Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 27 (Vg 26): Confianza del Justo en Medio del Peligro.
E sta composición salmódica tiene dos partes bien definidas:
a) confianza y alegría del justo por haber triunfado de los enemigos (1-6);
b) súplica a Yahvé para que tenga piedad de él por sentirse abandonado y calumniado (7-14). La situación psicológica del salmista, pues, en ambas partes es diversa; por eso el problema que se plantea desde el punto de vista crítico es si nos hallamos ante dos salmos yuxtapuestos
por razones prácticas litúrgicas o ante un salmo con dos partes totalmente diversas. La opinión más probable es la primera.
Según el título, el salmo es de David; pero el arameísmo del v.4 parece reflejar una época de composición postexílica. Las alusiones de participación
en el culto litúrgico revelan un autor de la clase levítica, cuya vida se desarrolla en torno al santuario.
Yahvé, protector contra los enemigos (1-3).
1
De David. Yahvé es mi luz y mi salvación: ¿a quién temer? Yahvé es el baluarte de mi vida: ¿ante quién temblar? 2
Cuando los malignos me asaltan para devorar mis carnes, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que vacilan y caen. 3
Aunque acampe contra mí un ejército, no temerá mi corazón. Aunque se alzare en guerra contra mí, aun entonces estaré tranquilo.
El Dios del salmista ilumina su vida en los momentos de ansiedad y de peligro y le salva de las situaciones comprometidas 1. Contra los ataques de los enemigos,
Yahvé es el baluarte que defiende su vida 2. Por tanto, no tiene que temer a nadie. Ante la omnipotencia de Yahvé se quiebran todos los poderes terrenos. Sus asaltantes son como fieras que se lanzan sobre él para
devorar sus carnes, pero en el momento del ataque caen vacilantes, sin poder consumar sus siniestros designios. Ni un
ejército entero que acampara contra él podría prevalecer. Al menos el
corazón del salmista permanecerá
tranquilo, esperando la intervención divina salvadora.
Ansias de vivir con Yahvé en el templo (4-6).
4
Una cosa pido a Yahvé, ésa procuro: habitar en la casa de Yahvé todos los días de mi vida, para contemplar el encanto de Yahvé y visitar su santuario. 5
Pues El me pondrá en seguro en su tienda el día de la desventura, me tendrá a cubierto en su pabellón, me pondrá en alto sobre su roca. 6
Y ahora mi cabeza se alza sobre mis enemigos, que me cercan, y ofreceré en su tienda sacrificios de júbilo, cantando y salmodiando a Yahvé. Yahvé es el centro de toda la vida y de las aspiraciones del salmista; con El no teme a un escuadrón de enemigos que se le opongan; pero, además, su seguridad encuentra su complemento
en la vida litúrgica del santuario, contemplar el encanto de Yahvé, es decir, habitar en su templo; su deseo supremo es ser huésped permanente
de su Dios en su santuario, que es la morada que el Señor de los cielos tiene en la tierra para convivir con sus fieles, preocupándose de sus problemas e inquietudes. Allí está el
encanto de Yahvé, es decir,
la disposición benevolente de Dios hacia los que saben gustar de su compañía espiritual 3. Sobre todo, allí encontrará el salmista su plena seguridad el
día de la desventura; allí se sentirá a buen recaudo, como el arca del testamento en el tabernáculo o pabellón del desierto. Al lado de Yahvé se sentirá lejos de sus enemigos, dominándolos como desde una elevada
roca y manteniendo erguida su
cabeza sobre ellos. Es el triunfo material y moral sobre ellos,
conseguido gracias a la protección de Yahvé, que mora en el templo, inaccesible al malvado 4.
Llevado del agradecimiento a su protector y salvador, el salmista ofrecerá en el templo
sacrificios de júbilo o de alabanza a Yahvé. La expresión puede significar sacrificios cruentos
en acción de gracias o simples manifestaciones de alabanza con ocasión de los sacrificios que se ofrecían en el templo 5; esta última acepción parece ser insinuada por lo que dice a continuación:
cantando y salmodiando a Yahvé (v.6).
Súplica de auxilio (7-10).
7
Oye, Yahvé, el clamor con que te invoco, ten piedad de mí y escúchame. 8 De ti mi corazón ha dicho: Busca su faz 6
; y yo, Yahvé, tu rostro buscaré. 9
No me escondas tu rostro, no rechaces con ira a tu siervo,. Sé. mi socorro, no me rechaces, no rne abandones, ¡oh Dios, mi Salvador! 10
Aunque me abandonaran mi padre y mi madre, Yahvé me acogerá.
El tono del salmo cambia bruscamente, y el acento de seguridad y de paz es sustituido por otro en el que predomina
la ansiosa inseguridad y la súplica de salvación de un peligro concreto. Esto arguye una nueva composición salmódica escrita en diferentes circunstancias históricas. El salmista, en una situación de abandono general,
se dirige a su Dios, siguiendo los impulsos ciegos y certeros de su corazón, que le dicen: busca su
faz, es decir, la manifestación benevolente del que tiene todo poder. A esta invitación ciega del corazón lacerado responde el salmista con decisión:
tu rostro bascaré (v.8) 7. Por eso pide ansiosamente a Yahvé que responda a esta búsqueda de su faz o protección:
no me escondas tu rostro. En el lenguaje bíblico sapiencial, buscar la faz de Yahvé equivale a suspirar por su protección, y, al contrario, ocultar su faz equivale a negar el auxilio pedido 8. Esta idea es explicitada en la declaración siguiente del salmista:
no rechaces con ira a tu siervo (v.3b), y tres veces repite lo mismo. Yahvé ha sido para él siempre
su Salvador, y, por tanto, no le puede
abandonar en este momento de peligro 9. Tiene
tal fe y confianza en su ayuda, que la considera más segura que la solicitud que por él habrían de manifestar sus padres 10. Probablemente, la frase
aunque me abandonaran mi padre y mi madre... era un proverbio utilizado aquí para mostrar que la vinculación de Yahvé con los justos es más fuerte que la basada en las mismas leyes del instinto paternal y maternal 11.
Confianza en la protección divina (11-14).
11
Muéstrame, joh Yahvé! tus caminos, guíame por la recta senda a causa de mis enemigos. 12
No me entregues a la rabia de mis adversarios, pues se alzan contra mí falsos testigos respirando violencia12
. 13
¡Ay! ¡Si no creyera que he de contemplar la bondad de Yahvé en la tierra de los vivientes!. 14
Espera en Yahvé, esfuérzate; ten gran valor y espera en Yahvé.
El salmista, después de manifestar su total confianza en su Dios Salvador, pide ansiosamente conocer sus caminos,
que son la recta senda que lleva a su protección. Los enemigos son muchos y le acechan constantemente 13; y por ello necesita que se le señale su ruta clara para no desviarse de los preceptos divinos, lo que le atraería la aversión divina, y, por tanto, la desgracia ante sus
enemigos, que espían sus debilidades y defecciones. Consciente del peligro, pide que su camino sea por lugares llanos y abiertos, no por encrucijadas llenas de salteadores 14, pues sus
adversarios conspiran y se confabulan contra él con
falsos testigos (v.12) y
respiran inocencia contra él. Están ansiosos de hacerle desaparecer. Pero está seguro de su
causa justa y de la protección divina, y por eso espera contemplar la bondad de Yahvé, es decir, recibir el auxilio benevolente de su Protector 15, y esto le fuerza para continuar viviendo. En sus perspectivas
no hay esperanza de retribución en el más allá, sino que aspira a recibir de su Dios el premio a su virtud en la tierra de los vivientes, en la vida actual, en oposición a la de los muertos de la región subterránea del S
eol 16.
El í. 14 es una exhortación
a la confianza en Yahvé y parece una adición para el uso litúrgico, para animar a los que sufren a tener confianza en Dios, como la tuvo el propio salmista.
1 Cf.
Sal_4:6;
Sal_18:28;
Sal_36:9;
Sal_43:3;
Sal_84:11; 2 Cf.
Sal_18:2; 31:
Sal_2:32Cr_10:17;
Miq_7:8;
Exo_15:2. 3 Cf.
Sal_16:11;
2Cr_90:17;
Pro_3:17. 4 Cf.
Sal_3:4. 5 Cf.
Sal_50:14;
Sal_69:31;
Sal_69:549. 6 El TM dice: buscad mi faz. Los LXX: Yo he buscado tu faz; tu faz, Señor, yo la buscaré. Vg: exquisivit te facies mea. La
Bib. de Jér. y Podechard traducen como arriba hemos propuesto. El NP: Tibí loquitur cor meum; te quaerit facies mea, lo que da buen sentido, aunque haya que retocar el TM. 7 Cf.
Deu_4:29;
Mat_7:7s. 8 Cf.
Sal_22:24;
Sal_13:2;
Sal_24:6. 9 Cf.
Job_24:4;
Isa_10:2. 10 Cf.
Isa_49:15;
Sal_103:13. 11 Cf.
Sal_35:12. 12 La Vg, siguiendo a los LXX, mentita est iniquitas sibi, lo que supone una confusión en la lectura del original. 13 Cf.
Sal_5:9;
Sal_25:4-5.8-9.12. 14 Cf.
Sal_26:12. 15 Cf.
Sal_16:11;
Sal_23:6;
Sal_27:4;
Sal_65:4. 16 Cf.
Sal_52:7;
Sal_116:9;
Sal_142:6;
Isa_38:8;
Jer_11:19;
Eze_32:32;
Job_28:13.