Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 1. Las dos Sendas: La del Justo y la del Impío.
E ste salmo no tiene ninguna indicación cronológica ni título que lo vincule a un compositor determinado,
y por ello es uno de los llamados por la tradición judía huérfanos. Obra de un autor anónimo, parece que ha sido insertado en fecha tardía como introducción doctrinal lírica a todo el Salterio, pues en él se resume la idea, tantas veces inculcada en la literatura sapiencial, de la contraposición del camino del justo proyección hacia Dios y el del impío, que aspira a gobernarse según las exigencias de sus intereses materiales.
Dios bendice la senda del hombre recto que se dirige por su Ley, mientras que castiga al que se aparta de ella: Yahvé no dejará hambrear al justo, pero dejará insaciados los apetitos del malvado,1
la memoria del justo será bendecida, pero el nombre del impío será maldito. 2 Conforme a la moral pragmatista del A.T.,
la justicia divina se ejerce en la tierra: el justo prosperará, mientras que el pecador será privado de la protección divina, y, por tanto, le espera un triste destino.
Esta composición salmódica expresa, pues, un principio general, sin referirse a la situación particular de una persona concreta, como ocurre en otros salmos. Por eso no es posible determinar las circLinstancias históricas y cronológicas de su composición. En el códice C de los Hechos de los Apóstoles, el salmo 2 es citado como si fuera el primero del Salterio: como está escrito en el salmo primero 3; lo que da a entender que existían colecciones del Salterio sin este salmo i del actual Salterio canónico. Como el tema del salmo es general,
bien pudo ser insertado posteriormente como introducción doctrinal a todo el Salterio. Parece obra de un sabio que medita la Ley y encarece su cumplimiento. Su estilo didáctico, pues, parece reflejar la mentalidad de los Hbros sapienciales de los siglos III-II a. C. La sabiduría consiste en el re'cto modo de conducirse en la vida, a la sombra de la divina Providencia.
El temor de Dios es el principio de la sabiduría 4; por ello, el que quiera ser feliz debe amoldarse a las exigencias de la Ley divina, pues separarse de ella no trae sino la desgracia, la esterilidad y la desaprobación del Omnipotente. En el mundo existen dos generaciones,
la de los justos y la de los impíos, que hacen burla de su Ley. El sabio pondera las ventajas del que escoge el camino de la virtud, y destaca el fin desgraciado del que,
abandonando la Ley divina, se conduce conforme a sus caprichos y pasiones.
El salmo se divide en dos partes, una positiva, en la que se ponderan las excelencias del camino de la virtud (1-3), y otra negativa, en la que se destacan las desgracias del que se aparta de la Ley divina (4-5), terminando con una recapitulación y confirmación de la contraposición anterior (v.6).
El estilo es prosaico con gran libertad de ritmo; por tanto, desde el punto de vista literario no es de lo más selecto, pues priva la consideración didáctica sapiencial sobre la estructura lírica. La versificación, en general, se establece con tres o cuatro acentos sobre tres estrofas.
La senda del justo (1-3).
1
Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos, ni en las sendas de los pecadores se detiene, ni se sienta en tertulia de mofadores 5
. 2
Antes bien, tiene en la Ley de Yahvé su complacencia y en ella medita día y noche. 3
Será como árbol plantado a la vera del arroyo, que a su tiempo da su fruto, cuyas hojas no se marchitan. Cuanto emprenda tendrá buen suceso. La conducta del justo es descrita primero negativamente, en cuanto que se abstiene de tomar parte entre los
impíos, pecadores y mofadores de la Ley. Los tres términos expresan enfáticamente los grados de oposición sistemática a Dios. Los impíos son los ateos, que no quieren reconocer la autoridad suprema de Dios. Los
pecadores son los que no se preocupan de la observancia de sus leyes; y los
mofadores son los esprits forts, que consideran debilidad el dejarse llevar de sentimientos religiosos. Frente a todos ellos se levanta como una muralla inconmovible la conducta del
varón justo, al que por ello se le saluda como
bienaventurado 6, porque se halla seguro en su proceder. Frente a las ironías de los
mofadores, que creen que el único modo de triunfar en la vida es aprovecharse sin escrúpulos de las buenas ocasiones
prescindiendo de las exigencias de la Ley divina , el salmista recalca que la verdadera felicidad está en la conciencia tranquila y en la seguridad de la protección divina, pues con ella le vendrán toda clase de bendiciones, terminando por triunfar en la vida.
Es de notar la gradación y evolución del pensamiento en el empleo de los términos:
no anda, no se
detiene, no se
sienta: El justo es el hombre que no se deja influenciar por los consejos y máximas de los impíos, que no adopta el género de vida de los
pecadores, y, con mayor razón, no toma parte en los ataques de los
mofadores contra la religión y la moral7.
En realidad, si el justo toma esta actitud lejos de los pecadores, es porque tiene bien enraizada la
Ley de Yahvé en su corazón. Es el centro de su vida espiritual y moral, y por eso en ella encuentra su
complacencia, y de
día y de noche es el objeto de su
meditación (v.2). Aquí
Ley de Yahvé significa el conjunto de prescripciones por las que las regula la vida religiosa del justo. Conforme a las prescripciones del Deuteronomio, el buen israelita debe tener presente en su vida los preceptos del Señor: cuando viajes, cuando te acuestes, cuando te levantes, habla siempre de ellos. átalos a tus manos..., póntelos en la frente, entre tus ojos; escríbelos en los postes de tu casa y en tus puertas...8
La Ley era la expresión de la voluntad de Yahvé, y, por eso, el fiel israelita debía meditar constantemente sobre sus prescripciones para descubrir sus insinuaciones más mínimas. Esta preocupación
nomística caracteriza la literatura sapiencial posterior.
El premio a su solicitud
por amoldar la conducta a la Ley son las bendiciones de todo orden, que harán prosperar al justo como árbol plantado a la vera del arroyo. En el A.T. se compara muchas veces al hombre con los árboles 9 e incluso con un jardín 10 bien regado n. El salmista aquí juega con el mismo símil. Como el árbol plantado junto a las corrientes de las aguas se desarrolla vigoroso y pronto en contraposición al plantado en tierra esteparia , así el justo,
que confía y vive conforme a la Ley divina, es protegido y prospera por la bendición de Dios 12. Afincado en el camino de la virtud, da
frutos ubérrimos a su
tiempo, y su lozanía permanece largo tiempo sin
marchitarse. En el
Sal_91:13 se dice que el justo florecerá como la palma y se multiplicará como el cedro del Líbano.
La Ley de Yahvé da vigor espiritual y lozanía también en el orden material, pues colma de bendiciones a sus predilectos, que son los que van por su senda. En cambio, los impíos se marchitarán como paja llevada por el viento.
La senda del pecador (4-6).
4
No así los impíos 13
, sino que son como paja que arrebata el viento 14
. 5
Por eso no prevalecerán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. 6
Pues conoce Yahvé el camino de los justos, pero la senda de los pecadores acaba mal. La contraposición con la suerte de los justos es clara, pues los
impíos llevarán una vida lánguida y sin sentido, empujados como
paja arrebatada por el
viento. El salmista aquí juega con otro símil: los justos son como el trigo que permanece en la era, mientras que los impíos, sin consistencia, son aventados como tamo de la era. En la literatura bíblica es corriente la
comparación de los enemigos de Israel y de los pecadores con la paja arrebatada por el viento de la justicia divina 15.
La inconsistencia de los impíos se demostrará particularmente en el momento de presentarse
ante el juicio discrirninador de Dios (v. 5). La mente del salmista parece que se traslada a los tiempos mesiánicos,
precedidos del juicio solemne de Dios. Los pecadores no podrán salvar la gran prueba de este juicio y, por tanto, no
prevalecerán ni tendrán acceso después a la
congregación de los santos 10, es decir, no participarán de la nueva ciudadanía de la teocracia me-siánica, a la que tendrán acceso sólo los que han vivido conforme a la Ley de Dios. El juicio discriminatorio es el día de Yahvé, del que tantas veces hablan los profetas 17, es decir,
el día de la manifestación justiciera de Dios para purificar la sociedad israelita, de la que se salvará solo un resto 18, del que a su vez surgirá la nueva teocracia esplendente de los justos.
En definitiva, el juicio discriminatorio depende de la voluntad de Dios, que conoce, es decir,
aprueba y se preocupa del camino de los justos19, mientras que desconoce o desaprueba la
senda de los impíos, que necesariamente tendrán un fin desastroso. Dios termina por castigar al pecador y premiar al de recto proceder; sobre todo, los justos tendrán acceso al reino mesiánico, mientras que los impíos no podrán aguantar el juicio discriminador que le precederá. Esta perspectiva es netamente sapiencial y refleja la mentalidad de los últimos siglos del judaismo anterior a Cristo. El autor depende, en su manera de exponer el problema moral, de los 'sabios que han escrito una parte del libro de los Proverbios 20; su doctrina de la retribución, con la mención del juicio y de la comunidad de los justos, es la de los profetas...; en fin, el color de legalismo que añade hace de su obra, tan corta, una especie de confluente al que se juntan tres corrientes que en esta época dominaban el pensamiento judío. Formado, por una parte, de fórmulas prestadas, el estilo no tiene nada de original y brillante... Pero esta composición un poco artificial tiene el mérito de resumir de manera clara y firme las grandes lecciones religiosas y morales que se deducen de los Salmos en general, y bajo este título era digno de constituir el prólogo de una de las colecciones, si no de la totalidad del Salterio. 21
Los Santos Padres han destacado el valor doctrinal del salmo, pues se encarece la justicia divina, que premia al justo y castiga al pecador. Si bien la perspectiva del salmista no se orienta hacia la retribución en ultratumba, sin embargo, conformándose con la concepción corriente en Israel,
está seguro de que la justicia divina se manifestará en esta vida, sobre todo en los tiempos mesiánicos, a los que no tendrían acceso los impíos,
pecadores y mofadores de la Ley divina. En el
Oficio divino, este salmo abre el primer nocturno del oficio dominical, invitando al sacerdote a meditar y ser fiel a la Ley del Señor, ya dentro de la perspectiva trascendente evangélica.
Los Salmos representan un estadio de revelación superado por el mensaje evangélico, pero pueden recibir un sentido superior conforme a la nueva perspectiva,
y así servir de alimento espiritual a las almas. 1 Prov 10,3.7;
Sal_2:21.22. 2
Pro_10:7;
Sal_2:21. 3 Act 13:33- 4
Pro_1:7. 5 La Vg, siguiendo a los LXX, traduce ín cathedra pestilentiae. 6 La expresión bienaventurados es corriente en el Salterio y en los Proverbios; Jesús la utiliza en el sermón de la Montaña (
Mat_5:33). 7 E. Podechard,
Le Psautier (Lyón 1949) 10. 8
Deu_6:75;
Deu_11:18s; Sal 19.83. 9 Cf.
Jer_11:193;
Eze_17:33;
Eze_19:19; Sal 52.10; 92.:13. 10
Isa_58:11. 11 Job 29:13. 12 Gf. Dt 7,i2s. 13 Los LXX y la Vg repiten al final no así, lo que da más fuerza a la frase; y por eso no pocos exegetas la retienen. 14 Los LXX y Vg añaden: a facie terrae; pero la adición recarga el
ritmo. 15
Isa_17:13;
Isa_29:5;
Isa_41:15s;
Sal_13:3;
Sal_35:5;
Job_21:18;
Jer_4:11-12.
16 Cf.
Isa_65:8-10;
Isa_66:10-11.18-23;
Mal_3:5. 17
Amo_5:18.20;
Sof_1:7-15;
Isa_34:8. 18
Amo_5:15;
Rev_19:17. 19 Cf.
Gen_18:19;
Amo_3:2;
Sal_13:5;
Nah_1:7. 20 Prov c. 10-22. 21 E. Podechard, O.C., 12.