one entrance vnto life, and the like going out.
7 Wherefore I prayed, and vnderstanding was giuen mee: I called vpon God, and the spirit of wisedome came to me.
8 I preferred her before scepters, and thrones, and esteemed riches nothing in comparison of her.
9 Neither compared I vnto her any [ Greek: stone of inestimable price.] precious stone, because all gold in respect of her is as a little sand, and siluer shalbe counted as clay before her.
10 I loued her aboue health and
beautie, and chose to haue her in stead of light: for the light that commeth from her neuer goeth out.
11 All [ 1Ki_3:13; Mat_6:33.] good things together came to me with her, and innumerable riches in her hands.
12 And I reioyced in them all, because wisedome goeth before them: and I knew not that shee was the mother of them.
13 I learned [ Greek: without guile.] diligently, and doe communicate her [ Greek: without enuie.] liberally: I doe not hide her riches.
14 For shee is a treasure vnto men that neuer faileth: which they that vse, [ Or, enter friendship with God.] become the friends of God: being commended for the gifts that come from learning.
15 God hath [ Or, God grant.] granted me to speake as I would, and to conceiue as is meet for the things [ Or, are to be spoken of.] that are giuen mee: because it is hee that leadeth vnto wisedome, and directeth the wise.
16 For in his hand are both we and our wordes: all wisedome also and knowledge of workemanship.
17 For hee hath giuen mee certaine knowledge of the things that are, namely to know how the world was made, & the operation of the elements:
18 The beginning, ending, and midst of the times: the alterations of the turning of the Sunne, and the change of seasons:
19 The circuits of yeres, and the positions of starres:
20 The natures of liuing creatures, and the furies of wilde beasts: the violence of windes, and the reasonings of men: the diuersities of plants, and the vertues of rootes:
21 And all such things as are either secret or manifest: them I know.
22 For wisedome which is the worker of all things, taught mee: for in her is an vnderstanding spirit holy, [ Greek: onely begotten.] one onely, manifold, subtile, liuely, cleare, vndefiled, plaine, not subiect to hurt, louing the thing that is good, quicke, which canot be letted, ready to do good:
23 Kinde to man, stedfast, sure, free from care, hauing all power, ouerseeing all things, and going through all vnderstanding, pure, and most subtile spirits.
24 For wisedome is more moouing then any motion: she passeth and goeth through all things by reason of her purenesse.
25 For she is the [ Or, vapour.] breath of the power of God, and a pure [ Or, streame.] influence flowing from the glory of the Almighty: therefore can no vndefiled thing fall into her.
26 For shee is the [ Heb_1:3.] brightnesse of the euerlasting light: the vnspotted mirrour of the power of God, and the Image of his goodnesse.
27 And being but one she can doe all things: and remayning in her selfe, she [ Or, createth.] maketh all things new: and in all ages entring into holy soules, she maketh them friends of God, & Prophets.
28 For God loueth none but him, that dwelleth with wisedome.
29 For she is more beautiful then the Sunne, and aboue all the order of starres, being compared with the light, she is found before it.
30 For after this commeth night: but vice shall not preuaile against wisdome.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Ningún rey empezó de otra manera. A continuación comienza el discurso del rey, en su deseo de compartir cuanto ha llegado a saber de la sabiduría. Desde el ejemplo de su vida va a mostrar cómo llegó a obtenerla. Esta primera parte se puede dividir en dos: 1. Autopresentación del rey (1-6): siguiendo el modelo de la diatriba griega, el autor se sitúa, aun siendo rey, en el nivel de los demás hombres (Gén_2:7; Job_10:8-12; Sal_139:13-16). 2. Explicación de cómo adquirió la sabiduría (7-14): con posibles alusiones al sueño de Salomón en Gabaón (1 Re 3), se presenta la sabiduría como fruto de la oración y estimada más que todos los bienes -la belleza, la salud y la luz eran algunos de los valores más estimados por los griegos-.
A pesar de los siglos, hay muchos textos de la Biblia de plena actualidad. El comienzo de este texto es uno de ellos. La sabiduría de Dios no puede ser reconocida sin antes reconciliarse con la propia naturaleza humana, y desde aquí, contemplarla como un regalo que supera todos los bienes que el hombre pueda adquirir por sus propios méritos. Un don que, como todos, cuanto más se reparte, más se obtiene de él.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*6-9 Estos capítulos forman la segunda parte del libro, dedicada a la sabiduría. Para dar más autoridad a sus palabras y poder dirigirse con mayor facilidad a los reyes y gobernantes, el autor se transforma en el rey Salomón, el rey sabio por excelencia según la tradición. Después de una exhortación de carácter universalista destinada a los que dirigen las naciones, Salomón hace un elogio de la sabiduría (Sab 7:1-30; Sab 8:1-21) y eleva una oración al Señor en la que le pide el don de la sabiduría para gobernar y juzgar al pueblo con justicia (Sab 9:1-18).

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— diez meses: Puede explicarse la cifra, bien por computarse meses lunares, bien porque el décimo mes, ya comenzado, se computaba como entero (ver, en cambio, 2Ma 7:27). Nótese cómo el autor describe aquí el proceso natural de gestación, mientras Job 10:10-11 y 2Ma 7:22 atribuyen directamente a Dios la formación del ser humano en el seno de la madre.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

7:2 Diez meses lunares. Sobre el modo como se representaban la formación del embrión, ver Job_10:10+.

Torres Amat (1825)



[2] Los antiguos escritores griegos y latinos hablan también de la misma cantidad de meses, diez, y entienden meses lunares. Job 10, 10; Jer 1, 5; Sal 119 (118), 73.

[15] La sabiduría y el uso de ella son un don de Dios.

[27] Por toda la humanidad. Dios, siendo inmutable, lo renueva todo.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

7:2 Diez meses lunares. Sobre el modo como se representaban la formación del embrión, ver Job_10:10+.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. "Diez meses": se trata de meses lunares.