Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 20 (Vg 19): Oración por el Rey que va a la Guerra.
E ste salmo constituye, con el siguiente, una unidad literaria, pues ambos fueron compuestos con ocasión de una expedición guerrera del rey de Jerusalén contra enemigos extranjeros. En este salmo, el tono es deprecativo, mientras que el siguiente tiene el aire de acción de gracias por la victoria. Probablemente ambas piezas son del mismo autor. El salmo 20 presenta al rey ofreciendo un sacrificio público en el templo antes de marchar al lugar de la batalla para impetrar su auxilio en el duro trance, como era costumbre en Israel cuando el rey salía a campaña! Mientras el rey ofrece el sacrificio, una voz salida de en medio de la multitud le augura éxitos con la ayuda de Yahvé (2-5); la multitud responde pidiendo protección y victoria para el rey (v.6); y éste, o un sacerdote, declara que ha sido aceptado el sacrificio, y que, por tanto, la victoria será segura (6-8); la multitud se asocia a estas declaraciones y vuelve a impetrar el auxilio divino (v.10).
Según el título, el salmo es del propio David; y, en ese supuesto, las circunstancias de su composición habría que buscarlas cuando salió en expediciones militares contra los amonitas y sirios 2. Ciertamente, la composición es anterior al destierro babilónico, pues gira en torno a la persona del rey, que se apresta a la guerra. Cualquiera que haya sido su origen, es muy probable que el salmo se haya recitado en las funciones litúrgicas, siempre que un rey de Israel salía en campaña.
Rítmicamente el salmo es muy regular, distinguiéndose dos estrofas, la primera con paralelismos sinónimos, mientras que la segunda se caracteriza por los paralelismos sintéticos.
Súplica de victoria a Yahvé (1-6).
1
Al maestro del coro. Salmo de David. 2
¡óigate Yahvé en el día de la angustia, protéjate el nombre del Dios de Jacob! 3
Envíete su auxilio desde su santuario, sosténgate desde Sión! 4
¡Acuérdese de todas tus oblaciones y encuentre suculento tu holocausto! Selah. 5 ¡Que El te otorgue según tu corazón y cumpla todos tus designios! 6
¡Que podamos cantar tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios enarbolemos la bandera! ¡Que Yahvé cumpla todas tus demandas! Los críticos señalan la pureza de dicción del salmo, en la que no se dan frases arcaicas. Por eso, aunque suponen que es de los tiempos de la monarquía, se resisten a atribuirlo a David, aunque la pieza primitiva pudo ser retocada. El salmista pone en boca de la asamblea, reunida en el
santuario o templo con motivo de un sacrificio del rey que se dispone a salir en campaña, la manifestación de los mejores augurios para la empresa difícil, no exenta de peligro, que se avecina, el
día de la angustia, es decir, del choque armado con los ejércitos enemigos.
Garantía de la protección divina será el
nombre del Dios de Jacob (v.2). La expresión Dios
de Jacob es sinónima muchas veces de Dios de Israel, pero aquí parece que el salmista alude a la especialísima protección que Dios tuvo sobre el patriarca hebreo cuando su destierro a Aram y, sobre todo, en el lance apurado del encuentro con su hermano airado Esaú 3. El propio Jacob, cuando volvía enriquecido de Siria, proclamó en Betel: Vamos a alzar allí un altar al Dios que me oyó en el tiempo de la
angustia4. El salmista piensa ahora en el poder del antiguo Dios de los patriarcas, que ahora tiene su residencia en el
santuario o templo de Jerusalén (v.3). Desde allí ha de salir ahora el
auxilio y el sostén para el guerrero 5. Cuando está el rey ofreciendo su
holocausto y
oblaciones para impetrar la protección, es el momento de pedir que le sea grato el sacrificio, de forma que se
acuerde de él cuando llegue el momento de dispensar su protección. Las
oblaciones eran ofrendas a base de harina, aceite e incienso6, mientras que los
holocaustos, como su nombre indica (üëïí êáßù, quemar totalmente), eran sacrificios cruentos en los que se quemaba toda la víctima; por ello eran los más aceptos a Dios: ofrenda encendida de suave olor a Yahvé7. El sacerdote solía quemar sobre el altar parte de la ofrenda de harina; era el
memorial o recuerdo en honor de Yahvé 8. En todo caso, el salmista desea que Yahvé encuentre
suculento (de suave olor) el sacrificio; expresión primitivista para desear que le sea grato y aceptable.
Supuesta esta aceptación benévola, la asamblea desea para su rey el cumplimiento de sus designios de victoria (v.5). Segura del triunfo, la multitud sueña ya con
enarbolar la bandera de la victoria cuando vuelva de su expedición militar (v.6). El rey era el instrumento de Yahvé, como lugarteniente suyo en la sociedad teocrática de Israel; por eso su victoria era la del propio Yahvé 9.
Confianza en la victoria con la ayuda de Yahvé (7-10).
7
Ahora sé que otorga Yahvé la victoria a su ungido, que le responde desde su santo cielo con las proezas salvadoras de su diestra. 8
Estos en carros, aquéllos en caballos, pero nosotros nos acordamos del nombre de Yahvé, nuestro Dios 10
. 9
Ellos vacilaron y cayeron, pero nosotros nos alzamos y resistimos. 10
Salvad al rey, ¡oh Yahvé! ¡Respóndenos en el día que te invocamos! 11
A los deseos de la multitud, que implora victoria para el rey, una voz oracular anuncia, en nombre de Dios, que la victoria está concedida por Yahvé a su
ungido o rey. Como
ungido o consagrado por Dios, tiene un particular título a ser oído en los momentos críticos de su vida 12. Yahvé habita en los
cielos, calificados de
santos, en cuanto que están santificados con su presencia.
Todo en derredor de Dios respira santidad. La morada propia del Dios de Israel son los cielos, pero en Jerusalén tiene su morada especial en la tierra, como Señor de su pueblo, especialmente vinculado a El13. Los gentiles confían en sus
carros y en sus
caballos, como los egipcios y los asirios 14; en cambio, la seguridad de Israel está en el
nombre de Yahvé, que tantas veces los salvó milagrosamente, primero del poder del faraón 15 y después del ejército de Senaquerib 16. Estos hechos quedaron en la épica religiosa popular de Israel como modelo de la protección de Yahvé sobre su pueblo en los trances más difíciles de su historia. El salmista ahora recuerda que es Yahvé el sostén de Israel, a pesar de que carezca de medios materiales militares como los gentiles. Basado en la protección dispensada por Dios a su pueblo, se atreve ahora a anunciar la derrota de los enemigos:
vacilaron y cayeron (v.8), mientras que ellos se mantendrán firmes resistiendo a todo ataque. El salmo termina con una invocación en demanda de auxilio para el rey (v.10).
1 Cf. Sam 7:4. 2 Cf. 2 Sam 10:1s. 3 Cf.
Gén_33:1 s. 4
Gen_35:3; Os 12:
Ose_4:5. 5 Cf.
Sal_3:4;
Sal_14:71 6 Cf. Lev 2:1s. 7 Cf. Lev 1:1s. 8 Cf.
Lev_2:2.9.16;
Hch_10:4. 9 Cf.
2Sa_3:18. 10 Así según el TM. Los LXX: nos engrandecemos. 11
Así coa los LXX y San Jerónimo. 12 Cf.
Hab_3:13. 13 Cf.
Exo_19:6. 14 Cf.
Isa_37:1s. Ramsés II relata así la victoria en Cades: ...pero yo encuentro que Arnon vale más para mí que un millón de soldados, que cien mil carros..., porque el número de los hombres.no hace nada, pero Amón vale más que ellos (Cf. ch. Jean,
Le Milieu Bibli-jwe
avant Jésus-Christ II 323). 15 Cf.
éxo_15:1s. 16 2 Re 19:1s.