Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 30 (Vg 29): Acción de Gracias después de una Enfermedad grave.
E ste salmo
es un himno eucarístico de un justo que, después de hallarse postrado en el lecho del dolor, fue liberado,
gracias a la intervención divina, de la muerte segura. Después de invitar a los piadosos a gozarse con él por el favor conseguido, ensalzando la
bondad de Yahvé, relata cómo, a causa de un acto de presunción, apartó su rostro de él, privándole de su protección y dejándolo en un estado de postración física y de peligro de muerte. Angustiado, clamó a El, quien le salvó de aquella situación comprometida. Por ello, su duelo se cambió en alegría, pues se veía ya a las puertas del sepulcro.
Agradecido, cantará eternamente las alabanzas de su Dios.
El valor literario de esta composición es grande dentro de su simplicidad; aunque sus pensamientos no sean muy originales, pues aparecen en otros salmos, sin embargo, la expresión es sobria y vigorosa: Abunda en figuras poéticas expresivas, ya vigorosas, ya llenas de frescor. El alma del salmista remonta la ruta del
seol; recupera la vida en medio de los cadáveres que se lleva a la tumba... A la tarde, el llanto viene como un huésped a pasar la noche. Pero, desde la aurora, los gritos de alegría resuenan. Al canto del duelo sucede el ruido alegre de la danza; al lúgubre cilicio, un cinturón de fiesta...1. La distribución estrófica es regular, y el texto ha llegado a nosotros bastante correcto.
Según el título, este
canto fue compuesto
para la consagración de la casa de Yahvé, y se atribuye a David. Como
canto (
shir),
se ejecutaba con acompañamiento de instrumentos músicos. Los que mantienen la paternidad davídica suponen que fue compuesto con motivo de la inauguración de su palacio en Sión 2, de la dedicación del lugar del futuro templo 3, después de la plaga que asoló el país; en ese caso, las alusiones al peligro de muerte se referirían no sólo a la suerte personal del salmista, sino a la de todo el pueblo. En general, los críticos modernos, por razones de estilo y léxico, se inclinan por una época tardía de composición no anterior al exilio 4. Hay mucha analogía, por su contenido, con el salmo 6, que parece de composición reciente. Generalmente se considera la alusión a la consagración
de la casa o templo como adición litúrgica para adaptarlo a la fiesta de la
janukkáh, o dedicación, instituida por Judas Macabeo en 165 a.C., cuando purificó el templo, profanado por los sirios bajo Antíoco IV Epífanes5. Algunos autores prefieren ver aquí una alusión a la dedicación del segundo templo en tiempos de Esdras6.
Acción de gracias por la salud otorgada (1-4).
1
Canto para la consagración del templo. Salmo de David. 2
Quiero ensalzarte, ¡oh Yahvé! porque me has puesto en salvo 7
y no has alegrado a mis enemigos por causa mía. 3
Yahvé, mi Dios, clamé a ti, y tú me curaste. 4
¡Oh Yahvé! has sacado mi alma del seol, me has hecho revivir de entre los que bajan a la fosa. El salmista prorrumpe en un himno de acción de gracias al sentirse libre de un peligro inminente de muerte. Con ello se habrían alegrado sus
enemigos 8, pues hubieran deducido de su desaparición que Yahvé no era ya su protector. El salmista se siente tan próximo a la muerte, que supone, por licencia poética, que ha visitado ya su
alma la región tenebrosa del
seol, donde están las sombras de. los muertos 9. Por ello ahora
se siente como resucitado de entre los que bajan a la fosa o sepulcro. Se daba ya por difunto, pero la intervención divina le devolvió la vida 10.
Invitación a los piadosos a celebrar su curación (5.-8)
5
Cantad a Yahvé vosotros, sus piadosos, y ensalzad su santo recuerdo. 6
Porque un instante dura su cólera, y su benevolencia es de por vida. Alberga la tarde llantos, mas a la mañana está la exultación. 7
Yo dije en mi prosperidad: No seré jamás conmovido. 8
Tú, ¡oh Yahvé! por tu benevolencia me asegurabas honor y fortaleza, Apenas escondiste tu rostro, fui conturbado. Radiante de alegría por la recuperación de la salud, el salmista invita a los piadosos, que saben apreciar los secretos caminos de la Providencia en la vida de los justos, a entonar un himno en acción de gracias
en honor del santo recuerdo de Yahvé, es decir, sus proezas y favores extraordinariosn. En ellas se manifiesta
su nombre o gloria; por eso en los salmos la expresión celebrad su santo recuerdo12 equivale a alabar su nombre sagrado13; el nombre de Yahvé, su acción gloriosa, ha dejado un santo
recuerdo en la historia en favor de Israel y de sus fieles.
Su nombre sintetiza su naturaleza y sus acciones gloriosas 14. Y el salmista concreta en qué consiste
el santo recuerdo o la huella del Dios santísimo en la vida: su providencia se guía por las exigencias de sus justicias y de su misericordia; pero en su proceder prevalece siempre la benevolencia, pues mientras su
cólera dura un instante para castigar justamente las transgresiones, su
benevolencia tiene un efecto permanente durante toda la
vida (v,6). La protección de Yahvé hacia los justos es permanente, y sólo es interrumpida momentáneamente por alguna falta cometida 15. Las pruebas a que son sometidos los justos son transitorias, mientras que la amistad benevolente de Yahvé permanece por toda la vida. Para probar su afirmación, el salmista trae a colación un proverbio:
Alberga la tarde llantos, mas a la mañana esta la exultación (v.6b). El duelo y los
llantos son como un huésped inoportuno, al que se le da hospedaje a regañadientes, pero después al día siguiente se convierte en motivo de
exultación 10. En realidad, el
llanto para el justo es un peregrino que a lo sumo pasa una noche con él; pero al día siguiente cambia la situación, y con la luz del día renace la alegría y bienestar.
El salmista confiesa haber tenido un pecado de presunción, pues viviendo en una situación de
prosperidad, creyó que esta situación había de continuar indefinidamente: no
seré jamás conmovido (v.7). Esta afirmación parece hacer caso omiso de los caminos secretos de la Providencia y se aproxima a la postura de los ateos prácticos y autosuficientes, que creen poder gobernar su vida con sus propios recursos. Por ello,
Dios ha querido probarlo, y si antes, en su benevolencia, le aseguraba honor y fortaleza, ahora ha querido desampararlo
escondiendo su rostro, es decir, le ha privado de su protección y auxilio 17, y entonces el salmista, reducido a sus propias fuerzas, quedó
conturbado. .... ^
Súplica de salvación (943).
9
A ti clamé, ¡oh Yahvé! y a Yahvé pedí piedad. 10
¿Qué provecho hay en mi sangre, en que yo descienda a la fosa? ¿Te alabará el polvo? ¿Cantará tu fidelidad? 11
Escúchame, Yahvé, y ten piedad de mí. Vino Yahvé en mi socorro. 12
Mudaste mi lamentación en júbilo, desataste mi saco y me ceñiste de exultación. 13
Por eso cantaré tu gloria y no callaré, y te alabaré, Yahvé, Dios mío, por la eternidad. Postrado y abandonado a sus fuerzas, el salmista
clama ansioso a Yahvé para que tenga piedad de él. Y su argumentación en favor de su liberación de la muerte está en consonancia con la mentalidad viejotestamentaria, cuando aún no había luces sobre la vida en ultratumba al lacio de Dios. En realidad, la muerte del salmista no reporta ningún
provecho o ganancia a Dios,
pues, convertido en polvo, no podrá alabarle ni cantar su fidelidad con los justos 1S. Según la mentalidad del A.T., Dios premiaba en esta vida los actos de virtud, y el primer don era una larga vida hasta ver los hijos de los hijos en la tercera o cuarta generación. Quitar la vida a uno, entregándole a una muerte prematura, era un castigo reservado a los impíos; equivalía a matarle, derramar su
sangre (v.10).
La muerte significaba, en realidad, para los justos del A.T., la interrupción de una vida de amistad con Dios; por eso, al morir, no se podía continuar las alabanzas de Yahvé. Por ello, el salmista ansiosamente pide a su Dios que le escuche y le salve de la situación de peligro en que se halla de
descender a la fosa o sepulcro.
Conforme a la dramatización literaria habitual en el estilo salmódico, el justo se presenta ya con la salud recuperada, cambiando su
lamentación en júbilo (v.1a). Ha pasado la hora del duelo, porque el mismo Yahvé le ha
desatado el saco, o signo externo de penitencia y dolor 19, y le ha ceñido del vestido alegre de la
exultación, del atuendo de los días de fiesta y de triunfo 20. Por ello, el salmista entona un himno de alabanza a la
gloria de Yahvé, que ha de perdurar por siempre.
La expresión por la eternidad es enfática e hiperbólica, para recalcar su decisión
de alabar constantemente al Dios Salvador.
1. Calés, o.c., I 335. 2
Cf.
2Sa_5:11. 3 Cf.
1Cr_21:26;
1Cr_22:1. 4 Cf. E. Podechard, O.C., I 142. 5 Cf.
1Ma_4:52s; 2 Mac 10:1s. 6 Cf.
Esd_6:16. 7 Lit. me has sacado de la fosa del sepulcro. 8 Cf.
Sal_35:19;
Sal_37:16;
Lam_2:17. 9 Cf.
Sal_6:5; Sam 2:6. 10 Cf.
Sal_9:13;
Sal_9:87,
Sal_9:4s. 11 Cf.
Ex 3:15. 12 Qf.
Sal_97:12. 13 Cf.
Sal_106:47. 14 Cf.
Sal_97:12;
Sal_122:4. 15 cf.
Sal_26:9. 16 Cf.
Isa_17:14;
Isa_54:7-8;
Miq_7:18;
Sal_103:8-9. 17 Cf.
Isa_54:8;
Sal_104:29. 18 Cf.
Job_22:3;
Isa_38:18-19;
Sal_7:5; SS.ios;
Sal_115:17. 19 Cf. Sal 35.13;
Sal_69:12;
Lam_5:15.