Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 2. El Ungido de Yahvé.
T ampoco este salmo tiene indicaciones cronológicas ni personales, y, sin embargo, es uno de los más importantes y vigorosos de todo el Salterio, porque en él encontramos la primera mención
de un Mesías personal (la única vez en todo el A.T. en que al Príncipe de los tiempos mesiánicos se da el título de
Mashiaj: Ungido: ×ñéóôüs), lugarteniente de Yahvé con dominio pleno sobre todos los pueblos y príncipes de la tierra. La persona del salmista desaparece por completo para dejar hablar en estilo profético-oracular
al Vicario de Yahvé en la tierra. San Pedro conformándose con la opinión judaica corriente de su tiempo atribuye la composición del salmo al propio David, y conforme a este supuesto arguye para probar el carácter mesiánico del mismo1. Críticos modernos convienen en que esta composición es anterior al exilio, cuando Sión era el centro de la teocracia en todo su esplendor. Se señalan, no obstante, algunos arameísmos que empañan la pureza de la lengua de los tiempos davídicos y salomónicos 3. Como, por otra parte, el salmo tiene algunas expresiones de índole apocalíptica, no pocos autores procuran retrotraer la composición del mismo hasta los tiempos de los Macabeos 4.
El estilo de esta composición salmódica es dramático y vigoroso, con una distribución en cuatro estrofas de siete esticos, con tres acentos cada una. El género literario es el profético-oracular. El salmista comienza
ex abrupto presentando una insurrección general de todos los,
pueblos contra el Ungido de Yahvé (1-3). Esto resulta ridículo, porque Dios, que está en los cielos, se ríe de ellos y da el decreto de la entronización solemne de su
Mesías (4-6), el cual, por ello mismo, adquiere una especial
filiación respecto del propio Dios. Bajo este título se le da el dominio absoluto del universo (7-9)· En consecuencia, se invita a los reyes de la tierra que vuelvan a la cordura y se plieguen a la autoridad de su representante en la tierra (10-12); de lo contrario,
tendrán que sufrir los rigores de su justicia implacable. El lenguaje es enérgico y entrecortado, para impresionar al lector, que realmente queda como sobrecogido
ante la majestad de Dios y de su Ungido.
La confabulación de los reyes de la tierra contra el Ungido de Yahvé (1-3).
l ¿Por qué se amotinan las gentes y trazan los pueblos planes vanos? 2
Se reúnen los reyes de la tierra, y a una se confabulan los príncipes contra Yahvé y contra su Ungido. 3
¡Rompamos sus coyundas, arrojemos de nosotros sus ataduras! En tono dramático, el salmista presenta a los poderes de la tierra confabulados para oponerse a
los designios mesiánicos del propio Dios, el cual ha determinado poner un representante suyo en la tierra. Esta insurrección es totalmente insensata, ya que no podrán contender contra la omnipotencia del que ha decretado
establecer a su Ungido en la tierra. De ahí que el salmista pregunte asombrado: ¿
Por qué se amotinan las gentes?
(v.1). En realidad, las
gentes no saben con quién van a contender, y por eso su actitud es insensata y suicida. Los profetas conciben la historia como el despliegue de dos ejércitos en lucha, el del bien y el del mal,
el de los intereses de Yahvé representado en su pueblo elegido y el de los pueblos gentiles, que se oponen al triunfo de aquél en los tiempos mesiánicos. Los imperios se suceden, y en realidad son meros instrumentos de la justicia divina para preparar el advenimiento de los tiempos futuros, en los que triunfarán la justicia y la equidad bajo la égida de un
Príncipe al que se le llama Admirable Consejero, Dios fuerte, Príncipe de paz5. En la perspectiva de Isaías, este Príncipe ideal dotado de cualidades excepcionales por recibir la fuerza carismática de Dios en su múltiple manifestación de espíritu de inteligencia, de ciencia, de sabiduría, de consejo, de fortaleza y de temor6 se sobrepondrá a los invasores asirios, que son los que en aquellos tiempos (s.VIII a.C.) comprometían los destinos histórico-mesiánicos de Israel.
Daniel hablará de una sucesión de imperios babilónico, medo-persa, griego y seléucida que se oponen a la implantación del reino de los santos.7 El salmista abarca en su perspectiva las insurrecciones periódicas que todos los reinos de la tierra organizan contra el establecimiento de los
designios mesiánicos de Dios sobre su pueblo, y particularmente su mente se dirige al momento solemne en que se decide la inauguración de los tiempos mesiánicos.
Por primera vez en la Biblia encontramos
el término Mashiaj (ungido), del que se derivará el vocablo
Mesías, aplicado al lugarteniente de Yahvé en los tiempos mesiánicos. No es raro el término aplicado a los reyes 8, a los sacerdotes 9, es decir, a los personajes que, para ejercer una función especial,
eran ungidos con el óleo del Señor. Incluso se aplica en sentido metafórico a algún rey extranjero, como Ciro, el cual cumple una misión especial de la Providencia divina en beneficio de su pueblo 10. Fundándose en este texto, la literatura apócrifa judaica, a partir de los Salmos de Salomón (s.II a.C.), reservó este título de
Mashiaj al esperado representante de Yahvé en los tiempos de su manifestación mesiá-nica. En el ánimo de todos los israelitas estaba la creencia
de que el Mesías recibiría una especial unción o consagración solemne de parte de Dios, y de ahí que el término mashiaj quedara reservado a El en un sentido especial mesiánico y aun escatológico. Así, el nombre común de
mashiaj se convirtió en nombre propio aplicado a su persona. Es el
Ungido, el Cristo del Señor. Conforme a esta acepción específica, el ángel anunció a los pastores de Belén que había nacido
el Cristo Señor 11.
Los pueblos y príncipes de la tierra conspiran contra la denominación del que va a ser declarado enfáticamente
Ungido e Hijo de Yahvé, como representante suyo, con plenos poderes delegados. Sienten ya sobre ellos su yugo, sus
coyundas y
ataduras, que quieren sacudir para seguir libres en sus planes de gobierno al margen de la Ley divina, que ha de imponer el
Ungido de Yahvé (v.3). El salmista, para expresar esta conspiración universal, pudo inspirarse en los esfuerzos que los estados vasallos de Israel realizaron en los tiempos gloriosos
de la dinastía davídica para lograr su plena libertad política12; pero su panorama ahora es más amplio, y concierne a los tiempos
del dominio universal del Mesías en los tiempos futuros anhelados.
Esterilidad de los esfuerzos de los insurrectos contra el Ungido (4-6).
4
El que mora en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos. 5
A su tiempo les hablará en su ira y los consternará en su furor. 6
Yo he constituido mi rey 13
sobre Sión, mi monte santo. El salmista presenta a Yahvé morando en las alturas de los cielos1 y
riéndose de los vanos y alocados
planes de los que se confabulan contra su Ungido. En realidad, no tardarán en comprender sus despropósitos cuando hable manifestando su
ira y siembre la
consternación con su
furor (v.5).
Yahvé es el Señor de los ejércitos, y, como tal, mueve los hilos secretos de la historia. Los reyes de la tierra son meros instrumentos de sus designios históricos sobre Israel, como pueblo elegido, y después sobre toda la humanidad, que había de ser bendecida
en la descendencia de Abraham 14.
Yahvé es el trascendente, el santo, y desde los cielos contempla majestuoso los azares de la vida de los hombres y de los pueblos. Como
Señor de los tiempos, en su perspectiva de eternidad, aguarda paciente e impasible el momento de sus manifestaciones justicieras, que pongan las cosas en su debido lugar, dando a cada hombre y a cada pueblo lo suyo: Asiéntase Yahvé en su trono, firme por toda la eternidad. Establemente fundó su trono para juzgar, para regir justamente el orbe de la tierra, para gobernar con equidad15. Haciendo uso de su poder omnímodo para establecer la justicia en la tierra,
establece su rey sobre Sión, el monte santo. Allí está su santuario, donde tiene su especial residencia en la tierra, además de la propia en los cielos de los cielos16.
Cerca del santuario está la morada del rey, su representante. El Ungido surgirá de la dinastía davídica, según promesa hecha por Dios a Natán 17, y se sentará en el
monte santo, llamado así porque
está santificado por la presencia del que es por excelencia Santo 18.
En Sión tiene Yahvé su trono 19, y su colina sagrada será como un faro esplendente al elevarse sobre todos los montes para que todos los pueblos se dirijan y orienten hacia ella para ser instruidos en su Ley 20.
Ahora Yahvé proclama que va a establecer a su Ungido-Mesías como Rey sobre la colina santa para inaugurar la nueva teocracia mesiánica. Para que se enteren todos los pueblos confabulados contra El, Yahvé va a pronunciar un
decreto solemne, sellado por su boca,
por el que se declara su especial vinculación con el Ungido.
El Mesías, Hijo de Yahvé y Señor del universo (7-9).
7
Voy a promulgar un decreto de Yahvé. El me ha dicho: 8
Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Pídeme, y haré de las gentes tu heredad, te daré en posesión los confines de la tierra. 9
Los regirás con cetro de hierro 21
y los romperás como vasija de alfarero. El salmista pone en boca del
Mesías la promulgación del decreto de Yahvé por el que es constituido no sólo Rey sobre su monte santo, sino Hijo suyo de un modo particular. La expresión
Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy, puede entenderse en sentido metafórico, en cuanto que el
Ungido, el día de su entronización como lugarteniente de
Yahvé, adquiere una filiación moral particular respecto del mismo Dios. En el A.T., la frase
hijo de Dios se aplicaba al pueblo israelita, al que se le llamaba primogénito de Yahvé 22; a los reyes de la dinastía davídica 23 y al propio David 24.
Los mismos ángeles son llamados hijos de Dios. 25 En estos textos,
la filiación equivale a vinculaciún especial con Dios por estar más cerca de El en el sentido afectivo. Por tanto, en el salmo que comentamos, la frase
Tú eres mi Hijo puede tener este sentido de filiación moral conforme a la mentalidad común teológica de la revelación viejotestamentaria. Si se toma en este sentido amplio, la frase siguiente,
Yo te he engendrado hoy, tendrá el mismo sentido de filiación metafórica moral. El
Ungido, al ser declarado representante de Yahvé por el decreto divino, adquiere públicamente como una nueva naturaleza,
en cuanto que desde ese momento es el Vicario de Dios y, como tal, goza de su especialísima protección. En la concepción teocrática oriental,
el rey era especialmente hijo de Dios. Aquí, pues, el salmista parece conformarse con esta mentalidad teocrática,
y así concibe al Mesías como especialmente vinculado al Dios a quien representa 26.
No obstante, no pocos autores creen que en la expresión del salmo hay una insinuación
de una verdadera filiación divina del Mesías en sentido natural. Así dice el P. Lagrange: El Mesías será
Hijo de Dios en un
sentido natural 27. Pero, de hecho,
en la tradición judaica nunca se da esta interpretación de filiación en el sentido de que el Mesías participara de la naturaleza divina de Yahvé. Por eso, más bien parece que aquí nos encontramos con una
filiación moral del Mesías 28, pues éste es
engendrado justamente el día de su entronización como
Ungido de Yahvé. Se hace Hijo de Yahvé al ser declarado Rey y sucesor de la dinastía davídica, adoptada por Yahvé 29. Se trata, pues, de una
filiación adoptiva del Mesías el día de su entronización real 30.
La perspectiva mesiánica del salmista se declara en el anuncio de que Yahvé da las
gentes por heredad al Ungido, y en toda su extensión, pues abarca
los confines de la tierra (v.8b). Si el
Mesías es el representante único de Yahvé, se sigue que todos los pueblos le serán sometidos como patrimonio propio 3l. No sabemos el alcance de los conocimientos geográficos del salmista, que pone en boca de Dios la expresión
confines de la tierra; pero, aunque esta frase se aplica no pocas veces en la Biblia a los límites ideales del reino de Israel32, sin embargo, en la tradición de las profecías mesiánicas la palabra
gentes tiene un sentido amplísimo, conforme a la promesa hecha a Abraham de que en su descendencia serían bendecidas todas las gentes 33. Así, pues, podemos sospechar que la panorámica del salmista es amplísima y abarca todas las naciones que se confabulan
contra el Ungido, es decir, todos los pueblos que, fuera del alcance de la elección de Israel, se afanan por impedir la manifestación de los tiempos mesiánicos.
Como
Vicario de Yahvé, el Mesías será el Señor de las naciones y las someterá y gobernará con fortaleza, con cetro de hierro, pues se obstinan en mantener su actitud de rebeldía. Isaías presenta al Príncipe ideal hiriendo al tirano con los decretos de su boca y matando con su soplo al impío 34. Las expresiones rudas y vigorosas han de interpretarse conforme al módulo literario de la hipérbole oriental, salpicada siempre de afirmaciones radicales y extremosas. Esta imagen del
Mesías autocrático y violento contrasta con la del Príncipe de paz del libro de Isaías 35, y sobre todo con la descripción del
Siervo de Yahvé, que triunfa por el sufrimiento y la muerte 36. Son facetas diversas bajo las cuales se presenta al futuro Mesías, que tendrá el don de fortaleza, pero también el espíritu de justicia y de equidad. El salmista aquí en medio de la confabulación violenta de las naciones y reyes gentiles presenta
al Ungido de Yahvé tratando duramente a los que
no se sometan a su dominio ni quieran reconocer sus derechos de lugarteniente único de Yahvé. El cumplimiento del vaticinio fue conforme al módulo de la última etapa de la revelación en el A.T., es decir, según
la estampa del Siervo doliente, que es llevado al matadero como cordero sin protestar 37. Así, Jesús ante Pilato declara que su reino no es de este mundo 38. Pero San Pablo desentraña el sentido profundo de su humillación hasta la muerte, pues por ella Dios le ensalzó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que ante El doblen la rodilla los cielos, la tierra y los infiernos, y toda lengua confiese que Jesús es el Señor para gloria del Dios Padre 39. Al
despedirse de los Apóstoles,
Jesús confiesa que es el Señor del universo: Me fue dado todo poder en el cielo y en la tierra40. San Pablo ve en la resurrección de Jesús el cumplimiento de la frase del salmo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy41. La
humanidad glorificada de Jesús es el cumplimiento en su sentido pleno del oráculo del salmo.
Invitación a la sumisión al Ungido (10-12).
10
Ahora, pues, ¡oh reyes! obrad prudentemente; dejaos persuadir, rectores todos de la tierra. 11
Servid a Yahvé con temor, rendidle homenaje con temblor 42
. 12
No se aire y caigáis en la ruina, pues se inflama de pronto su ira. ¡Venturosos los que a él se confían!
Esta invitación a la cordura la hace el salmista, el cual amonesta a los insurgentes, ya que es inútil mantenerse frente al que
tiene poderes delegados del Omnipotente, Rey de las naciones y Juez de los pueblos43.
Yahvé tiene arrebatos de ira cuando son conculcados sus derechos (v.12), y, por tanto, es peligroso incurrir en la
ruina que pueda acarrear a los obstinados en la rebelión.
El salmista termina declarando que la
verdadera felicidad está en entregarse confiadamente a la Providencia divina y a sus misteriosos designios sobre la tierra.
Sentido mesiánigo del salmo.
El P. Lagrange declara que esta composición es el salmo
mesiánico por excelencia y el primer documento hebreo que contiene el término técnico de
Mesías, aunque unido a Yahvé bajo la forma de su Ungido.44 El
ungido era el sumo sacerdote y el rey de Israel. Ahora se aplica el término al que iba a ser
Sacerdote-Rey en la nueva teocracia, aunque no se afirme explícitamente esta doble dimensión sacral y cívica- del futuro Mesías, como se hará en el salmo no, que por su sentido mesiánico es paralelo a éste. Con todo, la tradición judía ha considerado el salmo 2 como eminentemente mesiánico, como lo declara el rabí Rashi: Nuestros doctores han entendido este salmo del Rey-Mesías, pero en sentido literal, y para responder a los herejes (cristianos) es preferible interpretarlo del propio David.45
Los Apóstoles utilizaron el salmo en sentido mesiánico en sus argumentaciones apologéticas46, aplicándolo a Cristo resucitado y triunfador. Los Santos Padres aducen con frecuencia
el pasaje de la filiación divina del Mesías en las disputas arrianas47.
Por el contexto interno de la composición se ve que el salmista tiene una perspectiva mesiánica, pues habla
del dominio del Ungido sobre todas las gentes hasta los confines de la tierra. La composición forma parte de la colección literaria llamada
salmos regios, porque giran en torno al reino mesiánico, o especialmente
sobre el Rey-Mesías. En el vaticinio de Jacob se anuncia que un descendiente de la tribu de Judá empuñará el
cetro, dominando sobre las gentes48. A David se promete
la perpetuidad de su dinastía49. Amos concibe los tiempos mesiánicos como una
resurrección de la casa caída de David50; en el mismo sentido, a favor de la dinastía davídica se expresa Oseas51. Isaías presenta al Emmanuel naciendo de una virgen, adornado de cualidades excepcionales y procediendo de la casa de Jesé, padre de David52. Miqueas vaticina que ej Dominador en Israel nacerá en Belén, patria chica de David 53. Jeremías habla de un nuevo
Pastor vinculado al propio David54; en el
Sal_132:11 se alude a la promesa hecha a David de que habrá un retoño suyo sobre el trono de Judá. En este ambiente
de expectación mesiánico-davídica debemos interpretar estos
salmos regios. Los salmistas haciéndose eco de esta convicción tradicional muchas veces en el rey de su tiempo ven el eslabón de la cadena que desembocará en el Rey por excelencia, el Mesías, y en ese sentido, glorifican a la monarquía israelita y a los reyes históricos en función de su proyección hacia el futuro, en que se colmarán las ansias de felicidad y prosperidad del pueblo elegido, tantas veces probado por la adversidad. Otras veces, llevados de la inspiración divina, su mente se proyecta directamente sobre el personaje futuro ideal, síntesis de todas las ilusiones de todo buen israelita. Es el caso del salmo 2, en el que se destaca el poder omnímodo
del Ungido de Yahvé.
1
Hec_4:25. 2
EB 344- 3 Suponen la composición antes del exilio Sellin, Kittel, Gunkel, Kónig y, en general, lios autores católicos. 4 Mantienen esta opinión, entre otros, Duhm, Bertholet, Zapletal y Lagrange. Véase KB 14 (1905) 41-42. 5
Isa_9:6-7. 6 Is 11:1s. 7 Dan e.? 8 Cf. Sam 12:3; 17:51;
Rev_1:39. 9 Cf. Lev 8:1s. 10 Cf.
Isa_45:1. 11
Luc_2:1 1. 12 Cf. 2 Sam 5:1s. 13 Así según el TM. Los LXX leen en pasivo
nisakti, en vez de
nasakti (kal), y la Vg sie esta lección: constituías sum rex. Siguen la lección de los LXX Lagrange (RB 14 [1905] ), Peters Dnnf gue esta lección: constituías sum rex. Siguen la lección de los LXX Lagrange (RB 14 [1905] 40), Peters, Dennefeld, Ceuppens. Siguen el texto masorético Vaccari, Zorell, Desnoyers, Kigaux, Schmidt. 14 Gen 12:1s. 15
Sal_9:8-9. 16
Sal_68:34. 18
Isa_6:3. 17
2Sa_7:11-17. 19
Sal_47:9;
Isa_8:18. 20 ls 2:2s; Miq 4:1s. 21 Así según los LXX, leyendo
tir'em en vez de
tero'em: los romperás. 22 Cf.
Exo_4:22;
Deu_26:19;
Deu_28:1. 23 Cf.
2Sa_7:14. 24
Sal_89:28. 25
Job_1:6;
Job_38:7;
Sal_29:1;
Sal_89:7. 26 Así interpretan Geuppens, Podechard, Knabenbauer, Peters, Dennefeld, Desnoyers. 27
M. J. Lagrange,
Le Judaisme
avant Jesús Christ (1931) 365; cf. RB (1905) 43. 28 Cf.
2Sa_7:14;
Sal_89:27-28. 29 Cf.
2Sa_7:14;
2Sa_23:5. 30 Véase E. Dhorme,
La Religión assyro-babylonienne (París 1668). 31 Cf.
Gal_4:7;
Mat_21:38. 32 Cf.
Deu_33:17;
Sal_72:8;
Eco_44:21;
Zac_9:10. 33
Gen_12:3. 34
Isa_11:4. 35
Isa_9:43. 36
Isa_42:1-7;
Isa_49:1-7;
Isa_50:4-9; 52:13-53:12. 37 Is 53:7- 38 jn 1836. 39
Flp_2:8s. 40
Mat_28:18. 41
Hec_13:33. 42 En el TM se añade besad al hijo. Los LXX y Vg: Apprehendite disciplinam. Símaco: adorad puramente. Como recarga el ritmo y hay una palabra aramea para designar hijo (
bar en vez del heb.
ben),
Lagrange y otros críticos creen que es glosa marginal. Cf. RB (1905) 40. Gunkel hace una ingeniosa trasposición de letras hebreas, y por razones de paralelismo lee: besad los pies con temblor. En ese supuesto, se invita a prestar un homenaje al Mesías, besándole los pies, como signo de acatamiento y de deposición de la actitud hostil anterior. 43 Cf.
Sal_76:13. 44 M. J. Lagrange: RB (1905) 41. 45 Citado por J. Calés,
Le livre des Psaumes I (París 1936) 104. 46 Cf.
Hec_4:25-28;
Heb_1:5;
Rev_2:27;
Rev_19:15. 47 Cf. San Justino,
Dial, cum Tryph. c.88: PG 6:687; Lactancio,
Divin. Instit. 4:15: PL 6:491; San Hilario,
De Trin. 8:25: PL 10,255; San Agustín,
Confess. l.n c.is: PL 32, 815; San Juan Crisóstomo,
Contra lud.: PG 48:818-819. 48
Gen_49:4-12. 49
2Sa_23:1.5. 50
Amo_9:11s. 51
Ose_3:5 52
Isa_11:18. 53 Miq 5:1-4;
Mat_2:3. 54
Jer_37:21-28.