Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 23 (Vg 22): Dios, Pastor del Justo.
E n este bello poema idílico, el salmista juega con dos símiles alegóricos:
a) el buen pastor (1-4);
b) el padre de familias, que hace gala de espléndida y generosa hospitalidad. Bajo estos símiles,
el salmista expresa la confianza ciega del justo en la providencia solícita de su Dios. Nada le puede turbar. El tono es marcadamente personal; por tanto, no se presta a una interpretación colectiva, como quiere el Targum, como si se tratara de la solicitud de Yahvé por la comunidad israelita.
Como en los salmos anteriores de esta primera colección del Salterio, se atribuye esta magnífica pieza poética al propio David. Realmente, ninguno mejor que David sabía lo que era la vida del pastor y su solicitud por las ovejas, pues era su profesión en los tiempos de su niñez. Sin embargo, como en el v.6 se alude a la casa de Yahvé, el templo de Jerusalén, parece que la composición es posterior a Salomón, constructor del santuario. Por ello, no pocos críticos creen que el salmo fue compuesto en la época persa l.
Métricamente podemos distinguir dos estrofas formadas a base de dísticos de tipo elegiaco 2. Desde el punto de vista doctrinal, el salmo es una lección de confianza tranquila en Dios, solícito Pastor y Padre de familias, que protege al huésped de todo peligro y le provee abundantemente de todo.
Yahvéy buen pastor (1-4).
1
Salmo de David. Es Yahvé mi pastor; nada me falta. 2
Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. 3
Recrea mi alma, me guía por las rectas sendas por amor de su nombre. 4
Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno, porque tú estás conmigo. Tu clava y tu cayado son mis consuelos. Bellísimamente, el salmista compara su Dios al pastor solícito, que se preocupa de sus ovejas. Como tal, busca los mejores pastos para su rebaño y las
frescas aguas. En tierras semiesteparias como las de Palestina, los pequeños oasis y praderías son codiciosamente buscados por los pastores.
En los salmos es frecuente la afirmación cíe que Yahvé es el Pastor de Israel, su pueblo 3.
Ya Jacob hablaba del Dios que le pastoreaba 4; en la literatura profética es frecuente este símil aplicado a Yahvé 5. A David se le había llamado pastor 6, pero este título estaba especialmente reservado al futuro Mesías7.
Jesucristo se lo apropiará en la bellísima parábola del Buen Pastor 8.
El salmista, a la sombra del Pastor solícito, siente que nada le
falta. En el Deuteronomio se le prometía a Israel que nada le faltaría, como nada le había faltado hasta ahora 9.
El profeta Jeremías utiliza la alegoría del pastor para reflejar la solicitud del futuro Mesías sobre Israel: Todavía habrá en estos lugares desiertos... majadas donde los pastores apriscarán sus rebaños..., todavía pasará el ganado bajo la mano del que lo cuenta, palabra de Yahvé10. Yahvé es para el salmista el pastor que le hace ir hacia los lugares frescos y jugosos, llevándole por las
rectas sendas para que allí se
recree su alma, como descansan las ovejas en el oasis después de haber caminado bajo los ardores del sol del desierto. También en la vida el justo tiene que atravesar zonas áridas, en las que priva el vicio y el desprecio sistemático a la virtud heroica de aquél.
Sólo con la ayuda de Yahvé encuentra la satisfacción íntima, las frescas aguas de la vida litúrgica en el templo y los
verdes pastos de sus promesas consoladoras. El
nombre de Yahvé
es garantía de triunfo y de protección en la vida contra todas las adversidades (v.3). Yahvé se manifiesta en sus obras,
y su nombre glorioso es reflejo de sus logros. Es tal
la confianza que tiene en El, que, aunque tenga que andar por parajes peligrosos, valles
profundos en los que moran las fieras, se siente seguro bajo la protección de tal Pastor. El salmista juega con el símil de pastor que tiene que atravesar zonas peligrosas antes de llegar a los oasis seguros. En la vida, los
valles tenebrosos son la oposición sistemática de parte de los impíos a la conducta del fiel yahvista, que no quiere separarse de la Ley de su Dios. La
clava y el
cayado del pastor
son suficiente garantía para sentirse seguro ante los peligros. El pastor va delante del rebaño, abriendo camino, con su
clava preparada contra cualquiera fiera que quiera asaltarlo, y con el
cayado señalando el camino a las indefensas ovejas.
Yahvé hospitalario (5-6).
5
Tú dispones ante mí una mesa enfrente de mis enemigos. Derramas el óleo sobre mi cabeza, y mi cáliz rebosa. 6
Sólo bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida; y moraré en la casa de Yahvé por dilatados días. Un nuevo símil para expresar la providencia solícita de Yahvé para con el salmista. Antes era el buen Pastor que le defendía contra los peligros y le llevaba a ubérrimos pastizales, ahora es el bondadoso padre de familia o el jeque que recibe amorosamente al justo en su tienda, prodigándole todas las atenciones que son de ley en la tradicional hospitalidad oriental n. Frente a los
enemigos del salmista, para dar una sensación más de favor, Yahvé
dispone una mesa bien abastecida a su huésped honrado, y, conforme al rito de las grandes casas señoriales, le derrama el
óleo sobre su cabeza (v.5); en los banquetes orientales no puede faltar la unción perfumada 12. El anfitrión, además, ofrece personalmente la copa rebosante de bebida al huésped:
mi cáliz rebosa. Todo es generosidad y señorío en la casa de Yahvé, que honra delicadamente al salmista. Su
cáliz, es decir, la amistad íntima del salmista con su Dios,
rebosa sin medida ante la envidia y despecho de sus
enemigos, que son testigos de las larguezas del Señor del justo. Al lado de su Dios se siente seguro, porque experimenta diariamente su
bondad y
benevolencia. Como es ley en los salmos,
el justo encuentra su máxima felicidad en vivir en la casa de Yahvé (v.6), participando de sus solemnidades litúrgicas, en las que se manifiesta diariamente la faz del Señor. Quizá el salmista sea de la clase levítica o sacerdotal, y entonces la
casa de Yahvé tiene para él un sentido especial, ya que es el
huésped cualificado de la misma por prescripción oficial de la Ley.
1 Cf, Podechard, O.C., I I 2. 2 Cf. J. Calés, O.C., I 28? . 3 Cf.
Sal_28:9;
Sal_79:3! 80,2;
Sal_95:7; 4
Gen_48:15;
Gen_48:49.24- 5 Cf.
Eze_34:11-16;
Isa_63:11.14- 6 Cf. 2 Sam
5.2'. 7:7-100,3. 7 Cf.
Jer_33:15s;
Eze_34:23-31- 8 Cf.
Jua_10:1-16. 9 Cf.
Deu_2:7;
Deu_8:9;
Heb_13:20;
1Pe_2:25. 10
Jer_31:10· 11 Cf.
Gen_43:16;
2Sa_9:75;
2Sa_19:33;
1Re_4:27;
Sal_5:5;
Sal_15:1. 12 Cf.
Amo_6:6;
Ecl_9:8;
Luc_7:46.