Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 41 (Vg 40): Oración de un Enfermo Grave.
E l salmista refleja la situación angustiada de un enfermo postrado en el lecho del dolor con peligro inminente de muerte. Sus adversarios le visitan, pero interiormente están deseosos de que se acelere el fatal desenlace. En esta situación de incomprensión y abandono, al doliente no le queda
sino encomendarse a su Dios, implorando la salvación. Las expresiones del salmista pueden entenderse como reflejando
una experiencia actual o como ya pasada, pero recordada después por el mismo.
La exposición va precedida de un prólogo de tipo sapiencial sobre la felicidad y las recompensas de los que se preocupan de los desgraciados y necesitados. Es la introducción, que abarca la primera estrofa (1-4). Los v.5-10 constituyen otras dos estrofas (5-7 y 8-10), en las que se reflejan las intrigas y malicia de los adversarios que conspiran contra el salmista. Finalmente, la estrofa final (11-14) es una súplica de salvación a Yahvé, que se cierra con una doxología.
Predomina el paralelismo sintético. En cuanto a la época de composición, los autores no están de acuerdo, pues mientras unos no tienen inconveniente en atribuirlo a David, como se dice en el título de la colección, otros, en cambio, rebajan la fecha a los tiempos de la literatura sapiencial.
Yahvé premia la piedad para con los indigentes (1-4).
1
Al maestro del coro. Salmo de David. 2
Bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el desvalido ; en el día malo le librará Yahvé. 3
Le guardará Yahvé y le dará vida. Será dichoso sobre la tierra y no lo entregará a la animosidad de sus enemigos. 4
Le sostendrá Yahvé en el lecho del dolor; le aliviará sobre su lecho en su enfermedad 2
. El salmista inicia su composición declarando que el que se interesa por los indigentes será premiado cuando le llegue la hora de la desventura 3. En la literatura profética y sapiencial del A.T., el tema del pobre es muy frecuente. Yahvé se preocupa especialmente de los desvalidos, como el huérfano, el extranjero y la viuda4; quiere que los que le sean fieles muestren su espíritu de comprensión hacia los que han sido lanzados por la resaca de la vida. Para todo mortal hay días sombríos de dolor y tristeza, y, en esos momentos de abatimiento y abandono,
el que haya sido compasivo con los demás sentirá la mano protectora de Yahvé, que le confortará y reanimará cuando se halle postrado en el lecho del dolor 5. Volverá a disfrutar de las nobles alegrías de la vida en la
tierra, sin temor a caer en manos de los que animosamente le hostigan6. Por falta de perspectiva de retribución en ultratumba, el salmista,
confiado en la justicia divina, proclama que Yahvé premiará al misericordioso y compasivo con su protección, que no le ha de faltar en los momentos más difíciles de su vida.
La hostilidad de los enemigos (5-10).
5
Yo digo: ¡Oh Yahvé, ten piedad de mí! ¡Sana mi alma, porque pequé contra ti! 6
Mis enemigos hablan hostilmente contra mí: ¿Cuándo se morirá y perecerá su nombre? 7
Si vienen a verme, hablan mentirosamente; su corazón rezuma maldad, y, saliendo fuera, se desahogan en palabras. 8
Reunidos los que me odian, murmuran contra mí y maquinan el mal contra mí: 9
Un mal infernal se ceba en él; se acostó para no volver a levantarse. 10
Aun el que tenía paz conmigo, aquel en quien me confiaba y comía mi pan, alzó contra mí su calcañal.
Después de la introducción sapiencial, en la que se destaca la dicha venturosa reservada al que se ocupa de las desgracias, el salmista pasa a narrar su tragedia personal. Inicia su exposición con una súplica de piedad7, reconociendo su culpabilidad, pues, según la mentalidad viejotestamentaria,
atribuye su triste situación a sus pecados 8. Se siente culpable ante Dios, aunque inocente a los ojos de los hombres 9.
Todo hombre es pecador y, consciente o inconscientemente, es culpable ante Dios °. Por eso, en la enfermedad descubren los justos posibles faltas que hayan traído como consecuencia el infortunio. Yahvé
es un Dios justo, y, por tanto, si envía el mal contra los suyos, es porque éstos no son del todo inocentes. Todo lo que sucede en el orden material y moral
viene de Dios. Como es ley en los autores semitas, éstos
poseídos de un concepto religioso de la vida atribuyen todo directamente a Dios, prescindiendo de lo que en filosofía se llaman causas segundas o agentes creados, que son los causantes directos de las realidades de este mundo y de los hechos de la historia. El salmista, pues, consciente de su culpabilidad, pide a su Dios que le aparte el mal que le ha enviado,
sanando su alma o vida y devolviéndole la salud quebrantada ll.
A su enfermedad se junta una tragedia moral, pues sus enemigos se alegran de su mal y conspiran maliciosamente contra él. Por el hecho de estar enfermo, ellos suponen que está
abandonado de su Dios, en el que tanto confiaba; y, por supuesto, se le considera culpable 12. Se sienten impacientes porque se retarda el fatal desenlace, deseando que se extinga su
nombre o posteridad 13. Incluso se toman la libertad de ir a visitarle, como era usual en la sociedad israelita 14. En realidad, lo que quieren es comprobar con sus ojos que la vida del enfermo se extingue, y aunque al enfermo
hablan mentirosamente, fingiendo interesarse por su salud (v.7), por dentro
rezuman maldad, pues se alegran de la grave situación del salmista. Saliendo Afuera, comentan satisfechos el estado desesperado de salud del que tanto odian: el enfermo es presa de un
mal infernal, literalmente una peste de Belial; su enfermedad es incurable:
se acostó para no volver a levantarse (v.6). Aun los que se presentaban como amigos,
teniendo paz con él, y se sentaban a su mesa, ahora se muestran ingratos, hostigándole:
alzan contra mi el calcañal. Jesús en la última cena aplica estas palabras a la traición de Judas, que literalmente había tomado parte en la mesa con El15.
Súplica de curación (11-14).
11
Pero tú, ¡oh Yahvé! ten piedad de mí; haz que me levante, y entonces les daré su merecido. 12
En esto conoceré que te complaces en mí, en que no triunfe mi enemigo sobre mí; 13
y tú me mantendrás incólume 16
y me guardarás por siempre en tu presencia. 14
¡Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, por los siglos de los siglos! Amén. Amén. Siempre
confiado en el poder y favor de Yahvé, implora su auxilio para que se manifieste en su favor y le salve de tan crítica situación, pues ansia, además de recuperar su salud, dar el pago merecido a sus enemigos, que esperan su muerte. La desaparición prematura del salmista hubiera dado la razón a sus adversarios, que le consideran abandonado de Yahvé. Su curación será la prueba clara de que están equivocados y de que aún disfruta de la amistad divina. Se trata de una rehabilitación moral más que de una acción vindicativa física contra los que hostilmente se acercan a él y se complacen en su enfermedad. Si se salva del peligro de muerte sus enemigos recibirán una gran humillación moral. Al contrario, si es arrebatado por la muerte prematura, ellos consideran esto como una victoria sobre él y una confirmación concreta de que Yahvé no protege a los que presumen de fidelidad a El. Siempre encontramos en los salmos reflejada la pugna entre los justos y los malvados en la sociedad. El salmista, al no esperar un premio a su virtud y fidelidad en la otra vida, declara que la prueba concreta de
que su Dios se complace en él es la liberación de la muerte, con lo que no prevalecerán sobre él sus enemigos,
que esperan la extinción de su vida y posteridad 17. A pesar de su crítica situación actual, redobla su confianza en Yahvé, que le ha de sacar
incólume del peligro mortal, permaneciendo él
y su posteridad en presencia de El. Es la esperanza de ser rehabilitado en su salud y la seguridad cíe continuar él y su descendencia por
siempre bajo
la protección bienhechora de su Dios 18. La recuperación de su salud será la prueba tangible de que ha recuperado
también plenamente la amistad divina, quebrantada por sus pecados, que han sido causa de sus infortunios físicos.
El v. 14 es una doxologia litúrgica que cierra el primer libro o colección del Salterio, la parte atribuida por la tradición al Profeta Rey. Los dirigentes de las asambleas litúrgicas responderían a los deseos de salvación del salmista asociándolo a los destinos del propio pueblo
Israel, vinculado en sus destinos históricos, pasados y futuros, a
Yahvé como propio Dios nacional19. Y el pueblo responde aprobando los deseos del dirigente del coro:
Amén, Amén, expresión hebrea que los LXX y la Vg traducen por fiat, fíat, pero propiamente indican el asentimiento a lo antes declarado20.
1 Así según los LXX, pues en el TM falta el
desvalido. 2 Verso oscuro en el original. El TM lit. dice: y todo su lecho lo volverás en su enfermedad. La
Bib. de Jer. corrige: tú alivias todo el lecho en que languidece. 3 Cf.
Sal_35:14-15;
Stg_1:27. 4 Cf.
Deu_24:17;
Deu_27:19;
Pro_15:25;
Exo_22:22;
Deu_10:18. 5 Cf.
Sal_18:36. 6 Cf.
Job_19:11;
Sal_72:18;
Sal_37:4. 7 Cf.
Sal_5:2;
Sal_6:2;
Sal_13:2;
Jer_17:14. 8 Cf.
Sal_31:11;
Sal_51:5;
Ose_6:1. 9 Cf.
Sal_19:13;
Sal_38:4.21. 10 Cf.
Sal_51:7;
Sal_32:3-5 11 Cf.
Sal_6:3-4;
Jer_17:14. 12 Cf.
Sal_28:3;
Sal_31:14; 35:11- 13 Cf.
Sal_109:13;
2Sa_18:18;
Sal_9:6. 14 Cf, 2.
Sam 13:5-6;
2Re_8:29;
Job_2:11s;
Job_35:11. 15 Cf.
Jua_13:18. 16 La
Bib. de ]ér.: y yo, a quien tú sostienes, me mantendré incólume'). 17 Cf.
Sal_18:20;
Sal_22:9;
Sal_35:28;
2Sa_15:26;
Sal_30:2;
2Sa_35:20;
2Sa_38:17. 18 Cf.
Sal_11:8;
Sal_16:12;
Sal_17:15;
Sal_61:8. 19 Cf.
1Re_1:48;
1Cr_20:11;
Esd_7:27;
Neh_9:5. 20 Cf.
1Cr_16:36;
Neh_8:6;
Sal_106:48. Sobre el
amén véase DBV I 475.
Libro Segundo.