Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 4. Oración del Justo Perseguido.
C omo el anterior, este salmo es un canto de confianza en Yahvé, pero el peligro parece pasado; por eso no encontramos aquí demanda de auxilio contra enemigos que le asedian y ponen en peligro su vida. Según el título de la composición, también este salmo es de David. Los autores que sostienen que el anterior fue compuesto con motivo de la rebelión de Absalón, creen que esta composición es continuación de aquélla, y así reflejaría la situación espiritual del rey cuando se disponía a volver a Jerusalén después de la trágica muerte de su hijo Absalón, en el momento de la rebelión de Sebá el benjaminita, el cual invitó a los seguidores de Absalón a someterse al rey David: ¡Israel, a tus tiendas! ¡Cada uno a su casa! Su grito insurreccional atrajo a sí a la mayor parte de las tribus del norte, quedando con David sólo la de Judá l.
Algunos autores han supuesto que este salmo forma unidad literaria con el anterior, pero no es fácil hacer un solo poema de ambas composiciones, pues tienen diverso ritmo y aun difieren
por el contenido ideológico, ya que reflejan situaciones psicológicas diversas. Algunas reminiscencias deuteronómicas hacen suponer a no pocos autores que el salmo es posterior a Jeremías (s.VII). Podemos distinguir tres partes en esta composición poética:
a) preludio: súplica a Yahvé (v.2);
b) amonestación a los magnates olvidados de Dios (3-6);
c) confianza en Yahvé (7-9). La métrica y estrofas son irregulares, variando la distribución de dísticos en cada estrofa 2.
Preludio: súplica a Yahvé (1-2).
1
Al maestro de coro. Con instrumentos de cuerda. Salmo. De David 3
. 2
Cuando yo grito, respóndeme, ¡Dios de mi, justicia! I En la apretura tú me diste holgura. Séme propicio y oye mi súplica.
La indicación del v.1 refleja ya una organización del canto litúrgico en la que no faltan el
maestro de coro y los
instrumentos de cuerda para acompañar las composiciones salmódicas. Sabemos que David organizó ya turnos de cantores e instrumentistas para solemnizar el culto de Yahvé en su tabernáculo 4
. Sus composiciones lírico-religiosas servían, pues, de tema central
en las manifestaciones religiosas litúrgicas. Es el rey
salmista por excelencia, y por eso, la tradición judaica le atribuye muchas composiciones salmódicas, de las cuales, sin duda, algunas
son del gran rey organizador del culto en Jerusalén. El salmista alude aquí a la intervención divina en su favor en un momento difícil de su vida, sin concretar más. Yahvé es el que en tales lances angustiosos le da
holgura de ánimo, pues hace valer su
justicia y derechos ante sus enemigos. Consciente de tener a Dios a su lado, ahora el salmista le pide le sea una vez más
propicio y responda a sus
súplicas y ansiedades.
Amonestación a los magnates olvidados de Dios (3.-6)
3
¿Hasta cuándo, hidalgos, (convertís) mi gloria en ignominia? 5
¿Por qué amáis la vanidad y buscáis la mentira? Selah. 4
Pues sabed que Dios distingue al que le es grato, que me oye Yahvé cuando le invoco. 5
Temblad y no pequéis 6
. Meditad en vuestros corazones, en vuestros lechos guardad silencio7
. 6
Sacrificad sacrificios de justicia y confiad en Yahvé. El salmista se encara con sus enemigos, que pretenden empañar su
gloria (Yahvé), con virtiéndola en
ignominia al oponerse a sus designios sobre él. Si es David el autor y alude a las circunstancias de los nuevos rebeldes, que se oponían a su soberanía, se concibe bien esta llamada del rey a los magnates o
hidalgos8
. Si, al contrario, es un sabio representante de la religión tradicional , la invitación a los magnates o dirigentes de la sociedad parece aludir al deseo de que no se dejen guiar por los falsos caminos de los ídolos, cambiando a favor de ellos, que son la
ignominia, lo que pertenece a Yahvé, que es la gloria de Israel, el único que los puede ayudar y proporcionar los bienes de la tierra que tanto ansian. Esta segunda interpretación parece más en consonancia con la queja siguiente de que aman la
vanidad y buscan la
mentira, es decir, los engañosos ídolos, que no pueden auxiliarles.
El salmista insiste en que Yahvé está con el que le es fiel y no va tras los ídolos, y, en consecuencia, le escucha siempre que le
invoca (v.4).
La verdadera seguridad la da la protección divina, que está siempre al servicio del que le es
grato. Al contrario, es temible para el que se aparte de sus caminos. Por eso el salmista recuerda a los dirigentes del pueblo la responsabilidad que tienen en sus acciones desconsideradas:
Temblad y no pequéis (v.î). El temor de Dios es sano para dirigir la vida en paz y tranquilidad. Por eso deben los magnates reconsiderar su conducta:
meditad en vuestros corazones; sobre todo, de noche es el tiempo de reflexionar en
silencio sobre los secretos caminos de Dios y sobre la vida humana desconectada de su servicio. Llega la hora de rectificar y de
sacrificar sacrificios de justicia, es decir, ofrecer los sacrificios exigidos por la Ley con toda escrupulosidad ritual 9, con
espíritu de piedad y de justicia hacia Dios, Señor de todo. Entonces pueden
confiar en Yahvé (v.6), pues se hallan en relaciones de amistad con El.
Los que mantienen la paternidad davídica del salmo explican estas invitaciones como hechas por el rey huido a los que trataban de continuar la rebeldía contra él. Los
hidalgos en este caso serían los jefes militares que acaudillaban la rebelión y se iban tras del cabecilla Sebá, que quería dividir las fuerzas, separando parte del pueblo de la obediencia del rey de Jerusalén 10. El rey, siempre magnánimo, invita a la reconsideración fría del problema, haciendo ver que la actitud de ellos va contra los intereses de Yahvé. Y entonces ellos siguen la
vanidad y la
mentira. Fríamente, en el silencio de la noche, deben pensar en las consecuencias de su conducta insensata,
pues Yahvé está siempre con el rey, que le es grato, como lo ha demostrado amparándole y dándole la victoria tantas veces. Sólo en esta actitud de aceptar los designios divinos sobre su rey
pueden acercarse a ofrecer a Dios sacrificios de justicia, es decir, conforme al espíritu de la Ley tradicional de Israel,
Confianza en Yahvé (7-9).
7
Son muchos los que dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha? Alza sobre nosotros, ¡oh Yahvé! 11
, la lumbre de tu rostro. 8
Diste a mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el mosto 12
. 9
En paz me duermo luego en cuanto me acuesto, porque tú solo, ¡oh Yahvé! me haces reposar confiadamente. Un sentimiento de escepticismo embarga a los que se deciden a seguir los caminos de Dios, pues no esperan poder gozar de la felicidad: ¿
Quién nos hará ver la dicha?
(v.7). El salmista responde a esta manifestación escéptica con una súplica para que Yahvé muestre su ayuda protectora:
Alza sobre nosotros la lumbre de tu rostro (v.7b). La faz radiante de Dios simboliza los sentimientos de benevolencia para con el hombre 13. Un rostro alegre refleja simpatía y benevolencia. Aquí, pues, la manifestación radiante de la
lumbre del rostro de Yahvé es el preludio de sus favores hacia los que le son fieles. Al contrario, el ocultamiento de la faz divina equivale a una maldición 14. En la bendición sacerdotal de
Num_6:245 se dice: Que Yahvé te bendiga y te guarde; que haga
resplandecer su
faz sobre ti y te otorgue su
gracia; que vuelva a ti su rostro y te dé la
paz.
Aquí, pues, la manifestación benévola del rostro de Yahvé equivale a traer como consecuencia
la manifestación de su gracia y el otorgamiento de la paz. Son términos paralelos en el texto. El salmista se mueve dentro de la misma mentalidad, relacionando los bienes materiales
con la manifestación radiante de Dios. Esta manifestación radiante de la faz divina trae al corazón del fiel confiado a su providencia más alegría y felicidad que la que se tienen en los tiempos de abundancia del trigo y del
mosto (v.8). Por eso, en cuanto se acuesta se entrega a un sueño reparador, pues
descansa confiadamente en Dios, que vela por él (V.9). El salmista no abriga sentimientos de rencor para los que se apartan de Dios, los magnates, que eligen la
ignominia (ídolos) en vez de la
gloria (Yahvé), sino que, al contrario, trata de atraerlos al buen camino, presentándoles
la tranquilidad y paz del que confiadamente se entrega a Dios después de haber caminado por sus sendas y haber ofrecido
sacrificios de justicia. 1 Cf.
2Sa_20:12s. 2
Véase J. Cales, o.c., I 118. 3 Comúnmente, los autores traducen el heb.
larnnasscaj por maestro
de coro (cf. Par 15:21;
Esd_3:8). Los LXX leen
lanesaj y traducen hasta el fin, para siempre. San Jerónimo: victori. Los LXX y Vg leen también
in carminibus en vez de instrumentos
de cuerda (bin-ginot). 4 Cf.
2Sa_1:17-27;
2Sa_3:33-34;
Amo_6:5. 5 Así siguiendo el TM con Podechard. Los LXX y Vg:
gravi corde, leyendo
kibede (i)
leb en vez del
kebodi likelimmah del TM. 6 Los LXX y Vg traducen írascímim. El heb.
rigzu más bien significa
temblar, estremecerse, 7
Así siguiendo a Calés. Otros, como Kírkpatrick, traducen: comunicad con vuestro corazón sobre vuestro lecho y callad. Podechard: Que vuestros corazones comprendan. Sobre vuestro lecho reposad y confiaos a Yahvé. 8 En heb. lit. hijos de varón
(bene-'ish; de clase elevada), en contraposición a
bene-'adm (hijos de un hombre cualquiera). La contextura de la frase, pues, responde al hijos de algo de la literatura clásica española. De ahí hidalgo. 9
Cf.
Deu_33:19;
Sal_51:21. Los autores que suponen que el salmo fue compuesto con ocasión de la rebelión de Absalón creen que aquí se alude a los sacrificios que éste quiso hacer en Hebrón. 10 Cf. 2 Sam 20, is. 11 Así según el TM, comúnmente seguido por los críticos. Los LXX y la Vg, leyendo
nissah en vez de
nesah, traducen: signa íum esí lumen vultus tui, tomando el rostro de Yahvé como un estandarte de salvación. 12 El tiempo de la vendimia era ocasión de grandes manifestaciones de alegría (ct.
Isa_9:3;
Jer_48:33). Los LXX y Vg añaden
olei para completar la trilogía: trigo, mosto y aceite. 13 Cf.
Sal_31:17;
Sal_44:4;
Sal_89:16;
Job_29:24;
Pro_16:15. 14
Job_24:15;
Job_13:24;
Job_36:32;
Isa_54:8;
Isa_64:7;
Deu_31:17;
Deu_32:20.